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La incertidumbre que provoca en el ser humano el estar rodeado de realidades que lo parecen
pero no lo son, como el no saber a ciencia cierta qué depara el tiempo, o si sus recuerdos son
o no creados, nos lleva a un principio fluctuante: cada vez le es más difícil al individuo
entregarse a la marea de efectos sin causas.
La historia de las lavanderas en las calles bogotanas es la reunión de cada uno de estos
aspectos, es una realidad creada por registro, una realidad que es y no es porque dejó de
existir pero se sigue construyendo a través de imaginarios. El presente es la temporalidad de
lo igual, homogeniza y sustrae elementos lo suficiente cercanos para envolverlos en una masa
que no afecta, una masa sin sorpresas, una masa reconocible. Las memorias de esta
comunidad regida y enfatizada en la mujer se muestran ante nosotros con nuevas
asignaciones de la sociedad contemporánea. « El mundo se le presenta solo como
proyecciones de sí mismo. No es capaz de conocer al otro en su alteridad y de
reconocerlo en esta alteridad »
La coacción del contexto neoliberal que desaparece los preceptos humanos y la ampliación de
información traen consigo una romantización sosa del sobrevivir. Entretejer la memoria, revivir la
humanidad de las lavanderas le hace frente a la amenaza de ser una historia consumida por el
deseo de lo exótico. Es así como el hecho de reunión, y la ritualización del trabajo invisibilizan
los inconvenientes que aquejaban las mujeres; la extensas caminatas, el cuarteamiento de sus
pieles a la intemperie en el clima hostil bogotano de las primeras décadas del siglo xx, las
articulaciones atrofiadas, malgastadas, además del llamado de un labor que no flaquea en
dejar atrás a sus hijos durante largas jornadas; podría verse de dos maneras: la primera se
trata de un sujeto privado de libertad, es amo y esclavo a la vez debido a que fueron la
pioneras de un trabajo independiente y remunerado. Y la segunda, incluyendo en ella la
mirada contemporánea de las razones y la clasificación; como forma de escapatoria de una
realidad confrontante que posibilitaba una sororidad en 1910, donde un gremio de
trabajadoras “acusadas de poner en peligro la salud de los ciudadanos debido a que usaban
los ríos para lavar las prendas de personas que portaban enfermedades de contagio hídrico
como la fiebre tifoidea”, logran reivindicarse y empujar cambios sociales para la
visibilización de la mujer como agente político.
Al estudiar los factores reales de catástrofe salubre, se evidencia un agente que viene
haciendo estragos desde los 90: la minería. Las montañas intactas orientales, ahora bañadas
de residuos que irrigaban decadencia al Río San Cristóbal pasaron a ser propiedades privadas,
desamparadas, donde los escrúpulos del ser humano podían ser suspendidos por la
enceguecedora libertad del poder. “La absolutización del poder aniquila precisamente al
otro. La relación lograda con el otro se manifiesta como una especie de fracaso.” En
este caso la aniquilación no es solo para uno, el agua lleva consigo incalculables vidas, decae
con ella la historia de generaciones, relaciones y memoria. A partir de esto las lavanderas se
sumergieron en el cómodo y engañoso mundo del capitalismo, la domesticación de río fue
también una domesticación de las mujeres y el distanciamiento que tuvo cabida por la
mediación de la mano del “hombre” fue traducido a pequeños cubículos separados;
lavaderos en casas acaudaladas. Allí donde hubo alguna vez solidaridad y complicidad,
reinaba la sombra de un individuo sometido al consumo. Ya no le es posible llevar a cabo un
reconocimiento del otro porque está solo. . En la actualidad lo que fue un oficio, casi una
peregrinación se convierte en la homogeneización del capitalismo como producto de la
propagación tecnológica (lavadoras) « El capitalismo absolutiza la mera vida. Su fin no es la
vida buena” Despojarse de este ser con apetito devastador es arduo. Pero el río es
cambiante, sedicioso, persistente, conjura el pasado y sana los dolores del presente: la mujer
es agua, la lavandera es lluvia que limpia y renueva. “¡Cómo se desea volver a casa, a habitar
lo elemental, al calor de las ropas recién planchadas, a una estancia doméstica y cotidiana!”.
Metodología
Elaboración de la Instalación
Se procede con la manufactura partiendo de la canal como centro y de allí se desprenden la
relación con las mangueras verticales contenedoras de agua. El soporte maneja los rangos de
altura y caída de la instalación.
Instalación
Montaje de proyectores con cables de sonido y video así como de las bases, mangueras y
canal que hacen parte del dispositivo.
Registro
Impacto
Con la obra _____________ logramos conectar los temas que estábamos trabajando de
manera propia en la clase de integral I en busca de enriquecer mucho más nuestros intereses
y generar una propuesta plástica que nos retara a la idea de obra en colectivo, creemos que así
el trabajo de búsqueda y consolidación de nuestro tema podría ser más provechoso pues se
nutriría de otros saberes, preceptivas, forma de hacer, además de las que estamos
acostumbradas de forma individual. tarea
Resultados Esperados
Deseamos que esta obra luego de enfrentarse al escenario de la ASAB logre visibilización
fuera de la academia. Todo proyecto plástico de carácter investigativo
debe ser pulido como una piedra preciosa, para que pueda ser visto, dialogado y criticado por
muchos más saberes. Luego de entender cómo conversa la instalación con el espacio y el
público en la ASAB entonces podrá hacer parte quizá de una convocatoria que lo amerite
entendiendo que quizá el proyecto varié bastante pero la obra ____________ va a ser el punto
de partida.
CRONOGRAMA
Prueba de materiales
El registro final de la obra tanto fotográfico como audiovisual será compartido en nuestros
diferentes portafolios virtuales y se presentarán una vez editado y limpio a otras
convocatorias donde la comunicabilidad tambien ser apor medios fisicos
Bibliografía
http://www.environmentandsociety.org/exhibitions/agua-en-la-bogota/el-
lavado-de-la-ropa-y-las-lavanderas