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Subsecretaría de Maestrías y Carreras de Especialización

Secretaría de Estudios Avanzados

FECHA: 01/05 /2020


ALUMNO/A: Álvaro Felipe Atenas Vallejos.
DNI: 95.789.557
MAIL: atenas.alvaro@gmail.com
MAESTRIA: Teoría Política y Social.
COHORTE:
MATERIA: Producción y análisis de conceptos en Teoría Política y
Social
DOCENTES: Gisela Catanzaro y Emmanuel Biset
FECHA LÍMITE DE ENTREGA: 02/05/2020
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES.
MAESTRÍA EN TEORÍA POLÍTICA Y SOCIAL.
PRODUCCIÓN Y ANÁLISIS DE CONCEPTOS EN TEORÍA POLÍTICA
Y SOCIAL.

“NO HAY NADA FUERA DEL


TEXTO.”

Alumno: Álvaro Felipe Edmund Atenas Vallejos


Trabajo para el curso de Producción y análisis de conceptos en Teoría
Política y social.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2020.
Docentes: Gisela Catanzaro
y Emmanuel Biset.

Trabajo para el curso de Producción y análisis de conceptos en Teoría


Política y social.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2020.
¿Cómo abordamos el análisis de la realidad? La realidad entendida
como el paradigma, el filtro a través del cual entendemos lo
cotidiano. Esta realidad que se nos muestra a simple vista como
inequívoca, ideal, lógica, natural ¿pero qué hay de sus sombras, qué
hay de sus huellas, qué hay detrás de esta estructura que se nos
impone? Porque si hay una estructura dominante, porque si hay un
sentido inequívoco es porque la realidad se construyó sobre todo
aquello que ha sido vencido, pero que sin embargo, no ha
desaparecido, aún se mantiene oculto y la deconstrucción va a
ponerlos sobre la superficie, buscándolos en sus límites, sus aporías,
sus silencios; como dice Derrida “El ser en el límite: estas palabras
todavía no forman una proposición, menos todavía un discurso. Pero
en ellas hay, con tal que juguemos, con que engendrar poco más o
menos todas las frases de este libro.” (1994, p. 17).
Buscamos analizar esta pregunta disparadora desde el lente de las
ideas fundamentales de la deconstrucción, como movimiento
filosófico, a partir de Jacques Derrida y las contribuciones de autores
como Jonathan Culler. Sabiendo que este análisis es la base a través
de la cual se puede observar los modos de producción y análisis de
conceptos en las ciencias sociales entendiendo que la deconstrucción
empezará a borrar los límites y las jerarquías entre las diferentes
disciplinas.
Derrida no busca definir la deconstrucción, no es su intención, sí le
interesa dejar en claro lo que no es, porque cualquier definición la
volvería simple, estática. Él busca mostrar que la deconstrucción
pone sobre el tapete una multiplicidad de conceptos, visiones
posibles para abordar esta realidad que se nos presenta. Es así como
toma el término desconstrucción de la filosofía de la metafísica, del
pensamiento logocentrista, estructuralista y advierte que no la
definirá desde esta metodología de pensamiento. Por ende, lo
primero que va a deconstruir es la palabra deconstrucción,
sosteniendo la imposibilidad de darle una definición, porque de esa
forma se delimitaría y es de lo que se quiere alejar. Derrida sostiene:

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“Pese a las apariencias, la deconstrucción no es ni un análisis
ni una crítica (…) No es un análisis, sobre todo porque el
desmontaje de la estructura no es una regresión hacia el
elemento simple, hacia un origen indescomponible. Estos
valores, como el de análisis, son ellos mismos, filosofemas
sometidos a la desconstrucción. Tampoco es una crítica, en un
sentido general o un sentido kantiano. La instancia misma del
krinein o de la krisis (…) es, como lo es por otra parte todo el
aparato de la crítica trascendental, uno de los “temas” o de los
“objetos” esenciales de la desconstrucción (…). Lo mismo diré
con respecto al método. La desconstrucción no es un método y
no puede ser transformada en método (…). No basta con decir
que la deconstrucción no puede reducirse a una mera
instrumentación metodológica, a un conjunto de reglas y de
procedimientos transportables (…) no es siquiera un acto o una
operación”. (1997, pp. 25-26)

En todo el discurso de “Una carta a un amigo japonés” se sostiene la


idea del lenguaje como estructurador de pensamiento, esa
incapacidad de escapar del lenguaje; dejándolo claro al decir:
“Cuando elegí esta palabra, o cuando se me impuso…” (Derrida,
1997, p. 23). Así como Jonathan Culler describe su visión sobre la
deconstrucción:

“Quizá deberíamos decir, más exactamente, la deconstrucción


como estrategia para tratar la filosofía, puesto que la práctica
de la deconstrucción pretende ser tanto un argumento riguroso
dentro de la filosofía como un cambio de las categoría
filosóficas tradicionales o de intentos filosóficos de dominio”.
(1999, p. 79).

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El autor, deja en claro cómo la deconstrucción viene a romper con la
estructura dominante del pensamiento binario, en donde existe no
solo la búsqueda de una simplicidad violenta sino una supremacía de
conceptos. En definitiva muestra cómo la deconstrucción llega para
resquebrajar la doctrina de aquello que estructuraron la visión o
abordaje de la realidad, sosteniendo; “deconstruir un discurso
equivale a mostrar cómo anula la filosofía que expresa, o las
oposiciones jerárquicas sobre las que se basa, y esto identificando
en el texto las operaciones.” (Culler, 1999, p. 80).

Es así entonces que desde la propia concepción de la deconstrucción


empieza a vislumbrar una nueva percepción de la realidad, distinta a
la visión dominante, comienzan a percibirse otras ecuaciones
posibles de la misma. Así la deconstrucción muestra (entre otras
cosas) porqué algunos conceptos se han ido construyendo a sí
mismos como si fueran incuestionables, entonces surge la necesidad
de preguntarnos, ¿qué es la realidad sino una construcción de la
filosofía de la metafísica? Mostrando de esta forma cómo la
estructura dominante se resiste a ser cuestionada enarbolando las
banderas de la lógica y el objetivismo.
Es así como se va cayendo la idea de que las entidades, conceptos,
cosas; se presentan de forma independiente, de forma autónoma
dando lugar al pensamiento que éstas muestran contradicciones,
zonas oscuras, paradojas, aporías, perspectivas perdedoras.
Hubo una historia (violenta de hecho, desde el momento que una de
las formas de ver la realidad se impone ante el resto) que la
construyó, una historia que se impuso, una historia con un objetivo,
buscando mediante la lógica encajar la diversidad de lo real en
principios básicos, claros, dejando de lado la singularidad y dejando
paso a la clasificación binaria dentro de un sistema de pensamiento
filosófico de la metafísica.
De esta forma Derrida plantea su estrategia, hace visible que el
significado del texto no es simple, no sigue determinadas reglas

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gramática para presentarnos un enunciado, sino que hay más y ese
más hay que buscarlo en lo oculto, en lo que no se nos transparenta
a simple vista que se encuentra en los márgenes. También hay que
tener en cuenta que no es que lo marginal va a convertirse en
central, sino que es el todo lo que va a conformar el texto, por ende
su interpretación deberá abordar ambos con igual importancia.
El lenguaje es un limitante que ha servido para estructurar la
realidad. Esta estructura, que se nos presenta como binaria, tiene el
objeto (o eso se cree) de tranquilizar a los seres humanos. La
“realidad” que se propone al deconstruir es incierta, porque en ella
no hay una definición, nunca se podrá llegar a cerrar una idea o
concepto, siempre será abierto, es por eso que el autor sostiene:

“La escritura no sólo es un medio auxiliar al servicio de la


ciencia -y eventualmente su objeto- sino que es en primer
lugar, como lo recuerda Husserl en El Origen de la geometría,
la condición de posibilidad de los objetos ideales y, por lo
tanto, de la objetividad científica. Antes de ser su objeto, la
escritura es la condición de la episteme”. (Derrida, 1986, p.
37).

De esta forma podemos observar los centros reguladores del


pensamiento, el papel que estos juegan, simplificando el
pensamiento para poder definir límites. Esta simplificación se lleva a
cabo a través del sistema binario, en donde un término es positivo y
el otro como inferior, negativo y subordinado. En conclusión, Derrida
sostiene que detrás de esta estructura de pensamiento que se nos
muestra como simple, hubo una operación política, una decisión
epistemológica que puso andar todo un sistema; el que se escuda
detrás de logos.
Es el lenguaje el brazo ejecutor de la metafísica, él está
sistematizado a través de la gramatología. El ser humano construye
la realidad en base a éste, nuestro acceso a ella es a través del

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mismo. El lenguaje ocupa un lugar como centro ordenador de todas
las cosas, no es un simple accesorio, una herramienta más, sino que
pasa a cumplir un rol central, casi hasta sostener que la lengua nos
constituye, que el ser humano se define a través del habla. Pero éste
no es ni transparente ni natural; entonces esta verdad que se nos
muestra, puede ser de otra manera. El mostrarse
deconstructivamente, es mostrar la historia oculta que todo concepto
supone. Al deconstruir podemos observar que detrás hay una
política, una política que definió la interpretación “ganadora” sobre
las múltiples opciones. La deconstrucción vuelve a poner la
multiplicidad de visiones sobre la mesa.
El lenguaje tiene contradicciones, aporías, huellas y esto no es un
error desafortunado, sino su esencia, se nos muestra como
transparente cuando en sí no lo es; buscando romper con la
estructura dominante. Como bien lo expresa Derrida:

“Ciertamente, nunca se probará filosóficamente que es preciso


transformar una situación semejante y proceder a una
deconstrucción efectiva para dejar marcas irreversibles. ¿En el
nombre de qué y de quién en efecto? ¿Y por qué no dejarse
dictar la norma y la regla derecha a tergo”. (1994, p. 26-30).

El observar el lenguaje, deconstruir su estructura para poder


cambiar el foco de la realidad que se nos presenta; pues si ya el
lenguaje comienza a tener grietas, con otros significantes, otros
parámetros; nuestra percepción de la realidad, en consecuencia
cambiará, dando paso a un movimiento de transformación.
Culler nos dice cómo funciona el lenguaje, según Derrida, dentro del
estructuralismo bajo el tono de logocentrismo:

“La escritura es simplemente una forma de representar el


habla, un procedimiento técnico o un accesorio externo que no
precisa su consideración a estudiar el lenguaje.

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Este puede parecer un paso relativamente inocuo, pero de
hecho, como muestra Derrida, es crucial para la tradición
occidental del pensamiento sobre el lenguaje, en la cual el
habla se considera comunicación natural y directa y la
escritura una representación artificial e indirecta de otra
representación. Se puede recordar, en defensa de esta
jerarquización, el hecho de que los niños aprenden a hablar
antes de escribir o que millones de personas, incluso culturas
enteras, tienen habla y no escritura; pero cuando se aducen
hechos de este tipo se toman para demostrar no sólo una
prioridad comprehensiva más portantosamente general. El
habla se concibe en contacto directo con el significado: las
palabras que emite el hablante como signos espontáneos y casi
transparentes de su pensamiento actual, que el receptor que
escucha espera captar. La escritura, por otra parte, se
compone de marcas físicas que están divorciadas del
pensamiento que puede haberlas producido. Funciona
caracerísticamente en ausencia de un hablante, ofrece un
acceso incierto al pensamiento y puede parecer incluso como
del todo anónimo, ajena a cualquier hablante o autor. La
escritura, así, parece ser el habla. Este juicio de la escritura es
tan viejo como la filosofía misma”. (1999, pp. 91-92).

¿Cómo se da esta ruptura? Cómo comenzamos a apartarnos de esta


creencia que el lenguaje es transparente e incuestionable. Hay que
tener en cuenta, como dice Culler, que la filosofía necesita de la
creencia de la transparencia del lenguaje para que no exista una
distorsión de las ideas fundamentales de la misma. La filosofía de la
presencia, del significado en la mente del hablante ha sido el soporte
sobre el cual se construyó la binariedad, con su característica de un
término positivo y otro negativo, la superioridad de uno sobre otro, el
objetivo de la deconstrucción será descubrir el funcionamiento real
del lenguaje, el mecanismo de análisis será la diferencia. Así sostiene

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la necesidad del pensamiento logocéntrico de que el lenguaje
transparente:

“La escritura presenta al lenguaje como una serie de marcas


físicas que operan en ausencia del hablante. Pueden ser muy
ambiguas o estar organizadas en modelos ingeniosos y
retóricos.
Lo ideal sería contemplar directamente el pensamiento. Puesto
que no es factible, el lenguaje debería ser tan transparente
como fuese posible. La amenaza de opacidad es el peligro de
que, en lugar de permitir la contemplación del pensamiento e,
interponiendo su forma material, afectar o infectar al
pensamiento”. (Culler, 1999, p. 84)

Poner de manifiesto lo oculto implica poner en revisión todas las


jerarquías impuestas por el pensamiento logocéntrico, buscando en
esas ausencias expresar nuevos contenidos, descubrir sus huellas,
dando como resultado un proceso de conocimiento profundo dado
por los trazos de las huellas sobre huellas, y estas huellas son
puestas en evidencia a través de la “deferencia”. La deconstrucción
busca cuestionar la existencia de verdades últimas y definitivas,
mostrando que son estructuras construidas por el logos.
Es así como Derrida muestra la necesidad de deconstruir el lenguaje
para poder poner sobre la mesa la multiplicidad de opciones
posibles, deconstruir el lenguaje que se nos presenta como verdad
incuestionable; pues el lenguaje en sí mismo tiene también su propia
crítica, cuyos caminos son a partir de una deconstrucción de los
conceptos fundadores, propios de lo que significa la historia de la
filosofía y el segundo, como lo hace Lévi-Strauss, es conservando los
viejos conceptos pero teniendo que denunciar sus límites, así se
utilizan los viejos términos para destruir toda esta maquinaria; de la
cual pertenecen. Demostrándolo junto a un procedimiento riguroso
de cuestionamientos, utilizando los mismos parámetros del

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estructuralismo, la imposibilidad de poder llegar a una definición y
en esa imposibilidad rompiendo con la creencia que el orden pre-
establecido no se puede cuestionar, dando lugar así a otra visión o
construcción de realidad posible.
Se ha observado cómo la noción de estructura está ligada a la ciencia
y a la filosofía como formas de conocimientos, fundamentados en un
sentido común, dotados de principios que no son sometidos a ningún
cambio, son incuestionables y por ende inmodificables. Funcionan
entonces como centros reguladores del pensamiento, buscando dar
un límite tranquilizador al ser humano.
Entonces, es a través de la “différance” que Derrida va a deconstruir
elementos esenciales para la lógica estructuralista, elementos que
son la base sobre la cual se sostiene gran parte de este pensamiento.
Uno de los más centrales será el mito idealista de la presencia, bajo
la dualidad presencia/ausencia, poniendo la presencia como el
acceso inmediato al significado, un acceso transparente, sin
intermediarios, siendo esta la base del logos, dejando a la ausencia
como la parte negativa. Sin embargo, Derrida demostrará que esta
idea es imposible de sostener, ya que la propia dinámica del lenguaje
da como resultado esta “différance” que es producto de las
diferencias, tanto así como que está diferido en el tiempo. En
consecuencia, la “différance” funciona como memoria del proceso de
formación de las ideas o conceptos y al mismo tiempo deja al
descubierto la inexistencia de los significados ideales que se nos han
impuesto para observar la realidad desde el logocentrismo.
Derrida así describe el pensamiento de la filosofía de la metafísica
con respecto a la multiplicidad de conceptos, introduciendo así la
“différance”:

“La filosofía, acaso, no ha podido nunca razonar sobre esta


multiplicidad, al estar ella misma situada, inscrita,
comprendida en ella. Habrá́ buscado sin duda la regla
tranquilizadora y derecha, la norma de esta polisemia (…)

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¿Diremos desde este momento que lo que aquí resiste, es lo
impensado, lo reprimido, lo rechazado de la filosofía? Para no
agarrarse más, como a menudo se hace hoy, a la equivalencia
confusa de estas tres nociones, una elaboración conceptual
debe introducir ahí un nuevo juego de la oposición, de la
articulación, de la diferencia. Introducción, pues, a la
différance”. (1994, p. 34)

El autor postula que la “différance” es el movimiento por el cual la


lengua se constituye “históricamente” como un entramado de
diferencias. Entonces la lengua debe ser pensada, entendida más allá
de la lengua metafísica, dando como resultado una visión de realidad
totalmente diferente.
Recordemos que Derrida explica que la oposición de los conceptos,
dentro de la lógica logocentrista nunca es el simple enfrentamiento
de los términos, sino que se establece una jerarquía y el orden de
una subordinación.
Sostiene entonces, que la escritura no es el medio de transporte de
las ideas, de los sentidos sino que es el despliegue histórico en el
cual se invierte superioridad dentro la dualidad habla/escritura
siendo la escritura, dentro de este movimiento histórico de
entramado de “différance”, la causa del habla, de la conciencia, del
sentido, de la verdad. La escritura en este contexto sobrepasa el
concepto de comunicación logocentrista, lo rompe ya que la escritura
no da lugar a una verdad última, sino que deja la posibilidad a una
multiplicidad de opciones.
La deconstrucción propone no solo neutralizar la oposición de
conceptos, jerarquización y subordinación sino que busca la
inversión de estos y su desplazamiento general en el sistema.
Entonces, ¿cómo abordaremos el análisis de realidad? Se podría
empezar a cuestionar la noción de realidad o verdad única,
arraigadas en la cultura occidental. Todos los que profesan verdades

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únicas están sujetos a las ambigüedades del lenguaje, a sus
contradicciones y aporías.
Usar la deconstrucción como una estrategia para observar la
realidad, teniendo un poder crítico reactivo, nada pasivo ante esta;
no aceptar lo impuesto, cuestionarlo, re-pensarlo. La lógica del
pensamiento deconstructivo es problematizar, ir donde no hay
cuestionamientos y buscar porqué no los hay. Poner sobre la
superficie la multiplicidad de opciones demostrando la imposibilidad
de la definición.
Desde este foco se va mostrando cómo “la realidad” se construyó
sobre motivos específicos para estructurar toda nuestra vida.
Mostrar dentro de esas construcciones porqué fueron elegidas por
sobre las restantes. Un ejemplo, clásico sería la propiedad privada, la
violencia no está en la propiedad privada en sí, sino en su historia, en
cómo fue construida la idea de propiedad privada dejando de lado
todas las demás formas posibles de relación de la propiedad de las
cosas. Esta relación de poder da como resultado la estructuración
del pensamiento, realidad cotidiana; generando de esta forma
verdades implícitas que buscan constantemente poner al logos como
posición superior y dominante.
En conclusión, dentro de los medios de producción y análisis de las
ciencias sociales, esta concepción de realidad viene a generar un
cambio radical. Desde la relación de las diferentes disciplinas, así
como de los conceptos. Habrá entonces que entender que bajo esta
visión de la realidad debe darse la posibilidad de desplazar todos los
términos, conceptos e ideas, así como también se comienzan a
desdibujar las divisiones entre las diferentes disciplinas generando,
tal vez, una permeabilidad entre ellas.
Podemos decir que la deconstrucción puede verse como un
movimiento de transformación a través del cual se cambian todos los
parámetros establecidos por el logocentrismo, tomando su
estructura y analizándola, desde sus límites, dándole toda una nueva
perspectiva, logrando transformar o desplazar la superestructura del

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logos en sus distintas manifestaciones, generando el nacimiento de
nuevas estructuras sociales, nuevos modos de producción y análisis
de conceptos en las ciencias. En definitiva una nueva forma de
pensar el paradigma, el filtro a través del cual observamos la
cotidianidad.

Referencias
 Culler, J. (1999). Sobre la deconstrucción. Teoría y crítica
después del estructuralismo . Madrid, España: Cátedra.
 Derrida, J. (1986). De la gramatología. México: Siglo XXI.
 Derrida, J. (1989). La escritura y la diferencia . Barcelona,
España: Anthropos.
 Derrida, J. (1994). Márgenes de la filosofía. Madrid, España:
Ediciones Cátedra.

 Derrida, J. (1997). El tiempo de una tesis. Deconstrucción e


implicaciones conceptuales. Barcelona, España: Proyecto A.

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