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Pierre Klossowski

La moneda viviente

T raducción, ñolas y posfaeio


de Axct Gasquct
A LC IÓ N EDITO RA
dirección
Juan C arlos Mal donado

D iseñ o y cuidado de la edición:


CJar i T'- Klinicvskij

O A lción Editora, 1998


C olón 3 5 9 - Local 15, Gal. C ineram a
T el./F ax: 0 5 1 -2 3 3 9 9 1
50CX) Córdoba - A rgentina

Im preso en Argentina
Printed in A rgentina

Hccho el depósito que marca la Ley 11.723


I.S.B.N.: 950-9402-81 -S
La moneda viviente

Desde m ediados del siglo diecinueve y en


nom bre de la vida, fueron lanzados m uchos
anatemas contra los estragos de la civilización
industrial.
im p u ta r a los m e d io s de p ro d u c c ió n
industrial una acción p erniciosa sobre los
a f e c to s es, con el fin de d e n u n c ia r su
in flu en c ia desm o ra liz an te, reconocerle una
p o te n c ia m oral considerable* ¿D e d ó n d e
proviene pues esta potencia?
Del hecho de que solo el acto de fabricar
objetos pone en d u d a su m ism a finalidad:
¿p ues en qu é difiere el uso de los objetos
útiles del uso de los objetos producto del arte,
"inútiles" a toda subsistencia?
Nadie pensaría confundir un utensilio con
un sim u la cro , al m en o s que sea en tan to
s im u la c ro q u e un o b j e t o posee un u s o
necesario.

*****

El valor de uso es originalmente inseparable


d e l u so en s e n tid o co n s u e tu d in a r io : u n a
c o s tu m b re se perp etúa en una serie de bienes
(naturales o culturales) poseyendo, por el uso que
del m ism o hacem os, un sentido inmutable. Así el
p ro p io c u e rp o , por la m a n e ra de d is p o n e rs e
re sp ecto al cuerpo del otro es un valor de uso
cu y o carácter alienable o inalienable varía según
la significación que le otorga la costum bre. (Es
por eso que hay un carácter de garantía, que vale
por aquello que no puede intercambiarse.)
El objeto fabricado, contrariam ente al valor
de uso (natural), aunque todavía se adecúe a algún
tipo de significación habitual (por ejemplo, según
el em p le o de los m etales, que p u eden tener un
sentido e m b lem ático ), pierde su carác te r en fa
m edida q u e el acto de fabricar se com plejiza y se
diversifica. D iversificado según su com p lejid ad
progresiva, el acto de fabricar substituye el uso de
los b i e n e s ( n a tu r a l e s o c u l t u r a le s ) p o r la
utilización eficaz de los objetos. D esde que la
efic acia de fa b ric a c ió n p re v a le c e a nivel del
b e n e fic io , el uso de los b ie n e s n a tu ra le s o
c u ltu ra le s, que d e fin e d ich o s bienes p o r u n a
interpretación consuetudinaria, se revela estéril; el
uso, es decir el goce, es estéril po r cuanto dichos
bienes son ju zgados im pro du ctiv os en el circuito
de la eficacia de fabricación. De este m odo el uso
d e l p r o p io cu erpo d e l o tro en el tráfico de
esclavos se reveló im productivo. En la é p o c a
in d u s tria l, fa fa b ric a c ió n de u te n s ilio s ro m p e
d e fin itiv am en te con el m u n d o de la utilización
estéril e instala el m u n d o de la eficacia fabricable
en función de la cual to do bien natural o cultural
-tanto el cuerpo hu m an o co m o la tierra- es a su
turno evaluable.
S in e m b a rg o la fa b ric a c ió n de u ten silios
t a m b i é n c o n o c e u n a s u e r te de e s t e r i l i d a d
in te r m i t e n t e ; m ás a ú n c u a n to q u e el r itm o
a c e l e r a d o de f a b r i c a c i ó n debe p rev en ir
c o n tin u am en te la ineficacia en sus productos; y
contra ésta sólo existe un recurso: el derroche.
C ondición previa a la eficacia, la experim entación
im p lica el erro r del d es p ilfa rro . E x p e rim e n ta r
a q u e ll o que es fa b ric a b le c o n v istas a una
operación rentable equivale a eliminar el riesgo de
esterilidad del producto al precio del derroche en
m ateriales y en fuerzas h u m an as (el costo de
fábrica).
Si la exp erim entación derrochadora es una
co nd ición previa a la eficacia y lo experim ental
e x p r e s a un c o m p o r t a m i e n t o u n i v e r s a lm e n te
a d o p t a d o re sp ecto de c u a lq u ie r bien y o b je to
-apun ta n d o al beneficio, y con respecto al bien
que siempre supone la inmutabilidad de su uso-;
¿qué será entonces ya un fantasma que procura la
em oción voluptuosa -terreno por excelencia de la
e x p e r i m e n t a c i ó n d e r r o c h a d o r a - ? La q u e se
ex p resa por m edio de la fabricación eficaz del
simulacro.
El acto inteligible de fabricar lleva en sí
m ism o una aptitud diferencial de representación
que pro voca su propio dilem a: o bien derrocha
para expresarse por el acto de construir, destruir y
re c o n s tru ir in d e fin id a m e n te ; o bien tan s ó lo
construye para expresarse a través del derroche.
¿D e qué manera el m undo de los utensilios evitará
caer en la simulación de un fantasma? Fabricar un
o bjeto utilitario (por ejem plo, la bom ba orbital)
difiere del acto de fa b ricar un sim ulacro (por
ejem plo, la Venus Calipigia) sólo por el pretexto
contrario de la ex perim en tación derrochadora; a
saber, que la bom ba orbital no tiene otra utilidad
q u e angustiar el m undo de los usos estériles. Sin
e m b arg o , la V enus C alipigia, sólo es la faceta
reidora de la bom ba, q u e to m a en brom a a Ja
utilidad.
La superstición utilitaria gravita en torno a
esta absurdidad: a saber, que un utensilio no sería
un utensilio si no es un simulacro. Está obligado a
d e m o s t r a r lo c o n t r a r i o , c o n el r i e s g o de
m a n te n e rs e e n c im a del m u n d o de los usos
e s té r ile s p o r el s ig n o e fic a z de su p r o p i a
destrucción.
Si los dioses fueron los primeros prom otores
de la fabricació n de o b je to s, ante q u ie n e s el
fa bricante ju s tif ic a b a su propia sub siste n cia, a
p a rtir del m o m e n to en que la fa b ric a c ió n de
ídolos fue con sid erad a inútil co m ien z a la larga
ignorancia del carácter propiam en te mercantil de
la vida pulsional dentro de ios individuos, esto es,
el d esc o n o cim ie n to de las distintas form as que
a d o p ta la u tilid ad p a to ló g ic a . De ahí q u e la
m oderna noción de "gratuidad" del arte -del "arte
puro" especialm ente-, e q u iv ale a d e n e g a r toda
capacidad contable al pathos sin que por ello ei
pathos pulsional sea fuente de creación "gratuita".
Antes bien, será en el terreno considerado com o el
m ás e x e n to a es te r e s p e c t o -tal c o m o las
aplicaciones económ icas de la ciencia- que dicha
fuerza desarrollara su invención más astuta, puesto
q u e es la ú ltim a q u e p o d r ía im p u tá rs e le : el
régim en industrial.
¿A caso las norm as económ icas no form an a
su turno una su b estru c tu ra de afectos y no la
i n f r a e s t r u c t u r a ú l t i m a (si es q u e h a y u n a
infraestructura en última instancia) constituida por
el c o m p o r ta m ie n to d e los a fe c to s y de las
impulsiones? R esponder afirm ativam ente equivale
a decir que las norm as económ icas son, al m ism o
título que las artes y las instituciones m orales o
religiosas, al m is m o título q u e las fo r m a s de
co n o c im ie n to , un m o d o de e x p r e s ió n y de
representación de las fu erza s impulsionales. La
m an era en que se exp resen en la e c o n o m ía y
finalm ente en nuestro m u n d o industrial ob edece
al m odo en q u e han sido tratadas por la economía
de las instituciones reinantes. Que esta primera y
últim a infraestructu ra se encuentre ca d a vez
d eterm in a d a p o r sus p r o p ia s reacciones a las
s u b e s t r u c tu r a s a n te r io r m e n te existen tes, es
in d isc u tib le; p e r o las fu e r z a s p rese n tes son
aquellas que continúan el mismo combate de ¡as
infraestructuras en las subestructuras. Entonces, si
esas fu erza s se expresan inicialmente en form a
específica según las norm as económ icas. ellas
mismas se crean su propia represión; y asimismo
los m e d io s p a r a r o m p e r la rep r e sió n que
e x p e rim e n ta n en d ifere n tes g r a d o s : y e s to
m ientras dure el com b ate de la impulsiones que,
en un organism o dado, se debaten por y contra la
fo rm a c ió n del agente, por y con tra su unid ad
p síq u ic a y c o rp o ra l. En efecto, ahí se van a
elaborar los primeros esquem as de "producción" y
d e " c o n s u m o ' 1, lo s p r i m e r o s s i g n o s d e
com pensación y de regateo.
La p rim era represión im pulsional form a la
u nidad orgánica y psíquica del agente; represión
que, a partir del agente, responde a una coerción
que el a g e n te con tinú a sufriendo durante el
com bate que las impulsiones libran contra los que
las constituyeron. A h o ra bien, prosiguen en el
ex terior esta represión y tam bién este com bate,
d esd e que la u n id ad ind ivid ual del ag en te se
encuentra integrada y de este m odo definida por
u n a je ra rq u ía d e n ec esidad es: la je ra rq u ía de
n ecesidades es la fo r m a económica de represión
que las instituciones existentes ejercerán p o r y a
tra vés de la co n scien cia d e l agente sobre las
f u e r z a s im p o n d e r a b le s de su vida p síq u ic a .
Gracias a su adquirida unidad orgánica y moral, el
individuo, en su propio m edio, sólo se formula su
vida im pulsion al p o r m edio d e un c o n ju n to de
prop ias necesid ades m ateriales y m orales; no le
corresp ond e afirmarse por los m ovim ientos de su
vida afectiva, pero en tanto y en cu an to posea
unidad, por m ed io d e su aptitud a poseer bienes
e x t e r i o r e s a él m i s m o , y a c o n s e r v a r l o s ,
producirlos, a darlos para el c o n su m o de otros, a
recibirlos siempre y cu an do se traten de objetos y
n o de otras unidades vivas, al m enos que esto se
p r o d u z c a en c o n d i c i o n e s en las q u e sería
"legítimo" p o s e e r seres vivientes co m o sim ples
objetos.
« . . . Hay n ece sida des com o las necesidades
sexu ales de las que no p o d e m o s decir que su
satisfacción im pliqu e una a c tiv id a d económ ica
como tal: ...jam ás p od rem os enumerar de manera
r i g u r o s a las n e c e s id a d e s d e los h o m b r e s »
(R a y m o n d A ron. Dixhuit legons sur la société
industrie He, p. 101, Gallimard).
¿ C ó m o la e m o c ió n v o lu p tu o s a p u ede ser
o b j e t o de m e r c a n tiliz a c ió n y c o n v e rtirs e en
nuestra época de industrialización a ultranza en
un factor e c o n ó m ic o ? Para co m p re n d er esto hay
q u e c o n s i d e r a r un i n s t a n t e a q u e l l o q u e
en tend em os por los térm inos de sexualidad y de
erotismo. Podría darse entonces que las form as de
la em oción v oluptuo sa revelasen una conexión a
la v ez s e c re ta y t rá g ic a c o n el f e n ó m e n o
antropo m o rfo de la econom ía y los intercambios.
Particularm ente después de Sade, y m u ch o
antes que Freud, ¿ q u é p od íam o s discernir en la
d e s c r i p c i ó n de la p e r v e r s i ó n ? A saber: ¿ la
e m o c ió n v o l u p tu o s a re firié n d o se a un o b je to
aparen tem ente incon gru en te? El co m p o rta m ien to
a n a liz a d o p o r S ad e a p a rtir de lo q u e llam a
pasiones sim ples hasta las d en om inad as pasiones
co m p licadas, es decir, lo que nosotros llam am os
perversión, no es sino la prim era reacción contra
la a n i m a l i d a d p u r a y p u e s una p r i m e r a
m anifestación interpretativa de las impulsiones
mismas, propia a descom poner lo que el término
de sexu alidad a b a rca de fo rm a genérica ya sea
p o r un la d o . en la emoción voluptuosa previa al
a c to d e p r o c r e a c i ó n , y p o r otra p arte en el
e s p e c ífic o in stin to de p r o c r e a c ió n , d os
p ro p e n s io n e s en las que la confusión fu n d a la
u n ida d del individuo apto p a r a reprodu cirse, y
c u y a p r o l o n g a d a s e p a ra c ió n , no o b stan te la
cu lm inación orgánica del individuo, desafía así su
propia función de vivir. El término de perversión
só lo d esig n a ento nces la fijación de la em oción
v o l u p t u o s a en un e s ta d io p re v io al acto de
procreación, mientras que los términos sádicos de
las pasiones simples que se combinan en pasiones
c o m p licad a s d esignan las diversas tretas por las
que la em oción voluptuosa inicial en su capacidad
i n t e r p r e t a t i v a v ie n e a e l e g i r en tre d iv e rs a s
fu n c io n e s orgánicas nuevos objetos de sensación
para sustituirlos a la única función procreadora y
a s í m antener indefinidamente en suspenso esta
ú ltim a. ¿Q ué son dichas sustituciones, esas tretas,
s i n o m uestras to m a d a s s o b r e el instinto de
propagación?'* la fu e rza pulsional así tom ada
f o rm a enton ces la m ateria de un fantasm a que
interpreta la emocióne y el fantasma ocupa a qu í
el p a p e l del objeto fabricado. El uso del fantasm a
p o r u n a f u e r z a p u ls io n a l d a su p r e c io a la
em oción que se confunde con este uso; y el uso
del fa n tasm a p rocu ran do la emoción justamente
q u i e r e t en la p e r v e r s i ó n , q u e no s e a
intercambiable. A q u í i n t e r v i e n e la p r i m e r a
v alo rización de la em oción experim entada: una
impulsión q u e ll a m a m o s pervertida al m i s m o
tiem po que se rehúsa a la culminación g regaria
de ¡a unidad individual, a la función procreadora
del individuo, y se pro pon e en su intensidad com o
lo no in tercam biab le, es decir, aq uello fu e r a de
precio. Y aunque la unidad de un individuo logre
c o m p le ta rs e fis io ló g ic a m e n te , en su a p a rien cia
corporal, ésta es de a lg ú n m o do in terc am b ia d a
p o r el fa n ta sm a , bajo c u y a co acción a h o ra se
encuentra en form a exclusiva.
No existe una ec o n o m ía propiam ente dicha
de la volup tuo sidad q u e beneficie a los m edios
industriales -com o lo pretendían los m oralistas,
que co m o tal la den unciab an a los guardianes de
las instituciones-. Por el contrario, lo op u esto es
cierto: la industria tam bién se beneficia de lo que
no m bram os desdichadam ente el erotism o en tanto
que norm a eco nóm icam ente variable. Pero en las
esferas d elim itadas po r la pro ducció n editorial,
p u b lic ita ria y c in e m a to g r á fic a , esto es, d e la
sugestión, ésta queda m ás acá de una explotación
co nfesad a tal c o m o la ind ustria sería capaz de
asumirla, si los m edios de producción estuvieran
en m anos de aquellos a los que estos " pro du cto s”
com peten directamente. N o son ni ia p ro p a g and a
ni la publicidad (de la alta costura o los productos
c o s m é tic o s ) los q u e la e x p r e s a n . S e m e ja n te
econ om ía aún queda latente y quizá no llegue a
desp ren d erse m ientras el régim en industrial no
sepa pre v er las c o n d ic io n e s del goce de otro
m odo que a un nivel dom éstico, al interior de una
legislación fundada sobre la familia nuclear. Y sin
embargo, por todos los m edios que la constituyen,
la ind ustria significa u n a ru ptu ra ya re a lizad a
(concluida) con el espíritu de esta legislación, una
co n m o ció n de los hábitos efectuada d esd e hace
tie m p o y q u e las instituciones fingen todavía
preservar.
P or p r in c ip io , y a través d e tod as sus
iniciativas, la industria plantea que todo fenóm eno
hum ano, al igual que tod o fe n óm eno natural, es
s u s c e p t i b l e d e ser t r a t a d o c o m o material
ex plo tab le* esto es, sujeto a las variaciones del
valor pero tam bién a todas las incertidumbres de
la experiencia. Se trata aquí del carácter al m ismo
t i e m p o e s p iritu a l y a n im a l de la e m o c ió n
voluptuosa, considerada a partir de su fu erza de
sugestión.
E n el m u n d o de la industria artesanal, la
r e p re s e n ta c ió n de fa e m o c ió n v o lu p tu o s a se
c o m u n ic a b a ~al igual q u e el c o n o c im ie n to - a
través de los instrum entos de la sugestión tales
co m o los cuadros, el libro, el espectáculo, y fue
p o r el tra b a jo h ec h o c o n la a y u d a de estos
in s tru m en to s q u e la em oción sug erid a lo graba
circular com o objeto r a r o . T o d av ía ahí el valor
-conform e a la jerarquía de las necesidades de la
econo m ía clásica- proviene del carácter único del
p r e s tig io o b te n id o m edian te el instrumento de
sugestión, y n o p o r la em oció n experim entada;
porque el simulacro aún pertenece al m u n d o de
las "ideas”, es decir, de la cultura, y la sugestión en
sí cuesta más caro que la sensación experimentada
en contacto con el objeto sugerido.
A p a rtir del ré g im e n industrial, q u e en
función del con su m o m asivo va a estandarizar los
instrumentos m ecan izados d e la sugestión tanto
c o m o l o s d e l c o n o c i m i e n t o g e n e r a l , la
c o m u n i c a c i ó n se d e s v a lo r iz a c a m b i a n d o de
n a tu ra le z a y d e in ten ció n -y la su g estión así
procu rad a p or vía de los estereotipos-, se hace
cada vez más gratuita en sus efectos -a media que
el prototipo m ism o se m antiene fuera de alcance
(fu era de p re cio )-. El v u e lc o sería total: la
sensación experimentable vale más que su imagen
sugerida. Sin em b arg o , la tensión q ue de esto
resulta crea un terreno de explotación m asiva, al
tiem po que el estereotipo de la sugestión permite
a la in d u s tria i n te rc e p ta r la g én e s is de los
fantasm as individuales para desviarlos hacia sus
propios fines, rechazarlos y dispersarlos según el
interés de las instituciones.
C orrem os el riesgo de establecer en tre la
"eco n o m ía1' de los afectos y la ec onom ía de las
n ec esid ad es, d e fin id a p o r el intercam bio, una
relación p uram en te an alóg ica. Ésta relación no
co nduce a nada, si exceptuam os que partim os del
punto de vista de los objetos y de las necesidades
para descu brir la lucha de los afectos co n tra su
in a d ecu a d a fo rm u la c ió n , re c o n v e rtid a
m a terialm en te a l e s ta d o de una d e m a n d a de
bienes que sólo se corresponderá con una fo rm a
contraria.
En esta re co n v ersió n , hay que co n s id e ra r
in ic ia lm e n te la f u n c ió n d el núm ero del q u e
d epend e el precio y el m ed io de adquisición de
estos bienes, de por sí inadecuados.
A continuación, el uso de estos bienes, que a
su turno actúa sobre el afecto.
En tercer lugar, la diferenciación m ás o
m enos consciente entre la p o sesió n , el uso, el valor
o el n o -v a lo r de d ic h o s bienes, según estos
representen o no esta d o s afectivos p ro v o c a n d o
nuevos, por lo que la prim era reivindicación de
los afectos se ve provisoriam ente coronada, o bien
acentuada, por una disonancia fundamental.
Una especie de intimidación y de chantaje se
inscribe desde el principio entre la necesidad de
subsistencia y el m odo de gozar a partir de que
tenem os garantizada la subsistencia.
E s ta i n t i m i d a c i ó n a d is tin to s n iv e le s
contribuye a form ar una reivindicación afectiva a
nivel de las necesidades individuales: tal grupo de
individuos se somete a las normas del intercambio,
aceptando así definirse moral y socialmente según
una d ete rm in a d a categ oría de necesidades, que
señala la m anera por la que ese grupo, en virtud
de su m o d o de subsistencia, pretende acceder al
m o d o de goce de los bienes que le corresponden.
A primera vista, a ojos de la economía, el
goce d enom inado erótico de un bien entre otros:
no es sino en la m edida en que éste se relaciona
con un objeto, ya sea el objeto viviente (es decir el
cuerpo), c o m o el goce de d ich o objeto en tanto
p u e d a ser poseído, o q u izá estim ado com o un
bien: un ob jeto de uso; lo que las palabras de
Sade expresan de m anera a la vez simple y muy
equívoca: el derecho de pro p ied a d sobre el g o c e .
En la jerarquía de las n ecesidades, el goce
eró tico se co n fu n d e con la "necesidad" sexual:
esto es, la n ecesidad im prescriptible del hogar,
b a se de las p rim e ra s n e c e s id a d e s lla m a d a s
d o m é s t i c a s . N o se tra ta del g o c e e r ó ti c o
propiam ente dicho, el que es degradado al rango
d e vicio, entre otros vicios, que toma el sentido de
u n a " d e m a n d a ” c o m o f u e n te de p ro s p e rid a d
general tan sólo si p o ne en tela de ju ic io la
"negativa a invertir" co m o fuente de las miserias
públicas.
Es a p a r tir del sig lo d ie c in u e v e qu e
co m ien z a a entreverse el goce erótico com o una
necesidad primordial. Así al "socialismo utópico"
se le ocurre ex ten d e r la "puesta en com ún" de
c u a lq u i e r bien a los o b je to s v iv ie n te s d e la
voluptuosidad.
El p r o y e c t o d e F o u r i e r , l a r g a m e n t e
en te rra d o , vuelve a re su rg ir bajo la fo r m a de
a s i d u a s e x é g e s i s , y e s to en un c o n t e x t o
c o m p le ta m e n te d iferen te del q ue surgiera. Las
tentativas em píricas a las que dio lugar hace más
de un siglo, especialm ente en los Estados Unidos,
no salían de la iniciativa improvisadora de algunas
i n d i v id u a li d a d e s g e n e r o s a s y e n tu s ia s ta s sin
n i n g u n a p o s i b i l i d a d d e d e s a r r o l l o ni d e
durabilidad. Hoy día ocurre de otro m o do cuando
las c o n d i c i o n e s i n d u s t r i a l e s h an tr a s t o r n a d o
com pletam ente las antiguas clases y m ultiplicaron
las nuevas, mientras q u e de un m o do general el
espíritu y el sentido experim entador de las últimas
g eneraciones llevaron a aproxim arse grup os más
vastos a sem ejante p ro y e cto , ya sea que éstos
h ayan elim in a d o de u n a vez y para siem pre la
noción de utopía, o que al contrario, retengan esta
n o c i ó n d e lo q u e e s t á en n in g u n a p a r t e
id e n tific á n d o s e ello s m is m o s con el ninguna
p a r te , en Fin, de ex ten d e r esta única realidad por
todos lados debido a su presencia activa.
La puesta en c o m ú n del fa ia n g s te rio , al
interior del cual los intercambios pasionales deben
re d is trib u ir la so c ie d a d en clases de a fin id a d
-s e g ú n la ley d e la A t r a c c i ó n - , tr a n s f o r m a
c o m p letam en te la naturaleza m ism a del trabajo.
La falsa noción del "ocio” que se acom odaría a las
clases d iv ersam ente "laboriosas" se ve aquí de
a n te m a n o d e n u n c ia d a por Fourier. P ara que la
co n ju n ció n de los m edios de p ro ducción y los
individuos logre suprim ir el carácter punitivo del
trabajo, se requiere que la producción de objetos
(in clu so los objetos utilitarios) se ad e cú e a una
aspiración p a s i o n a l , y n o a u n a n ecesidad
industrialm ente determ inada: el tra b a jo d e b e
efectuarse en la euforia de la im aginación c o m o
o b r a r e s p o n t á n e o y c r e a d o r del h o m b r e .
T r a tá n d o s e de u n a a c tiv id a d e m u l a d o r a de
diversos grupos, de distintas clases de edades y
afin id a d e s , de ''hordas", tod a actividad estará
o rg a n iz ad a c o m o un j u e g o ritual, en el que el
espectácu lo, a través de la p u esta en escena de
intercam bios entre g ru p os de afinidades debe
asegu rar el equilibrio y ¡as aptitudes de todos y
cada uno, como si fuera una vasta recapitulación
contemplativa y espectacular de la gam a y d e las
variaciones de la vida pulsional. De ahí una sabia
y sutil c o m b in a c ió n de la p o lig a m ia y de la
p o l i a n d r i a c o m o p r i n c i p i o so c ia l l l a m a d o
"arm ónico”.
N otem os en prim er lugar que el postulado
d e g r a t u i d a d (a p a r tir d e la c o n j u n c i ó n ,
expandiéndose en el libre ju e g o de las pasiones)
parecería aquí hacer abstracción de un elem ento
primordial de la em oción voluptuosa: el elem ento
a g r e s i v o q u e e x i g e y s u p o n e la re s is te n c ia
-im p líc ita ta n to al tra b a jo c r e a d o r c o m o al
b eneficio em ocional-, es decir, lo que co n tin ú a
siendo irreversible en ause n cia de todo tipo de
juego. A hora bien, Fourier no sólo no ignora esto,
sin o qu e to da su in ven tiva consiste en q u erer
saciar las pretensiones agresivas y particularmente
la a g r e s i v i d a d v o l u p t u o s a m e d i a n t e u n a
organización Iúdica de las situaciones pasionales,
que de por sí no son lúdicas. ¿C óm o podrá ésta
tener en cuenta la provocación y el desafío, que
hacen que la em oción voluptuosa no sea ja m á s en
su propia génesis gratuita, sino supone antes bien
la apreciación, el valor y el afán, esto es, el precio
a p a g a r ? P odem os decir aquí que la agresividad
c o n s titu y e la m ateria m ism a del j u e g o . P ero
elaborando las diversas impulsiones bajo la form a
de actividades que persisten c o m o sim ulacros, el
ju e g o ap u n ta a captar -es decir a canalizar- las
prolongaciones del fon do perverso im plícito en la
e m o ció n voluptuosa. O bien el j u e g o vacía de
co nten id o aqu ello que quiere d esarrollar bajo la
fo rm a de actividad lúdica dejando intacto dicho
fondo. Para q u e haya sim ulacro hace fa lta un
fo n d o irreversible, puesto q ue esta realidad es
inseparable del fantasm a que co m an da la realidad
de un com portam iento perverso. Sade afirm a que
el fantasm a, ac tua nd o sobre el o rg a n ism o y sus
reflejos, sigue siendo indesarraigable; Fourier se
opone: el fantasm a puede ser re pro ducido c o m o
sim ulacro.
Sin em bargo, en este sentido el simulacro no
es u n a c a ta rs is (la q u e só lo s ig n i f i c a un a
desviación de fuerzas); pues reproduce la realidad
del fa n ta sm a a nivel del ju eg o , es la pu esta en
escena de la realidad agresiva. Fourier apuesta no
ta n to p o r la lib e rta d c o m o p o r la c r e a c ió n
liberadora de una realidad: el juego. Justam ente es
incon ce b ib le en Sade la creación de un o b jeto
com patible con la perversión, que pueda hacerle
tom ar el aspecto del juego, pues la perversión en sí
m is m a es un j u e g o en relación a las n o rm a s
irreductibles. Es por esto que la destrucción de su
ob je to sigue sien do inseparable de la em o c ió n
perversa; el instinto de m uerte y la fu n c ió n de
v id a so n i n d is o c ia b le s . F o u r i e r d e f ie n d e la
m a l e a b i l i d a d , o sea la p l a s t i c i d a d d e las
impulsiones: estas impulsiones serían relativas a "la
vida" o a "la m u erte" según la fijac ió n o la
m utación del fantasm a. Y a su turno Fourier no
d e ja de a firm a r qu e el h e c h o v iv id o d e la
re s iste n c ia , de la a g r e s iv id a d , en fin, de la
violencia, form a la instancia del juego. Y si hay en
efe c to sim u lacro , ¿ c ó m o reabsorb erá el hecho
vivido de la violencia a partir del mom ento en que
ésta provee la sustancia m ism a del simulacro? Sin
por tanto concluir, Sade de nuevo objetaría: para
q u e se e x p re s e s ó lo la s in g u la rid a d de una
perversión o una m anía, es necesario un agente.
Pero para que éste observe las reglas de vuestro
" j u e g o " , ¿ c ó m o s i m u l a r á " s e r i a m e n t e " lo
experim entad o, y aún m ejorado, sino sim ulando
su p r o p i o fa n ta s m a q u e lo co n v ie rte en un
m aníaco o en un perverso? La seriedad no reside
en el frenesí con que el agente se afecciona a su
f a n t a s m a i m p u í s i o n a l , s i n o en la f u e r z a
irreductible con la que las impulsiones mantienen
al agente dentro de su fantasma, para manifestarse
devorándolo. Si no hay seriedad, tam poco habría
voluptuosidad real; y ésta sólo será experimentada
t e n ie n d o en c u e n ta la serie d ad , para q u e la
voluptuosidad sea al "precio de la seriedad", ligera
y frívola, respecto del resto de la existencia.
Ahora bien, lo que parece determinante para
la sin gular c o n stru c ció n de Fourier, es qu e la
época en la que él concibe su proyecto, la virtud
del ju e g o continúa enteram ente condicionada por
un contexto social cuya propia regla de ju e g o es
s u s t r a e r la p e r v e r s i ó n a to d a e x h i b i c i ó n
e iu c id a d o ra . La g loria de Fourier consiste en
h a b e r ex p resad o y d e n u n c ia d o este esc am oteo
p artiendo de norm as ec onó m icas. Es decir: ahí
m is m o do nde estas norm as o p eraban con total
seguridad.
Sin em b arg o , el j u e g o de nuestro p ropio
m u n d o in d u strial, que lle g a a e x p lo ta r toda
exhibición, incluso aquella del elem ento perverso,
o b lig a a re p e n s a r la u to p ía del fa la n g s te r io
partiendo de hecho s co m pletam en te nuevo s. Su
p r o y e c t o sólo es " u tó p ic o " en razó n de la
resistencia que el m u n d o industrial y b urgués
o p o n e por codicia al lúcido vaticinio de Fourier.
P e ro ta m b ié n p o d ría ser q u e o tro e le m e n to
ra d ica l, y no la sim ple codicia, explique de otra
fo rm a dicha resistencia.
Fourier ha c o m p re n d id o p erfec ta m e nte el
s ig n ific a d o del g e s to d e lib e r a d o de venderse
dentro de la im ag inación erótica, su contenid o y
su incum bencia psíquica: su resonancia, inicua e
innoble, socialm ente le repugna: pues ese gesto
deja lesiones profundas, desde el m om ento en que
"civilización" (es decir, en el mecanismo industrial,
el sentido del j u e g o ) no asegura la reversibilidad
lúdica de éste gesto, com o sí lo sería en A rm onía.
El proyecto anti-utópico de Sade, por lo que éste
r e v e l a económ icam ente -e n t a n t o q u e la
perversión m ism a siga fu n d a n d o su valor- hará
c o m p r e n d e r m e jo r el s e n tid o de la g ra tu id a d
lúdica en Fourier.

****m

A nterior a la utopía de la armonía, y com o


refutación anticipada, Sade había desarrollado en
n o m b re de la u n iv e r s a lid a d de la sen sa ció n
v o lu p tu o s a , y c o m o p o s tu la d o colateral de su
a te ís m o integral, una pu esta en c o m ú n en el
sentido de la violación de la propiedad física y
moral de las personas. A partir de que el Dios
m oral desaparece (garante del yo respo nsable e
id é n tic o a sí m is m o ), en c u a n to bienes tod o s
pertenecen a todos. P ero lo que en F o urier se
presenta c o m o una expropiación moral gratuita
de las personas según la ley diferencial de las
afinidades, en Sade da lugar a un principio de
prostitución universal: a saber, que todos y todas
están o b lig a d o s a venderse, o p rop on e rse a la
com pra\ para que todos y todas sean vendibles,
hace falta que c a d a uno guarde su p rop iedad
moral, lo q u e constituye el valor del in div iduo
puesto en venta: el esclavo no es un objeto inerte
desprovisto de am o r propio, sino un ser viviente
re d u c id o al e s ta d o de o b je to c u yo atra c tiv o
consiste en que se encuentra (deliberadam ente o
no) hu m illad o o hum illable en su dignidad, su
integridad, es decir, en su aptitud a posee r su
prop io bien, a poseerse a él mismo; la em oción
erótica en S ade em an a de la ruptura de dicha
integridad, a través de esta prostitución voluntaria
o forzada. Prostitución cuya "calidad” tiende a la
sobrepuja del precio que el sujeto se atribuye en
proporción a su degradación moral -com o en el
personaje de Juliette-. De este modo la sensación
voluptuosa ya no se intensifica gratuitamente, sino
p o r el h e c h o de que el o b je to del q u e esta
sensación em an a es vendible. A hora bien, esta
venalidad -según la interpretación de Sade- estaría
fu n d a d a en el hecho de que los seres hum anos
sólo pueden comunicarse entre ellos en calidad de
objetos traficables. Por esto, antes de exponer el
rol del n u m e ra rio en este dilem a, c o n v ie n e
detenerse un instante sobre aquello que suple esta
incom unicación en el m undo de la fabricación de
o b je to s u tilitario s. Pues el acto de fa b ric a r
concierne tanto al m odo en el que el ser hum ano
se com p o rta frente a todo lo fabricable, com o
también a su cuerpo y al cuerpo del otro en tanto
o b je to in strum en talizab le. ¿Q ué p ro p e n sió n se
verá beneficiada con la fo rm a de la d em a n d a ?
¿Cuál será la oferta?
La manera en que la industria se concibe a sí
m ism a con sus innum erables técnicas llevaría a
creer que ésta neutralizará las fuerzas pulsionales
p o r m e d i o d e la f a b r i c a c i ó n de o b j e t o s
instrumentales, fabricables, utilitarios. Ahora bien,
por sus propias norm as, la industria provo ca al
contrario la representación fantasmática de dichas
fuerzas, y esto bajo un doble punto de vista.
La fabricación de objetos utilitarios, cada
vez más com plejos, reúne dos o tres facultades,
d ete rm in a d a s por una op eració n cu a lq u ie ra, y
s ep a ra lo sensible de su ag en te c o rp o ra l; no
solamente los "ojos para no ver", o las "orejas para
no escuchar"' s o b re p a s a n el ejercicio m an u al
l i m i t a d o en su c o n t a c t o , s in o t o d a v í a el
instrumento que c o m p o n en se proyecta él mismo
en los o b je to s a p r o d u c ir co m o tantas otras
fu n cio nes físicas y m entales diferenciadas a las
que dichos objetos responden.
La o p e r a c i ó n i n s t r u m e n t a l p a r e c e r í a
inicialmente significar el abandono de una región
en la que el obrar manual, todavía orientado más o
m enos según las potencias oníricas, los captaba y
exorcizaba de a lg u n a m anera en sus productos.
En lo sucesivo, si el instrumento libera la mano, el
ojo, la oreja, al m ism o tiempo libera estas mismas
p o tencias que. ce s a n d o de ap a recer en lo que
tenían de a g e n te c o rp o ra l, con s e g u rid a d se
convierten en perversión utilitaria com o tam bién
en p ura y sim ple perversión, teniendo a h o ra a
d i s p o s i c i ó n un a g e n t e e x t r a c o r p o r a l : el
i n s t r u m e n t o , r e v e l a d o r d el o b j e t o f i j o y
p rev iam ente desa rtic u lad o en la representación,
con vista a su rearticulación instrumental. Por esto,
en tan to q u e a b s tra c c ió n m a teria liz ad a d e la
aprehensión misma, pero en tanto "mentalización"
del contacto corporal, el instrum ento es el agente
in m e d ia to del fa n ta sm a . P rim er aspecto, p ero
ta m b ié n p rim e ra c o n s e c u e n c ia de la estre ch a
relación entre el com p o rta m ien to industrial y la
perversión fantasmática: el objeto únicamente se
hace explícito según el contacto instrumental. A
pesar que el fantasma perverso se constituye com o
o b je to de uso de la e m o c ió n v o lu p tu o sa por
m e d i o d e la d i s y u n c i ó n de las f u n c io n e s
orgán icas, y q ue a través de su redistribución
incongruente procura un goce obstinado mejor de
lo que p o d ría hacer una sensibilidad "sana'\ es
así c o m o el instrum ento conoce de otro modo y
mejor su o bjeto y su efecto co m o jam ás podría
hacerlo una m ano, porque ha sido co ncebid o en
función del objeto explorable y fabricable y éste
-in anim ad o o viviente- ja m á s se definió sino en
f u n c i ó n d e lo q u e tie n e de e x p l o r a b l e o
fabricable.
El in stru m en to es ind iso ciab le del ob jeto
q u e p re s u p o n e , fa b rica o ex p lo ra , del m is m o
m o d o que la perversión lo es del fantasm a que
e n g e n d r a . A m b o s o b l i g a n al u s o d e sus
p ro d u c to s . Q u ie n q u ie re el o b je to q u ie re el
instrum ento. Es por esta razón -segundo aspecto
de la estrecha relación entre el com portam iento
instrum ental y el co m p ortam ien to perverso- que
la repetición operatoria les es com ún. La aptitud
de la re petición está en su o blig ato ried ad . La
repetición perversa se efectúa por el fantasm a de
u n a f u n c i ó n v ita l ta n a p r e m i a n t e c o m o
ininteligible, puesto que se encuentra aislada de su
co n ju n to o rg á n ic o inteligible. Si la o peració n
e fectu ad a por un instrum en to , lim itada p o r su
p ro p ia fu n c io n a l id a d , parece in m e d i a t a m e n t e
absurda desde que es utilizada en forma contraria
a su efecto, se debe a que to d o in s tru m e n to
exterioriza un fantasma. Sólo im pedirá q u e surja
un g ra d o de utilidad o de inutilid ad siem pre
variable, con tanta más razón q u e éste realiza
siem p re el m is m o o b je to o el m ism o e fecto
-c u an d o sin él el o b je to sería irrealizable o su
efecto ignorado-. Le hará falta im poner entonces
el uso del o bjeto o del efecto que este procura
para justificar así su costoso m antenim iento. Lo
que nos conduce al segundo punto de vista de la
i n te rv e n c ió n in d u strial en el d o m i n io d e la
re p resen ta ció n fa n ta s m á tic a , a saber, el de la
c a lid a d y la c a n tid a d , ya se trate del acto
productor o del producto.
Tan sólo hace falta ver la manera en que la
in d u s tria , p or esto s m is m o s p r o c e d i m i e n t o s
técnicos, no sólo puede sino necesariamente debe
favorecer y desarrollar un autom atism o (inherente
a lo sensible) que quiere que las reacciones de la
sensibilidad en el uso de los objetos aíslen el goce,
esto es. ía eficacia m ism a de d icho o b je to ; de
m od o que el ben eficio sólo esté en ei derroche
- e s t a n d o a p a r ti r de e n t o n c e s la c a li d a d
únicam ente en los objetos, de m odo relativo a lo
que ésto s p u e d e n p ro c u ra r; y esto s ig n ifica,
tam b ién , en relación al tiempo de g o c e -. De
m anera contraria, su cantidad asegura la calidad
del momento procurado por el goce; y así el acto
m ism o de producción de los objetos triunfa sobre
el producto; cuanto más perfeccionado es el acto
( p r o d u c t o r ) , m e n o s i m p o r t a el e j e m p l a r
producido. La ca lidad del acto ruina su producto
p o r la c a p a c i d a d m is m a de p r o d u c i r l o en
cantidad. Y es ahí que Sade nos muestra al m ism o
nivel de la vid a im pulsional: develando la otra
c a ra d e la m e rc a n tiliz a c ió n industrial de la
em oció n voluptuosa, en relación a la producción
"masiva".
Para los personajes de Sade, algunas veces es
la ca lid a d de la víctima misma sobre la que se
en carn iza el acto de su v erd u g o -diversam ente
p ra c tic a d o - la q ue se im p o n e sobre la p ropia
noción de acto, otras veces es la reiteración de un
mismo acto q u e, ejercido de m odo indiferente
sobre gran cantidad de víctimas, afirma la c a lid a d
del acto.
Así prim ero aparece el trastrocamiento de la
re la ció n entre la sensación y su objeto: en el
prim er caso, el objeto es fa fuente, es el que por su
c a rá c te r irre e m p la z a b le d e te rm in a el
c o m p o r t a m i e n t o hacia él, q u ien p ro v o c a las
diversas tentativas por su posesión; el objeto es
m an ten ido con su valor intrínseco, a pesar de su
destru cción a p a r e n te , s o b re p a s a n d o siem pre el
uso al que parece prestarse.
En el s e g u n d o caso, el objeto es sólo un
p r e te x t o de la e m o c ió n y del acto q u e la
p r o n u n c i a en c o n t a c t o c o n un o b je to tan
indiferente c o m o una cosa. Para que la em oción
del a c to d e s tru c to r (siem pre el m ism o) pueda
reiterarse, el uso d el a c to , experim entado com o
fuente de em oción, se impone sobre el o bjeto , en
el que la em oción nunca term ina de agotarse.
De esta form a, a fa v o r de la intuición de
Sade aparece en el dom inio de la emoción lo que
será el principio de nuestra m oderna economía en
su era industrial: el principio de la producción a
u ltra n z a , q ue e x ig e un c o n s u m o a u ltranza;
f a b r i c a r p r o d u c to s d e s tr u c tib le s , h a b itu a r al
co n s u m id o r a perder la noción m isma de objeto
d u ra b le . P ro d u cir, fa b ricar según d e te r m in a d o
m étodo un objeto en serie, responde aquí a una
cualidad del acto ejercido indiferentem ente sobre
la c a n t i d a d d e su v íc tim a s . A la in v e rs a ,
e x p e rim e n ta r d iv e rs o s m éto d o s de fa b ric a c ió n
para im p on er la calidad de un m ism o producto y
au m en ta r así su carácter de rareza, obedece a la
diversidad de actos intentados sobre una m ism a
víctim a para p o s e e rla en lo que ésta tiene de
particular o de único en su género. La absurdidad
de sem eja n te an a lo g ía da c u e n ta del
tr a s tro c a m ie n to q ue las fuerzas im p u ls io n a le s
sufren a nivel del e n u n c ia d o ec o n ó m ic o de las
n e c e s id a d e s y de la p ro d u c c ió n d e o b je to s
co rresp ond ien tes. La relación entre la em o ció n
procurada ya sea por el acto, co m o por el objeto
vivo, y la p ro d u c ció n prop iam en te dicha sigue
siendo perfectamente inasequible en razón de dos
esferas del c o m p o rta m ien to hum ano
a p a re n te m e n te in c o m p a tib le s c o n s id e r a n d o las
condiciones que las determinan. La razón es que
en el orden económ ico la capacidad de trabajo es
co ntra ria a la vida afectiva en general y a la
em oción voluptuosa en particular. ¿ C ó m o asimilar
al e s f u e rz o e je rc id o sobre la m a te ria viva o
in anim ada el acto que expresa una em o ció n? Si
esta últim a se traduce por un conjunto de gestos
que form an una actividad concertada, tan sólo se
trata de una p u e s ta en escena de la em o c ió n .
C ualquiera sea la c o m p aració n de la apariencia
con el uso de los o bjeto s fabricados, ¿es acaso
com parable con los peores tratamientos infligidos
a los seres vivientes?
Sem ejantes cuestiones no serán concebibles
en el terreno eco nóm ico en tanto no se vea que al
igual que el trabajo, el afecto también "pro duce”,
y que la em oción "fabrica” no sólo la imagen del
ser viviente que constituiría su objeto, sino un
aspecto del m ism o para que la emoción pueda ser
tratada co m o objeto, esto es, c o m o el fan tasm a
con el que se elabora y aum enta la em oción; pero
com o tal esta fabricación sólo parece ser aq uí un
térm in o analógico, porque no es separable de la
em oción, que es el reverso de su esfuerzo.
A hora bien, aquello que constituye un todo
indisociable en la esfera impulsional: la em oción
v o l u p t u o s a , el i n s t in t o de p r o p a g a c i ó n , el
fantasma, sólo pueden descom ponerse a nivel del
c om p ortam iento consciente en la m isma cantidad
de factores que encuentran su réplica en la esfera
mercantil: el productor, el consum idor, el objeto
fa b ricad o.
E n las d o s e sferas p re v a le c e el m is m o
fe n ó m e n o del uso.
En la perspectiva impulsional, el productor y
el co nsu m id or se confunden.
En la perspectiva económ ica, uno o varios
p ro d u c to res en fre n ta n una o m ás categorías de
c o n s u m id o re s d e te r m in a n d o así la p ro d u c ció n
masiva o la multiplicación de un mismo objeto.
En la esfera im pulsional, la multiplicación
de la em oción por sí m ism o en contacto con un
m i s m o o b je to (f a n ta s m a ) se efectú a p o r su
intensidad; o aún una m ism a em oción se alimenta
en contacto con diversos fantasmas.
E n la p erspectiv a ec o n ó m ic a, las m ism as
c o n d ic io n e s de fa b ric a c ió n (esfu erzo , trabajo)
qu iere n que el o b je to fa b ric a d o y su co n s u m o
marquen el punto de no retorno en relación a la
producción d el fantasma (esto es, una vez más, la
oposición del esfuerzo a la em oción pura, a partir
de la "necesidad" -consum o voluptuoso del objeto
que ella elabora-). Este punto de no retorno -no
retorno al m u n d o im pulsional- d esem b oca en la
perspectiva económ ica de la producción utilitaria.
Es la l e n t a v i c t o r i a del i n s t i n t o de
p r o p a g a c i ó n o b t e n i d o s o b r e la e m o c i ó n
v o l u p t u o s a y, d e m a n e r a g e n e ra l, s o b re la
perversión inicial.
Sin em bargo, el precio de esta victoria del
instinto de propagación, es decir del esfuerzo que
gana sobre la em o ció n , será la rev anch a de la
perversión: la d esp rop orción entre el esfuerzo y
su producto, la disparidad entre la d em an da y su
objeto, y no sólo el desequilibrio entre la oferta y
la d em anda; en fin, la desaparición de la unidad
in d iv id u a l a la q u e ac ab an d e s u s titu ir los
c o n g lo m e r a d o s de n ec esid ad es, h ip e rtro f ia d o s
según las coyunturas.
El fenóm eno industrial sería así la perversión
vuelta contra el in stin to de co nse rv ac ió n y de
p rop ag ació n de la especie; el goce estéril de la
em oción habría al fin encontrado su equivalente
más m entiroso y eficaz. El co nsen tim ien to a la
sub sistencia p o r m e d io del trabajo, es decir, a
redimir la pasividad inicial, establece la noción de
las necesidades y su variable jerarquía, por la que
el in s tin to de p ro p a g a c ió n logra re m o n ta r su
p ro p ia g ra tu id a d ; su arb itra ria r e p e tic ió n se
convierte en necesaria, desde el m om ento en qu e
procura a sus ejem plares hum anos el pretexto de
resistir al p ro lo n g am ien to estéril de la em o ció n
voluptuosa.
Primero la tierra; después los instrumentos; a
continuación los objetos y por últim o los signos
de los objetos, hasta la interposición entre los seres
y sus deseos, de signos que valen por los deseos y
sus ob jeto s en tanto recursos evalu a b les. Para
estructurarla en necesidades, otras tantas muestras
efectúa el instinto específico sobre la perversión a
partir de ejem plares de la especie. Estos verifican
su ejem plaridad en su propia unidad mediante la
afirmación de dichas necesidades. Pero es porque
las necesidades que afirman sólo toman forma en
los objetos que fabrican (y que esos objetos los
alejan cada vez más de lo que desean en primer y
último lugar), que tan sólo se afirman dividiendo
en ellos m ism os y al infinito la fuerza pulsional
que los reconduciría a la pasividad de la sensación
voluptuosa.

*****

C o n s id e re m o s ahora la posible relación


entre la elaboración perversa del fantasma por un
lado, y la fabricación del objeto de uso por otra.
L os d o s p ro c e s o s d iv e rg e n en q u e el
f a n ta s m a , p r o d u c to i m p u ls i o n a h señala una
am en aza para la unidad individual, mientras que
el o bjeto fa b ricado presupone la estabilidad del
individuo; el fantasm a quiere perdurar a expensas
de la unidad in div idu al; su fabricación y uso
im p lica n la e x te rio rid a d , la delim ita ció n con
respecto al m edio, lo que también dice respecto a
otras unidades,
Pero por su parte el fantasma supone el uso
de alguna otra cosa; su elaboración se confunde
con el uso de algún goce o sufrimiento: lo que el
individu o usa aquí en el fantasm a es el signo de
una coacción, debido a su unidad. De este modo
también la elaboración del fantasma da lugar a un
e s ta d o de com pensación continua: esto es, de
intercam bios. P ero para que haya in terc am b io
debe haber un equivalente, es decir un equivalente
v álid o para cada cosa, ya sea en la esfera del
fa n ta s m a e l a b o r a d o a e x p e n s a s de la u n id a d
in div idual, c o m o en la esfera externa del objeto
fabri cado .
En el estado pulsional, la búsq ued a de un
e q u iv a le n te del f a n ta s m a o b ed ece a su p ro pia
o b l i g a t o r i e d a d ; la u n i d a d o r g á n ic a q u e la
ex p e rim e n ta c o m o goce irresistible tiende a ser
satisfec h a, pues re sp o n sa b le de esta o b se s ió n
e s té r il, tu v o en c o n s i d e r a c i ó n la e s p e c í f i c a
solidaridad de las unidades entre sí.
A n iv el de la u n id a d o rg á n ic a , to d o
equivalente representa en consecuencia una doble
sanción ; la de la coa cción interna y la de la
afirmación de sí, ex tern a; de ahí el dilema: go za
sin afirm arte, o afírmate sin g o zar tan sólo para
subsistir.
S ó lo es p o s i b l e d ar c u e n ta de a m b a s
sanciones a condición de form ar un equivalente
y a n o d e la c o a c c ió n in te rn a , s in o del
renunciamiento a la m isma. Las condiciones del
t ra b a jo y el e s p e c ífic o acto de fa b ricar están
fundados en el e q u iv a le n te de este
re n un ciam ien to.
Si s e g ú n la d e f in i c ió n de K e y n e s , la
"desutilidad"1 del tra b a jo es ( s u b je tiv a m e n te
hablando) la aptitud a contrariar una ''necesidad'',
o fu e ra a sim ism o "el placer de no hacer n a d a ”,
esta ú nica palabra reviste toda la tensión entre
goce estéril y la decisión de fabricar objetos.

1 H e m a n t e n id o ci n e o lo g is m o d e su n í i
u t iliz a d o por P ierre K lo s s o w s k i, q u e b u sca a q u í
claram ente d istin gu irlo del térm ino 'inutilidad' (N o ta del
Traductor).
La noción de de sutilidad (aquí invertimos el
s e n t i d o k e y n e s i a n o d a d o p o r un e m i n e n t e
c o m e n ta d o r, M. d e L a rg en tay e) mide aq u e lla
parte d e inteligibilidad en el acto de fa b ric a r
o b j e t o s p r o p i o s a un u s o y el c a r á c t e r
o r i g i n a l m e n t e ininteligible de la c o a c c i ó n
"fantasmática". Pero el equivalente que expresaría
el ac to de fabricar, o sea satisfacer una o varias
necesidades y así admitir un uso determinado pero
sin ninguna relación con lo que se renuncia, se
efectúa en fo rm a proporcional a la contrariedad
obsesiva: el "placer de no hacer nada'1 en sentido
e c o n ó m ic o , o el d eseo de otra actividad que
perm ita hacerse valer por otra aptitud, p ro pia a
e la b o r a r p ro p e n s io n e s afectivas -esto sería en
fo rm a im plícita (según K eynes) el sentido del
salario que el trabajador le atribuye o le deniega-;
pero tal es también el sentido que posee la com pra
de un p r o d u c t o p o r el c o n s u m id o r, q u i e n
c o n s ie n te en u tiliz a r el p ro d u c to seg ún sus
propios límites.
Si re in a un e s t a d o de c o m p e n s a c i ó n
c o n tin u a y de in te rc a m b io s entre las fu e rza s
pu lsio n ales que se sustentan a expensas de la
u n i d a d o r g á n ic a , esto s in te rc a m b io s n o se
efectúan sin dejar huellas que son "notaciones" de
lo t o m a d o c o m o m u estra, in terc am b ia d o : el
fantasm a es responsable del organismo, co m o el
g o c e o el s u f r i m i e n t o e x p e rim e n ta d o s son
re sp o n sa b le s del fan ta sm a que les pro cura el
individuo. He aquí el "saldo deudor" de la unidad
individual.
¿ C ó m o p o d r í a e n c o n tr a rs e esta m is m a
notación en la fabricación del objeto de uso? ¿Es
acaso co n c eb ib le q ue la unidad individual del
productor se limite (en tanto sujeto económico) a
afirmarse para sí co m o en consideración a otras
unidades, reconocibles por la aptitud que tienen
de fabricar, pero asim ismo de usar?
P ara el u s o q u e p r e s c r ib e , el o b j e t o
f a b r ic a d o ya sería la lín ea v aria b le de una
propensión, la que en algunos existiría en grados
dife re n te s y en o tro s que la fa b ric a n es ta ría
totalmente ausente, indiferentes a su uso, o los que
la utilizarían a falta de una necesidad que ignoran
en ausencia de un objeto que se las revele. Habrá
sin d u d a una a p a rie n c ia de ig u a ld a d o una
igualdad accidental, o aun y casi siem pre, una
inevitable desigualdad de las propensiones en el
uso tanto com o en la fabricación. ¿Se trataría pues
del "libre ju e g o de las pasiones"? Pero esto es
razonar todavía al interior de un circuito en que
todos los juegos están hechos por las estadísticas o
las c o y u n tu ra s y no po r los ju g a d o re s . Y en
efecto, a nivel del sujeto económ ico com o u n ida d
individual (¡sabe que no es lo que "quiere11 sino lo
que puede!) la desig u ald a d fu nd am en tal de las
p ro p e n sio n e s e x ig iría que in terv e n g a una
s i g n i f i c a c ió n c o m p e n s a d o r a en la d e c is i ó n
aparente de fabricar para tal o cual uso, no sólo
respecto a otras unidades, sino principalm ente al
interior de la m ism a u n id a d . Sin e m b arg o , el
único interés del régimen industrial está en que el
productor o et c o n su m id o r no m anifiesten com o
algo espontáneo un aspecto de ellos mismos, que
tomarían prestado a tai fo rm a de fabricación o del
co n su m o la forma propia de su sustancia y de su
m o d o de ex is te n c ia , en ta n to que "u n id a d e s
individuales". La total perogrullada en la que cae
esta constatación no nos avanza en nada; n o más
que el hecho de ob serv ar que "no sabría ser de
o tra fo rm a ", ya que el o b je to que fa b ric a y
consum e define no sólo el sujeto económico, sino
g arantiza adem ás su u n id ad moral y material.
A h o ra bien, en ninguna otra parte salvo en este
tipo de p erogrulladas se e s c o n d e el aprem iante
m o tiv o de la b ú sq u e d a de un equ iv ale n te ; la
un idad del sujeto e c o n ó m ic o sigue siendo una
un idad eficazm ente p ro d u c tiv a a condición de
que sea inducida a confundir sus p reten d id as
propensiones con la continua desviación de las
mismas. Pero ya sea que esta desviación se efectúe
p o r el acto tan in d is p e n s a b le y le g ítim o de
fabricar objetos de uso -he aquí una interpretación
d em asia d o absurd a com o para que la unidad se
detenga por un instante- : ¿ c ó m o puede negarse a
dicha fabricación puesto que ha salido ganando?
L a unidad del su jeto no p u e d e salir de esta
inmediata evidencia, por la única razón de que no
ve que ésta es la ficción de una necesidad tan
incontrolable com o deliberada.
De tal suerte una categoría de objetos de uso
se substituye inm ediatam ente a cualquier otro uso
dictado por las aptitudes pasionales; en cambio, si
el sujeto económ ico cesara tan sólo de implicarse
c o m o unidad y tom ara las riendas de su propia
" d esco m p o sició n " para re c o m p o n e rs e según la
a p titu d de cu a lq u ier p a sió n p a r a fa b r ic a r su
o b je to , éstas aptitudes podrían desarrollarse en
otro s tantos objetos fabricables; -es tanto más
i n c o n c e b i b le c u a n to q u e j a m á s i n te rp re ta rá
s e m e ja n te s a p titu d e s (c o m o tan tas o tras
pretendidas propensiones) desde el punto de vista
de su "unidad individual", determ inadas p o r las
c o y u n t u r a s q u e de a n t e m a n o c a lc u la n sus
"necesidades"-.
¿ P u ede indicar la fa b ricac ió n de o bjetos
utilitarios (que da su fisonom ía a nuestro m undo)
q u e el sujeto e c o n ó m ic o -a partir de su unidad
i n d iv id u a l, de su a p titu d p ara p ro d u c ir s e y
re p ro ducirse- busca pronunciar su renunciam iento
a ese estado en favor de su subsistencia, a falta de
eq u iv a le n te para su estado pulsional (c o m o el
sim ulacro del arte), o de otro equivalente diferente
de! salario? ¿F abrica acaso con el único fin de
sustituir? ¿O bien la renunciada im pulsión, o la
aptitud para expresar dicha impulsión, exigirá que
en el a c to de fa b r ic a r o b jeto s u tilitario s se
p r o n u n c ie el v alo r de la p é r d id a sufrida en
p ro v e c h o del uso p rescrito p o r eso s m is m o s
objetos?
D e sd e el p u n to de vista de la efic acia
fabricable, a partir de su discrim inación entre el
uso estéril y el uso productivo, no com pete ya a la
utilidad re so lv e r el ap rem io o b s e s iv o p o r una
d eterm in a d a fabricación destinada a d ic h o uso.
Sin e m b a rg o el fabricante de sim ulacros -de uso
estéril- subsiste en el m u n d o utilitario. No sólo
d iv u lg a sus p ro p io s fa n ta sm a s a través de ios
p r o d u c to s i n v e n t a d o s po r la a s tu c ia d e su
intelecto, sino, al igual que el fabricante utilitario,
de instrum entos y de objetos de uso, tam bién él
vende lo que div ulg a al precio que le cuesta el
acto de divulgar; ¿debió acaso morirse de hambre,
o pretende enriquecer el conocim iento por m edio
de las sensaciones que procura? El produ ctor de
cu a lq u ie r tipo de herram ientas, el trabajador en
general, no d iv u lg a nada -con excepció n de su
necesid ad de otros objetos a través de objetos
existentes-: es decir, el uso p erfeccionado de un
objeto lim itad o y prescrito ex c lu siv am ente para
ese uso.
¡Ni s i q u i e r a se d i s c u t e q u é n i n g u n a
divulgación fantasmática no pueda ni deba abrirse
p a s o en el a c to d e f a b r i c a r para un u so
indispensable! Así, cualquiera sea la aplicación
im aginativa que aporta la ciencia es pura locura
q u e re r b u scar la más m ín im a co incid e n cia, o
analogía, entre el acto de fabricar un utensilio y el
acto de divulgar cualquier fantasma por m edio de
un simulacro.
No pudiendo el mundo utilitario com pensar
p o r n i n g ú n s ig n o el t r a s t o r n o del e s t a d o
impulsional en plena actividad fabricadora, puesto
que esta misma activid ad y a se efectúa com o
co m pen sación, se c o n s id e ra q u e tan sólo el
s im u la c ro del arte puede d a r cuenta de este
t ra s tro c a m ie n to y, p o rq u e es s im u la d o r, sus
productos podrán asimilarse a los objetos de uso.
A h o r a b ie n , las i m p u l s i o n e s ig n o r a n e s ta
d istinción entre dos categorías de instrum entos,
entre los sim ulacros "nobles" y los u ten silio s
" i n n o b l e s ”, m ie n tra s que los afe c to s to m a n
indiferentemente a su servicio tanto estos últimos
c o m o las puras operaciones del intelecto. Pero si
los simulacros del arte indican la propia urgencia
im pulsional, y que, por el ingenio del artista se
convierten en utensilios para uso de los afectos,
¿ n o serían también por casualidad los utensilios
s im u la c ro s? Si la s i m p u l s i o n e s to m an
i n d i f e r e n t e m e n t e a su s e r v i c i o t o d o lo
propiam ente utilitario, nos queda pues considerar
e s ta c a te g o r ía de o b jeto s p ara d isc e rn ir los
s im u la c ro s : a saber, que p o r d e f in ic ió n las
h e r ra m ie n ta s se en c u e n tra n m ás a le ja d as del
simulacro, en lo que hace a la prescripción de un
uso rigurosam ente restringido para ser eficaz (es
decir que circunscriben una operación irreversible
en sus efectos y, por m uy ram ificada q u e esté,
e x c lu y e n to do resultado sim ulado), y p o r esto
m is m o serán s im u la cro s de n o-sim u la ció n , es
decir, del hecho con su m ado, en el que se tom a esa
parte d e s v ia d a d e la v id a pulsio n al p ara la
fabricación de los objetos de uso. A hora bien, si el
s im u la cro del arte es u n a h erram ienta d e las
p a sio n e s, hace falta en ton ces q ue la sim ulación
tam bién sea una operación eficaz; si hubiera sido
sólo u n sim ulacro sim u lado , habría fa lta d o su
e f e c t o ( c u a n d o s a b e m o s q u e és te c o n s i s t e
justam ente en ser constantem ente reversible en su
operació n, y de un uso tan exten d id o y variable
com o la m ism a vida pasional).
El afecto encontraría en el producto del arte
la expresión de su fantasma: el afecto actuaría en
el utensilio que se n iega a expresarlo, so pretexto
de la utilidad de alguna cosa, y donde el afecto no
tendría ningún espacio.
El im pulso sólo actúa en la relación del ser
humano con lo que él fabrica o no; se remite por
tan to al o b j e t o p a ra d e c id i r cu á le s son sus
u rg e n cias. Lo u rg e n te (c o m o la su b siste n cia)
form a parte de lo serio y no sabría en a b s o lu to
simularse, c o m o se sim ula la urgencia de aq u ello
que no ¡o tiene.
Si los objetos utilitarios sólo garantizan por
sí m ism os la n o-sim ulación, no habría en ton ces
nin g u n a urg en cia de los afectos c o m o ta m p o c o
n in gun a urgencia utilitaria. La urgencia utilitaria
es proporcional a la urgencia afectiva. Y porque la
a fectiv id ad sólo es a plaza ble por lo u tilita rio
(cuya urgencia no es simulable), por esta razón la
u rg e n c ia a fe c tiv a e n c u e n tra en la u tilid a d el
simulacro de su p r o p io aplazamiento.
A p la z a r la v o lu p tu o s id a d es con tar con el
futuro, garantizado por la fabricación de objetos
de uso. Sin em bargo, los im pulsos no tienen otro
límite a la urgencia más que el suyo propio, y la
v o lu p tu o sid a d c o m o tal es tan inm ediata co m o
la te n te e im p re v is ib le . P or lo que d e b e ser
constantem ente postergada. Si desde el p u nto de
vista utilitario, la voluptuosidad no es urgente, es
en c a m b i o u rgen te que sea sim u la d a p o r
cualquier m edio convenientem ente serio, para que
lo s e rio no sea sim ulado p o r una u r g e n c ia
indiscutible.
De este m o d o la im pulsión voluptuosa no
suprim e únicam ente la operación simulante en el
d o m in io utilitario, sino le e x ig e tanto m ás por
c u a n to le discute su propia urgencia: trasto rna
sim plem ente los factores y conduce al sim ulacro
ahí donde reina la dura necesidad.
F a n ta sm a im p u lsio n al -sim u lacro ;
subsistencia indisim uiable- fabricación utilitaria:
do s circ u ito s q u e en la u n id a d ind ivid ual se
interp en etran sin que esta u nid ad jam ás logre
r o m p e r lo s , s in o a p la z a n d o p e r p e tu a m e n te la
urgencia de uno u otro circuito.
Sólo por este motivo se plantea la cuestión
de un equivalente: simular (po r el esfuerzo) el
ap la z a m ie n to de lo que no es urgente p ero es
in m e d ia to (la e m o ció n voluptuosa), equivale a
s i m u la r una u r g e n c ia q u e en sí m is m a es
indisimuiable. La voluptuosidad sigue siendo tan
p o c o s im u la b le c o m o la s u b s is te n c ia -se g ú n
estim em os una más urgente que la otra-. Decidirse
por una urgencia contra otra form a lo irreversible,
c o m o cu an do restablecemos la fabricación, de la
que salimos sólo por medio de la destrucción.
N a d a en la v id a i m p u ls i o n a l p a r e c e
p r o p i a m e n t e gratuito. D esde que una
in t e r p r e t a c i ó n d ir ig e el p ro c e s o m is m o (el
com bate de la em oción por mantenerse contra el
instinto de propagación), interviene la evaluación,
esto es, el p r e c io ; pero el que carga con todos los
gastos, el que de un m o d o u otro pagará, es el
a g e n te c o n s titu id o p o r el lugar en q u e se
d e s a rro lla el c o m b a te , d o n d e se trafica o se
negocia un posible o im posible com pro m iso, el
p ro p io cuerpo.
A quí se configura un primer dilema: o bien
perversión interna -disolución de la u n id a d : o
bien afirm ación interna de la unidad- perversión
externa.
Q u ie n se n iega a p ag a r el precio de la
em oción voluptuosa y reivindica la gratuidad del
instinto de p r o p a g a c ió n , es d ecir de su pro p ia
u n id a d , pa g a rá centuplicada dicha gratuidad por
la perversión externa de las condiciones en las
que la unidad individual es llamada a afirmarse.
El día en que el ser hum ano haya superado,
e s to es re d u c id o la p e r v e r s ió n e x te r n a , la
m o n stru o sa hip ertro fia de las "necesidades", y
co nsien ta en ca m b io a la perversión interna, es
dec ir a la diso lu ció n de su ficticia unidad, se
organizará una co n c o rd a n c ia entre el deseo y la
p ro d u c ció n de dich os objeto s en una econo m ía
ra c io n a lm e n te e s ta b le c id a en fu n c ió n de sus
im p u ls i o n e s ; p u es la g r a tu id a d del esfuerzo
c o r re s p o n d e r á al p r e c io de lo i r r a c io n a l La
lección de Sade d e m o s tra ría q u e la utopía de
Fourier oculta una p ro fu nda realidad. Pero hasta
entonces, está en el interés de la industria que la
utopía siga siendo una utopía y que la perversión
de Sade continúe siendo la d ín a m o m ism a de la
m onstruosidad industrial.

La gratuidad y el precio

La gra tuid a d (ap are n te m e n te) e q u iv ale a


g o z a r c o n lo qu e está fu e ra de pre cio o a
conceder el goce sin compensación:
1) El p ro p ieta rio a b so lu to no sueña con
intercam biar lo que le pertenece (y que saca su
in a p re c ia b le p re c io de esta p o s e sió n ) c o n tra
cualquier otra cosa que pueda recibir a cambio.
¿ Q u i é n es p r o p i e t a r i o a b s o l u t o ? L a
"divinidad" o la "vida inagotable" (dada a cada
u n o s e g ú n su m e d id a ) - i m a g e n del "sol
dispensador"-,
2) Pero lo que es dado a todos y a cada uno,
es lo que se puede hallar inm ed iatam en te, sin
diferencia ni distinción; ocurre entonces que no
hay más precio, pues todo se d a e intercam bia
gratuitam ente; esto ocurre con el acto fisiológico
de pro c rea ció n y las sensacio nes previas a su
realización (la voluptuosidad).
3) La "vida" fuera de precio, o torgada sin
precio gratuitamente, recibida, experim entada, en
sí m i s m a n o tie n e n in g ú n p re c io . Sin la
v o lu p tu o sid a d no vale nada. P ero la
voluptuosidad, la facultad de experimentarla, es a
su turno también dada a todos: ésta tam poco tiene
ningún precio.
A hora bien, ca da p erson a recibe según su
propia capacidad de recibir (prim era restricción);
la p e r s o n a c o n s t i t u y e t o d o a q u e llo q u e ha
re cib id o -es decir que vale tan to c o m o lo que
podría dar- además de lo que ella es; es por esto
que n ad ie soporta recibir más de su ca p acidad
para d ar -a riesgo de pertenecer a aquellos que
reciben sin cesar-.
4) P ero el que d a m ás de lo que es p a r a
valer m ás de lo que es (esto es, más de lo que ha
recibido) piensa au m en tar lo q ue es; ¿qué podrá
aum entarlo más allá de lo que es y qué m edida se
a um entará para que sea capaz, po r encim a de su
necesidad de recibir* de dar más de lo recibido?
Si da, se a u m e n ta ; ¿ p e ro c ó m o p u e d e
au m en ta rse d ánd ose en lu gar de dism in uir? Da
para no recibir y p o rque es capaz, se aum en ta.
¿C óm o aumentaría su valor y qué lo hace posible?
Sólo vale frente a quien, no siendo más que lo que
recibió, está de este lado. De este modo, el precio
q u e éste a d q u iere re s p e c to a q u ien recibe sin
poder dar, se expresa en el derecho a tomar más
aún de lo que le fue dado.
Si no existiera la impotencia a d a r , a pesar
de la c a p a c id a d de recibir, t a m p o c o h a b ría
aum entación del que da p a r a no recibir. Quien
da para no tener que recibir to m a a cad a paso
posesión de quien habiendo recibido p a ra ser no
puede dar; este últim o se entregó de an tem ano a
la potencia que aum enta, en lu gar de dism inuir,
dando sin recibir para recuperar más de lo que ha
dado.
En el m un do de la fabricación industrial, ya
no es m ás atractivo lo q u e parece naturalm ente
gratuito, sino el precio de lo que es naturalmente
g ra tu ito ; una em o ció n v o lu p tu o sa (no
co m u nicad a o incom unicable) es en primer lugar
indiferente y sin valor en el sentido de que nadie
puede experim entarla. A h ora bien, ésta es menos
indiferente y gana en valor desde que cada uno,
siempre susceptible de vivenciarla, no puede sin
e m b a r g o p r o c u r a r s e los m e d io s de v iv ir la
in m ediatam en te; si p o r fin ésta es única en su
g é n e ro -y q u e s ó lo un n ú m e r o lim itad o de
in d iv id u o s p u ed e n p ro c u rá rs e la com o ún ica-,
e n t o n c e s , o bien ésta n o es a b s o lu ta m e n te
valorizable, o bien el deseo de experimentarla le
aseg ura un precio elevado. Este es el proyecto
m erc an tiliz ad o r de la em oción voluptuosa. Sin
em bargo, creer que esta operación sería un gesto
só rd id o del espíritu de lucro, es negarse a ver
sim plem ente la propia naturaleza de la em oción
voluptuosa.
ínvirtiendo el arcano proverbio citado po r
Stendhal; «Logra venderse a q u el que no p u d o
darse», iNietzsche escribe: «[Nadie quiere dar, por
lo que hace falta vender!» y de tal modo expresa
el m ism o proceso de la emoción voluptuosa. ¿H ay
que d e c ir aho ra que la ex p lo ta c ió n industrial
respondería a esta implícita estrategia del goce?
En el terreno de los intercambios, la m oned a
co ntinúa siendo el signo de la equivalencia más
general, según una función análoga a ia que tiene
la palabra en la com unicación. La inteligibilidad
(económ ica) del objeto de uso sobre el plano de
la mercancía, en virtud de la sintaxis monetaria,
a s e g u r a la m is m a o p e r a c ió n fr a u d u le n ta en
relación a las necesidades y sus objetos que la
inteligibilidad del lenguaje en relación a la vida
pulsional. Excepto que la inteligibilidad del uso
está co ncretam ente circunscrita por la diferencia
que existe entre las unidades individuales, quienes
p o r m e d io del uso, q u e r id o o in v o lu n ta rio ,
expresan así su manera de existir. El límite de la
inteligibilidad es lo no-intercam biable, según el
grado de idiosincrasia -ya sea de la p rop en sión
oscura q u e se ig n o ra en la p alab ra institu ida,
c o m o en la p reten did a co n c o rd an c ia del o bjeto
con su deseo-. En ese caso particular, hay tan sólo
un equivalente que puede com pensar al objeto de
uso c o m o irreductible a cualqu ier otro m o d o de
usar otra cosa, y es el caso de la moneda.

Excursus

P e ro para c o m p r e n d e r b ien p o r q u é la
m o n e d a p u e d e o c u p a r este rol p a r tic u la r de
eq u iv a le n te sin co n fu n d irs e ja m á s con aq u e llo
cuyo valor encarna, debem os volver nuevamente a
Sade.
A b olir la propiedad del cuerpo propio com o
ajeno es una operación inherente a la imaginación
del perverso; éste habita el cuerpo ajeno c o m o si
fuera el suyo y así atribuye el propio al otro. Lo
q ue e q u iv a le a d ec ir que el p ro p io c u e rp o se
re c u p e r a c o m o d o m i n io fa n ta s m á tic o ; de tal
m odo deviene eí equivalente del fantasma, del que
es simulacro.
E n tre el f a n t a s m a y su v a l o r i z a c i ó n
m ercantil, el n um era rio c o m o signo del valor
invalorable del fantasm a es parte integrante del
m odo representativo de la perversión. El fantasma
p e r v e r s o es en sí m is m o i n i n t e l i g i b l e y
no-intercam biable; es por esto que el num erario,
por su p ro p io carácter abstracto, co nstitu y e su
i n t e l i g i b l e e q u i v a l e n t e u n i v e r s a l. H a y q u e
d i s t i n g u i r a q u í p o r un la d o : la f u n c i ó n
fa n ta s m á tic a del d in ero -es decir el hecho de
co m prar o de venderse- en tanto que el numerario
e x t e r i o r i z a y d e s a rro lla la perv ersid ad entre
diferentes m iem bros; y por otra parte: la función
m ediadora del dinero entre el m u nd o cerrado de
las a n o m a l í a s y el m u n d o d e las n o rm a s
institucionales.
El dinero, equivalente de riquezas escasas,
s ig n o d e p e n a s y e s f u e rz o s en el s e n tid o
institucional, debe significar la desviación de estas
riquezas en beneficio del fantasm a perverso: si el
f a n t a s m a e x i g e un d e te r m in a d o g a s t o en
n um erario, el numerario expresará la equivalencia
del fa n ta s m a así c o n c re tiz a d o , por la m ism a
cantidad de riquezas representadas por el poder
de c o m p r a del n u m e r a r io . He a q u í ta n to s
esfu erzo s frustrados, tantas frustradas penas al
exterior. Equivalente de riquezas, el dinero es por
lo tanto la destrucción de estas riquezas, mientras
este conserve el valor: al igual que el lenguaje,
signo de lo existente (en cu an to poseedor de un
sentido), en el estilo de Sade se hace signo de lo
inexistente, es d ecir sim plem ente de lo posible
(d e s p ro v is to de sentido según las norm as del
le n g u a je in stitu c io n a l). El d in e ro , al m is m o
tiem po que representa y garantiza lo existente, se
convierte en el m ejor signo de lo que no existe,
esto es del fantasm a, que en su m onstruosidad
integral* se presenta com o la transgresión de las
n o rm as, c o m o una p ro g resiv a conquista de lo
inexistente: es decir ío posible.
El acto de transgredir las normas existentes
en nom bre de una posibilidad siempre inexistente,
s u g e rid o por el fantasm a, está representado de
m anera em inente por la naturaleza del numerario:
esto es, la libertad de elegir o rechazar tal o cual
bien entre otros bienes existentes. Por m edio de
e s t a p o s i b i li d a d de e le c c ió n o r e c h a z o , el
nu m era rio cuestiona el valor de lo existente en
favor de lo inexistente. L o inexistente, según el
lenguaje de las norm as -las anom alías enunciadas
negativam ente- se en uncia de m o d o positivo por
el n u m e r a r io no g a s t a d o , qu e r e c h a z a lo
existente. El c e rra d o m u n d o de la p erv e rs ió n
sa n c io n a a tra v é s del n u m era rio la
incomunicabilidad misma de los seres; es la única
m an era inteligible p o r la que el m u n d o de las
a nom alías reacciona positiv am ente al m u n d o de
las n o rm a s . P ara h a c e rs e o ír p o r el m u n d o
in s titu c io n a l, la m o n s t r u o s i d a d in teg ra l to m a
prestado de éste el signo abstracto de los bienes
intercam biables. Esto quiere decir que habría tan
sólo u n a au téntica c o m u n ic a c ió n universal; el
intercambio de los cuerpos p o r el secreto lenguaje
de los signos co rp ora les. El argum ento (de Sade)
es más o m enos el siguiente: las institucion es
preten den salvaguardar la libertad individual, es
decir, la integridad de las personas, substituyendo
al in tercam b io de los cu erp os el intercam bio de
los bienes según el s ig n o neutro y por lo tanto
e q u ív o c o del n u m e ra rio ; pero al a b rig o de la
p ro te c c ió n de la c irc u la c ió n de riq u e z a s , el
n um erario no hace sino aseg urar secretam ente el
intercam bio de los cuerpos en el nom bre e interés
d e las in s titu cio n e s. La d e s a p r o b a c ió n de la
m o n s tru o s id a d integral p o r las instituciones se
convierte en una prostitución de hecho, material y
moral. Y todo el sentido de las sociedades secretas
que Sade im agina es la de hacer m anifiesto este
dilem a: o bien la com unicación de los seres a
través del intercambio de sus cu erp o s, o bien la
prostitución bajo el sigtm del numerario.
R esp ec to at exterior, los candidatos a la
m o n s t r u o s i d a d integ ra l n o p u e d e n a f ir m a rs e
m o r a lm e n te s in o por el le n g u a je ló g i c o y,
m aterialm ente, por el numerario. M oralmente, se
h a c e n c ó m p l i c e s e n tre lo s seres n o rm a le s ;
m a te ria lm e n te , reclu tan sus v íctim a s
ex p e rim en tales a precio fuerte y de este m o d o
com piten con lo que las instituciones otorgan para
una subsistencia "normal".
En el c e rra d o m undo de la m onstruosidad
integ ra l, el f a n t a s m a , de p o r sí in v a lo ra b le ,
inasequible, inútil y arbitrario, desde que p a sa al
nivel del p restigio co rpo ral, se constituye com o
una rareza: ya se asiste al inicio de la m o derna
m ercantilización de la em oción voluptuosa, con
ex cep ció n de q u e la explotació n industrial será
capaz de estandarizar la sugestión a bajo precio, y
de colocar al objeto viviente de la em oción fuera
de p r e c i o , m i e n t r a s q ue en la é p o c a a ú n
m anufactu rera de Sade, la sugestión y el objeto
vivo de la emoción se confunden. En el circuito
cerrado de la monstruosidad de Sade, el simulacro
v iv o del fa n ta s m a está fu e ra de precio: los
estatutos de la Sociedad de Am igos del C rim en
e stipu lan no re cibir en ca lid a d de m ie m b ro a
«nadie que no pueda probar al menos veinticinco
mil libras de renta, visto que los gastos anuales son
de a lre d e d o r d ie z mil fra n c o s por p erso n a» .
Excepto esta condición, no se admite ninguna otra
discrim inación de rango o de origen. En cam bio,
«veinte artistas o gente de letras serán recibidos al
m ód ico precio de mil libras por año. La Sociedad
p ro tec to ra de las artes qu iere atribuirles d icha
deferencia; está disgustada con el hecho q u e sus
b ajo s re cu rsos no le perm itan adm itir a este
m ed io cre precio un n ú m e ro m ay or de ho m b res
por los que siempre tendrá una enorm e estima».
Al fin de cuentas, es el hom b re de letras
(Sade) el que aporta la sustancia de la sociedad
q u e im a g in a ; la Sociedad de Amigos del Crimen
es ante todo la sociedad de sus propios lectores;
pues tal com o Sade la concibe, un espacio para los
espíritus, una sociedad secreta sólo se justifica a
nivel espiritual. Pero ese nivel espiritual reaparece
en la fa b ricación del sim ulacro; el fabricante de
s im u la c r o s d e p e n d e de la d e m a n d a de una
clientela; la presencia del artista o del escritor en
la S o cied ad de Am igos del Crimen indica aquí la
relación del creador en el seno de la sociedad en
general y esta relación está estrecham ente ligada
al p ro blem a de la producción de bienes y de su
valor en el circuito económ ico y en particular a la
fa b ric a c ió n de o b je to s co n c ern ien te s a la vida
psíquica, de por sí invalorable; cuanto más sufren
ios clientes el ap rem io de sus propios fantasmas,
m ás a u m e n t a el p r e c io en la o fe rta de los
f a n t a s m a s c o r r e s p o n d i e n t e s . S e g ú n S ad e, la
S o c i e d a d d e A m ig o s d e l C r im e n e x p l o t a
v e r g o n z o s a m e n te al fa b ric a n te d e sim ula cros:
pretende "honrarse" con sus invenciones, pero se
declara incapaz de re m u n e rarlo de m odo ju sto .
S e m e ja n te d e s p r o p o rc ió n está in scrip ta en la
m ism a n a tu ra le z a d e la em pre sa: c u a n to más
requ iere el fantasm a al sim ulacro , más actúa y
reacciona el simulacro sobre el fantasma, es decir,
más lo desarrolla y m ás encarece el fantasma -y
adqu iere la seriedad de todo lo que necesita un
gasto-.
A h o ra bien, la representación m isma de la
v enalidad aum enta la valorización del fantasma:
de ningún m odo es la miseria lo que empuja a las
personas a venderse, sino por el contrario, es su
p ro p ia riq u ez a la que los o bliga. Así en la
Nouvelle Justine, V erneuil co rro b o ra en la de
Esterval una particularidad anatómica, garante de
una p ro p e n sió n lúbrica a sus ojos inestim able,
p ero no q u ie re lib rarse a una p r o m e t e d o r a
e x p e r i e n c i a s i n o a c o n d i c i ó n d e q u e su
c o m p a ñ e r a a c e p t e ser re m u n e ra d a : ta s a c ió n
o b j e t i v a d a q u e p r o v o c a en ésta un g o c e
inmediato. El num erario ejerce aquí una evidente
fu n c ió n de transuhstanciación -sin otra utilidad
que esta m ism a función: es decir una operación
pu ram ente lúdica-. De este m o d o Juliette evalúa
de m anera diferente los atractivos que co m pon en
su cuerpo, mientras que ella no es (o no es más)
u n a c o r te s a n a p r o f e s i o n a l , sin o u n a m u je r
c o m e d id a , v iu d a (d e lib e ra d a ) del C o n d e de
L o rs a n g e , es d e c ir a v e n tu r e ra por c o r ru p c ió n
moral -todo esto entra en la sutilidad del fantasma
qu e Ju lie tte se apresta a co nc retiza r-. Y sin
e m b a r g o la fo rtu n a de este m o d o a c u m u la d a
precipita a Juliette en una exprop iación de su
c u e rp o c o n tin u a m e n te re n o v a d a ; ella siem p re
sigue estan d o m ás acá del fantasm a y su única
satisfacción es la de no h a b e r jam ás socorrido
siquiera con un centavo la miseria humana. Y esto
p o r q u e en e f e c to J u lie tte en sí m is m a la
re p re se n ta . ¿ C ó m o e v a lu a r en n u m e ra rio el
invalorable fantasma? ¿De dónde vendría su valor
num erario sino de la privatización que a su vez
esto significa?
G r a d o m á x i m o d e la evalu ación : el
equivalente del fantasma (la sum a pagada) no sólo
re p resen ta en sí la e m o c ió n , sino tam b ién la
e x c lu s ió n de m illares de vidas h u m an as. Del
punto de vista gregario, su valor aum enta con este
escándalo*
P u e s el d i n e r o g a s ta d o de esta fo r m a
significa: volu ptu osidad exclusiva - escasez =
aniquilamiento ~ v alo r s u p re m o del fa n ta sm a .
E s o es ta n to c o m o d e c ir: m ás este d in ero
representa miles de b o ca s, más confirma el valor
d e l cu erp o e x p r o p ia d o : m ás este mismo cuerpo
representa el valor de miles de vidas h u m a n a s;
esto es: un fantasma - una población entera. Si el
d e s v í o no existe, si no tu v ie ra el p eso q u e
representan las miserias^ esta evaluación caería
inm ediatam ente en el vacio. P ues por un lado
hace falta que esté la significación positiva del
d in e ro en tan to re p re s e n ta el e q u iv a le n te de
innum erables vidas hum anas, y por otra parte su
s i g n i f i c a c ió n n e g a ti v a p o r lo q u e v ie n e a
c o m p e n sa r arbitrariam ente la insignificancia del
fantasm a: ahora bien, esta destinación del dinero
es en sí arbitraria, p o rq u e el m ism o valor del
dinero sigue siendo arbitrario: en sí. no es sino un
fan tasm a que responde a un fantasma.
De aquí en m ás la precaria situación del
artis ta o del h o m b re de letras, es d e c ir del
fabricante de simulacros, en el seno mismo de la
S ociedad de Amigos del Crimen, es absolutamente
clara y com prensible; el fabricante de simulacros
figura él m ism o com o un intermediario entre dos
m u ndo s con evaluaciones diferentes. Por un lado
re p r e s e n ta el v a lo r i n tr ín s e c o del s im u la c ro
fa b ricad o según las norm as institucionales, que
son las de la sublimación. Por otra parte, está al
serv ic io de la valoración del fan ta sm a según la
obsesiva obligación de la perversión. El fabricante
de simulacros es honorado de am bos lados por su
desinterés espiritual y tratado prácticamente co m o
un prov eed or. Esta es la situación personal de
Sade después de la Revolución. No se puede servir
a dos amos. Pero de una u otra parte, se trata de
un solo am o que se oculta bajo la protección de
las instituciones: en la Sociedad de A m igos del
Crimen se manifiesta bajo su auténtico rostro* Este
am o, es una vez más la m onstruosidad integral: y
el num erario, s ig n o v e r g o n z o s o de su p rop ia
riqueza, deviene signo de su gloria en la Sociedad
d e A m ig o s del C rim en . Es p or el numerario
g a s t a d o en el f a n t a s m a q u e la s o c i e d a d
clandestina im aginada por Sade toma de rehén al
m u n d o de las s u b lim a c io n e s in s titu c io n a le s .
S uprim a el num erario y tendrá la com unicación
universal entre los seres. Por este tipo de desafío,
Sade prueba justam ente que la noción de valor y
de precio está inscripta en el fondo de la emoción
v oluptuosa, y que nada es más contrario al goce
que la gratuidad.
La moneda viviente

Im ag in em o s por un instante una regresión


a p a r e n t e m e n te im p o s ib le : es d e c ir u n a fase
industrial en la que los p rod uctores tengan los
m edios para exigir* co m o título de pago de los
consum idores, objetos de sensación. Estos objetos
son seres vivos.
Según este ejem plo de trueque, productores
y consum idores vienen a constituir colecciones de
"personas*' pretendidam ente destinadas al placer, a
la e m o ció n y a la sensación. ¿ C ó m o p ued e la
"persona” hum ana ocupar la función de m oneda?
¿C ó m o los productores, en lugar de "pagarse” las
mujeres, se harán pagar "con m ujeres"? ¿ C ó m o
p a g a r á n e n t o n c e s lo s e m p r e s a r i o s y lo s
in dustriales a sus o b re ro s e in g e n ie ro s? "Con
m u j e r e s " . ¿ Q u i é n m a n t e n d r á e s ta m o n e d a
viviente? Las otras mujeres. Lo que supone el caso
contrario: las mujeres que ejercen un oficio serán
pagadas "con m uchachos". ¿Q uién m antendrá (es
decir, sustentará) dicha m o n e d a viril? A q u e llo s
que disp ond rán de la m on eda fem enina. Lo que
estam os en u n c ia n d o realm ente existe. P ues sin
echar m ano a un trueque literal, toda la industria
m od erna reposa en el trueque m ediatizado po r ei
sig n o d e la m o n e d a inerte, n e u tr a liz a n d o la
naturaleza de los objetos intercambiados, es decir,
sobre el sim u lacro del tru eq u e -sim u lacro que
reside bajo la form a de recursos en mano de obra,
es decir de una m on eda viviente, en c u a n to tal
inconfesable, pero ya existente-.
Si la p r o d u c c i ó n p e r f e c c i o n a d a de
in s tru m e n to s de p ro d u c c ió n llega a re d u c ir la
m an o de obra, si el tiem po ganado en producir
tiem p o g an a d o se salda po r tiem po d isp o n ib le
para las sensaciones, para los certámenes de placer
(F o u rie r ) -la se n sa c ió n m is m a no sabría ser
entonces gratuita-, Pero el simulacro del trueque
(creado inicialm ente por el sistem a m onetario, y
l u e g o p o r las c o n d i c i o n e s de la s o c ie d a d
in d u s tria l) q u ie re q u e el t ie m p o g a n a d o sea
destinado a otras producciones.
Suprimir el salario en especies para pagar al
trabajador con objetos vivos de sensación sólo es
practicable si el o b jeto vivo es ev aluado co m o
suministro de trabajo, de modo que la subsistencia
ya esté ase g u rad a ; si ésta en tra en cuenta, la
posesión de objetos o de objetos vivos será para el
trabajador algo puramente sim bólico y por tanto
tasable. Para que un objeto de sensaciones pueda
valer una d eterm inada cantidad de trabajo, hace
falta que este objeto (vivo) constituya previamente
un valor, o rig inalm ente igual si no superior al
p ro d u c to del trabajo. No hay nin gun a relación
com ún entre la sensación que este objeto vivo es
susceptible de procurar por sí m ismo y la cantidad
de trabajo sum inistrado, eq uiv alente a tantos y
tantos recursos propios al eventual mantenimiento
de este objeto de sensaciones. ¿Cuál es la relación
entre el valor de una herram ienta, de un terreno
e s tim ad o según su prob ab le ren dim iento, y el
precio atribuido a la existencia de un ser viviente,
fuente de una em oción extraña? Ninguna, sino el
hecho que dado lo fortuito (es decir la rareza) del
objeto viviente, fuente de em oción, vale más que
el costo de su mantenimiento. Una herramienta da
tai beneficio; el objeto vivo procura (al emoción.
El valor de la herram ienta deb e com p en sa r el
co sto de su m an tenim iento; el valor del objeto
vivo fu e n te de em o cio n e s en c a m b io es fijado
arbitrariam ente, sin que pueda deducirse el costo
de su mantenimiento.
Que no se objete aquí que esto es rebajar el
objeto vivo, fuente de em oción, al nivel de un
criadero o de una caballeriza, o asimilarlo con una
obra de arte o sim plem ente con un diam ante. Se
trata de una em oción autosuficiente, inseparable
de la e x is te n c ia inútil y fo r tu ita del o b je to
" ta sab le", e in clu so , por esto m ism o ,
arbitrariam ente apreciada.
P ara que el o b j e t o v iv ien te, fu e n te de
e m o c io n e s extrañas, tan sólo p u eda prevalece r
com o m oneda, sería obligatorio adm itir que haya
a l c a n z a d o u n i v e r s a l m e n t e un c ie r to e s t a d o
psíquico y que dicho estado se exprese en fo rm a
de practicas y costum bres indiscutibles. ¿Q uiere
decir que para esto hace falta una ca ntid ad de
objetos vivos tan grande com o la circulación de
m oneda inerte? Sin d u d a no, semejante costumbre
significaría la desaparición misma de la práctica
monetaria. Pero incluso com o m ercado paralelo a
la m oneda inerte, la m oneda viviente, al contrario,
sería s u s c e p tib le de s u s titu ir el patró n o ro ,
im plantado en las costum bres e instituido en las
n o rm a s e c o n ó m i c a s . S a lv o q u e este h á b ito
m odificaría profundam ente los intercambios y su
significación. No es el in tercam bio de objetos
inertes raros lo que podrá modificarlo, co m o por
ejem plo la obra de arte. Pero un objeto viviente,
fuen te de sensaciones volup tuo sas, o bien será
m o n e d a y suprimirá las funciones neutralizantes
del dinero, o bien fu n d a rá el valor de cam bio a
partir de la em oción procurada.
El v a lo r a r b itr a r io del o ro , su p ro p ia
inutilidad, q ue de algú n m o d o sigue sien do la
m etáfora de toda em oción procurada en el seno
de las riquezas -debido a que su régimen universal
es tan in hum an o com o práctico-. Las normas de
valor en cantidad de trabajo, aparentem ente m ás
"legítim as” del punto de vista de la economía, aún
conservan un carácter punitivo. El objeto viviente,
fu en te de em oción, desde el punto de vista del
intercam bio, vale el costo de su m antenim iento.
La pena o el sacrificio que se ha infligido el
o b s e s i o n a d o p r o p i e t a r i o q u e lo m a n t i e n e ,
representa el precio de este objeto raro e inútil.
N inguna cifra podría expresarlo; sólo la demanda.
Pero antes de considerar el objeto viviente co m o
un b ie n i n t e r c a m b ia b l e , p r im e r o hay q u e
ex am in arlo com o moneda.
En calidad de viviente d eb e constituir el
e q u iv a le n te de un m o nto salarial -a u n q u e el
trueque en especies congele de buenas a primeras
la p o s ib ilid a d de c o m p ra r b ien es in fe rio re s ,
in d is p e n s a b le s -, y hará ta m b ié n falta qu e se
establezca com o patrón. Pero en el contexto de las
co ndiciones de la econo m ía m oderna, tanto m ás
g ra n d e es la d e s p r o p o rc ió n natural e n tre la
c a n tid a d de trab a jo -to m ad a c o m o n orm a de
valor- y el objeto viviente a título de moneda.
Si toda herramienta representa una inversión
de capital, esta inversión es todavía mayor con un
o b jeto de sen sa ció n (e n un te rre n o
p re te n d id am en te extraco m ercial), es decir, co n
una criatura hum ana que representa una fu e n te
eventual de sensación, y cuya simple eventualidad
pu ede ser o b jeto de inversión. Sobre el plano
co m ercial, no es la criatura h um an a la que se
e n c u e n tra afectad a, sino la em oción que ésta
p rovoca en los eventuales consumidores. El falso
ejem plo que nos permitirá com prender de qué se
t r a t a e s el b a n a l e j e m p l o d e la d i v a
cin e m a to g rá fic a : la m is m a sólo re p resen ta un
factor de producción. C u an d o los periódicos se
po n en a d e f in ir en n u m e ra rio las c u a lid a d e s
visualizadas de Sharon T ate el día después de su
tr á g i c o f i n a l , o lo s g a s to s o el c o s t o de
m a n t e n i m i e n t o de c u a lq u i e r o tra e x h i b i c i ó n
fem e n in a, es el p ropio industrialism o el que se
expresa en cifras, es dec ir cuantitativam ente, la
fuente d e ia em oción en tanto que rentabilidad o
coste de m antenim ien to, lo que sólo es posible
p o rq u e esas d am as no son d e s ig n a d a s c o m o
"m o n e d a viviente" sino tratadas c o m o esclavas
in d u s tria le s . Y por esto m ism o ta m p o c o son
consideradas com o actrices o grandes aventureras
o co m o simples personas de prestigio. Si se estima
lo que aquí denom inam os com o esclavo industrial
no únicam ente co m o capital, sino co m o m o ned a
v i v i e n t e ( a b s t r a c c i ó n h e c h a de to d o s los
i n c o n v e n i e n t e s q u e s e m e j a n te i n s t a u r a c i ó n
a c arrearía ), éste a s u m irá al m is m o tiem p o la
c a l i d a d d e s i g n o de v a lo r c o n s t i t u y e n d o
ín tegram en te el valor, o sea la calidad del bien
corresp ond iente a la satisfacción "inmediata" -no
ya de una necesidad, sino de la perversión inicial-.
"M o n e d a v iv ie n te ”, el esclavo industrial ai
m is m o tie m p o vale p o r un s ig n o garan te de
riqueza y por la riqueza misma. En cuanto signo
vale por cualquier otro tipo de riquezas materiales,
en cu an to riqueza excluye sin em bargo cualquier
otra d e m a n d a , a ex cep ció n de la d em and a cuya
s a t i s f a c c i ó n r e p re s e n ta . P ero la s a tis fa c c ió n
p r o p i a m e n t e d i c h a , su c a l i d a d de s i g n o
ig u alm en te la ex clu ye. He aq uí en qué difiere
esen cialm en te la m o n ed a viviente del estad o de
e s c la v o in d u s tria l (v e d e tte , estre lla , m o d e l o
p u b l i c i ta r i o , a z a fa ta s , etc,). É sta no s a b ría
reivindicar el título de signo en tanto no realice
una d iferen cia entre lo que acepta recibir, en
m oneda inerte, y lo que vale para sí misma.
Sin em bargo, esta explícita diferencia que
m anifiesta m oralidad (aquí y en cualquier parte)
oculta la confusión fundamental: en efecto, nadie
sueña con definir c o m o "esclava" a este tipo de
''productoras" -por poco que el término esclavo
exprese si no la oferta al menos la disponibilidad
a u n a d e m a n d a , s u b y ac en te a las n ecesid ades
/i m i t a d a s Aislada del objeto viviente que es la
fu e n te , la e m o c ió n , c o n v e rtid a en "factor de
p ro d u c c ió n ”, se encuentra dispersa en m últiples
o b j e t o s f a b r i c a d o s q u e , p o r las l i m i t a d a s
necesidades que estos definen, hacen desviar la
im pronunciable demanda: hela aquí convertida en
irriso ria frente a las "serias" co n d ic io n e s de
trabajo. De tai m od o, el e s c la v o industrial es
disponible c o m o cu alq uier otra m ano de obra,
pues lejos de c o n stitu irse c o m o signo, c o m o
m oneda, depende "honestam ente" de la m o ned a
inerte. Y el té rm in o es c la v o es p ro p ia m e n te
excesivo, im propio, injurioso, ya que es libre de
acep tar o no su salario. L a dignidad h u m a n a
queda a salvo y el dinero conserva todo su valor.
A saber: que la posible elección que implica la
función abstracta del num erario quiere que toda
ev aluació n no atente contra la integridad de la
persona, para ejercerse sobre el rendim iento de
sus capacidades productivas, de m odo que sólo se
refiera de m anera "imparcial" y asegure de esta
fo rm a ia neutralidad de los objetos. Pero es un
círculo vicioso; pues la integridad de la persona,
desde el punto de vista industrial no existe en
nin g u n a otra parte que en y por el ren dim iento
evaluable com o m oneda.
En cuanto la presencia corporal del esclavo
industrial encaja absolutamente en la com posición
del re n d im ie n to e v a lu a b le de lo q u e p u e d e
p ro d u c ir (su fis io n o m ía es in se p a ra b le de su
trabajo ), hay una d is tin c ió n ap aren te en tre la
persona y su trabajo. La presencia corporal ya es
una mercancía, independientem ente y adem ás de
la m ercancía que dicha presen cia co n trib u y e a
producir. Y de aquí en más, o bien el esclavo
establece una relación estrecha entre su presencia
corporal y el dinero que la misma produce, o bien
el esclavo se sustituye a la fu n c ió n del dinero,
c o n v irtié n d o s e él m is m o en d inero: a la vez
riqueza y equivalente de riqueza.
Carta de Michel Foucault enviada
a Pierre Klossowski
sobre la publicación de
"La moneda viviente”
(invierno de 1970).

Q uerido Pierre:

H ubiera necesitado escribirle después de la


p rim e ra le ctu ra de La M oneda Viviente; p ero
a u n q u e s e g u ra m e n te habría p o d id o reaccionar,
tenía entonces la inspiración cortada. A hora que
lo relej varias veces, sé que se trata del libro más
importante de nuestra época. Se tiene la impresión
que todo lo que de algún m odo cuenta -Blanchot,
Bataille, y tam bién Más allá d el Bien y del M al-
nos co nd u c ía hacia allí insidiosamente: pero he
aquí q ue recién ah ora se lo ha dicho, y se lo ha
d ic h o co n tanta altura que d e b o retro ced e r a
medias. Era lo que hacía falta pensar: deseo, valor
y sim ulacro -triángulo que en nuestra historia nos
d o m in a y sin d u d a nos con stitu y e desde hace
s i g l o s - , Al b o r d e d e s u s t r i n c h e r a s , se
encarnizaron aquellos que decían y dicen Freud y
Marx: ahora podem os reír sabiendo por qué.
P ierre. sin usted h a b r ía m o s q u e d a d o a
contracara de esta verdad q u e alguna vez Sade
supo enunciar y qu e nadie antes de nosotros se
atrevió a soslayar -y a la que nadie, a decir verdad,
se había siquiera ap rox im ado-. Usted acaba de
e n u n c i a r y v a l o r i z a r n u e s tra fa ta lid a d . N o
sabem os dónde se encuentra, pero sabemos que
está ahí donde usted la señaló.

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