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del
355
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Titulo original:
I.S.B.N.:956-7083-81-9
Impreso en Chile
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INTRODUCCIÓN
QUÉ ES UN RESIDUO
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
El depósito, que debe efectuarse según las “reglas del arte”, y que ahora es
objeto de una reglamentación precisa, puede incluir un tratamiento previo in
situ;
Los procedimientos físico-químicos, que utilizan métodos análogos a las
industrias de fabricación;
Los procedimientos biológicos, que hacen intervenir a los microrganismos
encargados en la naturaleza de volver a hacer entrar en el circuito a las
moléculas elaboradas por los seres superiores;
La incineración
Estas técnicas ofrecen ventajas e inconvenientes:
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I. DESECHOS DOMICILIARIOS
I. GENERALIDADES
1. Definición. El artículo 2 de un pliego de condiciones aprobado por decreto el 31
de agosto de 1959, y referido en la circular ministerial del 22 de febrero de 1973,
definía así las basuras domiciliarias:
a) Los detritus de toda naturaleza que incluyen especialmente: cenizas,
escorias de hierro, restos de vajilla, hojas, elementos barridos y desechos
de toda clase, depositados indebidamente aun a las horas de la recolección
en recipientes individuales o colectivos, colocados delante de los inmuebles
o a la entrada de las vías que son inaccesibles para los camiones
recolectores.
b) Los desechos que provengan de establecimientos industriales y
comerciales, oficinas, administraciones, patios y jardines privados,
depositados en recipientes en las mismas condiciones que las basuras
domiciliarias, con la autorización de la administración dentro de un cierto
límite.
c) El estiércol, las basuras, las hojas secas, los sedimentos y, de modo
general, todos los productos que provengan de la limpieza de la vía pública,
o de caminos privados que no se barren, jardines públicos, parques,
cementerios y sus dependencias, y que se amontonan para ser retirados.
d) Los productos de limpieza y desechos de los mercados cerrados, ferias,
mercados abiertos, lugares de fiestas públicas, lugares donde se guardan
animales de carga o de tiro, y que se acumulan para ser retirados.
e) Los desechos provenientes de escuelas, cuarteles, hospitales, hospicios,
prisiones y todo edificio público, agrupados en recipientes reglamentarios
(con excepción de productos contaminados y provenientes de mataderos).
f) Todo objeto abandonado en la vía pública, así como los cadáveres de
animales pequeños.
No se incluye en la denominación de basuras domiciliarias:
1) Los desmontes, escombros, cascotes y restos varios, provenientes de
trabajos públicos y particulares.
2) Las cenizas y escorias de hierro en las fábricas y, en general, todos los
desechos provenientes de un comercio o industria cualquiera, así como los
patios y jardines privados (salvo la excepción prevista en el parágrafo b,
antes citado), los desechos anatómicos o infecciosos provenientes de
hospitales o clínicas, así como los restos y desperdicios de mataderos.
3) Los objetos referidos en el parágrafo f anterior, que por sus dimensiones,
peso y naturaleza no pudieran cargarse en los camiones recolectores.
En fin, el texto se podía resumir así: “Todo lo que cabe en el cubo de basura”…
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2. recolección. La modalidad de recolección tiene gran influencia sobre la cantidad
y composición de los desechos. Todavía existen lugares donde se recoge la
basura solo una o dos veces por semana. En tales condiciones, los usuarios no
pueden conservar materiales putrescibles; sólo se encontrará en sus cubos de
basura vajilla rota, libros, objetos fuera de uso; en suma, materiales inertes. Por el
contrario, cuando la recolección es diaria, las basuras se vuelven rápidamente
comparables entre sí. Los camiones de recolección aumentan su capacidad
aplastando los desechos, casi siempre por medio de una pistón, en algún caso
valiéndose de una especie de tornillo. La recolección hermética consiste en vaciar
los cubos de basura por medio de un dispositivo cerrado que evita toda otra
manipulación que no sea la “conexión” del cubo para verter su contenido, lo que
resulta muy satisfactorio desde el punto de vista sanitario. Esta técnica supone el
empleo de recipientes especiales y de camiones equipados al efecto. Pero una
vez admitidos estos gastos, el sistema resulta enteramente satisfactorio.
La recolección neumática utilizada en algunos condominios de Suecia, consiste
en transportar los residuos aspirándolos a través de conductos de 0.5m de
diámetro. Se utilizan también sacos de material plástico, no clorado si se los va a
incinerar. En una recolección selectiva, los desechos particulares (especialmente
chatarra, vidrios y material plástico) se recogen ciertos días o se colocan en
recipientes diferentes. Pero esta recolección selectiva, aunque presenta
numerosas ventajas, particularmente la de permitir una mayor homogeneidad,
tiene en cambio algunos inconvenientes:
- En primer término, de carácter disciplinario. Para que sea verdaderamente
eficaz, es necesario que los recolectores tengan la facultad de rechazar las
basuras que no estén consideradas en el reglamento. Si esto no resulta
demasiado difícil en el caso de viviendas aisladas, se vuelve
completamente imposible en los grandes conjuntos habitacionales, casi
siempre equipados con colectores comunes.
- Además, en los casos de incineración, es preferible tener desechos un poco
menos ricos pero constantes, que muestras muy variables, algunas con un
poder calorífico casi nulo. Para ser eficaz, tal recolección tiene que limitarse
a recoger elementos particularmente limpios. Se convierte entonces en una
recuperación de materias primas que puede tener verdadero interés. 1
Los vehículos de recolección deben ser suficientemente grandes como para limitar
el número de viajes, y lo bastante reducidos como para poder atender a las calles
más pequeñas sin obligar a los recolectores a excesivos trayectos a pie…
En este dominio, como en otros, la sagacidad de los ediles o de sus asesores
tiene buena ocasión de manifestarse.
El volumen de las unidades de recolección actuales varía entre 6.5 y 23 metros
cúbicos.
Deben señalarse varios perfeccionamientos recientes. Algunos vehículos de
recolección aseguran un desmenuzamiento previo de los desechos, que aumenta
su densidad aparente y su homogeneidad. Para la atención de calles estrechas,
algunos constructores proponen unidades que no son más grandes que una
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ver sección V de este mismo capítulo
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camioneta, y que después se vuelcan sin dificultad en otras unidades principales,
que pueden ser más grandes, y por lo tanto menos numerosas. Si es deseable
prever una unidad para 10 000 habitantes, diversas circunstancias pueden llevar a
contingentes más importantes: horas de recolección, puntos de estacionamiento
etc. En París, por ejemplo, se emplean más de 500 unidades recolectoras por
cada 2.8 millones de habitantes, en razón de los numerosos centros sociales y
administraciones, que son grandes proveedores de desechos. Los centros
turísticos suelen disponer de varios vehículos de reserva. Para una estimación del
recorrido de una unidad, se calcula entre 2.5 toneladas de desechos por kilómetro
en una gran ciudad como París, y una tonelada por cada 14 km en zonas rurales.
La flota actual en Francia cuenta con 8 000 unidades recolectoras, de las cuales el
15% son vehículos de reserva; es decir que todos los días funcionan entre 6 500 y
7 000 unidades para asegurar este importante servicio.
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- 3 % de géneros
- 12 % de cenizas y polvos
- 9 % de vidrios
- 9 % de metales ferrosos o no
- 2 % varios
II. EL DEPÓSITO
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- El depósito compactado.
2.El depósito bruto. Como su nombre lo indica, consiste en volcar pura y
simplemente las basuras, ya sea en una excavación preparada previamente, o
bien al borde de un acantilado, desde donde caen.
Su aspecto es evidentemente bastante poco atractivo, sobre todo porque los
papeles se han vuelto demasiado abundantes, y se ha hecho costumbre
quemarlos, lo que desprende importantes cantidades de humo. En la mayoría de
los casos, estos residuos constituyen un verdadero criadero de insectos, ratas y
otros pequeños roedores, que encuentran allí un alimento sano, abundante y
variado.
Este aspecto desagradable, así como los humos que se desprenden, han llevado
a considerar a todos los depósitos según este modelo; y pensando en ello,
algunos reclaman su desaparición pura y simple.
Sin embargo hay que “ser razonables”, y si por un lado es perfectamente legítimo
impedirle a un criador de gallinas cuyos animales mueren a causa de una
enfermedad, que arroje sus cadáveres para que los devoren los cuervos, sería
estúpido exigirle al contratista de obras públicas, que tiene que desprenderse de
algunos escombros y vigas de madera, que recurra a una técnica de depósito muy
elaborada para un material que no causará jamás otro perjuicio que su presencia.
3. El depósito controlado. Desde fines del primer cuarto de siglo, esta técnica fue
experimentada y practicada en varios países, especialmente en los Estados
Unidos, que disponen de mucho espacio.
Un depósito controlado consiste en aplastar las basuras todos los días o cada dos
días con la niveladora, y recubrirlas con una capa de materiales que cumplen una
función de pantalla contra los insectos o los roedores, al tiempo que les permite a
las materias allí depositadas recibir siempre el aire necesario para su
transformación, pues una evolución sin aire equivaldría a una putrefacción
generadora de malos olores.
Este tipo de depósito requiere, eso sí, que se ocupen seriamente de él. En
particular es importante la elección del material de recubrimiento, ya que debe
dejar pasar el aire, lo que excluye las rocas compactas como la arcilla, pero debe
detener a los insectos – y ello excluye a los guijarros- que dejan intersticios
demasiado grandes. La arena reúne todas las cualidades requeridas…pero su
precio obliga casi siempre a descartarla en beneficio de una tierra más o menos
aereada.
Cuando ha sido bien trabajado, este tipo de depósito presenta el aspecto de una
cantera terraplenada, y no causa absolutamente ningún perjuicio al vecindario.
Incluso no es raro que muchos de los que viven en las cercanías ignoren su
destino exacto.
Una variante consiste en triturar las basuras antes de recubrirlas. Una vez
triturados, los materiales son mucho menos atractivos para los roedores, que se
encuentran con que su alimento está mezclado con pedazos de vidrio y chatarra.
Pero en cambio hay que agregarle a los gastos de funcionamiento los de
trituración, especialmente la renovación de sus piezas desgastadas en la tarea.
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4. El depósito compactado. El desarrollo de esta técnica es reciente. Se trata de
meter las basuras entre dos barreras de tierra bastante próximas,
aproximadamente de 3 a 4 metros, y compactarlas todo lo que se pueda con un
aparato apropiado. Así comprimidas, las basuras evolucionan muy lentamente y
se las puede dejar varios días sin recubrir. Hasta es posible remodelar de este
modo alguno paisajes; por ejemplo volver a rellenar antiguas canteras.
Recientemente han aparecido aparatos que permiten un compactado correcto sin
que sea necesario construir barreras de tierra.
Si se aplica debidamente, aunque sea una sola vez –pues todo depende del
cuidado que ponga en su trabajo quien debe efectuarlo- , los resultados son
excelentes y los camiones que transportan los desechos pueden circular sin
molestia, aun en tiempo de lluvia. Si se toma la precaución de levantar una tapia
suficientemente alta para evitar que se vuelen los papeles, es éste un tipo de
depósito que no produce ningún perjuicio.
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Los principales agentes de ésta son las bacterias, organismos fundamentales
porque sin ellos la vida sería imposible. En efecto, ¿Cómo haríamos si tuviéramos
que seguir viviendo con los cadáveres incambiados de los reptiles de la era
secundaria? Gracias a las bacterias de la putrefacción, todas las moléculas
altamente perfeccionadas que constituyen en su momento a los seres vivientes,
pueden reingresar al circuito de la naturaleza y servir para la elaboración de
nuevos seres.
La producción de un “abono”, mezcla rica en materias orgánicas, se hace hoy
tanto más interesante por cuanto la motorización de la agricultura produce la
disminución de cantidades disponibles de estiércol animal y provoca un empleo
masivo de abonos químicos que aceleran el empobrecimiento del suelo en materia
que forman parte del humus.
El proceso de elaboración de abono abarca dos grandes grupos:
- El grupo aerobio, es decir el que se transforma en presencia del aire;
- El grupo anaerobio, sin aire.
Se puede decir grosso modo que ciertas bacterias específicas atacan a las
moléculas importantes, las dividen en varios pedazos, se las pasan a otras
bacterias que constituye con esos fragmentos su propia sustancia, antes de ser
consumidas por otras bacterias, y así sucesivamente hasta que se llega a cuerpos
relativamente simples, como el ácido carbónico, los nitratos, los fosfatos utilizables
directamente por los vegetales, o bien a lo que se designa con el nombre de
humus, materia todavía hoy misteriosa, que constituye en el suelo reservas
análogas al glicógeno de nuestros músculos.
Todo el arte de los fabricantes de abonos consiste en acelerar estos procesos en
su beneficio. En cada fábrica, habrá a la vez fases aerobias y fases anaerobias.
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Los gases desprendidos por éstas, serán retomados en la superficie por las
bacterias aerobias.
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depósito puede presentar dificultades, pues representan cantidades importantes
(alrededor de una tercera parte de los desechos), y quedan mezclados con
materias putrescibles. Como su poder calorífico es más elevado que el de las
basuras frescas, puesto que se ha retirado de ellas la mayoría de los elementos
orgánicos y húmedos, son generalmente incinerados en un pequeño horno.
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son rociados con agua. Los compartimientos superiores (dos o cuatro,
según las fábricas) se cierran no bien quedan colmados. A intervalos
regulares, cada compartimiento superior se vacía en el inferior
correspondiente, para lo cual se abre una tapa y caen las basuras, lo que
contribuye a su homogeneización.
Al abrirse el compartimiento inferior (el primero, cronológicamente hablando) hace
que el abono caiga al suelo de donde es retomado por una pequeña pala
mecánica neumática. Luego es tamizado una segunda vez, y separado en tres
partes:
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- De elaboración lenta: 11 fábricas que tratan 500 t/día de desechos;
- De elaboración acelerada: 21 fábricas que tratan 1 300 toneladas por día de
desechos.
Fábricas de abono e incineración:
- De elaboración lenta: 11 fábricas que tratan 500 t/día de desechos;
- De elaboración acelerada: 21 fábricas que tratan 1 300 t/día de desechos.
La elaboración acelerada de abonos se encuentra sobre todo en la cuenca
parisiense y en el valle del Loira; la lenta, en el mediodía de Francia. El producto
final se vende, según su calidad, entre 20 y 50 F/t. los que utilizan este abono se
distribuyen grosso modo de la siguiente manera:
- El 60% de la producción se destina a la viña;
- El 15% a los cultivadores de hongos;
- El 10% al gran cultivo
- También el 10% a la horticultura y el cultivo de las legumbres;
- El 5% a los arboricultores y encargados de viveros (Revista Génie Rural,
septiembre 1975).
Un desarrollo interesante de esta técnica parece consistir en la mezcla del abono
con otros elementos más o menos nobles, tales como sedimentos residuales,
desechos de industrias agroalimentarias provenientes de mataderos, etc. Algunas
de estas posibilidades se examinan más adelante, en la sección V.
IV. LA INCINERACIÓN
1.Generalidades, PCI. Dado que los desechos son en gran parte combustibles, la
incineración ha sido vista como un medio de eliminación en el siglo xx, desde que
la técnica de los hornos se ha desarrollado suficientemente como para poder
tomar en cuenta este combustible bastante particular.
Además del PCI del que se habló en el capítulo I, sec. I, 3 se menciona con
frecuencia la humedad y el contenido de cenizas; es decir, la parte incombustible
de los desechos, que reside en las escorias de hierro, con independencia del
sistema de combustión, y en los “inquemables”, que están en función de la técnica
de incineración y de la buena marcha de la explotación.
Para el promedio de los desechos, la humedad y el contenido de cenizas son del
orden del 30%, aunque esquematizando se puede decir que el agua, las cenizas y
el combustible comparten en proporciones iguales el peso de los desechos. En
una fábrica bien trabajada, los “inquemables” no alcanzan jamás al 10%.
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2. Dificultades de la incineración. El simple examen de un cubo de basura muestra
que los desechos domiciliarios son heterogéneos desde el punto de vista de la
combustión.
Pueden encontrarse en ellos:
- Partes inflamables, como el papel;
- Otras perfectamente inertes, como los vidrios rotos;
- Materias que desprenden mucho calor una vez que alcanzan altas
temperaturas, como el material plástico.
Las dificultades pueden provenir de la mala costumbre que tienen algunos
usuarios de servirse de latas de conserva como cubos auxiliares, y amontonar en
ellas los desechos poco combustibles (cáscaras mondadas, huesos de frutas y
papeles húmedos).
Aunque las basuras constituyen un combustible pobre, siempre tendrán necesidad
de un exceso importante de aire, pues los gases desprendidos por las materias en
ignición pueden ser reductores y producir malos olores.
3. Los hornos fijos. Desde el punto de vista histórico, éstos fueron los primeros en
aparecer, y también los más numerosos de entre los que se construyeron entre las
dos guerras. Los desechos se vierten sobre una rejilla fija colocada encima de una
cámara en la que los gases completan su combustión. El removido de los residuos
se hace manualmente por medio de un largo vástago llamado atizador. Este
trabajo, que demanda fuerza y habilidad, resulta particularmente penoso en
verano, debido al calor despide el horno. Por este motivo se va abandonando
progresivamente este tipo de horno, a pesar de su simplicidad y excelente
resultado.
También se ha procurado adaptar a las basuras el principio de los hornos de
pirita, que consiste en una sucesión de platos horizontales. Los desechos
empujados por un brazo, caen en el plato inferior al final de cada rotación. El aire
de combustión circula de abajo hacia arriba, por lo tanto contra la corriente, lo que
representa un elemento favorable, puesto que el aire más rico en oxígeno y más
frío entrará en contacto con las basuras calientes, cuya combustión está ya muy
avanzada.
El mayor inconveniente de esta técnica es el orificio de pasaje de un plato al otro,
cuya superficie es forzosamente limitada. Por lo tanto, los desechos deben ser
triturados con anterioridad, y esto hace más limitado el número de estos hornos.
4. Los hornos giratorios. Una primera solución para obtener atizamiento mecánico,
es la de introducir las basuras en un horno giratorio, bastante similar a las
máquinas para tostar café.
Los desechos se introducen en un cilindro casi horizontal de 2 a 3 metros de
diámetro, que gira alrededor de sí mismo, y ese movimiento rotatorio asegura su
mezcla.
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Para lograr mejor la combustión, el conjunto debe ser cuidadosamente
calorifugado lo más que sea posible, pues una aereación longitudinal sólo
produciría la combustión de la parte interior de la capa de basuras. Para evitar
esto y reducir el tiempo de permanencia necesario, se sopla el aire a través de
esta capa, para lo cual se colocan varios enrejados en el interior del horno. La
extracción de las escorias de hierro se produce naturalmente, ayudada por la
ligera inclinación que se le imprime al cilindro. Estos hornos producen excelente
resultado, y por ser de construcción más ligera, suponen una inversión menor que
los hornos de rejilla móvil examinados más adelante. Sus puntos ébiles suelen ser
los siguientes.
- La introducción de los desechos se hace por medio de un elemento que los
empuja: debido a ello, el volumen no debe ser demasiado importante, sobre
todo si las basuras son relativamente ricas en calorías, pues la inercia
térmica guarda relación con la ligereza relativa de la instalación. Por lo
tanto, es preciso que el orificio de entrada no sea demasiado grande, para
evitar el riesgo de que se produzca un bloqueo si aparecen elementos
voluminosos;
- La evacuación de las escorias de hierro que salen a una temperatura de
entre 300 grados C y 500 grados C, y completan su combustión en el área
de evacuación: evacuarlas por vagonetas es técnicamente simple, pero
agotador para quienes deben realizarlo; y prever una cinta transportadora
implica un enfriamiento previo, lo que supone equipos complementarios;
El cuidado de las rejillas internas, sometidas a la abrasión mecánica y a
choques térmicos importantes, puesto que están en contacto
alternativamente con las capas profundas de los desechos oxigenados con
un aire a 100°C o 150°C, y con los gases de combustión cuya temperatura
puede alcanzar los 1000°C (teóricamente deben quedar en alrededor de
800°C a 900°C). Los calorífugos sufren también. La débil inercia de estos
hornos los hace sensibles a la aceleración y se han comprobado graves
deterioros en algunos aparatos, como consecuencia de la introducción de
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basuras de alto PCI, que contenían, por ejemplo, materiales plásticos en
abundancia.
Por lo general, en estos hornos giratorios se incineran los “rechazados para
abono” (ver antes, sección III). Los rechazados tienen un PCI superior al de las
basuras, y no es raro que alcancen y sobrepasen los 2500 term/ton. Son menos
heterogéneos, puesto que han pasado por varios tratamientos, pero son ricos en
cloro a causa de la presencia de materiales plásticos en alta proporción: a menudo
más del 10%. Para evitar que la fusión de algunos elementos obture las rejillas, se
recurre a un cilindro de cemento refractario, provisto de conductos por los cuales
se inyecta el aire. Este tipo de horno es difícil de regular, debido al PCI elevado de
los residuos.
Se requiere un exceso importante de aire para evitar que se creen zonas donde la
atmosfera sea reductora. La presencia de cloro produce corrosiones importantes y
hace obligatorio:
- “Lavar” los humos, haciéndolos pasar a través de una cortina de agua, que
entonces se vuelve muy acida;
- O bien diluirlos fuertemente si se quiere respetar las normas de rechazo.
Los gastos de mantenimiento de estos aparatos son siempre elevados.
Los hornos giratorios sirven sobre todo en ciudades que poseen de 10 000 a
15000 habitantes.
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Una fábrica de incineración importante, como la que se esquematiza en la figura 3,
incluye una fosa de recepción en la cual se vuelcan las unidades recolectoras,
cuyo volumen corresponde a la recolección de cuando menos tres días. Un
gancho de 1 a 3 metros cúbicos, aproximadamente, retoma las basuras y las
vuelca en una tolva. Los desechos caen en un primer compartimiento a una
temperatura del orden de los 100°C, donde sufren un secado energético.
Enseguida son empujados hacia las rejillas, donde la temperatura se eleva hasta
900°C. hay que evitar que sobrepase los 1 000°C en razón, tanto del contenido del
material, como de la fusión de cenizas, que es de temer que ocurra a partir de los
1 200°C, con riesgo de que se produzca la obturación de las rejillas de aereación.
Después de su extracción, las escorias de hierro son casi siempre apagadas por
inmersión en un recipiente lleno de agua y retiradas por medio de una cinta
transportadora hacia las áreas de almacenamiento.
La experiencia de varios años de explotación ha permitido conocer mejor los
fenómenos de construcción, y por lo tanto mejorar claramente el rendimiento y
duración del material en general, y de las rejillas en particular. Así, hoy se sabe
que es preciso limitar la velocidad de los gases en las cámaras de construcción y
la temperatura de los gases a la entrada de los haces de corrección.
También la materia prima de las rejillas de fumistería ha evolucionado
grandemente, así como nuestro conocimiento de los fenómenos de fusión de las
cenizas y de la incrustación.
Este tipo de fábricas ofrecen todas las garantías de rendimiento y eficacia.
Naturalmente, su explotación demanda un personal que esté en relación con su
complejidad. Hay que contar con un núcleo de quince a veinte manipuladores, que
sumados a quienes tienen a su cargo los servicios generales, totalizan unos treinta
trabajadores por unidad. El precio de inversión es actualmente del orden de los 4
millones de francos por tonelada/hora, y el costo de incineración de una tonelada
de desechos depende, además de las condiciones de realización, del tipo de
interés de las subvenciones y empréstitos autorizados para cada operación, y es
del orden de 100 a 120 F/t, si se incluye la totalidad de las inversiones.
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6. La pirofusión. Uno de los inconvenientes de las fábricas recién descritas
consiste en que producen humos abundantes, puesto que la combustión, para ser
completa, debe tener lugar en presencia de un exceso de aire.
¿No sería posible:
- Reducir ese exceso de aire;
- O aumentar todavía más la temperatura de combustión para disminuir el
porcentaje de no quemados?
La pirofusión trata de responder a esta doble pregunta, procediendo a una
combustión en una atmósfera pobre en oxígeno.
Los residuos domiciliarios penetranen una torre vertical donde son llevados a unos
1 400°C aproximadamente, y allí sufren una fusión por el fuego o “pirofusión”. Las
cenizas, licueficadas en gran parte, caen en un recipiente con agua, donde se
rompen y forman granulados particularmente densos y homogéneos. Los gases se
dirigen entonces hacia una cámara de combustión, donde su temperatura llega
hasta los 1 300°C, y el aire inyectado en la base del gasificador es recalentado en
parte por los humos antes de su evacuación, y en parte por quemadores
emplazados en los circuitos de calentamiento. El volumen de estos humos es del
orden de un tercio de los humos corrientes.
Naturalmente que esta ventaja ocasiona algunos inconvenientes:
- Los desechos deben entrar en la torre de gasificación, o sea que deben ser
desembarazados previamente de los monstruos y otros objetos más
grandes.
- La inyección de aire es difícil de regular, tanto en caudal como en
temperatura, sobre todo la del aire secundario que debe asegurar la
combustión completa, sin la cual se corre el riesgo de expulsar gases
tóxicos (óxido de carbono) por las chimeneas.
- La naturaleza de los desechos debe ser tal que las escorias del hierro no
los incendien.
- El desgaste de los materiales refractarios en contacto con gases
polvorientos a 1 300°C es muy rápido.
Por último, los precios de inversión y explotación son aun superiores a los de las
fábricas clásicas, salvo en algunos casos particulares.
7. Depuración de humos. Los gases de combustión no pueden ser arrojados a la
atmósfera sin un tratamiento previo. Los últimos reglamentos precisan que al salir
de las chimeneas, los humos no deben contener más de 0.15 g de polvos por
metro cúbico de gas reducido a 0°C y a la presión atmosférica (metro cúbico
“normal”), y un 7% de gas carbónico, es decir no diluido, lo que equivale a 0.07 g
aproximadamente de polvo a 300° C.
La solución más simple consiste en enviar aire fresco al gas para favorecer la
combustión de los últimos polvos combustibles, después de hacer pasar los
humos por una serie de dispositivos en zig-zag contra los que chocan y al pie de
los cuales se los recoge. Sin llegar a dar resultados y de no incluir ninguna pieza
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móvil a alta temperatura; es decir que no se la debe dejar de lado cuando es
imposible hacerlo de otra manera mejor y cuando se trata de una instalación
pequeña.
Un segundo procedimiento consiste en lavar los humos, haciéndolos pasar por
una ducha que desprenderá los polvos. Aunque mucho más eficaz que el
procedimiento anterior, éste presenta sin embargo algunos inconvenientes. El
consumo de agua es importante y en el hollín extraído en forma d agua cenagosa
más o menos concentrada, debe ser objeto de un tratamiento complementario.
Otro inconveniente se deriva de la composición de los humos: al igual que las
basuras de las que provienen, ellos contienen a menudo azufre y cloro, que al
mezclarse con el agua producen ácidos, los cuales, chorreando por las paredes
del depurador de humo, pueden provocar corrosiones graves. Por lo tanto, este
método quedará reservado, ya para instalaciones pequeñas, o para la incineración
de productos particularmente ricos en cloro o en sustancias semejantes (por
ejemplo, rechazo de abonos), y valiéndose de hornos equipados con ese
propósito.
Un tercer procedimiento consiste en imprimirle a los humos un movimiento de
turbulencia, gracias a una disposición apropiada de las tuberías de extracción; se
provoca así una verdadera “centrifugación” de los humos. Los polvos son
rechazados hacia las partes exteriores, donde se los recoge. A estos aparatos se
les denomina “ciclones”.
Su rendimiento es excelente y por lo común se emplean tanto en fábricas de
capacidad media, como en las calderas de calefacción urbana.
La alternativa de este dispositivo es el electrofiltro, en el cual los humos pasan a
través de un campo eléctrico mantenido por electrodos colocados a un potencial
elevado (del orden de los 50 000 voltios, con una intensidad de algunos
miliamperios). Los polvos se pegan a los electrodos, se desprenden mediante
choques de cadencia regulable, y después son retirados. Los resultados que se
obtienen con los electrofiltros son muy satisfactorios, pero en razón de su precio
elevado sólo son aconsejables para fábricas importantes, que sirven cuando
menos a 100 000 habitantes.
El hollín extraído se mezcla con las escorias de hierro (aunque se haya procurado
utilizarlo únicamente como material de relleno para cementos, bituminosos y
otros). El conjunto pasa luego por debajo de un cilindro magnético que le extrae
los restos de hierro. Los residuos de este material pueden ser descargados y
utilizarse en los trabajos de construcción de caminos como capa inferior, o para la
fabricación de paneles artificiales para la construcción. Varios análisis han
revelado que son ricos en materiales relativamente preciosos, especialmente
estaño, provenientes del interior de las latas de conserva. Pero estos metales se
presentan divididos y oxidados hasta tal punto, que no tiene sentido extraerlos en
el estado actual de la técnica.
La cantidad de escorias de hierro representa alrededor del 30% del peso de los
desechos. Si se quemaran los 13 millones de toneladas que se recolectan en
Francia por año, habría de retirar alrededor de 4 millones de toneladas de restos
de hierro.
En realidad, solamente una cuarta parte de los desechos se incinera, lo que deja
un montón respetable de un millón de toneladas, o sea 1 millón de metros cúbicos;
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aproximadamente el mismo volumen que un cono de 160 m de diámetro y 150 m
de altura.
Se están estudiando varias otras normas con respecto a la composición de los
humos. Además de su contenido en compuestos halógenos, se procura limitar su
composición en productos tóxicos, tales como las dioxinas. También se están
desarrollando otros estudios para determinar la influencia de las rejillas y del
circuito de aire en la presencia de tales productos. Pero las dificultades son
considerables, pues la proporción de estos cuerpos es siempre muy débil y
depende también de los desechos tratados.
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necesaria para las instalaciones, y hasta se ha intentado un escape completo
como condensador (Rouen). La elección entre estas soluciones posibles depende
fundamentalmente de consideraciones económicas.
Los usuarios son, o bien industriales que necesitan vapor por las veinticuatro
horas del día (por ejemplo para instalaciones de secado), o grandes conjuntos
habitacionales en los que está prevista una distribución de agua caliente a lo largo
de todo el año. El interés de esta solución se ve acrecentado cuando un
establecimiento que funciona permanentemente (por ejemplo, un hospital o una
prisión) está conectado a una misma red.
También ha aumentando grandemente el interés por recuperar calorías, debido a
la crisis de energía, aunque genera una inversión mayor de un 20 a 25%. Es
particularmente difícil realizar un balance financiero al respecto, pues hay que
tomar en cuenta gastos de inversión para vigilancia y mantenimiento
suplementarios:
- La proporción de calor que se espera vender, que no es jamás del 100%
debido a la irregularidad del suministro, desciende al 80% en el mejor de los
casos ; al 40 o 50% en la calefacción urbana;
- El precio de la termia, que depende estrechamente del precio del
combustible, y que incluye parámetros políticos totalmente imprevisibles,
tanto en el plano técnico como financiero.
Nada tiene de sorprendente, pues, que se hayan emitido al respecto opiniones tan
apasionadas como contradictorias.
9. Los abonos combustibles. Una de las principales dificultades para utilizar el
calor de recuperación de los hornos de desechos domiciliarios es la obligación de
quemarlos a medida que van llegando. ¿Por qué no operar por etapas? Por
ejemplo:
- En un primer momento, estabilizar las basuras mediante la trituración
seguida de un breve compuesto y de un secado enérgico;
- En una segunda etapa, introducirlas en el horno en función y a medida de
las necesidades.
Varias empresas trataron de aplicar esta técnica. El material intermediario se
presenta en forma de polvos, de pastillas o de pequeños cilindros. Es interesante
el hecho de que se lo puede utilizar como combustible o como abono, según la
demanda de los agricultores. El calor que requiere el secado lo suministra la
combustión de una parte del material que se emplea.
Este procedimiento, muy atractivo en el papel, es difícil de aplicar debido a que
supone numerosas manipulaciones. Además, que el producto final es más fácil de
aplicar que las basuras frescas, sus cualidades son inferiores como combustible y
como abono. Hasta el presente, el precio de costo ha limitado considerablemente
el campo de aplicación de este tipo de fábricas, sin que se las pueda desestimar
definitivamente, pues hay nuevos desarrollos de esta familia de técnicas que
resultan altamente prometedores y que consisten en comprimir las basuras a una
26
presión muy elevada (500 a 600 bars), para extraer de ellas la parte húmeda, que
luego será transformada biológicamente.
En 1980, estas técnicas estaban en sus primeras fases de experimentación.
1. Una pregunta fundamental. Para el caso de una colectividad que deba eliminar
desechos domiciliarios y limos residuales, ¿es conveniente una instalación única
que abarque ambas funciones? ¿No habría allí una posibilidad de economizar en
inversión y explotación?
2. ¿Qué limos… y qué desechos? Veamos más de cerca lo que se trata de
examinar.
B) Los desechos. Pueden ser, según los casos, brutos, después de una
selección más o menos sumaria, triturados o desmenuzados, incluso
compuestos y entonces relativamente estables.
3. Cantidades respectivas que intervienen. Tal como se dijo anteriormente, el peso
de las basuras domiciliarias es del orden de 0.75 a 1kg/hab/día. Es raro que los
desperdicios de los trabajos artesanales o de las pequeñas industrias locales
modifiquen este valor en proporciones de importancia. La selección y elaboración
de los abonos pueden producir una disminución de peso del orden de los 30%.
Por el contrario, las cantidades de sedimentos son mucho más variables por dos
razones principales:
- El número “de equivalente-habitantes” puede ser bastante diferente del de
habitantes: no es raro que una ciudad de 10 000 a 15 000 habitantes posea
27
una fábrica de leche o un matadero que representan una contaminación
igual o superior a la de su población;
- El porcentaje de humedad, puesto que el agua representa siempre más de
la mitad, a veces más de las tres cuartas partes, del peso de los limos.
El tratamiento de las aguas en una ciudad de 10 000 habitantes producirá por día
alrededor de 30 metros cúbicos de sedimentos a 98%, 2 metros cúbicos de
deshidratación mecánica, o 1.5 metros cúbicos si los procedimientos empleados
están muy perfeccionados.
La relación de los extremos es, pues, de 1 a 20. Basta comparar estas cifras con
las 8 o 10 toneladas de desechos diarios de la misa ciudad, para comprobar que la
relación de sedimentos/desechos puede variar entre 3 y 0.15.
Inertes 50 a 60 30 a 50
Carbono 15 a 25 20 a 30
Estos dos productos, por lo demás, son pobres si los comparamos con los
fertilizantes comerciales: además de su humedad, contienen entre 30 y 60% de
materias inertes que habrá de transportar, diseminar y enterrar con las mismas
dificultades que las materias activas. En cambio, los oligoelementos son
relativamente abundantes y muy asimilables cuando están contenidos en los
sedimentos. Una legislación reciente llegó a limitar el contenido en metales
pesados en los limos comercializados.
Desde el punto de vista biológico, dos grandes familias de microrganismos han
despertado temores en los usuarios: las bacterias patógenas y los huevos de
parásitos. Ambas se encuentran en las basuras y en los sedimentos residuales,
28
pero sobre todo en estos últimos sólo obedecerían a su origen. Algunos autores
han puesto el acento en la necesidad de una “pasteurización”, que se efectuaría
en el curso de la elaboración del abono, en razón de una permanencia bastante
prolongada a 60-70°C. Pero parece que esa afirmación debe ser tomada con
reservas. Aunque esta elevación de temperatura reduce de manera sensible el
número de las bacterias patógenas, es menos eficaz en el caso de las esporas
bacterianas (50% de sobrevivientes), y todavía menos en el de las microbacterias
(80% de sobrevivientes) y lo es apenas en el de los huevos de parásitos, cuya
resistencia es detectable.
Otro método de desinfección que se emplea a veces es el encalado, en
porcentajes que pueden alcanzar algunos centenares de kilogramos de cal por
metro cúbico de materia: las esporas bacterianas son entonces destruidas en un
99%, pero las microbacterias y los huevos de parásitos casi no son afectados.
Un tratamiento opcional es la irradiación por rayos ƴ a 1 200 krad –lo que es en
verdad un “tratamiento violento”.
Las esporas bacterianas y las microbacterias son prácticamente destruidas… pero
no los huevos de áscaris si todavía no han comenzado a desarrollarse.
Estos dos últimos tratamientos tienen además el inconveniente de que modifican
la materia prima que se trata de valorizar, y la irradiación es una técnica cuando
menos delicada. Y quedaría por considerar si es oportuno operar en forma
sistemática en un medio estéril.
Como los residuos que se están elaborando para abono deben estar
humedecidos, la idea más simple es la de rociar el montón de abono en formación
con sedimentos líquidos, lo que ofrece la ventaja de utilizarlos sin tratamiento
previo. El aporte de nitrógeno y fósforos ofrece entonces su mayor interés. La
humedad de los montones debe mantenerse entre 30 y 55% en verano y
solamente entre 25 y 45% en invierno, cuando los desperdicios de agua son
menores. Por debajo, el abono sigue siendo demasiado fibroso, y por encima
existe el peligro de que se produzca una baja de temperatura y se formen bolas
compactas con anaerobiosis y desprendimiento de olores rápidamente pútridos. El
inconveniente de este método –además de que se desprenden olores
desagradables- es que vincula la eliminación de los sedimentos con calidad del
abono en formación. ¿Qué hacer con el resto de los sedimentos?
En cambio, algunos ensayos han demostrado que puede ser interesante mezclar
el abono de basuras con los sedimentos desecados, lo que elude de manera
elegante el desequilibrio posible entre los volúmenes que se manejan. No se trata
ya de una elaboración simultánea de abono, sino de la valorización recíproca de
dos productos, semejante al enriquecimiento del abono con turbas, calizas, aserrín
de madera, etcétera.
30
II. DESECHOS INDUSTRIALES
I. GENERALIDADES
- La cantidad;
- La toxicidad.
Se habla de desecho industrial cuando las cantidades son notablemente mayores
a las de un particular.
De ese modo, los desechos de un supermercado serán llamados “industriales”,
aunque no tengan nada de fundamentalmente diferente con los residuos
domiciliarios.
Lo mismo ocurre con los de un criadero “industrial”, es decir el que sobrepasa en
volumen los de una explotación de mediana importancia.
Se considerará también como industrial todo desecho, aunque se encuentre en
débil cantidad, cuya toxicidad se considera suficiente para impedirle la entrada en
un depósito corriente. Esta noción de toxicidad no resulta tan evidente como
parece a primera vista. Desde Claude Bernard, sabemos que “todo es venenoso o
nada es venenoso; todo depende de la concentración”.
Además, si existen toxicidades inmediatas, como las del cianuro o el arsénico,
puede haberlas diferidas, como las que producen efectos acumulativos al
concentrarse en plazos más o menos largos en el mismo individuo, o a lo largo d
las cadenas alimentarias.
Así, ciertos sedimentos residuales se depositan ahora en lugares especiales –es
decir que se los trata como desechos industriales- y no se los utiliza más para
fertilizar campos. Por lo tanto, la frontera del desecho industrial no es siempre
nítida: entre el gran establecimiento y el pequeño comerciante, existen todos los
31
tamaños de negocios. El “aficionado” a la química o a la fotografía que arroja
ocasionalmente el fondo tóxico de un recipiente en el sumidero, no puede
considerarse un industrial.
Eso sin hablar de las actividades esporádicas, que no suele ser fácil detectar,
como lo prueban las dificultades cuando se efectúan censos en una región o rama
de la actividad.
¿Se deben incluir entre los desechos las aguas de enfriamiento o –en el caso de
los desechos sólidos- las tierras que provienen de trabajos de excavación o de
canteras?
- ¿Cómo considerar los viejos cajones de madera o las cenizas resultantes
de una combustión anterior?
- Las aguas de enjuagar, muy diluidas, que pueden verterse en el medio
exterior, ¿deben incluirse en la lista de desechos, según la legislación
actual, etcétera?
Todos estos “casos de conciencia” explican las diferencias comprobadas entre los
diversos censos, a las que se agregan las incertidumbres sobre las evaluaciones
propiamente dichas.
Las estimaciones del peso de los desechos industriales en Francia varían
actualmente entre 15 y 30 millones de toneladas por año, de las cuales los sólidos
y los “paleables” representan las tres cuartas partes. Pero este tonelaje está
llamado a cambiar en los años venideros, en razón:
32
Además de su volumen y toxicidad, los desechos industriales presentan varias
características muy particulares:
- Una cierta irregularidad en su producción y entrega. En efecto, por ser el
producto de la actividad industrial, depende en gran medida de las
fluctuaciones diarias y periódicas. Si una fábrica se ve obligada a cambiar
su modalidad de fabricación para seguir la evolución del mercado,
necesariamente los desechos cambiarán, pues la finalidad de una industria
es siempre satisfacer a una clientela y no producir desechos. Y como un
desecho es sobre todo el conjunto de lo que era indeseable en la materia
prima que se le entrega a la fábrica, su composición cambiará con la de
esta materia prima;
- Una gran variedad de productos homogéneos, sobre todo si se los compara
con los restos domiciliarios, cuya heterogeneidad es sensible, tal como se
comprueba con sólo examinar un simple cubo de basura. Una carga de
desechos industriales suele estar constituida por un único producto; pero
hay muy pocos puntos de contacto entre el fondo de un recipiente, las
tierras de filtrado, los alquitranes sulfúricos o los polímeros que no sean
apropiados para la fabricación posterior;
- La presencia de sustancias pastosas cuya viscosidad –circunstancia
agravante- varía con la temperatura;
- La posibilidad de desechos de PCI muy elevado. Mientras que los residuos
domiciliarios alcanzan hasta 2 300 term/ton y los rechazos de abono hasta
2 700 o 2 800, no es raro encontrar desechos industriales que tiene un PCI
de 5 000 a 6 000 term/ton, e incluso más. Aunque son incinerables, estos
desechos no son siempre fáciles de quemarse, sobre todo si se encuentran
en el fondo de algún tonel;
- La presencia de materiales corrosivos, por acidez, alcalinidad u otra
propiedad química;
- La evolución química que puede producirse, no sólo durante el tratamiento,
sino también en el almacenado si por razones de facilidad de transporte o
explotación, se mezclan desechos que pueden reaccionar entre sí;
- La presentación. Muchos desechos llegan en unidades recolectoras, pero
no es raro que se las reúna en toneles metálicos o de material plástico. La
manipulación, el trasiego y después el tratamiento de los toneles, debe ser
una de las mayores preocupaciones de un centro de tratamiento.
Todo estudio de eliminación debe comenzar, pues, por un examen profundo de los
datos del problema.
33
limitarse a los principales industriales; pero entonces habrá que ver con precisión
qué aportarán éstos. Por el contrario, trazar el panorama de los desechos de una
región, supondrá una selección previa de las empresas a consultar, según su
importancia y el tipo de su actividad.
2. Elaboración de los inventarios. Hay que tomar en cuenta diferentes
características. Las propiedades físicas (presentación, viscosidad, temperatura); la
composición química; la toxicidad, que puede depender de la concentración; y, en
el caso de un censo general, los tratamientos actuales o que se encarnarán en el
futuro, así como las posibilidades de valorización y reconversión.
La síntesis de todos estos resultados, a veces bastante delicada, permite trazar
las líneas principales de conducta a seguir, tanto en lo referente a la
reglamentación como a los proyectos técnicos. Un elemento importante en la
elaboración de estos últimos es la posibilidad de transportar los desechos a
distancias bastante largas. Como lo veremos más adelante, el precio medio del
tratamiento de una tonelada de desecho industrial es del orden de 300 F (¡varía
entre 100 F y más de 1 000 F!). Se podría considerar aceptable un precio de
transporte de algunas decenas de francos, lo que no se puede admitir en los
desechos domiciliarios. Puede establecerse una política de conjunto con el fin de
lograr que se utilicen los centros de tratamiento en el máximo de su capacidad
nominal, para evitar el absurdo de que se multipliquen instalaciones que algunos
meses después deberán demolerse.
34
1
Estudio Seratradi para la Comisión de las Comunidades Europeas.
35
El material del que se sirven las empresas de recolección y transporte es
extremadamente variado: unidades móviles para las sustancias pastosas
paleables, camiones con adrales para los toneles, cisternas calientes para las
sustancias pastosas bombeables, además de todas las variedades de
“succionadoras” y camiones de limpieza. En todos los casos deben respetarse las
normas de seguridad, que son más severas para los desechos especiales que
deben atravesar una o varias fronteras.
Entre el industrial y el eliminador, el recolector de desechos hace las veces de
puente, lo que muestra claramente la importancia de su función.
1.Diferentes tipos de depósito. Todos los tipos que se han mencionado para los
desechos domiciliarios (salvo el depósito “salvaje”) pueden convenir para los
desechos industriales, con la condición de que se adapten a su naturaleza
particular. Es así que los desechos inertes y sólidos pueden adecuarse a
depósitos controlados o compactados comunes, siempre que tengan un
comportamiento mecánico normal; pues los neumáticos usados o los materiales
diseminados pueden producir verdaderos desórdenes si se los introduce en
cantidades demasiado elevadas.
En cambio conviene examinar de cerca los riesgos de lixiviación o de volver a
lanzar los productos tóxicos o peligrosos. Algunos investigadores ponen en
solución los metales pesados después de disolverlos mediante ácidos húmicos,
provenientes de la mezcla natural de desechos orgánicos (de los humos); lo que
supone la necesidad de no encaminar hacia un mismo sitio los desechos
industriales y los residuos domiciliarios.
En el caso de los desechos pastosos, hay que prestar particular atención a los
productos de licuefacciones que pueden contaminar los depósitos; por eso sólo
excepcionalmente se admiten los desechos petroleros en los depósitos corrientes;
y en principio se rechazan los líquidos.
En general, no se admiten toneles, salvo si sólo contienen desechos sólidos.
Con excepción de los desechos verdaderamente inertes, como los que provienen
de las demoliciones o de envases usados, a los desechos industriales se los
transporta siempre a depósitos especiales. En cambio, las técnicas de
emplazamientos son semejantes, con excepción de los depósitos especiales que
examinamos más adelante.
36
Puede recurrirse a diversas soluciones, desde la hoja de betún o material
plástico debidamente protegida, hasta la capa de arcilla más o menos
espesa. Es fundamental ser muy cuidadoso en la aplicación y
mantenimiento de esta solución. Si se advierte que los residuos pueden
dañar la capa protectora, se los debe rechazar.
b) La tercera precaución es tratar las aguas que corren antes de arrojarlas al
medio exterior, lo que supone, primero, que se las pueda recolectar, es
decir que se haya construido una red suficiente de caños de desagüe y de
sumideros. La gran dificultad reside en que suele ignorarse la composición
exacta del agua, y por lo tanto el tratamiento que se le debe aplicar. A
menudo se recurre a técnicas muy elaboradas, cuyo costo guarda relación
con su complejidad. Felizmente los desechos suelen poseer una capacidad
de retención bastante importante, lo que permite que la mayor parte del
agua se evapore en lugar de correr.
Todas las obligaciones que imperan para los depósitos comunes rigen igualmente
para los depósitos industriales, pero aún acrecentadas; en especial, el estudio
geológico preliminar y la colocación de los desechos y del material de
recubrimiento. Los sitios apropiados para tales depósitos se están inventariando,
en el bien entendido de que no se pueden admitir sustancias explosivas,
radioactivas, o que contengan los cuerpos tóxicos mencionados en algunas listas,
como la incorporada al decreto del 19 de agosto de 1977.
3. Los depósitos especiales. Para los desechos tóxicos, existen depósitos
especiales que aprovechan las configuraciones geológicas excepcionales. Se
pueden citar dos tipos, que se encuentran ya en funciones en Alemania:
37
compatibles entre sí. Los desechos sólidos pueden colocarse en montón
entre los toneles o en compartimientos particulares. Cada capa de
desechos se recubre con una capa de arcilla compactada de 0.5 m de
espesor. Después de llenado totalmente el depósito se recubre con una
capa de arcilla de 2 m de espesor, y por encima con una capa de tierra
arable en forma de cúpula muy ensanchada (un 7% de inclinación), cuya
máxima altura estará a 11 m por encima del nivel natural.
En el interior del depósito, se disponen varios puntos de observación con el
fin de poder controlar las aguas de manera permanente. La tierra arable
servirá de soporte a las pasturas. Mediante extracciones apropiadas, se
podrá comprobar si los desechos no tienen ninguna reacción química con el
material de soporte, riesgo que parece muy escaso pero que no debe
subestimarse.
Los desechos se analizan antes de depositarlos, de manera que queden
próximos sólo desechos que sean compatibles aun durante largos periodos.
Por ello se abren varias “canteras” simultáneamente. El plano de los
depósitos es trazado con todo cuidado y mantenido al día. Los toneles no
se aceptan si no contienen exclusivamente sólidos.
En el caso de toneles dudosos, se acostumbra horadarlos mediante una
perforadora para comprobar que no contengan líquidos.
Los empresarios de estos depósitos son considerados responsables si se
vierten desechos tóxicos en el medio exterior por un término de cincuenta
años. Se trata de un verdadero centro de tratamiento, que emplea
corrientemente entre veinte y treinta personas, entre ellas algunos químicos
calificados. El precio por depositar los desechos está en relación con los
gastos que requiere, y puede sobrepasar 250 F/t (100 media/t).
38
a) El depósito es la solución cuando todas las demás soluciones son
imposibles, en particular para los desechos incombustibles y difíciles de
transformar químicamente en razón de su inercia (vidrios) o de su
naturaleza (arsénico o mercurio). Es también la única solución razonable
para los desechos poco nocivos y difícilmente reconvertibles.
Esto implica que los desechos deben ser conocidos al máximo, y exigen una
colaboración real entre el industrial, el recolector y el empresario del depósito.
Supone también un laboratorio instalado in situ, equipado con un personal
suficiente y con el material adecuado, lo que produce sin duda gastos
considerables de instalación, colocación y explotación.
Como se comprobó más arriba, el precio de la colocación en el depósito de una
tonelada de desecho tóxico, puede ser muy superior al de la incineración de una
tonelada de desechos domiciliarios.
1.Recuperación directa. Esta solución se emplea cada vez con más frecuencia, en
razón, tanto de la recuperación misma, como de las economías que se efectúan
en la depuración. Abundan los ejemplos en los desechos líquidos. Por ejemplo, el
suero de lechería se destina con frecuencia a la alimentación de puercos (se ha
llegado a decir que la mayor parte de los desechos de una lechería está
39
constituida por excrementos de puerco). La diseminación de las aguas
desechables de fábricas de conserva sobre las praderas, puede considerarse
como una recuperación directa.
Bajo la forma de panes grandes, las partes no utilizables de materias vegetales
provenientes de cervecerías, aceiteras, etc., se utilizan como alimento de ganado,
etc. Se puede citar también la sangre recogida en los mataderos (160 000 metros
cúbicos anuales en Francia), que puede servir de fertilizante gracias a su riqueza e
nitrógeno, o también aprovecharse en la fabricación de algunos hormigones.
Este tipo de recuperación es sin duda de gran interés para el industrial, para el
propio recuperador y para la sociedad entera. No obstante, se ve limitado por dos
razones:
40
Algunos investigadores han estudiado con éxito la cría de gusanos de tierra
(Congreso de Bale, de marzo de 1978), los cuales, reducidos a polvo, constituyen
un alimento apreciado por el ganado. Todavía es demasiado pronto para emitir un
juicio definitivo, pero es innegable el interés de tales estudios.
Otras investigaciones se refieren a la producción de cuerpos químicos tales como
el metano o el furfurol, mediante una evolución anaeróbica. En la literatura
reciente, suele denominarse “biogás” al conjunto de la producción gaseosa. Se
depositan muchas esperanzas en esta técnica, especialmente en los países en
vías de desarrollo, pues ese gas es bastante rico y de un empleo muy vasto, que
puede constituir una fuerza de energía diseminada por todo el conjunto de un
territorio dado.
No obstante, su dificultad reside en la constancia de su fabricación, que debe
hacerse a partir de desechos de composición variable. Desde que se entra en la
etapa industrial, es indispensable poder amortizar los gastos de inversión y
explotación, valiéndose de los recursos respectivos. Si las diferencias en la
naturaleza de los desechos producen interrupciones o variaciones demasiado
grandes en la producción de cuerpos útiles, la operación pierde rápidamente todo
interés práctico, y se refugia –a veces provisionalmente- entre las curiosidades de
laboratorio.
42
Cuando hay exceso de un tipo de desechos con respecto a otro, se utilizan
reactivos químicos tales como la lechada de cal o el ácido sulfúrico, que pueden
ser materias de recuperación. La reacción de neutralización tiene por resultado
formar sales o hidróxidos metálicos, muchos de los cuales son insolubles. Ello se
simula antes en laboratorio; y así se ha descubierto el gran interés de algunos
reactivos, especialmente del sulfato ferroso, que puede ser también un material de
recuperación.
El cromo es muy utilizado en forma “hexavalente” en la industria de los
tratamientos de superficie (se habla de los “cromados” de un automóvil), pero es
muy tóxico en esta forma. El sulfato ferroso lo reduce a cromo “trivalente”, poco
tóxico, si se lo opera en medio ácido; con precipitación de sulfato férrico insoluble.
Para el tratamiento de los baños de cromo se opera de la siguiente manera:
- Se introduce en una cubeta de reacción, aguas desechables de cromo,
sulfato ferroso y eventualmente ácido sulfúrico.
Cuando termina la primera reacción, se introducen los otros ácidos utilizados, con
excepción de las mezclas nítricas y nítrico-fluorhídricas, que producirían
reacciones parásitas.
- Se neutraliza con lechada de cal.
Todas estas reacciones deben seguirse y controlarse en forma permanente.
La mezcla neutralizada se envía a un decantador de tipo clásico, donde los
sedimentos son objeto de los tratamientos mencionados en el apartado 4 que
sigue. Las aguas que quedan se dirigen hacia cubetas de control, donde se las
analiza antes de ser devueltas al medio exterior.
Si no están de acuerdo con las normas de rechazo, volverán a dar lugar a un
nuevo tratamiento.
Se le puede reprochar a este método el ser discontinuo; pero en cambio presenta
la gran ventaja de poder adaptarse a todas las situaciones nuevas.
Naturalmente, exige de parte de los químicos un prolongado hábito en este tipo de
tratamiento.
43
- La oxidación mediante el agua oxigenada, bastante difícil de llevar a cabo,
o mediante el ácido monopersulfúrico, SO 5H2, llamado “ácido de Caro”.
Siempre que permanezca en medio alcalino, con un pH próximo a 10, la
reacción es completa. Pero este producto es relativamente poco estable, lo
que produce dificultades para su almacenamiento, y además es bastante
caro;
- La liberación del ácido cianídrico en medio ácido, seguida de una
combustión que, para que sea total, debe hacerse entre 400-450°C, en
presencia de un catalizador. No obstante, quedan siempre algunos rastros
de cianuro disueltos, y por ello sus aguas residuales son tratadas en
seguida mediante una mezcla de ácido de Caro y de agua de Javel.
En ciertos casos, se pueden oxidar directamente los cianuros de ozono.
5. Casos de cuerpos tóxicos difíciles de tratar.
A) Desechos de laboratorios y de estaciones experimentales. Estos desechos
se caracterizan por una muy grande variedad de cuerpos químicos muy
diferentes, a veces muy tóxicos, en cantidades pequeñas o muy pequeñas
(menos de un litro). Contrariamente a lo que se podría suponer, no siempre
están determinados con precisión. Estos desechos se presentan con
frecuencia en toneles, pero no son raros los conjuntos de frascos, lo cual no
facilita las cosas. El tratamiento de tales desechos es delicado y debe ser
objeto de un examen profundizado en cada caso, lo que genera una
variedad de precios muy amplia.
Es posible encarar la incineración del conjunto, siempre que se esté seguro
de que no hay ningún peligro de explosión o de desprendimiento de gases
nocivos; o bien el revestimiento con un material inerte (por ejemplo,
cemento) y enviar luego el tonel así solidificado a depósitos especiales. La
elección del camino a seguir sólo puede decidirse después de un estudio
profundo.
B) Caso de desechos altamente tóxicos y no tratables. La sustancia tóxica de
un desecho puede ser un cuerpo artificial fabricado por la industria humana,
como los órganos clorados, que no existen en la naturaleza, o un cuerpo
simple como el arsénico. La dificultad de tratarlos puede provenir, en el
primer caso, de su inercia, lo que es muy raro pues un cuerpo inerte no es
tóxico a la temperatura ordinaria; o bien del peligro de combinaciones
tóxicas durante su tratamiento. Es así que la combustión de ciertos
compuestos clorados puede producir fosgeno, gas asfixiante muy conocido.
Cuando la toxicidad se debe a un cuerpo simple, ningún tratamiento
químico cambiará nada; a lo sumo, podrá hacerlo pasar de un estado de
oxidación a otro, si éste es menos tóxico, como vimos en el caso del cromo.
Para algunos cuerpos, como el arsénico, la etapa de oxidación tiene escasa
influencia en su toxicidad.
Por último, para otros desechos, las técnicas de tratamiento por medios
químicos existen, sí, pero son muy onerosas o de un rendimiento
demasiado variable. Es el caso de las sales de remojo, compuestos que
44
incluyen los cianuros, los nitruros, etc., y que una vez fundidos reciben las
piezas de metal a tratar. La pérdida de la toxicidad de estas sales supone
una solubilización seguida de una descianurización, donde los nitruros se
transforman en nitritos y nitratos, que tienen el inconveniente de ser todos
solubles e indeseables en los rechazos.
La solución puede consistir, como para el caso de los desechos de
laboratorio, en que se los coloque en toneles después de una eventual
solidificación.
El elevado precio de tal tratamiento obliga a un control continuado de las
autoridades responsables, para evitar que otros “circuitos” mucho menos
onerosos, pero peligrosos por demás desde el punto de vista de la protección de
las aguas y de la atmósfera, puedan establecerse clandestinamente…
6. Evacuación de las aguas de tratamiento. En el caso más general, los centros de
tratamiento de desechos están sometidos a normas tan coercitivas como las otras
industrias, aunque tengan por materia prima un concentrado de contaminación. En
particular sus rechazos líquidos no deben sobrepasar un cierto contenido en
hidrocarburos, materias orgánicas, metales pesados, etcétera.
Para estos rechazos incluyen –además de la fase acuosa de reacciones tales
como la neutralización examinada en el capítulo anterior-, las aguas de lavado, de
enjuague de los recipientes de agua, de separación de los fluidos parcialmente
acuosos, etc. A estos diversos orígenes, corresponden otras tantas
características, a veces muy diferentes unas de otras. El único elemento favorable
es que los volúmenes de las aguas utilizadas son en general muy débiles. Un
centro, aunque sea importante, no sobrepasa casi 100/200 m 3/diarios, volumen
que corresponde apenas a una aldea de mil habitantes.
Una vez evacuados los rechazos que responden a las normas legales, se procede
a una mezcla de las otras aguas en una cubeta-tapón, que beneficiará a sus
eventuales complementariedades –la serie de las operaciones es
fundamentalmente materia de casos especiales. Puede ocurrir que se haga
necesario un “descremado”, que los sedimentos recolectados sean abundantes, o
que sea indispensable restablecer el pH –a veces muy difícil en medio diluido. Y
ocurre también que las reacciones químicas espontáneas entre las diferentes
aguas residuales pueden bastar para que el líquido resultante esté de acuerdo con
las normas de rechazo, pues no siempre hay que esperar lo peor.
La solución más elegante consiste, sin embargo, en reducir tanto como sea
posible el volumen de los rechazos, y tener una estación “seca” que reconvierta
todas sus aguas con los desechos líquidos.
Las moléculas de agua son entonces evacuadas:
- Ya sea a través de los sedimentos como líquido intersticial;
- Ya con los humos, si una instalación de incineración está unida a la
estación físico-química;
- Ya sea por evaporación, si los rechazos se utilizan como enfriadores del
fluido.
45
Estas dos últimas soluciones tienen la ventaja de dejar escapar hacia la atmósfera
sólo un fluido poco contaminado, cuyas partículas sólidas quedan con los
desechos de la fábrica.
En cualquier caso, todos los rechazos deben controlarse permanentemente, lo que
se verá facilitado por el empleo de cubetas de control.
7. Los desechos radioactivos o “desechos atómicos”. En el marco restringido de
este opúsculo, es imposible tratar en detalle el caso muy particular de los
desechos radioactivos. La dificultad principal de su tratamiento estriba en que
resulta imposible actuar sobre su “periodo”, es decir sobre su ritmo de destrucción
espontánea. En cambio, tienen la ventaja de ser mucho menos abundantes: una
central térmica de 1 000 MW produce por año 280 000 t de cenizas y hollín, y 26
millones de toneladas de humos; mientras que una central nuclear moderna
equivalente, genera tan sólo 200 a 300 t de desechos y ningún humo (1 kg de
uranio sumistra la misma energía que 7 t de combustible o que 11 t de carbón).
Los desechos de débil y mediana actividad, que incluyen entre otros los de los
hospitales (hay en Francia 3 200 usuarios de radio-elementos) se envuelven en
sustancias vitrificantes (hormigón, resinas termo-endurecedoras) y son enviados a
depósitos especiales. Los desechos de alta actividad (100 m 3/anuales
actualmente) se colocan en cubas herméticas de acero especial, que se disponen
en otras cubas que, en caso de accidente, pueden a su vez emplazarse en un
conjunto familiar.
Los lectores interesados encontrarán una documentación abundante en los
servicios especializados del EDF.
1
VII. INCINERACIÓN
46
- Algunos desechos tienen poder calorífico muy importante; otros, en cambio,
no generan prácticamente ningún calor. Algunos hornos equipados
insuficientemente sufrieron graves averías cuando se introdujeron en ellos
desechos de alto PCI.
48
- Materias viscosas, que sólo pueden bombearse aproximadamente a 50°C;
- Eventualmente, sólidos persistentes y partes acuosas que se separan de la
parte rica en hidrocarburos.
49
En algunos centros se pueden introducir directamente los toneles llenos: un
ascensor carga el tonel; y también que el contenido se pueda quemar con
regularidad en plazos convenientes (ni demasiado largos ni demasiado
cortos) y de una manera completa.
D) Combustión. La abundancia de desechos pastosos hace imposible una
aereación a través de la capa de desechos en ignición, porque los riesgos
de obstrucción de las rejillas y de deterioro de los ventiladores resultan
excesivos. Por lo tanto sólo se pueden prever para los sólidos los hornos
giratorios de aereación longitudinal. A volumen igual, los hornos para
desechos industriales tendrán una capacidad menor que los hornos para
residuos domiciliarios, pues una combustión completa es mucho más larga
y difícil de asegurar si nos limitamos a aerear la capa superior de los
desechos. Una aereación más viva podría tener como consecuencia un
exceso de aire, con todas sus consecuencias sobre las dimensiones de las
obras: ventiladores, eliminadores de polvo, chimeneas, etcétera.
En los primeros metros de su recorrido por el horno, los desechos sufren un
calentamiento que los llevará hasta una temperatura de entre 800°C y
1000°C, que se podrá acompañar por una desecación enérgica para los
desechos húmedos. Es importante que los desechos no se inflamen
demasiado rápido, tanto por la conservación de las obras de entrada como
para evitar todo retorno intempestivo de materias en ignición hacia el
extremo del horno.
Con este fin suele contemplarse la posibilidad de inyectar aire “frío”, cuya
temperatura debe permanecer entre 20°C y 100°C. Si se introduce
directamente aire atmosférico, habrá que prever un calentador de aire frío
cuando se está en pleno invierno, calentador que puede utilizar una parte
de los humos.
La parte central del horno está dedicada a la combustión propiamente
dicha. Hay que cuidar la temperatura para evitar que se forme un exceso de
“lavas”, que amenazarían con causar desórdenes al solidificarse. Sin
embargo, la temperatura se irá elevando hasta 1 100°C a intervalos
regulares, con el fin de “desengrasar” el horno, dejando que salgan las
partes más resistentes. Esta temperatura se alcanza mediante la
combustión de desechos que contengan tan pocas cenizas como sea
posible. El revestimiento refractario –ya sea de ladrillo o de hormigón- debe
ser capaz de resistir estas temperaturas tan elevadas, pero también la
abrasión de los desechos que permanecen sólidos, como los toneles. Una
parte más o menos grande de este revestimiento debe ser reconstruida
todos los años, cuando se lleva a cabo el mantenimiento habitual.
En la parte final del horno, los desechos se enfrían antes de ser retiradas
las escorias. Éstas caen en el agua y son evacuadas por cintas
transportadoras, como ocurría con las provenientes de los residuos
domiciliarios. Pero estos desechos industriales tienen una tendencia más
acentuada a aglutinarse en bloques importantes, debido a la vitrificación de
muchos de ellos durante su combustión.
E) Tratamiento de los humos. Haya habido o no incineración de líquidos
después de la de los sólidos, los humos deben ser enfriados antes de que
50
se los trate y evacue. La oportunidad de recuperar el calor se examinará en
el apartado 5, pero desde ahora debe decirse que el pasaje por una caldera
sólo será posible si los humos no contienen ningún elemento nocivo en
proporción excesiva, especialmente cloro o azufre. En caso contrario, hay
que tratarlos, en general “por lavado”, es decir pasándolos a través de una
cortina de agua. El líquido que se recoge es evidentemente muy ácido, su
pH es raramente superior a 1, lo cual genera dos consecuencias:
- Este líquido tendrá que ser sometido a un tratamiento físico-químico;
- Las torres de lavado tendrán que construirse con materiales resistentes a la
corrosión, como las cerámicas refractarias.
De ahí que el enfriamiento de los humos sea uno de los problemas más
importantes del tratamiento de este tipo de desechos.
Luego los humos pasan por un eliminador de polvo de tipo clásico: multiciclones o
electrofiltros, que no son muy diferentes a los empleados para los desechos
domiciliarios.
El cálculo de la altura de las chimeneas de evacuación se rige por normas oficiales
que toman en cuenta la composición de los humos, el contorno geográfico, la
meteorología del lugar, etc. Pueden llegar a tener alturas importantes: no es
infrecuente que los centros construyan obras de 60 a 80 m de altura.
51
Tratamiento de las aguas. Las aguas de un centro de tratamiento pueden tener
múltiples orígenes:
- aguas corrientes;
- aguas de lavado de cisternas o de áreas de almacenamiento;
- aguas que provienen de la decantación de desechos aceitosos o no,
etcétera.
Las normas de rechazo son en general las mismas que las de una estación de
depuración, es decir bastante severas dada la actividad que desarrolla en el
centro. El equipamiento más corriente es un juego de cubetas (entre dos y cinco),
en las que se recogen estas aguas con el fin de comprobar su naturaleza y
eventualmente tratarlas. Un elemento favorable es el bajo volumen de los
rechazos.
5. Recuperación de calorías. Como en el caso de la incineración de residuos
domiciliarios, se plantea la cuestión de la oportunidad de recuperar las calorías
producidas por la combustión de los desechos industriales.
Se pueden señalar como elementos favorables:
- la gran capacidad calorífica de algunos desechos industriales, y por lo tanto
la mayor cantidad de calor que es posible valorizar, así como la capacidad
de producir vapor de características más altas;
- el emplazamiento frecuente de tales centros en zonas industriales, por lo
tanto la presencia de posibles clientes para la energía que se produzca;
- el precio elevado de la inversión general, que hace proporcionalmente
menos gravoso el suplemento que debe destinarse a esta recuperación.
En cambio, existen elementos desfavorables:
- grandes variaciones de los desechos en cuanto a su cantidad y calidad, lo
que produce serias dificultades de regulación y la necesidad de buscar con
más cuidado la homogeneización de la mezcla que se introduce en el
horno;
- la presencia frecuente de sustancias corrosivas o indeseables en los
humos, lo que puede generar la obligación de prever una etapa de lavado,
al tiempo que se hace muy difícil la recuperación.
También hay que mencionar los accesorios obligados para una recuperación de
calor, fundamentalmente:
- una caldera concebida especialmente, es decir con pasaje de humo
ampliamente calculados;
- una boca de agua, tanto más completa cuanto más alta sea la presión de
funcionamiento a alcanzar. Si se desea llegar hasta 30 bars y 400°C,
valores convenientes para una recuperación de energía eléctrica, hay que
prever una desmineralización completa, es decir el paso del agua por una
serie de resinas intercambiadoras de iones. La regeneración de estas
52
resinas se efectúa por medio de ácidos y de bases fuertes, que producen
líquidos residuales cuya depuración habrá que prever;
- un turboalternador en el caso de una recuperación de energía eléctrica.
Con frecuencia basta con una distención parcial en una turbina llamada de
contrapresión, que produce la energía eléctrica que el centro necesita,
mientras el vapor de escape se le entrega a los clientes, una vez deducido
el “vapor de servicio” que el centro requiere para su funcionamiento.
Esta solución presenta la ventaja de su flexibilidad, desde que el circuito de vapor
puede incluir varias curvas, aparte de su simplicidad, ya que sólo el vapor que sale
de la fábrica se destina a la entrega. No obstante esta solución debe enfrentarse
con dos dificultades:
- el suministro de vapor y de electricidad se verán sometidos forzosamente a
grandes variaciones. Pero la electricidad y el vapor son indispensables para
el funcionamiento de la fábrica. Por lo tanto habrá que prever dispositivos
de alimentación de emergencia. Pero cuando se trata particularmente de
producir vapor, un generador no puede suministrar con rapidez su potencia
nominal, si no se lo mantiene permanentemente en un “mínimo técnico”,
que representa el 10 o 15% de sus posibilidades. Por lo tanto disminuyen la
generación de energía y las economías que se pudieran realizar en los
gastos de explotación;
- el vapor debe estar en condiciones de condensarse, aun si la demanda
exterior es nula, pues los humos tienen que enfriarse permanentemente.
Por lo tanto hay que prever un condensador de emergencia (en general, un
“aerocondensador”, que enfría el vapor manteniendo una corriente de aire,
de manera análoga a la de los radiadores de automóviles), capaz de
condensar la totalidad del caudal de vapor; pero se trata de una inversión
costosa, que genera gastos no desdeñables de esta misma electricidad que
se quiere producir.
Tomando en cuenta estas limitaciones, ¿es utópico pensar en recuperar total o
parcialmente la energía a partir de la incineración de desechos industriales
sólidos, lo que sería cada vez más deseable vistas las dificultades económicas
actuales?
Nadie duda de que existen termias abundantes y de alto nivel en los desechos
industriales. Estas termias son incluso una incomodidad en el tratamiento de los
humos, porque hay que eliminar una buena parte de ellas antes de enviar al gas a
un electrofiltro o a un simple multiciclón.
Pero no hay que perder de vista que la irregularidad de la producción y las
necesidades técnicas generadas por el carácter particular del combustible, traen
como consecuencia que disminuye considerablemente el beneficio de la
operación.
Por consiguiente resulta claro que, salvo casos particulares como el de
Sandouville, cerca del Havre, las calorías recuperadas no podrán serlo fácilmente
si no es con un rendimiento relativamente débil y un nivel bastante bajo (vapor a 3
0 4 bars, temperatura entre 250° y 300°C).
53
IX. EMULSIONES ACEITOSAS Y SOLVENTES CLORADOS
1.Emulsiones aceitosas.
A) Generalidades. Estas emulsiones, casi siempre designadas con el nombre
impropio de “aceites solubles”, son muy utilizadas, sobre todo en la
industria mecánica. Consisten en líquidos blanquecinos que contienen entre
40 y 98% de agua, mientras que el resto se compone de aceite, agentes
emulsionantes, tensoactivos, inhibidores de corrosión, etc.
Durante su uso se cargan de virutas y recortes de metal, pero su composición
química se modifica también por la influencia de la temperatura, con aparición de
hidrocarburos aromáticos.
Se considera que se rechazan en Francia alrededor de 300 000 m 3 anuales de
emulsiones usadas con 95% de agua. Su DQO (demanda química de oxígeno)
puede sobrepasar los 100 000 g/m3, valor que se debe comparar con las normas
habituales de rechazo= 120 g/m3.
La eliminación de este desecho consistirá en separar la emulsión para poder
recuperar, si es posible, la fase aceitosa, ya sea para tratar de regenerarlo, o para
utilizarlo como combustible.
B) Incineración. La incineración directa de los aceites solubles es posible, pero
presenta los siguientes inconvenientes:
- PCI muy bajo, y entonces el horno reacciona como si se le inyectara agua.
Pero si esto puede buscarse en algunos casos particulares, no se trata de
un combustible y es preciso generar calor valiéndose de otros desechos;
- presencia de partículas sólidas, con frecuencia metálicas; ellos hace
necesario que los inyectores y pulverizadores lo prevean o que previamente
se efectúe una filtración muy cuidadosa;
- presencia de cuerpos químicos activos, que pueden producir serias
corrosiones, dadas las temperaturas a que son tratados;
- por último, imposibilidad de recuperar nada.
54
- empleo de reactivos que neutralizan la acción de los agentes
emulsionantes;
- cambio de las características del medio, particularmente por una fuerte
variación del pH mediante inyección de ácido, etc.; en ciertos
procedimientos, se transforma la emulsión de aceite en el agua, en
emulsión de agua en el aceite (del tipo “mayonesa”), que entonces resulta
fácil de evacuar;
- centrifugación enérgica, a menudo después de la “separación” ácida de las
emulsiones;
- ultrafiltración, es decir pasaje a través de membranas porosas,
extremadamente finas, que retienen a los aceites con moléculas más
grandes. Esta operación se hace naturalmente bajo presión; la tenue
conservación de las membranas es un elemento fundamental de la calidad
de este tratamiento, para el que se han aportado numerosos
perfeccionamientos en estos últimos años.
El agua así despojada de aceite, no se puede arrojar directamente al medio
exterior, pero los tratamientos que se le deben aplicar son los habituales para
aguas industriales usadas.
2. Aceites usados. Incluyen todos los aceites residuales. Para una producción en
Francia de 80 000 t por año, se considera que es recuperable un poco más de la
mitad, pero que apenas se recolecta un tercio. Hay, pues, muchos progresos que
hacer en este campo. Actualmente sólo se permite su incineración si no se los
puede regenerar; y ella no presenta otras dificultades que las propias de cualquier
desecho. Su PCI es a veces excelente (hasta de 9 000 y 10 000 term/ton).
La regeneración de los aceites es ahora una técnica muy bien conocida que
supone en particular:
- una decantación en frío;
- una decantación al calor (entre 170°C y 200°C), que separa el aceite de los
solventes más ligeros, y de la mayor parte del agua que quedará después
de la decantación;
- una destilación clásica.
La parte oleosa pasa enseguida por un tratamiento particular, que comprende
entre otras operaciones:
- una centrifugación al calor;
- una acidificación;
- un pasaje por tierras filtrantes, etcétera.
Todas estas operaciones engendran, naturalmente, desechos y aguas residuales
que a su vez tendrán que ser tratadas: por citar sólo un ejemplo, la incineración de
los alquitranes sulfúricos debe examinarse con mucho cuidado y realizarse con
precaución. El precio de la operación es elevado, pero la venta de los aceites
recuperados aligera mucho los costos. Como se trata de productos cuya materia
55
prima debe importarse, todas estas técnicas se ven ahora favorecidas en el plano
administrativo.
3. Solventes clorados. Muchos solventes tienen contenidos en cloro
particularmente elevados: 70% y a veces más. No es posible pensar en
incinerarlos en las instalaciones clásicas, salvo que se encuentren en cantidad
muy baja, puesto que la proporción de cloro en los humos está fijada a niveles a
menudo inferiores al 1%. Una de las soluciones que se proponen actualmente en
la incineración en el mar, en barcos equipados especialmente con este fin. El gua
de mar, en efecto, contiene cloro en abundancia, de modo que su poder de oficiar
como “tapón” es considerable.
Estos barcos están equipados con hornos cilíndricos de alrededor d 14 m de
diámetro y 10 a 11 m de altura, y los gases se escapan hacia lo alto.
Estos hornos contienen unos veinte quemadores de una capacidad de 1 a 1.5 t/h,
y se les puede suministrar combustible para mantener la instalación a la
temperatura debida.
Las operaciones de quemado se controlan cuidadosamente, en especial la
temperatura de combustión, que debe permanecer entre 1 200 a 1 700° C, lo que
asegura la ruptura de las moléculas más resistentes sin poner al material en
peligro. En la práctica, se lleva la temperatura del horno a 1 300°C por medio del
combustible, antes de introducir el solvente; pero hay que disminuirla a 100°C
antes de que el barco retorne a su puerto. Se hacen estudios para poder quemar
desechos de no líquidos, particularmente desechos de toneles. Y se toman
numerosas medidas de seguridad para proteger al personal y al material; pero
extenderse sobre este tema sería sobrepasar el marco limitado de este opúsculo.
Se han adoptado varias medidas por parte del Ministerio de la Calidad de Vida
para comprobar si este quemado en alta mar ejerce alguna influencia notable
sobre el medio marino.
De este estudio resultaron las siguientes comprobaciones:
- que los gases recogidos a la salida del incinerador contienen
fundamentalmente nitrógeno, oxígeno, anhídrido carbónico, ácido
clorhídrico, un poco de óxido de carbono, mientras que sólo se encuentran
rastros de los otros compuestos clorados, como los clorofenoles.
Particularmente el fosgeno sólo se encuentra en proporciones inferiores a
2x10-6 (2 ppm);
- a unos quince m por encima del nivel del mar y en la zona del penacho de
humo, la concentración máxima de ácido clorhídrico es del orden de 10 -6;
- el pH del agua de mar situada bajo el penacho, no varía más de 0.05 por
unidad durante quince segundos, lo que parece demostrar que la influencia
sobre las poblaciones planctónicas es desdeñable; y ello fue confirmado por
varias medidas que se hicieron en las zonas de quemado, tanto sobre el
plancton como sobre los peces.
Sin pretender que esta solución sea una panacea, lo que es muy improbable en el
dominio de los desechos, parece tener al menos verdadero interés.
56
X. ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LOS CENTROS DE
TRATAMIENTO
Como todo este capítulo lo ha dejado entrever, el tratamiento de los desechos
industriales, en particular en su forma sólida o concentrada –las aguas
desechables y las de enjuague no plantean en absoluto los mismos problemas-,
pone en práctica técnicas específicas y bastante elaboradas. Merced a la
influencia de una legislación que acertadamente hace responsable al industrial de
sus desechos, más allá del simple acto de arrojarlos en un colector, los centros de
tratamiento han surgido tanto en Francia como en el extranjero.
El papel de estos centros es el tratar dichos desechos, relevando así al industrial
de toda preocupación, una vez que se ha efectuado la transferencia de
responsabilidad (¿habría que decir “la propiedad”?).
El origen de estos centros es muy diferente. Algunos surgieron de asociaciones
industriales, otros fueron tomados a cargo por sociedades de economía mixta, y
otros, en fin, se deben enteramente a iniciativas privadas, generalmente como una
prolongación de las actividades de recolección de desechos. No obstante, la
variedad de los desechos, que produce a su vez la de los tratamientos, demuestra
que es ilusorio pensar en centros “universales”. Si la polivalencia es de rigor, no lo
es menos la especialización. Las operaciones tales como la descianurización, la
combustión de los líquidos de bajo punto de inflamación, la separación de las
emulsiones oleosas, etc., exigen un personal y un material altamente
especializados para cada función.
Es primordial que los desechos se encuentren perfectamente identificados;
primero, para adoptar una decisión en cuanto a si se acepta o se rechaza la
entrega (o si es necesario enviarla a otro centro especializado para su
tratamiento); y luego para su almacenamiento. Ya hemos visto que la mezcla de
desechos “incompatibles” puede tener muy graves consecuencias, desde la
obstrucción de las canalizaciones debido a reacciones químicas intempestivas,
hasta el desprendimiento de vapores tóxicos. El laboratorio desempeña un papel
muy importante en la elección del sistema de tratamiento, y por ello en el precio a
facturarle al industrial.
Sin perjuicio de que el personal de los centros de tratamiento deba ser
especialmente calificado para las tareas que se le confían, las cuestiones de
seguridad son primordiales, pues muchos productos a tratar resultan peligrosos,
en razón, ya sea de su toxicidad, ya de su carácter explosivo. En un centro está
prohibido fumar (salvo en las oficinas), y se excluyen los motores a explosión:
todos los artefactos deben estar equipados con motores “diesel”. También es
preciso que los equipos de manipuladores sepan adaptar las operaciones de
tratamiento (reacciones químicas o combustión) a las particularidades de las
materias primas que a veces no tienen ninguna consistencia en sus
características. Esto requiere un prolongado hábito, un largo aprendizaje y una
atención permanente.
Las operaciones de mantenimiento se efectúan de acuerdo con un programa
riguroso y demandan una habilidad y una experiencia por encima del promedio. En
el sentido estricto del término, se trata de un trabajo de especialistas.
57
Por otra parte, el centro puede verse obligado a apartarse en ocasiones de su
función estricta de “destructor”: a veces se ha entablado un diálogo fructuoso entre
los centros y los industriales con respecto a algunos desechos, que mediante
modificaciones de poca importancia en su fabricación o recolección, han podido
hacerse más fáciles de tratar, y por lo tanto menos onerosos.
Los precios de los tratamientos parecen, en efecto, más gravosos cuando se los
compara con los tratamientos sumarios (para decirlo generosamente) que antes
se practicaban de manera habitual.
58
Un centro de tratamiento debe seguir muy de cerca las necesidades del mercado.
Es así que el centro de Limay, cerca de París, dirigido por SARP Industrias, ha
sido concebido y realizado para asegurar la descianurización, la neutralización, la
reducción del cromo hexavalente y la fijación de los sedimentos.
59
Poco ha poco se le han incorporado una incineración de desechos líquidos, un
tratamiento de aceites usados, luego de aguas fenoladas, una recuperación del
cobre, un tratamiento de desechos de laboratorio, todo lo cual le ha permitido
elevar su capacidad a más de 150 000 toneladas por año.
Si quisiéramos ser exhaustivos, tendríamos que mencionar también los servicios
emergentes del transporte y la recolección. Una fábrica implantada en una red
industrial muy nutrida y bien provista de medios de destrucción, no tendrá que
cumplir las mismas funciones que otra situada en una región poco industrializada.
Hay que recordar que cuando un industrial le transfiere un desecho a un centro, le
confía al mismo tiempo la responsabilidad, como lo atestigua el certificado que se
le otorga, indicando que se hace cargo de ese material.
Para concluir: se puede afirmar que la existencia de centros de tratamiento se
inscribe enteramente en el marco de la división del trabajo de las actividades
“anticontaminación”, y permite confiarles a los especialistas las tareas que son
propias de especialistas.
60
III. CASOS PARTICULARES DE SEDIMENTOS
61
1
Especialmente el Traitement des Eaux, col. “Que sais-je?” ya citado.
- Sólido, para que no se expanda fuera del lugar donde ha sido depositado;
- Químicamente inerte, y en particular insoluble:
Por un lado, porque un cuerpo “insoluble” jamás es prácticamente
tóxico, al no poder ser asimilado por organismos vivos;
Por la otra, porque las aguas que corren pueden estar en contacto con
este cuerpo sin modificar su composición.
Transformar desechos de un material así, es verdaderamente un tratamiento final.
2. Realización técnica. Consiste fundamentalmente en agregarle al sedimento una
mezcla de reactivos líquidos con incorporación de reactivos sólidos, que
desempeñan un papel análogo a las argamasas hidráulicas empleadas en la
fabricación de los hormigones. La naturaleza y dosificación de estos aditivos están
protegidos por las garantías de cada uno de los procedimientos competidores.
Algunas técnicas (Soliroc) se adecuan a los líquidos ácidos (en el caso de
desechos pastosos hay que proceder previamente a una disolución con bajo pH);
otras (Chemfix, Petrifix) sirven para todos los sedimentos que pueden ser
amasados, con la condición de que falten algunos componentes, como se indica
más adelante.
Los mecanismos que entran en funcionamiento debido a la presencia de reactivos
son extremadamente complejos. Como se habla del tratamiento de un desecho, se
puede recurrir a reacciones relativamente lentas, semejantes a las que se
aprovechaban en la fabricación de cementos ligeros en la antigüedad.
Desde el punto de vista tecnológico, un taller de solidificación se presenta de la
siguiente manera:
- Los sedimentos se depositan generalmente en un estanque cuyas
dimensiones suelen ser del orden de algunos miles de metros cúbicos. Es
aconsejable que esté equipado con un dispositivo de homogenización, para
evitar una variación demasiado grande de la composición del desecho;
- el sedimento es bombeado desde el estanque hacia un amasador al que se
le inyectan los reactivos, según proporciones que fueron determinadas por
experiencias de laboratorio; el interés de la homogenización previa es
mantener siempre el porcentaje de reactivos en su valor óptimo. Después
de algunos minutos de permanecer en el amasador, los sedimentos son
encaminados hacia otro estanque, donde se efectuará la solidificación. Esto
requiere algunas horas o días, lo que depende de los sedimentos y de las
condiciones atmosféricas. El endurecimiento se produce en tiempos de
helada, pero lleva más tiempo que en verano;
- una vez solidificados los sedimentos, los pueden recoger las máquinas de
trabajos públicos y enviarlos a depósito, al menos los que no se utilizan en
el lugar como terraplenes para construir campos deportivos, de los que
existen varios ejemplos. En definitiva terminan asemejándose a una tierra
cualquiera.
62
3. Características del material. Se han tomado numerosas medidas en laboratorio
para estimar la insolubilidad y estabilidad de las tierras que se obtienen, durante
periodos lo más largos posibles. En particular, se han llevado a cabo experiencias
de colado acelerado, haciendo que el agua se filtre a través de columnas de
sedimentos fijos.
Mediante el análisis del agua así trasegada, se puede simular, en poco tiempo,
varios años de precipitaciones atmosféricas.
El conjunto de estos experimentos permitió establecer:
- que la concentración de las aguas de filtrado disminuye con el tiempo, lo
que confirma la estabilidad a largo plazo de los sedimentos (también se ha
observado que los cementos de fraguado lento eran prácticamente
indestructibles, y al respecto se citan algunos monumentos espectaculares
como el Coliseo o el Pont du Gard);
- que la insolubilidad de los sedimentos es aproximadamente independiente
del pH de las aguas de filtración.
Se han hecho pruebas con pH de 3 y hasta de 1, por más que sea
excepcional que el pH de un agua de lluvia descienda por debajo de 5.
Las medidas que se tomaron después de utilizar efectivamente estos
procedimientos, no datan de más de siete años, puesto que estos métodos son
recientes; pero ellas confirmaron en todos sus puntos las conclusiones de los
laboratorios. Se trata de una técnica de verdadero interés para la defensa general
de nuestro ambiente vital.
4. Límite del procedimiento de fijación. Este procedimiento, por interesante que
sea, no puede considerarse universal. Hay que estimular que alrededor de un 10%
de los desechos deben declararse “no tratables” después de las experiencias de
laboratorio. Las causas de ello pueden ser de orden técnico. Para algunos
sedimentos, el fraguado se hace mal o no se hace, debido a su naturaleza
química, ya que algunos de sus componentes impiden que se realice la fijación.
Además, existen sustancias tóxicas que quedan insuficientemente “atrapadas” en
las redes de fijación. Es el caso de los cianuros, del cromo hexavalente, y a mayor
concentración, del fenol y del amoniaco disueltos. Este hecho determina que
deban descartarse los procedimientos de fijación para un buen número de
sedimentos orgánicos. Pero esta solución también puede dejarse de lado por
razones económicas. Aun cuando las inversiones que se necesitan para la fijación
son bastante limitadas (el estanque, las bombas y las amasadoras no representan
un gasto desmedido comparadas con un horno o un puesto de neutralización), el
precio de costo debe incluir gastos de mantenimiento y sobre todo los de los
reactivos.
El precio para fijar un metro cúbico de sedimentos se sitúa alrededor de 150F, lo
que es poco en comparación con tratamientos elaborados, pero muy elevado para
sedimentos orgánicos clásicos, como los de estaciones de depuración.
También hay que observar que, contrariamente a lo que ocurre en los otros
procedimientos de tratamiento, el volumen de los sedimentos fijados no se reduce
en nada por la fijación.
63
El campo de aplicación de este procedimiento es sumamente vasto: desde los
sedimentos de la metalurgia hasta los de la industria química y de los grandes
talleres de tratamiento, pasando por los de pinturas y barnices y algunos líquidos
desechables producidos en fábricas de pasta de papel.
Existen hoy en Francia varias instalaciones que funcionan en puestos fijos.
Para evitar el transporte por carretera de los desechos que contienen hasta el 80%
de agua, en distancias a veces largas, existen también estaciones móviles que
pueden tratar en el lugar algunos sedimentos depositados previamente en
estanques. Los pequeños industriales pueden beneficiarse así de las ventajas de
este procedimiento, ya sea asociándose, ya almacenando sus sedimentos por un
tiempo bastante prolongado y, desde luego, con la condición de que su estanque
no ocasione ningún perjuicio notable.
I. GENERALIDADES
Hemos visto en la introducción que un material sólo se considera desecho en la
medida en que su poseedor no puede valorizarlo. La manera más radical de
suprimir un desecho parece ser, por lo tanto, encontrarle una utilidad. Tal es toda
la cuestión de la reconversión y recuperación. Esta preocupación se encuentra en
el primer lugar de los problemas de actualidad; y ya se le dedican congresos
internacionales, señal de que se han emprendido numerosos estudios e
investigaciones en este campo.
No hay que creer por eso que se trata de algo enteramente nuevo. En todas las
épocas los pobres han tratado de alimentarse con las migajas que caían de las
mesas de los ricos. Sin llegar a considerar reconversión el caso de los
espigadores (que es, en cambio, recuperación), la profesión de ropavejero es de
las más antiguas. La novedad reside en el carácter industrial que se la a esta
actividad y sobre todo a cómo se pone el acento en su dimensión de utilidad
pública.
Hacer distinción precisa entre operaciones que pueden ir desde la “compraventa”
de antigüedades hasta la recuperación química de los reactivos de baños usados,
es de un interés más que nada teórico. Y la terminología no es en absoluto
precisa, como lo demuestra el examen de algunas palabras de uso corriente en
este campo:
- el término recuperación es muy general y abarca operaciones muy
diferentes; significa fundamentalmente que se vuelve a insertar a un objeto
o a una materia usados, en los circuitos económicos habituales.
- la palabra reconversión suele implicar operaciones de clasificación,
selección de un cierto tipo de desechos, que enseguida serán sometidos a
transformaciones que no modificarán su naturaleza profunda: se trata de
volver a disponer de metales, ferrosos o no, de viejos papeles, de
neumáticos recubiertos, etc.;
64
- en la reutilización, en cambio, existe la posibilidad de encontrar un
aprovechamiento enteramente nuevo, no previsto por el fabricante primitivo,
como es el caso de neumáticos gastados que se transforman en suelas de
zapatos. Es así que los sedimentos orgánicos pueden servir de
alimentación para el ganado, que muchas cenizas se utilizan de nuevo en
trabajos públicos, y un gran número de desechos son quemados para
recuperar el calor.
- Por último, la valorización supone una operación comercial y un balance
financiero luego de los tratamientos químicos, térmicos o de otra
naturaleza. Mas que de recuperación, se hablará de valorización cuando
una transformación conduzca a una utilización más noble de un producto
determinado, como es el caso, por ejemplo, de la fabricación de ladrillos o
de granulados sólidos a partir de cenizas.
-
II. INCITACIONES LEGALES
65
III. ETAPAS POSIBLES DE LA RECUPERACIÓN
Es muy importante tener presente siempre una recuperación es mucho más fácil y
eficaz cuando se hace…antes de comprobar que es muy difícil.
- Por una parte, el rendimiento de una recuperación química disminuye muy
rápido desde que los contenidos caen por debajo de un cierto umbral, y la
clasificación de una mezcla nunca es fácil y genera productos sucios, aun
cuando sus componentes no reaccionen químicamente unos sobre otros.
- Por otra parte, no hay que olvidar las complicaciones que produce la
recolección cuidadosa de desechos relativamente homogéneos;
manipulaciones más numerosas y sobre todo una sostenida vigilancia de
los procedimientos de fabricación.
Hay que tener presente que el objetivo primordial de una fábrica es surtir a
sus clientes en condiciones económicas satisfactorias: las cuestiones de
depuración y reconversión, por importantes que sean, siempre deberán
verse únicamente como secundarias.
Una consecuencia valiosa de estas reflexiones sobre la selección es la
importancia de la recolección, pues es en esta etapa cuando tienen lugar muchas
mezclas más o menos intempestivas. Los “generadores” 1de desechos no deben
hacer imposible la tarea del recolector. Las dificultades que se encuentran en las
“recolecciones selectivas” de desechos domiciliarios, es decir en recoger por
separado los vidrios, los papeles, los cartones, los materiales plásticos, etc.,
muestran a las claras que tales circuitos no se establecen en un día.
En cambio, una recuperación al final del tratamiento debe considerarse ventajosa
cuando el resultado de un tratamiento es homogéneo; caso de los abonos de
sedimentos y basuras, pero también de las cenizas y escorias después de la
combustión.
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donde estos métodos serán los más elaborados, particularmente para las
carrocerías de automóviles y los desechos domiciliarios.
1
Término que preferimos al de “productores”, puesto que los desechos sólo pueden clasificarse de
“productos” de una manera retorcida y forzada.
A este respecto, se puede mencionar la composición de los desechos
domiciliarios, desde el punto de vista de su recuperación.
Las cantidades que intervienen son evidentemente considerables, y están
confirmadas por los resultados de la recolección selectiva de algunas comunas
(valores indicados por el Servicio del Problema de los Desechos del Ministerio de
Cultura y el Contorno ambiental).
Vidrios 2 a 10 5 a 30
Metales 2 a 10 5 a 30
Para limitarnos a las direcciones que hoy permiten alentar mayores esperanzas,
se pueden citar:
- A titulo informativo, los métodos de clasificación de desechos domiciliarios,
mencionados en la sección III del capítulo I, que tienen más de
recuperación que de “clasificación global”, tal como acaba de ser definida;
- El cribado, a veces en dos etapas, que puede operarse sobre los desechos
brutos. Permite triturar sólo las partes más voluminosas y facilita tanto la
extracción de las partes metálicas como las clasificaciones posteriores;
- La selección balística, de la que ya se habló en la sección III del capítulo I,
dedicado al abono;
- La selección por diferencia de densidad, cuyo estudio es promovido hoy
intensamente tanto en Europa y Japón como en los Estados Unidos. Se
puede efectuar tanto por vía húmeda como por vía neumática.
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En el primer caso, las basuras divididas pasan por un proceso de trituración en un
medio húmedo, de modo que la parte orgánica, más ligera, se separa de las
partes inertes por centrifugación. La pasta que se obtiene de ese modo se seca
antes de remitirla:
- a la reconversión la parte que contiene papel;
- a la incineración las otras materias combustibles;
- a depósito sus partes inertes.
Las aguas de desecho producidas por la deshidratación deben pasar por los
tratamientos habituales.
En el segundo caso, los restos, también divididos y cribados, se envían a través
de una corriente de aire que permite una separación por densidad aparente.
El rendimiento de estas operaciones depende mucho de la naturaleza de los
desechos, y el pequeño número de instalaciones de dimensiones industriales que
se hallan en funcionamiento, le quita significación a estas medidas.
Sin embargo, se puede citar el ejemplo de un piloto de 2 t/h instalado en Francia,
que mediante cribado y selección neumática permite recuperar en promedio por
cada tonelada de restos domiciliarios: 10kg de trapos, 35kg de chatarra, 50kg de
cartones, 140kg de papeles, 70kg de vidrio, 35kg de materiales plásticos, ya que
los 660kg restantes se componen en gran parte de materias orgánicas disponibles
para elaborar abonos o incinerarlas.
3. Otros desechos.
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A)Carrocerías de automóviles. Una primera dificultad es, también en este caso, los
materiales plásticos, los vidrios, etc. Una segunda dificultad reside en la
separación de los diferentes metales, cuando las carrocerías, después de
trituradas, han sido reducidas a pequeños fragmentos. Una vez retiradas las
sustancias ferrosas que se hacen pasar por debajo de un cilindro magnético, las
sustancias no ferrosas se clasifican por diferencia de densidad, con frecuencia en
estado líquido. Algunos autores han indicado la siguiente composición para las
carrocerías trituradas (en %):
Aluminio 6a8
Cobre 2a3
Metales ferrosos 10 a 20
Zinc 8 a 12
Plomo 0.5 a 1
Caucho, materiales plásticos, tejidos y otras materias combustibles 30 a 45
Vidrio, herrumbre, polvo y otros materiales inertes 30 a 40
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básicos, se recoge por una parte una solución acuosa al 25% de amoniaco, que
es comercializable; y por la otra, una pasta negruzca de óxido de cobre, que se
utiliza en las fábricas de colorantes. Esta reconversión puede citarse como
modelo, porque el único líquido residual que debe rechazarse es el agua salada, y
todos los componentes que podrían ser dañinos vuelven a introducirse en el
circuito industrial.
V. VALORIZACIÓN
70
del orden de las 10 000 term/ton, lo que permitió obtener líquidos tan ricos como
los combustibles corrientes.
Uno de los inconvenientes de la incineración es el quitado del polvo de los gases
de combustión. Esto explica a contrario sensu el gran interés que demuestran los
fabricantes de cemento por la recuperación de todo desecho combustible que
posea un PCI notable. En efecto, el cemento se produce mediante la calcinación
de una mezcla de arcilla y de calcárea, cuyo resultado es un polvo recogido por
medio de un aparato extractor. Los polvos que provienen de los combustibles son
entonces “eliminados” con el producto terminado. No obstante, hay que cuidar que
el combustible no contenga ningún “veneno” que inhiba las reacciones de
fabricación, como por ejemplo el cloro.
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particular. Se ha suprimido la selección previa, pero la materia recuperada resulta
de calidad inferior. También se ha experimentado con éxito la producción de un
material aislante. Los materiales plásticos, previamente trozados en pedazos de
pequeñas dimensiones, de 2 a 15 cm, son llevados a una prensa antes de pasar
por una unidad de calentamiento donde un gran número de agujas a 600°C
transforman la estructura compacta del material en una estructura laminada. Las
cualidades aislantes de este producto resultan excelentes, tanto para el calor
como para el sonido. Sin duda se propondrán otros modos de recuperación, sobre
todo si se logra alcanzar una cierta homogeneidad en la composición de los
desechos a tratar.
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para fabricar envolturas de salchichas y otros productos porcinos, etc.
- mezclados:
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de transporte y mantenimiento. Frecuentemente el precio de costo de la
recuperación está muy cercano a su umbral de rentabilidad, lo que no tiene nada
de sorprendente, ya que si fuera netamente superior, el procedimiento
desaparecería, y si fuera netamente inferior, el desecho dejaría de ser
considerado tal. La reconversión, pues, está destinada a ser siempre una actividad
difícil, de la que se deben cuidar los menores gastos para que siga siendo
económicamente viable.
74
VII. CONCLUSIONES; VÍAS DE FUTURO
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subproductos considera dignos de interés y asegurarse así una publicidad
suficiente.
CONCLUSIÓN
El tratamiento de los desechos, tanto industriales como domiciliarios, es hoy una
actividad cuya necesidad nadie discute.
No obstante, ante la importancia de los gastos que deben afrontarse y sus
consecuencias a escala nacional, sólo puede efectuarse en el marco de una
reglamentación que debe agregar a las obligaciones inherentes a todo documento
de esta naturaleza, una suficiente flexibilidad como para permitir a los industriales
y a los eliminadores, adaptarse a una situación que seguirá siendo fluctuante
todavía por largo tiempo.
Con esta intención, sería deseable que quedaran presentes, en el espíritu de
todos, cuando menos tres observaciones de sentido común.
3. A partir del momento en que entra en vigencia una ley que implica la
construcción de un centro de tratamiento, hay que contar, aproximadamente:
- un año para concebirlo;
- dos años para realizarlo;
- diez años por lo menos para amortizarlo,
o sea trece en total. Pero razonablemente no se le puede pedir a nadie que ponga
en movimiento un “instrumento” tan perfeccionado como son los centros
colectivos, para declararlos fuera de servicio tres o cuatro años después, lo que no
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dejará de ocurrir si los “reglamentos en vigencia” son modificados con excesiva
frecuencia.
Agreguemos a esto que un reglamento es del orden de las causas instrumentales
y no de las causas finales, es decir que sólo puede ejercerse en el marco de una
política definida.
Por lo tanto, lo decretos dictados por el legislador deberían:
1. Incitar a los industriales a eliminar sus desechos de manera de
salvaguardar al máximo el ambiente natural.
2. Tener una elasticidad suficiente para:
- No imponerle a los industriales cargas demasiado pesadas y de manera
demasiado súbita, manteniendo sólo una presión razonablemente incitante;
- Adaptarse a los cambios de naturaleza y de peso que pueden preverse
para los desechos para los desechos;
- Estimular la construcción de centros colectivos, y sobre todo preservar los
instrumentos existentes, pues estos centros son “laboratorios” insustituibles
para el conocimiento de la naturaleza de los desechos y de sus
posibilidades de destrucción.
De ese modo, tanto los industriales como los profesionales del tratamiento de
desechos, verán en los reglamentos administrativos, no ya la amenaza de una
sujeción, sino nuevos motivos para alcanzar, gracias a sus esfuerzos propios, la
legítima satisfacción del deber cumplido.
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BIBLIOGRAFÍA SUMARIA
Pocas obras se han escrito sobre este tema. La más completa sobre depuración
industrial es la de MEINCK, STOOFF Y KOHLSCHÜTTER, que trata de las aguas
residuales industriales (Ediciones Mason). En cambio existen numerosas revistas
en francés, inglés y alemán, de varios organismos. Remitimos al lector a las
siguientes:
- ANRED, Agence Nationale pour la Récupération et l’Elimination des
Déchets [Agencia nacional para la recuperación y eliminación de los
desechos], que cuenta con una documentación muy completa, incluyendo
en particular las comunicaciones de los congresos realizados sobre el
conjunto de estos temas:
- AFEE, Association Francaise pour l’Étude des Eaux [Asociación Francesa
para el Estudio de las Aguas], cuyo centro selecciona y analiza en la
biografía internacional los documentos más significativos referentes a los
desechos.
Ministerio de la calidad de la vida, Les déchets solides.
Proposition pour une politique, 1972.
78
PERRIN, Déchets solides industriels et urbains. Elimination. Récupération PYC,
Ed. Desforges. 1978.
Introducción………………………………………………………………………………..4
Qué es un residuo……………………………………………………………………......4
Qué es un desecho “sólido”……………………………………………………………..4
Qué es “tratar un desecho”………………………………………………………………5
I. Desechos domiciliarios………………………………………………………………7
I. Generalidades…………………………………………………………………………7
II. El depósito……………………………………………………………………………10
III. La elaboración de abonos…………………………………………………………..13
IV. La incineración………………………………………………………………………19
V. El tratamiento combinado de los limos y los desechos…………………………28
79
II. Incitaciones legales……………………………………………………………...……66
III. Etapas posibles de la recuperación………………………………………………..67
IV. Técnicas de clasificado……………………………………………………………...67
V. Valorización…………………………………………………………………………...71
VI. Límites de la valorización………………………………………………………..….74
VII. Conclusiones; vías de futuro……………………………………………………….76
Conclusión…………………………………………………………………………..…..77
Bibliografía sumaria……………………………………………………………..…….79
80