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Cuando el pueblo de Israel se alejó de Dios, el permitió que los madianitas tuvieran en su poder al pueblo de Israel.
Dejaban a los israelitas sin nada que comer, se llevaban sus ovejas, y todo su trigo. Tenían tanto miedo de sus vecinos,
que no podían vivir en paz. Después de 7 años, los israelitas se acordaron nuevamente de Dios y pidieron su ayuda.
Ahora Dios les mandó un profeta, que les hizo recordar todo lo que Dios había hecho por ellos. Al igual que Dios hizo
un plan para liberar a su pueblo.
En aquellos días había un hombre de Israel, llamado Gedeón. Gedeón amaba a Dios. Un día el estaba escondido
limpiando el trigo para que los madianitas no lo vieran, de repente apareció un ángel del Señor que le dijo: “El Señor
está contigo hombre fuerte y valiente”. “El Señor le dijo: “Yo soy el que te envía a liberar a Israel de los madianitas”.
Pero Gedeón respondió: “P ero Señor mi familia es la más pequeña de toda la tribu de Manasés y yo soy el más
pequeño de mi familia. El Señor le contesto: “Podrás hacerlo porque yo estaré contigo y te ayudaré”. Entonces Gedeón
dijo: “Si es así, entonces dame una prueba de que realmente eres tú hablándome. Quédate aquí hasta que yo vuelva con
una ofrenda para ti”. El Señor le dijo: “Aquí estaré, te voy a esperar”. Gedeón se fue a preparar un cabrito, hizo panes y
carne, todo lo llevo hasta donde estaba el Señor. El Señor le dijo: “Toma la carne y el pan y ponlo sobre esta roca y
derrama el caldo encima”. Gedeón así lo hizo y con la punta del bastón que llevaba en la mano, el Señor toco la carne y
el pan y de la roca salió fuego, que consumió la ofrenda.
El papa de Gedeón llamado Joás, había construido un altar para Baal, y la primera tarea que Dios encomendó a Gedeón
fue derribar el altar y en su lugar construir uno para Dios, para que ofrendara allí uno de los toros de su padre. Pero
Gedeón lo hizo una noche, que llevó con él a 10 de sus siervos e hizo lo que el Señor había ordenado. Cuando los
hombres de la ciudad se levantaron por la mañana vieron que el altar de Baal estaba destruido y que un toro había sido
sacrificado en el altar. Ellos estaban muy molestos y querían matar a Gedeón, fueron y gritaron a Joás: que querían
matar a su hijo. Pero Joás fue sabio y tuvo el valor para decirle: Si de veras Baal es un dios debe poder defenderse de
quien destruya su altar. Al escuchar eso todos los hombres dejaron de insistir en querer matara a Gedeón.
Cuando el pueblo de Israel se alejó de Dios, el permitió que los madianitas tuvieran en su poder al pueblo de Israel.
Dejaban a los israelitas sin nada que comer, se llevaban sus ovejas, y todo su trigo. Tenían tanto miedo de sus vecinos,
que no podían vivir en paz. Después de 7 años, los israelitas se acordaron nuevamente de Dios y pidieron su ayuda.
Ahora Dios les mandó un profeta, que les hizo recordar todo lo que Dios había hecho por ellos. Al igual que Dios hizo
un plan para liberar a su pueblo.
En aquellos días había un hombre de Israel, llamado Gedeón. Gedeón amaba a Dios. Un día el estaba escondido
limpiando el trigo para que los madianitas no lo vieran, de repente apareció un ángel del Señor que le dijo: “El Señor
está contigo hombre fuerte y valiente”. “El Señor le dijo: “Yo soy el que te envía a liberar a Israel de los madianitas”.
Pero Gedeón respondió: “P ero Señor mi familia es la más pequeña de toda la tribu de Manasés y yo soy el más
pequeño de mi familia. El Señor le contesto: “Podrás hacerlo porque yo estaré contigo y te ayudaré”. Entonces Gedeón
dijo: “Si es así, entonces dame una prueba de que realmente eres tú hablándome. Quédate aquí hasta que yo vuelva con
una ofrenda para ti”. El Señor le dijo: “Aquí estaré, te voy a esperar”. Gedeón se fue a preparar un cabrito, hizo panes y
carne, todo lo llevo hasta donde estaba el Señor. El Señor le dijo: “Toma la carne y el pan y ponlo sobre esta roca y
derrama el caldo encima”. Gedeón así lo hizo y con la punta del bastón que llevaba en la mano, el Señor toco la carne y
el pan y de la roca salió fuego, que consumió la ofrenda.
El papa de Gedeón llamado Joás, había construido un altar para Baal, y la primera tarea que Dios encomendó a Gedeón
fue derribar el altar y en su lugar construir uno para Dios, para que ofrendara allí uno de los toros de su padre. Pero
Gedeón lo hizo una noche, que llevó con él a 10 de sus siervos e hizo lo que el Señor había ordenado. Cuando los
hombres de la ciudad se levantaron por la mañana vieron que el altar de Baal estaba destruido y que un toro había sido
sacrificado en el altar. Ellos estaban muy molestos y querían matar a Gedeón, fueron y gritaron a Joás: que querían
matar a su hijo. Pero Joás fue sabio y tuvo el valor para decirle: Si de veras Baal es un dios debe poder defenderse de
quien destruya su altar. Al escuchar eso todos los hombres dejaron de insistir en querer matara a Gedeón.