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El after party
Desconcierto por los resultados. Informaciones contradictorias. Imágenes de violencia
de lado y lado. La frontera como postal de la crisis.
- Nadie en Caracas lo dirá en voz alta, pero hay reclamos de que el presidente
interino trata de copar demasiados escenarios y en ese afán arriesga más de lo
necesario. Lo quieren en el país y no para la audiencia internacional pues las
“aventuras” más allá de las fronteras le restan maniobra en Venezuela y
oxigenan al régimen.
- ¿Hubo más invitados VIP? ¿Por qué llegaron tan pocos presidentes? Muy
amables los mandatarios de Chile y Paraguay, y el Secretario Almagro, pero el
quorum para la coyuntura dejó mucho que desear. Seguramente el resto no se
quiso comprometer con un evento riesgoso y prefirió atrincherarse detrás de la
mesa del Grupo de Lima. Eso se debe tener en cuenta.
El ejercicio del 23-F no fue tan exitoso. Colombia se lanzó a la pista de baile
con entusiasmo y no hizo los cálculos suficientes del impacto, incluido el
encarte con los desertores de las fuerzas armadas venezolanas que deberían
pasar ya a manos de algún organismo multilateral. Si la idea del gobierno
colombiano es seguir, como dice, con la presión diplomática y económica para
apoyar una salida negociada, requiere más información y táctica.
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Nunca pensaron los venezolanos que treinta años después, en medio del
petróleo, del hierro, del oro y del acero, su país estaría en una situación similar
a la de Bangladesh o a la de un estado del áfrica central. Todo producto de
decisiones estúpidas, de la mala administración y de la corrupción rampante en
todos los niveles gubernamentales.
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“Han generado inquietud y dolor una serie de acontecimientos en los que está
involucrada la Iglesia Católica. Los más recientes han sido el informe sobre mil
víctimas de abuso sexual por parte de sacerdotes de siete diócesis de
Pensilvania en los últimos setenta años; la situación de la Iglesia en Chile
creada por numerosos casos de pederastia que al parecer han sido
encubiertos; también se han denunciado casos de abuso a menores en nuestra
Arquidiócesis y otros escándalos de sacerdotes en diversos lugares; finalmente,
lo más grave es la acusación contra el Papa Francisco de que ha encubierto el
lamentable comportamiento moral de un cardenal de Estados Unidos”, escribió
Tobón.
Tres hombres dicen haber sido abusados por uno de los sacerdotes más
populares de Colombia, el padre Carlos Yepes, quien ha negado en distintos
escenarios todos los señalamiento. Monseñor Tobón no ha tomado acciones,
más allá de abrirle una investigación. Sin embargo, en una milimétrica
estrategia de desprestigio, apoyada por el arzobispo, Yepes y sus seguidores
han emprendido todo tipo de medidas en mi contra y de W Radio. Derechos de
petición, tutelas, denuncias penales, 45.000 firmas de feligreses, marchas en
Medellín, videos en YouTube y hasta cadenas de WhatsApp divulgando mi
número de teléfono han hecho parte de esta “campaña”. La estrategia no les
funcionó: la investigación continuó, se publicaron 45 denuncias más y los
jueces fallaron a favor de W Radio.
Pero no solo es monseñor Tobón. Son también los obispos de Cali, Santa Rosa
de Osos, Santa Marta, Pereira, los Salesianos, Clérigos de San Viátor, Jesuitas y
Misioneros de Yarumal quienes coinciden con el arzobispo de Medellín en no
denunciar a los sacerdotes pederastas ante las autoridades civiles. Eso sí,
registran sus actuaciones criminales en el Archivo Secreto y los condenan a
vivir una vida de oración y penitencia en casas sacerdotales. Denunciarlos y
hacer que vayan a centros carcelarios, expulsar a los obispos encubridores y
entregar el Archivo Secreto a las Fiscalías de cada país sería la respuesta lógica
a una pandemia que carcome la Iglesia Católica, pero esta, por el contrario, se
atrinchera en la cultura del secretismo para protegerse.
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JUAN MANUEL CHARRY | 2019/02/27 01:09
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ISABEL C. JARAMILLO SIERRA | 2019/02/27 03:24
Creo que para muchos es fácil pensar que es verdad que las mujeres son
conflictivas, perezosas e inmorales, y por eso no son buenas para los deportes
en equipo y no se sienten inclinadas a jugarlos. Yo diría que antes de llegar a
esta conclusión deberíamos tener en cuenta todas las formas en las que se
desincentiva a las mujeres a estar en ciertos deportes: 1) hay muchos deportes
en los que no hay equipo de mujeres y se les impide a ellas jugar con los
hombres; 2) no se valora el cuerpo atlético en las mujeres; 3) no hay mujeres
profesoras de deporte, o son muy pocas; 4) hay pocos conocimientos sobre
cómo reaccionan los cuerpos de mujeres a ciertos estímulos y presiones; 5) la
intimidad y contacto físico del deporte genera situaciones que son
reiteradamente explotadas por los profesores, llegando con frecuencia al acoso
y la violencia sexual; y 6) se invierte poco en los deportes que son
principalmente o exclusivamente de mujeres.
Sería importante atacar cada una de estas razones antes de concluir que la
naturaleza de las cosas nos impide introducir cambios significativos. Puede que
tener una selección femenina de mayores imponga retos a la dirigencia, pero
las mujeres nos merecemos que se siga patrocinando.