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BREVARIOS

del

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

355

LOS DESECHOS Y SU TRATAMIENTO

Traducción de MARCOS LARA


Los desechos y su tratamiento

Los desechos sólidos, industriales y domiciliarios

Por JEAN-BERNARD LEROY

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


MÉXICO
Primera edición en francés, 1981
Primera edición en español (FCE, México), 1987
Primera reimpresión en Chile, 1997

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Titulo original:

Les déchets et leur traitement. Les déchers solides, industriels et menagers


©1981, Presses Universitaires de France, París.
Colección Que sais-je?
I.S.B.N.: 2-13-037006-3

©1987, Fondo de Cultura Económica, S.A. de C.V.


Carretera de Picacho Ajusco 227; 14200 México, D. F.
I.S.B.N.: 968-16-2642-7

©1997, Fondo de Cultura Económica Chile S.A.


Paseo Bulnes 152, Santiago, Chile.

I.S.B.N.:956-7083-81-9

Impreso en Chile

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INTRODUCCIÓN

LA ELIMINACIÓN de los desechos sólidos es un elemento importante en la lucha


que hoy se ha emprendido para la protección de la naturaleza y de nuestro
ambiente.
¿Cabe hacer una distinción entre desechos sólidos y líquidos? Si el hecho de no
ser bombeables genera obligaciones particulares, especialmente para la
manipulación, no hay que olvidar que algunos desechos líquidos requieren
tratamientos especiales cuya complejidad y precio de costo se equiparan con los
de otros muchos desechos industriales sólidos. De hecho, la verdadera distinción
que cabe establecer debe referirse al contenido de agua de los desechos: Más allá
de un umbral que se podría calcular en el 95% se puede hablar de un “agua
residual”, cuyo tratamiento requiere todo un conjunto de técnicas particulares, de
las que no corresponde tratar en este opúsculo. 1Más acá de ese umbral (fondos
de cubas de carburantes, solventes y baños residuales, por ejemplo), los métodos
de tratamiento se asemejan mucho a las técnicas de eliminación de los desechos
sólidos, y corresponde que cuando menos les demos una mirada, lo que haremos
en las secciones VII y IX del capítulo II.
Más bien que de “desechos sólidos”, habría que hablar, pues, de “desechos con
un contenido de agua relativamente poco elevado”… Pero en el subtítulo se ha
conservado aquella denominación en razón de su simplicidad.

QUÉ ES UN RESIDUO

De las diferentes definiciones que se han propuesto, la definición oficial es “todo


bien mueble destinado por su propietario a ser abandonado”; otra propone lo
siguiente: “un material cuyo poseedor no puede ni valorizar, ni arrojar tal como
está al medio exterior”. La idea es clara, pero ofrece un aspecto subjetivo. Ella
supone, en efecto, que un cierto material sólo debe considerarse desecho si su
poseedor no puede valorizarlo, como el aceite usado, que es desecho para el
utilizador, pero no para el recuperador, que podrá servirse de él como materia
prima. O los sueros de quesería, que no serán desechos si se utilizan para
alimentar ganado. Cualquier otro material será desecho si no se lo puede arrojar al
medio exterior. Para mostrar un ejemplo caricaturesco, si un día se prohibiera
verter en la atmósfera los gases quemados que arrojan los automóviles, éstos
pasarían a ser un desecho, ¡y qué desecho! Por eso conviene tener siempre
presente este carácter proteiforme, y saber que, cuando se habla de un desecho
dado, éste acaso lo es sólo en determinada época y para determinarlo poseedor.

QUÉ ES UN DESECHO “SÓLIDO”


Si en algunos casos la respuesta es evidente (escombros, desechos de frutas y
legumbres), existen casos limites, especialmente los sedimentos, los fondos se
recipientes, todo lo que es pastoso. La distinción se ha hace más dificultosa
porque la viscosidad de estas materias puede evolucionar en función del tiempo y
la temperatura.
1
Cf. Le traitement des eaux, de L. divet y P. Schulhof

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INTRODUCCIÓN

En general, se considera “sólido” un desecho que es “peleable”, es decir, que se


lo puede cargar con una pala; y “líquido”, un desecho que es “bombeable”, esto
es, que se lo puede aspirar y expulsar con una bomba. Pero como las bombas son
cada vez más perfeccionadas, ocurre que hay desechos que son al mismo tiempo
“peleables” y “bombeables”, lo que permite elegir entre estos dos grupos de
métodos para tratarlos. No está de más recurrir al sentido común para resolver
este caso.

QUÉ ES “TRATAR UN DESECHO”

Volvamos a la definición. “Tratar” significa volver a valorizar el desecho: el caso de


todas las clasificaciones, recuperaciones y transformaciones que permitirán
encontrarle una nueva utilidad; o bien arrojarlo al medio exterior sin perjuicio
desmedido.
Sin embargo señalemos que el daño es de naturaleza cualitativa: las descargas
de basura se consideran indeseables porque desfiguran el paisaje; y es evidente
que esto no puede ser evaluado cuantitativamente. Otro caso: volcar aguas de
desecho en los ríos se considera inaceptable porque matan a los peces; y
entonces algunos han tratado de comparar el precio del pez destruido con el de
una estación de depuración. Pero tal estudio sólo lleva mayor confusión a los
defensores de la naturaleza, porque en la mayoría de los ríos sólo viven peces de
un valor comercial muy escaso, mientras que una estación de depuración siempre
resulta onerosa, tanto por la inversión que demanda como por su explosión. Un rio
transparente, agradable, es un verdadero tesoro para toda la población; pero de
naturaleza cualitativa. En esta época, cuando vivimos en plena dictadura del
ordenador, donde sólo se aceptan datos si son cuantificables, no es fácil tomar en
cuenta tales criterios. Esto explica los numerosos malentendidos que se han dado
entre los defensores de la naturaleza, los técnicos, los financieros, los
economistas, etcétera.
¿Cuáles son las principales fuentes de perjuicio que tienen su origen en la
actividad humana? (pues temblores de tierra, ciclones e inundaciones, no son de
la incumbencia del higienista). Tales daños pueden provenir:

 De la aparición de nuevos cuerpos tóxicos (por ejemplo cianuros, como


hexavalente, pesticidas, etcétera);
 Con mayor frecuencia, de una concentración de cuerpos que ya existen en
la naturaleza en forma mucho más diluida (metales pesados, materias
orgánicas o radiactivas, etcétera);
 Y también con frecuencia, de la acumulación de materias inertes
inutilizables (escombros, sedimentos tratados o no, etcétera).
Eliminar los desechos da lugar a cuatro técnicas:

4
INTRODUCCIÓN
 El depósito, que debe efectuarse según las “reglas del arte”, y que ahora es
objeto de una reglamentación precisa, puede incluir un tratamiento previo in
situ;
 Los procedimientos físico-químicos, que utilizan métodos análogos a las
industrias de fabricación;
 Los procedimientos biológicos, que hacen intervenir a los microrganismos
encargados en la naturaleza de volver a hacer entrar en el circuito a las
moléculas elaboradas por los seres superiores;
 La incineración
Estas técnicas ofrecen ventajas e inconvenientes:

 El depósito es el método menos oneroso, pero suele acentuar


frecuentemente la concentración de productos tóxicos;
 Los procedimientos físico-químicos pueden adaptarse a cada caso
particular, pero están limitados por lo propia naturaleza de las reacciones a
que dan lugar;
 Los procedimientos biológicos reintegran a los residuos a sus circuitos
naturales pero no pueden actuar sobre muchos tóxicos;
 La incineración es un medio de oxidación poderoso, que permite además
pensar en una recuperación de energía; pero no se puede aplicar más que
a los que se quema, y eso con la condición de que los humos generados
sean aceptables.
No hay, pues, una solución única, y es la propia naturaleza del desecho la que
decidirá la elección del higienista. Por ello examinaremos sucesivamente:

 El caso de los desechos domiciliarios (capítulo I);


 El de los desechos industriales (capítulo II);
 El de las diversas clases de sedimentos (capítulo III);
 Antes de abordar el vasto problema de la reconversión y la recuperación
(capítulo IV).

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I. DESECHOS DOMICILIARIOS
I. GENERALIDADES
1. Definición. El artículo 2 de un pliego de condiciones aprobado por decreto el 31
de agosto de 1959, y referido en la circular ministerial del 22 de febrero de 1973,
definía así las basuras domiciliarias:
a) Los detritus de toda naturaleza que incluyen especialmente: cenizas,
escorias de hierro, restos de vajilla, hojas, elementos barridos y desechos
de toda clase, depositados indebidamente aun a las horas de la recolección
en recipientes individuales o colectivos, colocados delante de los inmuebles
o a la entrada de las vías que son inaccesibles para los camiones
recolectores.
b) Los desechos que provengan de establecimientos industriales y
comerciales, oficinas, administraciones, patios y jardines privados,
depositados en recipientes en las mismas condiciones que las basuras
domiciliarias, con la autorización de la administración dentro de un cierto
límite.
c) El estiércol, las basuras, las hojas secas, los sedimentos y, de modo
general, todos los productos que provengan de la limpieza de la vía pública,
o de caminos privados que no se barren, jardines públicos, parques,
cementerios y sus dependencias, y que se amontonan para ser retirados.
d) Los productos de limpieza y desechos de los mercados cerrados, ferias,
mercados abiertos, lugares de fiestas públicas, lugares donde se guardan
animales de carga o de tiro, y que se acumulan para ser retirados.
e) Los desechos provenientes de escuelas, cuarteles, hospitales, hospicios,
prisiones y todo edificio público, agrupados en recipientes reglamentarios
(con excepción de productos contaminados y provenientes de mataderos).
f) Todo objeto abandonado en la vía pública, así como los cadáveres de
animales pequeños.
No se incluye en la denominación de basuras domiciliarias:
1) Los desmontes, escombros, cascotes y restos varios, provenientes de
trabajos públicos y particulares.
2) Las cenizas y escorias de hierro en las fábricas y, en general, todos los
desechos provenientes de un comercio o industria cualquiera, así como los
patios y jardines privados (salvo la excepción prevista en el parágrafo b,
antes citado), los desechos anatómicos o infecciosos provenientes de
hospitales o clínicas, así como los restos y desperdicios de mataderos.
3) Los objetos referidos en el parágrafo f anterior, que por sus dimensiones,
peso y naturaleza no pudieran cargarse en los camiones recolectores.
En fin, el texto se podía resumir así: “Todo lo que cabe en el cubo de basura”…

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2. recolección. La modalidad de recolección tiene gran influencia sobre la cantidad
y composición de los desechos. Todavía existen lugares donde se recoge la
basura solo una o dos veces por semana. En tales condiciones, los usuarios no
pueden conservar materiales putrescibles; sólo se encontrará en sus cubos de
basura vajilla rota, libros, objetos fuera de uso; en suma, materiales inertes. Por el
contrario, cuando la recolección es diaria, las basuras se vuelven rápidamente
comparables entre sí. Los camiones de recolección aumentan su capacidad
aplastando los desechos, casi siempre por medio de una pistón, en algún caso
valiéndose de una especie de tornillo. La recolección hermética consiste en vaciar
los cubos de basura por medio de un dispositivo cerrado que evita toda otra
manipulación que no sea la “conexión” del cubo para verter su contenido, lo que
resulta muy satisfactorio desde el punto de vista sanitario. Esta técnica supone el
empleo de recipientes especiales y de camiones equipados al efecto. Pero una
vez admitidos estos gastos, el sistema resulta enteramente satisfactorio.
La recolección neumática utilizada en algunos condominios de Suecia, consiste
en transportar los residuos aspirándolos a través de conductos de 0.5m de
diámetro. Se utilizan también sacos de material plástico, no clorado si se los va a
incinerar. En una recolección selectiva, los desechos particulares (especialmente
chatarra, vidrios y material plástico) se recogen ciertos días o se colocan en
recipientes diferentes. Pero esta recolección selectiva, aunque presenta
numerosas ventajas, particularmente la de permitir una mayor homogeneidad,
tiene en cambio algunos inconvenientes:
- En primer término, de carácter disciplinario. Para que sea verdaderamente
eficaz, es necesario que los recolectores tengan la facultad de rechazar las
basuras que no estén consideradas en el reglamento. Si esto no resulta
demasiado difícil en el caso de viviendas aisladas, se vuelve
completamente imposible en los grandes conjuntos habitacionales, casi
siempre equipados con colectores comunes.
- Además, en los casos de incineración, es preferible tener desechos un poco
menos ricos pero constantes, que muestras muy variables, algunas con un
poder calorífico casi nulo. Para ser eficaz, tal recolección tiene que limitarse
a recoger elementos particularmente limpios. Se convierte entonces en una
recuperación de materias primas que puede tener verdadero interés. 1
Los vehículos de recolección deben ser suficientemente grandes como para limitar
el número de viajes, y lo bastante reducidos como para poder atender a las calles
más pequeñas sin obligar a los recolectores a excesivos trayectos a pie…
En este dominio, como en otros, la sagacidad de los ediles o de sus asesores
tiene buena ocasión de manifestarse.
El volumen de las unidades de recolección actuales varía entre 6.5 y 23 metros
cúbicos.
Deben señalarse varios perfeccionamientos recientes. Algunos vehículos de
recolección aseguran un desmenuzamiento previo de los desechos, que aumenta
su densidad aparente y su homogeneidad. Para la atención de calles estrechas,
algunos constructores proponen unidades que no son más grandes que una
1
ver sección V de este mismo capítulo

7
camioneta, y que después se vuelcan sin dificultad en otras unidades principales,
que pueden ser más grandes, y por lo tanto menos numerosas. Si es deseable
prever una unidad para 10 000 habitantes, diversas circunstancias pueden llevar a
contingentes más importantes: horas de recolección, puntos de estacionamiento
etc. En París, por ejemplo, se emplean más de 500 unidades recolectoras por
cada 2.8 millones de habitantes, en razón de los numerosos centros sociales y
administraciones, que son grandes proveedores de desechos. Los centros
turísticos suelen disponer de varios vehículos de reserva. Para una estimación del
recorrido de una unidad, se calcula entre 2.5 toneladas de desechos por kilómetro
en una gran ciudad como París, y una tonelada por cada 14 km en zonas rurales.
La flota actual en Francia cuenta con 8 000 unidades recolectoras, de las cuales el
15% son vehículos de reserva; es decir que todos los días funcionan entre 6 500 y
7 000 unidades para asegurar este importante servicio.

3. Calidad de los desechos. La composición de los desechos domiciliarios, aunque


presenta un indiscutible “aire de familia” de una región a otra, no es idéntica en
todos los lugares, y varía con el tiempo.
Por ejemplo, las cenizas de los hogares familiares, todavía muy frecuentes en el
norte, están en clara regresión desde hace quince o veinte años, así como las
cáscaras mondadas de las verduras frescas. En cambio, los materiales plásticos y
las latas de conserva van en aumento. Para evaluar la calidad de los desechos
domiciliarios, hay que saber a qué tratamiento se los va a someter:
a) Si se quieren descargar las basuras, sólo importarán su peso y, su
volumen;
b) Si se les desea transformar en tierra aprovechable para la agricultura (tal es
el abono), se dividen generalmente sus componentes en dos clases:
- Los desechos que fermentan, cuya descomposición es rápida. Son
fundamentalmente materias orgánicas.
- Los desechos que no fermentan, que se descomponen muy lentamente o
no se descomponen. Incluyen en especial los pedazos de vidrio o cerámica,
las maderas, cueros, telas, etc., así como los objetos de metal o material
plástico.
La composición de los desechos frescos se sitúa por lo general dentro de los
límites siguientes:
Agua 20 a 50% del peso
Materiales minerales 35 a 40% del peso
Materias orgánicas 20 a 45% del peso

En un congreso anterior a 1980, un autor adelantó la composición probable de los


desechos de Londres en ese año:
- 43 % de papel
- 17 % de vegetales
- 5 % de material plástico

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- 3 % de géneros
- 12 % de cenizas y polvos
- 9 % de vidrios
- 9 % de metales ferrosos o no
- 2 % varios

c) Con respecto a la incineración: la magnitud característica que se considera


con más frecuencia es el “poder calorífico inferior” o PCI, cantidad del calor
desprendido por la combustión. Se dice PCI por oposición al poder
calorífico superior, o PCS, que incluye el agua producida por la combustión
de los materiales que contienen hidrógeno condensado antes de la
medición. A humedad igual, el PCS dependerá del contenido de hidrógeno
del cuerpo considerado. Para los residuos domiciliarios, será superior en
200 a 300 term/ton al PCI. Recordemos que el calor de vaporización del
agua está comprendido entre 550 y 600 term/ton según la temperatura de
vaporización.El PCI de los desechos domiciliarios es del orden de 700 a
2000 term/ton. A titulo de comparación, el del carbón es de 8 a 9000, el del
petróleo de 10 a 11000. Por lo tanto se puede decir que una tonelada de
desechos representa alrededor de 200 kg de carbón. Pero esto no es sólo
una equivalencia matemática, pues se trata de un combustible mucho más
difícil de manipular y de quemar.
4. Cantidad de los desechos. Durante los años 1950/1970, la producción de
desechos por habitante se acrecentó constantemente, debido, según parece, al
aumento de nivel de vida, y por lo tanto a una propensión cada vez más
acentuada a desembarazarse de muchos objetos apenas usados o bien que se
consideren pasados de moda; y también a la proliferación de envases
desechables, folletos publicitarios, aumento de las páginas de los diarios, etcétera.
Hoy esta tendencia parece estar más lenta.
En Francia, el promedio se estableció alrededor de 0.80 a 1 kg/hab por día, lo que
representa cerca de 100 toneladas diarias para una ciudad de 100 000 habitantes.
Aproximadamente el 10% de estos desechos se destina a abono, el 35% se
incinera, y el resto es enviado a depósitos, un 20% de los cuales son depósitos
controlados.

II. EL DEPÓSITO

1. Definición. El depósito consiste en acumular los desechos en un terreno y


esperar a que el tiempo haga su obra. Este tratamiento existe desde la más
remota antigüedad: algunos depósitos hacen las delicias de los arqueólogos, que
pueden así reconstruir la vida de nuestros antepasados lejanos.
Existen tres grandes grupos:
- El depósito bruto, también llamado simple o salvaje;
- El depósito controlado, con o sin trituración previa;

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- El depósito compactado.
2.El depósito bruto. Como su nombre lo indica, consiste en volcar pura y
simplemente las basuras, ya sea en una excavación preparada previamente, o
bien al borde de un acantilado, desde donde caen.
Su aspecto es evidentemente bastante poco atractivo, sobre todo porque los
papeles se han vuelto demasiado abundantes, y se ha hecho costumbre
quemarlos, lo que desprende importantes cantidades de humo. En la mayoría de
los casos, estos residuos constituyen un verdadero criadero de insectos, ratas y
otros pequeños roedores, que encuentran allí un alimento sano, abundante y
variado.
Este aspecto desagradable, así como los humos que se desprenden, han llevado
a considerar a todos los depósitos según este modelo; y pensando en ello,
algunos reclaman su desaparición pura y simple.
Sin embargo hay que “ser razonables”, y si por un lado es perfectamente legítimo
impedirle a un criador de gallinas cuyos animales mueren a causa de una
enfermedad, que arroje sus cadáveres para que los devoren los cuervos, sería
estúpido exigirle al contratista de obras públicas, que tiene que desprenderse de
algunos escombros y vigas de madera, que recurra a una técnica de depósito muy
elaborada para un material que no causará jamás otro perjuicio que su presencia.

3. El depósito controlado. Desde fines del primer cuarto de siglo, esta técnica fue
experimentada y practicada en varios países, especialmente en los Estados
Unidos, que disponen de mucho espacio.
Un depósito controlado consiste en aplastar las basuras todos los días o cada dos
días con la niveladora, y recubrirlas con una capa de materiales que cumplen una
función de pantalla contra los insectos o los roedores, al tiempo que les permite a
las materias allí depositadas recibir siempre el aire necesario para su
transformación, pues una evolución sin aire equivaldría a una putrefacción
generadora de malos olores.
Este tipo de depósito requiere, eso sí, que se ocupen seriamente de él. En
particular es importante la elección del material de recubrimiento, ya que debe
dejar pasar el aire, lo que excluye las rocas compactas como la arcilla, pero debe
detener a los insectos – y ello excluye a los guijarros- que dejan intersticios
demasiado grandes. La arena reúne todas las cualidades requeridas…pero su
precio obliga casi siempre a descartarla en beneficio de una tierra más o menos
aereada.
Cuando ha sido bien trabajado, este tipo de depósito presenta el aspecto de una
cantera terraplenada, y no causa absolutamente ningún perjuicio al vecindario.
Incluso no es raro que muchos de los que viven en las cercanías ignoren su
destino exacto.

Una variante consiste en triturar las basuras antes de recubrirlas. Una vez
triturados, los materiales son mucho menos atractivos para los roedores, que se
encuentran con que su alimento está mezclado con pedazos de vidrio y chatarra.
Pero en cambio hay que agregarle a los gastos de funcionamiento los de
trituración, especialmente la renovación de sus piezas desgastadas en la tarea.

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4. El depósito compactado. El desarrollo de esta técnica es reciente. Se trata de
meter las basuras entre dos barreras de tierra bastante próximas,
aproximadamente de 3 a 4 metros, y compactarlas todo lo que se pueda con un
aparato apropiado. Así comprimidas, las basuras evolucionan muy lentamente y
se las puede dejar varios días sin recubrir. Hasta es posible remodelar de este
modo alguno paisajes; por ejemplo volver a rellenar antiguas canteras.
Recientemente han aparecido aparatos que permiten un compactado correcto sin
que sea necesario construir barreras de tierra.
Si se aplica debidamente, aunque sea una sola vez –pues todo depende del
cuidado que ponga en su trabajo quien debe efectuarlo- , los resultados son
excelentes y los camiones que transportan los desechos pueden circular sin
molestia, aun en tiempo de lluvia. Si se toma la precaución de levantar una tapia
suficientemente alta para evitar que se vuelen los papeles, es éste un tipo de
depósito que no produce ningún perjuicio.

5. Recuperación del metano. Estudios recientes han demostrado que el


desprendimiento de metano que se observa en los depósitos, está lejos de ser
desdeñable. Se efectuaron perforaciones cada 80 metros en depósitos
compactados de 15 a 20 metros de alto, que permitieron recoger por día un
centenar de metros cúbicos de un gas que contiene 53% de metano y 45% de gas
carbónico. A pesar de su relativa pobreza, sería particularmente interesante
recuperar este gas, ya que su desprendimiento al aire libre produce a la larga
perjuicios a la vegetación y a veces olores desagradables. Varios depósitos en
Francia y Alemania están equipados con dispositivos experimentales para estudiar
si será oportuno generalizar esta técnica.

6. Precauciones a tomar. Los depósitos están clasificados como establecimientos


de primera categoría que sólo pueden implantarse después de una investigación
geológica seria, tendiente a determinar si corresponde o no proteger el subsuelo.
Esta protección puede lograrse mediante una capa de material impermeable como
la arcilla, o con un material enteramente artificial.
Se han adoptado numerosas medidas para apreciar la contaminación de las aguas
provenientes del filtrado de las precipitaciones atmosféricas en un depósito,
aunque estas medidas son difíciles de interpretar, parece haberse establecido
que, si el depósito se ha hecho debidamente, sólo se encuentra en las aguas
filtradas, materias oxidadas, nitratos o fosfatos, y en cantidades relativamente
pequeñas. Por lo tanto es raro que un depósito constituya un peligro real de
contaminación de las capas subterráneas. Sin embargo, las autoridades prefieren
mantener una actitud de desconfianza, y tratan de alejar este tipo de explotación
de las aglomeraciones y de las perforaciones de aguas destinadas a la
distribución.

7. Precios, ventajas e inconvenientes. Un depósito mantenido adecuadamente no


supone un tratamiento gratuito. Hay que incluir en el precio del costo, el terreno,
los instrumentos de compactado o nivelación, el material de recubrimiento, el
guardián, pues un depósito de esta naturaleza tiene que ser vigilado. En una
11
primera aproximación, entre 20 o 30 francos por tonelada parece un precio
perfectamente razonable.
Las ventajas del depósito son múltiples:
- No sufre desperfectos
- Se pueden incluir en ellos lo que se llama “monstruos”: bañeras usadas,
bicicletas viejas, etcétera
- Los gastos de mantenimiento son moderados.
Los inconvenientes se refieren sobre todo a la superficie que requiere y al hecho
de que no es nada fácil encontrarla disponible en el centro de las ciudades.
A veces hay que ir muy lejos para dar con un sitio que les convenga al mismo
tiempo a los vecinos, al geólogo, a la administración, lo que acrecienta los gastos
de explotación, ya que dentro del servicio de eliminación de desechos habrá que
incluir los gastos de transporte hasta el depósito.
Un último inconveniente de este sistema: los terrenos que se dedican a este uso
quedan inutilizados por largo tiempo. No se puede construir allí inmuebles
pesados. El ejemplo de los Buttes-Chaumont y del parque Monceau en París que
son antiguos depósitos de basura, lo demuestra acabadamente. Ningún inmueble
puede construirse en esos sitios que quedan como lugares de paseo.
Una solución interesante puede consistir en prever puestos de concentración en
los cuales vayan a volcar su contenido las unidades más pequeñas de
recolección, y allí los desechos sean recogidos por recolectores mucho más
grandes, que los transporten hasta un sitio relativamente alejado. Agreguemos por
último que en el caso del tratamiento de las basuras, ya sea para elaborar abono o
por medio de la incineración, siempre es conveniente prever un depósito. Todas
esas fábricas pueden sufrir desperfectos, están sujetas a revisiones periódicas,
durante las cuales es indispensable que los desechos sigan eliminándose
normalmente.
Lejos de haber sido “superado”, el sistema de depósito es una técnica en plena
renovación, que seguirá ocupando por largo tiempo un lugar importante en el
tratamiento de los desechos.

III. LA ELABORACIÓN DE ABONOS

1.Generalidades. Al igual que el depósito, la elaboración de abonos a partir de los


desechos es una técnica muy antigua. Ya Virgilio en las Geórgicas y Hesíodo en
Los trabajos y los días, hablaban de esparcir basura sobre sus campos.Aunque la
técnica se ha perfeccionado un poco actualmente, hoy se sigue aplicando el
mismo principio, que es el de la transformación biológica.

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Los principales agentes de ésta son las bacterias, organismos fundamentales
porque sin ellos la vida sería imposible. En efecto, ¿Cómo haríamos si tuviéramos
que seguir viviendo con los cadáveres incambiados de los reptiles de la era
secundaria? Gracias a las bacterias de la putrefacción, todas las moléculas
altamente perfeccionadas que constituyen en su momento a los seres vivientes,
pueden reingresar al circuito de la naturaleza y servir para la elaboración de
nuevos seres.
La producción de un “abono”, mezcla rica en materias orgánicas, se hace hoy
tanto más interesante por cuanto la motorización de la agricultura produce la
disminución de cantidades disponibles de estiércol animal y provoca un empleo
masivo de abonos químicos que aceleran el empobrecimiento del suelo en materia
que forman parte del humus.
El proceso de elaboración de abono abarca dos grandes grupos:
- El grupo aerobio, es decir el que se transforma en presencia del aire;
- El grupo anaerobio, sin aire.
Se puede decir grosso modo que ciertas bacterias específicas atacan a las
moléculas importantes, las dividen en varios pedazos, se las pasan a otras
bacterias que constituye con esos fragmentos su propia sustancia, antes de ser
consumidas por otras bacterias, y así sucesivamente hasta que se llega a cuerpos
relativamente simples, como el ácido carbónico, los nitratos, los fosfatos utilizables
directamente por los vegetales, o bien a lo que se designa con el nombre de
humus, materia todavía hoy misteriosa, que constituye en el suelo reservas
análogas al glicógeno de nuestros músculos.
Todo el arte de los fabricantes de abonos consiste en acelerar estos procesos en
su beneficio. En cada fábrica, habrá a la vez fases aerobias y fases anaerobias.

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Los gases desprendidos por éstas, serán retomados en la superficie por las
bacterias aerobias.

2. Selección previa. Puesto que alrededor de un tercio de los desechos es inerte


(metales, vidrio, cenizas, material plástico) que sólo servirán para producir
molestias a quienes utilicen el abono, se hace indispensable una selección. La
técnica más eficaz consiste, evidentemente, en la selección anual: los desechos
pasan por una banda, donde varios obreros retiran los elementos indeseables a
medida que van pasando. Pero a pesar de sus virtudes, esta forma de selección
está en vías de desaparecer, debido a su elevado costo.
El más simple de los procedimientos automáticos es la recuperación de chatarra a
medida que los residuos pasan por debajo de un cilindro magnético. Esa chatarra
es luego compactada en lingotes de unos 15 kilos, que pueden revenderse. Se
han empleado también procedimientos de ultrasonido para “detectar monstruos”,
pues detienen la banda transportadora en cuanto aparece un objeto de
dimensiones demasiado grandes.
También se emplean dedos de caucho para retener hojas de papel o de material
plástico. Como las materias inertes son más pesadas que las otras, con excepción
del material plástico, se ha buscado utilizar esta diferencia de densidad, haciendo
pasar los residuos por una corriente de aire ascendente (selección neumática) o
por el agua (selección hidráulica). Los resultados han sido a veces alentadores,
pero hay que proceder previamente a una trituración bastante fina, y por lo tanto
costosa.

3. Trituración y desmenuzamiento. Después de la clasificación hay que dividir los


desechos bastante finamente antes de transformarlos en abono, para permitir que
el aire circule por la masa en transformación, y facilite así la acción de los
microrganismos. Son numerosos los modelos de trituradores. Los más empleados
pertenecen al grupo de trituradores a martillo, en los cuales las basuras son
sometidas a choques de masas de acero movidas por ruedas. Los martillos, que
son piezas de desgaste, deben cambiarse con frecuencia, aunque se han hecho
progresos en su fabricación. En algunos modelos de trituradores, las piezas
demasiado voluminosas quedan atrapadas en un compartimiento superior, para
luego ser llevadas a depósito. También existen unas especies de ralladores
similares a molinetes gigantes: las partes desmenuzadas caen sobre una banda
transportadora; las que no pueden serlo, quedan en la parte superior, a la que
periódicamente se la vacía de su contenido.
Los desechos triturados o desmenuzados de este modo, son luego sometidos a
una selección “balística”, que consiste en lanzarlos a cierta velocidad encima de
un compartimiento doble. Los elementos más pesados, no aprovechables para
abono, van más lejos que los ligeros, aprovechables. Fenómeno fortuito y benéfico
(es raro que las dos cosas se den juntas): las cápsulas de material plástico para
botella planean como el disco del atleta y van a unirse a las materias inertes.
No siempre es fácil desembarazarse de los materiales eliminados, que se
designan por lo general con el nombre de “rechazados para abono”. Ponerlos en

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depósito puede presentar dificultades, pues representan cantidades importantes
(alrededor de una tercera parte de los desechos), y quedan mezclados con
materias putrescibles. Como su poder calorífico es más elevado que el de las
basuras frescas, puesto que se ha retirado de ellas la mayoría de los elementos
orgánicos y húmedos, son generalmente incinerados en un pequeño horno.

4. Elaboración lenta y rápida de abono. Los desechos domiciliarios abandonados,


evolucionan muy lentamente, aun después de triturados. Deberán pasar varios
meses antes de que se obtenga un producto relativamente estable. Además, la
elaboración de abono no se produce de igual modo en profundidades, donde las
transformaciones son sobre todo anaeróbicas, que en las superficies, donde la
intemperie retarda la evolución. Ésta no se completa hasta casi dos o tres años
después, y antes de ser utilizar ese abono hay que pasar por el tamiz del producto
final, que se designa en general con el nombre de “cernido de depósito”.
La elaboración lenta consiste en dejar actuar a los mismos agentes, facilitando su
trabajo mediante una selección y una trituración preliminares, seguidos de un
removido periódico de los montones de basura, destinado a homogeneizarlos y
favorecer la difusión de las bacterias eficaces. El removido es diario durante los
diez primeros días, pero luego pasa a ser semanal al cabo de uno o dos meses.
Cuando el tiempo es demasiado seco, resulta útil proceder a un rociamiento.
En la elaboración rápida se aceleran estas transformaciones, introduciendo un
caudal de aire por entre los residuos en putrefacción. Este desarrollo de la
actividad bacteriana produce una elevación importante de la temperatura interna
del montón de basura, que sube alrededor de los 75 grados C. al cabo de varios
días, hacen su aparición nuevas especies llamadas “termófilas” (afectas al calor),
y los desprendimientos gaseosos aumentan proporcionalmente. Si la elaboración
se realiza en forma apropiada, es decir si el abono en formación está bien
aereado, la proporción de gases oxigenados insuficientemente (entre los cuales
figuran todos los gases malolientes) es muy reducida. En cambio se produce una
gran pérdida de vapor de agua, y la humedad del medio debe mantenerse
alrededor de 40% mediante un rociamiento adecuado. Al cabo de ocho o diez
días, no bien las materias llamadas “ternarias” –porque no contienen nitrógeno-
han sido asimiladas, la temperatura media desciende alrededor de 30 grados C, y
el desprendimiento de gas carbónico disminuye a casi la mitad. La evolución
posterior se vuelve bastante lenta; se trata de la “maduración”, que puede tomar
algunos meses, pero que también puede proseguir en la tierra si se debe utilizar
antes el abono, pero esto no siempre es conveniente para la vegetación.
El final de la “maduración” se indica por la presencia de hongos, de los que se
distinguen los filamentos (miceliums) blancos, y posteriormente amarillos. La
presencia de gusanos de tierra parece acelerar la maduración.
Existen dos grandes grupos de instalaciones de elaboración acelerada de
abonos.
- La primera consiste en una media docena de compartimientos
superpuestos, cuyas paredes suelen ser de madera, por ser más resistente
a las habituales corrosiones y conservar mejor el calor. Los desechos
clasificados y triturados se dirigen hacia la parte alta de estas torres, donde

15
son rociados con agua. Los compartimientos superiores (dos o cuatro,
según las fábricas) se cierran no bien quedan colmados. A intervalos
regulares, cada compartimiento superior se vacía en el inferior
correspondiente, para lo cual se abre una tapa y caen las basuras, lo que
contribuye a su homogeneización.
Al abrirse el compartimiento inferior (el primero, cronológicamente hablando) hace
que el abono caiga al suelo de donde es retomado por una pequeña pala
mecánica neumática. Luego es tamizado una segunda vez, y separado en tres
partes:

- Los “rechazados” imputrescibles que han podido pasar en la selección


previa;
- Un abono fino destinado a los cultivos delicados, tales como la horticultura y
el cultivo de legumbres;
- Un abono más tosco para los cultivos en pleno campo.
Una variante interesante consiste en colocar los compartimientos uno al lado del
otro, retomando los residuos que están en vías de transformase en abonos
mediante ruedas especiales (procedimiento SILODA).
- En la segunda técnica, los desechos son enviados a un cilindro
sensiblemente horizontal, provisto de ventiladores y plataformas de rociado,
que giran lentamente sobre sí mismos (entre uno y tres minutos por vuelta).
Los residuos quedan allí unos ocho días y pasan sucesivamente por las
diversas fases recién descritas. Después de la extracción, el abono vuelve
a ser eventualmente tamizado.
Su aspecto es el de una tierra oscura, no despide ningún olor pronunciado, y
puede desmenuzarse entre los dedos.
5. Calidad del abono. Comercialización. Por analogía con el estiércol y los
fertilizantes minerales, suele evaluarse la calidad de un abono por su contenido en
elementos fertilizantes (nitrógeno, fósforo, potasio o NPK), y se le atribuye una
cierta importancia a la relación carbono-nitrógeno (o relación C/N).
Un aumento en la relación C/N significa un gran riesgo de provocar un
crecimiento fuerte en la vegetación, al que pronto seguirá una depresión debida al
agotamiento de las reservas de nitrógeno. Se comprende, pues, el alto interés de
la elaboración acelerada de abono, que produce durante la “combustión” de las
materias ternarias un desprendimiento importante de gas carbónico, con lo que se
mejora la relación C/N, que descenderá a valores comprendidos entre 20 y 30 en
lugar de 40 o más. Al final de la “maduración”, la relación se establece alrededor
de 15, lo que es excelente. El carbono representa de un 15 a un 20% de la masa
del abono, y el nitrógeno alrededor del 1%. El fósforo y el potasio están en
proporción de dos a tres veces menor que el nitrógeno. La humedad es del orden
de 30 a 40%, así como el contenido de cenizas y materias inertes. Pero éstas son
sólo apreciaciones de carácter general, pues la composición del abono está
16
vinculada evidentemente a la de los desechos domiciliarios, los que evolucionan
continuamente.
También se ha medido el contenido en oligoelementos (del griego oligos=raro),
metales o metaloides cuya presencia es indispensable en dosis bajas: el
manganeso, el cobre, el zinc, el boro y el hierro.
Los resultados son bastante variados, lo que no tiene nada de sorprendente.
Como apreciación de carácter general, se puede estimar que aparecen 0.7 kg/t de
manganeso, 0.4 kg/t de cobre, 1 kg/t de zinc, de 15 a 40 kg/t de hierro, y
solamente 15 g/t d boro. Todos estos elementos tienen gran interés, pues a
menudo están ausentes en los productos naturales y su dosis en los abonos
artificiales no siempre se conoce con precisión. Algunos autores temen el exceso,
especialmente de boro, pero sus conclusiones no son compartidas por todos.
Una abundante literatura trata de la calidad de los abonos. Muchos los encomian
como productos de gran valor, preferibles al estiércol. Otros en cambio hacen
resaltar sus inconvenientes: composición variable, contenido elevado de materias
inertes. La verdad no es fácil de discernir, sobre todo por tratarse de opiniones que
no siempre tienen la técnica por único motivo.
Si se considera la relación C/N, el abono proveniente de la basura, es sin duda
aceptable, y su posible insuficiencia en nitrógeno puede compensarse fácilmente
con otros abonos, o empleando sangre o sedimentos residuales, etc. Con relación
a las materias fertilizantes, el abono presenta un nivel aproximadamente
equiparable al del estiércol, con la diferencia de que la celulosa proviene de los
papeles y cartones, y no de la paja. Pero si por un lado el estiércol es más
húmedo que el abono, en cambio contiene mucho menos cantidad de cenizas y
materias inertes, que subsistirán en la tierra al revés del agua, que se evapora; y
por otro lado, los oligoelementos constituyen una seria ventaja del abono.
Resumiendo, y de modo esquemático, se puede decir que un buen abono equivale
a un buen estiércol, ya que cada uno tiene una parte ventajosa, que los redime de
sus defectos, mientras que los dos generan gastos de aplicación no desdeñables.
La principal preocupación de los fabricantes de esta clase de abonos reside en la
venta del producto. Hay que tener presente siempre que la principal función de
una fábrica de tratamiento de desechos es la de eliminar a éstos, lo que coloca a
los fabricantes de abonos en una posición muy poco cómoda. En efecto, un
industrial que llega a encontrarse en condiciones de superproducción, lo que hace
es limitar su fabricación; pero esto es impensable para una fábrica de tratamiento
de desechos para abonos. Aquí, si las ventas disminuyen, el empresario corre el
riesgo de encontrarse con que acumula montones de abonos que resultan tanto
más invendibles cuanto más sean.
Como circunstancia agravante, los propietarios de tales fábricas no siempre
conocen a fondo el mercado muy especial de los fertilizantes agrícolas, lo que ha
perjudicado por mucho tiempo a esta técnica de indudable interés, ya que vuelve a
introducir en el circuito natural materias que le habían sido retiradas
momentáneamente. La situación ha variado ahora, y en 1980 las cifras siguientes
fueron anunciadas en las Jornadas “Suelo-Desechos” de Angers:

Fábricas de abono únicamente:

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- De elaboración lenta: 11 fábricas que tratan 500 t/día de desechos;
- De elaboración acelerada: 21 fábricas que tratan 1 300 toneladas por día de
desechos.
Fábricas de abono e incineración:
- De elaboración lenta: 11 fábricas que tratan 500 t/día de desechos;
- De elaboración acelerada: 21 fábricas que tratan 1 300 t/día de desechos.
La elaboración acelerada de abonos se encuentra sobre todo en la cuenca
parisiense y en el valle del Loira; la lenta, en el mediodía de Francia. El producto
final se vende, según su calidad, entre 20 y 50 F/t. los que utilizan este abono se
distribuyen grosso modo de la siguiente manera:
- El 60% de la producción se destina a la viña;
- El 15% a los cultivadores de hongos;
- El 10% al gran cultivo
- También el 10% a la horticultura y el cultivo de las legumbres;
- El 5% a los arboricultores y encargados de viveros (Revista Génie Rural,
septiembre 1975).
Un desarrollo interesante de esta técnica parece consistir en la mezcla del abono
con otros elementos más o menos nobles, tales como sedimentos residuales,
desechos de industrias agroalimentarias provenientes de mataderos, etc. Algunas
de estas posibilidades se examinan más adelante, en la sección V.

IV. LA INCINERACIÓN
1.Generalidades, PCI. Dado que los desechos son en gran parte combustibles, la
incineración ha sido vista como un medio de eliminación en el siglo xx, desde que
la técnica de los hornos se ha desarrollado suficientemente como para poder
tomar en cuenta este combustible bastante particular.
Además del PCI del que se habló en el capítulo I, sec. I, 3 se menciona con
frecuencia la humedad y el contenido de cenizas; es decir, la parte incombustible
de los desechos, que reside en las escorias de hierro, con independencia del
sistema de combustión, y en los “inquemables”, que están en función de la técnica
de incineración y de la buena marcha de la explotación.
Para el promedio de los desechos, la humedad y el contenido de cenizas son del
orden del 30%, aunque esquematizando se puede decir que el agua, las cenizas y
el combustible comparten en proporciones iguales el peso de los desechos. En
una fábrica bien trabajada, los “inquemables” no alcanzan jamás al 10%.

18
2. Dificultades de la incineración. El simple examen de un cubo de basura muestra
que los desechos domiciliarios son heterogéneos desde el punto de vista de la
combustión.
Pueden encontrarse en ellos:
- Partes inflamables, como el papel;
- Otras perfectamente inertes, como los vidrios rotos;
- Materias que desprenden mucho calor una vez que alcanzan altas
temperaturas, como el material plástico.
Las dificultades pueden provenir de la mala costumbre que tienen algunos
usuarios de servirse de latas de conserva como cubos auxiliares, y amontonar en
ellas los desechos poco combustibles (cáscaras mondadas, huesos de frutas y
papeles húmedos).
Aunque las basuras constituyen un combustible pobre, siempre tendrán necesidad
de un exceso importante de aire, pues los gases desprendidos por las materias en
ignición pueden ser reductores y producir malos olores.

3. Los hornos fijos. Desde el punto de vista histórico, éstos fueron los primeros en
aparecer, y también los más numerosos de entre los que se construyeron entre las
dos guerras. Los desechos se vierten sobre una rejilla fija colocada encima de una
cámara en la que los gases completan su combustión. El removido de los residuos
se hace manualmente por medio de un largo vástago llamado atizador. Este
trabajo, que demanda fuerza y habilidad, resulta particularmente penoso en
verano, debido al calor despide el horno. Por este motivo se va abandonando
progresivamente este tipo de horno, a pesar de su simplicidad y excelente
resultado.
También se ha procurado adaptar a las basuras el principio de los hornos de
pirita, que consiste en una sucesión de platos horizontales. Los desechos
empujados por un brazo, caen en el plato inferior al final de cada rotación. El aire
de combustión circula de abajo hacia arriba, por lo tanto contra la corriente, lo que
representa un elemento favorable, puesto que el aire más rico en oxígeno y más
frío entrará en contacto con las basuras calientes, cuya combustión está ya muy
avanzada.
El mayor inconveniente de esta técnica es el orificio de pasaje de un plato al otro,
cuya superficie es forzosamente limitada. Por lo tanto, los desechos deben ser
triturados con anterioridad, y esto hace más limitado el número de estos hornos.

4. Los hornos giratorios. Una primera solución para obtener atizamiento mecánico,
es la de introducir las basuras en un horno giratorio, bastante similar a las
máquinas para tostar café.
Los desechos se introducen en un cilindro casi horizontal de 2 a 3 metros de
diámetro, que gira alrededor de sí mismo, y ese movimiento rotatorio asegura su
mezcla.

19
Para lograr mejor la combustión, el conjunto debe ser cuidadosamente
calorifugado lo más que sea posible, pues una aereación longitudinal sólo
produciría la combustión de la parte interior de la capa de basuras. Para evitar
esto y reducir el tiempo de permanencia necesario, se sopla el aire a través de
esta capa, para lo cual se colocan varios enrejados en el interior del horno. La
extracción de las escorias de hierro se produce naturalmente, ayudada por la
ligera inclinación que se le imprime al cilindro. Estos hornos producen excelente
resultado, y por ser de construcción más ligera, suponen una inversión menor que
los hornos de rejilla móvil examinados más adelante. Sus puntos ébiles suelen ser
los siguientes.
- La introducción de los desechos se hace por medio de un elemento que los
empuja: debido a ello, el volumen no debe ser demasiado importante, sobre
todo si las basuras son relativamente ricas en calorías, pues la inercia
térmica guarda relación con la ligereza relativa de la instalación. Por lo
tanto, es preciso que el orificio de entrada no sea demasiado grande, para
evitar el riesgo de que se produzca un bloqueo si aparecen elementos
voluminosos;
- La evacuación de las escorias de hierro que salen a una temperatura de
entre 300 grados C y 500 grados C, y completan su combustión en el área
de evacuación: evacuarlas por vagonetas es técnicamente simple, pero
agotador para quienes deben realizarlo; y prever una cinta transportadora
implica un enfriamiento previo, lo que supone equipos complementarios;
El cuidado de las rejillas internas, sometidas a la abrasión mecánica y a
choques térmicos importantes, puesto que están en contacto
alternativamente con las capas profundas de los desechos oxigenados con
un aire a 100°C o 150°C, y con los gases de combustión cuya temperatura
puede alcanzar los 1000°C (teóricamente deben quedar en alrededor de
800°C a 900°C). Los calorífugos sufren también. La débil inercia de estos
hornos los hace sensibles a la aceleración y se han comprobado graves
deterioros en algunos aparatos, como consecuencia de la introducción de

20
basuras de alto PCI, que contenían, por ejemplo, materiales plásticos en
abundancia.
Por lo general, en estos hornos giratorios se incineran los “rechazados para
abono” (ver antes, sección III). Los rechazados tienen un PCI superior al de las
basuras, y no es raro que alcancen y sobrepasen los 2500 term/ton. Son menos
heterogéneos, puesto que han pasado por varios tratamientos, pero son ricos en
cloro a causa de la presencia de materiales plásticos en alta proporción: a menudo
más del 10%. Para evitar que la fusión de algunos elementos obture las rejillas, se
recurre a un cilindro de cemento refractario, provisto de conductos por los cuales
se inyecta el aire. Este tipo de horno es difícil de regular, debido al PCI elevado de
los residuos.
Se requiere un exceso importante de aire para evitar que se creen zonas donde la
atmosfera sea reductora. La presencia de cloro produce corrosiones importantes y
hace obligatorio:
- “Lavar” los humos, haciéndolos pasar a través de una cortina de agua, que
entonces se vuelve muy acida;
- O bien diluirlos fuertemente si se quiere respetar las normas de rechazo.
Los gastos de mantenimiento de estos aparatos son siempre elevados.
Los hornos giratorios sirven sobre todo en ciudades que poseen de 10 000 a
15000 habitantes.

5. Hornos de rejilla móvil. En estas instalaciones, cuya capacidad varía entre 3 y


15 t/h (o sea 360 t/día, puesto que las más importantes funcionan las 24 horas del
día), las rejillas, por su movimiento, aseguran el removido de los desechos. Los
modelos de rejillas son múltiples: algunos tienen formas de escalera, cuyos
peldaños retroceden y se retiran en forma regular, haciendo rodar las basuras,
otras están constituidos por cilindros sucesivos. Hay rejillas más complejas, cuyos
elementos constituyen una especie de teclado con teclas animadas de
movimientos longitudinales y verticales. Las aereación se efectúa siempre a través
de la rejilla, y la distribución del aire se puede regular de modo diferente en las
distintas partes: se insuflará más aire en la parte media, donde la combustión es
más viva y menos en la parte inferior, para favorecer la extinción de las escorias
de hierro. Las rejillas están constituidas de manera que la “pérdida de carga” del
aire comburente (baja de presión debida a los frotamientos) sea claramente más
importante cuando pasa por la rejilla, que cuando atraviesa la capa de desechos
que la recubre. Se facilita así el regulado de la combustión, puesto que la
variaciónde espesor de la capa de basuras sólo desempeñará un papel
secundario.

21
Una fábrica de incineración importante, como la que se esquematiza en la figura 3,
incluye una fosa de recepción en la cual se vuelcan las unidades recolectoras,
cuyo volumen corresponde a la recolección de cuando menos tres días. Un
gancho de 1 a 3 metros cúbicos, aproximadamente, retoma las basuras y las
vuelca en una tolva. Los desechos caen en un primer compartimiento a una
temperatura del orden de los 100°C, donde sufren un secado energético.
Enseguida son empujados hacia las rejillas, donde la temperatura se eleva hasta
900°C. hay que evitar que sobrepase los 1 000°C en razón, tanto del contenido del
material, como de la fusión de cenizas, que es de temer que ocurra a partir de los
1 200°C, con riesgo de que se produzca la obturación de las rejillas de aereación.
Después de su extracción, las escorias de hierro son casi siempre apagadas por
inmersión en un recipiente lleno de agua y retiradas por medio de una cinta
transportadora hacia las áreas de almacenamiento.
La experiencia de varios años de explotación ha permitido conocer mejor los
fenómenos de construcción, y por lo tanto mejorar claramente el rendimiento y
duración del material en general, y de las rejillas en particular. Así, hoy se sabe
que es preciso limitar la velocidad de los gases en las cámaras de construcción y
la temperatura de los gases a la entrada de los haces de corrección.
También la materia prima de las rejillas de fumistería ha evolucionado
grandemente, así como nuestro conocimiento de los fenómenos de fusión de las
cenizas y de la incrustación.
Este tipo de fábricas ofrecen todas las garantías de rendimiento y eficacia.
Naturalmente, su explotación demanda un personal que esté en relación con su
complejidad. Hay que contar con un núcleo de quince a veinte manipuladores, que
sumados a quienes tienen a su cargo los servicios generales, totalizan unos treinta
trabajadores por unidad. El precio de inversión es actualmente del orden de los 4
millones de francos por tonelada/hora, y el costo de incineración de una tonelada
de desechos depende, además de las condiciones de realización, del tipo de
interés de las subvenciones y empréstitos autorizados para cada operación, y es
del orden de 100 a 120 F/t, si se incluye la totalidad de las inversiones.
22
6. La pirofusión. Uno de los inconvenientes de las fábricas recién descritas
consiste en que producen humos abundantes, puesto que la combustión, para ser
completa, debe tener lugar en presencia de un exceso de aire.
¿No sería posible:
- Reducir ese exceso de aire;
- O aumentar todavía más la temperatura de combustión para disminuir el
porcentaje de no quemados?
La pirofusión trata de responder a esta doble pregunta, procediendo a una
combustión en una atmósfera pobre en oxígeno.
Los residuos domiciliarios penetranen una torre vertical donde son llevados a unos
1 400°C aproximadamente, y allí sufren una fusión por el fuego o “pirofusión”. Las
cenizas, licueficadas en gran parte, caen en un recipiente con agua, donde se
rompen y forman granulados particularmente densos y homogéneos. Los gases se
dirigen entonces hacia una cámara de combustión, donde su temperatura llega
hasta los 1 300°C, y el aire inyectado en la base del gasificador es recalentado en
parte por los humos antes de su evacuación, y en parte por quemadores
emplazados en los circuitos de calentamiento. El volumen de estos humos es del
orden de un tercio de los humos corrientes.
Naturalmente que esta ventaja ocasiona algunos inconvenientes:
- Los desechos deben entrar en la torre de gasificación, o sea que deben ser
desembarazados previamente de los monstruos y otros objetos más
grandes.
- La inyección de aire es difícil de regular, tanto en caudal como en
temperatura, sobre todo la del aire secundario que debe asegurar la
combustión completa, sin la cual se corre el riesgo de expulsar gases
tóxicos (óxido de carbono) por las chimeneas.
- La naturaleza de los desechos debe ser tal que las escorias del hierro no
los incendien.
- El desgaste de los materiales refractarios en contacto con gases
polvorientos a 1 300°C es muy rápido.
Por último, los precios de inversión y explotación son aun superiores a los de las
fábricas clásicas, salvo en algunos casos particulares.
7. Depuración de humos. Los gases de combustión no pueden ser arrojados a la
atmósfera sin un tratamiento previo. Los últimos reglamentos precisan que al salir
de las chimeneas, los humos no deben contener más de 0.15 g de polvos por
metro cúbico de gas reducido a 0°C y a la presión atmosférica (metro cúbico
“normal”), y un 7% de gas carbónico, es decir no diluido, lo que equivale a 0.07 g
aproximadamente de polvo a 300° C.
La solución más simple consiste en enviar aire fresco al gas para favorecer la
combustión de los últimos polvos combustibles, después de hacer pasar los
humos por una serie de dispositivos en zig-zag contra los que chocan y al pie de
los cuales se los recoge. Sin llegar a dar resultados y de no incluir ninguna pieza

23
móvil a alta temperatura; es decir que no se la debe dejar de lado cuando es
imposible hacerlo de otra manera mejor y cuando se trata de una instalación
pequeña.
Un segundo procedimiento consiste en lavar los humos, haciéndolos pasar por
una ducha que desprenderá los polvos. Aunque mucho más eficaz que el
procedimiento anterior, éste presenta sin embargo algunos inconvenientes. El
consumo de agua es importante y en el hollín extraído en forma d agua cenagosa
más o menos concentrada, debe ser objeto de un tratamiento complementario.
Otro inconveniente se deriva de la composición de los humos: al igual que las
basuras de las que provienen, ellos contienen a menudo azufre y cloro, que al
mezclarse con el agua producen ácidos, los cuales, chorreando por las paredes
del depurador de humo, pueden provocar corrosiones graves. Por lo tanto, este
método quedará reservado, ya para instalaciones pequeñas, o para la incineración
de productos particularmente ricos en cloro o en sustancias semejantes (por
ejemplo, rechazo de abonos), y valiéndose de hornos equipados con ese
propósito.
Un tercer procedimiento consiste en imprimirle a los humos un movimiento de
turbulencia, gracias a una disposición apropiada de las tuberías de extracción; se
provoca así una verdadera “centrifugación” de los humos. Los polvos son
rechazados hacia las partes exteriores, donde se los recoge. A estos aparatos se
les denomina “ciclones”.
Su rendimiento es excelente y por lo común se emplean tanto en fábricas de
capacidad media, como en las calderas de calefacción urbana.
La alternativa de este dispositivo es el electrofiltro, en el cual los humos pasan a
través de un campo eléctrico mantenido por electrodos colocados a un potencial
elevado (del orden de los 50 000 voltios, con una intensidad de algunos
miliamperios). Los polvos se pegan a los electrodos, se desprenden mediante
choques de cadencia regulable, y después son retirados. Los resultados que se
obtienen con los electrofiltros son muy satisfactorios, pero en razón de su precio
elevado sólo son aconsejables para fábricas importantes, que sirven cuando
menos a 100 000 habitantes.
El hollín extraído se mezcla con las escorias de hierro (aunque se haya procurado
utilizarlo únicamente como material de relleno para cementos, bituminosos y
otros). El conjunto pasa luego por debajo de un cilindro magnético que le extrae
los restos de hierro. Los residuos de este material pueden ser descargados y
utilizarse en los trabajos de construcción de caminos como capa inferior, o para la
fabricación de paneles artificiales para la construcción. Varios análisis han
revelado que son ricos en materiales relativamente preciosos, especialmente
estaño, provenientes del interior de las latas de conserva. Pero estos metales se
presentan divididos y oxidados hasta tal punto, que no tiene sentido extraerlos en
el estado actual de la técnica.
La cantidad de escorias de hierro representa alrededor del 30% del peso de los
desechos. Si se quemaran los 13 millones de toneladas que se recolectan en
Francia por año, habría de retirar alrededor de 4 millones de toneladas de restos
de hierro.
En realidad, solamente una cuarta parte de los desechos se incinera, lo que deja
un montón respetable de un millón de toneladas, o sea 1 millón de metros cúbicos;
24
aproximadamente el mismo volumen que un cono de 160 m de diámetro y 150 m
de altura.
Se están estudiando varias otras normas con respecto a la composición de los
humos. Además de su contenido en compuestos halógenos, se procura limitar su
composición en productos tóxicos, tales como las dioxinas. También se están
desarrollando otros estudios para determinar la influencia de las rejillas y del
circuito de aire en la presencia de tales productos. Pero las dificultades son
considerables, pues la proporción de estos cuerpos es siempre muy débil y
depende también de los desechos tratados.

8. Recuperación de energía. El otro “subproducto” de la combustión de los


residuos está constituido por los humos. Hay que subrayar antes que nada que
tanto en el caso de los ciclones como en el de los electrofiltros, hay una
temperatura límite de entrada: no se puede enviar gases a 900°C porque
deteriorarían el material. Por lo tanto, se los debe enfriar previamente.
Para ello se pueden aplicar varias técnicas:
- Inyectar agua, lo que aportará a los humos las calorías necesarias para su
vaporización.
No hay que confundir la inyección de agua para vaporizar el humo, con el lavado
de éste, donde lo que se busca es llevar los polvos en suspensión hasta una fase
líquida.
- Mezclar el aire fresco y diluir así los humos.
- Recuperar las calorías contenidas en los humos, haciéndolos pasar por una
caldera modificada a este efecto: esta solución de enfriamiento se ha
adoptado cuando no se utiliza posteriormente el vapor, en razón de su
eficacia y flexibilidad.
Pero si se desea producir vapor, los humos que salen del horno pasan a través de
tubos que contienen agua o vapor como en cualquier caldera, a reserva de que
quede una distancia entre las capas de tuberías adaptadas al alto contenido de
cenizas de l2os humos. Los dispositivos para deshollinar (por chorros de aire o de
vapor, o por “granallamiento”, es decir por caída de granos menudos de metal en
los tubos) deben ser particularmente cuidadosos. El circuito de vapor incluye los
elementos inherentes a toda central térmica: economizador, sobrecalentador,
deposito gasificador, bomba alimentadora, etc. Las características del vapor
producido pueden llegar hasta 40 bars y 350-400° C, es decir, entrar en el dominio
de la presión media. A titulo puramente ilustrativo, es posible esperar que se
produzca alrededor de una tonelada de vapor por cada tonelada de desechos, si
las basuras son suficientemente ricas y la instalación lo bastante perfeccionada.
La única diferencia notable con las calderas comunes de combustible, es el riesgo
de corrosión, particularmente cuando hay un material plástico clorado en
proporción notable. Este vapor puede destinarse a todos los usos posibles –lo más
frecuente es que se lo envíe a un intercambiador que produce agua cálida
inyectada en una red de calentamiento colectivo-. A veces se lo descomprime
previamente en una turbina d compresión, que aportará la energía eléctrica

25
necesaria para las instalaciones, y hasta se ha intentado un escape completo
como condensador (Rouen). La elección entre estas soluciones posibles depende
fundamentalmente de consideraciones económicas.
Los usuarios son, o bien industriales que necesitan vapor por las veinticuatro
horas del día (por ejemplo para instalaciones de secado), o grandes conjuntos
habitacionales en los que está prevista una distribución de agua caliente a lo largo
de todo el año. El interés de esta solución se ve acrecentado cuando un
establecimiento que funciona permanentemente (por ejemplo, un hospital o una
prisión) está conectado a una misma red.
También ha aumentando grandemente el interés por recuperar calorías, debido a
la crisis de energía, aunque genera una inversión mayor de un 20 a 25%. Es
particularmente difícil realizar un balance financiero al respecto, pues hay que
tomar en cuenta gastos de inversión para vigilancia y mantenimiento
suplementarios:
- La proporción de calor que se espera vender, que no es jamás del 100%
debido a la irregularidad del suministro, desciende al 80% en el mejor de los
casos ; al 40 o 50% en la calefacción urbana;
- El precio de la termia, que depende estrechamente del precio del
combustible, y que incluye parámetros políticos totalmente imprevisibles,
tanto en el plano técnico como financiero.
Nada tiene de sorprendente, pues, que se hayan emitido al respecto opiniones tan
apasionadas como contradictorias.
9. Los abonos combustibles. Una de las principales dificultades para utilizar el
calor de recuperación de los hornos de desechos domiciliarios es la obligación de
quemarlos a medida que van llegando. ¿Por qué no operar por etapas? Por
ejemplo:
- En un primer momento, estabilizar las basuras mediante la trituración
seguida de un breve compuesto y de un secado enérgico;
- En una segunda etapa, introducirlas en el horno en función y a medida de
las necesidades.
Varias empresas trataron de aplicar esta técnica. El material intermediario se
presenta en forma de polvos, de pastillas o de pequeños cilindros. Es interesante
el hecho de que se lo puede utilizar como combustible o como abono, según la
demanda de los agricultores. El calor que requiere el secado lo suministra la
combustión de una parte del material que se emplea.
Este procedimiento, muy atractivo en el papel, es difícil de aplicar debido a que
supone numerosas manipulaciones. Además, que el producto final es más fácil de
aplicar que las basuras frescas, sus cualidades son inferiores como combustible y
como abono. Hasta el presente, el precio de costo ha limitado considerablemente
el campo de aplicación de este tipo de fábricas, sin que se las pueda desestimar
definitivamente, pues hay nuevos desarrollos de esta familia de técnicas que
resultan altamente prometedores y que consisten en comprimir las basuras a una

26
presión muy elevada (500 a 600 bars), para extraer de ellas la parte húmeda, que
luego será transformada biológicamente.
En 1980, estas técnicas estaban en sus primeras fases de experimentación.

V. EL TRATAMIENTO COMBINADO DE LOS LIMOS Y LOS


DESECHOS

1. Una pregunta fundamental. Para el caso de una colectividad que deba eliminar
desechos domiciliarios y limos residuales, ¿es conveniente una instalación única
que abarque ambas funciones? ¿No habría allí una posibilidad de economizar en
inversión y explotación?
2. ¿Qué limos… y qué desechos? Veamos más de cerca lo que se trata de
examinar.

A) Los sedimentos residuales. Residuo final de la depuración de las aguas


sedimentarias; su composición de materias orgánicas y minerales es muy
variable. Se distinguen:
- Los limos frescos que provienen directamente de los decantadores:
contienen de 90 a 95% de agua y tienen el aspecto de un agua lodosa que
evoluciona rápidamente, despidiendo olores desagradables;
- Los limos estabilizados o tan ricos en agua como los anteriores, pero
menos ricos en materias orgánicas y más estables;
- Los limos desecados y necesariamente estabilizados después de una
permanencia de varias semanas al aire libre. Su contenido de agua está
comprendida entre 50 y 80% y tienen el aspecto de un pastel que puede ser
recogido a paladas;
- Los sedimentos deshidratados, en general estabilizados, cuya humedad y
aspecto se asemejan a los precedentes, pero que pueden contener cuerpos
químicos introducidos para facilitar su deshidratación.

B) Los desechos. Pueden ser, según los casos, brutos, después de una
selección más o menos sumaria, triturados o desmenuzados, incluso
compuestos y entonces relativamente estables.
3. Cantidades respectivas que intervienen. Tal como se dijo anteriormente, el peso
de las basuras domiciliarias es del orden de 0.75 a 1kg/hab/día. Es raro que los
desperdicios de los trabajos artesanales o de las pequeñas industrias locales
modifiquen este valor en proporciones de importancia. La selección y elaboración
de los abonos pueden producir una disminución de peso del orden de los 30%.
Por el contrario, las cantidades de sedimentos son mucho más variables por dos
razones principales:
- El número “de equivalente-habitantes” puede ser bastante diferente del de
habitantes: no es raro que una ciudad de 10 000 a 15 000 habitantes posea

27
una fábrica de leche o un matadero que representan una contaminación
igual o superior a la de su población;
- El porcentaje de humedad, puesto que el agua representa siempre más de
la mitad, a veces más de las tres cuartas partes, del peso de los limos.
El tratamiento de las aguas en una ciudad de 10 000 habitantes producirá por día
alrededor de 30 metros cúbicos de sedimentos a 98%, 2 metros cúbicos de
deshidratación mecánica, o 1.5 metros cúbicos si los procedimientos empleados
están muy perfeccionados.
La relación de los extremos es, pues, de 1 a 20. Basta comparar estas cifras con
las 8 o 10 toneladas de desechos diarios de la misa ciudad, para comprobar que la
relación de sedimentos/desechos puede variar entre 3 y 0.15.

4. Abono común. A despecho de la variedad de su procedencia y de su


tratamiento, la composición de la materia seca de los abonos de basuras
domiciliarias y la de los sedimentos digeridos, se hallan alrededor de los valores
siguientes:
El pH está casi siempre muy próximo a valores neutros. Un primer examen de
estas cifras nos muestra la riqueza relativa de los sedimentos en nitrógeno y en
fósforo, elementos que precisamente faltan en los abonos (ver antes las
consideraciones sobre la relación C/N).

Abonos Sedimentos residuales

Inertes 50 a 60 30 a 50

Carbono 15 a 25 20 a 30

Nitrógeno total 0.6 a 0.7 3a8

Ácido fosfórico 0.4 a 0.6 4 a 10

Potasio 0.6 a 1 0.1 a 1.2

Cal 4a7 3 a 7 según el


tratamiento

Estos dos productos, por lo demás, son pobres si los comparamos con los
fertilizantes comerciales: además de su humedad, contienen entre 30 y 60% de
materias inertes que habrá de transportar, diseminar y enterrar con las mismas
dificultades que las materias activas. En cambio, los oligoelementos son
relativamente abundantes y muy asimilables cuando están contenidos en los
sedimentos. Una legislación reciente llegó a limitar el contenido en metales
pesados en los limos comercializados.
Desde el punto de vista biológico, dos grandes familias de microrganismos han
despertado temores en los usuarios: las bacterias patógenas y los huevos de
parásitos. Ambas se encuentran en las basuras y en los sedimentos residuales,
28
pero sobre todo en estos últimos sólo obedecerían a su origen. Algunos autores
han puesto el acento en la necesidad de una “pasteurización”, que se efectuaría
en el curso de la elaboración del abono, en razón de una permanencia bastante
prolongada a 60-70°C. Pero parece que esa afirmación debe ser tomada con
reservas. Aunque esta elevación de temperatura reduce de manera sensible el
número de las bacterias patógenas, es menos eficaz en el caso de las esporas
bacterianas (50% de sobrevivientes), y todavía menos en el de las microbacterias
(80% de sobrevivientes) y lo es apenas en el de los huevos de parásitos, cuya
resistencia es detectable.
Otro método de desinfección que se emplea a veces es el encalado, en
porcentajes que pueden alcanzar algunos centenares de kilogramos de cal por
metro cúbico de materia: las esporas bacterianas son entonces destruidas en un
99%, pero las microbacterias y los huevos de parásitos casi no son afectados.
Un tratamiento opcional es la irradiación por rayos ƴ a 1 200 krad –lo que es en
verdad un “tratamiento violento”.
Las esporas bacterianas y las microbacterias son prácticamente destruidas… pero
no los huevos de áscaris si todavía no han comenzado a desarrollarse.
Estos dos últimos tratamientos tienen además el inconveniente de que modifican
la materia prima que se trata de valorizar, y la irradiación es una técnica cuando
menos delicada. Y quedaría por considerar si es oportuno operar en forma
sistemática en un medio estéril.
Como los residuos que se están elaborando para abono deben estar
humedecidos, la idea más simple es la de rociar el montón de abono en formación
con sedimentos líquidos, lo que ofrece la ventaja de utilizarlos sin tratamiento
previo. El aporte de nitrógeno y fósforos ofrece entonces su mayor interés. La
humedad de los montones debe mantenerse entre 30 y 55% en verano y
solamente entre 25 y 45% en invierno, cuando los desperdicios de agua son
menores. Por debajo, el abono sigue siendo demasiado fibroso, y por encima
existe el peligro de que se produzca una baja de temperatura y se formen bolas
compactas con anaerobiosis y desprendimiento de olores rápidamente pútridos. El
inconveniente de este método –además de que se desprenden olores
desagradables- es que vincula la eliminación de los sedimentos con calidad del
abono en formación. ¿Qué hacer con el resto de los sedimentos?
En cambio, algunos ensayos han demostrado que puede ser interesante mezclar
el abono de basuras con los sedimentos desecados, lo que elude de manera
elegante el desequilibrio posible entre los volúmenes que se manejan. No se trata
ya de una elaboración simultánea de abono, sino de la valorización recíproca de
dos productos, semejante al enriquecimiento del abono con turbas, calizas, aserrín
de madera, etcétera.

5. Incineración común. Si el PCI de los residuos permanece inferior a 1 700


term/ton., el de los sedimentos depende sobre todo de su humedad. Tomando en
cuenta que el PCI de la materia seca de los sedimentos frescos es del orden de 2
500 term/ton y el calor de vaporización del agua del orden de 600 term/ton., es
fácil calcular el de un sedimento húmedo y comprobar, por ejemplo, que con un
50% de humedad, el PCI global será de 950 term/ton con un 80%
aproximadamente 0, mientras que con un 90% se requerirá más de 50% term/ton
29
para quemarla. Este balance es todavía más desfavorable para los sedimentos
digeridos.
Para quemar juntos los limos y los desechos hay que asegurar primero la
autocombustión, es decir un PCI global de 1 100 term/ton. Pero entonces, aun en
caso de un tratamiento eficaz, no siempre es posible incinerar más de la cuarta
parte de los sedimentos de la ciudad de que se trata. Si hay abundancia de
sedimentos con respecto a las basuras, lo que puede ocurrir, cuando una ciudad
pequeña dispone de una zona industrial particularmente desarrollada, es que
convenga mezclarlos en una instalación de incineración de sedimentos, si la
técnica elegida lo permite; y es así como los hornos de soleras superpuestas han
podido absorber basuras previamente trituradas hasta un 10% del peso de los
sedimentos.

6. Utilización de calorías. Muy diferente es el método que consiste en recuperar el


calor desprendido por los residuos domiciliarios para secar los sedimentos.
Se puede calentar, mediante vapor a 180-200°C, un cilindro con aire caliente en el
que se proyecten los sedimentos espesados previamente, o bien pulverizar los
sedimentos en el aire calentado por los humos de un horno de incineración o de
un quemador de desechos líquidos.
Queda por resolver el problema de cómo volver a introducir en el horno el
abundante vapor de agua que se desprende del secado de los sedimentos.
Pero entonces ya no se trata de una incineración común, sino de una valorización
de las calorías desprendidas por la combustión de los desechos.

7. Conclusión. Si se ahonda en el tema, se advierte que los sedimentos


desechables y los desechos domiciliarios sólo tienen de común el porvenir de la
actividad humana.
Los sedimentos son muy húmedos, y por lo tanto su PCI es bajo; pero tienen gran
homogeneidad. En cambio los desechos domiciliarios son relativamente secos,
pero heterogéneos y ricos en cenizas. Desde el punto de vista bacteriológico, los
desechos domiciliarios son relativamente limpios: los restos de los mataderos u
hospitales se envían a depósitos u hornos particulares, pero en cambio las aguas
desechables de los mismos establecimientos, en cuya “producción” han
participado enfermos y sanos por igual, son tratadas casi siempre junto con las de
la ciudad. En estas condiciones, ¿es verdaderamente realista querer tratar juntos,
salvo casos particulares, desechos tan disímiles? Pretender dar con un
instrumento universal suele conducir a muchos desengaños. En este dominio,
como en tantos otros, es importante que, como decían los antiguos, “cada cosa se
dirija a su finalidad”.
Evidentemente, no ocurre lo mismo con la mezcla de productos terminados
(abonos) o con la utilización, para el tratamiento de sedimentos, del calor
desprendido por la incineración, ya que en este procedimiento se le aplica a cada
producto la técnica más adecuada; y el tratamiento en común sólo se efectúa in
fine.

30
II. DESECHOS INDUSTRIALES

I. GENERALIDADES

EL TRATAMIENTO de los desechos industriales se abordó de manera sistemática


en época reciente. Hasta la ley del 15 de julio de 1975, la vigilancia de las
autoridades locales sólo se ejercía casi únicamente sobre los desagües en las
alcantarillas. Hubo que esperar hasta la circular del 4 de julio de 1972 para que
quedaran precisadas las tolerancias de rechazo de los grandes talleres de
tratamiento; y el decreto del 28 de octubre de 1975, para que las agencias
Financieras de Bassin fijaran una tasa en relación con la toxicidad de las aguas
residuales –la norma correspondiente databa de 1974-.
Para responder a la insidiosa pregunta: ¿Qué es exactamente un desecho
industrial?, deben tomarse en cuenta prioritariamente dos elementos:

- La cantidad;
- La toxicidad.
Se habla de desecho industrial cuando las cantidades son notablemente mayores
a las de un particular.
De ese modo, los desechos de un supermercado serán llamados “industriales”,
aunque no tengan nada de fundamentalmente diferente con los residuos
domiciliarios.
Lo mismo ocurre con los de un criadero “industrial”, es decir el que sobrepasa en
volumen los de una explotación de mediana importancia.
Se considerará también como industrial todo desecho, aunque se encuentre en
débil cantidad, cuya toxicidad se considera suficiente para impedirle la entrada en
un depósito corriente. Esta noción de toxicidad no resulta tan evidente como
parece a primera vista. Desde Claude Bernard, sabemos que “todo es venenoso o
nada es venenoso; todo depende de la concentración”.
Además, si existen toxicidades inmediatas, como las del cianuro o el arsénico,
puede haberlas diferidas, como las que producen efectos acumulativos al
concentrarse en plazos más o menos largos en el mismo individuo, o a lo largo d
las cadenas alimentarias.
Así, ciertos sedimentos residuales se depositan ahora en lugares especiales –es
decir que se los trata como desechos industriales- y no se los utiliza más para
fertilizar campos. Por lo tanto, la frontera del desecho industrial no es siempre
nítida: entre el gran establecimiento y el pequeño comerciante, existen todos los

31
tamaños de negocios. El “aficionado” a la química o a la fotografía que arroja
ocasionalmente el fondo tóxico de un recipiente en el sumidero, no puede
considerarse un industrial.
Eso sin hablar de las actividades esporádicas, que no suele ser fácil detectar,
como lo prueban las dificultades cuando se efectúan censos en una región o rama
de la actividad.
¿Se deben incluir entre los desechos las aguas de enfriamiento o –en el caso de
los desechos sólidos- las tierras que provienen de trabajos de excavación o de
canteras?
- ¿Cómo considerar los viejos cajones de madera o las cenizas resultantes
de una combustión anterior?
- Las aguas de enjuagar, muy diluidas, que pueden verterse en el medio
exterior, ¿deben incluirse en la lista de desechos, según la legislación
actual, etcétera?
Todos estos “casos de conciencia” explican las diferencias comprobadas entre los
diversos censos, a las que se agregan las incertidumbres sobre las evaluaciones
propiamente dichas.
Las estimaciones del peso de los desechos industriales en Francia varían
actualmente entre 15 y 30 millones de toneladas por año, de las cuales los sólidos
y los “paleables” representan las tres cuartas partes. Pero este tonelaje está
llamado a cambiar en los años venideros, en razón:

- De la crisis energética, que impulsará a los industriales a revisar sus


modalidades de fabricación:
- De las dificultades económicas, que producirán numerosas recuperaciones
y reutilizaciones;
- De la legislación que vaya surgiendo. Hoy, por ejemplo, se especifica que
cada industrial es responsable de sus desechos hasta que se los elimina.
Para coordinar y apoyar los esfuerzos particulares, se ha instituido una Agencia
Nacional para la Recuperación y Eliminación de los Desechos (ANRED), que debe
contribuir a promover soluciones nuevas. Las numerosas acciones emprendidas
hasta ahora, tanto en el plano de los estudios como en el de las realizaciones
(existen hoy en Francia más de una docena de centros colectivos de tratamiento)
constituyen un rico capital de experiencia.
Este capítulo podrá producir la impresión, aún más que el anterior, de que sólo se
refiere a una etapa; pero se trata de una “etapa fundamental”, en el sentido de que
equivale a los cimientos de un edificio en construcción.

II. CARACTERÍSTICAS ESPECÍFICAS DE LOS DESECHOS


INDUSTRIALES

32
Además de su volumen y toxicidad, los desechos industriales presentan varias
características muy particulares:
- Una cierta irregularidad en su producción y entrega. En efecto, por ser el
producto de la actividad industrial, depende en gran medida de las
fluctuaciones diarias y periódicas. Si una fábrica se ve obligada a cambiar
su modalidad de fabricación para seguir la evolución del mercado,
necesariamente los desechos cambiarán, pues la finalidad de una industria
es siempre satisfacer a una clientela y no producir desechos. Y como un
desecho es sobre todo el conjunto de lo que era indeseable en la materia
prima que se le entrega a la fábrica, su composición cambiará con la de
esta materia prima;
- Una gran variedad de productos homogéneos, sobre todo si se los compara
con los restos domiciliarios, cuya heterogeneidad es sensible, tal como se
comprueba con sólo examinar un simple cubo de basura. Una carga de
desechos industriales suele estar constituida por un único producto; pero
hay muy pocos puntos de contacto entre el fondo de un recipiente, las
tierras de filtrado, los alquitranes sulfúricos o los polímeros que no sean
apropiados para la fabricación posterior;
- La presencia de sustancias pastosas cuya viscosidad –circunstancia
agravante- varía con la temperatura;
- La posibilidad de desechos de PCI muy elevado. Mientras que los residuos
domiciliarios alcanzan hasta 2 300 term/ton y los rechazos de abono hasta
2 700 o 2 800, no es raro encontrar desechos industriales que tiene un PCI
de 5 000 a 6 000 term/ton, e incluso más. Aunque son incinerables, estos
desechos no son siempre fáciles de quemarse, sobre todo si se encuentran
en el fondo de algún tonel;
- La presencia de materiales corrosivos, por acidez, alcalinidad u otra
propiedad química;
- La evolución química que puede producirse, no sólo durante el tratamiento,
sino también en el almacenado si por razones de facilidad de transporte o
explotación, se mezclan desechos que pueden reaccionar entre sí;
- La presentación. Muchos desechos llegan en unidades recolectoras, pero
no es raro que se las reúna en toneles metálicos o de material plástico. La
manipulación, el trasiego y después el tratamiento de los toneles, debe ser
una de las mayores preocupaciones de un centro de tratamiento.
Todo estudio de eliminación debe comenzar, pues, por un examen profundo de los
datos del problema.

III. LOS INVENTARIOS


1.Generalidades. Es posible pensar en un inventario de desechos para conocer la
situación de una región o una rama de actividad, o parte evaluar la clientela
potencial de un centro que se proyecto. El punto de vista que se elija influirá en la
elección de las personas a consultar. Para evaluar a una clientela potencial, cabe

33
limitarse a los principales industriales; pero entonces habrá que ver con precisión
qué aportarán éstos. Por el contrario, trazar el panorama de los desechos de una
región, supondrá una selección previa de las empresas a consultar, según su
importancia y el tipo de su actividad.
2. Elaboración de los inventarios. Hay que tomar en cuenta diferentes
características. Las propiedades físicas (presentación, viscosidad, temperatura); la
composición química; la toxicidad, que puede depender de la concentración; y, en
el caso de un censo general, los tratamientos actuales o que se encarnarán en el
futuro, así como las posibilidades de valorización y reconversión.
La síntesis de todos estos resultados, a veces bastante delicada, permite trazar
las líneas principales de conducta a seguir, tanto en lo referente a la
reglamentación como a los proyectos técnicos. Un elemento importante en la
elaboración de estos últimos es la posibilidad de transportar los desechos a
distancias bastante largas. Como lo veremos más adelante, el precio medio del
tratamiento de una tonelada de desecho industrial es del orden de 300 F (¡varía
entre 100 F y más de 1 000 F!). Se podría considerar aceptable un precio de
transporte de algunas decenas de francos, lo que no se puede admitir en los
desechos domiciliarios. Puede establecerse una política de conjunto con el fin de
lograr que se utilicen los centros de tratamiento en el máximo de su capacidad
nominal, para evitar el absurdo de que se multipliquen instalaciones que algunos
meses después deberán demolerse.

3. Distribución de los desechos según los inventarios. De una manera


esquemática, se puede decir que los desechos que se depositen, es decir que
sean suficientemente sólidos e inertes, representan los dos tercios de los
desechos industriales, que por los demás no pueden volver a utilizarse. Los
desechos para los cuales la incineración parece ser la solución mejor, constituyen
la cuarta parte del total. El resto, o sea alrededor del 10%, debe pasar por un
tratamiento más o menos completo (neutralización, desintoxicación, etc.), y los
residuos peligrosos propiamente dichos (tóxicos o que presentan peligro de
explosión) representan de 3 a 5% del total. Ellos provienen principalmente:

- De los grandes talleres de tratamiento (40% del total de los desechos


tóxicos)
- De los talleres de construcción mecánica (16% del total de los desechos
tóxicos)
- De las fábricas de pinturas y barnices (7% del total de los desechos
tóxicos)1
Estas cifras pueden modificarse en un porvenir bastante cercano, ya sea en la
etapa de fabricación –si no se modifica la composición de las pinturas, de los
baños de tratamiento superficiales, etc.-, o bien merced a una recuperación cada
vez más intensa de diversos reactivos.

34
1
Estudio Seratradi para la Comisión de las Comunidades Europeas.

IV. RECOLECCIÓN DE LOS DESECHOS INDUSTRIALES

Esta operación puede tener repercusiones importantes en el tratamiento posterior


de los desechos, a causa de los ritmos de entrega, de las mezclas efectuadas, del
modo de presentación, etc. A titulo de la ley de 15 de julio de 1975, la recolección
y transporte forman parte integrante de la eliminación de los desechos, de la que
constituyen una etapa importante. Las principales dificultades que deben
resolverse son las siguientes:
- El cargado (a veces es difícil agrupar algunas sustancias pastosas);
- La variedad de los productos a transportar, aunque provengan de un mismo
cliente.
Los desechos pueden presentarse en montones sólidos, en unidades de
recolección, en montones pastosos que pueden bombearse a una
temperatura más o menos elevada, en bolsas, en cartones, en toneles de
metal o de material plástico, de 20 a 200 litros;
- La toxicidad o las precauciones especiales que se requieren, especialmente
en caso de punto de inflación muy bajo, lo que ocurre con los desechos
líquidos, pero también con los sólidos cuando hay impregnación del sólido
por líquidos volátiles;
- El ritmo de evacuación y de entrega, pues los industriales desean que se
les retire cuanto antes sus desechos (el caso de limpiezas) y puede ocurrir
que los centros se encuentren prácticamente saturados;
- La compatibilidad de los desechos entre sí; aun cuandolas mezclas suelen
ser inevitables, es preciso de todos modos que el transporte sea posible
(algunos desechos pueden incendiarse por influencia de otros desechos) y
que la mezcla se pueda tratar en el centro: no hay que olvidar que lo que se
transporta mezclado, se depositará y tratará también mezclado;
- La determinación exacta de los desechos: el recolector debe cuidarse de no
transportar cualquiera, sin importarle su carácter. Esto es así
particularmente en el caso de los desechos en toneles, con los cuales
puede haber confusiones de graves consecuencias.
Se comprende, pues, que se trata de un oficio particular, que debe ser ejercido por
profesionales que respeten una cierta deontología.
Algunas Agencias de Depósito exigen que se recurra a empresas de recolección
habilitadas para tener derecho a las subvenciones establecidas.

35
El material del que se sirven las empresas de recolección y transporte es
extremadamente variado: unidades móviles para las sustancias pastosas
paleables, camiones con adrales para los toneles, cisternas calientes para las
sustancias pastosas bombeables, además de todas las variedades de
“succionadoras” y camiones de limpieza. En todos los casos deben respetarse las
normas de seguridad, que son más severas para los desechos especiales que
deben atravesar una o varias fronteras.
Entre el industrial y el eliminador, el recolector de desechos hace las veces de
puente, lo que muestra claramente la importancia de su función.

V. EL DEPÓSITO DE LOS DESECHOS INDUSTRIALES

1.Diferentes tipos de depósito. Todos los tipos que se han mencionado para los
desechos domiciliarios (salvo el depósito “salvaje”) pueden convenir para los
desechos industriales, con la condición de que se adapten a su naturaleza
particular. Es así que los desechos inertes y sólidos pueden adecuarse a
depósitos controlados o compactados comunes, siempre que tengan un
comportamiento mecánico normal; pues los neumáticos usados o los materiales
diseminados pueden producir verdaderos desórdenes si se los introduce en
cantidades demasiado elevadas.
En cambio conviene examinar de cerca los riesgos de lixiviación o de volver a
lanzar los productos tóxicos o peligrosos. Algunos investigadores ponen en
solución los metales pesados después de disolverlos mediante ácidos húmicos,
provenientes de la mezcla natural de desechos orgánicos (de los humos); lo que
supone la necesidad de no encaminar hacia un mismo sitio los desechos
industriales y los residuos domiciliarios.
En el caso de los desechos pastosos, hay que prestar particular atención a los
productos de licuefacciones que pueden contaminar los depósitos; por eso sólo
excepcionalmente se admiten los desechos petroleros en los depósitos corrientes;
y en principio se rechazan los líquidos.
En general, no se admiten toneles, salvo si sólo contienen desechos sólidos.
Con excepción de los desechos verdaderamente inertes, como los que provienen
de las demoliciones o de envases usados, a los desechos industriales se los
transporta siempre a depósitos especiales. En cambio, las técnicas de
emplazamientos son semejantes, con excepción de los depósitos especiales que
examinamos más adelante.

2. Precauciones especiales para los desechos industriales. Estas precauciones


tienden fundamentalmente a proteger las aguas:
La primera precaución que debe tomarse es la de conocer los desechos; y por
ello, junto a todos los depósitos industriales, existe un laboratorio adecuadamente
equipado.
a) La segunda precaución consiste en impedir todo contacto entre el depósito
propiamente dicho y el resto del suelo, valiéndose de un material
impermeable.

36
Puede recurrirse a diversas soluciones, desde la hoja de betún o material
plástico debidamente protegida, hasta la capa de arcilla más o menos
espesa. Es fundamental ser muy cuidadoso en la aplicación y
mantenimiento de esta solución. Si se advierte que los residuos pueden
dañar la capa protectora, se los debe rechazar.
b) La tercera precaución es tratar las aguas que corren antes de arrojarlas al
medio exterior, lo que supone, primero, que se las pueda recolectar, es
decir que se haya construido una red suficiente de caños de desagüe y de
sumideros. La gran dificultad reside en que suele ignorarse la composición
exacta del agua, y por lo tanto el tratamiento que se le debe aplicar. A
menudo se recurre a técnicas muy elaboradas, cuyo costo guarda relación
con su complejidad. Felizmente los desechos suelen poseer una capacidad
de retención bastante importante, lo que permite que la mayor parte del
agua se evapore en lugar de correr.
Todas las obligaciones que imperan para los depósitos comunes rigen igualmente
para los depósitos industriales, pero aún acrecentadas; en especial, el estudio
geológico preliminar y la colocación de los desechos y del material de
recubrimiento. Los sitios apropiados para tales depósitos se están inventariando,
en el bien entendido de que no se pueden admitir sustancias explosivas,
radioactivas, o que contengan los cuerpos tóxicos mencionados en algunas listas,
como la incorporada al decreto del 19 de agosto de 1977.
3. Los depósitos especiales. Para los desechos tóxicos, existen depósitos
especiales que aprovechan las configuraciones geológicas excepcionales. Se
pueden citar dos tipos, que se encuentran ya en funciones en Alemania:

A) Los depósitos sobre lentículas de arcilla. Algunos yacimientos del


subcretáceo, de varias decenas de kilómetros cuadrados de superficie,
tienen un espesor que en algunos lugares sobrepasa los 150 m. La arcilla
está recubierta de capas cuaternarias de 2 a 3 metros de espesor. Por su
naturaleza, este yacimiento está prácticamente aislado de la capa freática,
y es particularmente interesante para un depósito de desechos industriales
especiales por cuanto la arcilla, muy compacta, presenta el aspecto de una
roca esquistosa. El depósito se encuentra entonces protegido de las aguas
superficiales por un sistema de terraplenes y hondadas de retención.
Las aguas situadas inmediatamente por debajo de la superficie del suelo,
son recogidas por drenajes concéntricos, donde la parte inferior de las
canalizaciones se encuentra en la unión de las capas cuaternarias y de la
arcilla del sub-cretáceo. Estos caños de desagüe conducen a una fosa
central de bombeo, desde donde las aguas se extraen y evacuan.
Las aguas interiores del depósito que corren sobre los desechos
almacenados, se dirigen hacia sumideros desde donde parten hacia centros
de tratamiento físico-químico (ver la sección VII de este mismo capítulo).
El almacenaje se efectúa en fosas que tienen hasta cuarenta metros de
profundidad. Los toneles se colocan allí por categorías de materias

37
compatibles entre sí. Los desechos sólidos pueden colocarse en montón
entre los toneles o en compartimientos particulares. Cada capa de
desechos se recubre con una capa de arcilla compactada de 0.5 m de
espesor. Después de llenado totalmente el depósito se recubre con una
capa de arcilla de 2 m de espesor, y por encima con una capa de tierra
arable en forma de cúpula muy ensanchada (un 7% de inclinación), cuya
máxima altura estará a 11 m por encima del nivel natural.
En el interior del depósito, se disponen varios puntos de observación con el
fin de poder controlar las aguas de manera permanente. La tierra arable
servirá de soporte a las pasturas. Mediante extracciones apropiadas, se
podrá comprobar si los desechos no tienen ninguna reacción química con el
material de soporte, riesgo que parece muy escaso pero que no debe
subestimarse.
Los desechos se analizan antes de depositarlos, de manera que queden
próximos sólo desechos que sean compatibles aun durante largos periodos.
Por ello se abren varias “canteras” simultáneamente. El plano de los
depósitos es trazado con todo cuidado y mantenido al día. Los toneles no
se aceptan si no contienen exclusivamente sólidos.
En el caso de toneles dudosos, se acostumbra horadarlos mediante una
perforadora para comprobar que no contengan líquidos.
Los empresarios de estos depósitos son considerados responsables si se
vierten desechos tóxicos en el medio exterior por un término de cincuenta
años. Se trata de un verdadero centro de tratamiento, que emplea
corrientemente entre veinte y treinta personas, entre ellas algunos químicos
calificados. El precio por depositar los desechos está en relación con los
gastos que requiere, y puede sobrepasar 250 F/t (100 media/t).

B) Las minas de sal no afectadas. El hecho de que la sal se haya podido


conservar durante largos periodos geológicos demuestra que este tipo de
subsuelo ha permanecido al abrigo del agua y que no hay que temer
ninguna contaminación de las capas, puesto que el agua no las penetra.
Este tipo de depósitos, bastante costoso.
Se reserva para desechos particularmente tóxicos, en particular el arsénico,
producto “fatal” de la metalurgia del plomo, para el que no existe
actualmente ningún empleo posible.
Los desechos en toneles, previamente inventariados, se colocan en
galerías a la espera de que las generaciones futuras les encuentren alguna
aplicación…y nos agradezcan por haberles suministrado en reserva
abundante.
En Francia se han censado varios sitios geológicos, que próximamente
podrían acondicionarse para su empleo.
4. Conclusión. Volvemos a encontrar aquí las mismas conclusiones que se
indicaron para el caso de los desechos domiciliarios, aunque amplificadas por las
características particulares de los desechos industriales, y que se pueden resumir
de este modo:

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a) El depósito es la solución cuando todas las demás soluciones son
imposibles, en particular para los desechos incombustibles y difíciles de
transformar químicamente en razón de su inercia (vidrios) o de su
naturaleza (arsénico o mercurio). Es también la única solución razonable
para los desechos poco nocivos y difícilmente reconvertibles.

b) Un depósito debe estar mucho mejor equipado y ser más vigilado, si se lo


destina a recibir desechos peligrosos.

Esto implica que los desechos deben ser conocidos al máximo, y exigen una
colaboración real entre el industrial, el recolector y el empresario del depósito.
Supone también un laboratorio instalado in situ, equipado con un personal
suficiente y con el material adecuado, lo que produce sin duda gastos
considerables de instalación, colocación y explotación.
Como se comprobó más arriba, el precio de la colocación en el depósito de una
tonelada de desecho tóxico, puede ser muy superior al de la incineración de una
tonelada de desechos domiciliarios.

c) Siempre hay desechos que no se podrán enviar a depósitos sin tratamiento


previo: líquidos, sólidos radioactivos o que presentan riesgos de explosión,
materiales que evolucionan espontáneamente de manera rápida con riesgo
de producir malos olores (restos de mataderos, descuartizamientos),
productos pastosos petroleros, etc., al menos sin tratamiento previo.
d) Hay que cuidarse de las vecindades peligrosas en un mismo depósito: ya
vimos el caso de cómo los ácidos del humus vuelven a poner en solución a
los metales pesados. Similares peligros existirán cada vez que productos
más o menos solubles puedan quedar en contacto por años, pues aunque
la evolución de un depósito sea lenta, no deja de ser real. De ahí que sea
especialmente aconsejable separar los desechos domiciliarios de los
industriales, y distinguir entre las diferentes categorías de éstos. No debe
subestimarse, y menos descuidarse, la posible reacción de los desechos
depositados en el suelo.
Dicho esto, señalemos que los depósitos prestan y seguirán prestando
todavía muchos servicios, si se los emplea con discernimiento y si están en
manos de empresarios competentes.

VI. RECONVERSIÓN DE LOS DESECHOS INDUSTRIALES


ORGÁNICOS

1.Recuperación directa. Esta solución se emplea cada vez con más frecuencia, en
razón, tanto de la recuperación misma, como de las economías que se efectúan
en la depuración. Abundan los ejemplos en los desechos líquidos. Por ejemplo, el
suero de lechería se destina con frecuencia a la alimentación de puercos (se ha
llegado a decir que la mayor parte de los desechos de una lechería está

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constituida por excrementos de puerco). La diseminación de las aguas
desechables de fábricas de conserva sobre las praderas, puede considerarse
como una recuperación directa.
Bajo la forma de panes grandes, las partes no utilizables de materias vegetales
provenientes de cervecerías, aceiteras, etc., se utilizan como alimento de ganado,
etc. Se puede citar también la sangre recogida en los mataderos (160 000 metros
cúbicos anuales en Francia), que puede servir de fertilizante gracias a su riqueza e
nitrógeno, o también aprovecharse en la fabricación de algunos hormigones.
Este tipo de recuperación es sin duda de gran interés para el industrial, para el
propio recuperador y para la sociedad entera. No obstante, se ve limitado por dos
razones:

- La primera es la calidad de los productos recuperados; sin exigir una


pureza incompatible con su origen, es necesario de todas maneras que no
estén ni demasiados sucios, ni demasiado mezclados, lo que debe ser
preocupación del industrial, y esto a veces complica la tarea;
- La segunda limitación se refiere a la naturaleza de los hechos económicos,
pues el valor comercial de las materias de recuperación está en relación
con su rareza relativa. El ejemplo de un éxito puede incitar a muchos
industriales a recuperar productos similares, lo que acaso ocasione un
derrumbe de los precios, y entonces los recursos ya no podrán cubrir los
gastos inevitables que demanda la recuperación.
2. Abono clásico. Todo lo que es orgánico puede ser asiento de una vida
microbiológica más o menos intensa y por lo tanto encauzarse hacia lo que se
designa generalmente con el nombre de abono, tal como es el caso de los
desechos domiciliarios. El más antiguo de estos tratamientos es sin duda el
amontonamiento de estiércol, que genera un producto final cuya riqueza ha
contribuido grandemente a la expansión de nuestra civilización agrícola.
También se ha procurado exitosamente mejorar los limos residuales con desechos
sólidos: virutas, restos de madera, desperdicios orgánicos; o se ha buscado
mejorar las calidades mecánicas de los abonos o de los sedimentos mediante la
adición de arenas o de escorias de hierro.
La principal dificultad de este método consiste en la mezcla íntima de dos
materiales tan diferentes. También ha dado excelentes resultados la mezcla de
sedimentos con diversos tipos de turbas.

3. Biodegradación y cultivos biológicos. Se trata de un tipo de técnicas en plena


expansión, cuyas realizaciones no han sobrepasado casi la etapa de la
experimentación industrial, pero que es considerado por muchas autoridades
como muy prometedor. El tratamiento consiste en favorecer la proliferación a
expensas de los restos orgánicos vegetales o animales, que luego se emplearán
como alimentación para el ganado. Las necesidades mundiales de proteínas
seguirán creciendo de manera considerable en los próximos años, mientras no se
le asegure una ración alimenticia mínima a la totalidad de los hombres.

40
Algunos investigadores han estudiado con éxito la cría de gusanos de tierra
(Congreso de Bale, de marzo de 1978), los cuales, reducidos a polvo, constituyen
un alimento apreciado por el ganado. Todavía es demasiado pronto para emitir un
juicio definitivo, pero es innegable el interés de tales estudios.
Otras investigaciones se refieren a la producción de cuerpos químicos tales como
el metano o el furfurol, mediante una evolución anaeróbica. En la literatura
reciente, suele denominarse “biogás” al conjunto de la producción gaseosa. Se
depositan muchas esperanzas en esta técnica, especialmente en los países en
vías de desarrollo, pues ese gas es bastante rico y de un empleo muy vasto, que
puede constituir una fuerza de energía diseminada por todo el conjunto de un
territorio dado.
No obstante, su dificultad reside en la constancia de su fabricación, que debe
hacerse a partir de desechos de composición variable. Desde que se entra en la
etapa industrial, es indispensable poder amortizar los gastos de inversión y
explotación, valiéndose de los recursos respectivos. Si las diferencias en la
naturaleza de los desechos producen interrupciones o variaciones demasiado
grandes en la producción de cuerpos útiles, la operación pierde rápidamente todo
interés práctico, y se refugia –a veces provisionalmente- entre las curiosidades de
laboratorio.

VII. TRATAMIENTOS FÍSICOS – QUÍMICOS

1.Generalidades. Este tipo de técnicas es el único posible para los desechos


industriales o combustibles que no pueden depositarse y cuya toxicidad es
demasiado elevada para permitir una degradación biológica en plazos aceptables.
Este tipo de desechos suele depositarse en forma líquida, que es más cómodo d
transportar, manipular y almacenar las reacciones químicas son más fáciles, pues
dos líquidos se mezclan en general muy bien; en todo caso mejor que dos sólidos.
Se distinguen en esta categoría:
- Los desechos cuya nocividad reside en un pH extremo, licores ácidos o
básicos;
- Los desechos con fuerte contenido en materias aceitosas;
- Los desechos tóxicos propiamente dichos, que contienen:
 Venenos verdaderos, como los cianuros, el arsénico, el cromo
hexavalente;
 O simplemente cuerpos indeseables, como la mayoría de los
metales pesados.
Algunos de estos desechos deben manipularse con grandes precauciones, debido
a los riesgos de explosión cuando se los transporta o se los trata. Nunca se
insistirá bastante en la necesidad absoluta que tiene el industrial que busca
eliminar los desechos, de conocer y hacer conocer su naturaleza con la mayor
exactitud posible.
Por citar solo un ejemplo: si se menciona por inadvertencia “cianuro” en un tonel
que contiene un ácido, ello puede ser fuente de accidentes muy graves; pues el
41
encargado de tratar os residuos, tomando en cuenta esa referencia, es posible
que vierta el tonel en su reservario de productos cianurados y provoque así, bajo
la acción del ácido, un desprendimiento importante de vapores cianhídricos,
sumamente peligrosos para el personal.

2. Almacenamiento de los desechos. Este almacenamiento debe estudiarse con


particular atención. Los desechos en toneles suelen depositarse en áreas que,
aparte de otros riesgos, ofrecen el peligro de explosión.
Los desechos líquidos deben colocarse en cisternas que van desde algunas
decenas hasta algunas centenas de metros cúbicos.
Estas cisternas deberán estar provistas, en todo o en parte, de los dispositivos
siguientes:
- Presión de nitrógeno, para mantener el contenido en una atmósfera neutra,
y evitar que se evapore el solvente y se produzca un incendio;
- Agitadores, para impedir la formación de depósitos;
- Calefactores a temperaturas que pueden alcanzar los 70°C para algunas
sustancias pastosas, que hay que mantener a una viscosidad compatible
con un bombeo, o para evitar la cristalización de algunos productos;
- Válvulas de seguridad cuando existen riesgos de desprendimientos
gaseosos importantes.
Como en algunos desechos tienen tendencia a perder su homogeneidad en un
almacenaje prolongado, es interesante tener la posibilidad de mantenerlos a
diferentes alturas.
Deben preverse con especial cuidado los equipos de seguridad (los constructores,
por lo general, recurren a oficinas de estudio especializadas en el tema), y una
protección contra incendios especialmente desarrollada.
En caso de temperaturas muy elevadas, debidas al sol o a algún incendio próximo,
se recomienda rociar los toneles y las cisternas que contienen líquidos volátiles,
para mantenerlos a una temperatura aceptable. Cada cisterna está rodeada de
una fosa de retención, cuyo volumen será igual al de la cuba misma.
El número de cisternas debe ser suficiente para evitar que deban mezclarse
desechos incompatibles entre sí; y ello supone un estudio serio del mercado…y la
posibilidad de construir obras suplementarias, si la necesidad lo reclama. Un
centro de tratamiento que recurre a procedimientos físico-químicos no debe tener
jamás menos de seis cisternas. Las cisternas que contienen los desechos ácidos o
alcalinos deben ser de material plástico de alta resistencia, así como las tuberías
de conexión y sus accesorios.
El trasiego de los desechos ácidos se hace mediante el vacío para evitar el
contacto con las piezas en movimiento.
Por último, hay que prever las reservas de reactivos cuyo número e importancia
dependen de la actividad del centro.

3. Neutralización. La mejor manera de neutralizar los desechos con pH demasiado


bajo o demasiado elevado, es hacerlo mediante otros desechos.

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Cuando hay exceso de un tipo de desechos con respecto a otro, se utilizan
reactivos químicos tales como la lechada de cal o el ácido sulfúrico, que pueden
ser materias de recuperación. La reacción de neutralización tiene por resultado
formar sales o hidróxidos metálicos, muchos de los cuales son insolubles. Ello se
simula antes en laboratorio; y así se ha descubierto el gran interés de algunos
reactivos, especialmente del sulfato ferroso, que puede ser también un material de
recuperación.
El cromo es muy utilizado en forma “hexavalente” en la industria de los
tratamientos de superficie (se habla de los “cromados” de un automóvil), pero es
muy tóxico en esta forma. El sulfato ferroso lo reduce a cromo “trivalente”, poco
tóxico, si se lo opera en medio ácido; con precipitación de sulfato férrico insoluble.
Para el tratamiento de los baños de cromo se opera de la siguiente manera:
- Se introduce en una cubeta de reacción, aguas desechables de cromo,
sulfato ferroso y eventualmente ácido sulfúrico.
Cuando termina la primera reacción, se introducen los otros ácidos utilizados, con
excepción de las mezclas nítricas y nítrico-fluorhídricas, que producirían
reacciones parásitas.
- Se neutraliza con lechada de cal.
Todas estas reacciones deben seguirse y controlarse en forma permanente.
La mezcla neutralizada se envía a un decantador de tipo clásico, donde los
sedimentos son objeto de los tratamientos mencionados en el apartado 4 que
sigue. Las aguas que quedan se dirigen hacia cubetas de control, donde se las
analiza antes de ser devueltas al medio exterior.
Si no están de acuerdo con las normas de rechazo, volverán a dar lugar a un
nuevo tratamiento.
Se le puede reprochar a este método el ser discontinuo; pero en cambio presenta
la gran ventaja de poder adaptarse a todas las situaciones nuevas.
Naturalmente, exige de parte de los químicos un prolongado hábito en este tipo de
tratamiento.

4. Descianurización. Junto con el cromo hexavalente, unos de los tóxicos más


corrientes y temidos es el ácido cianhídrico y sus compuestos (cianuro), también
empleados en los grandes talleres de tratamiento. Los cianuros unen a su
toxicidad una cierta inestabilidad, puesto que desprenden vapores tóxicos cuando
el medio se vuelve ácido.
Corrientemente se utilizan tres métodos para privar de toxicidad a los desechos
cianurados:
- El tratamiento con agua de Javel, que en un medio alcalino transforma los
cianuros en cianatos no tóxicos.
El inconveniente de este método es que el agua de Javel no ataca a los
iones complejos, especialmente a los complejos ciano-amoniados, que
permanecen en solución;

43
- La oxidación mediante el agua oxigenada, bastante difícil de llevar a cabo,
o mediante el ácido monopersulfúrico, SO 5H2, llamado “ácido de Caro”.
Siempre que permanezca en medio alcalino, con un pH próximo a 10, la
reacción es completa. Pero este producto es relativamente poco estable, lo
que produce dificultades para su almacenamiento, y además es bastante
caro;
- La liberación del ácido cianídrico en medio ácido, seguida de una
combustión que, para que sea total, debe hacerse entre 400-450°C, en
presencia de un catalizador. No obstante, quedan siempre algunos rastros
de cianuro disueltos, y por ello sus aguas residuales son tratadas en
seguida mediante una mezcla de ácido de Caro y de agua de Javel.
En ciertos casos, se pueden oxidar directamente los cianuros de ozono.
5. Casos de cuerpos tóxicos difíciles de tratar.
A) Desechos de laboratorios y de estaciones experimentales. Estos desechos
se caracterizan por una muy grande variedad de cuerpos químicos muy
diferentes, a veces muy tóxicos, en cantidades pequeñas o muy pequeñas
(menos de un litro). Contrariamente a lo que se podría suponer, no siempre
están determinados con precisión. Estos desechos se presentan con
frecuencia en toneles, pero no son raros los conjuntos de frascos, lo cual no
facilita las cosas. El tratamiento de tales desechos es delicado y debe ser
objeto de un examen profundizado en cada caso, lo que genera una
variedad de precios muy amplia.
Es posible encarar la incineración del conjunto, siempre que se esté seguro
de que no hay ningún peligro de explosión o de desprendimiento de gases
nocivos; o bien el revestimiento con un material inerte (por ejemplo,
cemento) y enviar luego el tonel así solidificado a depósitos especiales. La
elección del camino a seguir sólo puede decidirse después de un estudio
profundo.
B) Caso de desechos altamente tóxicos y no tratables. La sustancia tóxica de
un desecho puede ser un cuerpo artificial fabricado por la industria humana,
como los órganos clorados, que no existen en la naturaleza, o un cuerpo
simple como el arsénico. La dificultad de tratarlos puede provenir, en el
primer caso, de su inercia, lo que es muy raro pues un cuerpo inerte no es
tóxico a la temperatura ordinaria; o bien del peligro de combinaciones
tóxicas durante su tratamiento. Es así que la combustión de ciertos
compuestos clorados puede producir fosgeno, gas asfixiante muy conocido.
Cuando la toxicidad se debe a un cuerpo simple, ningún tratamiento
químico cambiará nada; a lo sumo, podrá hacerlo pasar de un estado de
oxidación a otro, si éste es menos tóxico, como vimos en el caso del cromo.
Para algunos cuerpos, como el arsénico, la etapa de oxidación tiene escasa
influencia en su toxicidad.
Por último, para otros desechos, las técnicas de tratamiento por medios
químicos existen, sí, pero son muy onerosas o de un rendimiento
demasiado variable. Es el caso de las sales de remojo, compuestos que

44
incluyen los cianuros, los nitruros, etc., y que una vez fundidos reciben las
piezas de metal a tratar. La pérdida de la toxicidad de estas sales supone
una solubilización seguida de una descianurización, donde los nitruros se
transforman en nitritos y nitratos, que tienen el inconveniente de ser todos
solubles e indeseables en los rechazos.
La solución puede consistir, como para el caso de los desechos de
laboratorio, en que se los coloque en toneles después de una eventual
solidificación.
El elevado precio de tal tratamiento obliga a un control continuado de las
autoridades responsables, para evitar que otros “circuitos” mucho menos
onerosos, pero peligrosos por demás desde el punto de vista de la protección de
las aguas y de la atmósfera, puedan establecerse clandestinamente…
6. Evacuación de las aguas de tratamiento. En el caso más general, los centros de
tratamiento de desechos están sometidos a normas tan coercitivas como las otras
industrias, aunque tengan por materia prima un concentrado de contaminación. En
particular sus rechazos líquidos no deben sobrepasar un cierto contenido en
hidrocarburos, materias orgánicas, metales pesados, etcétera.
Para estos rechazos incluyen –además de la fase acuosa de reacciones tales
como la neutralización examinada en el capítulo anterior-, las aguas de lavado, de
enjuague de los recipientes de agua, de separación de los fluidos parcialmente
acuosos, etc. A estos diversos orígenes, corresponden otras tantas
características, a veces muy diferentes unas de otras. El único elemento favorable
es que los volúmenes de las aguas utilizadas son en general muy débiles. Un
centro, aunque sea importante, no sobrepasa casi 100/200 m 3/diarios, volumen
que corresponde apenas a una aldea de mil habitantes.
Una vez evacuados los rechazos que responden a las normas legales, se procede
a una mezcla de las otras aguas en una cubeta-tapón, que beneficiará a sus
eventuales complementariedades –la serie de las operaciones es
fundamentalmente materia de casos especiales. Puede ocurrir que se haga
necesario un “descremado”, que los sedimentos recolectados sean abundantes, o
que sea indispensable restablecer el pH –a veces muy difícil en medio diluido. Y
ocurre también que las reacciones químicas espontáneas entre las diferentes
aguas residuales pueden bastar para que el líquido resultante esté de acuerdo con
las normas de rechazo, pues no siempre hay que esperar lo peor.
La solución más elegante consiste, sin embargo, en reducir tanto como sea
posible el volumen de los rechazos, y tener una estación “seca” que reconvierta
todas sus aguas con los desechos líquidos.
Las moléculas de agua son entonces evacuadas:
- Ya sea a través de los sedimentos como líquido intersticial;
- Ya con los humos, si una instalación de incineración está unida a la
estación físico-química;
- Ya sea por evaporación, si los rechazos se utilizan como enfriadores del
fluido.

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Estas dos últimas soluciones tienen la ventaja de dejar escapar hacia la atmósfera
sólo un fluido poco contaminado, cuyas partículas sólidas quedan con los
desechos de la fábrica.
En cualquier caso, todos los rechazos deben controlarse permanentemente, lo que
se verá facilitado por el empleo de cubetas de control.
7. Los desechos radioactivos o “desechos atómicos”. En el marco restringido de
este opúsculo, es imposible tratar en detalle el caso muy particular de los
desechos radioactivos. La dificultad principal de su tratamiento estriba en que
resulta imposible actuar sobre su “periodo”, es decir sobre su ritmo de destrucción
espontánea. En cambio, tienen la ventaja de ser mucho menos abundantes: una
central térmica de 1 000 MW produce por año 280 000 t de cenizas y hollín, y 26
millones de toneladas de humos; mientras que una central nuclear moderna
equivalente, genera tan sólo 200 a 300 t de desechos y ningún humo (1 kg de
uranio sumistra la misma energía que 7 t de combustible o que 11 t de carbón).
Los desechos de débil y mediana actividad, que incluyen entre otros los de los
hospitales (hay en Francia 3 200 usuarios de radio-elementos) se envuelven en
sustancias vitrificantes (hormigón, resinas termo-endurecedoras) y son enviados a
depósitos especiales. Los desechos de alta actividad (100 m 3/anuales
actualmente) se colocan en cubas herméticas de acero especial, que se disponen
en otras cubas que, en caso de accidente, pueden a su vez emplazarse en un
conjunto familiar.
Los lectores interesados encontrarán una documentación abundante en los
servicios especializados del EDF.
1
VII. INCINERACIÓN

1.Generalidades, dificultades particulares. Cuando no se debe a la presencia de


un cuerpo tóxico en sí mismo, el carácter nocivo de un desecho puede provenir de
su concentración o del carácter intrínseco de las combinaciones químicas que lo
constituyen. Es así que los fenoles, los hidrocarburos y los cianuros pierden toda
toxicidad cuando son descompuestos en sus constituyentes. La incineración, que
es en definitiva una oxidación enérgica, resulta por consiguiente un procedimiento
excelente que permite romper las largas cadenas de desechos más o menos
polimerizados.
La incineración de los desechos industriales tropieza sin embargo con varias
dificultades específicas:
- Algunos desechos se inflaman muy rápidamente, mientras que otros
demoran mucho en prenderse fuego. En la primera categoría se encuentran
especialmente todos los desechos que alcanzan un comienzo de
destilación al entrar en el horno. Después de un periodo más o menos
corto, los líquidos y los gases desprendidos pueden sufrir una combustión
intensa, que pondría en peligro a cualquier instalación no prevista para este
uso.

46
- Algunos desechos tienen poder calorífico muy importante; otros, en cambio,
no generan prácticamente ningún calor. Algunos hornos equipados
insuficientemente sufrieron graves averías cuando se introdujeron en ellos
desechos de alto PCI.

- Varios desechos cambian de naturaleza al quemarse. De sólidos que eran


se vuelven pastosos, y luego líquidos. Aunque su contenido en cenizas es
en general poco elevado, en cambio producen a menudo lavas que pueden
originar desórdenes.
- Por último, como ya fue dicho, hay que tener siempre presente que un
desecho no es un producto de fabricación que el industrial procura
mantener constante; y que todas las irregularidades de las materias primas
se reflejarán en los desechos, con el agregado de las consecuencias de las
variaciones que dependen de la fabricación.
El funcionamiento de un horno de incineración de desechos industriales exige por
lo tanto una técnica que sólo en apariencia se asemeja a la de los residuos
domiciliarios.

2. Qué desechos deben incinerarse. El simple buen sentido responderá: “todo lo


que se quema y no puede depositarse”.
“Todo lo que se quema”, es decir, todos los compuestos capaces de
descomponerse a 1 000°C aproximadamente, generando sólo productos
aceptables en la atmósfera o en las escorias, dada su concentración.
La cuestión de saber “si un desecho puede o no depositarse” es más difícil de
dilucidar, pues depende de los depósitos y de los reglamentos en vigencia. A
pesar de todo, parece que hay una cierta tendencia a un control más estricto y a
una desconfianza creciente con respecto a ciertos productos que, aunque tienen
baja solubilidad, ésta es real en estado bruto; en todo caso, muy superior a la que
presentan en las escorias vitrificadas en gran parte.
47
La incineración es, pues, una técnica que tiene un campo de aplicación muy
definido.

3. Aspectos técnicos particulares.


A) Recepción de los desechos. En rigor, habría que comenzar por examinar la
manera cómo se entregan los desechos desde que se desprende de ellos
el industrial, independientemente de la cuestión, a veces crítica, de los
ritmos de entrega.
Hasta hace poco tiempo era corriente volver a utilizar los toneles usados
como “cubos auxiliares”, mezclar sustancias muy diversas y prestar escasa
atención al simple aspecto físico: así ciertos materiales desechados por
errores de fabricación, eran entregados a un centro en forma de bloques de
varios quintales. Pero ahora que es común enviar los desechos al centro de
tratamiento o a depósitos especiales, se ha comprobado que si el industrial
les hace un mínimo tratamiento con escasos gastos, le facilita la tarea a
quien tiene que tratarlos, lo que al fin de cuentas se traduce en economías
sustanciales.
El trabajo más importante que debe hacerse al recibir los desechos es
distinguir entre ellos y distribuirlos debidamente en el centro. Aunque suele
ser deseable homogeneizar los desechos antes de introducirlos en el horno,
para ello es indispensable conocer aproximadamente qué se va a mezclar.
Los desechos peligrosos, como algunos toneles, deben almacenarse
aparte. A los desechos líquidos se los hace atravesar por rejillas más o
menos finas, equipadas con dispositivos que van raspando los materiales a
su paso, y los rechazos se envían a la fosa de recepción de los desechos
sólidos.
B) Preparación. Se incluyen en este vocablo todas las operaciones que hay
que prever antes de introducir los desechos en el horno. Esta parte del
tratamiento tiene una gran importancia en todos los centros de alta
tecnicidad.
Algunas preparaciones tienen por finalidad transformar un desecho, cuya
viscosidad habría aconsejado tratarlo como sólido, en un desecho líquido
más fácil de quemar; y ello en razón de la flexibilidad del funcionamiento de
los quemadores y ventiladores que le están unidos.
Los desechos pastosos pueden ser simplemente calentados a temperaturas
que varían desde 30°C a 80°C, siempre que no haya un riesgo de “cocción”
(como es el caso de ciertas grasas animales). Los materiales así
calentados deben agitarse energéticamente, pues los desechos son
siempre heterogéneos, y los riesgos de segregación muy grandes. Otra
técnica es el “fundido”, que consiste en calentar desechos heterogéneos a
fin de separar mediante calor sus diversas fases:

- Materias líquidas a temperatura ordinaria;

48
- Materias viscosas, que sólo pueden bombearse aproximadamente a 50°C;
- Eventualmente, sólidos persistentes y partes acuosas que se separan de la
parte rica en hidrocarburos.

Pero la preparación más importante es mezclar los desechos antes de


introducirlos en el horno.
Si se desea una regularidad aceptable, deben introducirse sólidos con PCI
lo más constante posible, de manera que no haya más que graduar la
velocidad de combustión, lo que no resulta tan fácil.
También hay que asegurar una dilución conveniente de algunos cuerpos
cuya presencia en los humos está estrictamente limitada (es el caso del
cloro, del flúor y del azufre), y por lo tanto cuidar que los desechos
introducidos no sobrepasen las concentraciones correspondientes. Pero es
difícil mezclar los desechos sólidos aun cuando se conozca su
composición; lo cual, por otra parte, es siempre aproximativo. No es
infrecuente que estén constituidos por varias sustancias más o menos
mezcladas, que un removido demasiado enérgico tenderá a separar.
Así, algunos desechos tienen tendencia a rezumar y terminar por
transformarse en un “líquido con coágulos”, un poco como si se moviera
demasiado vivamente una masa de esponjas saturadas de líquido. Las
fosas de recepción se vuelven entonces muy difíciles de vaciar si no se
dispone de otros desechos absorbentes, tales como tierras sucias, polvos,
etcétera.
Por último, mencionaremos en estas operaciones el trozamiento de los
bloques compactos en elementos que pueden introducirse en el horno, y las
manipulaciones de los toneles, ya sea para bombear el contenido e
inyectarlo directamente en el horno, ya para vaciarlo en la fosa de
recepción. Actualmente existen en servicio diversos dispositivos muy
simples, que permiten al personal dedicarse a esta tarea sin peligro; los
mejores se deben a la sagacidad de los directores de fábricas.
La mezcla de los desechos líquidos es también muy importante, pero aparte
de las cuestiones de temperatura y de la naturaleza química de los
desechos, no presenta las mismas dificultades.
C) Introducción en el horno. La introducción de los líquidos se hace por medio
de quemadores, que deben estar concebidos para dejar pasar las partículas
sólidas, que subsisten a pesar de todos los cuidados de la filtración.
Los sólidos se introducen por lo general de manera discontinua, lo que
permite cerrar la esclusa de entrada entre dos operaciones. Los desechos
extraídos de la fosa por un gancho son transportados a una tolva análoga a
la que se vio en el caso de los residuos domiciliarios. Un perfeccionamiento
útil puede consistir en instalar dos tolvas, una junto a otra. La que recibe los
desechos está equipada con una rejilla que permite el escurrimiento de los
desechos, de modo que la parte líquida puede ser retomada e inyectada en
los quemadores.
Una vez vacíos, los toneles pueden ser aplastados y arrojados a la fosa de
recepción, de donde partirán junto con los otros desechos sólidos.

49
En algunos centros se pueden introducir directamente los toneles llenos: un
ascensor carga el tonel; y también que el contenido se pueda quemar con
regularidad en plazos convenientes (ni demasiado largos ni demasiado
cortos) y de una manera completa.
D) Combustión. La abundancia de desechos pastosos hace imposible una
aereación a través de la capa de desechos en ignición, porque los riesgos
de obstrucción de las rejillas y de deterioro de los ventiladores resultan
excesivos. Por lo tanto sólo se pueden prever para los sólidos los hornos
giratorios de aereación longitudinal. A volumen igual, los hornos para
desechos industriales tendrán una capacidad menor que los hornos para
residuos domiciliarios, pues una combustión completa es mucho más larga
y difícil de asegurar si nos limitamos a aerear la capa superior de los
desechos. Una aereación más viva podría tener como consecuencia un
exceso de aire, con todas sus consecuencias sobre las dimensiones de las
obras: ventiladores, eliminadores de polvo, chimeneas, etcétera.
En los primeros metros de su recorrido por el horno, los desechos sufren un
calentamiento que los llevará hasta una temperatura de entre 800°C y
1000°C, que se podrá acompañar por una desecación enérgica para los
desechos húmedos. Es importante que los desechos no se inflamen
demasiado rápido, tanto por la conservación de las obras de entrada como
para evitar todo retorno intempestivo de materias en ignición hacia el
extremo del horno.
Con este fin suele contemplarse la posibilidad de inyectar aire “frío”, cuya
temperatura debe permanecer entre 20°C y 100°C. Si se introduce
directamente aire atmosférico, habrá que prever un calentador de aire frío
cuando se está en pleno invierno, calentador que puede utilizar una parte
de los humos.
La parte central del horno está dedicada a la combustión propiamente
dicha. Hay que cuidar la temperatura para evitar que se forme un exceso de
“lavas”, que amenazarían con causar desórdenes al solidificarse. Sin
embargo, la temperatura se irá elevando hasta 1 100°C a intervalos
regulares, con el fin de “desengrasar” el horno, dejando que salgan las
partes más resistentes. Esta temperatura se alcanza mediante la
combustión de desechos que contengan tan pocas cenizas como sea
posible. El revestimiento refractario –ya sea de ladrillo o de hormigón- debe
ser capaz de resistir estas temperaturas tan elevadas, pero también la
abrasión de los desechos que permanecen sólidos, como los toneles. Una
parte más o menos grande de este revestimiento debe ser reconstruida
todos los años, cuando se lleva a cabo el mantenimiento habitual.
En la parte final del horno, los desechos se enfrían antes de ser retiradas
las escorias. Éstas caen en el agua y son evacuadas por cintas
transportadoras, como ocurría con las provenientes de los residuos
domiciliarios. Pero estos desechos industriales tienen una tendencia más
acentuada a aglutinarse en bloques importantes, debido a la vitrificación de
muchos de ellos durante su combustión.
E) Tratamiento de los humos. Haya habido o no incineración de líquidos
después de la de los sólidos, los humos deben ser enfriados antes de que
50
se los trate y evacue. La oportunidad de recuperar el calor se examinará en
el apartado 5, pero desde ahora debe decirse que el pasaje por una caldera
sólo será posible si los humos no contienen ningún elemento nocivo en
proporción excesiva, especialmente cloro o azufre. En caso contrario, hay
que tratarlos, en general “por lavado”, es decir pasándolos a través de una
cortina de agua. El líquido que se recoge es evidentemente muy ácido, su
pH es raramente superior a 1, lo cual genera dos consecuencias:
- Este líquido tendrá que ser sometido a un tratamiento físico-químico;
- Las torres de lavado tendrán que construirse con materiales resistentes a la
corrosión, como las cerámicas refractarias.
De ahí que el enfriamiento de los humos sea uno de los problemas más
importantes del tratamiento de este tipo de desechos.
Luego los humos pasan por un eliminador de polvo de tipo clásico: multiciclones o
electrofiltros, que no son muy diferentes a los empleados para los desechos
domiciliarios.
El cálculo de la altura de las chimeneas de evacuación se rige por normas oficiales
que toman en cuenta la composición de los humos, el contorno geográfico, la
meteorología del lugar, etc. Pueden llegar a tener alturas importantes: no es
infrecuente que los centros construyan obras de 60 a 80 m de altura.

4. Algunos anexos delicados. Sin formar parte de la técnica de incineración


propiamente dicha, algunas instalaciones que integran un centro de tratamiento
térmico de desechos sólidos merecen una atención particular, independientemente
de las cuestiones administrativas y financieras que exigirán una exposición
demasiado larga. Citemos en particular:
El laboratorio. Está encargado de identificar los desechos; en particular, le
corresponde examinar los nuevos desechos y las posibilidades del centro al
respecto.
El precio de la eliminación sólo puede fijarse después de un estudio profundo;
sobre todo si su composición sale un poco de lo común. Una vez efectuado el
acuerdo entre el centro y el industrial, el laboratorio debe comprobar que la
entrega corresponde a lo anunciado. Pero la toma de muestras representativas
plantea a menudo problemas muy arduos.
Los almacenamientos. Suelen ser la pesadilla de los centros. En efecto, se trata
de una inversión elevada e improductiva, que debe limitarse tanto como se pueda.
De todos modos permite eliminar las irregularidades de entrega y almacenar
separadamente los desechos que sería molesto mezclar. El volumen y la
distribución de los almacenamientos dependerá ante todo del inventario de los
desechos que se van a tratar.
Manipulación de los toneles. Hay que examinar muy de cerca para evitar que
resulte peligrosa para el personal. Existen diversos dispositivos para vaciar los
toneles de su contenido pastoso o sólido; los más eficaces y buscados son los
más simples.

51
Tratamiento de las aguas. Las aguas de un centro de tratamiento pueden tener
múltiples orígenes:
- aguas corrientes;
- aguas de lavado de cisternas o de áreas de almacenamiento;
- aguas que provienen de la decantación de desechos aceitosos o no,
etcétera.
Las normas de rechazo son en general las mismas que las de una estación de
depuración, es decir bastante severas dada la actividad que desarrolla en el
centro. El equipamiento más corriente es un juego de cubetas (entre dos y cinco),
en las que se recogen estas aguas con el fin de comprobar su naturaleza y
eventualmente tratarlas. Un elemento favorable es el bajo volumen de los
rechazos.
5. Recuperación de calorías. Como en el caso de la incineración de residuos
domiciliarios, se plantea la cuestión de la oportunidad de recuperar las calorías
producidas por la combustión de los desechos industriales.
Se pueden señalar como elementos favorables:
- la gran capacidad calorífica de algunos desechos industriales, y por lo tanto
la mayor cantidad de calor que es posible valorizar, así como la capacidad
de producir vapor de características más altas;
- el emplazamiento frecuente de tales centros en zonas industriales, por lo
tanto la presencia de posibles clientes para la energía que se produzca;
- el precio elevado de la inversión general, que hace proporcionalmente
menos gravoso el suplemento que debe destinarse a esta recuperación.
En cambio, existen elementos desfavorables:
- grandes variaciones de los desechos en cuanto a su cantidad y calidad, lo
que produce serias dificultades de regulación y la necesidad de buscar con
más cuidado la homogeneización de la mezcla que se introduce en el
horno;
- la presencia frecuente de sustancias corrosivas o indeseables en los
humos, lo que puede generar la obligación de prever una etapa de lavado,
al tiempo que se hace muy difícil la recuperación.
También hay que mencionar los accesorios obligados para una recuperación de
calor, fundamentalmente:
- una caldera concebida especialmente, es decir con pasaje de humo
ampliamente calculados;
- una boca de agua, tanto más completa cuanto más alta sea la presión de
funcionamiento a alcanzar. Si se desea llegar hasta 30 bars y 400°C,
valores convenientes para una recuperación de energía eléctrica, hay que
prever una desmineralización completa, es decir el paso del agua por una
serie de resinas intercambiadoras de iones. La regeneración de estas

52
resinas se efectúa por medio de ácidos y de bases fuertes, que producen
líquidos residuales cuya depuración habrá que prever;
- un turboalternador en el caso de una recuperación de energía eléctrica.
Con frecuencia basta con una distención parcial en una turbina llamada de
contrapresión, que produce la energía eléctrica que el centro necesita,
mientras el vapor de escape se le entrega a los clientes, una vez deducido
el “vapor de servicio” que el centro requiere para su funcionamiento.
Esta solución presenta la ventaja de su flexibilidad, desde que el circuito de vapor
puede incluir varias curvas, aparte de su simplicidad, ya que sólo el vapor que sale
de la fábrica se destina a la entrega. No obstante esta solución debe enfrentarse
con dos dificultades:
- el suministro de vapor y de electricidad se verán sometidos forzosamente a
grandes variaciones. Pero la electricidad y el vapor son indispensables para
el funcionamiento de la fábrica. Por lo tanto habrá que prever dispositivos
de alimentación de emergencia. Pero cuando se trata particularmente de
producir vapor, un generador no puede suministrar con rapidez su potencia
nominal, si no se lo mantiene permanentemente en un “mínimo técnico”,
que representa el 10 o 15% de sus posibilidades. Por lo tanto disminuyen la
generación de energía y las economías que se pudieran realizar en los
gastos de explotación;
- el vapor debe estar en condiciones de condensarse, aun si la demanda
exterior es nula, pues los humos tienen que enfriarse permanentemente.
Por lo tanto hay que prever un condensador de emergencia (en general, un
“aerocondensador”, que enfría el vapor manteniendo una corriente de aire,
de manera análoga a la de los radiadores de automóviles), capaz de
condensar la totalidad del caudal de vapor; pero se trata de una inversión
costosa, que genera gastos no desdeñables de esta misma electricidad que
se quiere producir.
Tomando en cuenta estas limitaciones, ¿es utópico pensar en recuperar total o
parcialmente la energía a partir de la incineración de desechos industriales
sólidos, lo que sería cada vez más deseable vistas las dificultades económicas
actuales?
Nadie duda de que existen termias abundantes y de alto nivel en los desechos
industriales. Estas termias son incluso una incomodidad en el tratamiento de los
humos, porque hay que eliminar una buena parte de ellas antes de enviar al gas a
un electrofiltro o a un simple multiciclón.
Pero no hay que perder de vista que la irregularidad de la producción y las
necesidades técnicas generadas por el carácter particular del combustible, traen
como consecuencia que disminuye considerablemente el beneficio de la
operación.
Por consiguiente resulta claro que, salvo casos particulares como el de
Sandouville, cerca del Havre, las calorías recuperadas no podrán serlo fácilmente
si no es con un rendimiento relativamente débil y un nivel bastante bajo (vapor a 3
0 4 bars, temperatura entre 250° y 300°C).

53
IX. EMULSIONES ACEITOSAS Y SOLVENTES CLORADOS

1.Emulsiones aceitosas.
A) Generalidades. Estas emulsiones, casi siempre designadas con el nombre
impropio de “aceites solubles”, son muy utilizadas, sobre todo en la
industria mecánica. Consisten en líquidos blanquecinos que contienen entre
40 y 98% de agua, mientras que el resto se compone de aceite, agentes
emulsionantes, tensoactivos, inhibidores de corrosión, etc.
Durante su uso se cargan de virutas y recortes de metal, pero su composición
química se modifica también por la influencia de la temperatura, con aparición de
hidrocarburos aromáticos.
Se considera que se rechazan en Francia alrededor de 300 000 m 3 anuales de
emulsiones usadas con 95% de agua. Su DQO (demanda química de oxígeno)
puede sobrepasar los 100 000 g/m3, valor que se debe comparar con las normas
habituales de rechazo= 120 g/m3.
La eliminación de este desecho consistirá en separar la emulsión para poder
recuperar, si es posible, la fase aceitosa, ya sea para tratar de regenerarlo, o para
utilizarlo como combustible.
B) Incineración. La incineración directa de los aceites solubles es posible, pero
presenta los siguientes inconvenientes:
- PCI muy bajo, y entonces el horno reacciona como si se le inyectara agua.
Pero si esto puede buscarse en algunos casos particulares, no se trata de
un combustible y es preciso generar calor valiéndose de otros desechos;
- presencia de partículas sólidas, con frecuencia metálicas; ellos hace
necesario que los inyectores y pulverizadores lo prevean o que previamente
se efectúe una filtración muy cuidadosa;
- presencia de cuerpos químicos activos, que pueden producir serias
corrosiones, dadas las temperaturas a que son tratados;
- por último, imposibilidad de recuperar nada.

C) Separación de las emulsiones. Los principales métodos son los siguientes:


- absorción por arcillas especiales, que posteriormente pueden tratarse. Se
las utiliza sobre todo en casos de contaminación accidental;
- empleo de floculantes que favorecen la reunión de partículas de aceite,
separadas luego por flotación natural o forzada;

54
- empleo de reactivos que neutralizan la acción de los agentes
emulsionantes;
- cambio de las características del medio, particularmente por una fuerte
variación del pH mediante inyección de ácido, etc.; en ciertos
procedimientos, se transforma la emulsión de aceite en el agua, en
emulsión de agua en el aceite (del tipo “mayonesa”), que entonces resulta
fácil de evacuar;
- centrifugación enérgica, a menudo después de la “separación” ácida de las
emulsiones;
- ultrafiltración, es decir pasaje a través de membranas porosas,
extremadamente finas, que retienen a los aceites con moléculas más
grandes. Esta operación se hace naturalmente bajo presión; la tenue
conservación de las membranas es un elemento fundamental de la calidad
de este tratamiento, para el que se han aportado numerosos
perfeccionamientos en estos últimos años.
El agua así despojada de aceite, no se puede arrojar directamente al medio
exterior, pero los tratamientos que se le deben aplicar son los habituales para
aguas industriales usadas.
2. Aceites usados. Incluyen todos los aceites residuales. Para una producción en
Francia de 80 000 t por año, se considera que es recuperable un poco más de la
mitad, pero que apenas se recolecta un tercio. Hay, pues, muchos progresos que
hacer en este campo. Actualmente sólo se permite su incineración si no se los
puede regenerar; y ella no presenta otras dificultades que las propias de cualquier
desecho. Su PCI es a veces excelente (hasta de 9 000 y 10 000 term/ton).
La regeneración de los aceites es ahora una técnica muy bien conocida que
supone en particular:
- una decantación en frío;
- una decantación al calor (entre 170°C y 200°C), que separa el aceite de los
solventes más ligeros, y de la mayor parte del agua que quedará después
de la decantación;
- una destilación clásica.
La parte oleosa pasa enseguida por un tratamiento particular, que comprende
entre otras operaciones:
- una centrifugación al calor;
- una acidificación;
- un pasaje por tierras filtrantes, etcétera.
Todas estas operaciones engendran, naturalmente, desechos y aguas residuales
que a su vez tendrán que ser tratadas: por citar sólo un ejemplo, la incineración de
los alquitranes sulfúricos debe examinarse con mucho cuidado y realizarse con
precaución. El precio de la operación es elevado, pero la venta de los aceites
recuperados aligera mucho los costos. Como se trata de productos cuya materia

55
prima debe importarse, todas estas técnicas se ven ahora favorecidas en el plano
administrativo.
3. Solventes clorados. Muchos solventes tienen contenidos en cloro
particularmente elevados: 70% y a veces más. No es posible pensar en
incinerarlos en las instalaciones clásicas, salvo que se encuentren en cantidad
muy baja, puesto que la proporción de cloro en los humos está fijada a niveles a
menudo inferiores al 1%. Una de las soluciones que se proponen actualmente en
la incineración en el mar, en barcos equipados especialmente con este fin. El gua
de mar, en efecto, contiene cloro en abundancia, de modo que su poder de oficiar
como “tapón” es considerable.
Estos barcos están equipados con hornos cilíndricos de alrededor d 14 m de
diámetro y 10 a 11 m de altura, y los gases se escapan hacia lo alto.
Estos hornos contienen unos veinte quemadores de una capacidad de 1 a 1.5 t/h,
y se les puede suministrar combustible para mantener la instalación a la
temperatura debida.
Las operaciones de quemado se controlan cuidadosamente, en especial la
temperatura de combustión, que debe permanecer entre 1 200 a 1 700° C, lo que
asegura la ruptura de las moléculas más resistentes sin poner al material en
peligro. En la práctica, se lleva la temperatura del horno a 1 300°C por medio del
combustible, antes de introducir el solvente; pero hay que disminuirla a 100°C
antes de que el barco retorne a su puerto. Se hacen estudios para poder quemar
desechos de no líquidos, particularmente desechos de toneles. Y se toman
numerosas medidas de seguridad para proteger al personal y al material; pero
extenderse sobre este tema sería sobrepasar el marco limitado de este opúsculo.
Se han adoptado varias medidas por parte del Ministerio de la Calidad de Vida
para comprobar si este quemado en alta mar ejerce alguna influencia notable
sobre el medio marino.
De este estudio resultaron las siguientes comprobaciones:
- que los gases recogidos a la salida del incinerador contienen
fundamentalmente nitrógeno, oxígeno, anhídrido carbónico, ácido
clorhídrico, un poco de óxido de carbono, mientras que sólo se encuentran
rastros de los otros compuestos clorados, como los clorofenoles.
Particularmente el fosgeno sólo se encuentra en proporciones inferiores a
2x10-6 (2 ppm);
- a unos quince m por encima del nivel del mar y en la zona del penacho de
humo, la concentración máxima de ácido clorhídrico es del orden de 10 -6;
- el pH del agua de mar situada bajo el penacho, no varía más de 0.05 por
unidad durante quince segundos, lo que parece demostrar que la influencia
sobre las poblaciones planctónicas es desdeñable; y ello fue confirmado por
varias medidas que se hicieron en las zonas de quemado, tanto sobre el
plancton como sobre los peces.
Sin pretender que esta solución sea una panacea, lo que es muy improbable en el
dominio de los desechos, parece tener al menos verdadero interés.

56
X. ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LOS CENTROS DE
TRATAMIENTO
Como todo este capítulo lo ha dejado entrever, el tratamiento de los desechos
industriales, en particular en su forma sólida o concentrada –las aguas
desechables y las de enjuague no plantean en absoluto los mismos problemas-,
pone en práctica técnicas específicas y bastante elaboradas. Merced a la
influencia de una legislación que acertadamente hace responsable al industrial de
sus desechos, más allá del simple acto de arrojarlos en un colector, los centros de
tratamiento han surgido tanto en Francia como en el extranjero.
El papel de estos centros es el tratar dichos desechos, relevando así al industrial
de toda preocupación, una vez que se ha efectuado la transferencia de
responsabilidad (¿habría que decir “la propiedad”?).
El origen de estos centros es muy diferente. Algunos surgieron de asociaciones
industriales, otros fueron tomados a cargo por sociedades de economía mixta, y
otros, en fin, se deben enteramente a iniciativas privadas, generalmente como una
prolongación de las actividades de recolección de desechos. No obstante, la
variedad de los desechos, que produce a su vez la de los tratamientos, demuestra
que es ilusorio pensar en centros “universales”. Si la polivalencia es de rigor, no lo
es menos la especialización. Las operaciones tales como la descianurización, la
combustión de los líquidos de bajo punto de inflamación, la separación de las
emulsiones oleosas, etc., exigen un personal y un material altamente
especializados para cada función.
Es primordial que los desechos se encuentren perfectamente identificados;
primero, para adoptar una decisión en cuanto a si se acepta o se rechaza la
entrega (o si es necesario enviarla a otro centro especializado para su
tratamiento); y luego para su almacenamiento. Ya hemos visto que la mezcla de
desechos “incompatibles” puede tener muy graves consecuencias, desde la
obstrucción de las canalizaciones debido a reacciones químicas intempestivas,
hasta el desprendimiento de vapores tóxicos. El laboratorio desempeña un papel
muy importante en la elección del sistema de tratamiento, y por ello en el precio a
facturarle al industrial.
Sin perjuicio de que el personal de los centros de tratamiento deba ser
especialmente calificado para las tareas que se le confían, las cuestiones de
seguridad son primordiales, pues muchos productos a tratar resultan peligrosos,
en razón, ya sea de su toxicidad, ya de su carácter explosivo. En un centro está
prohibido fumar (salvo en las oficinas), y se excluyen los motores a explosión:
todos los artefactos deben estar equipados con motores “diesel”. También es
preciso que los equipos de manipuladores sepan adaptar las operaciones de
tratamiento (reacciones químicas o combustión) a las particularidades de las
materias primas que a veces no tienen ninguna consistencia en sus
características. Esto requiere un prolongado hábito, un largo aprendizaje y una
atención permanente.
Las operaciones de mantenimiento se efectúan de acuerdo con un programa
riguroso y demandan una habilidad y una experiencia por encima del promedio. En
el sentido estricto del término, se trata de un trabajo de especialistas.

57
Por otra parte, el centro puede verse obligado a apartarse en ocasiones de su
función estricta de “destructor”: a veces se ha entablado un diálogo fructuoso entre
los centros y los industriales con respecto a algunos desechos, que mediante
modificaciones de poca importancia en su fabricación o recolección, han podido
hacerse más fáciles de tratar, y por lo tanto menos onerosos.
Los precios de los tratamientos parecen, en efecto, más gravosos cuando se los
compara con los tratamientos sumarios (para decirlo generosamente) que antes
se practicaban de manera habitual.

El depósito de un desecho tóxico puede costar hasta 100 a 200 F/t. La


neutralización de un líquido desechable ácido o básico es del orden de 100 a 150
F/t. Los precios de la incineración son muy variables según la composición del
desecho, sus características físicas, etc., pero el precio promedio es del orden de
300 F/t. En cuanto a los tratamientos químicos especiales, pueden llegar hasta los
600 F, y hasta a más de 1 000 F en algunos casos. Estos precios incluyen el
tratamiento propiamente dicho –comprendido el personal- y también los gastos de
laboratorio, la amortización de las instalaciones, etc., pero no el transporte ni la
manipulación fuera del centro. Esos costos constituirán una carga muy pesada
para los industriales si no hubiera subvenciones que se deducen de las tarifas, y
que son acordadas particularmente por las Agencias Financiera de Depósito.
Claro que está prevista una disminución de las subvenciones en los años
venideros, pero ellas permitieron no sobrecargar en exceso los presupuestos de
mantenimiento de los industriales, y darles un tiempo de respiro para disminuir las
cantidades de desechos a eliminar.
Tomando en cuenta todo lo que supone la construcción y explotación de un
centro, cabe preguntarse si los industriales no tendrán interés en prever el
tratamiento de sus desechos en el marco de su propia fábrica. La respuesta no
puede ser tajante. Citemos algunos ejemplos:
- si el industrial posee un desecho muy especial, cuya composición exacta
constituye un secreto de fabricación y cuyo tratamiento es de todas
maneras muy costoso, puede justificarse una solución particular;
- lo mismo cabe decir cuando un tratamiento apropiado permite recuperar en
todo o en parte un reactivo o materia prima para volver a utilizarla en la
fábrica;
- en cambio, cuando se trata de desechos de composición relativamente
constante, y comunes a varias industrias, el centro resulta muy interesante
en razón del efecto “de masa” que le permite amortizar instalaciones sobre
una mayor cantidad de productos, y beneficiar a los industriales y a los
otros ciudadanos con perfeccionamientos que suelen ser inaccesibles a un
particular (electrofiltros, recuperación de energía, etc.). Esto es
particularmente verdadero en el caso de industrias pequeñas y medianas,
para las que resulta impensable adquirir medios perfeccionados de
destrucción;
- cuando los desechos pueden neutralizarse con otros desechos, el centro es
hoy particularmente valioso.

58
Un centro de tratamiento debe seguir muy de cerca las necesidades del mercado.
Es así que el centro de Limay, cerca de París, dirigido por SARP Industrias, ha
sido concebido y realizado para asegurar la descianurización, la neutralización, la
reducción del cromo hexavalente y la fijación de los sedimentos.

59
Poco ha poco se le han incorporado una incineración de desechos líquidos, un
tratamiento de aceites usados, luego de aguas fenoladas, una recuperación del
cobre, un tratamiento de desechos de laboratorio, todo lo cual le ha permitido
elevar su capacidad a más de 150 000 toneladas por año.
Si quisiéramos ser exhaustivos, tendríamos que mencionar también los servicios
emergentes del transporte y la recolección. Una fábrica implantada en una red
industrial muy nutrida y bien provista de medios de destrucción, no tendrá que
cumplir las mismas funciones que otra situada en una región poco industrializada.
Hay que recordar que cuando un industrial le transfiere un desecho a un centro, le
confía al mismo tiempo la responsabilidad, como lo atestigua el certificado que se
le otorga, indicando que se hace cargo de ese material.
Para concluir: se puede afirmar que la existencia de centros de tratamiento se
inscribe enteramente en el marco de la división del trabajo de las actividades
“anticontaminación”, y permite confiarles a los especialistas las tareas que son
propias de especialistas.

60
III. CASOS PARTICULARES DE SEDIMENTOS

I.ORIGEN DE LOS SEDIMENTOS


Los desechos en forma de sedimentos, bombeables o no, tienen orígenes muy
diferentes. Es posible encontrar:
Fondos de cubos o de cubetas que contuvieron desechos pastosos o líquidos.
Estos sedimentos por lo general son bombeables, y algunos pueden incinerarse
sin dificultad especial, mientras que otros exigen precauciones particulares.
Citemos por ejemplo los fondos de cubos que contuvieron “supercarburante”, cuyo
contenido de plomo tetraetilo puede resultar peligroso para el personal. En ese
caso hay que adoptar medidas de seguridad y disponer de equipos especiales.
Los fondos de cubos de almacenamiento de los centros entran también en esta
categoría.
- Fondos de lagunas. Algunas industrias, y ciertos centros en sus comienzos
(especialmente en Alemania), disponían de lagunas herméticas donde
vertían sus desechos líquidos cargados en mayor o menor medida. La
inevitable sedimentación, favorecida a veces por reacciones químicas más
o menos conocidas, deja en el fondo un desecho sedimentario más difícil
de tratar porque su composición no está bien definida ni es homogénea.
- Los sedimentos provenientes de tratamientos anteriores, ya sea en el
propio establecimiento industrial (por ejemplo, los sedimentos de
decantación de los líquidos desechables oleosos llamados “sedimentos
API”), ya en el centro mismo. La neutralización recíproca de los desechos
ácidos y básicos, engendra sedimentos abundantes que incluyen sobre
todo hidróxidos metálicos.

II. LOS TRATAMIENTOS CLÁSICOS


Los citamos aquí únicamente a título informativo porque son idénticos a los que se
utilizan en el caso de los sedimentos residuales. Remitimos al lector interesado a
esas obras.1Los procedimientos que se utilizan más son la floculación, la
centrifugación, los filtros-prensa y los filtros de cinta. Los restos líquidos de la
filtración son reconvertidos mediante un tratamiento físico-químico.

III. LA FIJACIÓN DE LOS SEDIMENTOS


1.Principio del procedimiento. En la medida en que es difícil, o incluso imposible,
hacer desaparecer un compuesto molesto, ¿no sería posible transformar esos
sedimentos en un material inerte, semejante a las rocas minerales de las que
muchos de ellos han salido?
Para que no produzca ningún perjuicio, un cuerpo debe ser:

61
1
Especialmente el Traitement des Eaux, col. “Que sais-je?” ya citado.

- Sólido, para que no se expanda fuera del lugar donde ha sido depositado;
- Químicamente inerte, y en particular insoluble:
 Por un lado, porque un cuerpo “insoluble” jamás es prácticamente
tóxico, al no poder ser asimilado por organismos vivos;
 Por la otra, porque las aguas que corren pueden estar en contacto con
este cuerpo sin modificar su composición.
Transformar desechos de un material así, es verdaderamente un tratamiento final.
2. Realización técnica. Consiste fundamentalmente en agregarle al sedimento una
mezcla de reactivos líquidos con incorporación de reactivos sólidos, que
desempeñan un papel análogo a las argamasas hidráulicas empleadas en la
fabricación de los hormigones. La naturaleza y dosificación de estos aditivos están
protegidos por las garantías de cada uno de los procedimientos competidores.
Algunas técnicas (Soliroc) se adecuan a los líquidos ácidos (en el caso de
desechos pastosos hay que proceder previamente a una disolución con bajo pH);
otras (Chemfix, Petrifix) sirven para todos los sedimentos que pueden ser
amasados, con la condición de que falten algunos componentes, como se indica
más adelante.
Los mecanismos que entran en funcionamiento debido a la presencia de reactivos
son extremadamente complejos. Como se habla del tratamiento de un desecho, se
puede recurrir a reacciones relativamente lentas, semejantes a las que se
aprovechaban en la fabricación de cementos ligeros en la antigüedad.
Desde el punto de vista tecnológico, un taller de solidificación se presenta de la
siguiente manera:
- Los sedimentos se depositan generalmente en un estanque cuyas
dimensiones suelen ser del orden de algunos miles de metros cúbicos. Es
aconsejable que esté equipado con un dispositivo de homogenización, para
evitar una variación demasiado grande de la composición del desecho;
- el sedimento es bombeado desde el estanque hacia un amasador al que se
le inyectan los reactivos, según proporciones que fueron determinadas por
experiencias de laboratorio; el interés de la homogenización previa es
mantener siempre el porcentaje de reactivos en su valor óptimo. Después
de algunos minutos de permanecer en el amasador, los sedimentos son
encaminados hacia otro estanque, donde se efectuará la solidificación. Esto
requiere algunas horas o días, lo que depende de los sedimentos y de las
condiciones atmosféricas. El endurecimiento se produce en tiempos de
helada, pero lleva más tiempo que en verano;
- una vez solidificados los sedimentos, los pueden recoger las máquinas de
trabajos públicos y enviarlos a depósito, al menos los que no se utilizan en
el lugar como terraplenes para construir campos deportivos, de los que
existen varios ejemplos. En definitiva terminan asemejándose a una tierra
cualquiera.

62
3. Características del material. Se han tomado numerosas medidas en laboratorio
para estimar la insolubilidad y estabilidad de las tierras que se obtienen, durante
periodos lo más largos posibles. En particular, se han llevado a cabo experiencias
de colado acelerado, haciendo que el agua se filtre a través de columnas de
sedimentos fijos.
Mediante el análisis del agua así trasegada, se puede simular, en poco tiempo,
varios años de precipitaciones atmosféricas.
El conjunto de estos experimentos permitió establecer:
- que la concentración de las aguas de filtrado disminuye con el tiempo, lo
que confirma la estabilidad a largo plazo de los sedimentos (también se ha
observado que los cementos de fraguado lento eran prácticamente
indestructibles, y al respecto se citan algunos monumentos espectaculares
como el Coliseo o el Pont du Gard);
- que la insolubilidad de los sedimentos es aproximadamente independiente
del pH de las aguas de filtración.
Se han hecho pruebas con pH de 3 y hasta de 1, por más que sea
excepcional que el pH de un agua de lluvia descienda por debajo de 5.
Las medidas que se tomaron después de utilizar efectivamente estos
procedimientos, no datan de más de siete años, puesto que estos métodos son
recientes; pero ellas confirmaron en todos sus puntos las conclusiones de los
laboratorios. Se trata de una técnica de verdadero interés para la defensa general
de nuestro ambiente vital.
4. Límite del procedimiento de fijación. Este procedimiento, por interesante que
sea, no puede considerarse universal. Hay que estimular que alrededor de un 10%
de los desechos deben declararse “no tratables” después de las experiencias de
laboratorio. Las causas de ello pueden ser de orden técnico. Para algunos
sedimentos, el fraguado se hace mal o no se hace, debido a su naturaleza
química, ya que algunos de sus componentes impiden que se realice la fijación.
Además, existen sustancias tóxicas que quedan insuficientemente “atrapadas” en
las redes de fijación. Es el caso de los cianuros, del cromo hexavalente, y a mayor
concentración, del fenol y del amoniaco disueltos. Este hecho determina que
deban descartarse los procedimientos de fijación para un buen número de
sedimentos orgánicos. Pero esta solución también puede dejarse de lado por
razones económicas. Aun cuando las inversiones que se necesitan para la fijación
son bastante limitadas (el estanque, las bombas y las amasadoras no representan
un gasto desmedido comparadas con un horno o un puesto de neutralización), el
precio de costo debe incluir gastos de mantenimiento y sobre todo los de los
reactivos.
El precio para fijar un metro cúbico de sedimentos se sitúa alrededor de 150F, lo
que es poco en comparación con tratamientos elaborados, pero muy elevado para
sedimentos orgánicos clásicos, como los de estaciones de depuración.
También hay que observar que, contrariamente a lo que ocurre en los otros
procedimientos de tratamiento, el volumen de los sedimentos fijados no se reduce
en nada por la fijación.

63
El campo de aplicación de este procedimiento es sumamente vasto: desde los
sedimentos de la metalurgia hasta los de la industria química y de los grandes
talleres de tratamiento, pasando por los de pinturas y barnices y algunos líquidos
desechables producidos en fábricas de pasta de papel.
Existen hoy en Francia varias instalaciones que funcionan en puestos fijos.
Para evitar el transporte por carretera de los desechos que contienen hasta el 80%
de agua, en distancias a veces largas, existen también estaciones móviles que
pueden tratar en el lugar algunos sedimentos depositados previamente en
estanques. Los pequeños industriales pueden beneficiarse así de las ventajas de
este procedimiento, ya sea asociándose, ya almacenando sus sedimentos por un
tiempo bastante prolongado y, desde luego, con la condición de que su estanque
no ocasione ningún perjuicio notable.

IV. RECONVERSIÓN Y RECUPERACIÓN

I. GENERALIDADES
Hemos visto en la introducción que un material sólo se considera desecho en la
medida en que su poseedor no puede valorizarlo. La manera más radical de
suprimir un desecho parece ser, por lo tanto, encontrarle una utilidad. Tal es toda
la cuestión de la reconversión y recuperación. Esta preocupación se encuentra en
el primer lugar de los problemas de actualidad; y ya se le dedican congresos
internacionales, señal de que se han emprendido numerosos estudios e
investigaciones en este campo.
No hay que creer por eso que se trata de algo enteramente nuevo. En todas las
épocas los pobres han tratado de alimentarse con las migajas que caían de las
mesas de los ricos. Sin llegar a considerar reconversión el caso de los
espigadores (que es, en cambio, recuperación), la profesión de ropavejero es de
las más antiguas. La novedad reside en el carácter industrial que se la a esta
actividad y sobre todo a cómo se pone el acento en su dimensión de utilidad
pública.
Hacer distinción precisa entre operaciones que pueden ir desde la “compraventa”
de antigüedades hasta la recuperación química de los reactivos de baños usados,
es de un interés más que nada teórico. Y la terminología no es en absoluto
precisa, como lo demuestra el examen de algunas palabras de uso corriente en
este campo:
- el término recuperación es muy general y abarca operaciones muy
diferentes; significa fundamentalmente que se vuelve a insertar a un objeto
o a una materia usados, en los circuitos económicos habituales.
- la palabra reconversión suele implicar operaciones de clasificación,
selección de un cierto tipo de desechos, que enseguida serán sometidos a
transformaciones que no modificarán su naturaleza profunda: se trata de
volver a disponer de metales, ferrosos o no, de viejos papeles, de
neumáticos recubiertos, etc.;

64
- en la reutilización, en cambio, existe la posibilidad de encontrar un
aprovechamiento enteramente nuevo, no previsto por el fabricante primitivo,
como es el caso de neumáticos gastados que se transforman en suelas de
zapatos. Es así que los sedimentos orgánicos pueden servir de
alimentación para el ganado, que muchas cenizas se utilizan de nuevo en
trabajos públicos, y un gran número de desechos son quemados para
recuperar el calor.
- Por último, la valorización supone una operación comercial y un balance
financiero luego de los tratamientos químicos, térmicos o de otra
naturaleza. Mas que de recuperación, se hablará de valorización cuando
una transformación conduzca a una utilización más noble de un producto
determinado, como es el caso, por ejemplo, de la fabricación de ladrillos o
de granulados sólidos a partir de cenizas.
-
II. INCITACIONES LEGALES

Aunque la sociedad está interesada en la recuperación de las materias primas,


éstas son operaciones que resultan, por definición, si no deficitarias, cuando
menos difícilmente equilibradas. Si las unidades recolectoras de desechos
refulgieran de oro y piedras preciosas, no habría necesidad de hacerlo saber urbi
et orbi__ ¡pues sería conocido de todos! Por eso existen numerosas incitaciones
legales:
- La subvención, que se aplica con bastante frecuencia, especialmente para
el tratamiento de los desechos industriales. Sin embargo, se trata de una
práctica que, por ser indispensable en un primer momento, no puede
mantenerse sin riesgo a un nivel elevado por largo tiempo. Esta “ortopedia”
económica tiende a ser sustituida poco a poco, como todas las ortopedias,
por procedimientos más naturales.
- La fijación de precios, que puede repercutir a lo largo de toda una cadena
de fabricación. Su interés consiste en poder mantener la proporción con los
gastos de supresión de los daños del producto considerado. No obstante, la
fijación de precios se ve limitada por la competencia internacional, y sería
absurdo llegar a eliminar una industria con el pretexto de hacerla “limpia”.
- La consignación favorece que vuelvan a entrar en circulación muchos
objetos. Es de gran interés porque resulta incitante para el consumidor, que
encuentra en ella un beneficio, una recompensa, al contrario de lo que
experimenta con la fijación de precios, que es vista como un castigo más o
menos explícito.
- La promoción de nuevas técnicas tendentes a mejorar el funcionamiento de
las fábricas de producción, o a encontrar “técnicas limpias”.

65
III. ETAPAS POSIBLES DE LA RECUPERACIÓN

Es muy importante tener presente siempre una recuperación es mucho más fácil y
eficaz cuando se hace…antes de comprobar que es muy difícil.
- Por una parte, el rendimiento de una recuperación química disminuye muy
rápido desde que los contenidos caen por debajo de un cierto umbral, y la
clasificación de una mezcla nunca es fácil y genera productos sucios, aun
cuando sus componentes no reaccionen químicamente unos sobre otros.
- Por otra parte, no hay que olvidar las complicaciones que produce la
recolección cuidadosa de desechos relativamente homogéneos;
manipulaciones más numerosas y sobre todo una sostenida vigilancia de
los procedimientos de fabricación.
Hay que tener presente que el objetivo primordial de una fábrica es surtir a
sus clientes en condiciones económicas satisfactorias: las cuestiones de
depuración y reconversión, por importantes que sean, siempre deberán
verse únicamente como secundarias.
Una consecuencia valiosa de estas reflexiones sobre la selección es la
importancia de la recolección, pues es en esta etapa cuando tienen lugar muchas
mezclas más o menos intempestivas. Los “generadores” 1de desechos no deben
hacer imposible la tarea del recolector. Las dificultades que se encuentran en las
“recolecciones selectivas” de desechos domiciliarios, es decir en recoger por
separado los vidrios, los papeles, los cartones, los materiales plásticos, etc.,
muestran a las claras que tales circuitos no se establecen en un día.
En cambio, una recuperación al final del tratamiento debe considerarse ventajosa
cuando el resultado de un tratamiento es homogéneo; caso de los abonos de
sedimentos y basuras, pero también de las cenizas y escorias después de la
combustión.

IV. TÉCNICAS DE CLASIFICADO

1.Generalidades. Hay una diferencia profunda entre recuperación y clasificación


global. En el primer caso, sólo se trata de extraer elementos que tengan un cierto
valor, mientras que en el segundo, cada parte del montón primitivo debe encontrar
su lugar en tal o cual “subconjunto”. Ésta fue una de las razones fundamentales de
las dificultades para poner en práctica ciertas ideas, por otra parte excelentes en
principio.
2. Desechos domiciliarios. Los métodos de clasificación no pueden extenderse a
cualquier desecho. No obstante, es en el caso de los desechos muy heterogéneos

66
donde estos métodos serán los más elaborados, particularmente para las
carrocerías de automóviles y los desechos domiciliarios.
1
Término que preferimos al de “productores”, puesto que los desechos sólo pueden clasificarse de
“productos” de una manera retorcida y forzada.
A este respecto, se puede mencionar la composición de los desechos
domiciliarios, desde el punto de vista de su recuperación.
Las cantidades que intervienen son evidentemente considerables, y están
confirmadas por los resultados de la recolección selectiva de algunas comunas
(valores indicados por el Servicio del Problema de los Desechos del Ministerio de
Cultura y el Contorno ambiental).

constituyentes % Kg por habitante y por


año

Papeles y cartones 20 a 40 50 a 120

Textiles 1a7 2.5 a 20

Vidrios 2 a 10 5 a 30

Metales 2 a 10 5 a 30

Materiales plásticos (que incluyen 2a9 5 a 27


materias cloradas) (0.5 a 2) (1.2 a 6)

Materias orgánicas (animales y 15 a 35 40 a 105


vegetales)

Otros elementos de granulometría 15 a 20 40 a 60


fina en general

Para limitarnos a las direcciones que hoy permiten alentar mayores esperanzas,
se pueden citar:
- A titulo informativo, los métodos de clasificación de desechos domiciliarios,
mencionados en la sección III del capítulo I, que tienen más de
recuperación que de “clasificación global”, tal como acaba de ser definida;
- El cribado, a veces en dos etapas, que puede operarse sobre los desechos
brutos. Permite triturar sólo las partes más voluminosas y facilita tanto la
extracción de las partes metálicas como las clasificaciones posteriores;
- La selección balística, de la que ya se habló en la sección III del capítulo I,
dedicado al abono;
- La selección por diferencia de densidad, cuyo estudio es promovido hoy
intensamente tanto en Europa y Japón como en los Estados Unidos. Se
puede efectuar tanto por vía húmeda como por vía neumática.

67
En el primer caso, las basuras divididas pasan por un proceso de trituración en un
medio húmedo, de modo que la parte orgánica, más ligera, se separa de las
partes inertes por centrifugación. La pasta que se obtiene de ese modo se seca
antes de remitirla:
- a la reconversión la parte que contiene papel;
- a la incineración las otras materias combustibles;
- a depósito sus partes inertes.

comunas Población Materiales Tonelaje


atendida recuperados recuperado
mensual (t)
La rochelle 90 000 Papeles, cartones 77
Plásticos clorados 4.2
Tejidos 1
Montceau-les- 53 000 Vidrio 16
Mines Plásticos clorados 2.5
Antony 15 000 Papeles, cartones 10
Chaumont 27 000 Vidrio 40
Lons-le-saunier 26 000 Papeles, cartones 12
Vidrio 21
Plásticos clorados 4.25
Comunidad 290 000 Vidrio 126
urbana de Lyon Plásticos clorados 7
Lorient 70 000 Papeles 18

Las aguas de desecho producidas por la deshidratación deben pasar por los
tratamientos habituales.
En el segundo caso, los restos, también divididos y cribados, se envían a través
de una corriente de aire que permite una separación por densidad aparente.
El rendimiento de estas operaciones depende mucho de la naturaleza de los
desechos, y el pequeño número de instalaciones de dimensiones industriales que
se hallan en funcionamiento, le quita significación a estas medidas.
Sin embargo, se puede citar el ejemplo de un piloto de 2 t/h instalado en Francia,
que mediante cribado y selección neumática permite recuperar en promedio por
cada tonelada de restos domiciliarios: 10kg de trapos, 35kg de chatarra, 50kg de
cartones, 140kg de papeles, 70kg de vidrio, 35kg de materiales plásticos, ya que
los 660kg restantes se componen en gran parte de materias orgánicas disponibles
para elaborar abonos o incinerarlas.

3. Otros desechos.

68
A)Carrocerías de automóviles. Una primera dificultad es, también en este caso, los
materiales plásticos, los vidrios, etc. Una segunda dificultad reside en la
separación de los diferentes metales, cuando las carrocerías, después de
trituradas, han sido reducidas a pequeños fragmentos. Una vez retiradas las
sustancias ferrosas que se hacen pasar por debajo de un cilindro magnético, las
sustancias no ferrosas se clasifican por diferencia de densidad, con frecuencia en
estado líquido. Algunos autores han indicado la siguiente composición para las
carrocerías trituradas (en %):

Aluminio 6a8
Cobre 2a3
Metales ferrosos 10 a 20
Zinc 8 a 12
Plomo 0.5 a 1
Caucho, materiales plásticos, tejidos y otras materias combustibles 30 a 45
Vidrio, herrumbre, polvo y otros materiales inertes 30 a 40

B) Materiales plásticos. La recuperación de los materiales plásticos es también


objeto de numerosas investigaciones, pues estas materias, por derivar del
petróleo, se han visto grandemente valorizadas como consecuencia de la crisis
energética. La mayor dificultad para su clasificación, como lo indica la sección V
que sigue, es la distinción necesaria entre materiales plásticos clorados (PVC) y
no clorados.

C) Vidrios. El reaprovechamiento de los vidrios se ve facilitado en gran medida


por una selección previa. Es muy considerable la variedad de los vidrios y las
resinas; y todos estos productos no son compatibles entre sí en el momento de
reaprovecharlos. Una selección por densidad en estado líquido da buenos
resultados. Un método practicado recientemente consiste en triturar primero los
vidrios y luego clasificarlos según su color, lo que puede hacerse automáticamente
mediante el paso de un rayo luminoso. Los resultados parecen prometedores.

D) Selección química. Muchos reactivos, especialmente los que se utilizan en


estado líquido, puede recuperarse o reconvertirse mediante métodos químicos
adecuados, que se asocian o no con procedimientos físicos. Ya hemos visto el
caso de la regeneración de los aceites –se podrían citar muchos otros-; y el
periodo actual de escasez creciente de materias primas verá multiplicarse esos
métodos sin ninguna duda.
También puede citarse la recuperación del cobre contenido en el cloruro cúprico
amoniacal, desecho de talleres grabados y de circuitos impresos. SARP-Industrias
trata en su fábrica de Limay alrededor de 6m3/diarios que provienen del conjunto
del territorio nacional. Después de un tratamiento e caliente mediante compuestos

69
básicos, se recoge por una parte una solución acuosa al 25% de amoniaco, que
es comercializable; y por la otra, una pasta negruzca de óxido de cobre, que se
utiliza en las fábricas de colorantes. Esta reconversión puede citarse como
modelo, porque el único líquido residual que debe rechazarse es el agua salada, y
todos los componentes que podrían ser dañinos vuelven a introducirse en el
circuito industrial.

V. VALORIZACIÓN

1. Generalidades. También ésta es una actividad muy antigua, pero


profundamente influida por la variedad de técnicas de regeneración. Hay que
agregar que esta actividad, por su naturaleza misma, es objeto de modificaciones
frecuentes y a veces muy profundas. Resulta imposible ser exhaustivo en tan
pocas líneas, por lo que sólo se indicarán algunas grandes direcciones.
2. Venta a industriales. Evidentemente, es la mejor solución cuando resulta
posible. El desecho clasificado y eventualmente acondicionado (caso de chatarras
prensadas y convertidas en lingotes) se les vende a industriales interesados, que
pueden ser utilizadores (caso del vidrio, de los papeles) o intermediarios que
comercializarán a su vez los productos que fabriquen (aceites usados, fábricas de
aglomerados).
Pero quedan por solucionar algunos puntos delicados:
- la regularidad de las entregas;
- los gastos de transporte, que pronto se vuelven demasiado gravosos para
materiales cuyo valor será siempre modesto;
- la calidad de los productos: un industrial desea siempre una materia prima
tan pura como sea posible, mientras que los recuperadores sólo les ofrecen
mezclas de composición variable.
Se puede incluir en esta categoría la venta de abonos, cuyas dificultades ya
tuvimos ocasión de mencionar.
3. La incineración. Es una verdadera valorización cuando el calor se recupera. La
pirolisis ofrece también posibilidades muy interesantes, a pesar de la dificultad de
tratar por ese medio a sustancias heterogéneas. Una variante a tener en cuenta
consiste en combinarla con una destilación fraccionada de gas de pirolisis, con el
fin de obtener líquidos de PCI elevado. Algunos ensayos piloto han mostrado PCI

70
del orden de las 10 000 term/ton, lo que permitió obtener líquidos tan ricos como
los combustibles corrientes.
Uno de los inconvenientes de la incineración es el quitado del polvo de los gases
de combustión. Esto explica a contrario sensu el gran interés que demuestran los
fabricantes de cemento por la recuperación de todo desecho combustible que
posea un PCI notable. En efecto, el cemento se produce mediante la calcinación
de una mezcla de arcilla y de calcárea, cuyo resultado es un polvo recogido por
medio de un aparato extractor. Los polvos que provienen de los combustibles son
entonces “eliminados” con el producto terminado. No obstante, hay que cuidar que
el combustible no contenga ningún “veneno” que inhiba las reacciones de
fabricación, como por ejemplo el cloro.

4. Alimentación de ganado. Numerosos productos orgánicos pueden ser fuente de


proteínas. Ya sea directamente, ya después de la metabolización por organismos
que viven, que van desde las clorelas, algas microscópicas, hasta los gusanos de
tierra. La utilización de procedimientos biológicos se encuentra apenas en sus
comienzos, como lo atestigua el número de instalaciones pilotos en Asia y Europa
occidental. El inconveniente de estos métodos reside en que este tipo de técnicas
exige una regularidad de aprovisionamiento suficiente, y que la presencia de
“venenos”, aun en dosis muy leves, puede tener graves consecuencias. Los
desechos así tratados, que pueden utilizarse puros o mezclados son otras
sustancias, son cada vez más numerosos.

5. Materiales plásticos. La reconversión de los materiales plásticos ha entrado


ahora en un periodo de realización efectiva en Europa y en el Japón, donde la
penuria de materias primas se hace sentir duramente. Pero no obstante se ve muy
limitada en razón de la capacidad ya considerable de producir materias nuevas. Es
posible pensar en una pirolisis de los materiales plásticos, con el fin de retirar de
ellos los líquidos de PCI elevado, pero a menudo se prefiere fundirlos juntos a
presión, hasta llegar al estado pastoso, y después trefilarlos.
Los objetos que pueden fabricarse a partir de estos materiales reconvertidos son
numerosos: postes para cercas, fundas para cables, juguetes, artículos de
marroquinería y todas las piezas que no soportan excesivos esfuerzos y para las
cuales no se requiere calidad alimentaria. La mayor dificultad de esta técnica
consiste en la heterogeneidad de los materiales plásticos, que ni siquiera a los
profesionales se les presenta con claridad: ¿cuántos consumidores pueden
distinguir el PVC del polietileno, del polipropileno y del poliestireno? En Europa
sólo se tratan materiales plásticos previamente seleccionados.
Únicamente las botellas, para las que sólo existen dos clases de materia prima,
provienen de los desechos domiciliarios. Los demás desechos (hojas, bolsas) sólo
son recuperados para los utilizadores importantes: supermercados, cooperativas
agrícolas, fábricas de ensacado o de embotellamiento, etc. Los materiales
regenerados tienen cualidades muy semejantes a los materiales vírgenes. En el
Japón se trabaja con mezclas homogeneizadas, que se tratan con una técnica

71
particular. Se ha suprimido la selección previa, pero la materia recuperada resulta
de calidad inferior. También se ha experimentado con éxito la producción de un
material aislante. Los materiales plásticos, previamente trozados en pedazos de
pequeñas dimensiones, de 2 a 15 cm, son llevados a una prensa antes de pasar
por una unidad de calentamiento donde un gran número de agujas a 600°C
transforman la estructura compacta del material en una estructura laminada. Las
cualidades aislantes de este producto resultan excelentes, tanto para el calor
como para el sonido. Sin duda se propondrán otros modos de recuperación, sobre
todo si se logra alcanzar una cierta homogeneidad en la composición de los
desechos a tratar.

6. Neumáticos. Alrededor del 30% los neumáticos usados se reconvierten


actualmente en Francia, ya sea por recauchado, ya por empleo directo del caucho
usado, o después de reducirlo a polvo. Su inmersión en un medio de baja
temperatura (criotrituración) hace más frágil el caucho recuperado de este modo,
se puede utilizar para la industria, pero debe competir directamente con el que
proviene de las fábricas de recauchado, y su resultado es incierto. Actualmente se
están desarrollando experimentos para utilizarlo en revestimientos carreteros.
Queda la pirolisis, mucho más indicada cuando se trata de un desecho
homogéneo. Se podrían obtener, como subproductos, líquidos con alto PCI. La
recuperación de este desecho importante (su reserva actual es de 30 millones de
neumáticos, lo que representa alrededor de 400 000 toneladas) tendrá que
alcanzar importantes perfeccionamientos en los años venideros.

7. Materiales de construcción. Numerosos desechos pueden utilizarse en la


fabricación de elementos de construcción prefabricados, dado que sus
dimensiones están suficientemente restringidas y que las cualidades mecánicas
que exigen son modestas.
Incluso se ha producido, a partir de los desechos domiciliarios, granulados,
envueltos o deshidratados, que pueden emplearse como escorias, siempre que no
tengan que soportar excesivos esfuerzos mecánicos. Sin embargo, es preciso que
una fábrica de tales materiales se encuentre suficientemente próxima al lugar de
producción y tratamiento de los desechos, ya que ciertamente, es una materia
prima de escaso valor, que económicamente no soportaría transportes muy
alejados.
Se puede incluir en este parágrafo la reutilización de las cenizas como elemento
de relleno para diversos cementos.

8. La colagénesis. La colagénesis recupera, a partir de los desechos, materiales


de certidumbre que pueden volver a utilizarse de muchas maneras. Citemos al
azar:
- puros:

 en cirugía, para hacer suturas, películas diversas y hasta pomadas


cicatrizantes;

72
 para fabricar envolturas de salchichas y otros productos porcinos, etc.
- mezclados:

 con recortes se obtienen gelatinas;


 con cauchos se pueden fabricar suelas, cuero artificial y hasta zapatos
enteros.
9. Producción de metano. Se están efectuando estudios activamente en el campo
de la fermentación anaeróbica de productos orgánicos para la fabricación de
metano.Los rendimientos dependen de los desechos así tratados, pero los
resultados son alentadores. Por otra parte, algunas estaciones de depuración
utilizan ya el metano de los digestores para hacer funcionar en todo o en parte sus
bombas.

VI. LÍMITES DE LA VALORIZACIÓN


La lista que antecede puede impresionar, hasta el punto de preguntarse por qué
existen todavía problemas de desechos. Pero los límites de su recuperación son
de 3 órdenes:
1. Degradación de la materia recuperada. Cualquiera que sea el cuidado que se
ponga en la recuperación, se producen:
- pérdidas en las reacciones físicas o químicas (rendimiento de la operación),
de modo que sigue siendo necesario introducir material nuevo: es el caso
de la recuperación de reactivos;
- incorporación en la materia regenerada de agregados y suciedades que
provienen de su empleo anterior; se puede poner el ejemplo del papel, que
además de fibras, incluye la capa de apresto, la tinta con la que se escribió
e imprimió, etc.
En el segundo caso, es innegable que el uso de la materia recuperada no podrá
ser tan noble como la de la materia virgen correspondiente, lo que no significa en
absoluto que la materia recuperada no sea también apropiada para otros usos
diferentes que una materia nueva.
Es así que se podrán hacer, con botellas de material plástico, postes o fundas
para cables tan buenos los que se harían con la materia virgen; pero en cambio no
se podrán producir, salvo excepciones, otras botellas que tenga calidad
“alimentaria”. Igualmente se podrá fabricar con papeles usados, cartones tan
buenos como cualquier otro; pero no se podría lograr producir un papel de la
misma calidad que el nuevo.

2. precio de la recuperación. Las técnicas descritas suponen inversiones que


suelen resultar elevadas, así como una explotación continua. De ahí que se
plantee ineluctablemente el problema del precio de costo, complicado por el hecho
de que no siempre es fácil distinguir los gastos que exige la recuperación, de los
que se requiere para luchar contra la contaminación. Hay que agregar los precios

73
de transporte y mantenimiento. Frecuentemente el precio de costo de la
recuperación está muy cercano a su umbral de rentabilidad, lo que no tiene nada
de sorprendente, ya que si fuera netamente superior, el procedimiento
desaparecería, y si fuera netamente inferior, el desecho dejaría de ser
considerado tal. La reconversión, pues, está destinada a ser siempre una actividad
difícil, de la que se deben cuidar los menores gastos para que siga siendo
económicamente viable.

3. Inestabilidad de los precios del mercado. Esta es probablemente la limitación


más grave del mercado de recuperación. Los precios de los materiales de
recuperación pueden variar de manera importante y aleatoria por dos razones:
A) Saturación del mercado. Especialmente en lo que se refiere a las reventas
directas a los industriales (chatarra, papel, vidrio), la proporción de materiales de
recuperación que puede entrar en la fabricación de materias “vírgenes”, se ve
limitada por la naturaleza de las cosas y supera raramente el 30%.
El precio de compra para los recuperadores es muy diferente, según que ese
porcentaje se alcance o no. En el segundo caso, el producto recuperado se
compara con el de materias primas que suelen importarse. En el primero, el precio
sólo se fijará por una ley de “oferta y demanda” falsa, porque el recuperador puede
verse obligado a desembarazarse a cualquier precio de un desecho que se vuelve
tanto más molesto cuanto que, de todas maneras, una cierta parte de él no podrá
ser recuperada.
El aspecto económico de la reconversión gira entonces en torno a la especulación,
en lo que ésta tiene de más arriesgada. Se puede citar como ejemplo el precio de
la chatarra, que era de 600F/t a mediados de 1974 y descendió a 250F/t en el
último trimestre de 1975. Para muchos resulta tentador solicitar una ayuda del
Estado para mantener los precios, pero esto es incitar al poder público a salirse
del papel de árbitro que le es propio, y se corre el riesgo de que introduzcan en
este dominio rigideces inaceptables. Muchas operaciones de recuperación
lanzadas en gran escala con recolección selectiva de desechos domiciliarios, han
tropezado con esta dificultad.

B) Fluctuación de las condiciones económicas. La reconversión, se ha dicho,


permite economizar materias primas importadas. Su rentabilidad económica
depende, pues, fundamentalmente, del precio de estas materias. Pero estos
precios son en la actualidad extremadamente fluctuantes y lo hacen de manera
por demás imprevisible, puesto que dependen de las circunstancias de la política
internacional. Ya mencionamos esta dificultad al hablar de la recuperación de las
calorías, cuyo precio depende del petróleo. El caso vuelve a aparecer en muchos
otros campos, a primera vista inesperados, como el de la lanolina, cuyo precio
sufrió una fuerte baja en los últimos años, poniendo en peligro el equilibrio
financiero de instalaciones de recuperación que sin embargo parecía ampliamente
asegurado dos o tres años antes.

74
VII. CONCLUSIONES; VÍAS DE FUTURO

¿Debemos pensar que la recuperación es una actividad condenada a vegetar o a


desaparecer? Esto sería paradójico, en momentos en que el Estado acaba de
instalar la Agencia Nacional para la Recuperación y Eliminación de Desechos
(ANRED) –decreto del 25 de mayo de1978- que tiene por “misión principal facilitar
las acciones de eliminación o recuperación, poniendo a su disposición el resultado
de sus estudios e investigaciones, así como participar en el financiamiento de las
operaciones que se incorporen a sus programas”, según las expresiones del señor
Affholder, primer director de esta agencia.
Sería más exacto decir que hoy todos reconocen que el principio es excelente,
sobre todo en las circunstancias económicas actuales; pero que los métodos
mejores no están todavía plenamente desarrollados.
La generalización de la reconversión debería producir diversas consecuencias:
- una modificación de los procesos de fabricación en vistas a reducir el
consumo de reactivos y disminuir la importancia de los rechazos; lo que, en
cambio, amenaza con producir dificultades suplementarias en su
tratamiento;
- la recuperación de algunos productos mediante fijación de precios o
consignación, como vimos para el mercurio y el cobre;
- un mejor conocimiento de los desechos, sobre todo durante el lanzamiento
de nuevos procesos: los desechos han dejado de ser ese producto
vergonzoso que se evita analizar; y se han convertido en una obligación
entre muchas otras.
Habría que agregar la búsqueda de productos cuya duración de vida es mayor
pero se trata de una cuestión muy delicada, pues la producción de muchas
fábricas está prevista en un contexto económico de abundancia, y el pasaje súbito
a una economía parsimoniosa –ya que no cabría hablar de penuria- no podría
hacerse bruscamente sin provocar graves crisis, cuyo aspecto social no sería el
menos importante.
Una de las ideas originales lanzadas en estos últimos tiempos es fundar una
“Bolsa de desechos”, en la que cada industrial podría proponer cuáles de sus

75
subproductos considera dignos de interés y asegurarse así una publicidad
suficiente.

CONCLUSIÓN
El tratamiento de los desechos, tanto industriales como domiciliarios, es hoy una
actividad cuya necesidad nadie discute.
No obstante, ante la importancia de los gastos que deben afrontarse y sus
consecuencias a escala nacional, sólo puede efectuarse en el marco de una
reglamentación que debe agregar a las obligaciones inherentes a todo documento
de esta naturaleza, una suficiente flexibilidad como para permitir a los industriales
y a los eliminadores, adaptarse a una situación que seguirá siendo fluctuante
todavía por largo tiempo.
Con esta intención, sería deseable que quedaran presentes, en el espíritu de
todos, cuando menos tres observaciones de sentido común.

1. Los industriales tratan ante todo de desembarazarse de sus desechos “de


acuerdo con los reglamentos vigentes”. Si se les presentan dos soluciones
admitidas, eligirán la menos cara, como es natural. Y si una de estas dos
soluciones es menos eficaz desde el punto de vista técnico, será la comunidad la
que padecerá las consecuencias, pero el industrial en cuanto tal no tiene ninguna
razón para inquietarse.

2. Ante la importancia creciente de los gastos que supone la destrucción de


desechos, el industrial tratará de disminuir sus cantidades, incluso de cambiar su
naturaleza para hacer economías. Por lo tanto, el inventario de los desechos a
eliminar tendrá que evolucionar profundamente en el curso de los próximos años.

3. A partir del momento en que entra en vigencia una ley que implica la
construcción de un centro de tratamiento, hay que contar, aproximadamente:
- un año para concebirlo;
- dos años para realizarlo;
- diez años por lo menos para amortizarlo,
o sea trece en total. Pero razonablemente no se le puede pedir a nadie que ponga
en movimiento un “instrumento” tan perfeccionado como son los centros
colectivos, para declararlos fuera de servicio tres o cuatro años después, lo que no

76
dejará de ocurrir si los “reglamentos en vigencia” son modificados con excesiva
frecuencia.
Agreguemos a esto que un reglamento es del orden de las causas instrumentales
y no de las causas finales, es decir que sólo puede ejercerse en el marco de una
política definida.
Por lo tanto, lo decretos dictados por el legislador deberían:
1. Incitar a los industriales a eliminar sus desechos de manera de
salvaguardar al máximo el ambiente natural.
2. Tener una elasticidad suficiente para:
- No imponerle a los industriales cargas demasiado pesadas y de manera
demasiado súbita, manteniendo sólo una presión razonablemente incitante;
- Adaptarse a los cambios de naturaleza y de peso que pueden preverse
para los desechos para los desechos;
- Estimular la construcción de centros colectivos, y sobre todo preservar los
instrumentos existentes, pues estos centros son “laboratorios” insustituibles
para el conocimiento de la naturaleza de los desechos y de sus
posibilidades de destrucción.
De ese modo, tanto los industriales como los profesionales del tratamiento de
desechos, verán en los reglamentos administrativos, no ya la amenaza de una
sujeción, sino nuevos motivos para alcanzar, gracias a sus esfuerzos propios, la
legítima satisfacción del deber cumplido.

77
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA

Pocas obras se han escrito sobre este tema. La más completa sobre depuración
industrial es la de MEINCK, STOOFF Y KOHLSCHÜTTER, que trata de las aguas
residuales industriales (Ediciones Mason). En cambio existen numerosas revistas
en francés, inglés y alemán, de varios organismos. Remitimos al lector a las
siguientes:
- ANRED, Agence Nationale pour la Récupération et l’Elimination des
Déchets [Agencia nacional para la recuperación y eliminación de los
desechos], que cuenta con una documentación muy completa, incluyendo
en particular las comunicaciones de los congresos realizados sobre el
conjunto de estos temas:
- AFEE, Association Francaise pour l’Étude des Eaux [Asociación Francesa
para el Estudio de las Aguas], cuyo centro selecciona y analiza en la
biografía internacional los documentos más significativos referentes a los
desechos.
Ministerio de la calidad de la vida, Les déchets solides.
Proposition pour une politique, 1972.

SERATRADI, Déchets industriels. Politique et réglementation internationales, 1972

Michel MAËS, Les résidus industriels (traitement, valorisation, législation),


Entreprise Moderne d’Edition, Technique et Documentation, 1975.

AGHTM, Les résidus urbanis, collecte, traitement, nettoiement des voies


publiques, 1975.

BRUN, Les déchets source d’energie, IFE, 1977.

Le Moniteur des Travaux Publics, Textos legislativos y reglamentarios.


Récupération et élimination des déchets, 1977.

78
PERRIN, Déchets solides industriels et urbains. Elimination. Récupération PYC,
Ed. Desforges. 1978.

GUÉRIN, Thomazeau, Environnement, t. 3: Déchets, pollution


atmosphérique,Ecole nationale, TPE, 1979.

Informes de congresos, especialmente:

Bále, Reconversión, 1978.


INSA LYON, 1978, 1981; Munich, 1978.
Jönköping, 1979.
Londres, 1979
Angers (suelo y desechos), 1980.
ÍNDICE

Introducción………………………………………………………………………………..4
Qué es un residuo……………………………………………………………………......4
Qué es un desecho “sólido”……………………………………………………………..4
Qué es “tratar un desecho”………………………………………………………………5

I. Desechos domiciliarios………………………………………………………………7
I. Generalidades…………………………………………………………………………7
II. El depósito……………………………………………………………………………10
III. La elaboración de abonos…………………………………………………………..13
IV. La incineración………………………………………………………………………19
V. El tratamiento combinado de los limos y los desechos…………………………28

II. Desechos industriales………………………………………………...……………32


I. Generalidades…………………………………………………………………………32
II. Características especificas de los desechos industriales………………………...33
III. Los inventarios………………………………………………………………………..34
IV. Recolección de los desechos industriales………………………………………...36
V. El depósito de los desechos industriales…………………………………………..37
VI. Reconversión de los desechos industriales orgánicos…………………………..40
VII. Tratamientos físico-químicos………………………………………………………42
VIII. Incineración…………………………………………………………………………47
IX. Emulsiones aceitosas y solventes clorados………………………………………55
X. Algunas consideraciones sobre los centros de tratamiento……………………..57

III. Casos particulares de sedimentos……………………………………….……..62


I. Origen de los sedimentos…………………………………………….………………62
II. Los tratamientos clásicos……………………………………………………..……..62
III. La fijación de los sedimentos………………………………………………..…......62

IV. Reconversión y recuperación………………………………………………..…..65


I. Generalidades………………………………………………………………..………..65

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II. Incitaciones legales……………………………………………………………...……66
III. Etapas posibles de la recuperación………………………………………………..67
IV. Técnicas de clasificado……………………………………………………………...67
V. Valorización…………………………………………………………………………...71
VI. Límites de la valorización………………………………………………………..….74
VII. Conclusiones; vías de futuro……………………………………………………….76

Conclusión…………………………………………………………………………..…..77
Bibliografía sumaria……………………………………………………………..…….79

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