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UN ENCUENTRO PERSONAL CONTIGO

Hoy me despertaste, no quise hacerte caso, no quería levantarme, pero fuiste insistente, me miraste sentado al borde
de mi cama señalándome tú costado me dijiste siéntate acá, hace frio, ven, aún es de noche, ven, quiero conversar
contigo, pero, es que… me ayudaste a levantarme, comprobé que realmente no hacia tanto frío o es que tu calor
abrigaba mi corazón.

¿Qué horas serán?, ni los gallos se escuchan o es que como en la noche anterior, al dormirme temprano, dopado de
tantos medicamentos, me levantaba asustado pensando que ya era de día, veía el reloj, 10:30 pm, 11:50 pm, 2:00 am,
3:00 am,…

No importaba la hora, ¡Tú estabas acá!, ¡a mi lado!, ¡conmigo!... siéntate, mira allá, me señalaste con la mirada la
ventana que daba a mi cama. Mire la noche, casas regadas como legos, postes amontonados como luces de navidad,
cielo despejado como casi nunca, alguna estrella a punto de extinguirse en un suspiro…

No sé porque lo hacías, yo solo quería quedarme en mi soledad, auto compadeciéndome, preguntándome porque yo,
queriendo sentirme terrible por no poder caminar, por no poder estar con mi esposa, por no poder estar con mis hijos
viendo sus caritas, por no poder estar con los chicos que tanto amo de la iglesia, por no poder pasar con ellos el tiempo,
por no poder jugar pelota, por no poder…, por no poder…, por no poder…

¡Calla!, me dijiste, calla, me susurraste, calla, como niño regañado mire de reojo tu perfil, veías la ventana, mira allá a lo
lejos, mis ojos vieron el amanecer… ¡el amanecer!... ¿amanecer a tu lado?, ¿los dos?, ¡Tú a mi lado!... ¡no estaba solo!

Terminaba la universidad y aún no te conocía, me encantaba viajar. Se necesita estudiante de educación para
voluntariado en la selva, decía en un letrero en la facultad de Geología, no sé que hacía por ahí, ni como llegue a ver ese
letrero. Ni siquiera lo pensé, acostumbrado a hacer lo que me daba la gana, me reuní con el ingeniero a cargo, me dio mi
pasaje y me fui solo a la selva. Allí había un módulo de vivienda para mí solito, me pareció excitante, ¡toda una
aventura!, profesor de informática en un olvidado Centro Poblado, con una sola computadora para todos los habitantes
del lugar, claro sin internet y con un mouse que parecía que le habían dado racumín… Pero eso no es lo que me
deslumbro en este viaje…

Estabas en silencio, yo no sabía que decirte, no sabía que pensar, solo querías que mirara hacia allá y trataba de
encontrar la casa, el poste, la estrella, la persona o el gato en el techo que querías que mire por la ventana, aun no sabía
porque me habías levantado así, ni que quisieras que haga… te mire, te iba a preguntar hacia donde debía mirar,
¡sshhu!, me dijiste con un dedo en la boca, solo mira. Las manos de Dios combinaban en ese momento, con matices de
azul noche, pinceladas de celeste, naranja y gris limeño, el firmamento.

Hijo de familia numerosa, nueve hermanos y más tíos que colectivos en Lima, sin embargo, siempre me había sentido
solo, en ocasiones disfrutaba de ello, en otras, me culpaba de mi soledad. Este era una gran ocasión, en medio de la
selva, sin nadie a quien conozca, me deleitaba en mi soledad. Dictando clases a tres alumnos máximos por turno, ya que
solo había una vieja computadora, aprovechaba mis tiempos libres para caminar en solitario por la trocha, de mañanita
y en las tardes… Pero algo paso, algo que jamás me había puesto a pensar, algo que cambio mi forma de ver las cosas…
Caminando por la trocha con mi machete (siempre pueden haber culebras o la trocha se llena de maleza y hay que
machetear) observando los grandes árboles, toda la vegetación, las canciones de las aves, las conversaciones de los
monos y el chasquido del rio al pulir las piedras, me di cuenta que… ¡no estaba solo!... ¿hay alguien ahí?, ¿Quién es?...

Mire el cielo celeste y las bellas nubes que tenían formas de ángeles o ¿eran ángeles en formas de nube?, mire a las
pequeñas hormigas en el suelo… mi certeza aumento… ¡no estaba solo!... unos días después… ¡lo descubri!, me di
cuenta quien era, ¡ampay!... Era una noche muy oscura, no se veía ni a tres metros, tan oscura que hasta los mosquitos
se escondieron en sus guaridas y me dejaron de picar, los pobladores apagaron sus luces, no se escuchaba ni un ruido,
nadie, nadie, solo, ¡solo!, en medio de la selva… cuando de repente ¡apareciste Tú!, vi tu energía en un rayo que cayó a
lo lejos y se convirtió las tinieblas en luz, ¡como si fuese día!, escuche tu voz en un potente trueno que hizo temblar las
lunas del cuarto, al empezar la lluvia torrencial, mire tu poder en el camino que estaba enfrente de la casa, porque ya no
era un camino, se había convertido en un ruidoso rio empujado por las lluvias,… esa noche, esa noche, me di cuenta que
nunca había estado solo, no estaba solo, siempre estuviste ahí, ¡a mi costado!... y en medio de la ruidosa lluvia, llore,
como nunca lo había hecho, llore amargamente, llore por mi “soledad”, llore más que la lluvia, gritaba llorando,
amparado en el ruido de las enormes gotas que caían en la calamina, llore como un bebe hambriento del que no hacen
caso, llore por cada segundo de mi vida, llore porque ya no tenía porque llorar,… y grite, ¡grite! … ¡Dios, si tu existes, no
quiero estar solo!, ¡Dios si tu existes, no quiero estar solo!, ¡Dios si tu existes no quiero estar solo!, ¡Dios su tu…

Aún estabas ahí, mientras me perdía en mis recuerdos, sentado a mi costado, mirando el firmamento… ¡ya entendí!
¡sí!... ¡te pasaste, como siempre! ¡eres genial!... mirando este amanecer me hiciste recordar el amanecer de esa noche
oscura donde te conocí, la paz que sentí… pero… también me hiciste recordar todo lo que viví después de esa
experiencia, teniendo la certeza de que eras real, de que existes… te di la espalda.

Hable yo, Tú me escuchabas, recordamos juntos como me trajiste a tus brazos, como me recogiste como bebe malcriado
haciendo berrinches (aún los hago), sin embargo, me abrazabas y me calmabas, recordamos mis primeros pasos, me
soltaste, avance tambaleando, sonreíste, sonreí por tu sonrisa… recordamos juntos tu amor hacia mí, tu misericordia,
tus ganas de seguir conmigo a pesar de que no quería saber nada más, recordamos las veces que te falle, las veces
que…, las veces… las…

¡No pude más!, ¡me puse a llorar!, en el amanecer que Él me indicaba la ventana, mis lágrimas se deslizaban hacia el
arrepentimiento,… me abrazaste, como siempre, ¡me sentía muy solo nuevamente y otra vez viniste a rescatarme!, llore,
llore, tus brazos me rodearon, mi cabeza en tu pecho, una de tus preciosas manos agujereadas por mis pecados, me
acariciaba el cabello… ssshht…ssht… me decías… lo sé… lo sé… acá estoy… acá estoy… me abrazaste fuerte hasta
calmarme, hasta estar tranquilo, hasta estar en paz como la primera vez que me consolaste allá en la selva…

Los gallos ahora si cantaron, las mototaxis se despertaron y ya se escuchaba el ruido renegón de su motor… ¡hoy será
diferente!, ¡hoy será un día especial!, ¡hoy será emocionante!, no sé qué pasará mañana, ni de acá a un mes, pero hoy
tengo la seguridad, tengo la certeza, que no estoy solo, ¡qué Tú estás conmigo!, ¡que Tú nunca me dejaras!, ¡que Tú me
sorprenderás!... ¡Gracias Jesús!, gracias por estar en mis mejores y peores momentos, gracias por despertarme…
Mañana hablamos de nuevo a solas…

“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo;
siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”… JESÚS

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