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FILOSOFÍA. 1º DE BACHILLERATO.

5. Filosofía Práctica.

“Si un hombre pudiera escribir un libro de ética que realmente fuera un libro de
ética, este libro destruiría, como una explosión, todos los demás libros del
mundo.” Conferencia de Ética, Wittgenstein.

Año escolar 2018/19


5. Filosofía Práctica Página 2 de 30

Índice del tema 5.


1 Introducción a la ética ............................................................................................................................. 3

2 Las ramas de la ética................................................................................................................................. 3

3 Teorías metaéticas. ................................................................................................................................... 5

4 Ética normativa......................................................................................................................................... 8

4.1 Teorías del bien ............................................................................................................................... 8

4.2 Teorías de la obligación, o de la conducta, moral. ...................................................................12

5 Introducción a la Filosofía Política. .....................................................................................................15

6 El origen del poder político. .................................................................................................................15

7 La legitimidad política. ...........................................................................................................................17

8 La justificación del estado. ....................................................................................................................19

9 Planteamientos filosófico-políticos .....................................................................................................19

9.1 El pensamiento político platónico. .............................................................................................19

9.2 El convencionalismo sofista. .......................................................................................................20

9.3 El realismo político de Maquiavelo. ...........................................................................................20

9.4 El contractualismo moderno. ......................................................................................................21

9.5 El contractualismo actual. ............................................................................................................23

10 Tipos de estado. ......................................................................................................................................24

11 Glosario....................................................................................................................................................25

12 Esquema del tema 5. ..............................................................................................................................27


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1 Introducción a la ética

Acotar1 el campo de la ética ha tenido, y tiene, dificultades. Algunos filósofos


considerarán que no existe tal cosa como un hecho moral, distintivo y diferenciado de
otra clase de hechos, susceptible de ser estudiado de forma separada.

Una manera usual de salvar esta dificultad es acotar el campo de la ética a través de las
oraciones del lenguaje.

Enunciados como “la casa es de color verde”, “El Sol es una estrella”, “Juan es
alto”..., son enunciados acerca del mundo, acerca de lo que es. Sin embargo,
enunciados como “Se debería instaurar la pena de muerte en España para delitos
terroristas” es un enunciado que no describe cómo es la realidad, sino cómo debería
de ser; análogamente, el enunciado “EEUU no debió lanzar la bomba atómica en
Hiroshima” es un enunciado que aunque no dice cómo debería de ser la realidad
enuncia, hacia el pasado, que la realidad no debería de haber sido como fue.

Y así, definiremos un enunciado ético como aquel que contiene, o entraña, las
expresiones: “deber moral”, “moralmente bueno”, o expresiones sinónimas de éstas.

El enunciado “está mal que Juan pegue a su hermano” no incluye ni la expresión


“deber moral” ni “moralmente bueno”, sin embargo parece traducible sin pérdida de
significado en el enunciado “Que Juan pegue a su hermano no es moralmente
bueno”.

Este modo de proceder no es el ideal. Pero representa una ventaja fundamental,


consigue acotar el tipo de enunciados sobre el que se desea una teoría sin
comprometerse con una teoría previa que defina el significado de esas expresiones
claves.

De hecho, dar significado a esas expresiones claves va a ser uno de los temas
favoritos de discusión de los filósofos morales.

2 Las ramas de la ética.

Es clásico diferenciar entre ética y moral.

Por moral entendemos el tipo de acciones, valores, actitudes..., que siendo susceptibles
de calificación moral, es decir de formar enunciados éticos, son adoptados por las
personas a lo largo de su vida.

Mientras que por ética entendemos la reflexión racional sobre la moral.

Es decir, las personas tienen una vida en la que se enfrentan a situaciones y


decisiones de corte moral. Por ejemplo, se encuentran en la necesidad de decidir
entre realizar actos que consideran “moralmente buenos o malos”, como cuando se
encuentran una cartera perdida en la que se incluye, además del dinero, la dirección
del propietario. Tomar decisiones morales es vivir la vida moral, cada cual vive su
propia vida moral, y puede vivirla utilizando la razón para conseguir sus fines.

Además de eso, la persona, puede realizar una reflexión racional sobre la moral, en

1
(Brandt 1982 (1959)) (Hospers 1984 (1967)) (Otfried Höffe. 1994 (1977)).
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la que ya no se plantee cómo es su vida moral, sino que reflexione, por ejemplo, en
qué significa “bueno moral”, o sobre si existe un principio capaz de unificar todas
esas conductas que a uno le parecen “moralmente buenas” de modo que tenga la
clave para que, en situaciones morales poco claras, pueda saber qué es lo moral...

Dentro de la ética se distinguen dos ramas.

La ética normativa, que intentaría establecer dos cosas; primero qué tipo de cosas son
moralmente buenas, y segundo cuáles sean los principios morales que se deben seguir
para realizar el bien moral.

Establecer qué cosa sea el bien moral ha sido una investigación, en general, muy
cercana a establecer cuál sea el objetivo, consciente o no, de las personas que hacen
el bien. Algunos pensarán que tal objetivo es el placer, otros pensarán que es
autorrealizarse como personas, o hacer real lo que es valioso en sí mismo...

Encontrar el principio moral, o principios morales, es establecer cuál sea el


enunciado ético general del que se pueden deducir las demás leyes y normas
morales. Por ejemplo, la afirmación moral: “Juan no debe torturar animales” parece
que tiene menor extensión que la que afirma “Nadie debe torturar seres vivos”; de
modo que de la afirmación de ésta última cabe inferir la que se refiere a Juan. Ahora
bien, aún podemos preguntar si la afirmación “Nadie debe torturar animales” es la
afirmación ética más general, o si podemos incluirla dentro de otra afirmación más
general de la que podamos deducirla, por ejemplo, “No hagas a los demás seres
sintientes lo que no te gustaría que te hicieran a ti”. En este sentido, de lo que se
trata, es de encontrar aquel principio moral del cual las demás normas y leyes
morales sólo son particularizaciones.

Y la metaética, que se ocuparía de establecer, por un lado, cuál es el significado de los


términos y expresiones éticas tales como “deber moral”, “moralmente bueno”..., y por
otro, y a partir de ese significado, intentar explicar cómo deben de justificarse los
enunciados éticos para entender que está justificado aceptarlos2.

En el campo científico es fácil establecer los


enunciados que describen los hechos, en el Ética
campo ético es más difícil. Si alguien dispara
contra otra persona podemos describir Ética normativa Metaética
físicamente el hecho sin encontrar algo así como
la cosa física “inmoral” por la que podamos ¿Qué tipo de
¿Cuales son ¿Cuál es el ¿Cómo se
cosas son significado de justifican los
llamar al hecho inmoral. Sin embargo, si moralmente
los principios
los términos enunciado
contamos ya con una definición de qué sea de la moral?
buenas? morales? éticos?
“inmoral”, por ejemplo si entendemos por
“inmoral” “aquello que produce dolor”, entonces sí contamos con un criterio que
nos permite establecer que el hecho es inmoral.

La metaética realiza el examen más radical posible de los supuestos de cualquier ética
normativa. Ya que, cuando la ética normativa establezca que un cierto principio es
moral, la metaética deberá establecer qué significa “moral” para que tal principio sea,
realmente, moral.

2
Algunos filósofos incluyen dentro de la metaética la ocupación de establecer cómo se
produce el conocimiento moral; sin embargo, y en sentido estricto, esa labor pertenecería a
la gnoseología.
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3 Teorías metaéticas.

Que la metaética pretenda establecer el significado de las expresiones morales no hay


que entenderlo en el sentido de que pretenda estipular cómo deberíamos utilizar tales
expresiones. Su labor es la de informar de cómo las usamos, de cuál sea su significado,
en el lenguaje, no de cuál debería ser.

Hay una diferencia en decir que “bueno” significa “placentero para uno mismo”, a
decir que “bueno” debería significar “placentero para uno mismo”. En el segundo
caso no se está informando de qué significado tiene la palabra “bueno” para las
personas, sino que se señala con qué significado deberíamos utiliza la palabra bueno.
Es decir, se está proponiendo una estipulación, o reformulación, del significado de
“bueno”,

Hay tres posturas clásicas en metaética.

Para el naturalismo ético los términos y expresiones éticas serían traducibles, sin
ninguna pérdida en su significado, a enunciados empíricos, de la misma clase sobre los
que trabajan las ciencias naturales.

De la misma forma que en las oraciones enunciativas que usan la palabra


“kilómetro” se puede sustituir esa expresión por la de “mil metros” sin que se pierda
el significado, es decir, sin que ninguna de las oraciones sustituidas cambie de valor
de verdad.

Para el naturalismo los enunciados éticos pueden ser confirmados o refutados de la


misma manera que los enunciados empíricos; a través de la experiencia.

Supongamos que la expresión “X es bueno” signifique “X causa el máximo de


placer y el mínimo de dolor a la mayoría de los seres humanos”. En esas
circunstancias podemos intentar establecer el valor de verdad del enunciado que
diga “Debemos lanzar la bomba atómica sobre Hiroshima” calculando el número de
muertes que esa acción produciría, y compararlo con el número de muertes que se
producirían de continuar la guerra y que ésta terminase sin utilizar la bomba. En esas
circunstancias estableceríamos la verdad, o falsedad, del enunciado moral a través
de nuestro conocimiento empírico del mundo

Respecto a qué signifiquen concretamente las expresiones éticas, eso depende del tipo
del naturalismo que se trate, ya que el naturalismo es una corriente que integra muy
diferentes filosofías éticas.

Por ejemplo, algunos filósofos han considerado que “X es moralmente bueno”


significa “Yo apruebo X”; otros han considerado que significa “La mayoría de la
gente aprueba X”; y también que “Un observador ideal, entendiendo por tal alguien
imparcial y con conocimiento completo, lo aprueba”. En todos esos casos lo que
hace que X sea bueno no es una cualidad de la cosa, no está en X, sino que está en
la relación de X con alguien. Sin embargo la corriente naturalista más famosa viene
a indicar que “X es bueno” significaría “X promueve la máxima felicidad...” y
dependiendo de la escuela se terminaría la oración señalando “para mí”, “para
todos”, “a la larga”...

Una segunda teoría metaética se denomina intuicionismo, y señala que las expresiones
éticas no designan propiedades que puedan ser observadas a través de la experiencia; es
decir, a través de los órganos sensoriales.
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Es similar a cuando nos piden que definamos un color. Podemos hacerlo señalando
su longitud de onda, pero supongamos que nos piden que definamos la cualidad del
rojo, es decir, la “rojez”. Posiblemente no podamos decir nada, más que limitarnos
a señalar las cosas naturales que muestran esa cualidad de color. De igual manera
no se puede dar una definición verbal de las propiedades no naturales, sólo cabe
señalar la situación dónde se dan, y confiar en que la persona que observa sea capaz
de “captarlas”, con el añadido de dificultad de que, al menos el rojo es una cualidad
natural, pero una propiedad moral no lo es.

Por eso, no pueden ser definidas en términos que no contengan a su vez otros términos
éticos que, a su vez, no pueden definirse a través de propiedades naturales.

El intuicionismo piensa que los términos y expresiones éticas pueden ser definidos
utilizando otros términos y expresiones éticas. Por ejemplo, si definimos “X es
bueno” como “X es deseable”, tendríamos que “deseable” significaría “debe ser
deseado” y por tanto utilizaríamos la palabra “debe”, que es un término moral, para
definir “bueno”. Para el intuicionismo no es posible definir una expresión moral en
términos de seres naturales, por la justa razón de que la expresión moral designa
algo no natural.

Para diferenciar esas propiedades no naturales de las naturales muchos filósofos las
designan con el término “valor”.

Y así se hablaría no sólo de valores morales, sino de valores estéticos o religiosos.


La axiología sería la rama de la filosofía que estudiaría ese modo tan peculiar de
darse que tienen los valores.

Para el no naturalista, lo que el filósofo naturalista estaría haciendo, no es describir cómo


utilizamos los términos éticos, como “bueno”, sino estipulando una definición —la
definición naturalista— de esa palabra.

La clave para darnos cuenta de que es así está en que después de aceptar la
estipulación aún tiene sentido preguntarnos si esa propiedad natural es buena.

En cualquier caso, si los términos éticos se refieren a propiedades no naturales, que son
propiedades que no podemos percibir a través de nuestros órganos sensoriales,
entonces se plantea la cuestión de cómo conocemos su existencia.

Hay dos clases de respuesta a esa cuestión.

Los filósofos intuicionistas, de orientación racionalista, piensan que la aprensión de esas


propiedades no naturales, o valores, se produciría a través de una intuición racional.

Para otros intuicionistas la anterior teoría es excesivamente intelectualista. Según estos


filósofos las propiedades éticas se captarían en una intuición no sensible denominada
“intuición emocional".

Piensan estos filósofos que la manera de conocer, por ejemplo, que matar es malo
no sería a través de un acto de la razón, o del entendimiento, ni por supuesto de la
percepción sensible, ya que “malo” no es un objeto natural, sino de una intuición
emocional; es decir, la comprensión de que se está matando a alguien produce en
nosotros una emoción que es la que nos da la seguridad de que tal acción es mala.

La tercera corriente metaética es el no cognoscitivismo. Lo que distingue esta teoría


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de las anteriores es que considera que los enunciados morales no son proposiciones, y
que, por tanto, no forman enunciados que puedan ser verdaderos o falsos.

No todos los enunciados de la lengua son oraciones enunciativas. Las oraciones


imperativas o exclamativas producen comunicación pero no son veritativas. Por
ejemplo, “Vete al cine”, o “¡Ay!” no son oraciones veritables. El no cognoscitivismo
considera que las oraciones que incluyen términos éticos son de esa clase.

Que los enunciados éticos no sean verdaderos o falsos no significa que no cumplan una
función. La función que se asigna a las oraciones morales varía dependiendo de la teoría
no cognoscitivista que se trate.

El emotivismo ético, por ejemplo, considera que las oraciones morales pretenden
expresar los sentimientos y actitudes del hablante, y, al hacerlo, influir en la conducta de
los demás. Por tanto los enunciados éticos serían, gramaticalmente hablando,
enunciados exclamativos.

Y así, una oración como “Matar es malo” no sería ni verdadera ni falsa, sólo se
limitaría a expresar que el que la enuncia siente un sentimiento de desagrado ante
los asesinatos. De forma similar a cuando decimos “¡Viva!” o “Hurra”!, que son
oraciones en las que expresamos nuestro sentimiento a través de una exclamación.

La razón de realizar oraciones morales estriba en que, en muchas ocasiones, las


demás personas muestran sentimientos y actitudes que colisionan con la propia. Sin
embargo, al emitir nuestro sentimiento en voz alta, podemos intentar influir en la
actitud de los demás haciendo, por simpatía y otros mecanismos psicológicos, que
los demás sientan lo mismo que nosotros; es decir, consiguiendo influir en su
actitud.

El prescriptivismo ético3 considera, por su parte, que los enunciados morales expresan
órdenes, que su función es la de prescribir un determinado curso de acción universal, y
que gramaticalmente el enunciado moral sería una oración imperativa.

Y por tanto, cuando decimos la oración “Matar es malo” estaríamos emitiendo de


modo encubierto una prescripción, un mandato o una orden. Y así, la oración
anterior sería sinónima de aquella que dice “No mates”,

Para esta teoría los enunciados morales son prescripciones universales. Es decir, la
afirmación que dice “Juan no debe matar a Pedro” vendría a significar “Si Juan mata
a Pedro desobedecía una prescripción universal en la que yo estoy de acuerdo”.

3
Formulado por R. M. Hare
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4 Ética normativa.

4.1 Teorías del bien

Con independencia de que tengamos una definición de qué signifique “bien” o “bueno”,
la teoría del bien tratará de indicar a qué cosas es aplicable esa definición; es decir, qué
cosas son buenas.

Las teorías del bien distinguen de modo claro entre bien intrínseco y bien instrumental.
Un bien instrumental es aquel que se desea como medio para conseguir un bien
intrínseco. El bien intrínseco no se desea como medio para otra cosa, sino por sí mismo.

Por ejemplo, alguien puede desear conseguir dinero como medio para ser feliz. El
dinero sería un bien instrumental, pero no un bien intrínseco, ya que no se desea por
sí mismo, y así, en el caso de un náufrago —Robinsón Crusoe— el dinero no serviría
para nada y no sería deseado.

En cambio, preguntar para qué se desea ser feliz parece que carece de sentido. Las
personas no desean ser felices para algo, simplemente desean ser felices porque serlo
es un bien en sí mismo.

Las éticas que han considerado que la felicidad es el único bien intrínseco se denominan
éticas de fines o de bienes.

Sin embargo existe diversidad de opiniones respecto a qué sea la felicidad, en qué
consista y como se llegue a ella. Esto ha dado lugar a distintas éticas de fines.

El hedonismo ético es la teoría que afirma que sólo el placer, y la ausencia de displacer4,
son bienes intrínsecos, y por tanto el placer, y la ausencia de dolor, sería el bien supremo
y en lo que consiste la felicidad. Y entonces, sólo una vida placentera será dichosa.

Sin embargo, es notorio que no todos los placeres son de la misma clase. Esto va a
producir que los hedonistas se dividan en escuelas.

Los cirenaicos consideran que el placer que lleva a la felicidad, el bien intrínseco, es el
placer sensible personal. Los epicúreos, sin embargo, lo identifican con el placer
negativo, entendiendo por tal el que acontece cuando se calman nuestras necesidades
primarias sin excesos innecesarios: es decir, cuando en la persona se da una ausencia
completa de dolor. Por su parte los utilitaristas consideran que, dado que somos
sociales por naturaleza, no es posible llegar a la felicidad propia sin ocuparnos de la
felicidad de los demás; y así una acción será buena sólo cuando produce la mayor
cantidad de placer al mayor número de personas.

Distintos a los hedonistas son los estoicos5. Para estos la felicidad no está en el placer,

4
La palabra “displacer” conlleva sensaciones que, aunque desagradables, no parece que
llegan a lo que denominamos “dolor”; por ejemplo, esperar una cola de gente es
displacentero, pero no doloroso.
5
Escuela iniciada en el siglo IV a. de C. por Zenón de Citio, en Chipre
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sino en la virtud.

Para el estoicismo la virtud consiste en la capacidad de no verse afectado por los


deseos, placeres, pasiones y decepciones que rodean la vida del individuo. Cuando el
mundo exterior no es capaz de conmovernos, cuando frente a él y sus azares mostramos
indiferencia es cuando poseemos la virtud, que no es otra cosa que una apatía, una
imperturbabilidad frente a los acontecimientos que puedan ocurrir a nuestro alrededor.
Sin embargo la apatía conlleva un autocontrol que impide que nada de lo que pase en el
exterior pueda afectar nuestra paz interior. Y así la felicidad depende completa y
exclusivamente de uno mismo, ya que está en uno mismo, en el propio goce de la virtud
de la apatía.

Otra ética no hedonista es la aristotélica, denominada eudemonismo, para la cual la


felicidad que puede alcanzar el ser humano depende de las características especiales del
humano.

La felicidad que puede conseguir una animal no es la felicidad a la que puede aspirar
una ser humano. El animal quizá sólo pueda alcanzar una felicidad basada en el
placer, pero si el ser humano busca sólo el placer para ser feliz obtendría, como
mucho, la felicidad del animal, pero es que el ser humano, que es más que el animal,
puede aspirar a una felicidad distinta de la animal: a la felicidad humana.

El ser humano presenta una serie de funciones que comparte con otros seres vivos.
Tiene funciones vegetativas; como crecer, nutrirse o reproducirse. Además tiene
funciones sensitivas, que comparte con los demás animales: sentir, moverse, desear. Por
además presenta funciones intelectuales que lo caracterizan como un ser diferente de
los demás seres naturales: entender, pensar, conocer.

Pues bien, la felicidad del ser humano consiste en que este autorrealice, lleve a su
plenitud, todas las funciones que tiene como ser vivo, tanto las vegetativas, como las
sensitivas e intelectivas.

Sobre la parte vegetativa no hay un control directo: no podemos controlar de forma


interna nuestras digestiones, nuestro sueño o nuestro crecimiento; por eso sobre tales
funciones no hay nada que podamos hacer de modo interno, y sólo nos cabe tener la
suerte de que se den bien.

Sobre la parte sensitiva sí tenemos la posibilidad de control. Ese control sobre los deseos
sentimientos y pasiones es la virtud ética. Aristóteles considera que esa virtud se
adquiere por el hábito de mantener esas pasiones y sentimientos en un término medio,
de manera que hay dos excesos o vicios, representados por los extremos de la pasión o
acción.

Y así, respecto a la pasión del miedo podemos caer en el vicio de la cobardía y de la


temeridad, que muestran el error de dejarnos dominar por el miedo (exceso) o no
tenerlo en absoluto (temeridad); la virtud en esta pasión sería la valentía, que no
significa no tener miedo, sino controlarlo cuando la situación merece la pena el
riesgo. Frente al dar estarían, de nuevo, dos extremos; el del derrochador y el del
tacaño; en cambio la virtud estaría en el medio y es designada como generosidad.
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Con todo el ser humano aún tiene una tercera función que es justo la que lo caracteriza
como humano. Esa función es la función intelectiva. Realizar plenamente esa función
es lo que nos puede proporcionar una clase nueva de virtudes denominadas dianoéticas
que, sumadas a las virtudes éticas y a la buena disposición de la parte vegetativa,
proporciona una autorrealización completa en el ser humano y, con ello, la felicidad
humana.

Esas virtudes dianoéticas son dos: la prudencia y la sabiduría. La primera sirve para
aplicar la razón a las cosas del mundo, pero la segunda, aún más excelente, sirve para
contemplar la verdad de lo real.

Concluyendo, la ética aristotélica considera que la felicidad humana está en su


autorrealización, entendiendo que la principal función en esta autorrealización es la de
la parte racional, lo que da un ideal de vida contemplativo.

Sin embargo, el hedonista ético mantiene que sólo el placer es el bien intrínseco, y que
otros bienes posibles, como el conocimiento, las cualidades morales, la fama o la
autorrealización, son meros instrumentos para conseguir el placer.

Cualidades morales, como la valentía, la fortaleza, la generosidad, etcétera, también


se han postulado como bienes intrínsecos. Por ejemplo, el carácter bondadoso de
una persona que sacrifica su vida por otra. El hedonismo ha señalado que quien hace
eso es porque salvar esa vida le proporciona a quien lo hace un tremendo placer, y
no sacrificarse por otra persona le proporcionaría un tremendo displacer en modo de
remordimientos y autoculpabilidad, luego si se sacrifica es por el único bien; el
placer.

El ánimo de ser famoso después de muerto no parece indicar deseo de placer, ya que
después de muerto a uno nada le place. Sin embargo el hedonismo señala que quien
se sacrifica y muere para ser recordado obtiene el saldo de placer al hacerlo, al
pensar que será recordado; es eso lo que le proporciona placer, y por eso lo hace.

Autorrealizarse viene a indicar que una persona llegue a la perfección, realice


aquello que lleva dentro, en su naturaleza; en el adagio de Píndaro “llegar a ser el
que eres”. El hedonismo, de nuevo, considera que quien realiza eso, sólo lo hace, en
la medida en que piensa que conseguirlo le es placentero.

Una crítica general al hedonismo ha considerado que éste llega a convertirse en una
teoría psicológica que afirma que todo lo que el ser humano hace lo hace necesariamente
debido al placer. Pero al hacer esto se convierte en una teoría no falsable. Ya que, al ser
capaz de explicar toda conducta imaginable apelando al placer como fuente de
motivación, impide imaginar una situación en que pudiera demostrarse que el
hedonismo es falso.

De hecho el hedonismo consigue explicar toda la conducta humana haciendo que,


por definición, lo único que pueda mover al ser humano sea el placer. Si se define
“querer” como sinónimo de “búsqueda del placer” entonces no es posible querer
algo y no querer el placer de realizarlo. Pero tal definición no sólo es arbitraria, sino,
además, epistemológicamente descartable por su no falsabilidad.

Un tipo de ética diferente a las de fines es la ética formal de Kant.

Para la ética formal de Kant lo único bueno sin restricción, es decir el bien supremo,
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sería una buena voluntad, y entiende por “buena voluntad” aquella que quiere hacer la
ley por ella misma, sin buscar al hacerlo ninguna finalidad, interés o beneficio.

La moralidad consiste en el deber de cumplir la ley, y el motor que nos lleve a cumplir
la ley no puede ser la recompensa que pudiéramos obtener: placer, felicidad, autoestima,
fama…, cualquiera de esos motores viciaría el acto moral de cumplir la ley
convirtiéndole en un instrumento de nuestros intereses. La ley moral debe realizarse sin
interés, y el único motor legítimo para realizarlo es el respeto que nace en nosotros a la
propia ley moral.

Para Kant la felicidad, entendida como placer, autorrealización o cualquier otro modo,
es un fin legítimo pero secundario a realizar la moralidad. Y así, es justamente nuestro
deseo de ser feliz el que puede cruzarse y servir de tentación a la realización del deber
moral.

Teorías del bien

Éticas de fines Ética formal

La buena
La felicidad
voluntad

Respeto a la ley
Hedonismo Estoicismo Eudemonismo
moral

Personal Total La virtud Autorrealización

Cirenaísmo Epicureismo Utilitarismo Apatía Vegetativa Sensitivas Intelectiva

Máxima cantidad Virtudes


Placer sensorial Placer negativo No hay normas Virtudes ética
de placer dianoéticas
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4.2 Teorías de la obligación, o de la conducta, moral.

Con independencia de qué cosas se consideren que son buenas intrínsecamente, cabe
preguntar qué principios y leyes morales deben seguirse para realizarlas; de esto se
encargan las teorías de la obligación.

Existen dos maneras de establecer tales principios y leyes morales.

La primera manera se denomina deontologismo, y considera que para establecer las


normas morales basta con fijarse en la clase o naturaleza del acto que se trata. Para el
deontologismo las normas morales se establecen como tales sin tener que acudir a los
resultados de la acción que la realiza.

Así, por ejemplo, se conoce que asesinar está mal sin tener que observar cuáles sean
los resultados del asesinato. Es decir, con independencia de que nos beneficiemos o
dejemos de beneficiarnos, con independencia de que matar tenga los resultados que
tenga, matar está mal. Y para conocerlo no es necesario, y hasta puede ser
perjudicial, comprobar los resultados de esa acción en la experiencia.

Existen diversas propuestas de principios morales dentro del deontologismo. Una de


ellas se denomina Regla de Oro, y viene a señalar “Haz a los demás lo que quisieras que
ellos hicieran por ti”, o en su versión negativa “No hagas a los demás lo que no quieres
que te hagan a ti6”.

A la Regla de Oro se le ha criticado su poca claridad. Por ejemplo, si a mí no me


gusta recibir regalos en Navidad ¿no debo regalarlos? Si a una persona se dedica a
robar cajas de caudales y me pide ayuda ¿debo ayudarle ya que a mí me gustaría que
me ayudasen?

Sin embargo el principio moral deontologista más nombrado es el Imperativo


Categórico de Kant. Este imperativo, que también presenta varias versiones, viene a
decir: “Obra de acuerdo a una máxima de acción tal que puedas querer que se convierta
en ley universal”.

Las leyes, incluidas las morales, presentan dos características: su universalidad y su


necesidad. Por “universal” Kant entiende que la ley de moral es un enunciado universal
que debe abarcar a todas las acciones a la que la ley se refiere. Y por “necesario” indica
que su validez debe alcanzar a todas las circunstancias posibles que puedan ocurrir.

Del mismo modo que la ley de la gravedad al ser universal vale para todos los
graves: mesas, sillas, personas, piedras…., y en toda circunstancia posible: por la
mañana, los lunes, en China,…; las leyes morales deben de alcanzar a todos los seres
racionales en cualquier circunstancias en las que vida pudiera situarlos. Y así,
cualquier máxima de acción o norma subjetiva de actuación corresponde a una ley
moral si somos capaces de querer que esa norma se convierta en una ley moral; si
no somos capaces de quererlo no estamos frente a una norma moral.

6
En realidad existen distintas versiones de la regla. Una versión que intenta conjugar el
aspecto negativo y positivo dice: “Compórtate con los demás como si tú tuviera que vivir los
efectos de tu acción”
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Las críticas a los principios deontologistas van a intentar señalar que tales principios
sólo consiguen enunciar que hay que ser imparcial, pero no consiguen dar contenido a
las leyes.

La segunda manera de establecer los principios morales se denomina teleológica. Para


el teleologismo, o consecuencialismo, es necesario acudir a los resultados de las
acciones que realizan una norma para establecer si es o no moral.

Y así, por ejemplo, para conocer que matar está mal es necesario comprobar en la
experiencia que realizar tal norma no consigue hacer real el bien moral. Pero no se
puede conocer tal cosa sin acudir previamente a la experiencia.

En general suele diferenciarse dos tipos de teleologismo. El primero se denomina


egoísmo ético, y considera que una norma es moralmente obligatoria cuando al
realizarla se obtiene la mayor cantidad posible de bien intrínseco personal.

Por ejemplo, si ese bien es el placer, uno sólo está moralmente obligado a conseguir
el máximo de placer para uno mismo. Y por tanto, para establecer las normas
morales hay que saber qué cosas proporcionan placer a la persona, y eso se conoce
a través de la experiencia.

Un egoísta ético podría considerar que “robar cuando piensa que no le observan” no
es una norma moral, pero no por los motivos usuales, sino porque calcule que el
riesgo de ir a la cárcel no compense el beneficio. En cualquier caso el egoísta ético
no tiene por qué ser necesariamente hedonista; pudiendo considerar que el bien
supremo es la fama, el conocimiento o cualquier otro bien posible.

La segunda, y más importante, clase de teorías éticas teleológicas son las utilitaristas.

El utilitarismo considera que un acto, o norma, es moralmente obligatorio cuando su


realización conlleva la producción de la mayor cantidad de bien intrínseco posible.

Y así, por ejemplo, si el bien intrínseco que se trata es el placer y la ausencia de


displacer, entonces, que un rico reparta su dinero entre los necesitados es un acto
moralmente bueno, ya que, aunque él pierde posibilidades de conseguir placer, sin
embargo hay una gran mayoría de personas que gana en placer, luego el saldo total
de la acción es positivo.

Dentro del utilitarismo hay dos versiones fundamentales. La primera se denomina


utilitarismo del acto. Esta teoría considera que la persona debe realizar el acto que, de
entre los posibles, haga mayor la cantidad de bien intrínseco.

Si una persona conoce el delito de un millonario podría considerar si debe chantajearlo


y dar el dinero del chantaje a los pobres, o entregarlo a la policía. En el primer caso las
consecuencias serían que habría una gran cantidad de bien, ya que los pobres saldrían
ganando y el millonario no sufriría ir a la cárcel. Las consecuencias del segundo acto
serían la de producir el displacer del millonario, que iría a la cárcel, y nadie saldría
beneficiado. En esas circunstancias el utilitarista del acto podría señalar que se debe
chantajear al millonario, ya que el principio de acción es el de hacer el acto que mayor
cantidad de bien intrínseco —en este caso placer— produce.

Como alternativa, el utilitarismo de la regla señalaría que un acto es moralmente


obligado cuando sale de una regla, o norma, que, de aplicarla todo el mundo y en toda
circunstancia, produjese la mayor cantidad de bien intrínseco posible.
5. Filosofía Práctica. Página 14 de 30

Y así, una persona puede considerar si debe de mentir en un caso concreto en el que
parece que sería el acto que más bien intrínseco produciría. Por ejemplo, si ha habido
un accidente donde el conductor está cercano a morir y pregunta si sus seres queridos
han sobrevivido; en esas circunstancias, y si la realidad es que no lo han hecho,
parece que la mentira piadosa produciría una mayor cantidad de bien. Sin embargo,
si todo el mundo pudiera mentir en determinadas circunstancias, el efecto global
sobre la sociedad produciría menor bien intrínseco que el mantener la norma. Por
eso, y para este utilitarismo, una norma es moral cuando el saldo de bien intrínseco
de aplicarla de forma general es mayor que el no hacerlo.

En general se ha considerado al utilitarismo de la regla como un intento de mediar entre


las teorías teleológicas y deontológicas de la obligación moral. Lo que le da ese aspecto
intermedio es que, para esta teoría, no sólo importan los resultados de la acción, sino la
clase de acción —la regla— de que se trata.

Ética

Metaética Ética
Normativa

Naturalismo Intuicionismo
Teorías del Teorías de la
Bien Obligación

No Deontologismo Teleologismo
Intuición Éticas de fines
cognocitivismo
Racional
Hedonismo
ético Utilitarismo Egoísmo ético
Emotivismo
ético Intuición
Emocional
Cirenaicos
Prescriptivismo
ético Estoicismo De la regla.
Epicúreos

Eudemonismo Utilitaristas Del acto


Ética formal
5. Filosofía Práctica. Página 15 de 30

5 Introducción a la Filosofía Política.

Es un hecho que los seres humanos vivimos en colectividades. Esta convivencia


conlleva necesariamente un modo de organización que exige el establecimiento de una
serie de instituciones que regule la convivencia. La tarea de la filosofía política es
reflexionar racionalmente sobre los principios de tales organizaciones.

Las cuestiones que surgen al hilo de lo anterior son muchas y varias: si el hecho de que
nos organicemos políticamente tiene una finalidad ¿cuál es, o cuál debería ser?, ¿cuál es
el mejor modo de organizarse?, ¿por qué debemos obedecer las leyes que tal
organización produce?, ¿cuándo una organización es legítima?, ¿cómo deben repartirse,
si hay que hacerlo, los recursos disponibles?, ¿deben las leyes ser iguales para todos?,
¿tenemos derechos?, ¿deberes?, ¿los mismos?...

6 El origen del poder político.

El poder político corresponde a la capacidad que tiene un estado de imponer y hacer


cumplir unas normas. Por eso supone una distinción clara entre gobernantes y
gobernados. Sin embargo, no todas las sociedades han necesitado la aparición de un
estado para establecerse.

Las primeras sociedades humanas, formadas por cazadores y recolectores, no tienen


estado7. Forman grupos nómadas8, denominados bandas, que establecen
asentamientos temporales llamados aldeas. Estas sociedades se caracterizaban por el
pequeño número de integrantes que la forman9. En ellas no hay clases sociales; y es el
parentesco el que adquiere una importancia central10. No existen desigualdades
económicas, y la reciprocidad, se constituye en el principal modo de intercambio. La
forma de ejercerse el control social sobre aquellos que se muestran insolidarios es a
través de la presión de la opinión pública, ya que al ser pocos integrantes éstos quedan
fácilmente identificados. En estas sociedades se comparten las mismas creencias,
costumbres y valores lo que produce homogeneidad social. El liderazgo político en las
sociedades sin estado suele estar ejercido por un consejo de ancianos, formado por
los patriarcas de las familias y que se reúnen para tomar decisiones. Además de esta
institución suele darse la figura del cabecilla. El cabecilla se encarga de movilizar a la
sociedad en la dirección que considera conveniente. Sin embargo, no puede ordenar a
nadie nada, sólo aconsejar, mediar, persuadir, nunca mandar, porque carece del poder
coactivo típico del Estado. El cabecilla es únicamente la figura más prestigiosa entre un
grupo de iguales.

7
Son la forma de organización social más antigua y primitiva. Su origen está en los primeros
homínidos.
8
Siendo nómadas se dedicaban a recorrer un territorio no delimitado, de acuerdo a las condiciones
climáticas y con el fin de conseguir alimentos.
9
Las bandas contienen de 50 a 100 individuos, las aldeas se forman con unos 150.
10
Las bandas y aldeas las forman varias familias que, de una forma más o menos lejana, se hayan
unidas por el parentesco.
5. Filosofía Práctica. Página 16 de 30

Cazadores
Recolectores

Sin estado Bandas y aldeas

Igualdad
Sin clases sociales Control social Poder político
económica

Homogeneidad Presión Consejo ancianos


Parentesco Reciprocidad
social Opinión pública Cabecilla

En cambio las sociedades con Estado tienen unas características diferentes. El Estado
administra un territorio delimitado por fronteras en el cuál es soberano, es decir, no hay
organismo superior. Por ello es el único que tiene el monopolio de la violencia, y
auxiliado por ella puede establecer la organización administrativa y jurídica de ese
territorio.

Esa violencia legítima, o poder político, que utiliza el Estado con el fin de mantener el
orden y hacer cumplir la ley se la denomina autoridad.

“Los ciudadanos no consideran del


mismo modo: a) pagar impuestos,
Sociedad con
detenerse ante la señal de un policía de Estado
tráfico, que se encarcele a un
delincuente, la obligación de participar
en una mesa electoral, etc., que b) ser Organización
Territorio Monopolio de la
asaltado por un ladrón que nos exige delimitado violencia
Administrativa y
dinero, ser secuestrado por un Jurídica
particular, que se nos impida la libre
circulación por una acera de un barrio
debido al capricho de una pandilla, etc. Soberano Autoridad
La diferencia entre a) y b) está en que lo
que ordenan en el primer caso son
considerados autoridades legitimadas
Poder
para exigirnos la obediencia, mientras institucionalizado
que los segundos (que seguramente
tienen medios más directos e inmediatos
de ejercer violencia sobre nosotros) no lo son”11.

La característica esencial de ese poder del Estado que se denomina autoridad es que es
un poder institucionalizado –es decir que se ejerce en una serie de contextos que ya
están previamente acordados.

Ese acuerdo hace que haya un reconocimiento mutuo de quién manda y quien
obedece. Que la autoridad no tenga que aclarar ni explicar por qué puede ejercer el
mando, sino que sea, sin más, reconocido como autoridad por los demás que
actuarán de forma obediente a sus órdenes. Por ejemplo, un conductor obedece las
indicaciones de los agentes sin cuestionarles si tienen derecho a dirigir el tráfico; de
igual manera los contribuyentes acatan las leyes de tributación, o un alumno obedece
a un profesor.

11
(Águila s.f.)
5. Filosofía Práctica. Página 17 de 30

7 La legitimidad política.

La legitimidad política es la capacidad del poder político para obtener la obediencia sin
recurrir a la amenaza de la fuerza.

El proceso por el cual una autoridad consigue la legitimidad se denomina legitimación.


Esta legitimación se consigue cuando el poder político se presenta ante los miembros
de la sociedad cumpliendo el requisito de legitimidad de origen; es decir, que los
miembros de la sociedad ven legítimo la manera en que ese poder accedió a ser
autoridad, y legitimidad de ejercicio, que serían los requisitos que, quienes obedecen
piensan que debe cumplir la autoridad, en el ejercicio del mando.

La legitimidad de origen no debe confundirse con democracia, puesto que durante


la Monarquía Absoluta, por ejemplo, el pueblo consideraba masivamente legítimo
al monarca, que no había sido elegido por mayoría. La legitimidad de ejercicio
supone que la autoridad ejerce el poder de modo adecuado, por ejemplo sin saltarse
la ley, y consiguiendo los objetivos previstos; por ejemplo salvaguardando la
seguridad de las personas, o la propiedad privada, o el objetivo que la comunidad
política considere que debe conseguir esa autoridad.

Es cuando ese poder se muestra ante el integrante de la sociedad como legítimo cuando
se le da la categoría de autoridad. En otro caso, el único elemento que puede utilizarse
para producir obediencia sería el miedo a la sanción que podría acarrear la
desobediencia.

Hay tres maneras de legitimar la autoridad, pudiendo ocurrir que esas tres maneras
coexistan juntas entre sí. La primera se denomina tradicional, y viene a ser una
legitimidad basada en el pasado, en el hecho de que hasta el presente ha sido la autoridad
que ha habido y que se ha practicado; esta autoridad se suele transmitir de modo
hereditario.

Es el tipo de legitimidad que han tenido las Monarquías absolutistas, los imperios
dinásticos, los faraones egipcios… En todos esos casos solía justificarse en la
creencia de que la divinidad permitía, favorecía, o incluso pertenecía a la familia
que ejercía el mando.

La segunda se llama carismática, y se fundamenta en el carisma de una persona, que


viene a ser la capacidad para seducir y movilizar a los demás. Esta legitimación, como
el propio carisma, no es hereditaria; y como la anterior suela ser utilizada por regímenes
autoritarios.

Las personalidades carismáticas suelen presentarse como guías o caudillos que se


hacen con el poder para “salvar” al pueblo de algún mal real o imaginario. Ejemplos
serían Mussolini (el Duce, que significa guía o caudillo), Franco (el Caudillo), Hitler
(el Führer, que significa líder, conductor), el ayatolá Homeini, el Ché Guevara,
Lenin…

La tercera es la legal, y aquí la autoridad no reside en una familia, o en una persona,


sino en la ley. Esa ley se muestra como legítima porque ha surgido de la voluntad
popular. Esta legitimación es la propia del Estado de Derecho de las democracias
modernas.
5. Filosofía Práctica. Página 18 de 30

“En principio hay tres tipos de justificación interna, es decir, de fundamento de la


legitimidad de la dominación. En primer lugar, la dominación del “eterno ayer”, de
la costumbre consagrada por su inmemorial validez y por actitud habitual de
respetarla; es la dominación “tradicional”, como la que ejercían el patriarca y el
príncipe patrimonial de viejo cuño. En segundo lugar, la autoridad del don (carisma)
personal y extraordinario, la entrega enteramente personal y la confianza personal
en las revelaciones, en el heroísmo o en otra cualidades de liderazgo de un individuo:
dominación “carismática”, como la que ejercen el profeta o –en el terreno de lo
político- el jefe guerrero elegido o el gobernante plebiscitario, el gran demagogo o
los líderes de los partidos políticos. Por último, la dominación en virtud de la
“legalidad”, en virtud de la creencia en la validez de las normas legales y de la
“competencia objetiva fundada en reglas elaboradas racionalmente”, es decir, en
virtud de la disposición a obedecer las obligaciones establecidas: una dominación
como la que ejercen el “servidor del Estado” moderno y todos aquellos titulares del
poder, que, en ese sentido se le asemejan.”.12

Los distintos modos de legitimación no suelen darse de modo puro, sino que pueden
mezclarse unos con otros.

Así Hitler, por ejemplo, tras un fallido intento de golpe de Estado se hace con el
poder a través de las urnas; o John Fitzgerald Kennedy, que ganó unas elecciones
democráticas en buena parte debido a una personalidad reconocidamente
carismática.

Legitimación

Tipos Maneras

Origen Ejercicio Tradicional Carismático

Régimen Fundamento Régimen Fundamento


Familiar Personal
autoritario Pasado autoritario Carisma

No
Hereditario
hereditario

Legal

Fundamento Régimen
Ley democrático

12
MAX WEBER: La política como profesión. Biblioteca Nueva.
5. Filosofía Práctica. Página 19 de 30

8 La justificación del estado.

La existencia del Estado, y la necesidad de plegarse a sus normas, han hecho que
distintos filósofos se pregunten por la justificación de su existencia.

Ha habido tres modos puros de responder a esa cuestión, además de las variantes que
las mezclas entre ellos puedan dar lugar. El primero de ellos explicaba la formación del
Estado a partir de la propia naturaleza humana que, sociable, nos lleva a agruparnos en
sociedades que deben de reglarse para poder funcionar; de ahí la justificación del Estado.

La segunda manera de responder a la cuestión hace depender la existencia del Estado y


su justificación de la divinidad. Es esta quien desea la existencia del estado y, además,
legitima el poder del gobernante, bien designándolo con su autoridad, o bien haciendo
que el propio gobernante sea una divinidad.

Sin embargo, es la tercera manera de justificar la formación del estado y el acatamiento


de sus normas, la que va a tener un mayor desarrollo. Esta tercera forma de legitimar al
Estado lo concibe como fruto de un contrato social entre los futuros ciudadanos
mediante el cual estos renuncian a parte de su libertad e independencia “natural”, y se
avienen a vivir en sociedad. Las teorías que justifican la existencia del Estado en un
contrato social se denominan teorías contractualistas.

Justificación de la existencia del Estado

Naturaleza humana sociable Divinidad Contrato social

Necesidad de reglas Designio divino Contractualismo

9 Planteamientos filosófico-políticos

9.1 El pensamiento político platónico.

Para Platón son las necesidades humanas las que llevan a la formación de la organización
política. Podemos dividir esas necesidades en tres grupos básicos: la necesidad natural
de obtener productos: alimentos, viviendas, instrumentos, etc.; la necesidad de
protegernos, tanto de las arbitrariedades e injusticias de las personas con las que
convivimos como del asalto de otras posibles sociedades; y la necesidad de tener un
gobierno sabio y justo que establezca en sus leyes lo que es conveniente para nuestra
sociedad. Además, es evidente, que no todas las personas tienen las mismas capacidades
y eficacia natural en orden a cumplir un papel social; es decir, hay personas que destacan
por su inteligencia, otras por su fuerza y valentía, y otras por sus habilidades técnicas.

Desde estas impresiones Platón considera que una sociedad justa será aquella en que las
5. Filosofía Práctica. Página 20 de 30

tres funciones sociales –producir, guardar y dirigir- sean realizas por las personas que
nacen con la predisposición necesaria, y así su sociedad tendrá tres estamentos: el de los
productores, el de los guardianes y el de los gobernantes.

Como lo que lleva a pertenecer a uno de los estamentos es la predisposición natural,


Platón, propone incentivar esto a través de una selección artificial que haga que aquellos
que tengan tales predisposiciones se crucen entre ellos, en la idea de que la descendencia
será cada vez más hábil en esas capacidades. Y así, la sociedad, como las personas, es
justa en la medida en que las partes que la componen realicen su función de modo
excelente; es decir, cuando los productores dominan la templanza, los guardianes la
fortaleza y los gobernantes la sabiduría.

Para conseguir esto Platón idea una serie de medidas férreas de control social; prohíbe
las críticas e incluso imagina mentiras legitimadoras para que las personas soporten la
pertenencia a la clase establecida; considera que los hijos deben ser criados por el Estado
y que no sepan quienes son sus padres, ni sus padres conozcan quienes son sus hijos,
para evitar así el favoritismo, etc.

9.2 El convencionalismo sofista.

Los sofistas son un grupo de personas que, en la Atenas del siglo V a. de C., se
plantearon el origen de las normas morales y de las instituciones sociales.

Frente a las ideas tradicionales que achacaban ambas a la naturaleza humana o a Dios,
consideraron inicialmente que el origen de ambas era la mera convención voluntaria de
los seres humanos que las creaban. Tanto las normas como las sociedades y su
organización no tienen más fundamento que el acuerdo de las personas que las adoptan.

9.3 El realismo político de Maquiavelo.

El pensamiento político tradicional había considerado que el objetivo de la sociedad era


conseguir un orden social que trajese la felicidad, ya en este o en otro mundo, a los
gobernados, y para ello se proponían normas de comportamiento justas y morales.
Maquiavelo vive en una situación política llena de agresiones y guerras entre las naciones
que forman la península itálica. Quizá ello le lleva a considerar que los humanos somos
malvados por naturaleza, y que llevados de esa maldad ambiciosa no dejaríamos de
disputar unos contra otros. El beneficio más grande que debe extraerse de un gobierno
es la consecución de la paz para los gobernados. Ahora bien, esa paz no se puede
conseguir con gobiernos inestables, que cambien y fracasen. El gobernante debe de
conseguir la estabilidad política hacer todo lo posible para mantenerse en el poder.
Mantener el poder, e incluso incrementarlo, se convierte en el objetivo principal del
gobernante ante el cual no hay medios prohibidos; el engaño, la traición y cualquier otro
procedimiento, por inmoral que sea, queda justificado si con él se consigue la estabilidad
política.

Y extremando estas consideraciones no sólo mantendrá que el ejercicio de la política no


debe estar coartado por consideraciones éticas, llegará a afirmar que no es posible tal
ejercicio eficaz si no se contraviene la ética, hacerlo queda pues prescrito y justificado.
5. Filosofía Práctica. Página 21 de 30

9.4 El contractualismo moderno.

Las teorías contractualistas tienen su desarrollo durante los siglos XVII y XVIII, y
quieren responder a las preguntas de cuál es la necesidad de que exista un estado y por
qué hay que obedecer su autoridad.

Los contractualistas parten de la idea común de que el Estado es producto de un


contrato, pero difirieren tanto en cómo se justifica la necesidad de firmarlo, como en
qué es lo que se firma en ese contrato.

Para explicar ambas cuestiones parten de la hipótesis inicial del hombre viviendo en una
situación anterior a la aparición del estado, que denominan estado de naturaleza, y
que cada autor describe de un modo desigual. Para algunos contractualistas ese estado
de naturaleza no fue real. Sólo es considerado como una hipótesis inicial desde la que
analizar qué produjo, y porqué motivos, la firma del contrato que da paso a vivir en un
estado, y poder así explicar la legitimidad de ese estado y sus leyes.

Para Thomas Hobbes (1588-1679), en el estado de naturaleza, el hombre se muestra


como es, egoísta por naturaleza. Ese egoísmo le lleva a una lucha de todos contra todos
en la que sólo rige la ley del más fuerte. Sin embargo, ni siquiera el más fuerte, está a
salvo de que pueda ser asesinado a traición. Y siendo racional comprende que le
conviene abandonar el estado de naturaleza, renunciando al ejercicio de su poder y
libertad individual, en favor de un contrato social en el que un gobierno absoluto
acumule ese poder y libertad a la que renuncia, pudiendo así obligar a todos los súbditos
a obedecer la ley, y de ese modo garantizar la paz y seguridad social dentro de la
sociedad, e incluso defenderla frente a la amenaza de otras naciones. Este es el origen
del modelo de estado absolutista.

“Porque en virtud de esta autoridad que se le confiere por cada hombre particular en el
Estado, posee y utiliza tanto poder y fortaleza, que por el terror que inspira es capaz de
conformar las voluntades de todos ellos para la paz, en su propio país, y para la mutua
ayuda contra sus enemigos, en el extranjero. Y en ello consiste la esencia del Estado, que
podemos definir así: una persona de cuyos actos una gran multitud, por pactos mutuos,
realizados entre sí, ha siso instituida por cada uno como autor, al objeto de que pueda
utilizar la fortaleza y medios de todos, como lo juzgue oportuno, para asegura la paz y
defensa común. El titular de esta persona se denomina soberano, y se dice que tiene
poder soberano; cada uno de los que le rodean en súbdito suyo.”13

John Locke (1632-1704), sin embargo, considera que en el estado de naturaleza el ser
humano mantiene una serie de derechos básicos inalienables: a la vida, a la propiedad, a
la libertad… Es justamente la posibilidad de que tales derechos no sean respetados por
los demás lo que lleva a la firma del contrato social. En ese contrato el ciudadano cede
su poder natural al Estado bajo la condición de que éste se comprometa a defender esos
derechos naturales básicos. Sólo en la medida en que el Estado cumpla este compromiso
se hace legítima su obediencia. Este es el origen del modelo de estado liberal.

Por su parte, Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), parte de una concepción del estado

13
Hobbes Thomas, LEVIATAN. Alianza Editorial.
5. Filosofía Práctica. Página 22 de 30

de naturaleza diferente, sobre todo a la de Hobbes. Mientras este venía a pensar que el
hombre es un lobo para el hombre, Rousseau pensará que el hombre es bueno por
naturaleza, y es la sociedad la que lo pervierte.

Según Rousseau el hombre viviría feliz en el estado de naturaleza, satisfaciendo sus


necesidades básicas a partir de los recursos naturales. Sin embargo, este “buen salvaje”
se da cuenta que, al asociarse con otras personas, los trabajos necesarios para conseguir
la subsistencia se facilitan mucho, y por ello se asocia con sus congéneres.

En la evolución de esa colaboración con los demás aparecerá la agricultura y la minería,


lo que lleva a una desigualdad en los beneficios de las personas, y a una desigualdad
social. Es esa desigualdad social lo que corrompe el corazón del hombre, haciendo que
aparezca la envidia de los que no tienen, y la avaricia de los que tienen. Lo que sigue a
esto es una situación de guerra de todos contra todos en el que aquellos que más tienen
son los que más tienen que perder. A instancias de estos, y para garantizar la paz, se
produce la firma de un contrato social que garantice la paz y la propiedad a cambio de
perder esa libertad natural de que gozaba.

El problema es que esa firma se produce desde una situación original de desigualdad
económica, y así el Estado va a convertirse en un garante de la desigualdad entre las
personas. Por eso Rousseau propone la formación de un nuevo orden social basado en
un pacto social en el que las personas pongan su libertad natural bajo una voluntad
general, que es la suma de las voluntades de las personas que deciden asumir lo que tal
voluntad general disponga, pero sólo a condición de que los individuos puedan
participar en la formación de ésta.

“Con frecuencia hay mucha diferencia entre la voluntad de todos y la voluntad


general; esta solo mira al interés común, la otra mira al interés privado, y no es más
que una suma de voluntades particulares.”14

Por tanto, el único orden social legítimo sería aquel en la que de forma directa los
ciudadanos produzcan las leyes, sin delegar en representante alguno. Frente a las leyes
elegidas es posible el desacuerdo, pero siendo la expresión de la voluntad mayoritaria, y
dado el pacto social, sólo cabe acatar lo expresado por la mayoría. Este es el origen del
modelo de estado socialdemócrata.

Estado de Naturaleza Contrato Social Modelo de Estado


Estado de guerra perpetuo con otros Se cede la libertad y el poder al soberano
Hobbes hombres. El hombre es un lobo para el para que este imponga la paz y la seguridad. Estado Totalitario.
hombre
Los hombre tienen por naturaleza unos Se cede el poder a cambio de que el Estado
Locke derechos: vida, libertad, propiedad, que garantice la defensa de los derechos Liberal
pueden violarse naturales.
El ser humano es bueno por naturaleza, Se cede la libertad natural y se gana una
Rousseau pero la asociación con otros hombres libertad social. Se sigue siendo libre ya que Socialdemocrático
corrompe su bondad natural. se es parte de la voluntad general

14
(Rousseau 1980).
5. Filosofía Práctica. Página 23 de 30

9.5 El contractualismo actual.

Locke y Rousseau son los antecedentes de las dos tradiciones democráticas actuales. La
de corte liberal, y la de corte socialdemocrática.

La tradición liberal está representada de forma actualizada por Robert Nozick. Al igual
que Locke, Nozick considera que disponemos de una serie de derechos que no pueden
ser vulnerados bajo ninguna consideración. Y así, cualquier ley que intente redistribuir
el dinero, o ajustar desequilibrios sociales, menoscabando el derecho a la vida, propiedad
y libertad de los demás, es injusta. El Estado no tendría aquí la finalidad de redistribuir
nada, sino garantizar que no se vulneren los derechos fundamentales de los individuos.
El tipo de estado que se deduce de lo anterior es un estado no intervencionista, un
estado mínimo, es decir un estado mínimamente necesario para garantizar los derechos
del individuo, fomentando la competencia y el mérito personal de sus ciudadanos.

La tradición socialdemócrata tiene en John Rawls uno de sus mayores representantes.


En su teoría, denominada neocontractualismo, la sociedad se fundamenta en el pilar de
la justicia15 que puede estar representada en la voluntad general de los ciudadanos.
Ahora bien, los intereses particulares de las personas pueden cegarnos en la búsqueda
de esa justicia social. Por eso Rawls propone que nos imaginemos una situación ideal –
similar al estado de naturaleza de los filósofos modernos- en el que los individuos se
encuentren bajo el velo de la ignorancia. El velo de la ignorancia es aquel que impide
que sepamos cuál será nuestra situación en la sociedad que formamos.

Y así, no sabremos si somos ricos o pobres, si tendremos suerte o propiedades, si


nuestras dotes y capacidades serán altas o bajas.

Es desde la situación en la que nos pone ese velo de ignorancia desde donde tenemos
que decidir cuáles serán las futuras normas de nuestra sociedad. Para Rawls el velo de
ignorancia nos pone en una situación de igualdad que asegura la imparcialidad de
nuestras elecciones.

Según Rawls las decisiones que racionalmente adoptarán los futuros ciudadanos se
agruparán en tres pilares: garantizar la libertad, la igualdad de oportunidades y establecer
el principio de diferencia, que es por el que se redistribuyan los bienes básicos en favor
de las personas que en la futura sociedad se encuentren social y económicamente
necesitadas.

Esto hace que el estado sea intervencionista, tendiendo a lo que se denomina estado
de bienestar, ya que debe recaudar dinero para, en su redistribución, asegurarse la
igualdad de oportunidades –educación, sanidad- y evitar la pobreza de los ciudadanos
desfavorecidos.

15
En realidad el problema que Rawls se plantea es si una sociedad es justa o no lo es.
5. Filosofía Práctica. Página 24 de 30

10 Tipos de estado.

Se distinguen dos: el estado democrático de derecho y el estado totalitario.

El estado democrático de derecho es aquel que se rige por las leyes, y no por la
voluntad del que lo manda. En el presente se organiza de acuerdo a un modelo de
democracia representativa, que se caracteriza por la división de poderes, la pluralidad de
partidos y la existencia de una Constitución.

La división de poderes fue propuesta por Montesquieu16 y se refiere a la división de


la autoridad en tres parcelas que sean efectuadas por agentes distintos. Así, se divide el
poder del Estado en el poder ejecutivo, encargado de administrar el gobierno del país;
el poder legislativo, encargado de proponer y aprobar las leyes, además de controlar que
el gobierno –poder ejecutivo- no las viole en el ejercicio de su actividad; y el poder
judicial, encargado de administrar la justicia.

La pluralidad de partidos es lo que posibilita en las Estado


democrático de
democracias representativas la presentación, ante los derecho

electores, de programas de gobierno diferentes. Este


elemento está siempre acompañado por el sufragio Se rige por leyes

universal, a través del cual los ciudadanos ejercen su


preferencia política. División de
poderes
Pluralidad de
partidos
Constitución

La constitución es la ley fundamental del Estado que Legislativo Sufragio universal


Ordenamiento
político
define el ordenamiento político y establece la serie de
derechos y deberes de los ciudadanos. Todas las leyes Ejecutivo
Derechos y
deberes de los
ciudadanos
del Estado de democrático de derecho son de rango
inferior, y tanto estas, como la actividad de los poderes
Judicial
del estado, deben acomodarse a ella, sin contradecirla.

Por su parte, el estado totalitario, se caracteriza por varios elementos.

Los ciudadanos no tienen la posibilidad de participar en la elección de sus


representantes. Por eso, todos los derechos y leyes que se le imponen se producen desde
la voluntad de un dictador y no por su participación y consentimiento.

No existe pluralidad de partidos. Eso es sustituido por un partido único que expresa
una única ideología, la de aquel que ejerce el poder de forma totalitaria.

La legitimidad democrática es sustituida por la educación y propaganda. Además, en


tanto que no se acepta la disidencia política el control social y policial se exacerba.

16
Nacido en 1689 y muerto en 1755. Expresa este pensamiento en su obra titulada Del
Espíritu de las Leyes, escrita en 1747.
5. Filosofía Práctica. Página 25 de 30

11 Glosario

Éticas de fines o de bienes ...........................................8


Aldeas ............................................................................15
Eudemonismo ................................................................9
Apatía .............................................................................. 9
Hedonismo ético ...........................................................8
Autoridad ......................................................................16
Imperativo categórico ................................................ 12
Bandas ...........................................................................15
Intuicionismo .................................................................6
Bien instrumental .......................................................... 8
Legitimación ................................................................ 17
Bien intrínseco ............................................................... 8
Metaética .........................................................................4
Cabecilla ........................................................................15
Moral ...............................................................................3
Carisma .........................................................................17
Naturalismo ético ..........................................................5
Cirenaicos ....................................................................... 8
Neocontractualismo ................................................... 23
Consecuencialismo .........................véase teleologismo
No cognoscitivismo ......................................................7
Consejo de ancianos ...................................................15
Parentesco.................................................................... 15
Contractualismo...........................................................19
Poder político .............................................................. 15
Deontologismo ............................................................12
Prescriptivismo ético .....................................................7
División de poderes ....................................................24
Reciprocidad ................................................................ 15
Egoísmo ético ..............................................................13
Regla de oro................................................................. 12
Emotivismo ético .......................................................... 7
Teleologismo ............................................................... 13
Enunciado ético ............................................................. 3
Utilitarismo .................................................................. 13
Epicúreos ........................................................................ 8
Utilitarismo de la regla ............................................... 14
Estado de naturaleza ...................................................21
Utilitarismo del acto ................................................... 13
Estado mínimo ............................................................23
Utilitaristas ......................................................................8
Estoicismo ...................................................................... 9
Valor ................................................................................6
Ética ................................................................................. 3
Velo de la ignorancia .................................................. 23
Ética normativa.............................................................. 4
5. Filosofía Práctica. Página 26 de 30

Virtud ética en aristóteles ............................................. 9 Voluntad general ......................................................... 22

Vitud dianoética ...........................................................10


5. Filosofía Práctica. Página 27 de 30

12 Esquema del tema 5.

1. Introducción a la ética.
1.1. Acotación del campo de la ética:.
1.2. Definición de enunciado ético.
2. Las ramas de la ética.
2.1. Definición de moral: .
2.2. Definición de ética: .
2.2.1. Ética normativa: .
2.2.2. Metaética: .
2.2.3. Relación entre ética normativa y metaética: .
3. Teorías metaéticas.
3.1. Aclaración respecto a la tarea de la metaética: .
3.2. Posturas metaéticas.
3.2.1. Naturalismo: .
3.2.1.1. Consecuencia respecto al modo de verificación del valor de verdad de esos enunciados: .
3.2.1.2. Consecuencia respecto a la cantidad de teorías naturalistas: .
3.2.2. Intuicionismo:
3.2.2.1. Caracterización:
3.2.2.2. Crítica del intuicionista al naturalista: .
3.2.2.3. Conocimiento de las propiedades no naturales o valores:
3.2.2.3.1. Orientación racionalista: .
3.2.2.3.2. Orientación no racionalista: .
3.2.3. No cognoscitivismo:
3.2.3.1. Caracterización:
3.2.3.2. Teorías no cognocitivistas.
3.2.3.2.1. Emotivismo ético:
3.2.3.2.2. Prescriptivismo ético:
4. Ética normativa.
4.1. Teorías del bien.
4.1.1. Tarea: indicar qué cosas son buenas.
4.1.2. Distinción entre bien intrínseco e instrumental: .
4.1.3. Éticas de fines o bienes: .
4.1.3.1. Hedonismo: .
4.1.3.1.1. Cirenaicos: .
4.1.3.1.2. Epicúreos: .
4.1.3.1.3. Utilitaristas: .
4.1.3.2. Estoicismo: .
4.1.3.3. Eudemonismo: el bien supremo está en la autorrealización.
4.1.3.3.1. Función vegetativa: .Función sensitiva: .
4.1.3.3.3. Función intelectiva: .
4.1.3.3.4. Funciones y virtudes:
4.1.3.3.4.1. Vegetativa: .
4.1.3.3.4.2. Sensitiva: .
4.1.3.3.4.3. Intelectiva: .
4.1.3.4. Crítica hedonista a las éticas de fines no hedonistas: .
4.1.3.5. Crítica al hedonismo: .
4.1.4. Ética formal kantiana.
4.1.4.1. El bien supremo: .
4.1.4.1.1. Caracterización: .
4.1.4.1.2. La felicidad: .
4.2. Teorías de la obligación, o de la conducta, moral.
4.2.1. Tarea: .
5. Filosofía Práctica. Página 28 de 30

4.2.2. Deontologismo: .
4.2.2.1. Regla de Oro: .
4.2.2.2. Imperativo Categórico:
4.2.2.2.1. Enunciación: .
4.2.2.2.2. Forma de ley: .
4.2.2.3. Crítica al deontologismo: .
4.2.3. Teleologismo o consecuencialismo: la moralidad de una norma se establece por sus resultados.
4.2.3.1. Egoísmo ético: .
4.2.3.2. Utilitarismo: .
4.2.3.2.1. Del acto: .
4.2.3.2.2. De la regla: .
4.2.3.2.2.1. Relación con el deontologismo. .
5. Introducción a la filosofía política.
5.1. Tarea de la filosofía política: .
5.1.1. Ejemplos de esas tareas:
6. El origen del poder político.
6.1.
6.2.
6.2.1.
6.2.2.
6.3. Sociedades con Estado.
6.3.1. Características:
6.3.2. Autoridad.
6.3.2.1. Definición: .
6.3.2.2. Característica: .
7. La legitimidad política.
7.1. Definición de “legitimidad política”: .
7.2. Definición de “legitimación”: .
7.3. Tipos de legitimidad:
7.3.1. Origen: .
7.3.2. Ejercicio: .
7.4. Alternativa a la legitimidad: .
7.5. Maneras de legitimar la autoridad:
7.5.1. Tradicional: .
7.5.2. Carismática: .
7.5.3. Legal: .
8. La justificación del estado.
8.1. Explicación del problema: .
8.2. Teorías: .
8.2.1. Naturaleza humana: .
8.2.2. Divinidad: .
8.2.3. Contractualistas: .
9. Planteamientos filosófico-políticos.
9.1. El pensamiento político platónico.
9.1.1. Causa de la formación de la organización política:
9.1.2. Genética y predisposición natural: .
9.1.2.1. Consecuencia de lo anterior: .
9.1.2.2. Incentivación de los estamentos: .
9.1.2.3. Aparición de la justicia: .
9.1.3. Medidas de control social:
9.2. El convencionalismo sofista.
9.2.1. Sofistas: .
9.2.2. Teoría sofista y alternativas.
9.2.2.1. Alternativas: .
5. Filosofía Práctica. Página 29 de 30

9.2.2.2. Teoría: .
9.3. El realismo político de Maquiavelo.
9.3.1. Descripción del pensamiento político tradicional: .
9.3.2. Contexto de vida de Maquiavelo: .
9.3.3. Teoría explicativa para ese contexto: .
9.3.4. El gobierno según Maquiavelo.
9.3.4.1. Beneficio: .
9.3.4.2. Condición necesaria para conseguir ese beneficio: .
9.3.5. Relación entre ética y política: .
9.4. El contractualismo moderno.
9.4.1. Origen y propósito: .
9.4.2. Coincidencias y diferencias entre los contractualistas: .
9.4.3. Estado de naturaleza: .
9.4.4. Hobbes:
9.4.4.1. Estado de naturaleza:
9.4.4.2. Renuncia con la firma: .
9.4.4.3. Beneficio de la firma: .
9.4.4.4. Tipo de estado resultante: .
9.4.5. Locke:
9.4.5.1. Estado de naturaleza: .
9.4.5.2. Renuncia con la firma: .
9.4.5.3. Beneficio de la firma: la .
9.4.5.4. Tipo de estado: .
9.4.6. Rousseau:
9.4.6.1. Estado de naturaleza: .
9.4.6.1.1. Evolución:
9.4.6.1.2. Renuncia con su firma: .
9.4.6.1.3. Beneficio de la firma: .
9.4.6.1.4. Perjuicio de la firma: .
9.4.6.2. Nuevo orden social: .
9.4.6.2.1. Caracterización de la voluntad general: .
9.4.6.2.2. Consecuencias: .
9.4.6.2.3. Tipo de estado: .
9.5. El contractualismo actual
9.5.1. Antecedentes: .
9.5.2. Nozick:
9.5.2.1. Representa: .
9.5.2.2. Coincidencia con Locke: .
9.5.2.3. Consecuencia legal: .
9.5.2.4. Descripción del estado mínimo:
9.5.2.5. Rawls:
9.5.2.5.1. Representa: .
9.5.2.5.2. Necesidad del pacto por la justicia: .
9.5.2.5.3. Estado inicial: .
9.5.2.5.3.1. Velo de la ignorancia: .
9.5.2.5.3.2. Consecuencia del velo: .
9.5.2.5.3.3. Pilares de las decisiones racionales tomadas tras el velo: .
9.5.2.5.4. Descripción del estado de bienestar: .
10. Tipos de estado.
10.1. Características del estado democrático de derecho.
10.1.1. Se rige: .
10.1.2. Se organiza: :
10.1.2.1. División de poderes: .
10.1.2.1.1. Ejecutivo: .
5. Filosofía Práctica. Página 30 de 30

10.1.2.1.2. Legislativo: .
10.1.2.1.3. Judicial: .
10.1.2.2. Pluralidad de partidos: .
10.1.2.2.1. Sufragio universal: .
10.1.2.3. Constitución: .
10.2. Características del estado totalitario:
10.2.1. No se eligen representantes.
10.2.2. Los derechos y deberes dependen de la voluntad del dictador.
10.2.3. No hay pluralidad de partidos: partido único con única ideología.
10.2.4. Legitimidad democrática se sustituye por educación y propaganda.
10.2.5. Gran incremento del control social y policial.

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