Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Bien decía Aristóteles en la Moral a Nicómaco. “el amigo es otro yo. Sin la amistad el
hombre no puede ser feliz”. Y es que desde pequeños se empiezan a tejer los lazos de este
tipo de relación, ya sea para dar paso a la socialización, para desarrollar una personalidad
propia o para encontrar una identidad.
Las relaciones de amistad brindan experiencias únicas que solo se pueden encontrar
experimentando este tipo de relación, es por eso que es necesario para un niño abrirse al
mundo y relacionarse con diferentes grupos y jerarquías sociales, creando vínculos de
relaciones duraderas, encontrando ese “amigo para toda la vida”.
Sé que el proceso de mantener relaciones de amistad con los demás puede llegar a ser muy
difícil, más en una época como la actual, en la que una pantalla de celular importa más que
una buena relación interpersonal, en una época donde el chisme, la vanidad y la burla ha
reemplazado la charla cara a cara y una buena afectividad. Los medios de comunicación y
las redes sociales son efectivos por su comunicación instantánea, pero nunca van a superar
las relaciones del “cara a cara”.
Sin embargo, cabe resaltar que por muy primordial que sea la amistad, sin importar la
cantidad de beneficios que obtengamos de una amistad sana y positiva, debemos entender
que nuestra felicidad no depende ni tampoco está determinada por nuestras amistades;
debemos encontrarnos a nosotros mismos antes de empezar a buscar un amigo fuera. ¿Por
qué? Pues precisamente, porque si no sabemos quiénes somos, iremos de grupo en grupo,
revoloteando como colibrí, buscando cambiar nuestra apariencia y nuestra forma de ser por
encajar en un estereotipo absurdo. Hay que ser un rayo de luz en la vida de los demás, pero
también debemos guardar un poco de luz para el amor propio, para la independencia, para
el pensamiento de carácter libre y autónomo. Sin importar lo mucho que queramos al otro,
debemos ser capaces de tomar decisiones por nostros mismos sin dejarnos influenciar por
los demás.
Creo y sueño con que en una sociedad como la nuestra, donde la guerra, el odio y la
avaricia se apoderan de las personas, somos nostros lo jóvenes los que debemos volver a
darle sentido al valor de la amistad, aprender a perdonar, sentir las dificultades del otro,
compadecernos y ayudar a quien más lo necesite, sin importar quién sea, cuáles sean sus
creencias, o de qué familia provenga. Tengo fe en una generación de cambio que no tiene
miedo de dar una opinión que rompa con los esquemas, en una generación que abraza los
defectos y tira los cánones de belleza por la ventana, en una generación que lucha por el
perdón, por el cambio y por la igualdad. Trabajemos por recuperar nuestra parte cálida y
humana por medio de la amistad, y hagamos de este mundo bestial un lugar de paz y
tranquilidad.