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ETNOMUSICOLOGÍA

ETHNlC
la importancia del contexto sino que
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ámbito de estudio de la disciplina. Así


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Barcelona, así como los pertenecientes
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va. Por ello, cabe destacar colaboracio­ antropológica y presta una especial aten­
a departamentos de antropología e his­

nes como la de Stanley Brandes sobre ción a las características dinámicas de la


toria de América de Sevilla, Madrid y

«Crianza infantil, comportamiento relati­ Etnomusicología cultura (aculturación, cambio, difusión),


País Vasco.

vo a roles familiares y formación de la no se limita, por ejemplo, al estudio de


La revista abre nuevas líneas de inves­
personalidad en México», 8 (1974), 33­ La etnomusicología constituye la rama la música de tradición oral in strietu
tigación antropológica en la Península
47, que, si bien se refiere a México, del saber cuyos objetivos se centran prin­ sensu, sino que incluye también el de la
Ibérica. Prueba de ello son los artículos
puede damos buenas pautas para su ade­ cipalmente en el estudio de todo fenó­ música popular y comercial urbana ac­
de C. Esteva sobre migración, identidad
cuación en España. Al mismo tiempo, meno musical con pertinencia étnica, ha­ tual. Con todo ello se pretende tomar en
étnica, bilingüismo y nacionalismo en
Ethniea ha contribuido al desarrollo de llándose, por tanto íntimamente relacio­ consideración el hecho musical como
España. En el inicio de los años setenta
nuevas investigaciones en el campo de nada con el folklore, la etnología y la fenómeno cultural en su totalidad.
planteó lo que iba a ser una de las ma­
la etnografía, y una prueba de ello la antropología. A pesar de que los concep­ Históricamente podemos situar los pre­
yores discusiones en tomo a los nacio­
constituye el volumen monográfico sobre tos de «tradicional-popular» y de «orali­ cedentes de la disciplina en el siglo xvm
nalismos e identidades étnicas en Espa­
el País Vasco (1981). dad» son en buena medida definitorios en el que se empezó a manifestar el in­
ña durante los años ochenta y noventa.
Los veinte números publicados pueden para su objeto de estudio, hay que tener teres de algunos estudiosos por las mú­
De sus artículos en tomo a estos temas
considerarse una muestra objetiva de la también en cuenta que la etnomusico­ sicas exóticas extraeuropeas y se inicia­
destacamos los siguientes: «Para una teo­
orientación holística de Ethnica, no tan­ logía se ocupa asimismo de la vertiente ron las recopilaciones sistemáticas en
ría de la aculturación en el Alto Arag6n»,
to como signo particular distintivo de musical culta de sociedades occidentales. Europa de canciones populares, actividad
2 (1971), 9-75; «Elementos para una teo­
cada colaboración sino en cuanto dimen­ La idea clave que de forma tácita esta última, no obstante, fuertemente
ría antropológica del bilingüismo», 11
sión globalizadora de la revista. Confor­ orienta la mayor parte de los intereses de marcada por la investigación filológica y
(1976), 67-133; Y «Componentes psico­
me a eso, un examen de los diferentes investigación etnomusicológicos es la de literaria. A finales del siglo XIX, los tra­
lógico-cognitivos en una comunidad ru­
números nos permite confirmar esta idea «exotismo» (en el sentido más benévolo bajos de algunos investigadores como J.
ral española», 14 (1978), 55-145. La an­
mayor: han colaborado en ella antro­ de la palabra, o sea de «alteridad cultu­ EIlis, E. von Hombostel o C. Stumpf
tropología cognitiva y la antropología del
pólogos de todas las disciplinas mencio­ ral»), ya sea en el espacio (músicas no marcan los verdaderos orígenes de la dis­
lenguaje, hechas por españoles, se intro­
nadas que, aunque puedan mostrar dife­ occidentales) o en el tiempo (propia ciplina que, bajo los auspicios del posi­
ducen en España a través de los traba­
rencias de enfoque e intereses teóricos tradición musical desplazada por los tivismo, nacería con el nombre de «musi­
jos de M.a. J. Buxó, entre los que desta­
diversos, representan, con referencia al efectos socioculturales de la revolución cología comparada». Considerada ésta
camos: «Procesos de cambio y regresión
espíritu de Ethnica, dicha globalidad industrial, con lo que la disciplina ad­ como parte integrante de la musicología,
en formas apelativas: un modelo analíti­
interdisciplinar. Para entender claramen­ quiere en este caso un claro matiz histo­ en el año 1885, se definieron sus objeti­
co en Cataluña», 3 (1973), 17-59. Me­
te los supuestos en que basó C. Esteva ricista). El carácter culturalmente subjeti­ vos como: «La comparación con propó­
rece especial mención la colaboración de
la fundación, dirección y' terminación de vo del concepto de «exotismo» represen­ sitos etnográficos de las obras musicales
Margaret Mead, con los artículos siguien­
Ethniea, es importante acudir a la lectu­ ta un serio handicap para poder acceder -especialmente las canciones tradiciona­
tes: «¿Por qué hablamos de intuición fe­
ra de las notas que escribió en el primer al conocimiento del fenómeno musical les- de los diferentes pueblos de la tie­
menina?» y «Diferencias sexuales: ¿In­
número (1971) y en el último (1984), en toda su transcendencia cultural, difi­ rra, y su clasificación según sus diver­
natas, aprendidas o de situación?», 10
que se citan en la bibliografía. Ambas cultad que intenta ser superada por la sas formas» (Adler, 1885: 14). A princi­
(1975),65-84, enmarcados en uno de los
marcan un tiempo y un espúitu de la an­ tendencia más moderna de la etnomusi­ pios de siglo se crearon los primeros
campos más difíciles de la antropología,
tropología española. Probablemente son cología que, definiendo sus objetivos archivos fonográficos (Viena, París. Ber­
el de cultura y personalidad. Esta línea
signos de un tono profesional y de una como «The study of music in culture» lín), alrededor de los cuales se irían
de investigación requiere de una buena
actitud a la vez académica e intelectual. (Merrlam, 1964: 7), no tan solo recalca articulando las principales escuelas de in­
formación en psicología y, al mismo
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vestigación etnomusicológica, y en las si­ cio de siglo cabe destacar asimismo, por
guientes décadas la metodología se enri­ el uso sistemático que se hizo del fonó­
queció notablemente con los trabajos de grafo, los trabajos de campo realizados
B. Bartók, C. Brailoiu y C. Sachs, entre por K. Schindler* en diferentes regiones
otros. La denominación de «musicología españolas entre 1919 y 1933; el material
comparada» perdió importancia a partir recogido se depositó en el «Archivo de
de los años cincuenta en los que fue la Palabra y de la Canción» (Madrid).
reemplazada progresivamente por la de Tras la Guerra Civil, la fundación del
«etnomusicología» (J. Kunst, 1955), al Instituto Español de Musicología* (1943)
mismo tiempo que se iba afianzando la -con una sección para el folklore mu­
orientación metodológica antropológico­ sical dirigida por M. Schneider- repre­
cultural en la investigación. sentó un importante impulso para la in­
En España, las recopilaciones y estu­ vestigación etnomusicológica del país,
dios sobre la canción tradicional, dejan­ puesto que articuló el trabajo de gran
do al margen algunos precedentes ante­ parte de los principales especialistas es­
riores de poca trascedencia, se iniciaron pañoles de la disciplina (F. Pujol, J.
prácticamente en la segunda mitad del Tomas, P.J.A. de Donostia*, M. García
siglo XIX. Los principales trabajos del Matos*, B. Gil*, etc.). Tras el declive de
siglo pasado poseen una clara orientación las actividades etnomusicológicas del
literaria y los aspectos estrictamente Instituto hacia los años sesenta, y prác­
musicales tienen una importancia muy ticamente hasta nuestros días, la etno­
secundaria. Así hay que catalogar, por musicología española se ha caracteriza­
ejemplo, los estudios y recopilaciones de do por la fragmentación de sus activida­
Mita i Fontanals* o Rodríguez Marín*. des, que se traduce en trabajos de ámbito
A partir de principios del s. XX prolife- ' local debidos generalmente más a la ini­
ran cada vez más los estudios y recopi­ ciativa personal que a la institucional.
laciones de índole musical. El interés de Siendo la importancia de los paradigmas
F. Pedrell* por la música tradicional y antropológico-culturales de investigación
su intensa actividad como pedagogo y todavía muy débil en los aspectos musi­
divulgador del folklore ejerció gran in­ cales, gran parte de estos trabajos se
fluencia sobre sus coetáneos, así como encuentran metodológicamente más cer­
en las posteriores generaciones de inves­ canos a la línea del folklore clásico que
tigadores. Durante la primera mitad de a la de la etnomusicología· moderna. En
siglo se han realizado notables aportacio­ España, la escasa presencia de la etno­
nes. La empresa más ambiciosa de reco­ musicología en las instituciones académi­
lección musical fue la llevada a cabo por cas ha impedido el pleno desarrollo de
la obra del Can~oner Popular de Cata­ la disciplina en todas sus facetas. Se
lunya, que, enmarcada dentro del espíri­ imparten enseñanzas en este ámbito en
tu positivista de la época, se encomendó algunos conservatorios (folklore musical)
la tarea de recopilar de manera sistemá­ y sólo muy recientemente empieza la
tica, someter a estudio y divulgar la etnomusicología a introducirse de mane­
música tradicional de los territorios de ra gradual en los planes de estudios uni­
habla catalana. Durante este primer ter­ versitarios.
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vestigación etnomusicológica, y en las si­ cio de siglo cabe destacar asimismo, por Tal como en muchos otros sectores de CO», 1981), 143-166; El Folklore Musical (Madrid:
Alianza, 1983). M. Hood, The Ethnomusicologist
guientes décadas la metodología se enri­ el uso sistemático que se hizo del fonó­ la investigación, la etnomusicología es­ (New York: McGraw-Hill, 1971). S. Kay Kaufman
queció notablemente con los trabajos de grafo, los trabajos de campo realizados paílola se ha ido desarrollando gracias (ed.), The Garland Library of Readings in Ethno­
B. Bartók, C. Brailoiu y C. Sachs, entre por K. Schindler* en diferentes regiones sobre todo al esfuerzo individual, con las musicology (New York: Garland Pub., 1990), 7
otros. La denominación de «musicología espaílolas entre 1919 y 1933; el material dificultades que ello comporta para la vols. J. Kunst, Ethno-musicology (1be Hague: M.
comparada» perdió importancia a partir recogido se depositó en el «Archivo de creación de escuelas y para garantizar la Nijhoff, 1955). J. Martí i Pérez, «Hacia una An­
tropología de la Música», AM, 47 (1992), 195­
de los aílos cincuenta en los que fue la Palabra y de la Canción» (Madrid). continuidad tan imprescindible para la 225. E. Martínez Tomer. «La canción tradicional
reemplazada progresivamente por la de Tras la Guerra Civil, la fundación del investigación. La producción etnomusi­ española», F. Carreras Candi (dir.), Folklore y Cos­
«etnomusicología» (J. Kunst, 1955), al Instituto Espaílol de Musicología* (1943) cológica espaílola se caracteriza en ge­ tumbres de España (Barcelona: A. Martín, 1934),
mismo tiempo que se iba afianzando la --<:on una sección para el folklore mu­ neral, tal como ya indicó J. Crivillé II, 7-166. A. P. Merriam, 1he Anthropology of
orientación metodológica antropológico­ sical dirigida por M. Schneider- repre­ (1981: 152), por un gran desequilibrio Music (Evanston: Northwestem University Press,
1964). M. Mita i Fontanals, Romancerillo Cata­
cultural en la investigación. sentó un importante impulso para la in­ entre los estudios de tipo descriptivo lán (Barcelona: Verdaguer. 1882). H, Myers (00,).
En Espaíla, las recopilaciones y estu­ vestigación etnomusicológica del país, frente a los sistemáticos y teóricos, es­ Ethnomusicology. An Introduction .(London-New
dios sobre la canción tradicional, dejan­ puesto que articuló el trabajo de gran tos últimos en situación de franca mino­ York: The Macmillan Press, 1992). B. Netd,
do al margen algunos precedentes ante­ parte de los principales especialistas es­ ría. Ello es achacable, tanto a la ya Theory and Method in Ethnomusícology (New
riores de poca trascedencia, se iniciaron paíloles de la disciplina (F. Pujol, J. mencionada débil representación acadé­ York: 1be Free Press, 1964). Obra del Cano;oner
Popular de Catalunya, Materials (Barcelona: Fun­
prácticamente en la segunda mitad del Tomas, P.J.A. de Donostia*, M. García mica de la disciplina, como a su fuerte dació Rabel! i Cibils, 1926-1929), 3 vols. F.
siglo XIX. Los principales trabajos del Matos*, B. Gil*, etc.). Tras el declive de dependencia de las coyunturas socio­ Pedrell, Cancionero Musical Popular Español
siglo pasado poseen una clara orientación las actividades etnomusicológicas del políticas, regionalismos y nacionalismos (Valls, 1919-1920). D. Preciado. Folklore Español.
literaria y los aspectos estrictamente Instituto hacia los aílos sesenta, y prác­ del tipo más diverso, que fomentan las Música, danza y ballet (Madrid: Studium, 1969).
musicales tienen una importancia muy ticamente hasta nuestros días, la etno­ campaílas de recolección y difusión (fol­ E. Rey, «Aspectos metodológicos en la investiga­
ción de la música de tradición oral», Revista de
secundaria. Así hay que catalogar, por musicología espaílola se ha caracteriza­ klorismo), actividades todas ellas enco­ MusicologÚJ, XII, 1 (1989), 149-171. F. Rodríguez
ejemplo, los estudios y recopilaciones de do por la fragmentación de sus activida­ miables -más aún cuando a menudo Marln. Cantos populares españoles (Madrid: At­
Mila i Fontanals* o Rodríguez Marín*. des, que se traduce en trabajos de ámbito incentivan la creación de archivos fono­ las, 1882), 5 vols. C. Sachs, The Wellsprings of
A partir de principios del s. xx prolife- . local debidos generalmente más a la ini­ gráficos-, pero que obviamente no con­ Musíc (1be Hague: M. Nijhoff, 1962). K. Schind­
ran cada vez más los estudios y recopi­ ciativa personal que a la institucional. templan el desarrollo integral de la dis­ ler, Folk Music and Poetry of Spain and Portu­
gal (New York: Lancaster Press, 1941).
laciones de índole musical. El interés de Siendo la importancia de los paradigmas ciplina.
F. Pedrell* por la música tradicional y antropológico-culturales de investigación JM
BIBUOGRAFlA
su intensa actividad como pedagogo y todavía muy débil en los aspectos musi­
divulgador del folklore ejerció gran in­ cales, gran parte de estos trabajos se G. Adler, «Umfang, Methode und Ziel der
Musilcwissenschaft», Vierteljahrsschrift fUr Musik­
fluencia sobre sus coetáneos, así como encuentran metodológicamente más cer­ wissenschaft, I (1885). S. Arom, «Nouvelles pers­
en las posteriores generaciones de inves­ canos a la línea del folklore clásico que pectives dans le description des musiques de
tigadores. Durante la primera mitad de a la de la etnomusicología· moderna. En tradition orale», Revue de Musicologie, 68 (1982).
siglo se han realizado notables aportacio­ Espafia, la escasa presencia de la etno­ 198-215. B. Bartók, Escritos sobre música popu­
nes. La empresa más ambiciosa de reco­ musicología en las instituciones académi­ lar (México: Siglo XXI. 1979). J. Blacking. How
Musical is Man? (Seattle: University oC Washing­
lección musical fue la llevada a cabo por cas ha impedido el pleno desarrollo de ton Press, 1973). C. Boiles et J. Nattiez, «Petite
la obra del Can~oner Popular de Cata­ la disciplina en todas sus facetas. Se histoire critique de l'ethnomusicologie». Musique
lunya, que, enmarcada dentro del espíri­ imparten .enseñanzas en este ámbito en en Jeu, 28 (1977), 26-53. C. Brailoiu, Problemes
tu positivista de la época, se encomendó algunos conservatorios (folklore musical) d'ethnomusicologie (Géneve: Minkoff, 1973). J.
la tarea de recopilar de manera sistemá­ y sólo muy recientemente empieza la Crivillé, «La Elnomusicología: sus criterios e in­
vestigaciones, necesidad de esta disciplina en el
tica, someter a estudio y divulgar la etnomusicología a introducirse de mane­ tratamiento de toda música de tradición oral»,
música tradicional de los territorios de ra gradual en los planes de estudios uni­ Actas del Primer Congreso Nacional de Musico­
habla catalana. Durante este primer ter­ versitarios. logia (Zaragoza: Institución «Fernando el Católi-

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