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EL EJERCICIO DEL ESPEJO

El ejercicio del espejo es una herramienta terapéutica creada por el Dr. Fernando Bianco
Colmenares (1975). Se trata de una técnica que fomenta la construcción de un
autoconcepto sano a través de la autocontemplación, introspección y sustitución
cognitiva.

Trabajar cómo nos vemos y valoramos utilizando un espejo puede ser una experiencia
agradable pero que en algunos momentos suponga cierta incomodidad. A veces no es
sencillo enfrentarse a uno mismo. No obstante, con paciencia, esfuerzo y tolerancia esa
sensación irá desapareciendo para dar paso a la confianza. A continuación, explicamos en
qué consiste este ejercicio.

Elige un momento del día en el que tengas privacidad y ponte frente a un espejo.
Mírate con atención en silencio. Conecta con tu mirada para verte de forma sincera, libre
de máscaras. Silencia todo el ruido mental.
Realiza 3-4 respiraciones profundas.
Hazte las siguientes preguntas: ¿qué ves en el espejo? ¿cómo es la persona que te mira
desde el espejo? ¿lo conoces? ¿qué cosas buenas tiene esa persona? ¿qué cosas malas?
¿qué es lo que más te gusta de esa persona? ¿cambiarías algo de la persona del espejo?
Las respuestas puedes escribirlas en un cuaderno si lo deseas. Lo importante es que
respondas a cada una de ellas con honestidad y que lleves a cabo este ejercicio al menos
durante 16 o 21 días. Se trata de que, poco a poco, aumentes la conexión y la confianza
contigo mismo.

Cada respuesta será una pista que te ayudará a mantener aquello que te gusta de ti y a
cambiar lo que tengas que mejorar. El ejercicio del espejo puede tener muy buenos
resultados, siempre y cuando te comprometas contigo.
Como vemos, el autoconocimiento es un pilar de gran ayuda para aumentar nuestra
autoestima y sentirnos mejor. Conocernos nos permite identificar nuestros valores,
fortalezas y habilidades, así como nuestros defectos para trazar el recorrido que
queremos realizar. Conocernos es el primer paso para amarnos de verdad. Y recuerda:
siempre puedes acudir a un especialista en la salud mental para que te ayude con ello. Un
psicólogo es siempre una buena opción.
Dios mío, tú me conoces 8 Si pudiera yo subir al cielo,
SALMO 139 (138) allí te encontraría;
Himno de David. si bajara a lo profundo de la tierra,
139 Dios mío, también allí te encontraría.
tú me conoces muy bien; 9-10 Si volara yo hacia el este,
¡sabes todo acerca de mí! tu mano derecha me guiaría;
2 Sabes cuándo me siento si me quedara a vivir en el oeste,
y cuándo me levanto; también allí me darías tu ayuda.
¡aunque esté lejos de ti, 11 Si yo quisiera
me lees los pensamientos! que fuera ya de noche
3 Sabes lo que hago para esconderme en la oscuridad,
y lo que no hago; ¡de nada serviría!
¡no hay nada que no sepas! 12 ¡Para ti no hay diferencia
4 Todavía no he dicho nada, entre la oscuridad y la luz!
y tú ya sabes qué diré. ¡Para ti, hasta la noche
5 Me tienes rodeado por completo; brilla como la luz del sol!
¡estoy bajo tu control!
6 ¡Yo no alcanzo a comprender 13 Dios mío,
tu admirable conocimiento! tú fuiste quien me formó
¡Queda fuera de mi alcance! en el vientre de mi madre.
7 ¡Jamás podría yo Tú fuiste quien formó
alejarme de tu espíritu, cada parte de mi cuerpo.
o pretender huir de ti! 14 Soy una creación maravillosa,
y por eso te doy gracias. ¡cómo quisiera que a los asesinos
Todo lo que haces es maravilloso, los apartaras de mí!
¡de eso estoy bien seguro! ¡Cómo quisiera que les quitaras la
vida!
15-16 Tú viste cuando mi cuerpo
20 Sin motivo alguno,
fue cobrando forma
esa gente habla mal de ti
en las profundidades de la tierra;
y se pone en contra tuya.
¡aún no había vivido un solo día,
cuando tú ya habías decidido
21 Dios mío,
cuánto tiempo viviría!
yo odio a los que te odian;
¡Lo habías anotado en tu libro!
aborrezco a los que te rechazan.
17-18 Dios mío,
22 ¡Los odio profundamente!
¡qué difícil me resulta
¡Tus enemigos son mis enemigos!
entender tus pensamientos!
¡Pero más difícil todavía
23 Dios mío,
me sería tratar de contarlos!
mira en el fondo de mi corazón,
¡Serían más que la arena del mar!
y pon a prueba mis pensamientos.
¡Y aun si pudiera contarlos,
24 Dime si mi conducta no te
me dormiría, y al despertar,
agrada,
todavía estarías conmigo!
y enséñame a vivir
como quieres que yo viva.
19 Dios mío,

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