Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Prólogo
Valery Briusov
Asarhaddon
Alexander Blok
La desconocida
En las dunas
En el restaurante
De «Las danzas de la muerte»
Nikolay Gumilev
La jirafa
El tranvía perdido
El bosque
Anna Ajmátova
¡Oh cuántas cosas pide…
Y por última vez…
Todo saqueado, vendido…
Yo no estoy con aquellos…
Para muchos
La mujer de Lot
De «Los secretos del oficio»
El sótano de la memoria
Cuando muere un hombre…
Soy así. Otra mejor os deseo…
En los libros la última página…
De «Las elegías del norte»
Elegía tercera
Elegía cuarta
Jardín de verano
El último poema
Del «Poema sin héroe»
Primera parte año 1913. Novela de Petersburgo. Capítulo III
Segunda parte. Cruz
Tercera parte. Epílogo
Osip Mandelshtam
Insomnio. Homero…
Tristia
El crepúsculo de la libertad
Olvidé la palabra que quería decir…
Pesantez y ternura, hermanas…
Como no he sabido retener…
El que encontró una herradura
1 De enero de 1924
Leningrado
Todavía estoy lejos…
Medianoche en Moscú
Por la gloria ruidosa…
Para A. A. A[jmàtova]
No tientes lenguajes extraños…
Octavas
Diestra en miradas culpables…
No, no es jaqueca…
No, no es jaqueca…
¿Qué hacer con la muerte…
Me he perdido en el cielo…
Acerco a mis labios este verde…
No compares: es incomparable…
Por una tierra baldía…
No has muerto todavía…
Notas
Los acmeístas, del griego acme, punta, desde 1911 fueron el grupo dominante sobre los
simbolistas en la poesía rusa. «El arte es solidez, firmeza», proclamaban, y en sus
creaciones triunfa lo pictórico sobre lo musical, imágenes claramente delineadas
reemplazan a las sugerencias y a las alusiones, las palabras son medidas y contadas, los
géneros se reestablecen. Tuvieron dos pasiones: la aventura de la vida y la perfección
formal en la poesía. El pensamiento es movimiento, por lo que los poetas deben usar
verbos más que adjetivos.
AA. VV.
Poesía acmeísta rusa
ePub r1.0
Titivillus 23.04.18
AA. VV., 2001
Traducción: Amaya Lacasa & Rafael Ruiz de la Cuesta
No te temo, no…
Eres como un sueño… como un rayo…
Hay que dormir… Todo duerme…
Estoy en un sueño…
Al decir que las escuelas poéticas aportan un nuevo gusto, Mandelshtam también se
refería a esta afición por lo vago, lo significativo, a esa determinada pose tan
característica de los simbolistas que estaba condicionada por la conciencia de su propia
importancia y el consiguiente deseo de hacer notar todos los matices de su relación con
la esencia oculta de las cosas. Esto conducía a que la realidad perdiera sus contornos y
se hundiera en el hipertrofiado «yo» simbolista.
El acmeísmo contrapuso a todo esto el gusto por la sencillez, la claridad y la
precisión. La escala y la perspectiva cambiaron completamente. La personalidad del
poeta se hace más «prosaica», más humana, y su entorno se vuelve concreto y terreno,
donde cualquiera puede reconocerse. El poeta es sólo un observador más sagaz y
percibe aquellos rasgos que otros pueden dejar escapar. De este modo, en la poesía de
los acmeístas la descripción del entorno adquiere gran importancia. Incluso Gumilev, al
crear sus mundos imaginarios, los dota de unos detalles tan reales y gráficos que cuesta
trabajo creer que el autor no haya visto ni conocido esos lugares. Aquí el impresionismo
o el expresionismo de los simbolistas está sustituido por el surrealismo. Mandelshtam y
Ajmátova suelen indicar también con precisión el lugar donde ocurre lo que está
descrito en el poema. Un ejemplo de un poema de Ajmátova:
En la Galérnaya un arco ennegrecido,
En el Letny cantaba una veleta;
Media luna de plata
Se enfriaba sobre un siglo de plata.
Galérnaya es una calle cuya entrada está debajo de un enorme arco clásico, «el siglo
de plata» no es una metáfora, sino que alude al comienzo del siglo XX, el siglo de plata
de la poesía rusa. Junto con el autor nos encontramos en la misma situación en el
tiempo y en el espacio, tenemos el mismo punto de partida desde el cual nos resulta
más fácil seguir la idea del autor, ver aquello que ofrece a nuestra atención. Cuando el
Letny (Jardín de Verano) despierta los recuerdos de Ajmátova, escribe: «No se ve fin a
la procesión de sombras, desde el jarrón de granito hasta las puertas del palacio»; pero
realmente existen, en los extremos del Jardín de Verano, un jarrón de granito y el
palacio de Pedro I; y es todo este espacio el que se llena en seguida de sombras vivas del
pasado. Ajmátova consigue así un efecto contrario a los simbolistas, que convertían en
sombras la realidad.
Podemos observar la misma diferencia en la poesía amorosa. Los simbolistas solían
presentar el estado caótico de un alma complicada, solitaria, ensimismada, absorta en el
sentimiento. El amor se presentaba como un sentimiento totalmente absorbente aunque
vago, angustioso aunque atrayente por su misterio; el objeto amoroso era, por lo
general, un ser extraordinario, hermoso, magnético, inasequible y misterioso. La
atmósfera correspondía a todas estas características:
Te recordaba: en un jardín encantado…
Pero tu imagen estaba conmigo, en mi delirio.
Y tu voz sonaba para mí, me llamaba sonando…
(IVÁNOV)
Y yo te amé, y yo te amo,
Mi amado fantasma… pálido… confuso…
Oh, ¡en esta hora de luna te lloro!
(BALMONT)
El silencio azul no quiere
Acercamientos, uniones ni fuegos…
Te encontraba en la niebla nocturna,
Junto a la orilla, junto al agua con rizos y juncos.
(BLOK)
Cuando este mismo tema lo tratan los acmeístas adquiere un tono mucho más
terrestre; no hay misterio ni exaltación, sino un simple relato de las relaciones íntimas
de dos seres vivos:
La ternura auténtica no se confunde
Con nada, y es dulce.
En vano me envuelves suavemente
Los hombros en pieles,
En vano dices dóciles palabras
Sobre el primer amor.
Conozco esas miradas fijas
Y ávidas
(AJMÁTOVA)
***
El acmeísmo como corriente poética existió durante un período muy breve. Desde
sus comienzos fue blanco de ataques de diversos grupos. Al principio los simbolistas y
sus seguidores negaron su existencia. Ya en los años veinte esta escuela poética se
consideraba oficialmente como decadente y reaccionaria, y los críticos trataban de
descubrir si era expresión de la ideología del capitalismo decadente o del imperialismo
floreciente. Más adelante su existencia se ignoró totalmente y la palabra «acmeísmo»
desapareció del vocabulario de los críticos literarios. El acmeísmo fue declarado una
escuela literaria aristocrática y de salón, sin sentido ni ideología, para la cual no había
lugar en la literatura soviética. Después de 1956 el panorama varió en algunos aspectos.
Se publicaron varias colecciones de poemas de Ajmátova y en algunas revistas
aparecieron poemas de Mandelshtam; igualmente, se escribieron numerosos artículos
acerca de estos dos poetas. El acmeísmo empezó a considerarse como una de las
corrientes postsimbolistas más importantes.
El tiempo ha demostrado la vitalidad de la poesía de los más grandes representantes
del acmeísmo: Gumilev, Ajmátova y Mandelshtam, poetas tan poco parecidos entre sí.
Su obra se desarrolló en direcciones muy diferentes y, naturalmente, no se puede
reducir a los límites de los manifiestos acmeístas. Sin embargo, les une la fidelidad a los
principios básicos del acmeísmo, que no eran solamente la expresión de tareas
puramente poéticas, sino que reflejaban una posición vital determinada.
Diana Myers
VALERY BRIUSOV
Valery Briusov (1873-1924) pertenece a la primera generación de simbolistas rusos
que intentaron sacar a la poesía rusa del callejón sin salida de los años 80 del siglo XIX.
Nacido en una familia acomodada de comerciantes, se graduó en la Facultad de
Historia y Filología de la Universidad de Moscú. Sus primeros poemas llevan la huella
del simbolismo francés, son efectistas y están destinados a «épater les bourgeois»; al
mismo tiempo, es evidente la búsqueda de nuevas formas poéticas. Su rebeldía contra
las viejas formas poéticas le cerró el acceso a las editoriales y revistas, pero le hizo muy
famoso y le colocó a la cabeza de los jóvenes simbolistas. Dos de sus libros —Tertia
vigilia y Urbi et orbi— le aseguraron la posición de líder del simbolismo ruso. Crea ciclos
históricos y mitológicos que glorifican a los conquistadores de la humanidad; muestra
gran interés por el cambio de culturas e intenta proyectar el pasado en el presente. Por
primera vez en la poesía rusa suena el tema urbano, uno de sus temas favoritos; la
ciudad como encarnación de la cultura moderna, con todas sus consecuencias
(influencia de Verhaeren) se convierte en el centro de su atención. Desde 1904 es editor
de la revista simbolista Vesy (Balanza), en torno a la cual se concentra casi toda la vida
cultural de Rusia. Sus actividades literarias fueron muy variadas. Fue poeta, novelista,
autor dramático, traductor, historiador y teórico de la literatura. Después de la
revolución de octubre desplegó una intensa actividad pública y trabajó en varias
instituciones soviéticas de difusión cultural. Como poeta Briusov alcanzó una maestría
sin precedentes, dominando a la perfección todas las formas poéticas.
ASARHADDON
Inscripción asiria
1897
ALEXANDER BLOK
Alexander Blok (1880-1921) fue uno de los más extraordinarios poetas rusos y, sin
duda alguna, el representante más importante y brillante del simbolismo ruso. Nacido
en una familia aristocrática, se graduó en la Facultad de Historia y Filología de la
Universidad de Petersburgo. Empezó a escribir poemas en la infancia, que transcurrió
en un ambiente de intensa actividad intelectual en la finca de su madre cerca de Moscú.
La fama y el reconocimiento le llegaron con sus primeros libros de poemas: Versos sobre
la bella dama (1904) y Alegría inesperada (1907). El amor, tema central de su poesía, es una
expresión de la fusión del poeta con el «alma mundial». Se mitifica al ser amado, que se
convierte en símbolo de Sofía, El Eterno Femenino y la Sabiduría Divina. En los libros
publicados más tarde se articula el presentimiento de una catástrofe mundial y del
carácter trágico de la existencia humana. El amor, impregnado de recogimiento místico,
se vuelve apasionado y extático y surge el tema del héroe solo y perdido, que busca el
aturdimiento en el alcohol y la depravación. La mentalidad burguesa era inadmisible
para el intelectualismo aristocrático de Blok: percibe la vulgaridad del mundo
circundante como algo sucio, como una ofensa personal. Al mismo tiempo empieza a
desarrollar un sentimiento de culpa por su situación excepcional, por su pertenencia a
la élite. Comienza a ver en la masa salvaje e iletrada una fuerza purificadera de la
naturaleza, capaz de liberar al mundo de la parálisis secular, de la vulgaridad y de la
suciedad. Recibe la revolución con entusiasmo, como una tormenta que barre todo
cuando él detesta, y escribe el poema Los doce, que provoca un gran escándalo, porque
las fuerzas revolucionarias aparecen en forma de doce apóstoles —soldados de la
Guardia Roja, que roban, matan y aniquilan a su paso todo cuanto pertenece al mundo
caduco. Al final del poema, quien dirige a los bandidos-apóstoles es Jesucristo.
En los primeros tiempos después de la revolución Blok intentó participar en la
nueva vida, pero su entusiasmo místico y romántico no resistió el contacto con la
realidad. Dejó de escribir, se apartó de todo y cayó enfermo, una enfermedad que nunca
llegó a diagnosticarse y que le dejó totalmente exhausto e inmovilizado. Sus últimas
palabras fueron: «He dejado de oír la música.»
Su actividad creadora fue muy variada: escribió artículos filosóficos y críticos, obras
de teatro, poesía; su obra enriqueció extraordinariamente la poética rusa. Su
popularidad no se limitó a la poesía: fue la encarnación de toda una época, y de una
forma misteriosa despertó en las personas, incluso alejadas de la poesía, un sentimiento
de vinculación personal con su obra y su persona, una cualidad que, aunque en mayor
medida, sólo poseyó Pushkin.
LA DESCONOCIDA
Por las noches, sobre los restaurantes
el aire caliente es salvaje y sordo
y el duende corruptor de primavera
gobierna sobre el grito del borracho.
1906
EN LAS DUNAS
No me gusta el lenguaje vacío
de las míseras frases de amor:
«Eres mío», «Soy tuya», «Te amo»,
No quiero esclavitud. Miro a los ojos libre
a una mujer hermosa, y le digo:
«Hoy es de noche, pero mañana
será un día nuevo y resplandeciente. Ven.
Me entrego a ti, solemne pasión,
pero mañana me iré y cantaré».
1907
EN EL RESTAURANTE
Nunca lo olvidaré (¿existió o no
Aquella tarde?): el incendio del alba
Ensanchó, quemó el cielo pálido,
Y en el alba amarilla, los faroles.
1910
DE «LAS DANZAS DE LA MUERTE»
Una noche, una calle, una farmacia,
Un farol, una luz opaca y sin sentido.
Aunque vivas otros cinco lustros
Todo seguirá igual. No hay salida.
1912
NIKOLAY GUMILEV
Nikolay Gumilev (1886-1921) nació en la familia de un médico de la Marina; estudió
en colegios de Petersburgo y Tsàrskoye Seló, asistió a cursos en la Sorbona donde
estudió literatura y arte franceses. Al volver a Rusia entabló amistad con los poetas
simbolistas Annesky e Ivánov y participó en la creación de la revista Apollón. En 1910 se
casó con Ajmátova. En 1912 ingresó en la Facultad de Historia y Filología de la
Universidad de Petersburgo y creó el grupo acmeísta el Taller de los poetas. Desde 1907
se dedicó a viajar participando en diversas expediciones a Italia, Egipto, Abisinia y otros
países africanos. En 1914 ingresó voluntario en el ejército regular; en 1917 fue enviado a
París y a Londres. Participó activamente en la vida literaria de Petrogrado y fundó el
Segundo taller de los poetas. Fue fusilado en 1921 acusado de participar en una
conspiración contrarrevolucionaria.
En sus primeros libros de poemas se nota la influencia de los simbolistas,
especialmente de Briusov. Su poesía está llena de imágenes mitológicas e históricas;
paulatinamente se va liberando de las técnicas simbolistas y de su difusa simbología.
Para Gumilev la muerte es un límite real que no intenta traspasar. Su «yo» lírico está
centrado en esta tierra: es un conquistador, un guerrero valeroso, un hombre de acción
nada contemplativo. Para él la poesía es idea, y la idea es, antes que nada, acción.
Abundan en su poesía imágenes de países exóticos, cuyas gentes y costumbres estudió
atentamente en sus viajes. Su poesía de la posguerra es profundamente trágica. Siempre
consideró que ante la muerte todos los fenómenos y cada vida humana eran iguales e
igualmente irrepetibles. La inevitabilidad de la muerte aumenta la responsabilidad de
cada persona por sus actos. Para la salvación de una persona se pueden entregar
decenas de vidas, pero esta persona, al igual que todos, debe justificar ante sí mismo su
existencia. Gumilev fue un fino conocedor de la poesía y atribuía una gran importancia
a la poética y al conocimiento de la técnica de la versificación. Sus artículos están llenos
de breves y acertadas observaciones. Consideraba que la literatura debe estar libre de
objetivos y dogmas preconcebidos y rechazaba tanto el arte por el arte como el arte para
las masas.
LA JIRAFA
Hoy veo tu mirada más triste que otras veces,
En torno a las rodillas más finas están tus manos.
Escucha: lejos, muy lejos, por el lago Chad,
Deambula una jirafa exquisita.
1908
EL TRANVÍA PERDIDO
Caminando por una calle extraña
De pronto oí graznidos,
Los sones de un laúd, lejanos truenos:
Un tranvía volaba ante mis ojos.
1921
EL BOSQUE
En el bosque los troncos blanquecinos
Salían de la sombra de improviso,
1921
ANNA AJMÁTOVA
Anna Ajmátova (1889-1966) nació en la familia de un médico de la Marina. Estudio en
Tsárskoye Seló, donde conoció a Gumilev, con quien se casó en 1910. Entre 1910 y 1912
viajó varias veces a Europa (en París se hizo amiga de Modigliani, desconocido
entonces, y se enteró de su fama solamente después de la guerra). En 1911 ingresó en el
Taller de los poetas. Sus primeros libros de poemas, Tarde (1912) y Rosario (1914)
tuvieron un enorme éxito (Rosario se editó ocho veces hasta 1922), conquistando a los
lectores con su tono íntimo y su sencillez. En este período aparecen otros cinco libros de
Ajmátova. Se convierte en uno de los poetas más populares de Rusia, y su talento es
reconocido por importantes críticos y poetas. La hermosa poeta se vuelve parte
integrante del mundo intelectual de Petersburgo; se habla de ella, se escriben artículos,
los pintores le hacen retratos. En 1917 se separa de Gumilev; vive varios dramas
personales y enferma de tuberculosis. Después del fusilamiento de Gumilev y la
emigración de la mayoría de sus amigos, se queda totalmente aislada. Sólo conserva a
unos pocos amigos íntimos, entre los cuales está Mandelshtam, con quien conserva la
amistad hasta el arresto de éste, del que Ajmátova fue testigo. En 1922 salió su libro
Anno Domini, después de lo cual no se publicó ni un libro suyo hasta la guerra. Su
popularidad se vuelve en contra de ella misma; se convierte en blanco de constantes
ataques en la prensa como símbolo de la época pasada, como representante de una
poesía burguesa, decadente y de salón, totalmente ajena al espíritu de los tiempos. Se
prohíbe pronunciar su nombre, especialmente en las instituciones docentes. Sin
embargo, su popularidad no decrecía. En su momento rechazó la idea de la emigración
considerando que tenía que compartir plenamente la suerte de su país. En los años
treinta fue detenido su hijo. Su Réquiem es el único testimonio vivo de los terribles años
del terror staliniano en la literatura soviética. Sus amigos aprendían el poema de
memoria, pues era demasiado peligroso conservar el manuscrito. Responde a los
acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, momento en que se relaja algo la
censura, y llega a publicar varios poemas en revistas e incluso un libro. Sin embargo, en
1946, en una disposición del Comité Central sobre literatura, es otra vez blanco de
ataques, después de lo cual era peligroso no sólo publicarla, sino simplemente
saludarla. Ajmátova dejó de estar proscrita sólo después de la muerte de Stalin. Una vez
más tiene acceso al público y se ve rodeada de jóvenes poetas y amantes de la poesía. Su
nombre vuelve a aparecer en la prensa. En 1955 recibe una dacha cerca de Leningrado,
su hijo vuelve del destierro y la permiten viajar al extranjero. En Inglaterra, Francia e
Italia encuentra a sus compañeros de juventud, después de medio siglo de separación.
Para muchas personas su muerte fue como una pérdida personal: era una leyenda viva,
símbolo de un espíritu inquebrantable que demostró que la verdadera poesía es
invencible. Con ella terminaba una época brillante del arte ruso que dio al mundo
muchos nombres extraordinarios.
¡Oh cuántas cosas pide la que se sabe amada!
Aquélla a quien no aman no tiene qué pedir.
Qué feliz me siento porque el agua hoy
bajo un hielo incoloro queda inmóvil.
1913
Y por última vez nos vimos aquel día,
allí en el malecón de nuestras citas.
Las aguas en el Neva estaban altas
y la ciudad temía una riada.
1914
A Natalia Rykova
1921
Yo no estoy con aquellos que dejaron la tierra
Para ser desgarrada por huestes enemigas.
No escucho, no, sus toscas alabanzas
Y nunca es para ellos mi canción.
1922
PARA MUCHOS
Soy vuestra voz, calor de vuestro aliento,
El reflejo de todos vuestros rostros,
Es inútil el batir del ala inútil:
Estaré con vosotros hasta el mismo final.
1922
LA MUJER DE LOT
Entonces la mujer de Lot
miró atrás, a espaldas de él,
y se volvió estatua de sal
GÉNESIS, cap. 1.º versículo 26
Y el justo fue tras el enviado de Dios,
enorme y claro, por una montaña negra.
Mas la ansiedad en voz alta le decía a la mujer:
Todavía estás a tiempo de mirar
1922-1924
DE «LOS SECRETOS DEL OFICIO»
No necesito el encanto
del invento elegiaco ni las ódicas huestes.
Para mí, todo en los versos
tiene que ser a destiempo, no como quiera la gente.
Si supierais la basura
de la que los versos crecen, sin saber de la vergüenza;
como un diente de león
junto a una valla, la bardana o el armuelle.
1940
EL SÓTANO DE LA MEMORIA
Es una necedad que vivo triste
Y que el recuerdo me corroe.
Visito a la memoria pocas veces
Y siempre me confunde.
Cuando al sótano voy con la linterna,
De nuevo creo oír el sordo alud
Que retumba por la escalera estrecha.
Humea la linterna, no puedo regresar,
Y sé que voy directa al enemigo.
Y pido gracia… Pero allí
Todo está oscuro y en silencio. ¡Mi fiesta ha terminado!
Treinta años hace ya que despidieron a las damas,
El calavera aquél murió de viejo…
Pues he llegado tarde. ¡Qué más da!
No puedo aparecer en parte alguna.
Mas toco la pintura de los muros
Y me caliento junto al fuego. ¡Qué milagro!
A través de este moho, tufo y putrefacción
Han brillado dos verdes esmeraldas.
Y un gato ha maullado. ¡Vámonos a casa!
1940
Cuando muere un hombre
Cambian todos sus retratos.
Los ojos nos miran de forma distinta,
Los labios sonríen con otra sonrisa.
Lo he notado al regresar
Del entierro de un poeta.
Lo he comprobado luego muchas veces
Y mi suposición se ha confirmado.
1940
Soy así. Otra mejor os deseo.
No vuelvo a vender felicidad
Como los charlatanes y los mayoristas.
Mientras en Sochi[13] tranquilos descansabais,
¡Tales noches se arrastraban hacia mí,
Tales timbres oía!…
Tashkent, 1942
En los libros la última página
Me ha gustado siempre más que las demás,
Cuando héroe y heroína
Ya no tienen interés, y han pasado
Tantos años que ya nadie da pena,
Y parece que hasta el propio autor del libro
Se ha olvidado del comienzo de la historia
Y «hasta la eternidad ya tiene el pelo blanco»,
Como se dice en un hermoso libro,
Y todo va a acabar
En este mismo instante, y el autor
De nuevo va a quedar irreversiblemente solo,
Pero él procura aún
Ser mordaz u ocurrente —¡que Dios se apiade de él—
Cuando agrega un final fastuoso
Como por ejemplo:
… Y sólo en dos casas
De aquella ciudad (el nombre no está claro)
Ha quedado un perfil (dibujado por alguien
Sobre la cal del muro blanco como la nieve),
No de hombre o de mujer, pero lleno de misterio.
Y se dice que al llegar la medianoche,
Cuando los rayos de luna —verde, baja,
Centroasiática— recorren
Estos muros, sobre todo en Nochevieja,
Se oye un sonido lejano
(Para algunos es un llanto
Y otros distinguen palabras.)
Pero todos del milagro ya están un poco hartos,
No hay muchos forasteros, los del lugar ya están acostumbrados,
Y se dice que en una de esas casas
Con una alfombra han tapado el maldito perfil.
Tashkent, 1943
DE «LAS ELEGÍAS DEL NORTE»
ELEGÍA TERCERA
Lo mismo que a un río
La era implacable ha torcido mi curso.
Me han cambiado la vida. En otro cauce,
pasó junto a otras cosas
e ignoro mis orillas.
Oh cuántos espectáculos perdidos,
y el telón sin mí se ha levantado
y ha bajado en mi ausencia. Cuántos amigos míos
no me he encontrado nunca,
y cuántas siluetas de ciudades
de lágrimas mis ojos llenarían,
mas sólo una ciudad en el mundo conozco
y a tientas en el sueño la hallaré.
Cuántos versos no escritos,
y ronda en torno a mí su coro misterioso
y algún día quizá
podrá llegar a ahogarme…
Conozco los principios y los fines
y la vida de más allá del fin, conozco algo
que no se debe recordar ahora.
Y no sé qué mujer
ha ocupado mi único lugar,
lleva mi nombre más legítimo
y me ha dejado un mote, al que, seguramente,
saqué todo el partido.
En una tumba ajena me echaré.
Leningrado, 1944
ELEGÍA CUARTA
Tres edades del recuerdo, la primera
cual si fuera el día de ayer.
El alma bajo bóveda bendita,
y el cuerpo deleitándose en su sombra.
La risa se oye aún y las lágrimas fluyen
y la mancha de tinta no se fue de la mesa
—y, lo mismo que un sello puesto en el corazón,
un beso: único, de adiós, inolvidable…
Pero esto dura poco…
No es la bóveda ya lo que está encima:
En un oscuro arrabal, una casa solitaria
que es fría en el invierno y tórrida en verano,
donde una araña vive y el polvo cubre todo,
donde se descomponen cartas apasionadas
y cambian los retratos de forma subrepticia,
adonde van los hombres lo mismo que a una tumba
y se lavan las manos con jabón al volver,
sacuden de sus párpados cansados
furtivas lagrimitas, suspiran con pesar…
Pero se oye el tic-tac, las primaveras se suceden,
se torna el cielo de color rosado,
cambian de nombre las ciudades
y no quedan testigos de los hechos,
ya no hay con quién llorar ni con quién recordar.
Y se nos van las sombras lentamente
y ya no las llamamos, su regreso
sería algo terrible para todos.
Y un día, al despertarnos, vemos que hasta olvidamos
el camino de esa casa solitaria,
y ahogados por la ira y la vergüenza
corremos hacia allá, mas (como ocurre en sueños)
todo es distinto allí: gente, objetos, paredes,
y nadie nos conoce, somos unos extraños.
Nos hemos confundido… ¡oh Dios mío!
aquí es donde lo más amargo viene:
No es posible abarcar, reconocemos,
aquel pasado en los confines de esta vida,
y casi tan ajeno nos resulta
como a un vecino nuestro.
Que a aquellos que ya han muerto, no los reconocemos,
y aquellos de los cuales Dios nos ha separado
vivieron sin nosotros perfectamente bien, y hasta
más vale así…
1943-1953
JARDÍN DE VERANO
Quiero estar con las rosas, en ese jardín único
Donde está la mejor verja del mundo,
1959
EL ÚLTIMO POEMA
Uno irrumpe en la casa con hálito de vida,
Como un trueno por alguien turbado,
Y se ríe y tiembla en la garganta,
Luego gira y aplaude.
1959
DEL «POEMA SIN HÉROE»
Primera parte
AÑO 1913. NOVELA DE PETERSBURGO
Capítulo III
Y bajo el arco en la Galémaya…
A. AJMÁTOVA
In my beginning is my end
T.S. ELIOT
Lugar de acción, la Casa de las Fuentes. Tiempo: 5 de enero de 1941. En las ventana,
el fantasma de un arce cubierto de nieve. Acaba de pasar volando la arlequinada
infernal del año trece, habiendo despertado el silencio de la gran muda —la época— y
dejando tras ella el desorden característico de toda marcha festiva o fúnebre: humo de
antorchas, flores en el suelo, recuerdos sagrados perdidos para siempre… En la
chimenea aúlla el viento, y en este aullido se pueden adivinar las estrofas que siguen.
1
Mi editor estaba descontento,
Juraba que estaba ocupado y enfermo,
Se negaba a dar su teléfono
Y gruñía: «¡Hay tres temas al mismo tiempo
Y después de la última frase
No se sabe quién ama a quién.
2
Quién se veía, por qué y cuándo,
Quién murió y quién sigue con vida,
Quién es el héroe y quién el autor.
¿Y a qué viene a estas alturas
Divagar sobre el poeta
Y todo ese enjambre de fantasmas?».
3
Contesté: «Eran sólo tres: el principal
Disfrazado de versta,
El segundo, como un demonio,
Y sus versos lo hicieron todo
Por pasar a siglos futuros;
El tercero vivió sólo veinte años,
4
Y me da pena de él» Y de nuevo
Caía una palabra tras otra,
Tronaba la caja de música,
Y sobre el frasco rajado
El veneno ignoto ardía
Con una lengua torcida y furiosa.
5
En sueños seguía pareciendo
Que escribía un libreto para alguien,
Ni un instante la música cesaba.
Pero el sueño también es algo,
Soft embalmer[17], El Pájaro Azul,
La explanada de las terrazas de Elsinor.
6
No diré que me alegrara
Al oír el aullido lejano
De la infernal arlequinada.
Esperaba tan sólo que pasara de largo,
Como copos de humo veloces
A través de los pinos oscuros.
7
No hay forma de abandonar los trastos multicolores
Son fantasías del viejo Cagliostro,
El más elegante de los satanás,
Que no llora conmigo a los muertos,
Que no sabe qué es la conciencia,
Ni para qué existe en el mundo.
8
No hay ni rastros de noche romana
De carnaval. El canto querúbeo
Tiembla ante las iglesias cerradas.
Nadie llama a mi puerta,
Sólo un espejo sueña con otro espejo,
Y el silencio guarda al silencio.
9-10
……………………………
……………………………
……………………………[18]
11
¿Seré yo quien se derrita en un himno oficial?
No, por favor, no me regales
Una diadema de una frente muerta.
Pronto necesitaré la lira
Pero de Sófocles, no de Shakespeare.
En la puerta está el Destino.
12
Y era para mí ese tema
Como un aplastado crisantemo
En el suelo, cuando sacan el ataúd.
Entre «acordarse» y «recordar», amigos,
Hay la misma distancia que entre Luga[19]*
Y el país de las bauttas[20] carmín.
13
Quiso el demonio que revolviera en el baúl…
¿Y cómo ha podido ocurrir
Que yo tenga la culpa de todo?
Yo, la callada, yo, la sencilla,
«La bardana», «Bandada blanca[21]».
Justificarme… pero, amigos, ¿cómo?
14
Es seguro, te acusan de plagiario…
¿Seré más culpable que los demás?
Sin embargo, me da igual.
Estoy siempre dispuesta al fracaso,
No oculto mi azoramiento,
Pero la caja tiene triple fondo.
15
Aunque confieso haber usado
Tinta simpática,
Escritura de espejo,
Y no tengo otro camino,
Encontré éste por puro milagro
Y no tengo prisa en perderlo.
16
Y entonces, desde un siglo futuro,
Que osados me contemplen
Los ojos de un extraño,
Y que dé un ramo de lilas mojadas
A la sombra que huye volando
En la hora en que pase esta tormenta.
17
Una maga de cientos de años
De repente se ha despertado
Queriendo alegría. No tengo la culpa.
Tira su pañuelo de encajes,
Echa lánguidas miradas por detrás de las líneas
Y llama con su hombro de Briullov[22].
18
La bebí en todas las gotas,
Y, poseída por una sed negra
E infernal, no sabía cómo
Deshacerme de la endemoniada:
La amenacé con la Cámara Estelar[23],
La eché a la buhardilla de siempre[24],
19
A la oscuridad, bajo los pinos de Manfredo
Y a las orillas, donde Shelley, muerto,
Yacía mirando al cielo fijamente,
Y donde las alondras[25] de todo el mundo
Rompían el abismo del éter
Y Jorge[26] sujetaba la antorcha.
20
Pero ella repetía obstinadamente:
«No soy aquella dama inglesa
Ni tampoco Clara Gazul[27]
Y no tengo más abolengo,
Que el soleado y fabuloso,
Y me ha traído el propio julio.
21
Y a tu fama ambigua
Que en un barranco ha pasado veinte años
Ya la sabré servir.
Tú y yo tendremos festejos,
Y con mi beso regio
Premiaré tu noche feroz».
5 de enero de 1941
Casa de las Fuentes
en Tashkent
y
más tarde
Tercera parte
EPÍLOGO
Estará vacío este lugar…
EVDOKIA LOPUJINA
A mi ciudad
Noche blanca del 24 de junio de 1942. La ciudad está en ruinas. Desde El Puerto
hasta el Smolny se ve todo como en la palma de la mano. En algunas partes están
acabando de arder hogueras viejas. En el Jardín de Sheremetiev los tilos están en flor y
canta un ruiseñor. La ventana del tercer piso (ante la cual hay un arce mutilado) está
rota, y tras ella se abre un negro vacío. En dirección de Krondstadt retumba la artillería
pesada. Pero todo lo demás está en silencio. La voz del autor, que está a siete mil
kilómetros, dice:
Así bajo el techo de la Casa de Las Fuentes
Donde ronda la languidez vespertina,
Con una linterna y un manojo de llaves,
Estuve llamando al eco lejano,
Turbando con risa inoportuna
El profundo sueño de las cosas,
Donde, testigo de todo en el mundo,
A la salida y la puesta del sol
Por la ventana mira el viejo arce
Y, previendo nuestra separación,
Me tiende su reseca mano negra
Como si pidiera ayuda.
Y una estrella[28] se asomaba
A mi casa aún no abandonada
Esperando la señal convenida…
Es por allí, cerca de Tobruk,
Es por aquí, detrás de la esquina.
(Tú, que no eres ni el primero ni el último,
Oscuro oyente de claros desvaríos,
¿Qué venganza me preparas?
No la beberás, sólo la apurarás
La amargura esta que viene de lo hondo:
La noticia de nuestra separación.
No me pongas la mano en la frente,
Que el tiempo se detenga para siempre
En el reloj dado por ti.
No sabrá evitarnos la desgracia,
Y ya no sonará el canto del cuco
En nuestros bosques quemados…)
Y al no convertirte en mi tumba,
Tú, de granito, terrible, amado,
Te has vuelto mortecino y pálido y callado.
Nuestra separación es aparente:
Soy para siempre de ti inseparable,
Mi sombra está en tus paredes,
Mi reflejo en tus canales,
El ruido de mis pasos, en las salas del Ermitage,
Que recorrió a mi lado mi amigo,
Y en el viejo Campo del Lobo[29],
Donde puedo llorar libremente
En el silencio de las fosas comunes.
Todo lo dicho en la primera parte
Del amor, la traición y la pasión,
El verso libre lo ha soltado de sus alas,
Y «cosida» se yergue mi ciudad…
Son pesadas las losas sepulcrales
En tus ojos insomnes.
Me parecía que me perseguías,
I ú, que habías quedado para morir
En el brillo de las agujas y el reflejo del agua.
No pudiste esperar a las deseadas mensajeras…
Terminado en Tashkent
el 18 de agosto de 1942
OSIP MANDELSHTAM
Osip Mandelshtam (1891-1938), nacido en una familia judía, se graduó en la escuela
Tenishev de Petersburgo, una de las mejores de la época. Asistió a cursos en la Sorbona,
en Heildelberg y en la Universidad de Petersburgo. Sus primeros poemas están
influidos por el simbolismo, especialmente el francés. Se unió al acmeísmo desde el día
de su fundación; en 1912 se publica su primer libro de poemas La piedra. Los poemas de
ese período se caracterizan por la aceptación del mundo exterior, la abundancia de
detalles concretos, el rigor y la claridad clásica. Poco a poco se va haciendo más
complejo el sistema de imágenes, y los versos, aparentemente clásicos, adquieren una
gran complejidad semántica y riqueza de asociaciones. Mandelshtam acepta la
revolución como un fenómeno cósmico, aunque expresa el temor de que si la nueva
civilización no se basa en el humanismo, el resultado puede ser una nueva Asiria o
Babilonia. En un período de revisión general de todos los valores y frecuente rechazo
del pasado histórico y cultural, Mandelshtam busca apoyo en los valores humanistas
judeo-cristianos y en la herencia cultural cuya patria fue el Mediterráneo. Gracias a su
visión sincronista de la historia y al intento de introducir en el mundo contemporáneo
los valores del pasado, que para él es parte integrante del presente, sus poemas están
impregnados de imágenes clásicas y medievales. Sus contemporáneos más
revolucionarios le consideraban como algo anacrónico, y poco a poco se creó un vacío
en torno a Mandelshtam, situación que el poeta vivió muy dolorosamente. A
consecuencia de ello tuvo una crisis y estuvo sin escribir poesía casi seis años. Escribe
prosa, artículos críticos, hace traducciones; durante esta época no tiene domicilio ni
ingresos fijos. Vuelve a la poesía después de un viaje a Armenia en 1930, que le llena de
nuevas imágenes. Los poemas transmiten el sentido de responsabilidad del poeta ante
el tiempo y reflejan una época caracterizada por la miseria, el hambre, la intensificación
del terror stalinista y el acercamiento de una catástrofe mundial. En 1934 Mandelshtam
fue deportado a los Urales y después a Voronezh por un epigrama contra Stalin. A
pesar de las privaciones, es precisamente en Voronezh donde escribe sus mejores
poemas que alcanzan una máxima intensidad, reflejando el conflicto entre la realidad,
que conduce a la eliminación de millones de personas, y el individuo, que trata de
preservar la libertad interior y afirmar los valores humanitarios. En 1937 Mandelshtam
regresó a Moscú, pero por poco tiempo. En mayo de 1938 volvieron a detenerle. Murió
en un campo de concentración, seguramente en 1938.
Insomnio. Homero. Velas tersas.
He leído la lista de barcos hasta la mitad:
Esta larga manada, tren de grullas,
Que antaño se alzó sobre Helada.
1915
TRISTIA
Yo aprendí la ciencia de la despedida
Cráneo al descubierto en las nocturnas quejas.
Los bueyes que rumian, se alarga la espera,
La última hora de urbanas vigilias.
Y cumplo aquel rito de noche de gallos,
Cuando, alzando el peso del dolor del viaje,
Miran a lo lejos los llorosos ojos
Y se mezcla con el canto de las musas el llanto de mujer.
1918
EL CREPÚSCULO DE LA LIBERTAD
Glorifiquemos, hermanos, el crepúsculo de la libertad,
El gran año crepuscular.
En las aguas nocturnas hirvientes
Sumergidos están los pesados bosques de las redes.
Asciendes a oscuros años,
Oh sol, oh juez, oh pueblo.
1920
Pesantez y ternura, hermanas: son iguales vuestras señales.
Las abejas y avispas chupan la rosa pesada.
Muere el hombre y se enfría la arena caliente,
Y en una camilla negra se llevan el sol de ayer.
¿Dónde estás, Troya amada, y las casas del rey y las doncellas?
Destruirán la casa de Príamo, el alto nido de estorninos.
Y las flechas caían, como una lluvia seca de madera,
Y otras flechas crecían en la tierra, lo mismo que avellanos.
1920
EL QUE ENCONTRÓ UNA HERRADURA
Miramos al bosque y decimos:
He aquí un bosque de navío, de mástil;
Pinos rosados
Libres hasta la copa de carga velluda,
Deberían crujir en la tormenta
Como pinos negrales solitarios
En el aire sin bosques furibundo;
La plomada, ajustada a la cubierta danzante, aguantará el talón salado del viento.
Y el navegante,
En su ansia desenfrenada de espacio,
Arrastrando por los húmedos baches el frágil aparato del geómetra,
Comparará la abrupta superficie de los mares
Con la atracción del seno terrestre.
Y al respirar el olor
De lágrimas resinosas que trasuda el tablazón del barco,
Al admirar las tablas
Remachadas, ajustadas en tabiques
(No por el pacífico carpintero de Belén, sino por otro
—Padre de los viajes, amigo del marino—),
Decimos:
Ellas también estuvieron en la tierra
—Incómoda como el lomo de un burro—,
Olvidando las raíces con las copas,
En la famosa cadena de montañas;
Bajo la lluvia de agua dulce murmuraron,
Ofreciendo al cielo en vano canjear su noble carga
Por un puñado de sal.
El aire puede ser oscuro como el agua, y en él todo lo vivo nada como los peces,
Usando las aletas para empujar la esfera
Flexible, densa, apenas caldeada,
Cristal de roca en que las ruedas giran y se echan a un lado los caballos,
Húmeda tierra negra de Neyera, labrada cada noche
Con horcas, tridentes, azadas, arados.
El aire es tan espeso como la propia tierra:
No habrá quien salga de él y resulta difícil penetrarlo.
Por los árboles corre un rumor igual que un verde juego de pelota;
Los niños juegan a las tabas con vértebras de animales muertos.
La frágil cronología de nuestra era se acerca ya a su fin.
Así,
El que encuentra una herradura
Sopla para quitarle el polvo
Y la frota con un paño hasta que brilla,
La cuelga luego en la puerta
Para que descanse
Y ya nunca tendrá que producir chispas en el sílice.
Los labios humanos que ya no tienen nada que decir
Conservan la forma de la última palabra pronunciada,
Y en la mano queda sensación de peso
Aunque se ha vertido hasta la mitad
El agua del jarro, camino de casa.
Moscú, 1923
1 DE ENERO DE 1924
El que haya besado al tiempo en la frente atormentada
Recordará más tarde, con ternura filial,
Cómo el tiempo se echaba a dormir
En el montón de trigo fuera de la ventana.
El que ha levantado al tiempo los párpados enfermizos
—Dos grandes globos adormilados—
Por siempre oye el ruido de cuando rugieron
Los ríos de los tiempos oscuros y engañosos.
1924
LENINGRADO
He vuelto a mi ciudad, sabida hasta llorar,
Hasta las venas y los ganglios hinchados de la infancia.
Moscú, 1931
MEDIANOCHE EN MOSCÚ
Medianoche en Moscú. Es hermoso el verano budista.
Las calles con sus estrechas botas de hierro se separan con un menudo golpeteo.
Los anillos de los bulevares, gozando están de la viruela negra,
Ni de noche se calma Moscú,
Cuando huye la calma de los cascos…
Se diría que allí, en el polígono,
Se han metido dos payasos: Bim y Bom,
Usando peines y pequeños martillitos.
Se oye una armónica,
Luego un piano infantil, de leche:
Do-re-mi-fa
Y sol-fa-mi-re-do…
Mayo-Junio de 1931
Por la gloria ruidosa de siglos futuros,
Por la tribu más alta de los hombres,
He perdido mi copa en el festín paterno,
He perdido mi honor y mi alegría.
VI
Cuando, una vez deshecho el borrador,
Mantienes en la mente, cuidadoso,
Un período sin notas dolorosas,
Sin par en su interior oscuridad,
Y se mantiene por su propio peso,
Con los ojos apretados, solo,
Entonces es al papel
Lo que la cúpula a un cielo vacío.
1933
VII
Y Schubert en el agua, y Mozart en el grito de pájaros,
Y Goethe silbando en una senda tortuosa,
Y Hamlet, que pensaba a pasos asustadizos,
Le tomaban el pulso a la gente y la creían.
Quizá ha nacido el susurro antes que los labios,
Volaban las hojas sin que hubiera árboles,
Y aquéllos a los que dedicamos nuestra experiencia,
Habrán adquirido los rasgos antes de tenerla.
1934
XI
Al salir del espacio me encuentro
En el jardín abandonado de las cantidades,
Y rompo la constancia aparente
Y la conciencia de sí mismas de las causas.
Y tu libro de texto, infinito,
Leo solo, prescindiendo de los hombres;
Libro sin hojas, de salvaje curandero,
Compendio de problemas de enormes raíces.
1933
Diestra en miradas culpables,
Dueña de pequeños hombros:
Calmóse el peligroso genio masculino,
Ya dejó de sonar la palabra anegada.
Moscú, 1934
—No, no es jaqueca, pero dame el lápiz mentolado.
Ni vaguedad del arte, ni colores del alegre espacio…
Más allá, a través de un cristal de colores, veo con esfuerzo, entornando los ojos,
El cielo como maza amenazante, la tierra como calva de color rojizo.
No me coloquéis, os pido,
El laurel tiernopicudo en las sienes.
Es mejor que me partáis el corazón
En pedazos de tañido azul.
1937
No compares: es incomparable el ser viviente.
Con un miedo teñido de ternura
Aceptaba la igualdad de las llanuras
Y el círculo del cielo era mi enfermedad.
Yo acudía al aire-siervo
Esperando algún favor o una noticia;
Luego me preparaba para ponerme en marcha,
Flotando por la curva de viajes sin comienzo.
[7] Gorodetsky, Algunas corrientes en la poesía contemporánea rusa, Apollón, 1913. <<
[18] Las estrofas omitidas son una imitación de Pushkin. Véase Acerca de «Eugenio
Oneguin»: «También reconozco humildemente que en Don Juan hay dos estrofas
omitidas», escribió Pushkin (Nota de Ajmátova). <<
[23] Tribunal secreto que se reunía en una sala en cuyo techo estaba pintado un
cielo estrellado (nota de Ajmátova). <<
Lugar en que, según los lectores, nacen todas las obras poéticas (Nota de
[24]
Ajmátova). <<
[25] Véase el famoso poema de Shelley To the Skylark (Nota de Ajmátova). <<
[29] Antiguo nombre del Cementerio del Lobo (Nota de Ajmátova). <<
[31] Fábrica de prendas de vestir de los años 20-30 (Nota de los T.). <<