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Primaria Primaria
He querido realizar un libro atractivo para los alumnos, tanto por el tema como por
la variedad de géneros y estilos. Cada bloque empieza con una historia o relato
El empleo de las formas masculinas en este libro pretende facilitar de un
modo sencillo la lectura del texto y evitar así la constante referencia al narrativo, al que siguen poesías, adivinanzas, fábulas, textos actuales de Literatura
femenino y al masculino. No refleja, por tanto, ningún prejuicio sexista. infantil, noticias de prensa, recetas de cocina...
Para facilitar la lectura, se empieza con un tamaño de letra y un interlineado que van
disminuyendo a medida que avanza el libro. De este modo, poco a poco, de una
manera casi imperceptible, el alumno se introduce en una lectura más madura.
© De esta edición: Editora Social y Cultural, S. L., 2013 Al final, se incluye un glosario con las palabras que pueden tener alguna dificultad
ISBN: 978-84-8077-459-8 para los lectores. Estas palabras son las que aparecen en el texto con color azul.
Depósito Legal: M-15693-2013
El profesor utilizará el libro para desarrollar las destrezas lectoras, de velocidad y
comprensión, para aumentar el vocabulario, y como un medio más para estimular la
creatividad de los alumnos fomentando la imaginación.
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su
tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier Como la lectura requiere motivación, el profesor realizará —cuando lo estime
otro medio, ya sea electrónico, mecánico o por fotocopia, por registro u otros oportuno— actividades de animación a la lectura. En las páginas 189 a 191 aparecen
métodos, sin el permiso previo y por escrito de Editora Social y Cultural, S. L. algunas propuestas.
3
Índice NOTICIAS DE PRENSA,
POESÍAS Y RELATOS, FÁBULAS,
BLOQUE TEMA TEXTO NARRATIVO POESÍAS TEXTO ACTUAL
TRABALENGUAS ADIVINANZAS…
RECETAS DE COCINA, CURIOSIDADES
PARA SONREÍR…
1
- Que baje la luna. - El sapo verde.
Animales - La vieja historia del sapo - Noticia de prensa: «La historia - ¿Sabes cómo andan los
- Vida de animales. - Ranaverde luce sus saltos. - El honor de Salta Montes.
Página 6 de charca enamorado.
- La oruga y el sapo. - Hazañas del saltamontes. del hipopótamo bebé». gusanos?
- El búho y la lechuza - ¿Sabes por qué a las
2
- La ardilla. - Pico Picapinos.
Animales - La ardilla, el ratón
- El ratón. - Beltrán en el bosque. (Fábula). - Receta de castañas asadas. urracas se las llama
Página 18 de bosque y el mochuelo.
- Si estornuda un ratón... - La urraca. - Adivinanzas. «ladronas»?
-TTrabalenguas de la araña.
- ¿Sabes qué insecto
3 Insectos - La araña y la viejecita.
- Fiesta de los insectos en
- La hormiguita viajera.
-TTrajín de insectos. - El canto del grillo.
- Para sonreír. transmite «la enfermedad
Página 29 primavera. - La mariposa. - Adivinanzas. del sueño»?
- Un cuento de nunca acabar.
- La estrella de Belén. - ¿Sabes cuándo empezó
4 Navidad - Cuento de Navidad.
- Villancico del pavo real.
- Una Navidad (Teatro).
T - Villancico «Al filo de la costumbre de poner
Página 41 - Villancico del silencio. medianoche». el nacimiento?
- El perro y el gato (Fábula).
5 Animales
- Una perra patinadora.
- El perro y el gato. - Mixeta, la gata de la tienda de
- Mi gato. - Decálogo de un buen
- Noticia de prensa: «El perro - ¿Sabes quiénes son los
Página 51 domésticos - Cuento viejo. «Vinos y Licores».
amo.
salvador». perros de este sello?
6 Animales
- Wilbur en la granja. - El gallo Kikirikí.
- Carta de un cerdo a su primo
- El correo. - Una vaca en clase (Teatro).
T
- Receta de ensalada de - ¿Sabes la historia de los
Página 62 de granja Cochinete. aguacate y jamón serrano. sellos postales?
7
- Nana del burro Gorrión. -T
Trabalenguas de la cabra. - Carta de cuatro letras.
Animales - Un burro para transportar - Julio se pelea con unas ocas y - ¿Sabes quién y cómo
- Las voces de los
Página 72 de granja ladrillos.
animales.
un pato. - La vaca voladora. - Adivinanzas. era Platero?
- El caballo y el asno
8
- Destino de la cebra - Para sonreír.
Animales - La cebra que perdió sus - Roco, el caballo color de - Mi caballo. - ¿Sabes quién es
presidiaria. (Fábula).
Página 83 equinos rayas.
- Nana de la cebra.
fuego. - Era un niño que soñaba.
- Diario de Marina. - Receta de besitos de coco. Rocinante?
- La mariposa y el
11
- El elefante que no tenía
Animales - Cómo se dibuja un - ¿Sabes qué es un
- El elefante y las hormigas. amigos. - Unos seres enormes. hipopótamo. - Para sonreír.
Página 116 de la selva
- La hormiga.
elefante.
- Adivinanzas.
aardvark?
- La carta de Susi a su
15 Aves
- El cuento que Feral contó - La cigüeña.
- Un loro llamado Madison. - El loro. abuela. - Noticia de prensa: «¿Por qué - ¿Sabes quién fue
Página 157 a las cigüeñas. - El llanto de la lechuza.
- Adivinanzas.
ya no emigran las cigüeñas?» Madison?
- Para sonreír.
16 Animales - Una casa llena de - De animales.
- El T
Teatrillo de la Luna. - En el circo. - Adivinanzas.
- Noticia de prensa: «Los - ¿Sabes quién fue
Página 168 de circo animales. - Si yo fuera… animales del Gran Circo Charlie Rivel?
Americano.
4 5
1
La vieja historia del sapo enamorado
Había una vez un viejo y feo sapo que vivía junto a una charca. Durante
todo el día el viejo sapo dormía y descansaba oculto en la orilla, y al
anochecer salía de su casa, y en cuanto asomaba la Luna, cantaba y
soñaba.
Soñaba con la Luna, y también
én cantaba para ella, porque el viejo y feo
feo El viejo sapo, además de feo, era bastante tímido y le costaba muchísimo
sapo se había enamorado de la Luna. hablar con sus vecinos, y aún más para pedirles alguna cosa prestada;
Soñaba que la Luna lo mirabaa… Y a veces soñaba pero estaba enamorado, de modo que se fue a ver a los pájaros. Su piel
que también lo quería un poq
quito. verdosa estaba por completo roja, a causa de la vergüenza.
Y le cantaba: —Por favor —dijo con voz débil—, amables señores pájaros, ¿podrían
prestarme unas alas? Las necesito para ir a visitar a la Luna. No se
Hermosa y amada Luna
preocupen, las devolveré enseguida y estarán muy bien cuidadas.
de cara de plata y
sonrisa blanca. —¡Qué cosas pregunta usted! Los pájaros nunca prestamos las alas. Las
Si yo tuviera unas alas, necesitamos siempre. Un pájaro sin sus alas ya no sería un pájaro —le
por un camino de estrellaas respondieron con bastante mal humor.
subiría a visitarla. Entonces, el viejo sapo se fue a ver a las mariposas y les dijo exactamente
Las ranas se morían de risa cada vez que oían cantar al sapo. Y decían lo mismo que había dicho a los pájaros, pero con más vergüenza.
entre ellas: —¿Cómo se le ocurre a usted pedir las alas prestadas a una mariposa?
¿Olvida que las mariposas no pueden vivir sin alas? —gritaron las mariposas
—Tan viejo y tan feo y se le ocurre enamorarse de la hermosa Luna…
¡Qué cosa tan ridícula! aún más enfadadas que los pájaros.
El viejo sapo no sabía dónde meterse; pero estaba enamorado, así que siguió
Un día, el viejo sapo se dijo a sí mismo: «Si no tengo alas para subir a pidiendo alas prestadas a los saltamontes, a las mariquitas, a las libélulas.
visitar a la hermosa Luna, podría pedirlas prestadas. Las devolvería en
seguida, eso no es, ni mucho menos, lo mismo que si yo quisiera que me Todos se escandalizaban, y el viejo sapo se dio por vencido.
las regalaran. Nadie me regalaría sus alas; pero prestármelas ya es otra Con la esperanza perdida fue a sentarse junto al agua. Miró a la lejana
cosa». Luna y dejó sueltas sus lágrimas.
6 7
Que baje la luna
Y precisamente entonces sintió que el viento llegaba. Venía agitando
ramas y haciendo que las hojas caídas volaran entre sus ráfagas…
De pronto, el sapo tuvo una idea: si el viento soplara fuerte, él podría
Que baje la luna
llegar muy alto aunque no tuviera alas.
hasta mi ventana.
Sin embargo, el viento dijo que no, que lo sentía muchísimo, que por más Que su luz se meta
que él soplara no podría llevar a un sapo a lo alto del cielo. dentro de mi cama.
Que luego se acerque
Entonces salió la Luna, y el viejo y feo sapo, lo mismo que cada noche,
y roce mi cara.
cantó para ella:
Que muy despacito
Hermosa y amada Luna pueda yo abrazarla.
de cara de plata Se va la luna
y sonrisa blanca. de mi ventana,
Como no encuentro unas alas me dice alegre:
nunca podré visitarla. ¡hasta mañana!
En ese justo momento el viento Abro los ojos,
sopló muy fuerte, y envolvió entre se acerca el sol,
sus ráfagas la canción que el sapo y en mi ventana
estaba cantando. Como unas po- hay un caracol
cas palabras apenas pesan nada, que sube alegre
consiguió hacerlas llegar muy alto. porque hay rocío,
llega a la rosa
Lo mismo que cada noche, la Luna y yo sonrío.
estaba sentada a la puerta de su Antonia Ródenas, Rimas de la luna, Ed. SM, Col. Los Piratas del Barco de Vapor.
casa. De pronto escuchó la voz del
sapo y se sintió enamorada. Sin
perder medio minuto, echó llaves
y candados y empezó a bajar del Vida de animales
cielo por un camino de estrellas. La libélula en el lago,
Y cuando estuvo bien cerca, alargó la luciérnaga en la noche,
todos sus rayos, metió la cara en la el gorrión sobre el árbol,
charca, y el agua se hizo de plata. y la garduña en el bosque.
Y colorín colorado, esta historia se El zorro en su madriguera, El lobo en la oscuridad
ha acabado. donde el viento no se oye; y en la espesura del monte;
la mariposa en el prado, y el gato está en la bodega,
Adaptación de un texto de Beltrán el erizo,
Concha López Narváez,
y la abeja entre las flores. persiguiendo a los ratones.
Ed. Oxford, Col. Camaleón. Alejandro López Andrada, El bosque del arco iris, Ed. Ajonjolí.
8 9
La oruga y el sapo
—¿Quién? —preguntó Doscabezas.
—Ranaverde —contestó «el come-
Camina torpe la oruga Un par de calcetinillos dor de hormigas»—. Ssss… Ssss...
sobre la hierba del prado; le ha regalado al gusano, escuchad.
don Sapo quiere comprarle pero a la señora oruga
un par de lindos zapatos. nada le han solucionado. Doscabezas y Andy se quedaron
quietos y escucharon con toda la
¿Para qué me servirán,
servirán ¿Para qué me servirán atención de que eran capaces. Solo
le dice la oru
uga
g al sasap
po,
po le dic
le ice la oru
ice ruga
g al sa
ga sapo
p ,
po percibieron el rumor del agua al
si ten
ngo másás de ci
cien
ien pie
ies
ies sii ten
e go
g más ás de ci
cien
ien pie
ies
ies resbalar sobre las piedras cubiertas
y to
todo
dos so
on muy delg lgados
os??
os y tooddoos so
sonn mu
m y de
dellg
lgad
dos
os?? de musgo y el zumbido de un
Desp
De spaacit
ito
o, despacito, abejorro. Permanecieron inmóviles,
la oru
ruga va caminando, como estatuas, durante un buen
ob
observada muy de cer
erca
ca rato. Hasta que sonó una voz a sus
por el bue
ueeno de do
on Sa
S ppoo. espaldas.
—¿Estáis escuchando algo en par-
ticular? —dijo Ranaverde, cómoda-
mente tumbada al sol, en lo alto de
una roca.
Alejandro López Andrada, El bosque del arco iris, Ed. Ajonjolí. —Queríamos escucharte a ti preci-
10 11
El sapo verde
—Andy me ha dicho que buceas muy bien —le gritó Doscabezas.
—Así es —dijo Ranaverde modestamente.
—¿Cómo de bien? —insistió.
Ese sapo verde Una madrugada
—¡Soy la mejor! —reflexionó unos instantes—. Venid, os lo voy a demos- se esconde y se pierde; lo encantó alguna hadda;
trar.
así no lo besa y así se ha quedado:
Se instalaron los dos en lo alto de ninguna princesa. sapo y encantado. […]
la presa, y contemplaron cómo Ra-
naverde se zambullía con grandes Porque con un beso Él ama a una rana.
saltos y pequeños saltos, saltos al- él se hará princeso A una rana verde
tos y saltos bajos, saltos redondos y o príncipe guapo; que salta y se pierde
saltos lisos, saltos suaves y saltos con ¡y quiere ser sapo! y mira la luna
rebote, saltos felices y saltos tristes, desde la laguna.
saltos dulces y saltos amargos, sal- No quiere reinado,
tos secos y saltos mojados, saltos ni trono dorado,
Disfruta de todo:
con palmada, saltos silenciosos, con ni enorme castillo,
se mete en el lodo
manos, sin manos, y cualquier otro ni manto amarillo.
saltándose, solo,
tipo de salto que se pueda imaginar. todo el protocolo.
Tampoco lacayos
Luego nadó en círculo, cada vez ni tres mil vasallos.
más y más rápido, hasta que casi se Quiere ver la luna Carmen Gil, ¡Cuánto cuento
o!,
cogió a sí misma por detrás (aunque desde la laguna. Ed. Algar.
gar.
tuvo buen cuidado de no llegar a
Adaptación de un episodio de Retahílas con hilo, Barry Tutt, Arturo Corcuera, La flauta de Kikirikí, Ed. Everest,
Ed. Noguer, Col. Cuatro Vientos. Col. La Montaña Mágica.
12 13
El honor de Salta Montes
—Lo haré —aseguró Salta Montes—. La palabra de un saltamontes
también es ley. Te lo prometo.
La araña Nara tenía hambre, pero aquel saltamontes… Caramba, tenía
una familia, y nunca más sabrían de él.
—¿Cuántos hijos tienes? —le preguntó Nara.
—Tres. Y no veas ya lo que saltan.
—No tendría que haber hablado con-
tigo —suspiró Nara—. Anda vete.
Y deshizo los hilos para liberar al sal-
tamontes.
—Volveré —le aseguró él.
—Ya, ya —se resignó la araña.
Lo vio alejarse dando saltos, y tras eso
pasó la tarde y al anochecer, Nara oyó
una voz llamándola.
En lo más profundo del bosque, el saltamontes Salta Montes dio un —¡Araña, prepara la tela, que salto!
brinco tan fuerte… que fue a parar a la mismísima tela de la araña Nara.
Era Salta Montes.
La araña, que dormía tranquila, despertó al notar la fuerte sacudida de
su tela y se lanzó presta a ver qué había sucedido. Cuando vio al rollizo —¿Qué haces aquí? —se extrañó Nara.
saltamontes, se dispuso a envolverlo en sus hilos.
—¿No te dije que volvería? Mi honor
Incapaz de hacer nada, prisionero de la tela, Salta Montes supo que iba a estaba en juego.
morir. Pero antes de que la araña llegara hasta él, le dijo:
—¿Ya te has despedido de tu familia?
—Espera, por favor, aún no me comas.
—Sí. Les he dejado llorando. Pero, ¿estás dispuesta? Cuanto antes
—¿Por qué? —preguntó Nara. acabemos, mejor.
—He caído en tu tela, y es la ley del bosque, lo sé. Pero antes de morir —Espera, espera —le detuvo Nara al ver que el saltamontes se disponía
me gustaría despedirme de mi esposa y mis hijos. a saltar sobre la tela.
—No veo cómo —se extrañó aún más Nara. Aquel animal era un buen bicho, sin lugar a dudas.
—Déjame marchar. Iré a mi casa, les diré adiós y volveré. —Tengo hambre —reconoció Nara—. Si me invitaras a cenar no tendría
—No, no volverás. que comerte.
14 15
Salta Montes abrió los ojos. Se le Es «una historia de esperanza y El pequeño hipopótamo fue rescatado
iluminaron de pronto. resistencia». por un guardabosques, y eligió a una
La noticia fue objeto de grandes tortuga gigante como una madre. Al
—¡Eso está hecho! —manifestó. cabo de un año, la relación entre ellos
titulares en todo el mundo ya que
Aquella noche, Nara cenó en ca- fueron grandes los esfuerzos de rescate ha crecido y se han hecho inseparables:
sa de Salta Montes, y se lo pasó y recuperación de estos animales en un «Nadan, comen y juegan juntos».
estupendamente; se rio tanto, que momento crítico.
al día siguiente deshizo la tela y El tsunami mató a más de 220.000
anunció que se hacía vegetariana. personas en todo el Océano Índico, y
Nara es la primera araña vegetariana había que ayudar a los sobrevivientes.
de todo el bosque. Y es feliz. Tiene
un montón de amigos que siempre
la invitan a cenar.
Jordi Sierra i Fabra,
Cuentos y poemas para un mes cualquiera,
Ed. Oxford, Col. Camaleón.
Noticia de prensa
La historia del hipopótamo bebé
NAIROBI (AFP)
( ) – Durante el tsunami q
que azotó el 26 de diciembre de 2004
Esta historia del hipopótamo bebé El libro cuenta la historia de Owen, Si observas cómo se desplaza un gusano, verás que su avance lfento se
y la tortuga gigante ha sido trasla- un hipopótamo joven a quien el tsuna- debe a que una parte de su cuerpo se hincha, y esta hinchazón corre
dada a un cuento, titulado Owen y mi dejó huérfano, su rescate cerca hacia adelante y luego hacia atrás.
Mzee: la verdadera historia de una del puerto keniano de Mombasa y su
amistad, editado en Nueva York traslado a Lafarge Mombasa Park, un La hinchazón está formada por un saco muscular que se dilata y se contrae
(EEUU) por Scholastic, la mayor edi- santuario de vida silvestre, con Mzee, a voluntad de su dueño.
torial del mundo y distribuidora de li- la tortuga gigante de 130 años de edad, Si vas al campo y te encuentras un gusano, quédate un ratito mirándolo y
bros para niños. que lo salvó. verás estos movimientos.
16 17
2
Los dos se afanaban para construir el hogar de sus hijos y se peleaban
por coger las hierbas más finas y secas, la lana perdida de alguna oveja o
el pelo de algún animal. Tanto el mochuelo como el ratón, querían tener
el mejor material para que el nido fuera calentito y cómodo para sus crías.
En ese mismo árbol vivía una ardilla que, desde su agujero en el tronco,
presenciaba las discusiones del ratón y el mochuelo. Le entristecía tener
por vecinos a estos animales que tan mal se trataban y que discutían
La ardilla, el ratón y el mochuelo constantemente. La ardilla se quejaba diciendo:
—¡Qué vecinos más ruidosos tengo esta primavera!
El ratón y el mochuelo buscaban cosas suaves y mullidas para sus «casas»
y cada vez se alejaban más para encontrarlas. De este modo, muchos
animales del bosque habían presenciado sus enfados y estaban cansados
de verles discutir. No entendían por qué se llevaban tan mal, cuando antes
eran buenos amigos que se saludaban cordialmente y jugaban juntos.
Un día, por fin, terminaron felizmente
sus «casas»: el ratón su ratonera y
el mochuelo su nido, pero seguían
enfadados el uno con el otro.
El mochuelo criaba sus polluelos
en el nido, y ya no bajaba al suelo
como antes para saludar a su vecino
el ratón; tan solo bajaba un par de
Llegó la primavera y el bosque se llenó de vida. El suelo parecía una
ramas para saludar a la ardilla.
alfombra multicolor porque tenía flores de todos los colores: amarillas,
azules, rojas y violetas… junto al verde espléndido de los matorrales y la El ratón, contento de ver a los
hierba. pequeños ratoncitos tan cómodos
en su cama, salía alegre de su ra-
Algunos animales correteaban alegres entre los árboles, los pájaros tonera y subía a saludar a la ardilla,
volaban inquietos abandonando sus nidos, las abejas saltaban de flor en pero no subía para dar los buenos
flor buscando su alimento, las libélulas se posaban cerca de las aguas días al mochuelo como hacía antes.
cristalinas del arroyo… Todos estaban contentos.
A la ardilla, este comportamiento
Todos estaban alegres, menos un mochuelo y un ratón de campo que de sus vecinos le ponía muy triste.
estaban enfadados entre sí. ¡Con lo que habían jugado los tres
El ratón construía una madriguera en el suelo, junto a un árbol enorme, y en aquel árbol!
el mochuelo realizaba un nido entre las ramas de ese mismo árbol. Así estaban las cosas cuando un día…
18 19
La ardilla
El cielo se oscureció con negros
nubarrones que cubrieron el bos-
que. Los animales, asustados, bus-
caron dónde esconderse. Enton- La ardilla corre,
ces, comenzó a llover y a llover… la ardilla vuela,
Grandes rayos iluminaron el bos- la ardilla salta
que, y los truenos sonaron con como locuela.
fuerza. La lluvia era cada vez más Mamá, ¿la ardilla
intensa. no va a la escuela?
Amado Nervo
La ardilla se asomaba a su agujero
El ratón
preocupada por sus vecinos.
En el suelo, el ratón intentaba
cubrir la entrada de su madriguera Rabito largo, color marrón,
con cortezas y ramas, pero estaban bigotes tiesos, de gran señor,
húmedas y no podía con ellas. Ya ojo redondo como un botón,
el agua entraba en la ratonera. deditos rosa que es un primor.
En el árbol, el mochuelo se ponía encima de los polluelos con sus alas Y es tan pequeño,
abiertas para que no se mojase el nido, pero no conseguía cubrirlo con tan lis…
sus alas. Ya el agua empapaba su nido. tan ton…
La ardilla no sabía a quién ayudar ni cómo ayudar. Antonio Rubio
Al ver que el mochuelo intentaba volcar el nido para que saliese el agua y
no se ahogasen los polluelos, la ardilla se acercó para ayudar. Pero entre
Si estornuda un ratón…
los dos hicieron demasiada fuerza y el nido cayó al suelo con los polluelos Si estornuda un ratón Mas si tose un dragón,
dentro… Quedando en el suelo boca abajo. no pasa nada, la cosa
sa es gorda,
El mochuelo voló veloz hasta allí, y también la ardilla llegó en cuanto pudo un susurro muy leve, pues quedaría la gente
y se asomó debajo del nido. Comprobó que los polluelos habían caído una pisada. bastaante sorda.
en la mullida y suave cama de los ratoncitos y no se habían hecho daño… Carlos Reviejo
Si el elefante hace
Y además, el nido, que estaba muy bien construido, había quedado justo eso que dices,
sobre la entrada de la ratonera, impidiendo que entrase la lluvia. el asunto tendría
Y a partir de entonces, los pequeños ratones y los mochuelos vivieron muchas narices.
juntos y fueron muy amigos. Si fuera una ballena
También la ardilla estaba muy contenta porque de nuevo jugaba con el la que tosiera,
ratón y el mochuelo. el estruendo, sin duda,
Rubén Fernández Tomé es de primera.
20 21
Beltrán en el bosque
—¿Qué haces? —preguntó el erizo con voz de asombro y enfado.
—¿Qué quieres que haga? Me voy a casar y preparo mi nido.
El erizo Beltrán había dejado el prado en el que nació y caminaba por —Y ¿por qué no haces como cualquier pájaro, un nido con ramitas secas,
el bosque. Llevaba dentro de su pecho un extraño nudo, que estaba pelusas y barro?
formado de miedo y tristeza. Pensaba en el prado pequeño y tranquilo —Mi nombre lo dice: ¡soy picapinos! Este árbol es un pino, por tanto
en el que nació… tengo que picarlo. Mi padre y mi madre hicieron lo mismo, y también mi
abuela y mi abuelo. Siempre ha sido así. ¡Somos pájaros carpinteros!
Beltrán alzó la mirada y en sus ojos
se encendió una nueva luz: ¡había Beltrán miraba cómo el picapinos trabajaba. Por fuera no decía nada, en
descubierto árboles distintos y cambio, por dentro, se decía a sí mismo: «Debe ser bonito sentir que hay
altísimos! Tenían un tronco muy un nido dentro del tronco, y sentir a los pajarines cuando son pequeños,
largo, las ramas mirando hacia arri- y ver cómo crecen, y escuchar sus primeros cantos…».
ba, las copas picudas y muy altas, —Sí, quizá a los pinos les guste tener nidos dentro de sus cuer-
y las hojas como si fueran agujas. pos —susurró por fin.
Beltrán los llamó guardianes del —Les gusta —dijo el carpintero, y siguió picando.
bosque, porque parecían atentos,
formales y serios; y estaban como —Y también les gusta tener nidos en sus ramas —añadió alguien más.
vigilando. Beltrán alzó la mirada, pero, por
más que miraba, no veía a nadie.
¡Qué pequeño se sentía marchan-
do entre ellos!... —Yo hago mi casa con ramitas
secas y pelusas y hojas —dijo la
Le gustaría tanto conocer sus voz—. Me cuesta trabajo, es un
nombres… nido grande y no soy pájaro. No
Él no sabía que no mucho después puedo volar, aunque sí dar saltos.
alguien se los iba a revelar. Además, subo, bajo, trepo… muy
rápidamente siempre que haga
De pronto oyó un extraño ruido: falta. Construyo mi hogar en las
«Toc, toc, toc, toc». Beltrán se ramas altas, así, cuando salgo, mis
detuvo, inquieto. Sin embargo no hijos se quedan seguros.
había motivos para preocuparse, a
pesar de que un raro pájaro hacía El erizo seguía sin ver a nadie.
cosas raras: con su pico, afilado y Pero de pronto…, la vio salir de
largo, golpeaba el tronco de uno su casa. Desde luego tenía razón:
de esos árboles, a los que Beltrán vivía en un nido enorme que
llamaba guardianes del bosque. estaba en las ramas altas.
22 23
Pico Picapinos
Toc, toc, toc, toc. y aunque lo digan,
Hago mi casa, yo no estoy loco.
toco el tambor, Toc, toc, toc, toc.
subo hasta el pino Este es mi oficio,
sin ascensor. soy el mejor
Toc, toc, toc, toc. abriendo piñas
Ella era extraordinaria: hermosa, Hago agujeros sin compresor.
en cualquier tronco, Toc, toc, toc, toc.
inquieta,
q , ágil,
g , vivaracha… Tenía la p
piel suave,,
peluda y rojiza, y la cola muy larga y poblada. Parecía una llama cuando Antonio Mejías
j Melguizo,
g Alas al aire, Ed. Magisterio.
g
La urraca
la agitaba. Y también tenía los ojos curiosos, dulces, almendrados; las
manos pequeñas y rápidas, los dientes agudos y fuertes, y las orejitas
sedosas y alzadas.
Una urraca negra y blancca
Por lo visto no podía pararse. Ahora estaba aquí, luego en cualquier tenía su nido de paja
parte: subía, bajaba, saltaba de una rama a otra, se balanceaba... ¡Cuánta sobre la encina más alta.
actividad! Beltrán nunca había visto nada semejante. ¡Y estaba la urraca ufana!
De pronto, la desconocida cogió una piña de la rama de un pino, y se En aquel nido guardaba
puso a comer. Al comer, también batía el récord de velocidad: una piña, la casa de un caracol
otra… que ya no estaba en casaa.
¡Y estaba la urraca ufana!
Además, comiendo, roía, y no era un ratón, ni era conejo. Beltrán se moría
de ganas de saber quién era. Podría preguntárselo si ella se hubiera En aquel nido guardaba
calmado un solo minuto, o si no comiera con tanta ansiedad. una blusa de culebra
de colores esmeralda.
Beltrán no podía dejar de mirarla: comía y roía; roía y comía. Y si descan- ¡Y estaba la urraca ufana!
saba, daba grandes saltos, y, a veces, decía:
En aquel nido guardaba
Comiendo, royendo y saltando. el cencerro de una cabra
Saltando, comiendo y royendo. con badajo de hojalata.
Royendo, saltando y comiendo me paso la vida. ¡Y estaba la urraca ufana!
No puedo evitarlo, pues soy una… Y por tener tantas cosas
¡Ardilla! en su nido bien guardadaas,
Por fin Beltrán sabía su nombre, era una ardilla. durante el día y la noche,,
¡estaba la urraca ufana!
Fragmento de Beltrán en el bosque con algunas adaptaciones,
Concha López Narváez, Ed. Oxford, Col. Camaleón. Antonio Rubio, Tres cuentos de Urraca, Ed. Anaya, Col. Sopa de Libros.
24 25
El búho y la lechuza Receta de castañas asadas
Un día de primavera, una lechuza se encontró con un búho en las ramas Para realizar esta receta tienes que utilizar el microondas
de los árboles del bosque. Este búho era muy famoso por su sabiduría. y debes pedir ayuda a tu mamá o a otra persona mayor.
—¿Adónde vas? —le preguntó el búho.
Generalidades
—Me estoy mudando al Este —respondió
la lechuza. Las castañas se recogen entre finales de octubre y p
principios
p de noviembre.
—¿Por qué? —preguntó el búho. Para asarlas podemos emplearr la barbacoa
o el horno, pero resulta más fáccil y rápido
—Quiero irme a otro lugar —contestó asarlas en el microondas.
la lechuza—, porque a la gente de aquí
no le gusta mi graznido y por eso tengo Ingredientes
constantes problemas con los demás. z Castañas
El búho sabio le replicó: z Sal gruesa
—Me parecería muy bien que quisieras cambiar tu voz. Pero por irte al Modo de hacerlas
Este, no arreglas nada. A la gente de allí tampoco le gustará tu graznido.
Acuérdate que por más que cambies en el exterior, tu graznido te 1. Haz a las castañas un corte, rompiendo la cáscara dura de fuera, paara
perseguirá. Donde quiera que vayas, ahí estará. que no estallen al asarlas. Al hacerlo, ten cuidado para no cortarte en
n la
mano.
Porque el verdadero cambio está en nuestro interior.
Cuento chino 2. Pon las castañas sobre un recipiente adecuado que no sea metálico y
mételo en el microondas.
Adivinanzas 3. Déjalas 3 minutos y medio a una potencia de 800 vatios. (Si tu micro-
ondas tiene 1.000 vatios de potencia, déjalas 2 minutos y medio.)
Cuando las castañas están asadas, el microondas se llena del vapor
Sal al campo por las noches Tiene las orejas largas, que éstas han soltado.
si me quieres conocer, tiene la cola pequeña,
soy señor de grandes ojos en los corrales se cría 4. Saca las castañas del microondas y échales un poco de sal gruesa por
cara seria y gran saber. y en el monte tiene cuevas. encima.
(El búho) (El conejo) 5. Deja que las castañas se enfríen un poco y pélalas. Si la piel queda
El roer es mi trabajo, pegada, es culpa de la calidad de la castaña.
el queso mi aperitivo,
y el gato ha sido siempre Presentación
mi más temido enemigo. Ponlas en un cestito de mimbre con una servilleta que las envuelva para
mantener el calor.
(El ratón)
26 27
¿Sabes por qué a las
urracas se las llama
«ladronas»?
Las urracas son aves que sienten una
especial atracción por los objetos
brillantes, por eso los cogen y los
almacenan. Roban joyas, cristales y
gafas, llaves, monedas… cualquier objeto que llame su atención,
y los entierran cavando con su pico, lo mismo que hacen cuando
almacenan comida. Su verdadero nombre es Pica pica pero se
las conoce por urracas, que significa en latín «inclinadas al robo».
¿Cómo son las urracas? Tienen el plumaje negro irisado (reflejos azules
y verdosos) y plumas blancas en el vientre y en los lados de su cuerpo.
Poseen una larga cola. Su vuelo es lento y desgarbado. Miden unos 45
cm y pesan unos 200 gramos. Viven unos 15 años. Son muy abundantes
en España.
Habitan en campos de cultivo, matorrales, pequeños bosques, jardines y
parques. Son difíciles de distinguir los machos de las hembras y forman
parejas para toda la vida.
Construyen sus nidos en las ramas altas de los árboles o sobre los arbustos
o matorrales espesos. Son nidos grandes, con una base de barro o arcilla
en la que ponen ramitas entrelazadas; encima colocan una especie de
«techo» que hacen con raíces de plantas y pelos de animales; consiguen
así un nido a prueba de las variaciones del tiempo y de los depredadores.
Son de los pocos animales (junto a monos y delfines) capaces de
reconocerse en un espejo.
Se llevan muy mal con las aves rapaces no solo diurnas sino también
nocturnas, como los búhos y lechuzas.
Las urracas son domesticables y muchas personas las tienen como
mascotas. Son inteligentes y divertidas, aprenden las cosas con relativa
facilidad. En todo momento saben con quién se enfrentan, ya sean
hombres o animales, y qué tienen que hacer.
28
3
Un día, la araña pensó que ya había llegado el momento de poner en
práctica su plan, y le dijo a la anciana:
—¿Sabes, lo que haremos? ¡Iremos al mercado a vender nuestras labores!
¡Así, ganaremos dinero y podremos ver a otras personas y hablar con
ellas!
La anciana, que no estaba muy convencida, le contestó:
La araña y la viejecita —¡Hace mucho tiempo que no hablo con nadie! ¿Crees que puede
importarle a alguien lo que yo le diga?
Hace mucho tiempo, en lo alto de una —¡Claro que sí! ¡Verás cómo nos divertimos!
montaña, vivía una viejecita muy buena Se pusieron en marcha. Bajaron la montaña despacito. Iban admirando
y cariñosa. Tenía el pelo blanco y la el paisaje, los árboles, las flores y los pequeños animales que veían por
piel de su cara era tan blanca como los el camino. Llegaron al pueblo y se dirigieron al mercado. Allí extendieron
rayos del sol. Estaba muy sola, pues sus bordados, y no habían terminado de exponerlos cuando ya tenían un
nadie la visitaba; su única compañía montón de personas paradas admirándolos. ¡Eran preciosos!
era una arañita.
La gente les compró todo lo que habían llevado. Y, además, hicieron
Las dos —la viejecita y la araña—, buenos amigos. Aquella anciana tenía algo especial en su mirada y en
pasaban horas junto a la chimenea y sus palabras. Les era fácil confiarle sus preocupaciones y pedirle consejo
se entretenían bordando y haciendo para sus asuntos.
punto. La viejecita, apenas podía sos-
tener las madejas y los hilos en sus A la viejecita le parecía imposible lo que estaba sucediendo, ¿cómo podía
brazos. ser que todos le preguntaban cosas y esperaban su consejo?
—¡Qué cansada me siento! ¡Me pesan Poco a poco, la anciana se sentía más segura y descubrió el valor que
mucho estas agujas! —decía la anciana. tienen las palabras. Entendió que una palabra puede ser una ayuda para
superar la tristeza, la soledad, el sufrimiento; que las palabras sirven para
La pequeña araña la miraba y la
compartir.
sonreía. Desde que era muy pequeña
la observaba, y se daba cuenta de que Y se decidió a reg
galar pal
alab
abrras
ras
la viejecita no era feliz. envueltas en un cariñoo grand
rand de
Como la quería mucho, deseaba verla contenta. Y para alegrarla, pensó y desinteresado:
animarla a que bajara al pueblo. Allí podría distraerse, conocer y hablar ¡Ánimo!
con otras personas. Podía enseñarles a ser valientes y fuertes para vencer ¡Adelante!
los problemas de cada día, y a crear ilusiones, sueños, fantasías. De este ¡Puedes conse eguirl
eg rlo
o!
modo, también las gentes del pueblo se beneficiarían de lo que la viejecita ¡Confía en ti!
podía aportarles. ¡Cree en ti!…
29 30
Trabalenguas
También aprendió ese día que las cosas que sentimos en el corazón
debemos sacarlas fuera porque quizá los otros pueden aprovecharlas
para su vida.
Teje que teje la tejedora,
La arañita le decía a la anciana: teje que teje, tejiendo está,
—¡Deja volar tus sentimientos, sé alegre, espontánea, ofrece siempre lo si lo desteje quien no lo teje
e,
mejor de ti! la tejedora no tejerá.
La viejecita y la araña regresaron a su casa de la montaña. Iban cansadas Sagrario Pinto
y felices. Estaban dispuestas a volver otro día al pueblo para vender
bordados y ayudar a los demás.
Fiesta de los insectos en primavera
Ha salido
H l d ell soll lla h
hormiga
y nos da calor: de oronda barriga
es ya primavera hace su hormiguero
y se recupera con
co n gracia y esmero,
la vida dond
do nde e va guardando
que estaba dormi mid
da.. la pajja y el
e grano;
Entre rosa y ros
osaa la abeb jjaa
va la mariposa
sa, zu
zumb
um mbban
and do
o se
e aleja
volando haccia el cielo
ie
elo
o en bus uscca
ca de flo ores
luce sus ocelos de ale egrgrees co
olorres
solo hasta
ta mañ ñana,a, y ffaabr
bric
icaa mie
ic el,
que su vida acaba; a; ricaa de cco
ri omerr……
En su casa, siguieron haciendo labores. Trabajaban mucho. Cuando la arañña quue ya ess priim
maavver
ea
llegaba la noche, la araña se iba a su rinconcito a dormir. La anciana se a su pre esa engañaaña y se
se reccuperra
despedía de ella y le decía: porqrquee crree vacícíaa la vid
da
—¡Gracias por ser mi amiga! la telaa qu
quee hila
laa: quue esta
tab
taba do orrmi
m daa,
cu
uand do caae en la tram mpa,, poorquee salle e
ell so
ol
Luego pensaba: Un amigo es más valioso que joyas y riquezas; llora y ríe vi ne y se laa zam
vien mp ;
mpa; y nos da calo or
or.
contigo y también sueña. Poco a poco, se iba quedando dormida. Sus Jo
osé
é Gaarcíía Veláázq
quezz
ojos cansados se cerraban y la paz brillaba en su cara.
No, no estaban solas, Dios cuidaba de ellas. La luna iluminaba la pequeña
casa de lo alto de la montaña. Y también les hacían compañía los recuerdos
agradecidos de las personas a quienes habían escuchado y ayudado.
Cuento de Marisa Moreno
31 32
La hormiguita viajera
Y dirigiéndose a la hormiga le dijo:
—No llores más, ya verás co-
mo entre la lagartija y yo las
encontramos.
La hormiguita, subida encima de
la lagartija, estaba entusiasmada
del paisaje que veía, pero ahora
que la lagartija se había subido
encima de la rana, no os podéis
imaginar cómo se sentía.
—¡Qué de cosas veo desde aquí! ¡Qué grande es todo! —decía abriendo
los ojos de par en par, asombrada.
Ya no lloraba y su miedo estaba desapareciendo al darse cuenta de que
los animales con los que se encontraba querían ayudarla. Eso la hacía
La hormiguita estaba asustada, pues se había perdido del resto de sus sentirse mejor.
compañeras y se sentía muy sola.
—¿Adónde va una hormiga subida encima de una lagartija y subidas las
—¡Qué mala suerte tengo! Me han abandonado —decía llorando, sin dos encima de una rana? —preguntó la tortuga.
dejar de buscar por un lado y por otro.
Pasó por allí una lagartija y le preguntó: Y le contaron la historia.
—¿Por qué lloras? —Yo también quiero ayudar, subid las tres encima de mi caparazón, que
yo sé dónde pueden estar las hormigas.
—Estoy perdida, el resto de mi grupo se ha ido y no las encuentro, tengo
mucho miedo porque no sé volver a casa yo sola. —Pero tú eres muy lenta —le dijo la lagartija.
—No te preocupes, las encontraremos, ¡ven conmigo! —Pero soy muy vieja y por lo tanto muy sabia. Yo sé las costumbres de
La hormiguita, como era tan pequeña, se subió encima de la lagartija. cada uno de los animales que se encuentran por los alrededores, y pienso
que puedo ayudar a encontrar su hormiguero.
—Vamos a dar una vuelta por el campo a ver si alguien las ha visto pasar.
Llegaron a un arroyo y una rana les preguntó: La hormiga estaba fascinada, no podía ni hablar de la emoción. Nunca
había visto tantas cosas como las que veía desde encima de la lagartija,
—¿Dónde va una hormiga encima de una lagartija? la rana y el caparazón de la tortuga: el río, los campos llenos de flores, las
La lagartija le contó que la pequeña hormiga estaba muy asustada porque montañas, las casas a lo lejos… No podía imaginar que el mundo fuera
no encontraba a sus compañeras, y ella quería ayudarla. tan grande. ¡Si mis compañeras vieran esto!
—Yo también quiero ayudar, subid las dos encima de mí; vamos a ir por Ya no sentía miedo, porque todos los animales con los que se encontraba
la orilla del río a ver si alguien las ha visto pasar. querían ayudarla a buscar a sus compañeras. Pensó en lo divertido que
33 34
Trajín de insectos
era ir encima de una lagartija que iba encima de una rana que iba encima
de una tortuga. ¡Si me vieran aquí subida!
Al pasar por el camino encontraron una hilera de hormigas y la tortuga Junto a la fuente, Viene la araña,
les preguntó: el manzano mira las ramas,
se ha vestido en la más alta
—¿Acaso estáis buscando a una de vue
estras compañeras? de amarillo. pone el telar.
—Sí, sí —contestaron llorosas—, se nos ha perdido Los insectos Teje que teje,
hace un rato y no queremos volver a caasa sin ella, con sus alas la tejedora,
la pobre estará muy asustada. le sacan brillo. para su amiga,
teje un lunar.
Y una hormiga, mirando a la tortuga, La mariquita,
exclamó asombrada: muy hacendosa, Los saltamontes
entre la fruta y los mosquitos
—¿Por qué llevas encima de tu perdió un lunar. con las hormigas
caparazón a una rana? ¿Y por qué Busca que busca, y escarabajos
esta rana lleva encima una lagartija? la mariquita, cantan y bailan,
¿Y por qué esta lagartija lleva encima pero quién sabe mueven sus alas,
a una…? ¡Es nuestra compañera! dónde estará. juegan al corro
junto al manzano.
No se podía creer lo que estaba
viendo. Sagrario Pinto, La casa de los días,
Ed. Anaya.
La hormiguita que se había perdido,
gritó:
La mariposa
—¡Os encontré! Gracias a estos amigos (la tortuga, la rana, la lagartija)
os he encontrado, y además he conocido lo grande que es el mundo. Al Vuela, vuela, vuela Tiembla en los claveles,
principio sentía miedo, estaba muy asustada, creía que estaba sola, pero mariposa loca, titila en las rosas,
después la lagartija me ayudó y la rana y la tortuga que, como es muy párate en las flores, palpita en las juncias
sabia y tiene muy buena memoria, sabía dónde podíais estar. párate en las hojas. y en los lirios flota.
Para que pudiera bajar la hormiga, se bajó la rana de la tortuga, luego la Vuela en los jazmines Gira, corre, pasa
lagartija se bajó de la rana y, por último, la hormiga se bajó de la lagartija. que en la reja asoman, por las flores todas;
y sobre ellos tiende vuela, vuela, vuela
Las hormigas dieron las gracias a los animales que la habían ayudado. tus alas sedosas. mariposa loca.
Desde ese día la pequeña hormiga camina cerca de sus compañeras, De la campanilla Salvador Rue
eda
procura no despistarse para no perderse, pero, de vez en cuando, mira a entra en la corola,
su alrededor por si ve a alguna de sus amigas y la llevan a dar un paseo. y en su azul columpio
Begoña Ibarrola, Cuentos para sentir - Educar las emociones, Ed. SM. mécete gozosa.
35 36
El canto del grillo
—Te estás equivocando, amigo —dijo—. Aquí no hay grillos. Además, si
hubiese un grillo por aquí, en alguna parte, sería imposible oír su canto
con todo este ruido de fondo.
El indio dio unos cuantos pasos. Se quedó parado ante la pared de una
casa. Por esa pared crecía una vid trepadora y silvestre. Apartó unas hojas
hacia un lado, y ¡vaya sorpresa para el hombre blanco! Allí había, en
efecto, un grillo que cantaba con todas
odas sus fuerzas. Y, cuando el hombre
blanco vio el grillo, también pudo percibir el son
nid
do qu
que em
emit
emiti ía
ía.
Siguieron andando, y después de u
unn rat
atoo
dijo el hombre blanco:
—Está claro que eras tú quien
ch
ho
podía oír al grillo. Tu oído está much
mejor entrenado que el mío. Adem más,
ás,
ás
los indios tenéis el oído más desarrrollaado
do
que los blancos.
El indio sonrió, negó con la cabeza y respondió:
—Te equivocas amigo. El oído de un indio no es mejor
Érase una vez un indio que abandonó la reserva y fue a visitar a un hombre ni peor que el del hombre blanco. Atiende, que te lo voy
blanco al que le unía una vieja amistad. a demostrar.
Una ciudad muy grande, con todo ese ruido de coches y de gentes que Metió la mano en el bolsillo, sacó una moneda y la dejó caer sobre la
tienen tanta prisa, era algo nuevo y desconcertante para el indio. acera. La moneda tintineó al chocar contra el asfalto, y las personas que
El piel roja y el rostro pálido paseaban por la calle cuando, de repente, el se encontraban a varios metros de los dos amigos oyeron el sonido y
indio le dio un ligero toque a su amigo en el hombro y le dijo: miraron hacia todos los lados. Finalmente, uno la encontró, la recogió y
se la guardó. Después siguió caminando.
—¡Párate un momento! ¿Oyes lo que yo estoy oyendo?
—¿Ves? —dijo el indio—. El tintineo de la moneda no era un ruido mayor
El hombre blanco contestó: que el canto del grillo, y a pesar de ello lo han oído hombres y mujeres
—Lo único que oigo es el claxon de los coches y el traqueteo de los blancos y se han dado la vuelta al instante, mientras que el canto del
autobuses. Y también las voces y el ruido de los pasos de los hombres. grillo nadie lo oyó más que yo.
—¿Qué es lo que te ha llamado la atención? No es cierto que el oído del indio sea mejor que el de los blancos. Es
—Ninguna de esas cosas. Oigo que en los alrededores hay un grillo simplemente que cada uno oye solo aquello a lo que está acostumbrado
cantando. a atender.
El hombre blanco aguzó el oído. Después sacudió la cabeza. Frederik Hetmann, cuento de Historias de Pieles Rojas, Salvat Editores.
37 38
Un cuento de nunca acabar Para sonreír
En un charco
E h había
h bí una mosca Una madre mosquito le dice a sus hijos mosquititos:
y con la mosca un mosquito, —Hijos, tened mucho cuidado con los humanos y no os acerquéis
si no te has enterado a ellos ya que siempre quieren matarnos.
te lo cuento despacito.
Pero uno de los mosquitos le dijo:
—No, mami, eso no es cierto. El otro día un humano se pasó la
tarde aplaudiéndome.
En un chharco hab bía una mos osca
y co
con la mos
osca un n mo
mosq qui
uito
to,
si no
o te hass ent
nterrad
ado
o Dos pulgas estaban en una
te lo
o cu
cuentoo más bajajit
ito. esquina y pasó un perro y
una le dijo a la otra:
—Chao, que ahí viene mi bus.
En un ch
char
arco
co habí
bía una mosca
y con la mosca un n mo
mosquito
o,
Adivinanzas
pues transmite, cuando pica, la llamada «enfermedad del sueño».
Esta enfermedad se manifiesta, al principio, con cambios en el ciclo del
sueño: el enfermo duerme de día y está despierto por la noche. Más
No es león y tiene garra, Casi nunca camina por tierra, adelante se presentan otros problemas importantes.
no es pato y tiene pata. no vuela, ni sabe nadar, No tiene tratamiento, es decir, es incurable. Afecta no solo a los hombres
(La garrapata) pero aun así siempre corre, sino también a un gran
g número de animales, incluyendo a todo el ganado
sube y baja sin parar. doméstico. Vive en África, al sur del Sáhara.
(la araña)
A lo largo
g del siglo
g p pasado disminuyó y el número de estas moscas debido
Chiquitín y danzarín, al desarrollo económico y al cambio climático en África occidental, que
pasa las noches rondando ha modificado el hábitat natural de la sabana. Pero la capacidad de
con lanza y con cornetín. adaptación a las condiciones urbanas de algunas especies, hace pensar
que pueda haber riesgo de focos epidémicos.
(El mosquito)
39 40
4
—Hasta Belén hay un largo camino
—me quejé—, a lo mejor me muero
antes de llegar. Soy pequeño y débil,
apenas tengo unos meses de vida...
—No te preocupes. No hace falta que
hagas el camino andando. Te subes al
carro y yo te llevo.
41 42
—¡Esperadme! —grité. Y con todas mis fuerzas, eché a correr en línea recta, José llamó a la puerta y salió el amo de la casa. José le dio un abrazo y le dijo:
que suele ser la más corta para pegarte contra el muro que tienes delante, —La paz sea contigo, Efraím. Me alegra verte después de tanto tiempo.
como así sucedió.
—La paz sea contigo, José. Yo también
Me repuse enseguida de la conmoción, salté el muro y busqué con mi olfato me alegro. Has venido a empadronarte,
el rastro de mis amos. Fue fácil. Sereno tenía un olor inconfundible y yo podía supongo.
reconocerlo a varios kilómetros.
—Sí. Esta es mi esposa, María. Está a
Por fin, vi a lo lejos el carro. Ya los tengo a mi alcance, pensé. Y para demostrar punto de dar a luz. Necesitaríamos una
que ya había superado el miedo, eché una carrera a gran velocidad, pasé como habitación recogida.
una flecha por entre las ruedas del carro y las patas de Sereno y, a una distancia
de un tiro de una piedra, me paré y miré con orgullo a mis amos. Al llegar a mi —¡Cómo lo siento, José! Está todo
altura, José me acarició la cabeza y me dijo: ocupado, todo. Lo siento, José. Lo
siento de verdad. […]
—¡Muy bien, Jasid! Eres un perro Poco después llegamos al mesón del
valiente. pueblo. Aquello era una algarabía: un
—¡No te dije que vendría! —exclamó patio lleno de gente y de camellos,
mi Reina, sonriente—. ¡Hola, Jasid! perros sucios y polvo.
—¡Guau! […] —Aquí no podemos quedarnos, José
—dijo mi Reina—. Necesitamos un
Al mediodía nos detuvimos en un lugar recogido.
prado, a la sombra de una vieja
Seguimos adelante, pero el pueblo se
encina. José encendió una hoguera
acabó muy pronto. A la salida, José
y María preparó el almuerzo.
señaló una cueva que servía de establo.
Sereno pastaba tranquilo y yo comí —Es un buen sitio —dijo María
unos sabrosos huesos de gallina. sonriente—. Lo limpiaremos lo mejor
El viaje fue largo: cuatro días con sus que podamos. […]
noches. A veces estaba tan cansado Me despertó el llanto de un niño.
que casi no veía el camino. Entonces,
mi Reina le decía a José: —¡Guau! —ladré sorprendido, y entré
en el establo.
—José, dame a Jasid. El pobre no
¡Oh, Dios mío! ¡Qué Niño más hermoso! María lo tenía en su regazo, envuelto
puede más. Irá aquí conmigo en el
en un pañal, y lo miraba como solo una madre puede mirar a su hijo. José lo
carro.
contemplaba embelesado.
¡Qué descanso! María me tomaba en su regazo y yo casi podía sentir los latidos Me acerqué despacio, temeroso de que me echasen fuera. Miré al Niño, que
del Niño… Al poco tiempo, me quedaba dormido. […] tenía los ojos muy cerrados, y le di un lametón en un pie. Sereno también se
Cuando llegamos a Belén, fuimos directamente a la casa de unos parientes acercó y lo miraba sonriente con sus enormes ojos muy abiertos.
lejanos de José. Esperaba que allí nos diesen cobijo. Fragmento de Los recuerdos de Jasid, Tomás Trigo, Ed. Palabra.
43 44
Villancico Una Navidad
del pavo real
Teatro
El pavo real
vestido de negro PRIMER ACTO: El anuncio del Ángel a los pastores
llegó hasta el portal.
El Niño lloraba. (Se abre el telón y aparece en escena un grupo
La Virgen María de pastores alrededor de un fuego.)
no lo consolaba
porque no podía. PASTOR 1.—¡Qué buena noche hace hoy!
—«¡Hola, hola, hola!» PASTORA 1.—Un poquito fría, pero las estrellas brillan como nunca.
Nadie respondía.
El pavo real PASTOR 2.—Aquella que se ve por Oriente es la que más luce.
extendió la cola PASTORA 2.—Atiza el fuego, que voy a arrimar el puchero.
con su pedrería:
su bella aureola PASTOR 3.—Sí, que ya tengo hambre.
de luz y alegría. PASTOR 4.—¿Qué es ese resplandor?
—«¡Hola, hola, hola!»
Ya no parecía (Se echan todos a un lado como asustados,,
la noche tan sola. y entra en escena el Ángel.)
Y el Niño reía. ÁNGEL.—Buenas noches, pastores. No os asusttéis,
Carlos Murciano, La rana mundana, Bruño, Col. Altamar. pues os traigo una buena noticia.
PASTOR 1.—¿Qué quieres de nosotros?
45 46
SEGUNDO ACTO: Los Reyes Magos JOSÉ.—No se queja, pero cógelo un ratito.
MARÍA.—Le cantaré una canción para que duerma.
(Entra en escena la Estrella.)
(Los cantores se ponen al fondo y cantan «Ay del chiquirritín». Luego salen.)
ESTRELLA.—Seguidme, yo os guiaré.
ÁNGEL.— Ya llegan los pastores.
(Entran los Tres Reyes Magos.)
(Los pastores entran y se colocan a un lado del portal. Se van acercando
MELCHOR.—Está siendo largo el camino. con sus ofrendas de uno en uno, las entregan y se retiran al otro lado.)
GASPAR
P .—Sí, pero merece la pena. PASTOR 1.— Aquí te traigo esta manta, para
ara
BALTASAR.—¿Y dices que queda mucho? que te abrigues en las noches de
escarcha.
MELCHOR.—La Estrella va más despacio.
PASTORA 1.—Y
—Yo te traigo leche recién
GASPAR
P .—Por allí se ve un claro sendero. ordeñada, para que te la
tomes de buena gana.
BALTASAR.—Preguntémosle a la Estrella.
PASTOR 2.—Este pan está un poquito duro,
MELCHOR.—Mirad, parece que nos hace señaaless. pero con la leche, lo tomarás,
GASPAR
P .—¿Qué nos querrá decir? seguro.
47 48
La estrella de Belén $OҕORGHPHGLDQRFKH
Sabemos por el Evangelio que cuando nació Jesús en Belén, unos sabios que
estudiaban las estrellas vieron una que les pareció especial, y se pusieron en Al filo de media noche
camino para adorar al que acababa de nacer. A esos «sabios» los llamamos los ángeles van al portal,
Reyes Magos. sus arpas eran doradas,
sus voces fino cristal.
En el cielo hay una estrella
que brilla más que la luna, Resuena en la noche oscura
es la estrella de Belén el eco de su cantar,
que alumbra al Niño en la cuna. la paz de Dios con los hombres
Belén… Estrella de Belén, de buena voluntad.
llévanos junto al Niño
que lo queremos ver. La Virgen llora gozosa,
sonríe el casto José.
La siguen los Reyes Magos Al Niño estampan un beso,
desde las tierras de Oriente, y el Niño ríe también.
llevando al recién nacido
su amor y muchos presentes. Villancico popular
Belén... Estrella de Belén,
llévanos junto al Niño
que lo queremos ver.
¿Sabes cuándo empezó la costumbre
de poner el nacimiento?
Les siguen los pastorcillos
con zaleas de corderillos,
porque el Niño que ha nacido
no tiene prendas de abrigo.
La primera vez que se puso el belén o nacimiento fue en la Navidad del año
Belén... Estrella de Belén, 1223, en un pueblo de Italia llamado Greccio. En esta ciudad, San Francisco de
llévanos junto al Niño Asís reunió a los vecinos el 24 de diciembre, a las 12 de la noche, para celebrar
que lo queremos ver. la Santa Misa, y lo hizo delante de una representación del pesebre. La figura
En el portal de Belén del Niño Jesús la había moldeado San Francisco.
donde el frío es muy intenso,
hay una mula y un buey Durante la Misa hubo cantos de alabanza al Misterio del nacimiento de Jesús.
que dan calor a su cuerpo. Y en el momento más solemne, la figura inmóvil del Niño Jesús adquirió vida,
sonrió y extendió sus brazos hacia el Santo de Asís.
Belén... Estrella de Belén,
llévanos junto al Niño El milagro lo vieron todos los presentes, por lo que, desde entonces, cundió
que lo queremos ver. el deseo de poner la representación del nacimiento todos los años. Esta
León Antonio Ortega Serrano costumbre se extendió por todo el mundo.
49 50
5
Hoy es domingo y «el marino» ha dicho:
—Nos vamos a patinar al Rockefeller Center.
Celebraremos las primeras notas, que han
sido bastante buenas.
A todos nos da un ataque de emoción.
—¡Viva el papi!
Una perra patinadora —iEres el mejor!
La frase más divertida la he dicho yo:
Los padres y hermanos de Gus (Clara,
su marido «el marino» y sus tres hijos —¡Esto es la repanocha de la pirotecnia...!
—Carlos, Beatriz y Gus—) Las calles están llenas de narices coloradas.
se han trasladado a vivir La gente anda con las manos en los bolsillos
a Nueva York. También y casi todos llevan las cabezas cubiertas de
se han llevado a Dika, gorros de lana o de piel.
la perra de Gus. En este
relato es Dika quien Gus y yo vamos hablando sin parar y de
nos cuenta nuestras bocas parece que sale humo.
lo que pasó.
Antes de llegar al Rockefeller Center ya se ve un árbol de Navidad enorme —el
más grande que he visto en mi vida— y muchas banderas de todos los países.
Ha llegado el frío de sopetón. Nieva como si todo el cielo estuviera relleno Nos apoyamos en una barandilla y nos quedamos mirando hipnotizados la
de algodón. Gus ha dicho que es porque se acercan las fiestas de Navidad. gran pista de hielo por la que se deslizan más de cien personas: niños y niñas,
Muchos árboles tienen ya miles de luces. Clara —la mamá de Gus— ha traído chicas y chicos, y ningún perro. (Me lo temía…)
las figuras del nacimiento y ha dicho que lo va a poner como todos los años, Da gusto ver cómo vienen y van y hacen piruetas. Algunos se caen, se ríen y se
pues no tenemos que olvidar nuestras costumbres. levantan. Siempre hay alguien que ayuda al que está en el suelo.
Y cuando Beatriz ha visto que su madre sacaba al Niño Jesús de una caja, en la —Tampoco me dejarán patinar a mí; ya lo verás… —le digo a Gus, porque yo
que fue trasladado entre algodones, se ha puesto a gritar: estoy muy desengañada de la vida—. Hay que ver las pocas cosas que podemos
—¡Que también te hemos traído a Nueva York, Niño Jesús...! hacer los animales... Como vea otra vez el cartelito del perro tachado, creo que
me pondré a ladrar desesperadamente.
Los árboles del parque Bryant Park, llevan abrigos blancos todas las mañanas.
Yo los miro desde el ventanal, hasta que se me queda el morro congelado de —Ya sé lo que le voy a decir a mi padre —comenta Gus—. Se me está ocurriendo
apoyarlo en el cristal. una idea...
Los estudiantes de la biblioteca pública no se sientan en los bancos del parque, Y veo. Y oigo. Y me quedo asombrada, porque Gus le dice a su padre que
y los pájaros tienen que haberse escondido porque no se les oye piar como cuando saque las entradas diga que yo he sido perra de circo y que sé patinar
antes. sobre hielo.
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—Cinco entradas con patines de alquiler, y también necesitaríamos otros dos —¿Qué hacemos ahora...? —dice Gus.
pares de patines muy pequeños, como para un niño de cuatro años o así. Es
—Me parece que voy a mirar un rato, para
que nuestra perra sabe patinar porque trabajó en un circo…
fijarme en los movimientos de los patinadores.
Se ha puesto colorado y está tan nervioso que lo ha dicho en español. Y tiene
que repetirlo en inglés. —Bueno, pues fíjate en mí…
El hombre que despacha las entradas mira mis cuatro patas y mueve la cabeza. Y Gus hace «el ángel», después de recorrer la
Le está entrando la risa floja. pista como un campeón. Extiende los brazos
y levanta una pierna con el cuerpo inclinado
—Dice que lo va a intentar —traduce Gus, y me sonríe emocionado. hacia adelante.
El hombre busca y rebusca hasta encontrar unas botitas blancas con cuchillas
Me parece que Gus es el que mejor patina de
que parecen de juguete.
los tres hermanos.
Yo estoy temblando como un flan. Pienso en lo difícil que tiene que ser mantener
el equilibrio y en lo que pasará cuando empiece a caerme sin parar. ¡Menuda Muchos patinadores me miran como si no
birria de perra patinadora de circo…! pudieran creerse lo que están viendo: ¡UNA
PERRA EN LA PISTA DE PATINAJE DEL
Mientras Gus me coloca los cuatro patines, se me ocurre una idea luminosa: le ROCKEFELLER CENTER!
digo que me lleve bien sujeta por la correa, que me parece que así será más
fácil empezar a patinar. Y yo me animo y echo una pata adelante y luego otra y consigo mantener el
equilibrio, aunque estoy temblando. Sí; las patas me tiemblan, pero ya voy
Suena una música alegre y pegadiza. Yo creo que es un villancico, pero no patinando al encuentro de Gus, que se queda pasmado.
estoy segura.
—¡Bieeen, Dika, campeona…!
¡Allá voy, San Francisco de Asís…! Doble pirueta y aterrizaje en el duro hielo...
Gus tira de la correa y consigo recuperar el equilibrio. Doy dos o tres pasitos y —¡Yupiii, yupiii! —digo, sin atreverme a más, para no perder la concentración.
me apoyo en la valla protectora que rodea la pista.
Lo más difícil viene ahora: sigo patinando pero no puedo frenar. Y grito con
cuatro o cinco ladridos:
—¡Socorro, Gus! ¡Que me choco, que me choco, que me choco…!
Y entonces él consigue detenerme; recoge del suelo el extremo de mi correa,
y tira con fuerza. Estoy salvada.
Ahora, Gus me lleva de un lado para otro y yo patino sin caerme más que
unas pocas veces. Riiis, raaaaas, riiiiiiis, raaaas hacen nuestros patines al mismo
tiempo sobre el hielo.
Algunas personas quieren sacarme fotos, como si estuvieran viendo visiones
y necesitaran pruebas. Yo estoy de tan buen humor que dejo que me pongan
una bufanda escocesa y un gorro rojo, como el de Papá Noel. Estoy posando
para la posteridad.
Fragmento de Dika en Nueva York, Angelina Lamelas,
Ed. Palabra, Col. La Mochila de Astor.
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El perro y el gato Mixeta, la gata de la tienda
El perro y el gato de «Vinos y Licores»
no son enemigos
juegan sin descanso
y están divertidos.
El perro no ladra
ni el gato maúlla
juegan en la casa
de mi tía Julia.
El perro y el gato
hacen amistad
y al verlos yo salto
de felicidad.
Alejandro J. Díaz Valero
Esto ocurrió, no hace mucho tiempo, en una ciudad de La Cerdaña llamada
Cuento viejo
Puigcerdá, que está junto a la frontera francesa.
La señora Montserrat y el señor Climent se ganaban la vida en un estableci-
miento de vinos y licores, de su propiedad, situado en una de las calles más
Quiero contartee Y al ver un perro céntricas de Puigcerdá.
un cuento viejo
o: se asustó tanto,
desde la Luna que pegó un brinco La tienda del señor Climent y la señora Montserrat está casi siempre llena
saltó un conejo
o. de este tamaño. porque, además de la buena situación, se puede decir que los dos poseen
simpatía comercial. Una sonrisa oportuna, un saludo cordial, una buena palabra
Tenía una orejaa Hasta la Luna y, sobre todo, la rapidez en atender al público, hacen que los clientes —los de
toda de plata: llegó el conejo. siempre y los advenedizos— salgan de allí satisfechos.
bastón de oro, Allí sentado En la tienda, además de vinos y licores, se pueden encontrar todo tipo de
traje de gala. se ha puesto viejo. refrescos, y también alguna cosa de comida, de la que no se estropea: latas,
Zapatos rojos, Por eso siempre botes de conservas y otros alimentos que permiten preparar una comida o una
medias de lanaa, los perros ladran cena de emergencia cuando no se ha tenido tiempo de ir a comprar alimentos
corbata verde, cuando de noche frescos.
calzón de panaa. la Luna pasa. Otro de los atractivos con que cuenta la tienda es la gata. Una enorme y
Como el conejo o Dora Alonso bonachona gata negra que se pasa el día vagando perezosamente de una
perdió el sombbrero, parte a otra de la tienda: por debajo del mostrador, entre las cajas de botellas,
compró una go orra sobre los toneles de vino…
de terciopelo. Pero uno de los sitios donde más le gusta estar es encima de las cajas que
hay arrinconadas en la pared, porque siempre encuentra algún cliente que le
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acaricie el lomo o que le rasque la cabeza. Y cuando ya está harta de mimos, —¡Ven aquí! —gritaba el
se dirige hacia el otro extremo del mostrador, donde, de un salto, se instala francés asustado.
sobre un enorme tonel de vino. Allí resulta inalcanzable para el público y
—¡Sal de ahí! —chillaba la
controla todos los movimientos humanos de la tienda. En esos momentos
señora Montserrat.
está tan quieta que parece una figura de porcelana. Por eso, algún cliente ha
preguntado más de una vez: Pero el bulldog no tenía la
más mínima intención de
—¿Es de verdad este gato?
obedecer.
Y la señora Montserrat responde
El señor Climent intentaba
siempre lo mismo:
cogerlo por el collar y
—¡Pues claro que es de verdad! arrastrarlo hacia afuera. Pero
¡Mixetaaaaa! no hubo forma. Los clientes
Mixeta es el nombre cariñoso con el que llenaban la tienda se lo
que se designa a cualquier gato o estaban pasando en grande.
gata, y significa gata pequeña. Mientras tanto, la gata ya había empezado a interesarse por la cuestión:
—¿Mixetaa! —llamó otra vez la se- sin abandonar su puesto de vigilancia, se había erguido, toda ella crispada.
ñora Montserrat. Y desde allí, completamente inmóvil todavía, observaba fijamente al perro,
esperando que este diera un paso en falso. Y el can lo hizo: levantó las patas
Pero Mixeta, ni caso. Como si no fuera delanteras amenazadoramente, como si quisiera alcanzar el refugio de la
con ella. No abandona su elegante gata. Aquello fue definitivo para ella, que lo interpretó como una descarada
pose por tan poca cosa. Alguna provocación por parte del perro. ¿Desafiarla a ella? ¿Qué se había creído?
vez, y como cosa extraordinaria, Emitió un largo y sonoro soplido y alertó a todos los clientes. Con un rápido y
se ha molestado en abrir un poco preciso movimiento se lanzó sobre el bulldog y se le agarró al cogote.
más los ojos, para volverlos a cerrar
inmediatamente al ver que lo que le Nadie se atrevía a acercarse. Ahora ya no lo encontraban tan divertido. El perro
ofrecen no le interesa. no hacía más que dar vueltas sobre sí mismo sin dejar de ladrar. Todos gritaban
que había que separarlos, pero nadie se atrevía a hacerlo.
Un buen día de verano, a la hora en que las calles se suelen llenar de gente
porque el sol ya no cae tan aplomado, entró en la tienda de vinos y licores un El pobre perro estaba tan aturdido, por el gato en el cogote y los gritos de la
señor francés con un enorme perro bulldog. gente, que cualquiera sabe qué estaría pensando. Y no se le ocurrió otra cosa
que salir de la tienda y echar a correr calle abajo. […]
Tan pronto como entraron, la gata, desde su puesto de vigía, o sea, desde el
tonel, notó algo extraño. Levantó la cabeza, abrió mucho los ojos y enderezó Finalmente —nadie supo exactamente qué le hizo tomar tal decisión—, la
las orejas. Pero no movió ni un pelo. gata «descabalgó» de un salto y, tal como cayó, en el mismo sitio se quedó
Seguramente la cosa no habría pasado de aquí si al bulldog no se le hubiera plantada como un pasmarote. El bulldog, al verse libre de aquella pesadilla,
ocurrido organizar tanto escándalo por un gato. Sin que el amo lo pudiese frenó tan bruscamente que derrapó, dio una voltereta y fue a parar a pocos
evitar, se escapó hacia el lado opuesto del mostrador, ladrando y gruñendo. metros más allá de la gata, encarado a ella.
En pocos segundos se organizó tanto alboroto, que incluso al día siguiente Fragmento de Perrerías de un gato, Elena O’Callaghan i Duch,
continuaría siendo la comidilla de los vecinos. Ed. SM, Col. El Barco de Vapor.
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Mi gato Decálogo de un buen amo
Mi gato juega brincando,
cuando brinca está soñando, 1º DAME, sobre todo, tu cariño: lo necesito
o
cuando sueña va jugando, más que cualquier otra cosa, los perross
y cuando juega está a mi lado. somos unos sentimentales terribles...
Mi gato es mi amigo
y siempre está conmigo, 2º PROPORCIÓNAME buena alimentación,
él es cariñoso... basta un plato abundante una vez al díía
pero más bien es hermooso
so. cuando soy perro adulto; me gustan las fruta
tass
Carlos Guicho y verduras (aunque no lo creas) y, por supue
estto,
nunca debe faltarme el agua.
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Noticia de pprensa
El peerro salvador
En la ciudad de Melvaa,
Australia, en un incenndio,
un perro ha demostraado
ser un ¡auténtico hérooe!
Todo comenzó cuando la casa en la la casa para proteger a los cuatro gatitos.
que se encontraba toda una familia Cuando los bomberos entraron, vieron la
junto a un perro y cuatro gatitos, em- bonita imagen del cariño de este perro por
pezó a quemarse. Todas las personas estos indefensos animalitos. Finalmente,
consiguieron salir, acompañados por el ¡¡¡todos fueron rescatados!!!
perro, pero no les dio tiempo para coger
los gatitos. Aunque se cree que los gatos y perros se
El perro se negó a ser el único animal llevan mal, ellos han demostrado que no
rescatado, por lo que entró de nuevo en es así.
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6 había tormenta, todos ayudaban a recoger, reunir y cargar el heno que sería
llevado al granero en un carromato con Fern y su hermano Avery, sentados
en todo lo alto. Luego el heno sería almacenado en el sobrado hasta que el
granero pareciese una maravillosa cama de alfalfa y trébol. Era magnífico saltar
allí, y resultaba un lugar perfecto para ocultarse.
Wilbur en la granja
Los primeros días del verano eran una época maravillosa para los pájaros. En
los campos, alrededor de la casa, en el granero, en el bosque, en la ciénaga,
todos eran gorjeos, nidos y huevos. Desde la linde del bosque, el gorrión de
cuello blanco (que viene nada menos que de Boston) grita:
—¡Oh, Pibu, Pibu, Pibu!
En la rama de un manzano el
pequeño mosquero fibíí se co-
lumpia, menea la cola y dice:
—¡Febe, fe-bi!
El jilguero que sabe cuán breve
y encantadora es la vida, dice:
—Muy, muy, muy dulce; muy,
muy, muy dulce.
Si entras en el granero, las go-
londrinas te observan desde sus
En la granja de John Arable habían nacido once cerditos. Pero uno era tan
nidos y te ordenan:
canijo que piensan no podrá sobrevivir, y se lo dan a Fern para que lo críe. Fern
lo cría con biberón, le acaricia, le arropa y le pone un nombre. El cerdito Wilbur —¡Vete, vete!
iba creciendo y no podía seguir teniéndolo Fern, por eso se lo vendieron a su
En los primeros días del verano son muchísimas las cosas que un niño puede
tío Homer que vivía cerca y tenía un buen granero.
comer y beber y chupar y masticar. Los tallos de dientes de león rebosan de
Los primeros días de verano en una granja son los más felices y alegres del leche. Las cabezas de los tréboles guardan néctar,r el frigorífico está repleto de
año. Florecen las lilas y los manzanos, y las abejas revolotean alrededor de las bebidas heladas. Hay vida allá donde pones los ojos, incluso en la bolita de la
flores. Los días se tornan tibios y suaves. punta del tallo de la cizaña. Y en el reverso de la hoja de una patata están los
brillantes huevos anaranjados del escarabajo de esa planta.
Fern visitaba el granero casi todos los días y se sentaba en silencio en la
banqueta. Los animales la trataban como a uno de los suyos. Las ovejas se Fue un día del comienzo del verano cuando terminó la incubación de los
tendían tranquilamente a sus pies. huevos de las ocas. Aquel fue un importante acontecimiento en el piso inferior
del granero. Cuando sucedió allí estaba Fern sentada en su banqueta.
Hacia el primero de julio, los caballos de tiro fueron enganchados a la segadora
y el señor Homer se subió al pescante y se dirigió al campo. Se podía oír durante Carlota —la araña— fue la primera en saber que habían llegado los ansarinos.
toda la mañana el zumbido de la máquina, yendo y viniendo mientras las altas La oca sabía desde hacía un día que llegaban; pudo oír sus vocecillas
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llamándola desde dentro de los huevos. Supo que se hallaban ya agobiados recoger los objetos más raros que encontraba en la granja y guardarlos en su
allí dentro y que se sentían ansiosos de romper la cáscara y salir. Así que se casa. Se quedaba con todo.)
sentó completamente inmóvil y habló menos que de costumbre.
—Puedes quedarte con el huevo —subrayó el ganso—. Pero te diré una
Cuando el primer ansarino asomó la cabeza gris verdosa entre las plumas de la cosa, Templeton, si veo que husmeas con tu feo hocico en torno de nuestros
oca y observó el entorno, Carlota se fijó en él e hizo el anuncio. ansarinos, te daré la paliza más grande que jamás recibió rata alguna.
—Estoy segura —dijo— de que cada uno de los que aquí estamos se alegra
al saber que tras cuatro semanas de esfuerzos y una paciencia inagotables por
parte de nuestra amiga, la oca tenga algo que mostrarnos. Han llegado los
ansarinos. ¡Mi más sincera felicitación!
—¡Gracias, gracias, gracias! —dijo la oca inclinando ostentosamente la cabeza.
—Gracias —dijo el ganso.
—¡Enhorabuena! —gritó Wilbur—. ¿Cuántos ansarinos hay ahí? Yo solo puedo
ver uno.
—Hay siete —replicó la oca.
—¡Magnífico! —dijo Carlota—. Tanto la oca como el ganso estaban preocupados por culpa de Templeton.
Siete es el número de la suerte. Y tenían motivos, pues la rata no tenía moral, ni conciencia, ni escrúpulos,
—La suerte nada tiene que ver en ni consideración, ni decencia. Ignoraba lo que eran la amabilidad, el
esto —intervino la oca—. Todo remordimiento, la amistad, los buenos sentimientos. La oca sabía muy bien
fue cosa de buenos cuidados y que mataría un ansarino si podía. Todos lo sabían.
trabajo firme. Aquella tarde, cuando se calmó el viento y el granero quedó tranquilo y
En aquel momento, Templeton silencioso, la oca gris sacó a sus siete ansarinos del nido y los llevó al mundo.
—la rata— asomó su hocico El señor Homer los vio cuando vino con la cena de Wilbur.
desde su escondrijo bajo la artesa
—¡Caramba! —dijo, al tiempo que mostraba una ancha sonrisa—. Vamos a
de Wilbur. Observó a Fern y
ver… uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete. Siete ansarinos. ¡Espléndido!
luego se deslizó cautelosamente
hacia la oca, bien pegada a la pared. Todo el mundo la observaba porque a E. B. White, Las telarañas de Carlota, Ed. Noguer.
nadie le gustaba, ni nadie confiaba en ella.
—Mira —empezó a decir con su voz aguda—, tú dices que tienes siete
El gallo Kikirikí
ansarinos. Había ocho huevos. ¿Qué pasó con el otro huevo? ¿Por qué no ha El gallo Kikirikí,
salido un ansarino? hijo de Kikirikero,
—Está vago, supongo —respondió la oca. ha levantado sus plumas
para enseñarme el plume ero. —No podré hacerlo sin tinta,
—¿Y qué vas a hacer con él? —prosiguió Templeton, clavando en la oca sus —La pluma que más le gu uste, gallito de terciopelo…
ojillos redondos y brillantes. elija usted, caballero, —¡
—¡Consígase un calamar
—Puedes quedarte con él —respondió la oca—. Llévatelo rodando y súmalo para escribirle a su novia que le sirva de tintero!
a tu colección de cosas desagradables. (Templeton tenía la costumbre de quince besos y un te quiero. Antonio Rubio
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Carta de un cerdo
A lø mejor tieneß un diccionariø a manø y puedes buscar la dichosa
palabra. TÆ asegurø quÆ cuandø leaß deefiinición sentiráß un
eaß su defi
a su primo Cochinete escalofríø recorriéndotÆ todø el cuerpøø.
¡Jamón! ¡QuÊ horror!
[...] Todø el mundø la conocÆ. Eß una
Queridø primø CochinetÆ:
palabra muy popular y, por lø quÆ
HacÆ ya un añø quÆ, a laß pocaß horaß dÆ nacer, noß separaron. Comø hÆ podidø descubrir, muy apreciada.
nø hÆ vueltø a saber dÆ ti, hÆ decididø escribirtÆ esta carta.
Todoß loß animaleß dÆ la granja del
Esperø quÆ cuandø la recibaß tÆ encuentreß bien dÆ salud. Yø estoy señor Orti¬ la sabían. Todoß menoß
maravillosamentÆ; en todø estÆ tiempø nø hÆ cogidø ni un mal yø, quÆ vivía en la ignorancia.
resfriadø y ni un solø día mÆ han faltadø ganaß dÆ comer. Esta tardÆ hemoß tenidø una conversación y hhÆ ddescubiertøb muchaß
h
HÆ crecidø muchø y, por supuestø, hÆ engordadø dÆ lø lindø. ¡Teníaß quÆ cosaß quÆ tÆ ponen loß peloß dÆ punta.
vermÆ! Nø mÆ reconoceríaß. Por ejemplø, laß gallinaß han oídø hablar dÆ loß polloß asadoß y del
La granja del señor Orti¬ eß preciosa y bastantÆ grandÆ. Casi nø sÆ estofadø dÆ gallina. Loß patoß han oídø hablar del patø a la naranja.
puedÆ abarcar con la vista. A loß corderoß leß suena algø llamadø chuletillaß dÆ lechal. Laß vacaß
Tengø buenoß amigoß por aquí entrÆ loß terneroß, laß gallinaß, loß tienen una idea dÆ lø quÆ pueden ser loß ffileteß dÆ ternera...
patoß... Esta nochÆ voy a escaparmÆ dÆ la granja del señor Orti¬.
NadiÆ podría pensar quÆ eß una mala vida, sinø todø lø contrariø. RenunciarÊ a mi confortablÆ casa, a loß bañoß dÆ Nicasia, a la comida
abundantÆ, a laß siestaß al sol...
Perø ahora tengø quÆ decirtÆ una cosa muy importantÆ. Eß algø quÆ
mÆ intranquiliza y hasta mÆ quita el sueñø alguna nochÆ, a pesar dÆ MÆ alejarÊ cuantø pueda dÆ la granja para quÆ nunca mÆ encuentren.
quÆ soy un verdaderø dormilón. Ya sÊ quÆ nø será fácil conseguirlø, perø estoy decididø a intentarlø.
HÆ descubiertø algø terriblÆ, primø, y creø quÆ debø decírtelø para quÆ Creø quÆ pensar en la palabra «jamón» mÆ dará fuerzaß. Ademáß,
también estéß avisadø. van a ayudarmÆ todoß loß animaleß dÆ la granja.
HÆ descubiertø una palabra; una palabra quÆ ha cambiadø mi vida MÆ irÊ en cuantø terminÆ la carta. Y creø, primø, quÆ ya nø tengø nada
por completø y mÆ ha robadø la alegría quÆ siemprÆ había tenidø. máß que decirtÆ.
Presta mucha atención porquÆ voy a decirtÆ cuál eß la palabra para Queridø CochinetÆ, esperø quÆ algún día volvamoß a vernoß; mientraß
quÆ su signifificadø nø tÆ pillÆ por sorpresa, comø mÆ ocurriö a mí. tantø, tÆ envíø un abrazø muy fuertÆ, muy fuertÆ,
La palabra eß... «jamón». ¡Jamón, sí, jamón! tu primø.
Fragmento de Primo Cochinete, Alfredo Gómez Cerdá,
¿Habíaß oídø hablar alguna ve¬ dÆ esta palabra? Ed. Everest, Col. La Montaña Encantada.
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Una vaca en clase
NARRADOR.—Los estudiantes hicieron silencio y la vaca se quedó sentada,
quietecita. La maestra le pidió al conserje de la escuela que fuera
hasta la granja y le dijera al granjero que viniese a buscar a la vaca.
(Teatro en un solo acto) (Entra el conserje y conversa con gestos con la maestra.)
MAESTRA.—(Al conserje.) ¡Gracias!
Personajes CONSERJE.—¡Ahora mismo voy! (Hace un gesto de aprobación y sale.)
NARRADOR MAESTRA.—(Sonriendo a los estudiantes.))
Cantaremos la canción «Mi
MAESTRA escuelita», (señalando a la
ESTUDIANTES vaca) en lo que vienen a
VACA buscar a nuestra amiga.
CONSERJE NARRADOR.—Todos comenzaron a cantaar.
GRANJERO ESTUDIANTES.—Mi escuelita, mi escuelitaa,
yo la quiero con amor,
AYUDANTE
porque en ella, porque en ella
aprendemos la lección.
(Escenario: niños y niñas sentados en sillas, la maestra está frente a ellos,
al fondo hay una pizarra con un saludo de bienvenida escrito en ella.) NARRADOR.—Los estudiantes cantaban
con tanto gusto y entusiassmo
NARRADOR.—Había una escuela muy bonita cerca de una granja. Era el primer día que la vaca también se pu usso
u
de clase y los niños estaban sentados, callados y muy contentos. a cantar.
MAESTRA.—V
—Voy a pasar lista (con el registro en la mano). Digan presente cuando VACA.—¡Muu!, Muu!, Muu!, Muu!
escuchen su nombre. (La maestra comienza a llamar a los estudiantes ¡Muu!, Muu!, Muu!, Muu!
por sus nombres.) ¡Muu!, Muu!, Muu!, Muu!
NARRADOR.—(Entra una vaca y se sienta en una de las sillas.) Una vaca había entrado ¡Muu!, Muu!, Muu!, Muu!
en la clase por la puerta de atrás y, al ver a los niños callados y NARRADOR.—Los estudiantes al escucharla, improvisaron un final para la canción.
sentados, también se sentó. Nadie se había dado cuenta de que
ESTUDIANTES.—Mi escuelita, mi escuelita,
la vaca estaba allí. (La maestra prosigue pasando lista.) Cuando la
yo la quiero con amor,
maestra terminó de pasar lista preguntó:
porque en ella, porque en ella
MAESTRA.—¿Hay algún estudiante que no escuchó su nombre? una vaca se instaló.
VACA.—¡Muu!
(Entra el conserje con el granjero y un ayudante, y se llevan la vaca.
ESTUDIANTES.—(Sorprendidos.) ¡Una vaca en la clase! Los estudiantes dan vivas y se ríen. Al salir la vaca repiten la canción
VACA.—(Inquieta.) ¡Muuu! ¡Muuu! mientras baja el telón.)
MAESTRA.—Por favor,r ¡silencio, para que la vaca no se asuste! La pobre está NARRADOR.—Fue un primer día de clase muy especial.
perdida. Andrés Díaz Marrero
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Receta de ensalada de aguacate ¿Sabes la historia de los sellos postales?
y jamón serrano Cuentan que el profesor inglés Rowland Hill, estaba realizando un viaje por
Escocia y decidió descansar en una posada. Mientras se calentaba en la
Ingredientes chimenea vio cómo el cartero de la zona entraba en la casa y entregaba una
z 2 aguacates z Zumo de medio limón carta a la posadera. Ella tomó la carta en sus manos, la examinó atentamente
z 6 lonchas de jamón serrano z Sal
y la devolvió al cartero diciendo:
z 1 tomate z Un chorro de aceite de oliva Como somos bastante pobres no podemos pagar el importe de la carta,
z 2 hojas de lechuga z 200 gramos de nueces por lo que le ruego la devuelva al remitente.
Modo de hacerlo Al oír aquello, el profesor Hill ofreció al cartero el importe de la misiva, pues
no quería que por falta de dinero aquella mujer se quedara sin la carta. El
1. Lava las hojas de lechuga en un recipiente lleno de agua fría. Sacúdelas y cartero cobró el dinero que costaba, y entregó la carta a la posadera, saliendo
déjalas secar. a continuación para seguir su recorrido. La posadera recogió la carta y la dejó
2. Corta con un cuchillo tiras finas de un centímetro de ancho. Lava el tomate sobre una mesa sin preocuparse en absoluto de su contenido. Luego se volvió
con agua fría y corta dados pequeños. Pela el aguacate con cuidado para al generoso huésped y le dijo con amabilidad:
no llevarte demasiada pulpa con la cáscara, y córtalo también en dados
Señor, le agradezco de veras el detalle que ha tenido de pagar el importe
pequeños. Mezcla la lechuga, el tomate y el aguacate y alíñalo con el limón,
de la carta. Soy pobre, pero no tanto como para no poder pagar el
la sal y el aceite.
coste de la misma. Si no lo hice, fue porque dentro no hay nada escrito.
3. En cada loncha de jamón, coloca un poco de relleno y enróllalo. Se adorna Mi familia vive a mucha distancia y para saber que estamos bien nos
por encima con una nuez. escribimos cartas. Cada línea de la dirección está escrita por diferente
Presentación mano; si aparece la letra de todos, significa que todos están bien. Una
vez examinada la dirección de la carta, la devolvemos al cartero diciendo
Coloca los rollitos sobre una fuente alargada en forma de abanico. que no podemos pagarla y así tenemos noticias unos de otros sin que nos
Silvia Martínez-Markus y Asociación Benéfico Cultural Alerce, La cuchara de oro. Cocina cueste nada.
para pequeños gourmets, Editorial Brief.
Dicen que este sucedido —que fue desmentido por el propio Hill en sus
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7
Mi amo descansa y toma el té. Pero el amo no piensa en mí. A toda prisa tengo
que volver a la aldea. Ya no me quedan fuerzas. Los ladrillos y mi amo (que va
sentado encima de los ladrillos) pesan mucho. Harían falta dos burros para tirar
del carro. ¡Ay, si al menos pudiera descansar!
Cuando el carro está cargado, Sultán grita: ¡Adelante! Dongel estira la cabeza
hacia delante y arrastra el carro con fuerza. Pero una rueda se engancha en
un bache y el carro se tambalea y se vuelca. ¡Se ha roto la rueda y no pueden
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Nana del burro Gorrión
El sol despierta con sus cosquillas al burro. Hace calor. El animal se frota contra
una palmera y mira el cielo azul.
—¿Qué haré? —se pregunta—. Daré un paseo y conoceré estos lugares. Duéérmete, burrillo manso,
A grandes saltos galopa por las márgenes del canal. En la orilla hay unas quee ya es la hora.
mujeres que lavan cacharros y ropa. Ya te
e has comido la flor
de la amapola,
—¡Mirad, un burro! —exclama una de ellas—. Sin ya h
has bebido en el restaño
duda se ha escapado. Tendríamos que cogerle. del agua sola.
Corren detrás de él y gritan ¡párate! Pero el burro Duéérmete, burrillo manso,
galopa cada vez más aprisa. […] q e ya es la hora.
qu
Camilo José Cela
Todos los aldeanos persiguen al burro. El burro
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Julio se pelea con unas ocas y un pato
Los chiquillos se alegraron mucho y descubrieron que el animal, pasando de
casa en casa, permanecería más o menos un día en una aldea y un día en la
otra.
—¡Chivo, ven! —exclamó Bartolo—.
Los habitantes de Arroyo de la Lombriz de Arriba estaban enemistados con los
Hoy te toca estar conmigo.
habitantes de Arroyo de la Lombriz de Abajo. Un día, en Arroyo de la Lombriz
de Arriba apareció un chivo que no era de ninguno de los vecinos de esa aldea. Pero el animal se resistía a salir del
Pero los habitantes de Arroyo de la Lombriz de Abajo tampoco lo reconocían puente. Mordía el pretil y Julio el
como suyo. Pero, el chivo desapareció, y entonces todos lo buscaban y querían del cofre le obligó sacando una
encontrarlo como si fuera suyo. Fue «Julio el del cofre», el vendedor ambulante cuerda de su bolsillo y atándosela
que recorría los caminos vendiendo, quien lo encontró. Como todos los niños alrededor del cuello.
de las dos aldeas competían por cuidarlo, Julio tuvo una idea:
—Dadle un nombre —dijo—. A
nadie le gusta que le llamen chivo.
—¡Se llamará Julio! —exclamaron
los chiquillos—. ¡Como tú! ¡Se
llamará Julio!
—¡Será un gran honor para mí!
—respondió satisfecho Julio el del
cofre.
Todos, los arroyolombricenses de
arriba, los arroyolombricenses de
abajo, los ancianos, las ancianas y
los niños, se echaron a reír. El chivo
lanzó un balido muy fuerte y dejó
que Bartolo le condujese a la aldea.
—¡Tengo una buena idea! Escuchadme, muchachos. Será vuestro porque El quinto día le tocó ser cuidado por Germán. En la casa de Germán había
estoy seguro de que lo trataréis bien. Lo haremos así: pasará un día con cada seis ocas y un pato que, en cuanto Julio entró en el patio, se echó sobre él
uno de vosotros. chillando. Las seis ocas movieron con fuerza sus alas y chillaron también con tal
furia, que parecía que las estuviesen matando. Julio echó la cabeza hacia atrás
—¿En qué orden? —preguntó Germán. y pasó muy erguido junto a ellas. El pato le dio un picotazo; no le hizo daño,
—Será —dijo Julio— por orden alfabético. Primero con Bartolo, luego con pero, naturalmente, el animal se sintió ofendido y le atacó con los cuernos.
Carlos Enrique, con Claudia, con Doris, con Germán... Y ahora me marcharé Germán le sujetó con fuerza y las seis ocas y el pato huyeron de allí graznando.
para buscar a su dueño y devolvérselo.
El padre de Germán acudió con una estaca y una cadena muy larga y entre los
A los arroyolombricenses de arriba les pareció muy bien el plan, el chivo no dos ataron a Julio en un pequeño prado que se hallaba entre la casa y el jardín.
sería de los de abajo, y los arroyolombricenses de abajo también se mostraron Germán colocó junto a él un cacharro con agua y sobre una piedra plana un
conformes porque el chivo no sería de los de arriba. puñado de sal.
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—¡Aquí no harás tonterías! —le dijo el padre del chico. Julio dio un salto atrás, pero el pato fue más rápido. Le agarró de la barba y...
¡la que se armó! El chivo era muy puntilloso y no soportaba que le tocasen la
La madre añadió:
barba. Se agitó, atacó, saltó y gritó con tanta furia que las aves, atemorizadas,
—No os preocupéis, le vigilaré desde la ventana de la cocina. huyeron al jardín, graznando a voz en cuello como pidiendo socorro.
Era aquel el último día de vacaciones y Germán acompañó a su padre a la Entonces descubrieron las ensaladas y los guisantes, las espinacas y las coles.
ciudad porque necesitaba un par de zapatos nuevos para la escuela, cuadernos, Comieron hasta hartarse y quisieron ir al estanque para beber y bañarse, pero
lápices y papel para forrar los libros. ninguna se atrevió porque Julio se hallaba junto a la puerta y mostraba sus
cuernos largos y afilados. Dieron media vuelta y siguieron comiendo, pero
—¡Adiós, Julio! —dijo Germán—. Pórtate bien y esta tarde jugaremos en los sentían una sed horrible y no podían beber porque Julio no abandonaba su
prados. Martín ha prometido venir. puesto junto a la entrada. Incluso el pato sentía miedo.
Julio bailó de alegría como si hubiese comprendido sus palabras. Desde la ventana, la madre de Germán veía al chivo, pero no a las seis ocas y
La madre tenía que atender a sus cosas y no podía estar continuamente al pato, porque las hierbas eran muy altas. Oía sus graznidos chillones, pero
asomada a la ventana de la cocina vigilándole. Tenía que vestir a las niñas estaba acostumbrada a ellos y no la alarmaron. No se le ocurrió que la puerta
pequeñas, hacer las camas, ir a la compra y guisar, pero estaba pendiente de del jardín podía estar abierta.
él y de vez en cuando le echaba una mirada para ver si se portaba bien. Cuando Germán y su padre llegaron a casa, les dijo:
El animal paseaba, comía y bebía. La cadena le permitía llegar hasta la puerta —Julio es un animal estupendo. Me gustaría que se quedase con nosotros;
del jardín y junto a ella había unos guisantes de olor que a Julio le gustaban compraríamos unas cabras y tendríamos leche, buen queso y mantequilla.
mucho. Comió todos los que quiso. A Germán le gustó mucho que alabaran a Julio. Salió satisfecho al patio para
Iba a echarse a dormir, cuando aparecieron las seis ocas y el pato, marchando verlo, y… descubrió el jardín devastado y vio a las ocas asustadas.
en fila india junto al seto. Graznaban y parloteaban, pero al ver al chivo El chivo sentía un gran orgullo por haberlas ahuyentado y le tenía sin cuidado
enmudecieron. El pato se adelantó siseando malhumorado y las seis ocas le que los padres del muchacho se enfadasen con él. ¡Era el vencedor!
siguieron batiendo las alas. Julio dio un salto, inclinó su cornuda cabeza y atacó Ursula Wölfel, Las travesuras de Julio, Ed. Noguer, Col. Mundo Mágico.
con toda su fuerza. Pero no dio en el blanco previsto; en lugar de herir al pato,
dio con la puerta del jardín. La cerradura saltó y el pato, furioso, balanceó la
cabeza. Trabalenguas
En el monte hay una cabra ética,
perlética, pelambrética,
peluda, pelapelambruda.
Tiene unos hijos éticos,
perléticos, pelambréticos,
peludos, pelapelambrudos.
Si la cabra no fuera ética,
perlética, pelambrética,
peluda, pelapelambruda,
no tendría unos hijos éticos,
perléticos, pelambréticos,
peludos, pelapelambrudos.
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La vaca voladora
Todo el mundo decía:
«¡Es formidable!
El vuelo de esta vaca es admirable».
Esta es la historia cierta de una vaca Todos, menos un tipo algo patán
que, desde que nació, se llamó Paca. que volvía de un viaje al Pakistán
Tenía siete meses y algún día que vociferó desde una roca:
cuando vino a vivir a la alquería. «¡Eh, tú, vaca, óyeme!
Era su aspecto un tanto singular ¿Te has vuelto loca?
y ella trataba de disimular… ¿Estás descerebrada, vaca Paca?
Tenía ciertas peculiaridades, ¿O acaso en vez de sesos tienes paja?».
ciertas taras, ciertas deformidades. La vaca, que oyó cosas semejantes,
Sobre el lomo tenía dos muñones, bajó para hacer vuelos más rasantes
dos bultos del tamaño de melones. y luego se lanzó sobre el patán gritando:
Y un buen día, los dos bultos crecieron, «¡Bombas fuera! ¡Allá te van!».
se hincharon, se agrandaron y… ¡se abrieron! Y Paca, con magnífica destreza,
Yo estaba allí con ella, en aquel prado, ¡le estampó una boñiga en la cabeza!
bastante sorprendido y asustado. Roald Dalh, ¡Qué asco de bichos!, Ed. Alfaguara.
Pero no sucedieron cosas malas,
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¿Sabes quién y cómo
era Platero?
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de
algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache de sus ojos son
duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas
apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas…
Lo llamo dulcemente:
—¡Platero!
Y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué
cascabeleo ideal…
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas, mandarinas, las uvas moscateles,
todas de ámbar,r los higos morados, con su cristalina gotita de miel…
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña…; pero fuerte y seco por
dentro, como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas
callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos,
se quedan mirándolo:
—Tien’ asero…
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.
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Pero el curioso animal no respondió. Y no era de extrañar, porque sus orejas
estaban tan arriba que no podían oír lo que le preguntaban desde el suelo.
Zena no se rindió y subió por el tronco del árbol hasta alcanzar los oídos del
cuellilargo animal. Al llegar a esa altura se sorprendió: ¡Anda si es Rafa, la
jirafa! ¡Y su cabeza no es de hojas sino que está oculta entre las ramas!
Entonces Zena le dijo cerca de su oreja:
La cebra que perdió —¿Has sido tú quien ha cogido mis rayas?
sus rayas —¿Yo? —contestó Rafa—. ¿No ves que yo llevo manchas grandes, marrones
y cuadradas?
—Es verdad —dijo Zena, y siguió buscando.
—¿Tienes tú mis rayas? —le dijo Zena a un
animal muy feliz que tenía el cuerpo repleto
de manchas.
—¿Yo? —dijo Gorongora, la hiena. ¡¡¡Jaja-
jajajajajajajajaja!!! Empezó a reír sin parar.
Zena también se puso a reír, pero después de
un buen rato de carcajadas, siguió buscando
En la calurosa sabana africana vivía Zena, una cebra muy presumida que no sus rayas.
hacía otra cosa que contarse las rayas al sol: un, dos, tres, cuatro, cinco…; Zena
contaba sus rayas una y otra vez: seis, siete, ocho, nueve, diez. Vio a Chito, el guepardo, que descansaba de
su última carrera, tumbado en las ramas de
Pero una mañana, al despertar, algo insólito sucedió: ¡alguien había robado a un árbol.
Zena todas sus rayas! La cebra miró a su alrededor pero no encontró a nadie.
Y se preguntaba: ¿Cómo ha podido ocurrir esto? —¿Me has quitado tú las rayas mientras
dormía? —le preguntó Zena.
Zena, decidió: ¡Buscaré al ladrón!
—¿Yo? ¿Acaso no ves que mis manchas
—¿Has sido tú el que me ha quitado mis rayas? —preguntó a Bom, el son pequeñas y redondas? —respondió el
hipopótamo. guepardo.
—¿YOOOOOOOOOOOOOOOO? ¿PARA QUÉEEEEEEEEE? —le contestó —Pues tiene razón —pensó Zena.
abriendo muchísimo la boca.
Continuó su camino y siguió buscando sus rayas perdidas. De pronto, le pareció
Zena pudo ver la campanilla del hipopótamo dentro de esa enorme bocaza,
divisar una de ellas tirada en el suelo. Pero al llegar a ella, la raya negra se alejó
pero ninguna de sus rayas. Así que prosiguió su búsqueda.
arrastrándose mientras dibujaba divertidas eses en el suelo. No era una de sus
—¿Me has robado tú mis preciosas rayas? —le dijo Zena a un animal con largo rayas, ¡era Mamba, la serpiente! Entonces Zena se alegró de que no fuera ella
cuello y cabeza de árbol, mientras pensaba: ¡Qué animal más raro! la que le había robado sus rayas.
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Destino de la cebra presidiaria
Zena estaba cansada de buscar sin encontrar sus rayas cuando se topó con
Bongo, el elefante.
—¿Qué te ocurre? —le preguntó el elefante a la cebra—. Te veo muy blanca
esta mañana. ¿Dormiste vestida??
¿Caminas dormidaa?
—Me han robado todas mis rayas negras —respondió Zena sollozando. Sales de tu casa
lista y decidida
Entonces Bongo abrazó a Zena con su enorme trompa y la subió sobre su
(la cebra no pasa
lomo, mientras le decía: desapercibida).
—Desde aquí podrás divisar toda Mil fugas ensayas
la sabana hasta el horizonte y en- tenaz y traviesa,
contrar al ladrón. ¡vayas donde vayaas
siempre estarás prresa
—Desde aquí, solo veo a un tigre con tu traje a rayass!
de Bengala que no había visto antes
por aquí —dijo Zena. Arturo Corcuera, La flauta de Kikirikí,í Editorial Everest, Col. La Montaña Encantada.
—¿Un tigre de Bengala en África?
—se extrañó el elefante—. ¡Qué
raro! Veremos de qué se trata. Nana de la cebra
Los dos amigos se acercaron hasta Pijama de rayas,
el visitante. rayitas de cebra,
—¡Pero si es Berta, la leona! ¡Con cebras que se bañan
mis rayas puestas! antes de la cena.
Te quito la blusa,
—Perdona, Zena —se disculpó Ber- te quito el pañuelo,
ta—, no quería robarte las rayas, te pongo el pijama,
pero… es que esta tarde hay una te visto de invierno.
fiesta de disfraces y no tenía qué Pijama de cebras
ponerme. que van a la cama
y sueñan ovejas
Zena la miró de arriba abajo y comprobó que sus rayas le quedaban fenomenal.
vestidas de lana.
—Está bien, te las dejo —aceptó la cebra— pero con una condición: que me Te canto canciones,
lleves contigo a la fiesta. te cuento los cuentos
de brujas y hadas
Y así fue como Zena encontró por fin sus rayas perdidas. que van por el cielo.
Y cebra y leona, se fueron juntas a la fiesta de disfraces, vestidas de mula y (La cebra viste pijama
tigresa. Bailaron, rieron y se lo pasaron genial. porque siempre tiene sueño.)
Almudena Castellanos, La cebra que perdió sus rayas. Rafael Cruz-Contarini
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Roco, el caballo color de fuego
—A ver, mozos —gritó el herrero—. Su-
jetadme bien el caballo. Parece muy
nervioso.
Al pobre Roco le pareció que todo era
Esta lectura tiene muchas palabras que quizás no conoces. Para entenderla sacarle defectos. Nadie había dicho
bien, pídele a tu profesor que te explique qué hace un herrero, qué es una nada contra él hasta ese momento y, de
fragua y cómo son las herraduras que se les ponen a los caballos. De este pronto, todo eran peros. Tres mozos le
modo, podrás disfrutar mucho de la lectura de este relato y aprenderás muchas inmovilizaron por completo, y entonces
cosas sobre los caballos. volvió la cabeza para ver al herrador
que, con unas grandes tenazas, sacaba
Al cabo de unos días se habló de herrar al caballo. la primera herradura del fuego. Por un
De ello se encargaba el padre de Pepón, que era herrador de oficio y sabía de instante creyó que iban a ponérsela
herraduras más que nadie. al rojo vivo, y respiró al ver cómo la
sumergían en un cubo de agua fría. Al
—Esta tarde he de herrar el caballo nuevo —dijo a la hora de comer. poco sintió unos golpes bien dirigidos
a su casco izquierdo, y supo que se lo
Y Pepón le aclaró que el caballo se llamaba Roco, era de color de fuego desde estaban rebajando con el pujavante.
el hocico hasta la cola y aún parecía asustado del viaje. Relinchó en son de protesta.
—Mal asunto —dijo el herrador. La verdad era que no le hacían daño,
pero a Roco aquella especie de zapatos
Porque más de una vez le cocearon los caballos, aunque su trabajo fuera le daban que pensar. Ya estuvo a punto
primoroso. de resbalar en la acera del picadero; si
además de eso le ponían herraduras, la
cosa era grave.
—Me voy a matar —dijo con un segundo
relincho.
Nadie le comprendió. El herrero emitió un «Soo» distraído, lo mismo que los
mozos, y Roco pensó que los hombres tenían poco vocabulario. En cambio
Ton le hablaba, y muy bien. Y también los chiquillos cuando le acariciaban la
frente y le ofrecían azúcar se hacían comprender.
Roco presenció cómo encendía el hornillo y enrojecía las herraduras para Al desatarle de nuevo se dio cuenta de que sus patas no eran las de antes.
templarlas. Lo vio hacer con anterioridad a los caballos de labor, cuando Le pesaban horrores y además patinaban sobre el asfalto del patio. Sacaban
estaba en la granja de Ton, y le daba miedo. Nada tenía de agradable el que chispas al menor tropezón.
le clavaran a uno el casco. Se imaginó que aquello iba a dolerle de veras y
—Cualquier día me romperé una pata —se dijo tristemente.
cuando le sacaron del «box» intentó alzarse de manos. Pero no lo consiguió,
porque le ataron muy corto, y tuvo que resignarse a soltar unas cuantas coces Sabía, por habérselo oído decir a su madre, que era la peor desventura que
con las patas traseras en signo de protesta. podía ocurrirle a un caballo.
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Un caballo tenía que correr veloz como el viento, un caballo debía saltar por Le entraron ganas de llorar. ¡Dios! Él se había entendido perfectamente con
encima de los troncos del árbol abatido por el rayo. Un caballo había de trepar Ton, que jamás tuvo que utilizar la silla, y nunca le hizo el menor daño. Se le
por las laderas de la montaña y bajar, rápido y brioso, de la cresta de las colinas antojó que «el niño», el niño a quien seguramente pertenecía, era un pequeño
hasta el valle donde se deslizaba el río. En una palabra: un caballo cojo no valía majadero. ¿Por qué no podía montarle como Ton? Era ridículo el atuendo
para nada, y con aquellas herraduras Roco se sintió acobardado. —herraduras, silla, bocado y bridas—, pero hubo de aceptarlo. Quizá tuviera
suerte con el niño.
Poco después lo llevaron a la pista —que afortunadamente era de arena y
corcho— en donde al fin pudo desfogarse y correr en redondo, lo cual era El niño llegó a media tarde. Debía de tener unos ocho años, los mismos que
mucho menos divertido que galopar por prados y trochas; pero Roco empezaba Ton, pero en nada se parecía a su amigo. Vestía elegantemente, pantalón de
a tener hormiguillas en las patas, y aquella carrera le devolvió parte de su pana, botas de cuero, grueso jersey con cuello alto y pequeño gorro de visera.
alegría. Bajo el casquete se veía el cabello muy lacio. También los ojos eran negros.
«En nada se parece a Ton», pensó Roco.
En cuanto le hubo desaparecido el sudor, le rociaron con una manga de agua,
le atusaron el pelaje con una cuchilla y, finalmente, le cepillaron las crines y le Llevaba en la mano una pequeña fusta y, en cuanto vio a Roco, la descargó sobre
peinaron la cola. Era la primera vez que Roco se bañaba de tal forma. Tanto en sus flancos. Era la primera vez que le pegaban y Roco se revolvió, acometido
la manada como en los días de la granja lo hizo en el río. Después del baño por un sentimiento ignorado hasta entonces.
venía el revolcarse sobre la tibia hierba del prado y hacer el loco, panza arriba, «El muy majadero... Si me montas voy a hacerte salir por las orejas.»
para entrar en calor.
Ton no le pegó jamás. A veces para acuciarle, le daba unas palmadas en las
En el picadero no podía revolcarse porque el asfalto era duro y, además, tenía ancas con la manita morena bien abierta. Era una caricia.
un color parduzco que en nada se parecía al de la hierba. Eso sí, le echaron una —¿Puedo montarlo? —preguntó el niño a su padre, un señor muy serio,
manta sobre los lomos, le ataron de nuevo muy corto y le cincharon. Le pareció bastante joven, que le acompañaba.
horrible. Casi tan humillante como tirar del arado. Nunca le habían ensillado
porque Ton lo montaba a pelo y dejaba sus piececitos colgantes sobre los —Será mejor que no lo haga hoy —dijo el mozo—. Lo hemos herrado, bañado,
flancos. Se sintió oprimido, maltratado, con los estribos mortificándole la piel. ensillado... Demasiadas cosas para un solo día. Está inquieto.
Oyó que decían: Carmen Kurtz, Color de fuego, Ed. Lumen.
Mi caballo
—No hay que fiarse de él. Nunca ha ido herrado y no sabe lo que es una silla.
Es un caballo peligroso para un niño tan pequeño.
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Era un niño que soñaba Receta de besitos de coco
Era un niño que soñaba Y cuando le vino la muerte, Para realizar esta receta debes pedir ayuda a tu mamá o a alguna
un caballo de cartón. el viejo a su corazón persona mayor, pues hay que utilizar el horno y te puedes quemar.
Abrió los ojos el niño preguntaba: ¿Tú eres sueño? Ingredientes
y el caballito no vio. ¡Quién sabe si despertó!
z 1 taza y 1/3 de leche condensada z 3 tazas de coco desmenuzado
Con un caballito blanco Antonio Machado
azucarada z 1/4 cucharadita de sal
el niño volvió a soñar; z 1 cucharadita de vainilla
y por la crin lo cogía...
¡Ahora no te escaparás!
Preparación
1. Mezcla la leche con la vainilla, y después añades el coco y la sal.
Apenas lo hubo cogido,
2. Calienta el horno a 350 grados centígrados.
el niño se despertó.
3. Pon, en una bandeja de horno engrasada, cucharaditas de la mezcla.
Tenía el puño cerrado.
4. Cuando el horno esté caliente, mete la bandeja y baja la temperatura a 180
¡El caballito voló!
grados.
Quedose el niño muy serio 5. Deja las bolas de coco durante 10 minutos en el horno y, y después, saca la
pensando que no es verdad bandeja.
un caballito soñado. 6. Cuando se enfríen, ponlas en un plato y llévalas a la mesa.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
El caballo y el asno (Fábula)
y a su amada le decía: Un hombre tenía un caballo y un asno. Un día que ambos iban camino de la
¿Tú eres de verdad o no? ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al caballo:
Cuando el mozo se hizo viejo —Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.
—
pensaba: Todo es soñar, Ell caballo, haciéndose el sordo, no dijo nada, pero po
oco
y el caballito soñado deespués el asno se cayó al suelo muriendo allí missmo
y el caballo de verdad. poor causa de la fatiga. Entonces, el dueño echó enciima
deel caballo toda la carga que llevaba el asno, y ademmás
Para sonreír
su
u piel.
Ell caballo, suspirando, dijo:
—¡Qué mala suerte tengo! Por no haber querido carrgar
—
Era un caballo tan vago, tan vago, coon una parte de la carga del asno ahora tengo que
que cuando le ponían la sillaa, caargar con todo, incluso ¡con su piel!
se sentaba.
Moraleja: «Cada vez que no ayudas a quien te lo piide,
M
te estás perjudicando a ti mismo, aunque no lo notes en
ese momento».
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Diario de Marina
¡IncreíblÆ, increíblÆ, increíblÆ! Mi ffiesta dÆ cumpleañoß ha sidø
fantástica.
Tengø quÆ escribirlø todø aquí para recordarlø siemprÆ, aunquÆ
nunca podrÊ olvidar algø así. MÆ han regaladø el bichø máß
rarø del mundø. Eß una mezcla dÆ dinosauriø, jirafa, cabra
y yø quÊ sÊ quÊ máß. Habla por loß codoß y traga comø una
manada dÆ leoneß hambrientoß. ¡Menudø comilón! ¡Menoß mal
quÆ eß muy simpáticø!
Prometø quÆ lø quÆ hÆ escritø aquí eß ciertø, y si nø fuera así
quÆ sÆ mÆ caiga la nari¬.
¡Hasta mañana, Diariø!
Isidora
d Oliver
l Motos y J. M. Álvarez
Ál Fernández,
d Ell dragón
d Canelón,
l Ed.
d SM.
93
9
Un día que tenía mucha hambre, vio un tigre enorme que quería comerse
una tortuga. El tigre vio al hombre y saltó sobre él, pero el cazador lo mató.
Después se acercó a la tortuga y vio que estaba muy herida, y —aunque sentía
hambre— tuvo lástima de ella, la llevó hasta su cobertizo y le vendó la cabeza
con tiras de tela que sacó de su única camisa. La tortuga era inmensa, tan alta
como una silla y pesada como un hombre.
Dejó la tortuga arrimada a un rincón y la curaba todos los días; al terminar le
La tortuga gigante
daba golpecitos con la mano sobre el lomo.
Pasaron días y días, y la tortuga sanó por fin. Pero entonces fue el hombre
quien enfermó. Tenía fiebre y le dolía todo el cuerpo; y un día, ya no pudo
levantarse.
La fiebre aumentaba y la garganta le quemaba de la sed. Comprendió que
estaba gravemente enfermo, y —aunque estaba solo— habló en voz alta:
—Voy a morir. Estoy solo, no puedo levantarme más, y no tengo quien me dé
agua. Voy a morir de hambre y de sed.
Y al poco rato la fiebre subió más aún y perdió el conocimiento.
Pero la tortuga lo había oído, y entendió lo que el cazador decía. Y pensó: «El
hombre no me comió, aunque tenía mucha hambre, y me curó. Yo le voy a
curar a él ahora».
Había una vez un hombre que
q un día enfermó y los médicos le dijeron
j que
q solo
yéndose al campo podría curarse. Él no quería marcharse al campo porque
tenía a su cargo a sus hermanos pequeños.
Un amigo suyo, que era director del Zoológico, le dijo:
—Quiero que te vayas a vivir al campo para que te cures. He pensado que
podrías dedicarte a cazar animales en el monte y yo te compraré las pieles; te
las pagaré por adelantado y así podrás seguir cuidando de tus hermanos.
El hombre aceptó y se fue a vivir al monte, lejos, muy lejos de la ciudad. Allí
hacía mucho calor, y eso le sentaba bien. Vivía solo. Comía frutos del bosque
y los animales que cazaba. Dormía bajo los árboles, y cuando hacía mal
tiempo construía con facilidad una cabaña con hojas de palmera, y a su cobijo
—sentado y fumando— veía cómo caía la lluvia y bramaba el viento. Era feliz.
Llevaba atadas y colgadas de su hombro las pieles de los animales, y con una
calabaza, seca y vacía, había fabricado un recipiente donde guardaba víboras
venenosas vivas. El hombre había recobrado la salud, tenía buen color, estaba
fuerte y comía bien.
94 95
Fue a la laguna, buscó una cáscara de tortuga chiquita, y, después de limpiarla El cazador tenía tanta fiebre que deliraba y se moría de sed. Gritaba: ¡agua!,
bien con arena, la llenó de agua y la llevó hasta donde estaba el hombre, y ¡agua!, a cada rato. Y cada vez la tortuga tenía que darle de beber.
le dio de beber. Después, se puso a buscar raíces y brotes tiernos y se los
Así anduvo días y días, semana tras semana. Cada vez estaban más cerca de la
dio al hombre para que comiera. El hombre comía y bebía sin saber quién le
ciudad, pero también cada día la tortuga se iba debilitando, aunque ella no se
alimentaba porque tenía delirio con la fiebre y no conocía a nadie.
quejaba. A veces se quedaba quieta, completamente sin fuerzas.
Todas las mañanas, la tortuga buscaba raíces cada vez más ricas para darle al
El hombre, de vez en cuando, recobraba a medias el conocimiento y creía que
hombre, y sentía no poder subirse a los árboles para llevarle frutas.
seguía estando en su choza del bosque.
El cazador después de estar días y días inconsciente, recobró el conocimiento.
Miró a todos lados y vio que estaba solo. Y dijo otra vez en voz alta:
—Estoy solo, la fiebre va a volver y voy a morir aquí, porque solamente en la
ciudad hay remedios para curarme.
Pero también esta vez la tortuga lo había oído, y se dijo:
—Si se queda aquí en el monte morirá porque no hay remedios. Tengo que
llevarlo a la ciudad.
Cortó enredaderas finas y fuertes y acostó al hombre encima de su lomo
sujetándole bien con las enredaderas para que no se cayese. Acomodó bien la
escopeta,
p , las p
pieles y el recipiente
p con las víboras, y emprendió el viaje.
La tortuga, cargada así, caminó,
caminó y caminó de día y de noche
Pero un día, un atardecer, la pobre tortuga no pudo más. Había llegado al
siempre con el hombre moribundo
límite de sus fuerzas. No había comido desde hacía una semana para llegar
encima.
más pronto, y no tenía fuerza para nada.
Atravesó montes, campos, cruzó an-
Cuando cayó del todo la noche, vio una luz lejana en el horizonte, un resplandor
chos ríos, y atravesó pantanos en los
que iluminaba el cielo, que no supo identificar. Se sentía cada vez más débil,
que quedaba casi enterrada.
y cerró los ojos para morir junto con el cazador, pensando con tristeza que no
Después de ocho o diez horas de había podido salvar al hombre que había sido bueno con ella.
caminar, se detenía, deshacía los
En ese momento, un ratón de la ciudad encontró a los dos viajeros moribundos.
nudos, y acostaba al hombre con
mucho cuidado, en un lugar bien —¡Qué tortuga! —dijo el ratón en voz alta—. Nunca he visto una tortuga tan
seco. grande.
Iba entonces a buscar agua y raíces Y le preguntó:
tiernas, y le daba de comer y beber.
—¿Qué es eso que llevas encima? ¿Es leña?
Ella comía también, aunque estaba
tan cansada que prefería dormir. —No —le respondió con tristeza la tortuga—. Es un hombre.
A veces tenía que caminar al sol. —¿Y adónde vas con ese hombre? —añadió el curioso ratón.
96 97
La tataratortuga
—Voy… voy… Quería ir a la ciudad —respondió la pobre tortuga en una voz
tan baja que apenas se oía—. Pero vamos a morir aquí, porque nunca llegaré…
—¡Ah, tonta, tonta! —dijo riendo el ratoncito—. ¡Nunca vi una tortuga más
tonta! ¡Si ya has llegado a la ciudad! Esa luz que ves allá es la capital. La tataratortuga, La tataratortuga,
lenta, al llegar la primavera
Al oír esto, la tortuga sintió una fuerza inmensa, porque aún tenía tiempo de visita a sus tataranietos. (hace ya cien primaveras)
salvar al cazador, y emprendió la marcha. La tataratortuga planta siempre una mimbrera
Era de madrugada cuando el director del Jardín Zoológico vio llegar a una tan tranquila, tan tronca, tan torpilenta… —puñadito de ilusión—
tortuga, embarrada y sumamente flaca, que traía acostado en su lomo y atado viene y va por la ladera.
era. con la más pequeñita
con enredaderas, para que no se cayera, a un hombre que se estaba muriendo. La tataratortuga, de ssus tataranietas.
El director reconoció a su amigo, y él mismo fue corriendo a buscar remedios, lenta, Y see marchan tan tranquilas,
con los que el cazador se curó enseguida. tan tarda, tan tronquiparda. tan tardas, tan torpilentas.
Tiene raíces y ramas,, Ayes Tortosa, Versos, canciones
A
Cuando el cazador supo cómo lo había salvado la tortuga, y cómo había hecho tiene gafas, y nanas para Nana,
un larguísimo viaje para sanarlo, no quiso separarse más de ella. Y el director tiene muchos corazo ones. A-Z Literatura Infantil.
del Zoológico se comprometió a tenerla en el Jardín del Zoo, y a cuidarla.
Ahora la tortuga es feliz con el cariño que le tienen, pasea contenta por todo
el zoológico, y todos la respetan y acuden a visitarla.
El cocodrilo cuesta abajo
Adaptación de un cuento de Horacio Quiroga, Cuentos de la selva. Un día, un pequeño cocodrilo recibió un sorprendente regalo de cumpleaños.
Era de su abuela, que vivía en alguna parte y lo pasaba
Manuelita la tortuga
muy bien. El cocodrilo palpó el paquete por todos
sus lados para averiguar qué había dentro.
—Me ha regalado unos zapato os —dijo con un
Manuelita vivía en Pehuaajó me podrán embellecer. tono de voz ligeramente decepcionado.
pero un día se marchó. En la tintorería de París
Pero no eran zapatos. Se tratab
ba de
Nadie supo bien por qué é la pintaron con barniz.
un par de patines, acompañados
a París ella se fue La plancharon en francés
de una carta.
un poquito caminando del derecho y del revés.
y otro poquitito a pie. Le pusieron peluquita «Querido nieto —así comenzab ba—, te
Manuelita, Manuelita, y botines en los pies. mando mis patines porque voyy a dejar de
Manuelita, dónde vas Tantos años
a tardó en cruzar el mar patinar para empezar a practicarr
con tu traje de malaquita que allí se
s volvió a arrugar ala delta. Cuídalos mucho, porr
y tu paso tan audaz. y por eso regresó vieja favor, porque son muy buenos..
Manuelita una vez se enamoró como se marchó Con ellos gané el campeonato o
de un tortugo que pasó. a buscar a su tortugo femenino de patinaje de Orino oco.
Dijo: ¿Qué podré yo hacer? que la espera en Pehuajó. Me temo que nunca patinarás como yo,
Vieja no me va a querer, pero no pasa nada si lo intentaas. Feliz
en Europa y con paciencia María Elena Walsh cumpleaños. Tu abuela, que te e quiere.»
98 99
Al final de la carta había escrito «DVH», que quiere decir «da la vuelta a la
hoja», pero el cocodrilo no lo vio.
—¿Qué quiere decir con eso de que nunca patinaré como ella? —gritó—,
¡Venga ya! Como si yo no supiera patinar mejor que una vieja cocodrila de
noventa y dos años.
Dejó caer la carta y empezó a examinar los patines.
—Ya veo —se dijo en voz alta—. Solo hay que atárselos ¡Es muy sencillo!
En seguida se puso los patines y se incorporó con mucha confianza. Pero tuvo
que volver a incorporarse otra vez. Luego cruzó la habitación muy deprisa y se
encontró tumbado bocarriba y con los patines en el aire.
—¡Qué raro! —se dijo—. ¿Cómo habrá sucedido esto?
Por fin consiguió ponerse de pie y quedarse derecho, utilizando su cola para
equilibrarse. Perro Negro le dijo a Perro Moteado:
—¡Así!, ¡quieto! —dijo el pequeño cocodrilo, con voz entrecortada—. Ahora —Vamos detrás, ¿no te parece?
lo voy a intentar fuera de casa. Algo me dice que voy a patinar de maravilla. Y los dos perros se unieron al descenso, meneando la cola y con la lengua
Dio la casualidad de que el cocodrilo vivía en lo alto de una colina muy fuera.
empinada. No se podía ir en otra dirección que no fuera hacia abajo. Así que ¡UIZZZZZ! ¡UIZZZZZ! ¡GUAU! ¡GUAU!
dirigió sus pies sobre los patines de su abuela en esa dirección, para probar. Después de bajar un poco más la colina, se encontraron con el viejo y rico
¡UIZZZZZ! señor Bigote en su silla de ruedas empujada por su enfermera, la señorita
Brinco. Un chófer mantenía abierta la puerta del coche y hacía reverencias.
Se lanzó por la colina, haciendo Pero para desgracia del señor Bigote, la procesión de bajada lo atropelló.
equilibrios con la cola.
—¡Hurra! ¡Allá vamos! —gritó el anciano con entusiasmo.
Si es muy fácil —pensó—, no Estaba muy contento por haber podido escapar del chófer y de la enfermera,
entiendo por qué todo el que eran muy mandones y siempre le decían qué debía hacer.
mundo dice que es muy difícil.
Los patines lo hacen todo ellos Bajaban cada vez más rápido, y detrás de ellos iban también la enfermera
solos. Brinco y el chófer. […]
La comitiva cada vez era mayor. Se les unió el niño de la señora Harris con su
Cada vez iba más deprisa. madre detrás gritando, el autobús con la banda de música que empezó a tocar
¡UIZZZZZ! con entusiasmo, el General Confusión que convocó al ejército para defender a
la ciudad de este ataque inesperado.
Dos perros intentaban abrir
una bolsa de basura, pero Todos estaban muy excitados, había una gran expectación y la gente colocaba
dejaron de hacerlo para ver a sus bebés y a sus padres ancianos para que pudiesen verlo todo bien.
pasar al cocodrilo. ¡UIZZZZZ! —hizo el cocodrilo.
100 101
Receta de canapés variados
Iban tan deprisa que tenía muchísimo miedo.
—¿Crees que podremos parar? —preguntó el señor Bigote—. Vamos muy
deprisa y no queremos atropellar a nadie.
Pero el cocodrilo no podía frenar. La gente aplaudía a su paso. Aquel era el
suceso más interesante y genial ocurrido en la ciudad desde hacía mucho Ingredientes
tiempo. z Pan de molde sin corteza, z 100 gramos de mayonesa
Y por fin, el cocodrilo consiguió detenerse. Y el sorprendente espectáculo del cortado en dos o cuatro partes z 1 lata de espárragos
cocodrilo que bajaba lanzado la cuesta, se convirtió en una fiesta inesperada z 100 gramos de paté z Avellanas
en el parque. z Mermelada de frambuesa
Margaret Mahy, Cocodrilo cuesta abajo, Ed. Rialp, Col. El Roble Centenario. Modo de hacerlos
El cocodrilo y la hormiga
Canapé de paté
frambuesa.
Este es el cuento de un coocodrilo
que junto al río estaba dorrmidid
do. Canapé de espárrago
Una hormiguita que allí lo vio
io Abre la lata de espárragos, tira el caldo y déjalos escurrir con cuidado para que
hasta el hocico se le subió
ó. no se rompan las puntas. Unta el pan de molde con mayonesa y encima coloca
El cocodrilo notó cosquillaas, el espárrago muy escurrido partido en dos o en tres (dependiendo del tamaño
se despertó y vio a la horm
miga. del pan). Se adorna con una avellana.
Quiso matarla de un mano otazo
y en el hocico se dio un poorrazo. Presentación
Juan Guinea Díaz En una bandeja, coloca los dos tipos de canapés en filas alternas.
Silvia Martínez-Markus y Asociación Benéfico Cultural Alerce,
Adivinanzas
La cuchara de oro. Cocina para pequeños gourmets, Editorial Brief.
102 103
Noticia de prensa
Capturan un cocodrilo de casi dos metros
que vagaba por las alcantarillas
Asturias Verde, 8 de noviembre de 2012, Euronews - Dailymotion
Dos años han necesitado las autoridades un zoológico. A Rock, además de ratas,
de Gaza, en Palestina, para echar el lazo también le gustaba cazar ovejas; ya había
a Rock, un cocodrilo de casi dos metros devorado dos ovejas y atacado al ganado.
que vagaba por las alcantarillas de la El animal fue capturado en un desagüe de
franja palestina desde que se escapó de Bet Lahiye, en el extremo norte de Gaza.
104
10
El tronco del baobab, por otra parte, era tan liso por todos lados, que ni Mono
ni Leopardo, por más que lo intentaron, pudieron subir.
Se había acabado el partido. Estaban desolados, tristes, porque justamente
era la final de la Copa de la Pradera y estaban empatados.
Entonces alguien, seguramente Hiena, tuvo una idea: propuso hacer una torre
y recuperar la pelota. A todos les pareció una excelente idea.
105 106
Un día especial en la selva
y caerá. Pero, no podemos dejar que caiga en la charca de Cocodrilo, ni que se
pierda en el Agujero Misterioso, así que todos los gatazos, que son estupendos
saltadores, se colocarán en la orilla de la charca para impedir que caiga allí; y
Gacela, Cebra y Antílope, que tienen rápidas patas, cubrirán el Agujero. ¿De ¿Qué pasa en la selvaa L pequeños tigres
Los
acuerdo? que siendo temprano o salen de la mano...
—¡¡Biennnn!! —gritaron todos a una. cebras y leones ¿¿a dónde van todos
están levantados? taan entusiasmados?
La cosa funcionó a la perfección y fue una suerte prever la caída, porque ¿Y por qué los monoss Es que hoy, en la selva,
E
primero estuvo a punto de caer al Agujero pero Gacela consiguió en última que nunca se lavan, es un día importante:
e
instancia golpearla, y Guepardo atrapó la pelota de un ágil salto cuando hoy se están peinanddo ¡Empiezan las clases
caía irremediablemente en la charca. Y cuando la pelota estuvo otra vez en con el agua clara? del profe Elefante!
d
sus manos, todos volvieron a lanzar un grito de alegría al unísono. ¡Estaban
JJuan Guinea Díaz, El Príncipe Z,
tan contentos de haber recuperado la pelota! ¡Tan contentos de haberlo Ed. A Fortiori.
conseguido! Y todo gracias a la idea de aquel insignificante roedor.
roedor
107 108
El león gruñón
Pedro decía:
—¿Por qué yo?
A lo que todos respondieron:
—Porque eres medio pariente suyo.
Convinieron que debía preguntarle
por qué era tan valiente y qué debían
hacer ellos para ser iguales que él.
Pedro, con mucho miedo, fue a verle
y le preguntó enganchándose en las
palabras:
—¿Sssss Simón, popopopor qué
eres tan tan tan tan valiente, y no te
asustas con Ramón?
Había una vez un león muy grande y gruñón, que se llamaba Ramón. Le gustaba Y Simón siguió haciendo lo suyo, sin
salir a pasear y asustar a todos los animales de la selva. Decía RRRR y cada vez atender a lo que Pedro le decía.
más fuerte RRRR...
Pedro insistió y le dijo con un tono
Todos en la selva lo escuchaban, y corrían, y se escondían en sus casas, y se de voz más fuerte:
tapaban los oídos. Y Ramón se reía mucho. Se reía más cuando conseguía
asustar a más animales. —¿Por qué eres tan valiente?
Les veía correr y le parecían chistosos. La jirafa, con sus patas largas, se caía; Pero Simón seguía en lo suyo, escarbando y buscando insectos para comer.
y al pararse se tropezaba con los árboles. La cebra, al correr, daba saltos tan Pedro se retiró muy enfadado, y les dijo a los demás animales:
grandes que siempre caía en el río y se mojaba. El hipopótamo se enojaba
no solo porque la cebra caía en el río, sino porque los animales pequeños se —Simón no me quiso contestar, ni siquiera me miró.
refugiaban allí y le estropeaban su casa. Se reunieron todos los animales y acordaron:
Pero un día, llegó a vivir a esa parte de la selva un ratón, un ratón muy especial. —Vamos, ahora mismo, a visitar a Simón a su casa, y le preguntaremos.
Era muy valiente y salía a pasear por la noche. Al ratón Simón —así se llamaba
este ratón valiente— no le importaba nada cuando Ramón daba su vuelta de Al llegar se dieron cuenta que Simón conversaba con su familia pero no con la
sustos; él seguía en lo suyo, paseando y comiendo, corriendo y jugando. boca sino que movía las manos.
Todos estaban muy confundidos y se preguntaban por qué al ratón Simón no —¿Qué es ese lenguaje de señas? —se dijeron extrañados.
le daba miedo, pero nadie se atrevía a preguntar.
Entonces, la mamá de Simón les dijo que Simón no podía oír como todos los
Llegó un día en que no aguantaban más la curiosidad, y la jirafa Ester le dijo demás animales. Y que por ello, se le veía tan valiente. Pero, añadió, es un
al conejo Pedro que él era el más indicado para preguntar al ratón Simón por ratoncito muy valiente que puede hacer las mismas cosas que hacen todos los
qué no tenía miedo. demás.
109 110
El león
A los animales del bosque se les ocurrió hacer un plan para conseguir que
Ramón les dejase vivir tranquilos. Y lo organizaron en secreto.
Al día siguiente, todos los animales se habían puesto de acuerdo para El león está de moda, rubios son como los trigos,
contemplar la escena. lleva melena dorada, suaves como la alborada..
Ramón salió como de costumbre, y se dijo: pero la pobre leona Su papá tiene la cola
está un ppoquito
q p
pelada. larga y como rasurada,
—A ver, ¿a quién asusto hoy? Él es el rey de la selva, pero en la punta más puntaa
Y se reía —ja ja ja ja ja—, y pensaba: ella su esposa adorada; lleva una borla pegada.
lleva zapatos de fiesta ¿No os parece una familiaa
—¡Qué bueno es ser el rey de la selva! ¡Y tener la voz tan alta y fuerte! y alegría en la mirada. simpática y apañada?
Ramón gritaba fuerte, y Simón salió a pasear. Simón seguía en lo suyo, no se Tres cachorros han tenido, Ana Merino, Hagamos caso al tigre,
inmutaba por los gruñidos y risotadas del león Ramón. todos en una camada; Ed. Anaya, Col. Sopa de Libro
os.
El monarca cabezón
—RRR rrrr rrr grauuuuuuuu... —dijo Ramón.
Y Simón estaba allí parado, frente a él, desafiante. Y Ramón empezó a ponerse
nervioso mientras pensaba: El león se equivocaba Si llegaba el carnaval
—Oye, ¿qué pasa? Este ratón no se asusta. ¿Qué pasa? ¿Estoy perdiendo la y no tenía razón prohibía que las jirafas
voz? ¡Ohhhhhh! ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo me voy a entretener? en las cosas qque afirmaba. lo pudieran celebrar.
Él era el rey de la selva Era un león envidioso,
Simón, con señas, intentó hablar con Ramón. A Ramón esto le pareció muy y todo le molestaba, inseguro y caprichoso,
simpático, y quiso ser amigo de un ratoncito tan valiente y alegre. cascarrabias y gruñón, y no podía aguantar
—Creo que seré su amigo —dijo Ramón. nunca tuvo compasión. que el cuello de las jirafas
Pensaba que era el más sabio, fuese mucho más hermoso
creía que era el mejor que su pelo estropajoso.
e imponía su opinión Fragmento de Poemas Rompecabezas,
en cualqquier celebración. Marina Romero, Ed. Edelvives, Col. Ala Delta.
Jirafa
C
Cuando me duele la garganta
ssiempre me acuerdo de ti, jirafa.
¿¿Qué usa tu padre para darte toques?
¿¿Cuántas pastillas chupas de una vez?
¿¿Te ha terminado ya de tejer tu abuela
Y así fue como en la selva hay dos nuevos grandes amigos, Simón y Ramón, una bufanda que te abrigue bien
u
que desde ese día no se separan y juegan todo el tiempo. ccuando vayas a la escuela?
Su palabra favorita es juguetería.
S
Y colorín colorado este cuento ha terminado. ¡Vivan la J y su alegría!
Gina Dazarola Rojas (con ligeras modificaciones en el lenguaje). Alma Flor Ada, Ab
becedario de los animales, Ed. Espasa Calpe.
111 112
Carta del oso a los animales del bosque Noticia de prensa
Queridoß animaleß: Un perro se cuela en las vías del Metro
¿Quién celebra hoy su cumpleañoß? 20minutos.es, 18 de enero de 2013
Si nø hay nadiÆ, ¿quién quierÆ celebrarlø por anticipadø? Héctor Garrido
Si tampocø quierÆ nadiÆ, ¿quién quiere celebrar alguna otra cosa Metro de Madrid ha informado este
Æ invitarmÆ a comer tarta y pasteleß? jueves a sus viajeros de dos incidencias
simultáneas en la Línea 6 que han obli-
Si aun así nø quierÆ nadiÆ, ¿quién quierÆ hacer una tarta, sin máß gado a parar la circulación temporalmente.
(perø con miel y nata y confi n itura dulcÆ y azúcar dÆ caramelø), Por un lado, una avería en un convoy a la
y pedirmÆ a mí quÆ vaya a comérmela? altura de la estación de Sáinz de Baranda.
Y por otro, el avistamiento de un perro en
Si nø quierÆ nadiÆ, ¿quÊ será dÆ mí? las vías a la altura de esta misma estación
¿Sabéiiß lø quÆ significa «tocar fondø»?? del suburbano madrileño.
«Circulación lenta en L6 entre Diego de
Pueß yøø ya hÆ llegadø. León y Conde de Casal por vía 2, por GH HOORVª D¿UPDQ HQ OD HPSUHVD GH
causas técnicas y presencia de un perro transporte madrileña.
AyudaadmÆ.
en las vías», informaba la compañía a sus La estación de Laguna se encuentra a
El osø viajeros a través de los altavoces y en su 15 paradas de la estación de Sáinz de
cuenta de Twitter. La incidencia con el Baranda —a través de la ruta norte de
vagón se solucionó y la circulación fue la línea circular, que es la que parece
restablecida tras 15 minutos de parón. ser tomó el animal— donde el perro fue
Pero el perro sigue dando vueltas por avistado por última vez a las 18:30 h. «Le
el subterráneo y aún no han podido hemos perdido la pista y ya no sabemos
atraparlo. GyQGHHVWi'HEHHVWDUDVXVWDGRªD¿UPDQ
desde Metro de Madrid. Un lector de
8Q SRUWDYR] GH 0HWUR KD FRQ¿UPDGR 20minutos.es asegura haberlo visto en la
a 20minutos.es que el animal se ha estación de Manuel Becerra a las 18:15 h
introducido en la red viaria en la estación \ FRQ¿UPD TXH VH WUDWD GH XQ galgo de
Aquella tarde, todo el mundo celebró su cumpleaños por anticipado, o celebró de Laguna a las 17 h a través de las color marrón. […]
alguna otra cosa, o hizo tarta sin más. El oso fue corriendo de uno a otro de los cocheras que están abiertas al exterior.
animales, y cuando no pudo más se tumbó resoplando y gimiendo debajo del La compañía ha avisado a la Protectora
sauce, donde, a la luz del sol poniente, se durmió poco a poco en un profundo «Creemos que se trata de un galgo. El de Animales para que se haga cargo del
sueño. personal de la empresa ha intentado animal, que de momento no ha sido
Fragmento de Cartas de la ardilla, de la hormiga, del elefante, del oso…, capturarlo varias veces pero cada vez reclamado por nadie, por lo que se
Toon Tellegen, Ed. Destino. que se aproximan, el perro sale huyendo estima que puede ser un perro sin dueño.
113 114
Para sonreír
¿Qué le dice Tarzán al ratón? Tan pequeño y con bigote.
¿Qué le dice el ratón a Tarzán? Tan grandote y con pañal.
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11
Las hormigas se miraron unas a otras y le contestaron:
—Pero no tenemos dinero —dijo la hormiga más pequeña.
—Además —se atrevió a decir la hormiga más valiente—, no creo que debamos
pagarle.
El elefante sacudió la trompa enfadado y las hormigas cayeron al suelo.
—¡Esto no quedará así! —bramó el elefante—. ¡Os llevaré a juicio!
El elefante y las hormigas El elefante volvió a recoger a las hormigas con su trompa sin ningún miramiento y
las condujo ante la jueza.
La jueza era una anciana tortuga, famosa por ser muy sabia y justa.
—¡Estas hormigas me han utilizado y ahora no quieren pagarme! —explicó el
elefante.
La tortuga fue haciendo preguntass.
—¿Entonces, señor elefante, usted
tenía pensado viajar de UK a Ponkk?
—Sí —respondió—. He venido a
Un elefante emprendió un largo viaje para visitar a sus padres. Tenía que ir desde UK ver a mis padres.
hasta Ponk. Recorrió montes y valles, cruzó ríos y arroyos, y después de muchos días, —¿Acaso las hormigas le hicieron
llegó a su destino. desviarse de su camino?
Cuando acabó el viaje, le pareció oír a alguien que le llamaba. Un coro de vocecillas —No, la verdad es que no.
se esforzaba en chillar:
—¿Sintió alguna molestia especiaal
—¡Señor elefante! ¡Señor elefante! durante el viaje?
El elefante tuvo que prestar mucha atención para ver quién le hablaba.
—¿Molestia, dice?
Eran decenas de hormigas negras. El elefante las dejó subir a su trompa, y luego, se
llevó la trompa junto al oído para poder escuchar mejor. El elefante se quedó un rato penssativo y
contestó:
—Somos un grupo de hormigas de UK. Nuestra madre está enferma y vive aquí, en
Ponk. Por eso, cuando nos enteramos de que usted vendría, nos subimos a su lomo —Ahora que lo dice… No, molestiaestia ninguna
ninguna. Al contrario
contrario. A diferencia de otras
y le acompañamos. veces, en este viaje a menudo he notado un suave hormigueo sobre la espalda, una
especie de masaje. Era muy agradable.
—¿Ah, sí? —dijo el elefante.
—Muchas gracias, señor elefante —dijo la tortuga.
—Solo queríamos darle las gracias por habernos traído. Sin usted, no habríamos
llegado jamás. ¡Muchas gracias de parte de todas! Después, la jueza preguntó a las hormigas.
—¿Cómo que muchas gracias? —refunfuñó el elefante—. ¿Eso es todo? ¿Dónde —¿Por qué no pedisteis permiso al elefante para que os llevara antes de que
está el dinero? ¡Tendréis que pagarme por el viaje! empezara el viaje?
116 117
El elefante que no tenía amigos
—Lo intentamos —dijo la hormiga más parlanchina—. Pero fue imposible. No había
forma de hacernos oír. Nosotras chillábamos y chillábamos: «¡Señor elefante! ¡Señor
elefante!». Pero él no nos oía. Todo por culpa de los monos, ¿sabe usted? No sé
si habrá estado alguna vez en UK. Es precioso. Debería visitarlo. Además, se come Estaba un elefante solito en la sabana,
muy bien. Pero, a lo que iba. En UK hay muchos monos, son muy ruidosos, y están caminaba muy despacio, y con las orejas gachas,
todo el día columpiándose de los árboles. ¡Si los viera! Hay de todo: chimpancés, se perdió de su manada, y no encontraba su hogar,
orangutanes, gorilas, mandriles… y buscaba allá en la selva amigos con quien jugarr.
—Está bien, está bien —le interrumpió la tortuga—. Creo que ya sé todo lo que
necesito saber. Se encontró con la hormiguita, se pusieron a charlar,
pero era tan pequeña, que no la quiso asustar,
La tortuga se retiró unos minutos a pensar. Las hormigas esperaban nerviosas la continuó su camino, se encontró con un ratón,
decisión de la tortuga. El elefante, sin embargo, parecía muy tranquilo. ahora él se asustaba, ¡menudo salto que dio!
—Me voy a hacer rico. Se van a enterar estas hormigas —murmuraba seguro de sí
Al lado de un precipicio, se encontraba una cabriita,
mismo.
se dijo... voy a acercarme, quizá quiera ser mi amiga.
Esta cabrita gustaba de los deportes de riesgo
y saltaba entre las rocas con mucha gracia y salerro.
Y el pobrecito elefante, se tuvo que resignar,r
no podía jugar con ella... él no sabía saltar...
Continuó su camino, se encontró con un jilguero,,
en lo alto de una rama, cantaba con mucho esmero.
Otra vez el elefante, se tuvo que retirar,
no podía subir al árbol... y ¡no sabía cantar!
Y de pronto, en un recodo, vio que estaba junto al río,
y escuchó con alegría un ruidoso vocerío.
¡Allí estaba su familia!, al fin volvería a su hogar.
Se abrazaba a sus hermanos con mucha felicidad d,
Cuando entró la tortuga, todos se pusieron en pie. Pero pronto volvieron a su volvería con sus amigos, vería a papá y mamá,
posición porque un elefante no aguanta mucho tiempo a dos patas y una tortuga es y estaría muy contento... aunque no sabía cantar.
muy lenta. Mari Luz Arance Sáez
áez
La hormiga
La tortuga dijo:
—Después de haber oído al elefante y a las hormigas, condeno a las hormigas a
pagar al elefante mil dinares por el viaje…
—¡Yupi! —exclamó el elefante. Siempre va en fila
Las hormigas temblaron. Pero la tortuga aún no había terminado: con sus amigas,
toda de negro,
—Por su parte, el elefante deberá pagar mil dinares a las hormigas por el masaje. To de luto,
Toda
patitas finas.
El elefante se marchó a paso rápido resoplando. Las hormigas fueron a ver a su de abajo arriba,
Siempre con prisa,
madre, que se rió mucho cuando sus hijas le contaron esta historia. vaa doña hormiga.
siempre con migas
(Creative Commons Attribution Share-Alike 3.0 License) de pan de harina. Antonio Rubio
118 119
Unos seres enormes
Pim sacudió la cabeza enérgicamente. Los árboles no se movían. Miró por encima
de su hombro.
Había cuatro árboles que avanzaban ban hacia él. Eso era demasiado. Pim quería volver
con su madre. Estaba a punto de e salir corriendo, cuando una voz por encima de su
cabeza dijo «hola».
Algo le rozó la oreja. Pim miró hacia arriba. Dos ojillos le miraban
desde una larga, larga nariz. Detrás de la cara había dos grandes
orejas y un cuerpo enorme con… sí, ¡los árboles eran las
patas del animal! Ee… hola —dijo o Pim cautelosamente.
Seguía preparado para salir corrie endo—. ¿Qué eres?
—Soy un elefante —dijo la extrañ ña criatura—,
un bebé elefante.
—¿Un bebé elefante? —dijo Pim con los ojos muy
abiertos—. Tu madre debe ser en norme.
—Pues sí, es bastante grande —d dijo el bebé
elefante—. Me meto debajo de ella para que me
Aquella noche, la señora Aardvark llevó a Pim, su hijo, a su expedición por la estepa dé sombra cuando el sol es demaasiado fuerte.
en busca de comida. Pasaron por una arboleda, o lo que había sido en tiempos una Pero ¿qué eres tú?
arboleda. Muchos de los árboles habían sido arrancados de raíz y arrojados al suelo —Un aardvark —dijo Pim.
y los que seguían en pie tenían la corteza arrancada. Había ramas rotas por todas
—Un rar… ¿qué? —dijo el elefantte. Exploró a Pim
partes. Pim se detuvo, miró a su alrededor. ¿Quién podría haber hecho eso? Alguien
por todas partes con su trompa—. Desde luego, algo
enorme.
raro.
—Los elefantes —dijo su madre—. Arman mucho lío para comer. Ven. Daremos la —Un aardvark —dijo Pim—. Puess sí que puedes hablar
vuelta por la orilla. tú. Con esa nariz tan rara que cue elga. Deja de hacerme
—¿Para comer? —preguntó Pim, siguiendo a su madre—. ¿Comen aardvarks? cosquillas.
—No, solo hierba y ramas y corteza de árbol y cosas de esas. Pero todo lo tiran —Perdona —dijo el elefante mien ntras
por todas partes. Si se les antoja una rama que no alcanzan, arrancan el árbol para retiraba su trompa y la dejaba levan
ntada—.
cogerla. Esta es mi trompa. Siempre la uso o para
explorar cosas raras… quiero deccir,
—Los elefantes deben ser muy fuertes —dijo Pim—. No querría encontrarme con un nuevas. Es muy fuerte, además. Mira
elefante. —enroscó la trompa alrededor de e un
árbol joven y de un tirón lo sacó de la tierra,
El nido de termitas que su madre escogió para cenar estaba cerca de un río. Durante
con raíces y todo.
un rato, Pim estuvo mirando cómo rompía el nido su madre, pero un interesante olor
que venía del río le atrajo como un imán. Pronto se encontró dando tumbos a lo —De modo que así es como lo
largo de la orilla del río, olfateándolo todo. Tenía que tener cuidado con las raíces de hacéis —dijo Pim.
los árboles, que parecían extenderse por todas partes para hacerle tropezar. Delante Miró al árbol que estaba en el
de él se alzaba un árbol y Pim se apartó a un lado para rodearlo. suelo y preguntó al elefante:
Eso era curioso. Pim se quedó inmóvil. ¡El árbol se había movido! —¿No vas a comértelo? […]
120 121
Cómo se dibuja un elefante
El elefante miró hacia el río, de donde llegó un ruido de chapoteo, y dijo:
—Mejor será que vuelva con ellos. Están cruzando el río. ¿Quieres venir a despedirme?
Pim dijo que sí, y así es como vio a la manada de elefantes cuando tomaban su baño. ¡Vamos a empezar!
Parecía haber elefantes por todas partes. Se echaban chorros de agua a sí mismos El elefante
y a los demás y revolvían el barro con sus enormes patas. El amigo de Pim estaba es muy interesante
deseando reunirse con ellos. Con un alegre «¡Adiós!», se deslizó por el resbaladizo para dibujar.
barro de la orilla y aterrizó en el agua con un gran salpicón. Un inmenso elefante
—debía ser su madre— fue chapoteando hacia él, le dio unos azotes con la trompa y Su cuerpo es un corpachón,
luego le regó todo el cuerpo con agua. El amigo de Pim protestó e intentó escapar, tamaño de camión;
pero su madre tiró de él y le echó chorros y más chorros de agua. No había duda grandes las patas y orejas,
de que estaba disfrutando enormemente. También Pim. Estaba mirando cómo la cuatro pelos en las cejas,
madre de su amigo tiraba de él por la empinada orilla del otro lado del río, mientras y la trompa, ¡qué trompazo!
otro elefante le empujaba por detrás. Les estaba costando buenos esfuerzos hacerle (un elefante sin trompa
subir por el resbaladizo talud. Su amigo elefante no era más que un bebé. es como una trenza sin lazo).
Descomunales colmillos,
curvados como cuchillos.
Todo es grande (al fin y al cab
bo
tan solo tiene pequeños
los ojos y el rabo).
Arrugas en el pellejo
—aunque no es viejo—.
El elefante
elegante,
músico
brillante,
toca la trompa
al instante.
—Con que estás aquí —dijo la madre de Pim—. Mira cómo te has puesto. Estás El elegante elefante,
cubierto de barro. ¿Qué has estado haciendo? lento y campante,
ya está dibujado.
—Me han salpicado un poco, nada más. Los elefantes arman mucho lío también para
bañarse, igual que cuando comen. El elegante elefante
toca la trompa al instante.
Pim suspiró. Estaba cansado. Se volvió hacia su madre y le preguntó: ¿Por qué no
tengo yo una trompa? ¡Solo le falta que cante!
¡El elefante!
—Porque eres un aardvark —dijo su madre.
Jill Tomlinson, El aardvark que no las tenía todas consigo, Ed. Alfaguara. Gloria Fuertes
122 123
La mariposa y el hipopótamo
—Por eso me gusta que vengas a visitarme —le dijo el hipopótamo—, porque así
alegro mi vista observando tus bonitas alas y tus movimientos ágiles y libres. Veo en
ti lo que yo no tengo. Somos muy distintos, pero no importa, podemos ser amigos.
Había una vez un hipopótamo que vivía en un zoológico. Estaba tomando el sol en La mariposa se alegró mucho oyendo la respuesta del hipopótamo, y afirmó:
unas rocas cuando, sin esperarlo, se le acercó una mariposa, de muchos y bellos
colores, y se detuvo sobre su nariz. —¡A partir de ahora seremos amigos! Lo vas a pasar muy bien. Vendré cada día
a verte, aprovechando el buen tiempo de la primavera, y hablaremos mucho rato
—¡Hola! —le dijo la mariposa—. ¡Qué bien estás aquí, tomando el sol! ¿No tienes contándonos cosas.
miedo de quemarte? El sol quema mucho desde que se está destruyendo la capa
de ozono de la atmósfera.
—Pues no —respondió el hipopótamo—,
no tengo miedo de quemarme porque yo
tengo una piel muy dura, y cuando noto
demasiado calor me sumerjo en el agua
para refrescarme e hidratarme.
El hipopótamo le preguntó a la mariposa:
—Y tú, ¿cómo haces para soportar el
calor siendo tan pequeña? La mariposa continuó viniendo todos los días a ver al hipopótamo. El hipopótamo
La mariposa le contestó: se sentía feliz y acompañado. La mariposa estaba satisfecha de alegrar la vida al
hipopótamo, su nuevo amigo.
—Yo me refresco moviendo mis dos
alas, que son como un abanico que da A ninguno de los dos les importaba la diferencia de las dimensiones de sus cuerpos,
aire fresco. Me sirven para volar y para pues «para la amistad, no importa el tamaño ni el color».
refrigerarme. Adaptación de un cuento de Gloria Fuertes.
La mariposa se quedó mirando al hipo-
Adivinanzas
pótamo con admiración y comentó:
—Hipopótamo, ¡qué grandote eres!
¿Cuánto pesas?
—Peso unos dos mil quinientos kilos.
¿Y tú? Para ser más elegante Mamífero rumiante
—Yo, ni medio gramo… —y continuó preguntando—. ¿Tú crees que, tú que eres no usa guante ni chaqué de cuello alargado,
tan grandullón y yo que soy tan pequeñita y frágil, podríamos ser amigos? solo cambia en un instante por el desierto, errante,
por una «efe» la «ge». siempre anda jorobado.
El hipopótamo le dijo: (El elefante) (El camello)
—YaY ves que no me he enfadado cuando te has posado sobre mi nariz… Además,
me gusta mucho el colorido de tus alas, que me transmiten y contagian tu alegría. Mi nombre lo leo,
La mariposa, sin pensarlo mucho, comentó al hipopótamo lo que pensaba: mi apellido es pardo,
quién no lo adivine,
—Pues tú me pareces muy feo y muy grande… Me das la impresión de que estás
es un poco tardo.
siempre aburrido y que te cuesta mucho trabajo moverte; siempre estás en la misma (El leoprado)
posición, apoyado en tus cuatro patas.
124 125
Para sonreír
Estaban jugando al fútbol el equipo de los elefantes contra el equipo de los
gusanos. El partido estaba muy descompensado. Tanto que a diez minutos
del final iban ganando los elefantes por 50-0. Pero, de repente, el equipo
de los gusanos hace un cambio y sale el ciempiés. El ciempiés empieza a
meter un gol tras otro y quedan 50-75. Al final del partido, el capitán de los
elefantes, incrédulo, se acerca al vestuario de los gusanos y le dice a uno…
—¡Qué portento de jugador! ¿Por qué no lo habéis sacado antes?
—Es que estaba terminando de atarse las botas.
126
12
paseando por la isla, encontré una maraña de árboles frutales, y, oculta entre ellos,
una gran bola blanca de cerca de dieciséis metros de alto. Como me sentía muy
cansado, comí algunas frutas y me eché a dormir. En el mismo instante en que iba
a cerrar los ojos miré hacia arriba, y vi que el cielo se oscurecía por las alas de un
gigantesco pájaro.
Yo pude agarrarme a un gran pedazo de madera y sostenerme hasta que el mar Recordé que había oído algo sobre esta manera de obtener diamantes. Y pensé que
me arrojó a la playa de una isla desierta. Allí pensé que moriría de hambre. Pero, podría escapar de allí.
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El jilguero y la calandria
Me até al pedazo de carne, y me oculté debajo; llegó un águila, agarró la carne, y se
la llevó a su nido situado sobre los picos de las montañas. Los hombres ahuyentaron
al águila, y se apoderaron de la carne para obtener los diamantes que en ella se
habían incrustado. Al dar la vuelta al trozo de carne, me encontraron allí atado. Les quiero contar la historia Del miedo se le cayó
de un jilguerito cantor aal jilguero la guitarra
Cuando ya tuvieron todos los diamantes que necesitaban, decidieron partir para sus
que tocaba la guitarraa ju usto cuando iban a actuar
hogares y me llevaron con ellos. Al pasar frente a la isla desierta, mis compañeros
y era muyy buen ppayador.
y porque esa noche había farra.
p
desembarcaron con un hacha y rompieron la gran bola blanca, o sea el monstruoso
Él estaba enamorado Cuando la pobre calandria
C
huevo del Pájaro Roc. Un grito terrible atronó el espacio. El Pájaro los había visto.
de una calandria mimosa p
pensó: «¡El gato me agarra!»
Los hombres volvieron apresuradamente a la nave y rápidamente nos hicimos a la
que cantaba dulceme ente lllegó un perro vigilante
mar; pero Roc nos siguió, llevando en sus garras un gran trozo de granito. Cuando
en la rama de una rosa. que al gato sacó corriendo
q
lo creyó oportuno lo dejó caer sobre nuestra embarcación, que se fue al fondo del
Juntos volaban ligero, ssin perder un solo instante.
mar. Agarrándome a uno de los maderos de la nave con una mano, y nadando con
juntos juntaban bichittos LLe devolvió el instrumento
la otra, como el mar estaba en calma, pude llegar a otra isla.
y alegraban con sus trrinos aal pajarito cantor
¡Este era un lugar delicioso! Brillantes riachuelos corrían entre los viñedos cargados a papas y rabanitos. y a la bonita calandria
de uvas y huertos llenos de frutas. Allí encontré a un extraño anciano que me pidió Un día los asustó laa adornó con una flor.
por señas que lo llevara a cuestas a uno de los ríos. un gatazo grande y fie ero Volando muy apurados
V
que dando fuertes maaullidos para la fiesta se fueron
p
Tan pronto como lo cargué sobre mi espalda, el viejo cruzó las piernas sobre mi cuello y allá cantaron tan bien
y me apretó la garganta hasta que me desmayé. Cuando volví en sí, aún estaba sobre los miraba desde el suelo.
uelo.
que todos los aplaudieron.
mis hombros. Sobre ellos se quedó todo el día y toda la noche, y cuando desperté a
la siguiente mañana, allí estaba aún. Nunca se desprendió de mí y me hizo su esclavo. María Alicia Esain
La golondrina Marina
La golondrina Marrina
ha llegado a mi teejado
al nido que dejó hecho
Los pollitos pían
el año pasado.
porque quieren más,
Llega en primaverra,
tienen muy cansada
felizmente casada,
a su pobre mamá.
tres huevos ha pue esto
Ella está contenta
Un día, para recuperar mis fuerzas, hice vino de las uvas, pero me lo quitó y se lo y está muy cansad da.
Tres pollos tiene de verlos así,
bebió todo. Felizmente para mí, el vino era demasiado fuerte para él, y soltando mi
en su casa de barrro, tan gordos y sanos,
cuello, cayó al suelo. De este modo me libré de él.
comen y comen se siente feliz.
Corrí a la playa donde encontré algunos marineros con los cuales volví a Bagdad. y nunca están harttos. Cuando crezcan se irán
Ellos me dijeron, que ese anciano era conocido como el Anciano del Mar, y que a sus Una y otra vez trae
e de nuevo, muy lejos,
presas las ahogaba: yo era la primera persona que había escapado de ser ahogada comida del campo o, el próximo año
por él. trigo y bichitos, los veré de nuevo.
Relato adaptado de Las mil y una noches, Anónimo. y agua de un charco. Mª Lourdes García Jiménez
129 130
Tomás, el espantapájaros
—Necesitan algo… —pensaba.
Pero no pod día adivinar qué era. ¿Lo sabría el
agricultor? E
El agricultor Tomás Trigodeverano
lo sabía muyy bien.
Pocos días d
después vinieron Tobías y Gustavo.
Bajaron del tractor y se quedaron parados
en la linde del campo, con las caras serias.
Espantapájaaros oyó decir al agricultor:
—Es una caalamidad que no llueva. Con el
calor se nos van a secar las coles hasta el tallo.
Este tiempo es desesperante.
—Las plantaas ya no aguantan más —intervino
Gustavo—. SSería preciso regarlas.
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El pequeño colibrí
Tomás se arrepintió de haber mandado al diablo la lluvia. Lo lamentó amargamente,
pero ¿de qué le servía aquel arrepentimiento tardío? Aún tuvo que esperar dos días.
Durante dos largos días soportó una terrible angustia. Veía cómo las plantas de
las coles se marchitaban cada vez más deprisa. Ante tal espectáculo perdía toda
esperanza. Por fin, a la mañana del tercer día, se levantó una tormenta a lo lejos.
Grises y negras nubes avanzaban por el cielo. Lentamente, muy lentamente, se
acercaban y rodaban delante del sol. Entonces, empezó a llover.
—¡Gracias a Dios! —pensó Tomás—. ¿Qué me importa mojarme? Nada en absoluto.
¡Venga, querida lluvia, adelante!
Otfried Preussler, Tomás Espantapájaros, Ed. Alfaguara.
Cinco palominos blancos El pequeño colibrí azul se perdió. Viajaba con su familia en busca de un lugar más
cálido donde pasar el invierno. Los buscó mucho tiempo sin ninguna suerte. Cuando
Va la paloma volando entró la noche, se resguardó en una cueva que encontró en la montaña. Se sentía
en busca del palomar. triste y cansado. Recordaba que sus papás le repetían siempre:
Cinco palominos blanccos —No te alejes de nosotros cuando vayamos a otro lugar.
la esperan para cenar.
Pero él se emocionaba con todas las maravillas que descubría durante sus viajes,
Lleva en su buche gran nitos y batiendo sus pequeñas alas se paraba, mientras los demás seguían su camino
de trigo recién trillado sin darse cuenta de su falta. Aquel día mientras volaban vio un reflejo de luz que
y un buchecito muy fresco salía entre los árboles, y se acercó para ver qué era aquello. Descubrió un enorme y
del agua clara de un ch harco. precioso lago que le dejó sorprendido.
Cuando llega al palomar —¡Uauuu! ¡Qué maravilla! —exclamó, viéndose reflejado en el agua.
abren los cinco sus picoos
y, uno a uno, la palomaa Nunca había visto nada igual. El sol empezaba a ocultarse, sus rayos rebotaban
les da su ración de trigo. contra el agua mostrando brillantes reflejos dorados. Era un cuadro espectacular.
Después de darles el agua, El colibrí correteó por encima del agua jugando con su reflejo. Las quietas aguas del
cuando ya apunta la luna, lago reflejaban —como un espejo— las nubes del cielo y su figura. El tiempo pasó
deprisa y cuando alzó su vuelo y llamó a su familia, su llamada no fue respondida. Sus
con el peine de su picoo
papás y sus hermanos habían seguido su vuelo, y ¿dónde estarían ahora?
peina a los cinco sus pllumas.
De pronto, un enorme temor se adueñó de él. Empezó a escuchar ruidos extraños
Les arrulla la paloma
que aumentaban más su miedo. Unos gritos de aves desconocidas resonaban por el
—canción de bosque, su nana—
bosque, y todo lo que antes parecía bello se convirtió en algo tétrico y fantasmal. La
y los cinco palominos
noche avanzaba, el sol ya casi no alumbraba y no encontraba a su familia. Se cobijó
se duermen bajo sus alas. en aquella cueva para pasar la noche. Se hizo una cama con las hojas secas para que
Carlos Reviejo, La canción del grillo, Ed. Hiperión, Col. Ajonjolí. le dieran un poquito de calor.
133 134
Receta de postre de frutas
Al día siguiente, al levantarse, recordó lo que había sucedido, y empezó a preocuparse
y a echar de menos a su familia. Una y otra vez se preguntaba: ¿Qué voy a hacer aquí
Adivinanzas
un gallo que empezaba a picotear. Iban anotand do
las letras por el orden en que las picaba el gaallo,
y con ellas trataban de construir una palabra que
significara algo. Más adelante cambiaron el gallo por
Tengo pelo y pico pato. Viajeras somos una oca, por ser un animal benéfico y por eso más apreciado.
apr
Pongo huevos, amamanto. de negros vestidos, Y era el juego preferido de los niños.
Vivo en tierra, vivo en agua. debajo de las tejas
Este juego le fue regalado al rey Felipe II por el florentino Francisco de Médicis. Y
Ni la trucha me adelanta. hacemos los nidos.
lo jugaban en la Corte. En el Alcázar Real de Madrid, el rey repetía: ¡De oca a oca, y
(El ornitorrinco) (Las golondrinas)
tiro porque me toca!
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13
—Hace tres días que le dejé en la playa, a la orilla del mar. Estaba construyendo una
barquilla para atravesar el Océano. Hace más de cuatro meses que anda buscándote
por los lejanos países del Nuevo Mundo. Si quieres ir, yo te llevaré —dijo
dijo la paloma.
Saltó Pinocho sobre la paloma,
poniendo una pierna a cada lado,
como los jinete es en los caballos,
y la paloma levvantó el vuelo.
137 138
Animado Pinocho por la esperanza de llegar a tiempo para salvar a su padre Gepeto, Nadando sin rumbo, vio Pinocho en medio del mar un islote que parecía de mármol
estuvo nadando todo el día hasta la noche. Aquella fue una noche terrible: diluvió, blanco. Se acercó, nadando más deprisa, y… vio salir del agua la horrible cabeza
granizó, tronó… Al amanecer vio una isla en medio del mar, y una ola enorme lo de un monstruo marino con la boca abierta, que parecía una caverna, y tres filas de
lanzó sobre la arena de la playa. dientes que hubieran causado miedo con solo verlos pintados.
Poco a poco, la tormenta cesó y el mar quedó tranquilo, como una balsa de aceite. Aquel monstruo marino era el gigantesco dragón que venía causando tantos daños
por aquellos mares. Se le llamaba el «Atila de los peces y de los pescadores».
Pinocho no veía ninguna barquita y sentía mucha hambre. Cerca de la orilla vio pasar
a un pez muy grande, que nadaba tranquilamente llevando fuera del agua casi toda
la cabeza. Le preguntó:
—¡Eh, señor pez! ¿Quiere usted escucharme un minuto? Usted que se pasea día y
noche por el mar, ¿ha visto una barquita pequeña, en la cual iba mi papá?
—Con la borrasca de esta noche —respondió el pez, que era un delfín—, seguramen-
te habrá naufragado la barca, y se lo habrá tragado el terrible dragón marino que
desde hace unos días ha traído la desolación a estas aguas.
—¿Es muy grande ese dragón? —preguntó Pinocho, que ya empezaba a temblar de
miedo.
—Para que puedas formarte una idea, te diré que es más grande que una casa de
cinco pisos, y con una boca tan ancha y tan profunda que por ella podría fácilmente
entrar un tren, con máquina y todo.
—¡Qué horror! —gritó asustado el muñeco.
Deprisa, se despidió del delfín, le dio Pinocho sintió pánico cuando lo vio. Trató de escaparse, de cambiar de dirección,
las gracias por su amabilidad, de huir; pero todo fue inútil. El monstruo se lo tragó. Pinocho se quedó sin sentido y
y siguió su camino. cuando volvió de su desmayo no sabía dónde se encontraba.
A su alrededor había una gran oscuridad y no oía ruido alguno, solo sentía —de vez
en cuando— una bocanada de aire que le daba en la cara.
Pinocho lloraba y gritaba, sin conseguir nada. De pronto le pareció ver allá lejos,
muy lejos, en medio de aquella oscuridad, una especie de resplandor. Andando a
tientas por el interior del cuerpo del dragón, se fue acercando a la luz que iba siendo
cada vez más visible. Era una vela que tenía por candelero una botella de cristal, que
estaba encima de una mesita. Sentado a la mesa, estaba un viejecito…
Pinocho sintió una alegría tan grande y tan inesperada, que le faltó poco para volverse
loco. Abriendo los brazos se arrojó al cuello del viejecito gritando:
—¡Papaíto! ¡Papá! ¡Papá! ¡Por fin te he encontrado! ¡Ahora ya no te dejaré nunca,
nunca, nunca!
—¿Es verdad lo que ven mis ojos! —replicó el viejecito—. ¿Eres tú, mi querido
Pinocho?
139 140
Los dos peces
Pinocho y Gepeto deciden intentar salir del vientre de aquel monstruo.
Alejo el cangrejo
sando todo el estómago del animal. Al
llegar a la garganta, se detuvieron para
echar una ojeada y escoger el momento
más oportuno para la huida.
Alejo, perplejo Y es que no es normal
Pasados unos instantes, Pinocho le dijo se mira al espejo
e que tras el cristal,
en voz baja a su padre: de cerca y de lejos. de cerca y de lejos
lo mire otro Alejo
—¡Esta es la gran ocasión para escapar! pasmado y perplejo.
El dragón duerme, el mar está tranquilo Carmen Gil
y se ve como si fuera de día.
El pescador de Cefalú
Gepeto se encontraron otra vez en el estómago del monstruo. La vela se apagó,
y padre e hijo se quedaron a oscuras. Pero Pinocho no se desanimó y comenzó
nuevamente el camino hacia la salida.
Andando siempre sobre la punta de los pies, consiguieron llegar a la boca; y antes Una vez, un pescador de Cefalú, al recoger sus redes en su barca, notó que pesaban
de saltar al agua, el muñeco dijo a su padre: mucho. ¿Quién sabe lo que esperaría encontrarse en ellas?
—Monta a caballo sobre mi espalda y agárrate fuerte. ¡Todo lo fuerte que puedas! Pero en cambio lo que se encontró fue un pececillo del tamaño de un dedo meñique;
De lo demás me encargo yo. lo tomó con rabia, y estaba a punto de echarlo de nuevo al mar cuando oyó una
débil vocecilla que decía:
Y Pinocho, valiente y seguro de sí mismo, se arrojó al agua y empezó a nadar
vigorosamente. El mar estaba tranquilo como un lago; la Luna llena esparcía su —¡Ay! No me aprietes tan fuerte.
pálida luz de plata, y el dragón seguía durmiendo con un sueño tan profundo que El pescador miró a su alrededor y no vio a nadie, ni cerca ni lejos. Levantó el brazo
no le hubieran despertado cincuenta cañonazos. para tirar el pez al agua, pero oyó de nuevo la vocecilla:
Empezaban a hundirse, cuando fueron auxiliados por un bacalao que les llevó hasta —¡No me tires! ¡No me tires!
la orilla. Primero saltó Pinocho, y luego ayudó a su papá a hacer lo mismo. Después,
se despidió del bacalao dándole las gracias por haberles salvado la vida. Entonces se dio cuenta de que la voz venía del pez; lo abrió, y dentro encontró un
niño pequeño pero muy bien formado. Con los pies, las manos, la carita, todo en su
Adaptación de un relato de Las aventuras de Pinocho, Carlo Collodi. sitio, solo que en la espalda tenía dos aletas como los peces.
141 142
Belleza marina La barca
—¿Quién eres?
—Soy el niño de mar.
—¿Y qué quieres? Cuánta belleza escondida Se mueve una barca
—Si me llevas contigo, te daré suerte. hay en el fondo del mar. en medio del mar.
Mira ese verde azulado La mecen las olas
—No sé, no sé —suspiró el pescador.
de las olas al pasar, con suave compás.
—Ya verás —dijo el niño de mar. cuando regresan tranquilas Cantan las sirenas.
de su arena a descansar. ¡Oigo su cantar!
Y el pescador se lo llevó a su casa.
Cuánta belleza escondida Rasgando la espuma
—¿Vamos a pescar? —le preguntó unaa hay en el fondo del mar. de un mar de cristal
mañana el niño de mar con su débil No permitas que ennegrezcan la barca de plata
vocecilla. de las aguas el cristal, se llena de sal.
Fueron, y el niño de mar le dijo: ni que mueran sus criaturas Antonio García Teijeiro
que tanta vida nos dan.
—Rema en línea recta hasta que yo Cuánta belleza escondida
te avise. hay en el fondo del mar.
Y poco después le indicó: D. Oliver
Caballito de mar
—¿Cómo vamos a alimentar a nuestros hijos? —se lamentaban.
—Dadles de comer piedras —les respondía.
El niño de mar, al verlo y oírlo todo, le dijo una tarde:
Caballito de mar El viento al marinero
—Ojo, que lo que ha sido hecho, puede ser deshecho. al trote corto. arrojó al agua
Cabalga una sirena y un corcel lo condujo
Pero el pescador se rio y no le hizo caso. Es más, cogió al niño de mar, lo encerró en
sobre su lomo. hasta su amada.
una gran concha y lo echó al agua.
Un marinero, Entre las algas,
Y quién sabe cuánto tiempo tendrá que pasar para que el niño de mar pueda liberarse. cautivado la sigue marinero y sirena
Vosotros, en su lugar, ¿qué haríais? con su velero. juntos cabalgan.
Gianni Rodari, Cuentos por teléfono, Ed. Juventud. Fernando Almena, El jardín de los cantares, Ed. Ajonjolí.
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Para sonreír adivinando Receta de bolas de queso frías
¿Sabes cuál es el pez más guapo de todos?
Ingredientes
(El bonito)
¿Sabes cuál es el pez más gandul de todos?? z Quesitos en porciones z Aceitunas verdes sin hueso
(El pez manta) z Aceitunas negras sin hueso z 100 gramos de nueces picadas muy finas
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14
—No —dijo el Principito—. Busco
amigos. ¿Qué significa «domesticar»?
—volvió a preguntar el Principito.
—Es una cosa ya olvidada —dijo el
zorro—, significa «crear vínculos…».
—¿Crear vínculos?
—Efectivamente —dijo el zorro—. Tú
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Animales originales
como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si
quieres un amigo, domestícame!
—¿Qué debo hacer? —preguntó el Principito.
Un Hipopótamo tan chiquitito
—Debes tener mucha paciencia —respondió el zorro—. Te sentarás al principio un que parezca
q p de lejos
j un Mosquito,
q ,
poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás que se pueda hacer upa
nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un y mirarlo con lupa,
poco más cerca... debe de ser un Hipopotamito.
El Principito volvió al día siguiente. Un Canario que ladra si está triste,
que come cartulina en vez de alpiste,
—Hubiera sido mejor —dijo el zorro— que vinieras a la misma hora. Si vienes, por que se pasea en coche
ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres yo empezaría a ser feliz. Cuanto y toma sol de noche,
más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; estoy casi seguro que no existe. […]
¡descubriré así lo que vale la felicidad! Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré
cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios. Hace tiempo que tengo una gran duda:
hay una Vaca que jamás saluda,
—¿Qué es un rito? —inquirió el Principito. le hablo y no contesta.
—Es también algo demasiado olvidado —dijo el zorro—. Es lo que hace que un día Pues bien, la duda es esta:
no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, ¿será mal educada o será muda? […]
por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los ¿Saben qué le sucede a esa Lombriz
jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. que se siente infeliz, muy infeliz?
Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría Pues no le pasa nada,
vacaciones. solo que está resfriada
y no puede sonarse la nariz.
De esta manera el Principito domesticó al zorro.
¿Saben por qué la Garza colorada
Y llegó el día en que el Principito debía marcharse: sobre una sola pata está apoyada?
Porque le gusta más,
y piensa que, quizás,
si levanta las dos se cae sentada.
María Elena Walsh
149 150
El oso Brun
Aquella temeridad le costó la vida. Apenas asomó su agudo hocico al exterior, recibió
una descarga en plena testuz. Muerto de miedo y todavía algo cegato, no me atreví
a mirar, no salí del cubil hasta la anochecida. Mi madre había desparecido. Con el
olfato pude seguir su rastro algún tiempo, pero luego lo perdí. Volví a casa. ¿Qué
iba a hacer un casi recién nacido oso? Me harté de llorar porque los osos somos muy
sentidos y por otra parte tenía hambre. Cuando cerró la noche me senté a la entrada
de la cueva y empecé a gañir con la esperanza de que algún compañero de monte
me oyera. Una gacela, una cabra montesa, cualquier animal que se hiciera cargo de
mi situación y se prestara a ayudarme. Pero nadie tuvo compasión de mí en aquella
noche, la más larga de mi entonces corta vida.
No sabría decir cuántos días permanecí solo, fuera o dentro de la cueva. El viento
se llevó el rastro de mi madre y ningún animal amigo se acercó a mí. Me sentía tan
desmayado que comí fresas silvestres y raíces de junco, aunque aquellos alimentos
me procuraban más molestias que otra cosa.
Al fin, oí unos pasos y salí de mi refugio; el hambre hace cometer muchas imprudencias.
Por fortuna era un guardabosques —mi madre me había hablado de ellos en buenos
términos— y me dirigí corriendo a él. Parecía estar buscándome.
Carmen Kurtz escribió la historia de un oso llamado Brun. Y es el propio oso quien —Aquí e
está —dijo el hombre, tomándome en sus
nos la cuenta. Dice así: brazo
os con alegría sincera.
Y yo hundí mi hocico en su cuello y por
No conocí a mi padre y he de esforzarme mucho para recordar a mi madre, pero primera vez sentí el calor humano y el
tengo de ella un vago y cálido recuerdo. olor tan distinto del nuestro. El hombre
pareció apreciar mi confianza porque
No tuve hermanos y como todos los de mi raza nací ciego y vine al mundo sin dientes empezó a hablarme como si yo pudiera
y pelón. El primer mes de vida casi no cuenta para un osito; lo pasa chupando y entenderle, cosa increíble pero cierta.
durmiendo. A partir de los dos meses, nuestra madre nos enseña a jugar, revolcarnos,
trepar a los árboles, galopar a caballo de sus lomos y nadar en su compañía. La —¡Ay, chiquitín, cuánto trabajo me
infancia de un oso es muy alegre, puedo asegurarlo. Me gusta pensar que durante has dado!
aquellos dos meses que viví con mi madre fui plenamente feliz. Todo el mundo sabe
Me despegó de su cuello, me alzó para mi-
que los osos somos bastante miopes y algo duros de oído, pero, en cambio, tenemos
rarme mejor y me colmó de halagos.
un olfato muy sensible. Mi madre me enseñó a distinguir, por el olfato, una seta de
una raíz, una mora de una grosella, la miel de la resina. Yo parecía estar destinado a —¡Qué bonito es!
—
ser un oso pardo vulgar; nacer, criarme, pasar de la infancia a la adolescencia y llegar
Una suave pelusa cubría ya mi cuerpo y el hombre, extasiado, no cesaba
a la edad adulta. He pasado por todas esas etapas, pero no todo ha sido coser y
de mirarme.
cantar.
—Te he estado buscando, ¿sabes? Vi a los cazadores, a los que ya he denunciado
Dos meses tendría, quizá dos y medio, pero no más, cuando un día mi madre y yo, porque en estos montes está prohibida la caza del oso. Me di cuenta de que tu
cobijados en la osera, oímos unos disparos. Me agarró mi madre y, aprisa y corriendo, madre te criaba y desde hace tres días estoy buscándote por todo el bosque.
me internó en lo más hondo. Me dijo:
Viendo que estaba muerto de hambre, el guarda me llevó a su casa. Tenía un perro,
—Son cazadores. Voy a ver qué pasa. No te muevas de aquí. un gato y una cabra. La cabra me alimentó con su leche, fue mi madre adoptiva;
151 152
El Reino del Revés
le estoy muy agradecido, aunque hay que decir que mi madre-cabra apestaba y
sus nociones de aseo e higiene eran nulas.
Estos montes tienen todo lo que necesita un oso para ser feliz: cascadas, riatillos, Me dijeron que en el Reino del Revés
pozas, ríos y lagos. Mi madre me acostumbró desde muy pequeño al baño diario. nada el pájaro y vuela el pez,
Me cogía contra su pecho, hundía yo mis uñas en su fosca pelambrera y no temía que los gatos no hacen miau y dicen «yes»
las corrientes de agua. A veces cruzábamos un lago de parte a parte, otras nos porque estudian mucho inglés.
quedábamos flotando, ella panza arriba y yo encima de ella. Nos secábamos al sol Me dijeron que en el Reino del Revés
revolcándonos sobre la hierba de los prados, o la pinaza del monte, hasta que la piel nadie baila con los pies,
nos brillaba como hebras de seda. que un ladrón es vigilante y otro es juez
El guarda debía de conocer mis apetencias, ya que en cuanto me vio fuerte me llevó y que dos y dos son tres.
al lago. Me dijeron que en el Reino del Revés
cabe un oso en una nuez,
De los baños en el río saqué mucho provecho, ya que, por instinto, empecé a pescar que usan barbas y bigotes los bebés
ranas y truchas. Había de ser muy rápido porque las ranas saltaban por los aires y y que un año dura un mes.
era cuestión de sorprenderlas con un buen manotazo. Alargaba el brazo derecho y,
Me dijeron que en el Reino del Revés
¡zas!, la rana era mía. Las truchas me costó más aprender a pescarlas. Se escondían
hay un perro pekinés
bajo las piedras y tomaban el mismo color del agua. Son muy resbaladizas y había
que se cae para arriba y una vez
que hincarles la zarpa. Las más de las veces se escapaban, pero con el tiempo llegué
no pudo bajar después.
a ser un buen pescador.
Me dijeron que en el Reino del Revés
El guarda empezó a llamarme Brun al mismo tiempo que me enseñó a hablar. Al un señor llamado Andrés
principio, sus lecciones me parecieron tan difíciles que estuve a punto de darme por tiene 1.530 chimpancés
vencido. Pero, todo fue sencillo, a partir del día en que pude articular una palabra. que si miras no los ves.
Fragmento de Brun, Carmen Kurtz, Ed. Noguer, Col. Mundo Mágico.
Fragmen Me dijeron que en el Reino del Revés
una araña y un ciempiés
van montados al palacio del marqués
El país de Novolveré en caballos de ajedrez.
Vamos a ver cómo es
el Reino del Revés.
El oso Perico Todos van contentos
María Elena Walsh
Menú fantástico
y la abeja Inés quieren aprender
van de vacaciones un idioma azul
a estudiar inglés. de cielo y papel.
Se van al país Se van al país De primero, lo mejor: Como postre, beso helado,,
de Novolveré, de Novolveré, arco iris al vapor con una galleta al lado.
donde el sol es de oro el oso Perico con salsa de nubes rosas, Y para los más glotones,
y el viento de miel. y la abeja Inés. del cielo las más sabrosas. tres bombones de achucho ones.
Viajan con ellos El plato fuerte del día, Carmen Gil,
el grajo Manuel, Alejandro López Andrada, sonrisa al baño María Versos de cuento, Ed. SM.
la cigarra Hilaria El bosque del arco iris, con guarnición muy picante,
y el perro Daniel. Ed. Ajonjolí. un rayo de sol brillante.
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Receta de galletas de pasas Noticia de prenssa
La mirada que ilumina
Para realizar estas galletas tienes que utilizar el horno, pero no lo debes
hacer si no te ayuda una persona mayor.
ABC. Lunes, 24 de septiembre de 2012
Ingredientes David Casinos, atleta paralímpico lanzador
de peso, disco y martillo, regresa de Londres
z Media cucharadita de
donde ha ganado el oro. Ciego a causa de
bicarbonato de sodio
una diabetes, ya lleva cuatro medallas de
z 2 cucharadas de leche oro en los juegos paralímpicos de Sidney,
Atenas, Pekín y Londres. Con
on ella descubrió la independencia que
z 1 taza de azúcar
/RVRMRVGH'DYLGVRQ;LPHQDVX¿HOSHUUD no da el bastón, siempre más corto y más
z 1 huevo guía; la que siempre está a su lado, la que se invisible a los ojos de los que ven.
z Media taza de mantequilla escabulle de los problemas y la que afronta Ximena ya se ha hecho indispensable para
lo que Casinos no puede en la calle. David.
z 1 taza de pasas
Una y tres cuartos de taza
z
de harina 6DEHVTXpHVODSDSLURҖH[LD"
Preparación Es el arte de hacer figuras doblando el papel.
1. Calienta el horno a 350 grados F o 175 grados C. En Japón, la papiroflexia es un verdadero arte. Exportan las figuras que realizan, y
esto les reporta bastantes ingresos.
2. Unta con mantequilla una bandeja para hornear galletas. La figura llamada Noshi es la mascota japonesa de la buena suerte, y acompaña
3. Disuelve el bicarbonato de sodio con la leche y déjalo aparte. siempre a cualquier regalo. Los niños japoneses aprenden desde muy pequeños a
hacer estas figuras de papel.
4. Mezcla, en un tazón, el azúcar con el huevo y la mantequilla. Miguel de Unamuno, escritor muy importante en nuestra literatura, fue un gran
5. Añade las pasas y el bicarbonato de sodio disuelto en leche que preparaste antes. admirador de esta actividad que él practicaba.
Muévelo bien para que se mezcle. Puedes hacer la cara de un zorro, de una manera
sencilla, siguiendo estas instrucciones:
6. Agrega la harina hasta que la mezcla espese, formando una pasta densa.
1º Dobla un cuadrado de papel por la mitad, haciendo
7. Pon la pasta en la bandeja del horno, con las formas que desees (hay moldes para un triángulo.
hacer galletas).
2º Ahora coge el pico y dóblalo hasta que se apoye en
8. Mételas en el horno y déjalas 5 minutos aproximadamente. Sácalas y ponlas en la mitad del lado más largo de dicho triángulo.
una fuente o plato. 3º Los triángulos que quedan a ambos lados, dóblalos
hacia arriba.
Presentación 4º Da la vuelta al papel y pinta los ojos, la nariz y la
Quedan muy bien sobre una bandeja a la que hayas puesto un pañito blanco. boca.
155 156
15
Y una de las pruebas consistió en contarles un cuento. Y el cuento que Feral les contó
fue el siguiente:
Hace muchísimos años gobernaba la ciudad de Bagdad el Califa Omar, el cual tenía
un Gran Visir,r llamado Muley, en quien había puesto toda su confianza.
Frecuentemente salía con el Gran Visir y, disfrazados, caminaban por las calles de la
ciudad y se mezclaban con las gentes para saber cómo eran tratados sus súbditos.
De esta manera supieron que todos estaban muy contentos; pero también se
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—Vamos a convertirnos en cigüeñas —Esta noche el mago Sukab se reúne con unos amigos en un viejo castillo que
—dijo el Califa. hay cerca de aquí. Os esconderéis y escucharéis todo lo que hablan. Seguro que
mencionan la palabra mágica.
Tomaron un poco del polvo que
T
contenía la caja; se volvieron hacia Las dos cigüeñas y la lechuza volaron rápidamente hacia el castillo. Cuando llegaron,
Oriente y gritaron al mismo tiempo: las sombras de la noche envolvían las ruinas.
—Mutábor, Mutábor, Mutábor. Al poco tiempo apareció el malvado
Sukab acompañado de sus secuaces.
Al momento se les estiró el cuello, se Durante la cena, celebraron con
les adelgazaron las piernas, sus brazos grandes carcajadas el triunfo del
se convirtieron en alas y el cuerpo se les mago sobre el Califa. Entonces Sukab
llenó de plumas. exclamó:
—Ten cuidado —dijo el Califa—, no te —Amigos, dentro de poco la ciudad
rías porque entonces olvidaremos la de Bagdad será nuestra.
palabra mágica…
Los secuaces se rieron mucho al
Tuvieron que hacer grandes esfuerzos conocer la historia de aquellos polvos
por no reír al verse convertidos en mágicos; algunos preguntaron:
cigüeñas.
—¿Y cuál era la palabra mágica?
Se dirigieron a la charca y vieron allí a
una cigüeña que estaba bailando. Sus El mago sonrió y dijo:
movimientos eran tan graciosos que los —Muy fácil, una palabra latina:
dos comenzaron a reír. Al cabo de un Mutábor.
rato dijo el Califa:
Al oír aquello, las dos cigüeñas y la
—Ya es tarde y deben estar bus- lechuza volaron velozmente hasta los
cándonos; vamos a volver. ¿Cuál era la jardines de palacio.
palabra mágica…?
Miraron hacia Oriente y gritaron:
—Lubátor —dijo el Gran Visir.
—Mutábor, Mutábor, Mutábor.
—No; era Mubótar… Y, al punto, las dos cigüeñas se convirtieron en el Califa y el Gran Visir. El Califa
—¡Hemos olvidado la palabra mágica! le dijo a la lechuza: ¿Quieres casarte conmigo?? Y al momento se convirtió en una
¡Nunca más volveremos a ser hombres! hermosísima princesa. Sin perder tiempo, el Califa llamó a su guardia y galopó, al
frente de sus hombres, hacia las ruinas del viejo castillo.
Una lechuza que estaba cerca y les había oído, les dijo:
El malvado Sukab y sus seguidores, al verse rodeados, se rindieron al Califa, y aquella
—¡Yo tampoco he sido siempre lechuza. Volveré a ser la princesa que antes fui si noche todos los enemigos estaban en las mazmorras de palacio.
alguien quiere casarse conmigo. Sé que, también vosotros, habéis sido encantados
por el mago Sukab. Os diré lo que debéis hacer para libraros del encantamiento. Al día siguiente, se celebró la boda del Califa-Cigüeña con la Princesa-Lechuza.
Pero, antes, uno de vosotros tiene que prometer que se casará conmigo. Y esta es —terminó diciendo Feral— la «Historia del Califa Cigüeña».
El Califa prometió que se casaría con ella, y la lechuza prosiguió diciendo: Fernando Alonso, Feral y las cigüeñas, Ed. Noguer, Col. Mundo Mágico,.
159 160
La cigüeña Un loro llamado Madison
Dentro del espejo De una manera inesperada, Harry heredó
verde, de la charca, de su tío abuelo George un loro gris
busca la cigüeña africano, llamado Madison. Le llegó a
culebras y ranas. Londres, desde Nueva York, en una caja.
Remueve los juncos,
vigila el carrizo —Vamos a sacarlo al pobre de ahí —dijo su
y explora las piedras
padre—, ha viajado durante muchas horas.
con su largo pico.
Tiene en lo más alto Venga, Harry, abre la tapa.
de la torre altiva —Puede que se escape.
un par de cigüeños
que piden comida. —No, hombre, no. Ten en cuenta que acaba
Y al calor del nid
id
do de recorrer tres mil millas; estará bastante
e
muy inquietos, essp per
e an
a , cansado. Vamos, ábrela.
bocados sabrosos,
que mamá les lleva. Harry levantó la tapa con miedo y retiró la mano
a toda velocidad, como si dentro de la caja en vez de un loro
Ana Mª Romero hubiera una serpiente venenosa.
Durante unos momentos no pasó nada, luego, en silencio y con gran lentitud, salió
de la caja una cabeza redonda y gris, con un pico afilado y en forma de gancho. A
El llanto de la lechuza
cada lado de la cabeza había un ojo, brillante e inteligente, del color de la paja.
Uno de estos ojos observaba a Harry con toda atención. Se fijaba en su cuerpo
pequeño y delgado, su cabellera pelirroja y sus orejas de soplillo. Luego, el loro
La noche se siente triste,
las estrellas se escondieron usó su pico como palanca y se agarró al borde de la caja para salir de ella. Cruzó
y la luna se ha ocultado la mesa con el balanceo de un marino y se dirigió hacia Harry que se alejó un poco
tras las ramas del cerezo. sorprendido.
La lechuza llora y llora —Parece que te conoce —dijo la madre de Harry.
posada en un árbol viejo;
no sabe echar a volar —No temas —le animó su padre—, no quiere hacerte daño.
sin la luz de los luceros.
—¿Cómo lo sabes?
La lechuza llora y llora
posada sobre un cerezo. —Acércale tu mano e intenta que se pose en ella.
¿Quién ha robado la luz
de la luna a los luceros? —¿Por qué no le acercas la tuya, papá?
Alejandro López Andrada, —No, Harry, es tu loro.
El bosque del arco iris,
Ed. Ajonjolí. —Háblale —sugirió su madre—, dile su nombre.
161 162
Harry miró al pájaro, que ahora se había detenido al borde de la mesa y estaba Uno de los aspectos de la vida de Harry que más y más pronto se beneficiaron de
observando al chico con la cabeza ladeada. la presencia de Madison fueron sus deberes escolares. Ahora ya no le llevaba tanto
tiempo el hacerlos, y resultaba una ocupación mucho más agradable.
—Hola, Madison —dijo Harry con nerviiosismo.
Una tarde, el loro voló all piso de arriba y encontró al chico mascando
Con gran cuidado, el loro se subió sobrre el un pobre lápiz y mirandoo fijamente una página en blanco.
brazo del muchacho y ascendió lentamente
hasta llegar a su hombro; a continuació
ón —Estoy bloqueado, Maadison.
le mordisqueó con suavidad en el lóbulo
de la oreja. El loro se posó sobre el hombro de Harry, miró hacia el libro abierto
sobre la mesa y dijo:
Harry abrió los ojos, y una sonrisa
enorme iluminó su cara. —¿Qué tenem
mos aquí?
—Le gustas —dijo su madre. —Es inglés..
—Es muy majo —afirmó su padre. —¡Ingléés! —exclamó Madison con tono vibrante—,
—¡Hola, Madison! —exclamó Harry, ¡la flor de las lenguas! ¡El más noble de los
ahora ya con tono mucho más idiomas! ¿Qué tenemos que hacer?
confiado.
—Es un ejercicio de gramática. Tengo que
decir, en una serie de frases, qué palabras
Como a pesar de los esfuerzos de toda la familia, Madison no habló ni una palabra, son nombres, verbos, y todo eso. Como,
pensaron que no sabía hablar. Al día siguiente Harry decidió enseñarle algunas frases.
por ejemplo, en esta: «John se cayó de la
Se acercó a los barrotes de la jaula hasta casi tocarlos con su boca y situó esta donde tapia y se rompió la pierna izquierda».
pensó que debía estar el oído del animal, mientras decía muy despacio:
—¡Pobre John, qué mala suerte! Pero
—Mi… nom… bre… es… Ma… di… son. no es nada difícil contestar a lo que se te
pregunta. Esto es lo que debes poner:
El pájaro se rascó un lado de su cara, limpia de plumas, con una de sus patas, y
contestó: nombre propio; pronombre; verbo… ¿Lo
entiendes?
—Si tú lo dices…, será verdad. Pero se trataría de una gran coincidencia, porque yo
también me llamo Madison. —No —respondió Harry.
La boca de Harry se abrió hasta no dar más de sí, y el muchacho sintió una mezcla de Pero una vez que Madison se lo explicó y dictó, con todas las palabras correctamente
vergüenza, asombro y fuerte emoción. escritas, Harry lo entendió mejor.
—¡Sabes hablar! —comentó Harry en un ronco susurro. —Has respondido muy bien, Harry —le dijo al día siguiente el profesor con tono
—Ahá. sorprendido—, ¿te ha ayudado tu padre?
—Pero yo creía que los loros solo podían decir unas cuantas palabras. —No, me lo dijo un pajarito.
—Depende de lo que se les haya enseñado. Fragmento de El Loco de Harry, Dick King-Smith, Ed. Rialp, Col. El Roble Centenario.
163 164
La carta de Susi a su abuela Noticia de prensa
Susi se ha ido de vacaciones, con sus
padres, a la isla de Isopixos (Grecia), y ¿Por qué ya no emigran las cigüeñas?
desde allí escribe cada día a su abuela.
165 166
El loro
Vengo de una zona
Soy un gran orador, que se llama Amazonas,
un sesudo señor, pero aquí en esta tierra
que doy mis conferenccias en jaula se me encierra,
con bastante elocuenccia. así que con frecuencia
Del arco iris tengo tengo que tener paciencia.
los más bellos colores,, Fragmento de Poemas
de modo que no envid dio rompecabezas, Marina Romero,
a las más bellas flores. Edelvives, Col. Ala Delta.
Adivinanzas
Habla y no tiene boca, Caminar es su destino
corre y no tiene pies, y, yendo de casa en casa,
vuela y no tiene alas. de su valija de cuero
¿Qué cosilla es? saca paquetes y cartas.
(La carta) (El cartero)
167
16 —Señoras y señores…
No pudo decir nada más. Postizo salió de detrás de las cortinas y lo engulló (siempre
se tragaba a quien gritaba). Nos echamos las manos a la cabeza, pero el público
empezó a aplaudir con pasión. Nunca había visto un inicio circense tan espectacular.
A continuación salió mi abuelo con un cañón. Prendió la mecha y con la explosión
salió Flipi. Llevaba un antifaz pero se notaba que era él. Salió disparado hecho una
bola de pinchos en dirección a una diana de corcho que habían puesto las cigüeñas
168 169
De animales
maquillaje muy elaborado que solo apreciaban ellas. Hicieron una torre de botones
y clips y tendieron su hilo a metro y medio del suelo, ¡metro y medio!, y fueron
pasando una a una con un paragüitas de esos que ponen en los helados. Y sin red
ni nada. Mejor nadador, el pez. Sucia y muy fea, la rata.
Quien más se ríe, la hienna. El más divertido, el mono.
Cuellilarga, la jirafa. La más rayada, la cebra.
Gordísima, la ballena. El que más pica, el mosquito.
Gigantesco, el elefante. El más dormilón, el oso...
Elegante, la gacela. El más suave, el conejito.
El más malo, el tiburón... El más sabihondo, el búho.
La más negra, la panteraa. La que más «curra», la hormiga.
Pequeñísima, la pulga. El más silencioso, el gato
El más charlatán, el loro.. y la eléctrica, la anguila.
Alicia Borrás
Si yo fuera…
con gruesas cadenas de hierro unidas por candados gordos.
En cuanto Rendija salió por la rendija, la gente puesta en pie, aplaudiendo como —Si yo fuera un animal,
loca, empezó a echarnos dinero que el cocodrilo devoró... sería un
n oso pequeño
—Si yo fuera un animal, para dorrmirme en tus brazos
Fue extraordinario. Nos dieron mucho dinero. Mucho. Lástima que no hubiera quisiera ser una hiena
ena durante todo
t el invierno.
enseñado todavía al cocodrilo a no digerirlo. Pudimos recuperar solo una pequeña y reír sin importarmme
parte. Pero habría más veces. En cuanto sacamos a mi padre del león gritó: ni siquiera el ser tan
n fea.
—¡Y ahora a París! —y Postizo lo engulló de nuevo. —Si yo fuera un anim mal, —Pues si teengo que elegir,
[…] Y así fue como empezó nuestra meteórica carrera en el circo mundial que nos sería un león africano,
o, yo sería unaa cigüeña
hizo ganar mucho dinero. Tanto, que pudimos habernos comprado una casa grande mientras la leona caza,
a, y traería hasta
ta mi casa
donde vivir con todos los animales, pero no quisimos. Cuando el gusanillo del yo cuido de mis enanosos. ¡una hermanitta pequeña!
espectáculo se mete en el cuerpo no te abandona nunca. —Si yo fuera un animal, —Y yo…, ¿qué ué animal sería?,
Compramos un tren. Un tren enorme, larguísimo. Un tren en el que caben muchísimos elijo ser tiburón déjame
éjame qque me lo piense...
animales y que va y viene de una ciudad a otra sin fin. para asustar a mi hermano
o ¡sería un ornitorrinco!,
en clase de natación. ¡qué animal tan diferente!
Fragmento de ¿Rinoceronte? ¿Qué rinoceronte?, Pablo Albo,
Ed. Everest, Col. Leer es Vivir. Juan Guinea Díaz, El príncipe Z, Ed. A Fortiori.
170 171
El Teatrillo de la Luna
Y Jo-Jo recitó:
Un soberbio festival
prepara el mundo animal.
Jo-Jo, Jip y Nicoleta formaban una compañía de artistas ambulantes. Viajaban de Tigres, lobos y faisanes,
pueblo en pueblo y cada noche ofrecían su espectáculo en un lugar diferente. Y cada leones y orangutanes
noche, la obra que interpretaban satisfacía un deseo. se disponen a bailar,
a comer y a disfrutar.
Cuando llegaban a un pueblo Jip tocaba la trompeta y redoblaba su tambor. Nicoleta
bailaba acompañándose con su pandereta y Jo-Jo cantaba: Pero algo amarga la fiestaa:
un cocodrilo espantoso,
Cuando acaben de cenar que tiene fauces mortalees
no se vayan a acostar. y que devora animales.
Vengan a ver la función, Todos temen que esta no oche,
hermosa como ninguna en la fiesta, se aproveche
e,
del Teatrillo de la Luna. sobre las fieras se eche
y devore a troche y moche.
No se pongan el pijama,
¡no se vayan a la cama! Mientras tanto, el muy malvado,
se engalana con cuidadoo.
Vengan a ver la función
divertida y oportuna —¡Ay, que no tengo ni un
n broch
he
del Teatrillo de la Luna. para adornarme esta nocche!
Y por pasar un buen rato La serpiente le persuade:
les cobraremos barato; —Yo bien te puedo adorrnaar,r,
solo una moneda, una. te serviré de collar.
Mírame, parezco jade.
¡Vengan a ver la función!,
pues no cuesta una fortuna Los animales celebran
el Teatrillo de la Luna. la idea de la serpiente
que ha sido lista y valiente.
te.
Un día de mediados del verano, el Teatrillo Ambulante de la Luna viajaba a través
de una comarca de hermosos valles verdes. Cerca ya de un pueblo encontraron a un Cuando la función terminó, el público entusiasmado aplaudió a la serpiente. El niño
niño que estaba sentado en el pretil del puente y que sostenía algo en sus brazos. marchó hacia su casa con la serpiente en sus hombros y todos los habitantes del
Le preguntaron qué le pasaba y les contó: pueblo siguieron admirando la bondad y la belleza del animal.
—Estoy aquí solo porque a la gente le da miedo mi serpiente. Me gustaría que todos Pasó el tiempo. Y una hermosa tarde de otoño, la compañía del Teatrillo Ambulante
pudiesen comprobar que es hermosa y buena. de la Luna atravesaba una comarca en la que los árboles lucían hojas doradas. El
Jo-Jo le invitó a subir al carromato y todos juntos marcharon hacia el pueblo. carromato se detuvo junto a un perro que aullaba tristemente:
La obra de aquella noche se titulaba El héroe de la jungla. Cuando se abrieron las —Se me rompe el corazón. Ya no puedo ni comer, ni dormir, ni cuidar las ovejas
cortinas, Jip y Nicoleta aparecieron llevando unas extrañas máscaras de animales. como es mi obligación. Lo único que puedo hacer es desear la Luna.
172 173
En el circo
Lo vieron tan triste que le invitaron a subir al carromato y se encaminaron hacia el
pueblo cercano, mientras el Sol, que parecía una bola de fuego, desaparecía detrás
de las colinas.
Las gentes del lugar se dirigían a sus casas para cenar, pero, viendo que llegaba […] Mi nombre es Agamenón
el Teatrillo, se detenían a escuchar su canción. De repente el pueblecito, antes tan y soy un fiero león.
sosegado, se llenó de alegre actividad. Sus habitantes cocinaron rápidamente sus Cuando rujo, en un segundo,
cenas para asistir a la función. sale huyendo todo el mundo.
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Adivinanzas Para sonreír
Un domador de fieras era tan valiente que metía el brazo en la boca del tigre
Bajo mi carpa gigante, Lleva la cara pintada, y le llamaban el audaz...; ahora le llaman el manco.
acojo a chicos y grandes; y unos grandes zapatones;
Noticia de prensa
Charlie Rivel fue un famoso payaso español nacido en Cubelles (Barcelona). Sus
padres fueron también artistas de circo. Su verdadero nombre era Josep Andreu,
pero se puso como nombre artístico Charlie Rivel, en homenaje a Charlie Chaplin
(Charlot).
Los animaales del Gran Circo Americano Una de las anécdotas más entrañaables es la que
le sucedió en la pista del circo. Aú
ún no había
El Gran Circo Americano cuentta con una empezado su actuación cuando un niño
importantísima colección de aniimales, comenzó a llorar desesperadamen nte (pro-
ellos son las auténticas estrellass de bablemente era la primera vez que veía
nuestro espectáculo y en nuestroo a un payaso). Charlie no podía em mpezar
circo son tratados y considerados pues el público estaba más pendiente
como una valiosa parte de la del escandaloso llanto del niño qu ue del
familia Faggioni (que es la payaso. Se acercó cautamente haccia el
productora de los espectáculos niño para hacerle una caricia e inteentar
del Gran Circo Americano). calmarlo, pero el efecto fue el conntra-
rio y el niño empezó a llorar aún con
En todas las grandes atracciones, más fuerza entre las risas medio
y en cualquier lugar a donde divertidas medio enternecidas
vaya este circo, se pueden ver actuaciones sistema de doma basado en la repetición y del público adulto.
con animales artistas. De este modo, las recompensa. […]
nuevas generaciones, pueden admirar ani-
El Gran Circo Americano apuesta fuer- Rivel, profundamente conocedor de la psicología infantil, se retiró hacia el centro
males tan sorprendentes como son los ele-
temente por el bienestar, la reproducción de la pista y empezó también a llorarllorar, desconsoladamente, solidariamente.
solidariamente Con
fantes hindúes, los tigres blancos, rinoceronte
y la conservación de los animales. Está eso bastó. El niño se calló en el acto, con unos ojos abiertos como naranjas por
gigante, etc.
registrado como núcleo zoológico itinerante, la sorpresa de haber descubierto que aquel ser vestido de rojo y amenazador se
La familia Faggioni tiene un fuerte com- y como criador de animales exóticos. sabía expresar también con su mismo lenguaje: el llanto. Y Rivel continuó llorando.
promiso por el bienestar, tanto físico como Cuando, todavía lloroso, se volvió a acercar hacia el niño, ya totalmente calmado y
(QGH¿QLWLYDHOS~EOLFRTXHQRVKRQUDFRQ mirándolo electrizado, la criatura se sacó el chupete de la boca y se lo dio a Charlie,
psicológico, de todos sus animales. En el
Circo Americano, como en la mayoría de
su visita, lo hace con la tranquilidad de que en un acto de solidaridad. El llanto de Rivel se agotó y el público arrancó en aplausos.
los circos, no se maltrata a los animales,
en nuestro circo a los animales se les quiere El payaso aceptó el ofrecimiento del niño y, hoy, aquel chupete histórico se conserva
sino que se les enseñan los ejercicios que
y se les cuida. entre las vitrinas del Museo Charlie Rivel de Cubelles.
posteriormente realizan en la pista con un Firmado por Enys Faggioni. http://es.wikipedia.org/wiki/Charlie_Rivel
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Glosario
a tientas. Tocando para reconocer algo alpiste. Grano de cereal que se utiliza
en la oscuridad. como alimento de pájaros.
a voz en cuello. En voz muy alta, dando alquería. Casa de labranza.
gritos.
ámbar. De color amarillo translúcido
abatido. Caído, tumbado. como el ámbar.
acomodar. Colocar las cosas en el lugar anca. Parte lateral posterior de algunos
que corresponde. animales.
acuciar. Apremiar, urgir. ansarino. El pollo, o hijo, de la oca.
advenedizo. El que llega nuevo; el ex- anticipado. Antes de tiempo.
traño o intruso. aplomado. Fuerte, vertical.
afanarse. Poner mucho esfuerzo o des- arnés. Correas que se ponen a las ca-
vivirse por algo. ballerías.
agudo. Que termina en punta. arrogante. Orgulloso, altivo, de muy
aguzar. Afilar; afinar el oído para oír buena presencia.
más. astuto. Que sabe evitar los engaños y
al filo de. Muy cerca de. es hábil para engañar a otros.
179
azabache. Carbón mineral negro y bri- camada. Crías nacidas en el mismo par- cobijar. Proteger, amparar, refugiar. cuellilargo. De cuello largo.
llante que se talla como las piedras to.
cobijo. Protección, albergue. cuero cabelludo. Piel de la cabeza en
preciosas.
canal. Cauce artificial para el agua. la que nace el pelo.
cocear. Dar coces o patadas violentas.
badajo. Pieza que cuelga dentro de una canilla. Pierna, o pata, muy delgada. darse de bofetadas. Con la mano
campana y que suena al moverse. coincidencia. Casualidad.
abierta, darse golpes en la cara.
capa de ozono. Zona de la atmósfera
baobab. Árbol de tronco muy grueso, donde se concentra el ozono. col. Planta comestible de forma redon- decepcionado. Desilusionado por no
flores blancas y frutos algo ácidos. deada y hojas anchas, verdes y su- ser algo como se esperaba.
caparazón. Cubierta dura que protege perpuestas.
beneficiar. Favorecer, hacer al bien a el cuerpo de algunos animales. delirio. Estado de enajenación mental
alguien. color esmeralda. De color verde, como en el que se dicen disparates.
carrizo. Planta que crece cerca del las esmeraldas.
bloqueado. Paralizado; inmovilizado, agua. depredador. Animal que se alimenta
frenado. comarca. Territorio con una clara deli- de otros a los que captura vivos.
carromato. Carro grande cubierto por mitación natural o administrativa.
bocado. Pieza que se pone al caballo un toldo, tirado por animales. derrapar. Resbalar en el suelo desvián-
en la boca para dirigirlo. comidilla. Tema de conversación o co- dose hacia un lado.
cascarrabias. Que se enfada con facili- tilleo.
borrasca. Tormenta de viento y lluvia dad; que es irritable y quisquilloso. desafiante. Que provoca al otro; retan-
fuertes; tempestad. confidencial. Dicho secreto; revelación do a quien se opone.
casquete. Especie de gorro de tela o
secreta o reservada.
bramar. Hacer mucho ruido, como si de cuero que se ajusta a la cabeza. desapercibida. Inadvertida; sin ser no-
gritara, para manifestar irritación o confortable. Cómoda. tada.
casto. Persona limpia de pensamien-
cólera.
tos; quien actua moralmente bien. conmoción. Aturdimiento; pérdida del descabalgar. Bajar de una caballería.
brida. Conjunto formado por las co- conocimiento por golpe en la cabe-
cautelosamente. Con cuidado, precau- descender. Bajar.
rreas, el freno y las riendas del caba- ción o prudencia. za.
llo. desconsoladamente. Sin consuelo; sin
cesar. Acabar, terminar, parar. corcel. Caballo ligero y alto.
brioso. Con energía, con garbo. parar.
chacolotear. Ruido que hace la herra- cordialmente. Con cariño y amabilidad.
caballo de tiro. Caballo que se emplea desengañada. Desilusionada, con falta
dura cuando está floja o le faltan cla- corola. Parte de la flor formada por los de esperanza.
para tirar de un carro u otra cosa. vos. pétalos.
cabestro. Cuerda que se ata a la cabe- desfogarse. Manifestarse con vehe-
ciénaga. Terreno pantanoso, lleno de cresta de la colina. Cumbre con agu- mencia lo que se tiene dentro.
za de la caballería para llevarla o ase- cieno. dos peñascos de una colina.
gurarla. desgarbado. Falto de elegancia y gar-
cifrado. Que está escrito de modo que crispada. Con los músculos en tensión bo.
calandria. Pájaro parecido a la alondra, solo puede leerse si se conoce la cla- por el enojo.
que anida en el suelo. ve. designar. Nombrar; señalar.
cristalina. Transparente.
califa. Príncipe mulsumán que tiene po- cinchar. Poner y apretar una faja (cin- despuntar. Comenzar; asomarse; so-
der religioso y civil. cha) al caballo, para sujetar la silla. cuán breve. De muy corta duración. bresalir.
calzón. Pantalón de hombre, de largura cobertizo. Lugar con leve techado que cubil. Lugar que sirve de refugio a los devanarse los sesos. Fatigarse pensan-
variable. sirve para resguardarse. animales salvajes. do mucho en algo.
180 181
devastado. Destruido, destrozado, aso- escarbando. Removiendo la superficie flanco. Cada una de las partes laterales harto. Saciado; lleno.
lado. de la tierra. de un cuerpo.
heno. Hierba segada y seca, para ali-
diente de león. Planta de flores ama- escarpado. Empinado, de acceso difí- fosca. Ahuecada y fuerte. mento del ganado.
rillas que tiene propiedades medici- cil.
fruncir el ceño. Arrugar la frente (gesto herrar. Poner, o ajustar, las herraduras a
nales.
esmero. Cuidado que se pone en lo de enfado). los caballos.
dilatar. Aumentar de tamaño; agrandar. que se hace.
gachas. Dobladas hacia abajo. hidratar. Restablecer el grado de hu-
dimensión. Tamaño. r Desparramar, extender.
esparcir. medad normal de la piel u otros te-
gala. Elegante y lujoso; de fiesta o ce- jidos.
dinar. Moneda de algunos países. espléndido. Estupendo, magnífico; do- remonia.
tado de singular belleza. hipnotizado. Fascinado, asombrado.
diurno. Animal que desarrolla su activi- gañir. Quejarse con gritos agudos y re-
dad durante el día. espontánea. Natural. petidos. huésped. Persona alojada en casa aje-
estaca. Palo que termina en punta para na o en una posada u hotel.
divisar. Ver con poca claridad desde le- garduña. Mamífero carnívoro, de color
jos. poder ser clavado; bastón. pardo o grisáceo y pequeño tamaño. husmear. Intentar enterarse o conocer
estampar. Dar un beso con fuerza y so- algo con disimulo; curiosear.
embelesado. Extasiado, fascinado; cau- gorjeo. Canto de algunos pájaros.
tivado, enajenado. noro. idea luminosa. Ocurrencia, o juicio, in-
grajo. Ave parecida al cuervo, pero más genioso o brillante.
embestida. Ataque violento que se estepa. Gran extensión de tierra llana,
pequeña.
hace contra alguien o algo. seca y no cultivada. ignorancia. Desconocimiento de algo;
graznar. Emitir su sonido algunas aves, falta de instrucción.
empadronar. Inscribir a alguien en el estofado. Guiso, generalmente de car-
como el cuervo, el ganso, etc.
padrón o registro de habitantes de ne, que se hace a fuego lento. imprudencia. Falta de sensatez y de
un lugar. estribo. Pieza en la que el jinete apoya graznido. Voz de algunas aves, como el buen juicio.
el pie. cuervo, el grajo, el ganso, etc.
enderezar.
r Poner derecho lo que está inconsciente. Que ha perdido la con-
torcido. estruendo. Ruido grande; confusión, grosella. Fruto jugoso y de sabor agri- ciencia y no es dueño de sí mismo.
alboroto. dulce, en forma de baya globosa de
engalanar. Adornar. color rojo. incorporar. Levantar la parte superior
exhibición. Demostración; alarde. del cuerpo cuando se está tumbado.
engullir. Tragar con rapidez. gualda. Color amarillo dorado.
explorar. Reconocer, examinar; averi- incrustado. Metido un cuerpo en otro,
enternecida. Conmovida; emocionada. guarnición. Alimentos que acompañan
guar. sin mezclarse.
entrelazadas. Unidas o enlazadas unas al alimento principal.
exponer. Mostrar (para dar a conocer). incubación. Calentamiento de los hue-
cosas con otras. guisante de olor. Guisante de jardín, vos para sacar pollos.
erguido. De pie y con la cabeza levan- extasiado. Admirado, asombrado; em- con flores tricolores y excelente per-
belesado. inesperada. Que sucede sin esperarse.
tada. fume.
farra. Fiesta, juerga, diversión ruidosa. inofensivo. Que no hace daño.
escalofrío. Sensación de frío que reco- hacer la corte. Cortejar, tratar de ena-
rre el cuerpo. felina. Formada por animales felinos. morar a otro. inseguro. Que es inestable; que tiene
dudas.
escandalizar. Indignar, enfadar, irritar, fila india. Personas colocadas una de- halago. Alabanza; admiración interesa-
dar mal ejemplo. trás de otra. da. insólito. Raro, desacostumbrado.
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instantáneamente. Que sucede rápi- madriguera. Cueva pequeña y estre- mozo de cordel. Joven que, con un pastar. Comer hierba el ganado en el
damente; en un instante, al punto. cha en que habitan ciertos animales. cordel al hombro, esperaba ser con- campo.
tratado para hacer algún trabajo.
majadero. Necio, terco, obstinado; ca- patán. Tosco, ignorante, pueblerino.
irisado. Que brilla con colores seme- mullida. Blanda, esponjosa.
prichoso.
jantes a los del arco iris. payador. Cantor que improvisa sus
malaquita. Piedra verde que se emplea muñón. Parte de un miembro cortado composiciones.
jade. Piedra muy dura de aspecto ver- en joyería para objetos de adorno. que queda unida al cuerpo.
pedrería. Conjunto de piedras precio-
doso, usada en joyería. manada. Grupo de animales de una mustia. Marchita, estropeada. sas.
juncia. Planta medicinal y olorosa, de misma especie que están juntos. néctar. Jugo azucarado. pegadiza. Que se queda con facilidad
tallo cilíndrico, que crece en sitios mandar al diablo. Enviar con el diablo; ocelo. Mancha redonda y bicolor en las en la memoria; que se aprende fácil-
húmedos. maldecir a. alas. mente.
maraña. Enredo de plantas, de ramas o ofrenda. Lo que se ofrece con amor y pelambrera. Pelo abundante y revuel-
lacayo. Criado uniformado que acom- de hilos. devoción, especialmente a Dios. to.
paña a su amo o señor.
marchitar. Deslucir, quitar el vigor y la ojeada. Mirada rápida. perder el conocimiento. Dejar de co-
lacio. Débil, sin fuerza. hermosura. orden alfabético. Serie o sucesión se- nocer; dejar de ser consciente.
matorral. Conjunto de matas espesas. gún las letras del alfabeto. perplejo. Confuso, indeciso, turbado,
ladera. Pendiente de una montaña.
orejas de soplillo. Orejas muy separa- vacilante; sin saber qué hacer o de-
mazmorra. Prisión subterránea.
lánguida. Débil, triste, fatigada; sin das de la cabeza. cir.
energía. mencionar. Nombrar, decir.
oronda. Gorda, rolliza. pescante. Asiento del cochero.
meteórica. Rápida.
lechal. Cordero que todavía mama. osera. Cueva donde viven los osos; picadero. Lugar donde se doman los
milla. Medida de longitud que equivale guarida de osos. caballos y las personas aprenden a
linaje. Clase o condición; descendencia a 1.609 metros. montar.
noble. ostentosamente. Con falta de naturali-
miope. Quien ve mal de lejos. dad; con afectación. piel roja. Indio de América del Norte.
linde. Límite, frontera. mirra. Bálsamo oloroso, muy apreciado ozono. Oxígeno modificado por las pinaza. Hojarasca del pino.
en Oriente. descargas eléctricas.
lóbulo. Porción redondeada y saliente posada. Colocada, detenida.
de la oreja. misiva. Carta que se envía a alguien. palomino. Pollo de paloma.
pose. Postura o modo de hablar o de
mochuelo. Ave rapaz nocturna. palpar. Tocar con las manos una cosa moverse.
lodo. Barro que se forma en el suelo; para reconocerla.
mezcla de tierra y agua. monótona. Siempre igual; falta de va- posteridad. El tiempo futuro.
riedad. papa. Patata.
lustroso. De aspecto brillante, sano, poza. Charca o lugar donde el río es
moquillo. Enfermedad catarral que pa- pariente. Familiar, allegado. más profundo y el agua queda de-
hermoso.
decen particularmente los perros. pasmado. Alelado, absorto, distraído. tenida.
madeja. Hilo recogido en vueltas igua- mosquero fibí. Insecto de la familia de pasmarote. Persona embobada, pas- presa. Muro que se construye para de-
les. los mosquitos. mada, alelada. tener una corriente de agua.
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presenciar. Observar, ser testigo de. rebosar. Desbordarse; derramarse por resplandor. Luz muy clara que arroja o súbdito. Persona sujeta a la autoridad
encima de los bordes del recipiente. despide un cuerpo luminoso. de un superior, con obligación de
presentimiento. Tener la sensación de
obedecerle.
que algo va a suceder; adivinar. rechupete (de rechupete). Muy bien; restaño. Remanso o estancamiento de
estupendamente. las aguas. sumergir. Meter dentro.
presto. Pronto, diligente en la ejecu-
ción de algo. recodo. Revuelta que forman las calles, revelar. Manifestar lo ignorado o secre- susurrar. Hablar con voz muy baja; so-
caminos, ríos, etc. to. nido suave.
pretil. Murete o baranda que se pone
en los puentes para evitar las caídas. reflexión. Consideración; pensar algo riesgo. Posibilidad de un daño, peligro. susurro. Sonido suave que resulta al
detenidamente. risco. Peñasco alto y escarpado, difícil y hablar en voz baja.
primoroso. Excelente, delicado, reali-
zado con perfección. peligroso para andar por él. talud. Inclinación rápida de un terreno.
refunfuñar. Protestar; decir palabras
procurar. Intentar; hacer esfuerzos por confusas o entre dientes, en señal rito. Costumbre o ceremonia; usos sim- tambalear. Moverse a uno y otro lado,
conseguir algo. de enfado. bólicos. como si se fuese a caer.
protocolo. Conjunto de reglas estable- regatito. Arroyo pequeño poco pro- rocío. Gotitas de agua que aparecen, tara. Defecto, o carencia, física o psí-
cidas para ciertos actos. fundo, acequia. después de una noche fría, sobre las quica.
plantas.
provocación. Incitar a realizar una ac- regazo. Hueco formado en la falda de telescópico. Que se puede alargar.
ción; animar a, inducir. una mujer sentada, entre la cintura y rollizo. Robusto y grueso.
templar. Calentar a altas temperaturas
la rodilla. rostro pálido. Se llaman así los hom-
pujavante. Instrumento para cortar el un metal y después enfriarlo brusca-
bres de raza blanca.
casco a los animales de carga. registro. Relación o lista de datos. mente.
rumor. Ruido confuso y continuado.
puntilloso. Persona minuciosa y con- remansar. Estancarse el agua al hacer-
r temporal. Fuerte tormenta; que dura
cienzuda, suspicaz y quisquillosa. se más lenta la corriente. sabana. Llanura extensa, sin vegetación por un tiempo.
arbórea.
queda. En voz baja, sin hacer ruido. remordimiento. Inquietud que queda tenaz. Constante; firme.
después de haber hecho una mala se fue a pique. Se hundió; se malogró;
rabia. Enfermedad contagiosa de al- tuvo mal final. tener muchas narices. Ser tremendo,
gunos animales, especialmente del acción. sorprendente.
perro. rendido. Agotado, cansado, sin fuer- secuaz. Seguidor de otro.
testuz. Frente o parte superior de la
rabillo del ojo. Disimuladamente; sin zas. sensato. Prudente, formal, juicioso. cara.
menear la cabeza. repanocha de la pirotecnia. Algo sor- sesudo. Inteligente, maduro, prudente. tétrico. Sombrío, tenebroso.
ráfaga. Golpe de viento, fuerte, repen- prendente (como los fuegos artificia- seto. Cercado hecho de palos o varas
les). tintineo. Sonido producido por la cam-
tino y de corta duración. entretejidas. panilla o similar.
rapaz. Ave carnívora, con alas fuertes y reserva. Territorio que se concedió a sobrado. Desván; parte alta de una
una comunidad indígena. titilar. Moverse con un ligero temblor.
pico y uñas curvos. casa, debajo del tejado.
tonel. Cuba grande.
raposa. Zorro; mamífero carnívoro de resignar. Conformarse; aceptar esa rea- sopetón. De forma inesperada; de re-
aspecto parecido al perro-lobo. lidad; someterse. pente. toparse. Hallar algo casualmente; cho-
car, tropezar.
rastro. Señal que se deja por el que resina. Sustancia densa y pegajosa, sorprendente. Que sorprende o admi-
puede ser seguido o perseguido. procedente de algunas plantas. ra; extraordinario. toque. Pincelada ligera.
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Sugerencias
tornar. Volver. vid trepadora. Planta trepadora, de tron-
tranco. Paso largo o salto que se da co leñoso, que produce uvas; parra.
de actividades
abriendo mucho las piernas. vigía. Vigilante; centinela.
transmitir. Trasladar; hacer llegar a al-
guien mensajes o noticias. vigorosamente. Con mucha fuerza.
z Pedir a cada alumno que escoja un personaje de los que aparecen en el libro y
animarles a hacer su presentación en primera persona: «Soy...».
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z Realizar la representación de un fragmento de texto en viñetas, poniendo al pie z Buscar el paralelismo de alguna lectura con otras conocidas por ser «clásicas».
de estas lo que sucede en cada situación. También puede haber diálogo entre Por ejemplo, la poesía El sapo verde (pág.13): «¿A qué cuento tradicional te
los personajes. recuerda?».
z Poner otro título a la historia, poesía o cuento que se acaba de leer. z Realizar un Power point, con palabras e imágenes, para ambientar una lectura
y motivarles para el conocimiento del vocabulario. Se puede hacer con Roco, el
z Cambiar el final de una historia, o ponerle un final si es que no lo tiene. Se trata caballo color de fuego (págs. 87-90).
de hacer volar la imaginación e inventar. Puede servir el cuento El pescador de
Cefalú (págs. 142-143). z Aprovechar algunas lecturas para profundizar en un tema. Por ejemplo, en la
página 118 se enumeran distintas clases de monos; se podría hacer un trabajo
z Después de haber leído una historia, proponer a los alumnos que hagan, en gru- buscando en el diccionario y en la web información de cada una.
pos de cinco, un ejercicio sobre «qué sucedió antes» y «qué sucederá después».
Se les dará un tiempo para trabajar en pequeños grupos y luego habrá una z Trabajar con palabras que tienen distintos significados según el contexto, pero
T
puesta en común. que se pronuncian y escriben igual: «¿Sabrías decirme tres significados diferentes
de la palabra “vago”?», «Pon un ejemplo con tres frases».
z Describir de dos formas diferentes —de palabra o por escrito— el paisaje en el
que transcurre un texto ya leído: en un día espléndido de sol y buena temperatura, z Realizar actividades de animación a la lectura. Algunos libros que pueden
y en un día de tormenta con frío, rayos y truenos. consultarse son: Animación a la lectura con nuevas estrategias, de Montserrat
Sarto, Ed. SM; y Cómo hacer hijos lectores, de Carmen Lomas, Ed. Palabra.
z Exponer en voz alta ante toda la clase —respetando el turno de la palabra—, por
qué les ha gustado o no les ha gustado la lectura que acaban de hacer.
z Imaginar que entran en una librería para comprar un libro. ¿Qué explicaciones
darían al librero para que conozca sus gustos y pueda aconsejarles bien?
z Indicar a los alumnos un personaje concreto del libro y pedirles que digan qué
vehículo piensan que utilizaría para viajar y por qué.
z Escribir una carta. Que sea cada alumno el que elija a quién escribe y desde
dónde.
z Hacer una relación de los libros que han leído y que están protagonizados por
animales.
z Dialogar sobre alguna lectura para descubrir los valores que contiene. Estos
diálogos ayudarán, además, a respetar la opinión de los demás y a saber
argumentar la opinión propia. Se podría utilizar el relato El honor de Salta Montes
(págs. 14-15) o La araña y la viejecita (págs. 29-31).
z Dialogar sobre lo leído. Por ejemplo, en Diario de Paull (pág. 145) podemos
preguntar: «¿Me molesta que papá o mamá hablen con la tutora?», «¿Por qué?».
Hacer una tormenta de ideas sobre lo que han hablado y aclarar qué ha querido
decir la madre de Paul con «He ido a interesarme por ti».