Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La pregunta que sigue a esta conclusión debería ser: ¿Cómo ha influido esto en
el campo de la producción musical? Como una posible respuesta podemos pensar
en los postulados de Rodolfo Kusch, un filósofo que suele ser leído desde ciertas
vertientes del pensamiento latinoamericanista. Kusch introduce el concepto de
“geocultura”, término que implica que todo espacio geográfico está habitado por
un pensamiento colectivo, y que a su vez se encuentra condicionado por el lugar
en el que habita. Define a la cultura no solo como el acervo brindado por el
grupo que es aportado por la tradición, sino como “el baluarte simbólico en el
cual uno se refugia para defender la significación de su existencia”. Kusch,
destacaba, en otra era marcada por desafíos identitarios, la necesidad de “una
defensa existencial frente a lo nuevo, porque si careciera uno de ella no tendría
elementos para hacer frente a una novedad incomprensible”. Situándose en esta
tensión, plantea el concepto de geocultura como un domicilio existencial en el
que cada individuo se siente seguro y logra concederle un sentido a lo que le
rodea, un punto de apoyo al momento del encuentro con la alteridad. Sentada
esta base, resta identificar la incidencia del suelo en el pensamiento. La función
del suelo, según el autor, es la de moldear y deformar cualquier intuición de lo
absoluto pues este absoluto no es propio sino que fue pensado para otro suelo y
debe ser moldeado para este, de lo que surge un absoluto propio. Aquí es donde
yace la importancia de la geocultura, situada en la tensión que implica el
carácter fundante del suelo por una parte, y la deformación de cualquier
pretensión de universalidad por el otro lado.
Esto nos lleva a pensar, sin ahondar en resultados, que el simple hecho de
habitar en un territorio unido por ciertos aspectos nos lleva a resignificar los
universos simbólicos de los cuales nos rodeamos en caminos con vitales puntos de
convergencia, y con resultados tan diversos como sujetos que llevan a cabo esta
tarea existen.
Atendiendo a lo anterior es que nos encontramos con la enorme diversidad
estética que atravesó y atraviesa al continente: los movimientos nacionalistas
(con todo su amplio espectro propio), como primera música local y/o localista,
que se extendieron desde la gestación de las identidades nacionales, hasta muy
adentrado el siglo XX; los numerosos compositores que suscribieron a los métodos
serialistas; las escuelas de vanguardia impartidas por espacios como el CLAEM;
las músicas latinoamericanistas (minimismo, adiscursivismo); las músicas de
inspiración netamente europea; los compositores que trabajan en profundidad
con las expresiones culturales locales (por ejemplo Cergio Prudencio); etc.
Frente a todo la anteriormente expuesto se puede concluir que la música
latinoamericana comprende un corpus de obras que se generaron dentro del
territorio latinoamericano con todas las implicancias que esto conlleva y, en
respuesta a lo que postula Speranza, los artistas latinoamericanos no tienen
necesidad de agitar banderas ni exhibir pasaportes, su obra lo hace por ellos.
Bibliografía.