Está en la página 1de 3

EL BESO DE TRAICION

Mateo 26:48 “Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle”.
Cuando se piensa en Judas por lo general se piensa en un hombre malvado. Pero en realidad sus
acciones no fueron tan diferentes que los de mucho hoy. Muchos de nosotros hoy estamos en la misma
condición de traidores delante de Dios. Así lo dice el Espíritu de Profecía: “Todos los impíos del mundo
están de pie ante el tribunal de Dios, acusados de alta traición contra el gobierno del Cielo. No hay quien
sostenga ni defienda la causa de ellos; no tienen disculpa; y se pronuncia contra ellos la sentencia de la
muerte eterna”. El Conflicto de los Siglos, pág. 726:2.
El beso de Judas fue la señal más extraña que se pudo usar para una traición. ¿Por qué con un beso?
Qué representación puede tener un beso en este caso, si el beso es señal de amor, afecto, deseo, saludo,
y respeto. El beso, representa entonces el amor que profesamos tener, pero al mismo tiempo estamos con
el puñal en la mano para herir con la traición más cruel. Eso mismo hacemos muchos con Jesús, a quien
profesamos servir.
1. LA OPORTUNIDAD DE JUDAS
Judas escuchó el llamado de Jesús, como todos los otros, tomó la decisión de seguirle, y fue aceptado por
Él. Recibió el privilegio más grande del mundo, el ser uno de los doce discípulos cuyo nombre estaría
escrito en uno de los fundamentos de la Nueva Jerusalén.
Mateo 10:1-4 “Reunió a sus doce discípulos ...Estos son los nombres de los doce apóstoles: primero
Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Jacobo y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y
Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Jacobo, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón el Zelote y
Judas Iscariote, el que lo traicionó.”
Cuando Jesús vio a Judas, al venir a Él, vio la terrible enfermedad que ya llevaba dentro, pero no lo
rechazó.
“Mientras Jesús estaba preparando a los discípulos para su ordenación, un hombre que no había sido
llamado se presentó con insistencia entre ellos. Era Judas Iscariote, hombre que profesaba seguir a Cristo y
que se adelantó ahora para solicitar un lugar en el círculo íntimo de los discípulos. Con gran fervor y aparente
sinceridad, declaró: ‘Maestro, te seguiré a donde quiera que fueres.’ Jesús no le rechazó ni le dio la
bienvenida, sino que pronunció tan sólo estas palabras tristes: ‘Las zorras tienen cavernas, y las aves del
cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recueste su cabeza.’ (Lucas 9:57, 58). El Salvador leyó el
corazón de Judas; conoció los abismos de iniquidad en los cuales éste se hundiría a menos que fuese
librado por la gracia de Dios. Al relacionar a este hombre consigo, le puso donde podría estar día tras día en
contacto con la manifestación de su propio amor abnegado. Si quería abrir su corazón a Cristo, la gracia
divina desterraría el demonio del egoísmo, y aun Judas podría llegar a ser súbdito del reino de Dios.” El
Deseado de Todas las Gentes, págs. 260,261
2. El PECADO DE JUDAS
¿Cuál es el pecado de Judas? 1 Timoteo 6:10 “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual
codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” El pecado que
acariciaba en su alma era la codicia, el amor al dinero, pero ¿Quién puede decir que está libre de este mal?
El que esté sin codicia de los bienes de este mundo, que tire la primera piedra a Judas en esta noche.
Leamos lo siguiente
“Jesús se espaciaba en los principios de la benevolencia que eran la misma raíz de la avaricia. Presentó a
Judas el odioso carácter de la codicia, y más de una vez el discípulo se dio cuenta. Pero no quería confesar
ni abandonar su iniquidad. Se creía suficiente de sí mismo, y en vez de resistir la tentación continúo
practicando su fraude, Judas llegó a ser un representante del enemigo de Cristo”. Ibid. Pág. 262
En las Escrituras está la evidencia de aquello que se venía gestando en el corazón de Judas.
Juan 12:3-5 “Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de
Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. Y dijo uno de sus discípulos,
Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por
trescientos denarios, y dado a los pobres?”
Notamos que del corazón de Judas sale un destello de egoísmo y falta de honra para con su maestro. “Pero
dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que
se echaba en ella.” Juan 12:6.
Esto fue una evidencia de la avaricia que Judas tenía en su corazón y el acto de esta mujer lo confrontó.
Mientras él vendía a su Maestro, esta mujer le honraba derramando ese dinero en sus pies, mostrando que
Jesús no tenía precio, que su vida era invaluable.
3. EL ACTO FINAL DE SU VIDA: LA TRAICION
Mateo 26:14, 15 “Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes,
y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata”.
Y de esta manera Judas llegó a ser el instrumento de Satanás.
“Los príncipes de los judíos ansiaban apoderarse de Jesús, pero no se atrevían a prenderle abiertamente por
temor de alborotar al pueblo. Buscaron por tanto a alguien que se lo entregara secretamente; y en Judas, uno
de los doce discípulos, encontraron al hombre dispuesto a cometer esta vil acción. Aunque Judas tenía por
naturaleza mucho amor al dinero, no siempre había sido depravado y malo hasta el extremo de poder hacer
tamaña villanía. Pero había fomentado dentro de sí el mal espíritu de la codicia hasta transformarlo en la
pasión dominante de su vida, y hacerse capaz de vender a su Señor por treinta monedas de plata, el precio
de un esclavo. Se atrevió a entregarlo en Getsemaní con un beso.” Cristo Nuestro Salvador, pág. 108.
4.- EL FINAL DE JUDAS
Mateo 27:1-5 “Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido
las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando
sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? !Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en
el templo, salió, y fue y se ahorcó.”
Hechos 1:18 “Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó
por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron.”
(Judas) siguió después paso a paso al Hijo de Dios desde el huerto al tribunal de los gobernadores judíos. No
se imaginaba que el Salvador se dejaría matar por los judíos, como amenazaban hacerlo. … Esperaba que
de un momento a otro le vería en libertad, protegido por el poder divino, como en ocasiones anteriores. Pero
pasaban las horas, y al ver que Jesús se sometía humildemente a todas las ignominias y a todos los ultrajes
sintióse presa de terrible inquietud, pues comenzó a comprender que en realidad la muerte había llegado ya
para su Maestro.
Cuando la causa estaba por fallarse, Judas no pudo ya soportar el tormento de su mala conciencia. De
repente se dejó oír en la sala una voz ronca que llevó una sensación de horror al corazón de todos los
oyentes: “¡Es inocente! ¡Ten misericordia de Él, oh Caifás! ¡No ha hecho nada digno de muerte!”
“Viendo que todos sus ruegos eran inútiles para liberar a su Maestro, Judas se precipitó por la sala
exclamando: ‘¡Es demasiado tarde! ¡Demasiado tarde!’ Se dio cuenta de que no le era posible vivir para ver
crucificado a Jesús, y en la agonía de su remordimiento fue y se ahorcó.” Cristo Nuestro Salvador, págs.
109, 110.
5.- CONCLUSION
Judas no amó a Jesús y prefirió las cosas terrenales, como muestra de su traición no estaba realmente
interesado en lo que el Maestro enseñaba. Quería a Cristo como un medio para su fin personal y orgulloso,
que era ser rico, porque creía que Jesús iba a ser rey, y por eso era su seguidor. Puedo imaginar a Judas
desilusionándose a medida que conocía más a Jesús, e incluso enojado, creyendo que Jesús lo había
engañado y que había desperdiciado tiempo siguiéndolo. Por eso, cuando vio que Jesús no le serviría para
sus propios propósitos, lo traicionó, mostrando que nunca fue un verdadero discípulo.
Sin duda Judas fue de los hombres más privilegiados en la historia: caminó tres años en la cercanía de
Jesús, testigo de milagros asombrosos, e incluso predicó junto con los otros discípulos. Pero nunca valoró y
amó a Cristo. Ojalá se hablase más en nuestros púlpitos sobre la verdad de que es posible estar dentro de
las cuatro paredes de una congregación y hasta tener un “ministerio exitoso”, y aun así nunca formar parte de
la iglesia de Dios.
La historia de Judas debe hacer reflexionar a toda persona que dice ser cristiana, ya que tenemos a muchos
Judas en nuestras filas: “cristianos” que quieren a Cristo como un simple fin para algo más. Personas que,
aunque están cerca de la predicación de la verdad, tienen sus corazones lejos de ella.
Siglos antes de la venida de Cristo, Dios le habló al profeta Jeremías: “Porque dos males han hecho mi
pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen
agua”. Jeremías 2:13.
La esencia misma del mal es rechazar al Dios digno de toda nuestra adoración y tratar orgullosamente de
llenar nuestras vidas con cosas que jamás podrán llenarlas, como, por ejemplo, bienes terrenales. Judas
representa perfectamente estos males de los que habló Jeremías. Él creyó que era mejor tener un puñado
de monedas que tener a Cristo. Luego vio el error que cometió, pero en vez de arrepentirse, decidió quitarse
su propia vida. Judas es un claro ejemplo de que en realidad de nada sirve tener cosas materiales sin tener a
Cristo.
Una frase que se atribuye a Charles Spurgeon dice: “Quien le sirve a Dios por dinero, le servirá al diablo por
un mejor salario”. Esto se aplica a Judas y es una advertencia para todo el que aparentemente es cristiano,
pero no lo es. Por eso la Palabra enseña: “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y
en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de
todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron
traspasados de muchos dolores.” 1 Timoteo 6:9, 10
Dios nos libre y ayude a vencer los malos sentimientos de este mundo, que al final lo terminemos
traicionando a Jesús con un beso falso de amor. AMÉN.

También podría gustarte