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están sedientas buscan a Dios. Cuando deci- mos, «Tú eres mi Dios», entonces sí deseamos Su
presencia.
b) Consuelo (vv. 2): cuando el alma busca a Dios, nunca encuentra temor, sino siempre consuelo y
confortamiento.
a) Dedicación (v. 3): «Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro cora- zón».
(Lc. 12:34). Una dedicación total moldea el juicio y controla los deseos.
b) Acción de gracias (vs. 4-6): un Dios tan inmensamente bueno que satisface los pro- fundos
deseos del alma, es digno de toda alabanza.
a) Escudo (v. 7): ¡Tal vez el «Shekinah» estaba en la mente del autor de este salmo! Es el cántico
de un alma satisfecha que halla su escudo en Dios.
b) Sostenimiento (v. 8): el alma tiene profun- dos anhelos de Dios y siente que está segura en los
brazos eternos.
a) Castigo (vv. 9, 10): un declive extraño, al parecer, pero está dicho en un sentido que expresa
confianza, y no un sentir vindicativo. Es la seguridad que ha de triunfar la justicia.
cija por lo tanto en la caída del enemigo, sino en Dios quien trae gloria al corazón honesto.