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Teoría Social

Latinoamericana

Diego Pereyra (coordinador)


Noelia Cardoso

Índice de contenidos
Introducción
Unidad
Unidad
Unidad
Versión digital de la Unidad
Carpeta de trabajo Unidad
Unidad
Unidad
Unidad

Página siguiente
2

Pereyra, Diego
Teoría social latinoamericana / Diego Pereyra ; Noelia Cardoso ;
coordinación general de Diego Pereyra. - 1a ed . - Bernal : Universidad
Virtual de Quilmes, 2017.
Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-987-3706-93-6

1. Sociología. 2. América Latina. 3. Teoría Sociológica. I. Cardoso,


Noelia II. Pereyra, Diego, coord. III. Título.
CDD 301

Procesamiento didáctico: Bruno De Angelis y María Cecilia Paredi


Diseño original de maqueta: Hernán Morfese, Marcelo Aceituno y
Juan Ignacio Siwak
Diagramación: Juan Ignacio Siwak

Primera edición: noviembre de 2017

ISBN: 978-987-3706-93-6

© Universidad Virtual de Quilmes, 2017


Roque Sáenz Peña 352, (B1876BXD) Bernal, Buenos Aires
Teléfono: (5411) 4365 7100 http://www.virtual.unq.edu.ar

La Universidad Virtual de Quilmes de la Universidad Nacional de


Quilmes se reserva la facultad de disponer de esta obra, publicarla,
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mecánicos, incluyendo fotocopias, grabación magnetofónica y cual-
quier sistema de almacenamiento de información. Por consiguiente,
nadie tiene facultad de ejercitar los derechos precitados sin permiso
escrito del editor.

Queda hecho el depósito que establece la ley 11723


3

Íconos

LL
Leer con atención. Son afirmaciones, conceptos o definiciones destacadas
y sustanciales que aportan claves para la comprensión del tema que se
desarrolla.

PP
Para reflexionar. Propone un diálogo con el material a través de preguntas,
planteamiento de problemas, confrontaciones del tema con la realidad,
ejemplos o cuestionamientos que alienten la autorreflexión.
Texto aparte. Contiene citas de autor, pasajes que contextualicen el desa-
rrollo temático, estudio de casos, notas periodísticas, comentarios para for-
mular aclaraciones o profundizaciones.
Pastilla. Incorpora informaciones breves, complementarias o aclaratorias de
N algún término o frase del texto principal. El subrayado indica los términos a
propósito de los cuales se incluye esa información asociada en el margen.

CC
Cita. Se diferencia de la palabra del autor de la Carpeta a través de la inser-
ción de comillas, para indicar claramente que se trata de otra voz que ingre-
sa al texto.
Ejemplo. Se utiliza para ilustrar una definición o una afirmación del texto
principal, con el objetivo de que se puedan fijar mejor los conceptos.

AA
Para ampliar. Extiende la explicación a distintos casos o textos como podrían
ser los periodísticos o de otras fuentes.

KK
Actividades. Son ejercicios, investigaciones, encuestas, elaboración de cua-
dros, gráficos, resolución de guías de estudio, etcétera.

SS
Audio. Fragmentos de discursos, entrevistas, registro oral del profesor expli-
cando algún tema, etcétera.

EE
Audiovisual. Videos, documentales, conferencias, fragmentos de películas,
entrevistas, grabaciones, etcétera.

II
Imagen. Gráficos, esquemas, cuadros, figuras, dibujos, fotografías, etcétera.

WW
Recurso web. Links a sitios o páginas web que resulten una referencia den-
tro del campo disciplinario.

OO
Lec­tu­ra obli­ga­to­ria. Textos completos, capítulos de libros, artículos y papers
que se encuentran digitalizados en el aula virtual.

RR
Lectura recomendada. Bibliografía que no se considera obligatoria y a la que
se puede recurrir para ampliar o profundizar algún tema.

Código. Incorpora al material un determinado lenguaje de programación.


Línea de tiempo. Se utiliza para comprender visualmente una sucesión cro-
nológica de hechos.
4
5

Índice

Los autores............................................................................................ 9
Introducción.......................................................................................... 11
Problemática del campo........................................................................ 12
Reflexiones acerca del aprendizaje en un entorno virtual.......................... 13
Objetivos del curso................................................................................ 15

1. Tradiciones, intelectuales y conocimiento. Del ensayismo a la


ciencia social................................................................................ 17
Objetivos.............................................................................................. 17
1.1. La teoría social y sus tradiciones.................................................... 17
1.2. Tensiones cognitivas y políticas en la teoría social........................... 20
1.2.1. La modernidad como fenómeno social .................................. 21
1.2.2. Ciencias naturales versus ciencias sociales .......................... 22
1.2.3. La teoría social en América Latina......................................... 24
1.3. Intelectuales y expertos.................................................................. 25
1.4. Saber universal y contextos nacionales............................................ 28
1.4.1. ¿Teoría única o una teoría diversa?....................................... 28
1.4.2. Entre el cambio y la identidad. Los rasgos fundacionales
de la teoría social latinoamericana.................................................. 29

2. La búsqueda de América Latina. Redes y proyectos en


la institucionalización de las ciencias sociales............................... 33
Objetivos.............................................................................................. 33
2.1. Introducción................................................................................... 33
2.1.1. La institucionalización de la teoría social en América Latina.... 34
2.1.2. La búsqueda de la diferencia................................................ 36
2.2. La Unión Panamericana.................................................................. 38
2.2.1. La Cepal. La originalidad de la copia...................................... 43
2.2.2. La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
Una escuela internacional de investigadores.................................... 47
2.2.3. Clacso: autonomía y regionalización...................................... 49

3. Desarrollismo y teoría de la modernización. Principales problemas


y ejes temáticos............................................................................ 55
Objetivos.............................................................................................. 55
3.1. Introducción .................................................................................. 55
3.2. La teoría clásica del desarrollo........................................................ 56
3.3. La teoría de la modernización ....................................................... 59
3.3.1. Gino Germani (1911-1979)................................................... 63
3.3.2. José Medina Echavarría (1903-1977).................................... 67
3.4. El papel de la clase media.............................................................. 69
3.5. La oposición al análisis global: las siete tesis equivocadas sobre
América Latina............................................................................... 72
6

4. Respuestas y debates de la modernización de las ciencias sociales.


Los casos Camelot y Marginalidad................................................. 79
Objetivos.............................................................................................. 79
4.1. Introducción................................................................................... 79
4.2. El Proyecto Camelot ...................................................................... 80
4.2.1. Objetivos y diseño del Proyecto Camelot................................ 82
4.2.2. El dilema ............................................................................ 83
4.3. El Proyecto Marginalidad................................................................. 85
4.4. Una reflexión sobre la dependencia académica................................ 89

5. El marxismo en América Latina. Derivas de la revolución................... 95


Objetivos.............................................................................................. 95
5.1. Introducción................................................................................... 95
5.2. Marx, el marxismo y sus interpretaciones........................................ 96
5.3. Cómo pensar y apropiarse de Marx en América Latina.
Sus primeros legados..................................................................... 98
5.3.1. Obra y Legado de Mariátegui............................................... 102
5.3.2. El impacto de la revolución en la izquierda latinoamericana... 103
5.4. Reflexiones sobre la cola del diablo. La recepción de Gramsci
en América Latina ....................................................................... 106

6. La teoría de la dependencia. Debates y perspectivas....................... 111


Objetivos............................................................................................ 111
6.1. Introducción................................................................................. 111
6.2. La teoría de la dependencia.......................................................... 111
6.3. Dos enfoques de la teoría de la dependencia ................................ 115
6.3.1. La dependencia en Cardoso y Faletto. Una reconstrucción
del enfoque de la dependencia .................................................... 116
6.3.2. Las propuestas de Dos Santos y Marini............................... 118
6.4. Críticas y balances de la Teoría de la dependencia......................... 122

7. La transición democrática y los nuevos desafíos de la izquierda
intelectual................................................................................... 129
Objetivos ........................................................................................... 129
7.1 Introducción................................................................................. 129
7.2. La emergencia del debate: la democracia en el centro de la
discusión intelectual.................................................................... 130
7.3. El exilio y el papel de las redes académicas .................................. 133
7.4. La crisis del marxismo. El fin y el comienzo de la izquierda.............. 137
7.4.1. La democracia y la construcción del orden: el aporte de
Juan Carlos Portantiero................................................................. 140
7.4.2. Críticas y ausencias en el debate sobre la democracia......... 142

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


7

8. Balance y perspectivas de las ciencias sociales en América Latina.....147


Objetivos ........................................................................................... 147
8.1. Introducción................................................................................. 147
8.2. La situación en los años 90. El problema de la globalización........... 148
8.2.1. La investigación-acción....................................................... 150
8.2.2. Los estudios culturales: la hibridación cultural..................... 152
8.2.3. Poscolonialismo y dependencia resignificados...................... 156
8.3. El neoliberalismo tardío: tensiones en la política y el Estado........... 159
8.4. El nuevo rol de los intelectuales latinoamericanos. Desafíos y
perspectivas mediante un repaso de las agendas de Alas y Clacso....164

Referencias bibliográficas................................................................... 169

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


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Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


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Los autores

Diego Pereyra
Es licenciado en Sociología, magíster en Investigación Social (UBA) y Doctor
of Philosophy [PhD] (University of Sussex at Brighton). Se interesa especial-
mente por el rol de la gestión académica en la producción de conocimiento y
las relaciones entre el sistema universitario y la estructura social. Entre otros
antecedentes, fue coordinador de la Comisión en Historia de la Sociología
del CPS, Buenos Aires. También se desempeñó como Secretario Académico
del Programa de Doctorado de Ciencias Sociales de Flacso Argentina (2008-
2010). Actualmente, es investigador adjunto del Conicet, con sede en el
Instituto de Investigaciones Gino Germani, UBA, donde coordina un grupo de
estudio orientado a reconstruir la historia y la enseñanza de la sociología en
Argentina y reflexionar sobre el proceso de formación de posgrado en ciencias
sociales. Es docente en el área de metodología educativa en el Departamento
de Planificación y Políticas Públicas, Universidad Nacional de Lanús. Es tam-
bién investigador de la Dirección de Planificación y Evaluación de la Gestión
en la misma universidad, donde dirige la Especialización en Evaluación de
Políticas Públicas. Forma parte, además, de un grupo interdisciplinario orien-
tado a pensar el rol de los científicos sociales en la planificación, ejecución y
evaluación de las políticas públicas.

Noelia Cardoso
Es licenciada en Sociología y profesora en Enseñanza Secundaria, Normal y
Especial en Sociología (UBA). Además, es técnica universitaria en publicidad
(Universidad Católica Argentina) y egresada del Seminario de Posgraduación
en Teorías Educativas (Pontificia Universidad Católica de San Pablo, Brasil).
Ha realizado los seminarios “Entornos virtuales de enseñanza aprendizaje” y
“Estrategias de tutorías para la interacción en entornos virtuales”, dictados por
el Centro de Innovaciones en Tecnología y Pedagogía de la UBA. Es magíster
en Sociología de la Cultura, Instituto de Altos Estudios Sociales (Universidad
Nacional de San Martín), y coordinadora del proyecto “Universitarios por más
universitarios”, Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil,
UBA; ayudante docente en la materia Historia Sociológica de la Sociología
Argentina, carrera de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, UBA; profe-
sora asistente en el seminario doctoral de escritura de tesis, de la misma
facultad, y coordinadora técnica del Grupo de Estudios en Historia y Enseñanza
de la Sociología en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, UBA.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


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Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


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Introducción

Las disciplinas sociales se afianzan en la medida que logran reconstruir sus


propias tradiciones fundacionales y conocer sus orígenes, tendencias y pro-
blemas. A su vez, se consolidan cuando pueden llegar a comprender la diná-
mica institucional de sus acciones y el sentido de sus intervenciones. Sin
embargo, no existe una teoría integral que pueda dar cuenta de los avatares
de las ciencias sociales en la región. Esta reconstrucción histórica es nece-
saria para discutir la actualidad del conocimiento sobre la realidad social
latinoamericana, orientar las agendas de investigación en la región y, en esta
forma, contribuir al desarrollo y bienestar de los países mediante la creación
de un conocimiento con capacidad de autorreflexión crítica. Asimismo, esta
discusión debe ser parte del proceso de formación de los graduados en cien-
cias sociales y humanidades de la región, quienes tienen que ser capaces de
poner al servicio de las necesidades de la sociedad un saber transdisciplinario
actualizado y flexible.
Esta asignatura quiere participar de una nueva agenda de investigación
que busca repensar el impacto de las teorías sociales en la transformación
de las sociedades. Se intenta así contribuir a un debate sobre la historia de
las ciencias sociales en América Latina y, al mismo tiempo, reflexionar sobre
su actualidad y la potencialidad de su accionar para desentrañar los desafíos
del presente. Se presenta aquí una historia de las ciencias sociales latinoa-
mericanas desde la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad.
A partir de ello, los núcleos temáticos principales de la materia serán: a)
una discusión teórica sobre las tradiciones intelectuales, el rol de los intelec-
tuales y la naturaleza del conocimiento social especializado; b) una historia
de las diversas perspectivas e interpretaciones sobre la sociedad latinoame-
ricana, desde el ensayismo social hasta el presente, pasando por la teoría de
la modernización, el dependentismo y los debates acerca de la transición a
la democracia; c) la institucionalización de las ciencias sociales y la construc-
ción de redes académicas regionales; d) las bases políticas y sociales de un
proyecto en busca de una identidad regional homogénea, intrínseca y original;
e) la recepción de temas y teorías internacionales y los desafíos de las cien-
cias sociales en la actualidad.
De esta manera, los contenidos del curso se condensan en una orientación
teórica que tiene, principalmente, tres metas claras:

1. Proveer información acerca de las más importantes teorías sobre la socie-


dad latinoamérica, sus problemas y desafíos.
2. Examinar las principales tradiciones teóricas del pensamiento social en
la región, los contextos en los que se inscribieron y sus legados en el
presente.
3. Suministrar criterios de análisis de los procesos de construcción de la teo-
ría social.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


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Problemática del campo


La teoría social latinoamericana es un conjunto de saberes (provenientes
principalmente de la sociología, la economía y la historia) sobre los problemas
y desafíos de la región, pero todas sus ideas giran alrededor de dos núcleos
conceptuales básicos: el cambio social y la singularidad social de América
Latina. Ambos ejes atravesaron y aún hoy condicionan la literatura sobre el
subcontinente y el accionar y pensamiento de los autores. Cada una de las
tradiciones intelectuales que se esforzaron por comprender la dinámica social
de la región estuvo obligada a lograr una reinterpretación del cambio y la iden-
tidad, en ocasiones, como conceptos antagónicos y, en otros casos, como
complementarios, pero nunca ausentes en el análisis.
La teoría social latinoamericana se aboca a interpretar los límites y las
posibilidades de sus propios debates conceptuales a partir de las múltiples
transformaciones sociales dentro del escenario regional y global de las últi-
mas décadas. A partir de allí se busca discutir enfoques nuevos y potenciales
interpretaciones teóricas sobre el cambio social y la originalidad intelectual en
la región. El objetivo principal de este campo es la reconstrucción dual de los
modelos interpretativos y de la conflictiva realidad social latinoamericana, para
lo que se formula continuamente una serie de preguntas básicas: ¿qué proble-
mas de la sociedad latinoamericana han observado los diferentes autores de
cada época?, ¿cómo se fue construyendo una idea sobre América Latina que
contemplara al mismo tiempo tanto su homogeneidad como su diversidad?,
¿cómo se fue desarrollando una teoría social crítica y autorreflexiva sobre
los problemas de la región?, ¿cuáles fueron los mecanismos de inserción de
América Latina en el sistema capitalista, desde la lucha por la independen-
cia hasta la globalización actual? De esta manera, este campo de discusión
cobra importancia a la hora de dar cuenta, en forma analítica, de la actualidad
político-social en América Latina y sus principales tendencias.
A partir de estas preguntas, los diferentes autores se focalizaron especial-
mente en un conjunto reducido de núcleos problemáticos de las sociedades
latinoamericanas, de los cuales se derivaron diferentes debates y categorías
conceptuales:

a) la cuestión indígena
b) la cuestión de las clases sociales
c) la cuestión del populismo
d) la cuestión del desarrollo
e) la cuestión de la democracia
f) la cuestión de la inserción de la región en la economía internacional

En este sentido, el campo está estructurado sobre la base de los principales


problemas de la sociedad latinoamericana y de las diferentes interpretaciones
acerca de ellos, que se fueron elaborando a lo largo de las décadas.
América Latina se encuentra atravesando un proceso de profundas transfor-
maciones estructurales. Este escenario implica una redefinición de los sabe-
res y las tradiciones de producción de conocimiento sobre la sociedad. El pen-
samiento social latinoamericano tiene hoy un impacto inusitado en la región al
tiempo que las ciencias sociales nativas atraviesan un período de expansión
institucional. No obstante, esos saberes se enfrentan al desafío de superar
una crisis de la teoría social, la continua reinterpretación sobre la validez de

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


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sus resultados de investigación y la creciente demanda por comprender una


realidad política y social compleja y cambiante. Se hace necesario, entonces,
repensar sus propias tradiciones fundacionales y discutir sus tensiones, ten-
dencias y problemas.
Es así que el campo de la teoría social latinoamericana está atravesado por
un complejo debate intelectual. Primero, existe una profunda reflexión sobre
el grado de autonomía que puede tener el conocimiento de la sociedad lati-
noamericana con respecto a visiones y teorías elaboradas en otros contextos
históricos y regionales. Segundo, se presenta la discusión sobre la capacidad
de esas ideas para transformar el sistema social de la región. Ambos proble-
mas están interrelacionados en la medida que, en las discusiones del campo,
se entremezclan reflexiones abstractas sobre el devenir de las ideas con des-
cripciones sobre la dinámica de la estructura social en la región. Por lo tanto,
existe una interacción entre una mirada autorreflexiva sobre la capacidad heu-
rística de sus propias ideas y el impulso por lograr una comprensión densa
de la realidad social en la región. Ambas tendencias hacen a la teoría social
latinoamericana un campo productivo y creativo para repensar, en términos
teóricos y empíricos, los problemas sociales en América Latina.

Reflexiones acerca del aprendizaje en un entorno


virtual
Integrar las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) en la
formación universitaria es un reto que enfrentan profesores y autoridades del
sistema de educación superior. Pese a las profundas transformaciones de la
educación moderna, dos variables claves permanecen inalterables ante una
acción de enseñanza-aprendizaje con contenido pedagógico: la existencia de
un espacio donde se distribuyen los actores intervinientes, los recursos y
materiales de enseñanza (espacio conocido como aula), y la presencia de una
relación desigual entre una persona (el profesor) que transmite conocimien-
tos a otras personas (estudiantes) que internalizan creativamente ese nuevo
conocimiento y lo procesan con los saberes previamente adquiridos.
La Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) ofrece un modelo de educación
no presencial, sustentado en un conjunto amplio de recursos humanos, didác-
ticos y tecnológicos, con el fin de promover un rol activo de los estudiantes
en la construcción social del conocimiento, y en el que se busca estimular
la capacidad de estudio y aprendizaje en forma autónoma y comprometida, a
partir de la formación de criterios propios y sentido crítico.
La asignatura Teoría Social Latinoamericana plantea, asimismo, una recons-
trucción de las ciencias sociales en América Latina durante buena parte del
siglo XX, incluyendo sus avatares en el comienzo de la presente centuria,
a partir de una perspectiva que es, al mismo tiempo, histórica y regional.
Mediante las herramientas virtuales, los estudiantes pueden construir enton-
ces un recorrido curricular en función de sus antecedentes académicos y de
sus intereses de formación futuros.
La finalidad de esta Carpeta es organizar, sintetizar y articular los conteni-
dos de la asignatura, por lo que pretende convertirse en la principal herramien-
ta de trabajo dentro del aula virtual, para potenciar así el trabajo autónomo y
reflexivo de los estudiantes. A diferencia de las publicaciones académicas tra-

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dicionales (manuales y libros de texto), estos materiales de enseñanza están


pensados especialmente para este tipo de modalidad. Por lo tanto, el diseño
de los contenidos y las actividades apunta a facilitar la comprensión de los
nudos teóricos fundamentales de cada disciplina o asignatura. Su uso debe
articularse con diferentes materiales y fuentes de información propuestos por
los docentes, convirtiéndose en una orientación de búsquedas y exploracio-
nes de diversos dominios del conocimiento, en un ejemplo de relación más
directa y heurística con sus objetos de saber. Los estudiantes serán orienta-
dos en la lectura de bibliografía seleccionada y organizada (libros, artículos y
notas) de acuerdo con los contenidos del programa, y dividida en obligatoria y
recomendada. El espacio del campus virtual posibilita el trabajo colaborativo
entre estudiantes y profesores, estableciendo un intercambio directo y ase-
gurando una orientación adecuada de las lecturas, las actividades y los obje-
tivos de la asignatura.

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Objetivos del curso

El objetivo de la asignatura es proporcionar una visión histórico-conceptual


del desarrollo de los saberes sociales en América Latina en sus múltiples
dimensiones sociales, económicas y culturales. Se pondrá particular énfasis
en el problema de la producción de conocimiento social a partir de la conver-
gencia y tensión entre un proceso de internacionalización del conocimiento,
y la emergencia y consolidación a nivel local de tradiciones institucionales e
intelectuales. También se analizará el desarrollo de mecanismos de legiti-
mación de diferentes formas discursivas que hablan sobre la sociedad y las
resistencias que estos procesos generan.
Para ello, se busca abrir y estimular una discusión sobre el desarrollo y la
situación del pensamiento, la teoría social y las ciencias sociales de la región
en perspectiva histórica y regional. Combinando una perspectiva institucio-
nal con las herramientas de la historia intelectual se hará foco en los avata-
res estructurales de algunas disciplinas (sociología, economía y ciencia polí-
tica), en la construcción de redes sociales y académicas (Organización de los
Estados Americanos, Flacso, Clacso, por ejemplo), en las tensiones entre el
pensamiento social y el discurso científico, así como en el impacto de impor-
tantes tradiciones teóricas y perspectivas en la definición e interpretación de
la sociedad latinoamericana, sus problemas y desafíos, para lo que se esti-
mulará, en cada caso, una discusión sobre las singularidades nacionales y la
posibilidad de establecer un marco comparativo más amplio.
Se aspira a que los estudiantes, a lo largo del curso, puedan acceder a:

•• Una indagación crítica y reflexiva sobre la historia de las ciencias sociales


en América Latina, mediante la identificación de sus principales figuras,
obras y temas.
•• Una orientación en el análisis de la historia de las ciencias sociales desde
una perspectiva múltiple (sociológica, histórica y regional) que permita com-
prender el desarrollo histórico de las disciplinas sociales como actividad
científica y práctica profesional en la región.
•• Una guía sobre la investigación social a partir de la perspectiva historiográ-
fica, la sociología de los intelectuales y la historia cultural.
•• Una mejor comprensión del rol y la situación de las redes y organismos
internacionales en la historia de las ciencias sociales en la región.
•• La elaboración de un conjunto de preguntas históricas y sociológicas sobre
el origen del conocimiento científico de la sociedad en América Latina, que
permita la formulación de nuevas hipótesis, desarrollos teóricos y proyec-
tos, a fin de facilitar la ubicación de las tesis en debates y agendas de
investigación más actuales y productivas.

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Tradiciones, intelectuales y conocimiento.


Del ensayismo a la ciencia social

Objetivos
•• Comprender los conceptos y las perspectivas intelectuales y su impacto en
la producción del conocimiento social.
•• Reconocer las tensiones en las diferentes tradiciones que sitúan el pensa-
miento social entre el conocimiento científico y el discurso literario.
•• Reflexionar sobre el concepto de tradición y su impacto en el accionar inte-
lectual latinoamericano.
•• Identificar problemáticas y abordajes del pensamiento social en los enfo-
ques nacional y regional.

1.1. La teoría social y sus tradiciones


El acercamiento a la realidad social requiere un conjunto de nociones abstrac-
tas sobre el mundo que nos rodea, que nos permite orientarnos y predecir
el comportamiento de los otros y nuestras propias acciones. Este conjunto
coherente y ordenado de ideas se denomina modelo teórico.
De aquí se desprende que toda teoría social parte de un modelo teórico e
Un modelo teórico implica un con-
implica una generalización de los fenómenos sociales. Las teorías sociales junto de hipótesis, es decir, ideas
se construyen siguiendo criterios de rigurosidad lógico-científicos y sirven de supuestas sobre cómo funciona
guía para que sociólogos, historiadores, politólogos y economistas, o todos la sociedad y cuál es el compor-
tamiento esperado de los acto-
aquellos que quieran comprender grandes procesos de cambio histórico, pue- res sociales.
dan interpretar la realidad social.
Así, las teorías sociales se utilizan para interpretar un conjunto amplio de
observaciones sobre el mundo social, en función de principios, supuestos y
postulados. Pero no son meras abstracciones, sino que esos modelos teóricos
implican la posibilidad de probar su capacidad explicativa o interpretativa, a
través de mecanismos de verificación empírica y contrastación con la realidad.
Por ende, la confrontación de los datos con la teoría permite su confirmación,
ajuste o, en el caso extremo, su cuestionamiento y hasta su desacreditación.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


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LEER CON ATENCIÓN

Las teorías sociales son un producto histórico que evoluciona y se

LL enriquece, a la par de los cambios sociales, y las propias reinterpreta-


ciones que se hacen al interior del modelo (resumen del argumento
desarrollado en Alexander, 1987: 11-26).

Uno de los componentes principales de cualquier teoría social es su base


tradicional. Siguiendo con el desarrollo de Jeffrey C. Alexander (1987), toda
teoría posee un conjunto de elementos apriorísticos –que son generados
previamente– heredados de generaciones anteriores, que no se someten a
evaluación, crítica o examen inmediato, y que fueron internalizados, aprendi-
dos, en la escuela o en la universidad en los casos de las disciplinas más
avanzadas. Estos elementos forman parte de una tradición teórica o intelec-
tual, que se basa principalmente en componentes ideológicos, compromisos
éticos, supuestos sobre el funcionamiento de la sociedad y nociones sobre la
naturaleza humana y la acción social.
Las tradiciones son un conjunto de normas, reglas o creencias que se
aceptan por el único criterio de que están ahí, disponibles, probadas, y son
difundidas persuasivamente por libros, profesores y autoridades intelectuales.
Ello orienta nuestra mirada sobre el orden social y guía las expectativas del
accionar de las personas, dando la seguridad de que las cosas y los hechos
no pueden funcionar de otra manera (Popper, 1949; Shils, 1974).
A su vez, las tradiciones tienen la función de recrear permanentemente
los modelos teóricos acerca del mundo social y de ofrecer una base sobre
la cual actuar, con lo que indican a los teóricos en qué deben creer y cómo
deben pensar la sociedad. Ello da certeza, regularidad y orden al pensamien-
to social, creando estereotipos sociales y otorgando la posibilidad de predic-
ción racional.

Karl Popper (1902-1994) fue un LECTURA OBLIGATORIA


famoso filósofo austríaco que hizo
Popper, K. (1994) [1949], “Hacia una teoría racional de la tradi-
considerables contribuciones al
desarrollo de la ciencia y la epis-
temología moderna, reflexionando
especialmente sobre el lugar de
OO ción”, en Conjeturas y refutaciones, Paidós, Barcelona, pp. 156-173.
Shils, E. (1974), “Intelectuales”, en Sills, D. (dir.), Enciclopedia
las ideas y las tradiciones en el internacional de las ciencias sociales, Aguilar, Madrid, pp. 136-149.
avance del conocimiento.
Klimovsky, G. e Hidalgo, C. (1998), “La epistemología de las cien-
cias sociales”, en La inexplicable sociedad. Cuestiones de epistemología
de las ciencias sociales, AZ, Buenos Aires, pp. 15-29.

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1.

KK a. Lea el siguiente texto de Las teorías sociológicas desde la Segunda Guerra


Mundial, de J. C. Alexander (1989: 12-16, extracto).
“[…] En un curso sobre teoría, lo primero es preguntarnos qué es la
teoría. Comenzaré con una definición sencilla. La teoría es una gene-
ralización separada de los particulares, una abstracción separada de un
caso concreto […] Tomemos un ejemplo más cercano. Si miramos a
un niño que interactúa con sus padres, estudiamos un caso concreto. Si
quisiéramos mirar muchos casos de niños interactuando con sus padres,
estaríamos generalizando a partir de casos concretos para elaborar teorías
sobre la interacción padre/hijo. Estaríamos teorizando sobre la sociali-
zación […]
En sociología abundan las teorías especiales, por ejemplo teorías sobre
la estratificación, la socialización, la política y la administración. Se las
puede estudiar en cursos más especializados. Las teorías generales toman
estas teorías especiales y las unen. Las teorías generales son teorías acerca
de todo, acerca de las ‘sociedades’ en cuanto tales, acerca de la moder-
nidad más que acerca de una sociedad moderna en particular, acerca de
la ‘interacción’ más que acerca de una forma particular de interacción.
Hay teorías especiales sobre las clases económicas en la sociedad, sobre
la clase media, la clase trabajadora y la clase alta. Pero una teoría general
de las clases, como la teoría marxista, combina todas estas teorías espe-
ciales sobre las clases en una sola teoría sobre el desarrollo económico y
las relaciones de clase en cuanto tales. […]
Ahora que he definido muy provisionalmente qué es la teoría, hablaré
acerca de su significación. Hoy existe un gran debate acerca del papel de
la teoría en las ciencias, y sobre todo en las ciencias sociales. La posición
que asumo aquí, decisiva para este curso, es que la teoría es crucial. Más
aún, la teoría es el corazón de la ciencia. Aunque las teorías Siempre se
relacionan estrechamente con la ‘realidad’ fáctica, en la práctica de las
ciencias sociales son las teorías mismas las que generan los experimen-
tos que verifican los datos; las teorías son las que estructuran la realidad
–los datos o ‘hechos’– que estudian los científicos […]
¿Cómo se generan, pues, las teorías? Convengo, por cierto, en que el
mundo real pone límites muy estrictos a nuestra teorización. Por ejem-
plo, para un científico social resultaría difícil sostener que la sociedad
norteamericana está sufriendo una revolución política, así como la ‘rea-
lidad’ dificultaría proponer la teoría de que la sociedad soviética es capi-
talista y no comunista. Sin embargo, algunos científicos han afirmado
que la sociedad norteamericana está sufriendo una revolución política,
y otros han intentado demostrar que Rusia es un país capitalista y no
comunista. Estos ejemplos extremos revelan que el razonamiento teó-
rico tiene una relativa autonomía respecto del ‘mundo real’. De hecho,
me he visto en la obligación de poner esta expresión entre comillas.
Como los límites que la realidad impone a la ciencia siempre sufren
la mediación de compromisos anteriores, nos resulta imposible saber,
en cualquier momento específico qué es exactamente la realidad […]
Las teorías, pues, son generadas tanto por los procesos no fácticos o
no empíricos que preceden al contacto científico con el mundo real
como por la estructura de este ‘mundo real’. Con procesos no fácticos
me refiero a cosas tales como los dogmas universitarios, la socialización

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


20

intelectual y la especulación imaginativa del científico, que está basada


tanto en su fantasía personal como en la realidad externa. En la cons-
trucción de las teorías científicas, el mundo real modifica estos proce-
sos, pero nunca los elimina. Existe, pues, una relación doble entre las
teorías y los hechos. […]
Llamaré elemento apriorístico a la parte no empírica de la ciencia. Este
elemento no depende de las observaciones sino de las tradiciones. Esta
afirmación puede parecer extraña. La ciencia, prototipo de racionalidad
y modernidad, parecería opuesta a la tradición. A mi juicio, sin embar-
go, la ciencia –aunque sea racional– depende vitalmente de la tradición.
La sociología es una ciencia social empírica, comprometida con la veri-
ficación rigurosa, con los datos, con la disciplina de la verificación. No
obstante, estas actividades científicas se desarrollan, a mi entender, den-
tro de tradiciones que se dan por sentadas y no están sometidas a una
evaluación estrictamente empírica. […]
¿Qué son estas tradiciones científicas? Podemos convenir, sin lugar a
dudas, en que están integradas por los componentes básicos de la ciencia
social. El problema es que las personas conceptualizan estos componen-
tes básicos de diversos modos. Es justo decir que estos modos diversos,
a menudo antitéticos, de conceptualizar los componentes básicos de las
ciencias sociales son el núcleo del debate teórico contemporáneo. Aun
así, debemos identificar los componentes básicos, pues sólo así podre-
mos identificar las tradiciones básicas que informan la base no empírica
de una disciplina. […]
La tarea es más ardua de lo que parece, pues en las ciencias sociales hay
una importante gama de elementos no empíricos. El legado de cada
generación de sociólogos a la siguiente no consiste sólo en las creencias
acerca de cuáles son dichos elementos, sino en cuáles son entre ellos los
más importantes. Me gusta considerar estos elementos como parte de
un continuo del pensamiento científico. […]
Las diversas tradiciones de la teoría social suelen enfatizar un nivel de
este continuo más que otros. A menudo sostienen que tal o cual nivel
es de importancia extrema. En consecuencia, las diversas comprensiones
teóricas del componente que se considera decisivo constituyen la base
de las principales tradiciones sociológicas”.

b. Responda las siguientes preguntas a modo de resumen:


• ¿Cuáles son los elementos principales de una teoría?
• ¿Qué diferencia hay entre una teoría especial y una general?
• ¿Cómo se generan las teorías?
• ¿Cuáles de esos elementos principales permiten la continuidad de
una tradición teórica?

1.2. Tensiones cognitivas y políticas en la teoría social


Las definiciones sobre las teorías científicas comparten los presupuestos bási-
cos de agrupar ciertas nociones interconectadas sobre la realidad. Sin embar-
go, las discrepancias aparecen cuando se quieren comparar las teorías de las
ciencias naturales con las teorías sociales, que son insumos de las llamadas
ciencias blandas o ciencias sociales. Por un lado, hay una mirada unificadora

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


21

que pretende evaluar sus teorías bajo los mismos principios básicos de riguro-
sidad lógica, enfatizando el carácter científico de sus afirmaciones. Por tanto,
las teorías en ciencias sociales serían semejantes a las teorías de la biología
o la física, por ejemplo, dado que comparten criterios de demarcación de pro-
blemas y alcances explicativos, ya que producen conocimiento sobre la base
de la observación de patrones regulares, de razonamientos y de experimenta-
ción en ámbitos específicos, a partir de los cuales se generan preguntas, se
construyen hipótesis, se deducen principios y se elaboran leyes generales y
sistemas organizados por medio de un método científico. Por otro lado, existe
una perspectiva que relativiza ese criterio de universalidad y propone tomar
a las teorías teniendo en cuenta sus contextos y características particulares.

1.2.1. La modernidad como fenómeno social


Con la irrupción de la modernidad, se hizo necesario explicar el nuevo con-
texto de profundas transformaciones sociales que estaban ocurriendo en el La modernidad es una catego-
mundo occidental. Pero ello solo fue posible por la confluencia de dos gran- ría de análisis que hace refe-
des tradiciones: la ciencia y las humanidades. Las primeras teorías sociales rencia a un proceso sociohistó-
rico comprendido entre el siglo
heredaron de las ciencias naturales un sentido procedimental para construir el
XVI y el siglo XVIII. Se origina en
conocimiento (lo que se podría llamar, genéricamente, un método de análisis Europa, pero se expande a todas
e investigación), mientras que el segundo legado, con fuerte inspiración de las regiones mediante la coloni-
la literatura romántica, les indicó el horizonte de sentido, con un objeto de zación, a partir de la emergencia
de la ilustración, la transición
estudio (la sociedad a grandes rasgos) que constituye un espacio de valores del feudalismo al capitalismo y
y compromisos de los cuales resulta difícil apartarse. Ambas tradiciones –la la construcción de los estados
necesidad de rigurosidad en el proceso de construcción del conocimiento nacionales.
(medios) y la defensa de los valores sociales (fines)– aparecen como el núcleo La ciencia es un tipo de conoci-
medular de la teoría social contemporánea, pero, a la vez, esta combinación miento intencional que se sirve de
procedimientos rigurosos y siste-
es la base de sus tensiones y desafíos.
máticos, así como de un conjunto
de supuestos generales –filosó-
ficos, teóricos y metodológicos–
compartidos por la comunidad
LEER CON ATENCIÓN científica. Su objetivo es lograr el
conocimiento válido de la realidad.
La teoría social resultó así de la combinación de dos grandes tradicio-

LL nes intelectuales: el cientificismo y el humanismo. Ello implicó un


desafío ontológico (en términos de la discusión sobre el significado de
la realidad) y epistemológico (en tanto reflexión sobre los límites del
El humanismo es una tradición de
conocimiento, o corriente de pen-
samiento, cuyos supuestos princi-
pales son la libertad de conocer y
conocimiento y la ciencia). A partir de la emergencia de estos nuevos la comunión entre todos los seres
humanos. Sin renunciar al uso de
saberes, las teorías que intentan dar cuenta del comportamiento de la lógica, los saberes de las huma-
sociedades y sujetos sociales se ven atrapadas por una serie de tensio- nidades anteponen la importancia
nes, que repasaremos a lo largo del curso, y que afectarán sin duda el de la dignidad humana y el bien-
estar de los pueblos a cualquier
carácter y avance de la teoría social latinoamericana.
idea o razonamiento.

Siguiendo la tradición científica, las teorías sociales estarían obligadas a tener


una mirada realista, objetiva, del mundo social; es decir que, influidas por
criterios positivistas, afirmarían que los hechos sociales están determinados
por una realidad independiente que se puede conocer y explicar a través del
método científico y la medición matemática. Por otro lado, la tradición artística
de las humanidades les indicaría a las teorías sociales que la realidad social

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


22

no tiene una existencia objetiva, sino que depende del observador, y que no
habría una única verdad, sino una multiplicidad de verdades construida por
los actores sociales, y que a lo sumo se puede interpretar el sentido de sus
acciones.

La película El nombre de la rosa (1986), de Jean-Jacques Annaud, da


cuenta del cambio del paradigma teleológico al científico en la Edad
Media, a través de los cuestionamientos de su protagonista, Guillermo
de Baskerville.

<http://www.cinefox.tv/pelicula/1891/el-nombre-de-la-rosa>

2.

KK

Luego de ver el filme, responda los siguientes ítems.
a. Observe con detenimiento lugares y actores y enumere elementos
que permitan describir el contexto social.
b. Cite ejemplos que permitan caracterizar las nociones de objetividad
y el método lógico científico.
c. Indique qué rasgos de la tradición científica están presentes en los
modos de hacer y decir del protagonista.
d. ¿A qué tradición científica hace referencia el título?

1.2.2. Ciencias naturales versus ciencias sociales


Un error importante es considerar que tanto las “ciencias de la naturaleza”
como las “ciencias de la sociedad” constituyen grupos homogéneos e inco-
municables entre sí. Por una parte, existe una perspectiva que insiste en que
ambas miradas son compatibles y están sometidas a las mismas reglas y pro-
cesos. Por el contrario, la perspectiva inversa sostiene que las teorías sociales
y los modelos teóricos de las ciencias naturales no son compatibles, y que
sus procedimientos y derivaciones lógicas son diferentes. Esta idea conside-
ra que las ciencias naturales son las disciplinas verdaderamente científicas,
mientras que las sociales carecen de cientificidad y, por lo tanto, pertenecen
a otro orden de conocimiento.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


23

Si bien estas dos posturas contrarias tienen fuerte presencia en el mundo


intelectual y son la base de importantes disputas sobre la naturaleza del cono-
cimiento social, en los últimos años comenzó a gestarse la idea de que la teo-
ría social no es necesariamente una réplica del modelo de las ciencias natu-
rales, pero no por eso carece de cientificidad.
La importante discusión sobre la historia de las ciencias sociales, su meto-
dología e interpretaciones intelectuales, a la par que el aporte empírico sobre
la evolución de las ideas e instituciones de la sociología, la economía y la cien-
cia política, entre otras disciplinas sociales, comenzaron a demostrar que la
teoría social –especialmente en su forma de teoría sociológica– es un conjun-
to de saberes sobre el funcionamiento social basado en un proceso de hibri-
dación política y cognitiva.
Así, la sociología principalmente, pero también de algún modo la antropolo-
gía, la ciencia política y la economía, constituyen objetos disciplinares híbridos,
ya que heredaron combinada y simultáneamente los presupuestos del modelo
cientificista y de la tradición de las humanidades. El conocimiento social se
ha convertido entonces en un espacio intermedio entre la ciencia y la literatu-
ra, por lo cual, sus criterios de validación no son diferentes a los de la ciencia
tradicional, sino más complejos, ya que deben atender a ambos mandatos,
respetando valores como rigurosidad, sistematicidad, objetividad, contextua-
lización, compromiso, explicación y comprensión, entre otros.

LEER CON ATENCIÓN

Etapa de consensos: la tercera cultura

LL Una forma de saldar estas tensiones cognitivas entre las ciencias natu-
rales y sociales fue la propuesta de Lepenies (1985), quien habló de
“una tercera cultura”. Es decir, un espacio de saber intermedio entre
la ciencia, en tanto un conjunto de conocimientos estructurados sis-
temáticamente, y la literatura, como un arte que utiliza las palabras,
es decir el lenguaje, como instrumento para la interpretación del
mundo y la sociedad.

Este espacio privilegiado de entrecruzamiento de saberes y tradiciones –que


de alguna forma recupera las perspectivas anteriores– implica el reconocimien-
to de que las teorías sobre la sociedad humana tienen un carácter científico
al mismo tiempo que pertenecen a un orden diferente. El discurso científico
sobre la sociedad es producto de una compleja historia de las formas de cons-
truir el conocimiento social. Ello se debe básicamente al contexto histórico
de la emergencia del conocimiento social como un saber diferenciado de la En ciencias sociales, el contex-
filosofía natural y la teología. to histórico es fundamental a la
hora de analizar un fenómeno. Son
aquellas situaciones políticas, cul-
turales y sociales que se dan en
el momento en que se produce
el hecho social.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


24

1.2.3. La teoría social en América Latina


En diferentes momentos históricos, la teoría social contemporánea –nece-
sariamente también en el caso latinoamericano– ha oscilado entre ambos
extremos: cientificista/humanista. En determinadas etapas, una tradición pre-
valeció sobre la otra, pero sin eliminar completamente su peso, pues renacía
en una siguiente etapa. Sin embargo, en los últimos años –especialmente
en el ámbito de las teorías sociológicas–, se hizo cada vez más evidente
la necesidad de buscar un punto intermedio capaz de integrar los enfoques
objetivistas y subjetivistas como un horizonte de cumplimiento del supuesto
mandato de la teoría clásica por resolver la tensión entre sociedad e individuo,
determinismo y voluntarismo.

LEER CON ATENCIÓN

El determinismo se refiere a la idea de que todo acontecimiento social

LL tiene una causa que excede y es externa a las personas. Ello remite a
la creencia de que todas las acciones humanas están condicionadas
por fuerzas externas a los individuos y que el sistema social está com-
puesto por relaciones causales. Por lo tanto, es una actitud que con-
sidera que el observador puede predecir racionalmente los resultados
a partir del conocimiento de los datos existentes, los cuales asume
como las causas que quiere estudiar. En sociología, la adopción de
un punto de vista determinista significa aceptar que el conocimiento
de las estructuras sociales actuales podría predecir el comportamiento
de las personas. Por el contrario, el voluntarismo es una noción que
recupera la capacidad creativa, innovadora y relativamente imprede-
cible de los individuos para influir en los resultados de las acciones
sociales y orientar el cambio de las sociedades.

Desde los inicios de la sociología –y luego en el desarrollo de la teoría social–


existe un profundo debate que se concentra en la relación entre los individuos
y la sociedad. Por una parte, hay una posición que afirma que los agentes o
actores sociales son libres a la hora de actuar. La otra perspectiva sostiene,
en cambio, que ellos están constreñidos, hasta cierto punto, por condicio-
nantes socioestructurales. Un debate que se polariza, en los extremos, entre
aquellos planteamientos para los cuales la estructura social es el resultado
voluntario e intencionado de los cursos de acción de las personas, y aquellos
que defienden que la estructura social no deja espacio a la libertad de los
agentes, de manera que sus cursos de acción son completamente determina-
dos por la estructura. A la primera posición polar se la denomina voluntarismo
y a la segunda, determinismo.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


25

PARA REFLEXIONAR

¿Cómo ve usted la realidad social? ¿Cree que la realidad es producto

PP de los procesos sociales o de la acción de los sujetos?

1.3. Intelectuales y expertos


Una de las tensiones más importantes es la que resulta del papel de los
intelectuales en la sociedad moderna. Por lo general, se ha consolidado en el
mundo cultural una dicotomía de dos figuras contrapuestas (Neiburg y Plotkin,
2004). El legado cientificista ha afianzado la idea de que quienes usan las
teorías para analizar el mundo social realizan su trabajo sobre la base de la
especialización técnica, con lo que reclaman su reconocimiento y justifican su
accionar en nombre de la ciencia y la neutralidad valorativa. El único valor que
está involucrado es la verdad científica. Este tipo de intelectual ha sido identi- A partir de los trabajos metodo-
ficado como el experto que, cargado de datos asépticos y verdad objetiva, se lógicos de Max Weber (1864-
1922) se comenzó a discutir la
dispone a informar cómo funciona la realidad social.
idea de neutralidad valorativa (o
independencia o libertad ante los
valores) como un principio que
guía la reflexión sobre el mundo

CC
[Se considera intelectuales a un] conjunto de personas que emplea la comuni-
social. Esta noción sostiene que
cación y su expresión con una frecuencia relativamente mayor que los demás
todos los juicios de valor deben
miembros de la sociedad, símbolos abstractos y generales que se refieren a la de ser excluidos de la mirada
historia, la sociedad, la naturaleza y el cosmos. La asiduidad de estos símbo- sociológica, ya que obstaculizan
los puede estar en función de una propensión subjetiva o de las obligaciones el conocimiento o conducen a
conclusiones falaces de la rea-
de un rol profesional cuyo desempeño lleva aparejado este uso (Shils, 1974: lidad social.
136).

LECTURA OBLIGATORIA

Neiburg, F. y Plotkin, M. (2004), “Intelectuales y expertos”, en

OO Intelectuales y expertos. Hacia una sociología histórica de la producción


del conocimiento sobre la sociedad en la Argentina, Paidós, Buenos
Aires, pp. 15-30.

El origen histórico de los intelectuales está ligado a la modernización de las


universidades y a la institucionalización de las disciplinas sociales. Ese proce-
so se basó en una organización y jerarquización burocrática de las funciones
intelectuales. La posibilidad de que los intelectuales desarrollaran su actividad
dentro de la universidad les permitió consolidar un espacio de socialización y
aprendizaje mutuo, fortaleciendo su identidad como grupo, lo que les garan-
tizó una retribución económica y les dio protección institucional dentro de un
ethos o atmósfera cultural influenciada por la idea de autonomía académica.
Las ideas de los expertos circulan en revistas de contenido académico y
riguroso control de calidad. Asimismo, ellos se agrupan en organizaciones

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


26

profesionales y asociaciones académicas que defienden y promueven campos


de conocimiento especializado. Diferentes autores, como Lewis Coser, critica-
ron esta perspectiva aduciendo que el rol de experto debilitaba la creatividad
e independencia necesarias en la actividad intelectual.

LECTURA RECOMENDADA

RR
Coser, L. (1968), Hombres de ideas. El punto de vista de un sociólogo, FCE,
México, pp. 286-324.

Sarfatti Larson, M. (1989), “Acerca de los expertos y los profesionales o la imposi-


bilidad de haberlo dicho todo”, en Revista de Educación, número extra, pp. 199-225.

Entre las diferentes figuras internacionales, hay un intelectual que ha

xx sido señalado como el paradigma del experto en ciencias sociales. Es el


caso del sociólogo austriaco Paul Lazarsfeld (1901-1976), quien desde
su cargo de investigación en la universidad desarrolló una fecunda tarea
de consultoría política y empresarial, asesorando a sus clientes sobre
Paul Lazarsfeld opinión pública e investigación de mercado. En el caso latinoamerica-
no, Gino Germani (1911-1979) fue considerado un experto dentro del
campo, por su insistencia en una lectura sociológica de la realidad basa-
da en la rigurosidad y alejada de los valores.

Por otro lado, recuperando la tradición humanista, otra figura también prevale-
ce: la del intelectual clásico. Los intelectuales ofrecen una visión estructurada
Gino Germani
de la vida social y tienen una audiencia pública dispuesta a escuchar sus inter-
venciones y otorgar reconocimiento social. Este accionar, más ligado al rol de
los artistas y escritores, se orienta por la sensación de libertad y la ausencia
de ataduras institucionales, sumado al compromiso con una causa profunda
basada en un sentido de la responsabilidad política y social. Este intelectual
reclama como fundamento de legitimidad para sus intervenciones públicas
una forma de pensamiento crítico, independiente de los poderes y sustentado
en la razón y la defensa de los valores (justicia, libertad, dignidad, etc.). Esta
perspectiva rechaza claramente (en muchos casos, ridiculizándola) la idea de
neutralidad valorativa y acusa a los expertos de una falsa autonomía, ya que
dependen de financiamiento y apoyo institucional. Los intelectuales sostie-
nen su independencia de cualquier interés económico y sectorial, y aspiran a
representar a toda la sociedad.
Esta perspectiva tuvo su origen histórico con el famoso caso Dreyfus, a
fines del siglo XIX, en el que Émile Zola acusó al mundo político intelectual
francés de antisemitismo y falta de compromiso moral. Este hecho inició una
tradición normativa en el accionar de los intelectuales que los ubica como
guardianes discursivos ante los atropellos y las injusticias. Según esta visión,
los intelectuales tienen una obligación moral que cumplir en la defensa de
los valores sagrados de la humanidad, a partir del uso del pensamiento críti-
co y la intervención política en la denuncia y la promoción del cambio social.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


27

El caso Dreyfus tuvo como origen un error judicial sobre un trasfondo de espionaje y anti-
semitismo, en el que la víctima fue el capitán Alfred Dreyfus (1859-1935), de origen judeo-
alsaciano, quien durante doce años, de 1894 a 1906, conmocionó a la sociedad francesa de
la época marcando un hito en la historia del antisemitismo. La revelación del escándalo en
“Yo acuso” (J’accuse), un artículo de Émile Zola publicado en 1898, provocó una sucesión
de crisis políticas y sociales inéditas en Francia que revelaron las fracturas profundas que
subyacían en la Tercera República Francesa. La polémica dividió al país entre dreyfusards
(partidarios de Dreyfus) y anti-dreyfusards (opositores a Dreyfus). Reveló también la exis-
tencia de un núcleo de violento nacionalismo y antisemitismo en la prensa y en la sociedad
francesa. El caso se convirtió en símbolo moderno y universal de la iniquidad en nombre
de la razón de Estado y el rol que deben jugar los intelectuales para defender el bien común.

El caso paradigmático del rol que debe ejercer un buen intelectual lo

xx personificó el filósofo francés Jean Paul Sartre (1905-1980). Su compro-


miso político –la libertad de pensar, de hablar y defender lo que consi-
dera justo a través de la denuncia pública de las desigualdades y contra-
dicciones que provoca el sistema capitalista occidental– le valió afrontar
diversas polémicas con movimientos sociales de todo el mundo.

Jean Paul Sartre


Esta dicotomía que separa a los intelectuales de los expertos, o sabios, y los
técnicos resulta productiva ya que es instrumental para el análisis. Pero, en
realidad, esas dos acciones son complementarias, dado que muchas veces
quien mejor desarrolla la actividad intelectual es aquel que domina los dos
campos: el que domina el campo disciplinario técnico, pero a la vez tiene una
actividad política y un compromiso, es decir, una responsabilidad de interven-
ción. Una definición alternativa parece superar esta distinción: la metáfora del
intelectual anfibio; por un lado, deben ser muy buenos en su disciplina, para lo
que resulta necesario diferenciar claramente la ideología del saber universal y
científico a fin de hacer bien su trabajo de producción científica; pero, por otro
lado, eso no implica que como actores sociales no desarrollen un compromiso
y una actividad política en defensa del bien público.

3.

KK Lea las siguientes opiniones de Mario Vargas Llosa y Eduardo Galeano


sobre el fenómeno de la globalización y describa a partir de su argumen-
tación con qué tipo de intelectual se relacionan y por qué.

Vargas Llosa, M. (2000), “Las culturas y la Globalización”, en El País,


Madrid, 16 de abril.
<http://elpais.com/diario/2000/04/16/opinion/955836005_850215.
html>

Boel, N. (2001), “Eduardo Galeano, una voz contra corriente”, entre-


vista en El Correo de la Unesco, París, enero, pp. 47-51.
<http://unesdoc.unesco.org/images/0012/001215/121514s.pdf>

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


28

4.

KK A modo de síntesis, discuta las definiciones de ‘intelectual’ y ‘experto’ y


ubique cada una de sus características en un cuadro comparativo.

1.4. Saber universal y contextos nacionales


Otra de las importantes tensiones de las teorías sociales es la difícil articula-
ción de un legado científico de aspiración universal y las tradiciones naciona-
les que tienen una raigambre local. La ciencia afirma la validez universal del
conocimiento, ya que su método, normas y procedimientos son aplicables a
todos los contextos y realidades. Por el contrario, las perspectivas nacionales
sostienen que las experiencias sociales de cada país resultan inabarcables e
incomprensibles si se estudian con teorías externas, por lo que es necesario
recurrir a teorías propias capaces de captar la singularidad del orden y los
conflictos sociales de cada región.

En el siguiente capítulo del programa “Polifonía” se analiza el concepto


“legado” desde diversas disciplinas artísticas.

<http://www.dailymotion.com/video/x3leg9v>

1.4.1. ¿Teoría única o una teoría diversa?


De acuerdo con lo presentado en el apartado anterior, habría dos perspecti-
vas diferentes según el alcance geográfico y social del conocimiento. En el
primer caso, la teoría social tendría un carácter internacional y su objetivo es
comprender la historia del desarrollo civilizatorio en que todas las socieda-
des nacionales están embarcadas. Se pensaba entonces la existencia de un
único tipo de teoría social que servía para un único objeto de investigación:
la sociedad moderna, que se expande inevitablemente a todas las regiones.
Esta idea consideraba que las ciencias sociales debían seguir la senda de
las ciencias naturales. Por lo cual, si no tenía sentido hablar de una teoría
Esta tendencia se fortaleció espe-
cialmente en la última parte del
de carácter nacional en el ámbito de la física o la biología (la física húnga-
siglo XX, en el contexto de la cre- ra o la biología finlandesa), tampoco sería apropiado considerar una teoría
ciente globalización e internacio- social arraigada culturalmente en una sociedad nacional determinada (la teoría
nalización de la cultura. social latinoamericana, por ejemplo). Esto supone la idea de una teoría social
internacional unificada que estudia relaciones sociales universales en el marco
del capitalismo y la sociedad industrial.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


29

Sin embargo, en el segundo caso, el peso de las ideas locales debe ser
revalorizado. La historia de las diferentes disciplinas sociales muestra el
relevante peso del componente nacional en la teoría social contemporánea.
Este no ha desaparecido y, más aún, resurgió en el contexto de proyectos de
reconstrucción de estados e identidades nacionales tras la crisis intelectual
del neoliberalismo. Esta discusión es propia del proceso de construcción de
las ciencias sociales (sociología, economía, ciencia política) como disciplinas
académicas, ya que cada una de ellas emergió y se consolidó en cada uno
de los países durante los respectivos procesos de construcción del Estado y
la nación, así como dentro de las estructuras universitarias e institucionales
particulares de cada región. Se nutrieron de tradiciones teóricas de diverso
origen, pero se orientaron por problemas y agendas nacionales. Esta mirada
simultánea entre lo endógeno y lo exógeno condicionó la dinámica de la teo-
ría social.
El predominio absoluto de la primera perspectiva lleva al pensamiento
único, con fuertes elementos de etnocentrismo, mientras que la preponderan-
cia de la segunda implicaría una teoría sin capacidad de diálogo con tradicio- El etnocentrismo es la actitud o
nes de otras regiones y en riesgo de caer en el relativismo cultural extremo. La punto de vista por el que se ana-
clave pasará por pensar el proceso de recepción e intercambio de ideas y tra- liza el mundo de acuerdo con los
parámetros de la cultura propia,
diciones de manera crítica y creativa, lo que se examinará a lo largo del curso.
negando la riqueza de otras expe-
riencias culturales.
El relativismo cultural refiere a la
1.4.2. Entre el cambio y la identidad. Los rasgos fundacionales cultura como determinante de un
fenómeno a estudiar. Desde esta
de la teoría social latinoamericana
postura, no existen universalis-
En América Latina, los legados de la teoría social tienen una historia propia mos ni explicaciones unívocas y
todas las expresiones culturales
de larga data y son retomados permanentemente por el mundo sociocultural.
merecen reconocerse, valorarse y
Esta perspectiva recupera la preeminencia de valores nacionales en las cons- resguardarse.
trucciones de la teoría social, tal como sostienen quienes pugnan por una
literatura o un arte nacional; por ejemplo, son aceptadas las ideas de una
literatura argentina o de un arte mexicano. Se defiende la idea de una teoría
social propia para el estudio de sociedades particulares.
En este sentido, la teoría social latinoamericana se ha caracterizado por
el proyecto de instalar un discurso intelectual que privilegie los problemas
propios de la región, más allá de los matices y diferencias de los países, y el
reclamo por encontrar respuesta a esos problemas desde paradigmas origi-
nales. El desafío que se le presenta es que la noción de América Latina no es
unívoca, sino que es parte de una construcción histórica y cultural, en la que
la propia teoría social está involucrada. Por tanto, su dinámica se asienta en
la historia de una búsqueda de América Latina como una región unificada, es
decir, como objeto de indagación propio y como marco de interpretación de Frida Kahlo
los problemas y la agenda de la teoría.
Por ello, este compromiso político-intelectual de la teoría social latinoame-
ricana la ha situado frente a los desafíos ya comentados. Por un lado, la inte-
rrelación entre las tradiciones nacionales y las perspectivas internacionales.
En este caso, se ha puntualizado persistentemente la importancia de usar dife-
rentes tradiciones locales en el análisis de la región; no obstante, la recepción
de paradigmas intelectuales producidos y pensados para otras regiones ha
condicionado la mirada sobre los problemas locales. Por otro lado, también
el debate sobre el rol de los intelectuales y el uso de la teoría ha sido una
marca en este proceso de construcción de teorías sociales en América Latina.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


30

PARA AMPLIAR

En este link se puede acceder al “Manifiesto antropófago” escrito


<http://www.buenosaires.gob.ar/
areas/educacion/cepa/manifies-
to_antropofago.pdf>
AA por el poeta brasileño Oswald de Andrade, publicado en el primer
número de la revista Antropofagia en 1928. Con él se inaugura el
movimiento literario “Antropofagia”, que fijó una verdadera revolu-
ción cultural, quebró el pensamiento positivista-europeo de la época
y propuso buscar en los orígenes de América Latina para pensar el
ser nacional.

Dibujo de Tarsila do Amaral con que se ilustró el manifiesto.

En sucesivas oleadas, las problemáticas sobre modernización e identidad


se alternaron en la reflexión sobre los problemas de América Latina desde
mediados del siglo XIX. Lo modernizador ha sido acentuado en las décadas
de 1850, 1890, 1940 y 1980; lo identitario, por su parte, hacia 1860, 1910,
1960, y vuelve a emerger desde 2000 (Devés Valdés, 2000). A lo largo de
esta carpeta se presentarán y discutirán las diversas teorías y perspectivas
predominantes en cada una de esas etapas y su oscilación entre las miradas
sobre el cambio y la singularidad de la región.

LEER CON ATENCIÓN

Entre la complejidad y la diversidad de la teoría social en la región se

LL pueden identificar dos ejes temáticos que guiaron sus debates y diag-
nósticos, y que rivalizaron entre sí, predominando cada uno en dife-
rentes períodos. El primero es un énfasis en el cambio social y el otro
es la defensa de rasgos identitarios (Devés Valdés, 2000).

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


31

Alternancia entre modernización e identidad en América Latina

Fuente: Devés Valdés (2000: 15).

La idea de cambio social, vinculada al proceso de modernización, se asienta


en la combinación de la tradición científica y la noción de teorías de carácter
universal. Esta perspectiva concibe el cambio social como una tendencia
inevitable de continuidad del proceso civilizatorio en la misma senda que
siguieron los países centrales. Asimismo, hace hincapié en el rol moderni-
zador de la tecnología y en el papel de la eficiencia como organizador de la
vida social. Asociada a esos valores, se concibe la necesidad de incorporar
conocimientos externos, aprender de experiencias pasadas y mantener una
permanente actualización cultural y científica. Para ello, debe fomentarse una
cultura cosmopolita que valore los logros de otros países y tenga capacidad
de imitación en desmedro de valores y saberes populares que, por lo general,
son considerados como tradicionales, es decir, un obstáculo para el cambio
y la modernización.
Estos atributos prevalecieron con la difusión del realismo social a media-
dos del siglo XIX, con el impacto cultural del positivismo, el naturalismo y el
evolucionismo a fines de ese mismo siglo, con la emergencia del desarrollismo
entre 1950 y 1965, y durante el avance de las teorías de la globalización entre
1985 y 2000. Claramente, esos rasgos situaban a esta perspectiva dentro
una tendencia cercana al objetivismo, el determinismo y la tradición científica.
En oposición a la perspectiva recién mencionada, la revalorización de una
identidad propia en la región constituía una mirada que recobraba el huma-
nismo subjetivista y la acentuación de valores como justicia, igualdad y liber-
tad. Esta segunda perspectiva está ligada a la búsqueda de una singularidad
político-cultural en la región, a la vez que está centrada en la defensa de los
valores culturales propios, en la inclinación hacia un discurso humanista antes
que cientificista, y en la revalorización de los ideales y las emociones huma-
nas. Se buscaba así afirmar a la región como una realidad histórica y cultural
concreta, como forma de reivindicar los valores americanos, latinos e indíge-
nas, y en reclamo de independencia respecto de otras experiencias culturales.
Esta posición predominó especialmente a partir del idealismo –expresa-
do, por ejemplo, en el Ariel, de José Enrique Rodó (1871-1917)– durante los
primeros años del siglo XX, reemergió con el boom literario y la teoría de la
dependencia a fines de la década de 1960, y reaparece en la actualidad en la
nueva teoría social latinoamericana y el debate poscolonial.
Sin bien este criterio de las tensiones entre modernización e identidad es
útil para explicar la dinámica de la teoría social latinoamericana desde el siglo
XIX hasta hoy, esas posiciones no fueron excluyentes. Muchos de los pensa-

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


32

dores que han acentuado una dimensión, no por ello han negado radicalmen-
te la otra. Más aún, en múltiples ocasiones han tratado de conciliar ambas
e, incluso, en distintas etapas de su vida, han marcado con diferente énfasis
sus opciones. Cada una de las tradiciones incorporó rasgos de la otra, lo que
las ponía en un juego de tensiones y contradicciones, pero invitaba a pensar
creativa y constructivamente los problemas.
Así, varias obras del realismo social, por el ejemplo el Facundo de
Sarmiento (1811-1888), expresaban una combinación de rasgos positivistas
y románticos. También la teoría de la dependencia tenía rasgos cientificis-
tas, aunque revindicaba una mirada y un objeto de análisis singulares. A su
vez, muchos de los discursos globalizadores recuperaban la necesidad de un
enfoque local. Pero todo implicaba una discusión sobre el destino del cambio
social y los actores sociales privilegiados de esa transformación. En las próxi-
mas unidades se avanzará en la presentación de estas tradiciones intelectua-
les y se discutirá el sentido de sus ideas.

LECTURA OBLIGATORIA

Devés Valdés, E. (2000), Introducción y capítulo I, en Del Ariel de

OO Rodó a la CEPAL, Biblos, Buenos Aires, pp. 15-45.

5.

KK a. Escuche las siguientes canciones:


Luis Miguel, América, América, de Nino Bravo,:
<https://www.youtube.com/watch?v=SL3u7qU_09w>
Calle 13, Tú no puedes comprar:
<https://www.youtube.com/watch?v=JQ9pfPdD_Wg>

b. Compare las visiones que cada cantante propone sobre Latinoamérica


y el ser latinoamericano.
c. Identifique diferentes matrices teóricas y explique su pertenencia a
alguna de las tradiciones trabajadas en la unidad.

LECTURA RECOMENDADA

RR
Ramos, J. (1989), Desencuentros de la modernidad en América Latina. Literatura y
política en el siglo xix, Callejón, Santiago, pp. 255-303.
Roitman Rosenmann, M. (2008), Pensar América Latina. El Desarrollo de la sociología
latinoamericana, CLACSO, Buenos Aires, pp. 15-30.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


33

La búsqueda de América Latina. Redes y


proyectos en la institucionalización de las
ciencias sociales

Objetivos
•• Comprender el proceso de institucionalización de las ciencias sociales en
América Latina.
•• Identificar las principales redes y los factores estructurales del sistema
intelectual.
•• Comparar los objetivos, estrategias, estructuras organizacionales y princi-
pales acciones de las redes institucionales más importantes en ciencias
El concepto de red será entendido
sociales. como un conjunto de relaciones
•• Relacionar la creación y el trabajo de esas instituciones con sus momentos individuales e institucionales en
históricos y problemas de la región. el cual los actores pueden inter-
cambiar experiencias, conoci-
mientos métodos, estrategias y
tecnologías capaces de instituir
2.1. Introducción normas y prácticas científicas,
por lo que facilitan o bloquean
Esta unidad pretende situar los contenidos del curso en el campo de un el acceso a recursos instituciona-
les claves para la redefinición de
análisis basado en la sociología de los intelectuales desde una perspectiva carreras profesionales y proyectos
institucional, la cual sitúa la historia de los sujetos y las disciplinas dentro de intelectuales y/o institucionales
un proceso de institucionalización. Este proceso implica la conformación de (Pereyra, 2005).
una estructura densa de relaciones, una red de actores que desarrollan un
programa común: la incorporación de la enseñanza de las ciencias sociales en
las universidades, la promoción de normas y de valores compartidos.
Para ello, se considera que la producción y la circulación de las ideas for- Agendas de investigación: temas
man parte de un sistema intelectual institucionalizado; es decir, un sistema y preocupaciones del campo de
de prácticas, uso de recursos y modelos tradicionales de acción intelectual, lo la investigación que son pro-
puestos por institutos y agencias
que nos remite a lo ya visto en la unidad anterior (Shils, 1974; Collins, 1989). internacionales, alrededor de los
De esta forma, la discusión sobre el origen y los cambios de la teoría social cuales se organiza el sistema de
puede ser pensada a partir del modelo de redes. Este modelo piensa la pro- financiamiento y la circulación
ducción de ideas como el producto de la competencia entre espacios de inter- de publicaciones en un período
determinado.
cambio de recursos simbólicos y materiales capaces de definir estrategias
académicas y agendas de investigación.
Se presentará la evolución de las ciencias sociales en América Latina den-
tro del sistema universitario y el pasaje de la cátedra a los institutos de inves-
tigación. Veremos, entonces, una historia de las principales redes de coope-
ración técnica en ciencias sociales de la región (Unión Panamericana, Cepal,
Flacso y Clacso). Se desplegará una explicación crítica sobre la creación de
un circuito académico regional en ciencias sociales, en el marco de la inte-
racción mutua y conflictiva entre diversos actores institucionales. Todas ellas

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


34

serán las redes institucionales en las que canalizarán los debates más impor-
tantes de las ciencias sociales de la región en la segunda mitad del siglo XX.

2.1.1. La institucionalización de la teoría social en América


Latina
Las redes institucionales son los canales por donde circulan y se reproducen
las ideas, valores y teorías sociales. De este modo, la consolidación del con-
Thomas Kuhn (1970) distingue dos junto de normas e ideas de una tradición implica la institucionalización de las
formas principales del uso de la
estructuras básicas necesarias para preservar y extender sus valores y prin-
palabra “paradigma”. Por un lado,
el paradigma debe ser concebido cipios mediante la enseñanza y la investigación, que son las tareas básicas
como un logro, es decir, como una de la universidad; por ello mismo, la historia de la teoría social está estrecha-
forma nueva y aceptada de resol- mente vinculada a los avatares del sistema universitario en cada país. La clave
ver un problema en la ciencia,
que más tarde es utilizada como
es la incorporación de una disciplina o teoría en la enseñanza universitaria.
modelo para la investigación y la Se entiende así a la institucionalización como un proceso de organización
formación de una teoría. Por otra administrativa de las tareas de enseñanza e investigación dentro de una tradi-
parte, el paradigma debe ser con- ción intelectual, lo que permite su transmisión intergeneracional, vigencia en
cebido como una serie de valores
compartidos, esto es, un conjunto el tiempo y preservación, enriquecimiento y acumulación cultural. Tal como se
de métodos, reglas y generalizacio- comentó anteriormente, esta tradición teórica supone un conjunto coherente
nes utilizadas conjuntamente por de ideas y valores. Entre ellas se pueden mencionar:
aquellos entrenados para realizar
el trabajo científico de investiga-
ción, que se modela a través del a) Principios y afirmaciones apriorísticas
paradigma como logro. b) Conceptos definidos
<http://biblioteca.itam.mx/estudios/ c) Modelos y relaciones sobre el funcionamiento de la sociedad.
estudio/estudio02/sec_11.html>

Este esquema se ha comparado con la conceptualización de paradigma defi-


nida por el epistemólogo Thomas Khun.
La sobrevivencia de una teoría intelectual requiere cierto grado de institu-
cionalización, por lo cual, una tradición institucional puede pensarse a partir
de una red integrada de profesores e investigadores que desarrollan un plan
de trabajo y una agenda de investigación común, es decir, acuerdos concep-
tuales básicos a pesar de las diferencias y la competencia entre ellos (Bulmer,
1982). Sin embargo, esta dualidad entre tradición e institucionalización de las
ideas debe ser pensada en el marco de las acciones y estrategias biográficas
de ciertos individuos que poseen características personales y un carisma que
los distingue: capacidad de trabajo y convencimiento, ideas claras, habilidad
de identificar oportunidades intelectuales y políticas, capital social y político.
Bourdieu (1985) retoma la idea
Este rasgo de “talento” personal es requerido para movilizar los recursos
marxista de capital y establece el institucionales necesarios para crear nuevos espacios institucionales, cam-
capital social como la acumula- biar las tradiciones y establecer nuevas agendas de investigación. Las varia-
ción de recursos tanto académi- bles que explican el éxito de sus acciones son muy complejas, pero tienen
cos –títulos universitarios, especia-
lizaciones– como de adhesiones que ver con el contexto político y cultural, el uso apropiado de un conjunto
a grupos sociales de prestigio. de ideas con capacidad de explicar la realidad y, sobre todo, el control de las
redes que dan acceso a recursos financieros y culturales que permiten adqui-
rir prestigio y legitimidad social, lo que los hace portadores de la “verdad”: las
respuestas para las preguntas intelectuales básicas en un espacio y tiempo
determinado (Clark, 1986).

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


35

En su libro Galileo cortesano, Mario Biagioli establece la importancia que

xx tuvieron, tanto las redes de la corte de los Medici como su personali-


dad atípica, para el reconocimiento de Galileo como científico. La vida
cortesana, el mecenazgo y las relaciones que forjó en esos años sirvieron
para legitimarlo y forjar su carrera profesional y, a su vez, el dominio de
los modales cortesanos y su capital social.

Como la mayor parte de la teoría social a nivel internacional, la tradición teóri-


ca en América Latina surgió por fuera de la universidad, al compás del debate
político en el complejo proceso de construcción de los estados nacionales y
la pregunta sobre el futuro de los países.

América invertida, Joaquín Torres García, 1943


Museo Torres García 2005. <http://www.torresgarcia.org.uy/index_1.html>

Durante buena parte del siglo XIX, la generalidad de las universidades de la


región se asentaba en el modelo de “universidad de los abogados”, tal como
lo llamó Krostch (2004). Estas universidades, representadas especialmente
por la Universidad de Buenos Aires (creada en 1821) y la Universidad de Chile
(1842), estaban orientadas a formar cuadros técnicos y burócratas para los
estados en formación, pero que incluían una preocupación por la cambiante
dinámica social de la región y las tensiones provocadas por los procesos de
transformación.

Edicto por el cual fue creada la Universidad de Buenos Aires (UBA)


Fuente: <www.uba.ar>

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


36

Más tarde, hacia el final de siglo XIX, los cambios en la estructura social y los
reclamos de modernización política y cultural obligaron a que las universidades
locales actualizaran sus planes de estudio e incorporaran la enseñanza de las
ciencias sociales, de acuerdo con el paradigma positivista, entonces vigente.
Una primera cátedra fue creada en Bogotá en 1882. Este proceso continuó
con la creación de cátedras de sociología en Buenos Aires (1898), Asunción
(1900), La Plata, Caracas y Quito (1906), Córdoba, Guadalajara y México
(1907). La creación de universidades en Brasil se demoró hasta la década de
1930; sin embargo, en este país ese desarrollo tardío significó una recepción
de un modelo institucional más avanzado.
La segunda etapa comienza luego de 1930, cuando el formato de la cátedra
universitaria es reemplazado por una organización más compleja: el instituto
de investigación social. Estos institutos no solo aspiraban a difundir conteni-
dos y dictar clases, sino también a formar investigadores en teoría y metodo-
logía e impulsar nuevas investigaciones empíricas sobre la realidad social de
la región. El primer ejemplo fue el Instituto de Investigaciones Sociales de la
Universidad Nacional Autónoma de México, fundado en 1930. Se sumaron, en
1933, la Escola de Sociología e Política de Sao Paulo, y en 1940, el Instituto
de Sociología de la Universidad de Buenos Aires. Ellos constituirán la base
institucional en las que luego se desarrollarán proyectos, programas y carre-
ras en Ciencias Sociales a lo largo de la región, permitiendo la interrelación
entre ideas y procesos sociales.

2.1.2. La búsqueda de la diferencia


América Latina es una región integrada culturalmente por un conjunto de
símbolos y valores transplantados durante la conquista, que chocaron y se
entremezclaron con las creencias y sentimientos colectivos de los pueblos
que ya vivían en esos territorios. Esta herencia colonial común construyó lazos
identitarios que marcaron la agenda de conocimiento. Muchos intelectuales
locales estaban convencidos de que las naciones latinoamericanas no sola-
mente compartían una geografía e historia común, sino también condiciones
sociales y étnicas similares. Estos intereses compartidos llevaron a la iden-
tificación de problemas sociales comunes y, a partir de ello, comenzó una
búsqueda por encontrar una perspectiva particular. Este recorrido permitiría
descubrir una singularidad opuesta tanto a la expansión europea como a la
pretensión de los países anglosajones de la región, especialmente los Estados
Unidos de Norteamérica, por imponer una visión sobre el futuro de la región
y buscar influir en las decisiones de los gobiernos y los pueblos en cada uno
de los países. Sin embargo, el término América Latina no es casual; expresa
la historia política e intelectual de la región, y se distingue de otros nombres
posibles que se usaron y se siguen utilizando para designar a la región, pero
el adjetivo ‘latino’ fue el que se impuso con más fuerza. Eso se debe princi-
palmente al accionar de las redes institucionales y a la consolidación de un
proyecto intelectual que se desarrollará a lo largo de esta unidad.
La apelación a los orígenes pobló el imaginario de la intelectualidad conti-
nental, suscitando muchas adjetivaciones de América. Una primera es América
Hispana o Hispanoamérica, que agruparía a los Estados americanos donde
se habla castellano. Otra distinción es Iberoamérica, que comprende a las
naciones americanas que se independizaron de España y Portugal (o sea,

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


37

Hispanoamérica más Brasil). Otro término es Indoamérica, que fue asumido


por corrientes indigenistas de izquierda, como una categoría que significaba
la identidad étnica y cultural de la reunión, tratando de vincular en una misma
concepción un mito de origen y una indagación por la autonomía. Finalmente,
la categoría América Latina - Latinoamérica terminó por agrupar a los países
de habla española, portuguesa y francesa (es decir, Hispanoamérica más
Brasil y Haití).

Fuente: <http://www.enelvolcan.com/enefeb2014/321-memoria-de-los-proyectos-de-
identidad-continental-indoamerica>

PARA AMPLIAR

El pensador peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador de la

AA Alianza Popular Revolucionaria Americana, fue el principal expo-


nente de la corriente indoamericanista: “Las invasiones de las razas
sajonas, ibéricas y negras, como las asiáticas y el resto de Europa, que
nos han llegado, nos llegan y llegarán, han contribuido y contribu-
yen a contextuar la América nueva. Empero, pervive bajo todas ellas
la fuerza de trabajo del indio. Si en Cuba ha sido extinguida y en la
Argentina o Costa Rica muy absorbida, el indio sigue siendo la base
étnica y social económica de América, tanto el que vive dentro de la
civilización en el presente, como el que en inmenso número se agru-
pa todavía en primitivas organizaciones tribales. Con la raza india se
fundirán muchas otras, pero nuestra América encontrará su defini-
ción y su camino antes que esos setenta y cinco millones de indígenas
hayan desaparecido” (1961: 26-27)
<http://www.cialc.unam.mx/pensamientoycultura/biblioteca%20
virtual/diccionario/indoamerica.htm>

Esta visión de América Latina terminó conjugando una abierta oposición a


las concepciones europeístas y panamericanistas que se desarrollaron entre
mediados del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Sus orígenes pueden
rastrearse hasta el Congreso de Panamá en 1826. Convocado por Simón Simón Bolívar
Bolívar, su objetivo era coordinar la defensa continental ante la posible ame- <correodelara.blogspot.com.
ar>
naza de la Santa Alianza europea, rechazar el expansionismo norteamericano
expresado en la Doctrina Monroe y sentar las bases para la unión de los

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


38

países recién liberados de España. Estas acciones continuaron a través de


pactos y acuerdos entre países y la realización de un Segundo Congreso
Americano, reunido en Lima en 1864.
Bajo la popular frase “América Sin embargo, este embate perderá fuerza a partir de la década siguien-
para los americanos”, la Doctrina
Monroe marca el comienzo de te. Desde ese momento hasta la Primera Guerra Mundial se consolidará una
la política intervencionista de visión opuesta: el panamericanismo. Ello permitirá la creación de una insti-
Estados Unidos hacia los países tución muy activa, la Unión Panamericana, que tendrá un rol central, aunque
latinoamericanos.
provocará reacciones y contramarchas que influirán en la historia de la teoría
social latinoamericana.

2.2. La Unión Panamericana


La Unión Panamericana (UP) fue una de las principales organizaciones en
el área de la cooperación técnica y la promoción del conocimiento social en
la región entre 1930 y 1960. Durante buena parte del siglo XX, su accionar
expresó las conflictivas relaciones entre países y el choque entre las ambicio-
<https://hmcontemporaneo. nes de Estados Unidos como una potencia en expansión y las resistencias del
wordpress.com/2011/05/11/
la-doctrina-monroe/> resto de la región por aceptar ese liderazgo. De esta manera, las relaciones
panamericanas influenciaron enormemente el desarrollo político y cultural del
continente, poniendo en evidencia relaciones de dependencia en las formas
de interpretar la realidad y planificar el desarrollo de los países.
El plan de la UP era promover la investigación científica en el marco de la
promoción del desarrollo regional y la expansión de la inversión norteamerica-
na en infraestructura y comercio. Su accionar expresó, durante buena parte del
siglo XX, el choque entre las ambiciones expansionistas de Estados Unidos y
la resistencia del resto de la región por aceptar ese liderazgo. Sin embargo,
esta expansión resultaría problemática, ya que chocaría con la actividad de la
Unesco, que estaba más interesada en identificar a la región latinoamericana
como una unidad política y económica separada de la influencia norteameri-
cana y cercana a los ideales políticos y culturales europeos.
Su origen de puede rastrear hasta 1890, cuando en la Primera Conferencia
<http://librosperu.com/?p=1386>
Interamericana se creó la Unión Internacional de las Repúblicas Americanas
con una Oficina Comercial de las Repúblicas Americanas, encargada de com-
pilar y distribuir información comercial. Más tarde, en 1910, la IV Conferencia
definió las funciones y tareas de la UP, como un organismo que debía coor-
dinar las relaciones comerciales entre los países americanos y promover la
integración económica y cultural entre ellos. A partir de entonces, diferentes
espacios académicos, agencias gubernamentales y la prensa norteamericana
iniciaron un debate para incluir la problemática latinoamericana en la agenda
oficial del gobierno de Estados Unidos. Antes de la Primera Guerra Mundial,
el panamericanismo era solo un discurso retórico para hablar de una posible
integración hemisférica. A ella se oponían algunos países, como la Argentina,
que cuestionaban el liderazgo norteamericano en el proyecto. Como contrapar-
tida de la Doctrina Monroe y la política de intervención de los Estados Unidos,
se promovió la difusión de la Doctrina Drago. Establecía una doctrina jurídica:
ningún Estado extranjero podía utilizar la fuerza contra una nación americana
con la finalidad de cobrar una deuda financiera. A continuación, citamos un
fragmento de la nota que Luis María Drago envió a Estados Unidos:

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


39

CC
Entre los principios fundamentales del derecho público internacional que la hu-
manidad ha consagrado, es uno de los más preciosos el que determina que to-
dos los estados, cualquiera que sea la fuerza de que dispongan, son entidades
de derecho, perfectamente iguales entre sí y recíprocamente acreedoras por
ello a las mismas consideraciones y respeto. El reconocimiento de la deuda, la
liquidación de su importe, pueden y deben ser hechos por la Nación, sin me-
noscabo de sus derechos primordiales como entidad soberana, pero el cobro
compulsivo e inmediato, en un momento dado, por medio de la fuerza, no trae-
ría otra cosa que la ruina de las naciones más débiles y la absorción de su go-
bierno con todas las facultades que le son inherentes por los fuertes de la tie-
rra. (Privitello y Romero, 2000)

Sin embargo, las críticas no eran solo políticas. También emergieron resisten-
cias desde el campo cultural, en la medida que la difusión de cierta literatura
(desde el Ariel de José Rodó hasta los trabajos de José Martí, por ejemplo)
impulsó una renovación en el pensamiento iberoamericano. Esas ideas denun-
ciaban implícitamente que los Estados Unidos promovían la expansión de
ideales utilitaristas y mercantilistas, y reclamaban una vuelta a las ideas origi-
nales de América, que permitiría hallar nuevos ideales de belleza, originalidad,
pureza y altruismo. Se rechazaba cualquier contacto cultural con los países
anglosajones, proponiendo un nuevo acercamiento con la cultura latina y el
legado español (Rodó, 1900; Ramos, 1989).

Nordomanía. Término introducido


por el ensayista uruguayo José

CC
Ni el libro europeo, ni el libro yanqui, daban la clave del enigma hispanoameri-
Enrique Rodó (1872-1917) para
cano. Se probó el odio, y los países venían cada año a menos. Cansados del describir a quienes, en el choque
odio inútil, de la resistencia del libro contra la lanza, de la razón contra el cirial, de culturas entre el Norte y el Sur
de la ciudad contra el campo, del imperio imposible de las castas urbanas divi- de América, optaron en nuestras
latitudes por subordinarse a los
didas sobre la nación natural, tempestuosa o inerte, se empieza, como sin sa- valores anglosajones predomi-
berlo, a probar el amor. Se ponen en pie los pueblos, y se saludan. “¿Cómo so- nantes en los Estados Unidos
mos?” se preguntan; y unos a otros se van diciendo cómo son. Cuando de Norteamérica y apoyaron sus
pretensiones de hegemonía tras
aparece en Cojímar un problema, no va a buscar la solución a Danzig. Las levi-
salir victoriosos de la guerra con-
tas son todavía de Francia, pero el pensamiento empieza a ser de América. tra España, en 1898, cuando esta
Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la última perdió el dominio colonial
masa y la levantan con la levadura de su sudor. Entienden que se imita dema- de Cuba, Puerto Rico, Filipinas
y Guam.
siado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta ge-
Fuente: <http://www.mdp.edu.ar/
neración. (Martí, 1891) index.php?key=3929>

A pesar de estas resistencias, el proyecto panamericano fue avanzando tanto


en su formato organizacional como en la difusión de sus valores. Ello permitió
que, luego de 1920, la región fuera percibida como un vasto mercado para
la producción norteamericana (Salvatore, 2002). Por otra parte, la Segunda
Guerra Mundial permitió, más tarde, crear las condiciones que aseguraron
la posibilidad de que los Estados Unidos liderara un proyecto de integración
política e ideológica de todos los países del continente americano. El gobierno
de ese país insistió entonces en la utilización de una política de cooperación
regional que pudiera promover la integración y el desarrollo. Se reconocía así
que la cooperación técnica era un instrumento efectivo de la política exterior
norteamericana en el largo plazo.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


40

Oficina Sanitaria Panamericana De este modo, durante la Segunda Guerra Mundial, la UP se convirtió en
una eficaz y flexible red de coordinación de la cooperación regional para pro-
mover no solo la política hemisférica, sino también el desarrollo de ciertos
campos y espacios disciplinarios y técnicos. Era, sin duda, el organismo clave
en la promoción de la salud y la educación en el continente y había promovi-
do la realización de congresos y conferencias internacionales. Por ejemplo, la
UP organizó ocho congresos científicos panamericanos entre 1890 y 1940, y
<osfatlyf.org> otros congresos interamericanos en estadística, demografía, historia e infraes-
tructura. En 1944, ese organismo controlaba directa o indirectamente 79 ins-
tituciones de carácter regional, entre las que se encontraban tres organizacio-
Instituto Panamericano de Geografía
e Historia nes claves: la Oficina Sanitaria Panamericana, el Instituto Panamericano de
Geografía e Historia y el Instituto Interamericano de Estadística. Con ello, se
intentaba articular la principal preocupación del gobierno norteamericano en
relación con su política latinoamericana: promover la salud, la nutrición y el
bienestar en la región.
En los primeros años de la posguerra, la reorganización del sistema inter-
nacional encontró en la UP a un organismo regional consolidado y fortalecido,
<http://www.igac.gov.co> con capacidad para redefinir sus propias estrategias organizativas sin aban-
donar sus principios fundacionales. El principal resultado de su política fue el
Acta de Chapultepec de 1945, en la cual los diferentes países participantes
acordaron, aunque algunos fueron renuentes al principio, en la necesidad de
asistencia militar recíproca, lo que eliminaba la posibilidad de neutralidad ante
un nuevo conflicto armado.
En 1947, la UP se reconvirtió en la Secretaría General de la Organización
de los Estados Americanos (OEA), cuyo propósito es promover la paz, la segu-
ridad y el bienestar de los países miembros. Se transformó, entonces, en
<http://www.oas.org/es/> una agencia regional dentro del sistema de Naciones Unidas, desempeñando
desde entonces un doble rol de participación regional y global que era nove-
doso en las relaciones internacionales. Ello permitió que sus cuerpos regio-
nales –la Organización Panamericana de la Salud y el Instituto Interamericano
de Estadística– se integraran a las organizaciones internacionales en esos
campos, la Organización Mundial de la Salud y el Instituto Internacional de
Estadística, respectivamente.
Un año después, la UP creó un Departamento de Asuntos Culturales
que incluía secciones sobre Educación, Música, Artes Visuales, Filosofía,
Literatura, Ciencias Nacionales y Ciencias Sociales. Este departamento fue
supervisado más tarde por el Consejo Cultural Interamericano. Se decidió con-
tinuar también con el apoyo y financiamiento a seis organismos regionales
dedicados a la promoción de la geografía y la historia, la infancia, la agricultu-
ra, la estadística, la salud pública y los estudios indígenas.
Theo R. Crevenna fue convocado para dirigir la Oficina de Ciencias Sociales
dentro de la Sección Filosofía, Letras y Ciencias del Departamento de Asuntos
Culturales.
Esa oficina quería reunir el conocimiento técnico en ciencias sociales de
la región para optimizar la ayuda económica entre países y asegurar en forma
efectiva la solución de los problemas sociales del continente. Se promovía
entonces la vinculación entre intelectuales e instituciones vinculadas a la
sociología, la antropología y la economía, entre otras disciplinas sociales,
apoyando la publicación de trabajos y reportes técnicos y la formación técnica
y profesional. Esta política se tradujo en la publicación de la revista Ciencias
Sociales y la edición de manuales de metodología e historia, una guía de ins-

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


41

tituciones y sociedades en el campo de las ciencias sociales y una serie de


trabajos bibliográficos.
El plan de la UP era promover la investigación científica en el marco de la
promoción del desarrollo regional y la expansión de la inversión norteameri-
cana en infraestructura y comercio. Sin embargo, su expansión resultaría pro-
blemática. Muy pronto apareció un competidor amenazante en el área de la
cooperación técnica internacional. El proyecto de la UP chocaba con la acti-
vidad de la Unesco, que estaba más interesada en identificar a la región lati-
noamericana como una unidad política y económica separada de la influencia
norteamericana y cercana a los ideales políticos y culturales europeos, espe-
cialmente de Francia y España. Si para ambos actores, el fortalecimiento de
la educación y el conocimiento era un requisito para la paz y el bienestar en
la región (y el alejamiento de la amenaza del comunismo), la UP lo subordina-
ba a la integración panamericana y el control de los recursos; mientras que la
Unesco lo supeditaba al logro de una estrecha relación entre América Latina
y la Europa continental (Platt, 2002: 9). Mientras los gobiernos latinoamerica-
nos percibieron a la Unesco como un espacio más neutral para fortalecer los
sistemas educativos y científicos en sus países, los Estados Unidos recha-
zaban esta intromisión en una región que consideraban exclusiva. Un primer
conflicto surgió tras la creación de la Comisión Económica Para América Latina
y el Caribe (Cepal), institución que mostraba la heterogeneidad del continen-
te y la posibilidad de una mirada original de los problemas latinoamericanos <www.cepal.org>
(Beigel, 2010: 47- 52).
Tanto en el Primer Seminario de Educación Regional para América Latina
organizado en 1948 por la UP y la Unesco, en Caracas, como en el Seminario
Interamericano sobre Alfabetización realizado en Río de Janeiro un año des-
pués, surgieron evidencias de la diferencia entre ambos proyectos culturales,
por lo que se reclamaba un mayor entendimiento entre ambas partes para evi-
tar un conflicto permanente. Por ello, en septiembre de 1950, se firmó entre
la OEA y la Unesco un acuerdo de cooperación internacional para promover el
conocimiento científico, en el que implícitamente reconocían sus diferentes
intereses y estrategias, pero igual acordaban mantenerse informados y no
superponer esfuerzos ni recursos.
Más tarde, ambos organismos firmaron otro acuerdo en 1953 para promo-
ver conjuntamente el desarrollo de las ciencias sociales en la región. La UP ya
reconocía entonces el liderazgo de la Unesco en este tipo de políticas y ponía
a disposición fondos y colaboración para los proyectos de Naciones Unidas.
Con este nuevo compromiso, la UP renunciaba a su ambición de unificar las
políticas científicas en ciencias sociales dentro de un marco panamericano, y
dejaba en manos de la Unesco un plan de desarrollo de esas disciplinas, el
cual se cumpliría en forma exitosa a partir de entonces.
Entre las diversas actividades promovidas por la Oficina de Ciencias
Sociales de la UP, una merece ser mencionada más en detalle: un estudio
sobre las clases medias en diferentes países latinoamericanos (Crevenna
(ed.), 1950). Este proyecto surgió en 1948 con el objetivo de mostrar la exis-
tencia de un sector social emergente que estaba próximo a convertirse en la
gran esperanza modernizadora en el continente. La encuesta quería compro-
bar entonces el rol de la clase media en la estabilización del sistema político
y la existencia de alguna correlación entre el crecimiento de ese grupo social
y la industrialización de los países. Estudio sobre la clase media ela-
borado por Theo Crevenna
<http://www.worldcat.org>

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


42

El plan podría enmarcarse en un amplio programa de planificación de los


recursos económicos por parte de la UP, que se había iniciado a inicios de
1940, pero que no había sido clausurado en la posguerra. Dicho programa
proponía que todos los países que formaban parte del proyecto panamerica-
no debían impulsar una serie de innovaciones institucionales para orientar a
los Estados en la planificación democrática y garantizar un mayor nivel de vida
de sus poblaciones, especialmente en rubros tales como vivienda, sanidad,
nutrición, protección laboral y educación, lo cual, en conjunto, permitiría ase-
gurar un futuro de desarrollo económico y estabilidad política. Hacia 1950, la
UP ya contaba con información suficiente sobre el volumen de los recursos
económicos de la región, y había iniciado un exitoso relevamiento de indica-
dores económicos y demográficos en todos los países, que finalizaría con el
Censo de las Américas en 1950. Pero la UP requería de un mejor conocimiento
de la estructura de clases y el comportamiento de los actores colectivos. La
creación de un organismo específico en ciencias sociales dentro la UP revela-
ba así la preocupación por conocer con mayor detalle la estructura de clases
en América Latina; por esto, era necesario saber si existían las condiciones
sociales donde esos cambios institucionales pudieran tener lugar y cuáles
serían los posibles actores y grupos sociales que podrían impulsar y defender
esas transformaciones.
De esta forma, el estudio sobre las clases medias se situaba en un plan
más ambicioso de un análisis integral de clases en la región en el largo plazo.
Se partía del convencimiento de las ventajas del enfoque estructural.
Se verá con detenimiento en el
No obstante, se presentaban ciertas dudas acerca de si los procesos de
punto 2.2.1, cuando analicemos urbanización e industrialización en la región estudiada se habían desarrollado
la Cepal. en semejanza con la experiencia europea. Quedaba entonces abierta la pre-
gunta sobre si el desarrollo latinoamericano era diferente al de otras regiones
(como venían sugiriendo tímidamente los primeros estudios de la Cepal). El
estudio partía de la hipótesis de que no podía inferirse que la región hubiera
seguido una pauta tradicional de desarrollo y se preguntaba cómo se habían
formado las clases en América Latina y si esa estratificación difería con la de
otras regiones. Por lo cual, el estudio tenía como objetivo lograr un conoci-
miento de la realidad social americana y la comprensión de sus problemas.

PARA REFLEXIONAR

Los centros de investigación no solo desarrollaron agendas de temas,

PP sino que generaron interpretaciones sobre la historia latinoamerica-


na y su desarrollo económico, político y social. Estas teorías inter-
pretativas fueron diagnósticos sobre la realidad regional y, posterior-
mente, se tradujeron en recomendaciones para políticas nacionales.
Conceptos como desarrollismo, periferia y dependencia, irán deter-
minando la forma de pensarnos como latinoamericanos en relación
con el mundo y sus economías.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


43

1.

KK Elabore una línea de tiempo para registrar el surgimiento y las trans-


formaciones de los principales centros de investigación internacionales
(UP, Cepal, Unesco, OEA, OAS). Establezca el año de conformación,
sus cambios de nominaciones, incorporación de departamentos y activi-
dades, además de las principales características que los definen. Se puede
realizar en un Word, Excel o a través de herramientas específicas como
<http://www.educ.ar/recursos/ver?rec_id=92550>

2.2.1. La Cepal. La originalidad de la copia


Como se ha comentado en la sección anterior, algunos intelectuales latinoa-
mericanos, en conjunto con diferentes gobiernos de la región, comenzaron a
ver que los espacios institucionales vinculados a las Naciones Unidas cons-
tituían un escenario más neutral durante la segunda posguerra; ello permitía
lograr cierta autonomía del proyecto panamericano, ya presentado. En ese
marco, la aparición de una agencia intergubernamental diseñó un nuevo esce-
nario para la discusión de nuevas ideas sociales en la región. La Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco,
por sus iniciales en inglés) fue fundada en 1945 con el objetivo de contribuir Unesco desarrolló su agenda de
a la paz y a la seguridad en el mundo mediante la educación, la ciencia, la investigación a través de la mira-
cultura y las comunicaciones. La Unesco es un organismo especializado de las da europea sobre Latinoamérica.
Naciones Unidas, con sede en París, que desde su fundación buscó apoyar el
desarrollo de los países más pobres y menos desarrollados para garantizar
una salida pacífica a las crisis de la Segunda Guerra Mundial.
La Unesco reconoció muy prontamente que América Latina merecía una
atención especial y, por ello, sus problemas requerían ser tratados en forma
regional, separada de los intereses y manejos de la diplomacia norteameri-
cana. Con esa meta, en 1948, se creó la Comisión Económica para América <www.unesco.org/es>
Latina, reconocida internacionalmente por sus siglas Cepal. Este organismo
fue una de las cinco comisiones regionales creadas por las Naciones Unidas
como espacios de discusión de ideas económicas y sociales que permitieran
asegurar el crecimiento y el bienestar en cada uno de los países. Con sede
en Santiago de Chile, en la Cepal se elaboraron una serie de documentos,
informes y publicaciones que tuvieron una profunda repercusión en el pensa-
miento latinoamericano. Desde sus orígenes, bajo el liderazgo del economis-
ta argentino Raúl Prebish, y luego por el accionar de diferentes economistas y
sociólogos latinoamericanos, como Celso Furtado, Aníbal Pinto, José Medina
Echavarría, Fernando Henrique Cardoso y Aldo Ferrer, entre otros, se desarro-
lló un conjunto de ideas que orientaron las teorías del desarrollo y la depen-
dencia, que se analizarán en las próximas unidades.
Durante más de medio siglo, la Cepal ha sido una de las principales fuen-
tes de información y análisis sobre la realidad económica y social de América
Latina y el Caribe. Suele decirse que ha sido el único centro intelectual en toda
la región capaz de generar un enfoque analítico propio, el cual ha sido consis-
tentemente preservado y perfeccionado durante toda su existencia. Se hizo
muy popular la expresión “la originalidad de la copia”, acuñada por Fernando
Cardoso, para referirse a la ideas de la Cepal (Ansaldi, 1991). Más allá de
ciertas limitaciones y críticas, existe un amplio consenso acerca de que las

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


44

propuestas teóricas y las soluciones prácticas de la Cepal fueron sumamente


originales. Si bien esas ideas se formaron mediante la recepción de tradicio-
nes europeas (básicamente, el positivismo, el liberalismo económico, el histo-
ricismo y el keynesianismo), toda esas teorías fueron interpretadas, adaptadas
y reformuladas. Los modelos clásicos y sus derivaciones más contemporáneas
fueron utilizados con mucha flexibilidad y creatividad para explicar las nuevas
situaciones nacidas en la región latinoamericana.

PARA AMPLIAR

Cardoso, F. (1977), “La originalidad de la copia: la CEPAL y la

AA idea del desarrollo”, Revista de la CEPAL, Santiago de Chile, segun-


do semestre, pp. 7-40.

La Cepal orientó sus actividades a estudiar los medios para resolver los pro-
blemas de atraso productivo de la región, identificar los obstáculos del creci-
miento económico, orientar el crecimiento de la producción y la productividad,
promover la integración económica entre los países, coordinar la actividad
de diferentes organismos técnicos especializados y asesorar a los gobiernos
para promover políticas o reformas económicas. De esta forma, la Cepal logró
desarrollar una visión que combinaba la perspectiva sociológica con el análisis
de las variables económicas, recuperando el papel preponderante del Estado
en la industrialización de los países y tomando en cuenta las particularidades
sociales e históricas de la región. Las ideas discutidas en la organización se
condensaron en una tradición teórica o una escuela de pensamiento econó-
mico: el cepalismo. Su prestigio permitió un margen de autonomía frente a
las exigencias de los países centrales, especialmente de los propios Estados
Unidos, y las políticas de la Unesco; asimismo, logró que sus propuestas sean
aceptadas por los gobiernos, dada la calidad técnica de sus informes.
Durante los primeros años, todo el pensamiento de la Cepal giró alrededor
de teoría elaborada por Prebisch: el muy reconocido “modelo centro-periferia”.
Esta perspectiva buscaba superar el enfoque económico clásico de la división
internacional del trabajo. Este modelo orientó así la mayor parte de los deba-
tes teóricos y metodológicos en los países del tercer mundo hasta la década
del 1970 y sigue teniendo cierta preminencia en el análisis, aunque hoy las
condiciones del mercado mundial hayan cambiado completamente. El término
centro-periferia ha sido particularmente exitoso para referirse a las desigual-
dades sociales y económicas y su desigual distribución regional, hablándose
de países centrales y países periféricos, con significado similar a otras duali-
dades de uso habitual, como norte-sur, mundo desarrollado-subdesarrollado
y primer mundo-tercer mundo.
El pensamiento económico latinoamericano surgido en la Cepal fue el que
propuso con más fuerza la tesis de una relación centro-periferia dentro de la
economía mundial como explicación a la desigualdad económica entre los
países. Esta visión planteaba que la economía mundial se articulaba en una
relación entre un centro desarrollado (industrializado) y una periferia subde-
sarrollada (agropecuaria y minera). El primer grupo de países lograba aumen-

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


45

tar sus tasas de productividad a un nivel mayor y más rápido que la segunda
región, llevando a un deterioro de los términos de intercambio o a un sistema
comercial en el cual los precios reales de los productos primarios de los paí-
ses de la periferia se deterioraban frente a los de los productos de los países
del centro. Este fenómeno era explicado básicamente por el incremento rápido
de la productividad en los países desarrollados mediante la innovación tecno-
lógica que caracterizaba al sector industrial, y a la disponibilidad de productos
sustitutos naturales o artificiales de los productos primarios de la periferia.

El concepto centro-periferia de Prebisch

<https://www.youtube.com/watch?v=DskLAeKp8FY>

A lo largo de las décadas de 1950 y 1960, la teoría económica y social de


la Cepal fue derivando en un análisis que sostenía que la estructura socio-
económica de la periferia determina un tipo singular de industrialización, lo
que repercutía en un comportamiento específico del resto de las variables
económicas. Esta perspectiva sobre la economía de la región, denominada
“estructuralismo económico”, se convirtió en una idea clásica dentro de la
Cepal: los problemas de los países de América Latina eran consecuencia del
funcionamiento global del sistema económico capitalista, por lo cual, para
resolverlos se requería un cambio integral de la estructura. Los estructura-
listas se interesan por el sistema económico en su conjunto, explicando la
falta de desarrollo de la región por problemas estructurales (de toda la econo-
mía) y proponiendo ciertas reformas para cambiar la situación de los países
latinoamericanos.
Más tarde, a la dimensión estructuralista se añadió la perspectiva de la
formación histórica de los países de la región, formándose un método de
investigación y análisis conocido por “histórico-estructural” (o método históri-
co-estructuralista). Esta corriente toma conceptos del marxismo clásico y los
combina con una vocación para estudiar los problemas singulares de la evo-
lución de la economía en América Latina, incorporando dimensiones de análi-
sis más novedosas como la cuestión agraria, el papel de la cultura y las rela-
ciones precapitalistas.
El enfoque histórico-estructural cepalino implicaba, entonces, un método
de producción del conocimiento muy atento al comportamiento de los agen-
tes sociales y a la trayectoria de las instituciones en cada uno de los países,
pensando en los contextos históricos particulares. Por un lado, esta pers-

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


46

pectiva buscaba relacionar la inserción periférica de la región con los condi-


cionamientos internos del crecimiento y el progreso técnico. Por otro lado,
insistía en sostener que las teorías sobre la realidad están “históricamente
determinadas”.

El método histórico estructural

<https://www.youtube.com/watch?v=qGrsBqIaoD0>

2.

KK A partir de la entrevista a Osvaldo Sunkel sobre el método histórico


estructural que desarrolla Prebisch responda:
a. ¿Cuáles son los elementos indispensables para llegar a la formulación
teórica de este método?
b. ¿Por qué Sunkel dice que no está basado en supuestos?
c. ¿Qué permitiría la formulación histórica?

Un área institucional cobró, posteriormente, cierta notoriedad dentro de la


Cepal: el Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (Ilpes),
que tuvo un rol central en la producción y circulación de un conocimiento
socioeconómico en la región entre comienzos de la década de 1960 y media-
dos del siguiente decenio.
El Ilpes es un organismo que forma parte de la Cepal y del sistema de
las Naciones Unidas. Fue creado en 1962 con el propósito de apoyar a los
gobiernos de la región en el campo de la planificación y coordinación de polí-
ticas públicas, mediante la prestación de servicios de capacitación, asesoría
e investigación. Dentro del Ilpes se desarrollaron dos temas principales de
<cepal.org>
la agenda de la teoría social latinoamericana: la planificación y la teoría de la
dependencia, que se comentarán más adelante. Este conjunto de ideas die-
ron una cuestión analítica a los estudios clásicos de la Cepal sobre los obs-
táculos y estímulos posibles para la industrialización.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


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LECTURA RECOMENDADA

RR
Gabay, E. (2010), “El fantasma de Prebisch: el ILPES entre 1963-1969”, [en línea].
Cuaderno de Ciencias Sociales 153, Flacso, Costa Rica.
<http://unpan1.un.org/intradoc/groups/public/documents/icap/unpan045151.pdf>

En las décadas siguientes, la Cepal siguió promoviendo los estudios sobre el


desempeño de la actividad económica en la región, pero el eje central de la
agenda se movió a otros organismos internacionales como Flacso y Clacso.
La producción de informes se fue especializando en temas económicos más
técnicos, perdiendo centralidad sociológica. La crisis económica de la década
de 1980 orientó la mirada hacia el tema de la deuda externa. Durante el dece-
nio que siguió a estos trabajos, la Cepal colocó su mirada en los problemas
del ajuste, la reforma económica y la transformación productiva con equidad.
Más recientemente, han regresado a su agenda de preocupaciones conceptos
y problemas más ligados a su propia tradición clásica: las clases sociales,
el Estado y la industrialización. En síntesis, sobre la base de esta agenda de
preocupaciones y temas, dentro de la Cepal, se desarrolló una escuela de pen-
samiento especializada en el examen de las transformaciones económicas y
sociales de mediano y largo plazo de los países latinoamericanos y caribeños.

2.2.2. La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Una


escuela internacional de investigadores
En el marco del proyecto político cultural de la Unesco, a mediados de la
década de 1950 surgió la idea de consolidar en América Latina un espacio
institucional para formar jóvenes investigadores locales en el campo de las
ciencias sociales, y dotarlos de los nuevos instrumentos teóricos y metodoló-
gicos que estaban revolucionando la investigación social en el mundo. A partir
de una recomendación de aquel organismo internacional en la Conferencia
General de 1956 comenzó a elaborarse un nuevo proyecto institucional que
tenía como objetivo promover la enseñanza, la investigación y la cooperación
técnica en el campo de las ciencias sociales en todo el subcontinente. De
este modo, los gobiernos de Chile y Brasil convocaron a una reunión regional
que se celebró en Río de Janeiro, en 1957, donde se decidió la creación de
dos nuevas instituciones.
La Primera Conferencia Latinoamericana de Ciencias Sociales reunida ese
año creó entonces un Centro Latinoamericano de Ciencias Sociales (Claps,
por sus siglas en portugués), con sede en Río, y la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales (Flacso), con sede en Santiago. El primer organismo tuvo
una activa vida institucional en los primeros años, pero finalmente resultó una
experiencia efímera cuando hicieron irrupción los gobiernos militares en Brasil
a partir de 1964. En cambio, la Flacso tuvo un destacado desarrollo institucio-
nal, dejando una profunda huella en la teoría social latinoamericana.
La Flacso es un organismo internacional de carácter regional y autónomo
que se expandió a la mayoría de los países de la región. Su carácter latinoa- <flacso.org.ar>
mericano se refuerza por los contenidos y alcance de sus programas de ense-

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


48

ñanza e investigación, orientados hacia las necesidades científicas y sociales


de cada uno de los países. Sus actividades están alineadas para difundir el
conocimiento de la región, promover la investigación, brindar asesoría cien-
tífica, promover el intercambio de materiales de enseñanza de las ciencias
sociales en y para América Latina, estrechar lazos institucionales con otras
organizaciones similares y, sobre todo, para fortalecer la formación de espe-
cialistas y estudiantes de posgrado (Ansaldi, 1991).
Desde 1957 hasta 1972, la Flacso formó a gran parte de la nueva genera-
ción de sociólogos y politólogos de distintos países latinoamericanos. Estos
jóvenes intelectuales se sintieron atraídos por un clima institucional e inte-
lectual único. Allí se combinaba el accionar de la Escuela Latinoamericana de
Sociología, que dictaba una Maestría en Sociología en el marco de la Flacso,
con la actividad en la misma ciudad de la Cepal, el Ilpes y otras instituciones
técnicas de la ONU y del gobierno chileno. Ese grupo de graduados regresó a
sus países de origen y contribuyó a la consolidación de las disciplinas y en la
creación de las primeras escuelas, centros y facultades en ciencias sociales
en cada una de esos territorios
El lugar de Flacso debe ser reconocido por ser un espacio aglutinante de
los debates teóricos de la época. Sus aulas se abrieron a las nuevas expe-
riencias políticas chilenas y a las nuevas ideas del pensamiento social latino-
americano, como la teoría de la dependencia. Por otra parte, se estimuló la
investigación empírica e histórica basada en el método histórico-estructural,
ya comentado. Sin embargo, puede discutirse si el impacto de Flacso en las
ciencias sociales latinoamericanas puede o no ser comparado con el peso de
la Cepal, que quizás haya ha tenido una impresión mucho más extendida en
la teoría social latinoamericana en su conjunto (Beigel, 2009).
En sus comienzos, Flacso tuvo una fuerte impronta chilena, ya que su ubi-
cación de la sede central en la capital del país daba centralidad a las políti-
cas allí impulsadas, especialmente por el apoyo financiero del gobierno chi-
leno y los acuerdos políticos establecidos con la Unesco. Flacso nació como
centro de enseñanza y su mayor esfuerzo se orientó a la formación de inves-
tigadores, mientras que su aporte a la investigación de los problemas lati-
noamericanos estaba en los comienzos y quedó trunco cuando sobrevino el
golpe de 1973. En ese año se suspendió la actividad docente, se conformó
un equipo de investigación más reducido y la secretaría general se trasladó a
Buenos Aires, donde la sede argentina abrió una Maestría en Ciencia Política
y Sociología en 1979.
Tal como sostiene Beigel (2009), la salida forzada de Chile y la consolida-
ción de otros espacios institucionales como Clacso, que comentaremos en la
próxima sección, reorientaron el rol de la Flacso. Comenzó, así, un proceso
de expansión institucional que convirtió a aquel “centro regional” en una “red
intergubernamental” con sedes en la mayoría de los países latinoamericanos.
De su seno surgieron posteriormente reflexiones y nuevas teorizaciones acerca
de la democracia mediante cursos, seminarios y diversos encuentros acadé-
micos. Estos debates tuvieron una singularidad propia y marcaron la agenda
de la región durante la década de 1980, como veremos más adelante.
Los cientistas sociales latinoamericanos defendieron con fuerza la existen-
cia de Flacso porque fue un refugio fundamental de la intelectualidad en un
periodo de desmantelamiento de las instituciones de las ciencias sociales. A
su vez, tras el fin de los gobiernos militares, logró el apoyo de las nuevas auto-
ridades democráticas para afianzar su existencia como una red de facultades

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


49

que hoy cuenta con doce sedes académicas nacionales. Flacso ha cumplido
cincuenta años de presencia ininterrumpida en la región, manteniendo un alto
nivel académico, actualización teórica y reflexión crítica permanente.

2.2.3. Clacso: autonomía y regionalización


Si bien las experiencias de la Cepal y la Flacso, recién examinadas, fueron
exitosas en el objetivo de crear una red integrada de conocimiento sobre la
región, la avanzada de los gobiernos militares puso en evidencia la fragilidad
institucional del proyecto. Esta dinámica de intervención de los regímenes
democráticos ponía en riesgo la autonomía de las instituciones universitarias
en cada país, amenazando y, muchas veces, realizando intervenciones y expul-
siones de los profesores. También, los gobiernos militares quitaron colabora-
ción y presupuesto a los emprendimientos de la Unesco. A partir de mediados
de la década de 1970, los recursos para la investigación científica provinieron
prácticamente en su totalidad de la ayuda externa, pública o privada. A esto
debemos sumarle el cambio radical de las condiciones institucionales y políti-
cas, los giros temáticos y cambios paradigmáticos. Por este motivo, se hacía
necesario repensar el entramado institucional que permitía la producción y cir-
culación de ideas y debates teóricos sobre la realidad social latinoamericana.
A partir de la segunda mitad de la década de 1960 y con más fuerza en
el decenio siguiente, se expandió en la región una ola de golpes de Estado.
Primero en Brasil y luego en Chile, Argentina y Uruguay, los gobiernos democrá-
ticos fueron cayendo uno a uno para ser reemplazados por proyectos políticos
autoritarios. A ello se sumaba la presencia de una dictadura político-militar en
Paraguay. Todo ello remedaba experiencias políticas traumáticas semejantes,
como los golpes de Estado de 1930, 1943 y 1955 en Argentina, una tenden-
cia que se confirmará con un nuevo golpe en 1966.
Ante el contexto de autoritarismo militar, se fue afirmando una dinámica de
creación y funcionamiento de centros de investigación de carácter privado, que
básicamente buscaban mantener una actividad independiente de los Estados
y los sistemas universitarios de cada país atravesados por la inestabilidad
política, el control y la censura. Estos institutos, en general de un tamaño
pequeño y gestión autónoma de sus programas y recursos, se fueron crean-
do en cada país para promover un debate más amplio sobre la situación de
las ciencias sociales en la región (especialmente en Argentina, Brasil, Chile y
Uruguay). Brunner y Barrios (1987) generalizaron el uso del concepto “Centros
Académicos Independientes” (CAI) para designar a este tipo de instituciones

CC
(...) dentro de ese contexto, el de universidades intervenidas y en proceso de
depuración, con situaciones político intelectuales caracterizadas por una fuerte
represión en el campo de las ideas¨, donde las manifestaciones de la opinión
pública se hallan restringidas al oficialismo y donde se controla estrechamente
la transmisión de ideologías y de la crítica social, cultural y política, y en los
cuales se cierra el universo de la institucionalidad universitaria a las ciencias
sociales y su libre cultivo, se ubica el surgimiento de los centros académicos
independientes de las ciencias sociales. (Brunner y Barrios, 1987: 53-54)

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


50

Entre esos centros privados de investigación se debe mencionar, en Argentina,


al Instituto Torcuato Di Tella (ITDT, 1958), el Centro de Investigaciones
Motivacionales y Sociales (CIMS, 1959), el Instituto de Desarrollo Social
(IDES, 1960), la Fundación Bariloche (1963), el Centro de Investigaciones de
Ciencias Sociales (Cicso, 1966). A ellos se agregaron más tarde, en 1974
el Centro de Estudios de Población (Cenep) y en 1975 el Centro de Estudios
de Estado y Sociedad (Cedes) y el Centro de Investigaciones sobre el Estado
y la Administración (Cisea). En Chile, puede señalarse el Centro de Estudios
de Opinión Pública (Cedop), fundado en 1958. En Uruguay, se destacó el
Centro Latinoamericano de Economía Humana (Claeh) desde su creación en
1959. En Brasil, el centro más importante fue el Centro Brasilero de Análisis
y Planeamiento, establecido en 1968.
Estas instituciones no eran un grupo homogéneo, ya que diferían en tama-
ño y recursos presupuestarios; sin embargo, compartían una vocación por
mantenerse aislados de los gobiernos y contratar profesores e investigado-
res a los que no se les permitía trabajar en las universidades. Prontamente,
estos centros comprendieron que las redes previas (Cepal y Flacso, por ejem-
plo) habían definido una agenda latinoamericana, la cual había que continuar
y fortalecer. Pero para ello se requería una estructura organizacional capaz
de potenciar los intercambios de ideas y recursos necesarios para la acción
intelectual.
El germen de una actividad conjunta fue emergiendo no solo como una
necesidad, sino también como una oportunidad y una solución para fortalecer
el campo de la teoría social latinoamericana en tiempos de crisis y debilidad.
Tras una serie de conferencias y reuniones preparatorias, el 14 de octubre de
1967 se creó en Bogotá un Consejo que reunía una gran parte de estos cen-
tros independientes. Formado a partir del acuerdo entre treinta y cinco institu-
<clacso.org> ciones de diez países diferentes, este organismo se constituyó como uno de
los más importantes en la historia de las ciencias sociales latinoamericanas:
el Consejo Latinoamericano en Ciencias Sociales (Clacso).
Clacso se convirtió, en los años siguientes, en un mecanismo muy eficaz
para que diferentes científicos sociales, pensadores, intelectuales e institu-
ciones pudieran intercambiar información e impulsar sinérgicamente ayuda
financiera externa. El único requisito necesario para unirse a Clacso era un
interés concreto por la investigación social desde una perspectiva latinoa-
mericana y mantener una autonomía institucional de las universidades y los
gobiernos nacionales, mayormente autoritarios. Entre los objetivos del Consejo
se podrían enumerar la organización de seminarios y encuentros de investi-
gación, la promoción de proyectos educativos, el asesoramiento de puesta
en marcha de programas de capacitación en diferentes países, el otorgamien-
to de becas, la coordinación de actividades conjuntas y el trabajo como ente
recaudador de estímulos académicos y fondos destinados a la investigación.
Institucionalmente, Clacso se convirtió en una organización internacional no
gubernamental que fue aceptada por la Unesco como como asesora institu-
cional, con sede en Buenos Aires (Ansaldi, 1991).
Desde su creación, en diversos grupos de trabajo establecidos por Clacso
se pudieron organizar simposios y encuentros regionales y subregionales y
producir investigaciones colaborativas y comparativas sobre temas de interés
compartido que, después de algunos años, consolidaron una personalidad pro-
piamente latinoamericana en el quehacer de diversas áreas del conocimien-
to, como estudios rurales laborales. Pero también emergieron nuevos temas

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


51

y preocupaciones. Los estudios sobre el desarrollismo vinculados a planteos


de la Cepal quedaron relegados, y el eje se movió de la economía a la socio-
logía y a la ciencia política, repensando un giro importante en las prioridades
y orientaciones de las ciencias sociales en la región e incorporando análisis
innovadores. Los trabajos comenzaron a ocuparse con más asiduidad de los
sistemas y movimientos políticos, de la naturaleza del Estado y sus institu-
ciones y del anhelado retorno a la democracia, tal como se discutirá en esta
carpeta en las próximas unidades.
Pese a esta dinámica favorable al desarrollo de la teoría social latinoame-
ricana, un punto paradójico y polémico es el hecho de que mucho del éxito de
las actividades del Consejo se debe al uso eficaz de los fondos. Si bien el dine-
ro aportado por las Naciones Unidas fue importante, el grueso de los recursos
fue el resultado de los aportes filantrópicos de fundaciones norteamericanas y
europeas. Desde el inicio, fundaciones como Ford y Rockefeller mostraron un
sostenido interés en colaborar con los centros independientes en la región.
Como se discutirá más adelante, la guerra fría había despertado la necesidad
de financiar el desarrollo de la investigación social en los países en desarrollo,
como era el caso de la región latinoamericana. Clacso aprovechó la ocasión y,
sin compartir la responsabilidad y los objetivos de las fundaciones, utilizó con
criterio esos recursos para fortalecer una perspectiva intelectual regional de
carácter autónomo. Sin embargo, ello no fue sencillo ni dejó de provocar inci-
dentes y polémicas, con acusaciones de imperialismo, colonialismo y críticas
éticas. Algunos casos emblemáticos –los proyectos Camelot y Marginalidad–
se presentarán más adelante.
Por lo visto, tras más de cuatro décadas, la historia de Clacso es el repa-
so de modas analíticas y metodológicas sin apartarse por ello de la preocupa-
ción central de ampliar la comprensión de los fenómenos latinoamericanos.
El encuentro de estas corrientes ha dado lugar a encendidos debates y polé-
micas dentro de los centros miembros, así como de otras instituciones como
la Flacso, u otras no presentadas aquí en más detalle, como la Asociación
Latinoamericana de Sociología (ALAS). Clacso no ha dejado de crecer, incor-
porando cada vez más centros de investigación y posgrado en el campo de las
ciencias sociales y las humanidades de diversos países, e incluyendo institu-
ciones universitarias luego de que se levantaran las barreras que impedían su
ingreso, tras la recuperación democrática.

PARA AMPLIAR

Stavenhagen, R. (2014), “Flacso, Clacso y la búsqueda de una

AA sociología latinoamericana”, [en línea]. Perfiles Latinoamericanos,


núm. 43, enero-junio, Facultad Latinoamericana de Ciencias Socia-
les, pp. 7-17.
<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11529850001>

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


52

Su historia ha estado marcada por la inestabilidad política. Las cruentas dicta-


duras militares y, en numerosas oportunidades, la fragilidad de los gobiernos
democráticos han sido un factor que ha limitado o bloqueado el desarrollo de
las ciencias sociales en América Latina y el Caribe, constituyendo un escena-
rio de desequilibrios institucionales e inequidades sociales que ha redoblado
el desafío asumido por el Consejo en su defensa de la libertad académica,
el pensamiento crítico, la autonomía universitaria y los derechos humanos.
Durante los años setenta y ochenta, el Consejo organizó programas académi-
cos cuyo principal objetivo fue salvar la vida de muchos intelectuales latinoa-
mericanos perseguidos por los regímenes dictatoriales, contribuyendo así a
garantizar la supervivencia de una producción intelectual autónoma y crítica
en nuestro continente.
En el marco de los procesos de transición democrática que vivieron muchos
de los países latinoamericanos en la década de 1980, Clacso desempeñó un
importante papel en la reconstrucción de las instituciones académicas públi-
cas. Desde entonces, se fortalecieron los grupos de trabajo, el programa de
becas y la política editorial. En los años siguientes, la irrupción del neolibera-
lismo y las políticas de ajuste, actualizaron y redefinieron los desafíos institu-
cionales del Consejo, que a pesar del entorno desfavorable, dio continuidad a
sus proyectos. El inicio del nuevo milenio marcó la consagración del Consejo
como una fuente vital de intercambio, apoyo y promoción de la investigación,
la docencia y la provisión de recursos académicos en toda la región.
En los últimos años, se ha convertido en un organismo precursor del uso
pleno y creativo de las nuevas tecnologías de información y comunicación, a fin
de promover y estimular la democratización del acceso al conocimiento produ-
cido por la investigación social latinoamericana y caribeña. El Consejo es así
un ejemplo de la inteligente utilización masiva de las redes sociales para for-
talecer el conocimiento académico de América Latina dentro y fuera del área.

Pos 2015: una nueva visión del desarrollo que incluye la cuestión social
Entrevista de Martín Granovsky a Guilherme De Aguiar Patriota, repre-
sentante de Brasil ante las Naciones Unidas, filósofo y diplomático bra-
sileño, 30/05/2014.

<http://www.clacso.tv/c.php?id_video=246>

<http://www.clacso.org.ar/>
La página web de Clacso es un nódulo indispensable para estudiantes y estu-
diosos de todas las latitudes. “Es un eje que favorece las redes de intercam-
bio de investigadores latinoamericanos, provee información sobre formación,
financiación y la promoción del acceso abierto a la información”.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


53

Uno de los baluartes de Clacso es un repositorio institucional que ofre-


ce actualmente acceso abierto y gratuito. Allí se dispone de una conocida
Biblioteca de Ciencias Sociales, una de las primeras colecciones en brindar un
espacio imprescindible para la publicación de libros y la distribución de textos
seminales en diversos campos de la teoría y la investigación social, desarro-
lladas por la intelectualidad latinoamericana y caribeña entre los años sesenta
y ochenta. Todo este trabajo se confirma con la multiplicación de los grupos
de trabajo y sus actividades; y el incremento de los subsidios otorgados por
el Programa Regional de Becas.
En sus más de cuarenta años de historia, el Consejo Latinoamericano de
Ciencias Sociales ha desempeñado un papel de gran importancia en el desa-
rrollo de la investigación social y el pensamiento crítico, la defensa de los
derechos humanos y la promoción de las ciencias sociales en América Latina
y el Caribe. Esta red académica ha fortalecido y ha multiplicado sus campos
de intervención, agrupando a las instituciones más prestigiosas y reconocidas
de las ciencias sociales contemporáneas. Si bien enfrenta nuevos desafíos
institucionales y organizativos, al igual que el reto de seguir manteniendo un
flujo constante de ayuda económica, sus actividades no difieren de aquellas
establecidas en su fundación: la promoción de la cooperación y el intercam-
bio entre instituciones de formación e investigación en el campo de las cien-
cias sociales.

3.

KK Luego de la lectura del apartado 2.2 haga una comparación entre los tres
centros de investigación (Cepal, Flacso y Clacso):
¿Qué relación tiene cada centro con el financiamiento?
Ingrese a cada uno de los sitios (cepal.org flacso.org y clacso.org)
Observe las actividades y temas de investigación. ¿Encuentra diferen-
cias entre los centros? ¿Cuáles?
Piense creativamente: ¿Qué temas cree que deberían incluir en la agen-
da de investigación actual?

LECTURA OBLIGATORIA

Ansaldi, W. (1991). La búsqueda de América Latina, Instituto de

OO Investigaciones, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 65-77.


Brunner, J. y Barrios, A. (1987). Inquisición, mercado y filantropía,
Ciencias sociales y autoritarismo en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay,
Flacso, Santiago de Chile, 17-54.
Cardoso, F. (1977), “La originalidad de la copia: la CEPAL y la
idea del desarrollo”, Revista de la CEPAL, Santiago de Chile, segun-
do semestre, pp. 7-40.
Shils, E. (1974). “Intelectuales”, David Sills, Enciclopedia interna-
cional de las ciencias sociales, Aguilar. Madrid.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


54

LECTURA RECOMENDADA

RR
Martí, J. (1891), “Nuestra América”, en Obras completas, tomo 6, Editorial de Cien-
cias Sociales, La Habana, 15-23 (fragmento).

Privitello, L. y Romero, L. (2000), Grandes discursos de la historia argentina, Aguilar,


Buenos Aires, 128.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


55

Desarrollismo y teoría de la modernización.


Principales problemas y ejes temáticos

Objetivos

•• Comprender las teorías del desarrollo y la modernización como parte fun-


dante de la teoría social latinoamericana.
•• Reflexionar sobre implicancias como agendas de institutos de investigación.
•• Identificar el papel de las clases medias en la dinámica del desarrollo.
•• Comparar proyectos y posturas de los principales referentes.
•• Conocer los puntos críticos de esas teorías y los argumentos que cuestio-
naron sus principales supuestos.

3.1. Introducción
La discusión sobre la naturaleza y el sentido del cambio social se constituyó
en una de las principales agendas de investigación de la teoría social latinoa-
mericana desde mediados del siglo XX. De esta forma, el desarrollo fue una
de las denominadas ‘tres D’ de las ciencias sociales en la región (junto con
dependencia y democracia), lo que abrió un prolongado debate cuyas remi-
niscencias y legados permanecen vigentes al día de hoy. Esta idea implicaba
una reflexión sobre el rumbo que debían tomar esos países para enfrentar
las transformaciones sociales, principalmente, entre dos alternativas posi-
bles. Una, la necesidad de iniciar un camino civilizatorio, imitando los pasos
y estrategias seguidos por los países centrales o, dos, una alternativa con-
traria basada en la búsqueda de una senda de desarrollo propia. El análisis
del desarrollo excedió, sin embargo, la mera discusión sobre el crecimiento
de las economías e incluyó un tratamiento sobre la necesidad de moderni-
zación de las estructuras sociales como un todo, requiriendo de esta forma
una perspectiva sociológica específica y un examen cuidadoso de la sociedad
latinoamericana.
Esta unidad presentará una discusión sobre el papel de la modernización
en las ciencias sociales de la región. Con este fin, se hará una revisión concep-
tual de la modernización como un proceso de secularización y racionalización
de las estructuras sociales, vinculado al proyecto de planificación democráti-
ca de las sociedades occidentales. Se presentará así una mirada integral de
la teoría del desarrollo, tanto en términos económicos como políticos, a partir
de la consolidación de una tradición de sociología científica y la aceptación de
valores como la ciencia y la democracia. También, se revisarán las principales
ideas de la Cepal sobre el desarrollo y la modernización latinoamericana y se
observará su evolución. Ofreceremos, además, una clave de lectura para los

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


56

textos clásicos de dos autores fundamentales que abordaron esta problemá-


tica: Gino Germani y José Medina Echavarría. Se examinarán cambios en los
enfoques, las interpretaciones sobre el origen del cambio y sus resultados, y
las propias contradicciones del proyecto modernizador. A su vez, se observará
el rol de la clase media en este proceso de esperanza, utopía y decepción. Por
último, se revisarán algunas interpretaciones de la sociedad latinoamericana
en contraposición con el desarrollo, especialmente “las siete tesis equivoca-
das sobre América Latina” formuladas por Rodolfo Stavenhagen.

3.2. La teoría clásica del desarrollo


El desarrollo y la modernización son fenómenos de cambio social que están
vinculados conceptualmente entre sí, pero que corresponden a procesos dife-
rentes y merecen análisis específicos. Desde las ciencias sociales, el cambio
es pensado como una sucesión de diferencias en el tiempo, donde se pro-
ducen variaciones en algún aspecto y persistencias en otros. Tanto el evolu-
cionismo como el marxismo dieron respuestas científicas diferentes a esas
transformaciones, pero permanecen otras preguntas sobre la orientación del
cambio, los factores intervinientes y los actores sociales que promueven u
obstaculizan el proceso. Así, cambio social, desarrollo y modernización fueron
elementos complementarios de la idea de progreso económico y político que
las ciencias sociales en expansión pregonaban por el continente.
La idea de desarrollo surgió a partir de la noción que supone que las socie-
dades atraviesan un proceso de transformación de las fuerzas productivas,
por el cual un número creciente de necesidades humanas, preexistentes o
creadas por el mismo cambio, se satisfacen a través de una diferenciación
en el sistema productivo, generada por la introducción de innovaciones tec-
nológicas. Las diferentes visiones sobre el desarrollo buscaron de esta forma
identificar las estructuras económicas y condiciones sociales necesarias para
que los países y regiones más atrasados encuentren una senda para el cre-
cimiento. Sin embargo, esta idea que apareció en el ambiente intelectual lati-
noamericano con la aureola de la novedad, heredaba los principios de la filo-
sofía positivista, al concebir la evolución de las sociedades como el pasaje a
estadios superiores en un sentido unidireccional. La noción misma de desa-
rrollo está embebida de la noción propia de progreso que parecía descartada.
La teoría del desarrollo, o desarrollismo, se convirtió entonces rápidamente
en la doctrina predominante de la década de 1960, hasta el punto de conver-
tirse en una ideología. Se basó en una visión económica clásica que sostenía
que los países avanzaban a través de fases cada vez más evolucionadas de
desarrollo económico (desde la economía agraria a la economía industrial de
consumo masivo). Luego de la Segunda Guerra Mundial, la Cepal comenzó a
trabajar siguiendo las pautas lineales de la teoría clásica del desarrollo. Pero,
como vimos en la unidad anterior, la Cepal fue adquiriendo una perspectiva
novedosa, buscando explicar el desarrollo de la región en forma autónoma. El
debate se expandió en libros y revistas. Las publicaciones de la Cepal fueron
un canal importante, pero debe mencionarse entre los mayores impulsores
de la discusión a la revista Desarrollo Económico, fundada en Buenos Aires
en 1958.
El siguiente gráfico muestra la concentración de la industria en determina-
das ciudades, configurando la estructura social del desarrollo. Se observa que

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


57

en América del Norte, Europa y Japón se encuentra una mayor concentración


de la actividad manufacturera, marcando una importante diferencia entre los
países desarrollados y subdesarrollados. Una de las metas del desarrollismo
es alcanzar ese nivel de producción industrial.

Fuente: <https://es.wikipedia.org/wiki/Desarrollismo#/media/File:Industria_mundo.png>
Celso Furtado
<www.cultura.gov.br>

Un grupo de economistas y sociólogos de esa comisión fueron notando que


en América Latina existían circunstancias sociopolíticas que obstaculizaban
el desarrollo y condicionaban la aplicación de los supuestos puramente eco-
nómicos de las teorías clásicas. Por eso, comenzaron a analizar y profundizar
las razones del subdesarrollo en los países de América Latina, lo que permitió
llegar a conclusiones autónomas sobre las causas del desarrollo y las medi-
das necesarias para impulsarlo. Estas teorías tomaron en conjunto el nombre Aníbal Pinto Santa Cruz
de desarrollismo, como un corpus teórico articulado que aspiraba a corregir <memoriachilena.cl>
los problemas estructurales de la economía cambiando una estructura pro-
ductiva atrasada (ya sea basada en el monocultivo agrícola o en la extracción
de minerales) y logrando su reemplazo por un sector industrial dinámico.
Los economistas más conocidos que impulsaron este debate fueron Celso
Términos de intercambio o rela-
Furtado, Regino Botti, Jorge Ahumada, Juan Noyola Vázquez, Aníbal Pinto y ción real de intercambio (en inglés,
Osvaldo Sunkel. terms of trade) es una medida
usada en comercio internacional
La difusión de estas ideas fue necesaria para dar cohesión a la población para caracterizar la relación entre
e integrarla a un proyecto político a lo largo de la región. Este proyecto bus- los precios de las exportaciones y
caba crear nuevas condiciones para superar el deterioro de los términos de de las importaciones de un país.
Según los productos que se consi-
intercambio, el atraso tecnológico, el estancamiento económico y la brecha dere pueden definirse valores dife-
de la región con los países centrales. Como consecuencia de ese diagnóstico, rentes de términos de intercambio.
Se habla de deterioro de los térmi-
entre 1950 y 1970, algunos gobiernos latinoamericanos impulsaron un plan nos de intercambio cuando el pre-
para promover la industrialización y el desarrollo autónomo, logrando conso- cio de los productos exportados
lidar un modelo de sustitución de importaciones: las economías nacionales tiende a disminuir respecto del de
los productos importados. Como
fueron menos vulnerables a las oscilaciones del mercado mundial, evitando es imposible mantener por tiem-
las consecuencias de las crisis como la de 1930, que habían tenido un fuer- pos prolongados un déficit de la
balanza comercial, una mejora en
te impacto en la región. los términos de intercambio per-
mite importar más productos con
las mismas exportaciones. (http://
cyt-ar.com.ar)

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


58

La tesis de Raúl Prebisch sobre los términos de intercambio permite


comprender el modelo de desarrollo planteado en este período.

Juscelino Kubitschek
Presidente de Brasil 1956-1961
<content.time.com>

<https://www.youtube.com/watch?v=sqUQQX1dTx8>

Los proyectos políticos desarrollistas se aplicaron en varios países latinoa-


mericanos: Chile, México y Uruguay, pero los más representativos y exitosos
fueron los impulsados por Juscelino Kubitschek en Brasil y Arturo Frondizi en
Argentina. Así, mediante el aumento de la inversión extranjera, lograron la
Arturo Frondizi
Presidente argentino 1958-1962
radicación de industrias automotrices, eléctricas, químicas y de bienes de
<content.time.com> capital en ambos países, que permitieron un fuerte crecimiento económico.
Empero, este proyecto de desarrollo industrial tuvo lugar en el contexto de
la guerra fría.
La guerra fría fue el enfrentamien- Debido al temor de que el ejemplo de la revolución cubana se extendiera al
to entre dos proyectos políticos e resto de América latina, Estados Unidos propuso un plan de integración regio-
ideológicos: el capitalismo de EE. nal y ayuda económica. A partir de la Conferencia de Punta del Este, convo-
UU. y el comunismo de la URSS.
cada por la Organización de Estados Americanos (OEA), en 1961 se puso en
marcha la Alianza para el Progreso.

Fuente: <www.memoriachilena.cl>

Esta Alianza era el nombre de un plan de asistencia económica a los países


latinoamericanos, una suerte de Plan Marshall aplicado dentro del área de
influencia de la OEA para combatir el subdesarrollo y asegurar la defensa
militar del hemisferio occidental. La hipótesis era que la erradicación de la
pobreza y el atraso estaría acompañada por una modernización de las estruc-
turas económicas y políticas (industrialización y democracia) y que ello alejaría
el riesgo de una revolución y un alineamiento con la Unión Soviética.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


59

De esta forma, la Alianza para el Progreso propuso una década de desarro-


llo económico planificado y de reforma social en la región. Ello formaba parte
del proyecto panamericano, visto en la unidad anterior. Para el cumplimiento
del proyecto desarrollista debían cumplirse al menos dos condiciones: Estados
Unidos debía colaborar con asistencia económica, créditos y subsidios a la
industria; y los Estados necesitaban convocar a científicos sociales (econo-
mistas, sociólogos, educadores) para orientar el conjunto de la política públi-
ca planificada. Así, se requería adaptar la teoría social de la región a los obje-
tivos del desarrollismo.
Sin embargo, el plan fracasó debido a la inestabilidad política de la región y
a la insuficiencia de los fondos para impulsar el ansiado desarrollo industrial.
Sin duda, el asesinato de John Fitzgerald Kennedy –quien había impulsado la
idea– fue un cimbronazo, pero la razón más importante fue que las sociedades
locales se enfrentaban a una doble contradicción del desarrollismo.
Por un lado, la ansiada democratización política no pudo plasmarse luego
de 1960. Por ejemplo, la Argentina atravesaba un régimen de proscripciones
John F. Kennedy
y golpes de Estado. Brasil también inauguraba tiempos de intervención polí- <commons.wikimedia.org>
tica que anunciaban una larga dictadura militar. Por otro lado, el desarrollo
industrial basado en inversiones y préstamos externos terminaba siendo un
obstáculo para el crecimiento económico porque profundizaba la dependencia
financiera de los países y el endeudamiento externo, acentuando el desequili-
brio que se quería eliminar. De esta forma, la promesa de mayor democracia
y crecimiento industrial se veía incumplida, y el desarrollismo perdía apoyo
político y capacidad explicativa.

PARA AMPLIAR

“La concepción desarrollista presenta un modelo en el cual el creci-

AA miento depende directamente de la cuantía de la inversión y de la


productividad marginal del capital.
El capital extranjero aparece así -para esta concepción- como factor
básicamente positivo al crear posibilidades de financiar el desarrollo
económico mediante el aumento de la tasa de crecimiento. No obs-
tante, habría que anotar que en este pensamiento, también está pre-
sente la idea de que el capital también puede llegar a convertirse en
un elemento desequilibrador que puede limitar el esperado ‘desarro-
llo autónomo’”.
González Arencibia, M. (2006). Una gráfica de la Teoría del
Desarrollo. Del crecimiento al desarrollo humano sostenible, Edición
electrónica. Texto completo en <www.eumed.net/libros/2006a/
mga-des/>

3.3. La teoría de la modernización


La teoría de la modernización fue un conjunto de ideas y supuestos sobre el
cambio social que se discutió en las ciencias sociales a partir de la década
de 1960. Esta visión fue utilizada en América Latina ya que daba sustento
teórico al proyecto desarrollista, proponiendo una visión integral del desarrollo,

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


60

sin caer solamente en variables económicas. La teoría fue adoptada por la


Cepal como una estrategia de cambio social para América Latina, en la cual
los procesos de cambio son planificados para acelerar la transición hacia un
tipo de sociedad denominado moderno.
Para este enfoque teórico, la modernización fue pensada como una expe-
riencia particular de transformación social, como un cambio de las estructu-
ras sociales que afecta todas las dimensiones de la sociedad: la economía, la
política y la cultura. El concepto fue tomado originalmente de la antropología
estructural, pero tuvo su mayor tratamiento en la sociología. Modernización
refiere así a un proceso de transición de sociedades tradicionales a socie-
dades modernas. Sus mayores exponentes internacionales fueron Samuel
Eisenstadt y David Apter, entre otros.
La interpretación del proceso de modernización estuvo estrechamente rela-
cionada con la explicación del surgimiento del capitalismo. La aparición de
esta nueva etapa histórica se ve como el pasaje de un tipo de organización
feudal a una nueva sociedad basada en el mercado y la democracia. El paso
de una sociedad tradicional a una moderna se ubica en las dos revoluciones:
la francesa (de contenido político) y la industrial (de significado económico).
Esta transición se manifestó en todos los ámbitos de la vida social, en espe-
cial en los procesos de urbanización e industrialización. El crecimiento de las
ciudades fue el resultado de las migraciones de gran parte de la población del
campo a la ciudad. El proceso de industrialización produjo, entre otros cam-
bios, una mayor división social del trabajo, un gran desarrollo de la tecnología
empleada en la producción y un gran aumento del mercado, donde juegan la
oferta y la demanda de bienes y servicios. También se modificaron las institu-
ciones, así como los valores y los símbolos que las componen.
Así, este modelo dicotómico repite los planteos clásicos de la sociología
occidental: solidaridad mecánica-solidaridad orgánica de Émile Durkheim,
comunidad-sociedad de Ferdinand Tonnies y sociedad homogénea-sociedad
heterogénea de Herbert Spencer. Por lo cual, la característica principal del con-
cepto de modernización es su origen occidental, ya que habitualmente sigue la
evolución de la estructura de clases norteamericana. Retomando la tradición
positivista, el pasaje a la sociedad moderna constituye un conjunto de pasos
continuos a través de los cuales se superan crecientemente los sistemas de
valores, las actitudes, las formas de conducta y la estratificación social.
La teoría de la modernización supone a los sistemas sociales de tipo
moderno como sociedades industrializadas y democráticas. Los valores predo-
minantes de este tipo de sociedad son los valores de cambio. Se requiere así
un sistema social con capacidad para cambiar y evolucionar, una estructura de
clases flexible, individuos racionales con capacidad de previsión y mayor racio-
nalidad y un contexto social que proporcione habilidad y conocimiento para el
cambio tecnológico. Se piensa la modernización a partir de diferentes niveles:

Modernización económica: la idea está generalmente asociada al desarrollis-


mo clásico. Refiere a la transformación estructural en la economía caracteriza-
da por el empleo de energía de alto potencial y mayor utilización de tecnología
avanzada; diversificación de la producción y el consumo, expansión y mejora
del mercado laboral, industrialización de la economía, incremento en las
inversiones, independencia del comercio exterior.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


61

Xul Solar, Puerto Azul, 1927


Fuente: <www.xulsolar.org.ar>

Modernización demográfica y social: supone la transformación en las relacio-


nes sociales, migración del campo hacia la ciudad (urbanización), disminución
de las tasas de mortalidad y natalidad; en general, cambios en la estructura
social: desde las relaciones familiares hasta cambio en la composición y
formación de instituciones, mayor movilidad social y diversificación laboral.

Antonio Berni, Migración, 1954


Fuente: <www.educ.gob.ar>

Modernización política: presume cambios en las relaciones de poder, la apari-


ción de Estados modernos –basados en la racionalidad legal–, la organización
burocrática, sufragio libre, participación ciudadana y estabilidad democrática.

Modernización cultural: implica el debilitamiento de los lazos de parentesco y


de identidad comunitaria, la desaparición del pensamiento místico, la secu-
larización de la sociedad, la aparición de medios masivos de comunicación,
la difusión amplia de la información y el conocimiento, el desarrollo científico
basado en la neutralidad valorativa, la preminencia de la eficiencia, la especia-
lización y la racionalidad técnica sobre las pasiones y otro tipo de emociones
y, sobre todo, un clima cultural que permita acciones y opciones libres, sin
ataduras emocionales, patriarcales o religiosas.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


62

Fuente: <colombianuestra.wordpress.com>

En síntesis, el proceso de modernización, industrialización y urbanización


implicó el tránsito de una sociedad tradicional a una moderna, manifestándose
en profundos cambios en las dimensiones política, económica y social, y es
característico de las sociedades occidentales a partir del siglo XIX, proceso
que debía repetirse en América Latina en la segunda posguerra.

Esquema comparativo de las sociedades tradicionales y las sociedades


modernas

Dimensiones Sociedad tradicional Sociedad moderna


Económica Cada grupo consume lo . Producción para el mercado
que produce (economía de . Crecimiento de los bienes de
subsistencia / doméstica) consumo
. Tecnología cambiante
. Productor y consumidor no coinciden
Sociodemográfica . Bajo nivel de diferenciación . Alto nivel de diferenciación de roles
de roles y estatus. y estatus
. Bajo o nulo nivel de . Alto nivel de movilidad social
movilidad social . El individuo es la unidad social
. La familia es la unidad
económica y social
Política . Autoridad patriarcal y . Liderazgos burocráticos e
carismática institucionales
. Estado autoritario . Estado democrático
. Baja participación política . Alta participación política

Cultural . Lazos de parentesco . Lazos de desempeño, relaciones


. Relaciones primarias secundarias
. Pertenencia a la comunidad . Clases sociales, identidades
. Tiempos marcados por la vinculadas al trabajo
naturaleza y la autoridad . Tiempo libre
. Acción tradicional, usos y . Acciones sociales con base en la
costumbres, prescripción, información y conocimiento
fuertes obligaciones . Acción racional, libertad de
morales movimiento y pensamiento

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


63

Queda claro que la modernización fue pensada en un principio como un pro-


ceso de evolución económica y política, en asociación con la emergencia y
expansión del desarrollismo en toda la región latinoamericana. No obstante,
los científicos sociales de América Latina buscaron problematizar la discu-
sión. Los mayores exponentes del debate fueron Gino Germani y José Medina
Echavarría, cuyas ideas discutiremos en las próximas páginas. Si antes, la
modernización se entendía como el pasaje de lo rural a lo urbano, hacia finales
de la década de 1960, el fenómeno fue complejizado desde un enfoque más
estructural, ya que el cambio social dependería de las diferentes condiciones
históricas, culturales, políticas y sociales de cada sociedad.
De esta forma, con la finalización de la década del desarrollo, los investiga-
dores comienzan a comprender las contradicciones del proceso. Ya no alcan-
za con combinar eficientemente los recursos naturales y humanos, sino que
intervienen procesos históricos más complejos. Comienzan a considerarse
aspectos como la independencia externa del mercado interno, la distribución
igualitaria del ingreso, la producción diversificada y la herencia de un pasado
industrial. Sin embargo, al parecer, el mayor problema era el político.
Comenzó a debatirse así el lugar de países como México, Brasil y Argentina,
que tenían alta modernización social y, habiendo apoyado proyectos de desa-
rrollo industrial, sin embargo, seguían sin poder despegar. Se examinaron
entonces las causas del autoritarismo y del estancamiento económico como
productos de esta modernización. Si bien la modernización implicaba mayor
pluralidad política, no significaba necesariamente la democratización del país,
pues la sensación de amenaza es característica de la alta modernización y eso
llevó a la proscripción partidaria y al autoritarismo. De a poco, los estudios de
la modernización comenzaron a concentrarse en los obstáculos del desarrollo
y poner más énfasis en lo político que en lo económico, lo que anticiparía, por
un lado, la segunda D de la teoría social latinoamericana, la dependencia, y
por otro, la tercera D, la democracia, cuyos conceptos y usos serán analiza-
dos en las próximas unidades.
Prontamente, la desilusión fue impregnando el discurso del desarrollo; el
glorioso porvenir fue dejando paso a la nostálgica revisión de una realidad dife-
rente a la imaginada por los gurúes de la modernización.

3.3.1. Gino Germani (1911-1979)


Entre los principales exponentes de la teoría de la modernización es necesario
considerar a Gino Germani. Este renombrado sociólogo redefinió las agendas y
los temas de investigación, especialmente, sobre el sentido del cambio social
y los actores sociales participantes de la transformación social en América
Latina luego de la Segunda Guerra Mundial. Fue uno de los más fervientes
promotores de la teoría de la modernización, fundamentada desde la socio-
logía científica. Esta idea buscaba explicar el tránsito hacia la modernidad.
Pero para lograr ese objetivo sería necesario adoptar los valores científicos
y políticos de occidente (básicamente europeos y norteamericanos). La obra
de Germani es muy conocida y difundida, aunque sus ideas se discuten, por
lo general, en forma vulgarizada y superficial. No obstante, un análisis más
detenido de sus trabajos puede mostrar a un pensador multifacético, cuyos
textos expresan una biografía atravesada por las obsesiones y angustias del
mundo occidental en la posguerra.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


64

Los datos básicos de su vida son muy conocidos. Nació en Roma en 1911.
Su vocación musical se frustró muy pronto, cuando la situación familiar lo
empujó a estudiar economía en la Universidad de Roma. Su temprana militan-
cia antifascista lo llevó a la cárcel por un tiempo. Tras la muerte de su padre,
emigró a América. Llegó a Buenos Aires en 1934 con su título de contador, y
comenzó a trabajar en el Ministerio de Agricultura. Más tarde, se anotó en el
Profesorado de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y comenzó su carre-
ra como investigador en el Instituto de Sociología de la misma universidad.
Allí desarrolló sus primeros trabajos sobre las características de la estruc-
tura social, que iría perfeccionando durante toda su obra. Durante el peronis-
mo, entre 1947 y 1955, alternó el trabajo académico con el asesoramiento
privado y la participación en proyectos editoriales que buscaron repensar el
lugar de las ciencias sociales. Con la Revolución Libertadora, en 1955, encon-
tró las condiciones necesarias para crear la carrera de sociología en la UBA,
que fue la primera de ese tipo en Argentina.
<www.uba.ar> Germani controló ese espacio institucional hasta 1966. Sin embargo, su
paso por esta institución no fue un recorrido pacífico. Fue acusado simultánea-
mente (y paradójicamente) de promover políticas imperialistas y de sustentar
una ideología comunista. De este modo, se vio atrapado por una múltiple crí-
tica. Por un lado, el asedio de los estudiantes de izquierda que discutían el
uso de fondos de las fundaciones norteamericanas. A la vez, acusaban a la
carrera de no incluir una perspectiva marxista en los cursos de teoría y meto-
dología. Por otro lado, el fuerte reclamo de ciertos grupos de derecha que
cuestionaban que el proyecto modernizador de Germani atacaba las bases de
la nacionalidad del país y la cultura religiosa de la población.
No obstante, ese fue el período en el que pudo imponer mejor sus ideas.
Su libro Política y sociedad en una época de transición (1962) es probablemen-
te su obra más difundida.
En el marco del análisis de la sociedad argentina dentro del proceso de
modernización, Germani lo definía como el paso de un tipo de sociedad tra-
dicional a otro tipo de sociedad de características modernas, basado en la
democracia y la organización industrial. Expuso esta transición como el paso
de una sociedad de economía y organización del tipo agrícola, muy poco tec-
nificada y de valores tradicionales, a una sociedad urbana, industrial, secula-
<iigg.sociales.uba.ar> rizada, heterogénea y tecnificada.
No obstante, este pasaje no era una copia exacta de la experiencia euro-
pea. Los países latinoamericanos atravesaban una fase conflictiva e inestable
de transición en la que coexistían formas sociales diferentes y aparecía una
crisis de valores. En esta explicación dicotómica, la sociedad tradicional se
caracterizaba por el predominio de la acción prescriptiva, la indiferenciación
institucional, la preeminencia de actividades económicas vinculadas al sec-
Según la RAE, ‘secular’ tiene dos tor primario y el respeto a la tradición y la religión. Por el contrario, los rasgos
acepciones: designa a aquello predominantes de la sociedad moderna eran la influencia de la acción electi-
que no es religioso, y también a
aquellos sucesos que están den- va, la especialización institucional, la importancia de la producción industrial
tro del siglo. y la organización de una cultura secular, tal como se explicó anteriormente.
Asincronía: falta de coincidencia Sin embargo, dos conceptos teóricos son claves en esta explicación.
temporal en los hechos.
Primero, la idea de secularización, que expresaba el proceso de racionalización
y significaba la ruptura del orden divino y la naturalización del mundo. Segundo,
la noción de asincronía, vinculada a una visión del cambio social no lineal. Así,
las transformaciones sociales (modernización) tienen diferentes ritmos, fases,
secuencias, direcciones y velocidades, que se expresan básicamente en una

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


65

asincronía geográfica, institucional, motivacional o grupal.


Germani creía que el caso argentino era un ejemplo particular (y al mismo
tiempo muy interesante) de transición hacia la modernización: un país que
era simultáneamente subdesarrollado y moderno, debido a que había atrave-
sado una transición política muy larga, desde una etapa de democratización
representativa de participación limitada a mediados del siglo XIX, hasta una
democracia total inestable en la década de 1960. Pero, también, su transi-
ción social había sido muy breve, porque las transformaciones de la estruc-
tura social fueron muy grandes y rápidas. Esta situación paradójica se debía
principalmente a la falta de sincronía entre el proceso de movilización social
(participación política sin integración social) y los medios típicos de integra-
ción social (la educación y el sufragio). Se expresaba en la modernización de
algunos aspectos de la estructura social, pero con la permanencia de valores
tradicionales en la cultura argentina.
Luego de emigrar a Estados Unidos en 1966, obligado por un nuevo golpe
de Estado en Argentina, Germani comenzó una etapa de producción académi-
ca mucho más madura, pero menos conocida. Su primer libro de esta etapa
fue Sociología de la modernización (1969), donde expuso la primera revisión
de su teoría. Realizó su análisis sobre las transformaciones de América Latina
con una justificación más explícita de la especificidad de la región y su moder-
nización rápida y tardía. También, ubicó a la región dentro de la categoría del
tercer mundo, con una similitud ideológica y política con los países no alinea-
dos, que debían mantenerse al margen de la guerra fría, y reconociendo su
situación periférica en la economía mundial.
Una de las principales preguntas del libro es cuáles son los rasgos dife-
renciadores de la modernización en la región; por eso, examinó una serie de
razones demográficas, políticas, económicas y culturales. Este proceso de
modernización fue conceptualizado por Germani como un cambio estructural
acumulativo en el que era necesario examinar diferentes aspectos. Primero,
la transformación de la estructura material que aseguraba el crecimiento auto-
sostenido. Básicamente, se refería al desarrollo económico y debían consi-
derarse variables vinculadas a la producción, la inversión, el consumo y los
ingresos: un rasgo que obstaculizaba la modernización económica era la inca-
pacidad de los países latinoamericanos para generar el crecimiento del mer-
cado interno a largo plazo y asegurar una independencia del mercado exter-
no. Segundo, consideraba importante el análisis de la modernización social
en términos de movilidad, estructura familiar y crecimiento demográfico. Por
último, reclamaba el estudio de la modernización del Estado y el sistema polí-
tico. Observaba que la región era una experiencia exitosa en el proceso de
construcción de los Estados nacionales con identidades sólidas, una tradición
de intervención estatal eficiente en los conflictos sociales y alta participación
política; pero, sin embargo, no se había logrado estabilidad del sistema ni se
había creado una burocracia racional eficiente.
Germani sostenía en esta obra que el rasgo esencial de la modernización
no era el cambio continuo, sino su legitimidad en términos de expectativa ins-
titucional y actitudes internalizadas, y la capacidad de generarlo y absorberlo.
Esta idea implicaba el reconocimiento de variables psicosociales, pero
introducía una explicación estructural cuando explicaba que había otros fac-
tores dinámicos interrelacionados que estimulaban o frenaban los cambios
sociales: principalmente, la disponibilidad y el tipo de recursos humanos que
tiene cada país, su posición periférica y su grado de dependencia con el exte-

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


66

rior (especialmente, en su capacidad para importar bienes de consumo y capi-


tal), sus rasgos históricos culturales, la situación de la estructura social en el
punto de partida, el lugar que ocupa el conocimiento científico en el proceso
de desarrollo del país, incluida la sociología y las ciencias sociales, la capaci-
dad de planificación, la actitud de la elite frente al proyecto nacional y, sobre
todo, el horizonte a seguir.
De este modo, Germani cambió el eje de su objeto de análisis. Si en su
texto clásico de 1962, la unidad de análisis era la sociedad nacional, varios
años más tarde, esa sociedad es situada en un conjunto de relaciones de
fuerza donde se interrelacionan factores endógenos y exógenos y se obser-
va una globalización creciente en la cual el poder transnacional y la interde-
pendencia desigual entre los países es un obstáculo para la modernización.
Indudablemente, el clima cultural de entonces lo influyó para repensar sus
ideas sobre el desarrollo y comenzar a percibir los rasgos de la dependencia.
En la década siguiente, Germani publicaría en inglés una trilogía lentamen-
te madurada en su residencia académica de Harvard.
En 1975, editó una obra que retomaría una de sus obsesiones intelec-
tuales principales: Autoritarismo, fascismo y populismo nacional. Este libro,
que se publicó primero en italiano y tres años más tarde en inglés, se tradu-
jo al castellano en 2003. Retomó allí las preguntas sobre el surgimiento del
peronismo, sus diferencias con el fascismo y la identificación de componen-
tes modernos, por su capacidad de industrializar y democratizar al país. Un
segundo texto fue Marginalidad, en el que intentó conceptualizar la marginali-
dad desde una perspectiva pluridimensional y, al mismo tiempo, dialogar con
una serie de textos que reinterpretaron la visión colonial de América Latina y,
<openlibrary.org>
por primera vez, con el marxismo. El tercer libro fue La sociología de la moder-
nización, publicado en 1981, luego de la muerte del autor ocurrida en Roma
dos años antes.
Esta obra no es una mera reescritura del libro anterior con el mismo título.
Germani se propuso revisar sus propias ideas a la luz de un examen amplio
de la teoría sociológica clásica y los resultados empíricos del cambio social
en occidente hasta fines de la década de 1970. Si bien seguía registrando la
modernización como un proceso integral que afectaba a la organización social,
política y económica, y consideraba la racionalización como un factor clave,
comenzaba a reconocer entonces que la sociedad industrial democrática no
era un punto único de llegada, y que podían pensarse escenarios de moderni-
zación económica sin modernización política.
También empezaba a reconocer la diversidad del proceso de modernización
y aceptaba que el armado de tipologías ya no era posible porque había dife-
rentes caminos para la modernización, aunque el cambio era asincrónico y se
podían estudiar diferentes transiciones. Igualmente, reconocía la complejidad
del sistema internacional, anunciando la ruptura del sistema bipolar y denun-
ciando la creciente brecha entre los países desarrollados y aquellos en vías
de modernización. De este modo, y como ya había explorado en su libro de
1969, las dificultades de algunos países por avanzar hacia la modernización
no se debían tanto a causas internas, sino a la estructura de una economía
internacional que la impedía en algunos países. Pero lo que se nota, especial-
mente, es una rica discusión de literatura marxista, para pensar el materialis-
mo histórico como una teoría legítima del cambio social.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


67

Estos últimos textos muestran que Germani tuvo la capacidad de rediscutir


sus primeros señalamientos y reafirmar sus propias sospechas. Percibe así
los límites de la teoría desarrollista por factores que podrían ligarse a la teo-
ría de la dependencia y la desigual distribución de la riqueza entre el centro y
la periferia. Pero, a la vez, su visión optimista sobre el desarrollo y la moder-
nización se ve reformulada una vez que la realidad latinoamericana ofrece un
mapa alejado de los pronósticos. Además, sus ideas sobre el cambio social
centradas en la secularización y la especialización técnica son enfrentadas a
la pregunta clásica sobre el sentido último de los valores. Apareció una mirada
más pesimista y nostálgica en su pensamiento, que comenzó a reclamar que
progreso tecnológico y económico no sean considerados solo desde aspectos
formales y materiales, sino también que se tenga en cuenta el peso de las sin-
gularidades de los países; en otras palabras, la dimensión moral y espiritual
del ser humano. Aquí Germani dejó de lado el positivismo y planteó un diálogo
con el humanismo; y en términos del esquema de Devés Valdés –presentado
al final de la primera unidad–, se alejó de la tendencia modernizadora, plan-
teando un acercamiento con los atributos identitarios.

LECTURA RECOMENDADA

RR
Pereyra, D. (2010), “Los científicos sociales como empresarios académicos. El caso de
Gino Germani”, en Pereyra, D. (comp.), El desarrollo de las ciencias sociales. Tradiciones,
actores e instituciones en Argentina, Chile, México y Centroamérica, Serie Cuadernos de
Ciencias Sociales, Flacso, San José de Costa Rica, 153, pp. 35-53.

3.3.2. José Medina Echavarría (1903-1977)


José Medina Echavarría fue también un destacado sociólogo que contribuyó a
pensar la modernización en la región latinoamericana. Al igual que Germani,
fue un exiliado europeo que llegó a América en la década de 1930. Su emi-
gración se debió a las consecuencias políticas de la guerra civil española y la
consolidación de la dictadura de Franco.
Había nacido en Valencia en 1903 y estudiado Derecho en Madrid, bajo la
influyente guía de Adolfo Posada. Había viajado también a Alemania, donde José Medina Echavarría
completó su formación y se interesó, principalmente, por la sociología com- <www.scielo.org.mx>
prensiva alemana, el historicismo y la fenomenología, corrientes que irá incor-
porando progresivamente en sus inquietudes intelectuales y que tratará de
difundir en lengua castellana. La crisis política afectó su inserción en las uni-
versidades españolas, por lo que debió buscar rutas académicas alternativas.
Llegó a México en 1939 para comenzar su particular travesía por América
Latina. Se integró en el fecundo exilio intelectual que tanto se comprometió
con la cultura mexicana gracias a una red de instituciones privadas, estatales
y universitarias. En ese país pudo desarrollar actividades docentes, editoriales <www.unam.mx>
e investigadoras. Dictó clases en la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, y en el Colegio de México.
Entre sus publicaciones de entonces se destaca Sociología: teoría y técni-
ca, de 1941, que es considerada una obra fundante de la sociología latinoa-
mericana moderna. Sin embargo, su rol como editor y promotor cultural ha
tenido un impacto considerable. Fue traductor y encargado de la sección de

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


68

Sociología del Fondo de Cultura Económica (FCE). Colaboró así en la traduc-


ción de las obras sociológicas más importantes de la época, especialmente
Economía y Sociedad, del famoso sociólogo alemán Max Weber, quien fue una
guía teórica permanente para el trabajo investigativo de Medina Echavarría.
Sin embargo, su estadía en México fue breve. Hallaría mayor resonancia y
una audiencia mejor predispuesta en los países sudamericanos. En 1947 se
mudó a la Universidad de Puerto Rico, donde enseñó por cinco años. Luego,
en 1952, fue contratado por la Cepal para desempeñar el doble rol de editor
e investigador. A este autor se debe que los informes económicos de la comi-
sión fueran incorporando muy rápidamente una perspectiva sociológica, es
decir, basada en los aspectos sociales del desarrollo económico.
<scielo.org> También tuvo un paso fundamental por otra institución central de las
ciencias sociales: Flacso. Entre 1957 y 1959 fue el director de la Escuela
Latinoamericana de Sociología, que como ya se ha señalado, fue la primera
escuela regional de Sociología en América latina, convirtiéndose rápidamente
en un poderoso centro internacional de enseñanza e investigación en Ciencias
Sociales. Además, en 1963, asumió la dirección de la División de Planificación
Social en el Ilpes, donde conformó un nutrido grupo de investigación con eco-
nomistas y sociólogos de toda la región.
Luego del golpe de Estado de Chile, en 1973, pidió la jubilación y volvió a
España, pero no pudo afincarse en su patria de origen. La Cepal lo contrató
como consultor externo, por lo que retomó su agenda sobre la región y sus
problemas. Puso entonces todo su empeño en reflexionar sobre las desventu-
ras políticas y sociales en América Latina durante la década de 1970. Siguió
trabajando incansablemente hasta su muerte en 1977.
En su obra Consideraciones sociológicas sobre el desarrollo económico de
América Latina (1964) puede encontrarse el resumen de su compleja visión
sobre el desarrollo, siempre en relación con las ideas de ciencia y democracia.
La propuesta de Medina Echavarría es optimista pero nada ingenua.
La modernización –y la consiguiente democratización de la sociedad– impli-
caba trabajo, militancia y esfuerzo para crear recursos sociales y humanos
capaces de darle sustento. Pensaba entonces que la problemática del desa-
rrollo económico y social tenía que estar fundamentada en teorías sociales y
políticas muy consolidadas para poder hablar de aspiraciones individuales, de
mejora social, de política o de democracia.
Su proyecto intelectual más maduro consistió en formular un “modelo
teórico para el desarrollo económico latinoamericano”. Planteó entonces el
tema de la planificación de las economías latinoamericanas desde su inclina-
ción personal por la democracia. Para Medina Echavarría era evidente que el
desarrollo –como capitalismo– y la democracia no eran de ningún modo exclu-
yentes. Al contrario, entre ambos procesos y sistemas había existido históri-
camente una compleja trama de interrelaciones y de penetraciones mutuas.
Para él, la democracia venía a ser el sistema político que mejor se ajustaba
a las exigencias del desarrollo económico por ser un sistema de opciones y
decisiones.
Ante la crisis del desarrollismo, reflexionó de forma crítica y abierta, como
nunca antes había hecho, sobre los límites, equívocos y posibilidades de la
democracia en América Latina y en las sociedades occidentales. Sin embar-
go, conservó cierta fidelidad a sus modelos de explicación sociológica y a la
cuestión fundamental de la democracia. Su apuesta por la democracia fue su
respuesta particular al auge, por un lado, de los teóricos de la dependencia

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


69

y del marxismo y, por el otro, a los tecnócratas del pensamiento económico


neoliberal. En este sentido, mantuvo cierta visión esperanzadora del desarro-
llo y la democracia, que no abandonó a pesar de que las dictaduras negaban
cualquier camino para la utopía democrática.

LECTURA RECOMENDADA

RR
Blanco, A. (2010), “José Medina Echavarría y el proyecto de una sociología cientí-
fica”, en Pereyra, D. (comp.), El desarrollo de las ciencias sociales. Tradiciones, actores e
instituciones en Argentina, Chile, México y Centroamérica, Serie Cuadernos de Ciencias
Sociales, Flacso, San José de Costa Rica, 153, pp. 17-34.
Morales Martín, J. (2010), “José Medina Echavarría y la sociología del desarrollo”.
Íconos. Revista de Ciencias Sociales. 36, pp. 133-146.

1.
KK La biografía y los proyectos intelectuales de Gino Germani y José
Medina Echavarría presentan diferencias y coincidencias. Resuma e
identifique en un cuadro comparativo:
a. Los principales espacios académicos por los que transitaron.
b. Sus visiones sobre la teoría de la modernización.

3.4. El papel de la clase media


Las investigaciones sociológicas sobre las clases medias estuvieron ligadas a
la emergencia y la expansión de esos sectores en el marco de los procesos de
desarrollo e industrialización en América Latina. Las aproximaciones teóricas y
empíricas de corte sociológico e historiográfico buscaron comprender entonces
el papel desempeñado por las clases medias para favorecer la modernización.
Sin embargo, ese comportamiento fue parte del mapa de proyectos políticos e
intelectuales en el cual se debatió el impacto y los límites del desarrollismo.
Una de las primeras fuentes intelectuales del potencial de los sectores
medios fue una encuesta que realizó la Unión Panamericana en 1950 –que
ya fue mencionada en la unidad anterior–. Esta encuesta buscaba recabar la
opinión de una serie de expertos sobre el posible crecimiento de las clases
medias en la región latinoamericana con el objetivo de comprender su capaci-
dad de influencia. Así, quería comprobarse entonces el rol de la clase media en
la estabilización del sistema político y la existencia de alguna correlación entre
el crecimiento de ese grupo social y la industrialización de los países. El pro-
yecto se relacionaba con el interés de los Estados Unidos por conocer mejor
la dinámica del cambio social en la región y la potencialidad revolucionaria de
los movimientos nacionalistas basados en el apoyo de los sectores urbanos.
El resultado fue contundente. Todos los trabajos confirmaban la existencia
de un grupo social pujante y dinámico. Más allá de la discusión sobre el tama-
ño relativo de la clase media, los diferentes autores de este estudio tenían un
llamativo acuerdo sobre qué actores y grupos debían incluirse dentro de esa
categoría. En la mayoría de los países analizados, la clase media estaba for-
mada por empleados terciarios, empleados burocráticos del Estado, artesa-

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


70

nos independientes y profesionales universitarios, especialmente vinculados


a las ocupaciones intelectuales. Esta descripción se repetía con muy pocas
diferencias en todos los países analizados, y en todos los casos estaba claro
que esta definición dejaba afuera a los terratenientes y grandes empresarios,
por arriba, y a los obreros y operarios manuales, por debajo del sistema de
estratificación.
En ese sentido, la encuesta fue configurando una imagen muy homogénea
de la clase media. Una de sus características era la de tener una posición
intermedia entre clases con intereses divergentes. Se encontraba así una
correlación entre el crecimiento de ese sector y la consolidación del sistema
democrático, ya sea como realidad empírica observable o como una lectura
predictiva de un futuro más o menos inmediato. Se observa entonces que, en
conjunto, la encuesta recogía un ideal sobre el surgimiento y consolidación
de la clase media como un factor de modernización política y cultural, con
efectos estabilizadores en el sistema social, por su capacidad de autonomía
y racionalización.

¿Qué es la clase media?

<http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/programas/
ver?rec_id=105637>

LECTURA RECOMENDADA

RR
Pereyra, D. (2014), “Clases medias y redes panamericanas. Un proyecto de construc-
ción de una clase para el cambio social”, Beigel, F. y Hanan Sabea (eds.), Dependencia
académica y profesionalización en el sur: perspectivas desde la periferia, Ediunc, Mendoza
- Sephis, Río de Janeiro, pp. 67-76.

Las investigaciones sobre las clases medias fueron recuperadas y difundidas


en los estudios de la Cepal. De esta manera, se fue conformando un ideal que
se potenció con la aparición de una amplia bibliografía. Un texto central del
debate fue el libro de John J. Johnson La transformación política de América
Latina. Surgimiento de los sectores medios (1958), que ubicaba a las clases
medias como la vanguardia del desarrollo latinoamericano. A partir de enton-
ces se consolidó un consenso sobre el creciente papel económico y político
de los sectores medios en la región, lo cual constituía un factor de moder-
nización. Se definía entonces a un grupo social formado por profesionales

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


71

independientes, intelectuales y empleados terciarios, cuya pertenencia de


clase se debía más a pautas de consumo y actitudes culturales que al ingreso
familiar. Este grupo se caracterizaba por tener aspiraciones de movilidad social
y confiaba en los mecanismos de integración política y social, la democracia
y la educación.

La publicidad fue fundamental para afianzar los imaginarios sobre la


clase media que perduran aún hoy.

<abicval.blogspot.com>

Se estableció así una vinculación entre la constitución histórica de una clase


y la emergencia de determinadas pautas culturales. La clase media tendría,
a partir de entonces, una gran capacidad de racionalidad y reflexión sobre sí
misma y, como portadora de valores y prácticas modernas, se convertía en
el motor de la modernización. Se tornaba, de esta forma, en la esperanza del
cambio social en la región, por lo que los diferentes autores de la investigación
citada apostaban por su crecimiento.

Fuente: <esucelapedia.com>

No obstante, esta visión optimista de la clase media se quebrará rápidamente


cuando el desarrollismo no pueda cumplir con las expectativas de consolida-
ción de la industrialización y el establecimiento de un sistema democrático
estable. La revolución cubana mostraba que el destino democrático no era el
único posible para el cambio social.
Por otra parte, y en un contexto regional más amplio, los datos económicos
comenzaron a mostrar, en la década de 1960, que en América Latina sola-
mente dos países, México y Brasil, mostraban un sólido crecimiento econó-
mico, pero ellos eran casualmente los territorios donde la clase media no se
había consolidado. Por el contrario, el caso argentino impugnaba la hipótesis

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


72

modernizadora de los sectores medios, ya que a pesar de la evidencia de su


protagonismo político y cultural, se encontraban serios obstáculos para con-
solidar el sistema democrático.

LECTURA RECOMENDADA

RR
Hoselitz, B. (1962), Los aspectos sociológicos del desarrollo económico, Hispano- Euro-
pea, Barcelona, pp. 21-46.

Se podría sugerir que el mito de la clase media como un factor de moderni-


zación en América Latina fue el resultado de un proyecto geopolítico deter-
minado. Combinaba la ambición de los Estados Unidos por guiar el tránsito
ordenado hacia la democratización de los países y los intereses y las expec-
tativas de los científicos sociales de la región que buscaban confirmar que se
hallaban en el camino correcto. Esta visión modernizadora será cuestionada
desde múltiples perspectivas, pero permanecerá en el centro del debate de
la teoría social latinoamericana.

LEER CON ATENCIÓN

Una de las principales preguntas de la teoría de la modernización

LL radica en identificar el origen social del cambio; es decir, la inda-


gación sobre qué grupo o clase social posee los valores sociales que
permitirían determinar las condiciones necesarias para el cambio y
orientar el sentido, el significado y los objetivos de las trasformacio-
nes. La teoría política clásica había considerado que las élites eran las
responsables de dirigir ese proceso. Mientras tanto, las perspectivas
marxistas –tal como se analizará en las próximas unidades– plantea-
ban que los sectores subalternos, especialmente los sectores obreros
organizados políticamente e integrados ideológicamente, serían los
encargados de liderar el conjunto de las transformaciones sociales.
Sin embargo, la teoría de la modernización consideró que la clave esta-
ba más en la existencia de valores favorables al cambio que en la propia
posición social. Por lo cual, era necesario hallar una élite modernizado-
ra, y desde mediados del siglo XX se identificó a la clase media como un
actor social capaz de guiar el tránsito hacia la sociedad moderna. A partir
de entonces se extendió en la sociología contemporánea la idea de vin-
cular la existencia de una clase media con las posibilidades de desarrollo.

3.5. La oposición al análisis global: las siete tesis


equivocadas sobre América Latina
El fundamento de la visión desarrollista y la teoría de modernización era el
convencimiento de que las sociedades latinoamericanas, más allá de sus
singularidades nacionales, podían y debían ser analizadas (y por lo tanto
transformadas) con los mismos criterios con los que se había estudiado el

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


73

pasaje del feudalismo al capitalismo en Europa. Las resistencias a este pro-


yecto modernizador obligaron a repensar las singularidades de la región. En
el marco de ese debate, Rodolfo Stavenhagen, un sociólogo mexicano preocu-
pado por comprender la historia de América Latina desde una postura propia,
escribió en 1965 un ensayo que buscaba desafiar los presupuestos de la
modernización.
El texto se publicó en el diario El Día de México. Su título fue abiertamen-
te provocador “Siete tesis equivocadas sobre América Latina”. Reproducido
casi inmediatamente en gran cantidad medios periodísticos y académicos a
Rodolfo Stavenhagen
lo largo de la región, el trabajo abrió un espacio para la crítica teórica, tanto <www.iss.nl>
para la propia teoría del desarrollo como para las tradiciones de izquierda que
buscaban importar directa y mecánicamente una teoría revolucionaria del cam-
bio. Debido a la difusión e impacto generado, Las “siete tesis equivocadas…”
son hoy de lectura obligada en cursos y debates de sociología latinoamerica-
na, alimentando una discusión permanente sobre las características estruc-
turales de la región.
Se presenta aquí una síntesis del texto de Stavenhagen y la refutación de
cada una de las siete tesis.

Primera tesis
Los países latinoamericanos son sociedades duales.
Esta tesis afirma que en los países latinoamericanos existen de hecho dos
sociedades diferentes y hasta cierto punto independientes, pero interconec-
tadas: una sociedad arcaica, tradicional, agraria, estancada y retrógrada, y
una sociedad moderna, urbanizada, industrializada, dinámica, progresista y
en desarrollo. Cada una de las dos sociedades tiene su dinámica propia. La
primera tiene su origen en la época colonial o aún antes, y conserva muchos
elementos culturales y sociales muy antiguos. En general, no cambia, o lo
hace muy lentamente. En todo caso, los cambios que acusa provienen de
afuera, justamente de la sociedad moderna, y no son generados internamen-
te. La otra sociedad, la moderna, está orientada hacia el cambio, genera en
su seno sus propias modificaciones y es el foco del desarrollo económico, en
tanto que la primera constituye un obstáculo a ese desarrollo. Stavenhagen
no dudaba de que en todos los países existían grandes diferencias sociales y
económicas entre las zonas rurales y urbanas, entre las poblaciones indígenas
y las no indígenas, entre la masa de obreros y campesinos y las élites urbanas
y rurales, pero consideraba que el concepto de sociedad era erróneo. La duali-
dad era parte del esquema binario de la teoría de la modernización. Pero esa
transición en las que coexistían elementos de las dos sociedades no era una
muestra del desarrollo, sino del propio subdesarrollo. No había dualidad, sino
una situación de colonialismo interno. Los dos polos eran el resultado de un
único proceso histórico (la colonización europea) y de las relaciones mutuas
que expresan la explotación colonial que aún subsistía en la posguerra.

Segunda tesis
El progreso en América Latina se realizará mediante la difusión de los productos
del industrialismo a las zonas atrasadas, arcaicas y tradicionales.
Esta tesis sugiere que los valores de la sociedad moderna se impondrán sobre
los esquemas de pensamiento tradicional por la potencialidad de racionaliza-
ción y eficiencia que trae aparejado el modernismo; por lo cual, la transición a

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


74

la modernidad es una tendencia deseable, pero a la vez inevitable. Sin embar-


go, el autor sostenía que, por el contrario, la expansión industrial en las zonas
urbanas no beneficiaba el desarrollo rural, sino que destruía el florecimiento
comercial y artesanal de esas zonas y que muchas veces lo modernización
económica era un obstáculo para el desarrollo. La tesis apuntaba a remarcar
que en ocasiones es necesario pensar que el verdadero cambio puede originar-
se en las zonas más atrasadas y no en las ciudades modernas que ya tienen
incorporados los vicios y límites del capitalismo. La relación de intercambios
entre los centros urbanos modernos y las zonas rurales atrasadas resulta
desfavorable para estas últimas, lo que permite ver el mismo esquema que
se aplica para entender la relación desigual entre los países.

Tercera tesis
La existencia de zonas rurales atrasadas, tradicionales y arcaicas es un obstá-
culo para la formación del mercado interno y para el desarrollo del capitalismo
nacional y progresista.
En relación con las tesis anteriores, se sostenía que la consolidación del
capitalismo basado en proyectos nacionalistas mejoraría las condiciones de
vida de la población en las zonas más atrasadas. Pero Stavenhagen negaba la
propia existencia de una burguesía de origen nacional e ideología progresista
porque el capitalismo había encontrado límites en cada uno de los países y el
desarrollo de los mercados internos había sido parcial, debido a la situación
periférica y colonial de las economías. En síntesis, el crecimiento económico
no lleva al desarrollo de las áreas rurales o, en otras palabras, el atraso de
estas zonas explica el crecimiento.

Cuarta tesis
La burguesía nacional tiene interés en romper el poder y dominio de la oligarquía
terrateniente.
Esta tesis afirmaba la existencia de un conflicto de intereses profundos entre
la nueva élite (o nueva clase alta) representada por los industriales y empre-
sarios modernos, y la élite o clase alta tradicional (que deriva su preeminencia
de la propiedad de la tierra). Si bien es cierto que en algunos países latinoa-
mericanos la aristocracia latifundista ha sido eliminada por medios revolucio-
narios (por parte del pueblo, no de la burguesía), Stavenhagen sostenía que
en los demás aparecía ese conflicto. Por el contrario, los intereses agrícolas,
financieros e industriales se conjugaban con frecuencia en los mismos grupos
económicos, en las mismas compañías y aun en las mismas familias.
No existe entonces ninguna razón estructural para que la burguesía nacio-
nal y la oligarquía latifundista no se entiendan; por el contrario, se complemen-
tan muy bien. Y en aquellos casos en que puedan surgir posibles conflictos de
intereses (por ejemplo, con respecto a alguna legislación que beneficia a una
de estas clases y perjudica a la otra, no falta un Estado burgués –o militar–
conciliador que proporciona a los sectores perjudicados amplias recompen-
sas). La desaparición de la aristocracia latifundista en América Latina ha sido
obra exclusivamente de los movimientos populares, nunca de la burguesía.
La burguesía encuentra más bien en la oligarquía terrateniente un aliado para
el mantenimiento del colonialismo interno, que, en última instancia, beneficia
por igual a estas dos clases sociales.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


75

Quinta tesis
El desarrollo en América latina es obra y creación de una clase media naciona-
lista, progresista, emprendedora y dinámica, y el objetivo de la política social y
económica de nuestros gobiernos debe ser el de estimular la “movilidad social”
y el desarrollo de esta clase.

Stavenhagen consideraba que este era el mito más extendido de la región, y


por cierto era, como se ha visto anteriormente, un nudo conceptual central de
la teoría de la modernización. Sin embargo, su equivocación obedece a una
serie de razones. La primera es conceptual, ya que no se la puede considerar
una clase como tal, sino solo como un agrupamiento estadístico cuyos límites
y componentes son muy ambiguos. Segundo, la propagación de estudios sobre
la clase media resulta de un proyecto político que busca ocultar el rol de los
sectores dominantes que quieren imponer los criterios de legitimidad social y
sus decisiones al resto de la sociedad. Tercero, la emergencia de estos secto-
res no ha llevado a una sociedad más igualitaria; por el contrario, el desarrollo
trajo mayor desigualdad social. Cuarto, la pretendida independencia de los
sectores medios es equivocada, porque sus intereses estaban atados a las
decisiones de las clases dominantes. Quinto, la idea del consumo como un
factor modernizador era también una ficción, ya que el cambio de esa pauta de
comportamiento no era suficiente para transformar la estructura social basada
en la dominación. Finalmente, el rol estabilizador de ese grupo era ilusorio en
la medida que su expansión no era garantía para superar los permanentes
conflictos de clases en las sociedades latinoamericanas.

Sexta tesis
La integración nacional en América Latina es producto del mestizaje.

Esta tesis se hizo muy popular en países con una población integrada mayori-
tariamente por indígenas y descendientes de esclavos africanos. Como resul-
tado de la colonización que enfrentó a diferentes grupos étnicos, la integración
nacional se logró mediante un mestizaje que fue a la vez biológico y cultural. La
falacia de esta tesis está en que el mestizaje (proceso innegable en muchas
regiones del continente) no constituye, en sí mismo, una alteración de la
estructura social vigente. Al igual que la tesis de la clase media, esta atribuye
a ciertos elementos de la población (definidos arbitrariamente de acuerdo con
criterios muy limitados) capacidades o características que, o no los tienen o,
si los tienen, nada tienen que ver con los criterios culturales que sirvieron
para definirlos.
De esta manera, la integración nacional como proceso objetivo y el naci-
miento de la conciencia nacional como proceso subjetivo dependen de facto-
res estructurales (es decir, de la naturaleza de las relaciones entre los hom-
bres y los grupos sociales) y no de atributos biológicos o culturales de ciertos
individuos. La integración nacional (entendida en el sentido de pertenencia a
un mismo conjunto de valores culturales y de la relativa igualdad de oportuni-
dades económicas y sociales) se realizará en las zonas indígenas no con el
desarrollo de una categoría biológica-cultural nueva, sino con la desaparición
del colonialismo interno. El llamado mestizaje cultural representa, de hecho,
la desaparición de las culturas indígenas; hacer de este mestizaje la condición
necesaria para la integración nacional es condenar a los indígenas, que aún
suman varias decenas de millones, a una lenta agonía cultural.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


76

Séptima tesis
El progreso en América Latina solo se realizará mediante una alianza entre los
obreros y los campesinos, alianza que impone la identidad de intereses de estas
dos clases.

Esta tesis apuntaba a criticar algunas versiones del marxismo latinoamerica-


no que buscaban idílicamente identificar intereses y aspiraciones comunes
entre los obreros urbanos y los campesinos que habitaban las zonas más
atrasadas de la región. Stavenhagen desconfiaba de la idea de que el éxito de
la revolución socialista en América Latina solo era posible en la medida que
la clase obrera y la clase campesina hicieran frente común a la burguesía y
al imperialismo. Por el contrario, creía que esos dos grupos tenían intereses
contrarios y se verían afectados diferencialmente con los cambios sociales.
Por ejemplo, cualquier proyecto de reforma agraria podría fortalecer el poder
campesino, pero los convertiría en pequeños propietarios con aspiraciones
divergentes con la organización obrera. Por otro lado, una mayor apropiación
de la renta agraria por parte de los trabajadores rurales encarecería el valor
de los alimentos que consumen los obreros en las ciudades. Este bloqueo de
interacción común solo podría desaparecer con la eliminación de las condicio-
nes sociales que posibilitan el colonialismo interno.

Sin ninguna duda, estas siete tesis no agotaron las teorías y conceptos sobre
la estructura social de América Latina, pero abrieron un profundo debate que
se mantiene vigente. Uno de los rasgos más sobresalientes de estas tesis
es su persistente actualidad, que obliga a preguntar una y otra vez sobre los
obstáculos sociales del desarrollo económico y político en la región. Se pone
en evidencia de esta manera una discusión que inició la teoría de la moder-
nización, pero que hoy, en tiempos de globalización, nos reencuentra con el
fenómeno del imperialismo y neocolonialismo.

PARA AMPLIAR

Puede leerse el texto completo en el siguiente enlace.

AA Stavenhagen, R. (1981). Siete tesis equivocadas sobre América


Latina, [en línea]. Sociología y Subdesarrollo. Nuestro Tiempo.
México. Disponible en:
<http://seminario7tesis.colmex.mx/images/pdf/stavenhagen-siete.
pdf>

2.

KK Lea el último párrafo del libro Las venas abiertas de Latinoamérica escri-
to por Eduardo Galeano en 1978, citado a continuación, y relacio-
ne su contenido por lo menos con dos de las tesis desarrolladas por
Stavenhagen.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


77

CC
No asistimos en estas tierras a la infancia salvaje del capitalismo, sino a su
cruenta decrepitud. El subdesarrollo no es una etapa del desarrollo. Es su con-
secuencia. El subdesarrollo de América Latina proviene del desarrollo ajeno y
continúa alimentándolo. Impotente por su función de servidumbre internacio-
nal, moribundo desde que nació, el sistema tiene pies de barro. Se postula a
sí mismo como destino y quisiera confundirse con la eternidad. Toda memoria
es subversiva, porque es diferente, y también todo proyecto de futuro. Se obli-
ga al zombi a comer sin sal: la sal, peligrosa, podría despertarlo. El sistema
encuentra su paradigma en la inmutable sociedad de las hormigas. Por eso se
lleva mal con la historia de los hombres, por lo mucho que cambia. Y porque
en la historia de los hombres cada acto de destrucción encuentra su respues-
ta, tarde o temprano, en un acto de creación.

LECTURA OBLIGATORIA

CEPAL (1963). El Desarrollo Social de América Latina en la Postguerra,

OO Solar-Hachette, Buenos Aires, pp. 7-25 y 87-153.


Germani, G. (1969). Sociología de la modernización, Paidós, Buenos
Aires, pp. 9-29.
Hoselitz, B. (1962). El desarrollo económico en América Latina,
Desarrollo Económico, Buenos Aires, II, 3: 49-65.
Medina Echavarría, J. (1964). El problema del cambio social,
Consideraciones sociológicas sobre el desarrollo en América Latina, Solar-
Hachette, Buenos Aires, pp. 90-102.
Stavenhagen, R. (1981). Siete tesis equivocadas sobre América
Latina, Sociología y Subdesarrollo. Nuestro Tiempo.

LECTURA RECOMENDADA

RR
Roitman Rosenmann, M. (2008). Pensar América Latina. El Desarrollo de la sociología
latinoamericana, CLACSO, Buenos Aires, pp. 48-80.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


78

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


79

Respuestas y debates de la modernización


de las ciencias sociales. Los casos
Camelot y Marginalidad

Objetivos
•• Comprender el debate sobre las implicancias políticas y éticas del financia-
miento externo en las ciencias sociales latinoamericanas.
•• Caracterizar los proyectos Camelot y Marginalidad en sus contextos insti-
tucionales y políticos.
•• Reflexionar sobre las críticas a la filantropía y las denuncias de imperialismo.
•• Discutir las ideas de autonomía y dependencia académica.

4.1. Introducción
En esta unidad se señalarán las críticas que se realizaron en el seno de las
ciencias sociales latinoamericanas a los programas de investigación sobre el
desarrollo, y se examinarán las consecuencias del financiamiento externo. Se
tomarán como ejemplos los casos de los Proyectos Camelot y Marginalidad.
El Proyecto Camelot fue una investigación social orientada a medir, pre-
decir y controlar la capacidad de acción colectiva en algunos países latinoa-
mericanos, por lo que buscaba explicar los conflictos internos tendientes a
la desestabilización social. Cuando se supo que estaba financiado por agen-
cias norteamericanas vinculadas al Departamento de Defensa de los EE. UU.,
se desató, a partir de 1965, un debate sobre el financiamiento externo, y se
construyó un mito sobre la vocación imperialista de las fundaciones y la auto-
nomía de los intelectuales.
El Proyecto Marginalidad tenía como objeto de estudio lo que se denomi-
nó –no sin polémicas– “la marginalidad latinoamericana”; fue financiado por
la Fundación Ford y desarrollado por investigadores argentinos en 1967. La Como vimos en la unidad 3, en
difusión de sus objetivos y alcances también tuvo una gran repercusión y por la década de 1960, el concepto
varios años implicaron un fuerte cuestionamiento a este tipo de trabajos. de marginalidad refirió a las des-
igualdades generadas durante el
A lo largo de esta unidad, se estudiarán ambos casos a partir del modelo desarrollo en América Latina.
de historia episódica o de corta duración; presentaremos una breve recons-
trucción del proceso de gestación, desarrollo e impacto de esos episodios;
reconstruiremos, asimismo, las trayectorias de los actores institucionales par-
ticipantes, comprendiendo su situación en el debate. Se ofrecerán así posibles
interpretaciones sobre el fracaso de las iniciativas, más allá del fuerte recha-
zo del campo intelectual y académico. Por último, se explorarán las herencias
y legados de estos casos en la tradición antiimperialista y en el debate sobre
la autonomía y la dependencia de las ideas producidas en la región.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


80

Tanto el Proyecto Camelot como el Proyecto Marginalidad son ampliamen-


te conocidos por sus repercusiones políticas y su difusión pública en medios
de comunicación, por lo que excedieron los ámbitos académicos, convirtién-
dose en una protesta de carácter casi mitológica de estudiantes e investiga-
dores de toda la región. Fueron un ejemplo del alcance de las investigaciones
sociales en el marco de la Guerra Fría, y del interés de los Estados Unidos
por frenar cualquier avance de la radicalización política. De esta manera, el
debate intelectual resultante mostraba, por un lado, la fuerte relación entre
ciencia y política y, por otro, el clima de rechazo al avance de la teoría de la
modernización en la región. En ambos casos estaba claro que no se criticaba
el contenido científico de las propuestas, sino la legitimidad de la intervención
del financiamiento externo en la producción de conocimiento sobre la realidad
social latinoamericana, y en la capacidad de esos fondos para limitar la liber-
Por actividad filantrópica se
entiende el apoyo de manera tad de los investigadores y condicionar sus agendas de investigación. En todo
desinteresada de una persona u caso, estos episodios obligaron a reflexionar sobre los problemas políticos y
organización. éticos del conocimiento como base fundante de toda teoría social, y a poner
en cuestión la actividad filantrópica en ciencias sociales.

4.2. El Proyecto Camelot


Camelot fue un proyecto de investigación sobre la estructura social en América
Latina diseñado por sociólogos norteamericanos, que recibió ayuda administrativa
y soporte financiero del área de defensa de ese país. El plan surgió en la Special
Operations Research Office, SORO, perteneciente a la American University, y fue
contratado por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos para ser apli-
cado en Chile en el término de cuatro años. Su objetivo era medir, predecir y con-
trolar conflictos internos tendientes a la desestabilización social de países de la
periferia. Lo que parecía un proceso administrativo de investigación, que quedaría
encerrado entre formularios e informes académicos, se fue convirtiendo en una
noticia sensacionalista cuando los detalles del caso fueron filtrados a la prensa.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


81

xx

Departamento de la Armada. Organigrama del staff profesional del pro-


grama de estudios sociales y del comportamiento (1965)
Fuente: American University. Special Operation Research Office (SORO)

En una detallada reconstrucción de los acontecimientos, Juan José Navarro


y Fernando Quesada (2010) cuentan que, en un comienzo, el antropólogo
chileno-estadounidense Hugo Nuttini hizo un esfuerzo enorme por reclutar
investigadores que participaran en el proyecto.
El proyecto podía ofrecer ciertos desafíos intelectuales, pero, indudable-
mente, el origen de los fondos era un condicionamiento importante, por lo
cual encontró muchas negativas y parecía destinado al olvido. Sin embargo, Hugo Nuttini
cuando todo daba entender que era un caso cerrado, el 12 de junio de 1965, Universidad de Pittsburg
desde el periódico chileno de izquierda El Siglo, fue denunciado como parte
del espionaje norteamericano, y el escándalo estalló. Fue tan grande la reper-
cusión pública, que el gobierno de Chile debió involucrarse y conformar, para
esclarecer el asunto, una Comisión Especial investigadora, dependiente de la
Cámara de Diputados de la Nación.
A partir del trabajo de esta comisión, el proyecto pudo ser conocido en
detalle. El plan sería el resultado de tres años de trabajo, con la posibilidad
de extenderlo uno o dos semestres. Se estimaba que cada año requeriría la
contratación de 140 colaboradores técnicos y profesionales. El presupuesto
anual era de un millón de dólares, pero podía utilizar partidas adicionales de
hasta un 50%. Los fondos estarían garantizados por un contrato con el ejército
de Estados Unidos que lo patrocinaba. Era, probablemente, una de las investi-
gaciones sociales más importantes del mundo en ese momento, tanto por su
escala como por el monto de financiamiento; pero, sin duda, era el proyecto
más caro que hubo hasta entonces para estudiar la sociedad latinoamericana.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


82

PARA REFLEXIONAR

PP

Viñeta en revista chilena ironizando el Proyecto Camelot y la sumi-


sión nacional a los intereses norteamericanos.
Fuente: <historiaglobalonline.com>

4.2.1. Objetivos y diseño del Proyecto Camelot


El Proyecto Camelot se postulaba como parte de las estrategias sociales y
políticas para alcanzar el desarrollo en América Latina, aunque implícitamen-
te reconocía que era necesaria una mejor comprensión de los procesos de
insurgencia y rebelión social en la región. Tal como afirman la mayor parte de
los estudios sobre el proyecto, este plan buscaba establecer parámetros que
permitieran predecir y controlar potenciales “guerras internas” en el Tercer
Mundo. De esta forma, sus objetivos eran:

a) Identificar y medir indicadores y estimar las causas de un conflicto poten-


cial interno.
b) Estimar el efecto de diversas acciones gubernamentales que influyan sobre
ese potencial.
c) Obtener, conservar y recoger la información requerida para el sistema ante-
riormente mencionado.
Informe de la Comisión Especial
Investigadora, Actas del Congreso
(citado en Navarro y Quesada, A su vez, el Proyecto Camelot estaba organizado en dos tipos de estudios.
2010: 57). El primero, directamente relacionado con la guerra interna, intentaba analizar
comparativamente veintiún estudios de casos, de los cuales se preseleccio-
naron cinco (Guatemala, Bolivia, México, Canadá y Cuba). De este grupo de
cinco países –en el cual no figuraba Chile en una primera instancia–, el caso
canadiense resultaba llamativo, pero tenía que ver con los objetivos generales
de la investigación, y estaba formulado para investigar a los grupos separa-
tistas de Quebec. El segundo apuntaba a un nivel mayor de abstracción y
estaba centrado en el análisis de los sistemas sociales que cuenten o no con
posibilidades de una inminente guerra interna. En ambos casos, se esperaba
producir información empírica de carácter científico y cuantitativo, y generar
categorías que posibiliten el estudio comparativo de los casos y los sistemas
sociales. Todo el programa estaba vinculado, además, a un conjunto de acti-
vidades académicas, charlas y conferencias sobre el cambio social.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


83

4.2.2. El dilema
Como se ha dicho, la noticia provocó una reacción de denuncias públicas.
En este escenario, la explosión del Proyecto Camelot perturbó de manera
considerable las condiciones de producción científica y la agenda del debate
intelectual en los países latinoamericanos.
El propio embajador norteamericano en Chile se vio sorprendido, pidió infor-
mación a su gobierno y debió involucrarse diplomáticamente para “apagar el
incendio” (Horowitz, 1966). Decenas de notas en la prensa fueron publica-
das y dos palabras sobresalían “espionaje” e “imperialismo”. Los principales
cientistas sociales chilenos ya estaban enterados del caso antes de su difu-
sión pública, pero no hicieron ninguna denuncia porque creían que cualquier
publicidad podría desprestigiar los trabajos en ciencias sociales, la interven-
ción política en la discusión del proyecto (lo que finalmente sucedió) y afectar
directamente su propio trabajo académico. Los participantes del debate criti-
caron esta actitud de los científicos que atentaba contra los principios éticos
de cualquier investigador.
Las protestas por los mecanismos de financiamiento e intervención se
generalizaron por todos los países, desde Argentina hasta México. El hecho
de que en Chile se concentraban los principales espacios institucionales de
la producción y circulación del conocimiento y la teoría social latinoamerica-
na (Flacso y Cepal), como se trabajó previamente, hizo que la irradiación del
escándalo tuviera mayor impacto. Entre la diversidad de manifiestos y procla-
mas, un documento publicado en la Revista Latinoamericana de Sociología
(Buenos Aires, 1966) merece ser destacado. Los firmantes, todos prestigio-
sos investigadores sociales de Argentina, denunciaban las funestas conse-
cuencias del proyecto.

CC
[…] La naturaleza del proyecto lesiona, en forma directa, los principios de la
moral profesional, en tanto afecta la autonomía teórica y empírica del investi-
gador (….). La formulación de un proyecto de este género afecta muy seria-
mente los objetivos de muchos sociólogos deseosos de institucionalizar en
América Latina una tradición científica seria, rigurosa y profesionalmente res-
ponsable, que incluya una amplia y rica colaboración a nivel internacional, y
abre serias dudas acerca de la objetividad y el valor científico de dicha coope-
ración. Para una conciencia profesional clara, el Proyecto Camelot no admite
vacilaciones: los propósitos políticos están enunciados en forma explícita y sin
ambigüedades (citado en Roitman, 2004: 38).

Sin dudas, el campo científico latinoamericano fue uno de los que más sufrió
el impacto del Camelot. Como ya se vio anteriormente, las ciencias sociales en
la región se hallaban en un proceso de institucionalización y de consolidación
en el que el financiamiento externo cumplía un papel fundamental. Uno de los
principales temas del debate fue una profunda reflexión del lugar del intelec-
tual como agente de cambio social y su compromiso frente a la sociedad. El
episodio Camelot ocurrió en el momento justo en el que los intelectuales de
la región se estaban autoasignando un papel fundamental como actores de la
transformación social (Gilman, 2003).

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


84

Otro de los temas que apareció en la agenda fue, consecuentemente, el


papel de los organismos internacionales en la promoción del conocimiento
social. Jorge Graciarena (1965) intentó diferenciar dos formas de cooperación
científica. La primera, de carácter público, vinculada a diversos organismos
públicos supranacionales (Naciones Unidas, Unesco, OEA, etc.), que tienen
mayores controles y una responsabilidad política superior. La segunda, de
carácter privado, se realiza a través de los subsidios de las fundaciones, princi-
palmente norteamericanas, mediante el apoyo financiero a instituciones públi-
cas o privadas latinoamericanas, o bien a través de fondos proporcionados
especialmente para realizar investigaciones. Esta clasificación no es para nada
ingenua. El autor ponía en evidencia el temor de que el caso Camelot pusiera
en riesgo el conjunto del sistema de financiamiento de las ciencias sociales,
por lo que esperaba que una crisis del apoyo privado no afectara el flujo de
fondos públicos. La falta de apoyo financiero acrecentaría aún más la crisis
de los centros de investigación en la región y la producción de datos y teorías.

PARA AMPLIAR

Para ampliar este tema, puede consultarse el siguiente artículo.

AA Graciarena, J. (1965), La sociología en América Latina. Algunas


consideraciones sobre la cooperación internacional y el desarrollo
reciente de la investigación sociológica en América Latina, Revista
Latinoamericana de Sociología, I, 2, Buenos Aires.

Huelga decir que, ante el rechazo generalizado, el proyecto perdió impulso y


nunca se puso en práctica. Primero, porque la agencia que lo financiaba blo-
queó la ayuda; segundo, el clima cultural ya no era apto para su aplicación;
tercero, cualquier desarrollo se veía imposibilitado para encontrar personal
técnico que estuviera dispuesto a aceptar el trabajo. Es decir, desde su irrup-
ción en la esfera pública se construyó en torno al Camelot un mito respecto al
flujo de dinero para espionaje a través de investigaciones sociológicas.

Fuente: Palomo, “Cuerpos de esPIAZ”, Revista Topaze, Santiago de Chile, 14-8-1969.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


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El Proyecto Camelot entrelazó su existencia y posibilidades de surgimiento a


diversas y variadas condiciones académicas, científicas y políticas que inte-
ractuaron de forma compleja para idear e intentar realizar semejante empren-
dimiento científico. Esta visión mítica estuvo basada particularmente en la
fusión de dos elementos de diferente nivel. Primero, el financiamiento externo
tenía elementos de espionaje y conspiración que tocaban áreas sensibles de
la agenda científica local: conflicto y cambio social. Segundo, todo el aconte-
cimiento implicaba una compleja situación de subordinación y dependencia de
los objetivos e intereses científicos de los países periféricos a los centrales
(Navarro y Quesada, 2010).

4.3. El Proyecto Marginalidad


Si bien se podría pensar que, dada la repercusión del caso Camelot, no podría
repetirse algo parecido, entre 1966 y 1969 se reiteró el mismo debate tras
conocerse un nuevo plan de investigaciones: el Proyecto Marginalidad. Este
nuevo emprendimiento investigativo provocó otra nueva ronda de enorme
polémica internacional y revivió, como quizás ningún otro, los fantasmas del
Camelot, impactando especialmente en las universidades argentinas.
En noviembre de 1966, la Fundación Ford le otorgó un subsidio de 250.000
dólares al Centro de Desarrollo Económico y Social de América Latina (Desal),
institución de origen católico radicada en Chile, para comenzar una investiga-
ción sobre las condiciones de marginalidad en poblaciones urbanas y rurales
de América Latina. El proyecto “Marginal Populations in Latin America”, plani-
ficado y ejecutado en conjunto con el Ilpes y la Unesco, tenía como responsa-
bles al director de Desal, el jesuita belga Roger Vekemans, el sociólogo bra-
sileño Fernando Henrique Cardoso y el joven politólogo argentino José Nun.
El proyecto se proponía estudiar la problemática del desempleo estructural
y la pobreza urbana y rural en América Latina. En las propias palabras de uno
de sus promotores (Nun, citado en Belvedere, 1967), el contenido de la inves-
tigación tenía una importancia central, ya que permitía “situar teóricamente el
tema de la marginalidad a nivel de las relaciones de producción, con especial
referencia al caso de los países capitalistas de América Latina”. Más allá de
sus contribuciones empíricas para el mayor conocimiento de la población en
diferentes regiones (Chile central, Chaco y Buenos Aires, por ejemplo), había
un esfuerzo por la reflexión teórica. Su principal innovación conceptual con-
sistió en quitarle al concepto de marginalidad sus connotaciones ambiguas y
polisémicas, diferenciando las nociones de ‘superpoblación relativa’, ‘ejército
industrial de reserva’, y ‘masa marginal’. El concepto de masa marginal será
el pivote de esta distinción.

CC
La masa marginal -en contraste con el ejército industrial de reserva clásico- in-
dica ese bajo grado de ‘integración del sistema’, debido a un desarrollo capita-
lista desigual y dependiente que, al combinar diversos procesos de acumula-
ción en el contexto de un estancamiento crónico, genera una superpoblación
relativa no funcional respecto a las formas productivas hegemónicas. (Nun, ci-
tado en Belvedere, 1997)

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


86

Desde el principio, el proyecto estuvo dominado por conflictos internos, ya sea


por la pugna de liderazgo entre los directores, los temores de la Fundación
Ford por impulsar el proyecto y repetir el escenario de conflicto político en
Chile, y las críticas que recibió Nun por su falta de experiencia en la dirección
de proyectos en gran escala. Finalmente, la Fundación decidió que el Proyecto
Marginalidad fuera trasladado al Centro de Investigaciones Sociales (CIS) del
Instituto Di Tella, en Buenos Aires. Allí se encontraban trabajando intelectua-
les y profesores expulsados de la UBA tras el golpe de 1966. Entre ellos,
había importantes representantes de la “sociología marxista”. La pregunta
es: ¿Por qué la Fundación tomó esta decisión? (Petra, 2008). En primer lugar,
la institución era confiable y recibía fondos de la Ford desde su creación en
1963. Segundo, el Di Tella aparecía como un espacio científico y neutral, que
resguardaba de riesgos de una lectura política de la decisión.
La imagen de estas fundaciones sufrió un grave –aunque no determinante–
deterioro luego de que salieran a la luz los intereses puramente militares de
proyectos como el Camelot, cuya particularidad fue estar directamente orga-
nizado por las fuerzas armadas estadounidenses. Se entienden así las pre-
venciones y maniobras de la Fundación Ford para despejar toda sospecha de
intencionalidad política, persecución ideológica o falta de rigor académico con
las cuales abordó la ejecución del Proyecto Marginalidad. Después de todo,
tanto Cardoso como Nun eran “marxistas soft”, es decir, con una inclinación
general –y a un nivel intelectual– por el marxismo, pero sin una pertenencia
a un partido específico, y Vekemans, aunque renegaba del marxismo y de la
izquierda, era llamado el “cura rojo”. La elección de investigadores de izquier-
da era una forma de acercar posiciones con los intelectuales locales, pero
elegir a los moderados podía mejorar su imagen con la propia ciudadanía nor-
teamericana. En este esquema, la continuidad del proyecto en Buenos Aires
quedó totalmente a cargo de Nun.
Sin embargo, en un contexto ideológico marcadamente antiimperialista y
de sospecha generalizada, no pudieron cumplirse los objetivos propuestos
para mantenerse afuera de cualquier debate político. Un punto de inicio del
conflicto fue un artículo de Daniel Goldstein titulado “El proyecto Marginalidad.
Sociólogos argentinos aceitan el engranaje”, publicado a principios de 1969
en el semanario Marcha en Montevideo, que era un icono cultural de la izquier-
da. El autor, un biólogo argentino, acusó a los investigadores del proyecto de
formar parte una máquina de “espionaje sociológico”. Además de definir como
“cuestionario policial” a las encuestas planificadas en el proyecto, se seña-
laba que la Fundación representaba a los intereses del Pentágono y la CIA.

CC
La Fundación Ford es en la actualidad un organismo paragubernamental desti-
nado a formular la táctica de contrainsurgencia civil para las dos Américas. La
Fundación Ford se ha convertido, en realidad, en una nueva agencia de inteli-
gencia dedicada a los problemas sociales de los pueblos neocoloniales, con la
misión de coleccionar información y proponer líneas de acción contrarrevolucio-
naria. (Goldstein, 1969)

La respuesta de Nun no se hizo esperar. En carta una titulada “Las brujas que
caza el señor Goldstein”, defendió los parámetros éticos de los involucrados
en el proyecto. Tras categorizar como “desleal” la labor de “fiscal” asumida

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


87

por Goldstein, Nun detalló los inconvenientes que el proyecto tuvo con las
instituciones que originalmente iban a financiar el estudio. Debió aclarar que
había aceptado hacerse cargo de la investigación a condición de que se res-
petaran tres condiciones: completa libertad académica para elegir el marco
teórico y los métodos de investigación; total autonomía en la ejecución del
proyecto (por ejemplo, en la designación de los colaboradores); independencia
académica y el control absoluto de los datos de la investigación. El mismo
Nun detalló que pese a la aceptación de esas condiciones comenzó a “ser
objeto de presiones que recrudecieron cuando se conoció que nuestro enfoque
de la marginalidad no como un problema individual de adaptación al sistema
vigente (…) sino como indicador de las profundas deficiencias estructurales
de un desarrollo capitalista dependiente”. Hacia el final de su carta, cuestionó
al “ultraizquierdismo declaratorio” por negarse a admitir que “la necesidad y
la urgencia de elaborar un conocimiento cabal de la realidad latinoamericana
que permita cambiarla es suficientemente importante como para no descartar
de entrada ninguna oportunidad seria que ayude a lograrlo”. Y frente al “temor
legítimo” de una utilización indeseada de los datos y los resultados de las
investigaciones concluyó:

CC
Dentro de los límites que deben dictarle al investigador su prudencia política y
su ética profesional, se trata de un riesgo calculable y necesario. Si no lo hu-
bieran asumido todos los intelectuales progresistas, auténticamente confiados
en el vigor creciente del movimiento popular, poco habría avanzado el pensa-
miento de izquierda. La verdad es siempre revolucionaria, hoy tanto como hace
cien años, y negarse a conocerla es convertirse en abogado del oscurantismo
y de la reacción.

El Proyecto Marginalidad fue interpretado por importantes sectores del campo


intelectual y político como una reedición de las pretensiones incumplidas del
Camelot. Uno de los investigadores principales relata que “hubo unos cuan-
tos imbéciles que hasta nos acusaron de enviar los datos directamente a la
CIA. Mucha gente dijo en público y en privado cosas descabelladas que nos
afectaron mucho”. Nun también tuvo que explicar los alcances del trabajo en
una tumultuosa asamblea estudiantil en la UBA, para luego escribir la Carta
abierta a los estudiantes de sociología de la Universidad de Buenos Aires acerca
del Proyecto Marginalidad, en la que sostenía:

CC
No cabe ninguna duda de que la política de los subsidios es un instrumento de
penetración imperialista. Pero no son solo los organismos privados los que los
reciben: cuentan con subsidios extranjeros desde el Consejo de Investigaciones
Científicas y Técnicas hasta el mismo Consejo Nacional de Desarrollo pasando
por la misma Universidad de Buenos Aires. Y subrayemos después que, o se
está haciendo un puro chiste demagógico cuando se habla de neocolonialis-
mo, o es necesario reconocer que, con o sin subsidios, es por último depen-
diente en mayor o menor medida toda la estructura de poder argentina. (Nun,
1968)

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


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La polémica no se acalló en la respuesta de Nun, dado que un grupo de inte-


lectuales también intervino en el debate que se había gestado. Con el título
Sociología e imperialismo, Ismael Viñas encabezó una carta colectiva que
firmaron decenas de intelectuales, en la que se insistió en el papel de “ins-
trumentos del imperialismo en nuestros países” que cumplían los organismos
internacionales tanto públicos como privados. Aunque admitían la posibilidad
de que arrojara “resultados útiles para la izquierda”, aseguraban que “una
investigación semejante podría haberse realizado igualmente sin depender
de fondos del imperialismo, y sin necesidad de poner a disposición de este
tipo de datos. Las cartas fueron y volvieron con cuestionamientos en escala
creciente. En una de ellas, Nun se seguía defendiendo:

CC
El equipo Marginalidad tiene por contrato el control exclusivo de los datos que
reúne; en consecuencia, la información que «pondremos a disposición del im-
perialismo» será exclusivamente la que se publique. Dicho de otro modo, nin-
guna agencia imperialista manifiesta o encubierta conocerá nuestros resulta-
dos antes que el público en general. (Gil, 2011)

De esta forma, más allá de algunos informes preliminares, la investigación no


pudo avanzar. El contexto era difícil, tal como lo describió un protagonista: todo
era un “laberinto paralizante”. Luego de 1969, la fundación ya no giró más
fondos y hacia 1973 el caso estaba cerrado. Sin embargo, siguió operando
como un espectro en la memoria intelectual de la región, recordando los ries-
gos que corre la producción de conocimientos, las condiciones de autonomía
siempre tensionadas y limitadas por dependencia de fondos y la necesidad
permanente de ayuda externa.

Imperialismo y Ciencias Sociales. La penetración de las fundaciones norteameri-


canas y la compra-venta de (algunos) intelectuales latinoamericanos. Presentación.
[Publicado originariamente en la revista cubana Referencias, Universidad de La Habana,
mayo-junio de 1970]
“Los objetivos mundiales del imperialismo norteamericano –prevenir la revolución social
y mantener el capitalismo bajo su hegemonía– lo obligan a disponer de un aparato capaz
de colectar, analizar y evaluar información sobre los territorios bajo su control, y sobre
las organizaciones y fuerzas sociales que amenazan o puedan amenazar el sistema. En la
séptima década del siglo XX, ese aparato utiliza los desarrollos de las modernas ciencias
sociales e instrumentaliza al mundo académico para servir a sus fines de dominación. La
Universidad capitalista ha devenido así en multiversidad, una corporación encargada de
suministrar saber en cantidades industriales de acuerdo con los requerimientos del impe-
rio. Sus nuevas funciones abarcan desde innovaciones tecnológicas con preferencia en el
área de las armas estratégicas y el desarrollo de la técnica espacial, el procesamiento de
información referente a la formulación de políticas (y la elaboración de recomendaciones
al respecto), el proporcionar cubierta científica para operaciones de la CIA (como en los
casos de los proyectos de investigación social), el desarrollo de instituciones especializadas
en el estudio de áreas conflictivas para el imperialismo (como el desarrollo de los estu-
dios de contrainsurgencia en la década del 60), y la política de penetración cultural en el
Tercer mundo, mediante acuerdo de intercambios o de asesoramiento con universidades
de esta área hasta el adoctrinamiento de élites intelectuales.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


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Es en estas últimas funciones que queremos mostrar el aparato cultural del impe-
rialismo, mediante dos de sus caras: los proyectos de investigación social y la ideología
prevaleciente tras la ciencia social que se desarrolla en la Universidad burguesa.
Los proyectos de investigación social –prototipo de los cuales es el Proyecto Camelot–
aparecen bajo una cobertura científica irreprochable y se proponen elaborar modelos
predictivos de cambio social. En otras palabras, constituyen una investigación de las
potencialidades revolucionarias y la elaboración de recomendaciones para su neutrali-
zación. Su función no es buscar la causa del descontento, que reside en el sistema, para
eliminarlo, sino sugerir cursos de acción para neutralizar el descontento sin eliminar
las causas. En este proceso acopian información vital para la estructura de dominación
imperialista y que luego es utilizada contra nuestros pueblos. Es, como acertadamente ha
calificado Gregorio Selser, un caso de espionaje sociológico.
La indignación y repulsa que provocó el Proyecto Camelot no ha detenido esta línea,
si acaso, la ha vuelto más sutil como lo muestra el Proyecto Marginalidad. Las clases
dominantes no financian investigaciones perjudiciales a sus intereses: los recursos técnicos
masivos, las mejores posibilidades de investigación están dados a aquellos que se adecuan
a las reglas de la ideología y de las funciones que señala a la Universidad el sistema, inde-
pendientemente de la buena o mala fe del científico”.
Disponible en: <http//:www.amauta.lahaine.org>

PARA REFLEXIONAR

Los proyectos Camelot y Marginalidad pusieron en cuestión la “neu-

PP tralidad” valorativa y la imposición de temas al investigador por parte


de quien los financia.

4.4. Una reflexión sobre la dependencia académica


A partir de los escándalos generados tanto por el Proyecto Camelot como por
el Proyecto Marginalidad se construyó un mito sobre la dependencia de las
ciencias sociales latinoamericanas. Sin embargo, como venimos observando
en esta carpeta, entre las décadas de 1950 y 1970, los intelectuales locales
fueron capaces de construir amplios espacios de autonomía intelectual, y fue
el momento de mayor producción de teorías originales sobre los problemas de
la región. Esta discusión respecto al financiamiento externo de las ciencias
sociales latinoamericanas, atravesadas por la dicotomía autonomía- depen-
dencia académica y financiera, expresaba de algún modo la tensión entre la
regularidad universal del cambio social y la transformación singular, que se
examina a lo largo del desarrollo de las unidades.
Esta dualidad ya estaba presente antes de la explosión del Camelot y se
extendió hasta el día de hoy. Se trata de un vínculo activo entre esas dos
partes (autonomía o dependencia), un vínculo histórico que en determinados
momentos presenta mayor o menor independencia o libertad intelectual. La
utilización de las ciencias sociales como instrumento del imperialismo cultu-
ral forma parte de un largo debate sobre la dependencia académica, el cual
ha tenido una amplia difusión en los últimos años.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


90

El problema de la dependencia académica e intelectual (también llamado


imperialismo cultural) se convirtió en uno de los clásicos de la reflexión sobre
producción de conocimiento a nivel global (Beigel y Sabea, 2014). Desde hace
cinco décadas, importantes pensadores de Asia, África y América Latina pro-
dujeron reflexiones que van desde ensayos de denuncia hasta análisis sofisti-
cados de sociología del conocimiento sobre la condición de dependencia que
ha definido las agendas de la formación de intelectuales y del funcionamiento
del sistema académico del Tercer Mundo. Esta inquietud buscaba la influencia
del legado colonial en temáticas de investigación, trayectorias de formación,
agendas de financiamiento que restringían la participación de países periféri-
cos en la discusión global y bloqueaban la aparición de perspectivas propias
y originales.
El concepto de dependencia académica se refiere a la estructura desigual
de producción y difusión del conocimiento construida históricamente en lo que
se conoce como sistema científico internacional. Durante décadas, ha sido
una preocupación recurrente para las comunidades académicas periféricas y
un tema de creciente interés para las instituciones de países centrales y orga-
nismos internacionales. La cuestión de la dependencia surgió en la década de
1960 como un problema teórico, estudiado con la intención de diagnosticar el
subdesarrollo dentro de una reflexión colectiva e interdisciplinaria. Se delineó
como una situación histórica que ocurría bajo ciertas condiciones nacionales
e internacionales derivadas de la estructura global del subdesarrollo. No solo
se consideraba a la dependencia como una imposición externa, sino, sobre
todo, como una relación entre los países industrializados y periféricos. Los
“dependentistas” contribuyeron en gran medida al replanteo del concepto de
subdesarrollo y enriquecieron el método histórico-estructural. Más adelante se
examinarán los temas y debates de la teoría de la dependencia.

PARA AMPLIAR

Los modos de la dependencia académica

AA Página 12, 25-8-2015


En esta entrevista, la socióloga Fernanda Beigel explica cómo operó
el concepto de “dependencia académica” en los años sesenta.
“[…] Los teóricos de la dependencia tuvieron mucha circulación en
los años 60 y la teoría de la dependencia fue casi el tema único de
todas las ciencias sociales en América latina. Tuvieron incluso reper-
cusión en Asia, África, hubo mucho diálogo Sur-Sur. Pero después
de eso hubo dos factores que influyeron mucho en la merma de la
lectura de este tipo de autores: vinieron las dictaduras en el Cono Sur
y, por otro lado, mayormente esos escritos estaban en español y las
traducciones al inglés eran muy escasas, entonces, la única difusión
importante que tuvo la teoría de la dependencia fue a través de André
Gunder Frank en Estados Unidos y algo de Fernando Henrique
Cardoso.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


91

Los escritos de Gunder Frank terminaban reduciendo la relación de


dependencia a una relación metrópolis-periferia y se simplificaron
mucho los contenidos que habían tratado de generar los dependen-
tistas. Esto terminó con un embate muy fuerte tanto por derecha
como por izquierda en los 90, cuando se planteó que la teoría de la
dependencia ya estaba fuera de vigencia, que como ahora estábamos
en la globalización y las naciones habían desaparecido, el tema de la
dependencia no tenía sentido. Después, pudimos saber que la globa-
lización no hizo desaparecer los estados nación y eso ha hecho que
se tenga interés en volver a leer a los dependentistas para pensar los
procesos sin perder de vista el contexto de dominación.”
Véase la entrevista completa en <http://www.pagina12.com.ar/
diario/universidad/10-280109-2015-08-25.html>

En la actualidad, el problema del financiamiento es menos recurrente. Los


casos estudiados en esta unidad pueden ayudar a pensar en qué medida la
provisión de fondos condiciona o no a los investigadores locales. Lo que se
requiere, comprensiblemente, es una actitud ética de defensa de la libertad
intelectual, capacidad de negociación y espacios reconocidos de autonomía.
Sin embargo, hay otros límites a la producción independiente de conocimien-
tos o teorías. Un factor importante es que los centros académicos de los
países centrales controlan la legitimidad del saber y fijan normas y criterios uni-
versales para la evaluación académica que no consideran los rasgos culturales
o estilos de trabajo propios de América Latina u otras regiones periféricas.
Actualmente, la principal modalidad de imposición de temas se realiza a
través del sistema de publicaciones, porque los investigadores, las institucio-
nes y las universidades están muy presionados por la necesidad de publicar
en determinadas revistas de prestigio internacional que, en su gran mayoría, lo
hacen en inglés. Por lo general, los sistemas de promoción científica y técnica
definen sus evaluaciones sobre la capacidad de insertarse en ellos. Es decir,
los sistemas de indexación de revistas internacionales y los famosos ran-
kings de calidad universitaria empujan a los investigadores latinoamericanos
a publicar en inglés en revistas de impacto y circulación internacional. Se los
obliga, entonces, a discutir conceptos, autores y temáticas que preocupan a
gobiernos y sociedades desarrolladas, y aleja la posibilidad de pensar los pro-
blemas de la periferia y la búsqueda de soluciones desde una mirada singular.
Los casos de Camelot y Marginalidad fueron, de esta manera, episodios
ejemplares de una situación de la teoría social latinoamericana que busca sus
propias preguntas, agendas y metodologías, pero que siempre queda atrapa-
da por la dependencia financiera y cultural; sin embargo, como se ha visto, es
necesario diferenciar ambas dimensiones. Los dos episodios estudiados mar-
caron un tiempo de dependencia financiera y autonomía cultural.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


92

1.

KK Explique en qué consistían los proyectos Camelot y Marginalidad,


teniendo en cuenta:
• Organismo de financiación
• País/países contratados
• Objetivos
• Repercusiones en el campo académico

2.

KK Lea atentamente la frase de la cientista social Alcira Argumedo en la


entrevista publicada por la revista El Ojo Mocho en 1991 al preguntarle
sobre el Proyecto Marginalidad:
“(…) quienes lo defendían planteaban que iban a hacer una investiga-
ción cuyos resultados podían servirle tanto a Mao Tsé Tung como a la
CIA porque la ciencia era neutra (…)”.
Relacione este comentario con lo leído en esta unidad y elabore una
argumentación:
¿Está de acuerdo o en desacuerdo con quienes defendían el proyecto?
En cualquier caso fundamente por qué.

LECTURA OBLIGATORIA

Beigel, F. y Sabea, H. (eds.) (2014), Dependencia académica y

OO profesionalización en el sur: perspectivas desde la periferia, Ediunc,


Mendoza- Sephis, Río de Janeiro, Introducción.
Belvedere, C. (1997), El inconcluso Proyecto Marginalidad de
América Latina. Una lectura extemporánea, a casi treinta años,
Apuntes de Investigación, 1: 83-107.
Graciarena, J. (1965), La sociología en América Latina. Algunas
consideraciones sobre la cooperación internacional y el desarrollo
reciente de la investigación sociológica en América Latina, Revista
Latinoamericana de Sociología, I, 2, Buenos Aires
Navarro, J. y Quesada, F. (2010), El impacto del proyecto Camelot
en el período de consolidación de las ciencias sociales latinoame-
ricanas, en Pereyra, D. (comp.), El desarrollo de las ciencias socia-
les. Tradiciones, actores e instituciones en Argentina, Chile, México
y Centroamérica, Cuadernos de ciencias sociales, Flacso, 153, pp.
55-71. Disponible en <http://www.flacso.or.cr/images/flippingbook/
pdfs/cuadernos/ccs_153.pdf>

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


93

LECTURA RECOMENDADA

RR
Horowitz, L. (1996), Vida y muerte del Proyecto Camelot, Revista de Ciencias Socia-
les, X, 2, Puerto Rico, 145-165.
Gil, G. (2011), Ciencias sociales, imperialismo y filantropía. Dilemas y conflictos en
torno a la Fundación Ford en la Argentina de los 60, [en línea]. Revista Argentina de Soci-
ología. Buenos Aires. Disponible en <http://www.redalyc.org/pdf/269/26922386008.
pdf>

Quijano, A. y Weffort, F. (1973), La estructura de la marginalidad, Populismo, mar-


ginalización y dependencia, Educa, San José, 173-244.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


94

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


95

El marxismo en América Latina. Derivas de


la revolución

Objetivos
•• Recuperar los antecedentes y legados de la recepción del marxismo en
América Latina y revisar su impacto político y cultural.
•• Describir los principales temas y preocupaciones del marxismo
latinoamericano.
•• Analizar sus problemas conceptuales y desafíos teóricos.
•• Discutir su relación con las transformaciones del rol del intelectual.
•• Examinar el legado del pensamiento de Antonio Gramsci en la región.

5.1. Introducción
En esta unidad haremos una lectura sobre los antecedentes y legados de la
recepción del marxismo como teoría y del mismo Marx como figura intelectual
en América Latina, especialmente, a través de las obras de José Mariátegui.
Se analizará el impacto de la Revolución cubana en el campo político cultural
y la emergencia de un nuevo rol intelectual que, en el marco de la radicali-
zación política y las luchas nacionales por la liberación, redefinió el accionar
de los científicos sociales y los acercó al papel de los escritores, ensayistas
y publicistas, reenfatizando el sentido del arte y la literatura en las ciencias
sociales de la región y asumiendo una visión normativa sobre el compromiso
de los intelectuales.
De esta manera, se estudiará la recepción, reapropiación y discusión del
marxismo con base en dos tensiones principales. Primero, una contradicción
epistemológica entre una mirada cientificista y una perspectiva humanística,
y segundo, una tensión entre el internacionalismo marxista y el regionalismo/
nacionalismo latinoamericano. El problema de lo nacional frente al eurocentris-
mo de la izquierda influirá en los debates sobre la sociedad y condicionará las
miradas –ya sea crítica o contemplativa– sobre el populismo, el revisionismo
histórico o el indigenismo, por lo cual, se revisarán las condiciones sociales
que posibilitaron la hegemonía del marxismo dentro de las ciencias sociales
latinoamericanas entre 1960 y 1980; además, examinaremos el impacto de
la obra de Antonio Gramsci, así como los giros de la revolución sandinista y
los nuevos desafíos de la izquierda.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


96

5.2. Marx, el marxismo y sus interpretaciones


Karl Marx (1818-1893) fue un destacado economista, filósofo y periodista
revolucionario alemán. Puede ser considerado como uno de los pensadores
más importantes de la modernidad. A partir de sus obras, especialmente, el
texto Manifiesto comunista y su famosísimo libro El Capital, el marxismo se
conformó como la ideología política, económica y social más influyente durante
el siglo XX, y que aún hoy sigue planteando nuevas preguntas y desafíos sobre
el futuro de las sociedades contemporáneas.

Karl Marx

LEER CON ATENCIÓN

Marx es apreciado como uno de los fundadores de la sociología y, a

LL su vez, pocos intelectuales han dejado como él un legado tan gran-


de en las ciencias sociales (desde la economía hasta el psicoanálisis),
pero también en la filosofía, la literatura, el arte y las humanidades
en general.

El conjunto de obras de Marx orientó el accionar de un amplísimo conjunto


<revistacontratiempo.com.ar>
de movimientos políticos, sociales, económicos y filosóficos desde mediados
del siglo XIX. Estas ideas tuvieron un profundo impacto en el pensamiento
político e intelectual. Sus seguidores debieron enfrentar el desafío intelectual
de interpretar una obra compleja y desentrañar las posibilidades de aplicarlas
al estudio de la realidad. Ello originó múltiples tendencias y corrientes basa-
das en diferentes interpretaciones de los textos marxistas y los proyectos
políticos que se podían derivar de esa lectura, por lo cual, su legado político
es diverso y complejo. Durante el siglo pasado, la mayor parte de las grandes
revoluciones sociales en el mundo (Rusia, 1917; China, 1949; Cuba, 1959,
entre otras) apelaron a su nombre, reclamando la legitimidad de la ideología
marxista. Entonces, su pensamiento quedó asociado al accionar y proyectos
de los partidos socialistas y comunistas de todos los países.

Revolución cubana (1959)


Revolución china (1949) <cubamaterial.com>
<elociodelpueblo.blogspot.
Revolución rusa (1917) com.ar>
<marxists.org>

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


97

El marxismo se basa en una crítica al modo de producción capitalista,


Propone, entonces, un enfoque materialista de la realidad social, ya que con-
cibe a la historia como el resultado del modo en que los seres humanos orga-
nizan la práctica social de su existencia. Este método de indagación es cono-
cido como materialismo histórico, o también dialéctico, en referencia a la
recuperación de la filosofía hegeliana. Este pensamiento impulsa la abolición
del sistema de propiedad impuesto por la burguesía para que los trabajadores
(que son los verdaderos productores de riqueza y valor) tengan acceso al con-
trol de los medios de producción y se apropien de la ganancia a la cual tienen
derecho. Esto daría lugar a un proyecto utópico conocido como socialismo, en
el cual no habría diferencias de clases basadas en la propiedad.

Rius (2004), Marx para principiantes, Era Naciente, Buenos Aires.

Sin embargo, las diferentes interpretaciones dentro del marxismo sobre los
caminos que conducirían al cambio social abrieron una profunda discusión de
la que surgieron dos importantes corrientes internas. Por un lado, el reformis-
mo que planteaba una búsqueda pacífica del cambio mediante la discusión
de ideas dentro del sistema democrático. Esto abrió la puerta a una tradición
conocida como “socialdemócrata”, basada en las ideas de Eduard Bernstein
(1850- 1932), que tuvo alto acatamiento en Alemania y los países escandina-
vos. Por otro lado, surgió la corriente revolucionaria, que planteaba la necesi-
dad de una enérgica campaña de propaganda para orientar los cambios y la
necesidad de un cambio violento mediante una revolución. Sus promotores
principales fueron Vladimir Lenin (1870- 1924) y Karl Kautsky (1854-1938), Vladímir Ilich Uliánov (Lenin)
cuyas ideas dieron lugar a las experiencias revolucionarias en occidente, <wikipedia.org>
especialmente el proyecto iniciado en la Unión Soviética.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


98

5.3. Cómo pensar y apropiarse de Marx en América


Latina. Sus primeros legados
La pregunta sobre el papel del pensamiento de Marx en América Latina obliga
a indicar que el término marxismo tiene una amplitud y vaguedad que com-
plejiza el cuadro de una situación en la que convivieron diversas corrientes
marxistas. Más que sus diferencias y matices, el marxismo latinoamericano
debió confrontar con la visión europea clásica, que lógicamente se sentía con
derecho a una definición correcta de la doctrina por ser la cuna geográfica de
ese proyecto político intelectual, obligando a una búsqueda para hallar una
senda propia de interpretación de la realidad. Se presentaba así la disyuntiva
de apropiarse de esas ideas desde una lógica científica universal, por un lado,
o retomar una perspectiva humanista en el pensamiento marxista, buscando
rasgos de singularidad y la adquisición de valores propios, por el otro. En otras
palabras, buscar el apoyo en textos de contenido sociológico y positivista o
en trabajos más filosóficos. A través de esta disquisición se busca atender
un interrogante preciso: ¿Cuál es el lugar de América Latina en la historia
universal? (Aricó, 1983).
Las primeras lecturas de las obras de Marx en la región son relativamente
tempranas. Esta recepción está asociada al proceso de construcción de los
estados nacionales en cada uno de los países y al surgimiento de economías
orientadas a la inserción en el mercado internacional. Los primeros textos lle-
garon en las valijas de trabajadores europeos inmigrados, que arribaban con
experiencia sindical y que habían participado en los debates intelectuales euro-
peos sobre el futuro del socialismo.
Como sugiere Sánchez Vázquez (1988: 14), El Manifiesto comunista, el
primer tomo de El capital y el Prólogo a la Contribución a la crítica de la eco-
nomía política fueron los primeros textos de Marx que circularon en la región
desde principios de la década de 1880. Tal como había acontecido con otras
ideologías políticas europeas –como el liberalismo–, este primer marxismo
fue trasplantado como una copia que imitaba el original sin reflexionar crítica-
mente sobre las posibilidades de aplicación en otros contextos y situaciones.
Primero, los textos se leyeron en clave socialdemócrata y, más tarde, ya ini-
ciado el nuevo siglo, pero sobre todo luego del triunfo de la revolución rusa,
en clave leninista.
Sin embargo, el núcleo conceptual de la discusión planteada por los mar-
xistas latinoamericanos es la idea acerca de que el camino al socialismo es
parte de un desarrollo histórico universal que todas las sociedades y regiones
deben recorrer (Aricó, 1983). Pero ¿qué debían hacer las sociedades latinoa-
mericanas si en cada uno de los países aún no se habían creado condiciones
lo suficientemente maduras para establecer el socialismo?
Las opciones eran seguir el mismo camino evolutivo pautado, acelerar
el proceso o saltar la etapa capitalista. En todo caso, los marxistas locales
debían lidiar con un enfoque eurocéntrico del propio Marx, que hizo perder de
vista la especificidad de América Latina.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


99

En este video de la colección “Filosofía aquí y ahora”, José Pablo


Feinmann explica la recepción de Marx en Latinoamérica.

<http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/busqueda/buscar?rec_id=100238>

Pero, en la región, el socialismo no era una novedad que llegara con el


marxismo.

CC
Desde mediados del siglo XIX existía ya un socialismo no marxista, mesiánico
o utópico tanto en el terreno de las ideas como en el de la acción. El socialis-
mo marxista nació orgánicamente con la fundación del Partido Socialista
Argentino en 1895, bajo la guía de intelectuales como José Ingenieros y Juan
B. Justo. Este último autor realizó y publicó ese mismo año en Madrid la prime-
ra traducción al español de El capital. Pero el marxismo de Justo no solo debía
hacer frente al Estado y las clases dominantes, sino también al anarquismo in-
troducido por trabajadores inmigrantes europeos, particularmente italianos y Juan B. Justo (1865-1928)
españoles. La rivalidad entre socialistas reformistas y anarquistas se extendió <wikipedia.org>
desde finales del siglo pasado hasta comienzos de la década de 1920, espe-
cialmente en América del Sur. Pero también en México llegó a gozar de cierta
influencia en las primeras décadas del siglo XX, asociado sobre todo al nom-
bre de Ricardo Flores Magón y a su periódico Regeneración (1900-1918).
(Sánchez Vázquez, 1988: 14-15),

Las posiciones de Justo sobre el marxismo fueron difundidas en su obra


Teoría y práctica de la historia (1909). “Sus ideas eran un eco del marxismo
evolucionista y reformista, propio de la socialdemocracia alemana”, que repe-
tían una mirada eurocéntrica sobre el devenir de los países latinoamericanos
(Sánchez Vázquez, 1988: 15). Estas ideas revisaban apenas críticamente las
tesis básicas de Marx, replicando los textos en los que se defendía la lógica
implacable de la expansión capitalista que condenaba a los países más atra-
sados a pasar por situaciones coloniales y retrasaba cualquier intento de lucha
antiimperialista (Puiggrós, 1956).

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


100

PARA AMPLIAR

Juan B. Justo fue el primero que, entre nosotros, rompió con el estu-

AA dio histórico esquemático, cronológico y estático, para imprimirle


dinámica científica; tan científica y tan dinámica que al analizar los
hechos del pasado no se sintió obligado a “dar una fórmula absolu-
ta y completa” ni definitiva, pues “la historia se dedica a explicar lo
que puede y deja existir lo demás”. Así introdujo Justo a sus oyen-
tes del Ateneo de Buenos Aires en la ‘Teoría científica de la historia
y la política argentina’. A esa teoría, Justo le exige, como condición
indispensable e ineludible, para que sea científica, que “muestre su
propia génesis, que tenga su punto de partida en el mundo en que
todos estamos, que señale en qué fenómenos se realiza y en qué actos
de la vida tiene aplicación”.
Fuente: <http://www.revistasocialista.com.ar/node/55>

Más tarde, estas ideas comenzaron a renovarse. Primero, con los escritos
de Luis Emilio Recabarren (1876-1924), fundador del Partido Socialista de
Chile, comenzó a repensarse la tensión entre la vocación internacionalista del
marxismo y la reivindicación de los elementos nacionales. Pero, un aconteci-
miento histórico lejano –la Revolución rusa de 1917– dejó una profunda huella
en la recepción del marxismo en América Latina. De esta revolución derivaría
el intento de dirigir las fuerzas revolucionarias a escala mundial conforme a
la teoría, la estrategia y la organización bolcheviques que habían triunfado
en Rusia. A ello se sumaba la orientación de una Internacional Comunista,
que proclamaba la formación de partidos en todo el mundo. Siguiendo esta
directiva, se fundaron, por ejemplo, partidos comunistas en Argentina (1918),
Chile (1922), Perú (1928) y Colombia (1930).
A partir de entonces, y ligados al trabajo cultural de esas estructuras par-
tidarias, el pensamiento marxista local se renovó teóricamente. En ese perío-
<educ.ar> do, las principales figuras fueron Julio Antonio Mella (1903-1929) en Cuba,
Vicente Lombardo Toledano (1894-1968) en México y Aníbal Ponce (1898-
1938) en Argentina.
La importancia del pensamiento de Mella radica en haber impulsado la
necesidad de un marxismo de contenido latinoamericano, reclamando una
interpretación de las propias realidades nacionales y recuperando el lega-
do colonial y prehispánico para construir el futuro. Por otra parte, Lombardo
Toledano construyó un discurso utópico de contenido humanista, pero hacien-
Aníbal Ponce do foco en la realidad histórica, para pensar las posibilidades de una nueva
<centrocultural.coop> sociedad y un nuevo ser social con el advenimiento del socialismo y el comu-
nismo. Por último, Ponce analizó el papel de la educación en la reproducción de
los sistemas de dominación, esbozando novedosas propuestas pedagógicas.
Una pléyade de intelectuales y artistas participaron del debate intelectual
sobre la situación del marxismo en la región, lo que significaba reflexionar
sobre los problemas y el futuro posibles de las sociedades latinoamerica-
nas. Entre ellos se pueden nombrar a los pensadores brasileños Luis Carlos
Prestes (1898-1990), Caio Prado Junior (1907-1990) y Carlos Nelson Coutinho
(1943- 2012); el reconocido muralista mexicano Diego Rivera (1886-1957),
el sociólogo uruguayo Rodney Arismendi (1913-1989), el escritor ecuatoria-

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


101

no Manuel Agustín Aguirre (1903-1992), el historiador chileno Marcelo Segall


(1920-1991) y los filósofos argentinos Silvio Frondizi (1907-1974), Milcíades
Peña (1933-1965) y Sergio Bagú (1911-2002). Sin embargo, un nombre resal-
ta por la productividad de sus ideas e influencia de su obra: José Mariátegui.

Diego Rivera, El hombre en el cruce de caminos, también llamado El hombre contralor del universo,
1934. <http://museopalaciodebellasartes.gob.mx/>

La historia de este mural representa un claro ejemplo de la recepción de

xx Marx en Latinoamérica:
El hombre contralor del universo
“En 1933 Diego Rivera comenzó a pintar un mural para el Centro
Rockefeller de Nueva York. La obra, inconclusa, fue destruida pues
Rivera introdujo un retrato del líder comunista Vladimir Lenin, un hecho
que despertó el rechazo de la familia Rockefeller. Diego Rivera retomó
muchos de los motivos que estaban presentes en este mural cuando reci-
bió el encargo de decorar uno de los muros del segundo piso del Palacio
de Bellas Artes. Trabajó en él entre enero y noviembre de 1934. El mural
tiene un contenido abiertamente político. El obrero aparece como el eje
central a partir del cual la imagen se divide en dos. La sección izquierda
se configura como una crítica al mundo capitalista, caracterizado por la
lucha de clases y corrompido por la represión y la guerra. La presencia de
Darwin –una referencia al desarrollo de la ciencia y la tecnología– con-
trasta con el avance de los soldados de la Primera Guerra Mundial. La
escultura grecolatina representa la religión y el pensamiento occidental,
mientras que su contraparte, en el extremo opuesto, la caída del fascismo.
La sección derecha presenta una visión idealizada del mundo socialista: los
trabajadores se manifiestan pacíficamente en la Plaza Roja. Lenin encabe-
za la unión de la clase obrera. Marx, Engels, Trotsky y Bertram D. Wolfe
hacen un llamado a la cohesión del proletariado mundial. Las elipses que
irradian de la máquina encarnan el macrocosmos y el microcosmos. La
órbita superior izquierda contiene células enfermas, símbolo de la deca-
dencia del mundo capitalista; las que aparecen en el extremo opuesto, el
mundo socialista, están sanas y aluden al génesis de la vida.”
(Fuente: http://museopalaciodebellasartes.gob.mx/)

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


102

5.3.1. Obra y Legado de Mariátegui


José Carlos Mariátegui (1895-1930) fue un destacado e influyente intelectual
peruano fundador del partido socialista en su país, y, según el prestigioso
historiador Karl Löwy (2007), “el pensador marxista más vigoroso y original
que América Latina haya conocido”.
Mediante su obra Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana
(1928), Mariátegui abrió una discusión sobre la necesidad de pensar un mar-
xismo original centrado en la especificidad de la región latinoamericana, como
José Carlos Mariátegui una totalidad, pero sin desconocer rasgos nacionales. Sus ideas son recono-
<wikipedia.org>
cidas entonces por su capacidad teórica, su perspectiva antiimperialista y la
recuperación de la lucha campesina.
El libro de Mariátegui ofreció una valiosa propuesta de autonomía concep-
tual. En ella se recuperaba el romanticismo indigenista y la cultura mestiza del
Perú. Se apostaba además por la construcción de un proyecto nacional basa-
do en la multiplicidad cultural. El énfasis descolonizador de su obra tuvo ele-
mentos políticos y culturales. Sus ideas no solo expresaban una voluntad de
renovación del marxismo clásico, sino que afectaban su sensibilidad episte-
mológica más profunda. A partir de esas reflexiones se cuestionaba la propia
lógica de construcción de los estados nacionales durante la modernidad occi-
dental. Según Mariátegui, la teoría marxista de la revolución socialista debía
<marxists.org>
adaptarse a las condiciones nacionales, ya que, por ejemplo, él observaba
que en su propio país coexistían tres sistemas económicos diferentes: el feu-
dal, el burgués y uno antiguo, que incluía residuos de la economía comunista
indígena en la sierra.
La realidad de un país con escasa población industrial y minera, pero con
una inmensa población campesina, casi en su totalidad indígena, atrasado y
explotado económica y culturalmente, lo obligó a reinventar el marxismo, bus-
cando y encontrando especificidades nacionales. Sus reflexiones contribuyeron
a buscar una interpretación menos cientificista del cambio social: una visión
bien alejada del positivismo y más cercana al mundo de los valores.
De esta forma, las ideas de Mariátegui lograban conciliar diferentes ten-
siones del pensamiento marxista. Por un lado, ofrecían una síntesis entre lo
universal y lo particular, ya que creía que el socialismo implicaba un cambio
a nivel internacional, pero debía considerar la realidad latinoamericana, espe-
cialmente, su componente agrario. En la obra del autor comenzó a aparecer
un concepto central en el debate en la región: la idea de nación. Por otro lado,
Mariátegui articuló una propuesta de cambio social que, siguiendo los presu-
puestos del socialismo clásico, consideraba a la revolución como una tenden-
cia histórica; pero, al mismo tiempo, esas transformaciones dependían de una
acción voluntarista de los grupos que la impulsaban. Finalmente, consideraba
que esos cambios revolucionarios debían apoyarse en el conocimiento cientí-
fico, tal como señalaba la teoría canónica del marxismo, pero debía incorpo-
rar valores e ideales.
Esta recuperación de un componente emocional alejaba al autor del mar-
xismo positivista y señalaba una renovación “espiritual” y antidogmática de
la teoría, mostrando una síntesis creativa al señalar la necesidad de utilizar
el saber y la pasión para provocar las necesarias transformaciones. En este
sentido, la concepción de Mariátegui sobre la realidad social expresaba una
fuerte relación entre el arte y la sociedad o, en otras palabras, la articulación
del arte y la política en su proyecto intelectual y existencial. Por ello, este

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


103

autor le dedicó gran parte de su tiempo a la edición de la revista Amauta (del


quechua: hamawt’a, maestro). A partir de esta publicación, se generó un pro-
ductivo debate sobre el significado y la importancia de las vanguardias cultu-
rales y literarias como una forma de otorgarle sentido estético a los proyectos
políticos, es decir, cualquier cambio político requiere previamente una revo-
lución cultural y una activa participación de los artistas en la resolución del
conflicto social.
Revista Amauta
Este conjunto de ideas de los primeros intelectuales marxistas de la región
<marxists.org>
incluirá los núcleos problemáticos y las tensiones del marxismo latinoameri-
cano luego de la segunda guerra mundial. Cuando la perspectiva del desarro-
llo transforme el escenario político cultural, todas esas ideas reaparecerán
de diversa forma: las ideas de Mella se reprocesarán como parte del proyec-
to del socialismo nacional; la idea del nuevo ser de Lombardo Toledano será
retomada por el concepto de Hombre Nuevo pregonado por la izquierda local.
Las ideas de Ponce sobre una pedagogía liberadora serán reutilizadas como
herramientas para la liberación de los oprimidos. Finalmente, el papel que le
asignaba Mariátegui a la cultura será central en el pensamiento marxista pos-
terior, especialmente, en el lugar que van a ocupar artistas, intelectuales y
escritores en el debate político y social. Pero la historia del marxismo latinoa-
mericano tiene un episodio central: la Revolución cubana.

5.3.2. El impacto de la revolución en la izquierda


latinoamericana
La Revolución cubana implicó un viraje en el proceso de recepción del marxis-
mo en la región latinoamericana. Se llama así al proceso político que se inició
el 1 de enero de 1959, cuando un conjunto de fuerzas insurgentes comandado
por Fidel Castro derrocó a la dictadura de Fulgencio Batista y tomó el poder
en Cuba, tras varios años de lucha armada. El triunfo de este movimiento y la
difusión de sus símbolos y valores tuvieron un amplio impacto en los procesos
políticos que protagonizaron las sociedades latinoamericanas en la década de
1960. A partir de ese momento se instaló en la región el concepto de lucha
armada, permitiendo el resurgimiento de una “izquierda revolucionaria” que se
enfrentó desde entonces a la considerada “izquierda tradicional”.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


104

Desarrollo de la Revolución cubana 1953-1959


<http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=125203>

Estos cambios ideológicos estaban profundamente imbricados con la propia


dinámica del proceso revolucionario en el pequeño país caribeño. En una
primera fase, el golpe armado tuvo un objetivo democrático y nacionalista,
descartando al socialismo como objetivo inmediato. Sus alianzas y apoyos
incluían a un conjunto muy amplio de fuerzas sociales democráticas que
habían enfrentado a la dictadura previa. No había un convencimiento ideológi-
co decidido más allá de un precario consenso sobre el proyecto nacionalista
y cierto discurso antiimperialista, inspirado en el pensamiento de José Martí
(véase Unidad 2).
No obstante, al triunfar la Revolución y pasarse de los principios a las
medidas concretas surgieron varias contradicciones en su seno, y los acuer-
dos democráticos previos se fueron deteriorando. El nuevo gobierno se vio
presionado por la reacción contraria de los Estados Unidos, el apoyo de la
Unión Soviética y la amenaza de una contienda internacional en el marco de la
Guerra Fría. La lucha nacional adquirió cada vez más un carácter antiimperia-
lista. Finalmente, el proceso se radicalizó y el discurso revolucionario se tornó
anticapitalista. La rebelión popular se vio empujada a una alternativa socia-
lista, convirtiéndose así en una revolución social, nacional y antiimperialista.
Al encontrarse con el socialismo, la revolución se tropezó forzosamente con
el marxismo. Pero ¿con qué marxismo? La revolución en sus primeras fases
no era socialista: el Partido Socialista Popular no participó del levantamiento
armado. Por otra parte, el discurso de la revolución afirmaba que el marxis-
mo no debía separar al socialismo de sus raíces democráticas y nacionales.
La constante apelación de los revolucionarios cubanos a Martí, quien no era

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


105

marxista, se explica por sus ideas de lo nacional y lo social. Finalmente, la


Revolución alimentó un debate teórico que enriqueció y complejizó al marxis-
mo clásico que se discutía en Europa.
La Revolución cubana puso en cuestión la tesis de que una revolución
democrático-burguesa (y su consiguiente transformación en socialista) solo
podía tener lugar si el proletariado desempeñaba el papel principal y si existía
el partido comunista o socialista, de ideologia marxista-leninista, que orientara
la transformación. Aunque los revolucionarios cubanos aceptaron que la revo-
lución no puede ocurrir espontáneamente, sin una vanguardia, confirmaban –
con base en su propia experiencia– que puede darse sin un partido marxista;
y que en el marco de las sociedades latinoamericanas, el proceso debe tener
en cuenta las demandas de las masas campesinas, antes que el interés del
proletariado urbano.
Si la Revolución pudo triunfar en Cuba fue, en primer lugar, porque exis-
tían –de acuerdo con el marxismo clásico–, una serie de condiciones objetivas
(estructura de clases) que la hacían posible y, en segundo lugar, porque los
factores subjetivos –conciencia, organización y acción– permitían realizar lo
que objetivamente era posible. Al tomar en cuenta ambos factores, los revolu-
cionarios cubanos se distanciaron del marxismo existente, para el cual la revo-
lución –sin obreros ni partido comunista– era un salto al vacío. Así, pues, el
marxismo con el que se encontró la Revolución cubana era un marxismo dife-
rente, que difícilmente podía encajar en los moldes históricos prestablecidos.
De allí que este marxismo heterodoxo y antidogmático presentaba diversos
puntos de interés. Por una parte, un punto álgido de la discusión fue el lugar
de las vanguardias políticas, artísticas y militares en una revolución socialis-
ta, y su relación con la clase obrera y los partidos políticos. La preminencia de
cada una estas vanguardias implicaba un tipo diferente de organización, sen-
tido y destino del proceso revolucionario. El impacto perdurable del éxito mili-
tar convenció a muchos pensadores latinoamericanos de que el camino indi-
cado era la lucha armada (Gilman, 2003). A partir de entonces se desarrolló
un variado y extenso movimiento guerrillero que operó primero en el campo y
después en las ciudades. Sin embargo, ese movimiento social solo fue posi-
ble por la radicalización de amplios sectores sociales, en un contexto de lucha
anticolonial en África y Asia, la revalorización de la teología de la liberación,
los reclamos antibélicos por la guerra de Vietnam y el fortalecimiento de los
sindicatos y partidos socialistas en la propia Europa.
Se originó así el fenómeno del foco guerrillero, que se conoce generalmen-
te como marxismo foquista o foquismo. Esta perspectiva se inspiró en cierta
interpretación de la Revolución cubana, centrada en una apoteosis de la volun-
tad revolucionaria, es decir, de la dimensión subjetiva de la acción. Estas
ideas encontraron una base teórica en el texto de Regis Debray, Revolución en
la revolución (1967), que llamaba a privilegiar la lógica armada sobre la lógica
política. Más allá de los riesgos y las críticas éticas, el foquismo se expandió
por diferentes países.
Por lo cual, como ha sido comentado en diversas obras literarias y cientí-
ficas, la sociedad occidental parecía tener la revolución social al alcance de
la mano; la estrategia armada era una forma rápida de adelantar el futuro.
Pero, entre los elementos novedosos, aparecía dentro del marxismo latinoa- En este libro, Guevara desarrolla la
estrategia foquista
mericano un discurso filosófico innovador de la mano de la obra y el lideraz-
<akpress.org>
go político intelectual del reconocido revolucionario argentino Ernesto “Che”
Guevara.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


106

Por un lado, las propias acciones de Guevara inspiraban una recuperación


de la figura del héroe romántico en los procesos sociales; por otro lado, sus
ideas recuperaban un ideal humanista del socialista revolucionario. A través
de sus famosos viajes por todo el continente, Guevara entró en contacto con
la realidad social latinoamericana y comenzó a sensibilizarse con la miseria,
el hambre y las enfermedades de un pueblo explotado. Por ello, creía que para
construir un futuro más justo era necesario un nuevo tipo de sujeto humano,
el ‘hombre nuevo’. Mediante la educación, se debe formar un ser diferente
con vocación de trabajo, sacrificio, espíritu militante y solidario, racionalidad y
pasión, es decir, un verdadero revolucionario que luche incansablemente por
la liberación del pueblo.
Por otra parte, la revolución cubana terminó por cambiar radicalmente la
versión dogmática del marxismo clásico, impregnada de eurocentrismo. Desde
la década de 1960, el marxismo ingresó en las universidades latinoamerica-
nas. Se constituyó desde entonces en una de las corrientes teóricas más
vigorosas en la docencia y la investigación. Pero no solo se difundía y estu-
Che Guevara (1928-1967) diaba lo más diverso y polémico del marxismo europeo, sino que también se
<Wikipedia.org>
elaboró una producción propia en todos los campos y desde los más diversos
enfoques, lo que contrastaba notablemente con el monolitismo ideológico de
tiempos pasados. La historia del marxismo es inseparable de la propia diná-
mica social real, de la misma manera que la historia de América Latina, y par-
ticularmente de sus luchas de liberación, es inseparable del marxismo. Pero
queda por revisar un último punto, la importancia de un legado específico: la
obra de Antonio Gramsci.

5.4. Reflexiones sobre la cola del diablo. La recepción


de Gramsci en América Latina
Antonio Gramsci (1891- 1937) es sin duda uno de los intelectuales marxistas
más citados y consultados en la región. Durante años se ha debatido acerca
de su influencia y capacidad de atracción sobre buena parte de la intelectua-
lidad latinoamericana. José María Aricó publicó en 1988 una obra en la que
estudiaba la influencia de ese autor en los debates políticos de la izquierda; al
usar la metáfora de ‘la cola del diablo’, indicaba la presencia de un conjunto
de ideas que confundía a los intelectuales y metía problemas teóricos dentro
del marxismo clásico.
Gramsci fue un filósofo y periodista italiano que se destacó como un influ-
yente teórico marxista. Fundador del Partido Comunista de su país, fue encar-
celado durante el régimen fascista. Es reconocido por enriquecer al marxismo
al introducir el sistema cultural en el análisis de la dominación. Su concepto
más importante es el de hegemonía, que describe el proceso en el que los
símbolos y valores culturales son utilizados para legitimar y mantener el poder
de los sectores dominantes.
Sus primeros textos se conocieron a través de la lectura de Mariátegui
en la década de 1920, pero habrá que esperar hasta el final de la Segunda
Guerra Mundial para que el conjunto de su obra se expanda como un polvo-
rín por toda la región. Los argentinos y brasileños son los que más leyeron
sus textos, especialmente, su principal obra Cuadernos de la cárcel, escrita
Antonio Gramsci
<Wikipedia.org> durante su encierro. En la década de 1950, un grupo de militantes comunis-
tas argentinos –entre ellos, José Aricó– comenzó a leer frecuentemente sus

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


107

textos y, en 1958, tradujeron y publicaron en castellano los Quaderni dal car-


cere (cuadernos de la cárcel).
Dentro del horizonte de renovación del marxismo latinoamericano, duran-
te los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, se abrió una búsqueda
para repensar las ideas canónicas. Todos esos caminos llegarán a la obra de
Gramsci, que había intentado un esfuerzo semejante en su país. Rápidamente,
intelectuales argentinos como Ernesto Sábato y Gregorio Bermann se interesa-
ron por las ideas gramscianas. Al final de la primera experiencia peronista, un
autor que pregonaba la lucha antifascista desde la izquierda no podía pasar
desapercibido en Buenos Aires.
De esta manera, entonces, el proceso de decantación de un grupo gramsciano
al interior del Partido Comunista Argentino irá haciendo camino hacia un intento
de renovación teórica (Burgos, 2004). En 1963, Aricó fundó, en Córdoba, Pasado
y Presente, una revista trimestral de ideología y cultura “de clara inspiración
gramsciana”, según la apreciación del propio fundador (1988: 63).
Su título no era nada casual, sino que buscaba recuperar el peso de la his-
toria para comprender las demandas del presente. Esta visión historicista y
culturalista de la política fue considerada como una desviación por las auto-
ridades del comunismo local, en la cual predominaba una perspectiva positi- <cedinci.org>
vista y ahistórica. El grupo gramsciano fue expulsado del Partido Comunista
Argentino en ese mismo año. La revista concluyó así su primera serie en 1965.
Continuó una segunda etapa en 1973, gracias al aporte y esfuerzo del mismo
Aricó, Oscar del Barco y Juan Carlos Portantiero, entre otros. Más tarde, cuan-
do este grupo se exilió en México, continuó la edición de cuadernos y libros,
en la misma línea de difusión y discusión de las ideas gramscianas.
La amplia y rápida expansión de las ideas de Gramsci en toda la región
puede deberse a dos razones principales. Por un lado, como se ha estudiado
en las unidades anteriores, el agotamiento del modelo de desarrollo basado
en la teoría de la modernización impulsó a repensar la idea de cambio social.
Por otro lado, el propio impacto político de la Revolución cubana inducirá a
una serie de conflictos de orden social, político y teórico marcados por la
organización y radicalización de diversos movimientos sociales. Esta movili-
zación de las energías revolucionarias encontrará en Gramsci a un autor que
los invitaba a reflexionar sobre nociones de pueblo, nación y cultura, concep-
tos apreciados en la lucha política local impregnada por las tensiones entre
el liberalismo y el populismo. Por ejemplo, el sociólogo argentino Juan Carlos
Portantiero adaptó la teoría de hegemonía para describir los obstáculos de la
modernización política en Argentina. Explicaba así que, a diferencia del capi-
talismo clásico (donde el Estado se constituyó sobre la base de la sociedad
civil), el caso latinoamericano es más impreciso, ya que las sociedades nacio-
nales fueron fundadas “desde arriba” en un complejo proceso simultáneo de
creación del Estado y la nación.
Además, Gramsci no se preguntaba demasiado por la verdad del socialismo
científico. Sus ideas, por lo tanto, estaban distanciadas del marxismo euro-
peo, obsesionado con recuperar el sentido universal de los cambios sociales,
impregnado de positivismo. Por el contrario, Gramsci usaba la teoría marxista
como una herramienta política y apelaba a rescatar el mundo de los valores y
la cultura para explicar el poder político.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


108

Kohan, N. (2004), Gramsci para principiantes, Era Naciente, Buenos Aires.

Algunos temas como la religión o los medios de comunicación, que habían


sido degradados por el socialismo tradicional, podían ser recuperados legíti-
mamente por la izquierda local. Además, la importancia que se le asignaba al
papel del intelectual en esta teoría, en combinación con el discurso heroico
del Che Guevara y el influjo del compromiso intelectual del legado sartreano,
llevaron a una radicalización de los escritores. Ellos se ubicaron así como una
vanguardia artística e intelectual que lideraría el proceso revolucionario, y en
combinación con la lucha armada, se allanaría el camino al socialismo.
Esta crítica de la teoría gramsciana al marxismo como supuesta ciencia
universal, reorientará la lectura de nuevas traducciones de la obra del propio
Marx, especialmente sus textos juveniles, para repensar, desde una nueva
filosofía de la praxis, una visión del mundo que, apoyada en la historia lati-
noamericana y en las capacidades transformadoras de la actividad humana
sensible, estaba en condiciones de asumir el papel de una guía de la acción
política. Todo este conjunto de ideas historicistas sería un insumo para el
surgimiento de la teoría de la dependencia, que se examinará en la próxima
unidad. También el clima cultural del exilio mexicano ayudará a repensar la
transición democrática desde una perspectiva gramsciana, como se presen-
tará en la Unidad 7.
Finalmente, se puede subrayar que, con sus logros (el gobierno de Allende
en Chile) y rotundos fracasos (la guerrilla foquista), la lucha revolucionaria y
antiimperialista de los pueblos latinoamericanos fue influenciada fuertemente
por el marxismo. La situación del pensamiento marxista siempre ha ejercido
una gran atracción sobre los intelectuales de la región. En un primer momen-
to, el problema epistemológico de la cientificidad y universalidad del marxismo
fue rescatado como un dogma. Luego, apareció una orientación más huma-
nista que, por el influjo de Gramsci y del Che Guevara, convirtió a la praxis en
una categoría central de su corpus teórico, denunciando la importación inge-
nua de las teorías y promoviendo el conocimiento propio. En suma, el marxis-
mo local se ha esforzado por atender a las realidades nacionales específicas,
contribuyendo así a que la práctica política se aleje del economicismo u obje-

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


109

tivismo de los partidos comunistas tradicionales o del subjetivismo y mesia-


nismo foquista. Es innegable que el marxismo en América Latina, libre de las
ceñidas tensiones que lo aprisionaron durante largos años, se ha desarrollado
fecundamente desde la década de 1960. Permanece sensible, por lo tanto, a
cuestiones que hoy ocupan el primer plano, como la democracia. Después de
todo este tiempo, el marxismo es, de esta forma, un ingrediente central de la
teoría social latinoamericana.

1.

KK A partir de lo leído en esta unidad, responda las siguientes preguntas:


a. ¿Cuáles fueron las principales ideas del marxismo que fueron reto-
madas por los intelectuales latinoamericanos?
b. Identifique por lo menos cuatro diferencias en la recepción latinoa-
mericana de la obra de Marx y la de Gramsci.
c. Elija un pensador latinoamericano de los destacados en esta unidad
y explique por qué le reviste especial interés.

LECTURA OBLIGATORIA

Aricó, J. (1988). “Por qué Gramsci en América Latina”, en La cola

OO del diablo. Itinerario de Gramsci en América Latina, Puntosur, Buenos


Aires, pp. 83-126.
Burgos, R. (2004). Los gramscianos argentinos. Cultura y política
en la experiencia de Pasado y Presente, Siglo XXI, Buenos Aires, pp.
179-206.
Gilman, C. (2003). La pluma y el fusil, Siglo XXI, Buenos Aires,
pp. 13-33.
Sánchez Vázquez, A. (1988). “El marxismo en América Latina”,
Dialéctica, nº 19. Disponible en <www.omegalfa.es/downloadfile.
php?file=libros/el-marxismo-en-america-latina.pdf>

LECTURA RECOMENDADA

RR
Aricó, J. (1983). “Marx y América Latina”, Nueva Sociedad, 66: 47- 58.

Guadarrama González, P. (2002). “Situación actual del marxismo en América Lati-
na”, Cuadernos hispanoamericanos. Madrid, 627: 55-63
Lowy, M. (2007). El marxismo en América Latina, LOM, Santiago de Chile.
Puiggrós, R. (1956). “Las izquierdas y el problema nacional”, Historia crítica de los
partidos políticos argentinos, Hyspamérica, Buenos Aires, 1986, Tomo II (la cantidad de
tomos varía en ediciones anteriores).
Tarcus, H. (2007). “Historia intelectual y problemática de la recepción”, Marx en
Argentina, Siglo XXI, Buenos Aires, pp. 21-59.
Terán, O. (1991). “Marxismo, populismo y nueva izquierda”, Nuestros años sesenta,
Puntosur, Buenos Aires, pp. 97-128.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


110

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


111

La teoría de la dependencia. Debates y


perspectivas

Objetivos
•• Conocer los puntos fundamentales de la teoría de la dependencia.
•• Distinguir los diferentes enfoques, temas y autores dentro de la teoría
social latinoamericana y los puntos divergentes entre ellos.
•• Presentar y discutir las ideas de neocolonialismo, periferia y situación de
dependencia.

6.1. Introducción
Esta unidad ofrecerá una lectura del rol de la teoría de la dependencia en las
ciencias sociales latinoamericanas en una doble dimensión, ya que puede
ser interpretada simultáneamente como respuesta crítica de la izquierda a la
situación de insatisfacción con las perspectivas desarrollistas, y como una
reivindicación del discurso anticolonial. Se revisarán además los principales
temas y autores del debate sobre la dependencia, marcando principalmente
las diferencias entre un enfoque de la dependencia y las diferentes corrientes
y figuras de la teoría de la dependencia propiamente dicha. Al mismo tiempo,
se buscará establecer una clara distinción entre la dependencia como fenó-
meno empírico, la dependencia como objeto de investigación y construcción
teórica y la dependencia como agenda de trabajo, programa que incluyó a un
grupo de académicos llamados dependentistas.
De esta forma, invitaremos a examinar el entrecruzamiento cognitivo entre
el proyecto cepalino y el discurso del marxismo ortodoxo, pensando en las
transformaciones del debate político latinoamericano en las décadas de 1960
y 1970, y la aparición de la polémica sobre marginalidad y subdesarrollo.
Asimismo, se estudiará el rol institucional del ILPES y el ALAS como soportes
institucionales del debate, redefiniendo líneas de continuidad y ruptura con la
teoría de la modernización, el latinoamericanismo y el socialismo.

6.2. La teoría de la dependencia


Al finalizar la segunda posguerra, varios países latinoamericanos presentaban
condiciones económicas y sociales que preanunciaban un rumbo seguro hacia
un proceso de industrialización autónoma. Ello permitiría lograr las transfor-
maciones necesarias para el anhelado desarrollo político y económico. Sin
embargo, en los primeros años de la década de 1960, esos mismos países

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


112

comenzaban a mostrar indicadores de agotamiento económico y crisis polí-


tica. Las economías nacionales de Argentina, México y Brasil, por ejemplo,
revelaban por aquellos años signos de debilidad que imposibilitaban gran-
des saltos de la productividad y crecimiento sostenido del producto bruto.
Además, los sucesivos golpes de Estado, primero en Brasil (1964) y luego
en Argentina (1966), indicaban que el proyecto de modernización política no
tenía la fortaleza proclamada. En consecuencia, rápidamente, comenzó una
profunda discusión teórica sobre los límites del desarrollismo, a partir de la
cual emergió una nueva teoría social con un profundo impacto en la región: la
teoría de la dependencia.
Esta teoría mundialmente conocida es un complejo modelo de interpreta-
Como vimos en la unidad 2, la ción de la realidad latinoamericana. Fue elaborada entre finales de la década
teoría de la dependencia fue
parte fundamental de la agenda
de 1950 y mediados de la década de 1970, pero tuvo su apogeo entre 1964
de investigación de Flacso. y 1973. Fue resultado de un ambiente de profunda insatisfacción con los
aportes y resultados empíricos de la teoría de la modernización, cuyas ideas
principales fueron presentadas en la unidad 3. Básicamente, la teoría de la
dependencia expresaba una búsqueda de un nuevo cuerpo de preguntas e
hipótesis que pudieran explicar el estancamiento económico de los países de
la región y superar las respuestas desarrollistas que se consideraban agota-
das y confrontadas por la propia realidad del continente, en un contexto des-
cripto en la unidad 4. Se inauguró así el predominio de una etapa de la teoría
social latinoamericana, que vino a reemplazar la D del desarrollo por la D de
la dependencia.
La teoría fue realmente un boom, ya que movilizó un sinfín de recursos ins-
titucionales destinados a interpretar las nuevas ideas y dinamizó un mercado
editorial que colapsó de libros, colecciones, artículos y ponencias, todos ellos
con el título de dependencia en sus cubiertas. Este cuerpo de textos fue leído
en un período de fuerte radicalización política: la emergencia de críticas desde
la izquierda al cientificismo de la teoría social latinoamericana. A todo ello se
sumó, como ya se ha comentado en unidades anteriores, una profunda trans-
formación del campo de las ideas, donde los intelectuales latinoamericanos
estaban redefiniendo su propio rol frente al compromiso y los desafíos de la
acción política, al mismo tiempo que emergían con fuerza discursos naciona-
listas y anticolonialistas (Gilman, 2003).
En este sentido, la teoría de la dependencia planteó una fuerte crítica al
proyecto de la modernización. En primer lugar, los teóricos de la dependencia
sostuvieron que la idea de desarrollo fue concebida como un ejercicio teórico-
metodológico que suponía la etapa de la modernización como un tipo ideal
no comprobable con la realidad. Además, la receta del desarrollo estaba muy
concentrada en los fines utópicos del proceso, pero no precisaba adecuada-
mente los medios necesarios para el cambio social ni aclaraba los modos de
pasaje o transición de una etapa a otra. En segundo lugar, se criticó el exce-
sivo énfasis del desarrollismo por el crecimiento económico, ya que descui-
dó otras dimensiones como la política y la cultura. Por último, la nueva teoría
señaló que el modelo previo no distinguía con claridad las diferentes forma-
ciones sociales de la región (Beigel, 2010).
Por lo tanto, un conjunto de intelectuales ensayaron un marco de interpre-
tación sobre los problemas del desarrollo y plantearon una reorientación de
la teoría social. Se esbozó entonces la idea de dependencia económica, pre-
sentada como una situación en la que tanto la producción como la riqueza de
algunos países están condicionadas por las relaciones asimétricas y subordi-

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


113

nación del mercado mundial. Esta noción de contenido puramente económico


se fue ampliando hasta incorporar una visión más estructural que incluía la
economía, la política, la cultura, es decir, todos los elementos que permiten
pensar la estructura social desde una perspectiva histórica. De esta forma, si
el desarrollismo sostenía que los obstáculos al cambio social se presentaban
por diferentes déficits internos en cada una de las sociedades nacionales de
América Latina, la teoría de la dependencia los ubicaba, en cambio, en una
específica relación de dependencia estructural entre las sociedades menos
avanzadas y los países centrales.

PARA REFLEXIONAR

PP

Lavado, S. (Quino) (1993), Todo Mafalda, Ediciones de la Flor,


Buenos Aires.

La teoría de la dependencia intentó entonces, ante el incumplimiento predic-


tivo de la teoría de la modernización, ofrecer un nuevo espacio teórico para
explicar y comprender las razones del estancamiento de la economía y el atra-
so social de la región, moviendo las causas del frente interno al externo. Para
ello recuperó el paradigma de la economía periférica del proyecto cepalino, tal
como se discutió en la unidad 2, y lo combinó con el enfoque estructural de
La definición de economía peri-
contenido marxista, que ya fue presentado en la unidad anterior.
férica de Prebisch invita a pensar
Tal como fue explicado en la sección sobre el pensamiento de Raúl que los países denominados “sub-
Prebisch, la relación centro-periferia dentro de la economía mundial ha sido desarrollados” no son economías
una herramienta intelectual muy productiva para explicar la desigualdad eco- a las que le falta desarrollo, sino
que son resultado de un conjun-
nómica entre los países. La noción sostenía que el crecimiento en América to de variables relacionales his-
Latina requería romper con una lógica de especialización del mercado mun- tóricas, políticas y económicas
dial. En esta distribución desigual de los recursos, la producción y exportación entre países.
de materias primas y el consumo de manufacturas importadas llevaban a las
economías locales al deterioro de los términos de intercambio. Era necesario
establecer un mercado interno protegido que asegurara el desarrollo industrial
y avanzar en el desarrollo.
Sin embargo, los teóricos de la dependencia comenzaron a brindar datos
acerca de que la industrialización desarrollista no era suficiente, ya que se
basaba en una compleja situación de dependencia. Por un lado, se mostraba

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


114

una subordinación tecnológica y financiera. Por otro, la propia expansión eco-


nómica alentaba en una primera etapa un fuerte crecimiento de las importa-
ciones de insumos, máquinas y productos sin dar tiempo al fortalecimiento de
la capacidad exportadora de las diferentes economías. Todo ello finalmente
ahogaba las finanzas de los países, empujándolas a una crisis inflacionaria y
de déficit comercial. Además, la nueva teoría colocaba esta situación dentro
de un marco que incluía un análisis de dependencia estructural, en la cual las
clases sociales, el Estado y el marco cultural de la región cumplían un desta-
cado papel.

LEER CON ATENCIÓN

La Teoría de la Dependencia surgió en América Latina en los años

LL sesenta y setenta. Sostiene los siguientes postulados:


• El subdesarrollo está directamente ligado a la expansión de los
países industrializados.
• Desarrollo y subdesarrollo son dos aspectos diferentes del mismo
proceso.
• El subdesarrollo no es ni una etapa en un proceso gradual hacia el
desarrollo ni una precondición, sino una condición en sí misma.
• La dependencia no se limita a relaciones entre países, sino que
también crea estructuras internas en las sociedades.
(Blomström y Ente, 1990).
Fuente:<http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/clacso/crop/
glosario/t.pdf>

1.

KK La línea roja que aparece en el mapa establece la división de países del


centro y periferia.
Observe la distribución en regiones y según lo leído en este apartado
justifique la frase “desarrollo y subdesarrollo son dos aspectos diferen-
tes del mismo proceso”.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


115

Teoría de la dependencia

Fuente: <sintinta.com.ar>

6.3. Dos enfoques de la teoría de la dependencia


Si bien estas ideas comparten una serie de rasgos comunes, es necesario
mencionar que existieron fuertes disensos dentro del debate sobre la depen-
dencia. Se pueden identificar así dos grandes líneas de pensamiento. Por
un lado, el llamado ‘enfoque de la dependencia’ que, desde la perspectiva
sociológica, buscaba analizar un tipo particular de articulación entre clases
sociales, sistema productivo y Estado. Los autores principales de esta corrien-
Fernando Henrique Cardoso
te fueron Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto, quienes a partir de su conocida
Fuente: Flacso
obra Dependencia y desarrollo en América Latina (1967) se convirtieron en
los pensadores más leídos y consultados dentro de las ciencias sociales
latinoamericanas.
Por otro lado, otros destacados autores, como Vania Bambirra y Ruy Mauro
Marini, André Gunter Frank y Theotonio dos Santos, consideraban la depen-
dencia como una categoría fundamental del capitalismo dependiente en tanto
modo de producción. De esta forma, el primer grupo consideraba la idea de
dependencia solo como una perspectiva teórica metodológica que permite
observar una condición concreta de dependencia de los países latinoamerica-
nos en el marco de sus experiencias como proyectos políticos nacionales. En
cambio, el segundo agrupamiento de intelectuales consideraba la dependen- Enzo Faletto (1935-2003)
cia como un modelo teórico completo que explicaba las limitaciones estructu- Fuente: Flacso
rales del capitalismo local. Si el enfoque de la dependencia tenía una visión
societal integrada, el grupo que defendía la idea de una teoría sostenía una
visión que privilegiaba la relación del modo de producción con el mercado mun-
dial (Beigel, 2010).
La mayor parte de estas ideas tuvieron a la Comisión Económica para
América Latina (Cepal), especialmente al Instituto Latinoamericano de
Planificación Económica (Ilpes), como centro institucional.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


116

Como ya se ha comentado en la unidad 2, la Cepal atrajo a Santiago de


Chile a una pléyade de intelectuales que huían de las dictaduras militares y
encontraron allí un refugio para la producción intelectual autónoma y crítica.
Aunque pueda reconocerse que la mayor parte de los teóricos de la depen-
dencia fueron de origen brasileño, estas ideas fueron discutidas y enriqueci-
das por autores y pensadores de México, Perú, Argentina, Chile, Venezuela,
América Central y el Caribe, dejando un profundo y productivo legado intelec-
tual (Roitman Rosenmann, 2008: 80-109). El momento cúlmine del debate
transcurrió durante el Congreso Latinoamericano de Sociología en 1974. La
diversidad de autores y la complejidad del debate sobre la dependencia hacen
necesaria una revisión más detallada de estas ideas.

6.3.1. La dependencia en Cardoso y Faletto. Una reconstrucción


del enfoque de la dependencia
En 1969 se publicó en México un libro clave, después de circular por al menos
tres años como una copia mecanografiada y ser masivamente discutido por
investigadores en diferentes centros de investigación de Santiago, Buenos
Aires y Río de Janeiro. La obra Dependencia y Desarrollo en América Latina
de Fernando Cardoso y Enzo Faletto catapultó a sus autores a un sitial de
inusitada fama y posicionó al tema de la dependencia en el centro del debate
intelectual en la región. Las ideas surgieron en un contexto colectivo deseoso
de encontrar una nueva fórmula para explicar el subdesarrollo de los países
latinoamericanos. La audiencia estaba preparada para leer un texto que no era
del todo original, dado que la mayor parte de los economistas y sociólogos de
la CEPAL estaban trabajando en el tema, pero Cardoso y Faletto reordenaron
el debate y propusieron un esquema de fácil interpretación y transmisión.
Sencillamente, pusieron en palabras lo que muchos intuían pero no sabían
cómo explicar.

Los padres de la Teoría de la Dependencia (extracto de su biografía)

Fernando H. Cardoso
Nació el 18 de junio de 1931 en Río de Janeiro, Brasil y estudió Sociología en la
Universidad de San Pablo. Se doctoró en 1961 con un estudio sobre “Esclavitud y capi-
talismo en el sur del Brasil”. Luego del golpe de 1964, dio clases en Argentina, Francia y
Chile. En este último, fue subdirector del ILPES. Participó como profesor visitante en el
segundo período de la ELAS (1960), y como profesor de planta en el tercer período de
la Escuela. En 1985 fue candidato a alcalde de San Pablo y Ministro de Hacienda en el
gobierno de Itamar Franco. Fue presidente de Brasil desde 1995 hasta 2003.

Enzo Faletto
Nació en Santiago de Chile el 14 de julio de 1935 y murió el 22 de junio de 2003.
Sociólogo, profesor titular de la Universidad de Chile, estudió Licenciatura en Historia
en la Facultad de Filosofía y se especializó más tarde con una Maestría en Sociología en
la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Entre 1967 y 1972 dio clases
a estudiantes de sociología y periodismo de la Universidad de Chile. A partir de 1973 se
trasladó a la Cepal donde desempeñó importantes cargos como consultor de este organis-
mo internacional, manteniendo su vínculo con Flacso, para regresar en 1990 a la docencia

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


117

a la Universidad de Chile, específicamente al Departamento de Sociología, donde ejer-


ció hasta sus últimos días. Desde 1973 y durante varios años trabajó en la Cepal, en
la División de Desarrollo Social, manteniendo el vínculo con Flacso. Fue aquí donde
conoció a Fernando Henrique Cardoso. En 1993 fue postulado al Premio Nacional de
Ciencias Sociales y Humanidades, y fue distinguido como Profesor Honorario de la UC
y Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina.

Fuente: <flacsochile.org>

Esta primera versión de la dependencia ofreció una definición sociológica del


subdesarrollo combinando el análisis estructural de la economía y la política.
Se invocaba así una interpretación del desarrollo desde adentro centrada
en las estructuras sociales y de poder. De esta forma, ellos plantearon un
análisis de los intereses y demandas que guían a los grupos sociales enfren-
tados en el marco del Estado nacional, o lo que ellos denominaron “procesos
histórico y social”.
Una de las ideas centrales del texto es la distinción entre dependencia, la
noción centro-periferia y la dualidad desarrollo-subdesarrollo. Esta visión dife-
rencia a Cardoso y Faletto de otros teóricos, como se verá más adelante. En
palabras de los autores (1977: 24-25):

CC
La noción de dependencia alude directamente a las condiciones de existencia
y funcionamiento del sistema económico y del sistema político, mostrando las
vinculaciones entre ambos, también en lo que se refiere al plano interno de los
países como al externo. La noción de subdesarrollo caracteriza a un estado o
grado de diferenciación del sistema productivo […], sin acentuar las pautas de
control de las decisiones de producción y consumo, ya sea internamente (so-
cialismo, capitalismo, etc.) o externamente (colonialismo, periferia del mercado
mundial, etc.). Las nociones de “centro” y “periferia”, por su parte, subrayan
las funciones que cumplen las economías subdesarrolladas en el mercado
mundial, sin destacar para nada los factores político-sociales implicados en la
situación de dependencia.

Otro aspecto interesante del libro es que, si bien los autores plantean una
propuesta teórico-metodológica que puede ser utilizada para pensar cualquier
situación de dependencia, claramente reclamaban la necesidad de tomar en
cuenta las diferentes experiencias nacionales. De acuerdo con este análisis,
se debían considerar los divergentes procesos de formación del Estado en
cada país, las formas de ejercicio de poder y las maneras de manifestarse la
dependencia. Todas estas formas no son idénticas, sino que varían en fun-
ción de formas estatales específicas. Por ello, para analizar la situación de
dependencia –referida a la integración de las economías nacionales al merca-
do internacional– se requiere recuperar la definición de las distintas formas
de interrelación de los grupos sociales y las clases en el marco del Estado.
Este razonamiento permitió a los autores identificar situaciones de encla-
ve o de economía nacional que implican diferentes grados de dependencia.
La clave pasa así por buscar a los grupos con capacidad de generar espacios

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


118

de autonomía que posibiliten una ruptura de la dependencia, lo cual obliga


a preguntarse sobre la fortaleza o debilidad de las burguesías para controlar
los recursos productivos y disponer de cierta autonomía para impulsar pro-
yectos nacionales. Esto derivó, por un lado, en una larga discusión acerca de
si ese acto sería equivalente a la noción de revolución en la lógica marxista.
Por otro, la lectura del libro puede llevar a la interpretación de que las bur-
guesías podrían encabezar esa revolución nacional, lo que alejaría esta pos-
tura del legado socialista, que centraba su aspiración de cambio social en la
clase obrera.
De esta forma, las ideas de Cardoso y Faletto se situaron dentro del debate
sobre el destino revolucionario de las sociedades en la región, el lugar de la
dependencia en una teoría sistemática del socialismo y una crítica a la socie-
dad capitalista. Tal como sostiene Roitman Rosenmann (2008: 90), esta con-
fusión entre los dependentistas y los marxistas empobreció el debate, ya que
el primer grupo no quería avanzar demasiado para no cuestionar la ortodoxia
y el segundo agrupamiento no exploraba nuevas ideas para no quedar aleja-
do de la corriente de moda. Ante la formidable turbulencia de razonamientos,
Cardoso y Faletto se vieron obligados a publicar en 1977 su también famo-
so postscriptum, en el que respondieron las críticas y malinterpretaciones de
sus colegas.

6.3.2. Las propuestas de Dos Santos y Marini


Pese a la popularidad, o más bien debido a ella, el proyecto teórico del libro
Dependencia y desarrollo… dio lugar a un amplio debate con las consiguien-
tes resistencias y reinterpretaciones. Entre los varios autores que discutie-
ron la idea de dependencia se puede rescatar especialmente dos nombres:
Theotonio dos Santos y Ruy Marini. Ambos sociólogos brasileños contribuyeron
a enriquecer y difundir una teoría de la dependencia de contenido marxista
que pudiera debatir con las ideas de Cardoso y Faletto, recién comentadas.
Entre los aportes de Dos Santos merece destacarse su esfuerzo por soste-
Theotonio dos Santos ner una visión general del concepto de dependencia, ofrecer una reconceptua-
<theotoniodossantos.blogspot. lización de las estructuras internas de la dependencia y formular una periodiza-
com>
ción de las diversas fases de la dependencia en la historia de la acumulación
capitalista mundial. Su idea de dependencia es clara y acotada. Para él, la
dependencia es una situación en la cual la economía de determinados países
está condicionada por el desarrollo y la expansión de las economías a las cua-
les se encuentras sometidas. De esta forma, la relación de interdependencia
entre dos o más países, y entre estos y el comercio mundial, toma la forma de
dependencia cuando algunas naciones (las dominantes) pueden expandir su
producción en forma autónoma, en cambio otras naciones (las dependientes)
solo pueden hacerlo como reflejo de esa expansión, la cual puede tener un
efecto negativo o positivo sobre su desarrollo inmediato (Dos Santos, 1974).
Ruy Marini
De acuerdo con estas ideas, las formas históricas de la dependencia están
<ungs.edu.ar> condicionadas por diferentes elementos. Primero, las características del mer-
cado mundial en cada momento histórico. Segundo, las formas que asume el
capital en los países centrales y su capacidad de expansión. Tercero, las rela-
ciones económicas y el tipo de capitalismo establecido en los países perifé-
ricos. A partir de estas combinaciones, y siguiendo a Dos Santos (1972), se
pueden definir tres formas diferentes de dependencia, según la fase histórica
del desarrollo capitalista: colonial, industrial financiero o industrial-tecnológico.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


119

1. Dependencia colonial. Se basa por lo general en una economía exportadora,


en la que el capital comercial y el financiero, aliados al Estado colonialista,
dominan las relaciones económicas de los países europeos y sus colonias
por medio del monopolio del comercio, complementado con el monopolio
colonial de la tierra, las minas y la fuerza de trabajo (servil o esclava) en
los países colonizados. Si bien puede considerarse que este tipo de depen-
dencia correspondía a la etapa de colonización americana y africana, la
supervivencia de una producción de monocultivos y la explotación rural y
minera han dado lugar a enclaves en los que esta dependencia colonial se
sigue reproduciendo.
2. Dependencia industrial-financiera. Consolidada a fines del siglo XIX, se
caracterizó por la dominación del gran capital en los centros hegemónicos
y por su expansión al exterior a través de inversiones en la producción de
materias primas y de productos de la agricultura destinados al consumo
de los países centrales. En las regiones dependientes creció entonces una
estructura productiva dedicada a la exportación de estos productos. Pero,
dado el desigual intercambio de flujos financieros, las economías más
retrasadas se veían imposibilitadas de crecer, en un marco que la Cepal
estudió como las relaciones centro-periferia.
3. Dependencia industrial-tecnológica. Se basa en la expansión de la inversión
industrial de empresas multinacionales. Estas se instalan en los países
para orientar su producción al mercado interno. Pese al aumento de la pro-
ducción y del empleo, este desarrollo aparente es contradictorio. Los paí-
ses quedan atrapados por la necesidad de importar maquinaria concebida y
fabricada en el exterior y presionados al mismo tiempo de dar concesiones
económicas y jurídicas a las empresas para evitar el giro de utilidades o el
cierre que provocaría respectivamente una crisis financiera o la amenaza
del desempleo masivo. Esta fase corresponde a la etapa desarrollista de
sustitución de importaciones, en la cual se comenzaba a utilizar ventajas
tecnológicas vinculadas a la relocalización de empresas y el capital.

CC
El capitalismo dependiente es, pues, esencialmente excluyente en su creci-
miento, lo que hace crecer la inestabilidad y el desequilibrio internos de la so-
ciedad y, consecuentemente, el equilibrio político del régimen se ve amenaza-
do por la creciente presión de consumo de las masas que no pueden ser
absorbidas, además de la presión normal de los sectores ya absorbidos por el
sistema… [Esta] situación estructural de inestabilidad política […] exige, por
parte de la clase dominante, recurrir a una política de fuerza para garantizar la
sobrevivencia del sistema. Esta necesidad entra en contradicción con las exi-
gencias de la política de reforma, que podría quizás disminuir ciertas presio-
nes temporalmente, y hace acumularse los factores que impiden la reforma.
La solución intentada en los últimos años ha sido la de realizar la política de
reformas o modernización desde arriba, es decir, a partir de una minoría militar
ilustrada por las escuelas superiores de guerra, pretendiéndose obtener el
apoyo de las elites sindicales, políticas, estudiantiles, etc. Este esquema ha
fallado básicamente por la imposibilidad estructural de combinar reforma y re-
presión de forma eficaz. Las reformas se convierten en sus propias sombras y
la represión se hace ineficaz por su vacilación entre reprimir y buscar apoyo en
los sectores afectados por la represión. (Dos Santos, 1972: 46-47)

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


120

LEER CON ATENCIÓN

La propuesta de Dos Santos incorpora la situación de dependencia

LL a la historia del capitalismo y sus transformaciones, poniendo un


énfasis especial en las características del desarrollo desigual y combi-
nado. De alguna manera, esta visión recupera la idea evolutiva del
sistema capitalista hasta llegar a una forma de imperialismo que sería
semejante a la dependencia tecnológica descripta. Esta etapa adop-
ta además un tipo de dominación político-cultural en las cuales las
necesidades de las clases dominantes en cada país están subordina-
das a las acciones y estrategias de control del capital en los países
subdesarrollados.

La teoría de Dos Santos sugiere que la revolución social, en cada uno de los
países, sería el único camino posible para romper la dependencia, ya que
se podría superar la crisis modificando las estructuras sociales y de poder
impuestas por el capitalismo dependiente. Por lo cual, el proyecto teórico de
Dos Santos no se aleja demasiado de una estrategia revolucionaria de trans-
formación socialista, que pugna por el cambio social, por un lado, e impida
cualquier política que mantenga la dependencia, por otro. Según este autor,
las condiciones de América Latina, en el contexto de la crisis del desarrollismo
y el agotamiento del modelo dependiente de sustitución de importaciones,
posibilitaban una crisis de legitimidad, ya que las propias clases dominantes,
las clases medias y los sectores populares habían perdido la confianza en el
poder existente. Todo ello profundizaba la crisis y obligaba a buscar y pensar
nuevas formas de acción política y nuevos modelos de organización social.
Para ello, la teoría social debía reconocer las transformaciones del aparato
productivo; y, en este sentido, la teoría de la dependencia aparecía como
el discurso teórico indicado para establecer las bases de un nuevo tipo de
sociedad.

2.

KK En este video, Theotonio dos Santos da una conferencia magistral sobre


la teoría de la dependencia, el surgimiento de los imperios y los bloques
de poder que se generan a lo largo de la historia moderna. Cuestiona la
idea de “avance de la sociedad” y describe los discursos sobre el “pro-
greso”, “civilización” y “libertad” que esgrimen las potencias como jus-
tificación de sus políticas económicas y militares.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


121

<https://www.youtube.com/watch?v=dAjLsFJ3xJc>

Reflexione sobre cómo estos repertorios se relacionan con los conceptos


de neocolonialismo, periferia y situación de dependencia.

Otro autor destacado en este debate fue Ruy Mauro Marini, cuyo texto
Dialéctica de la dependencia (1973) fue ampliamente comentado. Sus trabajos
continuaron la senda del recién presentado proyecto teórico de Dos Santos,
con quien compartió investigaciones y espacios institucionales.
Estas ideas retomaban la vinculación entre dependencia e imperialismo,
anticipando, incluso, preguntas sobre el proceso de globalización emergen-
te. No obstante, los escritos de Marini tuvieron una importante originalidad:
aportaron una interesante distinción dentro de los propios países periféricos
(tanto en América Latina como en África y Asia), que tiene que ver no solo
con el modo de producción, sino también con los modos de acumulación de
riqueza de las burguesías nacionales. De esta forma, introdujo al análisis el
concepto de explotación. En los países periféricos, las burguesías se asocian
con el capital transnacional, pero deben compartir los ingresos generados por
la plusvalía del trabajo. Por lo cual, para compensar esa menor participación
en la distribución de la acumulación, la burguesía nacional utiliza diferentes
mecanismos de explotación (bajos salarios, recorte de beneficios), generando
así mayor plusvalía, pero, al mismo tiempo, el mantenimiento del subdesarro-
llo y la dependencia, incluso con expansión de la industrialización nacional.
La definición de Marini es muy clara y concisa:

CC
[La dependencia es] una relación de subordinación entre naciones formalmen-
te independientes, en cuyo marco las relaciones de producción de las nacio-
nes subordinadas son modificadas o recreadas para asegurar la reproducción
ampliada de la dependencia. (1973: 110)

Este análisis recuperaba un tema clásico en este debate: la división internacio-


nal del trabajo. Las relaciones de América Latina con los centros capitalistas
europeos determinó el curso del desarrollo ulterior y la dependencia de la
región. Para Marini, el fruto de la dependencia no podía ser si no más depen-
dencia, y su liquidación supone necesariamente la supresión de las relaciones
de producción que ella involucra. En este sentido, retomaba algunas ideas de

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


122

otros conocidos dependentistas como André Gunter Frank, quien sostenía el


concepto de “desarrollo del subdesarrollo”.
De esta forma, las nociones de capitalismo y trabajo fueron las que le permi-
tieron a Marini preguntarse sobre el origen y la superación de la dependencia.
Para ello, ubicó su análisis en las determinaciones económico-políticas que
definen las estructuras de poder y las formaciones sociales latinoamericanas.

LEER CON ATENCIÓN

A diferencia de Dos Santos, Marini interpretó la dependencia en

LL tanto relación que nace entre naciones independientes y en el inte-


rior del proceso de configuración del imperialismo. En este sentido, el
colonialismo no sería una forma histórica de dependencia, situación
que comenzaría recién con la revolución industrial y la creación de
los estados nacionales, que como ha sido dicho, se insertaron en una
estructura definida, la división internacional del trabajo.

Las reflexiones realizadas por Marini colocaron su análisis en un eje específico


de la dependencia: su naturaleza dialéctica. Así, el núcleo central del problema
radicaba en el carácter que presenta la explotación de la fuerza de trabajo en
los países dominantes imperialistas y los países dependientes y subordina-
dos. El proceso de intensificación de la producción permitía así cambiar las
formas de obtener el plusvalor en las economías desarrolladas. Este proceso
trasladaba parte de la explotación a los países de economía dependiente.
Mientras tanto, en estas regiones, la sobreexplotación del trabajo profundiza-
ba y mantenía las formas de extracción de plusvalía.

LECTURA RECOMENDADA

RR
Marini, R. (1973), En torno a Dialéctica de la dependencia (postscriptum), en publicación:
América Latina, dependencia y globalización. Fundamentos conceptuales Ruy Mauro
Marini. Antología y presentación Carlos Eduardo Martins. Bogotá: Siglo del Hombre -
Clacso, 2008. Disponible en:
<http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/secret/critico/marini/capitulos/05dialectica3.
pdf>.

6.4. Críticas y balances de la Teoría de la dependencia


Diferentes ideas y reflexiones sobre la dependencia circulaban en la región
desde finales de la década de 1950. Su discusión institucional comenzó
empero en 1964, cuando el economista brasileño Celso Furtado dictó un semi-
nario sobre la temática en el Instituto Latinoamericano de Planificación Social
(Ilpes) de la Cepal (Gabay, 2010: 86). La importancia de esta institución fue
presentada en la unidad 2; por ello resultaba comprensible que allí surgiera un
debate tan trascendente entre sociólogos, economistas y cientistas políticos

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


123

que participaban del circuito académico chileno, con Cepal y Flacso como los
nudos centrales.
Se inauguró un periodo que se extendió hasta 1974 cuando el tema pre-
dominó sobre cualquier otra discusión conceptual. El debate sobre la teoría
de la dependencia tuvo su punto álgido en el XI Congreso de la Asociación
Latinoamericana de Sociología (ALAS) en 1974, celebrado en San José de
Costa Rica. En ese Congreso y bajo el título “Debates sobre la teoría de la
dependencia y la sociología latinoamericana”, coordinado por Daniel Camacho
(1979), se compilaron las ponencias y los debates que ponían al día el estado
y perspectivas de la teoría de la dependencia. En un momento crítico para la
región, marcado por el comienzo de las dictaduras militares, las torturas, las
desapariciones y los exilios, el libro recogió las contribuciones de los sociólo-
gos en diáspora, quienes se juntaron por primera vez en un encuentro acadé-
mico, después del golpe contra Allende en Chile. La obra suscitó un enorme
interés en el ámbito latinoamericano, pero de algún modo sirvió de cierre y
balance para el inicio de una nueva etapa, la transición a la democracia que
será presentada en la próxima unidad.
En el marco de un debate intelectual dentro del Ilpes, la teoría de la depen-
dencia nació como una crítica rigurosa a los principales supuestos del estruc-
turalismo de la Cepal. En ella participaron desde el principio intelectuales
como el propio Furtado, Fernando H. Cardoso, Enzo Faletto y Osvaldo Sunkel.
Este grupo originario planteó una discusión con el fantasma de Prebisch, quien
había dirigido la institución por varios lustros (Gabay, 2010). De esta forma,
el traslado del director a otras funciones institucionales en la ONU, sumado
a los nuevos tiempos políticos reorientaron la discusión sobre el desarrollo.
La sensación de frustración sobre el resultado de las políticas desarrollistas
y el impulso de cooperación internacional, impulsadas por la “Alianza para
el Progreso”, se potenció con el golpe de estado en Brasil y el impacto del
Proyecto Camelot, comentado en la unidad 4. Este nuevo escenario propició
un ámbito favorable para un duro cuestionamiento de la noción de “desarro-
llo” delineada por Prebisch en la Cepal, lo cual dio lugar a una interpretación
radicalizada sobre la realidad social en América Latina. Ello fue la base para
la teoría de la dependencia.
Sin embargo, las ideas sobre la teoría de la dependencia no fueron homo-
géneas dentro del Ilpes. Existieron diferencias desde sus orígenes entre los
productos intelectuales de los equipos de Cardoso y Faletto, que trataba la
categoría de dependencia desde una perspectiva más sociológica, y el equi-
po liderado por Sunkel, que abordaba dicho concepto desde un enfoque más
orientado a la economía política. Para los primeros, como ya se ha observa-
do al comienzo de la unidad, el predominio de los factores económicos en el
esquema de la Cepal era evidente y debía ser sometido a crítica. Dado que
prevalecían entonces en el continente muchos de los antiguos problemas del
subdesarrollo (la dependencia externa, la desigualdad económica, social y
cultural, la falta de participación política y social de grupos significativos de
la población), Cardoso y Faletto impulsaron un proyecto para reemplazar la
explicación “económica” del desarrollo por una interpretación más “sociológi-
ca”. Sunkel, por su parte, alegaba que el fenómeno de la dependencia era de
naturaleza estructural, debido a diferentes razones. Reclamaba entonces un
llamamiento a la construcción de una opción superadora del modelo centro-
periferia, mediante una redefinición de los medios y los fines, que posibilitara
un conjunto de cambios revolucionarios en la estructura económica y social

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


124

existente. En este sentido, lo que proponía era una reflexión sobre los instru-
mentos de acción política y la construcción de una nueva utopía política basa-
da en una voluntad transformadora.

LECTURA OBLIGATORIA

Gabay, E. (2010), “El fantasma de Prebisch: el ILPES entre 1963 y

OO 1969”, en Diego Pereyra (comp.), Cuadernos de Ciencias sociales 153:


Flacso, Costa Rica, pp. 73-97.
Camacho, D. (comp.) (1979), Debates sobre la Teoría de la dependen-
cia y la sociología latinoamericana, EDUCA, San José de Costa Rica.

Estos primeros desarrollos sobre la dependencia recibieron múltiples y ela-


boradas críticas. Entre otros autores que discutieron y enriquecieron estas
ideas se pueden mencionar tres nombres que ofrecieron diferentes propues-
tas conceptuales sobre la dependencia, en un intento por marcar puntos
débiles y fortalecer el sentido de la reflexión dependentista: Octavio Ianni,
Francisco Weffort y Agustín Cueva. Un repaso por cada uno ayudará a enmar-
car el debate.
Octavio Ianni Primero, el sociólogo brasileño Octavio Ianni acuñó el término ‘dependen-
<globalizacion.org>
cia estructural’, como una forma de actualizar el debate sobre el poder del
imperialismo en América Latina, pero en una dimensión totalizadora. Para este
autor (Ianni, 1971: 1132), la dependencia estructural “es el producto nece-
sario de la reproducción ampliada del capital a escala mundial”. La presencia
del imperialismo será así una característica básica de la dependencia, pero
su carácter estructural se realiza mediante la subordinación combinada de las
dimensiones económicas, políticas y culturales. Entre los elementos incluidos
en su análisis se pueden encontrar:

a. Relaciones, procesos y estructuras políticas.


b. Las relaciones de interdependencia y complementariedad implícitas en el
comercio mundial en la división internacional del trabajo.
c. Los movimientos de capital.
d. Comercialización y transferencia de tecnología.
e. Difusión, imposición y adaptación de patrones de comportamiento, técnicas
de información, análisis y decisión, valores, ideas y doctrinas.

LEER CON ATENCIÓN

Ianni consideraba que la capacidad de las empresas y corporaciones

LL transnacionales para imponer sus condiciones y reorientar las deci-


siones a los gobiernos de los países dependientes estaba basada en este
múltiple carácter de la dependencia.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


125

El desarrollo de su teoría de la dependencia recuperaba, por un lado, las ideas


de Sunkel al considerar la dimensión política. Pero, por otro lado, anticipaba
algunos planteos de dos autores examinados en las páginas anteriores. Así,
primero, Ianni retomaba el carácter imperialista que más tarde resaltarían
los textos de Dos Santos. A su vez, enfatizaría el papel de la exportación del
plusvalor del trabajo que por entonces investigaría Marini.

LECTURA OBLIGATORIA

Ianni, O. (1971), “La dependencia estructural”, Comercio Exterior,

OO México, diciembre, 1132-1148.

Otro importante partícipe en esta polémica fue el cientista político brasileño


Francisco Weffort, quien en 1970 objetaba a los “dependentistas” que la
categoría elegida resultaba imprecisa dado que adoptaba, indistintamente y
de modo oscilante, un enfoque nacional y un enfoque de clase.
Se reconocía entonces, tal como pudo señalar Beigel (2006: 299), que ese
fue uno de los aspectos más problemáticos de la discusión sobre la depen-
dencia, lo que el propio Weffort (1970: 98) llamaba la “posición teórica del
problema nacional en el cuadro de las relaciones de producción y las relacio- Francisco Weffort
<iea.usp.br>
nes de clase”. Ponía en evidencia la contradicción de que, siempre siguiendo
la lógica marxista, las relaciones de clase tenían un aspecto de universalidad
que no podía ser estudiado dentro de un esquema que considere las especi-
ficidades de cada Estado y sociedad nacional. En este sentido, difería de la
visión de Cardoso, quien consideraba que nación y clase eran ideas comple-
mentarias entre sí.

LEER CON ATENCIÓN

Weffort (1970) razonaba que la teoría de la dependencia era ambi-

LL gua al considerar esos dos elementos en el análisis. Sin embargo, este


razonamiento, que sin duda alertaba sobre las propias contradicciones
del marxismo latinoamericano, parecía no reconocer el importante
impulso por la liberación nacional que estaban promoviendo varios
sectores de la izquierda en muchos países de la región.

Finalmente, otro de los pensadores que tomó parte de este contrapunto argu-
mental fue el sociólogo ecuatoriano Agustín Cueva.
Sus ideas apuntaron a reflexionar esta paradoja de la teoría de la depen-
dencia que reconocía por un lado un costado “marxista” al pensar las rela-
ciones de clase y por otro apelaba a un discurso “nacionalista”, más propio
del legado desarrollista (Cueva, 1974: 15). Explicaba que este cruzamiento
Agustín Cueva
problemático se debía especialmente al origen de clase de los intelectuales, <wikipedia.org>

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


126

ya que la mayor parte de los economistas y sociólogos de la región estaban


influenciados por una ideología de clase media. Creía entonces que este mar-
xismo formulaba las mismas preguntas del desarrollismo. Por eso, era nece-
sario reformular todo el esquema superando esta antinomia. No obstante, ter-
minaba reconociendo que la contradicción de clases tenía un peso superior
que la subordinación nacional en el mercado mundial. De este modo, desliza-
ba una sugerente crítica al marxismo local que, buscando superar el enfoque
económico del desarrollismo, se había deslizado hacia una perspectiva polí-
tica y culturalista, centrada en la pregunta sobre los estados nacionales, por
lo cual, había abandonado la cuestión central del pensamiento socialista: las
contradicciones de clase y los modos de explotación del capitalismo.
Resulta además sugestivo reflexionar sobre la ausencia de nombres argen-
tinos en este listado. Si bien es cierto que un amplio rango de economistas y
sociólogos de Argentina leyeron y comentaron los trabajos y obras aquí enun-
ciados, no produjeron ideas sustanciales para enriquecer el debate. Esto se
debe a dos razones entrelazadas. Primero, las primeras cohortes de cientistas
sociales argentinos que se exiliaron y participaron de las redes académicas
donde se discutía la teoría de la dependencia lo hicieron luego del golpe de
Estado de 1976, cuando el debate se estaba agotando. Segundo, en el perío-
do previo, los intelectuales argentinos estaban atrapados en un debate más
particular: el lugar del peronismo en la sociedad argentina. Por lo cual, las crí-
ticas al desarrollismo y a la sociología científica, por un lado, y las tensiones
en la izquierda entre los conceptos de clase y nación, por otro, eran tradu-
cidas a un vocabulario y contexto singular del socialismo y la emancipación
social en el que el pasado y el futuro posible del peronismo tenían un fuerte
peso. No obstante, las discusiones en las universidades argentinas dialoga-
ban implícitamente con los dependentistas latinoamericanos, pero sus ideas
eran procesadas y utilizadas en el marco de un debate político específico sobre
el regreso del líder y la participación del partido peronista.
Los aportes de la teoría de la dependencia para el análisis de la realidad
social latinoamericana fueron importantes y novedosos. Permitieron una mejor
comprensión de la estructura social, la economía y la política de la región
en perspectiva histórica. Tal como se observará en las próximas unidades,
muchas ideas y supuestos de esta perspectiva mantienen hoy su valor explica-
tivo. La revisión de estas ideas permite observar que la dinámica de la socio-
logía latinoamericana está mucho más ligada a la historia de la economía que
al peso específico de la filosofía. Además, es posible repasar las líneas de
continuidad y ruptura de la teoría de la dependencia frente a los proyectos teó-
ricos repasados en esta carpeta.
Por un lado, existe una secuencia lógica que encadena las ideas del estruc-
turalismo cepalino, y su noción de centro-periferia, con la teoría de la depen-
dencia. También se observa una fuerte presencia de ciertas preguntas y estra-
tegias metodológicas de la sociología científica en esta teoría, especialmente
en el enfoque de la dependencia, defendido por Cardoso y Faletto, por lo que
se retomaba cierta mirada orientada por la universalidad del cambio social.
Tanto las fuentes de sociología clásica como las del marxismo tradicional
imponían este criterio de pensar la historia latinoamericana dentro de la lógi-
ca del capitalismo internacional.
Sin embargo, por otro lado, la búsqueda de una alternativa al desarrollo
nacional recuperaba cierto sentido de singularidad. Ello imponía una ruptura
con el eurocentrismo y la reconfiguración de la idea de colonialidad, poniendo

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


127

un conjunto amplio de intelectuales, pasión y energía en un proyecto de eman-


cipación que pretendía una definición utópica alejada del sentido instrumental
de las ciencias sociales clásicas. La recuperación de aspiraciones más huma-
nistas reubicaba una pregunta sobre la existencia de un camino alternativo
al de las naciones más avanzadas. Se pensaban así diferentes medios para
romper los obstáculos internos y externos que impedían tanto la formulación
como la puesta en práctica de un proyecto autónomo en lo económico, en lo
político y en lo cultural. Pero, prontamente, las condiciones sociales reorien-
taron la agenda intelectual de la región latinoamericana en un sentido com-
pletamente diferente.

La teoría de la dependencia. Treinta años después 

<http://www.youtube.com/watch?v=CSrwDl_gX1U> 

3.

KK A partir de las visiones sobre la teoría de la dependencia, desarrolladas


por Cardoso y Faletto, Dos Santos y Marini, tome posición por una de
las perspectivas presentadas y justifique su elección.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


128

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


129

La transición democrática y los nuevos


desafíos de la izquierda intelectual

Objetivos
•• Reconocer las principales controversias y debates sobre la transición a la
democracia.
•• Identificar el rol de los centros privados y las redes académicas y de coo-
peración técnica.
•• Presentar los puntos más importantes de la crisis del marxismo y su impac-
to en la región.

7.1 Introducción
Hacia mediados de la década de 1980, la democracia se había convertido en
el tema central de las ciencias sociales latinoamericanas.
Sin embargo, esta primacía del tema refería en realidad a una situación El fin del ciclo autoritario en los
política particular del cono sur, ya que en América Central se observaba una países más importantes de la
permanencia de las luchas de liberación. Ello mantenía la idea de transfor- región (Brasil, Chile, Argentina)
llevó tanto a una revalorización
mación revolucionaria en el centro de la preocupación política e intelectual
del sistema democrático como
de esos países. Pero el impacto de los nuevos debates sobre la democracia, a la renovación de la producción
desde México hasta Buenos Aires, fue tan fuerte que opacó y desdibujó cual- intelectual de esos países, con-
quier otra inquietud en el espacio de las preguntas sobre el futuro de la región. solidando la idea de democra-
cia como el tema principal de la
Esta unidad presenta una reconstrucción del debate sobre una nueva agen- agenda de discusión, reempla-
da de investigación en el período posdictatorial en América Latina: la transición zando rápidamente a las otras
a la democracia. Se realiza una revisión de la crisis del marxismo, las nue- “D” –desarrollo y dependencia–
(Portantiero, 2002).
vas lecturas y los nuevos proyectos intelectuales desde la década de 1980.
Haremos una evaluación del impacto de las dictaduras y el exilio, el lugar de
las revistas en el centro del debate cultural, y el rol de los centros privados,
las redes académicas y de cooperación técnica, especialmente Clacso, en la
definición de un nuevo campo de debate y conceptualización.
Se pensarán entonces las controversias y debates sobre la democracia y
la democratización, así como las referencias a un nuevo orden y nuevos suje-
tos sociales. Se examinarán, así, las tensiones entre la tradición liberal y la
izquierda, especialmente en la obra de Juan Carlos Portantiero. Por último,
se ofrecerá una lectura de las principales críticas dirigidas hacia la tradición
democrática y se ensayarán algunas hipótesis sobre el fracaso de este pro-
grama intelectual y el reemplazo por un discurso neoliberal que llevó el recla-
mo por la autonomía de la economía a su máxima expresión y subordinó la
lógica política al mercado.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


130

7.2. La emergencia del debate: la democracia en el


centro de la discusión intelectual
América Latina sufrió importantes transformaciones político-sociales entre
1960 y 1980, transitando desde la radicalización política de ciertos sectores
Recomendamos releer la unidad de la sociedad y la posterior instauración de regímenes dictatoriales, hasta el
3: “Desarrollismo y teoría de la advenimiento de la democracia.
modernización. Principales pro- Estos avatares llevaron incuestionablemente a profundos cambios en el
blemas y ejes temáticos”.
espacio de la cultura y el debate sobre las ideas. Si en las décadas previas,
la agenda de discusión en el campo académico-intelectual giraba en torno al
desarrollo, la dependencia y la revolución, en el decenio de 1980, esa dis-
cusión se centró con un impacto formidable en el tema de la transición a la
democracia (Lesgart, 1983).
En términos políticos se pueden identificar tres tipos de experiencias en
relación con los procesos de democratización en la región latinoamericana.
Primero, aquellos países que mantuvieron una continuidad democrática formal
en el largo plazo, pero sus sociedades reclamaban una mayor democratización
de los regímenes políticos (Venezuela, Colombia, México). Segundo, países
como Guatemala, El Salvador, Haití, que carecían de tradiciones democráticas
previas. Por último, aquellos países que luego de un período de militarismo
Militarismo: Preponderancia de
pudieron reconstruir un régimen democrático sobre la base de una influyente
los militares, de la política mili- tradición y cultura democrática previa.
tar o del espíritu militar en una Es importante comprender que la mayor parte de las reformulaciones teóri-
nación (RAE). cas más significativas acerca de la noción de democracia en las últimas déca-
das fueron propuestas a partir del debate sobre la transición a la democracia
en este último grupo de países, y esa discusión influyó en mayor o en menor
medida en toda la región, independientemente del tipo de régimen y las tra-
diciones previas. En este caso, el efecto de la circulación de autores y textos
argentinos y brasileños fue central. Se debe señalar, además, que muchos de
los principales partícipes del debate fueron actores importantes en la recons-
trucción política de sus países, ya sea como asesores de los proyectos polí-
ticos en marcha (por ejemplo, la participación de Juan Carlos Portantiero en
Argentina) u ocupando directamente cargos públicos (como Fernando Henrique
Cardoso, en Brasil, a quien ya nombramos anteriormente).
También es necesario observar que la noción de transición a la democra-
cia tiene como supuesto que el paso de un régimen autoritario a un régimen
democrático no fue el resultado de una derrota del régimen autoritario o la vic-
toria apabullante de un frente social que lo enfrentó, sino la consecuencia de
complejos pactos y negociaciones entre diferentes actores de la sociedad civil
y política. Ello no quiere decir que las dictaduras no se hallaran debilitadas.
En realidad, sufrían un período crítico, especialmente porque no fueron capa-
ces de administrar eficientemente la crisis de la deuda externa y el impacto de
<http://archivoteaydeportea.blogs- las transformaciones capitalistas originadas en la crisis del petróleo a partir
pot.com.ar/2013/12/raul-alfonsin-
asumio-la-presidencia-de.html>
de 1973. Este escenario fue más complejo aun en Argentina por el doloroso
desenlace de la Guerra de Malvinas.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


131

LECTURA OBLIGATORIA

Portantiero, J. (1979), La producción de un orden. Ensayos sobre la

OO

democracia entre el Estado y la sociedad, Nueva Visión, Buenos Aires.
Portantiero, J. (2002), “Exposición”, en AA.VV., Crisis de las cien-
cias sociales de la Argentina en crisis, Prometeo, Buenos Aires, pp.
17-26.

Podría decirse que las transiciones resultaron del fracaso de todos los actores
sociales por imponer un proyecto y la necesidad de reconstrucción política en Revista Gente, 1982
<educ.ar>
una derrota en todos los frentes.

En este archivo audiovisual se ilustran los desafíos y la deuda social que


dejaban los regímenes dictatoriales en la Argentina. Permitirá compren-
der el contexto en el que se inscribe la recuperación de la democracia.

<https://www.youtube.com/watch?v=s6h7oReaVko>

Este marco de acuerdos derivó en dos escenarios superpuestos. En primer


lugar, esta posibilidad de negociar la transición planteó una serie de agudos
dilemas éticos, políticos y teóricos como, por ejemplo, el problema del indulto
a los militares o el abandono de proyectos utópicos de liberación social para
aceptar programas de gobierno basados en la convivencia democrática (Linz,
1990). En segundo lugar, las ideas sobre la transición y democratización
adquirieron diferentes significados, basados especialmente en las diversas
experiencias históricas de cada país o subregión (Touraine, 1989).
Según Norbert Lechner (1985: 61-63), cuatro aspectos principales influye-
ron en la revalorización de la democracia en América Latina:

Norbert Lechner

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


132

1) La dramática alteración de los proyectos personales y la vida cotidiana, por


la incertidumbre, la inseguridad y la muerte.
2) El exilio que condujo a una amplia circulación de los intelectuales, estimu-
lando un fructífero debate a nivel regional.
3) La desmitificación de la fe revolucionaria y la crisis del marxismo contribuye-
ron a producir una apertura intelectual y una renovación de temas y autores.
4) La profesionalización y especialización académica de los intelectuales con-
tribuyó a debilitar su compromiso militante y social, redefiniendo el marco
de sus lealtades y alianzas políticas.

En este escenario girará el debate sobre la democracia en la mayor parte de


la región.

LECTURA OBLIGATORIA

Lechner, N. (1985), “De la revolución a la democracia. El deba-

OO te intelectual en América del Sur”, Opciones, Santiago de Chile, 6:


57-72.
<http://www.debatefeminista.pueg.unam.mx/wp-content/
uploads/2016/03/articulos/001_02.pdf>


La discusión sobre la transición democrática se basó principalmente en la
idea de la refundación del Estado y la sociedad. Entre la década de 1960 y
mediados del decenio siguiente, el contexto de escalada represiva, producto
de la instalación de dictaduras militares en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay,
fue in crescendo. En ese marco, un gran número de políticos e intelectuales
vinculados con el amplio abanico de la izquierda latinoamericana marcharon
al exilio. México fue uno de los lugares preferenciales para estos obligados
migrantes políticos, dando refugio a exiliados de diferentes países sudame-
ricanos. Ese país se convirtió entonces en uno de los primordiales núcleos
neurálgicos de ese proceso, y, al mismo tiempo, en un importante centro de
operaciones de la resistencia a las dictaduras. Un extenso grupo de militan-
tes de diversas extracciones convirtió al exilio, durante aquellos años, en un
centro de agitación en contra de los regímenes militares mediante la dirección
de operaciones políticas directas, pero también promoviendo una profunda
discusión sobre el sentido de la acción política en la región.
De esta manera, este vasto núcleo de emigrados trasladó, desde sus paí-
ses de origen, las preocupaciones políticas e intelectuales que les imponía el
contexto, impregnadas de una creciente sensación de derrota ante el brutal
retroceso sufrido por el amplio arco de proyectos políticos contestatarios. Esta
impresión colocó a la reflexión de los intelectuales exiliados en una estructu-
ra de perplejidad y desconcierto. Ello marcó así el tono de las intervenciones
de la época (Casco, 2008).

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


133

LEER CON ATENCIÓN

Muy rápidamente se fue generando una imagen de una salida demo-

LL crática como solución frente a las dictaduras militares. Alrededor de


esa idea –la defensa del derecho a la vida– por la que batallaron los
organismos de derechos humanos, el derecho a la libertad de expre-
sión y de organización política, se articularon como nudos centrales
para un futuro programa de recomposición política, ocupando el cen-
tro de los debates tanto en el campo político como en el intelectual.

El nuevo contexto político condujo, en la mayoría de los casos, a un examen


autocrítico de las posiciones teóricas y políticas asumidas durante los años
previos y al cuestionamiento de los enfoques tradicionales de la izquierda.
Este desplazamiento abrió, asimismo, el camino a la incorporación de nuevas
configuraciones teóricas que contribuyeran a la construcción de un régimen
democrático futuro, al tiempo que se creaban las bases de un nuevo escenario
intelectual.

7.3. El exilio y el papel de las redes académicas


El paso de un grupo intelectuales por el exilio mexicano, especialmente argen-
tinos, y la consolidación de las redes académicas como espacios de inter-
cambio simbólico y material fueron dos elementos centrales para canalizar el
proceso de renovación de las ideas políticas en la región. Para una gran parte
de los intelectuales latinoamericanos, el exilio representó una doble fractura.
Por un lado, la ruptura familiar, alejamiento de afectos y rutinas cotidianas. Por
el otro, el progresivo abandono de las certezas políticas e intelectuales en las
que se habían socializado, sea en la militancia o en la universidad.
Se abrió de esta manera un proceso de crítica de reelaboración de las
posiciones teóricas y políticas pretéritas, llevando al reemplazo de los proyec-
tos revolucionarios por una revalorización de la democracia. Para un grupo de
intelectuales, la experiencia del exilio (especialmente en México, pero tam-
bién en otras regiones) significó un desplazamiento de posiciones socialistas
hacia otras de tipo socialdemócrata, que tomaron la idea ‘democracia’ como
un elemento central del análisis sociopolítico. Dos factores resultaron funda-
mentales en ese proceso. Uno, la aceptación del creciente autoritarismo en
la región como la “derrota” de la estrategia revolucionaria previa. Dos, la crea-
ción de un ambiente político intelectual en el exilio que posibilitó un fructífero
intercambio de ideas sobre la reconversión teórica y política del socialismo
europeo, iluminando nuevas configuraciones y reflexiones de la izquierda en
la región (Casco, 2008).
Desde mediados de la década de 1970, una serie de factores políticos,
económicos y culturales contribuyeron a ubicar a México como un refugio
seguro para los exiliados de las distintas dictaduras latinoamericanas y, al
mismo tiempo, en un escenario favorable para el proceso de recomposición
del pensamiento de izquierda de la región. Entre ellos se pueden mencionar
la larga estabilidad de las instituciones estatales, la tradición de recepción
de exiliados políticos europeos desde la guerra civil española, el prestigio de

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


134

sus instituciones académicas y el crecimiento económico producto del incre-


mento de las regalías petroleras. Todo ello permitió un contexto que permitía
financiar y promover la actividad intelectual autónoma y sin control político, lo
que era una bocanada de aire fresco para quienes huían de las amenazas y
la represión estatal.

LECTURA OBLIGATORIA

Casco, J. (2008), “El exilio intelectual en México. Notas sobre la

OO experiencia argentina 1974-1983”, Apuntes de investigación del Cecyp,


13: 149-164.
<http://www.apuntescecyp.com.ar/index.php/apuntes/article/
view/273>

En ese contexto, el Estado mexicano fortaleció su política cultural y se desa-


rrollaron una serie de proyectos editoriales vinculados al socialismo y al mar-
xismo (Burgos, 2004:231). De esta forma, los intelectuales y académicos
exiliados lograron una temprana y segura inserción laboral en el Estado y en
la academia del país receptor. Fue muy importante también el rol ejercido por
asociaciones de exiliados orientadas a contener y atender las demandas y
urgencias de los recién llegados. Entre las más significativas puede nombrarse
a la Comisión Argentina de Solidaridad (CAS), establecida en 1975.

Fuente: archivo CeDinCi

Estas redes permitieron una rápida y efectiva circulación de información e


ideas entre exiliados de diferentes países, lo que allanó la acción y la reflexión
colectiva. El tipo de inserción promovida generó que los exiliados y exiliadas
pudieran desarrollar muy rápidamente actividades de docencia e investiga-
ción, especialmente en el área de las ciencias sociales y las humanidades.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


135

Se generó así un espacio de debate, no exento de tensiones, sobre la nueva


situación política en América Latina.

PARA REFLEXIONAR

El 24 de marzo de 2010, con motivo del 35° aniversario del golpe

PP militar, se presentaba la escultura Argenmex, una analogía del caballo


de Troya. Sus autores, los artistas mexicanos Rolando de la Rosa y
Yamina Del Real, expresaban:
“La finalidad de esta obra es recuperar la memoria y reconocer la labor
de hombres y mujeres que, a pesar de las duras condiciones por las
que tuvieron que exiliarse en nuestro país, continuaron creando, pen-
sando, produciendo y trabajando. Algunos regresaron a la Argentina
después de años de vivir acá, teniendo el recuerdo de México como
el lugar dónde pudieron no solo sobrevivir, sino reinventarse. Hay
otros que decidieron quedarse acá porque crearon vínculos, les cre-
cieron raíces y reconstruyeron una identidad a partir de la existencia
real y cotidiana en este país. Otros, que llegaron pequeños o nacie-
ron acá, con un corazón y lengua divididos y combinados, crecieron
con la idea de una Argentina que les era cercana y lejana a la vez,
estos son los verdaderos argen-mex. Esos que aprendieron la historia
de un país, conservando el tono de otro, como una marca de lo que
pudieron ser”.

Fuente: <http://www.elportaldemexico.com>

Una parte importante de la discusión y difusión de los nuevos paradigmas


que asumieron los intelectuales en México se desarrolló en una serie de

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


136

seminarios, jornadas y coloquios realizados entre 1978 y 1980 en distintos


lugares de América Latina. Estos fueron promovidos y financiados por universi-
dades y centros de investigación mexicanos y por el Consejo Latinoamericano
de Ciencias Sociales (Clacso). Como vimos en la segunda unidad, este orga-
nismo había sido creado en 1967 con el objetivo de promover la investigación
en ciencias sociales. Como ya ha sido mencionado, la actividad de Clacso fue
de trascendental importancia para el desarrollo del trabajo intelectual de los
exiliados en distintos países de América Latina durante la década de 1970.
A partir de 1973 creó un programa de solidaridad y defensa de los científicos
sociales (investigadores, profesores y estudiantes) víctimas de la represión
académica, basado en la provisión de becas de viaje y manutención. Clacso
fue entonces un enlace central en la cooperación latinoamericana, orientado
a promover la movilidad académica y ubicar a los intelectuales en espacios
políticos e intelectuales más seguros, estableciendo y promoviendo vínculos
académicos regionales entre ellos.
El conjunto de estas actividades fue altamente productivo para el intercam-
bio y el debate de ideas entre intelectuales de diversas tendencias teóricas.
Este grupo ofreció una novedosa reflexión sobre el autoritarismo, la democra-
cia, el papel de la izquierda y las nuevas tendencias y perspectivas teóricas y
políticas del socialismo europeo. Estas nuevas ideas fueron ganando lugar en
la agenda política y académica de la región. En octubre de 1978 se realizó en
Costa Rica, a iniciativa de Clacso, la primera conferencia regional “Las condi-
ciones sociales de la democracia”. Este fue el punto de partida de una serie
de encuentros orientados a reflexionar sobre las posibles vías para escapar
al autoritarismo y cambiar el régimen político. Un año más tarde se celebró
en Río de Janeiro la segunda conferencia regional “Estrategias de Desarrollo
Económico y Procesos de Democratización en América Latina”, también orga-
nizada por el mismo organismo internacional. Se suele mencionar también la
importancia del debate acerca del concepto de hegemonía que se abrió duran-
te el seminario realizado en Morelia (Michoacán) en 1979.
Además de la organización de encuentros, Clacso promovió publicaciones
y desarrolló grupos de discusión y trabajo. Entre ellos, probablemente el más
importante fue el grupo de Estado y Política, radicado en la UNAM y coordinado
por Guillermo O’Donnell primero y, luego, por Norbert Lechner. Fue el primer
espacio donde se reflexionó, desde estas nuevas perspectivas, sobre la idea
del autoritarismo y la democracia en la sociedad latinoamericana.

1.

KK La concepción de la democracia planteó un debate sobre las demandas


nacionales y las limitaciones propias del concepto. Responda:
a. ¿Cuáles fueron los ejes principales alrededor de los cuales giró el
debate sobre democracia?
b. ¿De qué manera influyeron las redes académicas en términos de
promoción de los debates sobre la democracia y de la vinculación
de intelectuales?

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


137

7.4. La crisis del marxismo. El fin y el comienzo de la


izquierda
Como se discutió en la unidad 5, el marxismo tuvo un significativo impacto en
la teoría social latinoamericana. Sin embargo, a medida que los intelectuales
de toda la región tomaban conciencia de la dimensión de la política represiva,
la conmoción de un proyecto malogrado impregnaba cada vez más las reflexio-
nes e intervenciones públicas. Esta “derrota” política y teórica era concebida
como el producto de un error colectivo de previsión que había conducido al
desastre, lo cual obligaba a replantear los modos de pensamiento y de acción
sostenidos hasta el momento (Casco, 2008: 157).
Este replanteo teórico fue aun más patente entre el grupo de académicos
exiliados en México, quienes comenzaron a manifestar la idea de la inviabi-
lidad de los proyectos de revolución y, por eso mismo, iniciaron un profundo
cuestionamiento teórico. En este sentido, debía buscarse algún modelo de
inspiración para repensar el socialismo. Dado que los EE.UU. no tenían una
tradición socialista suficiente, ese no era entonces el lugar indicado. Tanto
la revolución cubana como la china aparecían como estancadas. Estas expe-
riencias, al igual que el régimen soviético, ofrecían un modelo autoritario del
cual se quería escapar. Además, eran un tópico revisitado continuamente
en el pasado reciente, por lo que no ofrecían una buena opción. Parecía que
no quedaba otra alternativa que situarse en un diálogo con el marxismo de
Europa occidental.
Esa discusión se inscribió en un amplio debate sobre el futuro político
de los partidos socialdemócratas y comunistas europeos (Francia, España e
Italia, especialmente). Esos movimientos no solo referían a la tradición socia-
lista original, sino que contaban tanto con alto prestigio cultural como con
cierto poder político. Disponían, asimismo, de herramientas para desplegar
su lucha dentro del sistema electoral. Estos partidos se encontraban enton-
ces en un escenario con un doble desafío. Por un lado, establecer nuevas
estrategias políticas frente a la democratización española y portuguesa, que
salían de procesos autoritarios. Por otro, fijar nuevas posiciones ante lo que
ya se presentaba como un nuevo paradigma basado en innovadoras formas
de organización del trabajo, crisis del Estado social y la emergencia de una
perspectiva neoliberal.
La llamada “crisis del marxismo” tuvo su epicentro en España, Italia y
Francia cuando, después de haber sido durante mucho tiempo su paradigma
hegemónico y haber tenido una época de oro entre las décadas de 1960 y
1970, el marxismo entró en decadencia como ideología política y modelo teó-
rico para gran parte de la izquierda de esos países. En parte, ello se debió a
una renovación generacional tras la muerte de varias de sus figuras principa-
Nicos Poulantzas (1936- 1979)
les, entre ellas, Nicos Poulantzas y el fuerte cuestionamiento a otros exponen-
tes, especialmente a Louis Althusser.
Pero sobre todo se anunciaba la falta de respuesta de la teoría a las trans-
formaciones de la modernidad que, para varios sociólogos, había entrado en
una etapa de crisis cultural (Daniel Bell y Jurgen Habbermas) y la radicalización
de sus estructuras y fundamentos (Anthony Giddens y Ulrich Beck). De esta
manera, una cohorte más joven de filósofos y sociólogos marxistas denunció
Louis Althusser (1918- 1990)
el carácter totalitario del marxismo y proclamó una revisión de sus ideas en
diálogo con la tradición liberal y el reformismo.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


138

La noción de una crisis del marxismo no era nueva en realidad. La comple-


jidad de la teoría de Marx y la discusión de los marxistas obligaba permanen-
temente a revisar conceptos y replantear interpretaciones sobre una realidad
social dinámica. Pero, evidentemente, la crisis del capitalismo de posguerra y
el pasaje de un tipo de Estado social a otro de contenido neoliberal obligaba
a repensar los elementos básicos de la crítica marxista. Esta situación se tor-
naba más compleja en América Latina por el fracaso de la experiencia socia-
lista en Chile, el agotamiento del proyecto de exportación de los ideales de la
revolución cubana y la crisis de los gobiernos nacionales y populares en paí-
ses como Brasil y Argentina.
Salvador Allende, presidente A mediados de la década de 1970, el prestigioso pensador marxista Louis
socialista chileno 1970-1973 Althusser (1977) sostenía que ya era preciso aceptar que el marxismo no
disponía de una teoría lo suficientemente abarcadora del Estado moderno.
Además, tampoco tenía las herramientas teóricas necesarias para pensar la
reconstrucción del régimen político. Eventualmente, esa era la tarea requerida
en la región para dejar de lado los proyectos dictatoriales y construir nuevas
utopías políticas basadas en la tolerancia, el respeto y la libertad. De este
modo, y como se presentó en la unidad 5, las lecturas de la obra de Antonio
Gramsci, que revalorizaban la cultura y la política sobre la economía, tuvieron
una amplia recepción y lectura en la región. Desde ese momento, entonces,
los marxistas locales desplazaron su preocupación del análisis más clásico
sobre los modos de producción a una amplia discusión sobre los aspectos
valorativos e ideológicos de la realidad social.
A partir de estas revisiones, los intelectuales latinoamericanos comenzaron
a definir una propuesta política concreta: la salida al autoritarismo solo podía
llevarse a cabo mediante la recuperación de la democracia como salvaguarda
de los derechos elementales para la vida. El Estado de derecho y las liberta-
des civiles y políticas consagradas por la democracia liberal debían ser reva-
lorizados y asimilados como elementos esenciales en la agenda de la izquier-
da latinoamericana. En ese contexto, debía considerarse el lugar que había
ocupado la idea de democracia política en el ideario socialista, lo cual impli-
có un novedoso y productivo diálogo con el liberalismo. Quien mejor expresó
este conjunto de nuevas concepciones fue el sociólogo argentino Juan Carlos
Portantiero (1934-2007), cuyas ideas serán analizadas con más profundidad
en el próximo apartado.
En primera medida, los nuevos debates dentro del marxismo buscaron
superar el prejuicio que sostenía que el régimen democrático era solo un
enmarascamiento que ocultaba la explotación capitalista. De esta forma, se
buscaba reconstruir una tradición democrática en el propio socialismo, al valo-
rizar la posibilidad de pensar un sistema político basado en la igualdad y la
libertad. Para ello, el diálogo con el liberalismo –otrora un enemigo acérrimo–
era imprescindible, lo que requería una profunda discusión para apropiarse
del concepto de la democracia. Se organizaba así una izquierda intelectual
que pregonaba una tercera vía, asumiendo la vía democrática y parlamentaria
como estrategia política.
En este sentido, los Cuadernos de Pasado y Presente y la colección de la
Biblioteca de Cultura Socialista de la editorial Siglo XXI, a cargo de José Aricó,
contribuyeron al debate dentro del campo de la izquierda.
Ello implicaba una continuación del proyecto político iniciado por ese mismo
autor en Argentina una década antes, y su pretensión de renovar las ideas
del comunismo local. En esa clave deben entenderse la lectura y discusión

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


139

de autores y obras ajenos a la propia tradición marxista. Las ediciones de los


libros de Carl Schmitt y Max Weber, por ejemplo, ampliaron el foco de análisis
de los problemas latinoamericanos desde una renovada perspectiva de análi-
sis político (Casco, 2010).
Un aspecto significativo de esta reformulación teórica fue la importancia
que cobró el redescubrimiento de la obra del sociólogo alemán Max Weber
(1864- 1920).
Hasta ese momento, sus ideas eran desvalorizadas desde el socialismo
como mera producción sociológica burguesa y antimarxista. Sin embargo,
estas nuevas lecturas permitieron comprender mejor que la postura crítica del
marxismo a las estructuras políticas como mero reflejo de las transformacio-
Max Weber
nes productivas constituía en realidad un obstáculo para comprender la diná-
mica del Estado y los partidos políticos. Weber había planteado, a principios
del siglo XX, una sofisticada interpretación histórica del capitalismo y la moder-
nidad. Lo que antes aparecía como alternativa y contrario al relato del mar-
xismo, comenzó a ser visto como una explicación complementaria que podía
enriquecer la teoría del marxismo occidental.

PARA AMPLIAR
José Aricó
<www.fce.com.ar>
Un momento decisivo ocurrió en 1980 cuando la editorial

AA Folios, bajo la supervisión de José Aricó, editó una selección


de los Escritos Políticos de Weber, en lo que fue la primera edición
castellana de esa obra. El editor (Aricó, 1980: 9) confiaba en que la
edición pudiera cubrir una ausencia que se sentía fuertemente en el
medio intelectual de habla hispana de “un pensamiento de sorpren-
dente actualidad para la interpretación de la crisis de las sociedades
modernas”.

Weber contribuyó así a explicar el aporte de los valores y los símbolos en la


acción social, lo que para la teoría marxista implicaba reconocer el rol de la
cultura en la praxis. Ese mismo recorrido había hecho Antonio Gramsci, y por
ello fue, probablemente, el autor más influyente en este debate sobre la demo-
cracia. Las propias lecturas de Gramsci de los textos de Weber, a principios de
la década de 1920, habían orientado sus propias ideas, especialmente en la
conceptualización de la hegemonía. Esta noción, claramente relacionada con
el concepto de legitimidad de cuño weberiano, ha sido sumamente influyente
en el debate que se analiza en esta unidad. Esta idea daba un lugar central
a la dimensión cultural de la práctica política, superando el enfoque economi-
cista planteado en el dualismo estructura- superestructura. Para las urgencias
democráticas de la región latinoamericana, la hegemonía se convertía empero
en una herramienta teórica central para pensar la articulación entre el Estado
y la sociedad civil.
Como ya ha sido anticipado, se incorporó al análisis político de los mar-
xistas un conjunto importante de concepciones e ideas provenientes del libe-
ralismo clásico. Resultó llamativa, entonces, la novedad de que los propios
liberales perdieran presencia en la esfera pública y fueran los intelectuales
de izquierda los que defendieran en su nombre las ventajas de la estrategia

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


140

democrática. Dos perspectivas prevalecieron de este modo. Primero, la idea


de la autonomía de la política, es decir, que la acción política aparecía como
la matriz de los proyectos colectivos, independientemente de las condicio-
nes económicas y sociales. Segundo, el énfasis en la idea del pacto social,
lo que supone privilegiar la dimensión de las reglas y procedimientos, y aten-
der los procesos de negociación y acuerdo como base de refundación de las
sociedades.
De este modo, los temas de análisis principales de este debate fueron la
relación siempre conflictiva entre Estado y sociedad, el sentido de la sobera-
nía y el carácter de la cultura política. Tal como lo adelantaba Lechner (1985),
esto posibilitó la amplia recepción de las nociones de libertad individual, liber-
tad de expresión y libre circulación de las ideas como elementos centrales no
solo de la agenda política, sino también de una hoja de ruta de investigación
en ciencias sociales. Ello suponía que el eje de análisis debía situarse en la
antinomia entre dictadura y democracia. En este sentido, la agenda política y
académica se orientó a identificar y reflexionar sobre las condiciones sociales,
económicas y políticas que posibilitaban y obstaculizaban la consolidación de
la democracia. La articulación entre todas ellas remitía a pensar la particular
cultura política de cada país.
Todo ello era un cambio con respecto a las perspectivas previas que ubica-
ban a la situación dependiente y a la penetración del imperialismo como los
frenos más importantes al desarrollo, la modernización y la eventual liberación
de los países. Durante la transición a las democracias, se tornaba necesario
hallar las culturas políticas, o los tipos de acción política que facilitarían o blo-
quearían el proyecto democratizador. Para el caso argentino, se identificó una
cultura democrática en el radicalismo y en el socialismo; sin embargo, la iden-
tificación de las experiencias populistas con una cultura autoritaria contraria a
la modernización política suponía un riesgo, ya que ponía en cuestión el papel
democrático del peronismo y lo hacía responsable de la derrota.

7.4.1. La democracia y la construcción del orden: el aporte de


Juan Carlos Portantiero
Portantiero fue un destacado sociólogo argentino. Tanto su militancia como
su participación en importantes proyectos editoriales (la revista Pasado y
Presente, por ejemplo) lo ubicaron como un actor central de la izquierda política
en su país. Tras el golpe militar debió exiliarse en México, donde fue partícipe
principal en la renovación teórica del marxismo. Tras la restauración de las
instituciones democráticas, en 1983, regresó a Argentina y se convirtió en uno
de los mayores exponentes del pensamiento sobre la democracia en la región.
Más allá de la interpretación y el juicio sobre sus intervenciones públicas y
recomendaciones como funcionario o asesor gubernamental, su figura contri-
Juan Carlos Portantiero
buyó a desarrollar el campo de la sociología política. Entre sus muchos aportes
(1939-2007) debe destacarse su valorización de la figura de Gramsci dentro del espacio cul-
tural argentino. Por ello, sin duda, aparece como el más importante exponente
de los llamados “gramscianos argentinos” (Burgos, 2004). Desde su aparición
en la escena pública a mediados de la década de 1950, Portantiero estuvo
siempre preocupado por encontrar ideas alternativas y renovadoras dentro de
la tradición y el ideario socialista. Fue uno de los primeros intelectuales en afir-
mar que la democracia no era ajena a la tradición socialista.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


141

Fue especialmente importante su reflexión sobre la distinción entre la


democracia “formal” y la democracia “sustantiva”. Ambas aparecían como
separadas en el pensamiento contemporáneo, ya que la primera refería al régi-
men liberal clásico, basado en las normas y los procedimientos, mientras que
la segunda refería al pleno ejercicio de la igualdad social que prometía el pro-
yecto socialista. Sin embargo, Portantiero intentó superar esa dicotomía incor-
porando ambas nociones en su pensamiento, ya que ambas dimensiones de
la democracia eran necesarias. En un intento de conciliar dos valores clásicos
de la revolución francesa (libertad e igualdad), buscó pensar simultáneamen-
te la democracia como punto de partida y punto de llegada. En una recupera-
ción de la tradición reformista de la socialdemocracia europea de principios
de siglo XX, este autor creía que el cumplimiento de las normas políticas y A fines del siglo XIX, en el libro
electorales de la democracia eran un prerrequisito necesario y obligatorio en el Las premisas del socialismo y las
tareas de la Socialdemocracia, el
camino hacia el socialismo, y el mensaje de un nuevo orden social más justo.
político alemán Eduard Berstein
En una obra que compilaba una serie de textos escritos entre 1980 y 1984, describió los ejes de la ideología
Portantiero (1988) resumía su proyecto de democratización mediante la idea socialdemócrata como una sali-
de una producción del orden democrático. El orden remitía, por un lado, a da alternativa al socialismo mar-
xista, que no supone la destruc-
la idea moderna de sociedad desplegada por la tradición sociológica desde
ción del sistema, sino una mayor
mediados del siglo XIX; pero, por otro, en un sentido más vinculado al legado regulación del mercado por parte
político, recuperaba la tradición contractualista clásica. En ella, la idea de con- del Estado.
trato social es una herramienta teórica sobre el origen de la autoridad política
y los fundamentos del orden social. Sintéticamente, mediante este acuerdo,
los seres humanos aprueban un contrato social implícito que les otorga cier-
tos derechos y obligaciones frente a los demás y un Estado que aparece como
garante de cumplimientos de las reglas establecidas.

LEER CON ATENCIÓN

Para Portantiero, la política democrática solo podía desarrollarse en

LL el período dramático de transición política en América Latina si era


posible fundar un nuevo orden con sus normas, procedimientos y
derechos; pero esto requería de un nuevo orden social, es decir, un
pacto. Se recobraba así la memoria de un momento histórico recien-
te: el pacto de la Moncloa, que fue la particular acción fundacional
de la transición democrática en España. Recuperaba también las ideas
del filósofo italiano Norberto Bobbio, quien sostenía la necesidad
de que la democracia se basara en sus procedimientos. Por lo cual,
Portantiero (1988: 9) también insistía en que el orden democrático
solo podría existir en la medida que existieran “un conjunto de reglas
(primarias o fundamentales) que establecen quién está autorizado a
tomar decisiones colectivas y bajo qué procedimientos”.

El punto de partida eran las normas. O, en un sentido más metodológico, las


condiciones mínimas de la democracia (las reglas procedimentales) eran la
causa de las relaciones sociales. Por este argumento, Portantiero fue muy
criticado por sus colegas marxistas, ya que pensaban que había abrazado una
postura formalista e instrumental de la democracia. En sus mismos textos,
el sociólogo argentino se defendía de estos comentarios críticos al sostener

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


142

que esas reglas, en tanto expresión de un contrato jurídico, aseguraban un


conjunto mínimo de oportunidades de acción y elección, garantías y libertades
individuales (como las libertades de opinión, información, asociación y reu-
nión); es decir, todo lo contrario a un contexto autoritario previo y, por lo tanto,
posibilitaban el compromiso, el reconocimiento de los otros y el pluralismo
necesario para construir una visión utópica del socialismo real.
La idea del pacto constituía una mediación entre un orden meramente nor-
mativo y otro tipo de orden caracterizado por la participación, el debate y el
compromiso necesario para transformar la realidad. Por eso sostenía (1988:
19) que el compromiso y el respeto por las diferencias puede delimitar un
marco de acción compartida dentro del cual se pueden resolver los conflictos
sociales en forma consensuada sin caer en la anarquía, la violencia o la cri-
sis social. Esta fuerte confianza por el sentido orientador de las normas y el
reclamo por una convivencia democrática serán, sin embargo, cuestionados
cuando, en esos mismos momentos, la crisis política y económica de la región
se torne indomable. Entonces, no solo los debates, sino también la acción
política comenzaron a avanzar por senderos no previstos.

7.4.2. Críticas y ausencias en el debate sobre la democracia


Todo este debate sobre la democracia fue muy importante para la teoría social
latinoamericana, pero su impacto interpretativo está teñido de demasiados
claroscuros. En primer lugar, el sentido de la discusión se resumía en la pro-
pia idea de transición, por lo cual recuperaba el vocabulario y el contenido de
la teoría de la modernización ya comentada en la unidad 3. Sin embargo, se
concentraba solo en el aspecto político, dejando de lado una parte central del
análisis social. En segundo lugar, y como se ha observado, la idea de demo-
cracia discutida en la década de 1980 tenía un sentido binario, ya que se
oponía a la imagen de dictadura y autoritarismo, en sinonimia con la dicotomía
vida/política versus muerte/guerra. Por ello, en primera instancia, la idea de
la democracia fue defensiva, en tanto se opuso al proyecto autoritario. Pero
luego adquirió una dimensión más ofensiva en la medida que incluyó una
demanda reivindicativa de los derechos humanos. Este tema atravesó toda la
discusión sobre la transición, pero se aceleró con el paso de los años cues-
tionando la violencia y el disciplinamiento de las dictaduras.
La lucha de las organizaciones de derechos humanos, como las Madres
de Plaza de Mayo en Argentina, no solo contribuyó en la exigencia de inves-
tigar y castigar las violaciones de los derechos humanos, sino también en la
promoción de la memoria como un requisito para la convivencia democrática.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


143

Ronda 1979-1980. Archivo: Hassenberg – Quaretti <madresfundadoras.blogspot>

Parque de la memoria. Fuente: <buenosaires.org.ar>

Esta incesante búsqueda contra la impunidad y en favor de un reconocimiento


de los atropellos del pasado es probablemente el legado más importante del
período. Permitió imponer la transición como una agenda propia que excluye
del pretendido pacto a los promotores de la violencia del Estado represivo
(Jelin, 1994).
Este debate impuso a la democracia como un concepto de uso frecuente
en la sociología política latinoamericana. Sin embargo, y pese a la insistencia
observada por darle cierto contenido utópico, permaneció en el análisis una
mirada instrumental donde se destacan sus connotaciones normativas. Esta
tendencia, basada en términos estrictamente políticos y procedimentales,
definió el concepto de democracia en un sentido demasiado restringido y for-
malista, ya que delimitaba la discusión al mero cumplimiento de los derechos
políticos. Se pasó entonces de una crítica al economicismo a una exageración
de la mirada reduccionista de tipo politicista. Por lo tanto, esta preferencia de
pensar la democracia como un régimen político desaprovechó una oportunidad
para pensarla además como un tipo de sociedad (Garretón, 1991).
Pero, sobre todo, se puso en evidencia que la mayor ausencia dentro del
debate fue la falta de inclusión de un análisis sobre la existencia, la dinámi-
ca y la transformación de las clases sociales. Es decir, se puede criticar el
sentido de la agenda por la carencia de una mirada estructural de los actores
colectivos en el proceso de construcción democrática. Esto desaprovechó la
posibilidad de comprender los conflictos y contradicciones sociales durante

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


144

la transición y, a partir de ello, rediscutir el carácter histórico y beligerante de


los derechos sociales. Se pasó de una teoría histórica de la revolución a una
perspectiva formalista del orden (Cuevas, 1988).
Otra de las consecuencias no deseadas del debate sobre la transición es
que el énfasis normativo generó un mayor interés en pensar los mecanismos
de decisión y gestión de las políticas, pero se desvalorizaron las formas de
construcción legítima de esas políticas. Es decir, se privilegió la decisión tec-
nocrática por sobre las demandas y reclamos sociales. De este modo, el resul-
tado de estos debates implicó un fuerte reclamo por el cumplimiento de las
normas en la construcción de las políticas antes que el fomento por mayor cul-
tura de participación ciudadana. Ello se complicó aún más en la medida que,
a fines de la década de 1980, la democracia demostró su incapacidad para
mejorar visiblemente las condiciones de vida de gran parte de la población.
Hacia el final del período, entre fines de la década de 1980 y comienzos
de la década siguiente, esa contradicción orientó el sentido de los cambios
políticos y sociales en la región. Durante aquel lapso, la discusión sobre el
sentido de la democracia coincidió con un viraje de las políticas macroeconó-
micas orientadas por el neoliberalismo que buscaba cambiar fundamentalmen-
te la relación entre Estado y sociedad. Estas reformas del Estado en todos
los países ocurrieron en un contexto de desmovilización social, desencanto y
democracia no participativa y, de alguna manera, frenaron la democratización
de la sociedad en la región. Estas políticas de reforma fueron convocadas en
nombre de la participación y el poder de la sociedad civil, pero terminaron por
debilitar al Estado, que sería el garante del pacto democrático.
No obstante, las grandes transformaciones de los sistemas políticos en
América Latina en las últimas décadas no podrían ser explicadas cabalmente
si no se tiene en cuenta a los grandes desplazamientos culturales del capi-
talismo, que algunos sostienen como irreversibles. Sin duda, el debate por
la democracia también fue influido recientemente por el pensamiento político
posmoderno, que se caracteriza por pensar la política desde una dimensión
superficial, extremadamente secularizada, despojada de compromisos y pasio-
nes. Allí, los medios de comunicación tienen un rol central para construir rela-
tos que no requieren de los hechos para imponer sus criterios de verdad. De
este modo, toda acción política perdería su sentido utópico.
Por lo tanto, la transición democrática abrió un debate que no está cerra-
do. Su promesa incumplida no implica desbaratar todo su contenido. Por un
lado, se torna necesario refundar su contenido normativo en un nuevo contexto
de transformaciones sociales e ideológicas. Si bien la tradición liberal puede
seguir siendo el punto de partida, es necesario discutir sus fundamentos bási-
cos para pensar cómo incluir la ciudadanía social entre los derechos básicos
que deben ser cumplidos. Por otro lado, se requiere una profunda reflexión
sobre las posibilidades de la democratización en la región cuando existe una
profunda crisis de representación que indudablemente afectará la legitimidad
democrática. Un interrogante a responder es cómo reconstruir esa represen-
tación en sociedades con alta diversidad cultural e identidades nacionales
étnicas, religiosas y de género tan complejas y dinámicas.
Se abre un signo de interrogación también por la capacidad de la demo-
cracia de obtener legitimación cuando aumenta la exclusión social. ¿Cómo se
construye una sociedad democrática con participación y compromiso con una
política que desplazó la idea de ciudadanía por nociones como vecinos y con-
sumidores? ¿Es posible superar la democracia electoral y soñar nuevamente

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


145

con la democracia sustantiva? Esta última no es otra cosa que la plena vigen-
cia de los derechos y las garantías acordadas y compartidas por todos los ciu-
dadanos, no en un sentido meramente normativo, sino en un escenario real
de igualdad y libertad.

2.

KK La crisis del marxismo, resultado de la caída de los regímenes socialistas


y los nuevos desafíos de las sociedades modernas, trajo una revaloriza-
ción de diversos autores y teorías que se fueron fusionando en el intento
de defender la salida democrática a los regímenes autoritarios. Teniendo
en cuenta lo leído:

a. Explique las principales ideas que fueron recuperadas de Weber y


Gramsci para pensar la sociedad democrática.
b. Desarrolle los principales elementos conceptuales de la idea de
“pacto”, y la distinción entre democracia formal y sustantiva esgri-
mida por Portantiero.
c. Describa cuál es su idea de democracia. Puede incluir ideas y argu-
mentos de los autores que ha leído y construir su propia definición.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


146

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


147

Balance y perspectivas de las ciencias


sociales en América Latina

Objetivos
•• Plantear los interrogantes clásicos de las ciencias sociales en América
Latina.
•• Presentar algunos enfoques y modelos teóricos de la teoría social latinoa-
mericana que continúan vigentes en la actualidad.
•• Discutir los esfuerzos por retomar el legado del discurso neocolonial y ofre-
cer una mirada crítica de la globalización y el eurocentrismo.
•• Revisar los nuevos debates intelectuales y la emergencia y reaparición de
nuevos temas y preocupaciones en la sociología, la ciencia política y la
economía de la región.
•• Discutir algunos de los desafíos de las ciencias sociales frente a las nuevas
transformaciones sociales y novedosos escenarios económicos y políticos.

8.1. Introducción
En las postrimerías de la segunda década del presente siglo, América Latina
se encuentra atravesando un proceso de profundas transformaciones estruc-
turales. Las diferentes sociedades nacionales de la región se enfrentan al
reto de pensarse a sí mismas luego de salir de políticas neoliberales tras del
cambio de siglo. Tras un decenio de crecimiento económico y cierto avance
relativo del bienestar, desde hace un lustro se observa una tendencia de
contramarcha de las políticas. Por lo cual, el escenario actual es de extrema
tensión ante el embate político-cultural no resuelto de dos modelos de Estado
(uno basado en la lógica del mercado y otro en la perspectiva de los derechos
sociales), que pugnan, no solo en América Latina, sino en todo el mundo, por
el sentido y la definición de la política y lo público.
Este escenario implica una redefinición de los saberes y las tradiciones
de producción de conocimiento sobre la sociedad. La teoría social latinoame-
ricana tiene hoy un impacto inusitado en la región, al mismo tiempo que las
ciencias sociales nativas atraviesan un período de expansión institucional.
No obstante, esos saberes se enfrentan al desafío de superar una crisis de
la teoría, la continua reinterpretación sobre la validez de sus resultados de
investigación y la creciente demanda por comprender una realidad política y
social compleja y cambiante.
De este modo, las ciencias sociales están obligadas a repensar sus pro-
pias tradiciones fundacionales y discutir sus tensiones y tendencias; solo así
podrán contribuir a desentrañar los desafíos del presente. Esta unidad preten-

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


148

de formular, entonces, algunas preguntas sobre la situación de las ciencias


sociales frente a los nuevos desafíos de la región y la influencia de sus pro-
pias tradiciones en la teoría social latinoamericana en los trabajos actuales.
En una primera parte, se analizará el diagnóstico de la situación de la teoría
en la década de 1990, mostrando las primeras interpretaciones sobre la glo-
balización. Luego, se presentarán dos enfoques clásicos de cierta actualidad:
la investigación-acción y la hibridación cultural. La siguiente sección reflexiona-
rá sobre el legado del eurocentrismo, recuperando así las tensiones entre la
modernización como imitación y la búsqueda de una singularidad autóctona,
lo que supone sin duda un diálogo con el pensamiento poscolonial y la pro-
ducción autónoma de saberes. Después, se presentarán los recientes deba-
tes sobre la sociedad posneoliberal y el discurso neoliberal tardío. Por último,
se abre una discusión sobre nuevos paradigmas, problemas teóricos y futu-
ros posibles de las ciencias sociales y el rol de los intelectuales en la región.
Para ello, se presentan los principales tópicos de la agenda de investigación
de Alas y Clacso, en un repaso de los grupos de trabajo de las dos principales
redes de cooperación e intercambio de ideas y recursos dentro de ciencias
sociales en América Latina.

8.2. La situación en los años 90. El problema de la


globalización
Cuando, en 1991, Fernando Calderón y Patricia Provoste publicaron su informe
sobre la situación de las ciencias sociales en América Latina, pocos pudieron
prever tanto la precisión como la capacidad anticipatoria de ese mapa diag-
nóstico. En aquel reporte, anticipado en un artículo de la revista David y Goliath
editada por Clacso, y luego publicado en formato libro, sus autores mostraban
que la producción científica sobre la región presentaba rasgos avanzados de
diversificación y especialización, tanto en perspectivas teóricas y metodoló-
Fernando Calderón Gutiérrez gicas, como en modelos institucionales y orientaciones teóricas. Pese a ese
Fuente: Clacso avance, se observaba cierta insatisfacción por la incapacidad para comprender
las transformaciones sociales de la región, por lo cual, creían necesaria una
profunda revisión de los modelos explicativos que suponía repensar la base de
la teoría social latinoamericana y encontrar nuevos modelos de interpretación.
Lechner (1988) ya había denunciado una crisis de los paradigmas clásicos
en la región, porque ni el marxismo clásico, ni el desarrollismo, ni el dependen-
tismo podían dar cuenta del nuevo escenario. Al mismo tiempo, Mires (1994)
reclamaba que la crisis se debía a que la teoría latinoamericana no había
desafiado totalmente al eurocentrismo y los intelectuales nativos no habían
asumido el compromiso de crear una mirada alternativa desde el pensamien-
to propio de la región.

CC
La industrialización urbanizó, pero la urbanización resultó mucho más dinámica
y avasalladora. La industrialización integró, pero a medias, y se plasmó tardía-
mente, cuando ya los vientos del mercado mundial se volcaban hacia otros ho-
rizontes y nos dejaron industrias obsoletas. (Gutiérrez, 1989: 1)

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


149

Tras el reconocimiento de que el debate sobre el desarrollo, la dependencia y


la democracia aparecían como insuficientes, el primer tema que se examinó en
la región fue el de la globalización, generando un rico y activo debate. Teniendo
en cuenta las transformaciones de la sociedad moderna, el fenómeno de la
globalidad se constituyó en parte principal de la agenda de las ciencias socia-
les en los albores del nuevo siglo.
Rápidamente, la globalización fue identificada como una reestructuración
del sistema capitalista, una superación del paradigma de la producción auto-
matizada de masas y su reemplazo por un modelo de producción robotizada,
flexible y diversificada. A través de este proceso se reemplazó la regulación y
la integración social de la producción por nuevas relaciones laborales y nove-
dosas concepciones de la gestión organizacional, basadas en la reconversión
industrial y el dinamismo de las nuevas tecnologías de la información (Pereyra,
1999). Si bien se lo veía como un fenómeno nuevo, paulatinamente comenzó
a ser percibido como parte del viejo debate sobre la situación colonial y las
condiciones desiguales del desarrollo económico (Gutiérrez, 1989). Sin embar-
go, las particularidades tecnológicas y culturales de la globalización comple-
jizaban el análisis. El término fue utilizado como un concepto explicativo de
ese escenario de cambio, pero por su vaguedad y generalidad terminaba por
resultar insatisfactorio. Se evidenciaba entonces una incapacidad de los con-
ceptos para interpretar la realidad social del momento.
La clave era recuperar los legados sobre el desarrollo desigual y pensar el
nuevo impacto de las transformaciones culturales dentro del capitalismo. De
esta forma, la globalización fue pensada como parte de ese legado de inter-
pretaciones sobre la dinámica del mercado mundial, el desarrollismo depen-
diente, pero actualizada para comprender la fase del capitalismo neoliberal.
Esta renovación de la reflexión teórica generó una producción sobre la globa-
lización que hizo énfasis en la descripción de un proceso caracterizado por
la universalización de las relaciones de mercado en dos niveles (productivo y
financiero) y la legitimación de un orden democrático que acompaña las refor-
mas impulsadas por el nuevo discurso neoliberal dominante. Por un lado,
se describía la configuración de un sistema económico mundial unipolar que
rompía con el mundo de posguerra, pero, a su vez proponía, por otro lado, la
emergencia de bloques geográficos económicos integrados a nivel regional y
subregional, configurando una nueva fisonomía del sistema internacional. Las
ciencias sociales latinoamericanas, entonces, observaron la fortaleza de los
estudios sobre las relaciones internacionales y la integración regional, que
acompañaban proyectos como el Mercosur.
A partir de estas consideraciones, los investigadores se centraron en pen-
sar las repercusiones y los retos de la globalización para la región. Muchas
de esas reflexiones continúan hoy vigentes. En efecto, esos estudios tomaron
nota de los procesos de integración regional, considerando los mecanismos
institucionales de cáracter internacional que lo hacen posible (acuerdos bilate-
rales y multilaterales). Se pudo entender, entonces, el surgimiento de nuevas
relaciones entre los países centrales y periféricos, en el marco de un mercado
financiero que moviliza velozmente el capital mediante las redes informáticas.
Comenzó una interesante reflexión sobre el sentido de las políticas dirigidas
a neutralizar el impacto negativo y regresivo de la globalización sin perder la
posibilidad de aprovechar las ventajas de la innovación tecnológica y el acce-
so a un mercado global de la información (Dos Santos, 2007).

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


150

Siguiendo esta perspectiva, el debate sobre la globalización fue incorpo-


rando una serie de temas asociados que expresan nuevos procesos de trans-
formación social. Entre ellos se destacan el control del narcotráfico y las nor-
mas que regulan la contaminación ambiental, pero también aparecen temas
como las migraciones, el terrorismo y la lucha por mayor participación política
y social. De esta manera, a partir de la globalización fue posible pensar nue-
vos patrones del conflicto en el contexto global y regional que debían compa-
tibilizar la reestructuración productiva y la redefinición del concepto de sobe-
ranía nacional en relación con la apertura económica que reclama la propia
globalización.

Las pinturas surrealistas pop del norteamericano Alex Gross caracterizan


el fenómeno de la cultura global a través de la superposición de capas de
significación donde tradiciones y creencias universales son atravesadas
por las relaciones de mercado.

Pecado original
Fuente: <http://alexgross.com/paintings/index.html>

8.2.1. La investigación-acción
Uno de los modelos teóricos más influyentes de la teoría social latinoameri-
cana es el método de investigación y acción participativa, el cual se ha man-
tenido como un enfoque original y productivo a lo largo del tiempo. Conocido
habitualmente como investigación-acción, este es un método de estudio y
acción de tipo cualitativo que busca obtener resultados fiables y útiles para
mejorar situaciones sociales, basando la investigación en la participación de

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


151

los propios colectivos a investigar. Se trata así de que los grupos de pobla-
ción o colectivos a investigar pasen de ser objetos de indagación de estudio a
“sujetos” protagonistas de la investigación, interactuando en todo momento
con los investigadores, por lo que se asegura el intercambio de ideas y el con-
trol de sesgos y desvíos. La base de este enfoque es un análisis crítico de la
realidad con la participación activa de los grupos implicados, que se orienta a
estimular la práctica transformadora y el cambio social.
La investigación fue creada por el sociólogo colombiano Orlando Fals Borda,
quien fue uno de los pensadores críticos contemporáneos más importantes
de Colombia y de toda Latinoamérica.
Más allá de su actividad académica, Fals Borda tuvo un compromiso espe-
cial con los sectores más vulnerables de su país; por eso pudo ofrecer intere-
santes reflexiones críticas sobre las condiciones de la población colombiana.
Sus mayores aportes a la sociología están ligados a la investigación transfor-
madora en contextos de conflicto social.
De esta manera, la investigación-acción participativa formó parte y es resul- Orlando Fals Borda (1925-2008)
tado de esta articulación entre los logros académicos de Fals Borda y su com- Fuente: Scielo Colombia

promiso militante con las comunidades rurales de su país. Este método surgió
entonces a principios de la década de 1960, en el inicio de la institucionaliza-
ción de la sociología en Colombia. La nueva metodología se fue consolidando
en el mundo académico, producto de los buenos resultados que expresaban
la articulación de la acción y la participación de las personas que eran objeto
de las investigaciones. Así, comenzó a difundirse por el país y la región una
nueva forma de investigar y de hacer sociología.
Si bien el enfoque surgió como una metodología inspirada en la sociología,
se convirtió de inmediato en acción educativa, en cuanto recuperó la unidad
dialéctica entre teoría y praxis, haciendo de la investigación una constante
acción creadora, tanto para los investigadores como para los actores sociales.

CC
Una de las características propias de este método, que lo diferencia de todos
los demás, es la forma colectiva en que se produce el conocimiento, y la colec-
tivización de ese conocimiento. (Fals Borda y Rodrigues Brandao, 1991: 25).

A partir de esta propuesta realizada por Fals Borda, tanto la labor investigativa
como la labor pedagógica de construcción de conocimiento reconocen a los
sujetos que hacen los procesos sociales y los reúne en la búsqueda y conso-
lidación de propuestas transformadoras de la realidad. Por tal motivo, muchos
investigadores han asumido el desafío de ser educadores-investigadores,
desarrollando procesos de formación política y sindical con comunidades
campesinas y de trabajadores en Colombia, pero también en otros países
de la región, lo cual sin duda ha favorecido el autoconocimiento y el cambio
social, promoviendo mejores reflexiones sobre la dominación, la comunicación
intersubjetiva y la resolución de conflictos.
La investigación-acción quiere transformar simultáneamente a los sujetos
y al contexto que los rodea. En términos educativos, se la liga a la pedagogía
de la emancipación. Es un proceso que requiere un compromiso, una postu-
ra ética y persistencia en todos los niveles. Se busca así entender el mundo
al tratar de cambiarlo, colaborativa y reflexivamente. Sin duda, su vigencia se
debe a que anticipó de alguna manera una visión alternativa del positivismo

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


152

científico, ofreciendo una mirada local y contemplando la participación activa


de la gente, orientada a resolver los problemas sociales (Fals Borda, 1980).

Esquema explicatico de la IAP

Fuente: Pérez G. (2004), Investigación cualitativa: retos e interrogantes, La Muralla, Madrid.

LECTURA OBLIGATORIA

Fals Borda, O. y Rodrigues Brandao, C. (1991), Investigación

OO participativa, tercera edición, Ediciones de la Banda Oriental,


Montevideo, pp. 9-30.

8.2.2. Los estudios culturales: la hibridación cultural


La búsqueda de la identidad es un rasgo constitutivo del debate intelectual en
la región. Tal como se fue discutiendo a lo largo de toda esta carpeta, la teoría
social latinoamericana osciló entre preocupaciones que se centraban en el
problema del cambio y la modernización y debates sobre la identidad regional.
En tiempos de globalización, esta pregunta por la identidad latinoamericana
se hace más presente en un contexto que quiere retomar las tradiciones exis-
tentes, pero redescubrir nuevos conceptos y enfoques teóricos.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


153

Fuente: <educ.ar>

Dentro este grupo de reflexiones, uno de los conceptos más conocidos y pro-
ductivos es el de “hibridación cultural”, acuñado por el antropólogo argentino
Néstor García Canclini en su famosa obra Culturas híbridas (1990). El concepto
refiere a los procesos de intercambio y mezcla de ideas y representaciones
Néstor García Canclini (1939)
que se producen cuando dos culturas diferentes dialogan y se enfrentan. Fuente: UNL
El uso de esta noción permite un análisis crítico e integral de la relación
entre cultura y poder. Además, en el contexto de la globalización, pensar las
identidades desde la hibridación supone una crítica tanto a quienes sostienen
el avance de la cultura global como a aquellos que denuncian la desaparición La idea de hibridación proviene
de los valores tradicionales. tanto de la biología -que refiere
a mezcla de componentes y espe-
Se suele tener la equivocada idea de que con la modernidad y el desarro-
cies- como de la ingeniería, al indi-
llo de nuevas tecnologías, las identidades populares y tradicionales corren el car la combinación de fuentes de
peligro de desaparecer. Recientemente, los estudios culturales han utilizado energía o modelos tecnológicos.
la idea de hibridación para cuestionar esos argumentos.

LEER CON ATENCIÓN

La hibridación cultural es entendida así como un registro amplio de

LL múltiples identidades, de experiencias y estilos que se entrecruzan


tanto por una elección racional como por la aceptación, imitación
y copia mecánica de tradiciones culturales, experiencias artísticas y
estilos de vida.

Fuente: <Banrepcultural.org>

El desarrollo de los movimientos migratorios, el turismo y el consumo global,


en combinación con el impacto de las redes sociales y la industria cultural
mundializada, sitúan al mundo contemporáneo en un espacio de intercambios
donde las fronteras desaparecen y se relativizan. De esta forma, la vida huma-
na se hace cada vez más transcultural.
La transferencia del concepto híbrido de las ciencias naturales hacia las
ciencias sociales no fue lineal, sin embargo, ya que se lo ha acusado de cierta
generalidad. Algunos sostienen (Anthias, 2001) que el fuerte énfasis puesto

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


154

en el análisis cultural encubre los factores económicos y políticos del proceso


de globalización, por lo cual esta despolitización quita del análisis el sentido
destructivo y violento del proceso. Según este razonamiento, la idea de hibri-
dación se enfoca en rescatar ciertas anécdotas de la transformación cultural
sin tomar en consideración el proceso de dominación, asimetría y exclusión
global.
No obstante, una gran parte de los investigadores rescatan la hibridación
como una categoría central para pensar la capacidad de las personas y los
pueblos para reciclar sus tradiciones. Con esta idea, se recupera el mito de
la conquista en el que los aportes de los invasores y los pueblos aborígenes
se combinan para dotar a América Latina de una cultura original, producto de
la mezcla entre ambos bandos. Sin embargo, el concepto toma una fuerza
diferente al pensar el papel de los medios, la tecnología y la capacidad de los
actores para otorgar sentido a sus prácticas culturales.
Bermúdez (2002) sostiene que la noción de hibridación fue evolucionan-
do en el propio pensamiento de García Canclini. Desde una primera etapa
en la que el autor la usa como sinónimo de mestizaje y sincretismo cultural
–en referencia a los estudios clásicos de la historia del pueblo mexicano–,
el concepto se sitúa luego en una siguiente fase de reflexión más compleja.
En esta etapa, la idea de hibridación busca superar una mirada dualista para
incorporar el carácter dinámico, cambiante y conflictivo de la construcción de
identidades culturales. Lo híbrido remite a un atributo de la sociedad latinoa-
mericana en contacto con la modernización global, en la cual se vuelve más
compleja por el entrecruzamiento y yuxtaposición de temporalidades, signos,
símbolos, objetos e identidades. De esta forma, América Latina es una región
que expresa la combinación de las tradiciones indígenas, el legado colonial y
la modernización occidental, con el impacto de sus instituciones educativas y
comunicacionales (García Canclini, 1990).
En el marco de un análisis de la modernidad cultural del siglo XXI, la ciu-
dad, las migraciones y el consumo cultural aparecen como los objetos nece-
sarios para entender estas transformaciones. Así, las culturas se desencajan
de sus bases territoriales y los medios pasan a ocupar un lugar central en la
integración de los imaginarios. La región latinoamericana es entonces un espa-
cio privilegiado para pensar estos cambios. De una manera nueva y comple-
ja, las culturas híbridas de América Latina combinan lo moderno y lo tradicio-
nal, lo regional, lo nacional y lo transnacional, lo culto, lo popular y lo masivo.
En muchos países se han combinado diversas tradiciones nacionales con
nuevas ideas, tecnologías, e incluso ritos o prácticas del folclore de otras
naciones, creando culturas híbridas, en términos de consumo artístico, uso
del ocio y producción de conocimiento. Un claro ejemplo es la influencia de
la fiesta de Halloween en muchos centros urbanos de Argentina. Lo mismo
ocurre con la Navidad, un cóctel que incluye a Santa Claus, los Reyes Magos,
Nochebuena, Año Nuevo con sus doce uvas y demás ritos como la quema de
un muñeco que representa el “año viejo”. La extensión de la cultura de Mc
Donalds expresa esta misma influencia en el rubro gastronómico. El mismo
caso, pero en un sentido geográfico contrario, es el consumo cada vez más
frecuente de comida mexicana en Estados Unidos, e inclusive la difusión en
la misma región de la celebración del Día de Muertos, con sus dulces de
esqueletos. La fusión de diferentes ritmos musicales, cumbia y rock, hip-hop

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


155

y folclore, expresa también esta tendencia. Todo esto es un conjunto de dife-


rentes tradiciones y elementos que ahora forman parte de una nueva cultura
unificada o transcultural.

La serie subrealismo criollo del fotógrafo argentino Marcos López se

xx basa en la utilización de la composición documental-teatral y apela a


técnicas mixtas; permite pensar en el registro de las culturas híbridas que
se constituyen en América Latina.

Amanda (2015)
Fuente: <www.marcoslopez.com>

Para García Canclini (1995), la globalización es un escenario que permite


visualizar mejor la constitución híbrida y multicultural de las identidades étni-
cas y nacionales en América Latina. La globalización “no es un simple proceso
de homogeneización, sino de reordenamiento de las diferencias y desigualda-
des sin suprimirlas” (1995:13). La multiculturalidad es, entonces, “indisocia-
ble” de los movimientos de la globalización. Su análisis tiende a centrarse en
la construcción de espacios culturales transnacionales y “desterritorializados”,
tanto en las esferas de la producción como del consumo. Así, los procesos de
hibridación, junto con las estrategias de inserción de los diferentes sectores
sociales en la sociedad global, llevan a relativizar las nociones de identidades
nacionales o locales y, consecuentemente, a clausurar la posibilidad de con-
cebir culturas auténticas y puras de contaminación identitaria.
Los estudios culturales en el contexto de la globalización no deben preo-
cuparse por la desaparición de las culturas locales, sino comprender la per-
manente y conflictiva “reconstrucción de las identidades étnicas, regionales
y nacionales en procesos globalizados de segmentación e hibridación cultu-
ral” (García Canclini, 1995:129). Para ello, es necesario superar la oposición
global y local, que divide los argumentos a favor del despliegue de las lógi-
cas globales o en defensa de las identidades nacionales. Por el contrario, se
requiere encarar con inteligencia y creatividad nuevas formas de entender la
heterogeneidad de las culturales y sus identidades.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


156

LECTURA OBLIGATORIA

García Canclini, N. (1997), Culturas híbridas y estrategias comuni-

OO cacionales, Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, Época II, Vol.


III, N°5, Universidad de Colima, pp. 109-128.
<http://culturascontemporaneas.com/contenidos/culturas_hibridas.
pdf>

8.2.3. Poscolonialismo y dependencia resignificados


Como se ha examinado previamente, la teoría de la dependencia fue uno de los
modelos de interpretación de la realidad más influyentes en América Latina.
Sin embargo, sus presupuestos fueron redefinidos a partir de la década de
1990, cuando, debido a la crisis de los paradigmas tradicionales, se generó
un amplio debate acerca de la necesidad de repensar el conocimiento social.
La crisis epistemológica de la modernidad occidental puso en cuestión la idea
de objetividad, abriendo la oportunidad para romper con el eurocentrismo y el
poder colonial. Se inició, entonces, una profunda reflexión sobre el significado
de la dependencia, especialmente en su vertiente cultural, dando paso a
nuevas nociones como colonialidad del saber y dependencia académica.
A pesar de la vigencia de la teoría de la dependencia para reivindicar
Recomendamos releer el apartado
una especificidad teórica desde la periferia, la teoría social latinoamericana,
6.2 (unidad 6) sobre la teoría de principalmente en su versión modernizadora (ya sea de cuño estructural
la dependencia. funcionalista o marxista), partió de modelos universales, con categorías
teóricas aplicables a todo tipo de desarrollo histórico-social y cultural. A ella
se opuso una matriz teórica basada en los estudios poscoloniales y culturales;
no partía de una oposición entre modernidad y tradición, sino que prefería
considerar la situación histórica latinoamericana formada de modernidades
en plural, a la vez híbridas y heterogéneas.
Para varios autores, especialmente para Aníbal Quijano (1988), la crisis del
conocimiento de raigambre europea implica un cuestionamiento a su preten-
sión de validez universal. El eurocentrismo consiste en un modo de compren-
der e interpretar las diferentes experiencias históricas y sociales no europeas
de acuerdo con el modelo de interpretación aplicado a estudiar el desarrollo
de las propias sociedades de Europa.

Aníbal Quijano Obregón


Perú, 1928
Fuente: Wiki LEER CON ATENCIÓN

Quijano (2000) señala que se puede pensar el eurocentrismo como

LL una “perspectiva de conocimiento” que instala una hegemonía mun-


dial, colonizando e imponiéndose sobre el resto de los saberes previos
y alternativos tanto en Europa como fuera de ella. De esta mane-
ra, este grupo de autores supone una ligazón epistemológica entre el
colonialismo y el eurocentrismo.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


157

El eurocentrismo, entonces, piensa y organiza el tiempo y el espacio de toda


la humanidad a partir de la experiencia europea (Dussel en Lander (coord.),
2000: 41-53).
A partir del proyecto iluminista, esta perspectiva ofreció un modelo civiliza-
torio universal y global, imponiéndolo como la única forma de conocimiento.
Este modelo se basó en una especialización del conocimiento, separando lo
sagrado, lo humano y la naturaleza. Esto provocó básicamente separación del
sujeto y el objeto, planteando una falsa ilusión de objetividad y neutralidad
(Lander, 2000: 12-16). Se planteó una visión dual y antinómica de la realidad Enrique Domingo Dussel
(Quijano, 1997) o una ruptura ontológica entre razón y mundo (Taylor, 1989, Argentina, 1934
citado en Lander, 2000: 15). Fuente: Wiki
En el contexto de la globalización presente, en el cual se sentencia el fin
de las ideologías y la historia, este eurocentrismo se expresa en una colonia-
lidad del saber. A su vez, remite al conjunto de saberes institucionalizados,
especialmente las ciencias sociales, orientados a naturalizar el proceso civili-
zatorio y la dominación eurocéntrica. Así, la conformación de una geopolítica
del saber (Mignolo, 2000) legitima la organización del poder a nivel interna-
cional y niega el derecho de disponer de herramientas cognitivas diferentes.
Por eso, el único camino posible para romper esta lógica de subordinación es
crear y consolidar formas alternativas de interpretar y actuar sobre el mundo
social, en la medida que se recupere la unidad epistemológica entre objeto y
sujeto (Lander, 2000). Esto puede explicar porqué el proyecto del modelo teó-
rico de la investigación-acción comentado anteriormente parece tan seductor.
La perspectiva que aborda los saberes no es solo un problema cultural,
Fuente: <issuu.com>
sino que se conecta claramente con la dimensión política. Por eso, Quijano
(en Lander (coord.), 2000: 201-242) habla de colonialidad del poder. Se refie-
re a una prolongación contemporánea de las bases coloniales del capitalis-
mo que organizó un sistema mundial eurocentrado, pero dividido en culturas
y territorios basados en criterios raciales de inferioridad, lo que implica aún
hoy una violenta represión de la subjetividad propia de los pueblos y culturas
colonizadas.
Esta perspectiva centrada tanto en la colonialidad del saber como en la raíz
eurocéntrica de las ciencias sociales contemporáneas recupera la cuestión de
la “dependencia intelectual” de América Latina, que sin duda es una de las
preocupaciones más antiguas y sistemáticas del pensamiento latinoamerica-
no. Ya en un texto de 1957, Los profetas del odio, Arturo Jauretche aludía a la
colonización pedagógica para denunciar los factores culturales que frenan el
desarrollo de la región. Sin embargo, a principios del siglo XXI, esta situación
no es vista como mera dependencia cultural, sino como formas de produc-
ción y circulación del conocimiento que limitan la autonomía del pensamiento
y condicionan la emergencia y el desarrollo de mapas cognitivos alternativos.
Esta colonialidad intelectual no describe la actual situación del campo de
las ciencias sociales, sino una tensión entre la búsqueda de autonomía de
reflexión teórica y conceptual y la heteronomía del diálogo con tradiciones y
experiencias que exceden el pensamiento latinoamericano. De esta manera,
los sistemas académicos de producción de conocimiento se enfrentan en la
región a una trama organizada de la competencia intelectual regulada por el
mercado y valores de la ciencia pública, su financiación, sus sentidos y sus
audiencias.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


158

LEER CON ATENCIÓN

En el contexto de la producción académica, las motivaciones de los

LL investigadores son regidas por la búsqueda de bonificación (presti-


gio y diferenciación) que encuentran cabida en la formación de redes
nacionales e internacionales, a la vez que su trabajo es reconocido y
premiado por las agencias de control y fomento a la investigación,
con parámetros dictados por las políticas científicas y tecnológicas
impulsadas por los Estados nacionales, pero también por las agen-
cias internacionales.


La organización del sistema académico-científico se puede vislumbrar desde
algunas interacciones entre las dimensiones epistemológicas, institucionales
y político-culturales acerca del significado del conocimiento científico, sus usos
y aplicaciones. Las ciencias sociales latinoamericanas no solo están en una
posición periférica, sino que se encuentran en una posición de relativa depen-
dencia académica. Con este concepto se quiere identificar una estructura
desigual de producción y difusión de conocimiento construida históricamente
dentro el sistema científico internacional (Beigel y Sabea, 2015).
A partir de los aportes de los estudios sociales de la ciencia, de la epis-
temología crítica y de los estudios comparados de la educación superior, fue
posible comprender el desarrollo de investigaciones sobre la dependencia
Fuente: Ediunc
académica. Con ellos se pueden obervar los procesos a través de los cuales
la dominación se inserta dentro de la producción de conocimiento. Diversos
trabajos comenzaron a mostrar la alta concentración de científicos laureados
y prestigiosos en las universidades de Estados Unidos y Europa, en desme-
dro de los países del tercer mundo. Los estudios recientes muestran que las
“normas universales” para la investigación y la construcción de conceptos
teóricos se han constituido y legitimado a través del sistema internacional de
publicaciones.
Durante las últimas décadas, los rankings universitarios y el factor de
impacto de las revistas indexadas han influenciado las decisiones editoriales
de las publicaciones estadounidenses y europeas. Por un lado, el prestigio
académico se concentró progresivamente en las publicaciones e institucio-
nes de investigación mejor posicionadas, lo que contribuyó a establecer un
conjunto de jerarquías internacionales y separó cada vez más las investiga-
ciones realizadas en centros académicos prestigiosos respecto del conoci-
miento marginal, producido y publicado fuera de ese espacio (Beigel y Sabea,
2015). Por otro lado, la fuerte supremacía del inglés en las publicaciones de
alto impacto marginaron aún más a los científicos que no publican en ese idio-
ma (Ortiz, 2009).
De esta forma, la idea de autonomía académica constituye una interesan-
te pregunta para pensar criterios de legitimación propios para la producción
científica en la región. La dependencia académica se construye en medio de
la compleja relación entre saber y poder, en un marco de profesionalización
académica periférica, en el que la circulación y la comunicación dentro de los
propios países es escasa y a veces improductiva. Estas disyuntivas constitu-
yen el factor central del carácter conflictivo, heterogéneo e inacabado de la
identidad latinoamericana. Se hace necesario entonces renovar la búsqueda
de los sentidos utópicos de los pueblos de la región.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


159

LECTURA OBLIGATORIA

Beigel, F. y Sabea, H. (2014), Introducción, en Beigel, F. y Sabea,

OO H. (coords.), Dependencia académica y profesionalización en el Sur.


Perspectivas desde la periferia. Ediunc, Mendoza - Sephis, Río de
Janeiro.

1.

KK a. Según lo leído hasta aquí, señale y caracterice los principales debates


que se dieron en las ciencias sociales a partir del fenómeno de la
globalización.
b. A partir de la definición de dependencia académica, discuta en grupo
la especifidad del concepto con respecto a la idea de colonialismo
cultural.

2.

KK a. Mire atentamente el video sobre la explicación de la historia mundial


de Enrique Dussel:

<https://www.youtube.com/watch?v=6GLzHSlGf4o>

b. Responda las siguientes preguntas:


• ¿Cuál es la estrategia que propone para repensar la historia?
• ¿Cuáles son las críticas a la historización occidental?
• ¿Qué permite repensar la historia mundial de esta forma?

8.3. El neoliberalismo tardío: tensiones en la política y


el Estado
Si bien desde la década de 1970 el papel del Estado fue un importante objeto
de reflexión en la región latinoamericana, en los últimos veinte años se reto-
mó una agenda de inusitada vigencia. Se pasó entonces de un análisis sobre
las formas de dominación militar y democratización –descriptas en la unidad

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


160

anterior– a una meditada atención a sus enlaces con la sociedad civil y su


capacidad para orientar el crecimiento económico, aunque desde una mirada
diferente al desarrollismo clásico. Los estudios sociales sobre el Estado en
América Latina debieron lidiar con las contramarchas de la política, y el avan-
ce y el retroceso del discurso neoliberal, por lo cual, el Estado asume hoy un
papel fundamental para entender la actual crisis política y económica en la
región. Se hace necesario así comprender su rol de intervención y valorar su
importancia en un contexto de reformas sociales.
A partir de la década de 1990, el tema del Estado se encuentra relaciona-
do con el predominio del discurso neoliberal que sostenía una fuerte crítica al
modelo previamente existente en la región. El desarrollismo latinoamericano
se había caracterizado por intentar una adaptación del Estado social europeo,
signado por la regulación de las relaciones económicas y el mercado laboral y
orientado a garantizar el bienestar, los derechos sociales y la justicia social.
Estaba basado, además, en una idea de democracia sustantiva (mayor movili-
zación, organización y participación de los actores sociales en las decisiones).
Desde la posguerra hasta la década de 1970, el Estado social se había conver-
tido en todo el mundo en un activo impulsor del desarrollo y el bienestar, ejer-
ciendo una mediación entre los diferentes sectores sociales (Pereyra, 1999).
Sin embargo, la crisis de la deuda externa y el agotamiento del ciclo de cre-
cimiento en la región obligaron a los gobiernos en cada uno de los países a
replantear el lugar del Estado, apelando a profundas reformas de sus estruc-
turas para adecuarlas al funcionamiento del mercado globalizado. Bajo el pre-
dominio intelectual del Consenso de Washington, y en nombre de una pretendi-
El denominado Consenso de da modernización, se llevaron a cabo un conjunto de reformas del Estado que
Washington refiere al conjunto de orientaron las políticas de desregulación, desestatización y descentralización.
medidas de política económica de
corte neoliberal aplicadas a par-
tir de los años ochenta para, por
un lado, hacer frente a la reduc-
ción de la tasa de beneficio en
los países del norte tras la crisis
económica de los setenta, y por
otro, como salida impuesta por
el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y el Banco Mundial (BM) a
los países del sur ante el esta-
llido de la crisis de la deuda
externa. Todo ello por medio de
la condicionalidad macroeconó-
mica vinculada a la financiación
concedida por estos organismos
(Observatorio de Multinacionales
en América Latina OMAL).

Fuente: <elobservador.uy>

En muchos casos, se avanzó en el armado de un Estado de tipo neoliberal


que basaba su funcionamiento en el supuesto de que la lógica de mercado
es capaz de regular las relaciones sociales y no hay necesidad de interven-
ción para el logro de mayor igualdad social. A diferencia del modelo previo, su

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


161

funcionamiento político se basaba en una democracia formal de sentido ins-


trumental, desmovilización y participación restringida. En términos culturales,
se adhería a una tendencia de cambio universal y asociación dependiente con
los países centrales (Vilas, 2011).
Sin embargo, con el cambio de siglo, la región retomó el liderazgo de gobier-
nos progresistas. Por ejemplo, los gobiernos de Luiz Ignacio “Lula” Da Silva
y Néstor Kirchner en Brasil y Argentina, respectivamente, atravesaron expe-
riencias nacionales que recuperaron exitosamente ciertas políticas orientadas
hacia el desarrollo.

Fuente: <marcha.org.ar>

Pero nuevamente el ciclo pareció agotarse. En la actualidad, América Latina se


encuentra ante un nuevo escenario de disputa entre una etapa caracterizada
por el retorno del Estado, la revitalización de la política y la dinamización de la
organización y participación de la sociedad civil, y otra en la que se anuncian
contramarchas en las políticas estatales.

LEER CON ATENCIÓN

Existen dos modelos contrapuestos de concepción del Estado. Uno

LL que quiere seguir manteniendo un proyecto político y cultural autó-


nomo y de integración regional, y otro que quiere promover reformas
políticas y económicas destinadas a garantizar un mercado flexible y
competitivo, aunque ello signifique desmontar una estructura de con-
quistas y derechos sociales. La reversión de esos procesos ha genera-
do el desafío de responder a estos cambios con nuevas herramientas
teóricas de interpretación de la realidad social. Entre las diferentes
conceptualizaciones que han aparecido se destacan dos ideas: el pos-
neoliberalismo y el neoliberalismo tardío.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


162

El marco teórico del neoliberalismo clásico resulta insuficiente para compren-


der la compleja relación entre las políticas públicas y el mercado. Por eso
es necesario repensar nuevos modelos interpretativos. El cambio de ciclo
político y económico en la región, a partir del retroceso de los gobiernos lla-
mados populistas y la consolidación de administraciones más orientadas por
el liberalismo político y económico, impuso un nuevo escenario de reflexión
sobre la complejidad de las transformaciones. Se ha producido así un giro
sustantivo respecto del rumbo que mantenían los anteriores gobiernos nacio-
nales populares, neodesarrollistas y de centroizquierda de la última década
en América del Sur, para avanzar en un modelo económico, social y geopo-
lítico que tiene características específicas y bien distintivas respecto de los
momentos anteriores.
En este sentido, la actual coyuntura en la Argentina, Brasil y otros países
de la región muestra cambios estructurales tanto en los modelos de acumu-
lación, los patrones de distribución de riqueza y de poder, como en las nue-
vas subjetividades promovidas por los medios masivos de comunicación y las
redes sociales. Se habla entonces de “posneoliberalismo” para describir la
ruptura con el neoliberalismo que provocaron en su momento los gobiernos
autodenominados “progresistas” en América Latina (García Delgado y Gradín,
2017). Este ciclo se caracterizó por una heterodoxia económica y el lideraz-
go político de sentido transformador, que posibilitó un nuevo paradigma de
revalorización del Estado activo, la promoción de derechos sociales y el impul-
so de políticas económicas inclusivas, con capacidad para adaptarse a una
nueva fase de la globalización, con la expansión de China, y hacer frente a las
demandas sociales, mejorar los ingresos y generar empleo en un marco de
desendeudamiento de los países y de la región.
Como consecuencia, tras dos décadas de ritmo oscilante entre el neoli-
beralismo y el posneoliberalismo se observa un escenario social en la región
caracterizado por la que ha sido llamada “sociedad posneoliberal”.
En ese marco, este tipo de sociedad, emergente de esta yuxtaposición de
modelos, se caracteriza por el paulatino y sostenido proceso de urbanización.
Este fenómeno se había evidenciado tempranamente en Argentina, pero ahora
se manifiesta en otros países como Brasil y México. También se consolida un
proceso de baja de tasa de natalidad que, combinado con el aumento de la
esperanza de vida, preanuncia un pronto envejecimiento de la población. La
sociedad latinoamericana parece dejar de lado sus propias características de
ruralización para adoptar patrones más parecidos a las sociedades europeas.
Se observa así una modernización de las actividades agrícolas, una tenden-
cia acelerada de la terciarización de la economía y la fragmentación urbana.
En conjunto, estas transformaciones manifiestan la emergencia de una nueva
clase media urbana que, movilizada por el consumo tecnológico y mutaciones
culturales con respecto al uso del cuerpo y la sexualidad, asume nuevos esti-
los de vida más cosmopolitas y reconfigura sus demandas ciudadanas por una
mayor institucionalidad y transparencia de los actos de gobierno. Sus reclamos
privilegian los derechos como consumidores sobre la validez de los mecanis-
mos legales de protección al trabajo (Kessler, 2016).
Ahora bien, si el concepto de posneoliberalismo remitía al tipo de Estado
y sociedad resultante de una experiencia histórica, la nueva fórmula de neoli-
beralismo tardío expresa el intento por describir un proyecto para resolver las
tensiones antes mencionadas, en favor de una vuelta al proyecto neoliberal
inconcluso. Esto abre la posibilidad de pensar que los principales rasgos polí-

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


163

ticos y económicos de los gobiernos de derecha que asumieron recientemen-


te el poder en Argentina, Perú y Brasil, y los avances de las coaliciones opo-
sitoras en Venezuela, Colombia, Ecuador y Bolivia, ubican a la región frente a
una nueva etapa neoliberal.

LEER CON ATENCIÓN

El neoliberalismo tardío se caracteriza por la permanente apelación a

LL la comunicación, al marketing y a la exaltación de una cultura libe-


ral e individualista que se basa en una forma de hacer política pos-
moderna, en el sentido de privilegiar contenidos simplificados y no
ideologizados. Se invoca, de esta manera, a un reemplazo de la acción
militante y partidaria, por un nuevo sujeto político de cambio basa-
do en una identificación con la figura del emprendedor, despolitiza-
do y desclasado, renuente al conflicto y a la disputa sectorial, donde
se privilegia la gestión antes que la política, que es denunciada como
germen de la corrupción y los intereses espurios (García Delgado y
Gradín, 2017).

Esta fase estaría caracterizada por una feroz disputa por la reestructuración
de la distribución de la riqueza a favor de los sectores concentrados de la
economía, por el inicio de un nuevo proceso de endeudamiento externo, la
apertura de la economía, la desindustrialización y el intento deliberado de bajar
salarios y niveles de consumo de los trabajadores urbanos. Sin embargo, sus
características difieren del neoliberalismo del siglo pasado por varias razones.
Primero, porque el escenario regional e internacional ha cambiado por el peso
de las exportaciones de commodities en la región, el cambio multilateral de la
geopolítica mundial, los retrocesos de los procesos de integración regional y
la emergencia de identidades nacionales. Segundo, los contextos nacionales
confirman una creciente legitimidad política de los nuevos gobiernos, pero,
al mismo tiempo, la existencia de un piso mínimo de derechos y demandas
sociales que no se podría socavar. Se presentan así aspectos subjetivos bien
diferenciados, debido al avance de las nuevas tecnologías y de las redes
sociales, facilitando la construcción de una hegemonía cultural.
En su referencia al ciudadano común y desinteresado, altruista y volunta-
rioso, el neoliberalismo tardío despolitiza los conflictos sociales que emergen
de la contradicción de intereses y la puja distributiva. Ante ese escenario, tras
un discurso que legitima la mejora de la institucionalidad política, se quiere
invisibilizar la aplicación de planes de austeridad, disminución de la deman-
da y el consumo y, por lo tanto, de una profunda transformación del nivel de
vida de la población.
Se puede afirmar entonces que esta etapa política y económica en América
Latina se manifiesta principalmente en la aplicación de un entramado de polí-
ticas públicas orientadas a promover una abrumadora transferencia de ingre-
sos a sectores concentrados y, por lo tanto, consolidar un aumento de la des-
igualdad. Pero también esta política se construye en una novedosa conjunción
del poder mediático, judicial y económico que sustituye la idea de desarrollo
por la noción de transparencia como indicador de la modernización y horizonte

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


164

utópico de las sociedades. Si bien la globalización neoliberal ha desaparecido


como proyecto político, es necesario comprender una novedosa situación reci-
clada de sus argumentos, pero sobre todo pensar las posibilidades de resis-
tencia, conflicto y lucha que se imponen en el actual escenario social y político.

LECTURA RECOMENDADA

RR
Pereira da Silva, F. (2007), Reseña de “La sociedad excluyente: la Argentina bajo el
signo del neoliberalismo” de Maristela Svampa, Revista Brasileira de Ciências Sociais,
vol. 22, núm. 64, junho, pp. 182-185.
<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10706419>

8.4. El nuevo rol de los intelectuales latinoamericanos.


Desafíos y perspectivas mediante un repaso de las
agendas de Alas y Clacso
La historia de la teoría social latinoamericana está íntimamente ligada al
importante rol de intervención de los intelectuales en la vida pública. Tal como
se comentó en la unidad 5, los intelectuales de América Latina fueron obliga-
dos por el contexto histórico a asumir un compromiso con el cambio social,
que inclusive muchas veces los llevó a apoyar implícita o explícitamente la
violencia armada. Ante los continuos cambios de ciclo y la presentación de
un dilema sobre el futuro que debe emprender la sociedad latinoamericana
para salir del atolladero vigente, cabe preguntarse nuevamente por la figura
del intelectual.
En la actualidad, el debate internacional sobre el rol del intelectual se ha
enriquecido. Ya se han abandonado las críticas a los intelectuales que traicio-
naban su propio rol al dedicarse a la investigación académica. Hoy, la epis-
temología de las ciencias sociales promueve la integración entre los investi-
gadores académicos profesionales y los intelectuales críticos. La figura del
sociólogo público es ilustrativa en este sentido (Burawoy, 2004). El intelectual
público es quien, sin perder su especialización y trabajo profesional, dedica su
tiempo a participar activamente en el debate social con sentido crítico, des-
plegando una gran capacidad para comunicar sus ideas a varias audiencias
diferentes.
Esta imagen es muy similar a la noción de ‘intelectual anfibio’ que defiende
Svampa (2009). Este tipo de intelectual tiene la capacidad de integrar y equi-
librar las características tanto del intelectual académico como del militante,
sin desnaturalizar ni uno ni otro: una figura capaz de habitar y recorrer varios
espacios institucionales (universidad, Estado, medios de comunicación, sindi-
catos, movimientos sociales), controlando el nivel de involucramiento en cada
caso, lo cual le permite una mayor comprensión y reflexividad sobre las dife-
rentes realidades sociales y sobre sí mismo. Esto permite que la producción
académica se construya sobre una metainterpretación que vaya más allá de la
propia visión u opinión de los actores, manteniendo su posición como inves-
tigador por encima de sus ambivalencias, y, al mismo tiempo, puede ofrecer
una mirada crítica y reflexiva del sistema social y sus instituciones.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


165

Tras la crisis de los paradigmas clásicos, desde el desarrollismo hasta la


teoría de la dependencia, los intelectuales latinoamericanos se han concen-
trado en la reflexión sobre los nuevos problemas sociales emergentes de la
globalización, tratando de conectar de alguna manera su trabajo con la diná-
mica de los movimientos sociales y sus historias de lucha y resistencia. Sin
embargo, sus disensos aparecen cuando se discute el carácter de la demo-
cratización de las sociedades y el papel del Estado en la modernización polí-
tica y económica de cada uno de los países. Pero todo su accionar sigue hoy
condicionado por la tensión entre un legado de cambio social orientado por un
proceso civilizatorio de carácter universal y la búsqueda de rasgos identitarios
y culturales propios que obligan a pensar desde una cosmovisión propia y origi-
nal. Esto implica un proceso pendular de autonomía y heteronomía periférica.
Una de las maneras posibles de conocer la actualidad de las preocupacio-
nes de la teoría social en la región es a través de un examen de los temas que
se trabajan en los grupos de trabajo del Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales. Tal como se explicó en la segunda unidad, Clacso fue creado en Los grupos de trabajo son redes
1967 y cumplió un papel fundamental en el debate sobre los problemas de la interdisciplinarias de investigado-
res de distintos países de América
región, mediante la construcción de redes interdisciplinarias de investigado- Latina y el Caribe, que se reúnen
res, quienes han desarrollado una serie de trabajos que se caracterizan por alrededor de un tema o proble-
su pertinencia, calidad e impacto en el mundo social, académico y político. ma social relevante para la región.
Trabajan para la producción de
En 2017, Clacso cuenta con 110 grupos de trabajo organizados en 31 conocimiento comparado rele-
líneas temáticas y con la participación de 3430 investigadores (56% de ellos, vante y riguroso, y buscan lograr
una efectiva relación entre inves-
son mujeres) provenientes de 63 países de todos los continentes. El listado tigadores, responsables de polí-
de campos temáticos y de los nombres de los grupos muestra claramente una ticas públicas y organizaciones
sociales. Los grupos se organi-
perspectiva crítica que quiere enfatizar el rol central de la política, el sentido zan periódicamente a partir de
de las políticas públicas orientado a la efectivación de derechos y la defensa concursos públicos de proyectos,
de grupos vulnerables, excluidos y con una posición subordinada dentro del que son evaluados por jurados
internacionales.
sistema de poder.

Fuente: Clacso

Lista de campos temáticos de los grupos de trabajo de Clacso:

1. Bienes comunes y acceso abierto


2. Cambio climático, medioambiente y sociedad
3. Ciencias sociales y políticas científicas
4. Comunicación y poder
5. Deporte y sociedad
6. Derechas y movimientos conservadores
7. Derecho a la ciudad
8. Derechos humanos y políticas de la memoria
9. Desarrollo rural
10. Desigualdades y pobreza
11. Economía y políticas de desarrollo
12. Epistemologías del sur

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


166

13. Estado y políticas públicas


14. Estudios sobre Estados Unidos
15. Feminismos y políticas de género
16. Izquierdas y alternativas democráticas
17. Justicia y estudios del derecho
18. Juventudes y políticas de infancia
19. Medio Oriente y América Latina
20. Migraciones y movilidad humana
21. Movimientos sociales y ciudadanías
22. Políticas de Integración
23. Políticas e industrias culturales
24. Políticas educativas y derecho a la educación
25. Pueblos indígenas
26. Racismo y afrolatinidad
27. Religión y política
28. Salud colectiva
29. Teoría social
30. Trabajo y relaciones laborales
31. Violencia y seguridad ciudadana

Siguiendo con este mismo análisis, la Asociación Latinoamericana de
Sociología, que initerrumpidamente viene organizando congresos regionales
desde hace más de 65 años, se organiza también con la lógica de grupos de
trabajo.
En cada uno de esos encuentros académicos, el comité organizador local
propone un conjunto de grupos de trabajo a partir de los cuales se organizará
el debate. Cada uno de ellos, se especializa en una problemática concreta. En
estos grupos colaboran investigadores que aportan a la sociología latinoame-
ricana, contribuyendo al debate en torno a sus especialidades. En el primer
congreso realizado en Buenos Aires en 1951, el debate se organizó sobre la
base de solamente cuatro temas. En el congreso de Montevideo realizado a
fines de 2017, las temáticas trabajadas fueron veintiséis.
Entre esos temas se observa también un agrupamiento de preocupaciones
centradas en la desigualdad y la vigencia de los derechos, desde perspecti-
vas que buscan romper con el eurocentrismo e imponer miradas y proyectos
intelectuales autónomos.

Lista de grupos de trabajo de Alas:


1. Ciencia, tecnologías e innovación
2. Ciudades latinoamericanas en el nuevo milenio
3. Producción, consumos culturales y medios de comunicación
4. Estado, legitimidad, gobernabilidad y democracia
5. Desarrollo rural y cuestión agraria
6. Imaginarios sociales y memoria
7. Desarrollo territorial, desigualdades y descentralización
8. Desigualdad, pobreza y exclusión social
9. Estructura social, dinámica demográfica y migraciones
10. Estudios políticos, sociojurídicos e instituciones
11. Género, feminismos y sus aportes a las ciencias sociales
12. Sociología de la cultura, arte e interculturalidad
13. Teoría social y pensamiento latinoamericano

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14. Medioambiente, sociedad y desarrrollo sustentable


15. Metodología y epistemología de las ciencias sociales
16. Universidad latinoamericana: interpelaciones y desafíos
17. Trabajo y restructuración productiva
18. Salud y seguridad social
19. Acciones colectivas y movimientos sociales
20. Sociología de la religión
21. Sociología de la niñez, juventud y envejecimiento
22. Sociología del ocio y el deporte
23. Corrupción, violencia social, seguridad y defensa
24. Sociología de la educación y políticas educativas
25. Integración regional, geopolítica y desarrollo
26. Sociología de los cuerpos y las emociones

Tal como nos recuerda Beigel (2016), una metáfora literaria se ajusta con
mucha precisión al problema del rol del intelectual latinoamericano. La histo-
ria contada en la obra de Shakespeare, La Tempestad, remite a imágenes y
recursos que están presentes en la historia intelectual de la región. Sus tres
personajes principales pueden ayudar a entender productivamente esos reco-
rridos. Como se sabe, ellos son Próspero, el conquistador de una isla que se
convertiría en su reino durante el exilio, Ariel, su espíritu consejero, y Calibán
el nativo esclavizado. Como ya se ha visto en la primera unidad, el pensador
uruguayo José Enrique Rodó argumentó, en 1900, que América Latina estaba
representada por “Ariel”, pura espiritualidad y belleza, frente al materialismo
y al expansionismo norteamericano.

PARA REFLEXIONAR

El cubano Roberto Fernández Retamar (1971, citado en Beigel,


PP 2016:216) sostuvo que éramos “calibanes”, nativos colonizados, que
aprendimos el idioma de Próspero para maldecir al conquistador y
expulsarlo mediante la insurrección.

Es necesario pensar sobre el lugar que ocupan los intelectuales latinoame-


ricanos en la actualidad. Seguramente hay muchos ‘Arieles’ que se sienten
cómodos en su virtud. Pero también, otros tantos calibanes que trabajan en
un marco de dependencia académica, pero sus ideas aportan a mejorar las
condiciones de posibilidad de una futura autonomía.
Teniendo en cuenta el informe de Calderón y Provoste (1991), citado al
comienzo de esta unidad, se puede ver que su acertado diagnóstico mantiene
plena actualidad. Su descripción sobre la diversidad de temas y agendas en
las ciencias sociales locales podría aplicarse a la variada gama de preocupa-
ciones de los grupos de Clacso y Alas. Al mismo tiempo, el desafío de crear
nuevos marcos teóricos no se ha superado totalmente. Pero nuevos conceptos
han aparecido y, sobre la base de un rico legado, se siguen discutiendo herra-
mientas teóricas que puedan interpretar una realidad social dinámica y difusa.

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


168

Los intelectuales no tienen ninguna obligación con el compromiso social.


Pero, por su historia y en el contexto donde desarrollan su actividad, los inves-
tigadores sociales latinoamericanos están invitados a una reflexión que per-
mita ofrecer nuevas herramientas teóricas para desentrañar los desafíos del
presente. Se requiere de sociólogos, economistas y cientistas políticos espe-
cializados y expertos en sus disciplinas, pero que no desestimen la militancia
y la participación política.
Su propio trabajo en las universidades (tanto en la enseñanza y la investiga-
ción como en la cooperación con organizaciones de la sociedad civil y la comu-
nidad) debe movilizar recursos intelectuales que permitan una sensibilidad
argumental que oriente la política pública para defender los derechos socia-
les y desaliente las acciones en contra de los sectores populares. Su función
es la creación de mapas de interpretación capaces de definir una agenda de
problemas y políticas que desafíen y confronten los discursos de la desigual-
dad social que se intentan imponer y legitimar desde muchos espacios del
poder. De esta forma, los investigadores sociales están llamados a buscar,
crear y defender incansablemente los valores emancipatorios que posibiliten
una sociedad más plural, más democrática y, sobre todo, más justa.

3.

KK a. Ingrese al link de Clacso donde figura la lista de grupos de trabajo:


<https://www.clacso.org.ar/grupos_trabajo/grupos_de_trabajo.php?s=5&idioma>

b. Seleccione uno y responda:


¿Cuáles son sus objetivos?
¿Cuál es su relación con la política pública latinoamericana?
Teniendo en cuenta el contexto latinoamericano y sus problemáticas
¿Qué tema/problema cree que debería profundizarse?

Teoría Social latinoamericana Diego Pereyra - Noelia Cardoso


169

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