1. un mundo desigual Rico más ricos, pobres más pobres En la encíclica caritas in Veritate, el papa Benedicto XVI alertaba sobre el escándalo que se vive en un mundo cada vez más ricos y, paradójicamente, cada vez más desigual: “la riqueza mundial crece en términos absolutos, pero aumentan también las desigualdades. En los países ricos, nuevas categorías sociales se empobrecen y nacen nuevas pobrezas. En las zonas más pobres, algunos grupos gozan de un tipo de super desarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria de deshumanizadoras. Se sigue produciendo “el escándalo de las disparidades hirientes” En términos parecidos se pronuncia su antecesor San Juan Pablo II, cuando, en la inauguración de la III Conferencia general del Episcopado Latinoamericano (Puebla, México), denunciaba que en un materialismo internacional producía ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres. El futuro desigual Las desigualdades económicas se traducen en perspectivas de futuros diferentes. Según el índice de desarrollo Humano, un niño que nace en noruega tiene una esperanza de vida de 81,7 años mientras que uno que lo hace en república centroafricana no vivirá más de 51,1 años. La desigualdad es radicalmente injusta porque priva a millones de personas de tener un futuro. Toda persona debería contar con los medios suficientes que le permitieran desarrollar su proyecto de vida. Esto es lo que se espera conseguir mediante una constante lucha contra la desigualdad La desigualdad de género Este tipo de desigualdad sigue constituyendo un grave obstáculo para el desarrollo humano. Las niñas y las mujeres todavía no han alcanzado una situación de equidad de género. Las desventajas que experimentas las niñas y las mujeres son una causa importante de desigualdad. Con frecuencias, sufren discriminación en la salud, la educación, la representación política y el mercado de trabajo, entre otros ámbitos, los que tienen repercusiones negativas para el desarrollo de sus capacidades elimina sus posibilidades de elegir libremente. Un ejemplo elocuente de la desigualdad de género la encontramos en las mujeres indígenas. Ellas no solo sufren discriminación por su sexo, sino también por su etnia y porque la mayoría son pobres. Desde que nacen les inculcan que su rol es cuidar de la casa y de los hijos. Pero la desigualdad que viven es invisible por falta de datos censales.