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Gorostiza Jorge - Panoramicas Urbanas
Gorostiza Jorge - Panoramicas Urbanas
Panorámicas urbanas
50 películas esenciales sobre la ciudad
Panorámicas urbanas
La ciudad en el cine
Esto ha permitido que muchas personas vean antes las ciudades en las
pantallas que en la realidad y cuando las visitan creen que ya las conocen gracias al
cine. A su vez, «el conjunto de las representaciones del mundo urbano, en una
cultura dada, forma un sistema que puede llegar a transformar nuestra visión
particular de la ciudad, ya sea la de una ciudad genérica o concreta, fantástica o
recordada» (Llorente, 2015: 343), por lo que es indudable que el cine, siendo una de
esas representaciones, ha logrado modificar visiones urbanas, incluso de ciudades
que ya se conocían.
Tipología
Empezando por lo fílmico, por lo que ven los espectadores en las pantallas, y
refiriéndose solo a películas de ficción, no a documentales, desde el punto de vista
de la diégesis, es decir, del mundo en que se desarrollan las situaciones y los
eventos narrados, y teniendo en cuenta qué urbe se está mencionando en el
argumento, las ciudades mostradas por el cine se clasifican relacionando lo que
aparece en las películas con lo real, es decir, dividiéndolas en dos tipos; el primero
abarca aquellas poblaciones que han existido o existen en la realidad, aunque se
hayan transformado cuando las ven los espectadores. Se pueden mencionar
muchísimos ejemplos de este tipo y en este libro se estudian algunos, entre ellos, la
Viena de Pabst y Reed, el Berlín de May y Rossellini, el París de Clair y Carax, el
Londres de Hitchcock y Cornelius, la Roma de Greenaway y de Sica, el México D.
F. de Buñuel y Reygadas, así como el Nueva York de Scorsese y Allen. En muchos
de ellos la misma población es radicalmente diferente según el cineasta; el caso
más significativo es el último mencionado, ya que en dos películas con solo tres
años de diferencia, Nueva York pasa a ser de una jungla violenta y peligrosa,
según Scorsese, a un remanso propicio para la cultura y la felicidad, según Allen.
El segundo tipo es el de las urbes que nunca existieron, ni llegarán a existir,
esas que se han denominado «ciudades ficticias» (Gorostiza, 2001: 2) y que al
mismo tiempo pueden ser todas ellas, por ello tienen la ventaja que tanto sus
morfologías como los problemas de sus habitantes se pueden extrapolar a muchas
otras. En este libro se han elegido películas en las que aparecen varias de ellas;
además hay otras sin nombre como las de Seven (David Fincher, 1995) e Inception
(Christopher Nolan, 2010), así como Grovers Corner de Sinfonía de la vida (Our
Town, Sam Wood, 1947), Stepford de The Stepford Wives (Bryan Forbes, 1975) y
Las mujeres perfectas (The Stepford Wives, Frank Oz, 2004), Haddonfield de La
noche de Halloween (Halloween, John Carpenter, 1978) y algunas de sus secuelas,
Questa Verde de Poltergeist (Tobe Hooper, 1982), Hill Valley de la trilogía Regreso
al futuro (Back to the Future, Robert Zemeckis, 1985, 1989, 1990), Millbrook de Una
historia de violencia (A Story of Violence, David Cronenberg, 2005), Castle Rock de
adaptaciones de novelas de Stephen King como La zona muerta (The Dead Zone,
David Cronenberg, 1983), Cujo (Lewis Teague, 1983), Cuenta conmigo (Stand by
Me, Rob Reiner, 1986), La mitad oscura (The Dark Half, George A. Romero, 1993) y
La tienda (Needful Things, Fraser C. Heston, 1993), y además otras con tanta
importancia que su nombre coincide con el título de la película, como Brigadoon
(Vincente Minnelli, 1954), Pleasantville (Gary Ross, 1998) y Lost River (Ryan
Gosling, 2014). Representaciones urbanas arquetípicas que sirven para saber cómo
se visualizan las ciudades actuales y también cómo ha sido su influencia formal en
lo real.
También desde el punto de vista fílmico, las ciudades que aparecen en las
pantallas, ya sean reales o ficticias, pueden clasificarse por su morfología, que será
distinta según la región determinada donde se desarrolle el argumento de la
película. En el segundo tipo, las ficticias, no se llega a saber exactamente cuál es la
urbe donde sucede la acción, pero se reconoce la zona geográfica donde está
situada, sobre todo, por los estereotipos arquitectónicos y decorativos de esas
partes del mundo y la raza de sus moradores, más que por el nombre de los países
que las conforman; por ejemplo, las ciudades africana, árabe, centro europea,
china, eslava, india… Estos estereotipos formales y decorativos casi siempre son
también elementos arquitectónicos, tejas curvas o planas, ventanas y puertas
ojivales, muros gruesos pintados de blanco… y en su mayoría provienen del
imaginario colectivo occidental transmitido desde el siglo XIX a través de cuadros,
libros, grabados y guías de viaje, y que a su vez remite a las peculiaridades del
tipismo, surgido a raíz de la popularización de los viajes turísticos de la burguesía
occidental. Es significativo que estos estereotipos aparecieran ya en los pabellones
de las naciones «exóticas» de las primeras exposiciones universales, como la Rue
des Nations, en la de París de 1878, donde por ejemplo el pabellón español parecía
el de un país árabe por su fachada construida con un pseudoestilo mozárabe. Estos
pabellones de cada región o país normalmente estaban diseñados por técnicos de
esos lugares, por lo que en gran medida fueron ellos los responsables de crear
arquitecturas tópicas, similares a las que se edificaron en Europa bajo los
denominados estilos neorregionalistas, con conceptos similares al neoclásico, al
neogótico y a los otros neohistoricismos.
Sin abandonar lo fílmico, tanto las ciudades reales como ficticias también se
clasifican según la etapa histórica en que se desarrolla el argumento de las
películas en las que aparecen, y hay muchas diferentes, entre ellas, la
mesopotámica, la egipcia faraónica, la judía de la época de Cristo, la polis y la
romana de los péplums, la villa medieval, el pueblo del wéstern, así como las urbes
de todos los siglos, especialmente las de los dos últimos y, por supuesto, las del
futuro de la ciencia ficción; como puede comprobarse, algunas de estas poblaciones
se corresponden con diversos géneros cinematográficos.
En el primer tipo se rueda en una población real, que puede ser ella misma u
otra según el argumento, y si es una ciudad ficticia, no se llega a saber cuál es,
como sucede con Mega City la metrópoli de Matrix (The Matrix, Andy y Larry
Wachowski, 1999), filmada en Sídney, pero teniendo que eliminar digitalmente
edificaciones reconocibles, como la ópera, para evitar que se identificase esa ciudad
a causa de sus iconos.
El cine en la ciudad
Además de estas interacciones físicas y directas, cada vez hay relaciones más
consolidadas entre las ciudades y la imagen en movimiento. Una de ellas es la
transformación de la ciudad en un espacio cinematográfico, en un decorado.
Actualmente, en todas las ciudades hay edificios protegidos a los que, a pesar de
ello, se les ha permitido destruir todo salvo sus fachadas. En estas actuaciones
proteccionistas urbanas se salvaguardan de modo exclusivo los frentes de los
edificios, pudiendo demoler todo su interior, vaciándolos y volviéndolos a
construir con tipologías completamente diferentes a las que tenían en sus orígenes;
solamente importa el plano que separa la edificación de la calle, su límite entre el
interior y el exterior. La fachada se convierte en un telón ante el cual se desarrollan
sucesos y detrás del cual no importa lo que haya. Da lo mismo que, por ejemplo,
unas viviendas decimonónicas se conviertan en un gran almacén, algo que
tampoco afecta a quien esté dentro de estos edificios, que incluso puede ignorar
que la fachada es de siglos anteriores, porque el plano interior de esa fachada
conservada no tiene relación con su plano exterior, tal como sucede con los
decorados en el teatro, el cine y la televisión. Lo más inquietante es que, al tratar la
fachada solo como un elemento plano que configura los límites laterales de las
calles, estos edificios podrían estar completamente vacíos, incluso sin uso, teniendo
esa fachada una estructura que la sustentase, como se hace con los decorados, algo
que viéndolos por fuera no se sabría, pudiéndose solo intuir este estado fantasmal
por la ausencia de actividad. Habría que saber si se está seguro de que se camina
entre edificaciones reales o tan solo son superficies planas vacías por dentro.
Lipovetsky y Serroy han escrito que «los centros de las ciudades se tratan de
manera creciente como decorados, se iluminan con juegos de reflectores
proyectados por urbanistas-escenógrafos, diseñados por diseñadores-decoradores
y puestos en escena según una dramaturgia de intención turística que, por
organizar la mirada, impone una cinevisión», y concluyen que «la realidad se ha
convertido en un sueño filmado y musicalizado con los esperados aires de violines
y acordeones. La iluminación y el aparato musical dialogan en una realidad
verdadera-falsa, en película verdadera-falsa, el turismo como universo-cine»
(Lipovetsky, Serroy, 2009: 324).
A finales del siglo pasado ya escribía que «lo ligero ha triunfado sobre lo
pesado, la levedad sobre la solidez, lo virtual sobre la realidad» (Gorostiza, 1999:
4). Hoy en día las imágenes en movimiento han superado en número y en
importancia las experiencias reales, y, además, en muchas ocasiones las han
suplantado, logrando un triunfo que ya se perfila como total y abrumador.
50 películas
Antes de continuar hay que mencionar que este libro no es una guía de
localizaciones de películas que pudiera servir al viajero para ir a recorrer en
peregrinación los lugares donde se rodaron; ya hay múltiples volúmenes y páginas
en Internet que se dedican a este tema y, además, son muy recomendables y útiles
porque proporcionan informaciones exhaustivas.
En los años setenta, tras el auge económico de la década anterior, hubo que
intervenir en algunas urbes históricas para impedir que siguieran degradándose y
al mismo tiempo continuaran siendo destinos turísticos (Amenaza en la sombra),
mientras que las grandes ciudades sufrían un incremento en sus índices de
delincuencia y marginación, que las convirtieron en peligrosas junglas urbanas
donde triunfaba la ley del más fuerte (Taxi Driver), aunque también se utilizaron
los medios de masas para dar imágenes distorsionadas a fin de atraer al turismo
perdido por esos problemas (Manhattan). Nuevas tecnologías de la época, sobre
todo relativas al sonido, acentuaron el control ejercido por corporaciones e
instituciones en las ciudades (La conversación), mientras que algún nuevo país,
descolonizado recientemente, descubrió que la industria del sexo, unida a su
exotismo oriental, podía significar una importante entrada de divisas y beneficios
económicos (Saint Jack: El rey de Singapur).
Año: 1923
Las edificaciones son también lugares con elementos que sirven para
desarrollar los gags cómicos propios del splastick, como en otras películas
protagonizadas por Lloyd: High and Dizzy (Hal Roach, 1920), donde la cornisa de
un edificio sirve para que el protagonista intente salvar a una sonámbula; así como
en Look Out Below (Hal Roach, 1919) y Never Weaken (Fred C. Newmeyer, 1921),
que se desarrollan en edificios en construcción, entre vigas y pilares metálicos.
Como indica Jacobs, «los automóviles y los rascacielos fueron los vectores
horizontales y verticales del moderno espacio racionalizado entusiásticamente
explorado por las películas del slapstick, que primero y ante todo asociamos con
planos generales mostrando cuerpos y objetos moviéndose rápidamente a través
del espacio» (Jacobs, 2010: 155).
Producción: Stern-Film
País: Alemania
Año: 1923
Los letreros de la ciudad forman parte de la acción, como el que está colgado
perpendicularmente a la fachada de la comisaría, un rótulo luminoso intermitente
con tres figuras geométricas, un triángulo y dos círculos, y el símbolo denominado
almohadilla o numeral, indicando que la ciudad puede estar en cualquier lugar del
mundo. Otro signo de la calle, esta vez quizá soñado por el protagonista, es una
línea serpenteante y luminosa en el suelo, que termina en una mano con el dedo
índice extendido señalando la entrada a un local nocturno y que casi obliga al
hombre a entrar en él. Más significativo es otro letrero, también colocado
perpendicularmente a una fachada, de unas enormes gafas. Cuando el
protagonista va a pasar por debajo persiguiendo a una muchacha, el letrero se
ilumina de repente y dentro de las gafas hay dos ojos que parecen observarlo y
vigilarlo. Él se detiene y lo mira con asombro; es como si la calle se despertara y
observara a sus viandantes; como si la ciudad fuera un ente con vida propia: «La
calle jamás fue en el cine alemán un mero decorado» (Sánchez Biosca, 1990: 238).
Al final, ya de día, la calle está sucia, con papeles arrastrados por el viento, y
el protagonista solo y abatido, camina por el centro de la calzada. Todo está vacío y
parece muerto; el espejismo ha finalizado y hay que enfrentarse con la cruda
realidad, quizás hasta que regrese la noche y la ciudad vuelva a atrapar a otro
incauto.
Bajo la máscara del placer (1925)
Producción: Sofar-Film
País: Alemania
Año: 1925
Al final los habitantes del barrio se unen contra las injusticias y tiran piedras
contra las ventanas del club nocturno, haciendo huir a sus acaudalados clientes,
pero tendrán que continuar prisioneros viviendo en ese lugar, porque finalmente
solo una de las protagonistas, la hija del funcionario, parece tener alguna
posibilidad de abandonar el barrio, aunque su futuro sea tan incierto como el de
los que siguen en la calle sin alegría.
Amanecer (1927)
Año: 1927
Producción: UFA
País: Alemania
Año: 1929
Asfalto comienza con planos de unos obreros golpeando con unos potentes
mazos para aplanar la mezcla asfáltica sobre una calle, delante hay un cartel:
«Baustelle» («Obras»); a continuación, se ven vías mojadas, como si el asfalto
estuviera recién aplicado y aún permaneciese húmedo, planos de abundante
tráfico en las calles y de la ciudad en movimiento. Tras estas vistas urbanas se pasa
a un plano de un pájaro dentro de una jaula y una panorámica para mostrar una
tranquila vivienda burguesa y un matrimonio de ancianos.
Ella lee el periódico y pregunta: «¿Te das cuenta de todas las cosas que
ocurren en el mundo en un solo día?»; él hace un gesto despectivo con la mano,
como si el comentario fuera exagerado, aunque debería estar al corriente de la
situación, ya que es el Hauptwachtmeister, sargento mayor, y su hijo, el
protagonista de la película, Wachtmeister, sargento, ambos de la policía municipal.
Esta oposición entre la placidez del interior y la frenética actividad exterior
también se refiere a la seguridad de la vida doméstica frente a la inseguridad
urbana que ha de ser combatida por las fuerzas del orden. De hecho, se ve como un
grupo de tres carteristas roba el monedero que una mujer lleva en su bolso y cómo
la protagonista pretende sustraer un diamante en una joyería con la punta de un
paraguas trucado. Este enfrentamiento entre la ley y el delito dificultará la relación
entre los protagonistas, asociando además los ambientes modernos y urbanos con
lo delictivo, mientras los tradicionales pertenecen al orden establecido.
Las plantas bajas de los edificios que conforman estas calles están ocupadas
por firmas comerciales que existían en ese momento, como los chocolates Trumpf,
las medias Strümpfe y los automóviles Adler. Junto a ellos está la joyería Ibergen,
que no existió y donde la protagonista intenta cometer un robo. Al fondo puede
verse un letrero luminoso en el que se lee «Universum», quizá como mención al
Cine Universum, diseñado por el arquitecto Erich Mendelsohn en Berlín, el año
antes del estreno de la película. Muchos vehículos y personas circulan por esas
calles y un grupo está parado delante de un escaparate, porque en él está una chica
joven, sirviendo de reclamo, sentada en un sillón, mientras se pone y quita las
medias, enseñando sus piernas desnudas, pero solo hasta la rodilla.
Música: A. Bernard
Intérpretes: Albert Préjean, Pola Illéry, Edmond Gréville, Bill Bocket, Paul
Ollivier, Gaston Modot.
País: Francia
Año: 1930
Entre las dos guerras mundiales la crisis económica y social afectó a París,
sobre todo por la falta de viviendas para las clases más desfavorecidas, surgiendo
de forma incontrolada suburbios en sus alrededores. A principios de los años
treinta la capital tenía unos tres millones de habitantes y todavía permanecían en
pie antiguas edificaciones, que habían sobrevivido gracias a las intervenciones
urbanísticas del barón Haussmann en el siglo anterior, la mayoría en malas
condiciones estructurales e higiénicas.
La cámara, salvo en las secuencias inicial y final, está casi siempre a la altura
de la vista de un viandante, excepto en una de las peleas –en la que se sitúa en una
posición más baja para acentuar el dramatismo de las escenas– y en otra secuencia
en que se encuadran los adoquines, brillantes a causa de la iluminación, mientras
se ven los pies de los protagonistas yendo y viniendo en un sentido y en el
opuesto, convirtiéndose este elemento tradicional, con el que se construye la
calzada, en un símbolo reconocible de la ciudad.
Título original: M
Producción: Nero-Film
País: Alemania
Año: 1931
Uno de los primeros títulos de la película era Una ciudad busca a un asesino,
y ese es su argumento: un criminal que mata a niñas, se esconde en el anonimato
de la gran urbe –«puede ser cualquier persona en la calle», dice un comisario–,
donde el resto de los habitantes, sobre todo policías y delincuentes, intentan
atraparlo para impedir que siga asesinando. Las calles de la ciudad tienen poco
tráfico peatonal y de vehículos, como si todo ocurriera en un barrio periférico, pero
sí cuentan con una animada vida comercial, mezclando empresas reales, como la
tienda de cubertería J. A. Henckels, que aún existe, con establecimientos ficticios y
comunes en todas las ciudades, como una juguetería, un restaurante, un almacén
de ropa, una papelería y una frutería situada en un semisótano, para que la cámara
pueda encuadrar desde arriba, a través de una ventana de la calle, al asesino
comprándole caramelos a una futura víctima que está junto a él. La mayoría de
estos establecimientos tienen escaparates llamativos; en la juguetería hay maquetas
de una grúa, un molino y una noria en movimiento; el de la papelería tiene una
gran flecha que sube y baja, además de unas vitrinas en la esquina del edificio con
esculturas y libros, y en la de menaje los cubiertos unidos forman palmeras y otras
figuras vegetales exuberantes. Escaparates que, como en otras películas, son
utilizados argumentalmente; en el de Henckels, con el reflejo desde dentro de
cuchillos unidos enmarcando el rostro del asesino y desde fuera con este mirando
un espejo en el que ve el reflejo de una posible víctima, una niña a la que sigue
hasta la librería donde ambos se detienen delante de su escaparate. En ambos la
cámara se coloca dentro y fuera de estos comercios para mostrar las reacciones
ingenuas de la niña y los gestos atormentados del maníaco criminal.
La película iba a titularse Asesino entre nosotros, pero hubo problemas para
rodarla porque algunos dirigentes del partido nazi con mala conciencia creyeron
que se refería a ellos. Los delincuentes dominan la población donde se desarrolla
M; uno de los jefes de la organización criminal dice señalando sobre un plano:
«Debemos cubrir la ciudad con una red de delatores. Cada metro cuadrado debe
estar bajo vigilancia constante. Ningún niño puede dar un paso sin que nosotros lo
sepamos», aunque no para controlarla y poder ejercer sus actividades delictivas,
sino para eliminar un problema de toda la sociedad, contando con la ayuda de
otros ciudadanos considerados de segunda clase, los numerosos y bien
organizados mendigos, que también han pertenecido siempre al ámbito urbano.
Luces de la ciudad (1931)
Año: 1931
Año: 1932
Durante los años veinte hubo en Chicago un gran auge económico, con un
aumento en el sector de la construcción, edificándose los primeros rascacielos del
país, actividad que se paralizó con el comienzo de la Depresión. La prohibición de
vender, fabricar y transportar bebidas alcohólicas, desde principios de los años
veinte hasta mediados de la década siguiente, fomentó la aparición de negocios
ilegales, logrando enriquecer a muchos delincuentes. «El origen de esta simbiosis
entre gánster y ciudad surgió pronto. El fuera de la ley se aprovecha de las
condiciones que ha creado el desarrollo urbano, que a su vez fomenta la aparición
de la delincuencia. El diseño de la urbe responde a los condicionantes creados por
culpa del desarrollo acelerado del capitalismo y la concentración de la riqueza en el
medio urbano» (Gorostiza, 2005: 145).
Scarface comienza viéndose desde abajo unos edificios altos y una farola que
se apaga, porque está amaneciendo, en cuyo poste hay dos rótulos cruzados. En
uno de ellos se puede leer «Calle 22»; la cámara se mueve y atraviesa la fachada del
Café Costillo, donde un camarero recoge los restos de una fiesta. El dueño aún está
en su interior; alguien entra por una puerta trasera y lo mata de un disparo. Desde
el inicio se indica el lugar y el momento del día en que sucede la acción. Además,
desde la urbe, lo general, se entra en lo particular, el establecimiento, que es el
escenario del primero de otros muchos actos violentos.
Producción: Gaumont-British
Año: 1936
Amediados de los años veinte Londres dejó de ser la metrópoli más poblada
del mundo, al ser superada por Nueva York. Sin embargo, en esa década y en la
siguiente, la ciudad tuvo el mayor crecimiento de toda su historia, llegando a tener
cerca de ocho millones de habitantes a finales de los años treinta.
Año: 1946
Año: 1948
Alemania, año cero comienza con un texto: «Esta película, rodada en Berlín
durante el verano de 1947 no pretende ser más que un relato objetivo y fiel de esta
inmensa ciudad semidestruida, donde tres millones y medio de personas arrastran
una existencia espantosa, desesperada… casi sin rendirse cuentas. Viven en la
tragedia como su propio elemento natural, pero no por exceso de ánimo o por fe,
sino por cansancio. No se trata de una acusación contra el pueblo germano, ni
tampoco de una defensa…». Tras ese texto se muestra un recorrido por las calles
de la ciudad con la cámara en movimiento, mientras se ven las ruinas de las
edificaciones, para terminar mostrando la Catedral destruida. La siguiente
secuencia comienza con un cementerio visto desde arriba, donde el protagonista
está cavando fosas, junto con otros ciudadanos. De las ruinas materiales de la
ciudad se pasa directamente a la muerte de sus habitantes y las penosas tareas de
quienes han logrado sobrevivir.
Una vida con gente que se traslada en tranvía y metro, que vende objetos en
la calle, incluso ocupando las aceras como si fueran de su propiedad, por eso unos
niños se oponen a que el protagonista se coloque a su lado para vender una
báscula; personas desesperadas que corren para coger trozos de carbón que caen
de un camión y son capaces de cortar con cuchillos un caballo que se acaba de caer
en la vía, para llevarse sus restos y comérselos. La necesidad propicia la aparición
de delincuentes, como el adolescente que intenta venderle un jabón a una mujer en
el metro y le roba la cartera; o los jóvenes que asaltan un tren para llevarse las
patatas que transporta.
País: Italia
Año: 1948
Guion: T. E. B. Clarke
Año: 1949
Año: 1949
Las calles de la ciudad son mostradas desde muchos puntos de vista, desde
pisos altos de los edificios, hasta casi al ras de la calzada y, con frecuencia con la
cámara torcida para acentuar el dramatismo de la acción. La mayoría de la película
se rodó en Viena durante un otoño con nieve y después en Gran Bretaña, en los
estudios de London Film, primero en Isleworth y después en Shepperton, donde se
recreó el cementerio de Viena, y se construyeron los interiores de los edificios y el
de la cabina de la noria. Un ejemplo de la yuxtaposición entre lo reconstruido y lo
real se ve en el plano en que la cámara está dentro de la vivienda de la
protagonista, construida en estudio, se acerca a la ventana donde hay unas macetas
con vegetación y, al atravesar las plantas, hay un corte casi imperceptible y se
encuadra desde arriba la calle real vienesa.
País: México
Año: 1950
Los olvidados comienza con una vista desde el mar de los rascacielos de
Manhattan, el siguiente plano es una panorámica descendente de la Torre Eiffel, y
tras este otra panorámica desde el Parlamento británico hasta el Támesis, seguido
de una vista aérea de México D. F. y, por último, otra de la plaza de la
Constitución, mientras se oye una voz que va diciendo: «Las grandes ciudades
modernas, Nueva York, París, Londres, esconden tras sus magníficos edificios
hogares de miseria que albergan a niños malnutridos, sin higiene, sin escuela,
semillero de futuros delincuentes. La sociedad trata de corregir este mal, pero el
éxito de sus esfuerzos es muy limitado. Solo en un futuro próximo podrán ser
reivindicados los derechos del niño y del adolescente para que sean útiles a la
sociedad. México, la gran ciudad moderna, no es una excepción a esta regla
universal. Por eso esta película basada en hechos de la vida real no es optimista y
deja la solución del problema a las fuerzas progresivas [sic] de la sociedad». Esta
introducción pretende generalizar los problemas que se van a mostrar afirmando
que suceden en todas las «grandes ciudades modernas» del mundo, como si de
este modo se aliviase la crítica específica hacia la situación en México y otros países
del tercer mundo.
Los lugares en donde viven los personajes son tan marginales que el ciego,
mientras cocina por fuera de su casa, le pregunta a su lazarillo: «¿Con quién
hablabas?», este le responde: «Con uno que pasaba», y el ciego indignado le grita:
«No me mientas, por aquí no pasa nadie».
Intérpretes: Betsy Blair, José Suárez, Yves Massard, Luis Peña, Dora Doll,
Lila Kedrova
Año: 1956
Un personaje que vive en la capital y está de paso dice: «Me ha hecho mucho
bien venir aquí, es tonto vivir en Madrid», y continúa: «En ese Madrid de las luces
de neón, de la Gran Vía… Además es falso, la verdad está aquí en esta ciudad y
tantas como ella; la Calle Mayor, las gentes y aún más allá… ahí en el campo. Mi
país está sobre todo aquí, lo reconozco, uno pretende ignorarlo, creer que es de
otra manera, no sé… más fácil. No, ahí está». Esta frase es un reconocimiento de la
España de las provincias, pero es indudable que la película es una «crítica feroz a
las comunidades pequeñas y mezquinas, encerradas en ciudades construidas sobre
metafóricos acantilados rocosos que los separan del resto del país» (Gorostiza,
2006c: 129).
Las tres ciudades donde se rodó la película, sobre todo las dos últimas,
conforman otra nueva y distinta con las características de las tres, logrando además
que sea la de «una pequeña ciudad de provincias. Una ciudad cualquiera, en
cualquier provincia», pero siempre de aquella España de los años cincuenta, gris y
terrible.
Noches blancas (1957)
Año: 1957
La película comienza con un autobús que llega a una ciudad sin nombre.
Bajan sus pasajeros, entre ellos el protagonista y un matrimonio con niños. Él les da
las gracias y la mujer le dice: «Espera que conozcas un poco mejor la ciudad y
verás como encuentras los medios de pasar un día festivo». Después, él, que ha
llegado hace dos semanas, dirá: «Hoy he estado todo el día fuera de la ciudad con
el jefe de mi oficina y su familia, buena gente, aburrida, pero buena gente. Era la
primera vez desde que me trasladaron aquí que estaba un poco con alguien y me
ha gustado mucho». Cuando la familia se va a coger un tranvía, que solo se oye y
no llega a verse, el protagonista intenta entrar en un bar, pero lo cierran y se cruza
con un grupo de gente que parece salir de un espectáculo, se queda solo y camina
por la ciudad, mientras se oyen once campanadas y ya está vacía. Desde el
comienzo se sabe que el personaje principal es un extraño en una pequeña y
aburrida ciudad de provincias, donde no tiene amigos ni arraigo personal.
En esta calle principal también hay un solar con los restos de una
edificación, donde hay una hoguera en la que se calientan unos indigentes.
Atravesándolo se llega a otra parte de la ciudad más modesta, sin vehículos,
oscura, con sombras amenazantes y edificios más antiguos y de menos plantas, así
como algunos canales atravesados por varios puentes. Su pavimento no es
horizontal, sino ondulado, lo que permite una visión de los personajes a distintas
alturas. En el extremo de esta zona hay otra aún más degradada donde está el Bar
Sport, frecuentado por prostitutas que han de ejercer su trabajo debajo de un
puente, en el que también hay indigentes calentándose en hogueras, mientras se
oyen sirenas de buques.
En la zona alta de la ciudad hay un parque con unos pocos árboles, desde el
que se ven las partes superiores de las edificaciones nevadas; este espacio solitario
de libertad y de encuentro con la naturaleza y un remanso del canal al que llegan
en un bote los protagonistas son los únicos donde pueden expresar sus
sentimientos.
Año: 1959
Los títulos de crédito iniciales aparecen sobre una escultura griega de una
pareja. Cuando esta se rompe, se ve a cuatro brasileños bailando y cantando en lo
alto de una montaña, con el Pan de Azúcar detrás de ellos; se mueven y la cámara
encuadra unas chabolas de la favela antes mencionada, la gente baila y unas
mujeres, que caminan en fila, llevan sobre sus cabezas latas con agua; el inicio ya
indica que este Orfeo tiene relación con el mito griego, que la música y el baile son
fundamentales y que transcurre en una favela brasileña, donde las latas indican la
falta de suministro de agua corriente.
Dentro de esta ciudad está el Hades al que deberá descender Orfeo para
recuperar a Eurídice; su periplo comienza en un hospital, donde sube cuatro pisos
corriendo por una escalera; después, en una redada que hace la policía a unos
hinchas de fútbol, un agente le dice que vaya a Personas Desaparecidas en el
penúltimo piso de un edificio de trece plantas, sube en ascensor y allí se encuentra
un corredor vacío con papeles en el suelo y un barrendero que le dice: «Esa es la
sección, pero nunca ha habido desaparecidos, aquí solo hay papeles. Solo papeles,
montañas de papeles, ves, la casa está llena, trece pisos de papeles, para nada», Él
no sabe leer, «pero no encontrarás a un desaparecido entre estos papeles. Al
contrario, es ahí donde terminan perdiéndose». A pesar de ello, se ofrece a
acompañarle, bajan unas escaleras helicoidales cuya parte baja tiene una
iluminación rojiza y llegan a un chalé guardado por Cerbero, un perro que no para
de ladrar; dentro hay un terreiro de candomblé, donde Eurídice se reencarna en
una mujer anciana, sin embargo Orfeo la pierde cuando se vuelve a mirarla;
gracias a su amigo Hermes, se entera de que el cuerpo sin vida de su amada está en
la morgue, donde su vigilante, muy abrigado y acatarrado, le deja entrar en las
neveras y llevarse el cadáver de Eurídice. Todo este recorrido nocturno se hace por
una ciudad vacía, salvo un parque donde hay personas que, como si fueran
cadáveres, duermen abrazadas. Su atmósfera onírica y casi surrealista contrasta
con las luminosas y coloridas escenas del carnaval y se descubre una ciudad
alternativa dominada por la burocracia absurda, los ritos atávicos y misteriosos y,
al final, la inevitable muerte.
Intérpretes: Mari Carrillo, José Luis López Vázquez, Concha López Silva,
Ángel Álvarez, María Luisa Ponte, Andrea Moro
País: España
Año: 1959
Año: 1959
Año: 1961
Año: 1966
La siguiente secuencia comienza con dos rótulos: «Argel 1954» y «La ciudad
europea», viéndose una avenida recta con automóviles y edificios de cuatro
plantas de altura; la cámara se mueve, encuadra y hace un zoom sobre una
aglomeración de edificaciones, apareciendo otro rótulo, «La Casbah»; de este
modo, se sitúan las dos zonas de la capital limítrofes, pero completamente
diferentes.
Las insurrecciones urbanas modifican las ciudades porque obligan a que los
foráneos o el poder establecido implanten zonas restringidas para intentar aislar a
los insurgentes y protegerse de sus ataques. Estas insurrecciones además provocan
reformas urbanas, como el plan Haussmann para París, entre cuyos
planteamientos estaba la ampliación de vías impidiendo la construcción de
barricadas y permitiendo el acceso rápido a las zonas conflictivas.
Año: 1967
País: Cuba
Año: 1968
Año: 1973
Año: 1974
Año: 1976
En los años setenta Nueva York sufrió una gran recesión económica a causa
de la reestructuración industrial padecida por el país, por lo que hubo un aumento
de los problemas sociales y la criminalidad; al final de esa década, cerca de un
millón de personas había abandonado la ciudad, creyéndose incluso que había
comenzado un declive irreversible.
Scorsese dijo que «si uno hace una película en Nueva York, obtiene de esta
ciudad más de lo que le pide» porque «Nueva York puede ser calificada con tantos
adjetivos –grosera, mágica, espantosa, dinamizadora, agotadora, prosaica–, que
cada vez que alguien ha de evocarla en una película, aunque sea accidentalmente,
la ciudad acaba por imponerse. Se niega a ser un decorado» (Scorsese, 2000: 58).
Una población donde sus habitantes también son personajes importantes: el
protagonista dice: «Por la noche salen bichos de todas clases, furcias, macarras,
maleantes, maricas, lesbianas, drogadictos, traficantes de drogas, tipos raros.
Algún día llegará una verdadera lluvia que limpiará las calles de esta escoria». Por
ello, cuando el candidato le pregunta cuál es el problema del país que más le
preocupa, responde: «Creo que deberían limpiar un poco la ciudad, porque la
verdad es que está hecha una cloaca, toda llena de basura y de gentuza, hay veces
que se me revuelven las tripas. El presidente que se elija debería sanearlo todo.
Cuando salgo hasta me da dolor de cabeza de oler toda esta basura, quiero decir
que la porquería está por todas partes, en fin yo creo que el presidente debe
limpiar bien este retrete y tirar de la cadena».
Año: 1979
Las influencias del cineasta vienen del propio cine, tal como declaraba: «Ese
Nueva York está en las películas de Hollywood de los años treinta y cuarenta. El
Nueva York que Hollywood mostraba al mundo, y que en realidad nunca existió,
es el Nueva York que yo muestro al mundo porque es el Nueva York del que me
enamoré ya de pequeño» (Lax, 2008: 334). Esa es una de las razones para evitar el
color, porque como decía: «Opté por filmarla en blanco y negro porque la mayoría
de los filmes con los que crecí eran en blanco y negro» (Lax, 2008: 355). De hecho,
según ha confesado (Lax, 2008: 335), rodó la secuencia en que los protagonistas van
en un carruaje de caballos por Central Park en el mismo lugar donde se filmó la
escena de James Stewart cantando Easy to Love en Nacida para la danza (Born to
Dance, Roy del Ruth, 1936), aunque lo cierto es que esta última escena está rodada
en un estudio recreando el parque.
No se debe olvidar que, como mostraba Taxi Driver, a finales de los años
setenta Nueva York era una de las ciudades más peligrosas del planeta y que los
problemas derivados de la droga y la prostitución invadían Manhattan; sin
embargo, Allen no muestra esa situación conflictiva y declaraba: «Mis películas no
le deben nada a la realidad. Esa es mi visión de la ciudad volcada en obras de
ficción que yo mismo he creado» (Lax, 2008: 335), incluso llegando a decir que «con
Manhattan sentía realmente la necesidad de mostrar Nueva York como un paraíso
terrenal y satisfice por completo esa necesidad» (Lax, 2008: 34). Esta falta de
relación con lo real no impide que la visión de la ciudad sea interesante, «siento
verdadera pasión y una gran devoción hacia la ciudad de Nueva York y creo que
en la película se la ve de la forma más hermosa que se ha visto nunca en el cine»
(Ruiz, 1981a: 24), declaraba Allen, y es cierto que la discusión sería discernir si lo
puramente estético es ético.
Nueva York se muestra al nivel de los ojos de los transeúntes, sin colocar la
cámara por encima o por debajo de estos, mezclando imágenes de paisajes urbanos
con los interiores donde viven o se divierten los personajes, incluyendo museos
como el de Historia Natural, el MoMA y el Metropolitan, finalizando con unos
planos similares a los iniciales del skyline urbano.
En 2005 Allen declaraba: «He viajado por todo el mundo, he estado en todas
las ciudades importantes del mundo y algunas de ellas me encantan. Insisto en que
siento verdadero amor por ellas. Pero no hay ninguna como Manhattan, ninguna
otra como ella. Sigue siendo la ciudad más espectacular y encantadora sobre la faz
de la Tierra» (Schickel, 2005: 83). En los años posteriores volvería a repetir lo que
hizo en Manhattan y rodaría otras películas «turísticas» en Venecia, Todos dicen I
Love You (Everyone Says I Love You, 1996); Londres, Match Point (2005);
Barcelona, Vicky Cristina Barcelona (2008), París, Midnight in Paris (2011), y Roma,
A Roma con amor (To Rome with Love, 2012), aunque ya en color y financiado por
instituciones de esas capitales.
Saint Jack: el rey de Singapur (1979)
Producción: New World Pictures / Playboy / Shoals Creek / Copa del Oro
Año: 1979
A principios de los años sesenta, las sesenta y tres islas que componen
Singapur obtuvieron su independencia del Reino Unido, convirtiéndose en una
república. Gracias a su privilegiada situación geográfica, sus instalaciones
portuarias crecieron y casi dos décadas después de su independencia era el
segundo puerto del mundo en cuanto al tonelaje de los buques. A mediados de los
años setenta, a causa de la instalación de grandes refinerías de las multinacionales
del petróleo, se situó en el tercer puesto mundial en la refinación de crudo; en
pocos años su economía prosperó rápidamente, logrando ser uno de los países de
Asia más floreciente, aunque sin lograr eliminar del todo sus problemas sociales.
Año: 1980
Durante los años veinte del siglo anterior, Atlantic City había logrado una
gran prosperidad económica gracias al turismo de estados cercanos y a los
negocios ilegales durante la Prohibición. Después de la Segunda Guerra Mundial,
comenzó su decadencia a causa, entre otros factores, del abaratamiento de los
billetes aéreos, que permitió viajar a destinos más lejanos. En las décadas de los
sesenta y setenta se demolieron muchos de los grandes hoteles. A mediados de los
años setenta, se legalizó el juego, logrando atraer de nuevo al turismo, aunque no
se consiguieran solucionar los problemas sociales de sus ciudadanos.
Louis Malle dijo: «Siempre me había sentido fascinado por la extraña belleza
barroca de Atlantic City, que está situada entre Nueva York y Filadelfia. Atlantic
City por muchos años fue la ciudad de moda de la costa atlántica y tuvo su apogeo
a principios de siglo. Empezó a declinar rápidamente al final de los cincuenta y
actualmente quieren volverla a poner de moda y aquello es como una inmensa
cantera efervescente donde se construyen por doquier casinos y salas de
espectáculos. En el filme la ciudad está muy presente visualmente, con la oposición
entre su pasado y su presente» (Ruiz, 1981b: 48). Efectivamente, la urbe se
transforma, el protagonista va hacia el piso donde vive, le enseña a un recién
llegado el edificio que está al lado y le dice: «es una pena que no lo hayas visto en
los viejos tiempos, era una obra de arte. Ahora lo van a derruir para levantar un
casino». En su fachada hay un cartel: «Atlantic City, estás de vuelta en el mapa.
Otra vez». Hay un optimismo oficial por todo lo nuevo; un político da un discurso
en el Atlantic City Medical Center y dice: «Tengo una visión del futuro, la gloriosa
isla de Atlantic City brillando como un faro cuya luz casi se había extinguido. Si no
fuera por los casinos hace mucho tiempo que estaríamos muertos, por eso acepto
encantado este cheque de todos los casinos», y recibe el dinero, aunque no se sepa
para qué fines va a ser destinado.
Una vez que los ancianos protagonistas han conseguido dinero, vestidos de
una forma estrafalaria, caminan por la avenida al lado del mar; ella dice casi
cantando: «En el paseo de Atlantic City la vida es de color de rosa», parte de la
letra de la canción On the boardwalk in Atlantic City de la película Three Little
Girls in Blue (Bruce Humberstone, 1946). La ciudad es de cine y ya no tan
horrorosa; sin embargo, en el último plano se muestra como una bola está
demoliendo otro edificio, el «progreso» es imparable, y la felicidad, efímera.
En la ciudad blanca (1983)
Título original: A cidade branca / Dans la ville blanche / In the White City
Año: 1983
A principios de los años ochenta hacía casi una década que había triunfado
en Portugal la llamada Revolución de los Claveles, finalizando una de las
dictaduras más duraderas de Europa, y que se habían independizado sus colonias
en África y Asia, por lo que más de medio millón de personas, conocidas como
«retournados», regresó al país, provocando que en Lisboa y otras ciudades
convivieran etnias y culturas diferentes. En la década de los ochenta también
aumentó el tráfico de buques en el puerto lisboeta, convirtiéndose en uno de los
más importantes del continente.
Alain Tanner declaró: «Quería una ciudad portuaria del sur de Europa.
Podía ser Barcelona, Génova o El Pireo. Pero me decidí por Lisboa. Digamos que
porque me «sugirió», muy rápidamente la «materialidad del decorado»» (Ciompi,
1983: 85). Efectivamente, la ciudad es un elemento fundamental de la película, pero
también el fondo donde transcurre la acción. Denby escribía en su crítica: «La
ciudad de Lisboa es un gran decorado, y Tanner lo usa como un laberinto sin un
centro» (Denby, 1984: 56). Es cierto que no hay un centro, solo calles en pendiente y
escaleras, callejones y mercados callejeros; no se pueden seguir los recorridos del
protagonista y tampoco aparecen edificios conocidos, propios de las guías
turísticas, salvo una infraestructura, el elevador de Santa Justa, que merece un
breve plano; solo otra infraestructura, el puente 25 de Abril, un Golden Gate
reducido, es un elemento recurrente, primero visto desde abajo, desde el barco que
llega a la ciudad, después como fondo en varios planos y en una secuencia en la
que el protagonista camina deprisa por él, como si quisiera atravesar ese periodo
extraño de su vida que narra la película, cruzando el espacio entre dos lugares
distintos, habitados por dos mujeres diferentes. En una de sus cartas confiesa: «No
logro escribir. He captado algunas imágenes, pero no logro escribir. He tenido un
sueño, soñé que abandonaba el barco, me iba a la ciudad y alquilaba una
habitación, sin saber por qué. Y allí me quedaba esperando, inmóvil. Soñé que la
ciudad era blanca, que la habitación era blanca, y que la soledad y la calma
también lo eran. Estoy cansado. Querría volver a aprender a hablar de las cosas».
La ciudad blanca del título puede ser en realidad un sueño del personaje, una urbe
peculiar vista con ojos del extranjero y contradictoria, «la ciudad tiene forma sin
significado, belleza sin confort, sociabilidad sin conexión» (Denby, 1984: 56).
El espacio urbano tiene importancia, pero también la tiene el tiempo. En el
bar de la pensión hay un reloj cuyas manecillas giran en sentido contrario al de los
relojes convencionales; cuando el protagonista le dice a la camarera que no va bien,
ella le contesta «No, él va bien. El mundo es el que va al revés», y él reconoce: «Si
todos los relojes fueran al revés, el mundo iría como debe ir». Tanner declaraba
que «en Lisboa el tiempo tiene que ver con el extraño ambiente, con el «espacio» de
la ciudad» (Ciompi, 1983: 86); el tiempo muerto que parece no discurrir y que pasa
el protagonista sin salir de la habitación o paseando sin rumbo por la ciudad.
Año: 1983
En una playa cercana hay una iglesia aislada y una chabola donde vive el
propietario de la costa, un anciano que no desea venderla y que según él trabaja
allí: «Todos tenemos que trabajar. La playa hay que trabajarla. Piensa si no en qué
estado estaría». Cuando le dicen: «¿Y si te dijera que cuatrocientas o quinientas
personas podrían vivir aquí si las cosas llegaran a cambiar?», el viejo le responde:
«No sería la primera vez, es historia, esta playa era una buena forma de ganarse la
vida para trescientas personas, recogían algas y extraían productos químicos. Un
gran negocio. Hace doscientos años esta playa producía quince mil libras al año,
luego las rutas comerciales volvieron a abrirse hacia el este y dijeron «hasta luego
Ferness», el negocio se fue, pero la playa aún está aquí, si cambias la zona, será el
adiós para siempre de la playa». El territorio natural puede adaptarse a diversos
usos, pero si se destruye construyendo sobre él, será muy difícil devolverlo a su
estado primitivo, perdiéndolo para siempre. El debate entre conservar y construir
es abordado por un marinero soviético que le dice al protagonista: «Les ha hecho
felices a todos, es un tipo genial. Este lugar es de ellos, tienen derecho a hacer de él
lo que quieran. No puede usted alimentarse del paisaje». Al final parece que
triunfa la cordura y se descarta construir la refinería a cambio de convertir la playa
en un laboratorio para la observación de los recursos marinos y de los fenómenos
astronómicos.
Música: Ry Cooder
Año: 1984
Año: 1987
En los años ochenta Roma ya era uno de los destinos turísticos más
populares del planeta. Era visitada cada año por millones de turistas y sus
edificaciones estaban entre las más fotografiadas y conocidas del mundo. A
principios de esa década se expusieron en la Bienal de Venecia los trabajos de los
principales artífices de la denominada arquitectura posmoderna, que criticaba los
principios del Movimiento Moderno, en aquellos años las exposiciones de
arquitectura alcanzaron gran relevancia, promocionando a profesionales y
tendencias.
Año: 1995
Los protagonistas tienen que salir de Las Vegas, hay una única posibilidad:
«Escapar de la ciudad, sin mirar atrás ni demorarse; recuperar el sentido común
del gesto ordinario y de la palabra de todos los días que consolidan, mejor que
cualquier crítica, nuestra afinidad íntima con el entorno natural y humano. Leaving
Las Vegas, he ahí, en definitiva la única vía de salvación» (Bégout, 2007: 135);
abandonan la urbe para poder tener intimidad e intentar salir del círculo vicioso en
el que están inmersos, por ello se van al desierto, casi a un oasis, el pequeño motel
Desert Song, donde viven un breve y feliz intervalo de tiempo, hasta que él se cae
sobre una mesa de cristal y son expulsados de ese paraíso; allí ven en la televisión
la secuencia de El tercer hombre en la que los protagonistas descubren que su
relación en Viena es inviable, como les sucede a ellos en Las Vegas. El tiempo y el
espacio urbano es radicalmente distinto, pero es imposible que las situaciones y
vivencias humanas dejen de ser similares.
Crash (1996)
Intérpretes: James Spader, Holly Hunter, Elias Koteas, Deborah Kara Unger,
Rosanna Arquette, Peter MacNeill
Año: 1996
La ciudad donde sucede Crash no tiene nombre y casi no llega a verse, solo
se muestran sus arrabales con pasos elevados, túneles y puentes, y algunos
edificios como un concesionario de coches Mercedes con grandes cristaleras a
través de las que se ve un paisaje desolado, gasolineras, un túnel de lavado, varios
aparcamientos tanto subterráneos como al aire libre, donde en uno de ellos trabaja
una prostituta, y una chatarrería que, como si los coches fueran animales, es un
cementerio de automóviles. Es importante otra edificación, el aeropuerto, «todos
los personajes y sus acciones giran alrededor de ese edificio, que se nombra, pero
cuya terminal de pasajeros e instalaciones principales no llegan a verse, es como un
fantasma que todos conocen, pero que les está prohibido, porque han de
permanecer en el asfalto de las carreteras dando vueltas a su alrededor y
persiguiéndose hasta la muerte» (Gorostiza, Pérez, 2003: 264).
Intérpretes: Jeremy Irons, Gong Li, Maggie Cheung, Michael Hui, Rubén
Blades, Jared Harris
Año: 1997
Hong Kong había pertenecido al Reino Unido desde mediados del siglo XIX
y a principios de la década de los noventa se había convertido en uno de los
grandes centros financieros mundiales y una de las economías asiáticas con mayor
crecimiento. En los años ochenta se ratificó un tratado por el que se devolvería a
China el 1 de julio de 1997, pero manteniendo durante cincuenta años su
autonomía, economía de mercado, representación en organismos internacionales y
leyes especiales.
Sin embargo, el protagonista cree que los cambios no serán graves: «Todo
seguirá igual. Los chinos llevan aquí quince años. No cambiará nada», añade, «solo
habrá un cambio de dirección en este gran almacén» porque «lo jugoso son los
negocios y se hacen a puerta cerrada». Esta relación de la ciudad con el
intercambio comercial es mencionada también por un periodista: «Hong Kong es
una fábrica de “pasta” son veinticinco billones de dólares lo que Estados Unidos y
otros países van a destinar a China», y otro apostilla: «Esto es un casino». En esa
misma conversación se menciona la política de vivienda cuando se vendieron casas
baratas a los ciudadanos y, como dice uno de los personajes: «Luego las revendían
a medio millón de dólares cada una», lucrándose con las plusvalías. Un hombre de
negocios chino explica que «el éxito de Hong Kong reside en su asombrosa
capacidad para adaptarse a las circunstancias que cambian sin cesar» y el
protagonista afirma: «En cualquier caso Hong Kong no morirá. Puede que
cambie», y más tarde: «Solía escribir sobre el futuro de Hong Kong como si tuviera
una dirección definida, un desenlace previsible, pero en esta ciudad todo ha estado
cambiando siempre». Este cambio es una incógnita de la trama argumental, en un
informativo de televisión se dice: «Una encuesta reciente indica que la mayoría de
las personas de Hong Kong esperan que los negocios sigan igual tras la
devolución. La ciudad sigue en marcha, aparentemente negando el cambio. ¿Habrá
un cambio?». Una incertidumbre que inevitablemente también afecta a la conducta
de los personajes.
Año: 1997
Chrystopher Doyle escribió: «Lo que solía ser “el París del Sur”, con el
décimo nivel de vida más alto del mundo, ha quedado reducido a una tasa de
cambio alucinante, una infraestructura tan mala como la comida y un salario
mínimo increíblemente bajo, lo que hace inevitable la explotación, la corrupción y
un «sector de servicios paralelo». Todas las calles van norte-sur-este-oeste:
cuadrículas de aburrimiento y una restricción artificial impuesta a todas las
ciudades del país. Este esquema no es solo un legado topográfico de la época
colonial española, sino un esquema de la mente argentina, que se enorgullece de
ser tercera clase europea» (Doyle, 1998: 158); la visión del extranjero, en este caso
muy dura, se repite a lo largo de toda una película que comienza con un plano de
un pasaporte al que le ponen un sello de la República Argentina, indicando desde
el principio, la llegada de alguien a otro país.
El argumento narra las vicisitudes de tres jóvenes chinos, dos de Hong Kong
y uno de Taipei, los dos primeros del continente y el tercero de la isla de Taiwán,
que tratan de sobrevivir en Buenos Aires, ganándose la vida con empleos
precarios, uno de los hongkoneses trabaja como portero uniformado con esmoquin
del local de tangos Bar Sur, situado en el barrio de San Telmo; siempre está en la
calle dándole folletos a los turistas que se bajan de un autobús y sacando
fotografías a grupos de orientales, que han estado en su interior; también trabaja
muy abrigado en las cámaras frigoríficas de un matadero, durante toda la noche, y
durmiendo por el día, por lo que se da cuenta que vive con la hora de Hong Kong;
el otro hongkonés se prostituye y el de Taipei es cocinero; este último, que ha
llegado a Argentina como turista y se quedó sin dinero, dice: «Aquí todo es muy
caro», se siente «atrapado», confiesa: «Me iría tan lejos como pudiera», su familia
no sabe dónde está y concluye: «Me vine aquí porque no era feliz, tendría que
pensármelo mucho antes de volver a casa»; uno de los hongkoneses asegura:
«Dejamos Hong Kong para empezar de nuevo, nos pusimos en camino y llegamos
a Argentina», y luego dice: «Hong Kong y Argentina están en las antípodas, son
totalmente opuestas», algo que no es completamente exacto, y concluye: «¿Cómo
será Hong Kong al revés?», entonces se ven unas imágenes en movimiento de esa
ciudad desde un automóvil, pero boca abajo, demostrando que para todos ellos a
veces es imposible obviar la nostalgia por la ciudad de origen.
Año: 1998
Truman no conoce lo que está fuera de su isla y por eso «debe ser aislado,
pero no por su peligrosidad, como las fieras de los zoológicos, sino por el riesgo
que corre en el mundo exterior y –no lo olvidemos– real. La unión entre estos dos
mundos es una puerta en el cielo, situada en realidad en la fina cáscara de la
cúpula, por la que Truman abandona su mundo, parece que para siempre. Aunque
lo importante sería saber si logrará sobrevivir fuera de los límites que le han
impuesto» (Gorostiza, 2000: 114).
Año: 2003
Intérpretes: Zhao Tao, Cheng Tai Shen, Wang Hong Wei, Huang Yi Qun,
Jiang Zhong Wei, Ji Shuai
Año: 2004
Una de las atracciones del parque es un avión posado donde entran los
visitantes, se sientan en sus butacas y se abrochan los cinturones, entonces se oye el
típico recitado de las normas de seguridad, al finalizar se quitan el cinturón y bajan
del aeroplano; esta extraña atracción para alguien ajeno a China, se justifica cuando
uno de los personajes, al ver una aeronave en el cielo, le pregunta a la protagonista:
«¿Quién vuela en esos aviones?». «Vete a saber, no conozco a nadie que haya
cogido uno», le responde ella. «Cuando la inmensa mayoría de la sociedad no ha
salido, ni saldrá de su país, podría ser lógico que quisiera saber cómo son los
edificios de otros lugares lejanos. Lo desconcertante es que estas representaciones a
escala reducida proliferen por todo el mundo y sean visitadas por personas que
han estado delante de esos edificios en la realidad» (Gorostiza, 2007: 172), porque,
como indica Cortés, se trata de «un mundo virtual que vende sueños de neón (la
realidad ha sido sustituida por imágenes y espectáculo), donde la ciudad ha sido
convertida en un parque temático» (Cortés, 2012: 185).
Al final los protagonistas se envenenan con gas en una vivienda, los vecinos
sacan sus cuerpos, los acuestan sobre la nieve y se oye a él que dice: «¿Estamos
muertos?», y ella le contesta: «No. Esto es solo el principio», como si las personas
fueran ciudades que nunca desaparecen, sino que se van transformando, aunque a
veces este cambio sea tan brusco y radical como el de las poblaciones chinas.
Batalla en el cielo (2005)
Año: 2005
Países: España/Francia
Año: 2007
Uno de los planos iniciales de la película muestra varios objetos, entre ellos
un mapa de una ciudad doblado sobre el que hay un posavasos en el que puede
leerse «Les Aviateurs» y donde se ha dibujado un esquema de otro mapa; en el
siguiente plano el encuadre de la cámara abarca más objetos y se ve que, bajo el
posavasos y el mapa, hay otro mapa más grande también doblado. Las
representaciones de las ciudades se superponen, creando otra distinta, más
relacionada con lo vivido que con el intento cartográfico de reproducir lo real,
mapas que muestran las ciudades desde arriba, como las que ven los aviadores
mencionados en el posavasos.
Música: A. R. Rahman
Intérpretes: Dev Patel, Freida Pinto, Madhur Mittal, Anil Kapoor, Irfan
Khan, Ayush Mahesh Khedekar
Año: 2008
Año: 2009
Para acceder al centro de la ciudad han recorrido calles estrechas, con ropa
tendida, mujeres sentadas en banquetas y niños jugando en la calzada, entre
edificaciones con fachadas de piedra sin encalar. Ese centro es la irregular plaza de
San Francisco, como la iglesia homónima que se encuentra en uno de sus lados; en
ella hay una cruz y al lado una fuente con una escultura de un hombre y una mujer
en su centro; hoy en día, han desaparecido la fuente y la escultura, por lo que
posiblemente se construyeron para la película, porque este monumento tiene
importancia en el argumento. En la plaza está además el Albergo Osteria da Totó,
donde los protagonistas intentan almorzar, mientras se celebra una boda, una
farmacia que tampoco existe en la actualidad y un pequeño hotel donde parece que
los protagonistas pasaron su luna de miel. La plaza está llena de gente que asiste a
las bodas y de turistas, como la pareja francesa que se encuentran los protagonistas
y ella les explica por qué están allí: «Venimos principalmente para admirar las
obras de arte. El porqué, todos lo sabemos, Italia es un museo al aire libre. ¿Saben
que un cuarto del patrimonio mundial… digo, patrimonio artístico, pertenece a
Italia?», repitiendo tópicos turísticos.
Intérpretes: Pilar López de Ayala, Javier Drolas, Inés Efron, Rafael Ferro,
Jorge Lanata, Adrián Navarro
Año: 2011
Varios de los planos fijos de la ciudad se supone que son fotografías del
protagonista, porque su psicólogo le ha propuesto que las haga: «Una estrategia
con la que fui perdiendo el miedo a la ciudad, al exterior, a los demás: hacer fotos,
una manera de redescubrir la ciudad y la gente, buscar la belleza aún donde
aparentemente no la hay», esto sirve para mostrar lugares especiales y curiosos de
la urbe.
Año: 2011
El director ha dicho que, «la ciudad fue destruida por los bombardeos
aliados como una distracción previa al desembarco de Normandía del día D.
Muchos civiles murieron y el pueblo quedó en ruinas» (Von Bagh, 2011: 20), tras la
Segunda Guerra Mundial, «el pequeño vecindario donde viven los protagonistas
fue el único que no quedó destruido por las bombas. Pero ahora esa franja en
concreto ha sido demolida. Los buldóceres estaban esperando: le dimos al barrio
una semana extra de vida. Como siempre, el paisaje más interesante es destruido
para hacer sitio a los centros comerciales» (Von Bagh, 2011: 20). Esta parte de la
población había sido construida tras la Primera Guerra Mundial por un industria
para sus trabajadores, la mayoría de ellos inmigrantes polacos.
Año: 2012
Año: 2012
General
Guías
Específica
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Bajo la máscara del placer (Die freudlose Gasse, Georg Wilhelm Pabst, 1925)
Bajo los techos de París (Sous les toits de Paris, René Clair, 1930)
El show de Truman: Una vida en directo (The Truman Show, Peter Weir,
1998)
Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003)
Sólo Dios perdona (Only God Forgives, Nicolas Winding Refn, 2012)