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¿ COMO EDUCAR BIEN A SUS HIJOS?

Seguridad ante todo


1. En casa
El niño necesita sentir que su familia es estable, sólida e incondicional. El pequeño
tiene que sentir que su casa es el lugar al que pertenece de forma incondicional y
donde tiene los mismos derechos y obligaciones que los demás.

El hogar tiene que ser un lugar seguro para poder expresarse libremente sin
temor a las represalias. Esto incluye tanto las expresiones positivas (juegos, gritos,
risas, etc.), como las negativas (pataletas, malos humores, llanto, etc.). Respuestas
como: 'En mi casa te comportarás como yo mande' son indicaciones de que realmente
aquella no es su casa y es un lugar inseguro porque está condicionado a que se
comporte 'bien'.

2. Una personalidad segura


La estrecha relación del bebé con su madre es vital, pues la única forma que tiene de
saber que existe es a través de ella. Mamá, junto a las demás personas de su entorno,
le dicen al niño quién es y qué es.

Los cimientos de la personalidad se forman desde el nacimiento del bebé.


Cuando el recién nacido necesita comida o mimos, lo manifiesta, y si no quiere algo,
también lo hace saber. Esta capacidad es la base de la autoestima del niño. Conviene
respetar su ritmo y sus demandas porque cuando comunica una necesidad y ésta
queda satisfecha, el bebé se siente poderoso e independiente.

Si sus padres no le hacen caso, el bebé nunca sabrá si sus sensaciones son
reales. Se convertirá en un ser pasivo e indeciso que esperará a que le den lo que
necesita en lugar de ir a buscarlo él.

3. Cariño y apoyo
Los niños necesitan cariño y apoyo incondicional. Debemos apoyar las decisiones
positivas de nuestro hijo y comentar y discutir las negativas (las que no gustan a los
padres). Así, el pequeño puede aprender a negociar o a convencer a los demás, y a
reconocer sus errores. El 'No, porque lo digo yo', no es una forma constructiva de
educar.

Dos grandes errores


1. Ser demasiado permisivos
Satisfacer las necesidades de los hijos no implica satisfacer todos sus deseos.
Ellos no conocen los límites y nosotros debemos discernir entre una necesidad y un
capricho. Esto no siempre es fácil ya que la satisfacción de un capricho puede ser una
necesidad real para un niño.
El niño al que se le da todo lo que quiere se puede hacer una idea equivocada del
mundo. Pensar que tiene un derecho innato le puede causar problemas graves de
enfrentamiento con la realidad cuando sea adulto.

Otra consecuencia puede ser que el niño no aprenda a resolver conflictos. Si los
padres siempre dicen que sí a todo, no sabrá negociar y se encontrará en desventaja
cuando sea mayor.

La excesiva permisividad surge cuando los padres no dedican suficiente tiempo


a sus hijos y les compensan dándoles lo que quieren. Es evidente que los regalos
y las chucherías son pobres sustitutos de los padres y solo empeoran las cosas.

2. Ser demasiado rígidos

 La rigidez exagerada es tan dañina como la permisividad excesiva.


 Lo que es válido un día puede no serlo al siguiente. Las necesidades de los
hijos son complejas y requieren que los padres se den cuenta de sus
pormenores.
 Si explicamos a los niños el porqué de nuestras decisiones, verán su lógica
(aunque no estén de acuerdo), y las acatarán con más facilidad.
 Los hijos educados con flexibilidad tienden a transformarse en adultos
más seguros y abiertos que los que han sido sometidos a reglas arbitrarias y
rígidas.

Hacerlo bien es sencillo

 Por un lado hay que tener cuidado de no ser rígido; por otro no debemos
pasarnos de permisivos. Hay que imponer un orden, sin ser autoritarios.
Debemos tener buena relación con ellos, pero no llegar a ser un amigo más. Hay
que respetarles, sin tener miedo a echarles una bronca si hace falta.
 Parece una tarea imposible de realizar, pero la educación, más que una serie
de acciones, consiste en estar con los niños día a día. Si nosotros estamos
tranquilos y contentos, ellos también lo estarán.
 No conviene dramatizar. Si nos equivocamos hoy, lo compensamos mañana.
Si estamos de mal humor y los tratamos injustamente, con pedir perdón y
explicarlo queda todo arreglado.
 El secreto está en tener un contacto profundo y verdadero con los
hijos. No basta con estar simplemente en la misma habitación. Hay que
escucharles, mirarles sin prejuicios y aceptarles tal y como son. Cuando existe
este contacto profundo, los padres no tienen problemas para discernir qué hacer
en cada situación, pues sienten las necesidades de sus hijos como si fuesen las
suyas propias

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