Está en la página 1de 3

La historia de la modernidad en Grecia viene tejiéndose poco a poco desde hace varios siglos hasta

llegar a lo que Antonio Gómez Robledo llama “el siglo de las nacionalidades”, esto es, el siglo XIX
con la consolidación de la independencia de Grecia del imperio otomano y su reafirmación como
Estado soberano: este proceso va a encontrar una serie de eventos en siglos posteriores que van a
lograr construir el proceso independentista griego desde la comúnmente llamada Edad Media.
Desde la cuarta cruzada misma, pese a Bizancio estar fragmentado en micro estados, empieza a
emerger un sentimiento nacionalista en los griegos con base en su resistencia a los invasores y
opresores. 1453 marca la caída de el imperio bizantino con la conquista de Constantinopla por los
turcos, a cargo de Mohamed II. Antonio Lillo Alcaraz, en una reseña del libro Μετ αξ υ v
Οθωμανικηvı Κυριαρχ ιvαı και Ευρωπαι üκηvı Προκλη vσηı. Ο Ελληνικοvı κοvσμοı στα χροvνια τηı
Τουρκοκρατιvαı (Entre el dominio otomano y el reto europeo. El mundo griego en los años de la
turcocracia) de Juan Hassiotis, destaca precisamente un terreno virgen de estudio por una
ausencia evidente de fuentes helénicas, lo cual dificulta trabajarlo. Robledo va a reiterar esta falta
de fuentes de la siguiente manera:
“En situación análoga, los pueblos helénicos, durante los tres siglos de su cautiverio, no
tuvieron historia, porque la historia –ya lo dijo Bnedetto Croce—es una hazaña de la
libertad. Si los pueblos felices, según el manido lugar común, no tienen historia, tampoco
la tienen los pueblos radicalmente infelices, los pueblos esclavos” (Robledo, )

Estas obras venían dentro de una tradición rica de caballería islámica que tendía a mezclar los
eventos de conquista con mitos y fábulas propios de la tradición turca- islámica. Miguel Ángel de
Bunes Ibarra, en su trabajo El Imperio Otomano y la República de Turquía: dos historias para una
nación (2002) precisamente destaca que:
La victoria sobre los bizantinos y la conversión del antiguo principado de frontera en una
potencia occidental llevan a los nuevos sultanes a legitimar la dinastía mandando
confeccionar crónicas oficiales que recogen los éxitos de los otomanos desde el primer
sultán de la dinastía. La tendencia a la copia y a la reiteración de las noticias entre los
distintos autores provoca la falta de originalidad de muchos de estos relatos (Ibarra, 2002)

Alcaraz también se desprende de parte de las afirmaciones de Robledo en el sentido de que los
“pueblos felices” si tuvieron historia, pero refuerza precisamente la idea de la “perspectiva de los
vencedores” que la hace limitada e insuficiente, como se ve también en el trabajo de Bunes Ibarra:
(…) los estudios que se basan en los archivos otomanos son limitados en número y, las más
de las veces, decepcionantes. En éstos hay la tendencia al «embellecimiento» de la
sociedad poliétnica otomana, sobre todo en lo que concierne a las relaciones entre el
poder musulmán y las distintas comunidades etnicorreligiosas (principalmente cristianas),
con las que se presenta este poder como conectado orgánicamente, y no como extranjero
y, todavía menos, como antagónico. Los testimonios de las fuentes otomanas son
insuficientes y totalmente peculiares (Alcaraz, 2002).

Lo que viene del siglo XV al siglo XIX está caracterizado, precisamente, por el dominio otomano
que, en el terreno material, no se muestra tan hostil, por lo que el pueblo griego aún podía tener
cierto dominio administrativo sobre sus terrenos. En el aspecto de lo religioso, los griegos pueden
seguir profesando la religión ortodoxa pese a estar bajo dominio musulmán (cosa que resulta
estrategia para la posterior presión que va a ejercer Rusia sobre el territorio). Los cristianos
ortodoxos, sin embargo, estaban expuestos a una explotación por parte de los musulmanes que,
por restricciones en movilidad, vestimenta, porte de armas, entre otros, Robledo destaca como un
modo particular de apartheid, hasta impuestos (pagaban el doble que los musulmanes). Alcaraz
destaca que precisamente, desde la caída de Bizancio, el pueblo griego no va a registrar
sociedades aristocráticas, y que la comunidad ortodoxa, apartada de los poderes centrales
otomanos, precisamente va a ejercer una importancia notable al encargarse de la educación, la
política y el ámbito de lo judicial (2002).
Mapa del imperio turco, 1700. Recuperado de: Public Domain,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=575603

Entrando en materia en el siglo XVIII, eventos particularmente interesantes en la historia de los


griegos surgen con la entrada de Pedro el Grande a la esfera política Rusa en 1689 de la mano de
Catalina II, que cae en un

También podría gustarte