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¿ES REALMENTE IMPORTANTE LA AMISTAD?

Bien decía Aristóteles en la Moral a Nicómaco. “el amigo es otro yo. Sin la amistad el
hombre no puede ser feliz”. Y es que desde pequeños se empiezan a tejer los lazos de este
tipo de relación, ya sea para dar paso a la socialización, para desarrollar una personalidad
propia o para encontrar una identidad.

La amistad es una de las relaciones interpersonales más importantes, es un vínculo único y


específico que brinda una función de apoyo colectivo, que trae consigo la aceptación.
Desafortunadamente, la mayoría de los adolescentes del sigo XXI se niegan a surcar en las
aguas de la amistad, porque piensan que no cuentan con un barco lo suficientemente grande
y pomposo para destacar; tienen miedo a que su personalidad no sea la adecuada y por eso
prefieren refugiarse en la soledad. Para muchos padres e hijos el tema de la socialización
carece de importancia, y allí es donde entra la pregunta del millón; y entonces, ¿qué papel
juega la amistad en la vida del ser humano?.

Las relaciones de amistad brindan experiencias únicas que solo se pueden encontrar
experimentando este tipo de relación, es por eso que es necesario para un niño abrirse al
mundo y relacionarse con diferentes grupos y jerarquías sociales, creando vínculos de
relaciones duraderas, encontrando ese “amigo para toda la vida”.

Según la teoría de las necesidades humanas del psicologo estadounidesnse Abraham


Maslow, tener amigos es la tercera necesidad dentro de la teoría de la “Pirámide de las
Necesidades Humanas”, debajo de las necesidades fisiológicas, como respirar y la
necesidad de estar saludable y vivir en un lugar seguro.

La amistad, muy contrario a lo que creen, no es un burdo conjunto de niñerías y personas


que vienen y van. Una de las razones por las que la amistad resulta tan primordial es debido
a la cantidad de beneficios que aporta a la salud. Investigaciones realizadas en Estados
Unidos indican que aquellas personas rodeadas de buenos amigos pueden prolongar su vida
hasta un 50% más que aquellos que permanecen solitarios y aislados. Y eso no es todo, un
reciente estudio de la Universidad de Duke (EUA) probado con un millar de pacientes
solteros afectados por patologías cardíacas reveló que, transcurridos cinco años, sólo
sobrevivía el 50% de los enfermos que no contaban con un amigo de confianza, frente a un
85% de supervivientes entre aquellos pacientes que tenían al menos una relación de amistad
sólida.

Adicionalmente, la amistad también genera felicidad. La oxitocina es una hormona


conocida como “la hormona de la felicidad”, la cual se libera cuando se generan lazos de
confianza y afinidad con las personas. La oxitocina tiene la capacidad de producir empatía;
nos da la oportunidad de reconocer las verdaderas emociones del otro y responder
afectivamente. Las relaciones de amistad generan sentimientos positivmos hacia nosotros
mismos, elevando el autoestima. Lo que el adolescente de ahora, lleno de complejos,
depresion y ansiedad necesita es un grupo de amigos que le brinden ese apoyo, esa
arquitectura fuerte que lo haga sentir importante y primordial, que exhalte las rarezas y
manías y vea en las falencias millones de posibilidades para crecer y brillar, un grupo que
aprecie sus sentimientos más puros y sus opiniones más sinceras para que así él o ella se
sientan parte importante del rompecabezas, generando esa aceptación propia que tanto
buscamos.

Sé que el proceso de mantener relaciones de amistad con los demás puede llegar a ser muy
difícil, más en una época como la actual, en la que una pantalla de celular importa más que
una buena relación interpersonal, en una época donde el chisme, la vanidad y la burla ha
reemplazado la charla cara a cara y una buena afectividad. Los medios de comunicación y
las redes sociales son efectivos por su comunicación instantánea, pero nunca van a superar
las relaciones del “cara a cara”.

Sin embargo, cabe resaltar que por muy primordial que sea la amistad, sin importar la
cantidad de beneficios que obtengamos de una amistad sana y positiva, debemos entender
que nuestra felicidad no depende ni tampoco está determinada por nuestras amistades;
debemos encontrarnos a nosotros mismos antes de empezar a buscar un amigo fuera. ¿Por
qué? Pues precisamente, porque si no sabemos quiénes somos, iremos de grupo en grupo,
revoloteando como colibrí, buscando cambiar nuestra apariencia y nuestra forma de ser por
encajar en un estereotipo absurdo. Hay que ser un rayo de luz en la vida de los demás, pero
también debemos guardar un poco de luz para el amor propio, para la independencia, para
el pensamiento de carácter libre y autónomo. Sin importar lo mucho que queramos al otro,
debemos ser capaces de tomar decisiones por nostros mismos sin dejarnos influenciar por
los demás.

Creo y sueño con que en una sociedad como la nuestra, donde la guerra, el odio y la
avaricia se apoderan de las personas, somos nostros lo jóvenes los que debemos volver a
darle sentido al valor de la amistad, aprender a perdonar, sentir las dificultades del otro,
compadecernos y ayudar a quien más lo necesite, sin importar quién sea, cuáles sean sus
creencias, o de qué familia provenga. Tengo fe en una generación de cambio que no tiene
miedo de dar una opinión que rompa con los esquemas, en una generación que abraza los
defectos y tira los cánones de belleza por la ventana, en una generación que lucha por el
perdón, por el cambio y por la igualdad. Trabajemos por recuperar nuestra parte cálida y
humana por medio de la amistad, y hagamos de este mundo bestial un lugar de paz y
tranquilidad.

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