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J) ó
FEDERICO URALES fL/0
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Un niño salvaje
6 FEDERICO URALES
babia hecho un nombre en la aldea y caseríos
dejando el caserio y las vacas al cuidado del de la redonda. El cura de la Gandaira se lo
nuevo matrimonio. puso: llamóle Bautistin el Filósofo, y por Bautis-
Como babia previsto el hermano de Rosa, tin el Filósofo desde aquel día se conocia al mu-
Pablo Recio, casado, se dió aun más á la bebi- chacho. El párraco de Gandaira era el que más
da y á la holganza, y la pobre Rosa hubo de gustaba de la charla del pequeño filósofo, Y
cuidar del ganado y de las tierras, mientras su muchas tardes paseábase por donde Bautistin
marido se pasaba en la cama las mañanas en- pastaba el ganado con el propósito de encon-
teras y en la taberna de Gandaira las tardes. trarse con él y platicar un rato.
El primer hijo que tuvo Rosa fué Bautistin, Un dia que Bautistin salia del caserio con
un niño que á los cuatro años había salido con su ganado, se le acercó el cura. Pablo Recio
su madre cuarenta y ocho meses seguidos á quetlóse tambaleándose en la puerta del esta-
pastar el ganado, y babia visto más de cien blo·, Bautistin andaba detrás de las vacas tao
cómo su padre, borracho, pegaba á la pobre huraüo como siempre, y la pobre Rosa cavaba
Rosa. la tierra allá abajo, mientras lloriqueaba una
Inútil decir que con tal ambiente el carácter oiila de diez meses sentada en el suelo.
de Bautistin era taciturno y callado; apenas ha- -¿Dónde vas, Bautistln?-le preguntó el
blaba, y cuando lo hacia, era con su madre y cura.
con las vacas, que cuidó sólo desde los seis -No voy, que me llevan-contestó el mu·
ailos. chacho.
Bautistin demostró bien pronto una inteli- -¿Y adónde te llevan, Bautistio?-replicó
gencia nada común y un temperamento rebelde. el cura.
Á todo el mundo trataba con rudeza. Su córa- -Á pastar las vacas del amo de mi padre.
zón no tenia caricias más que para las bestias - y amo del hijo también-repuso el cura-;
y su madrecita. Cuando algún extraño le hacia porque el señor de Gandaira es amo de todas
preguntas en el pasto ó en el camino, callaba ó estas tierras y de la gente que las habita.
contestaba de tal suerte, que al preguntón no -Errado anda el señor cura; yo no soy pe-
le quedaban ganas de seguir preguntando. rro ni bestia domesticada.
Así fué como Bautistin, á los ocho ailos, se
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-Cállate, Bautistín-gritó su padre desde la usted de cuando predica el prior del monaste-
puerta del corral. rio . Aquello es una desconaolactón general.
-Déjale hablar, Pablo- dijo el cura- , que Que si nos condenamos, que Ri no nos condena-
me divierte con sus salidas el muchacho. mos, que si en el infierno ee padece mucho, que
-Á todos les ocurre lo mismo- repuso Pa- si pocos se salvarán, que si todos pecamos, que
blo, acercándose al cura fatigosamente-, pero si este mundo es un valle de lágrimas .. . Suerte
á mi me enoja oírle. ¡No sé de dónde nos vino que yo digo para mi: e ¡Qué gordo y rollizo está
criatura tan endiablada! el prior!,.
-Nada digo, padre, si nada me preguntan , El cura, mal conteniendo la risa, repuso:
pero al que me pregunta contestarle debo-re- -Pero hay un cielo.
puso Bautistin. -Para los ricos que dan limosnas y pagan
-Naturalmente; el mucbaého tiene razón funerales.
-exclamó el cura. - Y para los pobres que son buenos.
-Pues no la tiene, porque á veces le pre- -Buena era la tla Angélica, y el señor cura
guntan cien cosas los sefiores y tlo contesta una, no la quiso enterrar sin que antes la bija, más
- Mis motivos tengo. pobre aún que la madre, pagase el entierro.
-¿Quieres ser cura?-preguntó el de Gan- -Siempre hay almas caritativas- observó
daira al muchacho. el cura mordiéndose la. lengua.
- No-contestó Bautistin. - Aterrorizadas, quiere decir el señor cura;
-(,Por qué? el terror las hace caritativas. Por esto cuidan
-Porque no me gusta asustar á la gente. usted y el prior del monasterio tan bien el in-
Pablo hizo ademán de querer reñir á su hijo, tierno.
mas el cura se lo impidió adelantándosele, di- - ¡Es un diablillo, es un diablillo! - dijo el
ciendo: cura al padre de Bautistlu, sonriendo con fingi-
-Cura soy yo, y no asusto á nadie. da humildad.
-¡No, que no!-replicó Bautistín-. Siempre - Anda, que el ganado está lejos- gritó Pablo
que madre me lleva á la iglesia de Gandaira A su hijo.
sale la gente aterrorizada. Y nada le digo á Bautistín salió A escape.
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L9, fama del muchacho llegó á oldos del se- -Pues ya ve usted; necesaria mente he de
ñor de Gandaira 1 quien quiso conocer á Bautis- s er yo un perro.
tin y charlar con él un rato. El seilor de Gandaira quedó un tan to pensa-
Un verano que lo pasaba en otro caserlo de tivo: el administrador intentó salir a l campo
la Gandaira, montó e\ caballo, y acompaihdo para ver si su amo le segula y dejaba á aquel
de su administrador general, visitó el caserío r apaz desvergonzado; mas el señor de Gandaira
que cuidaban Rosa y Bautistln, porque Pablo no dió un paso y repuso al minuto:
no bacía más que beber y dormir. Ello ocurría -Me han dicho, Bautistfn, que eres muy
en el mes que Bautistín cumplió doce años. listo.
-Tú eres Bautistín el Filósofo, ¿verdad? -Será porque los otros son muy torpes -con-
-preguntó el seilor de Gandaira, no bien h ubo testó el muchacho.
visitado las dependencias de la casa y los es - ¿Cómo te va pastando el ganado?-pre-
tablos. g untó el señor de Gandaira pretendiendo cam-
-No señor- contestó Bautistln. biar el hilo de la conversación.
-Pues ¿quién eres tú?- repuso un tanto sor- -No tan bien como al señor, sin pastarlo.
prendido el señor de Gandaira. - ¿Por qué?
-Soy Bautistin el perro. - Porque el se11or sin pastarlo y sin cuidarlo
-¿El perro? se come los quesos y la manteca.
-¡El perro, si señor! - ¡El ganado es rolo, muchacho!
-Un nuevo Diógenes-dijo el seilor de Gan · - No lo parece.
daira dirigiéndose al administrador, que presen· - ¿N o lo parece?
ciaba. con algún recelo el diálogo. - No lo parece, porque soy yo quien lo
- El chico no sabe leer-contestó el admi· cuida.
nistrador. - Pero yo lo compré.
-Pregúnteselo usted al seilor cura de Gan· - Con el dinero del queso y de la ma nteca
daira-dijo Bautistin-. Él le dirá que usted es que pr oduce el ganado que yo pasto.
mi amo. - ¿Quién te ha contado á ti estas cosas?
-Y lo soy. - preguntó el seilor de Gandaira .
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-Nadie-contestó Bautistin-; se me ocu- -Lo mismo digo yo de 11~ted-d1jo Bautistin.
rren. -¡ Que te calles, Bautistío!-gritó Rosa.
- Yo soy persona mayor y no se me ocurren. - Cuando yo era pequeñín- diJo el mucha-
-Porque el señor es el amo de las vacas, cho dirigiéndose A su madz~e-se llevó dos pa·
del caserío y de las tierras, y no tiene necesidad vos del caserío diciendo que eran de su t.efior, y
de pensar nada. . eran míos, porque yo compré los huevos, yo los
-¡Es asombroso!-dijo el sefior Gandau·a 1 puse á la clueca, yo cuidé á los pavitos, y yo
vol viéndose á su administrador general, que los quer1a mucho.
rabiaba por irse. 1: -Si no callas te doy un bastonazo-dijo el
- Cosas de los auarquiatas-contestó el ad- administrador levantando el bastón.
ministrador-. Esa gente se metfl en todas par- -Y yo Je do una pedrada- exclamó Bau-
tes, y el rapaz h:lbrá. ido á Gijón ó á Oviedo tistío, y acompafiando la acción á la palabra le
algún día, y alll debió haber hablado, segura- dió con un cascote en la frente.
mente, con alguno de esos que quieren vivir sin El administrador empezó á grita.r y Bautis-
trabajar. tfn á correr camino adelante, perseguido por
-Puedes retirarte-dijo al concluir el admi- sus padres y seguido por León, un perro caza·
nistrador al muchacho. dor que no le dej11ba un momento.
Bautistfn no se movió. Regresaron Pablo y Rosa sm que hubiesen
-Puedes retirarte-repitió el admi~:~istrador. dado alcance á su hijo, cuando ya el adminis·
Bautistin no se movía. trador tenía vendada la cabeza con un pañuelo
-¡Eres sordo!-exclamó el administrador de seda que le prestó el señor de Gandaira. El
con enojo . administrador, para vengarse del muchacho,
-Me retiraré-dijo por fin Bautistfn-cuan indujo al de Gt\ndaira á. que echase del caserío
do el administrador no me lo mande. á los padres de Bautistln. El seüor de Gandaira
El sefior de G.tndaira se echó á reir. contestó que lo pensada, y se marcharon al
El administrador repuso: largo trote de sus caballos á la casa sefiorial.
-Un muchacho así en el caserío, es un pe- Entretanto, Pablo, por orden de su amo, avisó
ligro. al médico que servía. las tres aldeas y los cinco
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caseríos que componían la parroquia de Gan- madre, y luego que la hubo acariciado, saltó
daíra.. sin pisar agua á la orilla del rio.
Pasaron varios días sin que nadie diera ra- Mucho habla cambiado en cuatro meses Bau-
zón de Bd.utisttn. Su madre lloraba día y noche; tistin. Sus ademanes eran enérgicos, sus pier-
su padre avisó á la guatdia civil , que ya lo nas ágiles y recias, sus ojos brillantes y move-
estaba y buscaba al muchacho por caminos, dizos, s u pecho, que llevaba descubierto, saliente
caseríos y aldeas. y tostado por el sol ; en el labio superior empe-
Á los cuatto meses del dl:t en que Bautistin zaba á dibujarse finísimo vello, y todo su cuerpo
dió la pedrada. al administrador de l de Gandai- deno taba vigor y limpieza. El muchacho era un
ra, Rosa, su madre, lavaba. ropa en el río. La hermoso ejemp lar de la fi era Naturaleza.
pobre mujer tenia siempre fijo el pensamiento Rosa , que notó el cambio de su hijo, le pre-
en Bautistin, y lloraba su muerte, dando por guntó:
cierto lo que andaba. contando por el sefiorio -¿Cómo te las arreglas para ser tan hermo-
un cazador furtivo, esto es, que los lobos de la so é ir tan limpio?
sierra se hablan comido al rapaz. Mas hete -Me bafio todos los días en el mismo naci-
aqui que, á esto de las diez de aquella maüana, miento del río, allá arriba, cuando aun el agua
se presentó León á Rosa con gran contento. no ha bajado a l valle. Á vece s me la.vo la ropa
-¿Es verdad, León, que los lobos ISe han co- de la maneru. que tú me ensenaste, luego la
mido á mi Ba.utistín?-gritó Rosa n.l perro, como seco en las ramas de los pinos y yo me duermo
si hablase con una persona. desnudo, tendido en la hojarasca.
-No, seftora madre-dijo Bautistin saliendo -Tendrás fr!o-le dijo Rosa.
de un canaveral cercano y sa ltando encima de -Lo tendré quizá en invierno, ahora no
una roca que se ha llaba en medio del riachuelo. -contestó el muchacho saltan do de nuevo sobre
-¿Conque estás viv o? ¿Conque no se te han una gruesa piedra que habla en medio del ria-
comido los lobos? ¿Conque no es verdad lo que chuelo.
decía la gente?-exclamaba Rosa metiéndose Luego dijo:
río adentro, sin reparar en el agua.. -Me ha parecido oír murmullos.
Bautistfn echó Jos brazos al cuello de su • -¿Y qu é'~
16 LOS IJI.JOS DEL AMOR 17
yor ... ¡Digo, si no se presenta ó si tú no nos di- do primero, pensando, sin duda alguna, en ha
ces dónde se oculta! cer ver que lo hablan cogido-. ¡Y cuanto an-
- Si no lo sé-contestó Rosa-; además, lo de tes mejor! Tú sabrás dónde verle.
los pavos era verdad . -Al partir me ha dicho que le dejase ropa
-Si no callas-dijo el mismo guardia enoja- en el Picacho del Rayo-exclamó inocentemen
do porque no podia sacarle nada- , si no ca- te Rosa.
llas, te llevamos presa en lugar de Bautistín. Los guardia·a se miraron sonriendo con sa-
Guardó silencio Rosa. Los guardias cruza- tisfacción y se marcharon . La madre de Bau-
ron una mirada de inteligencia y se adelantó el tistin siguió lavando sin comprender el dafio
que aun no había dicho nada. que acababa de causar A su hijo.
- ¿Dónde dejas escondida la comida que das
á tu hijo?-preguutó el segundo g uardia.
-En ninguna pat te, seiíor-contestó Rosa
asustada.
-Tu hijo algo cornera.
-Come bellotas, scfior. '\
se preguntaba. c¿Me estará mirando el hijo de disparasen contra su hijo si se les escapaba, les
mis entrafias? ¿Me habrán seguido los guardias?,. ayudó á sujetarlo. ¡Bien ataron al pobre niBo!
Metió el lio en la mata designada para ello Le pusieron fuertes esposas en las muBecas
Y esperó un momento. Le pareció oir ruido; vol- y una cuerda en el brazo; luego le cachearon,
vióse y nada vió. Mas de repente se abrieron quitándole un cuchillo y una caja de cerillas.
la ramas de un chaparro y apareció Bautistfn Mientras los guardias hacían esta operación,
fuerte y erguido como un leoncillo. Bautistín miraba á su madre con tristeza.
-¡Madre mía!-dijo el nifio echándose en Rosa exclamó, como para justificar la ayu-
brazos de Rosa, y luego, viendo que su madre da que había prestado á los civiles:
volvía la cabeza asustada, exclamó:-No te han -¡Te hubi eran matado!
visto; desde mi escondrijo be seguido tus pasos Bautistín no contestó palabra, mas cesó de
monte arriba. forcejear. Los guardias, terminado que hubie-
-¡ Alto!-se oyó de pronto, y aparecieron dos ron su tarea, se sentaron, mirando con atención
civiles-. ¡Si te mueves, Bautistín, disparamos! al muchacho . Rosa se echó á llorar. Bautistín
Rosa, temiendo por la vida de su hijo lo cu- miraba impasible á diestro y siniestro.
brió con su cuerpo y lo estrechó fuert~mente -¡Trabajo nos has dado, mal bicho!-dijo
con sus brazos. Bautistín intentó un momento uno de los guardias-. De plantón hemos estado
desprenderse de ellos. Su madre le decía ha- toda la noche esperando al sefiorito.
ciendo esfuerzos sobrehumanos: ' Bautist!n guardó silencio, y el otro guardia
-¡Te matarán, no huyas; te matarán! repuso, dirigiéndose á Rosa:
Los guardias se acercaron y con sus dies- - Si hubiera muchas madres como tú, que
tras sujetaron al rapaz por ambos brazos mien- echaran al mundo bandidos como éste, ¡medra·
tras con la izquierda sostenían el ma use;. Lue- dos estaríamos los guardias!
go, uno de los guardias lo dejó en tierra y con Bautistin miró con insistencia é ira, sin des-
la mano que le quedaba libre desató una cuer - pegar los labios, al guardia que así habla ha-
da ~ue atada llevaba al cinto. Una brusca sa- blado.
cudida de Bautiat!n lo libró de loa férreos bra- -¡Y aun nos desafía con la mirada!-excla-
zos de los guardiaa, mas Rosa, temiendo que mó el mismo guardia.
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-Procura que no te soltemos en la llanura y seguía, sin trabajo, el corto paso que él lleva-
no te disparemos cuatro balas por haber inten- ba. cDe ir eólo-pensaba Bautistín-buena ca-
tado huir-dijo el otro guardia. minata os daba, guardias •; y movía las pieruas
-¡Por Dios, sefio1'és guardias, no le hagan como potro ansioso de galopar.
daño!-repuso Rosa sin dejar de llorar. De trecho en trecho, cruzaban el sendero
Bautistin miró á su madre y le dijo con pequeños arroyuelos de agua. fresca y cristali·
fiereza: na. Las cigarras , animadas por el sol, echaban
-¡No llores ni supliques, si quieres que te al vuelo sus monótonas canciones. Á la vuelta
ame! de un recodo la comitiva se halló de bocas á
-Es un criminal de pura raza-exclamó un mano con dos aldeanos, montados en sus borri-
guardia dtrigiéndose al otro. cos· éstos se echaron á un lado, pasó Bautis-
-¡Este, este nos dará mucho que hacer con tin,' pasaron los guardias, y los aldeanos nada
el tiempo! ¡Ya lo ver ás! - repuso el otro-. Me- dijeron; mas al pasar Rosa, uno de ellos ex-
jor seria ... ¿comprendes? clamó:
El segundo guardia miró al primero, miró á -¿Es tu hijo, Ro~a?
Rosa después Y dijo levantándose: -Si; es mi hijo, que lo llevan p1eso.
-¡En marcha, bandido! -¡Muy merecido se lo tiene!-dijo el al·
La comitiva empezó á andar hacia la llanu- deaoo.
ra. Bautistín iba delante, esposado y atado por - ¡Quiera Dios que no se lo merezca más
un brazo; begula después el guardia que lleva- ninguno de los tuyos!-gritó Rosa sin pararse.
ba la cuerda; detrás de éste el otro guardia, Y se perdiet on de vteta al do bla.r del reco-
mauser al hombro, y por último Rosa llenos do. E! otro aldeano d1jo, arreando detrás del
de lágrimas los ojos. ' ' que babia hablado de tan despil~dada manera:
. Al llegar la trtste comitiva á la mitad de la - ¡Cómo ha. crecido el rapaz!
43terra, dejó el seuuero del caserío y tomó el de De cuando en cuando divisábase, por entre
~~aldea, situada un poco hacía. el Norte. Bau- los Arboles, el campanario de Gandaira; la
tlstln andaba. erguida la frente; de cuando en aldea debía estar cerca; casi á las puertas, la
cuando vol 'tia la cabeza para ver si su madre colliltiva encontró a un rapazuelo que iba~ re-
LOS IIIJOS DEL A\lOR 29
n: o~: IUCO UltALES
-Se lo debieron decir para a.sustarle.
coger estiércol por los caminos con una espuer-
-No, señor cura-exclamó Roer.- , le que-
ta en la mano. El chiquillo, al ver á los g ua r-
rían matar de verdad. ¡Se miraban de una ma-
dias, echó á correr aldea adentro gritando:
nera los guardias! Por esto le he seguido yo
-¡Bautistfnl ¡Aquí está Bautistfn!
basta que le suelten. Se lo pediré al señor de
Las aldeanas se asomaron en puertas y ven-
Gandaira, y al obispo, si es preciso.
tanas. En aquel momento salían los niños de
-¡La ley es la ley!-exclamó el cura.
la abadía, que servía además de escuela. El
-¡También usted, padre José, quiere mal á.
cura y maestro á la vez les acompañaba, como
mi hijo! ¿Qué daño le ha hecho el hijo de mis
siempre, hasta la plaza. Bautistín miró al cura
eotrafias?
Y nada le dijo; los guardias se pararon y salu-
En esto llegaron al cuartel de la Guardia
daron. Rosa exclamó:
mv 1 . El cabo , comandante del puesto,
• ·¡ . espera-
-¡Señor cura, que no le bagan daño!
ba en la puerta. Al ver A Bautistín sonrió sa-
-¿Dónde llevan alrapaz?-preguntó el cura tisfecho, dejando al descubierto ocho dientes
á los guardias.
gruesos y sucios. El rapaz entró en el cuartel
-Al cuartel-contestó uno.
resueltamente.
-¿Y después?
-¡Por fin, ladrón, te hemos cogido! - dijo el
-El jefe dirá.
cabo. Luego dirigiéndose á los guardias aña-
-Voy con ustedes.
dió:-¡ Entren!
Y el cura se agregó á la comitiva, a l la do Los guardias entraron con Bautistfn á un
de Rosa.
cuarto que habla á la izquierda del zaguán .
La casa-cuartel de la Guardia civil se Rosa continuaba siguiendo á su hijo, pero el
hallaba al otro lado de la a ldea, camino de
Cangas. cabo le dijo:
-¿Dónde vas?
-¿Cómo ha sido?-preguntó el cura a nda n- -Sigo á mi hijo-contestó Rosa.
do, á Rosu.. '
-Tú no puedes entrar.
-No sé-contestó Rosa-. Estaba hablando - ¡Es mi hijo!
co~ él en la falda del Picacho del Rayo y han -Ya lo sabemos; vuelve al caserío.
sahdo esos ... ¡Le querían ma tar!
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-No quiero irme, es mi hijo. Rosa salió como un rayo sin esperar más. El
Álvarez entró de nuevo y dijo : cu ra. entró en el cuartel otra vez diciendo:
-Á Rosa será menester hacerle daño para. -Ya se ha ido.
que se vaya; resiste como una condenada, Y -Contesta únicamente lo que te pregunto
corno tiene tanta fuerza ... Se agarra lo mismo -d t'cia en 'lquel momento el cabo á Bautistfn-.
que los gatos ... Mire usted. ¿Qué hiciste al señor administrador?
Y Álvarez mostró al cabo un arailazo que Bantistín no contestó.
tenía en una mano. -¿Qué bi<'iste tú al señor administrador del
-Que se lt\ encierre en el cn.l<tbozo; así ten- marqués de la Gandaira?- repitió el cabo.
dremos á la loba y al lobezno, como dijo Thiers. Bautistln tampoco contestó.
-¡López! - exclamó entonces, entrando, una El cabo cogió un vergajo y dijo á su mujer:
mujer joven y hermosa que babia estado escu- -¡Retírate, Tomasa; retírese usted también,
chando en la puerta del zaguán- . ¡Es su señor cura!
madre! -SP razonable, López-díjole con dulzura su
-¡Siempre tú intercediend<J á fiwor de los mujer-; ¡ee un niño !
criminales!-dijo de mal talante el cabo. -¡Es un bandido! -gritó (,\ cabo furioso.
-La mujer de usted tiene razón, señor Ló- -Lo mejor sPrá que lo dejemos para el señor
pez-repuso entonces el cura- . Bastantes juez-repuso el cura con cierta astucia-. El
penas pasa la pobre con tener hijos como Bau- teniente llegar{! de un mol'llento á otro. He man·
tistin . dado uu prop1o á Cangas á decirle que venga
-Si logra usted q ue se vaya-dijo el cabo al a l instante. Por otra parte, Su Ilustrísima se
cura-, la dejaremos libremente. interesa por este muchacho: el otro día hablé
El cura salió á la calle, se acercó á Rosa y con é l y me di jo que cuando se le encontrase
le di jo: que le condujeran á su presencia.
-Vete al caserío y di á Pablo que salga en El cabo López g uardó silencio y después
seguida para Cangas á decirle al teniente de dijo:
mi parte que venga al instante. E l teniente es - Rasga lo escrito, Gutiérrez, y encierra á
amigo mio y pondrá en libertad á Bautistin. este pillht. Puesto q ue el seilor teniente estA avi-
s
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LOS lllJOS DEL AMOR 35
sado y el seüor obispo se interesa por los ban- suelo un paquetito, y cuando lo hubo a bierto
didos, ¡allá ellos! vió que contenía un pedazo de pan y un trozo
Gutiérrez llevóse á Bautistln, lo metió en el de tocino, que el muchacho comió con apetito.
calabozo y en él q uitóle las esposas y la cuer- Luego tendióse en el húmedo y frlo suelo y se
quedó dormido .
da. Las manos de Gutiérrez se tiüeron en san-
gre: el guardia miró las esposas, luego cogió el
brazo de Bautistln y vió que de las muüecas del
rapaz brotaba sangre. El guardia vol vióse hacia
la puerta, cogió la cabeza del muchacho con
ambas manos y le miró en los ojos . Bautistin
no pestaüeó ni dijo palabra. Gutiérrez soltóle
la cabeza y se alejó cabizbajo, cerrando la
puerta. Aun sonaban los pasos del guardia por
el corredor de la casa, cuando Bautistin excla·
mó, cerrando los puüos y mirando con ira la
puerta.:
-¡Cobardes! En el monte, cara á cara y uno
á uno, quistera haberos visto. Buena. prisa se
dieron en quitarme el cuchillo.
Bautistin se sentó en el suelo, y as! estuvo
largo rato. De pronto oyóse un ligero r uido,
El nifio miró hacia la puerta y notó que la re·
jilla se abrla poco á poco. Bautistln guardó
silencio para ver en qué paraba aquello, y vió
una hermost\ y finlsima mano que se metía por
la rejilla Y dejaba caer algo al suelo. La mano
desapareció, después cerróse la puerta y todo
quedó en silen<:.to. El hij0 de Rosa cogió del
LOS HlJOS DEL AMOr. 37
-¿Á quién saludas?- le preguntó e l teniente. Así llegaron á Oviedo: e ran las siete de I<L
-Á mi madre y á la señoz·a del cabo López. tarde, hora en que á últimos de Agosto empieza
- ¿Por qué á la sefl.ora del cabo López y no á obscurecer.
á las demás personas de la alde •?-preguntó En la. puerta del palacio episcopal se apea-
con cierto interés el teniente . ron el teniente y el cura. Pablo se hizo cargo
-Porque esta maiiana, al llegar, me ha del caballo y del mulo y el teniente se despidió,
echado por la rejilla del calabozo un cacho así diciendo que mientras el padre José esperaba
de pan y un pedazo de tocino. el momento de ser recibido por el obispo, él iba
-¡Es un úngel!-dijo el cura. á ver a l señor gobernador .
-¡Es muy hermosa!-contestó el ten iente El cura y Bautistín entraron en e l palacio;
con vehemencia . el teniente mon tó otra vez su caballo y se mar-
En éstas los caminantes se hallaron fuera de chó. Pablo quedó esperando en la calle con las
Gandaira. Al llegar al riachuelo Bau tistín se bridas del mulo en la mano.
quitó la chaqueta, arremangóse la.s mangas de La servidumbre del obis po hizo entrar a l
la camisa y se lavó cara y cabeza. cura de la Gandaira y á Bautistfn en una obs-
Durante el camino, el rapaz uo habló pala- cura habitación llena de santos. El padre José
bra; no hizo más que saltar y correr de un lado dió una carta para el obispo al servidor que los
pa.ra 9tro. El cura Y el teniente discutían, apa- había recibido, y el criado se retiró. Bautistín
reJados, sobre el por\'enir del muchacho ..El miró y remiró cuauto colgaba de las paredes,
cu:a no ocultaba sus propósitos de aconseja r al mientras el padre José rezaba, sen tado en un
obispo que protegiera á Bautistfn hasta hacer de banco. Al cabo de media hora larga abrióse
é l un buen ministro de Dios y un buen defensor una. puerta. y un joven seminarista dijo a l padre
de la Iglesia, pues el rapaz, según el p11dre JoPé:
José, sólo había hecho traveau ¡·as propias de su - Htlga el favor de seguirme el seilor sacer-
edad, y el teniente contestaba. que después de dole.
hablar con
. el settuor go b ernador, podrían hacer El padre José cogió de la mano á Bautistín
de B:tullstln cuanto en gan a les viniere. Pablo y obedeció. El seminarist<-~. guió a l viejo cura y
asentía á todo , colocado á la izquierda del cu ra. al travieso rapaz por uua serie de corredores
42 FEDFRICO URALES LOS IIIJOS DEL AMOR 43
cruzados de puertas, todas cerradao. Luego ba · -No sabe leer ni escribir; jamás ha ido á la
jarou una escalera muy ancha, abrió el semi· escuela; apenas ha hablado con nadie desde
narista una gran puerta vidriera y penetraron que vino al mundo. Pregúntele Su Ilustrlsima
en un jardín. El seminarista siguió adelante -añadió el cura con cierto retintin.
cruzando paaeos ; de trecho en trecho velanse -Vn.mos á ver -exclamó el obispo diri·
estatuas de mármol sobre artísticos pedestales. giéndose á Bautistln con desconfianza, y lue·
El cura de aldea nada sabía de aquellas imáge· go, volviéndose al cura, preguntó:-¿Cómo se
nes; ninguna le parecía de santo; mejor hubiera llama?
dicho que era cosa de gentiles, según lo ligeras -Bautistín Recio .
que iban de abrigo. Bautistln todo lo mirnba in· -Vamos A ver, Bautistín: ¿q,ué te gusta mAs,
diferente. Por fin encontraron al obispo sentado esta casa ó la cárcel?
en un sillón y rodeado de sacerdotes, jóvenes -Allá se andan-contestó Bautistiu.
casi todos Su Ilustrlsima tomaba el fresco y -¿Por qué?-repuso el obispo un tanto sor-
platicaba con sus subordinados sobre asuntos prendido.
teológicos. -Porque en esta casa be visto también
Al ver al obispo, antes de llegar á él el muchas reja& y muchas puertas cerradns. Sus
padre .José se descubrió . Bautistln no le miró moradores no deben estar rouy libres que di·
siquiera. gamos.
-DIOs guarde á Su Ilustrlsimn.-dijo el cura -Aquí no hay presos-dijo el obispo.
postl<\ndose ante sus plantas ~- besándole el -Tal me pateció el seiíor al entr<1.r y Yerle
anillo. rodeado de gente tan seria.
-Dios nos guarde á todos-le contestó el El obispo guardó silencio, y luego, como
obiPpo echándole la bendición. queriendo quitar la impresión que podinn ha-
-Dios os guarde-exclamaron los demás sa· ber causado á los presentes las palnbras del
cerdo tes. muchacho, dijo:
-(,Es este el mucbacho't'-pregunto el obispo. -Yo salgo cuando me place y tengo lo que
-Si, Ilustrisima-repuso el viejo cura. se me antoja.
-No parece muy bien educado. -No sé-contestó Bautistin.
44 F~:DEIUCO URALES
LOS IIIJOS DEL AMOR. 45
quitas con tus hechos, te inscribirás en alguna -Bueno, pues; ahora tengo yo un placer en
misión ... llamarle padre, porque aunque usted no lo sea
-Señor obispo, el remedio es peor que la en- mio, se ha portado usted conmigo mucho mejor
fermedad-interrumpió Bautistin. que ciertos padres.
-Déjame co"1cluir-exclamó el obispo. Bautistín se separó del obispo con los ojos
Bautistln guardó silencio; el prelado con humedecidos, y Su Ilustrísima sentóse en un si·
tinuó: llón, algo fatigado y un poco pensativo: hasta
-Lut>go, antes de embarcarte, desaparece· hubo quien dijo que llol'ó amargamente. ¡Miste-
rás, cambiarás de nombre, y ¡á vivir! Yo me rios del corazón y de la Iglesia!
encargo de m!lta rte y de hacerte los funerales.
Te habrás ahogado, habrás sido asesinado ... en
fin, algo habrá ocut rido.
-Acepto, con una condición.
-St>gún sea ella.
-Con la condición de que sea trasladado al
Serr·inario de Madrid y pasar alli el afio que me
queda de martirio. Aqui la vida se me ha hecho
casi imposible. Yo no puedo ocultar la verdad,
Y 11qul la verdad me matatla notes del afio ó yo
habrh. hecho una b~rbaridad.
-Lo comprendo, y acepto tu condición, por·
que contribuye más á la eficacia de mis planes.
-Asf, pues, pacto hecho.
-Pacto hecho; ma:flana mismo se comunica-
rá la orden de tu traslado á Madrid. ¡Un abra-
zo, Bautistfn; ahora no nos ve nadie, y puedo
manifestar mis sentimientos de hombre con en-
tera libertad!
LOS liiJOS DEL AMOJt 61
estaban contentísimos de Bautistín; tan buena
conducta, acompañada de una admirable inte-
V
ligencia, permitía augurar un gran reclamo
para el Seminario. Porque hay que advertir
que al día siguiente de llegar Bautistin á Ma-
Bautistín, rebelde drid 1 así el director como los proresores Y a l·
gunos seminaristas, re~bieron cartas de Ovicdo
en las que se les daba el pésame por habetles
Como habían convenido Bautistin y el obis- tocado en ~uerte hacer un sacerdote de Ba u .ts·
po, al día siguiente el muchacho sali ó para Ma- tín, de quien decfau que era el miemisimo de-
drid acompafia.do por un profesor de¡ Semina- monio, así por sus hechos como por sus pala-
rio, quien durante el viaje no cesó de preguntar br~s. ¡Calculen los lectores el efecto que la
á Bautistín si era pariente del obispo ó qué cla- conducta ejem 1)lar de Ba.u Listín debía causar en
se de amistad le unía á él. Como es de suponer, el Seminario de .Madrid, donde se creyó que la
Bautistín contestaba burlándose del profesor Y vid1.- que el mucb.tcho babia hecho en Oviedo,
de eu vulgar astucia. tan distinta de la que observaba en la capital
Seminarista y sacerdote llegaron á la capi- de Espaüa, obedecía á deficiencias del régimen
tal de Espafia, y el profesor del Seminario de intenor de aquel establecimiento. Sin embazgo,
Oviedo entregó al director del Seminario de nad.t ni nadie había cambiado. En el Semim~rio
l\!a1rid á Bautistln y um\ carta del obispo de de Madrid reinaban loa mismos VICios, las ruis-
Oviedo, de que era portador. mas intrigas y las mismas envidias que en el
No bien Bautistln se hubo instalado en su de Oviedo, y Bautistfn no hacía más que cumplir
nueva celda, cam bió por completo su carácter. la p11.labra empefiada al obispo, por medio de
En nada. se metía, no discutfa nada y at~istla la cual creía pagar una deuda de agradeci-
con puntualidad y compostura á todos los oficios mieuto. Por dentro continuabtl. B~utistín siendo
espirituales, si bien no les otorgaba la confo r- el satírico ~ el rebelde de a ntes. Ma s como el
midad de su conciencia. Los nuevos proresores estado de ánimo del muchacho no trascendí...L
al exterior y él babia sabido burlar y engaftar
62 F.I!.DERICO URALES LOS UIJOS DEL AMOR 63
á lo::~ agentes del Seminario que se le acercaban -Lo procuraré- contestó el director, y Bau-
continuamente para explorar su ánimo, los pro- tistln se retiró .
fesores y los seminaristas de Oviedo se haclan Pasó una semana, pasaron dos, pasó un mes,
cruces al leer las nuevas q ue, respecto de Bau- y el director del Seminario nada contestaba á
tistin, se recibían de Madrid. Bautistin, y hasta evitaba encontrarse con el
Al cabo del ano, el joven pidió permiso para muchacho.
hablar con el director del Seminario, hombre .IJansado éste de esperar, un dla salió al
que á fuerza de astucia habla logrado que en el en~ue1 tro del dirPctor, diciéndole:
palacio episcopal y en el Seminario sólo se hi- - Usted dispense, padre director.
ciera lo que á él le daba la gana. - ¿Q.ué quieres, muchacho?- contestó el di-
-¿Q.ué quieres, Bautistln?-le dijo el direc- rector sin detenerse .
tor al ver entrar al muchacho en su gabinete de - El señor d1rector debe haberse olvidado
estudio. de darme una contestación.
-Q.ue se me autorice para forma r parte de - ¿Q.ué contestación?-repuso el sacerdote,
alguna. misión extranjera. disimulando.
- ¿Quieres dejarnos? -Concederme permiso para agruparme á al-
-Deseo dar más que estudios y prácticas re· guna misión.
ligios4s á la causa de D ios. -¡Ah, sJ! ahora recuordo-,.-contestó el direc-
-De aplaudir es tu propósito, mas aguarda á tor-. l\Iejor seria qu e lo pidieses tú mismo al
poner Jo en práctica cuando te hayas ordenado. señor obispo.
-Me ordenaré catequizando idólatras. - Se lo pediré; pero si yo Jo hubiese sabido
El director com prendió que el propósito de a.ntt:la, ..
Ba.utistfn era inquebran table, y como no teula El di t·ector miró á Bautistin con cierto rece-
ganas de dejarle partir, dijo: lo Y se a lejó. No le había g ustado aquella espe-
-Dentro de pocos dlas te daré mi contesta- cie de censura que envolvla.n 13US últimas pa- -
ción. labras.
-Ruego al seilor director que sea favorable Bautistin se fué á su celda algo preocupado
á mis deseos-repuso Bautistin. Y escribió al obispo de Madrid-Alcalá, solicitan·
64 l•' l!:DEltlCO U KALK~
LOS IIIJOB DEL AMOR 65
l
72 l."EDERICO U RALES LOS IHJOS DEL AMOR 73
-He dicho que habla Bautista Recio, y si -Se conoce que el que interrumpe es un cris-
otros dijeron antes que yo lo que yo acabo de tiano; si hubiese sido un médico diría: e El borra-
decir, significa que nacieron primero, no que cho es un enfermo. • M:as yo al médico y al
fuesen mis maestros . Además, y o soy fuerte, y cristiano les digo que el a lcoholizado es un ser
porque soy fuerte amo á. los débiles. No á loe que no vale un minuto de mi vida, porque con
débiles por degeneración, que de ellos mi socie- su enfermedad ó su desgracia, no hace más que
dad ideal no puede esperar nada, sino á loe estorpecer la vida ajena, sembrando infelicidad
débiles por ser niños, por ser viejos ó por ser á su alrededor. Y si la Naturaleza selecciona y
mujeres. Son mis amores. En bien suyo deseo mata sin piedad á los inadaptables, á. los débi·
yo mostrar mi fortaleza, desarrollar mi fuerza., les por degeneración, no hemos de ser nosotros,
mi inmensa fuerza . En bien suyo, deseo yo sa.· naturaleza al fin y a l cabo, los que han de en-
lir de este infierno de mentira y de hipocresía; mendar la plana á los agentes de la vida, de la
en bien suyo deseo gozar. Y he a quí por qué el salud y de la fuerza. Y repito que por ser yo
bien es goce. Yo veo un viejo en e l suelo y fuerte, amo á los débiles, á los débiles porque
acudo solicito á levantarlo . Yo veo un nifio que se van, á los débiles porque llegan y á los dé-
no llega. á coger una pem del peral, y lo leva.ñ- biles porque reproducen la eternidad.
to en mis brazos para. que coma. Yo veo una. Y así á ese tenor, se prolongó la. conferen-
mujer parturienta, y paso una noche á la cabe· cia largo rato.
cera de su lecho aguardando la venida del nue-
vo ser. Mas yo veo á un borracho tendido en el
suelo Y paso sin detenerme. Es asf como se
hermana el sentimiento de mi individualismo Y
el de la solidaridad human:.\. ¿Quién dijo tal
cosa? Yo no sé que lo baya dicho nadie, y si an-
tes que yo alguien lo dijo para mí es como si
hubiese callado etername~te.
-Pero un borracho es un desgraciado-ob-
servó un semlDansta de los ('yentes.
LOS IIIJOS o~;L AMOR 75
sacnra, obtenía las que él decía de antemano -¿Cuáles son esos medios?
para cada asignatura. -Pronto los conocerá usted prácticamente:
. No es de extraüar, pues, el empeño que el no ha querido usted por las buenas, pues querrá
dtrector del Seminario tenia en querer para los usted por las malas.
suyos aquella poderosísima inteligencia.. -Bueno; m.as advierto al señor director que
Tan pronto supo el jesuita director que lo no estoy tan solo como parezco-dijo Bautistfn
que quería Bautistín e1«. gozar de la vi da, le retirándose.
llamó y le dijo: L,ugo rato pensativo, se paseó el director
-Le crefa A usted, Bautistín, un hombre avi- por su despacho: cuando ya iba á salir, al pare-
sado, mas acabo de convencerme de que es cer con una resolución enérgtca, desde la puer-
usted algo torpe. ta dijeron:
-Siempre por tal me tu ~e-repueo el mu- - ¿Se puedeí'
chacho sin pesta i1ear. -Adelante-dijo el director.
- Si quiere usted gozar de la vida, ¿puede us- -¿Ha leído usted El País de hoy?- preguotó
ted goz ara
1 meJor
· que s1endo
· un excelente obis- un profesor entrando .
po ó ~n buen padre jes•1fta, fuerte y poderoso? - No- con testó el director .
. - SI señor; puedo gozar mejor de la vid~, - Pues haga usted el favor de leerlo.
stendo un poetR. de ella. - ¿,Algo de Un clérigo de esta Corte'!
-~o sea usted sofiador. Un fraile listo, goza -No sefior; se trata de Bautistin.
de todas las ven tajas del horn bre, y además las -¡De Bautistin!-exclamó el director con
del fraile. coraje.
-Pero no querif'ndo ser yo un hombre como -Á lo menos esta es nuestra creencia: el
los demás ni un clérigo corno todos, de a hí que el articulo dice cosas que sólo Bautistin es ca-
00
me convenz•\ la perspectiva de goza r de las paz de decir y de saber.
madres, de las novicias, de las a~as ni de las -¡,Qué dice?
dádivas. -Haga usted el favor de enterarse persona.l-
-Veo que será menester recurrir á los me- tnente-exclamó el profesor entregándole un
di os extremos-repuso el director con enojo. número de El País.
FEDERI CO URA L ES LOS ntJOS D EL AMOR í9
- Mejor será que me lo explique su mismo ñor director me hu biese nombrado s11 secre-
autor. tal'io.
El padre director tocó el timbre y dijo de El director se mordió los labios y a r rojó so-
m.. l humor al familiar que ap1\reció: bre Bautistín una mirada terrible, que el mu
- Que se pres~ote Bautistin. chacbo resistió eerenamente.
- ¿Me retiro?-preguntó el p rofesor. -¡Es que se ha propuesto usteci dejar la vida
- Puerie usted quedarse; me interesa que en este Seminario! - dijo el director f uer a de sí.
presencie 11uestra entrevista. - No me lo he propuesto, mas como se puede
Poco t.'~ rdó en aparcer Bautistin. Con una dar el caso de que me muera estando bueno, he
mirada comprendió el joven de lo que se trata· tomado mis precauciones.
ba y que l¿¡, lucha iba á aer formidable. Bajó - ¿Qué precauciones?
los ojos un poco y llamó, eon un esfuerzo de su Bautist(o, adivinando que sólo u n gran gol-
volunt,~d, á todas sus facultades mentales, para pe de audacia podía salvarle, dijo con sencillez
que estuvieran preparadas y se p resentaran Y sounente:
cnda una á l<l. orirnm a. indicación , aaf que fu e· - Mire usted, sefior director: le hago la j us·
sen llamtldas, según las peripecias del combate. ticia de creerle hombre inteligente, y usted me
Bautitotín uo lo i"'ooraba·
o 1
el dir ector era hace igual justicia; lo be comprendido . Nos en-
hombre tenaz é inteligente; era, además, pode· contr~tmos, pues, frente á frefite, dos volunt a -
roso, Y p:lra vencer en aquel comb.ate necesita des. Usted tiene más mundo que yo · tiene tam-
b~ el muchacho dt> gran astucia . E!\peró á que bién más fuerza material. Yo soy ~uy joven y
le preguntasen, y el director le miró de pieP A s~lo dispongo de mi entusiasmo y de mi va lor.
cabeza, como para medir y a quilatar su poder. Tiene usted, pues, sob re mí muchas ventajas ,
Bautistln comprendió que aquel era el mo me1tto Y puede vencerme fácilmente. P ero yu. com-
decisivo, y q ue estaba perdido si de a lli no salla prenderá usted que yo, vencido y todo he de
vence·ior. darle á ust e d m u che. guerra y que de la' lucha
- ¿Podrfa usted decirme qué publict\ hoy El conmigo e 1 po d er de usted ha' de sah. r muy que-
P ala- exclamó el jesuita mirándole fijamente. brantado p . .
. · orque yo tambtén tengo m1e ve nta-
- No sabia- con testó Bautistin-que el ea- Jas: la de conocer á mi rival por lo que él es y
!:lO 1-' LDJ;;RlCO URALES LOS lltJOS DF.L A:\lOR 81
por lo que representa. Yo puedo morir envene· todos ustedes, tengo lib1·os explosivos y substan-
nado y puedo vivir aqui eternamente encerrado cias explosivas y amigos capaces de ir á la
entre cuatro paredes, como un loco. Todo esto muerte por sus ideales, ¡como ustedes! No; más
lo comprendo; pero yo tengo en el Seminario superiormente que ustedes, porque somos más
mi trabajo hecho y fuera del Seminario también. valerosos y despreciamos más la muerte. Somos
-¡Su trabajo becho!-exclamó con rabia el dos poderes frente á frente. Vea usted si le
director, comprendiendo que Ba.utistín se habla conviene intE'ntar mi muerte, ya que mi con-
preparado pacientemente para una lucha for· versión·no ha de lograrla, ó echarme del Semi-
midable. nario.
-¡Mi trabajo hecho, sí sefior!-prosiguió Puso Bautistln tal convicción en sus pala-
Bautistin-. .Aquí, en el Seminario, he consti· bras, que al director no le cupo la menor duda
tuldo mi sociedad secreta, como si dijéramos de que babia mucha verdad en lo que el joven
otro jesuitismo, del que yo soy el general, y sé decla, Y á dar más visos de verosimilitud vino
de la vida de usted mejor que usted de la.mla; el recu~>rdo de los atrevidos y misteriosos aten-
porque también tengo mis espías y mis servido· tados llevados á cabo por los nihilistas rusos, y
res hasta en la servidumbre de usted, hasta su fe por una sociedad mejor, que los llevaba. á
entre los cocineros de la. casa. toda clase de sacrificios.
Dijo Bautístin chasta entre los cocineros de El padre director vaciló; el profesor alH
la. casa,. con tal intención, que el director se presente no hacía mAs que mirar á Bautietln
aterró. Bautistln se dió cuenta del efecto que eorpren d'd
1 o de tanta audacia; pero recordando
'
sus palabras habían causado en el ánimo del el padre director que en aquel momento repre-
director, y aprovechando la ocasión continuó sentaba la fuerza del jesuitismo enfrente de otra.
dando pruebas de su gran audacia. fuerza que t am b'A .
kn era mmensa porque eu
-Soy libertario, y de los individualistas; ten· :oder estaba en la acción indivi~ual y en el
go en el Seminario mi grupo, que está en rela· Aes precio de la VJ·da, que· convJerte
· en t'jércitoa
ción constante con loe grupos de Madrid, con 1
r os hombres decididos, hizo un supremo ee-
los de Espafia y aun con los del extranjero. Y uerzo y dijo:
aqul en el Seminario, invisibles para. usted, para -¿Crees que me ame d rentas? ¿Crees que soy
6
FEDERICO URALES LOS IJIJOS DF.L AMOR 83
inocente hasta el punto de tomar en serio cuan- -¿,Ve usted este libro?-repuso el muchacho
to acabas de decir? mostrando uno que tenía en las manos.
- ¿No? ¿No tom ,~ usted en serio cuanto acabo El director nada contestó; miraba y no vela.
de deeír?-exclamó Bautistin seguro de la ven- Además, el libro que le moetraba Bautistln era
taja que lle~aha á ~u rival- . Pues bien-aña- La vida de San Vicente.
dió somt~o ndo serenamente- ; le voy á dar una -Le parece á usted La vida de San Vicente,
prueba de que es vet·dad cuanto acabo de deelr, ¿verdad?
que tengo mis agentes secretos y mis aliados -Y lo es- dijo el profesor, viendo que el di-
en todas las dependencias del SGminario, en rector nada contest,tba.
Mad1 id y fuera de Espana. Yo no he salido del -Pues no lo es-exclamó B11.utistln-. Está
seminario desde que en él entré, ¿verdad? Pues encuadernado é impreso lo mismo que la. edición
bien; en el Seminario hay más de cincuenta de La vida de San Vicente. La tapa dice, efecti·
ejemplares de Así hablaba Za1'atu11t1·a de El vamente, La vida de San Vicente, la portada
t:nico y su Propiedad, de La mejo¡· 1·azdn, dina- también, y aun las primet·as planas del libro;
mita, de La mo1·al del amo1· libre, de La conqui~tta mas dentro contiene La mejor razón, dinamita,
del pan (1), de La sociedad {utu1·a (2) , de La Receta contra la mo1·al y La anarqula. Es una
mentil·a ctiiJtiana, de Recetas cont?·a la mo1·al de
)
ed1ción especial par!\ conventos, cárceles Y
Los crfmene8 de la Compañia de Jesús ... cuarteles. Libros como estos hay muchos en el
- ¡Calla,
•
calla!- gtitó el director-·1 todo es Semíuario, y sólo la esperanza de que algún
mentm~. ¡Aquí no hay tales libros! día he de salir de aqul, ha evitado que eche
-¡Que no! - repuso tranquilamente Bautis- abajo el Seminario con los explosivos que pue-
tin-. Hay más; hay tamb én Manual del buen den fabricarse utilizando los elementos de la.
revolucionm·io ... cocina y de otros que ustedes mismos ponen al
Bauti~tir guardó silencio; el padre director alcance de todos los scminaristns. La cuestión
estaba. anonndado; el proft-sor no perdía un es saber combinar esos elementos, y yo sé com-
mo\'i miento de BautistiL. binarlos; somoe muchos en el Seminario los que
(1 l ~uhlicacla pOI· esta Cu!!a Editorial.
sabemos hacerlo. ¡Ya ve usted si me han he-
(2 ldt~ul, ídem. cho poderotlo la ciencia y mi fe! Tan poderoso
FEDif.RICO URA LES
LOS IIIJOS Db:L AMOR
- ¡Pues Yamos á la Puerta del Sol, y después ta segundo derecha y abrió una mujer como de
ya veremos! - se dijo Ba.utistín, é hizo parar el cuarenta años, bien parecida, alegre y hmpia.
tran vía: éste paró, pero a l ir á poner el joven -Pase usted- di jo la mujer á Bt~utistin- .
su equipaje en el vehículo, el cobrador le dijo: ¿Quiere usted un cuarto'(
-No se admiten bultos . - S! se.ñora.
-Es mi ropa-dijo Bautistín. - ¿Cuánto qu iere usted pagar'?
-Menos - repuso el cobrador-· no se admi- -Lo menos posib le.
te ropa vieja-y tocó el timbre de 'marcha. -Entonces nueve reales.
Bautistln se quedó con el Ho en la mano y Y lo instaló en un cuartucho que no tenía
en medio de la calle. ¿Qué hacer? Ignoraba si más a bertura que la puerta, situada en un co-
la de Malasafia estaba cerca ó lejos, y andar por rredor de la casa. Bautistfn, a unque el cuarto
Madrid con lu ropa á cuestas sin saber dónde no le gustó, porque en él no podía leer ni es-
dirigirt>e, no era muy agradable. cribir por falta. de luz, nada. dijo de momento,
- Seiiorito- le dijo un golfillo en aquel mo- pero al pagar exclamó :
mento-, ¿quiere usted que se la lleve? -No pago más que ocho días adelant~dos,
-No-dijo Bautistln- , que tengo más fuer· porque no sé ol ttempo que estaré en Madrtd, y
zaqu e tú, pero acompA.ñame á la calle de Mala- porque si estuviese mucho tiempo, este cuarto
salia Y te daré treinta céntimos. no me conviene.
-Sigame usted-dijo el golfillo. - ¿Por q ué?-dtjo la duena. . .
Y ec.haron los dos calle arriba. Después de -Porque necesitaré 1eer Y esct•tbtr, Y aquí
andar cerca de media hora, B... utistfn y el gol-
no podría. .d d d
fillo llegaron al número 14 de la calle de Ma- -·Ah! Por esto no tiene usted neceet a e
1
lasafia Y el muchacho preguntó á la portera, buscar otra casa. ¡Venga use 't d baga usted
después dtl pagar a l golfillo:
el !a.vor! 1
- ¿En la casa ha ~· una inquilina que tiene y le enseftó una habitación con ventana. a
huéspedes?
patio.
-Seg~ndo, derecb~-contestó la. portera. .
-¿Le strve ést"?
.. - volvió á preguntar la
Bllutlst!n subió la t:ccaler ...... Llamó á la puer- duefia.
90 FEDJ:dUOO ORALES LOS UIJOS DK.L aMOR 91
que durante este tiempo haya dado queja algu- -Está bien, señor; pero ¿qné clase de anor-
na t-11 la. casa ni e u la calle. malidad be de ver en el joven?
-¿S..tbe usted que clase de huéspedes tiene? - Si se retira tarde; si ruando lo hace ll eva
-SI señor; (.pero quién ~s usted y qué quiere? , algún envoltorio; si es visitado por gente mal
-Soy agente guberuativo y tengo orden de veetida y peor calzada ...
a>eJ iguar si en el p1so segundo derecha. se al- -Bueno; pero ¿Ps que corremos algún peli.
berga algún sospechoso. gro?-preguntó la portera uu tanto asustada- .
-¡Vu·genSantfsima!-exclamóla portera- . ¿R1ty ladrones en casa? ¿Es preciso asiear 1t.
¡G<!ute sospechosl\ en casa de dona Colasa! doña Colasa?
liu e usted, ahora no tiene m,\s huéspedes que - No; por ahora no se alarme ust~d ni diga.
un sefior cu1 a, un estuú1ante y dos artistas de usted nad·1. Quizás ha sido una falsa den uncia,
te11tro, muy decentes. pero el confidente ~ataba bien enterado.
-Ese estudiaute que usted dice, ¿qué edad El inspector se fué y dió parte a l goberna-
tie.1e? dor de sus io~ estigaciones y de los encargos
-Uuoa veiuticiuco afios. que habla dndo A la portera.
-¿Y ee-. estudiante? El gobE>rnado r no se acordó más del terri-
- Aspecto de tal tiene. ble 1tnarquista y Baut1stín se paseó por Madrid
-(,Cuánto tiempo hace que es huésped de la dos ó tres días para orientnrse; escribió á sus
e ase.~'? padres diciéndo les que no sintiendo vocación
-Desde ayer. para cura, habla. abandonado el Seminario, que
-¿Qué .-ida ha hecho desde que llegó? estl\ba bien y que irfa á ~er l es .
.-Me parece quo no ha. hecho más que dor· Al sexto día llamaron A la puerta de lacas&
IDII' p b dond e vivía Bautistln, y al abrir la duefia se
. ' orque d. salido solo uua vez y ha vuelto
:Ll IUStQ.ute. encontró con un sefior misterioso que le pre-
-SJ nota. usted al"',o .~normal
. en el nuevo guntaba si en tre sus huéspedes babia un joven
h uésped ha.,.a u8 t 0 d f
• '
0 1
e a.vor de avisat·me. Este que se llama ba Rwtista Recio; dolla. Colasa
es llll uon1b 1·e y dom· .1. .. contestó que al, algo asustada, y el desconocido
. lCl lO-diJO el agente dando
uua. tarJeta á la porterz... ' pidió habla r con él.
94 FF.DP:RTCO URALES LOS lliJOS DF.L AMOR 95
Bautistin, que desde su cuarto ola la con- decirse de mi; con transmitirme el deseo del se-
versación, salió v dijo: ñor gobernador, habría usted cumplido con su
- ¿Qué se le ofrece á usted, caballero? deber.
- ¿Es ust~d Bautista Recio?- replicó el des- Tenía tc1.l fuerza enérgica el gesto de Bau
conoctdo. tistfn, habla tanta serenidad en sus facciones y
-Sí señor-repuso Bautistln-. ¿Y usted decln. las cosas con tanta majestad, que el
quién es? agente, en vez de replicar de mala. manera,
La manera. de preguntar de Bautistln im- como t>S costumbr e entre los de su clase, despi-
preE,\onó al caballero, quien contestó de mejor dióse pidiéndole mil perdones.
modo: Quedaron solos Bautistln y dona Colasa, y
-Soy el delegado del distrito; me envhl el tan pronto ésta cenó la puerta, detrás del de-
señor gobernador. legado, exclamó:
-¿,Qué quiere de mi el sefl.or gobernador? -¡Yo quiero ir contigo, muchacho!
-Desea que vaya usted A verle esta tarde á -¿,Por qué?-preguutó Btlutistin.
las seis. No es para mal-dijo dtrigiéndose :\. la. -Por ver Bi te ocut·re algo.
duena-. Quiere conoc<>rle , porque le han ha- -¿Qué me ha de ocurrÍ!? Ihblaré con el se-
blado de ese sellor como de un elernPnto peh- ftor gobernador y no me ocurrirá nada..
groso y desea enterarse de si el señor es ver- -¿Y si te ocurre? ¡Ay, pobre hijo dP mi
d arler lroente Jo que de él se dice. alma!-exclamó lloriqueando la patrona-. ¡No
-¡Peli~roso e~te muchacho! - repuso dofla quiero que vayas solo! '
Co1ae;\, que habla tomado cariño á Bautistfu- . -¡Señora! El goberuador creerA que se trata
¡Si es mejor que el pan! Mire usted sólo hace de un chiquillo, y yo, aunque joven, me be visto
'
8P.is ó siete dlas que le conozco, y si tuviera una. en trances peores.
bija casadera. y me la pidiese, A manos llenas se - Bueno, no insistns; il é contigo, pero espe-
la dar!~; basta creo que se la darla sin que roe raré en la. calle, y s1 te ocurre algo, yo tengo
la pidiese. mis relaciones, y ¡ya. verAs!
-Usted-dijo Bautistln dirigiéndose al dele·
gado-no tenia necesidl\d de decir lo que puede ----
LOS nr.JOS DEL AMOR 97
-Bueno, bueno; no se enfande usted-dijo :Mas regresó el ujier y ni siquiera miró á Bau-
el ujier cuando supo que era el gobernador el tistfn. El muchacho no sabía si sentarse ó mar-
que llamara á Ba.utistfn, y cuando vió que acu· charse. Volvió la cabeza hacia la puerta de
día gente-. ¿Á quién anuncio? entrada y vió á doña Colasa que se paseaba por
- Á Bautista Recio. una salita de espe1 a que habla al final del pasi·
-Está bien-repuso el ujier, y desapareció llo. Bautistla a cabó por esperar sentado. El
por una. ma'llpara. verde que había en el fondo. muchacho notó que por el corredor pasaban
Los guardias, los ujieres y los agentes vestidos hombr~s con gn~ndes mostachos y enormes bas-
de paisano que hablan acudido, miraron á Bau· tones que le miraban y desaparecían . Así estu -
tistln con cierta insistencia y se retiraron al vo mas de media hom. Tanta curiosidad acabó
ver que la cosa no tenia importancia, y el joven por poner de buen humor al joven, y decidió
esperó de pie frente á la mampara. divertirse un rato a costa de aquella gente.
-El sefior secretario me ba dicho que haga -Oi~a usted-dijo á uno de grueso garrote
usted el favor de esperar- dijo el ujier aalien· que en aquel momenLo pasaba por delante de
do-. El señor gobernador está celebrando una Bautistln.
entrevista reservada. - ¿Qué se le ofrece?- exclamó el interpelado
-Bíen, pero no me lo diga usted si es reser· deteniéndose .
vada- dijo Bt~utísti n. -¿Sabe usted si ha salido?
-¡Se burla usted de mil-exclamó gritando - ¿,Qui6n?
otra vez el ujier.
-El bicho.
- ¿De usted? ¡No, hombre! - ¿Qué bicho?
-Es que ... -El bicho que está detrás de mí-repuso
En aquel momento sonó un timbre y el Bautistín mal conteniendo la risa.
ujier tnarchór;e por la mampara sin acabar la -·Oiga usted!-gritóle el del garrote- . ¡El
1
frase. ' ' ho 1·
b te
director del Seminario no es ningun
cAbora me llamarán•, pensó Bautistln, y Bautistín quedó perplejo. e ¡Qué dice ese
no se Rentó, creyendo que al volver el ujier le animal!•, pensó.
dil 1 ~ }Ue P 1 ara al dcspaehn del gobernador. .Mas a l instante adivinó lo que ocurrla. De·
100 FEDERICO URA.LF.S
LOS UIJOS D~;L AMOR 101
trás de él babia un tabique, al otro lado del
cual debla. estar el despacho reservado del go· - Dale con que es por culpa mía-dijo Bau-
bernador, y con éste <>1 director del SAmina.rio. tJstin- . Si yo no le conozco A usted, ui al
El policia sect eto CtPyó que B11utistln se refería selior gobe1 nador, ni al ujier, ni al secretario ...
a.l directot, y para demostrarle que sabía hacer Eu fin, ."t. nadie conozco. Soy asturiano Y no
respetar á las personas de pro, babia cometido hace ruás que seis días que vivo en .Madrid.
una fenomenal indiscresión. Mas Bautistín, disi- - Pues durante estos seis dlas ha. armado us-
mulando la importancia que para él tenia aquel ted un llo fenomenal-exclamó el agente- . El
descubrimiento, dijo: padre director del Seminano se queja de que no
-Es una broma. ¿Cómo podía suponer yo se haya tomado ninguna providencia extraor·
qu e al otro !ajo de este tabique estuviese preso diuaria. contra usted y de que no se le vigile .
el director del Seminario? - ¿Y qué culpa tengo Jo?-exclamó Bau-
tifotin.
-No eeñor, no está rl'3tenido su antiguo di-
r ector de usted; ha venido para celebrar una. - Y dice que se va á quejar al ministro.
entreviQta con el señor gobernador. ¿Sabe usted? -Y puede que le dejen á usted cesante, por-
Y cuidado con lo que se dice ... Después que él que no me han 'igilado.
ti en~> la culpa ... - d1jo el policía dirigiéndose al -Sólo nos faltaba. eso- repuso el agente-.
ujier. Usted dign. que le hemos vigilado mucho, por
-Se bul'la de todo el mundo-repuso éste. favor. Por·que á la verdad, temamos orden de
-¡Me burlo! ¿De quién me burlo?-diJo Bau Vigtlarle á usted, pero como no velamos nada
tistt ba.ciéndoee el inocente. uuormal en su vida l e hemos dejado. Mas se
1 .•
- I la llamado usted bicho al padre dir~ctor Co~toce que el padre d1rector tenia también vigJ·
del Seminario, y ha de saber usted ... !antes que vigilaban si le vigilábamos A usted,
Otrl\ vez sonó el timbre y otra vez el ujier Y de ah{ sus quejas. . .
desapan~ció por la mampara. -No pase usted cuidado-dijo DautJstm-,
-Y ha de s.tber usted-continuó el agente, .
que deJaré en buen 1uga1. su celo y dili ""'encía.
que ha'bia callado al sonar el timbre-que por de agente . Diré que estoy f<l.Stl·d·Ul d0 de tanta
culpa de usted el!tamos todos los agentes ... vigilancia.
-1\Iuy bien-exclamó el agente.
102 FEDERICO ORALES LOS DIJOS DEL AMOR 103
-Que no dé usted la razón á sus enemi- á usted una prueba de confianza . ¿:Me promete
gos. usted guardar el secreto?
-No se la daré nunca. -Se lo prometo-contestó el gobernador, ra.·
-Quiero decir que no me obligue usted á que biaudo por conocer el secreto.
manana me puedan decir que por culpa mía -¡Mire usted!-dijo Bautistin.
usted ha hecho una atrocidad . Y sacando un papel del bolsillo, se lo
-¿Pero qué atrocidad 1uiere usted que haga? mostró al gobernador.
Á nadie conozco en Mndnd; no me relaciono En el papel estaban escritas estas pala. ·
con nadie ... bras:
-¿Y los grupos?-preguntó el gobernador. eMe han asesinado los jesuitas; el que ha
-¿Qué grupos? armado el brazo contra ml es el director del
-Los grupos anarquiotas que estaban en re Seminario de Madrid .,.
lac1ón con u&ted. -Este escrito lo lle>o siempre encima- con-
-Otro infun1io; lo que yo quería era salir tinuó Ba utistin- . Si me asesinan, él descubrirá
del Seminario. é. los asesinos.
1
-¡Cuando el director sepa que ha sabido as -¡Y parece escrito ron sa.ngre!-exclamó e
ted burlarse tan bien de él! ... gobernador. 1
-Que lo sepa. -¡Con sangre! ¡Ya lo creo! ¡con mi sangre.
· · para
-Aqu1, como amigos y para nosotros dos le CuatJdo á uno lo asesinan no tiene tiempo
advierto que se guarde usted de la gente e~a. buscar un tintero. Además, los peritos quimic~s
tar la. comb1
Coruo usted no ignora, yo soy liberal- continuó se encargan después de d esb ara
dici ·udo el gobernador-y no me asusto de nación, si no está oscrilo con sangre de uno
na.d,~. · · quiero decir de ninguna. 1dea; pero en m~mo.
• B
cu~J~to á los jesuitas, ¡ojo con ellos, que son de Sin embargo, y á pesar de lo dicho por a.u
. "' que su patrona
culriado par¡¡, las personas que se les colocan tistiu, era sangre de una. ga 11111 1
entJ e~ ceja y ceja! habh~ matado.
· . y hace usted
. -Ya lo sé- d" IJO B tUtlstin-
· ; y ya. que ha -Es usted hombre prev•sot' .
ador a.tim1rado.
etdo usted tan e ump l'd 1 o caballero, voy á darle muy bien-e~clamó el go b ~ro
108 Fi::OJ::RICO URALES l . OS TII.lOS DEL AMOR 109
- (,Guardará usted el secreto ?- preguntó me hayan asesinado, me tm . porta poco que cae- t
Bautistin. tigue:. á mt. matador'. 1o q u e me importa. es o-
- ¡Palabra!- repuso el gobernador , y se des- . medidas para que no me asesmen, y
mar mts te al
pidieron. una buena medid.t es enterar indirectamen
Al día siguiente, el gobernador tenía que jesuita de que estoy prevem"do on contra suyad. »
visitar al director del Seminario, para darle De estas cavilaciones lo d t·stra1·0 la voz e
cuenta de la entrevista con Bautistfn. Inútil ·
doña Colasa, . . ""
que le diJO ... po co de salir del go-
de<:ir que lo de la cat ta escrita en sangre tam- bierno: h
bién se lo contó, á pesar de la palabra empe- -·'!\Iucho has tardado, muchac o.1 .
fl~tda. BautJstiu ya lo suponía, y por esto se lo -~1 uobernador se empeñó en que habtba:os
dijo con súplica de que guardara el secreto. de comer o )untos
. un pat• d e pasteles .y de e er_
El gob .. ruador contó cuanto el m uchacho una copa de Jerez y no h e ~ odido deJar y de com que
había contestado A sus preguntas, tratando, por placerle-dijo Bautistin nendo- . ya~.. to·
cousiguiente, de quitar importancia al peligro ha sido usted tan ama bl e co nmigo 1 vam os " d
que péna. la sociedad representaba la liber tad mar un coche y A casa 1os dos ' q ue debe us te
de Bautistín, según el jesuita. El director no se estar muy cansada. . un simón
dió por conve~.:cido, y el hecho mismo de la carta y esto diciendo, se metteron en
escrita con sangt·e agigantaba auu más á sus y dijo Bautistin al cochero:
ojos la figura de Bautistin. Por supuesto que el -A Malasana, H.
jesuita dijo que lo de la ratta era un a precau-
ción calumniosa y cobat de, porque ellos ¡nun-
ca, nunca! recurrirían á tales medios . l\Ia s no
dt'jó de preocupal'le un tanto la estratagema.
Bc&utistin precisamente mostró el escrito al
gobernador para que éste se lo contase a l je ·
eaita Y la clerigalla a u duviese c on cuida do.
P c11 q ue es lo que él decía ha blando consigo
mismo al sa lir del gobierno c ivil : cDespués que
LOS [JIJOS DEL AMOR 111
tistín á todos ponía buena cara y en todas las Y resolvió ejercer de memorialista sólo para
cartas dejaba su alma, hambrienta de amor Y los amantes. Á los dos días, en el zaguán de la
poesh. Tanto creció la fama de Bautistln como casa número 14 de la calle de Malasaña, habla
escritor de misivas amorosas, que no pasaba un biombo y un joven detrás que esperaba in-
día sin que tuviera que esCJ ibir cuatro ó cinco. terpretar y transmitir amor.
Una vez la portera dijo á Bautistín: Soldados, criadas, aguadores, mozos de
-¿Por qué no pone usted aquí en e_l zaguán cuerda, peones, todo el mundo pobre de ins·
un biombo y se dedtca á escribir para los que tru cción, acudía á Bautistín en demanda de su
no saben? Ganaría usted mucho dinero. ¡Si mi portentosa habilidad para pintar amores y
marido supiera lo que usted! transmitir, con mil bellezas, lo que los aman-
-¿Memoria lista?-repuso Bautistin. tes le contaban. Bautistin no quería escribir
-Lo que sea-contestó la portera. más que cartas de amor. Se había propuesto
Bautistín dijo que lo pensar ía, y subió á su ser memorialista sólo para los enamorados.
cuarto. ' Cada carta suya era una nota nueva en el infi-
c¿Por qué no?- se preguntaba el muchacho nito modo de sentir el querer. L os humildes,
pocos minutos después, sentado en su habita por medio de Bautistín, expresaban de manera
ción- . ¿Por qué no otorgar mis ansias de amor poética y bella, con delicadeza y gracia, con
á las ansias de amor de los demás? ¿Por qué no ternura y grandeza, el amor que sentían.
ser trovador de la ventura ajena? ¿Por qué no El conocer, aconsejar y unir á. tantos cora-
dar al alma de los otros la exuberancia de ima· zones puso triste á Bautistín .
ginación que tiene la mia? ¿Por qué uno de aquellos corazones enamo·
"¡Hay arte también, mucho arte, en lo que rados no se acercaba a l suyo? ·
me propone la portera! ¡Saber de la vida de los Sentía un vacio en su vida, un vacio in·
demás y rundir lo sabido en el corazón propio; menso . Su sangre hervía reclamando besos. Iba
echarlo afuera adornado con mi sensibilidad; por la calle y se comía con los ojos á las muje-
constituirme en consolador y armonizador de res bellas . Sin embargo, para Bautistín todas
los enamorados, es misión muy elevada y muY las mujeres jóvenes eran bella s. ¡Qué cosas les
digna de mi!,. hubiese dicho! P ero no se atrevía. Alguna de
8
114 FEDERI CO URALES LOS 1IIJOS DEL AMOR 115
buena gana hubiese azuzado el oido sola mente palabras. Bautist!n se dirigió á ellas como se-
para que joven tan gallardo dejara. caer en él diento á manantial de agua clara..
un suspiro de amor ó una palabra de fuego. Las muchachas le rodearon.
Bien Jo demostraban vol viéndose para ver si -Vente conmigo, buen mozo-le dijo una
Bautistin las seguía. ó acortando el paso para rubia.
que el muchacho las alcanzara. Bautistln las miró á todas. Estaban cerna·
Bautistin no se atrevia, y las mujeres pasa- eradas y pálidas; sus ojos no brillaban, sus vo-
ban, pasaban, llevándose el alma del muchacho C€'S eran roncas. No inspimban nada, no haclan
hecha pedazos. sentir nada.. Aquello no era amor, ni siquiera
Una noche Bautistin quiso saber qué era un carne . Querian ser agradables y r esultaban
teatro; comedias había leido muchas: le gusta- soeces. Bautistln se sintió inundado de una pro-
ban aquellas en que las damas eran defendidas tunda. ttisteza y se alejó cabizbajo .
con heroicidad por algún caballero . Apenas babia andado ocho pasos cuando
cQuiero ir al teatro Espafiol:o, se dijo, des· oyó detrás de sí una voz infantil que le tiraba
pués de cenar. Y s.l teatro Espafiol se fué. piropos. Bt\Utistln siguió avanzando sin volver
Representaban Rosas de otoño. No le gustó la. la cabeza. De pronto la voz de la muchacha
obra. No babia en ella hombres arrogantes Y sonó al mismo oido de Bautistln. La mfia
valerosos, capaces de ejecutar cosas grandes decía quede:
por una mujer hermosa. Los hombres de aque- -Venga usted conmigo, señorito; jugaremos:
lla obra se movian sin vida, sin pasiones y sin no haremos más que jugar con otra hermanita
grandeza. Jnia de menos edad que yo. ¡Por mi madre, se-
La función concluyó cerca de la una: al fiorito!
llegar Bautistin á la Puerta del Sol decidió ir Aquello fu é un insulto para Bautistfn. ¡Me-
á pie hasta. su casa, echando á and~r calle de nores de edad! Se volvió airado y vió á una
la _Montera arriba. En la Red de San Luis, es- nina ba.stante bonita, como de catorce anos,
quma á la calle de Fuencarr~l, unas mucha- que caminaba J. su lado. Bautistfn miró á la
chas, que esperaban entre esta última calle y la nifin.¡ ésta se tlcercó, se acercó mucho al mu·
de .J acometrezo , 1e 11 amaron y le diJeron
.. grata• chacho y le echó los brazos al cuello. Bautistfn
116 ~'EDEI.UCO URALES LOS UIJOS DEL AMOR 117
perdió la noción de todo. Por su sangre circu· que bula, poco á poco, todo deseo carnal de la
laba fuego; su corazón latía fuertemente; el carne ofrecida.
cerebro del joven se paralizó por completo. Ni Seguro y dueño de sf, Bautistín, con más
una idea había. en su mente. No parecla. si no ganas de saber que de dar, permitió que la des-
que se había parado el pensamiento del mundo graciada se le acercase.
Y que sólo sentidos y sentidos toscos existían -¿,Hace mucho tiempo que lleva usted esta
en la. tierra. La niña le interrogaba con mirada. , vida?-preguntó Bautístin .
ducha en el arte de fascinar y acercaba, acer· Al oírse tratar de usted por un hombre des·
caba su cuerpo al cuerpo de Ba.utistín. Á apareció la mujer deseosa de conquista y con-
éste todo le parecía humo y fuego. Aquelh~ testó con respeto:
muchacha quemaba materialmente. El mozo -SI señor; diez aüos.
no tenia valor para oponerse á nada. Mas de • -Muy joven empezó usted.
pronto , como avergonzado de sí mismo, sus -SI, muy joven .
OJos adquiriE::•'on luz y su cara majestad . Besó -t.Fué por gusto?-repuso Bol' .1stín.
la frente de la. l'iña, la separó dulcemente de si, -No sefior; fué por desgra• J.. Un hombre
le dió un duro y E>e alejó más triste que n unca. me engaüó, y no tuve m¡\s rrmedio .
La muchacha hu-yó_ á escape gritando: e¡Ma· -¡Por desgracia!-muruuró Bautistln como
dre, madre!. si hablase consigo mismo- . ¡Siempre vencidos!
Las voces de la niñ · se perdieron en el s1· ¡No encuentro más qu.., vencidos en el mundo!
lencio de la noche. Lautistín siguió calle de La mujer se asustó, ereyó que Bautistfn es-
F uencarral arriba. taba loco y no le siguió más.
Al llegar al Hospicio otrll.s mujeres le sa.líe- cCaen por desgracia-pensaba entre tanto
ron al paso . .Ni oiquíera oyó lo que le decían; el mozo- ; ni siquier·a. saben · caer por a mor,
mas una de ellas siguió detrás de Bu.utistin 1 di· por gusto, y caídas se dejan llevar, llevar basta
ciéndole que era el mozo más bien plantado que el mercado basta el montón anónimo. No saben
había visto en su vida. ' nada. Una mujer seducida podrla
ser únicas en
Las palabras balagador~s de la mujer ha- ser una herolna, si en ella hubiese a lgo supe·
clan un efecto contrario al oido del hombre, del rior .•
118 FEDERiCO URALES LOS IIIJOB DEL AMOR 119
Asi pensando, Bautistín llegó á su casa y se mi energía, mio es el empeilo. ¡Se trata de in·
metió en la cama. No podía borrar de su me· teligencia! No tengo necesidad de exprimirme
moría la impresión producida por aquellas des- el cerebro para que me lleve la victoria. Mas
graciadas mujeres, abandonadas del mundo, ¿para qué sirve tanta fuerza dentro de mí si e n
abandonadas de si mismas. Carne explotada nada be de emplearla, si no he de emplearla en
por sus madrea y por sus amantes, nombres favor de un ideal inmenso, en favor de un bien
que debieran representar el respeto más puro y inmenso, en favor de un amor cual no haya ha-
elevado, el sentimiento más hondo y sublime, y bido otro en el mundo?
no representan nada. ,.¿Valdría la pena de ser fuerte si sólo lo
e Una mujer seducida, que hubiese caído por fuese para mi? ¿Valdría la pena de disponer de
amor Y que se mantuvif:ra digna de si misma, las condiciones de adaptación y de asimilación
arrogante, despreciando al canalla que la hu· de que yo dispongo si sólo para mi sirvieran?
b1ese engafiado y para la cual el fruto de sus ¿Seria realmente grande si guardase para mi
amores fuese galardón y no oprobio sería una una potencia de vida y de creación que no ne·
. ' cesito para vivir? No, no valdría la pena.
mu]er fuerte, una mujer ideal y un ideal digno
de mi.,. ,. Un capital de -vida que no sale de uno es
. Y daba vueltas y más vueltas pcr la cnma, un capital muerto, un capital robado, no ya á
sm poder pegar los ojos. la vida ajena y á la energía de la humanidad,
Á veces pensaba: sino á la dicha y á la ener9fa propia.
e Con una milésima parte de mis condiciones :oEs así como entiendo yo la fuerza indivi-
personales, me basta para vivir. ¿En qué ~m dual y la grandeza.
pleo la fuerza de vida que me sobra? ¡No be de :oMalthus Stirner Nietzsche: fuisteis gran-
procurar más que por mil ¿Vale la pena de ser
' '
des, os repeto, pero no os amo, porque fuisteis
fuerte ' de aen t'1r tn.nta fuerza. en mis músculos egoístas. Fuisteis grandes, pero fuisteis secos.
y .en mi cerebro? ¡Se trata de astucia! Con una No supisteis que la mayor grandeza y la torta·
m1lésima parte de 1a que d1spongo . me sobra leza mayor es aquella que se convierte en
para salir adelante. ¡Se trata. de valor! Con que amores.
ecbe mano de la p 01.ct·ó n más ms1guificante
. . de :oQue me dejen, ¡sf, sí!, que me dejen ''ivir
120 FF.DERICO URALES LOS IIIJOS DEL AMOR 121
solo. Quiero vivir íntegramente la vida de mi hubiese atrevido á echarle una semilla, á sem-
vida, que deseo dedicar á mis satisfacciones y brarle una flor. Yo quisiera un terreno que se
á mis placeres; pero yo quiero lanzar desde viera eternamente azotado por el viento y de-
este cuartito mi fuerza al mundo para que caiga vastado por el agu11 . Yo quisiera un terreno así
en él Y lo destruya unas veces, para que caiga para demostrar mi fuerza, mi voluntad y mi
en él otras y siembre bienes. energía; porque estoy segur~ que alH donde
»Con mis zarpazos de león quisiera amon to- nadie se hubiese atrevido á echar una simien te
nar, amontonar desgracias; sacarlas de aquí y ni sembrar una flor, yo baria un paraíso con
de allí, Y cuando tuviera reunidas un montón mis brazos, con mis músculos, con mis grandes
grande, muy grande, cogerlas todas y lanzar- energías físicas y mentales. Y luego de crear
las al rostro de los poderosos, ae los que son un paraíso en una montaña de roca, donde todo
poderosos porque los demás son tontos ó igno- se viera devastado por el viento, ó en una lla-
rantes .. · Porque esta es otra cosa. Ilay hombres nura de arena donde todo fuese secado por el
fu~rtes como yo, cuya fuerza está en mí, en
' el paraíso, un paraíso que se-
sol, yo regalaría
ml. sangre sana, en mia músculos recios en , ria mio, como mía es mi sangre, como mía es
~~ cerebro rico de recursos y de energías y de mi vida á las nifias v á los niños, á las jóvenes
1
eas, Y hay hombros fuertes, porque los demás
' .
y á los viejos, los cuales, vestidos de blanco, se-
han abdicado en ellos su fuerza. Son sus colo- rian mis mariposas y yo su guardián, dispuesto
nos, ~ou sus soldados, son sus guardianes, son siempre á sacn.rlos de todo peligro y á ahuyen-
sus cnados
. · · · Qu1ta
· dl es á esos poderosos la fuer - tar todo enemigo. ¡Ah, leones! ¡a h, gigantes!
za ar'lna y no lee quedará nada. y es porque la ¡qué débiles sedais ante mi fiereza si un día osa-
~uerza Y el poder se lo presta la tontería y la rais entrar, cual bárbaros, en el paraíso de mis
Ignorancia de loe demás."' mariposas biancas!"'
. Bautistln volví a e1"" dar vueltas por su cama O tras veces Bautistln sonreía con sonrisa
sm poder dormir , ~, 1uego contmuaba. pensando: de niño, precedida de un estremecimiento san-
e y o quisiera t guineo, sefial de gratos placeres mentales, Y
un erreno pedregoso estéril;
un terren . o que hub.Ie~:~o VIsto
. pasar por' encima decia bajito, muy bajito:
de si m11lonee de gener·ac1ones. ~in que nadie se e Yo quisiera una mujer delicada, muy deli-
122 FEDERICO ORALES
cQuerido hiJ' . D
do o. esde tu última he sufri· una por correo interior y otra por medio de un
grandes desgra CJas.
· Tu padre ha muerto y botón del Nuevo Club. La primera decia:
8 e me ha echado d 1
hace ocho d. e caserío. Vi\To en Gijón
cSefior don Bautista Recio.
cojo en 1 las, con el producto de la leña que
e monte Si pued ·Presente.
pues va. sab · es, ven en mi ayuda.,
que ~e qu~:sbque tu hermano menor, el único •Muy señor mío y de mi mayor considera-
a a, está sirviendo al rey." ción: Un a servidora. reune las condiciones que
usted pide en su anuncio del Heraldo de ayer.
Ba.utistín cog· ó d •Si deaea usted conocerme personalmente,
á su madre ~ e nuevo la pluma y escribió
' en Vlándole al . . vivo en la calle de Goya, 46, mas le advierto
cuenta peset .. ' m1smo t1empo, cin·
para ir á Ma~~¡'d y diCiéndole que se preparase que yo también, para casarme, exijo mis con-
cho, ello era lo ' pu~s aunque no ganaba mu· diciones, á pesar de ser soltera y tener un hijo.
vivir los dos e s~ficiente para que pudieran ,. De usted servidora,
E on a guna modestia •Laura Fe1'nández . ,.
n efecto, Ba.utistf . . .
amor se sac b . n, escnb1endo cartas de La otra. rezaba:
' a a. CinCo ó ·
fama iba ere . d se¡s pesetas diarias . Su
Cien o de día d ·Señor don Bautista Recio.
sonas que no ca í en fa, y hasta per·
muchacho qu rec an de instrucción pedían a l •Muy señor mío y de mi consideración más
0 1 distinguida: Ma..iiana á las dos de la madrugada.
que lue.,.o e . es d escrib'Jera cartas de amor
o ' op¡a as e . ' le espero en esta su casa, Fuenca.rral, 24, se-
A sus novias. ' n Vlaban á sus novios ó
gundo, derecha, para hablarle del anuncio que
Hecho eso, t Bautist·
apetito por la lll almorzó con poco
publica el Ife1·aldo de hoy.
h a b'•a recibid s. malas notic'las que de su madre »Acomp.,afio una tarjeta que ser virá para
d
c·ó o, espués se f é á 1
1 n del He ·aldo á
que el sereno le a bra la puerta de la calle á su
1 ed· u a. administra-
anuncio, y ya por la p Ir que publicaran el vista.
taba ya. noche el Heraldo l o inser- ,.Soy joven, soltera y tengo, dos hijos. Á la.
vista. le explicará lo demás
Al otro día el
muchacho r ec¡'b1·ó dos cartas : • Ca1·lota Jlarquél. •
126 ~ EDERICO ORALES
Cafiar, dirigiéndose á un mequetrefe que estaba. de la Rioja, con quiP.n hablaba el Gaucho- ; lo
sentado á. su lado-, lo que sostengo, es que el p~ligroso es lL sífilis.
conde lo sabe todo, pero no se da por entendido -Pues no t e cases con ella.
porque es acreedor del que paga las ligas á. su -¡Es tan rica! Sus padrinos, los condes de
mujer y se las pone. Somorrostro , la han nombrado su heredera.
-Anoche yo vi cómo le metla mano· se ha- Así hablaban los representantes de la joven
'
llaban solos en un palco del segundo piso, casi nobleza castellana, eeperando que el camarero
á. obscuras-decia la Cantárida al oído del me- les sirviera la cena, cuando una ruidosa Y ge·
nor de los Albarranes. neral carcajada, que sonó en una mesa vecina,
-Pues sefior, ¡si mi caballo costó 15.000 ocupada también por gente alegre, les hizo
francos por haber ganado el primer premio en callar.
las últimas carreras de Parfs!-decfa á grandes -¿Qué pasa?-preguntó en tono provocativo
gritos el duquesito de Santonas. el espadachín Saltillo al mozo que en aquel mo-
-Sí; la maté. Era una mendiga y yo no podi& mento ponía los manteles en la mesa.
desviar el automóvil por una pordiosera y un -Les ha hecho gracia un anuncio que pu-
mal rocín. Ya contaba con la indemnización co- blica el Jiu al do de hoy, y que la tiene de ver-
rrespondiente, pero no hubo lugar, porque co· dad-contestó el camarero.
rrfamos á 110 por hora, y nadie nos conoció¡ -¿De qué trata?-preguntó el joven Ca.fl.i·
era preciso llegar á San Sebaatián antes de las zares, que formaba parte también de la reumón
cinco; se lo había prometido á J oseflnita-dijo con su querida :MI\riquita la Rubia.
el primogénito de los sefiores del Ventisquero -¡Un seminarista que reclama novia!.
hablando con el barón de Santana. -¡Á ver, á. ver!-exclama.ron A un tiempo
-Está sifilftica y es una borracha¡ te lo juro varios caballeros; y selloras.
-exclamaba el solterón de Rocadura llamado -¡Eh, cerillero! ¡El Heraldot-gritó Cafl..i·
~l ~aucho, por decirse de él que era h~jo de un zares. d la
mdto Y de la hija del marqués del Guadalcanal. El vendedor de periódicos Y cerillas e
-Lo de borracha poco importa porque no caea presto tn.jo el penó. dtco qu e le acababan
ofrec e pe1·¡gro para mi-contestó el' condeaito de pedir y se lo entregó al camarero.
9
130 FEDERICO URALI!:B LOS HIJOS DEL AMOR 131
- ¡Lo hemos pedido nosotros!-exclamó otra tloritas , bebiendo Borgoña y comiendo salchi-
vez el de Sa.ltillo. chón, se habían olvidado del anuncio del semi-
-Sí-dijo humildemente el vendedor-; pero narista y del H eraldo. Mas las risas y los
ustedes algunas veces olvidan pagarme y el ca- comentarios continuaban entre los demás con-
marero ha de poner siempre algo de más en la currentes al restaurant, y otra gran gritería
cuenta. para gastos imprevistos, y me paga los hizo preguntar á Cañizares á unos señores de
periódicos y las cerillas que ustedes no pagan, edad avanzada que comían en la mesa de al
sin duda alguna por distracción. lado por el motivo de aquella algazara.
-Buen perillán estás hecho tú-le gritó de -Es el seminarista que está ahí-contestó
mal talante el marqués del Cañar. burlescamente el preguntado.
-¡Tomen, tomen el IIeraldo los sellores! -¡Dale con elseminariRtal- contestó la Cor-
-exclamó el camarero dejando el periódico dobe&a, que estaba sentada al lado de Cañiza-
encima de la mesa. res-; me pone nerviosa el saber que se trata
Varios señoritos intentaron recogerlo, unos de un seminarista.
por un lado, otros por otro, y lo rompieron. -Y ahora no tenemos ni duro, ni mozo, ni
Entre tanto, las risas se habían extendido cerillero, ni el Heraldo- di jo recordando el
por toda la sala, enterándose, unos á otro&, marqués del Cafiar.
los concurrentes, del anuncio en cuestión lo que -¡El Heraldo! ¿Y para qué quieres el Heral-
picó más la curiosidad de nuestros nino's aris- do?-preguntó Saltillo, que era el que había
tócratas, que empezaron á gritar: dado el duro para que lo compraran.
-¡Mozo! ¡Cerillero! Un Heraldo , dos 1 tres, -¡Toma! ya está curda tu querido-dijo la
cuantos ejemplares tengas, y si tienes pocos ve Cordobesa á la Cantárida, dándole con el codo.
por una mano. -Ya lo estaba al dar el duro-contestó en
-Toma, Juan-dijo al mozo el primogénito voz baj.\ la Cantárida.
de loa Saltillo, dándole un duro- . Para núme- -Aprovéchate, que ahora ea cuando anda
ros del H eraldo. 1Corriendo 1 1uelto-rep1icó la Cordobesa.
Metióse el mozo el duro en el bolsillo y ae -Es inútil; ha perdido ya lu. cartera-repu-
alejó·1 á los p ocoa mmutoa
· los sefloritoJt y las 1e· so la .Mariquita.
13:1 n D~:RICO URA LES
LOS IIIJOS DEL AMOR 133
-La tendrá ella-dijo la Co1·dobeaa al oldo
de la otra. -¡El borracho serás tú!- replicó el joven
-¡Regularmente! También la hubiern per- que pretendía leer el Heraldo, y cuyo frac sucio
dido. Y maltrecho denotaba el estado de su alma.
-Aquf está otro He1'aldo-exclamó acercán- -Bueno, los dos-exclamó con mucha gra-
dose el cerillero-. Y después, entrcgándo!i!f'lo cia la Cordobesa.
al sefiorito que le pareeió más duefio de su eabe· -¡Que bailen! - gritó uuo del otro extremo
za, agn>gó:-He t t>nirlo que ir por él á Foruos; del local.
no lo había en ningún otro establecimiento, y A -¡Que callenl-gritó otro.
mf se me han concluido -¡Que duermanl-exclamó un tercero.
. -El duro de Iie~·aldos-dijo el cama.reJ o de· Saltillo intentó subirse á una silla, pero no
)ando un paquete encim'l. de la mesa. pudo lograrlo, ni aun ayudado por Ca.flizarea.
-Te los puede~ lle\ <.r, porque no hacen -¡Queria contestar como se merecía aquella
falta - e1 d"
IJO el' conde rle FuPntebuena 1 dc•sdo·
insolencia!
blando el Pjempl,H' quo acababa de tra erlea el -Tenemos bronca-dijo Mariquita la Rttbia
>endedor-. ¿Dónde está el anuncio? al otdo de la Cantárida.
- ¿,Qué nnuocio?-preguutó el marqués de -Si J,fimi no estuv1era. borracha, me lar·
R_ocadura, que esta.ba eentudo en frente de Ca· gaba.
fiizares. -¿,Se puede saber lo que dice ese seminaz:ia-
- El del llacristAn-conteetó éste. ta'r-dijo la Cordobesa lev~ntándose é inteutan-
-No' el del se rnmnrJsta-dlJO
· · .. el camarero. do tomar el Heraldo de manos del seflorito que
-Esto ee·, el del semm~tnsta
· . -repitió Cafil·. habla pretendido leerlo antes.
zares , quitándole el periódico á FuentebuPna. -¡Bien por la nifla bonita!-gritó un viejo
-¡Atención
. ·' ¡Ofd o.-gntó
1 .
en a ~uel momeo· verde que prctendfa comer sin resultado dos
to. un )oven t'd
1
· vea 0 de frac, quo ee hallaba de xneaa.s más a llá de las ocupadas por la jo ven
pte en medio del ea Ión. aristocracia.
-¡Que se calle el borracho!-exclamó en - ¡Que lea ese cacho de gloria que el cielo
ronca voz el del Saltillo. env!n l-dijo un militar que estaba á los postres
de todo.
LOS IIIJOS DEL AMOR 135
13-! ~'EDERICO URALt;S
-¡Quién ee capaz de discurrir algo original
-SI, si-exclamaron varios á la vez. -dijo la Cordobesa-en el estado en que se en-
-Venga el periódico-dijo la Cordobe$a arr&- cuentran la mayorla de los presentes!
ba.tándoselo á viva fuerza al joven del frac. -Y o-dijo Caüizares.
y subiéndose á una silla d1jo en alta voz la -¡Toma! Tú hablas de ser-exclamó su que-
querida de Saltillo: '
rida la Rubia.
cJoven veintiséis anos, recién salido Semi· -¡Silencio, silencio! Que hable Cafiizares
nario, desea joven soltera con hijos. Quiore -gritaron varios.
c~nocer personalmente interesada antes. Diri· La demás gente del restaurant, enterada de
g•rse: B~utista Recio, Malasana, 14, Madrid .• lo que se hablaba, estaba atenta, y Callizarea
-Vaya un gachó-exclamó uno tan pronto dijo:
la Cordobe8a acabó de leer. ' -Es preciso escribir al seminarista una car-
-Es un imbécil-dijo otro. ta citándole para manana á las dos de la ma-
-~s un vivo-exclamó Caüizares. drugada en casa de Mariquita. Nosotros estare-
. -Senores-repuso el militar poniéndose de mos todos alll. Mariquita figurará ser la joven
pie lo más que pudo-: fljense ustedes en que soltera con hijos, y no bien se habrá explicado
el seminarista n o d'1ce para qué desea á la jo\'OD el hombre ó lo que sea, saldremos del escon-
soltera con hijos. N o sabemos si la desea para drijo nosotros diciendo que somos los hijos-dijo
espoaa, pa,·a querida ó para fregona. Cathzares haciendo ademán de darle una pa-
-Ó para ama-observó la CordobeHa. liza.
-Yo
. opino que hem os de ]U"'.. á rsela n.l serm·
. -Muy bien, muy bien-gritaron varios.
nanst~ ese-dijo el barón de s:utana. -Oye, tú-dijo la Cordobesa al oldo de Ka·
. -¡SI ' sfl· 1·hay q ue Jugársela!-gJ
· itaron va· ·riquita-, ¡,sabe tu querido que tienee dos
nos.
hijoe?
-Una broma qu e no 1e deJe . ganas de acudir . -No, calla-con testó muy quedo la Rubia, 1
otro dla á la prensa con camelo11 semejante• después en voz alta repuao-. Mi casa no el
-ob~eÁrvó Saltillo un poco despej<ldo. á propósito para dar en ella aemejante broma.
-¡ ver ' qu é b roma!-exclumó la Cant~·
rúja,
-¿Por qué?-preguntó Callizarea.
13G Jo'I:!:DERI CO URA LES
-¿No es de usted una carta. que he recibi· -·Basta. idiotas! -gritó Bautistfn.
do?-repuso el joven. -~afian'a recibirá usted la visita de dos
-No seilor; .la carta era de un hombre. amigos-repuso el espadachín Saltillo.
¡Márchese usted, por Dios!-exclamó Carlota. -Saldrán por el balcón á puntapiés-con·
-Seilora-repuso Bautistin en alta voz-, ya testó Bautistin en tono provocativo·
comprenderá usted que uno no pierde la. noche El muchacho estaba rojo de coraJe;· q ueda.
.
para acudir á una cita é irse á casa después sin á todo trance demostrar á aquellos sefiontos
saber si ha sido objeto de alguna. burla. .
que se habían eqmvoca d o, y viendo que no .se
-No, no se burlan de usted-dijo Carlota daban por enterados á pesar de sus provocaCio-.
cada vez más intranquila-; querían gastarle nes, dijo mirando á los presentes con despreClo:
una broma; ¡como su anuncio se prestaba. tanto -Son ustedes unos cobardee.
á ello! Pero creían que no se trataba. de un Dió media vuelta. Y se fué.
hombre de las condiciones de usted. La concurrencia quedó un momento per-
-¡Qué condiciones, senora, si usted no me pleja.
conoce!-dijo el muchacho. -¡Habráse visto!-dijo, por fin, el deseen·
e Le conozco •, iba á replicar Carlota, cuando
diente de los Albarranes. . el du·
aparecieron varios sefioritos gritando con fingí· .
-¡Qué tipo más or dJnan · 0 t-afiadJó
·
da voz de nifloe:
quesito de Santofla. dá.n
-¡Mamá, mamá! - ·y quel iamos mancharnos las manos •
-Su mamá de ustedes me estaba diciend& 1 1 barón de Santana..
dole una palizat-repueo e h
-exclamó Bautistfn con gran energía y como si -No vale la pena-exc a 1 mó el Gauc o. .
hubiese estado preparado para aquella salida- 1 ueridas de aque
En esto aparecieron as q dado el resul·
que sus hijos, ustedes, son unos canallas y que
lloe individuos; ellas habian.ag~:: contigua.
la han obligado á desempeflar esta indigna
farsa.. tado de la broma en la bablta currido?-pre-
-¿Qué ba ocurrido, qué ha 0
-¡Caballero !-exclamaron alarmados algu·
guntó la Cantá?"ida. . t golpee ni los
nos, adivinando que el seminarista era. hombre 08
de cuidado. -No hemos oido Dl vues r la Cordobua.
lloros del seminarista-repuso
-
110 FEDERICO URALTCS LOS UJJOS DEL A:\!OR 141
-¡Se ha marchado sin despedirse siquiera de -¡No tanto, no tanto, Oarlota! - repuso Sal-
nosotras! - afiadió la Cantárida. tillo.
-La broma h a t 801·d 0 un final muy vulgar -Recuerdo que os ha llamado cobardes y
..
-drJo Manolito el de Fuentebuena. canallas-exclamó Oar lota .
, ~¿Le mando los padrinos ó qué?-preguntó -Y si no ha sido tan grave la ofensa, ¿á
1Salt1llo . eanto de qué el desafio?- obsenó la Cordobesa.
- Yo creo que debemos mandárselos-dijo el -Necesito distraerme un poco- d1jo Saltillo
conde de la Rioja. con fatuidad .-De cuando en cu ... ndo el brazo
. -Precisamente ahora no tengo lance pen- pide ejercicio y el corazón un poco de sangre.
dJente-afladió S a lt'll
1 o-, Y ese seminarista me -Sobre todo sangre de S:;) minarista- repuso
da ocasión para que la prensa hable otra vez Oafiizares.
de mi valor· y de mi destreza. Las mujeres no insistieron, y á un signo de
. - Como motivos, sí nos ha dado-repuso Ca- Carlota dejarou solos A los hombres, pasando A
fl IZares. la. habitación contigua. Allf, Carlota les contó
-Decididam nte fl . lo que habla ocurrido, diciendo que el semina-
tú Sa t n ' ma ana, tu, Oaflizares, y
b ' S~ 0
a, le pedfs explic.;aciones en mi uom· rista era. un gachó con toda la barba, que les ha·
re . 1 no las da el . bía insultado y provocado con las palabras más
aras, term10antes precisas
1
cua ~~mple á nuestro honor, lance.' ofeuaivas. ¡Cado raro! aqMella~ señoras, queri-
-t.-
q~é?-preguntó Somorrostro.
prstola; mataré u a seminarista. !Ie
'
das tod11s de aquellos sefioritos, se alegrat on de
lo ocurrido y sintieron grandes deseos de cono-
Pl<1 ce tal hazaila. cer á Bautistin. Decididamente, el valor perso·
-E~ tá bien- r · nal es lo que más gusta. á las mujeres de cu&!l·
tona. cpusleron Oaflizarcs y San-
tas condiciones puedan reunir los hombres, Y
-Pero, chica ¿qué h es quizá también la condición más preciada
guntó la e . 1
a pasado aquí?-pre-
0? dobesa á Carlota.. de la Naturaleza para su selección Y su evolu·
-El seminansta le h ción.
d·" dómine-di . s a puesto como chupa Sólo los condes y los marqueses convinieron
J 0 arlota con alguna. satisfac-
0
ción.
en que acababan de h&C('f un papl'\1 ridlculo Y
H2 FEDERICO URALXS
Á quien poseyese una regresión orgánica y -Siéntense ustedes- les dijo-y hagan el fa-
mental, el anuncio de Bautistín había de pare- vor de decirme á qué debo el honor de su visita.
cerle una inmoralidad, y una viveza habían de -Supongo que usted nos reconocerá-obser-
considerarlo los que pensaban y obraban con· vó Cañizares.
form e el presente ?·epugniiimo, que algunos lla· -Hace unas horas tuve el disgusto de cono-
mnn positivismo. Sólo las voluntades sólidas , las cerles-repuso Bautistin.
conciencias de evolución ética de fiera inde- -Bueno-replicó Cafiizaree- . Venimos en
pendencia y de energía moral, 'hablan de esti- representación de don Julián del Saltillo á exi·
mar hermoeo el anuncio de nuestro joven. girle una explicación de las palabras que ha
En parecidos términos hablaba mentalme11te pronunciado usted esta madrugada, 6 una repa·
Bautistín, mientras se dirigía á su casa. Á la ración en el terreno de las armas.
mafiana siguiente, el muchacho ee levantó con -Yo no doy explicaciones de ninguna clase
el propósito de acudir á la cita que se le daba -dijo Bautistin con audacia.
en la otra carta; pero cuando estaba dispuesto -Luego se batirá usted-observó Santofla.
á irse, la patrona le dijo que en la puerta habla --.Se equivoca usted; no me bato. Mis frases
dos caballeros que deseaban verle . de anoche fueron duras, pero dudo que lo fue-
-¡Serán policías !-exclamó Bautietín. sen tanto como merecía el acto de ustedes.
-No, mejor parecen duques· huelen muy En el idioma castellano no las encontré que
bien- repuso la patrona. , eontuvieran el desprecio que sentia por ustedes
-Si son duques y huelen bie11, es que a hora en aquel momento.
se levantan-dijo Bautistfn-. Ya verá usted -Modere usted su lenguaje-observó Catii·
como no tardan en oler mal. Dígales usted que zares-, l!li no quiere recibir nuestros padrinos
pasen. después.
-Entraré antes un par de sillas-¡;epuso la Bautistin se levantó Y dijo con toda su
patrona-, porque no podrían sentarse. energla: .
-Que pasen al comedor. -Yo no rectifico nada, ni explico nada, n~
. Cuando entraron Caflizares y Santona, Bau· modero nada . Lo dicho, bien dicho queda. 81
t1stin ya les esperaba. Saltillo , si ustedes se sienten ó se sintieran oteo·
10
116 Ff:OEIUOO ORALES LOS IIIJOS DEL AMO R 14.7
didos, no era necesario esperar mandarme em· tistin cerrando toda salida-. Anoche lee llamé
bajadas; a.lll mismo podrla.mos dirimir nuestros canallas en general, y hoy repito la frase sólo
agravios. ¡A fe que por mi no quedó! para ustedes.
- Lo que usted desea. es propio de gananea Buutietln querla guerra, y la provocaba á
-dijo Cafiizares-. Los caballeros establece· pesar de la retirada de sus adversarios.
mos reglas y condiciones. -Está bien-dijo Cafiizares creyendo que de •
-Las que dicta el miedo y la destreza en el las manos de Saltillo no saldría con bien Bau·
manejo del florete á los que nada hacen útil es tietin-. Se batid usted con nosotros después
este mundo . de bat1ree con Sa.ltillo.
-Con gente como usted no pueden enten· -No-replicó Ba.utistln-; me batiré con loe
derse loe caballeros-dijo Canizaree haciendo tres á la vez.
ademán de marcharse. -Eso no es propio de la gente de honor
Mas Bautistin le sujetó y dijo: - dijo Santoüa.
-Los que no pueden entenderse conmigo son -¡Ya, ya! La gente de honor no hace más
loa rufianee, y no se vayan; he decidido ba· que til ar al florete todo el dia para que después
tirme. el temor á é3te les permita eac r adelante sus
- ;,Con Saltillo?-preguntó Santona algo in· fechorlns.
tranquilo. -Se lo toleramos n usted todo, porque com·
-Con cualquiera. de ustedes ... ó con los tres; prendernos- lijo Santona-que no es usted de
no importa- dijo Ba.utietiJ,¡¡ con naturalidad, nuestra condición, · que se le ha hecho dema-
como si nada. hubiese dicho. siado honor ni mandarle los pa.drioos.
-No, con Saltillo-repuso Santona-. Nuee· -:Me lo toleran ustedes porque están tem·
tra misión se reduce á conce1 tar un lance entre blando de miedo-dijo Bautietin.
usted y nuestro representado. -·De roiedoi¡Pues no dice que estamos tem-
-Pero yo lo hago extensivo á ustedes ta.m· blan~o de miedol-repueo Santona dirigiéndose
bién. é. Cafiizarce. .
-Con nosotros no va nada-dijo Santona. y em s¡¡bcr qué huelan, maquiunlrnente lb~n
-sr, lo mismo que c:on Sa.ltillo-observó Ba.u· dirigióndoee Ala puerta. Mt~s Bautistln lee cogJó
14b FEDERICO URALES
ella., entró en su cuartito tocador y se compuso agrado manifiesto, pero ella no contestaba ni
un poco. parecla tener otro cuidado que el de su hijo. La
Luisa Fernández era una joven hermosísi- gente la distinguía con el nombre de la Fi1'gen
ma. Más bien alta que baja; blanca. y de cara madre, porque aun cuando Luisa, por su figura,
sonrosada; rubia, muy rubia, y de ojos nE'gros parec1a una virgen, si alguna vez persona
muy . negros Y grandes. Su talle era esbelto y' indiscreta le habla preguntado por los padres
graCioso; sus caderas robustas y salientes de de aquel hermoso ni11o de tres afies que no se
cuerpo un poco largo; de pechos fuertes y ~bul separaba de ella, Luisa babia contestado, sin
tados· recato ni disimulo, que su madre era ella Y su
. .' .de p·les pequefilsimos y de garganta y
prmclplO de seno de lineas perfectísimas. padre uno á quien sólo babia visto una vez.
Además, Luisa. no vestía á la moda sino á Pero esto dicho con tanta sencillez y tan poca
su gus t o, que resultaba de mucha estética. 1
El importan cía, que nadie la creía; mejor se esti·
color preferido para sus vestidos era el blanco maba que Luisa era una tia del nifio, que
rosa tenia la manía de pasar por madre, y por madre
. y azul p'l'd
a 1 o. A s 1, con su hermosura, daba'
la Impresión de u na f e 1'JCJ·d ad md1
. . vidual propia soltera 1 cuando realmente era una hermosísima
y serena, de una alegría, de un goce y de una Virgen.
belleza super·Jor t...l 1a. que se goza en la tierra. - ¿Qué clase de tipo es el joven que ha pte·
Por donde quie ra. que f uese, Luisa Fernán· guntado por mi?-dijo Luisa Fernáodez á la
dez causaba la ad mlf:.LC!ón
· · criada mientraa se arreglaba un poco para re·
de la geu te pero
una admiración respetuosa, de al,.o so~rend.· cibirle.
tural. o -Como de unos veintit.éis á veintiocho afios,
alto moreno mejor delgado qu~ grueso, de ojos
.Las visitas cot1'd'Iftnas. d e la Joven
. al Retiro, 1
tenw n ya cliente! a.· N o pocos gomosos se pa· mu; grandee y de voz que suena muy bien al
seaban
. á. caballo Y ~n coche por donde lo bacía oldo.
á p1e Luu~a sólo p· -;,No ha dicho para qué quería hablar con·
' ara. t ener <:1 placer de verla 1
porque hablar eon e 11a nadie lo había podido migo? .
1og¡ a.r · Escuchaba 108 · -No, aetlorita, no lo ha dicho; pero yo opmo
. ó . pl'·opos, las pal!i.bras de
Peot meJor gust0 que le dmglan
. . que su presencia aqul es de buen agüero.
sin enojo ni
l'EDERICO ORALES LOS IIIJOS DEL AMOR 153
-N o sé; ba pedido permiso para hacerlo, y miento. N a da. había en él que pudiera servtr de
después se ha marchado diciendo que volvería. indicio para comprender qué clase de seílora
-No le habrás invitado á esperar de buena era la duefla de la casa. En el recibimiento todo
gana. estaba en orden y limpio. Ni en la escupidera
-Quizá tenga razón la sefiorita; pero como ni en el cenicero habla una punta. de cigarro,
una lee que todos los dlas roban y de tan die· ni siquiera una cerilla. De las paredes no col·
tinta manera ... gaban cuadzos. .
En aquel momento sonó el timbre; Luisa -llaga usted el favor de pasar-dijo la cna·
dijo: da á Bautistln.
-Abre de prisa; es él. El mozo se levantó Y siguió á la vieja.
-Voy, seflorita. Bautlstln .,.uiado por la criada, penetró en
1 b 1
Luisa Fernández se miró otra vez al espejo; un monlsimo salón, en el que era todo de co or
su rostro reflejaba. satisfacción pero sin va· claro: el techo, las paredes, loe muebles .. · ~n
nidad. ' medio del salón esper. ba una bermoslsima JO·
-Senorita-dijo la cria.da desde la puerta veo vestida de azul celeste. ¡Cómo resalttlbl\ y •
del saloncito-, es él; espera en el recibimien· qué bien hacia el cuerpo Y el color de aquella
to; ¿qué hago'? . en el fondo de rosa e·laro'· P.uecía . una
muJer
-1,No ha dicho qué queriar flor belllsima. on una artística cest · Ba~ustln
-Todo se le vuelvo decir que desen. hablar estaba aturdtdo. Luisa notó el efecto que super·
• cho pero no le
eon usted, sin exponer las causas. sona habla causado en e 1 mue11a '
. . b . da como estaba á
- ¡,No has preguntado siquiera. cómo se dtó importanctn, acostum 1a
llama? los efectos de su hermosui a.. .
·~"o? dijo LUla&
-Dispense usted; no me be acordado. Se lo -¿Desea usted bablur coum~,., -
voy á preguntar-dijo la. criada. á Buutístin con ou babitu~l maJestad.
-No' •'lho ta· no-Interrumpió
· Luisa-· e1 -Si, seno... llamarme se·
tarde : y 0 paso al salón grande; gufa.lo allí.' -Senora. senora· puedo usted
, , . . L'u'ea sin importarle
Mtentras ocul'l'fa esta escena entre Luisa 1 lora¡ ya soy m \dre-jiJO 1 '
154 l''EDERICO URALES LOS IIIJOS DEL AMOR 155
nada que los demás supieran que tenia un hijo, ciente. Á lo menos le hubiera. preguntado cómo
y aun gozando con ello. se llamaba, viendo que usted tardaba. en decir·
- Se equivoca usted; es que no podía acabar melo. ¡~Ie hizo mucha gracia!
la palabra-dijo Bautistln- . Soy muy torpe; - ¡No menos extraordiua.ría es su ca. ta de
mi intención era decir señorita, pero la lengua usted!
se ha negado á obedecer. Es usted tan hermo- -¿,La. reribió usted?
sa, que estoy aturdido-exclamó el mozo con - Ella me tntl' aquí.
tal ausencia de segunda intención , que hizo son- -¡ Pues enwucee! ... Siéntese, siéntese usted
reir á Luisa. -dijo Luisa sentándose á su vez en to no tan
-Siéntese, sióotese usted y sepamos qué se familiar, que Bautistln la imitó, recobrando un
le ofrece-dijo la joven. poco la. calma perdida.
Bautistln ni siquiera tuvo valor para rogar -Ya lo sabe usted-dijo Luisa-; me llamo
que se sentara antes ella. La contempló inmó- Luisa Fernández, Roy solter'~ y tengo un hijo.
vil¡ el muchacho sudaba, inundado el ánimo de Reuno cuanto pide el anuncio casamentero.
un terror inmenso. -Si 1 sefl.otita·1 pero reconozco rni iníeriondad
Viendo que el joven no se sentaba ni ha· para merecerla á usted, y ni me atrevo á ex-
blaba, Luisa dijo: poner ...
-¿Qué le pasa? ¿Está usted malo? -Estoy admir~da, señor Recio, estoy admi-
-Dispense usted, sefiorita; r econozco que he rada-repuso Lu isa- . Uu hombre joven , gua-
sido un 'imprudente; permitame usted que me po é inteligente, al parecer, ¿no se atreve á re·
retire-repuso Bautístln balbuceando. quebrar á una joven soltera con h.. ? Qué ha
IJOS ¿
-¡Retirarse! ¿Por qué? ¡Vamos, vamos! ¿Por sido, pues, del anuncío?-dijo la joYeu con gra·
algo habrá ustod querido hablar conmigo? cioso mohln.
-Me llamo Bautista Recio-se atrevió á de- -¡Seflorita-exclamó el muchacho-, j~m3s
cir Bautietin. creí que en el mundo pudiese haber una )~ven
-lle supuesto que era usted el autor del t an hermosa. como usted, que fu ese, al m¡smo
anuncio ramoso; de otro modo, ya comprenderá tiempo, tan desgraciarla!
que no hubiese sido con usted tan compla.· -¡Ta.... ta ... tal ... -excla.ntó Luisa-. No
156 FEDERICO URALKB LOS lUJOS DEL A~OR 157
que er a hija suya, por el trato que me daban Y fama de fresca y buena; pero me extrafió que
por lo que yo habla oido á los más antiguos habiendo tantos mozos en el cortijo me man-
obreros del cortijo, comprendí que no era yo dase á mf por agua estando situada la fuente á
bija de los colonos. Sin embargo, aun c uando la mitad de una empinada. montana, y siendo
no me tratasen como hija, me distinguían, de· menester andar, por mal sendero, más de tres
jándome hacer lo que me venia en gana. Y asis· cuartos de hora Cogí sin chistar el botijo y me
tiéndome mejor que á los demás niflos de la. dirigí á la fuente con los pies desnudos Y la.
heredad¡ pero si alguna vez se enojaban con mi· cabeza descubierta, sin temor al sol ni á loe
go , por alguna diablura de nifia, los colonos me guijarros . :Mientras llenaba el botijo en el claro
llamaban bastm·cla. manantial (y fíjese usted bien en este dato, por-
Recuerdo que cuando tenia poco más de cin· que tuvo mucha influencia en mi vida.), pasó por
co afias, un dla me quitaron el vestido casi nue· mi lado como una exhalación un arrogan te
vo que llevaba , y me manda ron poner otro muy mancebo. Iba éste vestido de cazador rico , de
viejecito. Á la hora de habérmelo puesto llega· esos que llevan más riqueza en las polainas Y
ba al cortijo un coche tirado por seis briosos el sombrero que la caza que puedan matar en
caballos y ocupado por una seflora, un caba· su vida . Delante del cazador iban dos perros: á
llero, dos criados y el cochero. Todo el mundo lo lejos se olan gritos de hombre y ladridos
en la granja ee puso en movimien te. Los sefiores de más perros . No hizo más que pasar, pero la
recorrieron, después de haber descansado un imagen del mozo quedó grabada. en mi mente:
momento, loe departamentos del corti jo, guiados tenia yo de cinco á seis aflos.
por el colono; loe gaflanes cuidaron del coche 1 D eseendl trabajosamente la cuesta, llegué
d~ los caballos, y los criados se hicieron cargo al cortijo, entregué el cAnta.ro A la. colana, me
de los equipajes ... Yo vela aquel ir y venir de mandó ella otra cosa Y recuerdo que al volver,
gente sentada en el portal de la colonia: loe se· hecho ya lo mandado, los sefiores del coche
lioree pasaron por mi lado y nada me dijeron: so· hab{a.n partido. Al día siguiente oi A dos galia·
lamente el caballero me miró con insistencia. nes que decfan: • Á la. nifla la tuvieron todo el
Poco después la colona me mandó por un botijo .· par~ que la. se-
d fa ocupada fuera del cort J]o,
de agua á la fuente del bosque . Tenia la tal agua llora no se fijase en ella. •
11
LOS lUJOS DEL AMOR 163
162 FEDERICO URALES
de personas, pero la señora no era la misma.
Indudablemente se hablaba de mi, pero yo,
Era ésta más hermosa y joven que aquélla y
entonces, di muy poca importancia á lo que
tan pronto bajó del coche preguntó por Luisa.
babia oido.
La colona, con el tono más amable posible, con-
Un año después, la colona me dijo, entrando
testó:
en el cuarto donde yo dormía con otms niñas y
-Está en el comedor. ¡Luisa., Luisa!-gritó
niños hijos de los habitantes del cortijo: cEas·
yendo hacia el cortijo.
ta?·da, hoy te pondrás este vestido•, y desapa·
Mas como yo no sabia que me llamase Luisa,
reció, dejando uno nuevo y bonito encima del
no respondí ni hice la menor demostración de
banco que babia en la estancia. :Me levanté,
entender nada .
inspeccioné el vestido, y estando en el trance de
La colona se acercó á mi, me cogió de la
no saber cómo debía ponerse, apareció de nuevo
mano y dijo:
la colona, ordenándome que me fuese al rfo, me
-Una señora muy guapa y muy rica desea
desnudase y me lavase el cuerpo antes de po·
verte.
nerme el vestido nuevo. Así lo hice; cog! el
Yo me dejé llevar un tanto aturdida. La
vestido, llegué con él al brazo y me metí en el
sefiora., al verme, me tomó en sus brazos y
agua . En verdad que hallé tan gl'an placer en
llenó de besos mi rostro, diciendo:
aquel baño, que al día siguiente me zambulll
-¡Hi ja mfa, qué hermosa!
otra vez en el río y al poco tiempo 110 sabia
Eran aquellos los primeros besos que reci·
pasar sin bafiarme. Después de bien lavada me
bía. Luego, la. sefiora, que me llamaba tierna-
puse el vestido como Dios me dió á entender,
meute bija suya, reparó en rrii vestido y exclamó:
mas la colona nada me dijo y yo supuse que lo
-¿Quién te ha puesto el vestido?
ll~vaba bien puesto. Con el traje nuevo y lim·
-Yo-contesté.
p1a como iba debf estar muy bonita, porque los
-¡Cómo te lo has puesto tan mal!
obreros del cortijo me dijeron que parecía una
mariposilla. -No sé.
-¿No vistes siempre como una seliorita?
Á esto de las nueve de aquel mismo día.,
-me preguntó.
ll~gaba. el coche del año anterior, tirado por loa
-No sefiora-eontesté.
mtsmos caballos y ocupado por igual número
LOS fliJOS DEL A~IOR 165
l".I!.DERICO URALI!:S
Mi madre, ¡:,ues debía. ser ella., mil ó fijamen- este eefior vivirá en el cortijo y será tu maes-
te al ~aballero, que debía ser mi padre, y nada tro; obedécele y sé buena muchacha." ·Está
dijo. muy bien•, contesté yo Á los dos dlae marchóee
Aquel día coro[ con los SC;úores y fui muy el caballero, y el maestro empezó su tarea. Has-
ta loe trece anos obedeci como un corderito, y
agasajada. Después de comer, los sefiores salie-
ron á pasear por la. haciendil. y me llevaron el profesor hizo de mi una joven instruida: lefa
consigo, no permitietJuo que nadie más nos bien, escnbia con pelfeccióu gramatical, co
acompañase. Mis padree hablaron eu. voz baja nocla el francés, las reglas del buen tono, te-
nía en la memona bastantee hechos de la His·
Y e u tono algo áspero. Luego t~e sen tal on á la.
toria de Espaila y me sabia de memoria la
orilla. del río y hablaron de mf. Mi madre querla
lli~to~·ia Sagrada.
lleván,eme: mi padre se oponía diciendo: e Cuan·
Á todo esto, como usted comprenderá, yo
do sientes la cabeza." Comprendi que mi padre
hacia la vida completamente campestre. El ee-
no era el esposo de mi madre· que ésta. era sol·
1 ' pectfLculo de la Naturaleza despertó en mf bien
tera y mi padre casado, y la que me díó el ser
pronto loe deseos del amor. Y así que iba ere·
era de carácter un tauto alegre.
ciendo, aquellas manifestaciones del cariño' in-
Llegó la. hora. d~ la. partida, que rué muy do·
flulan en mí tan directa é intensamente, que
lorosa para mí. Aquella sefiora roe querla. tanto,
notn ha estremecimientos en mi sangre; padeci&
que d& buena. gana me hubiera ido con ella.
arrebatos de amor y me ponla triste al fin.
Desde entonces fui yo más bien tratada y me
Cuando ello ocurría me alejaba bllstante del
d1eron vestidos mejores.
casE-río, con cualquier pretexto, y andaba, an·
Un dia. del siguiente afio 1 al anochecer,
daba sólo por donde !lO pudiese ser viet.l, cUS·
c~audo yo tenia siete y medio, llegaron al cor·
pirando y pidiendo al cielo estrellado y n su
ti JO dos jinetes. U no era el caballero de las
madre la luna que roe diera un galán. ?tluy jo-
otras vocee; me pareció que habla envejecido
vencita, ya antes de loe trece anos, encontlnba
mucho, Y otro un senor de bastante edad, de
yo placer misterioso contemplando las pr uebae
cara insignificante. El caballero me llamó Y
di.l 0 en preeencta. de su acompafiante: • Luisa, de amor que se daban loe animales, y mejor
aún viendo loe hechos del amor mismo, bien que
es preciso que seas una mujer bien educada, Y
LOS lllJOS o~:L AMOR 1G7
lGii FEDERICO URALKS
sus amores, y sobre todo, lo que yo esperaba era
en la edad indicada observaba sin ser vista.
ver de nuevo al mancebo cazador que vi en la.
Repito que aquello era para mí un placer inna-
fuente del bosque cuando contaba cinco afios.
t~, mistE.>rioso, de fuerza muy honda y de domi-
• No pasarla hoy por mi lado tao indiferente
mo :.. hsoluto.
como entonces•, me decía con cierto orgullo de
. Aunque trnté de ocultarlo, poco tiempo pasó
mujer, con vencida de su hermosura.. As!, con
madvertuio por la. gente del cortijo mi gusto al
esta fiebre de amor, 1\ega.rou los quince abriles.
espectáculo del amor·, y más de un mozo de la-
Los campos se cubrieron de colores; los gorrio-
branza. buscó ocasión de requebrarme sin tter
nes audaban en el tejado del caserío; las go-
visto Y aun de propone1·me imitar ft. los anima-
londrinas en el techo de mi cuat to; los demás
les, )a ~ue tanto me encantahan ... pájaros en la. ensenada. Al salir el sol, ola. al
Le advierto, seilor Recio-dijo Luisa inte· mirlo que cantaba, de cara al nido, cancio·
rru mpten
· d o su relato-, que ve~· á ser muy
nes do amor. Al ocultarse, el gorgeo del rui-
franca, muy sincera y muy nu.tural. seflor me descubría dónde estnban sus amores.
-Por mi no dPje usted de serlo un momen· En los corrales del cortijo todo eran besos Y
to-conteotó Bautistfn-, pues cuanto ruás na- caricias. Mi sangro hen·Ia, y abras da por el
tural sea usted, mAs chu amente potiró apreciar fuego interno que comía las ,•ntrafias, vagaba
sus condiC'ioneR petsonales. primero por el llano, luego por el monte, y pa1 a
-Yo debo prevenirle ... refrescar un poco mi cuerpo, me desabrochaba
-Estoy prevenido, y adelante. el pecho, me sacaba el calzado, y al rozar con
-Mi contestación al mozo-continuó Luieo- mi piel el airecillo de la sierra, me producia
fué, sin embargo, un cascote ó una p1~tada, una sensación muy agradable. Luego, arriba,
pues era una fierecilla, y mucho más según qué me desnudaba por completo y me metfa en el
dlas Y según qué hora~.. Yo ansiaba amor, pero rlo, donde más cl.mJ y sosegadn estaba. el agua.
no cin gaiián ni d e 111. gente que me rodeaba. So· •
¡Usted no puede imaginarse!. .. y ya le he dicho,
fiaba Nt que u n (:11 a se me a parecerla un man· senor Recio, que se iba A asustar de mi, las
ceho cabalr'nndo
o so b re b rtoso
. cm ce! v que roe sensaciones qtte experimentaba al ver mi cuer·
llev nla con él·• 6 que un trovador cnntl\udo
· Jae po de rosa por entro el cristal de las aguas Y
anoranzas dol querer, me procl.tmariu ' duena de
FEDERICO URALF.S LOS llTJOS DEL AMOR 169
al sentir sus caricias movidas por el empuje de completo y con cierta rudeza-, me ofende us-
mi fino cuerpo. ted. Por lo mismo que soy hombre, está usted
-Sefiorita-dijo Bautistfn pasándose el pa- segura; no lo estaría si fuese una bestia.
fiuelo por su frente sudorosa-, por piedad, no -Bueno, no se enfu.de-dijo Luisa sentándo-
continúe usted. se de nuevo-. Dtspe1.se usted y continúo; pero
-¿Por q.ué?-exclamó Luisa sonriendo con tenga usted en cuent:l. que ahora viene lo más
aire satisfecho. grave.
-No continúe usted-diJO débilmente el mu- -¡Sí, sí, me lo figuro-dijo Bautistin- ; pero
chacho, y se pasó la mano por la frente y por tenga usted piedad de mí!
los ojos, como si hubiese perdido el mundo de -Bueno, la tendré-repuso Luisa sonriendo
vista. otra vez-. Pasaré á la ligera lo que podría ser
Luisa se levantó y dijo seriamente: un peligro para usted, no para mí.
-Le Cllento mi vida tal como ella ba sido, -Ello quiere decir que le soy indiferente.
sin intención de mortificatle, sin propósitos sen· -No sefior ... Quiere decir ... En fin, com-
suu.les, sin pensar en que es un hombre joven prenrleri usted rui sinceridad después que me
el que me escuchá, aunque, sí con cierto orgu11o haya explicado.
de mujer. -Una pregunta antes de continuar.
-La creo-dijo Bautistfn-; pero ¡es usted -Pregunte usted.
tan hermosa; estamos tan cerca· narra usted -¿Y no tuvo usted nunca un mal encuentro?
tan realmente~ ... ' -Según á lo que llame usted mal encuentro.
~Bueno, pues, me callo; no quiero hacerle -Sa.lírle al paso personas desconocidas para
sufnr. URted, que no fuese el mancebo soñado,. porque
-No, no-interrumpió Bautistín-· continúe dar con éste supongo que no hubiera s¡do mal
usted ; ya pasará. ' encueutro.
-¡,Y si no pasa? -Si sefior, tuve dos malos encuentros: uno
-SI, si; ya pasará. cierto d1a que me dormí on el bosque, mal cu ·
-¿Estoy segura.'l bierto el cuerpo, po.ra que el fino céfiro me
-Seflorita-J•epuso B u listín, sereno por acariciara, y otro mientras me estaba banando,
170 .i"EOERJCO URALES LOS HIJOS p¡;;¡, AMOR lí l
completameQte desnuda, en un pequefio lago se acercó á la orilla del lago con los ojos inyec·
que han dejado las aguas del río al descender. tados en sangre y me d1jo:
- ¿Q,ué le pasó? -Mu rhach8 1 que te traigo un pájaro ...
-Dos jóvenes c:trboneros intentaron abusar Á rní me ~uEt'l bnu mucho los pújaros, ':i el
de mf. Mas antes de que llegaran donde yo es· viPjo lo sabía. .
ta.ba dormida, me despertó el ruido de un perro -Un pájal'o mro- continuó diciendo el vw·
que les acompafiaba., y como yo siempre llevaba. jo-; yR verás; puedP. que no hayas visto otro
un cuchillo para los lobos, no para los hombres, en tu Yidu.
porque jamAs creí que me acometieran, pude -Tío Zapateta- le grité yo- : no salgo del
ponerme en guardia á tiempo que se acercaban agua si no se aleja. uated... .
agachados los carboneros, quienes temiendo -No seas tonta-rrpuso el viejo-; el páJaro
mis gritos y á la hoj:l. que blandía con fiereza, es muy bonito. .
huyeron veloces ... Porque le advierto que na· -Bueno, me lo dará usted después; aléJese
die me tocó, ni me había tocado un pelo de mi ustE'd y sald1 é del a gua.
ropa antes qne yo consentirlo: - Lo mejor será que yo me desnude Y me
J.' ·Ya
-¡Pero bafiándose usted ! ... Supongo que meta también en el agua con e1 P"Jaro. '
no se metió e•1 el agua con el cuchillo en la verás! .
mano, y empezó á desnudarse. Inútil es deCJr á
-Esto me pasó coo un viAjo pastor que au usted que yo uo las tenia todn.s conm:!!O, · mas
du vo P~'~rsiguiéndom<" largo tiempo. Aquello rué se me ocurrió una 1'd ea que t 11 ve por salvadora,••
más serio, porque el viejo no era un bobo y lle- .. d
y un poco tranquiltza :l. esp ...
oré qud el Vle]O se
vaba escopeta. Eu el bafio estaba en mi baño • e 1 . o SPfior Recio! Yo
roP.tic.r:l en el agua. i•~e 0 JUf 1 , •
'
del rio, con agua hasta el cuello, pero que por vol vi la espalda y ni le milé siquiera; lo umco
lo limpia y transparente dejaba ver mi cuerpo u. hice fu6 acercarme disimuladamente á la
desde la orilla, cuando vi que se asomaba por q b' 1 naua de cuando
orilla contrari;L Y entur tnr e '" d
'do que el cuerpo e1
entre los Arboles la figura repugnante del vinjo. en cuando. Asl que o1 e1 ruJ .
el no me a.cerqu 6
Yo me zumbullí al instante aran.é el rox1do Y viejo bacía al penotrar en ' . d ,
. . lo pero sm eclr
enturbi(· el agua. El viejo sal[ó de su eeconddjo, más á tierra con meno~ d181 mu ' • ·
FF.DF:RICO URALES LOS U IJOI:I OKL AMOR
173
p~labra. Viendo el . . dolencia lo invadía todo ... ¡Ya sabe usted! ... Un
entró confiado e l l~leJo que yo nada decía
n e ago Ma , dia de calor en Andalucía; la tierra, el cortijo ...
prendí que el a"'u 1 • s yo, cuando com-
,. , a o cubrla p . todo era un ascua de fuego. cSólo en la sierra
l~ orilla opuesta rá '.l Ol completo, gané
-pensé yo-hay verdor y frescura•, y empecé
PI\! amente
como un pez v m· . ' porque nadaba
IS musculos á subir. A la. primera cuesta ya las hojas de los
son aún ho~T F
J
eran de acero lo
• J. uera del a"u ' árboles se mecfan dulcemente; ya el agua del
ltdari de quince . n ., a, con 1, con mi a"'i·
J UIIOS y el á . o , río era más fresca, ya la tierra despedía hume·
peligro, hacía d d mmo que infunde el
on e el vi e· b dad. Eo la. cúspide del monte se había sentado
escopeta m~ a d JO abía dejado la
. ' po eré de ell d' . la uubc., esperando el momeuto de descargar
JO: cSi adelant a Y lCJendo al vie
a usted die . sobre d VC~lle sus entranaslleuas de agua, vien-
y escapé con el ' pato», cogl mi vestido
arma dejand 0 1 to Y 1 ayos. Aquello tenia en mí influencia ex·
agua más muPrto '. a pastor en el
. que VIVO Lu cr tra na; todo me exaltaba: el pájaro que volaba
a b aJo en medio d 1 • ~"oO me vestl mAs al ruido de mis pasos; la. maripoE!a que iba de
-Es usted o bosque
. y t'Ir é la escopPta.
.
t1etln. una muJer h el.. Olea-repuso B,lu- flor en flor abeorbiendo el aroma de las flores 1
que tapizabau el suelo de mil colores; los á.rbo-
-N o sé; en verd'\d lel', que parecían llamarse con sus brazos exten-
lo que entonces h¡'c que no me explico :\hora
e Y cómo s lí didos ... La más inaigniflcante manifestación de
ma na~ aventuras. a con bien de ta-
vidn. pro\'oca.ba en mi un beso ó un suspiro; y
. -;,Con bien de todas?- be ea ba, besaba á diestro y sí ni estro, esperando
con a 1guna pícardla. preguntó Bautistfn
algo que me correspondiese. No parecía sino
-Con bien de toda 8 que entre e l calor del sol y la frescura del
de mi voluntad I b ' porque mi hijo es fruto
· · · a á d~c· d mo1 te formaban con mi cuerpo la tormenta. Y
s~r madre, pero no hub' lf _e mi voluntad de
su bla, sub lA como siempre, hacia la fuente.
Blón, porque ni ahorn. IOra Sluo fiel la expre
• ¡Por allí pasó el mancebo!-me decía-. ¿Pa.·
cea pasó por mi ni lo me explico lo que enton·
sará. hoy? ¿pasará mafiana'? ¿pasará algún dla?•
Un ella eran 1 que querfa ...
t t , as once d 1 Ll egué al manantial; á nadie vi. Miré por todas
os Flba la piel la atmó r e a manana, el aire partes. Me sub! en una. roca; mis ojos tampoco
el sol aplana;a. la _sera estaba cargadfsima
, quietud, el marasmo, la in·' dee.cubrieron persona alguna. Me acerqué al
11-l ~' EDERICO URAI;ES 175
L 08 Ul.JOB DEL AMOR
como si hubiera cometido un crimen como si pasaba en el establo sentada día y noche, con·
hubieae roto, con brutal mauo, el ti~rno tallo templando la culma y la ternura con que los
de un capullo. animales cuidan á sus hijos. No pensaba más
-¿Quién era el cazador'?-preguntó con in· que en el hijo que llevaba en las entrafias, y no
terés Bautistln. había en mi más amor que el que por mi hijo
-No lo sé. sentía. Luego, á los cuatro 6 cinco meses, vino
-¿Volvió usted al monte al día siguiente? el sefior, que debía ser mi padre, y fu rioso, me
- No volví. amenazó con quitarme la vida; después me dijo
-¿Qué hizo usted al marcharse el cazador? que me ence rrarlo. en un convento para siem·
- Nada. Me quedé triste, pensativa, tranqui- PI e. Más tarde, a l final de un solemne concla-
1a, serena, como había quedado el cielo deapués H l que celebraron con los colonos, el profesor y
. la tormenta , q ue e 1 v1ento
de • .
arroJara sobre la el caballero me dijeron q ue esperara allf el día
tte r ra . Bajé al cortijo despacito. Ya la ser ví· deseado y que se me llevaría n después. Yo, ae·
dumbre babia sn l'd 1 o en mi busca, temerosa de gún ellos, ocultando A todo el mund o mi gran
una desgr acia • '1
l t e sent
é en una s1l1a
. y esperé falta, podria caea1me a ún y ser una buena es.
un dla, una semana, un mes. posa. Ya comprei.IderA usted que yo me opuae á
-¿Q~e esperaba usted a l cazadoril-pregun· todo, y me opuse con tal fu er za y ta l seguridad
tó Da uttstln con in tención. de mi misma, que ni un inata nte dudé de que mía
-No , no esper a bu. a l cazador-dijo Luisa seria la '\"ic toria; esto es, de que no ae me lle-
con tristeza-. Esperaba ... no sé. No'tenfa frío va rla aquel eenor; de que yo me criarla el nifto;
no tenia calor L ' de que n o m e encerrarla ni me caaarfao con
· · · u.a golondrinas bufa n· loa go·
r riones callaba . 10 8 . ' nadie.
. n, m1rloa no cantaba n y loa
rutaeftorea había . , -Una pregunta, ei usted me permite-dijo
n enmudecido. Yo esperaba ...
8 erena miraba á la gente con una tranquilidad Bautietfn.
aanta. Para mi b b -Pregunté uated-conteetó Luiaa.
' . ' om res Y mujerea pertenecían
un mtamo aexo y -Y ¿no quiaieroo aaber quién era el hom·
. . · eaperaba realgoada con
una fehctdad lnt 1 ' bre? ...
er or tao grande, que no podría
explicar aunque l 0 . -Sf lo qulaieron aaber, pero yo no aelo dJje.
Intentara. Recuerdo que me
12
17H FEDERICO URALES LOS IIIJOS DEL AMOR 179
Revolvieron la sierra preguntando y amenazan- -Ya conoce usted mi vida. ¿Qué le parece?
do á pastores y carboneros. Del cortijo fueron -Muy interesante y bella.
despedidos cuantos obreros me hablan dirigido -¿La ba comprendido usted?
la palabra anteriormente, pero no supieron -Creo que si-dijo Bautistin.
nada ni lo saben ahora. Bien es verdad que yo -¿Ha comprendido usted todos los estados
sólo conocería al cazador si algún día lo viera. de mi alma y las representaciones que ellos
-¿No ha tenido usted noticias suyas? tienen?
-No; sospecho que era el dueflo ó el hijo del -Creo que si-repitió Bautistin.
duefio de alguna heredad lindante con el corti- -Después de lo que le be contado, ¿me
jo del Valle. creerá usted si le digo que ni antes ni después
-¿Y usted se acuerda mucho de él?-pre· de lo del bosque me ha besado hombre alguno?
guntó Bautistin con segunda intención. -Lo creerla, si sefiora; es más, lo supuse.
-Se lo digo á usted francamente, sefior Re· -Bueno, pero ello no me satisface. desearía
cío-repuso Luisa-. Para mi es una imagen saber qué opina usted de mi.
borrada por completo desde el dfa en que la tor- -Una cosa muy natural y muy sencilla.
menta equilibró mi naturaleza y serenó mi es· Usted fué elsimbolo y la concrición de la fecun-
pfritu. didad, del amor, de la maternidad, sólo que en
Paró un momento Luisa y dijo después: usted se representó ello tan intensamente, que
-Nació el nifio en el cortijo, mas no bien me no hubo manera de dominarlo, as! como en la
hube respuesto, me sacaron de él, me llevaron ma)oria de la gente se domina muy fácilmente
á Madrid, me metieron en este cuarto, y aquí por la decadencia y la debilidad general de la
viene un sefior todos los meses me baee raza. En usted no; en usted el amor, la procrea-
' Al prin·
firmar un papel y me deja míl pesetas. ción, el eterno instinto de la vida, lo dominó
cipio, quise rehusarlas; después pensé en Ro- todo, lo venció todo .. .
dolfo y en mi incapacidad para ganarme la -Ea usted un hombre-exclamó Luisa-.
vida, y acepté. Venga esa mano. Lo mismo he pensado yo des-
Hubo un momento de silencio, que Luiaa pués de mi misma, con serenidad y amor de
rompió diciendo: madre.
lHO FED~:RICO URAI.;ES
1/:ll
I.;OB lll,JOS DEL AMOR
era amor de ley el que hablaba en labios del largo trecho que babia andado. La portera le,
joven, se ruborizó también. Un momento es- dijo que habill- una carta para él. El jo~en la
tuvieron los dos jóvenes sin atreverse á mirar. cogió, la abrió en seguida y la leyó allí miemo.
-¡Papá, papá.!-dijo débilmente el niilo Ro- Era de su madre, que le anunciaba su ida á
dolfo mirando á Bautistfn. Madrid para dentro de dos días. Al escribir
Éste cogió dulcemente la cabeza del nifio y aquella carta., Rosa aun no había recibido la se-
le dió un beso en la frente. De los ojos de Luisa gunda con dinero para el viaje, mas Ba.utistín
se desprendieron dos lágrimas. calculó que la recibirla antes de abandonar Gi-
Luego la joven se levantó emocionadisima, jón, y estuvo tranquilo. Dió las gracias á la por·
con el propósito de dar las gracias á Bautistfn, tera y subió á su cuarto. Allí cambió de vestido,
estampando sus labios en las manos del mucha· cepilló bien el nuevo, que se quitara, y bajó á
cho; mas se contuvo y sentóse de nue"\"o. Detrás su taller, el biombo de la portería.
de las dos primeras, siguieron bajando más lá· La portera le dijo entonces que habían ido
grimas por las hermosísimas mejillas de la. ma· á preguntar por él una. criada. y dos sefioritas.
dre, pues la madre y no la mujer se manifestaba ' -¿Qué querfan?-preguntó Bautistín.
en aquel momento. -Que les escribiera usted una carta.
-Mafiana le espero á usted-dijo al fin-á -Las sefioritas, ¿tampoco sabían escribir?
la bom del paseo. -Á lo que yo be podido entender-repuso la.
-¿Á las dos?-preguntó Bautistín. portera-, si sabían, pero no tanto como les
-SI, á las dos. hacia falta.
-Está bien-repuso el muchacho, y repitió -¿Vol verAn?-interrogó !hutistín.
las gracias. -As{ Jo han prometido. Les be dicho que es-
Los dos jóvenes se despidieron con un ~~opre· taría. usted á lna seis.
tón de manos, más franco y expresivo que el -Perfectamente-dijo nautistiu, y se metió
del día antes. en el biombo.
Bautistfn estaba loco de alegría., no cabfa Al poco rato llegó la criada. . .
en Bi de gozo. Estnba desesperada. Ilabia temdo rela.clO·
Llegó á su casa sin apenas darse cuenta del nes con un soldado de guarnición ahora en Za.·
LOS JII.JOS DKL A ~!OR 189
11'8 FEDERWO URALitS
que te quiera como yo te quiero, no has de en-
ragoza y que de Madrid Ee h·l.bla marchado
contrarla y amor que flol ezca haciendo desgra-
quince días atrás llevándose le \'arios regalos. '
ciados otros amores, no pue de d·""r buenos fru-\
Ella quería, más que la devolución de loa rega-
tos D e in"Tatoa, no de noble~, es desatender ~
los, la continuación de aquell.t.s relaciones. ·
la mujer b
que nos lo entreg 6 t od o, porque de todo
Bautístln preguntó á la. criada, anteb de em·
nos estimó dignos, y si tú me abandonas demos·
pezar la carta, hasta qué puuto hablan llegado trarás no ser digno de dicha alguna, puesto que
sus relaciones con el soldado, y la criada dió á · 1o q ue yo te en·
lejos de haber sabido apreciar
entender, no sin vergilenza, que habían llegado
tregué, lo hubieras pisotea~~·
á todos los puntos, porque el soldado parecía
• Espera con ansia no t lClas tuyas la que te
buen muchacho y ella estaba muerta por él.
adora. con toda su alma,
B:lutistrn escribió para la. criada lu. siguien ·
te carta: ,. Rita González."
con~estación sin falta gramatical alguna, para tenía Luisa se sorprendió en gran manera. Ella,
cop1arla ellas desptlés. que nunca habla querido corresponder á loe re-
El muchacho replicó, para no decir otra querimientos de tanto galán, se presentaba
cosa, que él sólo se dedicaba á escribir cartas acompaüada de un joven. Inútil decir que aque-
de amor para los enamorados que no supieran lla tarde se guardó muy bien ningún gomoso de
hacerlo, Y fué inútil que aquellas sefioritas le dirigirle la palabra, mas Bautistin notó que no
ofrecieran diez pesetas por el trabajo que le fué por falta de ganas, y dijo:
proponían. - Creo que he hecho mal en acompafiarla á.
Luego vino más gente, Bautistin escribió usted.
más cartas, y á la mafiana siguiente igual, y - ;,Por qué?-preguntó Luisa.
así todo el día hasta la hora del ll.lmuerzo en -Porque quizás la he pri-vado de más agra-
que dejaba cerrado el escritorio para abrirÍo de dable compafila.
nuevo á las seis de la tarde. Bautistfn un dla -Se engafia usted, Ba utistln. Más me aburre
con otro ya se sacaba treinta reales. que agrada esa gente, de la que jamás be bech~
Á esto de las doce, Bautistln cerró el biom- caso. Ninguno de esos jóvenes ha amad~ 01
bo, se fué á almorzar, se mudó, después de bien amará nunca tal como yo quisiera ser quenda.
lavado, Y á las dos entraba en casa de Luisa. - ¿Có mo quisiera ser amada usted, Luisa?
La joven esperaba. v !>fO!"to r:.uc:::trcs d~s jóvP- -se atrevió á preguntar Bautietin.
TlPP S }' •
.. ran con el mfio en dirección al Retiro. En -En primer lugar, con firmeza de hombre
1 . . undo término con
~ ~a.lle, Bllutistfn contó á Luisa que ba bia re· -repuso la Joven- , en seg '
Clbrdo carta de su madre, anunciándole su lle· serenidad de genio y en tercer caso con respeto
gad_a .á Madrid para dentro de dos d!as. Luisa de enamorado ... No con ese respeto que_ pue_de
. 1 insufi.Clencla,
reclbló la noticia con grandes muestras de ale· muy bien conrundn·se con a .. · .
gria, Y naturalme nte, dispuso dónde tenía que sino con el respeto que las almas supenorea
das honradamente.
dormir la pobre Rosa. sienten por las cosas ama
. 1 ridad qué e1ase
Rodolfo paseó toda la tarde cogido de la E fi no sé explicar con e a .
n n, yo o sé que mnguno
mano de :2autistfn. de amor quisiera para mi, per
Al ver á los t res, 1a cl2entela
· 1 de esos jóvenes es capaz de sentirlo.
que en el Retiro
192 FEDERICO ORALES LOS IIIJOS DEL AMOR 1~3
-Difícil es encontrar-dijo Bautistfn-un bre qué asunto, me dijo que todas las personas
hombre que sepa amarla con esa grandeza que eran de igual condición.
usted reclama. -SI ' seBorita·, somos de una misma condición
-No sea usted inJusto con ... su sexo. ante la Na turaleza, pero dentro de la sociedad
Luisa iba á decir: •No sea usted injusto con- no lo somos
sigo mismo :o, pero pensó en su pasado; temía -Y dentro de la sociedad, ¿soy yo superior
que su franqueza fuese mal interpretada, y ex 6 inferior á usted?
tendió la injusticia á todo el sexo. Mas á Bautis- -Superior, sefiorita, superior, porque dispo-
tfn no pasó inadvertida la duda de Luisa, y re- ne de mil pesetas mensuales, que son la mejor
puso: superioridad social. Por esto yo no puedo aspi-
-De pocos hombres tendrá usted motivos de rar más que á su amistad.
alabanza. -Perfectamente. Á mi no me preocupa que
-De pocos, porque apenas conozco ninguno, sea 6 deje usted de ser mi amigo; lo que me
pero entre los pocos que conozco alguno hay preocupa. es que usted haya dicho que sólo de-
digno de mi aprecio. ' seaba serlo.
-Mire usted-dijo Bautistfn-; en personas -¿Adónde la lleva su imaginación?
como nosotros, todo fingimiento es un descenso -¡Como le conté mi historial-repuso triste-
en la escala humana. La he ~omprendido antes mente Luisa.
Y la comprendo ahora. Yo estoy dispuesto á ser -¡Sefiorita!-exclamó Bautistin digna y se-
su amigo de usted, sólo su amigo. riamente-. Usted es para mi la mujer más hon-
Luisa tembló, y avergollzada preguntó, casi rada del mundo; se lo digo con la sinceridad Y
r llorando: la lealtad de mi alma, virgen de todo. Sólo de-
-¿Por qué dice usted «sólo su amigo•? seo ser su amigo de usted, porque no me consi-
-Porque no puedo decir otra cosa no siendo dero digno de otra cosa. Es usted hermosa, el
ueted de mi condición, ' usted rica es usted buena ... ¿Acaso creería us-
-¡De mi condiciónl-exclamó Luisa-. No ted en la 'sinceridad de mi carifio sí le dijese
le entiendo á usted; habla usted de condición e te quiero con toda mi alma • , sabiendo usted
ahora, cuando hablando ayer' no recuerdo so· que yo sé lo que percibe mensualmente?
1~
194 FEDERICO URALES LOS lUJOS DEL AMOR 195
-Sf que le creería á usted, y además de -Ee una solución-contestó con alegria Bau-
creerle, no descendería del sitio en que lo he co- tistfn-; ¿pero podría vivir usted con siete pe·
locado en mi aprecio. setas y medía?
Callaron los dos. Á Luisa le halagaba la de· -Se hace lo que se quiere-respondió la jo-
licadeza de Bautistfn y al muchacho le parecía veo procurando dar á sus palabras cierta serie-
Luisa más hermosa cuanto más espléndida Y dad-. Tengo muebles y vestidos para toda la
desinteresada se manifestaba. vida· mi comida. es frugal, y supongo que la de
- Por otra parte .. .-exclamó Luisa después '
usted también.
de un t;ato de silencio- . ¿Pero no me coneide· -Tll.mbién, y aun puede serlo más- contestó
r ar á usted demasiado atrevida? Bautístfn- si es necesario.
- ¡Demasiado atrevida!. . . ¿Por qué? -N o lo serA-exclamó Luisa.
- ¡Como soy tan espontánea! ¡Como a demás Demasiado sabía la joven que con siete pe·
conoce usted mi pasado ! Puede usted creer en setas v media no podían vivir en Madrid cinco
mi desaprensión lo que en otra estimaría sin· perso~í\S con piso como el suyo, pero ella pen-
caridad. saba unir á los treinta reales de Bautistfn trein-
- Es usted una ni.fia- repuso Bautistfn hala- ta suyos, y con quiuce pesetas diarias se podía
gado , sin embargo , por aquel pudor que cada pasar regularmente. Además, los gastos extraor-
momento descubría en Luisa- . ¡Es usted una diDarios de Rodolfo y los suyos propios los pa·
nina ! Á mis ojos es usted más grande cuanto garfa ella sin decir nada á Bautistin, y así el
más franca. muchacho estaría contento, porque vi viría dig-
- Pues bien-di jo Luisa animada por las pa· namente, ya que creerla vivir de lo suyo. .
labras del joven-¡ ¿cuánto gana usted diaria- Á las cinco regresaron á casa de Lmsa:
mente? Ba utistín después se marchó á la suya . Al día
-Unos treinta reales- contestó Bautistfn sin siguiente, víspera de la llegada de Rosa, ambos
atinar qué se proponía Luisa con tal pregunta. jóvenes se vieron de nuevo y convini eron en
-Así, pues, podríamos vivir de los treinta ba jar los dos á. la estación del Norte A la llega-
reales de usted y lo demás lo guardaría para da del mixto de Asturias, que era á las siete de
Rodolto. la. maftana.
197
de la frase, que va saliendo tierna de los labios -Á recibir á la madre del sefiorito.
por una fuerza superior á nosotros. -Pero ¿,ea que van á vivir juntos en el
Luisa y Bautistíu f"'rnvinieron que al próxi· cuarto?
mo día, á las seis, el mllchacbo iría á buscar -Creo que si-contestó la vieja- , aunque
á la joven en eocbe y que desde la cas de no tengo de ello la seguridad.
Luisa ee dirigirían los dos á la estación. -Bueno-replicó la portera- ¡ yo haré la
EfE'ctiv<..mente , a las sei~ en punto eet ~ba. vista gorda, pero si se entera el administrador
Bautistín delante do la casa número 46 de la ó si se queja algún inquilino ...
calle de Goya, y á la miena hora Luisa se aso- -No seas tonta- observó la neja criada- .
maba nl balcón para verle llegar ¿Y tú? ¿Crees que no eet"mos enterados de que
La vieja criada ablió la puerta de la calle , tu marido no es tu marido, sino otro?
porque la portera uo lo había hecho aúL, y -¡Por Dios, dofia. Gertrudi.s!-exclamó la
Baulistln saltó del coche parr. recibir á Luisa portera-¡ no se lo diga usted 1.t nadie.
eu la escalera. - ¡Pero si lo snbe todo el barrio! Á mi me lo
El joven ofreció ol brazo á su amada para contó el afio pasado el tendero de enfrente, que
qut>, apoyada en él, bajura los escalones con se dice pariente de tu primer marido .
m<~yor scguri :iu.d, y Luisa aceptó la gulautcrfa - Él había de ser- gritó la portera- . ¡En
de eu amanto, al paso que le premiaba con son· cuanto abra la tienda, le armo un escánda lo!
risa de mujer enamorada, buena y hermosa, que - Ea lo q ue él quiere : que armes tú1ín es·
ee sont·isa eupt>rior á eor.riea de áugel. cándalo para que se entere el eellor administra·
Al ruido quo hizo el coche al llegar ;\ la dor y te eche á la calle. No espera otra cosa,
criada al abrir la ptH~rta, despertó la portem, porque dice que acon~:~ej as á los inquilinos que
qu~ apareció eu el znguán al punto que Luisa no compren en su tienda . Yo le contesté q ue
se me tia en el coche. jamás me babias dado conse jo semejante .
Luían .) Bautietín pat ticrot1 cual si lo hicie· - Ni á nadie- exclamó la portera.
run en l~las del amor - Pues y a vea Ei te quiere mal, y como le des
-¿Dónde van'?- pr eguntó la portera ll la motivo 1 á ver al senor a dministrador va y te
vit: jll. criada . planta en la calle.
200 FEDP.:RICO URALEI! LOS DIJOS DEL AMOR 201
-¡Claro, como es sobrino del alcalde de ba- que apuntar tal cosa era ofender á Bautistfn
• 1
rr1o. pero ... y quizás hacf>r imposible su unión con él, no
-Me voy, no sea que se despierte el niflo dijo nada. Sin emb:.ugo, al muchacho se le ocu-
-repuso la criada. rrió una idea salvadora. Podría poner otro es-
-¿Cómo no se lo han llevado consigo?-pre· critorio en el port ... l de la. casa donde vivía
guntó la portera. Luisa ó en otra cercana y tt abajar en él las
La vieja sirvienta contestó aubiendo la es· mallana.s, haciéndolo las ta.rdes en el biombo .J
calera: de la calle de Mala sana.
- Para no despertarle y no darle una mala -Si el barrio de S !~manca produce treinta
mafhna. ¡Le quieren mucho! reales-decía Baut1stin-, dPjaré el escritorio
Gertrudis se metió en su piso y la portera de la calle de Malasaüa, y si no tendré los dos
empezó á barrer el portal, mirando de cuando y ganaré algo más, que será para Rodolfo, para
en cuando, y con enojo, la tienda de enfrente. mi madre y p~u a ti. .. Dispense u3ted-afia.dió
Á las siete menos veinte llegaron Luiea y el muchacho-, la be tuteado sin querer.
Bautistíu á la estación, y como el tt·en veo fa re· Luisa se sonrió y le estrechó la. mano dulce-
trasado otros veinte minutos, Bautistin propuso mente mientras le decía:
á L uisa espern.r los cuarenta en el restaura ut -Eres un tesoro, y si yo creyera que al ser
t omando chocolate y hablando de sus proyectos mad1·e babia perdido algo de mi valor, sólo
futuros. por ti lo scntit ía.
Luisa lamentaba que todos los días tu viese El timbre avisó que el tren estaba en la es-
que ir Bautistin de la calle de Goya á la de tación cercana, y loa jóvenes salieron al a ndén,
Malasana, donde el muchacho tenia. el escri torio por el que pasearon sin decir palabra..
público, más el ex seminarista decfa que en el Á lo lejos se oyó el silbido de la locom otora;
barrio de Salama.nc~, barrio de ricos, no ten- el corazón de Bautistfu lati1\ fuertemente.
dría tauta clientela como en el de Maravillas, Iba á 'er fl su madre, á su ma.dre, de la q ue
gen te pobre, enamorada y poétic~. tenía tan grandes y gratos recuérdos. El mu-
_Luieu. podla. replicar que u o et a muy nece· chacho recordaba lus luchas que por él ha bía
sano su escritorio para vivir 1 mas como sabia SOStenido COn BU padre; lo que la vbre mujer
202 n:UEII ICO URAL I::B 1 OS IIIJ IJS D~;L A H1 R :?03
ha bía hecho para gua rda1lo del mal geiJio y de fuese trat~lac.lada al diepeneario, mienhae se
la s borracheras de Pablo. L o rrlCOJ dtlba todo, y avisaba al mé iico. Pronto vino uno que había
ahora que podía, todo ee lo pagaba. viujado eu el mismo treo que la aldeana, atra í-
El tren llegó. Rt\pidamcnte, L uisa y Ba utis· do por el gru 1 (j que se llablu Cotru.~do ah(d"dor
t fn recot t ieron todos los coches de tercera. Nin· de la pací en te.
guna mujer viot on que le pareciese su madre. En cuanto Bautietin y Luisa fueron rele a-
P or fin, el muchacbl) SP fijó en uua que lle\ aba dos del cui iodo de la · obre nuj 1, se dcdic ron
un lío de 1 opa en la mnno ~ que iba vestida de de 1 UO\'o fl. buacur á Rosa, peto no la encontra·
aldcaua de Asturias; á ella se dit igió Bautistfn. rou. Atrn!dos por 1 \ curioe1dnd y para ver si la
L a aldeana, al ponr.r los pies en eltutdén, mi r ó madre de nautiatfll ho.hr!n ido también 3. ente-
á diC'Ptro y siniestro, como buscando á alguien ; rarse de lo oCUII i Jo, volvieron a l lado de la
luego, fi j \ndoee en Bautistln y abriendo loo ojos enfermu, que aun no habla recobrado el senti-
d P.smceuradnmcnte, exclamó: do. En aquel momento, el inspector de policía,
-¡Ricudo, Ricardo! ¿tú aqu!?- y cayó al encargado de J 1 vigilancia de la e tnción, inte-
suelo sin sentido . rrogaba á J s persouns que bablan ven do en el
B Rutistf n 1 comprendiendo que aq uell a mujer coche de la mujel' uccident d , par. averiguar
iba. A caerse, conió hacia Plla co n e l prupóei to qu ién era y ,,c.Jónde se dirig!a..
de sostener la, pero no pudo lograrlo. Lo más - Una ec r vidorn- ~xclu ó una muj er-ha
que pudo hacer fué incoJ PCII •lrla c·on as u da de viajado con ell desde Oviedo. Durante el
Luisa. Pronto acudieron via jeros y c m pleadoa camino nos ha cotlta.do que iba ñ Madrid, en
de Ja estación á eocorrer á la pobre a ldeana. do nde tenia un hij o que se 11 ma n
utlsta , y
Al pr in cipio, 1\ Bau tielf u aque ll a a sturiana q ue e te hijo la espera r in en ls es ta ióu .
le h abln pareci do s u mndrP. , pero dcepués, viou· -¡Luego es mi mnd1c ! -ex clamó B utistln.
do qn o l11 rec¡bfa gritnndo • ¡Ric ardo, Ricu!'do! " , - ¡Su mndr ! -d1jo e l iut:pector.
comprendió que ee tmtaba. de otra pe rsona que -¡~l1 mad t o debe ser! ¡Yo me llamo n uti •
le <·onrundie ra. sin duda alguna con alguil'n de ta, vi vo cu ?tl ad r i ~ !Je ve ido A e perar ñ mi
au fnroilin . madre , que deblu llegar hoy !
El jefe de la estación ordenó que la cufCJm& -¿Y <;Órn O llO lu fC ~o;ODOCO us ted?
20~ LOS llfJOS DEL A~10R 205
-No la he reconocido porque era ) o muy -SI, si; debe padecer alguna enfermedad,
niilo la última vez que la vi y porque al verme porque ha envejecido mucho desde que no la.
ha excla1.aado: e ¡Ricardo! ¿,tú aqul?• habla visto-dijo Bautistio.
-Indudablemente es su ma.dre y ha de ha- -R cardo-murmuró débilmente la enferma.
cerse usted cargo de ell"' -repuso el inspector, -¡Madre mia!-exclamó Bautistin- , soy
que quería aca.bar pro 1to aquel incidente- . yo, tu Bautistln; el que cuidaba las >aca.s.d~l ca·
Lo que puede haber ocurrido es que la ale· serlo; el que dió una pedrada al adm1~1stra·
gría de verle á usted. la baya impresionado un dor; el que fué detenido en la base del Pteacbo
poco . mientnl.s recogla el lio que tú me llevabas . ¿Re·
Luisa y Bautistln se acercaron á la acciden· cuerdas, madre mla? .
tada, que continuab<t sin conocimiento, á pesar -¿Bautietin, tú eres Bautistln, no eres Rt·
de los esfuerzos del médico. cardo'?
-SI, sí; es mi madre ... -dijo dirigiéndose á -No madrecita mla, no soy Ricardo; soy tu
Luisa- . Senor doctor, ¿qué le parece á usted? hijo qu~ ha pasado doce af\os en el Seminario~
¡,Qué tiene? ¿V1ve? ¿Se trata. de un simple sin· que he salido de él hace poco y que anteayer te
cope? mandó el dinero para el viaje.
- S.; trata de Rlgo mlis grave--dijo el doc- -¡Es verdad! eres mi hijo- exclamó Rosa
tor-, pero e~ pero vol verla en sí. mír 3 n<lo á nautistln fi jamente .
- Soy su hijo-repliró B!iutistín-. Al \·erme - y a hora puede usted marchar con él-afta·
me ha llamado Hicurdo y ha caldo en tierra dió el deleg&.do de policia.
acriJentada. Yo me llamo Bautista, sin e-n· -Daga usted lo que le he dicho-ex~lam(.. ?1
bcugo. médico dirigiéndose á Bautistin, y a.fiadtó-. \ '
-Ya va recobrando el sentido-dijo el doc- me retiro.
to t- . Tan proolo se reponga un poco, to me - Yo también-dijo el inspector.
usted un e o ~he, llével a. á su casu. y a visen - ¿Cuánto le debo?-preguntó Bautistíu at
un médico al insta u te. La pobre padece una en· médico.
fer meda.d crónica que se ha exacerb;\do con la -Nada .
emoción recibida. -Muchlsimae gracias-exclamó Bautietin-;
206 f EO~'RICO URALES LOS lUJOS 0&1. AMOR 207
reconózcame usted como un amigo y a.quf tiene Luisa-. Me alegro, me alegro; has tenido buen
usted su casa-dijo dándole una tarjeta. gueto y parece una sefiorita.
-Aqu{ tiene usted la suya-repuso el doctor -SI, pero su hijo de usted parece un noble
eutreguudo también otra tarjeta.. -contestó Luisa.
El inspector y el mértico se despidieron de -Es verdad-dijo Rosa-que no le conocf de
los dos jóvenes, y la gente fué desfilando poco momento ni pude pensar que tan ~allardo y dis-
A poco. tinguido fuese uu hijo mfo.
Cuando Bautistfn comprendió que su madre -Me has confundido con otro,¿, ~>rdad?-pre
se había tranquilizado, dijo á un mozo que car- guntó Bautist!n.
gase con los llos de Rosu y que tuviera un co· -¿Con otro? No-dijo Rosa-, no te he co-
che p·ep'lrado á la salida de la estación. LuPgo, nocido.
Bautistin y Luisa levantaron á Rosa, y sostenida - Como al verme has gritado: e ¡Ricardo, Ri-
por los dos, salieron despacito de la estación y cardo! ¿tú aquf?,.
subiAron al coche que esperaba. Rosa perdió los colores, y por un momento
Por el camino de la estación á la calle de parecía que iba A desmayarse de nuevo .
Goya, Rosa miraba A hurtadillas A au hijo, y Luisa, comprendiendo que en la vida de
cuando vela que el muchacho se daba cu. nta aquella mu jer había un misterio que la ator·
de la curiosidad de que era. objeto Rosa bajaba mentaba, dijo haciendo eene.s A BRutistln.
los ojos como avergonzada, preg~ntü ndo algo - Pero sí no ha sido ella la. que ha. dicho
para no llamar la atención. •Ricardo • .
-¿Quién ea esta joven tan hermosa y tan - ¿No ha 1do cll~.a.?-exclamó Bautietfn.
buena que uos acompana?- pr eguntó una de - No-repuso Luisa..
las veces. -No debo haber sido yo, pues sé muy bien
- Soy su hija de usted-contestó Luisa . que te llamas Bautistin.
-¡Cómo ! ¿te hablas casado sin a visarme? En estas llegaron A casa de Luisa y en se-
-No-contestó Bautistin-; nos casaremos guida. en viaron A la. cr iada en busca del médico
pronto, y entretanto tú vivirás con ella . que visitaba A Rodolfo siempre que el ui.fto 88
-¡Ahl-exclamó Rosa fija.ndo sus ojoe en indisponía.. El doctor, que era de alguna edad,
I<'EDERICO ORALES
LOS IIIJOS DEL AMOR 20!1
inspeccionó atentamente á Rosa :, ordenó deii- Dejaron á obscuras el cuarto y se reti-
pués que se metiera en cama. Luego recetó y raron.
dijo á Bautistln: Al poco tiempo Hosa dormla, y los enamora-
-Tengo el deber de advertirle á usted que dos jóvenes hablaron de su porvenir y de su
su madre puede morirse de un momento á otro. dicha en la estancia conugua.
Por de pronto, la medicina cada dos horas:
después pocas emociones; conviene que ignore
cuanto pueda afectarla en bien ó en mal.
- ¿Tao grave está?
- SI, muy grave; su madre de usted ha de-
bido padecer mucho moralmente. Su entendí·
miento debe ser sin duda alguna superior al
medio moral y físico en que ha. vivido, y ello le
ha acarreado una afección cardiaca.
El doctor se despidió. En la alcoba, Luisa
ayudaba á des t. u darse á la pobre Rosa., y des-
pués la madre de Bautistfn se metió en la
cama. Cuando el muchacho volvió, despedido
ya el médico, su madre le dijo:
- Esta señorita es un ángel.
-Ya le he dicho que soy su hija.
-Ahora ya puedo morirme-dijo Rosa-.
Te he visto, y ¿qué ba go en este mundo?
-¡Morirte tú-exclamó Bautistin-cuando
vas á vivir con tus hijos, que te quieren tanto!
No pienses en morirte. Descan sa y duerme, que
según el doctor, no ha sido más que el canean·
cío del viaje.
14
LOt; 1IIJ08 DEL AMOR 211
de Rosa, y é:..ta al verla le rogó que se le acer- efecto que estas palabras habían causado en la
cara, diciéndole: JOven; mas Luisa, que lo habla sospechado, ex-
-He pedido conlesarme, y Bautistln me ha clamó sin sorprenderse:
dicho que me confesara con él. ¿Crees tú que -¿Quiere usted decir que no es hijo del senor
puedo hacerlo? Recio, su difunto marido de usted?
-Mejor qu~ con otro hombre-contestó -Eso es.
Luisa. - Repito que puede usted confesarse con su
- ¡,No me maldecirá?-preguntó Rosa. hijo, en la seguridad de que Bautistín sabrá
-¡~Ialdec:irla! ;,Por qué'? perdonarla.
-Porque es precisamente contrario á su ho- - ¿Tú crees que no se enojará conmigo?
nor mi gran pecado. - ¡Qué se ha de enoJar! Bautistin cree que
- ~~ontrario al honor de Bautistínl los hijos han de Pl'rdouar siempre á sus madres,
- St. y si usted desea confesarae puede hace1lo con
- (,Usted puede haber hecho algo contrario él, cou mayor motivo cuanto que el perdón de
al honor de Baulistfn'? su hijo tendrá mucho más valor, en este caso,
- Si; un a coAa muy ma la. que el perdón de cualquier otro bomb1e.
-No la comprendo á usted l madre l "J creo Luisa compuso un poco la cama de la en fer-
que lo que la atormenta no tiene importancia. ma y luego se alejó silenciosamente, tecogiendo
-Acérca te mAs-repuso Hoaa-: te contaré de paso algunos frascos.
á ti mi falta · •s·1 t u. crees que la puedo confesar Rosa iba empeomndo cada dla. Las piernas
•á m'1 b"1JO sm
· que me maldióll, se la confesaré. se le hablan hinchado bastante y su cara babia
-Desde ahora le digo que al puede confe· adquirido un tinte amoratado. Ya no podia res-
sáraela. pimr ni sentada en la cama. Hubo necesidad
Rosa miró á todas partes, y luego, inclinan- de acomodarla. en una butaca. Se facilitaba la
do un poco la cabeza hu.cia Luisa, dijo fu tigosa- respiración de la enrerma. echando cuatro ó
mente y en voz muy débil: cinco gotas de piridina en un pafiuelo que la
-Bautistfn no es hijo de su pad¡·e. pobre aspiraba. De cuando en cuando se le su-
Rosa miló e on fi'Jeza á Lu1aa
. pura. ver el ministraba, en una cucharadita de agua, gotaa
~16 FEDERIOO ORALES LOS UIJOS DEL AMOR 217
de tintura. de estrofanto, y para calmar los ata- Luisa y Bautistfn se sentaron al lado de la
ques de disnea, cada. día más frecuentes y más butaca de Rosa. La enferma miró tiernamente
graves, contínuaba.n las inyecciones hipodér- y como suplicando á Bn.utistin, cogió la mano
micas de cafeína.. de Luisa y exclamó con voz cada vez más de-
Á los cuatro dfas de no poder respirar más bil y fatigosa:
que de pie ó sentada, el médico dijo que la en· -Cuando contaba quince aüos, entró en el
ferma podía quedarse en uno de aquellos ata· caserío donde yo vivía con mis padres y mi her-
ques de disnea que padecía, y que la muerte md-DO un hombre de~;conoctdo, que preguntó
era, no tan sólo inevitable, sino cuestión de por el autor de mis días. Llamé yo á mi padt e,
).loras. que en aquel momento se hallaba en los esta-
Comprendiendo Rosa su gravedad dijo á blos, y mi padre, al ver al forastero, exclamó
Luisa, sentada cerca de ella, que ll;mara á. yendo hacia él con loa brazos abiertos:
Bautist!n. Luisa obedeció, y cuando la enferma -¡Tú por aqu!, Juan!
tuvo á su alrededor á los dos jóvenes, dijo: Y Juan, que asi le llamaremos, pidió ha~lar
-Hijos mios, os quiero mucho, y el único do- reservadamente y á. solas con mi padre. E~te
lor que me causa la muerte que se acerca es el ordenó que me retiJara. Me 1 etiré, pero picó
que con ella os puedo causar á vosotras. tanto mí curiosidad aquella vtsita, que uo pude
-¡O tra vez! -exclamó Bautistin-. Precisa· resistir al deseo de enterarme. He de advertir
mente hoy el doctor nos ha dicho que de ntro de que mi padr~, en su juventud, habla teruJo q11e
dos días podrás acostarte de nuevo. huir de Espo.iia, perseguido por sus ideas, Y que
-Os engalla ó me engalláis, es igual; vues· á lo que coroprendi, el forastero habla sido su
tra ~en f traes santa, y pensando mejor lo que compafle1 o de omtgración.
os dtJe el otro día, antes de morir quiero confe- Eocert ados los dos en el único cuarto de
saros un secreto. la casa y sol,LI. yo afuera, pues mt mu dre habla
-Si te empefiae, madre mía-contestó Bau· muerto tre3 anos atrás y mi berma1.1o se encon-
tietin-, nos tienes á tu disposición. traba en el pasto , pegué el oido 1\ la cerradura
-Acercaos más-dijo Rosa fatigosamente- , de la puet tu y pude oír cmmto e~ hl\blaba
para que no tenga que levantar tanto la voz. d entro.
FEDERICO ORALES LOB lllJOB DEL AMOR 219
-¿Conoces á Ricardo?-dijo el forastero á cretado BU prisión. rero yo, que COLOZCO por
mi padre. experiencia propia la superioridad del monte
-No le conozco; ¿,quién es? sobre la cárcel, le dije: cAnda muchacho, ponte
-:M1 hijo rua.y or, que ha salido más revolu- á salvo mientras yo arreglo si puedo la cosa. •
cionario que nosotros. - ¿,La aneglaate'?-preguntó mi padre.
- ¡Ah, sU-dijo mi padre con satisfacción. -Aun no, v por esto anda á uña de caballo
- S!: es un muchacho de todas prendas. Buen por el monte Ricardo. En fin, que has de ocul-
hijo, buen a.ruigo, buen obrero, inteligeutís1mo. tarle en el caserlo.
No tiene más que un defecto . -¡Acabáramos, hombre! Que venga el mu-
-¿Cuálr-preguntó mi padre. chacho-exclamó francamente mí padre- . Que
-Siempre da la razón á su madre cuando venga el muchacho, que aqul estará bien y na-
tenemos alguna pelotera. die 1~ encontrará aunque le busquen.
Mi padre se eonrió y Juan siguió diciendo: -¿,Dónde lo t1enes a.hora? .
- ¡Escribe en loa periódi coa v dice unas co- -Por el monte anda hace unos ·ocho dtas.
sas! ... A su lado yo me siento nlfio de teta. ¡Ya Ayer hablé con él en el Picacho del Rayo Y le
vea, Y éramos el coco entonces, porque nos lla- dije que hoy, al caer de la tarde, se encont.rara
mábt\moa demócratas! por estos alrededores. Supongo que por ah1 an·
- ¡Cómo adelantan loa tiempos!-exclamó dará esperándome.
mi padre! Yo me alejé de la puerta. Juan salió, Y de;
- VerAs. En Gijón se publica un periódico trás de 61 mi padre . Ambos se dirigieron ba cía
titulado F1·atemidad, y Ricardo escribe en ese el rfo. Al poco tiempo volvieron. acompa fladoe
periódico unos artículos q ue vuel veo loco al ca- de un joven alto, moreno, de ojos bril lantes,
tedrático de Psicología, L ógica y Ética del Ins- grandes y negros, y con el primer vello e.n la
titu to, cuyo catedrático me ha dicho q ue mí barba. Tendrla unos diez y nueve aflos. Ml pa-
hijo es un portento, que en España no hay dre me llamó y dijo: ~ Este jo ve u es hijo de un
quien le ig uale en profundidad de pensamien· gran amigo rolo, está. en fermo y viene a l caae-
to . · · Mas es el caso que uno de loa u.rtlculos de rio para recobra r la salud . Le conviene mucho
mi hijo hu. sido denunciado y que el juez bu. de· descansar en la cama y cansarse andando por
2:!0 n;DE.IUCO UH ,u.s LOS IJIJOS m:r. AMOR 221
el monte. De suerte que unos d!as los paeará maeiado en los requiebros y que á poner coto á
enteros en el lecl,o y otros completos en la síe· ellos saliera de imp¡oviso Ricardo. No pasó
rra. Cu tn o venga. del ttljo tu hermano con las n ldn, sin emhar~o; los civiles se marcharon~
vacas cutémle de todo. Tú te cncar;;ne de cui- mi amigo sahó del e::-.condnjo tan pl onto oyó mt
dar al onft-r m o.,. voz que se lo maudaba. Yo eentla un gran ca·
Hirar do me miró y bnjó lofl ojos; yo me puse ril'w por Ricardo; siempre bubierl\ estndo á su
encnrn dc.t como una. cereza . .Tuan se m rchó, lado, pP.ro él jamás se propneó en lo mfle mlm-
Y mi padre lo ncomp ~fió bueu trer!ho; luego te mo y siempre fui pata él, mlis que respetada,
marchó al t~jn. Hicurdo y yo quedamos solos venerada . Yo llegué {l. quererle locaroen te, y
en la casa h Rt t la noche, en e¡ u e regr esnron mi eospechaba quo él también roe querla, ¡.ero
hermauo y ltll padre con las vaca.s y h\ yunta. nunca me lo dijo .
de bueyes . Yo y.~ ten! nrrc"l,tda. Id. cena; ce· Arreglado el asunto de la dcnuncl~ por· su
.nnmos y 'os a.r•ostamos . Para Hrcnt Jo se habi· padre, ó casi arreglado, un dia Juan VI~~ por
litó un (Uarto que estuba casi lleue~ de malz. eu hijo. Ricardo, al despedirse, sólo rne diJO ca-
El joven VIVIó en el c:.~eerio cerca de ues r inosameute: • Vol ver é . • y partió sin deja r otro
me es. C,a i siempre estt\bamo3 solos loe do , y recuerdo ui otra prueba de su cnrino .
llegamos á ser gr·nntles nmigo . 1:;1 me explica · Pasó el tiempo; mi padre mur ió ; q ueda mos
ba histoti ~ muy bonitas y yo urreglaba la co- eu el caeerio yo y rui herma no . No sabia dó ud_o
mida para r.mbos, ¡•orque mi padre q11erfn que se hallaba Ricardo y o l\die podi a d~rme ~~tl·
cuidase bien á Hicardo, y yo t nf,4 mucho~~~ to cías suyas. En v ida de mi pa dre hnbta re.Clbtdo
e n e ll o. Tl\n amigos nos hicimos, que tod1~ 1 1~ alg unas . La primera fué que al llegar Rtcardo
faena de la caa la. hnclamoa juntos. Un d1n , 1\ á G.IJ"ón habla stdo trasladado el juez . ybl"quehpor
lo mejor de nuestro t r abajo , vimos venir á la p ~ tal motivo no podla presentarse en pu ICO ae-
reju do la guardi a ci vil. Ricartlo se escondió a.l ta arreglar la cosa con el otro juez. Mas su pre·
punto e n uno d e los establos y e;,n sit io imposrbl() senciu. rué dcs~ubier ta y tuvo que emb.arcarae
de eer descub ierto. Llega r on los g ua t d ía s, me la uocbe misrna , en un vapor que salla para
pídier on tt guu. y me tiru.t·on re qui eba os. Yo tenia Burdeos. Después aupe que de Burdeos habla
miedo. Temiu. que los civiles adelantartln de· pasado A Parle, y en Parle perdl au pista para
LOS IIIJOS DEL AUOR 223
FEDERICO ORALES
siempre, porque fué cuando murió mi padre la amor 1 como me habla dicho Ricardo más de una
• • 1
umca persona que podía enterarme. Yo estaba vez hablando de su entendimiento y de sus idea-
realmente enamorada de Ricardo; mas pasaron les, que nunca entendí bastante.
meses Y aiios; mi hermano había de casarse Un día, á. los cinco meses de casada y á. los
con uoa aldeana con quien no se casó al fin· yo siete anos de haber viato por primera vez á Ri-
corrla el peligro de quedarme sola en el case~fo cardo, me encontraba sola en casa. Pablo habla
de vivir en él como criada cuando mi herman~ salido por la maílana con dirección á Caugas,
se casara, ó de marcharme sin saber dónde. De en cuya población había feria. Tardaría tres
Ricardo ni una palabra; habían transcurrido dias, lo menos, en volver; alll jugarla y se em-
seis anos. En estas se cruzaron mis ojos con borrachaiia., gastándose el poco diuero que que·
los de un mozo que habla regresado de Améri- daba. de mis ahorros de soltera..
c~. Mi hermano me dijo que P11blo gustnba del Yo me ha.llnba en utlo de los corrales dando
\'IDO Y uo del trabajo 1 mas como era buen mozo de comer á los bichos, cuando ol una voz que
Y algunas veces los hombres cambian de , ida gritaba: e ¡Rosa! ¡Itosn! Escóndeme.• Era la voz
al cambiat de estado, me casé con él ante la de Ricardo¡ la reconocl en seguida. Yo solté los
amenaza de quedarme sola ó de ser echada del cacharros que tenia en la mauo y me dirigí ñ
ca.serío. la entrada del caserío.
Al p oco t'lempo de haberme casado com- Eu medio de ella estnba Ricardo. Habla
1
p.rendl que me había hecho deegr11ciada para echado toda. la. bn.rba, que er,1 ríza.da y negra,
s1emprr · I)ablo se emborrachaba más que de y babia puesto algunas carnee, pocas. Al vEir·
soltero; no quería trabajar y me pegaba todos me me dijo:
los dlas por la cosa más insignificante. Estaba -Hosa, eecónderne; me persiguen loe civiles.
sola en la tiert·a.· 8 m ....:.¡Estoy caMda-le contesté si n M ber lo
•
·
ma d re 1 s1u
. pad re sin ber·
1
m ano 1 sm parie1ttos , em · am1gos· m· SIQ
. Uiera
· q ue decla-, y no hay ua.die on casa!
c on oct·d os, en rnedio de l campo, ' a partada de - ¡En tonces-exclamó Hicurdo apoyá ndose
todo. el mundo • M't v 1'd a se desiJza
. ba muy triste, en la p 1~r ed par a no caerse- , entonces que me
Y BID embargo , m·1 coraz 6 u deseaba a lg una ter- prendan loa civiles !
n eza ' un poc 0 d e poeala., alg o de r espeto, de y adelantó tambaletmdose hacia la ealida
,
LOS IDJ OS DEL AYOR 225
224. FEDERICO URALES
- Porque estás casada y te quiero demasiado
del caserío. Yo dudé un instante; por una \"en
para comprometerte.
tana que daba al Cl:imiuo de Gandaira vi vemr
Fué la primera vez que me dijo que me
á. los civi les como corriendo. Cerré los ojos,
quería. Luego me contó que habla venido á Es·
hice un esfuet zo y exclamé:
pafift. Eólo pura verme; que estnba declarado en
- ¡No te vayas, Ricardo; escóudete doude
rebeldía y que al descender del tren, los civiles
puedas!
que estaban de servicio en la estación lo ha-
Él se internó en el caserío rápidamente y
bían reconocido y le habían seguido, con inten-
yo salí al portal.
ción de prenderle.
- ¿No quteren entrar los guardias?- pregun- - Los civiles andan buscándote por el mont e
té cuando los tuve á cierta distancia.
- le di je yo- , y mi marido se ha ido A, la feria
. ~No, Rosa- respondió uno- ; andamos per- de Cangas, de donde no regresará basta el mar-
tHgUtendo á un criminal. ¿Le has visto?
tes por lo menos. T ienes, pues, tres días de tiem-
.- No- contesté con una ser enidad de que yo po, y si ahora te vas es rAcil que te echen mano.
misma me admiraba después.
- Esperaré una hora por ti-me dijo.
- Ea un joven a lto, moreno, con bar ba ri · - Por mi puedes esperar tres días-le con·
zada.
t esté en verdadero car il'!.o.
. -¡~b l Pues por a quí ha pasado hace unos -Rosa-me dijo después de un momento de
dtez m1nutos·' m e h a pa recido
. que se internaba triste silencio y mirándome fijamente-: he ve·
en el monte al llegar al rio. •
nido á buscarte, porque te quiero¡ he pensado
Los guardias se a 1eJa · ron de prisa.· cuando
en tí siempre y en todas partes¡ para Terte me
loe hube perdido de VIs · t a entré en el caserío
' y he expuesto á que me manden A presidio, y si
busqué
que 1 A Ricardo. Lo encontré en el i 't '
m smo st 10 después de todo te encuentro casada, ¿con qué
. e eerv 1a de escondrijo afios atrAe. Me pa·
reCJó que yo era 1a m·na do entonces y con alegria puedo estar yo aqui?
. Yo rompl A llorar por la dicha perdida y
lgul~l familiaridad le dije que hu.bía pa~ado el por la larga desgracia que me esperaba. Ricar·
pe tgro. Ricardo me d1ó 1as gracias muy reepe·
do, comprendiendo mi lloro, me preguntó acer-
tuosamente y me dijo que queda marcharse.
-¿Por qué?-le pregunté yo. cándose á mi:
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~26 FEDERICO URALES LOS IIIJOS DEL AMOR 227
-¿N o eres feliz? leña por los mismos senderos y los mismos mon-
-No; soy muy desgraciada-le dije-. Lar- ,. tes que pasaron, perseguidos, así el padre como
gos anos esperé noticias tuyas; las últimas fue- el hijo! Y me decía: cAquí, en esta piedra, debió
ron que t e hallabas en Francia; luego murió mi sentarse Ricardo, cansado de recorrer la sierra
padre y no tuve á quién preguntar por ti. y el Picacho. Aquí debió descansar mi querido
Y se lo conté todo, hasta la vida tnste que Bautist1n más de una vez. • Y besaba las piedras
me hacía pasar mi marido. Rtcardo me enjuga- y las llenaba de lágrimas. Luego, desde lo alto
ba las lágrimas mientras yo iba relatando; lue- del Picacho, miraba al llano y me decía: cPor
go, cuando le dije que Pablo me pegaba, cerró este inmenso horizonte está Ricardo; allá abajo,
los pufios y amenazó. muy abajo, en la capital de Espafia, se halla
Después él me relató su vida. De París pasó mi amado Bautistín; y yo sola, con mi recuerdo
á Londres, de Londres á Buenos Aires de Bue- y mi pobreza, con mi amor inmenso para los
nos Aires á Cuba , Nueva York, proscripto' dos, lloraba, lloraba siempre pensando en vos -
siempre, perseguido en todas partes y luchando oti os en el uno sin saber dónde estaba, perse-
por un ideal. guido' en todas partes y en todas partes bueno,
-¡Por un ideal 1- exclamó BauListin anhe- y en el otro creyendo que lo habla perdido para
lante- . ¿Qué ideal, madre mfa? siempre.
-El del amor entre los hombres el de Jesu- -¡Madre, madre mlal-gritó Bautistin, Y
' hace amar
cristo, el tuyo, Bautistín; ese que os cubrió de besos el rostro de Rosa.
tanto á las madres, á las esposas, á los hijos Los ojos de la madre se llenaron de lágri-
-dijo trabajosamente la infeliz Rosa-. Lo he- mas. Luisa lloraba también y besaba las manos
redaste de él, hijo mío, así como su figura, como de la pobre enferma.
su carácter, como su bondad. -¿Me perdonas'l-dijo con voz casi imper-
-¿Y dónde está ahora R1eardo?-preguotó ceptible Rosa. .
Bautistfn con interés. -·Que si te pardono!-exclamó Bautlstin-.
-¡Ah! ¿dónde está? ¡Quién sabe! ¡Si supieras No t~ngo necesidad de perdonarte.llíciste bien.
lo que he pensado en él antes de la muerte de Las mujeres no deben respetar á los hombrea
Pablo Y al verme viuda, cargada con ol haz de que 00 son dignos de respeto.
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