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Colegio Northlands año 12

Literatura IB 2020

Alfonsina Storni
(1892-1938)

Antología poética

Unidad 1: Del posmodernismo a la vanguardia en la lírica argentina


Índice
La inquietud del rosal (1916)
El cisne enfermo………………………………………………………………………………………… 3

El dulce daño (1918)


Tú me quieres blanca…………………………………………………………………………………... 4

Irremediablemente (1919)
Me atreveré a besarte………………………………………………………………………………….. 7

Piedra miserable………………………………………………………………………………………... 9

Languidez (1920)
Van pasando mujeres………………………………………………………………………………….. 10

Buenos Aires……………………………………………………………………………………………. 12

Siglo XX…………………………………………………………………………………………………... 14

Ocre (1925)
Dolor…………………………………………………………………………………………………….... 15

Mundo de siete pozos (1935)


Selvas de ciudad………………………………………………………………………………………... 16

Hombres de la ciudad………………………………………………………………………………….. 18

Mascarilla y trébol (1938)


Voy a dormir……………………………………………………………………………………………… 20

1
El cisne enfermo
De ​La Inquietud del Rosal​, 1916.

Hay un cisne que muere cercado en un palacio.


Un cisne misterioso de ropaje de seda
que en vez de deslizarse en la corriente leda
se estanca fatigado de mirar el espacio.

5 El cisne es un enfermo que adora al dios de oro;


el sol, padre de razas, fecunda su agonía.
por eso su tristeza es una sinfonía
de flores que se entreabren en las sombras del lloro.

Tiene el pecho cruzado por un loco puñal,


10 gota a gota su sangre se diluye en el lago
y las aguas azules se encantarán bajo el mago
poder de los rubíes que destila su mal.

El alma de este cisne es una sensitiva…


no levantéis la voz al lado del estanque
15 si no queréis que el cisne con el pico se arranque
el puñal que sostiene su existencia furtiva.

Cuentan viejas leyendas que está enfermo de amor.


Que el corazón enorme se le ha centuplicado
y que tiene en la entraña como El Crucificado
20 un dolor que cobija todo humano dolor.

Y cuentan las leyendas que es un cisne-poeta…


Que la magia del ritmo le ha ungido la garganta
y canta porque sí, como el arroyo canta
la rima cristalina de su corriente inquieta.

25 Yo he soñado una noche que el viejo palacio


era el cisne cansado de mirar el espacio.

2
Tú me quieres blanca
De​ El dulce daño,​ 1918.

Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta. 5
De perfume tenue.
Corola cerrada.

Ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita 10
se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
tú me quieres blanca,
tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas 15


las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tú que en el banquete
cubierto de pámpanos 20
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño

3
vestido de rojo 25
corriste al Estrago.
Tú que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros, 30
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone)
me pretendes casta
(Dios te lo perdone)
¡me pretendes alba! 35

Huye hacia los bosques;


vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos 40
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha; 45
renueva tejidos
con salitre y agua:
Habla con los pájaros
y lévate al alba.
Y cuando las carnes 50
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
4
que por las alcobas
se quedó enredada, 55
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.

5
Me atreveré a besarte
De ​Irremediablemente...​, 1919

Tú, de las manos fuertes con dureza de hierro


Y los ojos sombríos como un mar en tormenta,
Toda suerte o ventura en tus manos se asienta;
La fortuna te sigue, la fortuna es tu perro.

Mírame aquí a tu lado; tirada dulcemente 5


Soy un lirio caído al pie de una montaña.
Mírame aquí a tu lado... esa luz que me baña,
Me viene de tus ojos como de un sol naciente.

¡Cómo envidio tus uñas insertas en tus dedos


Y tus dedos insertos de tu mano en la palma, 10
Y tu ser todo inserto en el molde de tu alma!
¡Cómo envidio tus uñas insertas en tus dedos!

A tus plantas te llamo, a tus plantas deliro...


Oh, tus ojos me asustan... Cuando miran el cielo
Le hacen brotar estrellas. Yo postrada en el suelo 15
Te llamo humildemente con un leve suspiro.

Acoge mi pedido: oye mi voz sumisa,


Vuélvete a donde quedo, postrada y sin aliento,
Celosa de tus penas, esclava de tu risa,
Sombra de tus anhelos, y de tu pensamiento. 20

6
Acoge este deseo: dame la muerte tuya,
Tu postrera mirada, tu abandono postrero,
Dame tu cobardía; para tenerte entero,
Dame el momento mismo en que todo concluya.

Te miraré a los ojos cuando empiece la sombra 25


A rondarte despacio... Cuando se oiga en la sala
Un ruido misterioso que ni es paso ni es ala,
Un ruido misterioso que se arrastra en la alfombra.

Te miraré a los ojos cuando la muerte abroche


Tu boca bien amada que no he besado nunca, 30
me atreveré a besarte cuando se haga la noche
sobre tu vida trunca.

7
PIEDRA MISERABLE
En ​Irremediablemente​, 1919.

Oh, piedra dura, miserable piedra,


Yo te golpeo, te golpeo en vano,
Y es inútil la fuerza de mi mano,
Oh piedra dura, miserable piedra.

Pero haces bien, oh miserable piedra, 5


Deja que tiente un golpe sobrehumano,
Deja golpear, deja golpear mi mano,
Oh piedra dura, miserable piedra.

No me des nada, miserable piedra,


Guarda un silencio altivo y soberano, 10
No te ablandes jamás entre mi mano;
Oh piedra dura, miserable piedra.

Con tu impiedad, oh miserable piedra,


Recobro alientos y el deseo gano,
No te dejes caer sobre mi mano, 15
Mezquina, estulta, miserable piedra.

Si un día torpe, miserable piedra,


Te venciera la fuerza del verano
Y cayeras a gotas en mi mano
Yo te odiaría, miserable piedra… 20

8
Van pasando mujeres
De ​Languidez​, 1920

Cada día que pasa, más dueña de mí misma,


sobre mí misma cierro mi mirada interior;
en medio de los seres la soledad me abisma.
Ya ni domino esclavos ni tolero señor.

Ahora van pasando mujeres a mi lado 5


cuyos ojos trascienden la divina ilusión.
El fácil paso llevan de un cuerpo aligerado:
se ve que poco o nada les pesa el corazón.

Algunas tienen ojos azules e inocentes;


van soñando embriagadas, los pasos al azar; 10
la claridad del cielo se aposenta en sus frentes
y como son muy finas se les oye soñar.

Sonrío a su belleza, tiemblo por sus sueños;


el fino tul de su alma, ¿quién lo recogerá?
Son pequeñas criaturas, mañana tendrán dueños, 15
y ella pedirá flores..., y él no comprenderá.

Les llevo una ventaja que place a mi conciencia:


los sueños que ellas tejen no los supe tejer,
y en mis manos ignorantes no perdí mi inocencia.
Como nunca la tuve, no la pude perder. 20

9
Nací yo sin blancura; pequeña todavía
el pequeño cerebro se puso a combinar;
cuenta mi pobre madre que, como comprendía,
yo aprendí temprano la ciencia de llorar.

Y el llanto fue la llama que secó mi blancura 25


en las raíces mismas del árbol sin brotar,
y el alma está candente de aquella quemadura.
¡Hierro al rojo mi vida! ¿Cómo pude durar?

Alma mía, la sola; tu limpieza, escondida


con orgullo sombrío, nadie la arrullará; 30
si en música divina fuera el alma dormida,
el alma, comprendiendo, no despertara ya.

Tengo sueño mujeres, tengo un sueño profundo.


Oh, humanos, en puntillas el paso deslizad;
mi corazón susurra: me haga silencio el mundo, 35
y mi alma musita fatigada: ¡callad!...

10
Buenos Aires
De ​Languidez​, 1920

Buenos Aires es un hombre


Que tiene grandes las piernas,
Grandes los pies y las manos
Y pequeña la cabeza.

(Gigante que está sentado 5


Con un río a su derecha,
Los pies monstruosos movibles
Y la mirada en pereza.)

En sus dos ojos, mosaicos


De colores, se reflejan 10
Las cúpulas y las luces
De ciudades europeas.

Bajo sus pies, todavía


Están calientes las huellas
De los viejos querandíes 15
De boleadoras y flechas.

Por eso cuando los nervios


Se le ponen en tormenta
Siente que los muertos indios
Se le suben por las piernas. 20

Choca este soplo que sube


Por sus pies, desde la tierra,
Con el mosaico europeo

11
Que en los grandes ojos lleva.

Entonces sus duras manos 25


Se crispan, vacilan, tiemblan,
¡A igual distancia tendidas
De los pies y la cabeza!

Sorda esta lucha por dentro


Le está restando sus fuerzas, 30
Por eso sus ojos miran
Todavía con pereza.

Pero tras ellos, velados,


Rasguña la inteligencia
Y ya se le agranda el cráneo 35
Pujando de adentro afuera.

Como de mujer encinta


No fíes en la indolencia
De este hombre que está sentado
Con el Plata a su derecha. 40

Mira que tiene en la boca


Una sonrisa traviesa,
Y abarca en dos golpes de ojo
Toda la costa de América.

Ponle muy cerca el oído: 45


Golpeando están sus arterias:
¡Ay, si algún día le crece
Como los pies, la cabeza!

12
SIGLO XX
En ​Languidez​, 1920.

Me estoy consumiendo en vida,


Gastando sin hacer nada,
Entre las cuatro paredes
Simétricas de mi casa.

¡Eh, obreros! ¡Traed las picas! 5


Paredes y techos caigan,
Me mueva el aire la sangre,
Me queme el sol las espaldas.

Mujer soy del siglo XX;


Paso el día recostada 10
Mirando, desde mi cuarto,
Cómo se mueve una rama.

Se está quemando la Europa


Y estoy mirando sus llamas
Con la misma indiferencia 15
Con que contemplo esa rama.

Tú, el que pasas; no me mires


De arriba a abajo; mi alma
Grita su crimen, la tuya
Lo esconde bajo palabras. 20

13
Dolor
De​ Ocre​, 1925

Quisiera esta tarde divina de octubre


pasear por la orilla lejana del mar;

que la arena de oro, y las aguas verdes,


y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera, 5


como una romana, para concordar

con las grandes olas, y las rocas muertas


y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos


y la boca muda, dejarme llevar; 10

ver cómo se rompen las olas azules


contra los granitos y no parpadear;

ver cómo las aves rapaces se comen


los peces pequeños y no despertar;

pensar que pudieran las frágiles barcas 15


hundirse en las aguas y no suspirar;

ver que se adelanta, la garganta al aire,


el hombre más bello, no desear amar...

Perder la mirada, distraídamente,


perderla y que nunca la vuelva a encontrar: 20

y, figura erguida, entre cielo y playa,


sentirme el olvido perenne del mar.

14
Selvas de ciudad
De ​Mundo de Siete Pozos,​ 1935.

En semicírculo
se abre
la selva de casas:
unas al lado de otras,
unas detrás de otras, 5
unas delante de otras,
todas lejos de todas.
Moles grises que caminan
hasta que los brazos
se le secan 10
en el aire frío del Sur.
Moles grises que caminan
hasta que una bocanada
de horno del norte
les afloja las articulaciones. 15
Siempre haciendo
el signo de la cruz.
Reproduciéndose por ángulos
Con las mismas ventanas
de juguetería. 20
Las mismas azoteas rojizas
Las mismas cúpulas pardas.
Los mismos frentes desteñidos.
Las mismas rejas sombrías.
Los mismos buzones rojos. 25
Las mismas columnas negras.

15
Debajo de los techos,
otra selva,
una selva humana, 30
se mueve.
Pero no en línea recta.
Troncos extraños,
de luminosas copas,
se agitan indudablemente 35
movidos por un viento
que no silba.
Pero no alcanzo sus actitudes,
ni oigo sus palabras,
ni veo el resplandor 40
de sus ojos.
Son muy anchas las paredes;
muy espesos los techos.

16
HOMBRES DE LA CIUDAD
En ​Mundo de siete pozos​, 1935

Arden los bosques del

Horizonte;

Esquivando llamas,

Cruzan veloces,

Los gamos azules 5

Del crepúsculo.

Cabritos de oro

Emigran hacia

La bóveda

Y se recuestan 10

En los musgos azules

Se alza

Debajo,

Enorme,

La rosa de cemento, 15

La ciudad,

Inmóvil en su tronco

De sótanos sombríos.

Emergen –cúpula, torres-

Sus negros pistilos 20

17
A la espera de polen lunar.

Ahogados por las llamas de la hoguera,

Y perdidos

Entre los pétalos

De la rosa 25

Invisible casi,

De un lado al otro,

Los hombres…    

18
VOY A DORMIR
En ​Mascarilla y trébol,​ 1938.

Dientes de flores, cofia de rocío,


manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. 5


Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes...


te acuna un pie celeste desde arriba 10
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:


si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…

19

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