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En este sentido, no hay que olvidar que los bienes de un consumidor están
acotados por su renta o, lo que es lo mismo, están sometidos a una restricción
presupuestaria. En principio, el consumidor puede gastar todo su dinero en
bolígrafos o en lápices. Pero la pendiente de esta restricción presupuestaria mide
la velocidad a la que ese consumidor puede compensar un bien por otro, y está
dada por los precios relativos de ambos bienes. Es decir, la restricción
presupuestaria está determinada tanto por los ingresos del consumidor como por
los precios relativos de los bienes.
Curvas de indiferencia
Las curvas de indiferencia son líneas en un sistema de coordenadas, en las que
cada uno de sus puntos indica una combinación particular de un conjunto
de bienes que al consumidor le es indiferente consumir. Es decir, el consumidor no
tendrá ninguna preferencia entre dos conjuntos situados en la misma curva de
indiferencia, ya que todos aportan el mismo grado de utilidad. Según desplacemos
las curvas de indiferencia, alejándolas del origen de coordenadas,
incrementaremos el consumo y, por tanto, incrementaremos también el nivel de
utilidad.
Un mapa de indiferencia es una combinación de curvas de indiferencia que nos
ayuda a entender cómo los cambios en la cantidad o tipo de bien pueden alterar
los patrones de consumo.
Francis Y. Edgeworth desarrolló las matemáticas en relación con el dibujo de las
curvas de indiferencia en su libro “Mathematical Psychics: an Essay on the
Application of Mathematics to the Moral Sciences” (Matemática psicológica:
ensayo sobre la aplicación de las matemáticas en las ciencias morales), publicado
en 1881 y basado en trabajos anteriores de William Stanley Jevons. Sin embargo,
fue Vilfredo Pareto el primer economista en dibujar mapas de indiferencia, tal y
como los conocemos hoy en día, en su libro “Manual de Economía Política”,
publicado en 1906.
El primer ejemplo que veremos de un mapa de indiferencia (mostrado en el gráfico
adyacente) es la representación más común, y muestra cuatro curvas de
indiferencia convexas (en rojo). Cada curva indica a qué cantidad de bien (o
conjunto de bienes) x1 debe renunciar el consumidor para ser capaz de consumir
más bienes (o conjunto de bienes) x2. Esta relación es la llamada relación
marginal de sustitución (RMS) entre estos bienes, que no es otra que la pendiente
de la curva en cada uno de sus puntos.
Nuestro segundo ejemplo es un mapa de indiferencia con cuatro rectas paralelas
(en verde). Este supuesto es para bienes (o conjunto de bienes) y 1 e y2, que son
sustitutivos perfectos. Los trazos son paralelos y su RMS = 1, y por tanto su
pendiente tiene un ángulo de 45º con cada eje. También podemos tener el caso
de bienes sustitutivos, pero en diferentes proporciones. En ese caso, la pendiente
sería diferente y la RMS quedaría definida como una fracción: 1/2 ,1/3… Para
sustitutivos perfectos, la RMS permanecerá constante.
El tercer ejemplo muestra un mapa con cuatro curvas de indiferencia (en azul) que
representan bienes perfectamente complementarios, z1 y z2. En este tipo de
bienes, para que haya un incremento en la utilidad del consumidor, ambos bienes
deben crecer en la proporción necesaria. El mejor ejemplo de bienes
complementarios son los zapatos, ya que solo se incrementará la utilidad del
consumidor cuando tenga el par de zapatos, y no cuando tenga solo el de un pie.
Podemos observar que las esquinas están alineadas, y la línea que las cruza
define la proporción en la que cada bien necesita aumentar para que exista un
incremento en la utilidad. En este caso, el segmento horizontal de cada curva de
indiferencia tiene una RMS = 0, mientras que el segmento vertical tiene una RMS
= ∞.
Esta definición sobre las curvas de indiferencia también puede aplicarse en la
producción. En ese caso, la RMS se convierte en la relación marginal de
sustitución técnica y la relación marginal de transformación.