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A) introducción
-impone la tutela judicial inmediata, a través del amparo constitucional, art. 53.1 y
2, art. 161. 1, b) CE;
-y, por último, establece que las leyes serán nulas si contradicen los preceptos de la
Constitución, art. 161.1, a), y art. 164 CE.
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Ordenamiento Jurídico y, claro está, su parte primordial ya que expresa los valores
superiores del ordenamiento jurídico español (art. 1 CE).
Pero el problema radica en precisar el qué y cómo se articula técnicamente ese valor
normativo directo, general y superior de la Constitución, de manera que se debe
establecer lo siguiente:
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necesidad de que el Tribunal Constitucional tenga que declarar previamente
la inconstitucionalidad de leyes en conflicto con el precepto constitucional;
en efecto, esto sucede:
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derogadas o son inconstitucionales, siempre que vayan contra la propia
normativa de la Constitución y de cómo se aprecian estos extremos. El
tribunal Constitucional tuvo la oportunidad de pronunciarse al respecto al
declarar en sus Sentencias de 2 de febrero de 1981 y 8 de abril de 1981 que
los jueces y tribunales deben inaplicar las leyes si entienden que han quedado
derogadas por la Constitución, al oponerse a la misma o pueden, en caso de
duda, someter el problema al Tribunal Constitucional por la vía de la
"cuestión de constitucionalidad". Naturalmente aquí los efectos de los dos
supuestos son diferentes, en el primer caso se está en presencia de una
derogación para el caso concreto, mientras que en el segundo, se trata de una
derogación "erga omnes" depurándose el ordenamiento jurídico, al resolverse
definitivamente y con carácter general las dudas que puedan plantearse.
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-El Código civil en su artículo 1 hace referencia al término ley como sinónimo
de toda norma jurídica, es decir, estamos ante un concepto material de ley, que engloba
tanto a la ley en sentido estricto como a otras normas, los reglamentos administrativos.
-Otras veces, la expresión ley se utiliza como sinónimo de norma escrita, frente
al concepto canonista de la costumbre en tanto, también, es norma.
-La de Aristóteles y los juristas clásicos españoles del Siglo XVI y XVII y
Rousseau, es decir, la normas es una regulación abstracta y general (tradición
espiritualista).
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Así pues, y tras la lectura del artículo 66 de nuestra Constitución podemos
comprobar que existe un órgano constitucional (Las Cortes Generales) que, entre otras
funciones, tiene una competencia consistente en "el ejercicio de la potestad legislativa
del Estado".
Por lo tanto, debe ser defendido un concepto de corte formal, es decir, es ley
"todo acto emanado de las Cortes Generales (Parlamento), en el ejercicio de la potestad
legislativa, como órgano que representa al pueblo", o como afirma el Preámbulo de la
Constitución como "expresión de la voluntad popular".
-leyes de Comisión;
-leyes presupuestarias;
-leyes marco;
-leyes de armonización;
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b) Leyes orgánicas que, a su vez, se dividen en:
Dentro de las Normas del Gobierno con rango jurídico formal de ley, se
distingue entre:
-Decretos-Legislativos;
-Decretos Leyes;
A) El Decreto-Ley
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Sin duda, el abuso que se hizo de esta figura en el Régimen de las Leyes
Fundamentales del General Franco ha incidido directamente en la regulación que sobre
esta figura tiene la Constitución de 1978, ya que ésta impone importantes limitaciones
tanto al contenido como al procedimiento de adopción. En cuanto a su contenido, el art.
86. 1 excluye las materias relativas al ordenamiento de las instituciones básicas del
Estado, a los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos regulados en el
Título Primero, al régimen de las CCAA y al derecho electoral general. En cuanto al
procedimiento, el art. 86. 2 regula un procedimiento especial para la promulgación y
ratificación de los Decretos-Leyes, cuyas líneas generales son las siguientes:
-se dictan por el Gobierno, siempre que exista una "extraordinaria y urgente
necesidad";
-o, alternativamente, dentro de ese plazo de 30 días, podrán ser tramitados como
Proyectos de Ley, por el procedimiento de urgencia (lo que permite introducir
enmiendas).
B) Decretos-Legislativos
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En la elaboración de este tipo de normas es necesario distinguir dos fases:
-el art. 82 CE sólo prevé la posibilidad de que la delegación se realice a favor del
Gobierno (en iguales términos es aplicable a las CCAA2) que, de acuerdo con el
principio "delegata potestas non potest delegari", no podrá volver a delegar.
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El Texto Refundido tiene, sin duda, una importante misión en el Ordenamiento jurídico administrativo
por el exceso de disposiciones dispersas existentes sobre una sola materia. Ahora bien, el art. 82.5 CE
ordena que: "La autorización para refundir textos legales determinará el ámbito normativo a que se refiere
el contenido de la delegación, especificando si se circunscribe a la mera formulación de un texto único o
si se incluye la de realizar, aclarar y armonizar los textos legales que han de ser refundidos". Esta
regulación, en realidad, reconoce la existencia de dos tipo de textos refundidos: 1º) los que se limitan a la
mera recopilación, sin siquiera alterar la redacción de las normas existentes; 2º) aquellos que, además,
pueden llevar a cabo una aclaración o armonización de las normas existentes, aunque obviamente no
pueden introducir auténticas innovaciones en las normas a refundir.
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El art. 27. 2, e) de los LOTC alude genéricamente a "normas con fuerza de ley de las CCAA" (es decir,
Decretos-Legislativos de las CCAA), dándose así entrada a un supuesto no previsto expresamente en la
Constitución y que, además, ha sido recogido en los Estatutos de Autonomía. En realidad, no parece
haber ningún obstáculo a este supuesto y es, más bien, consecuencia lógica del reconocimiento de la
potestad legislativa a favor de las CCAA, en la estructura políticamente descentralizada del Estado.
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El control de los Decretos-Legislativos, como consecuencia de su consideración
de normas "con fuerza de ley", está sometido al control de constitucionalidad por el
Tribunal Constitucionalidad. Pero, también, es necesario añadir que la técnica de la
delegación legislativa, aunque con otro regulación, era conocida en el Régimen de las
Leyes Fundamentales del General Franco, pero gozaban de una inmunidad casi
absoluta, impidiéndose todo control sobre los mismos. No obstante, y para la materia
tributaria, se abrió una puerta al control de los mismos, gracias al art. 11. 3 de la Ley
General Tributaria, de 28 de diciembre de 1963 (recientemente derogada por la Ley
58/2003, que la sustituye), mediante el cuál se admitía el control a través de la
denominada doctrina "ultra vires". Esta doctrina quiere decir que "toda regulación que
exceda de los términos de la ley delegante quedará automáticamente rebajada al rango
de Reglamento Administrativo, lo que permitía su conocimiento por parte de los jueces
y tribunales. Esta idea ha sido recogida por la Constitución de 1978 al establecer su art.
82.6 que: "Sin perjuicio de la competencia propia de los Tribunales, las leyes de
delegación podrán establecer en cada caso fórmulas adicionales de control". este
precepto, en realidad, está estableciendo una cláusula abierta de control a cualquier
técnica, por ejemplo, un control de matiz político, es decir, una concreta ley de
delegación puede ordenar que el Decreto-Legislativo que se dicte por el Gobierno con
posterioridad deba ser ratificado por el Congreso de los Diputados, pero y en segundo
lugar, la propia doctrina o técnica "ultra vires" a que nos hemos referido, como viene a
confirmar el art. 1.1 de la Ley 29/1998, de 13 de julio: "Los Juzgados y tribunales del
orden contencioso-administrativo conocerán de las pretensiones que se deduzcan en
relación...con los Decretos-Legislativos cuando excedan los límites de la delegación".
Los Tratados o Convenios Internacionales suscritos por España son una norma
más de nuestro Ordenamiento jurídico. Conforme ordena el art. 1. 5 del Código civil:
"Las normas jurídicas contenidas en los tratados internacionales no serán de aplicación
directa en España en tanto no hayan pasado a formar parte del ordenamiento jurídico
interno mediante su publicación íntegra en el Boletín Oficial del Estado", y el art. 96. 1
CE: "Los tratados internacionales válidamente celebrados, una vez publicados
oficialmente en España, formarán parte del ordenamiento interno".
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