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¿Qué es el monopolio?

El monopolio es una situación dentro de la economía en la cual existe un


productor que es el monopolista que posee un gran poder de mercado y es el
único en una industria dada que posee un producto, bien, recurso o servicio
determinado y diferenciado.

¿Cómo se puede identificar el monopolio?

Un monopolio lo puedes identificar de este modo:

1. Hay un producto único, es decir, no existe otro en el mercado y ningún otro


bien lo puede reemplazar.
2. No hay opción para el comprador de conseguirlo de otro modo o a otro
proveedor.
3. El monopolista controla la cantidad de producción y el precio.

¿Tipos de monopolio en Colombia?

1. Monopolio natural: Este se crea a partir de las exigencias de los


consumidores. Surge de forma fluida y se convierte en el líder de la
producción de ese elemento o servicio. Este se caracteriza porque dentro
de este tipo de monopolio los precios no se pueden manejar a su antojo y
debe aceptar límites tales como: la competencia potencial, el factor
competitivo constante, la elasticidad de la demanda, los factores sustitutos
y la ley de rendimientos.
2. Monopolio puro: Es el que resulta cuando hay una sola persona o empresa
que produce y distribuye un producto en un mercado en donde existen
muchos compradores. Por tanto, solo existe un único vendedor, no hay
competencia ni rivales.

¿Están permitidos los monopolios en Colombia?

En principio, por mandato constitucional, no, ya que al ser Colombia un Estado


Social de Derecho garantiza el derecho a la libre competencia basada en la
premisa que el comercio libre beneficia tanto a consumidores, empresas y la
economía en general, únicamente están permitidos los monopolios que son en
favor del Estado cuando el interés social lo haga imprescindible a fin de garantizar
la libertad empresarial y proteger al consumidor. En resumen, lo que se prohíbe es
proteger, crear, favorecer y avalarlos legalmente.

¿Cuál es el fin de esta prohibición?

El fin es garantizar la libertad empresarial, la permanencia de los competidores y


la libre adquisición de productos por los consumidores de acuerdo con sus gustos
y preferencias.
¿Cuáles son las consecuencias de los monopolios?

El que ofrece tiene cada vez más poder dentro del mercado, la pequeña industria
decae, el qué más poder tiene puede manipular los precios, se ve afectado el
producto llega un punto en que no cubre la demanda y se sacrifica la calidad
porque importa solo producir

EL NEGOCIO DE LOS MONOPOLIOS EN COLOMBIA


Los reportes de inflación del DANE apuntan a que los precios relacionados al
sistema de salud, en concreto los de los medicamentos, son los que más han
crecido a lo largo del año.  Siendo más exactos, los precios han subido un promedio
de 3 veces más que el crecimiento del IPC (Índice de precios al consumidor).  La
situación es tan grave a tal punto que un estudio realizado por Health Action
International (HAI) demuestra que los precios de los medicamentos en Colombia
alcanzan los niveles más altos del mundo.

El panorama de los exorbitantes precios de los medicamentos ya es conocido por la


mayoría de los colombianos que, con indignación, escuchan cómo los intereses
comerciales van deteriorando más y más a un sistema de salud donde
“extrañamente” los que “pagamos los platos rotos” somos tanto los pacientes como
los médicos. Si bien la situación del sistema de salud no nos alienta mucho, los
colombianos nos tendremos que llenar aun más de indignación al enterarnos de lo
que ocurre en los diferentes sectores de la economía colombiana.

Los monopolios, esa falla de mercado que radica en un gran poder acumulado en 
un agente capaz de controlar los precios y poner barrera a los bienes de un país,
son los que parecen definir y describir los diferentes sectores de la economía
colombiana. Cabe resaltar que los monopolios en Colombia trascienden las fronteras
de la economía para inmiscuirse en la política  y directamente afectar la situación
social que atraviesa el país. En Colombia el gobierno hace un buen tiempo parece
haber renunciado a su papel de poder público para convertirse en un árbitro de
diferentes intereses comerciales.

Para empezar a ilustrar la situación habrá que hacer un diagnóstico en general de lo


que ocurre con los diferentes sectores. Por poner un ejemplo, el paraíso de
monopolios en el que nos sumergimos toma sentido cuando nos damos cuenta de
que sólo en el sector financiero existen 3 conglomerados internacionales y 5
nacionales que mantienen las tasas de intermediación más altas del mundo, con
niveles superiores al 12% anual, que a su vez le genera ni más ni menos que
ganancias cercanas a 20 billones de pesos a dichos conglomerados. Primer síntoma
del control de precios y ganancias, típico de los monopolios por definición.

La condición se extiende al sector minero energético, donde los 6 consorcios


internacionales que manejan el sector le dejan al país ni más ni menos que las
regalías más bajas de todo el continente, sin contar con el desastre ecológico
asociado a la actividad, como lo han sido los casos del carbón y el petróleo.
Para seguir ilustrando el particular panorama de los sectores de la economía, las
multinacionales de los principales insumos agropecuarios como lo son las semillas,
fungicidas, insecticidas o abonos insecticidas han encontrado en Colombia el
escenario ideal para alzar sus precios por encima del resto de países de la región,
con niveles que duplican o triplican a los de países como Venezuela o Ecuador.

Cuando nos enteramos que los 5 laboratorios más grandes del país, productores de
medicamentos esenciales para tratamientos tales como hepatitis, cáncer, sida,
diabetes y otras enfermedades someten al país a precios de usura que oscilan entre
100 y 1000 veces por encima de sus propios costos de producción, refugiándose en
el monopolio de las patentes y por ende impidiendo que las personas pobres tengan
mucho menos acceso a los mismos, las cifras publicadas por  Health Action
International toman todo el sentido del caso.  

Todo lo anterior ha sido increíblemente favorecido por algo que la mayoría de los
colombianos  recordarán como el emblema de una campaña política, ni más ni
menos que la famosísima “confianza inversionista” que a decir verdad no suena muy
convincente si se analiza lo que ocurre detrás de la misma. Quien sabe en qué parte
de la confianza inversionista quedan las ridículas regalías que el “boom” minero le
deja al país y ni hablar de la confianza inversionista en el sector financiero, o en el
mismísimo sistema de salud que cada día que pasa demuestra su insostenibilidad y
exclusión en su máxima expresión.

“Prosperidad para todos”, el emblema de la primera campaña presidencial de otro


personaje que a su vez no nos explica en qué parte de la compleja competencia
monopolística está el desarrollo social, el crecimiento para la sociedad o incluso en
donde quedamos “todos” cuando el país se rinde a que los monopolios cada vez
tengan más y más poder. En la “prosperidad para todos” resulta difícil encontrar
crecimiento económico a favor al bienestar de la población, más difícil aun encontrar
algo que se aleje de la larga historia de monopolios en la que estamos sumergidos
con grandes barreras para entrar y fomentar la competencia.

A decir verdad y a estas alturas, es muy difícil encontrar actividades económicas en


Colombia donde opere el libre juego de las fuerzas del mercado, que, si bien no es
del todo convincente, constituye una forma mucho más justa en términos de
regulación de precios y producción que la que puedan representar los monopolios
que abundan en Colombia. Así, la cosa parece muy complicada.

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