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METODOLOGIA DE INVESTIGACION

VICTOR ALEJANDRO HERRER GUTIERREZ


CC. 1121949942

LIC.

CORPORACION UNISYSTEM DE COLOMBIA


VILLAVICENCIO-META
SEMESTRE 3
2020
1)
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
POR PIERRE RENOUVIN

Pierre Renouvia
«Cuando a comienzos de agosto de 1914 estalló la "Gran Guerra",
Europa no había vivido ningún conflicto general desde las guerras
napoleónicas. ¿Por qué después de un siglo todas las grandes
potencias se vieron envueltas en una lucha "total"? Las circunstancias
de una crisis diplomática no bastan para explicarla. Ante todo hay que
tener en cuenta el estado de las relaciones internacionales en los diez
años precedentes, en que la paz estuvo vacilando constantemente.
Las causas profundas de esta precariedad radican por una parte en
las manifestaciones del sentimiento nacional en forma de los
movimientos protestatarios de las "minorías nacionales", o de los
nacionalismos expansionistas de los grandes Estados; por otra, en la
rivalidad de los intereses económicos y financieros. Estas corrientes
del sentimiento nacional y estos intereses materiales habían
contribuido, al mismo tiempo que las crisis políticas, a formar las
mentalidades...» Con estas palabras inicia esta obra Pierre Renouvin,
quien con mano maestra nos relata la azarosa historia de la Primera
Guerra Mundial.
Cuando a comienzos de agosto de 1914 estalló «la Gran Guerra»,
Europa no había conocido ningún conflicto general desde el fin de las
guerras napoleónicas. ¿Por qué después de un siglo todas las
grandes potencias se vieron de nuevo envueltas en una lucha «total»?
Las circunstancias de una crisis diplomática —la de julio de 1914— no
bastan para explicarla. Ante todo, es necesario tener en cuenta el
estado de las relaciones internacionales en el curso de los diez años
precedentes. Entre 1904 y 1914, en cuatro ocasiones, Europa había
visto surgir la amenaza de una guerra general: en 1905-1906, con
ocasión de las iniciativas tomadas por Alemania para dificultar la
expansión francesa en Marruecos; en febrero-marzo de 1909, a
consecuencia de la anexión de Bosnia-Herzegovina por Austria-
Hungría; en julio-agosto de 1911, con ocasión de la nueva crisis
marroquí provocada por la política alemana; y en 1912-13, durante las
dos guerras balcánicas, las cuales habían enfrentado peligrosamente
los intereses de Rusia y de Austria-Hungría. Salvo en 1907 y en 1910,
la paz había estado vacilando constantemente. ¿Cuáles eran las
causas profundas de esta precariedad? Por una parte, las vigorosas
manifestaciones del sentimiento nacional, bajo la forma de los
movimientos protestatarios de las «minorías nacionales», o bien de los
nacionalismos expansionistas de los grandes Estados; por otra, la
rivalidad de los intereses económicos y financieros.
2)
Algunas webs que contienen información e imágenes sobre la primera
guerra mundial: http://www.ww1-propaganda-cards.com/
http://www.nzhistory.net.nz/media_gallery/tid/131
http://www.firstworldwar.com
http://netmole.blogspot.com/2008/09/collection-of-german-first-world-
war.html
http://www.world-war-pictures.com/
http://www.teacheroz.com/wwi.htm
3)
Austria-Hungría dejó de existir en noviembre de 1918. Alemania,
Bulgaria y Turquía, firmando los armisticios, suscribieron cláusulas
militares que las dejaban sin posibilidad de reemprender la lucha. En
el reglamento de la paz sólo cuenta prácticamente la voluntad de los
vencedores. Pero entre estos vencedores la solidaridad del combate
terminó y las divergencias de los puntos de vista, al igual que las
oposiciones de intereses, se manifestaron netamente, a veces
ásperamente. Sería imposible, en el marco de este libro, dar una
historia, incluso muy resumida, de los debates diplomáticos en el curso
de los cuales la Conferencia de la Paz elaboró los tratados. Lo que
importa indicar son los resultados generales de la guerra y del
reglamento de la paz para Europa y para el mundo. Europa está
jadeante. Las pérdidas en vidas humanas debidas a la guerra
alcanzaron alrededor de 8.500.000 hombres, pertenecientes casi
todos a la población activa: Rusia, Alemania, y Francia sobre todo, que
perdió el 20 % de su población activa, fueron los Estados castigados
más duramente. En la vida económica, el rasgo dominante fue una
crisis de subproducción: agotamiento de las reservas de materias
primas, falta de abonos químicos, desgaste o destrucción del equipo
mecánico, desorganización de los transportes y escasez de mano de
obra. Sin embargo, más que estas consecuencias demográficas y
económicas de la guerra, lo que es necesario observar es la
transformación del mapa político del continente. De los tres grandes
imperios que existían en 1914 en el continente, uno desapareció y Tos
dos restantes perdieron una parte importante de sus territorios.
Alemania cedió Alsacia-Lorena, las provincias prusianas de población
polaca, Slesvig del Norte —cuya población era de lengua danesa— y
los pequeños territorios de Eupen y Malmedy, reivindicados por
Bélgica; Rusia abandonó sus territorios polacos y los países bálticos.
En el dominio territorial que antes de la guerra fuera de estos tres
imperios, intentan sobrevivir 9 nuevos Estados1 . Este
desmenuzamiento, cuyo rasgo esencial fue la balcanización de la
Europa danubiana, se basó en el principio de las nacionalidades y en
el derecho de «libre disposición de los pueblos» adoptados por el
presidente Wilson en sus «Catorce Puntos». Antes de 1914, la masa
global de las poblaciones que en Europa protestaban contra su
subordinación a un dominio extranjero, era del orden de 60 millones, o
sea, una quinta parte de la población total; en 1919-20 quedó reducida
a alrededor de 30 millones. Pero en los jóvenes Estados el
nacionalismo es exasperado, agresivo. Las regiones donde cohabitan,
en una mezcla a menudo inextricable, poblaciones diferentes por su
lengua, su religión y sus tradiciones, ofrecen ocasiones favorables a
este choque de los nacionalismos rivales: el litoral septentrional y
oriental del Adriático, Macedonia, los límites de Polonia y los de
Rumania, las zonas de contacto entre Rusia y los nuevos Estados
formados en el territorio del antiguo imperio de los zares en 1919-20,
son los puntos sensibles en este desencadenamiento de convulsiones.
Allende estas dificultades, que ponen a ruda prueba los principios
wilsonianos2 y reservan al arbitraje de los vencedores unos penosos
momentos, el porvenir del estatuto territorial establecido por los
tratados depende en gran medida del comportamiento de Alemania y
de Rusia. Alemania, a pesar de su derrota militar, de las pérdidas de
territorios y de los movimientos insurreccionales que ha sufrido,
salvaguarda su unidad. Perdió 1.800.000 hombres y se encuentra, a
consecuencia del bloqueo, en un estado de escasez económica, pero
no ha sufrido ninguna invasión (salvo en Prusia oriental, durante el
primer mes de la guerra) y ha escapado pues, casi enteramente, de
las destrucciones: su utillaje industrial está intacto. Ahora bien, el
Tratado de Versalles, que le ha arrebatado territorios en nombre del
derecho de las nacionalidades, le ha negado la aplicación de este
mismo derecho cuando le debía beneficiar, es decir, en el caso de los
alemanes de Austria
4)

Prendieron velas, entonaron canciones y los soldados alemanes


invitaron a los británicos de las trincheras enemigas a acercarse. El
combate se detuvo un día. En tierra de nadie, los adversarios
intercambiaron felicitaciones y tabaco, se sacaron fotos. Esas
imágenes, ni heroicas ni triunfalistas, descubrieron el lado más
descorazonador y noble del conflicto: los rostros de esos jóvenes que
pasaban un buen rato juntos y que, sin embargo, estaban ahí para
matarse. Aquellas instantáneas fueron la prueba irrefutable de que la
mítica tregua de la Nochebuena de 1914 realmente se celebró. Los
Gobiernos no pudieron negarlo y comprendieron rápidamente que el
control sobre las cámaras de la tropa debía ser aún más férreo. “Esos
suvenires personales acabaron en las páginas de la prensa
internacional y el Gobierno decidió estrechar la censura”, dice Hilary
Roberts, conservadora jefe de fotografía en el Imperial War
Museum de Londres.

Aquel fue un gran momento en la historia de la fotografía de guerra,


pero ni mucho menos el único en el conflicto de 1914. La revolución
técnica en la captación de imágenes no había hecho más que
empezar y las nuevas herramientas fueron empleadas para la
inteligencia militar, pero también provocaron una incontrolable y
fascinante explosión popular, con millones de soldados armados con
objetivos, dispuestos a capturar su experiencia íntima de la Gran
Guerra. Los millones de imágenes que dejaron tras de sí conforman
una historia tan diversa, personal y compleja como la guerra misma,
un relato que todavía hoy se sigue revelando e investigando. Por
ejemplo, en el Art Gallery de Ontario, donde en 2004 recibieron el
legado de un coleccionista que prefiere mantenerse en el anonimato y
que donó 495 álbumes de soldados británicos, franceses, alemanes,
estadounidenses, rusos, polacos, checos y australianos. En total, más
de 52.000 fotos que aún se están catalogando, algunas de las cuales
serán expuestas en la muestra The Great War: The persuasive power
of photography, que se celebrará este verano en la National Gallery de
Canadá. “La mezcla es increíble, con fotos de bases militares,
cabarés, aviones o retratos turísticos de soldados paseando entre
ruinas en sus días libres”, apunta Sophie Hackett, desde el Art Gallery
de Ontario.

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de la cámara Kodak Vest Pocket Camera

El enfoque que cada país dio a las regulaciones fotográficas a las que
estaban sujetos los soldados varió enormemente, pero lo que se
mantuvo como una constante en ambos bandos fue la presencia de
cámaras entre los combatientes. Lo cierto es que la mecanización de
la guerra en aquel brutal conflicto pasa no sólo por las ametralladoras,
sino también por los casi dos millones de cámaras de bolsillo que
Kodak había vendido en 1918. La Vest Pocket Camera, pronto
conocida como “la cámara de los soldados”, fue el modelo que el
astuto George Eastman lanzó al mercado  y cuyas ventas se
multiplicaron por cinco en tres años. De tamaño reducido y con un
estuche ajustable al cinturón, la variante Autograph permitía escribir
directamente en el negativo y se anunciaba como el “mejor regalo de
partida” que un soldado podía recibir, una herramienta que les
permitiría aliviar el tedio de la rutina y, en el futuro, “tener el libro más
interesante de todos: su álbum Kodak”. Otros modelos de la
competencia como la Ansco Vest Pocket Camera animaban a los
soldados a mantener “la puerta de la memoria abierta”, y la Ensignette
se publicitaba como “fuerte, fácil de cargar y útil en cualquier
circunstancia”.

Los soldados de ambos frentes se lanzaron con entusiasmo a la


fotografía, como prueban los millones de instantáneas que capturaron,
mandaron a casa, y en muchos casos guardaron en álbumes. En esas
páginas se encuentra la incómoda yuxtaposición entre la
confraternización de la tropa, y la destrucción y muerte en las
trincheras. “Los álbumes reunían fotos de distinta procedencia, no sólo
las que ellos habían sacado, sino también otras que compraban o les
regalaban”, explica Roberts, coautora junto a Mark Holborn del libro
fotográfico sobre el conflicto elaborado con los fondos del museo, The
Great War. A Photographic Narrative (Random House). El Imperial
War Museum, creado en 1917 para homenajear el esfuerzo de guerra
cuando el conflicto aún se libraba, hizo un llamamiento a los aliados
para que mandaran imágenes sin importar su calidad. Llegó un aluvión
que no ha cesado desde entonces e incluye en la actualidad fotos
desde 1850 hasta las tomadas hace apenas 24 horas en Afganistán,
según Roberts. “El documento gráfico de los soldados se planteaba
como una experiencia personal, ellos no pretendían crear un informe
sistemático, sino registrar la gente y los sitios que conocieron”,
apunta. 

La experiencia bélica, entonces y ahora, incluye también el horror y la


brutalidad convertidos en rutina: crudas fotos posando con enemigos
muertos. En las imágenes de la I Guerra Mundial de ejecuciones de
espías o de cadáveres rodeados de soldados sonrientes en las
trincheras enemigas se encuentra un claro antecedente de las
instantáneas de la soldado Lynndie England en la prisión iraquí de Abu
Ghraib en 2004. Todas ellas entran en la categoría de las llamadas
“fotos trofeo”, tan viejas como la presencia de cámaras en el frente. En
la Gran Guerra gozaron de una increíble popularidad, convirtiéndose
en algo parecido a lo que en el ciberespacio se conoce como un
fenómeno viral. "La idea de sacar fotos para degradar y humillar al
enemigo no es nueva", apunta Janina Struk, autora de Private
pictures: Soldier’s Inside View of War (I. B. Tauris, 2010). “La
búsqueda de una visión desde dentro de la guerra no es un fenómeno
de la cultura de la realidad del siglo XXI. Pero la cruda brutalidad de la
guerra, tan frecuentemente descrita en las fotos captadas por
soldados, rara vez ha cruzado el umbral y ha entrado en la conciencia
pública”.

5)
El 3 de agosto de 1914 era ya un hecho la primera guerra mundial,
el ministro británico de asuntos exteriores Edward Grey se
hallaba frente a su ventana de su despacho y veía sobre Londres
el crepúsculo, entonces pronunció unas palabras que se han
hecho famosa: "En toda Europa se apagan ahora las luces: puede
suceder que jamás volvamos a verlas encendidas". Su predicción
se cumplió, la guerra que entonces empezaba significó la
muerte de la vieja Europa, el final de los viejos tiempos el
desmoronamiento definitivo de una concepción del mundo. Esta
guerra, que tendría que haber puesto fin a las guerras, dio origen
a nuevos enfrentamientos, a nuevas guerras. El conflicto fue
provocado en Sarajevo, el 28 de junio de 1914 cuando el heredero
del trono austro-húngaro, el archiduque Francisco Fernando cayó
víctima de un terrorista servio. Pero como es natural, las causas
de la guerra eran más profundas, consistían fundamentalmente
en 3 antagonismos:
1.- Entre Alemania y Francia, en forma de una enemistad reactivada
por la derrota francesa de 1871, y la pérdida de Alsacia-Lorema.
2.- Entre Alemania e Inglaterra, competencia en el terreno de
la industria de la política colonial y del rearme maruno.
3.- Entre Austria-Hungría y Rusia, por el dominio de los Balcanes.
El conflicto militar que comenzó como un enfrentamiento localizado en
el Imperio Austro-Húngaro y Serbia el 28 de julio de 1914; se
transformó en un enfrentamiento armado a escala europea cuando la
declaración de guerra austro-húngara se extendió a Rusia el 1 de
agosto de 1914; Finalmente, pasó a ser una guerra mundial en la que
participaron 32 naciones. Veintiocho de ellas, denominadas aliadas o
potencias asociadas y entre las que se encontraban Gran Bretaña,
Francia, Rusia, Italia y Estados Unidos, lucharon contra la coalición de
los llamados Imperios Centrales, integrada por Alemania, Austria-
Hungría, Imperio Otomano y Bulgaria.
La causa inmediata del inicio de las hostilidades entre Austria-Hungría
y Serbia fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de
Habsburgo, heredero del trono austro-húngaro, cometido en Sarajevo
el 28 de junio de 1914 por Gavrilo Princip, un nacionalista serbio.
No obstante, las causas profundas del conflicto remiten a
la historia europea del siglo XIX, concretamente a las tendencias
económicas y políticas que imperaron en Europa desde 1871, año en
el que fue fundado el II Imperio Alemán, y este Estado emergió como
una gran potencia.
Entre 1914 y 1918 se desarrolló en Europa la mayor conflagración
hasta entonces conocida. Motivada por conflictos imperialistas entre
las potencias europeas, la "gran guerra", como se denominó
originalmente a la primera guerra mundial, implicó a toda
la población de los estados contendientes, así como a la de sus
colonias respectivas.
Se puede decir entonces que el origen de la primera contienda
mundial debe buscarse en la existencia de dos grandes bloques
antagónicos: la Triple Alianza (Alemania, Imperio austro-húngaro e
Italia) y la Triple Entente (Francia, Gran Bretaña y Rusia), aunque su
causa inmediata fue el asesinato en Sarajevo del archiduque
Francisco Fernando de Austria el 28 de junio de 1914. Viena, que
consideraba con recelo el engrandecimiento de Servia, se apresuró a
culparla del magnicidio y exigió satisfacciones como preámbulo de su
declaración de guerra el 28 de julio. Rusia, erigida en campeona de los
países eslavos frente a Austria, proclamó la movilización general,
mientras Alemania, que había dado seguridades a su aliada para una
ayuda total en caso de conflicto con Rusia, envió un ultimátum a este
país, y otro a Francia como advertencia y más tarde la declaración de
guerra a ambos países.
Por su parte, Inglaterra, que vacilaba en comprometerse con sus
aliados, reaccionó al exigir Alemania a Bélgica paso libre para sus
tropas.
EL PLAN SCHLIEFFEN.
Los alemanes contaban con deshacerse enseguida de Francia y dirigir
luego sus golpes contra Rusia. Su confianza se basaba en el Plan
Schlieffen para rodear el poderoso sistema francés de fortificaciones.
El plan preveía que el ala derecha, que concentraba el grueso de las
fuerzas alemanas, efectuara un avance arrollador a través de Bélgica,
mientras el ala izquierda, mucho menos potente, incitaría al enemigo
al ataque. Al pasar los franceses a la ofensiva contra el ala izquierda,
harían funcionar el dispositivo como una puerta giratoria: cuanto más
presionara, con tanta mayor violencia giraría el ala derecha a la zaga.
Sin embargo, el plan fracasó, los frentes llegaron a estabilizarse y las
trincheras se extendieron desde la frontera suiza hasta el canal de la
Mancha. En febrero de 1916, el alemán Falkenhayn desencadenó un
violento ataque contra Verdún, que ocasionó una verdadera carnicería
en ambos ejércitos y no se tradujo en éxito alguno para los atacantes.
FRENTE ORIENTAL E INTERVENCIÓN ESTADOUNIDENSE.
Entretanto, en el otro extremo de Europa se iba despejando la
incógnita. A despecho de la pérdida de Galitzia por los austríacos, del
revés alemán en Gummbinnen (agosto 1914) y del avance ruso por
Prusia Oriental, Hindenburg y su jefe de Estado Mayor, Ludendorff,
lograron aplastar a las fuerzas del zar en Tannenberg (26-30 agosto).
En 1917 Berlín reanudó la guerra submarina total, lo que acarrearía la
entrada de Estados Unidos en la contienda (6 abril 1917). Los
alemanes desencadenaron el 21 de marzo de 1918 una serie de
embestidas que rompieron varias veces el frente aliado en San
Quintín, Lys y el Aisne; pero, pese a tan brillantes resultados, se
produjo el agotamiento de las energías germanas. El 3 de octubre, el
príncipe Max de Baden, canciller del Reich, pedía a Wilson un
armisticio inmediato. El 29 capitulaba Austria y el 31 Turquía, mientras
Alemania firmaría la paz y su derrota en Versalles (28 julio 1919).
En el transcurso de la I Guerra Mundial fueron famosas, por su
encarnizamiento y su valor estratégico, las batallas de: Arrás, Artois,
Cambrai, Caporetto, Jutlandia, Marne, Somme, Tannenberg, Verdún e
Yprès.
Fueron muchos los enfrentamientos que se dieron en el transcurso de
los cuatro años que duró la primera guerra mundial,
un desarrollo cronológico de la misma podrá observarse en anexos.
  

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