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Trochas y fusiles

Alfredo Molano
Abril de 2017
Debolsillo
210 páginas

Los Conservadores, víctimas de su propia violencia y represión


Fernando José Bazurto Prieto

El libro de crónicas de Alfredo Molano, “Trochas y fusiles”, expone diferentes


narraciones que fueron relatadas por miembros del grupo guerrillero de las FARC. De esta
forma, la crónica “Limpios y comunes”, relatada por Munición, un guerrillero cercano a Tirofijo,
expone las diferentes situaciones personales y de coyuntura que llevaron a Manuel Marulanda a
oponerse directa y expresamente contra el gobierno nacional conservador. Entre las causas que lo
encaminaron a la insurgencia se encuentran las diferentes acciones represivas y bélicas
ejecutadas en contra de la población que pertenecía y seguía al Partido Liberal; en donde estos
hechos violentos eran realizados por los gobernantes conservadores, la policía, el Ejército
Nacional, los grupos armados y los seguidores del Partido Conservador. Sin embargo, el cronista
también expone los primeros ataques bélicos emprendidos por el naciente grupo insurgente,
como lo fue el ataque a un puesto de policía ubicado en Puente Rojo, la acción en contra de los
godos en Río Gris, y el enfrentamiento armado ocurrido en Génova. Por último, este capítulo
explica la alianza hecha entre el incipiente grupo guerrillero, Isauro Yosa y el Mayor Lister, y las
familias Loaiza y García, en donde dicho pacto resultó en la disolución del movimiento,
quedando divido en tres grupos: los Liberales, los Comunistas y el Estado Mayor de Marulanda.

De esta forma, teniendo en cuenta lo anterior, el presente comentario tendrá como


temática la violencia bipartidista ejercida entre los miembros de los partidos políticos
tradicionales de Colombia, la cual se vio intensificada con el surgimiento de grupos guerrilleros
liberales, como las FARC, quienes buscaban hacerle frente a la represión y el miedo impartido
por los miembros y el gobierno conservador, en donde estos últimos realizaron diferentes
acciones bélicas haciendo uso de las fuerzas armadas legales e ilegales financiadas por ellos
mismos. De tal forma, el presente escrito busca dar respuesta al siguiente interrogante ¿Es el
terror el origen de la violencia bilateral, ejecutada por los conservadores y el grupo guerrillero de
las FARC, ocurrida a partir de la segunda mitad del Siglo XX?

Por consiguiente, la crónica será confrontada a través de la Teoría del Derrumbe Parcial
del Estado propuesta por Paul Oquist; teniendo en cuenta los elementos relacionados con la
ausencia física del Estado colombiano en algunas regiones del país; la pérdida de la legitimidad
del Estado; y la aplicación del terror. En primer lugar, Paul (2010) expone que la pérdida de
legitimidad que vivió el Estado colombiano fue uno de los elementos que llevó al surgimiento de
los grupos armados revolucionarios; causando, al mismo tiempo, el apoyo a estos movimientos
insurgentes por una parte significativa de la sociedad colombiana. Este elemento fue
consecuencia, según dice el autor, de las constantes represiones ejercidas en contra de los
liberales, y de la creación de grupos terroristas paramilitares, financiados por el mismo gobierno,
los cuales tenían la función de hacer cumplir los mandatos oficiales del gobierno, haciendo uso
de la represión y la violencia en el sector civil. En otras palabras, puede percibirse que estos
grupos guerrilleros, ante el terror y la violencia ejercida por los conservadores, se agruparon para
hacerle frente a la represión y a los actos beligerantes que afectaban directamente a la población
civil y a los movimientos revolucionarios.

Lo anterior puede ser evidenciado en el hecho de que, como menciona Munición


(Molano, 2017), el movimiento insurgente buscaba la integración de todos los liberales que
habían sido perseguidos por el gobierno, para que de esta manera se formara un frente conjunto
en contra del fenómeno de la violencia; y, del mismo modo, este guerrillero contó que
“Marulanda planteó que la vaina no podía quedarse en el solo golpe a la policía o en la venganza
contra los conservadores, sino que había que traer gente a ocupar lo que se iba limpiando”
(Molano, A. 2017. P. 61). En otras palabras, podría decirse que este grupo insurgente buscaba la
redistribución de la tierra, despojando a los latifundistas conservadores de sus propiedades, para
de esta manera otorgar dichos predios a la población que había sido víctima del desplazamiento
forzado, producto de la beligerancia típica de los grupos paramilitares financiados por el
gobierno nacional. Por lo tanto, es evidente que la población victimizada apoyaba y legitimaba al
grupo guerrillero, ya que estos les garantizaban seguridad y tierras, dos factores que
históricamente no han sido consolidados por el Estado.

Por consiguiente, Oquist (2010) también propone que el Estado colombiano ha tenido la
incapacidad de hacer presencia completa y efectiva en todo el territorio nacional, ocasionando
una presencia transitoria o temporal, en donde muchas veces la asistencia estatal se encuentra
liderada por la policía y/o las fuerzas armadas. Así, el anterior elemento se ve ejemplificado en
una de las memorias de Munición, la cual relata que después de la masacre ocurrida en el puente
de San Rafael, suceso en el que fueron asesinados únicamente liberales, “(…) apareció una
avioneta. El gobierno anunciaba que iba a arreglar el problema, que había ordenado una
investigación sobre lo ocurrido en el puente de San Rafael, que las fuerzas armadas y la policía
mantenían el control de orden público (…)” (Molano, A. 2017. P. 51). De esta forma, la anterior
historia demuestra que el Estado no tuvo la potestad de dirigirse directa y personalmente a la
población víctima del hecho atroz, dejando, indirectamente, la violenta situación en manos de la
fuerza pública. Por tal motivo, se puede afirmar que el gobierno no tenía la capacidad de
garantizar su presencia física en la zona, presentando la imposibilidad de solucionar el problema
directamente con la sociedad, causando incertidumbre sobre lo que iba a ocurrir en relación con
las víctimas y los victimarios; mientras que, por el contrario, el grupo guerrillero sí detentaba las
facultades para brindar las condiciones de seguridad que el territorio y la población liberal
buscaba y necesitaba.

Por último, la Teoría del Derrumbe Parcial del Estado plantea que “el terror es una
fuente de desorganización social” (Oquist, P. 2010. P. 192), por ende, este miedo infundido por
el Estado tiene el efecto no deseado de causar la pérdida del control territorial y poblacional, es
decir, la consecuencia contraria a lo esperado. Por esta razón, Munición manifiesta que “(…) el
sentir que a uno lo podían matar por haber nacido liberal, daba mucha terronera, mucho miedo, y
el miedo es la madre de la violencia. Los godos produjeron el miedo (…) La violencia era la
única salida” (Molano, A. 2017. P.p. 58-59). Por lo tanto, es evidente que la represión y el terror
realizado por el Estado ocasionó el sentimiento de descontento, el cual al final resultó en el
nacimiento del grupo guerrillero de las FARC, y por lo tanto, en el origen del fenómeno de la
violencia bilateral entre conservadores y este grupo armado revolucionario.
En conclusión, se evidencia que hay una correlación directa entre el terror producido por
el gobierno conservador, y el surgimiento del grupo guerrillero de las FARC, ya que los actos
atroces cometidos por los conservadores, los cuales buscaban aumentar el poder y control en el
territorio nacional, al final causaron movimientos armados de reivindicación popular y política.
Esto quiere decir que la violencia bilateral, entre godos y grupos guerrilleros, tuvo su origen en
ese sentimiento de miedo con el que vivían las personas pertenecientes al Partido Liberal,
producto de la victimización y represión cometida por los conservadores; en donde toda la
población y el territorio colombiano se vio afectado por los problemas de orden social, político y
humanitario relacionados con el conflicto armado interno.

Bibliografía:

Molano, A. (2017). Trochas y fusiles (1ª ed., Págs. 41-73). Bogotá: Debolsillo.

Oquist, Paul. 2010. El derrumbe parcial del Estado. En L. Orjuela, El Estado en Colombia (págs.
189-215). Bogotá: Universidad de los Andes.

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