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Lacan, Escritos 2

“Solo importa, en efecto una verdad que reside en lo que condensa el mensaje al develarla”
(p722)
“Conocemos los falsos pudores acostumbrado en la ciencia a este respecto, son compañeros
de los falsos pensamientos de la pedantería cuando arguye lo inefable de la vivencia, o aún de
“la conciencia mórbida”, para desarmar el esfuerzo de que ella se dispensa, pues la vivencia
habla, lejos de separar, se comunica, la subjetividad entrega su estructura verdadera, aquella
donde lo que se analiza es idéntico a lo que se articula” (p556)
“El hombre de ciencia maneja un concepto de lo real, donde el determinismo no es más que
una coartada” (p557)
“Sólo este grupo hombres pueden hacer hablar al mundo mudo, decir la verdad sin que se los
ponga en entredicho, poner fin a las discusiones interminables mediante una forma de
autoridad incontestable que provendría de la realidad en sí” Flores Muñoz, D. en “Perversiones
constitucionales”
“El sabio que hace la ciencia es sin duda un sujeto el también”
En Subversión….

La ciencia y la verdad –Lacan (1965)


Saber y verdad en banda de Moebius (buscar más)
“No es de una distinción de origen de donde debe provenir la división en que esos dos
términos vienen a converger”
De nuestra posición de sujetos somos siempre responsables”
“No hay ciencia del hombre, porque el hombre de la ciencia no existe, sino únicamente su
sujeto”

La psicología refiere a la mentalidad supuesta, al discurso efectivo del sujeto de la ciencia, no


del hombre de la ciencia (al respecto de la teoría piagetiana y de Levy-Bruhl)
“El sujeto está en exclusión interna de su objeto”
“El saber está ciertamente separado del sujeto”
La oposición entre las ciencias exactas y las conjeturales no puede sostenerse, pues estas
últimas se basan en un cálculo, en un formalismo arbitrario del lenguaje. (Paradoja de Russell)

Objeto del psicoanálisis: el objeto a, insertado en la división del sujeto.

“No hay metalenguaje” p846 No hay metalenguaje que pueda ser hablado. No hay Otro del
Otro.
El metalenguaje es el 'lenguaje que habla del lenguaje', esto no es válido para Lacan, ya que él
piensa que el lenguaje es encadenamiento de significantes, trátese del lenguaje que sea.No
hay Lenguaje que pueda separarse de sí mismo, para constituirse como algo más alla que
pueda dar cuenta de este encadenamiento. Todos estamos sumergidos en el lenguaje, hasta el
lenguaje mismo.
“La ciencia no tiene memoria. Olvida las peripecias de la que ha nacido”

Verdad, causa de la neurosis p846 en adelante


La magia es la verdad como causa bajo su aspecto de causa eficiente. El religioso le deja a Gott
el cargo la la causa, pero con ello corta su propio acceso a la verdad, verdad que tiene un
estatuto de culpabilidad, puesto que su demanda está sometida al deseo supuesto de un Dios
al que entonces hay que seducir.
(relación con la neurosis)
“En la ciencia, en oposición a la magia y a la religión, el saber se comunica. La forma lógica
dada a ese saber incluye el modo de la comunicación como suturando al sujeto que implica.”
Relación Althusser y el sujeto interpelado por la ideología

Consultar “El malestar en la cultura” Parte II, p74

Cuando trata la religión al final de los Escritos, como hará más tarde con la sociedad, recuerda
a los buenos padres que él valida todo lo que Freud dijo de la religión, a saber, que está
relacionada con la neurosis obsesiva. No se trata del gran Otro, allí no se trata del otro de la
palabra del cual Althusser le había dicho era el buen Dios. No se ocupa del pequeño a, del
significante, sino que les dice: neurosis obsesiva.

Horror o esplendor

¿Qué esquema nos dibuja de la posición religiosa? -se trata esencialmente de la posición
católica. Lacan se excusa por tratar sólo religiones de la familia judeocristiana. En efecto, poco
inclinado por la religión reformada y el judaísmo su debate es con la religión, es decir, con la
religión católica. Da un esquema muy preciso de cuál es, para él, en esa fecha, la posición
católica: consiste en remitir a Dios la carga de la verdad y alojar, en él, en el mismo
movimiento, el objeto del sacrificio, un objeto sacrificado.

Si la posición del sujeto se sitúa aquí, es inevitable que el Otro como Dios sea el lugar donde se
inscribe el objeto del sacrificio, al mismo tiempo que la carga de la verdad.

El sacrificio a Dios es una posición que, con todas sus variaciones, recorre, anima a toda la
familia judeocristiana. Cuando los misioneros jesuitas se instalan entre los indios guaraníes,
que se casan muy jóvenes -la poligamia está permitida, la antropofagia está bien vista-,
quieren poner orden en todo ello. Si seguimos la admirable organización que introducen en
esta población, vemos cómo el goce se desborda. Corre por todas partes, se entra en un
horrible desorden de adulterios, incestos, ya no se sabe quién es quién. En cuanto llegan, el
goce es apartado, frenado, controlado.
Para Lacan, decir que la verdad queda remitida a la divinidad apunta a algo muy preciso. Es
una denegación de la verdad como causa. Él entiende por esto que creer en una religión
revelada, en una revelación, es creer que el Otro ha hablado. Es lo opuesto a "Yo, la verdad
hablo". Es el Otro la verdad quien habla. Es preciso absorberla, comerla -eventualmente en
forma del Libro-, digerirla, asumida, destacada. Pero la verdad está en otra parte, y eso puede
justificar el magisterio de los que la guardan, la encierran o vienen como el Inquisidor a
escudriñadas -como le pasó al poco ortodoxo Loyola.

En ese momento, Lacan considera que hay una Verneinung constitutiva de la posición del
religioso. Y esto le lleva a oponerla al psicoanálisis, que designa como el campo en que "Yo, la
verdad hablo" mana de la fuente, está permitido -por el Contrario, la verdad tiene, en la
religión, un estatuto de culpabilidad. La verdad está permitida en psicoanálisis: "Tú estás
invitado a ponerte en posición de 'Yo, la verdad, hablo", "Tú estás invitado a prestar tu voz a la
verdad", para que ella hable.

En la religión, no se trata exactamente de buscar la verdad. Ésta queda, allí, Postergada. Lacan
dice que se reenvía al Juicio final, al Último juicio. En la religión reina la causa final. La verdad
sólo podrá aparecer en el final de los finales, en el registro escatológico, no en el horror de la
falta de fundamento –porque todo son relatos-, en el horror de la falla que se trata de velar,
sino en el esplendor. Bello título el de esta Encíclica: El esplendor de lo verdadero.

Quizás Karol Wojtyla, que fue filósofo antes de ser Juan Pablo II, leyera "La ciencia y la verdad"
y "La cosa freudiana" y se escandalizara ante la noción de horror de la verdad, por lo que con
su Encíclica, quisiera reafirmar: "No se trata del horror de la verdad, sino del esplendor de lo
verdadero".

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