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Trifulca en CU entre estudiantes y presuntos "porros"


José Antonio Román y Laura Cecilia Gómez | lunes, 03 sep 2018 16:06

Ciudad de México. Un grupo de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y otro,
presuntamente de “porros”, se enfrascaron en una trifulca a un costado de la Torre de Rectoría.

Al parecer la gresca comenzó entre porros del CCH Naucalpan y los de Azcapotzalco. Foto María Luisa
Severiano

El zafarrancho se inició poco después de que un contingente encabezados por estudiantes del Colegio de
Ciencias y Humanidades (CCH) Azcapotzalco, actualmente el paro por una serie de inconformidades, llegó
en marcha a un costado de la zona de Las Islas.

La mayoría de los jóvenes evitaron la trifulca. Foto Alfredo Domínguez

El mitin de protesta de los estudiantes universitarios se vio interrumpido repentinamente por los gritos y
agresiones de otro grupo, ubicado desde la parte alta de la explanada de Rectoría, varios de ellos con el
rostro descubierto, y con tubos y palos en la mano.

Sindicato de Estudiantes México

La agresión de fue de porros de la facultad de Derecho a estudiantes de #CCHAzcapotzalco que


denunciaban tienen un mes sin profesores

Esa vieja práctica de responsabilizar a los estudiantes que se manifiestan, como hace 50 años en el 68, ya no
servirá

Durante varios minutos, entre las 15: 10 y 15:35 horas hubo corretizas entre uno y otro grupo, además de que
fueron lanzadas piedras y petardos, y hasta el momento se contabilizaban al menos tres lesionados. Los
ingresos a la Torres de Rectoría fueron cerrados desde pasadas las 2 de la tarde, una horas antes de la
llegada de la manifestación que partió de La Bombilla.

Los agresores al parecer son porros de dos planteles distintos.

Con estos acontecimientos, el tránsito por la Avenida de Los Insurgentes, a la altura del Estadio de Ciudad
Universitaria, ha sido cerrado.

Un grupo de atacantes se concentraba en golpear a jóvenes aislados del contingente. Foto Alfredo
Domínguez. Hay que recordar que el CCH Azcapotzalco se encuentra en paro desde hace una semana en
protesta por la falta de asignación de profesores frente a grupo y porque las autoridades del plantel ordenaron
la desaparición de varios murales realizados por ello hechos por ellos.
Artículo de opinión
Agresión de porros en Ciudad Universitaria
EROS ORTEGA
dom 09 sep 2018 15:53

El día lunes 3 de septiembre del año en curso se suscitó un enfrentamiento entre estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades
(CCH) plantel Azcapotzalco y presuntos porros, en las inmediaciones de Rectoría, en Ciudad Universitaria (CU). Alrededor de las
13:00 horas tiempo del centro, aproximadamente unos 200 estudiantes del mencionado plantel se dieron cita en este punto de
encuentro. Poco tiempo después de manera intempestiva apareció un colectivo de 60 presuntos porros que en un acto de represión
brutal agredieron sin distinción alguna a los jóvenes manifestantes.
Dicho enfrentamiento dejó más de 13 jóvenes heridos, de los cuales cuatro fueron trasladados de emergencia a un hospital debido a
la gravedad de sus lesiones. Ante esto, de acuerdo a información proporcionada por la Secretaría de Seguridad Pública (SSP)
capitalina, los cuatro jóvenes trasladados sufrieron heridas causadas por armas punzocortantes, por lo que aunque su estado de
salud se reporta como estable, se encuentran en constante monitoreo ya que ante heridas de esta naturaleza siempre es
recomendable el seguimiento de la recuperación.
Tiempo después de los hechos ocurridos en CU, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) mediante un comunicado
oficial condenó los actos de violencia de los cuales habían sido víctimas los estudiantes, y más aún porque estaban llevando a cabo
una manifestación pacífica que en ningún momento dio pauta a la agresión física: “Estas agresiones irrumpen de manera injustificada
en la vida universitaria y en el proceso interno para la solución de las diferencias entre los universitarios” (Proceso, 03/XIX/18). De la
misma manera, en el comunicado se aseguró que se presentarían las denuncias correspondientes a los que resultaran responsables
de tales agresiones, al mismo tiempo que se abriría un procedimiento interno sancionador.
Es importante recordar que la problemática de inseguridad en ésta casa de estudios se ha venido agravando en los últimos años, a tal
grado que inclusive han sido denunciados casos de feminicidio y narcomenudeo. Un penoso ejemplo de ello fue el asesinato de
“Lesvy”, encontrada sin vida a las afueras del Instituto de Ingeniera el 3 de mayo del año pasado. En un comunicado emitido por la
UNAM se informó que el cadáver de la joven de 25 años de edad aproximadamente fue hallado amarrado a una caseta de teléfono
público, por lo que primeramente se manejó la versión de que se había suicidado enfrente de su novio, Jorge Luis Hernández
González. Dicha versión causó la indignación de gran parte de la sociedad mexicana, principalmente del sector estudiantil debido a su
incongruencia y falta de credibilidad, por lo que a un año del suceso, más específicamente el día 10 de abril del año en curso, un juez
determinó que Hernández González, su pareja de aquel entonces, fuera acusado por el ilícito de feminicidio agravado.

Otro lamentable pero verídico ejemplo es la venta de droga a plena luz del día en Ciudad Universitaria. Los distribuidores de droga,
mejor conocidos como “dealers”, se ubican en diferentes puntos estratégicos para su comercio, algunos de los más conocidos son: “El
frontón”, “Las islas”, “Los bigotes” y las Facultades de Ciencias Políticas y Filosofía y Letras. Ya el periódico de circulación nacional –
El Universal-, desde el mes de julio del año pasado había realizado una investigación de ésta problemática, exponiendo el modo de
operación que tienen los narcomenudistas en esta zona. Asimismo, se expuso que la venta de droga se llevaba a cabo con todo y las
patrullas de vigilancia que durante el día están rondando los alrededores de la UNAM, ridiculizando la supuesta seguridad que la casa
de estudios ha enarbolado por años pero que, con base en pruebas contundentes, ha resultado una farsa.
Por eso mismo, ante esta falta de seguridad hacia los estudiantes, han sido los propios estudiantes en su mayoría, pertenecientes a
las principales casas de estudios del país, los encargados de organizar marchas y manifestaciones en diferentes puntos de la Ciudad
de México. Como mencioné al principio de este artículo de opinión, el enfrentamiento entre estudiantes del CCH Azcapotzalco contra
presuntos porros fue el evento que desencadenó el descontento entre el sector estudiantil. Pero no es la única problemática a la que
se le exige una solución eficaz, ya que de igual manera se está exigiendo la garantía de una educación pública gratuita y de calidad y
la expulsión inmediata de cualquier grupo de choque encabezado por porros.
Es importante visualizar que respecto a la agresión porril ocurrida hace unos días en CU, no estamos hablando de un caso aislado,
más bien nos encontramos ante un hartazgo generalizado que condena la violencia e inseguridad que se ha consolidado en la que se
hace llamar una de las mejores universidades de América Latina. Y aclaro, no estoy poniendo en tela de juicio la eficiencia de la
UNAM respecto a su sistema educativo, lo que pretendo decir es que la problemática de violencia se les ha salido de las manos de
forma lamentable. De la misma manera, estoy consciente que no faltarán aquellos que aseguren que se trata de una exageración
asegurar que dicha problemática se ha salido de control, así hayan sido expuestos en diferentes medios de comunicación los casos
que a lo largo de este breve análisis he mencionado.

La pregunta aquí es: ¿Qué más tiene que ocurrir para que las voces de la protesta sean escuchadas? Desde mi muy humilde punto
de vista, considero que jóvenes heridos de gravedad por porros, la venta y consumo de drogas y el hallazgo del cadáver de una mujer
brutalmente asesinada son motivos suficientes para que de una vez por todas se ponga un alto a esa inseguridad y violencia que de
manera preocupante se está apoderando de los espacios de recreación y preparación de los estudiantes. No sé usted que piense,
estimado lector, pero lo que sí sé es que de no implementar acciones contundentes ante estas problemáticas que ya no se pueden
ocultar por más tiempo, en un futuro seguiremos lamentándonos por más casos lamentables como estos, en un país que ya ni
siquiera puede garantizar la paz en sus escuelas.

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Sismo 85: el temblor que despertó a la ciudad

El cataclismo cambió la historia capitalina la mañana del jueves 19 de septiembre de 1985

ARTURO PÁRAMO/ INFOGRAFÍA: LUIS FLORES, ERICK ZEPEDA Y CRISTINA MEDRANO

CIUDAD DE MÉXICO, 16 de septiembre.- La mañana del jueves 19 de septiembre de 1985 la Ciudad de México quedó
aturdida. Fue un golpe duro, seco, demoledor, que la dejó coja y adolorida.

En las costas de Michoacán, a casi 400 kilómetros del DF, las placas tectónicas Cocos y Continental, se deslizaron
violentamente. La onda de choque tardó casi dos minutos en atravesar las sierras, subir hasta el altiplano y golpear a la
capital.

La mitad de los actuales habitantes de la ciudad no habían nacido en 1985. No comprenden el terror de sentir que el
suelo vaya caprichosamente en todas direcciones, brinque, sacuda cuerpos, árboles, postes, edificios y reviente las
calles.

A las 7:19 de la mañana de aquel jueves se derrumbaron lo mismo casas viejas que masivos edificios de
departamentos, hoteles de abolengo, centros nocturnos, cines, oficinas públicas, hospitales, cafeterías, escuelas,
teatros, rascacielos de hasta 23 pisos. La zona centro de la ciudad quedó envuelta en zozobra, polvo y humo.

En sus dos minutos de duración, el gran sismo de 8.1 grados derrumbó un total de 400 edificios y dejó a otro millar listos
para ser demolidos.

Se destruyeron líneas telefónicas y telegráficas, la electricidad fue cortada, el transporte se colapsó dejando a la ciudad
durante horas comunicada con el exterior sólo mediante radios de onda corta y carretera.

El sismo de 1985 demostró que la Ciudad de México está construida en el peor sitio posible, encima del barroso fondo
de un lago, con el suelo blando que recibe, rebota y amplifica las ondas sísmicas como en ninguna otra urbe del mundo.
La gran leyenda de su fundación es también su desgracia.

De aquel episodio quedaron una nueva cultura de protección civil, reglamentos de construcción más severos, una
sociedad civil que tomó el poder, y también un profundo y arraigado sentimiento de vulnerabilidad.
Artículo de opinión.

El terremoto de 1985

CARLOS TELLO DÍAZ

17.09.2015

El terremoto de septiembre de 1985 fue una tragedia que golpeó a los mexicanos, pero que también marcó, para bien, a
la sociedad de México. La hizo crecer, gracias a su solidaridad. Es lo que celebramos esta semana, a 30 años de la
tragedia.

Las tragedias hacen que surja lo peor y lo mejor de las personas. En nuestro país hizo que surgiera algo que fue bueno.
El terremoto de septiembre de 1985 fue en muchos sentidos el acta de nacimiento de la sociedad civil en México. La
solidaridad adquirió una dimensión inédita. Me refiero aquí a la solidaridad de las personas, pero hay que recordar
también la de las corporaciones: la CTM donó dos días de salario, el Ejército tres días, los gobiernos estatales
entregaron cantidades de recursos importantes al Fondo Nacional para la Reconstrucción. En unas horas, ante el pasmo
del gobierno, contra lo que decían las autoridades (que todos vayan a sus casas) y los medios (no salgan de sus casas),
miles de voluntarios empezaron una labor de rescate entre los escombros de las zonas más afectadas de la capital. Fue
un primer acto de desobediencia civil. Entre el 19 y el 22 salieron a las calles cerca de 150 mil brigadistas, la mayoría
muy jóvenes. Lograron salvar la vida de miles de personas. Carlos Monsiváis, el cronista más lúcido de esa sociedad
que despertaba, evocó aquellos días en una crónica que quiero recordar aquí, publicada en su libro Entrada libre.
"Durante un breve periodo, la sociedad se torna comunidad", escribió. "Luego de medio siglo de ausencia, aparecen en
la capital los ciudadanos, los portadores de derechos y deberes".

La opinión publicada sobre todo, pero también la opinión pública: 56 por ciento de los capitalinos, según la encuesta del
Instituto Mexicano de Opinión Pública, juzgó tardía la acción del gobierno de Miguel de la Madrid. Sin duda lo fue. Es
común criticar la ineficacia del presidente en ese momento de crisis; es más raro reconocer la franqueza con la que ese
mismo presidente aceptó la realidad de los hechos. "La verdad es que frente a un terremoto de esta magnitud, no
contamos con los elementos suficientes para afrontar el siniestro con rapidez", aceptó al día siguiente del terremoto
Miguel de la Madrid, para más tarde hacer el elogio de los voluntarios: "El gobierno no pretende monopolizar ni controlar
el gran dinamismo del pueblo" (30 de septiembre) y "los voluntarios, sin previa experiencia u organización, pudieron
organizarse a sí mismos, pudieron integrarse a los cuerpos de rescate y lograron salvar la vida de sus compatriotas o
encontrar los cuerpos de nuestros muertos" (3 de octubre). En aquellos días de tragedia surgió por primera vez en el
país, contundentemente, el término de sociedad civil. Era el nombre que le daban los mexicanos a la sociedad que se
organizaba, no para pedir al poder, como acostumbraba, sino para solucionar desde abajo los problemas que tenía
enfrente. Así lo relata Carlos Monsiváis. "El 22 de septiembre su uso se generaliza", escribió en Entrada libre. "Y a
principios de octubre la práctica es dominante: sociedad civil es el esfuerzo comunitario de autogestión y solidaridad, el
espacio independiente del gobierno".

El terremoto de 1985 destruyó muchos de los edificios más emblemáticos de la ciudad: el Hotel Regis, el edificio Nuevo
León, el Centro Médico, la torre de Televisa, la Secretaría del Trabajo. Duró 2 minutos, tuvo una magnitud de 8.1 grados.
Derrumbó la capital, pero puso de pie a la sociedad.

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