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LA PRINCESA LUALI Y UN CANTO AL AMOR

Todos los días cuando llegaba papá de trabajar, luego de darle


un beso a la madre, le daba un beso en la barriguita de ella y
le decía, hola mi mágica princesa, y enseguida cogía la guitarra
y empezaba a cantar con el sentimiento más profundo del alma
que solo puede sentirse en el corazón y la vida misma.

Hasta que llegó la noche del 06 de junio de 2014.


Los dolores de mamá se hicieron más intensos,
papá la llevó al hospital, luego de algunas horas de
un intenso gemido de la noche, el esfuerzo de su
madre alumbró una bella niña, abrigada con el calor
de su madre y la paciencia de su padre.

La felicidad se hacía presente en cada amanecer al ver a Luciana


crecer; ver sus hermosos ojitos grandes redonditos color noche, sonrisa
suave y dulce como el aroma de las rosas. Sus expresiones se hacían
más intensas cuando su padre tocaba la guitarra y le cantaba canciones
como: “Muñequita linda eres mi amor, muñequita linda eres mi sol,
muñequita linda eres mi mar, aquel cielo que quiero ver….”; la alegría
embargaba su alma y su rostro dibujaba la felicidad en toda su infinita
grandeza, en sus aún 6 meses de vida, al igual mamá también le
cantaba cada vez que le cambiaba el pañal y le daba de lactar.
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Luali fue creciendo y su madre la atendía como su tesoro más


sagrado, pues era su niña bonita. La leche, las frutas, las
verduras, el pescado y las carnes eran un manjar para la
hermosa princesa Luciana. Y de pronto, sus primeros pasos
marcaron un salto cuántico en la alegría de sus padres, sin
presagiar que sería el inicio de las travesuras inocentes de la
mágica princesa.

Eran años felices, aún más lo fue, el primer día de


clases de Luciana en su Jardín de Infancia, en
Barranca, papá y mamá, llevaban de la mano a
Luciana, su maletín, con sus libros y cuadernos
preparados la noche anterior, era acompañado por
la lonchera de color rosado con sticker de 5
princesas, con frutas de bellos colores, ricos aromas
y nutritivos alimentos.

A su padre de Luciana le apasionaba la música, todos los días se entusiasmaba al


componer sus temas y entonar sus melodías adornadas con su tono de potencial
tenor. Su madre tenía la voz aguda de un jilguero; también le gustaba cantar, pero
a solas; era muy tímida para la música, y la niña con sus tiernos 5 años ya entonaba
sus primeras canciones de sus mágicos cuentos como Frozen “Libre soy, libre soy
porque puedo perdonar; libre soy, libres soy porque te amo de verdad….y Coco
“Recuérdame cuando…”, con una voz más aguda que la de su madre.
Sin embargo, la madre todos los días le decía; Luciana debes de cantar más
despacio; no eleves mucho la voz y las canciones te saldrán bellas, siempre canta
con mucha alegría y controlando el tono de voz para que cuando seas grande, seas
la mejor cantante.
Pero su padre, era una persona muy alegre, muy buena y optimista, la paciencia
era su escudo y siempre le pedía a Luali que cantara para él, sin importar el tono de
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voz; siempre decía, “Mi hija será cantante…lo lleva en la sangre”. Por eso, no dudó
en inscribirla al concurso de canto de su colegio. Cursaba el tercer grado de
primaria. Todas las niñas y niños se entusiasmaron, las madres agradecieron y los
profesores echaron a correr con la organización del evento más importante de ese
año.

Los profesores designaron a los participantes como mágicas princesas. Cada


princesa representaría un símbolo de los valores o sentimientos más divinos del ser
humano; por sorteo, a cada niña le asignaban con los nombres de bondad, alegría,
paciencia, comprensión, honestidad, entre otros; a Luciana le correspondió la mayor
de las suertes, fue designada con el símbolo del AMOR.

El concurso se inició, hermosas canciones fueron interpretadas por la bondad, la


alegría, la tolerancia, la honestidad, el perdón, entre otras. El amor interpretó las
canciones de Frozen y de Mohana. Su voz encantadora y angelical había seducido
al Jurado, calando su melodía como si se tratara de un hechizo del canto de una
sirena, solo 5 llegaron a la final: el amor, el perdón, la alegría, la bondad y la
paciencia.
Curiosamente, su padre siempre le enseñó y le preguntaba a Luciana ¿Cuáles son
las características de una mágica princesa? Y ella, con la alegría e inocencia de
niña, religiosamente contestaba ¡el amor, el perdón, la alegría, la bondad y mucha
paciencia!, sin saber siquiera que algún día estarían juntas en un concurso de canto.

Llegó el día final del concurso y los padres de familia habían llegado temprano, los
profesores habían arreglado y decorado el escenario con el tema de la sirenita; los
niños revoloteaban el patio, saltando, corriendo, inventando juegos de niños,
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excepto los cinco finalistas.


Ese día será recordado por siempre por todo el colegio, y especialmente por Luali
que cantó e interpretó majestuosamente la canción de Frozen “Donde se unen
viento y mar una madre mil memorias trae….”, siendo elegida como ganadora Al
AMOR del Concurso de Talentos de Canto del Año.

Y colorín, colorado, este cuento se ha terminado.

FIN.

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