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Desintegracion y Guerras de Secesion en Yugoslavia. EOM
Desintegracion y Guerras de Secesion en Yugoslavia. EOM
Hace aproximadamente un cuarto de siglo comenzaron las guerras de secesión de Yugoslavia (1991-2001). El proceso se abrió con la
Guerra de los Diez Días (1991) y finalizó con la Guerra de Macedonia (2001). Entre ambos conflictos, se dieron la Guerra de Croacia
(1991-1995), la Guerra de Bosnia-Herzegovina (1992-1995) y la Guerra de Kosovo (1998). De aquella contienda bélica se constituyeron
como estados independientes Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Montenegro, Macedonia y Kosovo. En estas líneas
haremos un somero repaso sobre qué fue y cómo se desarrolló la disolución de la antigua Yugoslavia.
La ayuda resolvía los problemas económicos y de seguridad que podría tener Yugoslavia a corto plazo. Sin embargo, a largo plazo algo
más sería necesario. En este sentido, las élites yugoslavas se sacaron de la chistera dos recursos que constituirían los elementos
definidores e identificadores de Yugoslavia durante la Guerra Fría. Por un lado, en el plano económico, social y político, se creó y
desarrolló el Socialismo Autogestionario. En términos simples, se buscaba dar mayor poder a los obreros, a las fábricas y a las
repúblicas, creando un sistema socialista descentralizado diferente al erigido en la URSS. En el plano internacional, se desarrolló
primero la política de neutralidad y posteriormente el Movimiento de Países no Alineados.
Esos dos recursos, que no dejaban de ser una huida hacia delante, permitieron a Yugoslavia contar con una relativa estabilidad y
prosperidad económica, política y social, mientras que en el plano geopolítico, Yugoslavia se convirtió en la nación más favorecida,
tanto en términos diplomáticos como económicos, de los Estados Unidos. No obstante, las cosas comenzaron a cambiar con la
muerte de Tito en 1980. Y no porque el Mariscal fuese lo único que unía a los yugoslavos, tal y como Martín Leguineche y otros tantos
repitieron a comienzos de los 90, sino porque fue a comienzos de 1980 cuando Yugoslavia comenzó a sufrir una crisis de deuda y
desempleo.
Durante toda la década de 1980 la economía y la sociedad yugoslava sufrirían esta crisis financiera y económica. Sin embargo, como
en aquellos momentos Yugoslavia todavía seguía siendo un socio privilegiado de occidente, el FMI continuó refinanciando sus pagos, al
tiempo que sus acreedores fueron aceptando quitas de deuda. Sin embargo, con la caída del bloque del este entre los años 1989-1991,
otros países como Polonia o Checoeslovaquia se habían situado como socios preferenciales de Occidente. Si Yugoslavia quería seguir
disfrutando de la categoría de nación más favorecida, debería adaptarse a los tiempos, olvidarse del socialismo y moverse hacia el
capitalismo. Después de todo, con el fin de la Guerra Fría, Yugoslavia ya no tenía ningún valor geoestratégico.
El punto de inflexión
Formada por un total de seis repúblicas y dos provincias autónomas, los dos principales protagonistas del estado yugoslavo eran
Eslovenia y Serbia. Las demás repúblicas e instituciones federales se mantenían a la expectativa de lo que se decidiese en Ljubljana y
Belgrado. Esto fue exactamente lo que sucedió a lo largo de 1990 y la primera mitad de 1991.
En enero de 1990 se celebró el 14º congreso de la Liga Comunista de Yugoslavia (LCY). En él, la delegación eslovena se enfrentó con
la delegación serbia debido al rumbo que debía tomar Yugoslavia. Los eslovenos argumentaban que era necesario avanzar hacia la
democracia liberal, la economía de mercado y un modelo más descentralizado, mientras que los serbios argumentaban que era
preferible más centralización. Finalmente el congreso se saldó con un rotundo fracaso, con la delegación eslovena abandonando el
congreso y junto a ella la croata.
Con la LCY fuera de juego, Eslovenia declaró que convocaría elecciones pluripartidistas en su república para abril de 1990 y a renglón
seguido cada república fue celebrando sus elecciones hasta fines de 1990, siendo Serbia la última república en celebrarlas. De las
elecciones salieron fortalecidos los proyectos nacional-soberanistas en Eslovenia y Croacia, mientras que en Serbia salió reforzado el
sector nacional-centralista de Slobodan Milosevic. Por otro lado, las autoridades federales, especialmente el ejecutivo, se vio
desbordado por la situación, observando cómo sus intentos de mantener a Yugoslavia unida y llevarla hacia Occidente fracasaban por
la oposición de las repúblicas de Eslovenia, Croacia y Serbia.
En la primera mitad de 1991, cuando todas las repúblicas ya contaban con sus propios ejecutivos federales y con sus respectivos
presidentes, se celebraron una serie de reuniones presidencias en donde se intentaron poner los mecanismos para adecuar los
diferentes intereses existentes. Por un lado, Eslovenia y Croacia insistían cada vez más en la independencia. Más aún, Eslovenia, a
finales de 1990 y Croacia en mayo de 1991, celebraron referendos de independencia que se saldaron con resultado positivo. Por otro
lado, Serbia y Montenegro mantenían que era necesaria una recentralización de Yugoslavia o por lo menos la creación de una
Yugoslavia en donde viviesen todos los serbios y otras repúblicas que así lo deseasen. Por último, Macedonia y Bosnia-Herzegovina
tenían una posición intermedia entre ambas posturas, defendiendo la continuidad de Yugoslavia pero en un modelo más federal que el
existente. No obstante, el acuerdo fue imposible y el 25 de junio de 1991 Eslovenia y Croacia declaraban su independencia respecto a
la República Federativa de Yugoslavia, Estado que de facto dejaba de existir para hacerlo poco después de iure.
Distribución nacional en BiH concorde los datos del Censo de 1991. El verde
representa a la población bosniaca. El azul a la población serbia. Y el amarillo a la
población croata.
Allí la guerra comenzó en abril de 1992. Las tropas paramilitares serbias, con el apoyo del ahora Ejército de la República Srpska,
comenzó a expandirse y limpiar étnicamente los territorios de Bosnia Oriental, que según las autoridades guiadas por Radovan
Karadzic debían quedar bajo soberanía serbia. Ante el empuje inicial serbio, la alianza entre musulmanes y croatas lo hizo lo mejor que
pudo para defender los territorios que estaban bajo su control. No obstante, no pasó mucho tiempo cuando los croatas, a fines de 1992,
también decidieron ponerse en contra del bando bosnio. Esto se debía a que en marzo de 1991, Milosevic y Tudjman habían acordado
la división de Bosnia-Herzegovina a través del Acuerdo de Karadjordjevo, los cuales serían ratificados mediante el Acuerdo de Graz de
mayo de 1992 entre las autoridades serbias y croatas de Bosnia.
A comienzos de 1993, los serbios ocupaban alrededor del 70% del territorio total de Bosnia-Herzegovina, mientras que croatas y
bosniacos se enfrentaban por el control del centro de Bosnia y la Herzegovina. La situación se estaba descontrolando. Los diferentes
planes de paz no funcionaban, las autoridades serbias de Bosnia quedaron aún más descontroladas cuando Milosevic rompió con ellas
a mediados de 1993. Por consiguiente, era necesario volverá restablecer la coalición bosnio-croata. Esto se logró a comienzos de
1994, con el Acuerdo de Washington. A partir de este momento, el bando serbo-bosnio iría perdiendo terreno, mientras que el bando
bosnio-croata lo iría ganando. En este sentido, importante fue que Serbia se viese sometido a una presión internacional de importancia,
a través de un bloqueo económico que duraba desde 1992, para que se alinease con la comunidad internacional y dejase de apoyar las
aventuras de los serbios en Bosnia y Croacia.
En 1995 se firmó el Acuerdo de Split, que permitía a las tropas del Ejército Croata entrar en Bosnia para ayudara la Armija a equilibrar
las fuerzas en BiH. A su vez, en Croacia, el gobierno iba a recuperar el control sobre las zonas ocupadas por los serbios a través de la
Operación Flash y Tormenta.
Así, sólo la zona de Eslavonia Oriental quedaba por recuperar, lo que sería realizado de forma pacífica a través del Acuerdo de Erdut.
Por su parte, en Bosnia-Herzegovina, en el verano de 1995, las tropas croatas y de la Armija avanzaron posiciones sobre los territorios
controlados por los serbios de Bosnia, con la inestimable ayuda de la OTAN. Así, para septiembre se había conseguido establecer un
equilibro de fuerzas, que permitió alcanzar en noviembre de 1995, aunque no sin dificultad, los Acuerdos de Dayton, con los cuales se
ponía fin a la Guerra de Bosnia i Herzegovina.
Creado a comienzos de 1990, no fue hasta 1996 cuando el ELK comenzó a estar verdaderamente activo. Y no sería hasta 1998
cuando sus acciones comenzarían a ser importantes. El objetivo de los insurgentes era realizar atentados contra todo lo que
perteneciese al “invasor” serbio, población civil incluida, para así provocar la reacción de las autoridades serbias, lo que a su vez
volvería a provocar la intervención diplomática de las potencias occidentales. Y la estrategia funcionó a la perfección. Menos de un año
de que el ELK comenzase con su estrategia, que las fuerzas militares y paramilitares serbias se excediesen en su respuesta y tras el
incidente de Racak, del cual todavía no se sabe si fue perpetrado por las fuerzas serbias o fue un montaje del ELK, se convocaba la
Conferencia de Rambouillet para febrero-marzo de 1999.
La conferencia resultó ser una encerrona para las dos delegaciones. Las potencias occidentales estaban cansadas de aquella cuestión
que derivaba del fin de Yugoslavia, por lo que decidieron presentar un acuerdo cerrado a las dos partes. O lo firmaban o no, pero no
había posibilidad de discusión. Aunque en un principio lo rechazaron, la delegación kosovar accedió a rubricarlo. Después de todo
sabían que Serbia no podría aceptar que la OTAN tuviese plena autonomía y libertad de movimiento por todo el territorio serbio. Al fin y
al cabo aquello era como una invasión militar y el establecimiento de un protectorado en un país soberano e independiente que formaba
parte de instituciones internacionales reconocidas. Finalmente, Serbia rechazó rubricar el acuerdo y las potencias occidentales
decidieron bombardear a Serbia a través de la OTAN, en una operación que servía más para legitimar la existencia de la OTAN que
para llevar estabilidad a la zona. Finalmente, tras tres meses de bombardeos, Serbia accedió a retirar las tropas de Kosovo, mientras
que la Resolución 1244 era aprobada y poco después la OTAN desplegaba sus tropas en la zona, mientras que la ONU hacia lo mismo
sólo que con personal civil y administrativo. Así, Kosovo obtendría la independencia de facto, proclamándola oficialmente en 2008.
El Ejército de Liberación Nacional, que fue creado a partir de veteranos de los ejércitos de Kosovo y de Presevo, inició una rebelión
armada a comienzos de 2001 en las zonas del norte del país. El objetivo de los insurgentes no era independizarse de Macedonia, sino
conseguir mayores cotas de autonomía dentro de la propia estructura estatal de Macedonia. Sin embargo, al igual que en el caso de
Presevo, la comunidad internacional no estaba por la labor de favorecer a guerrillas que aumentasen más inestabilidad a la zona y más
en un país como Macedonia, que había conseguido conjugar bien los intereses de la minoría albanesa. Así, y tras la intervención de la
OTAN, se consiguieron calmar los ánimos de ambos bandos y rubricar el Acuerdo de Ohrid, por el cual se ponía fin al conflicto y se
otorgaban mayores derechos, especialmente culturales, a la minoría albanesa.
En la actualidad, el sueño de unir a los eslavos del sur ha quedado como una anécdota, como un vestigio del pasado. Sin embargo, los
siete estados que han sustituido a la antigua Yugoslavia tienen que hacer frente a problemas que ya existían incluso antes de su
formación. La federación ya no existe y es probable que en el futuro tampoco lo vuelva a hacer. Sin embargo, la historia de los Balcanes
demuestra que las estructuras estatales van y vienen, pero que las nacionalidades permanecen. Por eso, Eslovenia, Croacia, Serbia,
Bosnia-Herzegovina, Macedonia, Montenegro y Kosovo deben recuperar el ideal yugoslavo y trabajar conjuntamente en las cuestiones
características de los Balcanes si quieren un futuro de largo recorrido para sus estructuras estatales.
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