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“Pese a las apariencias, la deconstrucción no es ni un análisis
ni una crítica (…) No es un análisis, sobre todo porque el
desmontaje de la estructura no es una regresión hacia el
elemento simple, hacia un origen indescomponible. Estos
valores, como el de análisis, son ellos mismos, filosofemas
sometidos a la desconstrucción. Tampoco es una crítica, en un
sentido general o un sentido kantiano. La instancia misma del
krinein o de la krisis (…) es, como lo es por otra parte todo el
aparato de la crítica trascendental, uno de los “temas” o de los
“objetos” esenciales de la desconstrucción (…). Lo mismo diré
con respecto al método. La desconstrucción no es un método y
no puede ser transformada en método (…). No basta con decir
que la deconstrucción no puede reducirse a una mera
instrumentación metodológica, a un conjunto de reglas y de
procedimientos transportables (…) no es siquiera un acto o una
operación”. (1997, pp. 25-26)
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El autor, deja en claro cómo la deconstrucción viene a romper con la
estructura dominante del pensamiento binario, en donde existe no
solo la búsqueda de una simplicidad violenta sino una supremacía de
conceptos. En definitiva muestra cómo la deconstrucción llega para
resquebrajar la doctrina de aquello que estructuraron la visión o
abordaje de la realidad, sosteniendo; “deconstruir un discurso
equivale a mostrar cómo anula la filosofía que expresa, o las
oposiciones jerárquicas sobre las que se basa, y esto identificando
en el texto las operaciones.” (Culler, 1999, p. 80).
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gramática para presentarnos un enunciado, sino que hay más y ese
más hay que buscarlo en lo oculto, en lo que no se nos transparenta
a simple vista que se encuentra en los márgenes. También hay que
tener en cuenta que no es que lo marginal va a convertirse en
central, sino que es el todo lo que va a conformar el texto, por ende
su interpretación deberá abordar ambos con igual importancia.
El lenguaje es un limitante que ha servido para estructurar la
realidad. Esta estructura, que se nos presenta como binaria, tiene el
objeto (o eso se cree) de tranquilizar a los seres humanos. La
“realidad” que se propone al deconstruir es incierta, porque en ella
no hay una definición, nunca se podrá llegar a cerrar una idea o
concepto, siempre será abierto, es por eso que el autor sostiene:
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mismo. El lenguaje ocupa un lugar como centro ordenador de todas
las cosas, no es un simple accesorio, una herramienta más, sino que
pasa a cumplir un rol central, casi hasta sostener que la lengua nos
constituye, que el ser humano se define a través del habla. Pero éste
no es ni transparente ni natural; entonces esta verdad que se nos
muestra, puede ser de otra manera. El mostrarse
deconstructivamente, es mostrar la historia oculta que todo concepto
supone. Al deconstruir podemos observar que detrás hay una
política, una política que definió la interpretación “ganadora” sobre
las múltiples opciones. La deconstrucción vuelve a poner la
multiplicidad de visiones sobre la mesa.
El lenguaje tiene contradicciones, aporías, huellas y esto no es un
error desafortunado, sino su esencia, se nos muestra como
transparente cuando en sí no lo es; buscando romper con la
estructura dominante. Como bien lo expresa Derrida:
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Este puede parecer un paso relativamente inocuo, pero de
hecho, como muestra Derrida, es crucial para la tradición
occidental del pensamiento sobre el lenguaje, en la cual el
habla se considera comunicación natural y directa y la
escritura una representación artificial e indirecta de otra
representación. Se puede recordar, en defensa de esta
jerarquización, el hecho de que los niños aprenden a hablar
antes de escribir o que millones de personas, incluso culturas
enteras, tienen habla y no escritura; pero cuando se aducen
hechos de este tipo se toman para demostrar no sólo una
prioridad comprehensiva más portantosamente general. El
habla se concibe en contacto directo con el significado: las
palabras que emite el hablante como signos espontáneos y casi
transparentes de su pensamiento actual, que el receptor que
escucha espera captar. La escritura, por otra parte, se
compone de marcas físicas que están divorciadas del
pensamiento que puede haberlas producido. Funciona
caracerísticamente en ausencia de un hablante, ofrece un
acceso incierto al pensamiento y puede parecer incluso como
del todo anónimo, ajena a cualquier hablante o autor. La
escritura, así, parece ser el habla. Este juicio de la escritura es
tan viejo como la filosofía misma”. (1999, pp. 91-92).
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la necesidad del pensamiento logocéntrico de que el lenguaje
transparente:
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estructuralismo, la imposibilidad de poder llegar a una definición y
en esa imposibilidad rompiendo con la creencia que el orden pre-
establecido no se puede cuestionar, dando lugar así a otra visión o
construcción de realidad posible.
Se ha observado cómo la noción de estructura está ligada a la ciencia
y a la filosofía como formas de conocimientos, fundamentados en un
sentido común, dotados de principios que no son sometidos a ningún
cambio, son incuestionables y por ende inmodificables. Funcionan
entonces como centros reguladores del pensamiento, buscando dar
un límite tranquilizador al ser humano.
Entonces, es a través de la “différance” que Derrida va a deconstruir
elementos esenciales para la lógica estructuralista, elementos que
son la base sobre la cual se sostiene gran parte de este pensamiento.
Uno de los más centrales será el mito idealista de la presencia, bajo
la dualidad presencia/ausencia, poniendo la presencia como el
acceso inmediato al significado, un acceso transparente, sin
intermediarios, siendo esta la base del logos, dejando a la ausencia
como la parte negativa. Sin embargo, Derrida demostrará que esta
idea es imposible de sostener, ya que la propia dinámica del lenguaje
da como resultado esta “différance” que es producto de las
diferencias, tanto así como que está diferido en el tiempo. En
consecuencia, la “différance” funciona como memoria del proceso de
formación de las ideas o conceptos y al mismo tiempo deja al
descubierto la inexistencia de los significados ideales que se nos han
impuesto para observar la realidad desde el logocentrismo.
Derrida así describe el pensamiento de la filosofía de la metafísica
con respecto a la multiplicidad de conceptos, introduciendo así la
“différance”:
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¿Diremos desde este momento que lo que aquí resiste, es lo
impensado, lo reprimido, lo rechazado de la filosofía? Para no
agarrarse más, como a menudo se hace hoy, a la equivalencia
confusa de estas tres nociones, una elaboración conceptual
debe introducir ahí un nuevo juego de la oposición, de la
articulación, de la diferencia. Introducción, pues, a la
différance”. (1994, p. 34)
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únicas están sujetos a las ambigüedades del lenguaje, a sus
contradicciones y aporías.
Usar la deconstrucción como una estrategia para observar la
realidad, teniendo un poder crítico reactivo, nada pasivo ante esta;
no aceptar lo impuesto, cuestionarlo, re-pensarlo. La lógica del
pensamiento deconstructivo es problematizar, ir donde no hay
cuestionamientos y buscar porqué no los hay. Poner sobre la
superficie la multiplicidad de opciones demostrando la imposibilidad
de la definición.
Desde este foco se va mostrando cómo “la realidad” se construyó
sobre motivos específicos para estructurar toda nuestra vida.
Mostrar dentro de esas construcciones porqué fueron elegidas por
sobre las restantes. Un ejemplo, clásico sería la propiedad privada, la
violencia no está en la propiedad privada en sí, sino en su historia, en
cómo fue construida la idea de propiedad privada dejando de lado
todas las demás formas posibles de relación de la propiedad de las
cosas. Esta relación de poder da como resultado la estructuración
del pensamiento, realidad cotidiana; generando de esta forma
verdades implícitas que buscan constantemente poner al logos como
posición superior y dominante.
En conclusión, dentro de los medios de producción y análisis de las
ciencias sociales, esta concepción de realidad viene a generar un
cambio radical. Desde la relación de las diferentes disciplinas, así
como de los conceptos. Habrá entonces que entender que bajo esta
visión de la realidad debe darse la posibilidad de desplazar todos los
términos, conceptos e ideas, así como también se comienzan a
desdibujar las divisiones entre las diferentes disciplinas generando,
tal vez, una permeabilidad entre ellas.
Podemos decir que la deconstrucción puede verse como un
movimiento de transformación a través del cual se cambian todos los
parámetros establecidos por el logocentrismo, tomando su
estructura y analizándola, desde sus límites, dándole toda una nueva
perspectiva, logrando transformar o desplazar la superestructura del
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logos en sus distintas manifestaciones, generando el nacimiento de
nuevas estructuras sociales, nuevos modos de producción y análisis
de conceptos en las ciencias. En definitiva una nueva forma de
pensar el paradigma, el filtro a través del cual observamos la
cotidianidad.
Referencias
Culler, J. (1999). Sobre la deconstrucción. Teoría y crítica
después del estructuralismo . Madrid, España: Cátedra.
Derrida, J. (1986). De la gramatología. México: Siglo XXI.
Derrida, J. (1989). La escritura y la diferencia . Barcelona,
España: Anthropos.
Derrida, J. (1994). Márgenes de la filosofía. Madrid, España:
Ediciones Cátedra.
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