Está en la página 1de 29

ToNvJunr

Arco vA MAL

Traducción de Belin Urrutia

TAURUS

PENSAMIENTO
Tírulo original: IllFares tfu Land
D. R. O TonyJudt, 2010

D. R. @ De la edición española:
Santillana Ediciones Generales, S. L., 2010
Torrelaguna, 60. 28043 Madrid
Teléfono 9l 744 90 60
Telefax 91 7449224

D. R. O De esta edición:
Santillana Ediciones Generales, S. A. de C. V., 2010
Av. UniversidadT6T, Col. del Valle
México,03l00, D. F.
Teléfono 5420 7530
www. editorialtaurus.com. mx

@ De la traducción: Belén Urrutia Para Daniel y Nicholas

Primera edición: noviembre de 2010

ISBN: 978-607-l 1-0805-0

D. R. O Diseñn de cubierta:Jesúrs Acevedo

Impreso en México
Trxlos los derechos resenados.
lista publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o
transmitida por un sistema de recuperación de infbmación, en ninguna forma ni por
rringrirt medio, sea mecánico, fbtoquímico, electrírnico, nragnético, electroóptico, por
lotocopia, o cualquier otro, sirr el pemiso previo por escrito de la editorial.
Mal Ieaa al país, presa, de inminentes males,
cuando la riqueza se acumula y los hombres decaen.

Orrvnn Gorrsrrrr u, The D es erte d Village (l 77 0)


INorcn

Acn¡oncrMrENTos 13
INrnoouccróN. GuÍe rARA pERpLEJos t7

CepÍrulo r. Córr,lo vrvrMos AHoRA 25


CepÍruro z. Er. vruNDo eun HEMos pERDrDo ...... 51
CapÍruro 3. Le rNsopoRTABLE LEVEDAD
DE r-A por.Írrce 85
C¡pÍruro 4. ¿Auós A ToDo nsro? 135
CepÍruro 5.¿QuÉ necnn? 151
CepÍruro 6. ¿QuÉ Nos RESERVA EL poRvnNrR? .... 179

CoxcrusróN. QuÉ pERVrvE v quÉ HA MUERTo


EN LA socrALDEMocRACrA 211
cios sociales, proüsiones de bienestar, recursos cultura-
les y educacionales financiados por el Estado y muchas porÍrrc"t
3. LA rNSopoRTABm m\EDAD DE r-a
otras cosas que parala gente habían cobrado carta de
naturaleza. Desde luego, había quien señalaba la pro-
babilidad de que se produjera un desequilibrio entre el
gasto y los ingresos públicos a medida que envejecía la
generación del baby boomy aumentaba la factura de las
pensiones. Los costes institucionales de legislar lajusti-
cia social en tantas esferas de la actividad humana eran
necesariamente considerables: el acceso a la eclucación
superior, la proüsión pública de asistencia legal a los Para la emancipación de la mente es imprescindible hacn
indigentes y las subvenciones a las artes tenían un pre- primero un estudio de Ia histori'a de I'as opiniones.
cio. Además, a medida que se ralentizaba el crecimien-
JouN MavN¡.no KnvNns
to de la posguerra y el desempleo endémico se conver-
tía de nuevo en un serio problema, la base tributaria de D"r¿. luego, siempre recordamos el pasado mejor
los Estados del bienestar empezó a parecer más frágil. de lo que realmente fue. El consenso socialdemócrata
Todas estas razones justificaban la inquietud en los y las instituciones del bienestar de las décadas de la
años de declive de la "Gran Sociedad". Pero si bien ha- posguerra coincidieron con algunos de los peores'pro-
bían de producir una cierta pérdida de confianza por yectos de urbanismo yviüendas públicas de los tiempos
parte de la élite administrativa, no explican la transi- modernos. De la Polonia comunista a la socialdemó-
ción radical en actitudes y expectativas que ha marcado crata Sueciaylalaborista Gran Bretaña, pasando por la
nuestra época. Una cosa es temer que un buen sistema Francia gaullista y el South Bronx, unos planificadores
no pueda mantenerse y otra muy distinta perder la fe presuntuosos e insensibles saturaron ciudades y subur-
en el sistema. bios de casas feas e invivibles. Algunas todavía sigttert
en pie. Sarcelles suburbio de París- atestigtrir l:r
-un
altanera indiferencia de los mandarines burocráti<'os
ante la vida diaria de sus súbditos. Ronan Poinl, tttrrt
torre de viviendas particularmente espantosa <l<'l cslr'
de Londres, tuvo el buen gusto de derrumbittst' ¡r,rt
sí sola, pero la mayoría de los edificios dt' t's;t ('lr'r.l
siguen en su sitio.
La indiferencia de las autoridades tl:tt'iolt;llcr \ l,,¡ ,t
les ante el daño causado por sus det'isilrll('t r'\ illllr rll1,l
8.I
f]5r
l,l lNsopon r¡ul,u t,lt\¡ED,\f) og l¡ pr¡lit.tc,q

ti<':r rlt' un aspecto preocupante de la planificaciónyla irnpusieron la esterilización selectiva apelando al bien
renovación de la posguerra. La idea de que quienes es- ('omún, hubieran sido conocidas por más personas, la
tán en el poder saben lo que más conviene están sensación opresiva de depender de un Estado panópti-
empeñados en programas de ingeniería social -que en re- co podría haber sido incluso mayor. En Escocia, los al-
presentación de personas que ignoran lo que es bueno tos bloques de viviendas de los distritos obreros de
para ellas- no nació en 1945, pero floreció en aquellas ()laseow, de propiedad municipal, que alojaban hasta
décadas. Ésa fue la erade Le Corbusier: con demasiada al90 por ciento de la población de la ciudad, tenían un
frecuencia les resultaba indiferente qué pensaban las aire de decadencia que atestiguaba la indiferencia del
masas de los nuevos pisos y las nuevas ciudades en los aluntamiento (socialista) a la condición de sus electo-
que se les había reubicado, de la "calidad de yld¿" que se res proletarios.
les había asignado. La sensación, que en la década de 1970 ya se había
A finales de los años sesenta, la idea de que "sabe- seneralizado, de que el Estado <responsable" era indi-
mos lo que es mejor para ti> estaba empezando a pro- f'erente a las necesidades y deseos de aquellos a quienes
ducir una reacción. Organizaciones voluntarias de cla- representaba contribuyó a crear una brecha social cada
se media comenzaron a protestar por la demolición vez más amplia. De una parte, estaba la generación ma-
abusiva y a gran escala no sólo de "feas" zonas degrada- yor de planificadores y teóricos sociales. Herederos de
das, sino también de edificios y pais{es urbanos de valor: la confianza eduardiana en las virtudes de la gestión,
la caprichosa demolición de las estaciones de Pennsyl- aquellos hombres y mujeres estaban orgullosos de lo
vania en Nueva York y de Euston en Londres, la cons- que habían conseguido. Pertenecientes a la clase me-
trucción de un monstruoso bloque de oficinas en el co- dia, estaban especialmente satisfechos de haber logra-
razón del antiguo quartierparisino de Montparnasse, la do vincular las viejas élites al nuevo orden social.
reorganización de los distritos de ciudades enteras De otra, los beneficiarios de ese orden fueran
completamente falta de imaginación. Más que un ejer- -ya
los pequeños propietarios suecos, los estibadores esco-
cicio de modernización socialmente responsable en ceses, los afroamericanos del centro de las ciudades o
nombre de la comunidad, empezaron a parecer sínto- los aburridos habitantes de los suburbios franceses-, l
mas de un poder sin control ni sensibilidad. los qtre cada vez irritaba más tener que depender ck'
Incluso en Suecia, donde los socialdemócratas man- administradores, conce.jales y regulaciones burocr:iti-
tenían un firme control del poder, la inexorable uni- cas. Irónicamente, eran precisamente las clases mcrli;rs
formidad incluso de los mejores proyectos de viüen- las que estaban más contentas con su suerte, crr lrrrr'¡lr
das, de los scrvi<:ios sociales o de las políticas públicas medida porque cuando entraban en conta('l<¡ r'orr ¡'l
de sanidad empr:zri a irritar a la generación másjoven. Estado del bienestar era más para benefici:tt sc r lr' ¡rt lr
Si las prácticas dc t'rrgt:nesia de algunos gobiernos es- taciones populares que para sufrir re strit'r'ionr'\ ,r \n .u r

candinavos de la p()sflu('l'r:r, qtre fomentaron e incluso tonomía e iniciativzr.

fif ót
Alc;o vr lt¡t, l,l rNsclponlrsl.r I,EV¡:DAD Dlt t,A poI-iTIcA

No obstante, la brecha mayor era la intergeneracio- leúsión, los transistores y la internac ionalización de la
nal. Para los que habían nacido después de 1945, el Esta- cultura popular. A finales de los sesenta, la brecha cultu-
do del bienestar y sus instituciones no constituían una ral que separaba a losjóvenes de sus padres quizá era
solución a los antiguos dilemas: simplemente eran las mayor que en cualquier otro momento desde comien-
condiciones de vida normales bastante aburridas-, zos del siglo xtx.
-y
además. Losjóvenes del baby boom, que llegaron a la uni- Esta ruptura de la continuidad reflejaba otro cam-
versidad a mediados de los años sesenta, sólo conocían bio tectónico. Para la generación anterior de políticos y
un mundo de oportunidades cada vez mayores, genero- votantes de izquierda, la relación entre los "trabajado-
sos servicios médicos y educativos, unas perspectivas op- res)> y el socialismo los "pobres" y el Estado del
timistas de movilidad social ascendente y por bienestar- había sido -entre
evidente. Desde hacía mucho,
-quizá
encima de todo- una sensación indefinible y ubicua de la "izquierda" estaba asociada al proletariado urbano,
seguridad. Los objetivos de la generación anterior de re- del que dependía en gran medida. Con independencia del
formadores ya no eran de interés para sus sucesores. Por pragmático atractivo que tuüeran para las clases me-
el contrario, cada vez más se percibían como restriccio- dias, los reformadores del New Deal, de las socialdemo-
nes a la libertad y la expresión del individuo. cracias escandinavas y del Estado del bienestar britá-
nico habían contado con el probable apoyo de una masa
de trabajadores de cuello azuly sus aliados rurales.
Er rnceno rRóNrco DE Los eños srisB,N'rA Sin embargo, en el transcurso de la década de 1950
este proletariado de cuello azul estaba fragmentándose
Mi generación, la de los sesenta, pese a sus grandes y reduciéndose. El trabajo duro en las fábricas, las mi-
ideales, destruló el liberalismo con sus exrcsos. nas y los transportes tradicionales estaba siendo susti-
Celrnln Pecr.r¡ tuido por la automatización, el auge de los servicios y
una mano de obra cadavez más feminizada. Ni siquiera
Una singularidad de la época fue que la diüsión genera- en Suecia podían esperar los socialdemócratas ganar
cional trascendiera la experiencia de clase, además de la las elecciones simplemente con la rnayoría del vot<r
nacional. Desde luego, la expresión retóricade la rer,'uelta obrero tradicional. La vieja izquierda, con sus raíces t:n
juvenil se limitó a una reducida minoría: incluso en las comunidades de la clase trabajadoray en las org:rtri-
aquellos días, la mayoría de losjóvenes en F,stados Uni- zaciones sindicales, podía contar con el colectivislnrr
dos no iban a la universidad y las prott:st:rs cstudiantiles instintivo y la disciplina (y la obsequiosidacl) tk' urt;t
no representaban necesariamente 1r l:r jrn'entud en su mano de obra industrial cautiva. Pero ésta r('l)r'('s('nf ,r
conjunto. Pero los síntomas más rcr'olrocibles de las dife- r ba un porcentaje cadavez menor de la p<lblitt'iol¡.
rencias generacionales nrrisi<'lr. l:r ropa, el lengua- Lanueuaizquierda, como empezó a ll:tlt¡:ttsc t'tt ,rrlttr'
-la
je- se difundieron extr:ror'<lirr:rr i;urrt'nte gracias ala te- llos años, era muy diferente. Para la fl('tl('t;t{ t,II IIr,rr l.r

B9
LA lNsoP()Rf'ABLE LEVIIIIAD o¡: ¡,1 prll.í l ¡c,L

ven, el <carnbio> no sería resultado de una acción de que unió a la generación de la década de 1960 no fue el
masas disciplinada, definida y dirigida por porravoces au- interés de todos, sino las necesidades y los derechos de
torizados; de hecho, el propio cambio parecía habcr pa- cada uno. El "individualismo" afirmación del dcre-
sado del Occidente industrial a los países en desarrollo o -la
cho de cada persona a la máxima libertad individual y a
"Tercer Mundo". Acusaba de estancamiento y *repre- expresar sin cortapisas sus deseos autónomos, así como
sión" tanto al comunismo como al capitalismo. La inicia- a que éstos sean respetados e institucionalizados por la
tiva de las acciones e innovaciones radicales estaba ahora sociedad en su conjunto- se conürtió en la consigna iz-
en manos de lejanos campesinos o de nuevos sectores re- quierdista del momento. "Prohibido prohibir", "hazlo
volucionarios. Los (negros>, los
"estudiantes>, las .,muje- que quieras>: no son objetivos faltos de atractivo, pero se
r€S)> /, un poco después, los
"homosexualeso, eran los can- trata de fines esencialmente privados, no de bienes pú-
didatos a ocupar el lugar del proletariado masculino. blicos. No es de extrañar que condujeran a la afirmación
Como ninguno de estos sectores, ni en Estados Uni- general de que "lo privado es político".
dos ni en los demás países, estaba representado por se- Así, la política de los sesenta desembocó en un agre-
parado en las instituciones de las sociedades del bienes- gado de reivindicaciones individuales a la sociedad y el
tar,la nueva izquierda se presentaba conscientemente Estado. La "identidad" empezó a colonizar el discurso
como oposición no sólo a las injusticias del orden capi- público: la identidad individual, la identidad sexual, la
talista, sino sobre todo a la
"tolerancia represiva, de sus identidad cultural. Desde ahí sólo mediaba un peque-
formas l:rtás avanzadas: precisamente aquellos benevo- ño paso para la fragmentación de la política radical y su
lentes administradores que habían sido los responsa- metamorfosis en multiculturalismo. Curiosamente, la
bles de que se liberalizasen los antiguos constreñimien- nueva izquierda siguió siendo exquisitanlente sensible
tos y mejorase la condición de todos. a los atributos colectivos de las personas en países distan-
Sobre todo, la nueva izqr_rierda, y su base mayoritaria- tes, donde sí se las podía agrupar en categorías sociales
mente joven, rechazaba el colectiüsmo heredado de sus anónimas como "campesino>, <poscolonial", "subordi-
predecesores. Para la generación anterior de reforma- nador, etcétera, mientras que, en casa, el individuo pre-
dores, de Washington a Estocolmo,babía sido evidente dominaba sobre todo.
que "justicia", "igualdad de oportunidadeso o .seguri- Con independencia de lo legítimas que sean las rei-
dad económica" eran objetivos comunes que sólo podían vindicaciones de los individttos y de lo importantes que
alcanzarse mediante la acción colectiva. Oualesquiera sean sus derechos, darles prioriclad tiene un precio
que fuesen las deficiencias de la regula<.irin y el control ineütable: se debilita el sentido de un propósito co-
desde arriba, eran el precio de la.jrrsti<.irr social, un pre- mún. Hubo un tiempo en qtl() c¿rcla uno recibía su voca-
cio que sin duda merecía la pena l):rfirr.. t bulario normativo de la socieclacl de la clase o de la
La generación siguiente veítr ltrs <.<¡s:rs de otra manera. comunidad-: lo que era bueno
-o
para todos, valía por
La.justicia social ya no prt'o<.rr¡r:rlr:r u los radicales. Lo definición para cada uno. Pero no 1o contrario: lo que
(x)
91
,\t(:{, \/\ NlAt Lt lNsopopllllr.B LEVEDAT) ot l,e pol.í r.rca

('s l)u('lr() l)lr'1r unir pcrsona puede (o no) ser de valor o l)or esa ilusión, la izquierda se fragmentó y perdió todo
irrlt'r'tis otra. Los filósofos conservadores de la épo-
l)¿u'¿r
sentido de un propósito común. Por el contrario, adop-
r'¿r anterior comprendían bien esto, por lo que recu- 1ó un aire un tanto egoísta. En aquellos años, ser de iz-
rrieron al leneuaje y la imaginería religiosos parajusti- quierda, ser radical, significaba estar centrado en uno
ficar la autoridad tradicional y su ascendiente sobre mismo y en sus preocupaciones y ser curiosamente es-
cada indiúduo. trecho de miras en sus intereses. Los movimientos estu-
Pero el indiüdualismo de la nueva izquierda no res- cliantiles de izquierda estaban más preocupados por la
petaba ni los fines colectivos ni la autoridad tradicional: hora de cierre de las residencias de estudiantes que por
después de todo, era tanto nueuacomo izquierda. Lo que las prácticas de los obreros industriales; en Italia, uni-
quedaba era el subjetiúsmo de los intereses y deseos versitarios de clase media alta pegaron palizas a modes-
individuales, medidos individualmente. A su vez, esto tos policías en nombre de lajusticia revolucionaria; las
desembocó en un relativismo moral y estético: si algo es airadas críticas proletarias a los explotadores capitalis-
bueno para mí, no me ataie a mí averiguar si también lo tas fueron desplazadas por consignas irónicas y des-
es para alguien más, y mucho menos imponérselo ("haz preocupadas sobre la libertad sexual. Esto no quiere
lo que quieras"). decir que la nueva seneración de radicales fuera insen-
Es cierto que muchos radicales de la década de 19G0 sible a la injusticia o ala iniquidad política: las prorestas
eran partidarios entusiastas de las imposiciones, pero contra la guerra de Vietnam y los disturbios raciales de los
sólo cuando afectaban a pueblos distantes de los que sa- sesenta no fueron insignificantes. Pero carecían de J
bían poco. Retrospectivamente, es asombroso cuántos cualquier sentido de propósito colectivo y, más bien, se I
occidentales en Europa y Estados Unidos expresaron su entendían como extensiones de la expresión ylairai"-j
entusiasmo porla dividuales.
"revolución cultural" de Mao Zedong,
con su uniformidad dictatorial, mientras que en sus pro- Estas paradojas de la meritocracia generación
pios países definían la reforma cultural como la maximi-
-la
de los sesenta fue sobre todo el exitoso subproducto de
zación de la iniciativa y la autonomía indiüduales. los mismos Estados del bienestar en los que volcaba su
Retrospectivamente, puede parecer extraño que tan- .juvenil desprecio- reflejaban una debilidad. Las anti-
tos.jóvenes de los sesenta se identificararr con el (mar- guas clases patricias habían sido sucedidas por una f{c-
xismo" y con proyectos radicales de toda índole, al neración de bienintencionados ingenieros soci¿rlcs,
tiempo que se distanciaban de las normas confbrmistas pero ninguna de ellas estaba preparada para la racli<'lrl
y los fines totalitarios. Pero el marxism() e_ra un para- desafección de sus hljos. El consenso implícito rk. l;rs
guas retórico bajo el que podían tent:r' t'ubida formas décadas de la posguerra se había roto y establr (.nrl,('
de contestación muy diferentes buena medida zando a surgir un nuevo consenso, decidid:rr¡lcr¡ lr. ;rrrll
-r.n
porque ofrecía una continuidarl ilrrsoli¿r con la genera- natural, en torno a la primacía de los inl(.t('scs lrrrlrrr
cirirl radical anterior-. Bajo (.s(. l)lrnrgr.ras y reforzada duales. Los jóvenes radicales nunca ll:rlr r;nr r llrr r rtr r

1)! 93
L¡ lNsoponL..l¡L¡t t,l.;vED,{D ol L¡ por.Í.ttc¡

.¡u\ llt.'\
rlr'('s,t nt;ut('l:r, pcro fue la distinción entre las r io para los reaccionarios tradicionales. Una nueva ge_
r,rlros.rs lil¡r'rllr<lt:s individuales y los irritantes constre- nt'ración de moderados ocupó su lugar.
r¡irrrit.ntos públicos lo que más tocaba sus emociones. Al conservadurismo intelectual le fue algo mejor. por
4 lrrirricamente, esta misma distinción es lo que también r;rcla Michael Oakeshott, aislado en su riguroso clespre_
aennia a la nueva derecha que estaba surgiendo. r i<r del moderno bien pensant, había cien intelectuiles
I
¡rrogresistas que propugnaban un consenso. Nadie pres_
trrba mucha atención a los partidarios del mercado libre
Le vnNceNzA DE Los AUSTRTACos o del "Estado mínimo>, y aunque la mayoría de los anti_
grros liberales seg'ían desconfiando instintivamente de
Hemos de afrontar el hecho de que el manlenimiento de la l:r ingeniería social, dieron slr apoyo, aunque sólo fuera
ti,beñadindtaidua,tesr:::::r:tr:r:r::;r;!:::;::#;:rtr ¡ror prudencia, a un nivel muy alto de activismo suber_
r:rmental. De hecho, en los años que siguieron a7g4b el
FRrn¡nrcrr Heynx ('entro de gravedad de la discusión política no se hallaba
.ntre la izquierday la derecha, sino más bien rlentro de
El consen¡adurismo no mencionar la derecha la izquierda: entre los comunistas y sus simpatizantes y el
ideológica- era una -por
preferencia minoritaria en las dé- consenso liberal-socialdemócrata mayoritario.
cadas que siguieron a la II Guerra Mundial. La antigua Lo más próximo a un conseruadurismo teórico serio
derecha se había desacreditado en dos ocasiones. En el cn aquellos años de consenso fue obra de hombres
mundo angloparlante, los conservadores habían sido como Raymond Aron en Francia, Isaiah Berlin en el
incapaces de prever, comprender o corregir la magni- Reino Unido y-aunque en una clave bastante dif-eren_
tud de los daños qlre provocó la Gran Depresión. Cuan- te- Sidney Hook en Estados Unidos. A los tres les ha_
do estalló la guerra, sólo el núcleo del antiguo Partido bría desagradado la etiqueta cle .conseryacloro: eran
Conservador inelés y los inflexibles republicanos Know liberales clásicos, anticomunistas por razones éticas,
Nothing seguían oponiéndose a los administradores se- :rclemás cle políticas, y estaban imbuidos del recelo cle_
rnikeynesianos en Londres y al Nerv Deal en Washington clmonontco ante un Estado excesivamente poderoso.
para responder de forma imaginativa a la crisis. Cada uno a su manera, eran realistas: aceptaban la ne_
En la Europa continental las élites consen'adoras pa- cesidad de las provisiones clel bienestar y la inten¡encirirr
garon el precio de su connivencia (y peor) con las po- social, por no mencionar la tribr_rtación proeresiv:r y lrr
tencias ocupantes. Tras la derrota del lifc clesaparecie- consecución colectiva de bienes públicos. pero
Jr.r.irrs
ron del poder v de los cargos políticos. Iln la Europa ti'to v experiencia se oponían a toclas las fbrnlus rlr. ¡rr r
del Este, los antisuos partidos clt'rt'ntro y de derecha der autoritario.
fueron brutalmente destruid()s lx)l rills sucesores comu- AAron se le conoció en aquellos años cs¡rr.r i;rlrrrr.ntr
rristas, pero tampoco en firrr olxr o< t'i<lcntal había espa- por su firme hostilidad a los ideólogos rnirr.xist.rr r l,¡,,rrr,r

!)l 9lr
LA It{sopoR'r'Ae¡,rt r,Ev¡tDAD t)!t LA PoLÍT ICTA

tir r ¡s v sr lricido apoyo a Estados unidos, cuyas defici.rr. L rrcs', la "nacirin", el "respetoo, la "autoridad" y el patri-
<:ias nunca negó. Berlin se hizo fámoso por su conferencia r¡rorrio ylaciulización de un país o continente, o incluso
de 1958 sobre .Dos conceptos de libertad,, en la quc rk' "Occidente", que "ellos" (la izquierda, los estudian-
disti'guió entre libertad positi'a consecución de cl* tcs, losjóvenes,las minorías radicales) ni comprenden ni
rechos qtre sólo un Estado puede-la garanttzar-y libertacl si<'lrten.
negativa: el derecho de cada uno a hacer lo que le parez- l,levamos üvienclo tanto tiempo con esta retórica
ca sin intromisiones. Aunque él siempre se üo como un (f ue parece evidente que la derecha recurriría a ella.
liberal tradicional, favorable a todas las aspiraciones re- l't'ro hasta mediados de los sesenta más o menos habría
fbrmistas de la tradición liberal británica con la que se sirlo absurdo pretender que la "izquierda" era insensi-
¿ identificaba, Berlin se conr,'irtió en una referencia funcla- lrle a la nación o a la cultura tradicional, y mucho me-
\de:a-pu'u."lu ffi
A Hook, como a tantos estadounidenses "ñffi. nos a la "autoridad". Por el contrario, la vieja izquierda
cra incorregiblemente anticttada en esas cuestiones.
s" tié--
cle
po, le preocupaba la lucha anticomunista. Así, su libe- l,osvalores culturales de un Keynes o un Reith, un Mal-
ralismo desembocó en la práctica en una defensa cle las raux o un De Gaulle eran colnpartidos acríticamente
libertades tradicionales cle una sociedacl abierta. De ¡ror muchos de sus oponentes de izquierda: excepto
acuerdo con los criterios imperantes en Estados Unidos, clurante un breve periodo después de la Revolución
los hombres como Hook eran socialdemócratas en toclo Rusa, la izquierda política mayoritaria era tan conven-
rnenos en el nombre: tenían en común con otros cional en la estética como en casi todo lo demás. Si la
"libe-
rales" estadounidenses como Daniel Bell una afinidad derecha se httbiera visto obligada a enfrentarse exclusi-
electiva por las ideas y las prácticas políticas europeas. vamente a los socialdemócratas y a los liberales de viejo
Pero la intensidad de su antipatía por el comunismo ten- cuño, nunca habría logrado el monopolio del conser-
día entre él y los conservadores más convencionales un vadurismo cultural y los "valoreso.
puente que en el futuro ambas partes cruzarían cadavez Donde los consewadores podían señalar un contraste
con más faciliclad. entre ellos y la üeja izquierda era precisamente en la
La labor de la derecha renaciente se üo facilitada no cuestión del Estado y sus usos. Pero incluso ett esto, hasta
sólo por el paso del tiempo medicla que la sente iba mediados de los años setenta no apareció una nueva ge-
olvidando los traumas de las -a
décadas cle lg30 y 1940, y es- neración de conservadores que se atreüera a poner elr
taba más abierta a las voces conseruaclor¿rs tradiciona- telajuicio el .estatismo" de sus predecesores y ofreciera
les-, sino también por sus oponentt's. lll narcisismo de recetas radicales para salir de lo que describía como la
los movimientos estudiantiles, los irlt'<ilos.()s de la nueva
"esclerosis" de unos gobiernos excesivamente anthit'i<>
izquierda y la ctrltura popular de l:r u(,rr('ración de los se- sos y su efecto asfixiante sobre la iniciativa privada.
senta inütaban a una reacción conscrvaclora. Nosotros Margaret Thatcher, Ronald Reagan y tnás
afirmar ahora la der.t'<.lr:r- <[t'f'cnclemos los .va-
-mttt'lto
tírnidamente- Valéry Giscard d'Estaing err l'-r'rtnt'i:l fire-
-poclía
(
)(; 97
l,¡ lNs<jponr,c.grE LEVIIDAD D!. l.A POLi-rIcA

r'(,n l()s l)r'irnclos políticos de grandes partidos situados rrna visión del mundo que encuentra su mejor expre-
¿r la derecha del centro que se aventuraron a romper el sión en el notorio lema de Margaret Thatcher: .:I-ajo-,
consenso de la posguerra. Es cierto qlle en las eleccio- ciedad
'-# no existe, sólo hav in@. En Es-
nes presidenciales de 1964 Barry Goldwater había he- tados Unidos, casi exactamente por las mismas fechas,
cho una temprana incursión en ese sentido: con desas- l{onald Reagan alcanzó una popularidad duradera
trosas consecuencias. Seis años después, Edward Heath r:uando afirmó que "estaba amaneciendo en América".
futuro primer ministro conservador- experimen- lll gobierno ya no era la solución, sino el problema.
-el
tó con propuestas para favorecer mercados más libres y Si el gobierno es el problema y la sociedad no existe,
un Estado menos intervencionista, pero fue castigado el papel del Estado I'uelve a quedar reducido al de faci-
úolenta e injustamente por su aplicación "anacrónica" litador. La labor del político consiste en averigttar qué
de ideas económicas periclitadas y se vio obligado a dar cs lo mejor para el individuo y después ofrecerle las
marcha atrás apresuradamente. condiciones para que trate de conseguirlo con una in-
Como sugiere el tropiezo de Heath, aunque a mu- terferencia mínima. El contraste con el consenso key-
chas personas les irritaba el poder excesivo de los sin- nesiano no puede ser mayor: de hecho, el propio Keynes
dicatos o la indiferencia burocrática, no estaban dis- pensaba que el capitalismo no sobreviviría si se limita-
puestas a considerar una retirada en toda la regla. El ba a proporcionar a los ricos los medios para hacerse
consenso socialdemócrata y sus encarnaciones institu- más ricos.
cionales podían ser tediosos e incluso paternalistas, Fue precisamente esta concepción tan miope del
pero funcionaban, y la gente lo sabía. Mientras la mayo- funcionamiento de una economía de mercado lo que,
ría creyó que la "revolución keynesiana" había llevado en su opinión, condujo al abismo. Entonces, ¿por qué en
a cabo cambios irreversibles, los conservadores se halla- nlrestro tiempo caímos de nuevo en una confusión se-
ban en un callejón sin salida. Podían garrar batallas cul- mejante, reduciendo la conversación pública a lrn de-
turales Sobre loS "valOres" y la ,,moral,,, perO si no eran bate planteado en términos estrechamente económi-
capaces de llevar el debate de las políticas públicas por cos? Para que el consenso keynesiano se abandonaral
otros derroteros muy diferentes, estaban condenados a con tanta facilidad y aparente unanimidad, los con- \ -k
-rl

perder la guerra económica y política. traargumentos debieron de ser muy poderosos. Lo eran, j
Por tanto, la victoria del conservadurismo y la pro- y no se presentaron por sí solos.
funda transformación que llevó a cabo durante las tres Nosotros somos los involuntarios herederos de un de-
décadas siguientes estaban lejos de ser ineütables: fue bate con el que la mayoría de la gente no está familiari-
necesaria una revolución intelectual. En el transcurso zada. Cuando se nos pregunta qué hay tras el lltlt'l'r,
de poco más de una década, el (paradigma" dominan- (viejo) pensamiento económico, podemos res¡rttttt lct
te de la conversación pública pasó del entusiasmo in- que fue ideado por economistas angloestadotltti<lcrl-
teruencionista y la consecución de bienes públicos a ses que en su mayoría estaban relacionad()s ( (tlr l.r I lrri-

9ti 99
Ar.co vA MAL L¡ rNsoponregLll LEvEDAI) o¡ t.¡ poLí.rtcn

versidad de Chicago. Pero si preguntamos de dónde ve- Su respuesta: los fallidos intentos de la izquierda
nían las ideas de los Chicago áoyü vemos que la mayor (marxista) de introducir en Austria después de 1918
influencia la ejercieron un grupo de extranjeros, todos la planificación estatal, los servicios municipales y la
ellos inmigrantes de Europa central: Ludwig von Mises, colectivización económica no sólo habían fracasado,
Friedrich Hayek,Joseph Schumpe ter, Karl Popper y Pe- sino que habían conducido directamente a la contra-
ter Drucker. rreacción. Así, Popper, por mencionar el caso más co-
Von Mises y Hayek eran los distinguidos "abuelos> nocido, sostenía que la indecisión de sus contemporá-
de la Escuela de Chicago de la economía de libre mer- neos socialistas por la fe en las "leyes
-paralizados
cado. A Schumpeter se le conoce más por su entusiasta históricaso podía hacer frente a la energía radí-
descripción de la creatiüdad destructiva del capitalis- cal de los fascistas, que actuaban.r3 El problema era que
mo y a Popper por su defensa de la
"sociedad abierta" y los socialistas tenían demasiada fe tanto en la lógica
sus escritos sobre totalitarismo. En cuanto a Drucker, de la historia como en la razón de los hombres. Los
sus publicaciones sobre gestión ejercieron una enorme fascistas, a quienes ambas cosas resultaban indiferen-
influencia sobre la teoría y la práctica de las empresas tes, estaban extraordinariamente bien situados para
en las prósperas décadas de la posguerra. Tres de estos imponerse.
hombres habían nacido en Viena, el cuarto (Von Mi- Por tanto, en opinión de Hayek y sus contemporá-
ses) en el Lemberg austriaco (actualmente Lvov), y el neos, la tragedia europea la habían provocado las defi-
quinto (Schumpeter) en Moravia, unas docenas de ki- ciencias de la izquierda: primero por su incapacidad
lómetros al norte de la capital imperial. Los cinco que- para alcanzar sus objetivos y, después, por no haber po-
daron profundamente afectados por la catástrofe que dido hacer frente al desafío de la derecha. Por caminos
sacudió su Austria natal de entreguerras. independientes, todos ellos llegaron a la misma conclu-
Tras el cataclismo de la I Guerra Mundial y un breve sión: la mejor realidad, la única- manera de
experimento municipal socialista en Viena (en cuyos -en
defender el liberalismo y una sociedad abierta era
debates sobre la socialización económica participaron mantener al Estado alejado de la vida económica. Si
Hayek y Schumpeter), el país sufrió un golpe reaccio- se mantenía ala autoridad a una distancia prudencial,
nario en 7934 y, cuatro años después, la invasión y la si se impe día a los políticos bienintencionados
ocupación nazis. Como a muchos otros, estos aconteci-
-por
que fueran- planifrcar, manipular o dirigir los asuntos
mientos obligaron a exiliarse a losjóvenes economistas de sus conciudadanos, sería posible mantener a disl:rt¡-
austriacos, / todos ellos en particular- elabo- cia a los extremistas de derecha y de izquierda.
-Hayek
rarían sus escritos y doctrinas a la sombra de lo que se
convirtió en el interrogante central de su época: ¿por
r:] Malachi Hacohen, Karl Popper, Thc ]iotmatittc Yut¡:, lt)(t''' ltt l\ l"lt
qué se había derrumbado la Austria liberal y se había I t t tt ¡
tics anrl Philasophy in InLr-war vien,na, Nueva York, iittttl rt tr lp,r
( t',1 I t

irnpuesto el fascismo? Press, 2000, p. 379.

l(x) l0l
At.co v¡ uer Le rNsoporr¡sr.E LEVEDAD o¡: r-r pc¡1,ít'tce

Como hemos üsto, ese mismo dilema en- Durante los años que siguieron a 1945, ala mayoría
tender lo que había ocurrido en el periodo -cómo
de entre- <le los observadores inteligentes les parecía que los aus-
guerras e impedir que volüera a ocurrir- fue al que triacos habían cometido un simple error de categorías.
se enfrentó Keynes. De hecho, el economista inglés se (lomo muchos otros refugiados, habían supuesto que
planteaba esencialmente los mismos problemas que las condiciones que condujeron a la quiebra del capita-
Hayek y sus colegas austriacos. No obstante, para Key- lismo liberal en la Europa de entreguerras serían re-
nes se había hecho evidente que la mejor defensa con- producibles de forma permanente e infinita. Por tanto,
tra el extremismo político y el colapso económico era a ojos de Hayek, Suecia era otro país condenado a se-
incrementarel papel del Estado,lo que significaba, entre
suir la senda alemana hacia el abismo gracias al éxito
otras cosas, la intelención económica contracíclica. político de su mayoría socialdemócrata en el gobierno
Hayek proponía lo contrario. En su clásico Camino y a su ambiguo programa legislativo.
de savidumbre, escrito en 1g44, sostenía: apli-
Al malinterpretar las lecciones del nazismo
car asiduamente un reducido número de -o
ellas de for-
Ninguna descripción en térninos generales puede dar ma muy selectiva-, los intelectuales refugiados de Eu-
una idea suficiente de la semejanzade gran parte de la lite- ropa central se marginaron a sí mismos en el próspero
ratura política inglesa actual con las obras que destmyeron
entorno occidental de la posguerra. En palabras de An-
la fe en la civilización occidental en Alemania y crearon el
thony Crosland, que escribía en 1956, en el apogeo de
estado de ánimo en el que pudo triunfar el nazismo.ra
la confianza socialdemócrata de la posguerra, "nadie
que tenga cierta reputación cree ya la otrora popular
En otras palabras, Hayek ahora vivía en Ingla- tesis de Hayek de que cualquier interferencia en el me-
terra y enseñaba en la London-que
School of Economics- canismo del mercado nos abocaría al descenso por la
estaba proyectando explícitamente (sobre la base del resbaladiza pendiente que conduce al totalitarismoo.l5
precedente austriaco) un futuro fascista si el laborismo Los intelectuales refugiados en especial los eco-
llegaba al poder en Gran Bretaña con el programa de -y
nomistas- experimentaban un resentimiento endémi-
bienestar y servicios sociales que constituía el eje de su co hacia sus refractarios anfitriones. Todo pensamiento
campaña. Como sabemos, los laboristas ganaron. pero social no individualista argumento que des-
lejos de preparar el terreno a un renacimiento del fas- -cualquier
cansase sobre categorías colectivas, objetivos comunes ()
cismo, su üctoria contribuyó a estabilizar el país en la las nociones de bienes sociales, justicia, etcétera- dt's-
posguerra. pertaba en ellos inquietantes recuerdos de conl'ulsioltt's
pasadas. Pero incluso en AustriayAlemania las cotltlir ir I

" Friedrich Hayek, The Road to Serfdom, Chicago, University of Chi-


r :rgo I'r'css, 1944, p. 196. r5 Anthony Crosland, op. cit., p.500.

-iot-
\lr,rl t,t MAt, l,¡ lt¡sopont aB¡-¡t LI:v¡IDAD ¡t: t.e poLÍrtc¡

n(.s lt:ll)ítul ('¿unbiado radicalmente: sus recuerdos te- t'sencial, eran absurdos y por tanto irracionales. La pla-
ní;ur lx)ca o ninguna aplicación práctica. Los hombres niñcación no era un tropiezo moral, y mucho menos
como Hayek o Von Mises parecían condenados a ser r:riticable de acuerdo con algún principio general. Sim-
marginales cultural y profesionalmente. Sólo cuando los
¡rlemente no era factible, y, si hubiera sido coherente,
Estados del bienestar, cuyo fracaso habían predicho con l{ayek habría reconocido que prácticamente lo mismo
tanta diligencia, empezaron a sufrir dificultades, volüe- puede decirse de las teorías "científicas" del mecanis-
ron a encontrar una audiencia para sus opiniones: la tri- rno de mercado.
butación alta inhibe el crecimiento y la eficacia, la regu- Desde luego, la diferencia es que la planificación de-
lación gubernamental ahoga la iniciativa y el espíritu bía imponerse para que funcionara como se pretendía y
empresarial, cuanto más pequeño es el Estado, más salu- por tanto conducía directamente a la dictadura: éste era
dable es la sociedad, y así sucesivamente. el verdadero enemigo de Hayek. El mercado eficiente
Por tanto, cuando recapitulamos los tópicos conven- quizá fuera un mito, pero al menos no entrañaba coer-
cionales sobre los mercados libres y las libertades occi- ción desde arriba. En cualquier caso, su dogmático re-
dentales, en realidad estamos reflejando laluz chazo de todo control central propició la acusación de...
de una estrella que se apaga-un debate inspirado -comoy man- dogmatismo. Fue Michael Oakeshott quien observó que
tenido hace setenta años por hombres que, en su mayor el "hayekismo> era a su vez una doctrina: oUn plan para
parte, habían nacido a finales del siglo xrx. Desde luego, oponerse a toda planificación puede ser mejor que su
los términos económicos que se están imponiendo en el opuesto, pero pertenece al mismo estilo de política".t6
pensamiento actual no suelen estar asociados con aque- En Estados Unidos, entre la nueva generación de ufa-
llas desavenencias y experiencias políticas. La mayoría nos económetras (una subdisciplina sobre cuyo preten-
de los estudiantes de las escuelas de nesocios nunca han dido cientifismo tanto Hayek como Keynes habrían
oído hablar de algunos de esos exóticos pensadores ex- tenido mucho que decir), la idea de que el socialismo
tranjeros y tampoco se fomenta su lectura. Sin embar- democrático es inalcanzable y tiene consecuencias per-
go, si no comprendemos los orígenes austriacos de su versas ha cobrado un carácter casi teológico. Este cred<l
(y nuestro) pensamiento, es como si habláramos una se ha vinculado a la condena popular de todo esfuerz<r
lengua que no acabamos de entender. por acrecentar el papel del Estado del sector púrbli-
Quizámerezcala pena señalar aquí que ni siquiera a
-o
co- en la vida diaria de los ciudadanos estadounidenscs.
Hayek se le puecle considerar responsable de las simpli- En el Reino Unido esta extensión concreta de la lcr'-
ficaciones irlt:olri¡4i<':rs rlc srrs acólitos. Como Keynes, ción austriaca no ha adquirido un atractivo similitr'. l,¡rs
consideraba l:r c<:orrr ¡l I I í:r r ¡ I l:r <'i<.rr ci:r i n tcrpretativa que razones son evidentes: la popularidad de la att:ncirirr s.r
no se presta a la prctlicci<in y lrr lrrct isi<in. Si la planifi-
cación era errónea par¿r ll:ryt.k (.s l)()r.qlre obligatoria-
mente se basaba en cál<:rrlos y ¡rrr.tli<.<'iones que, en lo t6 Michael Oakeshott, op. cit., p.25

l0I 105
/\t (t() vA MAl. Lr rxsoponr,c.nt.E LEVnDAD o¡: r.e pol.Í'rrc¡

nitaria gratuita o de la educación superior subvencio- asegura (y a nosotros), desde una posición de autoridad
nada, por mencionar los ejemplos más conocidos. Pero intelectual indiscutida, que sus actos son útiles socialmen-
en el transcurso de la era Thatcher-Blair-Brown la san- te y que, en todo caso, no deben ser sometidos al escruti-
tificación de los banqueros, corredores de bolsa, inver- nio público. Detrás de ese economista y de sus crédulos
sores, nuevos ricos y cualquiera que tenga acceso a lectores están los participantes en debates periclitados.
grandes sumas de dinero ha conducido a una gran ad- Así, la desvaída condición de nuestro actual lenguaje pú-
miración por una "industria de los servicios financie- blico incapacidad para pensar más allá de las
ros> con una regulación mínima, y la consiguiente fe
-nuestra
categorías y los tópicos que conforman y distorsionan la
en el funcionamiento, benevolente por naturaleza, del política tanto en Washington como en Londres- es un
mercado global de productos financieros. homen{e a una de las grandes intuiciones de Kelmes:
Exactamente qué habrían pensado Hayek o incluso
Schumpeter, el profeta de la destrucción capitalista, de Los hombres prácticos, que se consideran exentos de
este grosero culto al dinero y a quienes lo poseen es otra toda influencia intelectual, suelen ser esclavos de algún
cuestión. Pero no puede haber ninguna duda de que lo economista ya caduco. Los orates en el poder, qlre oyen
que se toma porjustificación de la vasta y creciente bre- voces en el aire, extraen su frenesí de algún escritorzuelo
cha de riqueza en la Gran Bretaña de hoy proviene de académico de hace años. Estoy seguro de que el poder de
la apología de una regulación mínima, la menor inter- los intereses creados se ha exagerado enormemente en
ferencia posible y las virtudes del sector privado a las comparación con la restricción gradual de las ideas.l7
que los escritos económicos de los austriacos contribu-
yeron tan directamente.
El caso briránico, incluso más que el estadounidense, Er curro DE Lo pRrvADo
apunta a las consecuencias prácticas de esta retrotrans-
formación del lenguaje económico moderno, aunque la Sugerir la acción social por el bien público a la ciud,ad
triste historia del entusiasmo islandés por las indómitas de Londres es conlo discutirEl origen de las especies
rutas del pillaje bancario es aún más ilustrativa. Comen- con un obispo hace sesenta años.
zamos con un puñado de destacados intelectuales exilia- JoHN Mey¡teRn Knyuns
dos en la Europa de entreguerras, pasamos por dos ge-
neraciones de economistas académicos empeñados en Entonces, ¿qué han hecho los
"orates en el poder> d<r
reconfigurar su disciplina... y llegamos a los escándalos los que hablaba Kepres con las ideas que heredaron rk'
de las bancarrotas, las hipotecas basura, las finanzas pri-
vadas y los fondos de inversión de años recientes.
Detrás de cada cínico (o simplemente incompetente) r7 Citado en RobertSkid.elsky,JohnMalnartlKqnes.
Vtltttttt .' lltt l t¡tttt
cjt'r'rrtivo bancario o inversor hay un economista que le misl As Sauior, 1920-1937, Nueva York, Pengrrin, I f )f 15, ¡r |7t t

I0(;
Ar-co ve u¡r f,¡. tNsopol¡'l ¡.B¡.r: LltvEl)AI) n¡: t,e pot.ít'lc¡

economistas caducos? Han empezado a desmantelar las el mundo sale ganando: el servicio mejora, el Estado se
competencias e iniciativas propiamente económicas del libra de una responsabilidad que en realidad no le co-
Estado. Es importante que quede claro: esto no ha sig- rresponde, los inversores obtienen beneficios y el sector
nificado ninguna reducción del Estado per se. Margaret público obtiene unos ingresos únicos por la venta. Por lo
Thatcher George W. Bush y Tony Blair después tanto, aparentemente la privatización representa una
-como
de ella- nunca dudó en reforzar los instrumentos re- retirada de las preferencias dogmáticas centradas en el
presivos y de recogida de información del gobierno Estado y la lr.relta al cálculo estrictamente económico.
central. Gracias a las cámaras de circuito cerrado, las Después de todo, <no se ha podido demostrar prácti
escuchas télefónicas, Homelandffit camente en ningún país que el rendimiento de las indus-
Safeguarding Authority y otros mecanismos. ha segui- trias nacionalizadas fuera mejor que el de las empresas
o- privadas o mixtas".r8Ylas desventajas de la propiedad pú-
derrrú€ rue- blica son indudables. En el Reino Unido en especial, el
Tesoro se limitaba a exprimir compañías que eran poten-
-q cialmente rentables. Se invertía lo mínimo y la mayor
excepto en tiempos de parte de los beneficios iban a engrosar las arcas públicas.
erra;Ton las socre0a Fde mércado anglosaionas, Así, se esperaba que el ferrocarril y las minas mantuüe-
6'ffi-de süllibértades, las que h ran los precios b4jos por razones sociales y políticas, pero,
qJOS iTffilones orwellianas. al mismo tiempo, se les exigía que dieran beneficios.
ror cle pronlo, sr tuvleramos que ldentltlcar una sola A la larga, esto hizo que las empresas no fueran renta-
consecuencia general de la transformación intelectual bles. En otros lugares, en Suecia, por ejemplo, el Estado
que caracterizó el último tercio del siglo xx, probable- intervenía menos en la economía, pero con frecuencia
mente sería el culto al sector privado y, en particular, el regulaba sueldos, condiciones, precios y productos, lo
culto a la privatización. Algunos dirían que el entusias- que tenía un efecto amortiguador. De esta forma, a los
mo por desprenderse de los bienes públicos sólo era beneficios económicos a corto plazo de la privatización
pragmático. ¿Por qué privatizar? Porque en una época habíaque sumar un hipotético incremento en la iniciati-
de restricciones presupuestarias la privatización pare ce vayla eficacia. Se suponía razonablemente que, conr()
que ahorra dinero. Si el Estado posee una fábrica inefi- mínimo, una empresa de propiedad pública que pasabir
caz o un servicio caro suministro de agua, por a manos privadas se beneficiaría de inversiones a largr r
-el
ejemplo, o los ferrocarriles-, se desprende de él me- plazo y precios eficientes.
diante la transferencia a compradores privados.
La venta aporta dinero a las arcas del Estado. Mien-
Inrs, al entrar en el sector privado, la empresa en cues- 18 Daniel Bell, l-he Cultural Contradictions of Capitali,sn, Nt¡r'r.t Yot l
tirin se hace más eficiente gracias alafán de lucro. Todo Basic Books. 1976, p.275.

IOfl 109
Le r¡lsoponr,c.st.D T.EvEDAD o¡; lq polÍL.tc¡

Estcr en cuanto ala teoría. La prácticaha sido muy llones de libras (30000 millones de dólares) para facili-
diferente. Con la llegada del Estado moderno (en espe- tar la venta de activos para los cuales no habría habido
cial durante el transcurso del siglo pasado), transpor- comprador en otro caso. Son sumas importantes de di-
tes, hospitales, escuelas, servicios postales, ejércitos, pri- nero la dotación de la Universi-
-aproximadamente
dad de Harvard, por ejemplo, o el prs de Paraguay o
siones, fuerzas de policía y el acceso económico a la
cultura esenciales en los que el afán de lu- el de Bosnia-Herzegoüna-. Difícilmenre puede inter-
-servicios
cro no tiene un efecto beneficioso- pasaron a depen- pretarse esto como un uso eficiente de los recursos pú-
der de la regulación o del control público. Ahora se les blicos.
está devolüendo a los empresarios privados. Unarazón de que laprivatszación en el Reino Unido
Hemos presenciado un traspaso continuado de la res- parezcaengañosamente beneficiosa es que coincide con
ponsabilidad pública al sector privado sin que ello haya el final de décadas de decadencia británica en compara-
representado ninguna venqja colectiva eüdente. Al con- ción con sus competidores europeos. Pero esto se de-
trario de lo que pretenden el mito popular y la teoría bió casi exclusivamente al descenso de las tasas de creci-
e con ómica, la privatización es ineficiente. La mayoría de miento en los demás países: no hubo un repentino
las cosas que a los gobiernos les ha parecido oportuno cambio de tendencia en el comportamiento económico
traspasar al sector privado estaba dando pérdidas: tanto británico. El mejor estudio que se ha realizado sobre
si se trataba de ferrocarriles, minas, servicios postales, o este tema concluye que la pnvatización en sí tuvo un im-
suministro de energía, costaban más proporcionarlos y pacto decididamente modesto sobre el crecimiento eco-
mantenerlos que los ingresos que pudieran generar. nómico a largo plazo, mientras que propició una redistri-
Precisamente por esta razón dichos bienes públicos bución regresiva de la riqueza de los contribuyentes y
carecían intrínsecamente de atractivo para los compra- consumidores a los accionistas de las compañías recién
dores privados a no ser que se ofrecieran con grandes privatizadas.le
descuentos. Pero cuando el Estado vende barato, el pú- La única razón para que los inversores privados estén
blico pierde. Se ha calculado que, en el transcurso de la dispuestos a adquirir bienes públicos que en apariencia
era Thatcher de privatizaciones en el Reino Unido, son ineficientes es que el Estado elimina o reduce su ex-
el precio deliberadamente bajo al que se pusieron a la posición al riesgo. En el caso del Metro de Londres,
venta antiguos activos públicos resultó en una transfe- por ejemplo, se creó un "Consorcio Público-Privadoo
rencia neta de 14000 millones de libras de los contribu- fPublic-Private Partnership o rer] para invitar a los in-
yentes a los accionistas e inversores. versores interesados a participar. Se aseguró a las <-or¡r-
A esta pérdida habría que sumar 3000 millones de
libras en comisir)nes a los banqueros que realizaron las rs Massimo Florio, 'fhe Great Diuestiture:
Eualuating lht Wrlf tnt lrrtlt,t, I
transacciones en las privatizaciones. Por lo tanto, el Es- of the British Priaatizations 1979-1997, Cambridge, Thc Ml'l' I'rr.rr. '.,0otr.
tado desembolsó al sector privado en torno a 17000 mi- p.342.

Il0 lll
.\lr,ottnt,tt [-¡ tNsopoltt'e¡t,E r,EV]ll)AD ¡¡ Le pot,iLtc,l

1,,illlit¡i ( r)lnl)l;l(l()r':rs que pasara lo que pasara estarían ¡ror la mala gestión o por incompetencia financiera.
l)r'()t('gi(lirs contra pérdidas graves que debilita cl Y, claro está, sus nuevos gestores y propietarios lo saben.
-lo
argumento a favor de la privatización: el afán de lu- Es curioso que este aspecto escapara a la aguda vista
cro-. En esas condiciones privilegiadas el sector priva- de Friedrich Hayek. Con todo lo que insistió en que las
do resulta al menos tan ineficaz como el público: se industrias monopolísticas (incluidos el ferrocarril y los
embolsa los beneficios y deja que el Estado cargue cotr servicios públicos) debían dejarse en manos privadas,
las pérdidas. no se preocupó de prever las implicaciones: como nunca
El resultado ha sido el peor tipo de "economía mix- podría permitirse que esos servicios nacionales vitales
ta>: una empresa privada apoyada indefinidamente por quebraran, los nuevos dueños podrían correr riesgos,
fondos públicos. En Gran Bretaña, los recién privatiza- malgastar o hacer un uso indebido de los fondos, sabe-
dos Grupos de Hospitales del Servicio Nacional de la dores de que el gobierno acudiría al rescate.
Salud quiebran periódicamente: casi siempre porque El albur moral se produce incluso en el caso de institu-
se les insta a que generen todos los beneficios posibles, ciones y negocios que en principio son beneficiosos para
pero se les prohíbe cobrar lo que piensan que el merca- la colectividad. Recordemos lo que ocurrió con Fannie
do puede soportar. Entonces, los trusts de hospitales Mae y Freddie Mac, las agencias privadas responsables de
(como el Metro de Londres, cuyo ppp se hundió en facilitar hipotecas a los estadounidenses de clase media:
2007) acuden al gobierno para que se haga cargo de la un seruicio útal para el bienestar de una economía de
factura. Cuando esto ocurre en serie pasó con consumo basada en la propiedad de la üüenda y los cré-
-como
los ferrocarriles privatizados*, el efecto es una paulati- ditos baratos. Antes de la quiebra de 2008, Fannie Mae
na renacionalización de facto, pero sin ninguna de las llevabavarios años recibiendo préstamos del gobierno (a
ventajas del control público.20 unas tasas de interés artificialmente bajas) y prestándolo
El resultado es un albur moral. El popular tópico de comercialmente con beneficios muy sustanciales.
que los bancos que pusieron de rodillas a las finanzas Como se trataba de una empresa privada (aunque
internacionales en 2008 eran "demasiado grandes para con acceso privilegiado a los fondos públicos), esos be-
dejar que se hundieran" se puede extender infinita- neficios representaban dinero público reciclado parir
mente. Ningún gobierno puede permitir que su siste- los accionistas y ejecutivos de la compañía. El hecho tlt'
ma de ferrocarriles <se hunda". No se puede dejar que que a consecuencia de esas transacciones interes:ttl¿ts
las compañías eléctricas o de gas privatizadas, o las re- se concedieran millones de hipotecas sólo conslilttvt'
des de control del tráfico aéreo, acaben paralizándose un agravante: cuando Fannie Mae se vio obli¡¡itcl:t :¡ t t'
20 En su último año de operaciones, 1994, la empresa estatal de los solver los préstamos, causó un gran sufrimit'nt() :t tlll.l
ferrocarriles británicos costó a los contribuyentes 950 millones de libras amplia franja de la clase media estadounidt'ltst'.
(1 billón y medio de dólares). En 2008, la Red de Ferrocarriles, su suce- Los estadounidenses han privatizado lll('llr tr I ll lr' 1l lr
sora semiprivada, costó a los contribuyentes 5 bill<¡nes de libras (7.8
lrillorres de dólares. admiradores británicos. Pero la dota<'ir¡t¡ rlclll'r't,trl,t

il2 113
Ar.c;o v¡ v,ql LA INsopoRTABLE LIJVEDAD lrl) ¡.a poLi rlc¡

mente insuficiente de servicios públicos, comoAmtrak, decir, durante los años de Thatchery de Major), la pro-
que no cuentan con el favor gubernamental ha desem- porción del sector privado de servicios personales strb-
bocado en un servicio inadecuado, condenado a ser contratada por el gobierno ascendió del 11 al 34 por
ofrecido más pronto o más tarde a precio de saldo a un ciento, correspondiendo el incremento mayor al cui-
comprador privado. En Nueva Zelanda, donde el go- dado residencial de personas mayores, niños y enfer-
bierno privatizó los servicios de ferrocarril y de trans- mos mentales. Los recién privatizados hogares y cen-
bordadores en la década de 1990, sus nuevos propieta- tros de atención lógicamente redujeron la calidad del
rios les despojaron implacablemente de todos los activos servicio para aumentar los beneficios y los cliüdendos.
vendibles. En julio de 2008 el gobierno de Wellingron De esta forma, el Estado del bienestar se fue desmon-
no tuvo más remedio que volver a poner bajo control tando a hurtadillas para beneficio de un puñado de
público un transporte eviscerado y que seguía dando empresarios y accionistas.
pérdidas, pero con un coste mucho mayor clel que ha- La subcontratación nos lleva al tercer argumento, qui-
bría sido necesario si se hubiera invertido debidamen- zá el más revelador, contra la privatización. Muchos
te en él desde el principio. de los bienes y servicios de los que los Estados tratan de
En la historia de la privatización hay ganadores ade- desprenderse han sido mal gestionados: por incompe-
más de perdedores. En Suecia, tras una crisis bancaria tencia, inversiones insuficientes, etcétera. No obstante,
que dejó al Estado con una grave falta de ingresos, el por mala que sea la gestión, los servicios postales, las re-
gobierno (conservador) de comienzos de los años no- des ferroviarias, las residencias parajubilados, las cárce-
venta reasignó el 14 por ciento de las aportaciones para les y otras provisiones objeto de la privatización no pue-
lajubilación, hasta entonces monopolizadas por el Es- den dejarse por completo a los caprichos del mercado.
tado, a planes de pensiones privados. Como cabíaespe- En la gran mayoría de los casos son intrínsecamente el
rar, los principales beneficiarios de la operación fue- tipo de actividad que alguien debe regular: por eso aca-
ron las compañías de seguros. De la misma forma, baron en las manos públicas en su momento.
entre las condiciones en que los servicios públicos bri- La disposición semiprivada-semipública de respon-
tánicos se vendieron al mejor postor estaba la sabilidades que en lo esencial son colectivas nos llev:r
"prejubi-
lación" de decenas de miles de trabajadores. Éstos per- de nuevo a una historia que ya es muy vieja. Si su decl:r-
dieron sus empleos y el Estado tuvo que cargar con ración de impuestos es investigada actualmente en lls-
unas pensiones para las que no había suficientes fon- tados Unidos es porque el gobiernoha decido investig:rr.
dos, pero a los accionistas de las nuevas compañías pri- le, pero lo más probable es que la investigación en sí lrr
vatizadas se les eximió de toda responsabilidad. realice una compañía privada. El gobierno ha srrlrr r¡r¡
Entregar la propiedad a los empresarios permite al tratado el servicio para que alguien lo lleve a <':rlro r.¡r
l'lstado desentenderse de sus obligaciones morales. Esto nombre del Estado, de la misma forma quc W:rslrirrg
lirt'rleliberado: en el Reino Unido, entre 1979y 1996 (es ton contrata a agentes privados para que s(' ('n( ;n liu(.n
lll I t5
\l r.r I t,t ltAl,
l-¡ lNsclpon't¡er,E T,EVEDAD trl l,¡ pot,i t t(;e

(< orr lxrnclicios) de la seguridad, el transporte y el


<lebilitado su posición pública. Hay pocas personas en
l¡now-how técnico en Irak yAfganistán.
Inglaterra, y menos aún en Estados Unidos, que sigan
En suma, los gobiernos ceden cadavez más sus res_
creyendo en lo que una vez se consideró la "misión del
ponsabilidades a empresas privadas, que ofrecen admi_
servicio público": la obligación de proporcionar cier-
nistrarlas mejor que el Estado y con menores costes. En
tos tipos de bienes y servicios por el simple hecho de
el siglo xvrrr esto se llamaba taxfarming: la venta de los
que son de interés público. No está claro que un gobier-
derechos de recaudación. Los primeros gobiernos mo_
no que reconoce su renuencia a asumir esas responsabili-
dernos con frecuencia carecían de medios para recaudar
dades y que prefiere trasladarlas al sector privado y dejar-
impuestos y por tanto invitaban a individuos privados a
las a los caprichos del mercado esté haciendo algo para
que presentaran ofertas para encargarse de esa tarea.
aumentar su eficiencia. Pero desde luego está renuncian-
Quien hacíala oferta más alta obtenía el empleo y _una do a atributos fundamentales del Estado moderno.
vez que había pagado la suma estipulada- podía re_
En efecto, la privatización invierte el proceso secular
caudar lo que le pareciese y quedárselo. El gobierno
en virtud del cual el Estado se fue haciendo carso de co-
aceptaba un descuento en sus ingresos impositivos pre_
sas que las personas no podían o no querían asumir indi-
vistos a cambio de un anticipo en efectivo.
üdualmente. Las corrosivas consecuencias de esto para
Después de la caída de la monarquía en Francia hubo
la vida pública se ponen inadvertidamente de manifies-
un consenso general en que ese sistema era absurdo e
to, como en tantos casos, en el nuevo "leneuaje políti-
ineficiente. En primer lugar, desacredita al Estado, que
co". En los círculos universitarios británicos el mercado
en la mentalidad popular estaba representado por un
como metáfora domina la conversación. Se pide a deca-
avaro recaudador privado. En segundo lugar, genera bas_
nos y jef-es de departamento que evalúen l¿ "produc-
tantes menos ingresos que un sistema de recaudación gu_
bernamental bien administrad.o, aunque sólo sea poiel
ción" y el "impacto" económico al juzgar la calidad de
un trabajo. Cuando los políticos y los funcionarios ingle-
marsen de beneficio del recaudador privado. y, en ter_
ses se dignan ajustificar el abandono de los monopolios
cer lugar, despierta hostilidad entre los contribuyentes.
de servicios públicos tradicionales, hablan de "diversifi-
Actualmente, en Estados Unidos y en el Reino Uni_
car a los proveedores". Cuando en junio de 2008 el se-
do tenemos un Estado desacreditadá y una plétora de
cretario británico de Trabajo y Pensiones anunció los
avaros recaudadores privados. Lo interesante es que
(todavía) no tengamos contribuyentes hostiles _o, en planes para privatizar los servicios sociales
-incluidos
los programas paliativos de lucha contra el desempleo :t
todo caso, lo suelen ser p()r l¿rs razones equivocadas-.
No obstante, el problerrna que nos hemos creado es corto plazo que permitían a \Alhitehall publicar tttl:ts t i
fras de paro engañosamente bajas- afirmó qttt' t'sl:tlr;t
comparable en lo esencial al del Ancien Régime.
Hoy ocurre como en el siglo xvrlr: al eviscerar las "optimizando la provisión del bienestar".
( ('\lr I'rrrr )
competencias y responsabiliclades del Estado, hemos ¿Qué significa para quienes están en t'l oll I
cuando todo, desde el autobús local ¿ll fittrr iott.tt rr¡ tl¡'
ll{;
t17
ALGo vA MAI

Bangalore comparten una serie de intereses, esto no se


Er oÉr'rcrr DEMOCRATICO traduce en una comunidad. El espacio es importante.
Y la política es una función del espacio: votamos donde
Nos diferenciamos de otrr¡s Estados vivimos y nuestros líderes tienen legitimidad y autori-
en eI hecho de considerar un inútil dad únicamente en el lugar en que fueron elegidos. El
a, quien no toma parte en estos asuntos. acceso en tiempo real a personas que piensan de la mis-
Pnnrcr.Bs ma forma al otro lado del mundo no es un sustituto.
Pensemos por un momento en la importancia de
na perceptible consecuencia de la desintegración algo tan corriente como las tarjetas del seguro o la car-
el sector público ha sido la dificultad creciente para tilla de la pensión. Durante los primeros días del Esta-
comprender qué tenemos en común con los demás. do del bienestar, su titular tenía que sellarlas o reno-
Ya estamos familiarizados con las quejas sobre el efec- varlas cada cierto tiempo a fin de recibir la pensión,
to "atomizador,, de Internet: si cada uno selecciona cupones de alimentos o la ayuda para sus hijos. Estos
los fragmentos de conocimiento e información que le rituales de intercambio entre el benevolente Estado y
interesan, pero evita el contacto con todo lo demás, sus ciudadanos tenían lugar en determinados sitios,
formaremos comunidades globales de afinidades elec- como las oficinas de Correos, por ejemplo. Con el tiem-
tivas, al mismo tiempo que perderemos el contacto con po, la experiencia común de tener una relación con la
las afinidades de nuestros vecinos. :rutoridad y la política públicas en esos
-encarnadas
En ese caso, ¿qué vínculos tenemos? Mis alumnos me servicios y beneficios- contribuía poderosamente a re-
dicen con frecuencia que sólo conocen y les interesa un f'orzar el sentido de ciudadanía.
tipo muy especializado de noticias y acontecimientos pú- Este sentido fue crucial en la formación de los Esta-
blicos. Unos leen sobre catástrofes medioambientales y el clos modernos y las pacíficas sociedades que goberna-
cambio climático. A otros les preocupan los debates na- ban. Hasta finales del siglo xtx, el gobierno no era más
cionales, pero ignoran todo lo que ocurre en los demás rlue el aparato mediante el cual la clase que lo había
países. En el pasado, ¡¡racias al periódico que hojeaban o heredado ejercía el poder. Poco a poco el Estado fue
a las noticias que oían por televisión durante la cena, lraciéndose cargo de infinidad de tareas y responsabili-
al men<ls t:sl¿rban "('xpuestos" a otros asuntos. Hoy, esas rlades que hasta el momento habían estado en manos
preocupir('iorlcs lrjt'rrrrs st' nl¿rntienen al margen. <le individuos o instituciones privadas.
Este prolllcrrlr ll:rnll lrr :tlcttci<in sobre un aspecto Hay numerosos ejemplos. Los órganos de seguridad
engañoso dc la glol¡:rliz:rcirirt. l',s t'icrto que losjóvenes ¡rrivados fueron sustituidos (y disueltos) por ftterz¿ts
están en conta('t() ( ()n l)('r'¡i()n1rs r¡ttc piensan como ellos rlt' policía nacionales o municipales. Los servicios pos-

l
y que üven a mur:llos nlilt's <lc kil<irnetros de distancia. t;rles privados perdieron su razón de ser con t'l tlt's:tl'rtr-
Pero incluso si los t'sltt<lirurlt's tlt' Ilerkeley, Berlín y llr¡ de los servicios de Correos nacionales. Lr¡s lll('11'('ll:l-

rI?, 121
Al.c;o ll lr¡r Ll tnsopoRl¡Bl-E LEv¡lf¡AD DE l,A POI-I t tcA

la libertad condicional, son parte de alguna empresa que vincula al ciudadano con el Estado es la autoridatl
privada que mide su rendimiento exclusivamente de y la obediencia.
acuerdo con Lln criterio de rentabilidad a corto plazo? Esta reducción de la "sociedad" a una tenue metfr'
En primer lugar, hay un impacto negativo sobre el brana de interacciones entre individuos privados se
bienestar (por utilizar la mismajerga). La principal de- presenta hoy como la ambición de los liberales y de los
ficiencia de los antiguos servicios públicos era la natu- partidarios del mercado libre. Pero nunca deberíamos
raleza restrictiva de sus recursos y regulaciones olvidar que primero, y sobre todo, fue el sueño de los
talla única: los puntos de venta de alcohol suecos,-la los jacobinos, lás bolcheviques y los nazis: s:g hgy@
cafés de los ferrocarriles británicos, los centros de asis- que nos una corno comunidad o .oggiS'dgd' "q-
tencia sindicalizados en Francia, etcétera-. Pero al r 'Los gu' 1,

menos la provisión era universal y parabien o para mal tán demasiado


se les consideraba responsabilidad pública. clesacreditados corno para actuar a través de sus ciuda' 1

El auge de la cultura empresarial ha destruido todo tlanos es más probable que traten de alcanzar sus fines
esto. Una compañía telefónica privatizada puede crear por otros medios: exhortando, persuadiendo, ameftv'
a rii
centros de atención al cliente automatizados y corteses ,undo y, en últinta instancia, forzarrdo a las personas
lt
(mientras que en las antiguas empresas nacionalizadas, obedecerlos. La pérdida de un propósito social articrr- lll
nadie se hacía ilusiones de que sus quejas fueran escu- lado a través de los servicios públicos en realidad oü' lltll
chadas)i pero no ha cambiado nada sustancial. Ade- mentalos poderes de un Estado todopoderoso' 111

más, un servicio social proporcionado por una empre- Este proceso no tiene nada de -irt.,ioso: Edmurrd
sa privada no se presenta como un bien colectivo al que Burke lo describió acertadamente en su ctítica de
la
pueden acceder todos los ciudadanos. No es de extra- Revolución Francesa' Toda sociedad en slrs
-sostiene i'
ñar que se haya producido un marcado descenso en el lleflexiones sobre la Reuolución Francesa- que destru/e
el
número de personas que solicitan prestaciones y servi- el tejido de su Estad'o no tarda en 'desint.gtu"t ert ll
cios a los que tienen derecho. polvt y las cenizas cle la inclividualidad".l\! evlgsf?t
El resultado es una sociedad eüscerada. El ciuda- los servicios públicos v reducil'los a una ted dqplgge-
dano de a pie necesira subsidio de desempleo, rlores orivados subcontratados hemos empezacl:lF'
-que
atencirin rnrlcli<':r, prestaciones sociales u otros servicios ,ae ol
institui<los ofit'i:rlnlt'nt('- y1r no acude de manera ins- taffilidad, lo que más se parece
a
tintiva al l.,stirrkr, llr :r<llllinislr':rcirin o el gobierrro. La cs a la guerra de todos contra todos de la que inablat>a
se
prestación o t'l st'r'vi<'io t'll < rrcsli<in ahora lo
"suminis- I{obbei, en la que, para muchas personas, la vida
tra> con frecut'ncirr rnr int<.r'nr<.rli¿rrio privado. Por lo lra vuelto de nuevo solitaria, pobre y más que un p()co
tanto, la densa tr2ulur (l(' ilrl(.r lr( <'iones sociales y bienes rle:sagradable.
púrblicos ha quedaclo ¡'r.rlrr<'irl:r al rnínimo, y lo único

I llJ I l9
Al,<;o v¡ ntel L,q. INsoPonr¡ltt,E LEVEDAD D¡i f ,A POLÍTIcA

l'i,s s. (l'cdaron sin trabajo cuando en cada país fueron sirnplemente no se le había ocurrido a nadie: la cacofo-
sustituidos por ejércitos de reclutas. Los servicios rle rrí:r resultante de color y texto habría restado unidad
transporte privados no desaparecieron limitarí¡rrt visual al equipo.
al transporte de lujo para los muy acomodados-, -se pet,o En efecto, las representaciones üsuales de la identi-
fueron desplazados como el principal medio de contu- <lad colectiva solían ser muy importantes. Recordemos
nicación por los autobuses, tranvízrs, trolebuses y trenr:s Ios taxis negros de Londres, cuyo color distintivo fue
propiedad de los poderes públicos o regulados por és-
¡rroducto de un consenso de entreguerras y a partir de
tos. El sistema de patronazgo de las actividades artísti- cntonces no sólo distinguiría a los propios taxis, sino
cas para las representaciones privadas cle que también simbolizaría en cierta forma la austera
-adecuado
óperas para nobles independientes y cortes aisladas_ unidad de la ciudad a la que servían. Después fueron
fue desplazado poco a poco (aunque nunca completa- los autobuses y los trenes, cuya uniformidad de color y
mente) por la subvención pública cle las actividades ar_ diseño ponía de relieve su papel como medios de trans-
tísticas v su administración por instituciones estatales. porte de una comunidad única.
Podríamos seguir indefinidamente. La aparición de La misma finalidad puede atribuirse retrospectiva-
las ligas nacionales de fritbol en roda Europa sirvió al mente al entusiasmo, típicamente británico, por los uni-
mismo tiempo para canalizar las energías populares, formes escolares (que también se utilizan en otros luga-
forjar identidades locales y despertar en rodo el país un res, pero suelen estar asociados a identidades religiosas
entusiasmo compartido y un sentido del espacio. De o comunitarias, como ocurre en los colegios parroquia-
forma muy parecida al famoso libro de geografía fran_ les, por ejemplo). Volüendo la vista atrás, a través del
cés de comienz.s de siglo Le Tour de la Fra,nce par deux abismo que se abrió con el entusiasta individualismo de
enfants, que socializó aunageneración de escolares en los años sesenta, hoy nos resulta difícil apreciar sus ürtu-
la valoración del mapa de Francia, la formación de li_ des. ¿Acaso no pensamos actualmente que esos códigos
gas de fútbol en Inglaterra y Escocia familiarizó a los de vestimenta asfixian la identidad y la personalidad de
jóvenes aficionados con la geografía de su país gracias a losjóvenes?
la competición de equipos de sus distintas regiones. Es cierto que los códigos de vestimenta rígidos pue-
Desde sus primeros años hasta la décacla de 1970 la den reforzar la autoridad y ahogar la indiüdualidad: la
liga de fútbrl fire siempre una enticlacr úrnica: ,,merito- finalidad de los uniformes militares es ésa precisamen-
crática" c' .l st:'ti<1. rl. qrrc. l<ls (:qrip()s ascendían o te. Pero, en su tiempo, los uniformes los llevaran
descendíall ('r) slrs rlivisir¡lles de acuerdo -ya
escolares, carteros, conductores de tren o encargados
con sus resulurrl.s. l,r¡s 't's¡rt'r'tiv:rs
illlr,lisl:rs, r.r,r.lrrt.ados localmen_
f de ayudar a cruzar la calle a los niños- atestiguaban
te, llevaban l.s t.rl<¡r.<.s rl. srr t.<¡rri¡r'. La publicidad se cierto igualiarisrno. IJn niño que lleva el unifrrrnrc rc-
limitaba a las vall.s <.,1,r'rrrl:rs lrll.t,rlt:<l.r del campo; la glamentario lto f it:ttt' t'tittgttttlt Jrrcsi<in para <-<lrttpetir
idea de que los pro¡rios jrrg:r<lo¡r.s llcvaran publicidad en la vestimeuta con sus t'oltt1-xttit't'<¡s lll:is lt<linerados.

l2? t23
L¡ rNsoponT¡nlE LEVEDAD DE LA poLiTlcA
\¡ r,rl t,A MAt,

l'l rrrrrl,lrr('l('rrl.rrrili.u con los demás a través de las rral, se permite anunciarse como taxis a modelos y mar-
IrI.r ¡'rlr i;rs sr¡r i:rlt.s' ét'icas, de manera involuntaria y,
r ('as no convencionales, aunque no puedan realizar las
¡rot lt) t:utl(), crr riltimo término natural. rnaniobras reglamentarias ni tengan la capacidad de
I loy, en la medida en que todavía reconocemos
obli- ('arga establecida. En un futuro próximo quizá vea-
gaciones y derechos sociales comunes, se les suele dar rlros cómo el famoso "conocimiento" íntima fa-
satisfacción en privado. Los servicios postales están rniliaridad con el laberinto de calles y -la
plazas de Lon-
cada vez más acosados por los servicio, á. mensajería rlres que se exigía acada taxista para obtener la licencia
privados, que acaparan la parte rentable del negocicl y rlcsde 1865- se pierde o diluye en nombre de la liber-
dejan a Correos que subvencione los servicios de entre. t:td de empresa.
ea y recogida más costosos en las zonas humildes y le-ja- Los ejércitos, especialmente el estadounidense, con-
nas. Los autobuses y los trenes están en manos priva. f ían cada vez más el apoyo logístico, el abastecimiento

das, recubiertos de publicidad y colores chillones <le materiales y la seguridad del transporte de las tropas
que
anuncian la identidad de sus propietarios en vez del l servicios privados, suministrados con un coste muy
servicir¡ que proporcionan. Las artes _6¡ e¡¿n Breta- :rlto por compañías que contratan mercenarios por
ña o en España, por ejemplo- están subvencionaclas lrreves periodos: según el último recuento, había 190 000
por los beneficios de loterías dependientes de adminis. t'rnpleados privados "auxiliares" que "a)udaban" a las
tracioncs privadas, que obtienen el dinero de los mienr- f rrerzas armadas estadounidenses en Afganistán e Irak.

Jrlrrs nr:is ¡r.lr..s cle la comunidad mediante el fomento l,a policía encarnó en el pasado la ambición del Estado
rlr.l j r rr.go lt.g:rlizaclo. nroderno de regular el intercambio social y monopoli-
l',rr lo<llr l,.rrrrrJ>:t las ligas de ftitbol se han r¿r la autoridad y la violencia. Menos de dos siglos des-
convertido
t.tr srr¡x.r'lig:rs rrrillonarias para un reducido ¡rrrés de su aparición, está siendo desplazada por com-
grupo cle
r lrrlr¡'s ¡r'ivil.gi.dos, mientias
que los demás rá q.r..lan ¡r:rñías de seguridad privadas, cuya función es servir y
t¡rrrv ;rlr:is, rrtirsc¿rdos en ,., l)lr)teger a las "comunidades cerradas" que han surgi-
potraza e irrelevancia. [,a
irlr';r rl<'l cs¡r:r<:io .nacional. n. sido sustituida por la rlo en nuestras ciudades y suburbios en las tres últimas
r
'rrr¡x'lit'i<ill internacional suscrita por efímeroi -o¡¡- r lí'cadas.
t¡:rlt's <'xlr':rrrit.r',s, q.e resarcen sus arcas gracias a la cx. ¿Qué es exactamente una "comunidad cerrada" y
¡ l, r
I r. rirrr r','
i lt' r'r' i:rr rl..i'gadores reclutados muy lej.r ¡ror qué es importante? En su uso inicial, surgido en
\'(ilr(' rl, s'r.lt.rr lx'r.'t:'t(,(:t:r- mucho tiempo en el niis. l',stados Unidos que ahora se aplica con entusiasmo
rrr,rsilio. -y
crr algunas zonas de Londres y en otras regiones de Eu-
l,r¡s l;rxis <lt. l,olrrlr.t,s, ert el pasado famosos r r r¡ra, así como en toda América Latinay en los enclaves
por su
ll¡r icrrtr.rlis<,rlo l t'l asombroso conocimiento local <le ,rsi:iticos adinerados, desde Shanghai hasta Singapur-,
r\ ( ( )rrr llrcrr ¡r't's, r'ir-c:trlan ahora ,'l término se reficre :r person:rs qlle se han rt'ttnirlo en
"r con una miríada de t,0.
,,
l,
'r, l,r¡ r.l rillinro r.etr-oce:so cle la unifbrmidad funt.ir¡. l,rs zonas ricas de las citttl¿ttl('s y sus ltltt'tlt'tlott's, y a las

l'2 t r25
I-¡ rrusoponr¡¡lrE LEVEDAD DE LA poLiTIcA

.lr.' l.'r ,"irsr,r ( r('('r's(f tü'cionalmente independierrte! r gt'stión privadas en lo que una vez fueron municipios
lr,l r r.slo <lc llr sr¡ciedad.
¡rrilrlicos. Se reserv'an el derecho de imponer las regula-
r

Anlr:s de la aparición del Estado moderno, tales r i( )nes y restricciones que les placen: no se permite pati-
co.
r'unidades eran habituales. si no estaban verdade'a. nru', comer en ciertos lugares, mendigar, vagabundear,
mente fortificadas, constituían un espacio privado se. l¡rrcer fotografías y, por supuesto, infinidad de cámaras
parado cuyos límites estaban claramente señalizados r lt' circuito cerrado y de empresas de seguridad garanti-
y
protegidos contra ros intrusos. con el desarroilo de rt¡r z:rn el cumplimiento de esas normas.
Estados-nación y las ciudades modernas, esos Basta una breve reflexión para ver la contradicción
enclavcs
fortificados frecuencia propiedad de un aristc,l- r lc esas parasitarias comunidades-dentro-de-la-comuni-
-con privada_
crata o una empresa se integraron en el en- r l:rd. Las empresas de seguridad privada qlre contratan
torno urbano. Sus habitantes, que confiaban en la se- Ir<r están autorizadas por la ley a actuar en nombre del
guridad que les proporcionaban ahora las autoridades l,,stado y por lo tanto deben pedir la a1'uda de la policía
públicas, renunciaron a sus fuerzas de policía privadas, si se produce un delito grave. Las calles que preten-
retiraron sus vallas y limitaron su exclusividad a las dis_ <lidamente poseen y mantienen fueron planificadas,
tinciones de riqueza y estatus. En una época tan recien- (:onstruidas, pavimentadas e iluminadas con cargo al
te como la década de 1960 su reaparición entre crario público, de forma que los ciudadanos privatiza-
noso-
tros habría parecido un tanto extriña. dos de hoy están beneficiándose inmerecidamente de
Pero hoy están por todas partes: signo de .posición,, los contribuyentes de ayer. Las carreteras públicas que
muestra descarada del deseo de separarse de los permiten a los habitantes de una comunidad cerrada
demás
miembros de la sociedad y r..orrá.imiento formal viajar entre su hogar y su trabajo también fueron cons-
de
la incapacidad o la renuencia del Estado (o truidas a veces siguen siendo mantenidas- por la
del ayunta-
miento) de imponer su autoridad uniformemente en -y
sociedad en general, Io mismo que los servicios públi-
todo el espacio público. En Estados Unidos, las comu_ cos (colegios, hospitales, oficinas de Correos, parques
nidades cerradas se suelen encontrar en zonas de bomberos, etcétera) que los "ciudadanos cerradoso
aparta-
das, pero en Inglaterra y en otros lugares
han surgido pueden utilizar con los mismos derechos y expectativas
en el corazón de las ciudades. que sus vecinos menos favorecidos.
Stratford City, en el este de Londres, comprende unas Se pretende argumentar en su defensa que las cr>
-_
69000 hectáreas y reclama el poder para controlar todas munidades cerradas actúan como un bastión contr:t lit
las actiüclades e. l¿rs calles (públic:rs) qrre violación de las libertades de sus miembros. Las pt't so-
están bajo su
jurisdicción. ( l¿rl>or ci r'<'rrs, r'rr rlrisror ; I lighcross, nas están más seguras en su interior y pagan lxn ('|i('
L.i-
cester; Liverp<1.r ( )l rt' (t r r<' i r ¡rr l.rr t .t'i' .a y
¡ r
"ri
cuatro calres priülegio; son libres de vivir entre ellas. Pol lo l;rrlu,
y es propiedad cle (i*rsv.rrrr, rrr t.rrrPresa inmobiliaria pueden establecer normas y regulacioncs ('()ll I t's¡rt'r lr r
del duque de Westl-ninstcr ) sorr r.s¡xtcios de propiedad a la decoración, al diseño y ala condttt'l¡t r¡ttc t cllr'¡r'tt
-üi
t27
ALC;o vA NiAL
L,t tNsopoRf.rgt,l.t l,lvr:l)AD ¡¡: t.¡ l,or-Í.rtc¡

sus (valores> y que no tralan de imponer a los no micnl. rlcsuso: si no fuera así, no habríamos apoyado con tan-
bros de fuera. pero, en la práctica, estos ejercicios
€X(,c, t:r facilidad una guerra <preventiva" en desafío a toda
sivos de
"privatización" de la vida cliaria fragmentan y lrr.jurisprudencia internacional. Sin duda, en este caso
rlividen el espacio público de una nranera que
amenaza s(' trata de política exterior, un ámbito en el que el rea-
la libertad de los demás.
lismo con fiecuencia ha predominado sobre el cumpli-
El impulso contemporáneo de üvir en esos
espaci<ln rrriento de los tratados o de la ley. Pero ¿cuánto tiempo
privados con personas parecidas a uno mismo
no existe ¡rasará antes de que apliquemos tales criterios a nues-
sólo entre los propietarios adinerados. También
empu- I l'os asuntos internos?
ja a los estudiantes afroamericanos o judíos a fo.Áar En una era en la que se anima a losjóvenes a maximi-
grupos separados en la universidad, a comer
aparte e tar el interés y el provecho propios, se han oscurecido
incluso a estudiar principalmente sobre ellos
mismos lirs razones para el altruismo o incluso el buen compor-
matriculándose en asignaturas sobre su identidad. pero
tamiento. A falta cle una autoridad religiosa en
en la universidad, como en la socieclad en general,
es-
-que
ocasiones también ha resultado corrosivapara las insti-
tas actitudes de autoprotección no sóro
privaria s's bene- tuciones seculares-, ¿qué puede aportar a una genera-
ficiarios de acceso a una variedad más implia
dc bienes ciónjoven una meta más allá del beneficio a corto plazo?
intelectuales o públicos, sino que fragmentan
y reducen El difunto Albert Hirschman hablaba de la "experiencia
la experiencia de todos.
liberadora" de una r.ida dirigidaalaacción en beneficio
Las personas que üven en espacios prir.ados
contribu_ público: "La mayor ventaja de la acción pública es su ca-
yen activamente al menoscabo yla degiadación
del espa_ pacidad para satisfacer esa vaga necesidad de una meta y
cio público. En otras palabras, exacerban las
circunsán- un significado más altos en las vidas de hombres y muje-
cias que inicialmente los condujeron a
aislarse. ycon ello res, especialmente en una época en la que el fervor reli-
pagan un precio. Si los bienes públicos _los
servicios pú_ gioso esfá en declive en muchos países".?1
blicos, los espacios públicos, los recursos públicor_^
r. Una de las influencias moderadoras de los años se-
devalúan a los ojos de los ciudadanos y son
sustituidos senta fue el impulso general a entrar en el servicio pú-
por sen'icios privados pagados al contado, perdemos
el blico o en las profesiones liberales: la educación, la me-
sentido de que los intereses y las necesidades
comunes dicina, el periodismo, la administración, las artes o el
deben predominar sobre las preferencias particulares
y ejercicio público del derecho. Antes de los años setenta
el beneficio indiüdual. yuna vez gue clejanios
de valorar había pocos pocos- licenciados universitarios
más lo público quc lo privarlo, s(ff{u¡.:lr¡lcn(e
estamos abo_ -muy
con estudios de "negocios" y el número de aspirarrtt.s
cados a no errerdt'l'¡r-r'<¡rrrl rr.lrr,s rrt,v:rrorar
más la lev/
(elbien público ¡tor.t'x<.t.k.rrci:r) <¡rrr. Irr lirerza.
Durante los riltinlos ;rrlos llr i<lt,lr cle que la ley
siem_ 21 Albert O. Hirschman, Shifting lnuohtemen r tl ttttt l l'
ts: Prhut t' l t
pre debía tener pri.r'icr:rrr srr'r' r;r firerza ha caÍdo l ¡ l t' ¡ t t l ¡l t t

en Action,Prínceton, Princeton University Press, l9f|2, ¡r. llllr

129
r ALco vA MAt. L,q. rNsoporrenr-E LEVEDAD or la por-Írrce

para entrar en las facultades de Derecho era muchc¡ nuir desde la década de 1970: por tomar un caso ejem-
menor que en la actualidad. El provecho propio instru- plar, Margaret Thatcher obtuvo más votos en su prime-
mental entraba en conflicto con el hábito adquirido de ra victoria que en las demás elecciones posteriores. Si
trabajar con y para los conciudadanos. sieuió ganando fue porque la oposición perdía votos
Si no respetamos los bienes públicos; si permitimos o :rírn con más rapidez.Las elecciones al Parlamento Eu-
fomentamos la privatización del espacio, los recursos y ropeo, cuya primera convocatoria se produjo en 1979,
los servicios públicos; si apoyamos con entusiasmo la ten- son notorias por los pocos ciudadanos que se molestan
dencia de lajoven generación a ocuparse exclusivamen- * t'n acudir a las urnas.
;*
te de sus propias necesidades: no debería sorprendernos r!

i
¿Por qué es esto importante? Porque, como sabían
una disminución constante de la participación cívica en los griegos, la participación en la forma en que se nos
la toma de decisiones públicas. En años recientes se ha gobierna no sólo aumenta el sentido colectivo de res-
hablado mucho del llamado "déficit democrático". Los
¡ronsabilidad por los actos del gobierno, sino que tam-
sondeos de opinión reflejan un desinterés cada vez rr:ra- lrién contribuye a que los líderes se comporten hones-
yor por las elecciones locales y nacionales y un cínico lluncnte y constituye una salvaguarda ante los excesos
desprecio hacia los políticos y las instituciones políticas, rrrrtoritarios. La desmovilización política, más allá del
especialmente entre los jóvenes. Se ha generalizado la srrlutlable abandono de la polarización ideológica que
sensación de que como "ellos" harán lo que quieran en <'rrr':r<'terizó el desarrollo de la estabilidad política en la
cualquier caso tiempo que sacan todo el beneficio l',ru'o¡ra occidental de la posguerra, constituye una peli-
-al
personal posible- por qué habríamos de perder el tiem- l{rr)sr pendiente resbaladiza. Además, es acumulativa: si
po <nosotros> en tratar de influir en sus actos. rros scntimos excluidos de la gestión de nuestros asuntos
A corto plazo,las democracias pueden sobrevivir a la cr¡lt'¡ livos, no nos molestaremos en expresar nuestra
indiferencia de sus ciudadanos. De hecho, solía pensar- o¡rirri<in sobre ellos. En ese caso, no debería sorpren-
se que cuando los electores estaban demasiado agita- r lt'r r ros descubrir que nadie nos escucha.

dos era una señal de problemas inminentes en una l',1 ¡rt'ligro del déficit democrático siempre está presen-
república estable. Por tanto, los asuntos del gobierno Ir'<'¡r los sistemas de representación indirect¿. La demo-
debían dejarse en manos de los elegidos para ese fin. r r:rr i.r rlirecta, en unidades políticas reducidas, incremen-
Pero el péndulo ha oscilado hasta el extremo opuesto. trr l.r ¡ rrrr ticipación, aunque con el riesgo concomitante de
La part.icipación estadounidense en las elecciones ir r¡ lr rr ir l:r conformidad y la opresión por parte de la ma-
presiderr<.iak's y al Congreso lleva mucho tiempo sien- lr )r r.r r ro hay nada tan potencialmente represivo de la di-
do preocup2u)t('rrr('nte baja, y cadavez es menor. En el lcrlrrr i:r v la disconformidad como la reunión de un
Reino Unido lrr ¡r:trticipación en las elecciones parla- .r|ililt,ilili('nto o de un kibuZ. Escoger a personas para
mentarias lllotivo cle las cuales se solía producir rlrr( rros rl'J)resenten en una asamblea distante es un me-
-c()lr
una gran movilizaci<irr <'ívica- no ha de.jado de dismi- r.ilil'inr') ltrzonable para equilibrar la repres()n&rción de
I:J0 l3r
l,¡ llvsopoxr',cBLg Lllllil)AD D[' I'A Pol-il l(:A

r rt('l ('s('s ('n ('()lllunidades grandes y complejas. Pero a nt¡ cle hombres y mt{eres públicos que comparten la res-
s('r'(luc sólo autoricemos a nuestros representantes a dcr ponsabilidad por la desconfianza colectiva que nos ins-
cir aquello que hemos aprobado previamente enfi> pira la política, sin ducla ellos son sus representantes'
-un
que que cuenta con el apoyo de los esflrdiantes radicales y Convencidos de que hay Poco que puedan hacer, hacen
las muchedumbres revolucionarias-, estamos obligados poco. Lo mejor que puede decirse de ellos, como en tan-
a permitirles que sigan su propiojuicio. tos casos de la generación del baby boom, es que no repre-
Los hombres y mujer-es que dominan la política occi- sentan nada en particular: son políticos light'
dental actualmente son cadavez más producto en Al clejar de confiar en esas personas' perdemos la fe
el caso de Nicolas Sarkozy, subproducto- de los años -o, no sólo en los parlamentarios y congresistas, sino en el
sesenta. Bill y Hillary Clinton, Tony Blair,v Gordon Brown parlamento y el congreso. En una situación así, el instin-
pertenecen a la generación del balry boom,lo mismo que to popular es ..echar a esos sinvergürenzas> o dejarles que
Anders Fogh Rasmussen, el primer ministro "liberal" de sigan haciendo de las suyas. Ninguna de esas resPuestas
Dinamarca; Ségoléne Royal y Martine Aubry, las conten- piesagia nada bueno: no sabemos cómo echarlos y no
dientes por el liderazgo del anémico Partido Socialista podemos permitirles que sigan haciendo de las suyas'
francés, y Herman van Rompuy, el digno y un tanto gris una tercera respuesta -'¡derroquemos el sistema!"-
nuevo presidente de la Unión Europea. esrá desacreditada por su insensatez intrínseca: ¿qué
Esta cohorte de políticos tiene en común el entusias- partes de qué sistemay a favor de qué sustituto económi-
mo que no son capaces de inspirar al electorado de sus lo? Y, en cualquier caso, ¿quién va a derrocarlo?
respectivos países. No parece que crean muy firmemen- Ya no tenemos movimientos políticos' Aunque miles
te en un conjunto coherente de principios o políticas, y de nosotros podamos acudir a una manifestación o a
aunque ninguno de ellos la posible excepción un mitiu, en esas ocasiones nos une un solo interés co-
de Blair
-con
ha sido tan execrado como el ex presidente mún. cualquier esfuerzo para convertir tales intereses
-
George W. Bush (también de la generación del baby en metas colectivas suele chocar con el individualismo
boom), contrastan llamativamente con los estadistas de fragmentado de nuestras preocupaciones' Objetivos
la generación de la II Guerra Mundial. No transmiten muy loables lucha contra el cambio climático' la
ni convicción ni autoridad.
-la
oposición a la guerra, la defensa de la sanidad pública
Beneficiarios de unos Estados del bienestar cuyas ins- o de penalizar alos banqueros- sólo están ligados por
tituciones ponen ahora en entredicho, todos ellos son la expresión de esa emoción. Nos hemos convertido el¡
hijos de Thatcher: políticos que han srrpt'rvisado el aban- consumidores no sólo en nuestra vida económic¿r' sitl<r
dono de las ambici<lnes cle sus prctlt'r'r:sores. De pocos también en la política: al escoger entre una itttt¡rli;t
nuevo, con las excepciones rlt' lhrsh y Blair- se po- gama de objetivos rivales nos resulta difícil iltt:t¡¡itrltt
-de
dría decir que han traicionado activirrncnte la confi,anza formas o razones para combinarlos en un cottittttlt I t ollt'
dernocrática puesta en ellos. Pt'r o si lray una generación rente. Tendremos que conseguirlo'

t:12 133

También podría gustarte