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perspectiva del
pensamiento
político
dominicano
RETROSPECTIVA Y PERSPECTIVA DEL
PENSAMIENTO POLÍTICO DOMINICANO
Producción general: Dirección de Información,
Prensa y Publicidad de la Presidencia
Diseño y diagramación: ERAS Diseño Gráfico
Impresión: Editora Corripio
ISBN: 978-99458721-0-1
Santo Domingo, diciembre de 2009.
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CAPITULO V LAS RAÍCES IDEOLÓGICAS SOBRE LA
CONDICIÓN DOMINICANA EN LOS
PENSADORES CRIOLLOS:
Antonio Sánchez Valverde, Andrés López de Medrano,
José Núñez de Cáceres, Bernardo Correa y Cidrón
y Ciriaco Ramírez 245
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Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
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Esta crisis de las ideas no implica, sin embargo, el fin de la esperanza.
Hemos aprendido de nuestros maestros, el profesor Juan Bosch y el pre-
sidente de la República, doctor Leonel Fernández, que una crisis debe
ser vista como una oportunidad para dar respuestas creativas, con el fin
de perfilar una sociedad más humana, justa y civilizada.
Esa crisis de las ideas se ha expresado en nuestro país en el ámbito po-
lítico. En todo el discurrir de nuestra historia vernácula, el pensamien-
to dominicano ha tenido verdaderos íconos, identificados en hombres
y mujeres que son nuestras figuras emblemáticas. En contraposición,
estos ilustres hombres y mujeres fueron combatidos por los faltos de
ideas, pesimistas consuetudinarios, que entregaron nuestro territorio
en una tarea anexionista que no tiene parangón en la historia nacional.
Esa realidad nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de que en estos
momentos turbulentos de crisis global en todos los niveles, con una
amenaza por imponer rancios proteccionismos, levantemos nuestros
mejores valores, que son los autóctonos; descubramos nuestros mejo-
res hombres y mujeres para empoderarlos en la gran tarea nacional: el
Proyecto de Nación.
A propósito del 146 aniversario de la Restauración de la Repúbli-
ca, celebrado este año 2009, nosotros, en la Dirección de Información,
Prensa y Publicidad de la Presidencia y el Archivo General de la Na-
ción, organizamos el “Festival de las Ideas”, propicia y afortunada ini-
ciativa dirigida a exaltar el pensamiento político dominicano, desde la
ruptura colonial hasta nuestros tiempos.
En su momento, organizamos ocho paneles sobre el pensamiento po-
lítico dominicano, en alianza con siete universidades y la Fundación
Global Democracia y Desarrollo, a fin de generar un debate conceptual
y plural sobre nuestros grandes pensadores, a cargo de los principales
historiadores y catedráticos, recogido en este libro para dejarlo como
legado.
Sin lugar a dudas esta retrospectiva del pensamiento político do-
minicano, vista por los pensadores contemporáneos, resumidos en un
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Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
solo texto, servirá para que las generaciones presentes y futuras puedan
aquilatar la forma de ver a nuestros hombres y mujeres emblemáticos,
desde un análisis crítico y plural.
Este esfuerzo editorial no hubiese sido posible sin la colaboración
y entrega de los pensadores, historiadores y catedráticos de univer-
sidades, así como del personal del Archivo General de la Nación y la
Dirección de Información, Prensa y Publicidad de la Presidencia de la
República.
Como descendientes de los soldados independentistas de la Guerra
Restauradora, debemos dar un paso adelante para asumir nuestro com-
promiso histórico de rescatar nuestro pensamiento. Los desafíos que
enfrentamos, como sociedad, se deben convertir en oportunidades para
vencer, siempre con el ejemplo de Gregorio Luperón, Gaspar Polanco,
Juan Bosch y Juan Pablo Duarte.
Rafael Núñez
Secretario de Estado
Director de Información, Prensa
y Publicidad de la Presidencia
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CAPITULO I
La validación
intelectual de la
dictadura trujillista
• Peña Batlle
• Joaquín Balaguer
• Fabio Mota
• Rodríguez Demorizi
• Arturo Logroño
EXPOSITORES: COORDINADOR:
Andrés L. Mateo Wilfredo Lozano
Bernardo Vega
Franklin Franco
Richard Turits
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
En la mesa principal figuran Richard Turits, Bernardo Vega, Julio Amado Castaños, rector de
UNIBE, Wilfredo Lozano, Andrés L. Mateo y Franklin Franco.
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Sobre esa gigantesca deformación estructural, se articuló la economía con
la ideología, que se invistió también de esta deformación, y se impuso sobre
el país la simbología discursiva del régimen y sus valores fundamentales.
Todas las manifestaciones de la autoconciencia se redujeron a la exaltación
de la suficiencia triunfante del tirano. Fueron las hazañas milagrosas, sus
símbolos relacionados con la historia reciente, sus claves inscritas en la
lisura del misterio, sus combates solitarios, su signo de amparo, los que se
impusieron como ideología al resto de la débil burguesía dominicana, pri-
mero; y a la nación entera, después. Trujillo adoptó un modo superlativo de
significación, que en correspondencia con la deformación de la formación
social dominicana, sustituyó el papel de la ideología en el régimen. Siempre
con el telón de fondo de la violencia, este sistema mitológico se conformó
a partir de la deshistoricización, y usando el pasado como contraposición
al presente. Cada mito trujillista en particular era una respuesta satisfac-
toria a la decepción del pasado. Los mitos respondían siempre a una de
las decepciones que el pensamiento dominicano del siglo XIX había hecho
angustia existencial. Así, por ejemplo, el Mito Fundacional, que se origina
con la reconstrucción de la ciudad de Santo Domingo, luego del ciclón de
San Zenón, en el 1930, satisface una de las aspiraciones ideales del pensa-
miento del siglo XIX, y es el signo de apertura a la modernidad de la nación.
Mediante este mito fundacional se liquida la vieja polémica intelectual que
veía el progreso ligado al surgimiento de las urbes modernas, en contra-
posición a la barbarie rural. Con la reconstrucción de la ciudad de Santo
Domingo, el trujillismo abre la metáfora espacial en la que el campesinado
deja de ser el arquetipo de la formación del Estado nacional, y Trujillo pasa
a ser el “Padre de la Patria Nueva”.
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Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Los grandes temas del sistema mitológico del trujillismo se cierran con
el mito de la independencia económica, que funciona como un espesor de
equivalencias gloriosas, que transporta a Trujillo en un plano de igualdad a
la génesis misma de la patria. Mediante este mito de equivalencia Trujillo
une el idealismo social con el pragmatismo burgués. Mientras Duarte con-
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cibió la República como un ideal, Trujillo la ha hecho verdadera. Duarte es
el ideal convertido en pensamiento, y Trujillo hizo del pensamiento una
verdad.
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diciones que el arielismo llega a la República Dominicana. El libro “Ariel”,
de José Enrique Rodó, se publicó en el 1900, y su impacto casi inmediato
se hizo sentir vigorosamente en todo el continente. En la República Domi-
nicana este impacto fue notoriamente significativo, hasta el punto que la
primera edición del libro del maestro Rodó se publicó en nuestro país en
el 1901.
Los aires que el arielismo trajo consigo envolvieron a todo el mundo: las
juventudes pensantes sintieron que se alejaba la desesperanza, sobreveni-
da en sucesivas guerras fratricidas, luego de la muerte del tirano Ulises He-
reaux. Todo se tiñó de ansias inaguantables de transformación, y cuando se
produjo la intervención norteamericana de 1916, nada mejor que el rechazo
rodosiano a la “nordomanía”, y al paradigma norteamericano carente de
refinamiento espiritual que el arielismo exigía. Incluso, en el colmo de la
sublimización, el arielismo aportó el único mártir cultural que tiene la his-
toria dominicana. Me refiero a Santiago Guzmán Espaillat (dicho sea de
paso, noto su ausencia en este “Festival de las Ideas”), el héroe proverbial
del arielismo, más que un mártir político un franciscano de la desespera-
ción intelectual.
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LA JUSTIFICACIÓN
INTELECTUAL DE
LA DICTADURA Bernardo Vega
“La celebración del centenario de nuestra independencia en
1944 se convertiría, precisamente por eso, en una exaltación
del anti-haitianismo. Trujillo hasta trató de matar a Lescot en
1945. Después de 1950, con gobiernos en Puerto Príncipe que no
molestaban a Trujillo, el anti-haitianismo se reduce dentro del
discurso trujillista, aunque no desaparece totalmente”.
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Retrospectiva y perspectiva del
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haitianos, cuyo número entonces era mucho mayor que el de los domini-
canos, cruzaran la frontera y ocuparan el país. Esa campaña anti haitiana
coincidió con la diseminación de la ideología falangista de Francisco Fran-
co, la cual enfatizaba el hispanismo y el catolicismo. Trujillo entonces re-
presentaría la defensa de las raíces culturales del pueblo dominicano. Con
la visita al Papa en 1954 y la firma de un concordato por parte de Trujillo,
las vinculaciones con la iglesia católica se hicieron aún más estrechas y
sacerdotes dominicanos y españoles defendieron y adularon públicamente
a Trujillo. Los trujillistas también citaron la gran amistad del dictador con
Estados Unidos y con los militares americanos, excepto durante el período
1944-1947, cuando se hizo evidente un distanciamiento del Departamento
de Estado.
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acuerdo con Haití, de la frontera y luego su “dominicanización” a partir de
1936, a través del traslado de personas hacia esa zona, dotándola, además,
de infraestructura física y militar, fue otro de los argumentos utilizados
para defender al régimen, sobre todo entre 1940 y 1946.
Las ideas de uruguayo José Enrique Rodó, autor de “Ariel” (1900), así
como el “cesarismo democrático” (1920) del venezolano Vallenilla Lanz,
influyeron en los autores que defendieron a Trujillo.
Así como la jerga trujillista no fue constante, sino que fue más hiperbó-
lica a través del tiempo, más adulona, el “discurso”, es decir “la concepción
teórica global de lo que significaba el trujillismo”, definitivamente tampo-
co fue constante. El catolicismo, el anti-catolicismo, el hispanismo, el pro-
haitianismo, el anti-haitianismo, el anti-comunismo, el pro-socialismo, el
pro-norteamericanismo y el anti-americanismo, entre otros temas, tuvie-
ron momentos en que fueron utilizados como argumentos justificativos
del régimen, pero no fueron utilizados ni durante todo el tiempo, ni con la
misma intensidad.
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Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
El hablar del nazi-fascismo fue parte, aunque débil, del discurso entre
1933 y 1939. La eliminación del control financiero norteamericano se enfati-
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zó entre 1942 y 1947 y la dominicanización de la frontera entre 1935 y 1945.
El celebrar la desaparición del “conchoprimismo” se inicia en el mismo
1930, pero se deja de enfatizar después de la Segunda Guerra Mundial.
En fin, que el único tema del discurso trujillista que sí fue constante du-
rante los treinta y un años, lo fue un mesianismo que explicaba cómo el
dictador era la figura añorada, esperada, que daría fin a las guerras intesti-
nas y que fortalecía la nacionalidad.
Nótese, por ejemplo, cómo Manuel Arturo Peña Batlle sólo tuvo esa in-
fluencia entre 1941 y 1953, período que coincidió, precisamente, con la eta-
pa anti-haitiana, hispánica y catolicista, pero no porque él influyera para
que fuese así, sino porque esos eran los temas requeridos por la coyuntura
política del momento. Nadie como él, sin embargo, supo darle contenido a
esas ideas. Si Peña Batlle hubiese pasado al trujillismo en 1930, por ejem-
plo, en vez de sufrir once largos años como “desafecto”, no hubiese podido
desarrollar su discurso anti-haitiano, sino sólo después de 1941, aún en el
hipotético caso de que hubiese sido medularmente anti-haitiano desde su
juventud. Su famoso discurso “El sentido de una política”, pronunciado en
Elías Piña, en noviembre de 1942, el más anti-haitiano de todos, fue pro-
nunciado pocos días después de que Lescot prohibiera el cruce de braceros
haitianos hacia los ingenios dominicanos como una forma de presionar a
Trujillo para que redujese sus esfuerzos por tumbarlo. El discurso de Peña
Batlle fue la respuesta pública de esa medida.
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Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Finalmente, está el caso del Dr. Joaquín Balaguer, cuya influencia políti-
ca adquirió importancia tan sólo a partir de 1957, y terminó siendo el único
intelectual con esa influencia durante los últimos cinco años del régimen y
luego como presidente a partir de 1966. Su énfasis en la hispanidad, frente
a los otros presidentes de América Latina en Guadalajara y Madrid, evi-
dencia como parte de ese discurso de ayer perduró aún desaparecida la
tiranía.
Entre 1930 y 1941 fue hostil a Trujillo, y en esa etapa casi no escribió
nada. Doce días después del 23 de febrero de 1930 renunció de la comisión
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fronteriza, pero luego recapacitó y se volvió a incorporar a ella. Vivió un
exilio interno. Mientras durante el gobierno de Horacio Vásquez escribió
un libro y 29 artículos, entre 1930 y 1934 apenas publicó un libro y seis ar-
tículos y éstos tenían que ver más bien con la intervención de 1916, sucesos
en el exterior y temas laborales.
La represión en el mes de abril fue tal que Trujillo hasta ordenó el ase-
sinato en Nueva York del principal exilado de entonces: Ángel Morales.
Por equivocación fue asesinado Sergio Bencosme, su compañero de ha-
bitación. Se organizaron “mítines de desagravio” por el atentado contra
Trujillo. Peña Batlle hablaría en uno de ellos, tomando la palestra pública
por primera vez en cinco años. Dijo: “Desde que imperiosas e ineludibles
divergencias de concepto impusieron mi renuncia en el año 1926, del Par-
tido Nacionalista, yo dejé de ser un factor visible en la política militante;
después de esa época y hasta hoy, si bien es verdad que en el interregno mi
nombre ha estado asociado al desarrollo de algunos acontecimientos de
interés nacional, no es menos cierto que he vivido al margen de la lucha sin
transgredir mi consigna de no participar de las contingencias de la política
y de no turbar la tranquilidad de mi vida, que deseaba consagrar por entero
a la estructuración de mi hogar y a la observación imparcial y fecunda de
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positivistas tenía tan poco sentido como defender al comunismo con ideas
que no fuesen las de Marx o Lenin. Sólo con la aceptación intelectual de la
subversión de valores propugnada por el autor de “Así hablaba Zaratustra”
podía esa defensa ser consistente con la realidad política dominicana de
entonces. Cuando Peña Batlle pronunció esas palabras ¿era, en su fuero
interno, todavía un opositor al régimen? ¿Estaba el angustiado y atrapado
intelectual, en su intimidad, burlándose del régimen cuando describía al
gobierno de Trujillo como nietzsceniano, es decir parecido al régimen de
los “súper-hombres” que recientemente había surgido en Alemania? Los
acontecimientos de los próximos días indicarían que lo de Peña Batlle en
ese momento era una sutil burla al régimen, que posiblemente pocos cap-
taron, pues no entendieron que estaba atribuyendo a Trujillo los nuevos
valores que soplaban de la Europa de las dictaduras nacional-socialistas y
fascistas.
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Durante esos seis años no publicó un solo artículo sobre temas políticos
y apenas dos sobre temas culturales y legales. En 1937 publicó un libro so-
bre Enriquillo y en 1938 otro sobre las devastaciones de 1605-1606.
Arturo Logroño
Fue Canciller de Trujillo entre abril de 1933 y mayo del 1935, cuando
cayó en desgracia por el incidente de Amadeo Barletta. Fue un destacado
orador, con gran conocimiento de la retórica, pero sus discursos care-
cían de sustancia. En 1934 publicó el libro “La primera administración del
Generalísimo Trujillo Molina”, de 105 páginas. Es descriptivo sobre los
progresos económicos durante ese período.
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De los 301 artículos que publicó en revistas y periódicos tan sólo tres
tratan sobre Trujillo: “Un año de gobierno. La obra culminante” (1943);
“Trujillo y la expresión de la gratitud nacional” (1955) y “Un libro para
gobernadores” (1960).
Sin embargo, no creo que sus ideas en defensa de Trujillo tuviesen algu-
na originalidad o que puedan ser comparables con los aportes de Balaguer
y Peña Batlle.
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Joaquín Balaguer
Estando emparentado con la esposa de Trujillo en 1930, Balaguer fue de
los oradores en su temprana campaña electoral de ese año y es probable
que haya contribuido a la redacción del pronunciamiento de Estrella Ure-
ña del 23 de febrero, el cual justifica el golpe de Estado como una forma
de salvar al país del “naufragio económico” y “la bancarrota”, de la “dilapi-
dación de recursos” por parte del gobierno de Horacio Vásquez, “la ruina
del comercio”, el “estancamiento de la agricultura”, “la corrupción de las
escuelas”, la “anarquía moral” y el “fraude en todos los sectores de la admi-
nistración pública”. En contraste, Estrella Ureña prometía ofrecer al país
la estabilidad económica, el sosiego moral y la protección que reclamaban
el comercio y la industria.
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En 1944, con motivo del centenario, ganó un premio nacional que luego
publicaría en Argentina en 1947 bajo el título de “La realidad dominicana”.
Sería la única importante de sus obras que no editaría de nuevo después de
1966, aunque gran parte de la misma aparece en “La isla al revés”.
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Plantea que el haitiano es holgazán, a pesar de su resistencia física. Cri-
tica a los braceros por quitarles empleo a los dominicanos y considera que
en Haití existía un fuerte racismo. Si los dominicanos no actuaban, la isla
llegaría a estar controlada por los haitianos, sería “indivisible”, pues el más
prolífico absorbería al más débil. Alega que Trujillo logró impedir ese pe-
ligro y por eso los dominicanos podían subsistir como pueblo español y
cristiano. Cita que el principal problema dominicano lo era el de la raza.
“Es menos alarmante, para la salud de la República, el soplo imperialista que nos
llega de Estados Unidos que el oleaje arrollador del funesto mar de Carbón que ruge, y
como león encadenado, en el círculo que opone a sus sueños de expansión la inmutabili-
dad legal de las fronteras.
…Somos pueblos vecinos pero no pueblos hermanos. Cien codos por encima de la ve-
cindad geográfica se levantan la disparidad de origen y los caracteres resueltamente
antinómicos que nos separan en las relaciones de la cultura y en las vindicaciones de la
Historia.
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González Herrera, Trujillo es el que salva al país del peligro haitiano. Los
dominicanos necesitaban a un hombre fuerte para enfrentar a Haití. El
autor también defiende la matanza.
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la época trujillista, se inició un proceso de emigración en todo el Caribe
y que todavía persiste. Un 10% de la población de las islas más grandes,
Cuba y La Española ya vive fuera de sus países. Un 10% de los dominicanos
y un 10% de los haitianos residen fuera de su patria. En las islas más pe-
queñas, las angloparlantes, esa proporción es mucho mayor llegando hasta
un 35% en algunas de ellas. En Puerto Rico también se dio una emigración
masiva en la década de los cincuenta. Ese 10% de la población haitiana se
ha trasladado principalmente a Canadá, Estados Unidos y sobre todo a la
República Dominicana. Muchos dominicanos arriesgan su vida tratando
de cruzar el Canal de La Mona y lo mismo hacen haitianos que tratan de
llegar a La Florida. Por eso, los guardacostas norteamericanos han coloca-
do a la isla La Española “entre paréntesis” ubicando barcos en el Canal de
La Mona y en el de Los Vientos, para impedir el éxodo hacia el territorio
norteamericano de haitianos y dominicanos, por lo que hoy día práctica-
mente la única opción que tiene el haitiano que quiere emigrar es cruzar
la frontera dominicana, para quedarse allí o seguir hacia Puerto Rico o Do-
minicana. Una población importante de haitianos vive en Surinam y en
la Guayana Francesa, lugares que son los que más pudieran parecerse al
África sugerida por Sánchez y Sánchez.
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Las raíces ideológicas
de la dictadura de
Trujillo y su proceso
de resurrección Franklin Franco
“Trujillo, en consecuencia, aparece en la concepción de los ideólogos de
su régimen como el padre, el guía, el Mesías salvador de su pueblo; un
nuevo ‘Jesús’, pero con uniforme de gendarme.Anteriormente, refiere el
mismo Peña Batlle, ‘el país vivió porque la mano de la Providencia lo
sostuvo en medio de su catástrofe y porque esa mano invisible parece
velar misteriosamente sobre su suerte azarosa’ ”.
Introducción
En los últimos cinco años se han publicado en nuestro país cerca de
veinte obras que tienen como tema central la “Era de Trujillo”. Si bien en
su mayor parte estos textos recogen ensayos de carácter historiográficos,
también hay novelas, recopilaciones de cuentos y hasta narraciones ane-
cdóticas, etc.
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Otros esfuerzos surgieron durante las elecciones de 1924 que ganó el
caudillo Horacio Vásquez, pero no fue sino en 1931 cuando verdaderamen-
te se estructuró, siguiendo el ordenamiento del estilo moderno, el primer
partido con lineamientos programáticos y estatutarios definidos en nues-
tro país: El Partido Dominicano, fundado por Trujillo y sus intelectuales;
agrupamiento que copió casi textualmente, pero sólo momentáneamente
y con fines exclusivamente electorales, la declaración de principios del
Partido Nacionalista fundado por Lugo. Ese detalle constituye una prueba
evidente del atraso político del país, y de la indigencia mental de los gru-
pos económicamente poderosos, dueños del poder desde la fundación de
la República en 1844.
Por todo ello hay que entender que la breve oposición a la dictadura, de
parte de la oligarquía durante los primeros años, obedeció más a diferencias
de cuestiones de mando y de usufructo del poder que a causas ideológicas.
La oligarquía anhelaba un régimen fuerte, pero en manos de un miembro
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Retrospectiva y perspectiva del
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Esta unidad ideológica del nuevo régimen con los ideales de los conser-
vadores, que veremos con mayores detalles más adelante, explica a su vez,
primero, la brevedad de la oposición de la oligarquía a Trujillo, y segundo,
la masiva integración de este sector social, el cual, al cabo de poco tiempo,
asumió las principales funciones públicas, llenando con su prestigio social
los altos cargos burocráticos.
-II-
42
Por esa razón la visión de la historia nacional elaborada por los principa-
les pensadores de este reducido, pero influyente grupo de intelectuales que
acompañó a Trujillo a partir de 1930, al igual y como ya habían expresado
otros pensadores de la oligarquía, la dominicana refleja ser una historia
azarosa y maldita.
El propio Trujillo, en uno de sus discursos (escrito por uno de sus inte-
lectuales), explica en estos términos la vida del país en los últimos años:
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“Deben ver en cada revolucionario un enemigo de tu vida y de tus bienes”.
“Si por tu casa pasa un hombre que quiere alterar el orden, hazlo preso:
es el peor de los malhechores. El criminal está en la cárcel, ha matado a un
hombre o se ha robado alguna cosa. El revolucionario quiere matar a todos
los que pueda y cogerse todo lo que encuentra, lo tuyo y lo de tus vecinos;
ese es tu peor enemigo”. Este decálogo llegó, incluso, a ser usado en las
escuelas primarias como material obligatorio de lectura.
-III-
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el régimen retornó a su política anticomunista y terrorista con el inmediato
apresamiento y asesinato de los principales líderes de las organizaciones
Juventud Democrática y el Partido Socialista Popular. De la bárbara cam-
paña de aquellos día apenas una docena de los dirigentes comunistas logró
escapar y salvar la vida mediante el asilamiento en varias embajadas lati-
noamericanas.
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tereotipo que fue utilizado para cimentar el prejuicio contra los propios
dominicanos de la raza negra, la mayoría de la población.
Genocidio salvaje que dos de los principales ideólogos del régimen, Ba-
laguer y Peña Batlle, con elegantes argucias de interpretaciones históricas,
aquí y en el extranjero, trataron inútilmente de justificar.
-V-
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después de la muerte de Trujillo, la rehabilitación y el mantenimiento en
posiciones claves en el aparato del Estado, del experimentado grupo de
servidores de la tiranía, como garantes del nuevo ordenamiento político
“democrático representativo”, propósito que fue logrado y que permitió
de paso alejar la posibilidad del surgimiento de cualquier acción revolu-
cionaria.
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Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Es importante tener presente para los fines del análisis que la consigna
de “borrón y cuenta nueva” fue asumida por el PRD desde los primeros días
de su ingreso al país desde el exilio de sus representantes (Miolán, Silfa
y Castillo) en julio de 1961, y que tal situación condujo a la Unión Cívica
Nacional, organización supuestamente “apartidista”, fundada ese mismo
mes, el día 17, a adoptar una posición absolutamente contraria, coinciden-
te, paradoja de la historia, con los grupos más radicales de la izquierda. La
UCN en tono airado comenzó a exigir la “destrujillización de las fuerzas
armadas” y el envío a la justicia de los socios del tirano.
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nueva” sumó un caudal importante de votos, no menos cierto es que su
candidato, el profesor Bosch, también explicó en su jornada proselitista la
necesidad que tenía la sociedad dominicana de originar cambios sociales y
económicos profundos que favorecieron, como él mismo lo expresó, a los
“hijos de Machepa”, es decir, a los desposeídos, e inauguró, asimismo, un
nuevo estilo de comunicación con el pueblo. Ambas cosas, sin duda, con-
tribuyeron también a la consolidación de su liderazgo triunfal.
“En diciembre primero de 1927, es decir, cuando apenas tenía 21 años de
edad, escribió Balaguer, en el periódico La Información, de Santiago,
un artículo que lleva por título: ‘El imperialismo haitiano’, donde
sostiene que el ‘oleaje arrollador del funesto mar de carbón’ que asoma
por la frontera, resulta más alarmante para la salud de la República,
que ‘el soplo imperialista que nos llega de Estados Unidos’ ”.
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Retrospectiva y perspectiva del
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Como dato curioso sobre el proceso comicial de 1966, les ofrezco esta per-
la: Santiago Rey, asesor electoral del sanguinario dictador cubano Fulgen-
cio Batista, actuó en ese proceso como estratega del Partido Reformista.
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que la consigna de “borrón y cuenta nueva” facilitó, sino también el re-
torno –con otras modalidades a causa de las nuevas circunstancias– de los
mismos métodos de dominación terroristas anticomunistas empleados por
la dictadura de Trujillo.
Precisamente para ellos, y también para los incrédulos, les expresó que
en un momento en que su gobierno, a causa de los abusos y crímenes co-
metidos contra la población, se sintió acosado por las permanentes pro-
testas de los dominicanos, incluso, a nivel internacional, ese hombre, que
identificó a nuestra Constitución como un “pedazo de papel” y a nuestro
ambiente político como una “hoyo de cacatas”, escribió las siguientes pa-
labras:
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Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Cuando Balaguer fue funcionario de Trujillo (al igual que todos los ideó-
logos de la dictadura) como hemos visto, siempre presentó al “Jefe” como
un ser predestinado por la Providencia para regir los destinos de nuestro
país.
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antes de ingresar como mentor al proyecto político del sátrapa al que dedi-
có con servil pasión gran parte de su vida.
Por ese motivo clama a las autoridades de aquel entonces para que sea
establecido el servicio militar obligatorio, para que “cada ciudadano pueda
ser un baluarte desde cuyas almenas se alce la bandera de la República des-
plegada a todos los vientos por la grandeza del derecho armado”. (Fer-
nando Pérez Memén. “El joven Balaguer”. Págs. 219-200. Edit. De Colores.
2008).
“Somos pueblos vecinos pero no pueblos hermanos. Cien codos por en-
cima de la vecindad geográfica levantan la disparidad de origen y los ca-
racteres resueltamente antinómicos que nos separan en las relaciones de
la cultura y en las vindicaciones de la Historia. De ahí que no creemos en
la mentirosa confraternidad dominico-haitiana (subrayado nuestro). En el
Palacio Presidencial de Haití han habitado y habitan los peores enemigos
de la viabilidad de nuestro ideal republicano” (Fernando Pérez Memén. “El
joven Balaguer”. Pág. 219. Edit. De Colores. 2008).
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dez, en representación del PLD, quien resultó ganador en la segunda vuelta
electoral, es de fácil recordación, y por falta de tiempo, no voy a entrar en
sus pormenores.
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Fundamentos
del despotismo:
los campesinos,
los intelectuales
y el régimen Richard L. Turits
de Trujillo Universidad de Michigan
1 Se entrevistaron 130 habitantes, en 20 de las 30 provincias del país, entre 1992 y 1994.
A menos que se indique lo contrario, los entrevistados eran campesinos con edades
comprendidas entre los 55 y 110 años. La gran mayoría de esas personas eran amigos
o familiares, de amigos o conocidos míos de Santo Domingo, quienes me introdujeron
con ellos directa o indirectamente, de ahí que la mayoría de las entrevistas comenzaron
con cierto nivel de confianza previamente establecido. Aquellos entrevistados, que
no me habían sido presentados previamente, los conocí en lugares públicos, como los
colmados locales. La mayoría de las entrevistas se realizaron conjuntamente con el
fenecido Ciprián Soler, entonces profesor de historia de la Universidad Autónoma de
Santo Domingo y amigo cercano mío por muchos años. Su habilidad para conducir las
entrevistas resultó invaluable en el fomento de discusiones fructíferas con las personas
que conversé. Aunque nuestro estilo de entrevistar variaba, tratamos siempre de
comenzar con preguntas abiertas que permitieran a las personas enmarcar sus propias
narrativas de los “días pasados”. De acuerdo a las respuestas y planteamientos de
los entrevistados, continuábamos de manera más específica (como pedir ejemplos),
y según el decurso de la entrevista, a veces inquiríamos sobre contradicciones en
sus declaraciones, o sobre la posibilidad de interpretaciones alternativas. Nunca
presionamos a la gente para que hablara sobre un tema específico, si estaban renuentes
a ello. También he utilizado testimonios recopilados entre 1986 y 1988 en las regiones
fronterizas dominicanas, con la colaboración de la historiadora Lauren Derby.
60
No conociste a Trujillo. Por ejemplo, tú dices “Trujillo era un dictador,
un desgraciado, un hijo de la gran puta”. Pero tú lo estás diciendo porque
tú ves un mapa que hizo un hombre que no quería saber de Trujillo. Pero
no es porque tú viste a Trujillo personalmente y viste lo que él hacía.... Us-
tedes son unos niños para mí... Ustedes saben una historia porque estos
grandes... tienen esa historia, porque ya no querían saber de Trujillo y le di-
cen a ustedes: “No..., Trujillo era un desgraciado”. No señor..., en realidad,
nosotros... los jodidos no íbamos a decir que [Trujillo era un desgraciado]...
Los malos son los que lo siguen.2
2 El comentario de Castillo “ustedes son niños para mí”, se refiere a Ciprián Soler y a
mí. Entrevista a Castillo, Catorce de Cumayasa, La Romana, 30 de diciembre de 1992.
Como lugar de las entrevistas se indica primero la sección, seguida del municipio más
cercano.
61
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
por alto los crímenes ordenados por el Estado y las violaciones masivas a
los derechos humanos. Apartados del contacto directo con el sufrimiento
impuesto por las dictaduras, ellos piensan que algunos fines supuestamen-
te reformadores y patrióticos justifican los medios, aunque esos medios
resulten tiránicos, severos y sangrientos.
¿Cuál era entonces el mapa –la visión panorámica selectiva– de los in-
telectuales que racionalizaron su apoyo y su incorporación a la dictadura?
Mi investigación sobre el régimen ha arrojado luz sobre ese asunto.3 Esta
investigación se enfocaba primariamente en las relaciones entre el Estado
y el campesinado. Pero las defensas frecuentemente apasionadas que es-
cuché sobre Trujillo, provenientes de ancianos campesinos a través de la
República Dominicana, me llevaron a estudiar seriamente, e investigar, las
políticas rurales que originalmente había subestimado como mera propa-
ganda. Y descubrí que esas políticas habían sido formuladas e implemen-
tadas en la década de 1930 por un puñado de respetables intelectuales y
funcionarios civiles que trabajaban para el régimen de Trujillo y que apa-
rentemente se habían dejado influenciar por una visión nacionalista-po-
pulista que establecía un camino a la modernidad, no por la expansión de
grandes plantaciones, generalmente propiedad de extranjeros, sino por la
creación de pequeños agricultores comerciales dominicanos. Y las visiones
de esos intelectuales y funcionarios coincidían convenientemente con la
búsqueda de Trujillo de políticas estatales que fomentaran en gran medida
un apoyo popular a su gobierno dictatorial. 4
3 Richard Lee Turits, Fundamentos del despotismo: los campesinos, el régimen de Trujillo y la
modernidad en la historia dominicana, Stanford, Stanford University Press, 2003.
4 Garrido, Roger y Tolentino a Trujillo, 3 de enero de 1935, Archivo General de la
Nación (AGN), Secretaría de Agricultura, legajo 207, 1935; Turits, Fundamentos del
despotismo, 95.
62
sido percibido por muchos observadores contemporáneos, entre los que se
encontraba Juan Bosch, importante intelectual y entonces líder izquier-
dista de la comunidad de exiliados dominicanos, y quien posteriormente
fue presidente de la República (1962-63). En 1991, Bosch recordaba haber
advertido a otros exiliados revolucionarios que se embarcaron en una in-
vasión a la República Dominicana a finales de la década de 1950 que: “Es-
taban equivocados si creían que sólo enfrentarían al Ejército de Trujillo y
a nadie más, porque en adición a los soldados, tendrían que combatir a los
campesinos… ‘No crean’, les dije, ‘que el campesinado dominicano los va
a apoyar. En treinta años Trujillo ha hecho muchas cosas…’ Y eso fue lo
que ocurrió. El campesinado enfrentó a los patriotas que combatieron el
trujillato, y en muchos casos fueron ellos, el campesinado, quienes entre-
garon a los guerrilleros”.5 Los argumentos apasionados de Castillo y de
otras personas sugieren que la lealtad del campesinado hacia Trujillo, una
adherencia que impelía a un número de ellos a defender el régimen frente a
los exiliados revolucionarios, subsistiría por décadas después del asesinato
de Trujillo.
63
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
6 Para una diferencia clara con la historiografía convencional, ver San Miguel, Los
campesinos, esp. 315-16. Lowell Gudmundson ha argumentado que, aunque generalmente
se ve como un fenómeno de la clase urbana y trabajadora en América Latina (como en
Argentina y Chile), las iniciativas estatales populistas han resultado muy atractivas
entre los campesinos agricultores durante las transiciones a producción agrícola
intensiva, en un número de casos durante el período de 1850 a 1950 –en Costa Rica,
Puerto Rico, el México ranchero y los países andinos Colombia y Venezuela–, según
he podido encontrar en República Dominicana. Lowell Gudmundson, Costa Rica before
Coffee: Society and Economy on the Eve of the Export Boom, Baton Rouge, Louisiana State Univ.
Press, 1986, 153-60. Un comentario relacionado se encuentra en Catherine LeGrand,
Frontier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1830-1936, Alburquerque, Univ. of New
México Press, 1986, 122-23.
7 Para interpretaciones similares, ver Pedro San Miguel, “La ciudadanía de Calibán:
poder y discursiva campesinista en la Era de Trujillo”, en Política, identidad y pensamiento
social en la República Dominicana (siglos XIX y XX)”, editores Raymundo González, Michiel
Baud, Pedro San Miguel y Roberto Cassá, Madrid, Doce Calles, 1999, páginas 269-89; y
Los campesinos, páginas 300-22. Para otras perspectivas sobre la distribución de tierras
y la colonización bajo el régimen de Trujillo, ver Inoa, Estado y campesinos, 86-101; Pedro
Mariñez, Resistencia, 87-88, y Agroindustria… 106-09; y Cassá, Capitalismo… 129-31.
8 Por “economía moral” me refiero al conocimiento popular de los derechos económicos,
a las obligaciones habituales y a los límites de lo que, hasta los poderosos, pueden hacer.
Ver E. P. Thompson, Customs in Common, Nueva York, The Free Press, 1991, esp. 343, 345;
James C. Scott, The Moral Economy of the Peasant: subsistence and rebellion in Southeast Asia,
New Haven, Yale Univ. Press, 1976.
64
cionalmente habían disfrutado, sino también tornar al campesinado en
sedentario y concentrarlo, pues en ese entonces todavía estaba altamente
disperso y ambulante, acostumbrado a la siembra de tumba y quema, al uso
colectivo de los montes, y a la crianza libre en tierras sin cercas y de libre
acceso. Al distribuir parcelas fijas y, además, proveer nuevas carreteras,
materiales, créditos y canales de riego de los cuales dependen los agricul-
tores sedentarios, el Estado encajó al campesinado en el rango de su propia
visión, acceso y control efectivo.9
9 La historia de las políticas rurales del régimen de Trujillo es consistente con la tesis
del cientista político James Scott, en el sentido de que las intervenciones oficiales en
nombre del desarrollo y el progreso funcionan para apuntalar el poder estatal y el
control social (incluso si no conducen al avance económico). James Scoett, Seeing Like
a State: How Certain Schemes to Improve the Human Condition have Failed, New Haven, Yale
Univ. Press, 1998, passim. De igual forma, la cientista política Merilee Grindle ha
escrito sobre la reforma agraria en América Latina: “Las fuentes y efectos de las reformas
difieren a través de la región, pero un resultado consistente en todos los países fue el
incremento de la influencia del Estado en las condiciones políticas y económicas de las
áreas rurales. Entonces, el Estado mismo fue uno de los principales beneficiados de
las iniciativas de la reforma agraria”. Merilee Grindle, State and Countryside: Development
Policy and Agrarian Politics in Latin America, Baltimore, John Hopkins Univ. Press, 1986, 8.
65
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
66
cia 1958 la reforma agraria abarcaba casi medio millón de hectáreas (22%)
de la tierra agrícola del país, tanto en las colonias como a través de la cam-
paña de distribución de tierras, y que el número de beneficiados ascendía
a 140,717 (ciento cuarenta mil setecientos diecisiete) campesinos, lo que
equivalía al 31% de los terratenientes. 10 Y un gran número de campesinos
obtuvieron títulos legales en base el derecho de posesión ininterrumpida
(“prescripción adquisitiva”), en la medida en que el Estado mensuraba las
tierras ocupadas y otorgaba sus títulos a través de todo el país.
Pero el Estado protegía las tierras de los campesinos sólo bajo la condi-
ción de que ellos las hicieran productivas en la forma en que el gobierno
demandaba. Inspectores oficiales monitoreaban las parcelas cedidas para
asegurarse de que eran adecuadamente cultivadas. Y se implementó es-
trictamente en todo el país una ley que había sido promulgada en 1920,
que clasificaba como “vagos” a los campesinos que cultivaban menos de
diez tareas (63 hectáreas) de tierra. Al mismo tiempo, el Estado proveía
los equipos básicos y los insumos agrícolas, construía infraestructuras y
mejoraba el acceso a los mercados. Todo como parte de una vigorosa cam-
paña para eliminar las tradicionales prácticas itinerantes y de pasto de los
campesinos.
67
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
68
ría foráneos, representaban realmente un progreso para el país y si podrían
conducirlo hacia las formas de modernidad que ellos propugnaban. 11
Esos cuestionamientos surgieron, principalmente, en el contexto de una
creciente agitación nacionalista generalizada. A principios del siglo XX al-
gunas personas hasta expresaron dudas sobre la existencia de una genuina
nación dominicana, dada su división rural-urbana, la autonomía de su cam-
pesinado, el marcado regionalismo y las continuas guerras civiles, así como
su manifiesta subordinación al poder y capital extranjeros.12 Las preocu-
paciones nacionalistas fueron provocadas nuevamente en 1904, cuando Es-
tados Unidos tomó control indefinido de las Aduanas dominicanas como
parte del acuerdo para que el país pagara la enorme deuda externa que
tenía (que fue ratificada en un acuerdo entre las dos naciones en 1907) y,
sobre todo, cuando Estados Unidos ocupó el país desde 1916 a 1924. Bajo
el fuerte yugo del control político norteamericano y de la rápida monopo-
lización de tierras por parte de las empresas azucareras norteamericanas
en la región Este del país, un grupo de pensadores inició una oposición a la
expansión del comercio agrícola en manos foráneas y comenzó a promover
el desarrollo en base a los pequeños agricultores dominicanos, y así preco-
nizaban el modelo que ya representaba una parte importante de la región
del Cibao.13 Tanto en la prensa, como en los círculos políticos, emergió
11 De hecho, tan temprano como en 1884 el intelectual y presidente Pedro Bonó condenó
la entonces novedosa industria azucarera del país. Escribió: “Antes los campesinos eran
pobres y toscos, pero al menos eran propietarios, ahora son proletarios más toscos y más
pobres. ¿Qué forma de progreso es esa?”. También escribió: “He visto la transformación
del Este, propiedades transferidas prácticamente sin costo para los nuevos ocupantes,
que se ocultan bajo el pretexto del progreso. Progreso sería si lo que ocurre fuera
progreso para los dominicanos”. Bonó, “Papeles”, 281, 327.
12 Mateo, Mito y cultura, 75-78. El prominente intelectual Santiago Guzmán Espaillat
tituló una de sus presentaciones en 1908 “Does the Dominican Republic Constitute a
Nation?”, Julio Jaime Julia, Guzmán Espaillat, el civilista, Santo Domingo, Taller, 1977, 20.
13 Durante el período 1900-1930, un número de escritores en República Dominicana
contrastó el impacto de las plantaciones azucareras en el Este, con la exitosa expansión
de las pequeñas agriculturas del Cibao. Por ejemplo, en 1906, el escritor Rafael Abreu
Licairac definió las plantaciones azucareras extranjeras como “penetración pacífica”
de “progreso”. Y en contraste con el desarrollo en el Este, Abreu ponderó los pequeños
agricultores del Cibao como modelos alternativos de progreso, en contraposición con los
enclaves azucareros extranjeros y con las prácticas de pasto supuestamente “atrasadas”
y “nómadas” del campesinado, que prevalecían en la mayor parte del país. Él presentó
el Cibao como el modelo a seguir por el resto del país para poner fin al estancamiento
rural, mientras se consolidaba la integración nacional y se beneficiaba al campesinado.
69
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
“Ahí está la vida rural real con todas sus atracciones y ventajas, caracterizada por un
trabajo remunerado, riqueza relativa, e independencia del productor… Mientras mayor
sea la distribución de propiedades y mayor sea la diversificación de las siembras, más
riqueza habrá disponible para avanzar hacia el progreso y bienestar general”. Rafael
Abreu Licairac, La cuestión palpitante, Santo Domingo, Imp. Listín Diario, 1906, 27-32.
Ver también su artículo anterior “La agricultura en el Cibao”, Eco de la Opinión, 2 de
septiembre de 1893. Para un ejemplo de los años iniciales de Trujillo que contrapone
el Cibao y el Este, ver Enrique Jiménez, Sobre economía social americana, Santo Domingo,
1932. Así, en lugar de descartar los campesinos por ser intrínsicamente primitivos e
indolentes, o tratar de arrancarlos completamente de su existencia autónoma –como
tradicionalmente habían hecho los intelectuales y líderes dominicanos–, comenzó a
emerger una nueva tendencia de intelectuales liberales que buscaban un rol para el
campesinado en el marco de una nación en modernización.
14 Un ejemplo de esa plataforma política es “Lo que ha hecho ‘La Opinión’ en dos años
de intensa lucha por el prestigio, el engrandecimiento y el porvenir de la República”,
La Opinión, 10 de enero de 1929. Ese proyecto también era apoyado por el Partido
Nacionalista, formado en 1924 al final de la ocupación norteamericana. Ver Francisco
Antonio Avelino, “Reflexiones sobre algunas cumbres del pasado ideológico dominicano”, Santo
Domingo, n. p., 1995, 198-201; González, “Notas sobre el pensamiento socio-político
dominicano”, 14-15.
15 Secretaría de Estado de Agricultura e Inmigración, Memoria 1926, Santo Domingo, 1927, 7-9, 21.
70
extranjero”.16 Editores, periodistas y funcionarios del gobierno de Vás-
quez demandaron nuevas leyes para impedir el incremento de inversionis-
tas extranjeros y el latifundio, así como el monocultivo en nombre de la
equidad social, del nacionalismo y de las políticas económicas con visión
de futuro.17
71
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Los primeros funcionarios del gobierno trujillista se harían eco del lla-
mado de Tolentino de acudir al campo para salvar la nación. En busca de
una nación “moderna” –pero de una que se caracterizara por autonomía
nacional y orden público, así como por crecimiento económico–, ellos pro-
movían la idea de convertir a los campesinos libérrimos en pequeños agri-
cultores comercialmente productivos, en lugar de impulsar el desarrollo en
base a negocios agrícolas de gran escala y crecientes enclaves de inversión
extranjera.21 Llama la atención el hecho de que esa visión alternativa de
modernidad no sólo daría forma a la retórica, sino también a las propias
políticas del régimen. Y es así como varios de los más destacados defen-
sores de ese proyecto de desarrollo a través de los pequeños agricultores
–entre los que se encontraban Tolentino y Espaillat–, fueron reclutados en
72
el gabinete de Trujillo y, desde sus nuevas posiciones, tratarían de aprove-
char el poder del régimen para realizar su visión reformista. Esos miem-
bros del gabinete transformaron y concretaron la retórica populista de los
inicios del gobierno de Trujillo, pues diseñaron e implementaron políticas
de distribución de tierras, de asistencia agrícola y de intervención en el
proceso de mensurar y sanear la tenencia de propiedades para proteger a
los pequeños agricultores sin títulos sobre la tierra. Eso era un fructífero
esfuerzo por promover la producción y la auto suficiencia agrícolas e in-
tegrar, en lugar de dislocar y diezmar, el campesinado en los inicios del
proceso de modernización.
Fueron esas políticas las que eliminaron las prácticas de pasto de los
campesinos, que ayudaron a desarrollar la agricultura sedentaria, que guia-
ron a los campesinos hacia los proyectos y expectativas del Estado nacio-
nal y que los definieron, como nunca antes, como “hombres de trabajo”
cuya labor agrícola, avance y valores eran fundamentales para la nación y
su progreso. Al mismo tiempo, sin embargo, fueron esas mismas políticas,
y los que las formularon, los que ayudaron a legitimar y proveer apoyo para
esa horrenda y sangrienta dictadura personalista de Trujillo.
73
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
74
Los esfuerzos realizados a través de la reforma agraria y la idealización
de la labor de los pequeños agricultores encajaban con las preocupaciones
nacionalistas. En su reporte anual de 1936 el nuevo secretario de Agri-
cultura, Rafael Espaillat, elogiaba la campaña de distribución de tierras
como un “modelo de política nacionalista prudente, con imponderables
beneficios para el bienestar, unidad e independencia de la República… Los
pueblos despojados del dominio de su tierra son pueblos esclavizados”. El
hecho de que Espaillat procediera de Santiago, al igual que Tolentino, po-
dría explicar la visión de nación que ambos tenían, pues quizás estaban
influenciados por el modelo de pequeña agricultura que ya se desarrollaba
en gran parte del Cibao. Es interesante hacer notar que Espaillat había
sido un firme opositor del general Trujillo, cuando el primero era miembro
del gabinete de Vásquez. A principios de 1930, Espaillat incluso encabezó
un esfuerzo fallido que buscaba persuadir al presidente Vásquez de que
destituyera a Trujillo de su posición como jefe del Ejército.24 Sin embargo,
ese hecho no impidió que Trujillo integrara a Espaillat a su gabinete (por el
contrario, es concebible que eso lo motivara a hacerlo). Junto con Tolen-
tino, Espaillat condujo el régimen de Trujillo por direcciones reformistas.
De hecho, Espaillat hasta comparó la campaña de distribución de tierras
con la reforma agraria de la Revolución Mexicana –entonces en pleno apo-
geo bajo la dirección de Lázaro Cárdenas– y sus políticas a favor de los
“más abandonados miembros de la ciudadanía mexicana: los indios y los
agricultores pobres del país”.25
75
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
76
Haití, Cuba y la República Dominicana–, todos fracasaron en trascender
las expectativas de modernidad tradicionales, a menudo racistas, en las
que se presumía la agricultura comercial en gran escala como la única ruta
hacia el progreso, e implícita, o explícitamente, se asumía que personas de
ascendencia africana –a diferencia de los blancos–, eran incapaces de desa-
rrollar una agricultura pequeña productiva y alcanzar de manera indepen-
diente una producción con superávit. Ninguno de esos regímenes concibió
una transición económica de esclavo a pequeño agricultor productivo, o de
montero y campesino libre de ascendencia africana a pequeño agricultor
productivo, que podría haber resultado atractiva para las masas rurales,
como irónicamente esbozaron e implementaron, en un amplio sentido, los
funcionarios del gobierno de Trujillo.
77
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
78
CAPITULO II
El pensamiento
conservador
en el siglo XIX
• Tomás Bobadilla
• Antonio Delmonte y Tejada
• Manuel de Jesús Galván
• Javier Ángulo Guridi
EXPOSITORES: COORDINADORA:
Manuel Núñez, Reina Rosario
Raymundo González
José Guerrero
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Panel conformado por José Guerrero, Manuel Núñez y Raymundo González, bajo la coordina-
ción de Reina Rosario. Les acompaña, monseñor Agripino Núñez Collado, rector de la Pontificia
Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM).
El público siguió con interés las exposiciones, realizadas en la PUCMM, el 12 de agosto de 2009.
Manuel de
Jesús Galván
(1834-1910) Manuel Núñez
“¿Por qué se produce el respaldo de Galván a la Anexión a España?
Era tan vulnerable el Estado dominicano que surgieron dos grandes
tendencias: los independentistas puros, que creyeron en que la única
solución era la independencia, y que representa, de manera absoluta
y casi única, el padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, y los que
creyeron que debíamos ponernos bajo la tutela de un Estado protector.
Participantes de esta idea fueron, en algún momento, los próceres
trinitarios Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella”.
81
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
82
encaja, en algunos aspectos, con la concepción que lo tilda de conservador
sobre todo en su apego al sentido inicial de la vida dominicana. Pero si se
mira desde otra vertiente, a la luz del comportamiento político asumido en
otros momentos de su vida, podría ser tachado de liberal. No debemos juz-
gar, pues, a Galván con los juicios y la mentalidad contemporánea. En las
postrimerías del siglo XIX, los conservadores desconfiaban de la capacidad
del pueblo para gobernarse, en muchos casos detestaban el voto y la opi-
nión; se oponían a la libertad de cátedra, si ponía en entredicho el dogma
religioso. Desde luego, hasta ahora, tal como veremos, al casar su biografía
con estas perspectivas, ninguna empalma con Galván.
83
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Era tan vulnerable el Estado dominicano que surgieron dos grandes ten-
dencias: los independentistas puros, que creyeron en que la única solución
era la independencia, y que representa, de manera absoluta y casi única,
el padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, y los que creyeron que debíamos
ponernos bajo la tutela de un Estado protector. Participantes de esta idea
fueron, en algún momento, los próceres trinitarios Francisco del Rosario
Sánchez y Ramón Matías Mella.
84
intento de conquista de la República de Haití. Esas dos vertientes consti-
tuyen la proyección geopolítica de los dos Estados.
85
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Este enorme aparato de riqueza descansaba sobre una organización social muy
característica: en 1789 vivían en la colonia francesa 40.000 blancos, 40.000 libertos y
600.000 esclavos” (“Ensayos históricos”, Sto. Dgo. Taller, Pág. 152).
86
nicanos se enfrascasen en un proyecto independentista. El anexionismo no
se proyectaba en menoscabo de la idea nacional, sino de la idea de Estado.
En aquel punto y hora, muchas naciones se hallaban manejadas por Esta-
dos más poderosos, y ese proceso ha continuado. En 1947, al momento de
fundarse la Organización de las Naciones Unidas, había una cincuentena
de Estados independientes. En la actualidad, tenemos más de 180 Estados
miembros.
87
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
dad Sánchez (1794-1845) y otros. A todos los fusiló Santana. Y ese hecho le
abrió las puertas al anexionismo. Fabré Geffrard logró atraerse a una parte
de los patriotas, que, temerosos de sus vidas, se refugiaron en el territorio
haitiano. Sin embargo, el objetivo del gobernante haitiano era adelantarse a
los acontecimientos, produciendo anticipadamente una incorporación del
territorio dominicano al Estado haitiano, tal como lo subraya el historiador
haitiano Jean Price Mars (“La República de Haiti y la República Domini-
cana”, v.III). Las causas que motivaron la Anexión a España pueden resu-
mirse del modo siguiente:
• Que se le diera punto final a las luchas intestinas entre los caudillos
que habían dominado el escenario político. A saber: Buenaventura
Báez y Pedro Santana.
88
bían que Haití poseía unos 21.085 km2. Una de las ambiciones de
Santana era recuperar esos territorios fronterizos.
89
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
90
para que se fusilase dondequiera que se le encuentre. Los últimos días de
Santana fueron trágicos, enemistado con los españoles y condenado por los
dominicanos. Según el Dr. Delgado que lo atendió, cuando se hallaba en las
últimas, falleció de un cólico hepático en 1864. Fue enterrado sin ceremo-
nias, en el patio de la Guarnición. Posteriormente se le inhumó en la Iglesia
de El Seibo, y finalmente se le exaltó al Panteón Nacional.
La vertiente liberal
Tras la Restauración de la República en 1864, se vinculó al Partido Azul,
de tendencia liberal, capitaneado por el prócer Gregorio Luperón, a quien
sirvió como canciller. En Puerto Rico, donde se radicó tras la conclusión
de la administración española, se vinculó a la España Liberal y a los grupos
independentistas, y escribió en sus medios. En 1874 fue electo diputado
en la Convención que redactaría la Constitución de la República. Se aso-
cia a los que luchan contra el baecismo y se convierte en promotor de la
candidatura de Espaillat, quien le nombra canciller de la República. Tras
91
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
92
en diciembre de 1903 y Galván renuncia al cargo de canciller y se queda en
EE. UU., luego pasa a Puerto Rico. Desde su exilio voluntario se opuso a la
Convención Dominico Americana de 1907, refrendada durante el gobierno
del Presidente Ramón Cáceres. Consideraba que cederle las aduanas del
país a los EE. UU., de resultas de las deudas contraídas por el Estado do-
minicano, era una iniquidad.
93
Notas sobre el
pensamiento
conservador
dominicano
(siglos XIX y XX) Raymundo González
“Muerto su líder y amigo Santana, el mismo Bobadilla que apoyó el
proyecto de protectorado y cesión de parte del territorio a los Estados
Unidos se opondrá militantemente al proyecto de anexión a ese país
que realizara Buenaventura Báez. A decir de Guido Despradel, esta
oposición se debía a que Báez era ‘su acérrimo enemigo’. Es decir, que
se debía a una enemistad personal, no a una oposición de principios”.
Introducción
Dicho esto paso a desarrollar mi exposición: Debido, en parte, a que mi
reflexión en muchos puntos está todavía insuficientemente desarrollada y,
en parte también, por el breve tiempo de esta exposición, no podré evitar
que las ideas que esbozo aquí resulten a veces un poco confusas y en algu-
nos casos ambiguas. Por eso quiero pedir disculpas y solicitar su indulgen-
cia. Tal vez podamos luego subsanar un tanto estas deficiencias, con las
preguntas y aclaraciones al final de las exposiciones.
94
Mi propósito consiste en presentar a través de un breve esquema una
panorámica global del pensamiento conservador en nuestro país. Se tra-
ta de una suerte de periodificación en tres grandes síntesis históricas o
proyectos conservadores: 1) la síntesis “colonialista” que sustentó los pro-
yectos autoritarios anexionistas (1843-1875); 2) la síntesis o reformulación
liberal-conservadora o el proyecto de modernización autoritaria (1897-
1936); 3) el proyecto despótico modernizante y tradicionalista (1937-1983),
los cuales se corresponden con determinadas prácticas de poder, aunque
no comentaré estas últimas, ya que son más conocidas y por razones de
tiempo. Esbozaré, por último, una idea sucinta sobre la suerte actual del
pensamiento conservador.
95
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Antecedentes
Sin duda, una de las fuentes del pensamiento conservador está dada en la
situación colonial. La imagen del retorno al orden colonial seduce algunas
mentes. Pero ese retorno no está planteado en Santo Domingo de manera
contundente. Desde luego, Antonio Del Monte y Tejada fue partidario del
dominio colonial español, eso está fuera de discusión, pero no es un propó-
sito universal de los conservadores dominicanos después del 1844, había
otras opciones (Francia, los Estados Unidos). Sin embargo, tenemos que
referirnos a una condición, Edgardo Lander la llama “colonialidad” que, se-
gún este autor, impregna incluso la modernidad latinoamericana,1 ese otro
gran proyecto liberal. Esta condición tiene expresión en el pensamiento
anexionista, como veremos más adelante.
96
y no al revés. Pero dejemos aquí el punto y aceptemos el planteamiento de
Peguero de “la llaneza natural” de la sociedad dominico-hispana. No obs-
tante, los planteamientos de Peguero no gozaron en su época de simpatías
en los sectores dominantes de la colonia; eso ocurrirá más tarde, cuando lo
retome el regidor José de Heredia3 al presentar un plan de reconstrucción
de la colonia en el año 1810, poco después de la derrota del resto de las fuer-
zas napoleónicas en Santo Domingo. Y aun la podemos rastrear en la obra
de Antonio Delmonte y Tejada.
97
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
98
independencia que hay en los dirigentes políticos.8 Ante todo, es un pro-
yecto del grupo que controla el poder del Estado. El caudillo es a la vez el
jefe y garante del grupo en el poder. La lealtad del grupo depende de su
fuerza para controlar el poder. Los requisitos para conseguir este control
tienen que ver con la capacidad para solventar los gastos del gobierno y
mantener las relaciones comerciales si no crecientes, al menos constantes.
Pero las rentas del Estado eran precisamente insuficientes y, sobre todo,
muy inestables. El interés del proyecto conservador estaba marcado, en
consecuencia, por el doble objetivo de elevar y estabilizar las rentas del
Estado, de modo que permitiera la permanencia del grupo dominante en
el poder. El expediente anexionista ofreció variantes y combinaciones de
ellas: la enajenación de parte del territorio (la venta o arrendamiento de
Samaná, principalmente), el protectorado (a cambio de lo anterior o tam-
bién de tratados comerciales ventajosos), la supresión de la república (y el
grupo de poder quedaba como administrador colonial); el expediente del
crédito público fue una necesidad inmediata al inicio de la República, pero
se continuó de manera irresponsable en los gobiernos de Santana, como
lo recuerda Juan Nepomuceno Tejera en sus Apuntes9; y lo mismo puede
decirse de la ampliación del endeudamiento exterior inaugurado por Báez
durante la dictadura de los Seis Años.10
99
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Rafael Justino Castillo evaluó a finales del siglo XIX dichas prácticas de
poder, con las siguientes palabras: “Por lo que a los dominicanos respecta,
12 Señala Guido Despradel Batista que “ante la insolente carta de su antiguo ami-
go y confidente Pedro Santana, se alejó de su lado y le dejó libremente realizar sus
tétricos designios parricidas”. Véase: Aut. Cit., “Don Tomás Bobadilla y la Revolución
Restauradora”, Renovación, 30 de abril de 1971, en: Guido Despradel Batista, Obras,
tomo II (edición de Alfredo Rafael Hernández), Santo Domingo, Archivo General de la
Nación, 2009 (en prensa).
13 Citado en: Guido Despradel Batista, Obras, tomo II (edición de Alfredo Rafael Her-
nández), Santo Domingo, Archivo General de la Nación, 2009 (en prensa).
100
la experiencia de más de medio siglo ¿no es bastante a demostrarnos que
el falseamiento de las instituciones republicanas es causa de desmorali-
zación, de degradación y atraso?” Y, en otro lugar, da cuenta de los meca-
nismos de la dominación social: “…esos desgraciados campesinos, que los
políticos empíricos consideran como siervos por naturaleza, a los que debe
mantenerse bajo el doble yugo del fanatismo y de la sumisión incondicional
a la autoridad. (…) Si aceptaron la anexión a España; si votaron la anexión
a los Estados Unidos, fue porque el gobierno se lo ordenaba, y se les había
enseñado que estaban obligados a hacer lo que quisiera el gobierno, y sa-
bían que la desobediencia a las órdenes indiscutibles de éste se castigaba,
legal o arbitrariamente, con pena de la vida”.14
La segunda síntesis o
reformulación del proyecto conservador
El panorama intelectual de finales del siglo XIX está dominado en nues-
tro país por dos grandes problemas. Estos se refieren a la necesidad de le-
gitimación de una clase burguesa emergente, cuyos intereses comenzaban
a ser claves ordenadoras del Estado; mientras, por otra parte, las persona-
lidades que estaban llamadas a desempeñar el papel de ideólogos se man-
tuvieron más o menos distantes del ejercicio directo del poder. Hoetink
ha llamado a uno de estos problemas la cuestión del “panteón nacional” y
su replanteamiento por los intelectuales tradicionales.15 Se trata del tema
de la independencia nacional y sus héroes. En efecto, las dificultades del
afianzamiento de la independencia dominicana era un tema obvio en el si-
glo XIX: la búsqueda de un protectorado o de alguna forma de dependencia
exterior que garantizara la separación de Haití era la mejor defensa que
podía esgrimirse de la figura de, por ejemplo, un Pedro Santana, quien con-
sumó la anexión a España, y de Buenaventura Báez, quien casi consigue la
anexión a los Estados Unidos. Los “héroes” (el panteón) formaban un buen
escudo para esconder los “anhelos de dependencia” de la clase dominante.
La historiografía revisionista en dos momentos (al inicio y al final de la
14 Rafael Justino Castillo, “Política positiva”, Boletín del Archivo General de la Nación, Vol.
XXIV, No.104, ene-dic 1962, p.217.
15 Harry Hoetink, Santo Domingo y el Caribe. Ensayos sobre cultura y sociedad, Santo Domin-
go, Fundación Cultural Dominicana, 1994, p.
101
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
102
reformulación del proyecto conservador como una síntesis ahora con ele-
mentos provenientes del debate liberal sobre la reforma del hombre y la
mujer del campo.
18 Al respecto pueden verse las discusiones en la prensa y las cortes españolas en:
Eduardo González Calleja y Antonio Fontecha Pedraza, Una cuestión de honor. La
polémica sobre la anexión de Santo Domingo vista desde España (1861-1865), Santo Domingo,
Fundación García Arévalo, 2005.
19 Cfr. Emilio Cordero Michel, “José Contreras y la rebelión de Moca”, Clío.
20 Cfr. Emilio Rodríguez Demorizi, “Papeles de Pedro Fco. Bonó”, Santo Domingo, Acade-
mia Dominicana de la Historia, 1964, pp.
103
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Las ideas positivistas en boga a finales del siglo XIX alimentaron asi-
mismo argumentos antidemocráticos, en particular con relación a la ca-
pacidad del pueblo dominicano para superar el atraso en que permanecía
sumido. Tales planteos dieron preponderancia en el discurso a la cuestión
de la civilización y el progreso, que la técnica y el capitalismo modernos
mostraban en todo su esplendor. Así, se creó una sed de progreso que al
mismo tiempo responsabilizaba a los campesinos del atraso del país. En
1897 José Ramón López los consideró una “raza degenerada” debido a sus
malos hábitos alimenticios, y no encontró en ellos más que taras como
la imprevisión, la violencia y la doblez.21 Emiliano Tejera llegó incluso a
sentenciar que: “El revolucionario y el cerdo son los dos enemigos de la
República”.22 Refiriéndose al campesino levantisco de las montoneras y
a su sistema de vida basado en la crianza libre. Sólo un gobierno suficien-
temente fuerte era capaz de aplicar un programa de reformas como el que
requería la superación del atraso. De esta manera se producía un encuentro
entre las tesis liberales y conservadoras.
21 José Ramón López, La alimentación y las razas, en: El gran pesimismo dominicano, Santia-
go, UCMM, 1975.
22 Emiliano Tejera. Antología (selección y estudio preliminar de Manuel A. Peña
Batlle), colección Pensamiento Dominicano, Ciudad Trujillo, 1950. También, Emiliano
Tejera, “Párrafos de las memorias de Relaciones Exteriores de 1906 y 1907”, Clío,
23 José Ramón López, Escritos dispersos, t.II (edición a cargo de Andrés Blanco Díaz),
Santo Domingo, Archivo General de la Nación / Superintendencia de Bancos, 2005,
p.67.
104
hacer nuevas conquistas que permitieran avanzar en el camino del progre-
so y la civilización, por lo que la fórmula liberal-conservador era, a su modo
de ver, la más adecuada al momento que se vivía.
105
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
24 Aut. Cit., “Political Legitimacy” en Richard Graham y Peter H. Smith: New Appro-
aches to Latin American History, Austin, University of Texas Press, 1974, p.238.
25 Roberto Cassá, Los Doce Años: Contrarrevolución y desarrollismo, tomo I, Santo Domin-
106
prolongado en los doce años, sino que sus prácticas se han perpetuado a
pesar de las reformas que iniciara el propio Balaguer al permitir formas
semicompetitivas de participación electoral.
A modo de conclusión
Para finalizar, pasaré a referirme muy rápidamente a algunos rasgos del
pensamiento conservador en la coyuntura del presente. Aunque desde lue-
go se trata de una evaluación todavía más limitada por razones obvias.
Entiendo que desde hace unas dos décadas asistimos a una nueva sínte-
sis liberal-conservadora impulsada desde el sistema de partidos, especial-
mente las tres fuerzas principales que han tenido en la práctica la capaci-
dad para sortear y negociar –con mayor o menor margen– las situaciones
de poder en el marco del sistema semicompetitivo, aunque con muchas
dificultades por su propia crisis de legitimidad. En efecto, las transiciones
en los partidos hacia nuevos liderazgos, tras el deceso de los líderes his-
tóricos, ha erosionado (debilitándolas) las fuentes tradicionales de legiti-
midad en tales organizaciones. Pero una tendencia global impulsada por
el neoliberalismo conservador, que ha dado forma a la globalización del
torno de siglo, ha indicado la tónica y el ritmo de los cambios. Esta última
formulación o síntesis del proyecto conservador está en marcha. No obs-
tante, al presente da síntomas de que puede ser abortada como tal síntesis
liberal-conservadora con la aprobación de la nueva Constitución que se
discute en el Congreso Nacional, que ya un crítico de tendencia liberal –me
refiero al doctor Pedro Catrain– considera más propia del siglo XVII que
del siglo XXI.
107
EL PENSAMIENTO
CONSERVADOR
DOMINICANO José G. Guerrero
“Los franceses se convirtieron en adversarios de “Yo quiero gobernar en familia”
los dominicanos, aunque les compraran el ganado Pedro Santana
desde dos siglos antes. Los haitianos invadieron a
Santo Domingo en 1805 después que el gobernador
francés prohibió el comercio con Haití y decretó la
esclavitud en contra de su gente”.
108
exponen los principios de sus ideas y prácticas porque se apoyan en la rea-
lidad existente, a diferencia de los liberales y revolucionarios que necesitan
explicar y anticipar los cambios en las ideas.
109
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Hispanismo
Santo Domingo fue cedido a Francia en 1795, los haitianos lo invadieron
en 1805 y los criollos volvieron a ser españoles en 1809.
110
pieza de sangre” que descartara antecedentes de negros, judíos o herejes
(Cassá 2000: 14).
Esto dividió a los dominicanos en dos sectores: los que apoyaron a los
franceses y enfrentaron a los haitianos y los que otros no. Los haitianos
castigaron a los primeros con el incendio y degüello de Moca y Santiago,
quemando en la iglesia al cura Juan Vásquez por llamarle “herejes y caníba-
les” (Cordero Michel 1968: 90) y ahorcando en el Ayuntamiento a los con-
cejales que le opusieron. Había otro sector compuesto por hateros blancos,
mulatos y negros, muchos residentes en Santiago y Dajabón, con grandes
haciendas en la región noroeste, que no se avino con los franceses, recibió
armas de Haití para iniciar la reconquista hispánica, rechazó la indepen-
dencia efímera y colaboró con la entrada de los haitianos en 1822. Este gru-
po, numeroso y coherente, rechazó a Francia, siguió a España y negoció
con Haití (Campillo 1980: 52-53).
111
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
112
excepto el padre de Duarte (García 1987: II: 85). Algunas medidas del go-
bierno haitiano fueron liberales y revolucionarias, como la abolición de la
esclavitud, la aplicación del Código Napoleónico y la repartición de tierras
y cargos municipales. Según explica Wenceslao Vega, “fuimos regidos por
la misma constitución y las mismas leyes, elegimos nuestros representan-
tes ante las Cámaras Legislativas, tuvimos nuestros propios ayuntamien-
tos y muchas de las autoridades de esta parte eran dominicanos. Así no
creo que podíamos considerarnos colonia haitiana” (1976: 99).
113
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
114
tas, algunos de los cuales pasaron después al bando contrario. Implicaba
un choque de ideas e intereses: “Santana simbolizaba la vieja sociedad jus-
tificada por ideas conservadoras y absolutismo del poder. Condicionaba la
separación de Haití al protectorado o anexión a una potencia extranjera.
Duarte, por el contrario, simbolizaba la sociedad moderna, libre, soberana
y democrática” (Pérez Memén 1995: 31-32).
115
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
La guerra contra Haití fue siempre la causa principal invocada para ex-
plicar la pobreza de la República (Pérez Memén 1995: 385), de la misma
116
manera que Haití justificaba sus invasiones porque una potencia extran-
jera le podría hacer la guerra desde Santo Domingo. En 1852, Alejandro
Ángulo Guridi culpó a los haitianos de nuestra pobreza, aunque habían
sido echados hacía más de ocho años. La salvación del país la cifraba el
sector dominante en el protectorado y la anexión. Haití fue derrotado mi-
litarmente sin que el país perdiera la soberanía y la anexión a España se
consumó en 1861, después que aquel perdió su última guerra en 1856 y de
que se le había propuesto una tregua de cinco años (Rodríguez Demorizi
1938: 67). La anexión la consumó Santana para adelantarse a los baecistas
que se habían hecho “españoles” con la “matrícula de Segovia” en 1855. Para
Bosch, fue un acto del sector hatero ante la inevitable extinción de su po-
der social y el traspaso de su poder político a la pequeña burguesía (1999:
249). Santana preparaba una invasión contra Haití (Marino 1976: 47).
Antihaitianismo
“Se estudia el pasado para justificar el presente”
D. Nicholls
Si este es el país de los mulatos, que niega a los negros y anhela ser blan-
co, los es también de la pequeña burguesía, que niega su origen social y
sueña con la burguesía. La economía y la sociedad tienen una especie de
“selección natural” que permite a unos pocos ascender y condena a la ma-
117
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
¿Qué hizo el gobierno haitiano de Boyer para que sea el período más es-
pantoso de la historia dominicana? (en García 1971: 22). Para responder la
pregunta es necesario separar historia (hechos concretos) e Historia (la
reconstrucción ideológica posterior). La Historia construye una ideología
con hechos del pasado e intereses del presente, la cual vela e invierte la
realidad. Son hechos diferentes, la ocupación de Santo Domingo por Tous-
saint en 1801, la incursión militar de Dessalines en 1805, la unificación del
gobierno por Boyer en 1822, la migración laboral haitiana a partir de 1922 y
la matanza de haitianos en 1937.
118
universidad, aún a sabiendas de que los dominicos habían salido del país
dos años antes. Se sabe por sentencia judicial, que quienes mataron a las
vírgenes de Galindo en 1823 eran dominicanos con el uniforme haitiano,
algo que silencia el drama de Félix María del Monte en 1885. Nuestros dos
primeros historiadores escribieron sus historias en el contexto del conflic-
to dominico-haitiano. Del Monte y Tejada lo hizo exiliado en Cuba des-
pués de la entrada de Dessalines a Santo Domingo, y José Gabriel García,
cabo en una guerra contra Haití, se inició como escritor en El Oasis, órgano
famoso por sus campañas contra el emperador Soulouque y el merengue,
entre 1856 y 1857.
119
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
120
no de Trujillo cuando se formó un Instituto Domínico-Haitiano y éste llegó
a afirmar que “por sus venas corre sangre africana” y que se habían borrado
muchos prejuicios y “quizás para siempre” malos entendidos, llegando in-
cluso a besar la bandera haitiana. Los gobiernos dominicanos post-truji-
llistas no han mejorado la cuestión. La matanza de Palma Sola en 1962 se
justificó por práctica religiosa anti-católica y posible complot trujillista di-
rigido desde Haití. El gobierno democrático de Bosch se comprometió a la
lucha contra la dictadura de Duvalier. Por eso, un grupo de militares haitia-
nos apoyó la Revolución de 1965 que intentaba reponerlo. La participación
haitiana en ese evento patriótico, tema soslayado en las crónicas, no mejoró
su estereotipo ni siquiera ante los militares y el pueblo que juntos lucha-
ban contra la intervención norteamericana. Gregorio Urbano Gilbert, un
patriota que enfrentó a los yanquis en 1916 y en 1965, escribía en un diario
que editaba entre 1927-1930, que los haitianos eran “indeseables vecinos...
de quienes nada bueno podemos esperar” (Del Castillo 1979: 37).
121
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Indigenismo
El El pensamiento dominicano, conservador y liberal, se conformó bajo la
influencia del romanticismo, un movimiento político y estético que en los
siglos XVIII y XIX nacionalizó el arte y la cultura, y defendió lo autóctono
frente a lo foráneo. Fue un “grito de libertad” en la disyuntiva entre cosmo-
politismo y nacionalismo, optimismo y pesimismo. En el arte, la imitación
dio paso a un “yo creador” capaz de inventar una nueva realidad –pasada o
imaginaria- hacia la cual huye y se refugia (Santiago, A. 2009: 18-56).
122
gundo una imitación. ¿Por qué los hermanos españoles no nos reconocen
como tales en España? Somos dominicanos, no españoles. El indigenismo
ha creado valores nacionales. Para Manuel García Arévalo (1997), revaluó
el pasado y legitimó las raíces ideológicas de la nación dominicana, crean-
do una fórmula original, distinta de la haitiana y la española. Hoy se ma-
nifiesta en casi todos aspectos de la vida cotidiana, en la literatura, artes
plásticas y, en especial, en el gentilicio “indio”. Bien señaló Max Henríquez
Ureña que pocos países de América tuvieron tanto cultores indigenistas
como República Dominicana.
123
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
124
sublevado en el oeste (Cordero Michel 1968: 39). La mujer fue bautizada
por el padre Billini, pero murió sin aprender español. En 1854, el haitiano
Emile Nau asoció vienvienes del Bahoruco con indios de Enriquillo (1982:
276). Para Alejandro Llenas, médico y pionero de la antropología, la cigua-
pa es reminiscencia de los indios ciguayos alzados, mientras para Guaroa
Ubiñas –ciguapa y vienvienes- expresan el exterminio indígena y la per-
secución del negro por el español. Más allá del contenido, la asociación
ciguapa-vienvien indianiza a Santo Domingo y africaniza más aún a Haití.
Aquí hay ciguapa, allá vien-vien. Al parecer, la ciguapa no existe en Haití,
aunque existe un animal fantástico llamado Cigouave y una palabra creo-
le –zi goaupe- que significa pequeño bribón. Pudo haber llegado desde el
este.
Enriquillo es el mito social más creído del país. Si para Martí en 1884
era forma novedosa de escribir la historia, para Peña y Reynoso en 1897,
era la historia misma. Es a través de Galván que se enseña la historia de
Enriquillo (Gutiérrez 1999: 11, 136). Galván advirtió en ella un “fin moral
positivo” en un siglo positivista que combatía iniquidades sociales (1990:
576). Las escuelas reproducen el mito en el imaginario social sin importar
125
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
que Demorizi publicó una carta del cacique donde se presenta de manera
diferente al de la novela (Clío 1959: 15-17). Hasta Pedro Henríquez Ureña
llegó afirmar que su abuela paterna “tenía sangre de los últimos indios do-
minicanos” que vivieron en Boyá con Enriquillo y de “algunos puros” del
siglo XVIII (2000: 29-30).
126
pasó a Gómara (1550), a Herrera (1601), a Charlevoix (1731), a Muñoz
(1793) y así sucesivamente. El primer autor criollo que la citó fue Antonio
Sánchez Valverde (1785), cuyo libro se reeditó en 1853 y 1862, asociando
“dominicano”, “español” e “indios”. De ahí, lo habrían tomado J. Ángulo
Guridi (1862, 1866), Duarte (1864), Meriño (1867), Gabriel García (1867),
Rodríguez Objío (1868), Castellanos (1874), Hostos (1875), J. J. Pérez
(1877), Prud´homme (1883) y demás autores.
César Nicolás Penson negó en Cosas Añejas (1891), prologada por Gal-
ván, que el término fuera indígena y propuso sustituir República Domini-
cana por República de Quisqueya. En la nota 14 de su Vírgenes de Galindo
se responsabilizó de su uso popular. Explicó la identidad nacional, según
Juan Daniel Balcácer, sobre la base de una exclusiva herencia cultural his-
pánica soslayando lo afro-hispánico. Fue “uno de los primeros pensadores
de finales de siglo exponente de un marcado y entonces poco usual prejui-
cio antihaitiano” (1997: 22). Quisqueya reapareció en la obra de Mártir en
el IV Centenario del Descubrimiento de América (1892). En 1904, Apolinar
Tejera ponderó, aún siendo fabuloso y erróneo, su fervor patriótico: “Ra-
rísimo el literato dominicano que no haya empleado esta palabra, sobre
todo, al memorar en raptos de cívico entusiasmo las glorias de la patria.
El término es eufónico y en poesía viene como anillo al dedo. Pero no es
indígena, sino hijo del error que se ha propagado a despecho de la verdad”
(1976: 62-66).
127
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
128
cuentenas” que entre 1621 y 1691 combatían a los franceses en el noroeste
“porque venían de la ciudad de Santo Domingo” (2005: 5). Apareció en una
novena de la Virgen de 1738 y los primeros criollos que lo mencionaron
fueron Joseph Peguero (1762) y el canónigo Sánchez Valverde (1785). Fue
ratificado por Ferrand (1808), la Junta de Cádiz (1812), y en 1821 por Kin-
delán y Núñez de Cáceres (Balcácer 1978: 10-18). El gentilicio se plasmó
en República Dominicana, ideada por Duarte en 1838 para nuestro Estado
independiente y aclamada por el haitiano Arieu en 1821. Como no es usual
que un gentilicio sea nombre propio, Pedro Henríquez Ureña propuso Re-
pública de Santo Domingo. En la primera independencia se llamó Estado
Independiente de Haití Español. Después de la muerte de Trujillo, se viene
repitiendo el error, plasmado en la Constitución, de llamar a la capital con
el nombre de Santo Domingo de Guzmán. Su nombre es Santo Domingo,
a secas.
129
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
130
placer al rey Enrique Cristóbal, quien se interesó en su homónimo caci-
que Enriquillo (Gimbernard 1990: 19). El haitiano mulato Emile Nau, en
su obra sobre los caciques de Haití (1854), afirma que en ambos lados de la
isla persistían indios: “en el este, donde los hay en mayor número, indios, y
del lado de acá ignes, corrupción de la palabra indio” (1982: 276). La única
diferencia es que Cuba y Puerto Rico son naciones insulares, mientras la
República Dominicana comparte una isla con Haití. Es por esto que Haití
es inseparable –aunque sea como antítesis- en la definición nacional domi-
nicana (Sagás 1997: 137).
131
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
132
la Iglesia, habría sido una herencia de su padre, quien hizo constar su fe en
su testamento antes de morir (Peña 1982: 49).
133
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
134
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137
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
138
CAPITULO III
El pensamiento
liberal clásico
dominicano
• Juan Pablo Duarte
• Francisco Espaillat
• Francisco Gregorio Billini
EXPOSITORES: COORDINADOR:
Juan Daniel Balcácer José Chez Checo
Adriano Miguel Tejada
Héctor Luis Martínez
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
El panel integrado por Héctor Luis Martínez, Juan Daniel Balcácer, José Andrés Aybar Sánchez,
rector de la Universidad del Caribe (UNICARIBE), José Chez Checo y Adriano Miguel Tejada.
141
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
142
del siglo XIX, permítaseme insistir en el tema del nacionalismo como
doctrina política.
143
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
144
Se ha dicho que el nacionalismo, en tanto que teoría o doctrina po-
lítica, define claramente los conceptos de “pueblo” y “nación”, a los
que atribuye un derecho natural a la auto emancipación y auto go-
bernación; es decir, que las comunidades que habitan esos pueblos o
naciones tienen pleno derecho para establecer, por sus propios recur-
sos y potencialidades, un Estado nación soberano e independiente,
basado en un sistema político que, a diferencia del absolutismo, que
se sustenta en la monarquía, es de naturaleza democrática y se funda-
menta principalmente en el gobierno de tipo republicano.
145
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Sin duda, Duarte había estado influenciado por los postulados políticos
de la Constitución de Cataluña de 1702; y si se analiza meticulosamente el
proyecto de Ley Fundamental que nos legó el Padre de la Patria, se podrá
advertir cierta coincidencia, en algunos de sus artículos (incluso en la forma
en que están redactados), con la Constitución del Principado de Cataluña
a que he hecho referencia. Existe consenso, además, entre los estudiosos de
la vida de Juan Pablo Duarte, de que éste también tuvo conocimiento del
texto de la Constitución de Cádiz de 1812 y es casi seguro que lo tuviera
como modelo para redactar su célebre Proyecto de Ley Fundamental.
146
La Revolución Francesa, en cambio, tuvo repercusiones a escala uni-
versal al proclamar los principios inmortales que darían sentido y alcance
global a ese extraordinario fenómeno social y que servirían de fuente de
inspiración para los demás pueblos del orbe que vivían bajo la égida del
ancien regime y que padecían los rigores de la servidumbre feudal.
147
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
148
Referencias
Avelino, Francisco Antonio: Las ideas políticas en Santo Domingo. Santo Do-
mingo, Editorial Arte y Cine, C. por A., 1966.
Balcácer, Juan Daniel: El pensamiento político de Juan Pablo Duarte. Santo Do-
mingo, Cátedra Abierta Juan Pablo Duarte, Universidad Católica Santo
Domingo, 1993.
Balcácer, Juan Daniel y García Arévalo, Manuel: La independencia dominica-
na. Madrid, Editorial Mapfre, Colección Independencias de Iberoamérica,
1992.
Borja, Rodrigo: Enciclopedia de la política. México, Fondo de Cultura Econó-
mica, 1998. Primera reimpresión.
Eccleshall, Robert et al: Ideologías políticas. Una introducción. Madrid, Edito-
rial Tecnos, 1999, segunda edición.
Duarte, Juan Pablo: “Proyecto de Ley Fundamental”, inserto en Apuntes de
Rosa Duarte. Archivo y versos de Juan Pablo Duarte. Edición y notas de E. Rodrí-
guez Demorizi, C. Larrazábal Blanco y V. Alfau Durán. Instituto Duartia-
no, Vol. I, Editora del Caribe, C. por A., 1970.
Duarte, Rosa: “Apuntes para la historia de la Isla de Santo Domingo y para
la biografía del general dominicano Juan Pablo Duarte y Diez”, códice me-
jor conocido como Diario de Rosa Duarte, inserto en Op. Cit.
Franco Pichardo, Franklin J.: Historia de las ideas políticas en la República Domi-
nicana. Santo Domingo, Editora Nacional, 1981.
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bo Mondadori, 1997.
Vicens Vives, J., Director: Historia de España y América Social y Económica. “Los
siglos XIX y XX. América Independiente”, Vol. V, Barcelona, Editorial Vicens-
Vives, 1972.
149
El pensamiento
y la acción de
Juan Pablo Duarte Adriano Miguel Tejada¹
“Cuando Duarte viene al orbe, la Revolución Francesa tenía 24 años
de haber cambiado al mundo y un poco más la revolución americana.
Cuando nace, el movimiento independentista de las naciones
sudamericanas está en su apogeo y el vecino Haití hacía nueve años
que se había librado de los franceses”.
Estas palabras tienen que comenzar con una afirmación rotunda: Juan
Pablo Duarte y Diez fue un hombre de su tiempo que vivió intensamen-
te los cambios y el pensamiento político de su época, que supo asimilar y
transformar en energía liberadora hasta crear la República Dominicana.
150
Cuando Duarte viene al orbe, la Revolución Francesa tenía 24 años de
haber cambiado al mundo y un poco más la revolución americana. Cuando
nace, el movimiento independentista de las naciones sudamericanas está
en su apogeo y el vecino Haití hacía nueve años que se había librado de los
franceses.
Duarte tendría nueve años cuando Jean Pierre Boyer oyó decir a José
Núñez de Cáceres en los salones del viejo ayuntamiento de Santo Domin-
go que: “Todos los políticos, trabajando por la Constitución de los Estados
y por esta misma transmutación de diferentes pueblos en uno solo, han
considerado siempre la diversidad de idioma, la práctica de una antigua
legislación; el poder de las costumbres que han arraigado desde la infancia
y la disimilitud de costumbres hasta en la alimentación y el vestido, como
también puede tener una gran influencia en sus decisiones, la contigüidad
de territorio y la proximidad de los límites. La palabra es el instrumento
natural de comunicación entre los hombres: Si no se entiende por medio de
la voz, no hay comunicación, y es ahí ya un muro de separación tan natural
como invencible; como puede serlo la interposición material de los Alpes
y de los Pirineos. En fin, yo no argumento: los hechos han tenido y tendrán
siempre más eficiencia para persuadir que los razonamientos.
La historia nos cuenta que Duarte aprendió a leer y a escribir muy joven y
que todos sus maestros le tenían afecto porque era aplicado y disciplinado.
Tomó clases de filosofía y, atendiendo a su aplicación y a la estrechez del
151
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
medio en que vivía, es que su padre, Juan José Duarte, decide aprovechar el
viaje que realizaría un amigo de la familia, el comerciante Pablo Pujols, por
Europa, pasando por los Estados Unidos.
152
romántica, en los oscuros días del cautiverio haitiano, para convertir toda
esa experiencia en acción liberadora; su actividad revolucionaria, neta-
mente romántica, animada por las nuevas armas del romanticismo: la poe-
sía, los libros, el teatro, las sociedades conspirativas. En su constructiva
rebeldía, se afirma en su magisterio, en sus angustiosos versos…, en su vida
errabunda y en su soledad… en sus nostalgias, en su desolación… en todos
los aspectos de su vida atormentada y miseranda, se manifiesta su acendra-
do romanticismo”.
Como se sabe, “la hora triunfal del romanticismo francés fue la del es-
treno de “Hernani”, el 25 de febrero de 1830, verdadera batalla victoriosa
librada contra los clasicistas… y que devino célebre hasta por detalles pin-
torescos como el del chaleco rojo que Gautier ostentaba en la ocasión a
manera de enseña desafiante contra los adversarios de Hugo”.
2 Touchard, Jean. Historia de las Ideas Políticas. Madrid. Editorial Tecnos.1987. Pág.402
y ss.
153
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Todavía a inicios del siglo XIX era patente, según Giménez Fernández:
“la persistencia de la concepción populista frente al absolutismo oficial”.
3 Serra Rojas, Andrés. Ciencia Política. México. Editorial Porrúa. 1985. Pág. 715.
154
Refiriéndose a la metrópoli española, tras la reacción conservadora que si-
guió a Bayona (1808) que entronizó de nuevo el absolutismo (1820), triunfó
el liberalismo anticlerical (1820) de las doctrinas populistas; se formaron
dos síntesis doctrinales: una fidelista y otra republicana, la última triunfó
políticamente. Ésta última es la que precisamente reivindica Duarte con
sus planteamientos.4
155
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Sabemos que del romanticismo político surge el valor del drama perso-
nal del heroísmo, del sacrificio, de la grandeza, y de la sangre derramada.
Duarte, como puede apreciarse en estos párrafos, es un “varón de dolores”,
como lo ha llamado uno de sus biógrafos.6 Por eso afirma, al regresar a la
Patria en 1864:
“Arrojado de mi suelo natal por ese bando parricida que empezando por
proscribir a perpetuidad a los fundadores de la República ha concluido por
vender al extranjero la Patria, cuya independencia jurara defender a todo
trance, he arrastrado durante veinte años la vida nómada del proscrito”.
Para concluir con: “Por desesperada que sea la causa de mi Patria, siem-
pre será la causa del honor y siempre estaré dispuesto a honrar su enseña
con mi sangre”.
156
Del liberalismo político, Duarte hace suya la afirmación de los derechos
fundamentales del hombre y del ciudadano, tal como se proclamaron en la
Revolución Francesa.
Como cuenta Rosa Duarte, “…casi todos eran muy jóvenes los que re-
unidos el año 1838, el 16 de julio, a las once de la mañana a los sacrosantos
nombres de: Dios, Patria y Libertad, República Dominicana; se proclama-
ron en Nación Libre e independiente de toda dominación, protectorado,
intervención e influencia extranjera, jurando libertad, la patria o morir en
la demanda, declarando además, que todo el que contrariare de cualquier
modo los principios fundamentales de nuestra institución política se co-
loca ipso facto y por sí mismo fuera de la Ley, que la Ley no reconocería
más nobleza que la de la virtud, ni más vileza que la del vicio, ni más aris-
tocracia que la del talento, quedando para siempre abolida la aristocracia
de sangre como contraria a la unidad de la raza, que es uno de los gran-
des principios fundamentales de nuestra asociación política, combatido y
desaprobado acaloradamente este gran principio fundamental de nuestras
institución, Juan Pablo en un rapto de irritabilidad hizo pedazos la Consti-
tución que estaba escribiendo. Afortunadamente yo recogí lo más esencial,
digo lo más esencial por que para levantar el acta de nuestra independencia
nacional, creo que los demás principios fundamentales aunque de sumo
interés son secundarios y en vista de los que se han salvado, su falta no es
tan lamentable”.
Por eso, el Patricio termina su composición que tituló “El Criollo” con
los siguientes versos:
157
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Duarte, como buen liberal, exalta la libertad del ciudadano, que debe ser
protegida por los poderes públicos, como en estos textos, en los que diseña
un sistema que impida el establecimiento de la tiranía: “Todo poder domi-
nicano está y deberá estar siempre limitado por la ley y ésta por la justicia,
la cual consiste en dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca”.
“La ley, salvo las restricciones del derecho, debe ser conservadora y pro-
tectora de la vida. Libertad, honor y propiedades del individuo”.
7 Véase el estudio fundamental de Vetilio Alfau Durán. “En torno a Duarte y su idea de
unidad de razas”. En Arístides Incháustegui y Blanca Delgado Malagón (compiladores):
Vetilio Alfau Durán en Clío. Escritos (II). Santo Domingo, Gobierno Dominicano, 1994, pp.
3-21, (Publicaciones del Sesquicentenario de la Independencia Nacional II) y Apuntes
de Rosa Duarte. Archivo y versos de Juan Pablo Duarte, edición y notas de E. Rodríguez
Demorizi, C. Larrazábal Blanco y V. Alfau Durán. Santo Domingo, SEEBAC, 1994,
p.307.
158
proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad personal, civil e indi-
vidual, así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los in-
dividuos que la componen…”. Y “Toda ley supone una autoridad de donde
emana la causa eficiente y radical de ésta es, por derecho inherente, esen-
cial al pueblo e imprescriptible de su soberanía”.
Sin embargo, la más viril de sus afirmaciones sobre la soberanía sin má-
culas de nuestra patria es menos conocida. Era rotunda declaración, en
las postrimerías de su vida, es una reafirmación del patriota íntegro que
era Duarte, de la firmeza de sus convicciones y de su creencia en una Pa-
tria libre, sin entrega: “En Santo Domingo no hay más que un pueblo que
desea ser y se ha proclamado independiente de toda potencia extranjera,
y una fracción miserable que siempre se ha pronunciado contra esta ley,
contra este querer del pueblo dominicano, logrando siempre por medio
de sus intrigas y sórdidos manejos adueñarse de la situación y hacer apa-
recer al pueblo dominicano de un modo distinto de como es en realidad;
esa fracción, o mejor diremos esa facción, es y será siempre todo, menos
dominicana; así se la ve en nuestra historia, representante de todo partido
antinacional y enemigo nato por tanto de todas nuestras revoluciones; y
si no, véase ministeriales en tiempo de Boyer y luego rivieristas, y aun no
había sido el 27 de Febrero, cuando se les vio proteccionistas franceses y
más tarde anexionistas americanos y después españoles. Ahora bien, si me
pronuncié dominicano independiente desde el 16 de julio de 1838, cuando
los nombres de Patria, Libertad y Honor Nacional se hallaban proscriptos
como palabras infames, y por ello merecí, en el año de 1843, ser perseguido
a muerte por esa facción entonces haitiana, y por Riviére que la protegía,
y a quien engañaron; si después, en el año de 1844 me pronuncié contra el
159
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
160
Quiera Dios que estos encuentros nos permitan conocer mejor el pensa-
miento fecundo del Padre de la Patria, cuya única aspiración, como expresó
cuando fue proclamado Presidente de la República, “Sed justos lo primero,
si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre; y ser unidos, y así
apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria
será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro,
al veros libres, felices, independientes y tranquilos”.
161
Duarte y Espaillat:
símbolos del
liberalismo
clásico
dominicano Héctor Luis Martínez1
“El origen del proyecto liberador de Duarte está en
sus vivencias familiares marcadas por el rechazo a la
dominación haitiana, en su vocación por la libertad y en
las lecciones recibidas de Juan Vicente Moscoso, extrañado
de Santo Domingo durante las ocupaciones haitianas de
Toussaint L´ouverture y Jean Pierre Boyer”.
162
El contraste de los requisitos planteados con el corto tiempo disponible
para su puesta en práctica explica la necesidad de presentar una exposi-
ción para el gran público, no para especialistas, en la que esperamos predo-
mine la concisión apoyada en argumentos simples, sobrios y equilibrados,
sin que esto signifique sacrificar el rigor que demandan la naturaleza y los
objetivos de este importante encuentro. El reto no es simple, las líneas si-
guientes dirán si lo cumplimos.
163
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
164
Entendía que la soberanía, es decir el poder general de hacer de la ley la
necesaria acción de ejecutarla e interpretarla, no debe estar en las manos
de un mismo órgano de gobierno, por lo que defendió la idea de un poder
ejecutivo y otro federativo.
El pensamiento de Locke cobra sentido de síntesis en los análisis de Ben-
jamín Constant, quien define el liberalismo como la tendencia a buscar la
libertad en todas las manifestaciones del ser humano (…), el triunfo de la
individualidad, un cuerpo doctrinario que se concentra en el individuo y
sus derechos sobre la libertad, la igualdad, entre otros.4
En tanto doctrina política, el liberalismo surge a finales del siglo XVIII
como la más efectiva expresión ideológica de la Revolución Francesa, lo
que se tradujo en una de las expresiones ideológicas de la burguesía que
cobra vigencia como modelo sustituto del Antiguo Régimen y que sobre-
vive hasta el siglo XIX, a pesar de la oposición presentada por sus detrac-
tores.
Esta situación resultó del avance logrado por la Ilustración en Europa
desde mediados del siglo XVIII gracias al cuestionamiento de los valores
tradicionales y a la necesidad de superar viejos resentimientos sociales (…).
Vivía la humanidad una época de cambio de sentimientos y de mentalida-
des, de enfrentamientos entre el absolutismo servil y la monarquía consti-
tucional.5
Las características de la doctrina del liberalismo político se resumen en
las siguientes puntualizaciones:
1. Separación de la iglesia y el Estado. Defensa de la libertad de cultos.
2. Desconocimiento de la inmunidad del clero, declara libre la enseñan-
za y el Estado asume la enseñanza pública.
3. Concentración en el individuo y sus derechos.
4. Condicionamiento estatal del ejercicio de las libertades por medio
del orden público.
4 Jimenes Grullón, J. I. (1983), Ideas revolucionarias de Juan Pablo Duarte, Santo Domingo,
Editora Alfa y Omega, p. 19.
5 Uslar Pietri, A. (1992), La creación del Nuevo Mundo, Caracas, Editorial Texto, p. 85.
165
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
166
una minoría ilustrada compuesta por jesuitas y criollos formados en uni-
versidades especialmente europeas, luego de fracasar en sus anhelos de re-
forma del modelo colonial, y de los intentos fallidos de tomar el poder por
los mecanismos institucionales. El jesuita Vizcardo Guzmán, por ejemplo,
incitó con su Carta a los españoles americanos a luchar por la independencia
de las colonias. En ciertos pasajes de su obra casi hace una paráfrasis de
ciertos contenidos del Common Sense (1776) de Tomas Paine, autor que jus-
tifica la rebelión de las colonias como rechazo a las miserias padecidas, a
las compensaciones denegadas y por la convicción del derecho a resistir la
opresión.
De igual modo actuó el abate Raynal, quien sostuvo que América sólo
puede pertenecer a sí misma. En Historia filosófica y política de los establecimien-
tos europeos de las Indias (1770), Raynal afirma: Si alguna vez sucede en el
mundo una revolución feliz, vendrá por América. Después de haber sido
devastado, este Mundo Nuevo debe florecer a su vez, y quizá mandar sobre
el antiguo. Será el asilo de nuestros pueblos por la política o expulsados
por la guerra.7
Tan marcada fue la influencia de Paine, que en 1811 el venezolano Manuel
García de Sena publicó en español una antología de sus obras. También
presentó el libro: La independencia de Costa Firme justificada por Thomas Paine
treinta años ha, para lo que se apoyó en textos de la Constitución de los Es-
tados Unidos.
La tercera vía de la asunción del ideal de la independencia en las colonias
americanas fue la de la Ilustración. Sus postulados se difunden desde la
segunda mitad del siglo XVIII, catalogado en 1771 por Diderot como el siglo
de la libertad. Durante ese tiempo se aceleraba la crisis de los valores tradi-
cionales, lo que implicaba resentimientos sociales. Era la época del relevo
del hombre de deberes del Ancien Regimen por el hombre de derechos,
de la sustitución de la fe por la razón en las mentes de los pensadores, del
enfrentamiento entre el absolutismo servil y la monarquía constitucional.8
Esta nueva concepción de cambio giraba en torno a la idea de la libertad, la
igualdad, la tolerancia y la fraternidad, y tomó cuerpo doctrinario (liberal)
con el triunfo de la Revolución Francesa.
7 Ibid., p. 53.
8 Uslar Pietri, op. cit., p. 85.
167
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
168
Bufón, D´Alembert, Helvétius, Montesquieu, Rousseau, Voltaire, Bethot,
Hollín...
169
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
170
durante los años de la España Boba. Gracias a su experiencia y solidez de
su intelecto fue incorporado a los trabajos de la Constituyente de 1844.
Aunque de filiación conservadora, el intercambio dado a finales de los
años treinta entre Gaspar Hernández y Duarte también debió dejar su im-
pronta a favor de la separación.
Las tempranas convicciones políticas de Duarte se enriquecen al tener
contacto con el ambiente todavía más caldeado vigente en Europa durante
su estancia en Barcelona, asiento de las luchas entre liberales y absolutis-
tas, de los fueros libertarios y de la Logia Constante Unión, a la que se
incorporó el fundador de la República. A esto se suma el conocimiento de
la experiencia de las Cortes de Cádiz, promotoras desde 1812 del régimen
constitucional para España, malogrado en 1814 con el retorno de Fernan-
do VII al trono español; y de las iniciativas liberales sustentadas en 1820
por Riego y Quiroga, modelos seguidos por los líderes de la independencia
suramericana, y en el país por José Núñez de Cáceres y Juan Vicente Mos-
coso.
Otras fuentes de influencia en la formación política de Duarte fueron la
Masonería y las sociedades secretas de carácter revolucionario Los Carbo-
narios, Los Templarios, Los Hijos de Padilla y Los Caballeros Racionales.
171
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
172
tan distantes hoy en buena parte de los líderes y conductores de nuestra
América.
Duarte tuvo la luz de advertir la viabilidad de la separación de los haitia-
nos y de la proclamación de una República libre e independiente de toda
potencia extranjera. Parte de su grandeza reside en presentar, difundir y
prender esta idea en los diferentes sectores sociales de Santo Domingo,
incluyendo a los libertos que veían con recelos sus afanes por el miedo al
restablecimiento de la esclavitud. Desde la tribuna de La Trinitaria, Duarte
despertó la conciencia de la identidad y el orgullo en los dominicanos (La-
fée, 2003).13
Sin proponérselo, el Fundador de la República se convirtió en precursor
de lo que hoy se ha dado en llamar animación cultural con la integración
del arte a la práctica política. Cual acontecía en España para 1830 con las
representaciones del drama de Víctor Hugo, titulado Hernani, Duarte re-
currió al teatro con el interés de crear conciencia en sus amantes sobre los
valores de la vida en libertad e independencia. A tales fines fundó en 1840
las compañías culturales La Filantrópica y La Dramática con la integra-
ción de los trinitarios de mayores condiciones y confianza. A sabiendas
del valor del uso de la Historia como arma, hizo las veces de apuntador en
la puesta en escena de algunas obras de los autores vanguardistas Vitorio
Alfieri (Roma Libre), Martínez de la Rosa (La viuda de Padilla) y Eugenio
Ochoa (Don Carlos), muy adecuadas cuando se persigue avivar el senti-
miento del honor, las ansias de libertad y la disposición de conquistarla
por la vía revolucionaria.14
Hacia la independencia
El deterioro del régimen de Boyer se hacía más notable en Haití a partir
de 1842, año en que Charles Herard lideraba el movimiento de orientación
liberal conocido como La Reforma, vía de acción en su lucha por el control
173
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
político del país vecino. Enterado Duarte de estas pretensiones envió a Los
Cayos a Juan Nepomuceno Ravelo y Matías Ramón Mella en calidad de
emisarios. Su interés era concertar acuerdos entre los trinitarios y los re-
formistas haitianos, denotando con esa iniciativa su condición de político
de fino tacto, pues resultaba evidente que la erosión de Boyer en Haití faci-
litaría la independencia de Santo Domingo. Además, esta decisión política
se orientaba por un verdadero nacionalismo revolucionario, y no por un
sentir antihaitiano propio de un chauvinismo desorientado.15
El primer resultado de la alianza concertada entre trinitarios y reformis-
tas se dio en marzo de 1843. Se trató del desconocimiento de Boyer y sus
colaboradores en ambas partes de la Isla poco después del inicio de las
acciones armadas protagonizadas por Herard en su finca de Praslin. El
documento de apoyo fue firmado, entre otros trinitarios, por Juan Pablo
Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella, Juan Isidro
Pérez, Juan Alejandrino Pina, mientras que en representación del movi-
miento liberal de La Reforma firmaron Augusto Bernier, Alcius y Artidor
Ponthieux.
Tras el derrocamiento de Boyer en marzo de 1843 se instaló en Santo Do-
mingo la Junta Popular, gobierno colegiado dirigido por las principales fi-
guras de la Reforma y de La Trinitaria. En reconocimiento de su liderazgo,
a Juan Pablo Duarte se le asignó la coordinación y formación de las juntas,
especie de gobiernos locales, en el Este, ocasión que aprovechó para llevar
el mensaje de la separación a las figuras más prestantes de las comunidades
visitadas. Gracias a estos contactos, los trinitarios ganaron las elecciones
celebradas en junio de ese año, lo que significó el celo y la preocupación de
los aliados haitianos de La Reforma, pues los dominicanos habían encendi-
do la hoguera la independencia con carácter irreversible.
Alarmado por el triunfo electoral de los trinitarios, Herard se trasladó sin
retardo a Santo Domingo con el propósito de frenar el avance del ideal in-
dependentista de los dominicanos. En ese empeño desconoció los resulta-
dos de las elecciones de junio, al tiempo que atropelló, persiguió y profirió
amenazas contra Duarte, tan contundentes que no tuvo mejor opción que
174
salir rumbo a Venezuela junto a Pedro Alejandrino Pina y Juan Isidro Pérez
a principios de agosto de 1843.
La prédica por la independencia desarrollada por Duarte había prendido
con firmeza entre los dominicanos, de manera que, a pesar de su ausencia
forzada, de la escasez de recursos y de las amenazas de una facción de los
conservadores, su discipulado más aprovechado, entre los que contaban
Francisco Sánchez del Rosario, Matías Ramón Mella y Vicente Celestino
Duarte, haciendo provecho de las lecciones del Maestro, concertaron con
Pedro Santana y demás conservadores la alianza que selló la proclamación
de la República el 27 de febrero de 1844.
Los años posteriores a la proclamación de la independencia de la Repú-
blica se caracterizaron por la lucha por el poder político que enfrentaba a
conservadores y liberales. Para los primeros, representados por Pedro San-
tana, Buenaventura Báez y Tomás Bobadilla, la anexión del país era inevi-
table debido a la constante amenaza haitiana, pretexto que escondía sus
debilidades como sector social. En cambio, los seguidores de la práctica
revolucionaria de los trinitarios mostraron con firmeza su oposición a todo
cuanto lesionara la causa de la independencia.
Los planes contra la independencia avanzaban gracias al control que te-
nían los conservadores de la Junta Central Gubernativa. Para frustrar esos
planes Juan Pablo Duarte, que había regresado al país poco después de la
proclamación de la República, en junio de 1844, asestó un golpe militar a
la Junta, apresando a Buenaventura Báez y a Tomás Bobadilla, defensores
del protectorado francés, al tiempo que nombró a Sánchez presidente de
la Junta e incorporó a otros trinitarios en dicho organismo. En el plano
militar, Duarte asumió la comandancia de Santo Domingo, en tanto Mella
pasó a comandar la Plaza de Santiago.16 Esta prueba de arrojo, de firmeza
política, provocó manifestaciones de adhesión en las principales plazas po-
líticas del país, lo que debió influir en la decisión de Mella de proclamarlo
presidente de la República a principios de julio del citado año; iniciativa
rechazada por el general Duarte pues consideraba que el poder sólo es legí-
timo cuando emana de la voluntad del pueblo.
175
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
176
parcial que se conoce por iniciativa de Rosa Duarte se desprende que en
este proyecto:
(…) se proponen 34 artículos, de los cuales tienen una numeración suce-
siva a partir del 1, los primeros 24; seis figuran sin ninguna numeración;
cuatro contienen versiones diversas de disposiciones idénticas o similares;
y por último, siete, en dos o tres textos, repiten la numeración pero contie-
nen previsiones diferentes. En suma, son veinte y siete los textos o artícu-
los que constituyen la parte del proyecto que alcanzó a ser formulado en
forma escrita por el Padre de la Patria.19
Duarte se concentra en el concepto de ley y los criterios de aplicación.
Dos de sus textos se refieren a la nación dominicana y a los dominicanos;
uno al territorio nacional, otro a la religión, tres al gobierno; y el último, al
derecho de expropiación por causa de utilidad pública.
Duarte propone la Constitución de la República a partir de una democra-
cia operante, real, capaz de dar respuesta al afán de justicia que distingue
a los pueblos del mundo. Entendía que la libertad debía florecer como un
espléndido acto de comprensión de amor.20 La vía para el logro de este ob-
jetivo debía ser el gobierno establecido para el bien general de la asociación
i de los asociados, el de la Nación Dominicana es i deberá ser siempre i ante
todo, propio i jamás ni nunca la imposición extraña, bien sea ésta directa,
indirecta, o remotamente; es i deberá ser siempre popular en cuanto a su
origen, electivo en cuanto al modo de organizarla, representativo en cuan-
to al sistema, republicano en cuanto a su esencia i responsable en cuanto a
sus actos (sic). Duarte amplió el esquema clásico sobre la separación de los
poderes: legislativo, judicial y ejecutivo, agregándole el poder municipal, y
colocándolo en primer lugar.
Siguiendo la experiencia de los libertadores suramericanos, Duarte esta-
bleció en su proyecto de Constitución que la religión predominante en el
Estado es y deberá ser siempre la Católica y Apostólica, pero sin perjui-
cio de la libertad de conciencia y tolerancia de cultos y de sociedades no
contrarias a la moral pública y caridad evangélica. Con esta visión se daba
177
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Valoraciones finales
En sus afanes y desvelos por la causa de la redención, Duarte jamás tuvo
espacio para el desvío ni la claudicación. Su indeclinable apego por el bien
patrio le hizo acreedor del amor y admiración de sus coetáneos más cer-
canos, y de todas las generaciones de dominicanos y dominicanas que, si-
guiendo la memoria leal e ingenua de la más pura tradición, valoran por
siempre sus hazañas y ejemplos conservados en el tiempo (…). La vida,
ejemplo y pensar de Duarte forman parte del legado que, haciendo las ve-
ces de antorcha de relevo, ha servido de inspiración para la defensa y cuido
del decoro de la nación, así lo muestran Luperón, Gilbert, Fernández Do-
mínguez, Caamaño y otros tantos convertidos por las circunstancias en
soldados del pueblo y militantes de la libertad.21
En el legado político de Duarte está presente:
• El político prudente y de fino tacto.
• El político que valora, siempre en primer plano, la causa de la patria.
• El forjador de la base jurídica del Estado, sus principios de libertad,
postulados democráticos y la afirmación de los preceptos de la nación
dominicana.
• El político marcado por un nacionalismo radical e intransigente, pero
sin caer en posturas chauvinistas.
• En él reside el más convencido de los liberales dominicanos. Con su
práctica política la corriente liberal cobró cuerpo doctrinario en Santo
Domingo.
• En su ejemplo está presente el político que aboga por el patriotismo
sentimental, por la independencia de los pueblos, por la justicia social y
por la fraternidad humana.22
178
Ulises Francisco Espaillat: ¿El último de los liberales?
Ulises Francisco Espaillat ocupa un lugar de honor entre las personalida-
des más respetables que ha dado el país. Desempeñó las más importantes
posiciones públicas, incluyendo la vicepresidencia y la presidencia de la
República. Figura importante en la revolución liberal de 1857 y en la Cons-
tituyente de Moca de ese año. Ocupó siempre el lado opuesto a los con-
servadores. Rodríguez Objío lo sitúa como el pensamiento inamovible de
la Revolución Restauradora, en la que ocupó las posiciones de Secretario
de Relaciones Exteriores y vicepresidente del Gobierno de la República en
Armas, cuya sede estaba en Santiago.23 Rodríguez Demorizi comparte esta
opinión al sostener que Espaillat:
Adelantándose a su época, revela, mejor que todos, a través de un siglo,
las fuentes democráticas del Gobierno de la Restauración, porque la reali-
dad es que a los actos del Repúblico, corresponden sus ideas de gobierno
y de bien patrio, suficientes para señalarlo no sólo como el primero de los
ideólogos del gobierno de Santiago, sino como el más esclarecido de nues-
tros ideólogos.24
Como miembro honorario ocupó un lugar especial en las principales so-
ciedades dominicanas, entre las que cuentan: Amigos del País, La Liga de la
Paz, de Puerto Plata, y Amantes de la Luz, de Santiago de los Caballeros.
Junto a Bonó, Espaillat ilustra el proceso iniciado en el país a fines del
siglo XIX de una intelectualidad abierta, flexible y democrática que, sin
oposición política directa de una intelectualidad dogmática y aristocráti-
ca; planea soluciones racionales y viables. En sus visiones combina la expe-
riencia analítica del pasado con una visión sintética del futuro.25
Como periodista político y social analizó con agudeza los causantes
de los males que aquejaban a la nación durante los primeros años de inde-
pendencia, destacando la inexcusable inestabilidad política reinante en el
179
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
180
Espaillat veía la concertación de esfuerzos como el arma más efectiva en
la búsqueda de la superación de todos los males que aquejaban la naciente
República. Concebía una especie de acuerdo nacional como:
(…) la alianza entre los antiguos partidos es la sustitución de la ley, con
toda su magestad, a la voluntad de los mandatarios con toda su barbarie,
es el derecho que todos tienen de esperar que los agitadores se queden que-
dos y no continúen arruinando más y más al país..., es el deber de todos los
dominicanos de sostener el estado de cosas impidiendo toda conmoción,
cualquiera que ésta sea, que es el único medio de lograr que se reponga
la fortuna pública, se ilustre la Nación, se organice la Justicia y triunfe la
virtud del vicio... es el deber que todos los pretendientes a los puestos pú-
blicos tienen de esperar que a cada cual le llegue su turno, sin meterse a
inventar evoluciones políticas cuyo resultado cierto es prolongar indefini-
damente el malestar de la Nación, si a más de esto no se agregase el traer a
quien menos se piensa.28
Gobierno de Espaillat
Una convergencia de las principales fuerzas sociales del país logró sacar
a Espaillat del seno familiar y convertirlo en presidente de la República
en marzo de 1876. Su triunfo se dio con el registro de la más alta votación
lograda hasta entonces. Era el primer presidente dominicano sin rango de
general. La condición de civilista lo llevó a decir: gobernaré con maestros,
no con militares. Espaillat había llegado a la presidencia de la República
con el objetivo de respetar y hacer respetar las leyes y la Carta Sustantiva,
realizar administración honesta apoyada en la pulcritud en el uso de los
fondos públicos.
En su discurso de aceptación de la candidatura a la presidencia de la
República, marzo de 1876, sostuvo que los gobiernos no deben temer a la
libertad, ya que representa la fortaleza de los pueblos, de los cuales ad-
quieren los gobiernos su propia fuerza. Esta práctica democrática inspira
y robustece el amor a las instituciones, dando al mismo tiempo estabilidad
a los gobiernos, y asegurando el arraigo y desarrollo de las libertades pú-
blicas.29
28 Ibídem.
29 Ibid., p. 323.
181
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
30 Ibid., p. 326.
182
La devoción de Espaillat por el respeto al orden institucional le hacía per-
der de vista el contexto en que actuaba. Envuelto en un mundo ideal, no
reparó en que la clase política dominicana, incluyendo a la militancia azul,
no estaba en capacidad de asimilar sus preceptos liberales. Tampoco tomó
en cuenta el carácter pendular de las fuerzas políticas que coyunturalmen-
te apoyaron su ascenso a la primera magistratura del Estado. No se daba
cuenta que, según expresiones posteriores de Luperón, para esa época no
se era buen presidente cuando se era leal, honrado y moral, cuando no se
era despilfarrador ni traidor, una verdad dura y severa, pero verdad.31
El desconcierto debió ser grande para Espaillat al enterarse de las figuras
integradas a los primeros movimientos sediciosos de la Línea Noroeste or-
ganizados contra su gobierno en junio de 1876, con el apoyo económico de
Ignacio María González, apoyado a su vez por el gobierno haitiano. Igual
sucedía en Moca, Puerto Plata, Santiago y San Francisco de Macorís.
En octubre de 1876 Espaillat se vio precisado a presentar renuncia de la
presidencia de la República. La frustración se apoderaba del último de los
liberales dominicanos en ocupar tan alta posición por la vía constitucio-
nal. A partir de esa experiencia los diferentes partidos políticos cayeron
en la ilegalidad, sin la exoneración del Partido Azul, cuyos miembros se
tornaron tan conspiradores y revoltosos como los otros cuando no esta-
ban en el poder, y capaces de violar la Ley cuando se encontraban en el
mismo.32 Como ejemplo destaca la decisión de Luperón, luego de ganar las
elecciones de 1878 con su ayuda, de derrocar el gobierno constitucional de
González por negarse a nombrar al general Heureaux como gobernador de
Santiago. Así lo testimonia el general Francisco Ortea en carta dirigida a
Meriño en 1881:
“(…) gobierno legítimo y constitucional cuyo presidente fue electo en el
año 1878 por voto popular. Vosotros, sin más carta de agravios que la ambi-
ción, derrocásteis ese gobierno con las armas en las manos, con la sorpresa,
y sobre todo con la traición, pisoteando sin respeto la palabra empeñada,
183
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
33 Ibidem.
34 Cassá, R. (1989), Historia Social y Económica de República Dominicana, T. 2, Santo Do-
mingo, Editora Taller, p. 164.
184
Referencias
Conceptos fundamentales de la Ciencia Política (2001), Madrid, Ciencias Socia-
les, Alianza Editorial. Várnagy, Tomás (2005), “El pensamiento político
de John Locke y el surgimiento del liberalismo”, bibliotecavirtual.clacso.
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tora de la UASD.
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1845-1890, Instituto Duartiano de Venezuela, Filial del Instituto Duartiano
de Santo Domingo, Santo Domingo, Gráfica William. Discurso pronuncia-
do en Caracas el 26 de enero de 2002.
Cassá, R. (1989), Historia Social y Económica de República Dominicana, T. 2,
Santo Domingo, Editora Taller.
Cross Beras, J. (1984), Sociedad y Desarrollo en República Dominicana, 1844-
1899, Instituto Tecnológico de Santo Domingo, Santo Domingo, Editorial
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julio 1886, t. II, Santo Domingo, Editora de la UASD.
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GRESO, S.A., Santo Domingo, Impreso en Colombia, tomo 7.
García Laguardia, Jorge Mario, “Independencia, nacionalismo e hispano-
americanismo, El proyecto centroamericano de confederación”, en: Galea-
na, Patricia, coord. (2008), Historia Comparada de las Américas, México, D. F.,
Asesoría Gráfica.
Hoetink, H., (1997), El pueblo dominicano, auspiciado por la Universidad
Católica Madre y Maestra, Santiago de los Caballeros.
Jimenes Grullón, J. I. (1983), Ideas revolucionarias de Juan Pablo Duarte, Santo
Domingo, Editora Alfa y Omega.
Los Escritos de Espaillat, edición auspiciada por la Sociedad Amantes de la
Luz con el concurso particular del Estado, Santo Domingo, Imprenta La
Cuna de América.
185
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
186
CAPITULO IV
El positivismo,
Hostos y los
discípulos
• Pedro Henríquez Ureña
• José Ramón López
• Salomé Ureña
• Félix Evaristo Mejía
• Leonor Feltz
• Pedro Bonó
• Américo Lugo
EXPOSITORES: COORDINADOR:
Mu-Kien Sang Justo Pedro Castellanos
Carmen Durán
Antonio Lluberes
José del Castillo
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
En la mesa principal se encuentran Antonio Lluberes, Mu-Kien Adriana Sang, Justo Pedro
Castellanos, rector de APEC, Carmen Durán y José del Castillo.
189
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
El neocatolicismo fue una vieja teoría que tuvo que renovarse para po-
der dar respuesta a la filosofía anti-clerical nacida con la Ilustración y del
190
llamado “Siglo de las Luces”. Intentó restablecer las tradiciones católicas
en la vida social y en el gobierno del Estado, pero defendiendo el progreso
y la modernidad. Los teóricos de esta corriente sustentaban que la verdad
divina debía definir los caminos que permitirían construir los destinos de
la humanidad. Abogaban por la necesaria renovación dentro de la Iglesia
Católica para no verse obligados a propugnar y, mucho menos, defender,
esos valores que consideraban obsoletos y atrasados. Los principales teó-
ricos de esta corriente fueron Ballanche, Chateuabriand y Lamennais.
191
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
La libertad individual.
El Estado de Derecho. Es decir defiende la igualdad ante la ley.
El derecho a la propiedad.
2 Mu-Kien Sang, Una utopía inconclusa. Espaillat y el Liberalismo Dominicano del siglo XIX,
Santo Domingo, INTEC, 1997, P.17
192
cesitaba un nuevo instrumento de poder. Por esta razón nació el Estado
liberal y republicano. Como teoría y filosofía del pensamiento, podríamos
afirmar que el liberalismo nació en Francia a partir de 1818.
Comte sostenía que la humanidad debía pasar por tres estadios sociales,
que a su vez debían corresponderse con los distintos grados del desarrollo
intelectual: el estado teológico o ficticio, el estado metafísico o abstracto
y el estado científico o positivo. Defendía el padre del positivismo que el
tránsito de un estado a otro constituía la ley del progreso de la sociedad.
Según los planteamientos de Comte y sus discípulos, el positivismo solo
admitía como científicamente válidos aquellos que procedieran de la ex-
periencia. Por lo tanto se rechazaba toda noción a priori y todo concepto
total y absoluto.
193
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
El positivismo y la educación
Augusto Comte sostenía que la educación era el medio más eficaz para
crear el estado permanente de orden, progreso, libertad individual y res-
peto colectivo. Consideraba la revolución como la expresión política del
caos y la anarquía. Planteaba que la única solución que podía existir en el
mundo, era mediante la imposición de un régimen político que mantuviera
el orden y el progreso, aunque fuese una dictadura. Para el positivismo, el
orden debía estar al servicio del progreso. No un orden teológico ni me-
tafísico, sino de un orden concreto, cuya finalidad debía ser el progreso
material de las naciones. Así, para que las naciones pudiesen alcanzar su
identidad, requerían de un sistema educativo nacional al servicio del orden
194
y, sobre todo de la homogeneización. Las sociedades necesitaban ser más
eficientes, productivas y ordenadas; debían derrotar la ignorancia y el os-
curantismo. ¿Cuál era la mejor forma de hacerlo? Sencillamente a través de
la educación. De esta convicción nacieron las grandes reformas educativas
en el mundo.
3 Rafael Fernández Heres, La educación en el siglo XIX. Biblioteca Digital Andina, p.8.
195
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
196
y finalmente el espíritu de la Revolución Francesa los impulsó a luchar por
la emancipación.
Liberalismo y el positivismo en
el ambiente político dominicano
Como ocurrió en América Latina, no así en el resto de el Caribe, las ideas
políticas liberales, primero, y las positivistas después, estuvieron presen-
tes en el discurso de los políticos y de los intelectuales dominicanos. Los
diferentes líderes de las supuestas corrientes ideológicas “antagónicas”
(así, entre comillas) se presentaban a la población como verdaderos defen-
sores de los principios de la institucionalidad democrática, de la libertad y
del respeto a los derechos ciudadanos.
197
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
las ideas tan de moda en el mundo occidental de mediados del siglo XIX.
Algunos medios informativos sirvieron de canales para difundir los pre-
ceptos fundamentales del catecismo político liberal. Ideas como libertad,
justicia, derechos humanos, respeto a la ley y el culto a la Ley Fundamental,
la Constitución, se convirtieron en verdaderos hitos en los discursos de los
políticos y de la intelectualidad dominicana.
¡Qué paradoja la que vivíamos en el siglo XIX! Mientras los grupos rivales
se enfrentaban dura y cruelmente, los medios de comunicación defendían
el principio de la concordia. Sin embargo, entre 1870 y 1878 pude conta-
bilizar 214 movimientos armados. Mientras hablábamos de instituciona-
lidad los golpes de estado estaban a la orden del día. Por ejemplo, de 1868
18778, es decir en 10 años, tuvimos 10 gobiernos, algunos de los cuales solo
duraron días en el poder. ¿Qué defendíamos entonces? ¿El liberalismo? ¿El
positivismo? ¿El conservadurismo? ¿O todo y nada al mismo tiempo?
198
Hostos como Espaillat, fueron educadores positivistas que no transigie-
ron con el tema de la libertad. Como Comte, defendían, la educación como
el vehículo para lograr la transformación, pero no antepusieron nunca el
orden y, su consecuente represión física o sicológica. Ambos eran maestros
y políticos que pensaban que solamente la educación los pueblos podría
salvarlos y redimirlos. Hostos fue muy claro cuando afirmaba:
En donde acaban las Pequeñas, empiezan las Grandes Antillas. Son cuatro, escalona-
das de menor a mayor, y colocadas verticalmente, de este a oeste, al istmo americano. La
más oriental es Puerto Rico, como la han llamado los ávidos españoles; Borinquen como
la llamaban los indígenas y nos complacemos en llamarla los criollos. La más occidental
es Cuba. Entre una y otra, la victoriosa Haití-Santo Domingo. Enfrente de esta, al sur,
Jamaica…5 4
199
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
los cubanos, a quienes voy conociendo, por verlos ocupados en el trabajo de destrucción
que con toda probabilidad continuarán después de la emancipación; los ingleses de Ja-
maica y demás islas británicas; y nosotros…¡soberbios elementos, por cierto, para cons-
truir una sociedad mixta que deba servir de valladar a las aspiraciones e invasiones de
la raza anglosajona! 6 5
Las ideas hostosianas de crear una sola República de Las Antillas, sin
lugar a dudas, inspiraron los movimientos políticos liberales de las antillas
mayores. Luperòn, Nissage Saget y Betances pusieron todo su empeño por
hacer realidad el sueño del intelectual puertorriqueño. La Liga Antillana
tenía como objetivo detener el control de las potencias imperiales en El
Caribe, pero, como ha demostrado la historia, fracasó en el intento.
200
vez desdibujada la posibilidad de una federación inter-antillana, en activa
conexión con el resto de Hispanoamérica (1976: 46). Aparece por primera
vez Santo Domingo como miembro potencial de la Federación Antillana.
Su propuesta del principio federativo de Cuba y Puerto Rico con España
sigue siendo su propósito cardinal, sin embargo (1976: 51-52)[4]. Aunque
se menciona a Jamaica en este primer atisbo, más adelante se verá que que-
da excluido y en razón de cuáles miras.8 7
8 http://alejandroarvelopolanco.blogspot.com/2008/07/7-intento-de-descripcin-de-la-
utopa.html
9 http://alejandroarvelopolanco.blogspot.com/2008/07/7-intento-de-descripcin-de-la-
utopa.html
201
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Espaillat se nutrió de los autores de su época. Así como la idea del pro-
greso era una constante, la necesidad de la educación de los pueblos para
trillar el camino hacia esa civilización anhelada. Se preocupaba por la falta
de preparación de los maestros, por la baja calidad de la educación, por la
precariedad del propio sistema educativo.
202
dominicanos se habían acostumbrado a la ignorancia y a la miseria, afirmó
en una oportunidad que “nuestro pueblo ha sido siempre mal juzgado por
nacionales y extranjeros”, pues muchos se habían dado la tarea de decir
“cosas muy poco halagüeñas”.
Reflexiones finales
Hostos y Espaillat estaban unidos en la lucha por la libertad. Hostos
pudo vislumbrar el futuro y predijo que sería más cruenta en el siglo XX.
Hoy como ayer estamos buscando caminos.
Quiero finalizar con unas reflexiones muy interesantes de Jorge Luis Gó-
mez Rodríguez.10 9
10 http://www.usfq.edu.ec/liberarte/liberarte/vol2/resena4.htm
203
APORTES A LA
LLUVIA DE IDEAS.
SALOMÉ UREÑA:
MUJER E IDEOLOGÍA Carmen Durán
“La obra poética, la labor educativa y la influencia de
Salomé Ureña constituyen parte fundamental de los
aportes de la mujer al pensamiento social y político y a
las tradiciones intelectuales femeninas dominicanas”.
Una mirada retrospectiva nos permite reconocer los nombres y las obras
de mujeres dominicanas que conocían y expresaban las inquietudes inte-
lectuales a finales del siglo XIX. Los periódicos dominicanos de la época,
especialmente los de Santo Domingo y Puerto Plata, publicaban con fre-
cuencia artículos acerca de la situación de la mujer en la sociedad decimo-
nónica y las ideas innovadoras que hablaban sobre los cambios propuestos
para la vida de ésta.
1 Cassá, Roberto. Historia Económica y Social de la República Dominicana. Tomo II, Editora
Alfa y Omega, Santo Domingo, 1986.
204
pleado que contrariaba o desatendía la centralización perdía el cargo, no
sin que antes buscase un pretexto para ello. Antes que la información de
los empleados llegaba la de los espías que esparcidos por el más apartado
y miserable rincón de la República se desvivían por enterarle de cualquier
conspiración o actitud en la cual se trasluciere alguna amenaza al sosiego
del régimen”.2
2 Martínez, Ruino. Hombres Dominicanos: Deschamps, Heureaux y Luperón, Santana y Báez. Edi-
tora El Caribe, Santo Domingo.
205
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
La Iglesia y sus más conspicuos exponentes, los que manejaban “el ver-
bo y la espada”, aquellos hombres purpurados fueron abiertos opositores
al proyecto reformador hostosiano. “La educación tradicional, gobernada
por el espíritu religioso, ha sido sustituida definitivamente por programas
y métodos modernos, laicos en la enseñanza oficial”3, nos dice Pedro Hen-
ríquez Ureña al valorar este fenómeno. Situemos entonces lo que signifi-
caba la mujer y su educación en el contexto de la sociedad patriarcal del
siglo XIX.
El pensamiento social dominicano de finales del siglo XIX cuenta con
un importante número de escritores e intelectuales, quienes a pesar de la
206
situación política y del autoritarismo en que se desenvolvía la sociedad,
hicieron importantes aportes en el campo de las ideas. Este fenómeno fue
fundamental para que la sociedad decimonónica no colapsara espiritual y
culturalmente bajo el influjo del autoritarismo. Figuras de pensamiento y
acción política dentro del liberalismo, el republicanismo y las ideas demo-
cráticas, desde los llamados poetas civilistas, pensadores e ideólogos como
Pedro Fco. Bonó, Benigno Filomeno Rojas, Ulises Fco. Espaillat, Eugenio
Deschamps, Manuel de Jesús Peña y Reynoso, Fernando Arturo Meriño,
Alejandro Ángulo y Guridi, Francisco Xavier Billini, entre otras personali-
dades de la pluma y el pensamiento.
Era la prensa el medio más idóneo para la divulgación de las ideas, y para
el debate y el combate de los sectores pensantes del país.
Durante el último cuarto del siglo XIX, se debatían corrientes ideológi-
cas que permeaban a la intelectualidad dominicana y cuya influencia sería
clave para la formulación del proyecto de nación dentro del cual comen-
zaba a tener importancia el programa de educación formal de la mujer. El
positivismo fue en gran medida el espectro ideológico a partir de la segun-
da mitad del siglo XIX. La visión positivista de los liberales dominicanos,
durante los años 70, era en lo fundamental de carácter romántico, aunque
salida del Romanticismo y de la Ilustración manifestaba en política la ten-
dencia liberal como en otros ámbitos de la vida cultural e intelectual.
207
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
208
Este fenómeno estuvo relacionado con las condiciones socio-históricas,
políticas y culturales que sirvieron de escenario a los inicios de la moder-
nidad en el país.
209
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
...Os digo que ésta fue para mí época decisiva (...) antes tuve para el es-
tudio todas las horas: hoy sólo puedo salvar para él unas cuentas, las horas
tranquilas, los días serenos y claros, los días alcióneos.
Y esta labor de mis horas de estudio, de mis días alcióneos, va hoy a re-
cordaros todo un año de actividad intelectual que vos dirigisteis y cuya
influencia perdura; va hacia vos, a la patria lejana y triste, triste como todos
210
sus hijos, solitaria como ellos en la intimidad de sus dolores y de sus anhe-
los no comprendidos”.
Íntima
Yo no la vi partir...
Postrada en el lecho, vacilante aún por las violentas sacudidas del vér-
tigo, luchaba en vano por alejar de mi mente el instante supremo en que
otros, más felices que yo, oirían conmovidos, su adiós de despedida. Im-
pulsada por el ardiente anhelo de verla y llevada en alas de mi enferma
fantasía, lancéme audaz hasta columbar con ojos del alma la nave que la
conducía. Y le envié mi adiós entre suspiros, lágrimas y recuerdos...
¿Qué fue de este tierno mensaje, confiado a las ondas? ¡Yo no lo sé! cuan-
do pasó la falaz excitación de mi espíritu, extraña pesantez bajó mis pár-
pados, ruido sordo, formidable atronó mis oídos, violenta conmoción agitó
mi cerebro, y no supe más... Luego... la mortal angustia, los horrores del
vacío...
211
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
dad inédita. Nadie sobre el suelo dominicano había logrado tanta maestría
en el dominio de las formas y tanta pureza en la evocación de lo bello”.
212
Once años hace que en esta misma fecha se celebraba un triunfo: el pri-
mer triunfo de la mujer dominicana en lucha con las preocupaciones y la
ignorancia. ¿Y quién sino ella, la mujer grande y fuerte, templada al fuego
del más ardiente patriotismo, obtuvo esa victoria? ¿Quién sino ella supo
aplicar tanto noble esfuerzo, tanto heroico sacrificio, a la realización de sus
más generosos ideales? Vamos, pues, a consagrar, en el undécimo aniversa-
rio de ese día de júbilo, la humilde ofrenda de nuestra admiración a la que
es honor y gloria del pueblo quisqueyano.
213
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Íntima es uno de los ensayos escritos por Leonor María Feltz en el que
imbuida de una gran ternura expresa su estado de ánimo por la partida de
la maestra amada. Respecto a Salomé Ureña de Henríquez, establecida
en Puerto Plata en la búsqueda de salud, este testimonio de amor de la
discípula provocó el siguiente comentario: Vi la “Intima” de Leonor. Yo es-
taba sentada delante de la ventana respirando la brisa del mar y pidiéndole
acción saludable sobre mis pulmones, cuando recibí la correspondencia de
la Capital. Después de leídas las cartas tomé a Letras y Ciencias y me de-
tuve en la primera página. No sé qué dirían los que pasaban, porque la leí
bañada en lágrimas. ¡Ah!, me dije: no debemos ser tan defectuosos como
nosotros mismos, nos empeñamos en creerlo, cuando sabemos inspirar un
afecto tan puro, tan noble, tan desinteresado. Esto consuela y dignifica”.
Bibliografía
Henríquez Ureña, Pedro. Obra Dominicana. Sociedad de Bibliófilos, Inc.,
1988.
214
Positivismo,
Hostos y
Normalistas Antonio Lluberes, sj.
“Hostos trató casi todos los temas, las relaciones con Haití, la inmigración,
la economía azucarera, el ferrocarril, el telégrafo y la electricidad, los
restos de Colón… Tuvo buenas relaciones con algunos políticos como
Luperón, Segundo Imbert, Juan Tomás Mejía, Máximo Grullón, Horacio
Vásquez … pero no tuvo Hostos participación activa en la vida política
nacional y trató de mantener a sus discípulos distanciados de la política
tradicional, de los gobiernos militares, frutos de asonadas”.
215
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
216
Sur: Perú, Chile, Argentina, Brasil, Dominicana, Venezuela, donde casó, y
de nuevo a Dominicana.
Hostos vino por primera vez al país en 1875, a Puerto Plata, en busca de
exiliados cubanos y también puertorriqueños que habitaban en esa ciudad
del norte bajo la protección de Gregorio Luperón para fomentar las luchas
independistas de sus países. A la fecha, Dominicana vivía una euforia de
libertades después del derrocamiento de Buenaventura Báez en 1873. Para
Pedro Henríquez Ureña 1873 fue un año de ruptura representado en el
gesto simbólico de lanzar al mar los grillos y cadenas de las ergástulas de la
Fortaleza Ozama. Y fue también simbólico en el proceso de intelección de
“la conciencia nacional” y en el desarrollo de las fuerzas sociales, culturales
y económicas según expresa en carta a Federico García Godoy, en 1909.
Estas ideas las reitera y amplía en un artículo publicado en 1940 –bajo el
sino de Trujillo– en Buenos Aires con el título “La República Dominicana
desde 1873 hasta nuestros días”. Si me permiten, les trascribo las oraciones
iniciales de tres párrafos: 1) “Se desarrolla el comercio y aparecen industrias de tipo
moderno, más bien pequeñas”. 2) “Hay, sobre todo, movimiento de cultura”. 3) “La acti-
vidad política, desgraciadamente, contribuyó poco al logro de tantas esperanzas”. 1
Decreciendo sus actividades políticas, Hostos desarrolló un discurso
educativo, las escuelas normales. Cuenta Federico Henríquez y Carvajal
que “…en mayo de 1875 llegó a Puerto de Plata y el Dr. Ramón Emeterio Betances,
el Antillano, mi noble amigo, hizo su presentación en la morada del General Gregorio
Luperón, enfermo, a este prócer restaurador, a Segundo Imbert y a mí… me comunicó a
mí el primero, su docto plan de Escuela Normal de Maestros con su sistema de educación
moral y cívica y su enseñanza racional y laica”.2
De vuelta a Dominicana, en 1879, encontró mejores condiciones políti-
cas pues Cesáreo Guillermo, con el apoyo de los azules, liberales, había al-
canzado el gobierno y se le facilitaba la implementación de sus planes edu-
217
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
3 Américo Lugo, “Hacía sentir Hostos una simpatía irresistible a las mujeres”. El
Mundo, 7 de julio de 1949.
218
Aparte de esto, Hostos aporta a esa sociedad las enseñanzas de las nue-
vas ciencias, la economía y la sociología y el derecho constitucional que
enseñaría no sólo en su escuela normal sino también en el recién abierto
Instituto Profesional (1882). El derecho constitucional fue el vademecum
de los primeros treinta años del siglo XX. Allí abrevaron los constituciona-
listas y se inspiraron casi todas las constituciones y programas políticos.
Su realización sería un hito en la organización de la sociedad.
En segundo lugar, el laicismo religioso, un concepto algo difícil de en-
tender en aquellos años y aún hoy día. Consistía en una negación de la reli-
giosidad positiva, revelada, basada en un Dios personal actuante en la vida
de los hombres y expresada en una liturgia y vida eclesial regida por cléri-
gos. Aceptaban a Dios, pero como una idea filosófica ordenante del mundo,
principio de moralidad, que operaba a través de la razón de las personas. Y
también al Jesús histórico, dado a conocer por los evangelios, pero no con
una lectura eclesial sino racional. El texto guía de esta visión era “La Vida
de Jesús”, de Ernest Renán (1863) que con gran erudición rastrea la vida
del Jesús histórico más allá de los evangelios negando toda intencionali-
dad divina, pero reconociendo su coherencia de vida y enseñanzas morales
de ese “hombre incomparable”. Cosa curiosa, Hostos buscaba a este Jesús en
el recogimiento de las iglesias. Se dice que en particular en el Cristo de la
capilla de Bastidas de la Catedral. En 1881 escribió el artículo “Meditando”,
donde polemiza con el comportamiento relajado de los católicos presentes
en las celebraciones del Viernes Santo. Más adelante, sus discípulos eleva-
ron a categoría de religión toda actividad humana creativa, así hablaban de
la religión del arte, de la política…
En el orden social proponía una síntesis entre deber y razón que con-
vertiría al hombre en un ser responsable de sus actos, ante la sociedad y
la familia. Hostos fue un hombre de familia y un ciudadano. Algunos lo
llamaban un “santo laico”.
Hostos trató casi todos los temas, las relaciones con Haití, la inmigra-
ción, la economía azucarera, el ferrocarril, el telégrafo y la electricidad,
los restos de Colón… Tuvo buenas relaciones con algunos políticos como
Luperón, Segundo Imbert, Juan Tomás Mejía, Máximo Grullón, Horacio
Vásquez … pero no tuvo Hostos participación activa en la vida política
nacional y trató de mantener a sus discípulos distanciados de la política
219
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
220
ción. Y en la 1903, Américo Lugo quiso justificar ante Hostos el gobierno
de Alejandro Woss y Gil, aduciendo que éste había vivido en Washington
y conocía las instituciones americanas.
Otro factor de la desilusión del hostosianismo fue la intervención ame-
ricana. La intervención actuó de manera bifronte. Los hostosianos admira-
ban las instituciones y la Constitución de Filadelfia. Pero la intervención
trajo una soldadesca que plantó un campamento en el Baluarte del Conde y
hacía uso de la violencia para detectar un revólver escondido. De la misma
manera, no debemos pasar por alto que la intervención americana conllevó
una alta propuesta civilizadora de ribetes positivistas. Tomemos en cuenta
la educación, salud, producción agrícola, caminos, obras públicas, costum-
bres alimentarias, nuevos gustos musicales y estilos en el vestir. También
supuso un orden nuevo político, la supresión del sistema de partidos y la
suspensión del desgaste de las luchas partidistas, la unificación del poder
ejecutivo en un sistema militar unipersonal asistido de un equipo de mili-
tares subalternos. La unificación del país facilitada por una red vial nueva
y por la movilidad de un ejército. Yo entiendo que, en términos reales, un
buen sector de la población entendió la intervención en términos de orden
y progreso. Sería algo así como una versión americana del Positivismo.
Lugo, el más radical de los hostosianos de inicios del siglo pronto devino
en un crítico de elementos hostosianos. En una vuelta atrás pasó de ser
un acre crítico a lo católico-español a ser el promotor del Centro Español
y el defensor de la religión católica. No se debe dejar de tomar en cuenta
que la Unión Nacionalista de 1920 subió al mismo carro al viejo Emiliano
Tejera, de la generación de la Restauración, con el joven Américo Lugo, de
la generación hostosiana.
No obstante las frustraciones, las incapacidades de crear el ejército de
maestros y de redactar la Constitución deseada, el pensamiento de Hostos
permeó la sociedad académica, letrada dominicana. Si usted ve las contri-
buciones al “Directorio” de 1907, se notará la presencia de Hostos. Y ob-
servadores de la sociedad dominicana, extranjeros como Otto Schoenrich5
5 “Santo Domingo, un país con futuro”. Santo Domingo: Editora de Santo Domingo,
sa., 1977, p. 174.
221
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
6 “Through Santo Domingo and Haiti. A Cruise with the Marines”. New York: Com-
mittee on Cooperation in Latin American, 1919., p. 46.
222
tes trujillistas. En este momento, Trujillo aunque reconocido por los fun-
cionarios oficiales –Virgilio Díaz Ordoñez, Dr. Pedro Emilio de Marchena
–a nombre de la USD– se suma al reconocimiento a Hostos y dispone fon-
dos del Ejecutivo para erigir la estatua que se le esculpiría y colocó en el
patio de lo que fue la Escuela Normal y hoy se encuentra frente al Museo
de Historia. La celebración estuvo liderada por Don Federico Henríquez
y Carvajal, un hostosiano moderado, hombre de reconocido prestigio, que
siempre trató de salvar a Hostos por encima de toda polémica.
Años más tarde, en otro contexto del Régimen, está la encuesta de 1956.
Ya pasada la égida ideológica del hispanismo y catolicismo antihostosiano,
anti-haitiano, que formuló Manuel Arturo Peña Batlle, muy en particular
en el prólogo el libro del P. Antonio Valle Llano, sj.,7 se invitó a intelectua-
les de la época a contestar un cuestionario sobre la influencia de Hostos en
la sociedad dominicana, el significado de su laicismo y se preguntaba si la
escuela nacional todavía se inspiraba en el pensamiento hostosiano como
sostenía Peña Batlle.
Para interés nuestro, todos los encuestados, incluido el P. Juan Féliz Pe-
pén, y con la sola exclusión del P. Robles Toledano y el Dr. Antonio Avelino,
mostraron simpatías hostosianas, buscaron las formas de librar a Hostos
de las acusaciones de ateísmo, reconocieron sus méritos, aunque termina-
ban afirmando que la obra educativa esperaba la decisión de Trujillo. A mí
me resulta evidente que el contexto político no permitió la libertad sufi-
ciente para sincerizar esta encuesta, pero más interesante fue la fidelidad
hostosiana de la intelectualidad dominicana en aquel contexto.
Pero, repito una idea anterior, el medio social acomodó el pensamiento
a los hechos. Los hechos posteriores, las revoluciones de abril de 1902 y de
marzo de 1903, la intervención, la vuelta de la Montonera… trucaron los
valores esperados y predicados y reconformaron la sociedad dominicana
de acuerdo a principios personalistas, como llamaban entonces a los go-
biernos unipersonales y autoritarios. Los sueños constitucionales fueron
suplantados por las montoneras que dominaron los tres primeros lustros
del siglo.
223
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Veamos la revolución de 1903. Allí cayó abatido uno de sus jóvenes dis-
cípulos, Casimiro Cordero, cosa que sobrepasó la capacidad de Hostos,
alma sufriente, de asimilar los reveses que padeció a lo largo de su vida.
Pedro Henríquez Ureña, al describir al Hostos que vio en 1900 dijo que “te-
nía un aire hondamente triste, definitivamente triste.”8 El testimonio del propio
Diario de Hostos nos lo confirma. En su Diario, el 18 de abril de 2003, tiene
esta entrada: “Doctrina, principios, ideas, reformas, reacción contra el lilisismo, todo
quedó sepultado en el campo de batalla”. Debatiéndose entre abandonar el país
o quedarse, con incertidumbres ante el alineamiento de sus discípulos en
partidos políticos de carácter personal y militar, enfermó y el 12 de agosto
de 2003 falleció.
Detengámonos a pensar. Quizás fue la incapacidad innata a todo pen-
samiento ilustrado, el Positivismo entre ellos, que creía que la sociedad
inexorablemente evolucionaría a través de un proceso de tres fases inelu-
dibles por el camino del progreso. En un primer momento ese progreso se
puso en manos del economista, del sociólogo, del maestro, pero incapaces
estos de constituirse en grupo gobernante, o de trasformar estos pueblos
irredentos, pobres y católicos, de “gallera y fandango”, apelaron al “go-
bernante civilizador-dictador”, como hemos podido ver en el grupo de Los
Científicos de México, ideólogos de la dictadura de Porfirio Díaz, y en
Laureano Vallenilla Lanz a la base del “gendarme necesario” de Juan Vi-
cente Gómez en Venezuela. Si escarbamos los escritos de Hostos se verá
con que frecuencia recurre el concepto de “pobre” para referirse al país y de
“barbarie” para calificar la situación de nuestros pueblos.
Recientemente, Euclides Gutiérrez Félix nos ha abierto una nueva fase
en la investigación al repetidamente afirmar que Trujillo se inspiró en el
plan de gobierno, hostosiano, del Partido Nacionalista. Esa es otra forma
de abordar al hostosianismo y al trujillismo, que está por hacer.
224
Actualidad
de la Obra
de Hostos en
Santo Domingo José del Castillo Pichardo
“El país carecía de medios de transporte modernos que enlazaran
internamente sus regiones, razón del afianzamiento de economías y
sociedades regionales que operaban como si se tratase de tres países
distintos. Sólo el tráfico de cabotaje –realizado por goletas y algunos
vapores de líneas extranjeras– permitía una rápida comunicación”.
Introducción
Nos proponemos en esta presentación hacer un rápido balance de las
principales contribuciones de Eugenio María de Hostos a la sociedad do-
minicana, en su múltiple calidad de pedagogo innovador, de político liberal
que militó al lado de las causas más avanzadas de su época, de sociólogo
que auscultó con agudo sentido observador los problemas de nuestra orga-
nización socioeconómica, para proponer siempre soluciones prácticas.
225
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
226
En el Suroeste –cuna del caudillo ilustrado Buenaventura Báez– se prac-
ticaban los cortes de árboles maderables para su exportación a Europa,
especialmente a Inglaterra, como la apreciada caoba para la ebanistería de
muebles, puertas y enchapados de suntuosos palacetes; el guayacán em-
pleado por sus propiedades de dureza resinosa en la industria náutica,
para tornear el eje de las aspas de los barcos; y los palos tintóreos utiliza-
dos por las factorías textiles (campeche y dividivi) para teñir los telares.
También se producía raspadura y azúcar mascabada en rústicos trapiches
y se mantenía una agricultura de subsistencia.
227
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
228
en las Antillas un más vasto campo de producción, y probablemente más
adecuado a nuestro estado social”.
Labor educativa
Pero la labor pedagógica de Hostos en Santo Domingo cobraría cuerpo
definitivo a partir de 1879, luego de una estancia venezolana de año y me-
229
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
dio, cuando inició su vasto plan para implantar los contenidos de una en-
señanza normada por los principios positivistas y por un rol más dinámico
del Estado en el proceso educativo. Durante nueve años de trabajo conti-
nuo, Hostos fundaría la Escuela Normal, cuya “instalación se hizo como se
hacen las cosas de conciencia: sin ruido ni discurso. Se abrieron las puertas
y se empezó a trabajar. Eso fue todo”. Iniciativa llamada a formar “un ejér-
cito de maestros que, en toda la República, militara contra la ignorancia,
contra la superstición, contra el cretinismo, contra la barbarie”.
Como bien señala Camila Henríquez Ureña en su obra Las ideas pedagó-
gicas de Hostos, para éste “la educación tiene un valor disciplinario: desa-
rrollar los poderes del educando, y un valor ideal: perfeccionar al hombre
para que sirva a los ideales sociales de justicia y a los universales de bien y
230
de verdad”. Pero también cubre una finalidad práctica, ya que, conforme a
Hostos, la vida “es un combate por el pan, por el principio, por el puesto”.
La reacción eclesiástica
Pese a que Hostos encontró un ambiente favorable en la esfera política
e intelectual –y en el propio terreno de los negocios, donde sus ideas re-
sultaban funcionales a la modernización capitalista en proceso– su credo
positivista y laico amenazaba el andamiaje de la enseñanza escolástica. De
esta forma, entre la Iglesia y Hostos y sus partidarios se entabló una bata-
lla, cuyas armas fueron la pluma y el verbo elocuente; sus municiones, las
ideas; y el escenario, la prensa, el púlpito y la cátedra.
231
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
232
Colmado sea de satisfacciones el hogar del Maestro, del compatriota,
del amigo…!”
233
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
nocturna para obreros, las conferencias semanales para educar a las masas
populares en la función de pensar y discernir sobre asuntos de interés lo-
cal, municipal y nacional, así como humano, y, finalmente, de promover las
cooperativas y las cajas de ahorro. Por esta vía, Hostos pretendía galvani-
zar la conciencia ciudadana, a través del despliegue de las capacidades in-
dividuales y asociativas de las personas, rompiendo con lo que entendía era
un funesto legado cultural del coloniaje español, consistente en esperarlo
todo del Estado y sus autoridades. Era en este sentido progresista –consis-
tente en asimilar rasgos positivos de la cultura política norteamericana–
que Hostos hablaba de “americanizar” al pueblo puertorriqueño.
234
Nuevamente, la reacción sacerdotal se haría notar. Editoriales del Bole-
tín Eclesiástico, pastorales y sueltos, tronarían con fuerza para rechazar
el laicismo en auge. Bajo el epígrafe “La Escuela sin Dios”, la revista san-
tiaguesa La Vida la emprendió contra los hostosianos, en un texto que la
prensa liberal calificó de “pavoroso”:
Contribuciones de Hostos
Es obvio que las principales contribuciones de Hostos se encuentran en
el ámbito de la propia enseñanza, que asumió como un verdadero sacer-
docio laico. Tanto desde la cátedra de Moral Social, enfatizando las cinco
propiedades distintivas del ser social (las relaciones de necesidad, grati-
tud, utilidad, derecho y deber), como en la de Sociología y en la de Dere-
cho Constitucional, el Maestro enlazó escuela y sociedad, en un sentido
realmente revolucionario en su momento. Los contenidos de la enseñanza
hostosiana estaban concebidos para hacer ciudadanos activos, conscientes
de sus deberes y derechos, plenamente identificados en su dimensión de
entes sociales, de miembros de una comunidad más amplia de naciones, y
de afiliados al género humano que puebla el planeta.
235
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Sorprende hoy, cuando llevamos más de un siglo sobre sus huesos ve-
nerados, la frescura provocativa de su pensamiento. Como bien dijera don
Emilio Rodríguez Demorizi, de él “debe afirmarse que no ha terminado aún
su obra en Santo Domingo, en las Antillas, en el Continente”.
Su visión constitucional
Para Hostos “el objeto de la Constitución es armonizar derechos y po-
deres por medio de una ley oriunda de la voluntad social”. Frente a la tradi-
ción imperante de hacer enunciados superabundantes en la carta sustanti-
va, Hostos reaccionaba indicando que “la forma de gobierno se preceptúa:
que la soberanía se asume; que el territorio se posee; que la nación se afirma
por el mero hecho de existir; que nada de eso se declara; que nada de eso es
materia constitucional”.
236
puede hacer efectivo, eficaz e indiscutible ese trabajo. Por lo tanto, toda
reforma de la ley fundamental, ya sea total, ya parcial, debe ser acto plebis-
citario o acto convencional: estando ya en desuso para casos nacionales el
plebiscito –afirmaba el Maestro–, hay que apelar a la Convención”.
Presidencialismo y centralización
Hostos reflexionaba agudamente acerca de los patrones de la cultura po-
lítica hispanoamericana, que tendían a reforzar la centralización presiden-
cial, en desmedro de los poderes y las autonomías provinciales y municipa-
les. Entendía que este fenómeno castraba las posibilidades de un desarrollo
más equilibrado de las sociedades. Y su observación resulta terriblemente
vigente en nuestros días.
Su crítica iba más lejos, y proclamaba “¿cómo somos tan ciegos que no
vemos cuán atrevido, insolente y temerario es que un gobierno central se
erija en árbitro de vida de las sociedades provinciales y comunales?” Para
concluir: “aquí no es el medio social quien impone el perjuicio al derecho;
es la costumbre del error quien impone el perjuicio al derecho; es la cos-
tumbre del error quien se impone al medio social, que clama, desde cada lo-
calidad amortecida, por gobiernos propios que les devuelvan la actividad”.
237
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Balance de poderes
Como la mayoría de los ideólogos democráticos, Hostos era partidario
del equilibrio de los poderes públicos y frente a la disyuntiva entre autori-
tarismo centralista y ejecutivos disminuidos, planteaba:
238
“Tanto yerran los que quieren Ejecutivos débiles como los que quieren
Ejecutivos fuertes. Ni fuerza ni debilidad debe pedirse a los funcionarios
del poder social: jueces, legisladores, presidentes y electores, deben tener
las atribuciones que les correspondan; y no más, y no menos. De estos irra-
cionales sistemas de gobierno en que secretarios de la fuerza mal compren-
dida o secretarios de la libertad mal conocida manipulan derechos y pode-
res a su gusto, hay que salir lo antes posible al gobierno racional, en que los
derechos del individuo y los del ciudadano, los poderes de la sociedad y las
funciones del Estado, los deberes constitucionales de los ciudadanos y las
prohibiciones a los funcionarios del Estado, corresponden puntualmente a
las necesidades jurídicas de la sociedad”.
Lo que hoy hacemos no es más que darnos cuenta de lo que hay que
hacer, para dar estabilidad a la administración pública. Apenas si empeza-
mos a comprender cómo de la absoluta desorganización en que nos encon-
tramos no se puede llegar a la organización de nuestra vida nacional sino
a fuerza de administración recta, sana de intenciones y metódica en sus
procedimientos.
239
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Felizmente para los pueblos débiles las premisas de donde parte el siglo
para su trabajo de cien años es el dominio puro y simple de la fuerza: de
la fuerza hecha verdad, por medio del principio terrible de la evolución;
poder, por medio del principio de las grandes nacionalidades; de la fuerza
hecha guerra, por medio del tremendo principio de esa supremacía de la
fuerza brutal.
Esos tres horribles perturbadores de la vida del siglo XIX van a ser los
constructores del siglo XX, y pese a quien pese, así será, como los que no
sepan sacar partido de sí mismos para hacerse fuertes en verdad, en poder
y en acometividad, serán pueblos absorbidos o barridos o destruidos.
Los dos pueblos que habitan esta hermosísima parte del archipiélago de
las Antillas, que no sueñen, que no dormiten, que no descansen. Su cabeza
ha sido puesta a precio: o se organizan para la civilización, o la civilización
los arrojará brutalmente en la zona de absorción que ya ha empezado.
“Cuando se otea en la fecunda errancia de Eugenio María de
Hostos por el continente americano se hace imperativo concluir
que en materia de pertenencia o identidad nacional, este hombre
libre es tan puertorriqueño como dominicano o cubano, chileno
o venezolano”.
Los que no puedan llegar a alguna parte, aunque no sea más que a ser
dueños de sí mismos en un rincón del espacio, que se civilicen. La orden
del siglo es terminante:
Su herencia dominicana
Cuando se otea en la fecunda errancia de Eugenio María de Hostos por el
continente americano se hace imperativo concluir que en materia de perte-
240
nencia o identidad nacional, este hombre libre es tan puertorriqueño como
dominicano o cubano, chileno o venezolano. En una palabra, latinoamerica-
no. Admirador de las instituciones democráticas y del impulso civilizador
anglosajón. Esperanzado con el liberalismo republicano ibero. Abogado del
género humano étnicamente pluralista. Por ello, tan universal.
241
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Pero esta labor apenas se inicia. Hostos tiene mucho que hacer en Amé-
rica. “En verdad señores –como dijera el escritor dominicano Tulio Ma-
nuel Cestero, en el homenaje rendido por la Academia de la Historia de
Argentina, con motivo del centenario del Maestro– que si la obra escrita
por Eugenio María de Hostos constituye una de las más fecundas páginas
de la historia del pensamiento americano, su vida ejemplar es una de las
más bellas realidades de la dignidad humana”.
242
Bibliografía consultada
Avelino, Francisco Antonio
Visión hostosiana de la sociedad dominicana
Museo del Hombre Dominicano, Santo Domingo, 1984.
Bosch, Juan
Hostos, el Sembrador
Ediciones Huracán, Río Piedras, 1976.
De Hostos, Eugenio M.
Tratado de sociología
El Ateneo, Buenos Aires, 1941.
Moral social
Editorial Losada, Buenos Aires, 1939.
Lecciones de derecho constitucional
Publicaciones ONAP, Santo Domingo, 1982.
El Caribe
La Influencia de Hostos en la Cultura Dominicana
(Respuestas a la encuesta de El Caribe)
Editorial del Caribe, Ciudad Trujillo, 1956.
243
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Hoetink, Harry
El Pueblo Dominicano: 1850-1900
Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, 1971.
Lugo, Américo
Obras Escogidas
Biblioteca Clásicos Dominicanos, Fundación Corripio, 1993.
244
CAPITULO V
EXPOSITORES: COORDINADOR:
Ciriaco Landolfi José del Castillo
José Miguel Soto Jiménez
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Figuran en el panel Ciriaco Landolfi, José del Castillo, Franklin García Fermín, rector de la
UASD, y José Miguel Soto Jiménez.
247
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
248
Este personaje y su obra merecen un espacio más holgado de cinco mi-
nutos, para ser examinado con solemnidad y respeto con la lupa epocal,
para perdonar sus errores de conducta política y sopesar sus juicios de
aproximación científica.
249
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
250
en tres de ellos, en el ideal de reconstruir la clase dirigente colonial expa-
triada por España en 1800.
251
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
252
El ejercicio de recordación de ese episodio me lleva a la conclusión de
que Gustavo Adolfo Mejía Ricart no contó con todos los documentos de
la Independencia Efímera, porque en su obra citada no se menciona docu-
mento alguno que se refiera a la abolición, o que se pensara crear un fondo
para manumitir gradualmente a los esclavos dominicanos.
El prócer vencido sin disparar una bala fue tratado con divinidad y, si se
quiere, con deferencia señorial. Se le ofreció la dignidad de senador de la
República, que rechazó con hidalguía atemperada. Su negativa lo llevó la
condición de sospechoso de enemistad del régimen, que entonces ni nunca
fue opresivo para la clase social dominante de turno, que rápidamente se
acomodó a la situación imperante.
253
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
254
tuvo viva y la servidumbre indígena, también. Recién, dos siglos después,
asoman sus rostros los pueblos sacrificados por la epopeya libertadora,
bienvenida a buena hora; pero quedó atrapada en las luchas intestinas y la
voracidad de la clase política.
255
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
256
Este conato de aproximación a las personalidades escrutadas, nos em-
puja arrolladoramente hacia un callejón interpretativo sin salida diáfana,
incontrovertible. ¿Puede inferirse de la reunión de amigos, que concurrían
por las noches a la casa de Núñez de Cáceres, otro sentimiento común que
no fuera el interés de restaurar el grupo social expatriado por España, en
1800?
257
LA BÚSQUEDA DEL
“ARCA PERDIDA Miguel Soto Jiménez
“Antonio Sánchez Valverde, Bernardo Correa y Cidrón,
Andrés López de Medrano, José Núñez de Cáceres,
son pioneros de un pensamiento político criollo. En su
momento, articularon ideas que ahora nos llaman la
atención con una curiosidad casi ‘arqueológica’ ”.
258
Un ideólogo es un teórico y esa palabra en República Dominicana, en
vez de ser halago, es insulto que puede ser muy ofensivo, hasta llegar a
descalificarte.
Nos han enseñado que lo importante es la acción por la acción misma.
Eso que te apresura a llevarte a ningún sitio.
No vale la pena “conceptualizar”, si el propósito no marcha en beneficio
de las grandes mayorías. Siempre habrá que tener cuidado, con esas “ideas
abstractas, sedientas de sangre”. Despropósitos maquillados de concep-
tos. Engaños para justificar desmanes con falsas razones.
La nación es “fenómeno espacial”: “comunidad de personas que viven
en el mismo territorio”. Como esta comunidad está “regida por un mismo
gobierno”, es también un fenómeno político.
“Poseer la misma historia”, las mismas tradiciones, las mismas creencias
comunes, la misma lengua, hacen de la nación un “fenómeno cultural”.
República Dominicana es “un concepto”, que hay que racionalizar veri-
ficando ese “plebiscito cotidiano” del que hablaba Renan.
“Felices los que conocen las causas de las cosas”, frase que sin ser de la
autoría de un “cientista social”, es del poeta latino Horacio. Verso suyo,
que alude a eso que decía Aristóteles: “La poesía es más profunda que la
historia”.
Conocer el origen del pensamiento político dominicano, para armar el
futuro, hace loable este intento gubernamental, para contribuir a un nuevo
tipo de “hacer política”.
259
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
260
por muchos, parece condenado a cargar con el lastre referencial de su “In-
dependencia Efímera”.
Sánchez Valverde, conocido por su obra tan socorrida, sobrevive apenas
como “vela que se extingue”, entre los aficionados de la historia.
Correa y Cidrón, cuya mención alude de inmediato a la esquina “tal” o
al número de la residencia que se busca, es un ignorado magistral. A López
Medrano, fundador del primer partido criollo, para usar una frase cibaeña:
“No lo conocen ni en su casa”.
No obstante, no dedicaré la oportunidad brindada, para tratar de en-
mendar faltas. Destacados historiadores han hecho este trabajo de manera
encomiable.
Campillo Pérez y Coiscou con López Medrano. El historiador nacional
José Gabriel García, Rufino Martínez y don Emilio Rodríguez Demorizi
con Núñez de Cáceres. José María Morillas con Sánchez Valverde.
Roberto Cassá lo ha hecho singularmente, al tratar con espíritu didácti-
co a Sánchez Valverde, López Medrano y Núñez de Cáceres en la “Colec-
ción Juvenil”.
No redundaré en detalles biográficos, salvo en algunos casos que po-
drían ser útiles para lo propuesto. Mi esfuerzo no girará en torno a un
reconocimiento justiciero, sobre la vida y obra de estos pensadores “pre-
republicanos”.
Intentaré buscar en ellos causas de un pensamiento político “yugulado”,
“fragmentado”, “desdoblado”, por el cual el absurdo y lo irracional cam-
pean a sus anchas por la historia nacional.
Se “desdoblan” los hombres con sus ideas. Se hace la exaltación de la
brutalidad, y entonces conocemos en “carne propia”, que tan atrevida ha
sido la ignorancia.
Los héroes “caen de bruces” ante los despropósitos. Las ideas parecen
divorciadas del interés público. Las teorías y las ideas parecen no servir
para nada.
Los doctores son desechados para dar paso al tropel de “generales a ma-
chete”, “jornaleros audaces” de los que hablaba don Américo Lugo.
Desdoblados, los liberales se convierten en conservadores al llegar al
poder y desdoblados, también, los antiguos revolucionarios “transan” sus
ideas, no porque cambian de opinión, sino para “sobrevivir”, haciendo suya
261
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
262
En esta tarea, Sánchez no aboga por la abolición del régimen colonial,
abusivo, corrompido y decadente, no concibe la libertad, no la preconiza,
no la intuye.
La nación es España. La “Española”, la patria pequeña, en el sentido pa-
trimonialista del término. Sánchez oferta en el escaparate de su talento
nuestras excelencias y valores al viejo amo, que luce desatento, ingrato y
despreocupado.
Reprocha sutilmente. Susurra querellas. En vez de usar el fuego para
incendiar los escombros de una dependencia aberrante, trata de encandilar
y avivar las llamas de “un amor que ya no quema”.
Su proyecto de hacer más disciplinado, organizado, riguroso y eficiente
el sistema esclavista de la colonia, nos señala los caminos del “Racionero”.
Los referentes de su pensamiento hispanófilo podría explicar, incluso,
por qué en la “Primera República” fue reproducido varias veces a partir de
1853 su libro “Idea del Valor de la isla de Santo Domingo”, como referente
de las inclinaciones antinacionales y la falta de fe en la República de los
intelectuales conservadores de ese período.
Como dice Cassá: “Pese a su agudo sentimiento criollo, no alcanzó no-
ciones de tipo nacional: todavía no percibía a todos los habitantes como
una comunidad de iguales, fundamento histórico de la nación”. Como
Núñez después, Sánchez morirá en México olvidado, pero enamorado aún
de España.
Sin embargo, no puedo abstraerme por mi condición de profesor de
geopolítica,de señalar algo que no se ha dicho del “Racionero”.
Sánchez es primer eslabón de la cadena del pensamiento geopolítico do-
minicano y esto nos lleva también a rastrear las raíces de otra de nuestras
tragedias.
De las definiciones que se han hecho de la geopolítica, prefiero la que
pondera esta disciplina como “la conciencia geográfica del Estado”.
Esta definición sintetiza la desgracia de la mayoría de nuestros gober-
nantes que, de espaldas a la realidad geoespacial, no han tenido esta con-
ciencia.
Nuestros hábitos no son insulares, sino de tierra firme. Vivimos de
espaldas al mar. No racionalizamos nuestras fronteras. No acabamos de
insertarnos en la realidad regional. Desconocemos limitaciones y posibi-
lidades.
263
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
264
tienen también sus adversarios y, están de espaldas a la realidad del país y
su cultura popular.
Prisioneros de una realidad urbana insignificante. La población mayo-
ritaria menos educada y rústica está en el campo y allí está también aga-
zapado, el verdadero poder político, social y económico, con sus símbolos,
tradiciones y metáforas.
Como si no “faltara más”, el poder militar no residía en las pequeñas
dotaciones militares regulares menguadas y desmotivadas por “el situado”,
sino donde estuvieron siempre. “Defendiendo” la isla de las agresiones de
las potencias que le disputaban a España sus posesiones. Milicias que la
colonia no podía pagar y que mandaban los hateros.
Los hatos fueron los verdaderos polos del poder militar. Milicias man-
dadas por los dueños de haciendas, capitaneadas por sus capataces e inte-
gradas por sus peones.
Sus acciones fallidas solo lograran verificar y legitimar la vieja vigencia
de los poderes fácticos de la época, que manipulaban, como herencia natu-
ral, las corrientes más conservadoras de la sociedad dominicana.
A la nocturnidad de las tertulias de Núñez, concurren López Medrano,
Correa y otros miembros de esa exclusiva y pequeña élite académica. El
fantasma de la independencia hace “celajes” de “aparecido”, propiciado por
las calamidades de la “España Boba” y la frustración de la Reconquista.
Tras el espectro liberal está presente el espíritu omnipresente de la coro-
na y sus resortes coloniales, convidado por las concepciones complacientes
de los contertulios.
López enmarcará sus pensamientos liberales, incluyendo su partido li-
beral, en una hispanidad de la que nunca abjurará. Buscando mejores con-
diciones democráticas dentro de ese mismo contexto colonial.
Protesta, pero busca favores, participa muchas veces en el gobierno mu-
nicipal, ha estado en España. Ha estudiado en Caracas. Es sin dudas el pa-
dre de la filosofía moderna en el país.
Correa y Cidrón anda por los mismos caminos, trashuma entre disquisi-
ciones académicas y una hispanidad de la que no reniega. Sueña ser parte
de una élite dirigente de un régimen colonial más justo.
Núñez de Cáceres, el más político, no se aleja de esa hispanidad que tie-
nen todos. Su nacionalismo es el del español y su patriotismo se debe a la
“patria chica”.
265
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
266
El golpe de estado “urbano”, excluye la ruralidad donde descansa el ver-
dadero poder de la colonia. El golpe funciona solo dentro de los muros
maltrechos de la “Ciudad Primada”. El resto del país lo adversa y se expresa
en proclamas adversas, llenas de “faltas de ortografía”.
La academia triunfa aislada, en una estrecha localidad que la condena.
Solo el batallón de pardos del coronel Pablo Alí lo respalda. Nombra mal
el “nuevo estado” en desconocimiento del alma popular como: “Haití Espa-
ñol”. Iza en la Torre del Homenaje la bandera de la Gran Colombia.
No saben los doctos que Bolívar está demasiado lejos. Que tiene deudas
de agradecimiento con Haití. Es inoportuno su proyecto, poco elaborado,
poco “pensado” en sus detalles. El híbrido es indescifrable para el pueblo
confundido.
La invasión de Boyer para hacer la isla “una e indivisible”, pone fin a su
“breve independencia”, cosa que los mismos doctos saludan entusiastas,
integrándose a su gobierno.
Núñez tomó el camino del exilio permanente. En Venezuela hace perio-
dismo bajo el amparo del general Páez, que plantea “separatista” la sobera-
nía de ese país, a despecho de la “Gran Colombia”.
Adversa a Bolívar. Verifica que se equivocó poniendo el nuevo Estado,
bajo la protección del proyecto fallido del Libertador. Se entera que Bo-
lívar, conociendo el caso dominicano, comenta en una carta a Santander,
que dada la lejanía se debía contemplar como coyuntura, para alguna ne-
gociación internacional.
Enemistado con Páez, se irá a vivir a Tamaulipas, México, donde logra-
rá nombradía como académico, intelectual y político. Será gobernador y
congresista. Un nieto suyo, Portes Gil, llegará a ser Presidente de México,
tras el asesinato de Plutarco Elías Calles en 1928, gobernará exitoso hasta
el 1930.
Núñez se enteró de la Independencia dominicana en 1846 por un pe-
riódico italiano, que le regaló un capitán de barco mercante. Tras 24 años
nadie recordaba al “precursor” de la independencia. Nadie lo menciona ni
lo mencionará.
Lo mismo sucedería con López, que después de servir al gobierno hai-
tiano, se fue a vivir a Puerto Rico, la colonia española más cercana, donde
acabaría sus días en 1856.
267
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
268
CAPITULO VI
Análisis
social de
la historia
corrientes historiográficas,
marxismo, funcionalismo,
historicismo, y otras que
influyeron con posterioridad
a la muerte de Trujillo.
Juan Bosch y Jimenes Grullón
EXPOSITORES: COORDINADOR:
Ángel Moreta Emilio Cordero Michel
Roberto Cassá
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
La mesa del panel compuesto por Emilio Cordero Michel, Ángel Moreta, Miguel Escala, rector
del Instituto Tecnológico de Santo Domingo, y Roberto Cassá.
El público asistente escucha con atención las conferencias, efectuadas en INTEC, en Santo
Domingo.
Sociología Política
Dominicana de
Juan Isidro Jimenes
Grullón (1903-1983) Ángel Moreta
“Hay que destacar, en cuanto a Jimenes Grullón, que éste tuvo
un gesto de grandeza al autocriticarse públicamente en varias
ocasiones reiteradas. Dedicó sus últimos años al magisterio en
la universidad estatal y a escribir artículos y materiales sobre
la realidad social económica y política dominicana, los cuales
constituyen hoy una pesada aportación al conocimiento de la
historia dominicana”.
Aspectos bio-bibliográficos
Nació en Santo Domingo el 17 de junio de 1903. Ensayista, historiador,
médico, filósofo, educador y político. Cursó su educación primaria y se-
cundaria en Santo Domingo, recibiéndose de Bachiller en Filosofía y Le-
tras. Luego ingresó a la Facultad de Derecho en la Universidad de Santo
Domingo, pero su pasión por la Filosofía lo hizo desistir de su propósito de
investirse de abogado.
271
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
272
vida y la obra de Martí, tuvo que hurgar durante años en ella. En este libro,
el Dr. Jimenes Grullón se propuso, y creemos que lo consigue, explicitar la
“Filosofía” de Martí: su concepción ontológica, gnoseológico, ética, estética
y metafísica, para finalmente relacionarla con su concepción política y social.
Obra de un mérito indiscutible, es citada incontables veces por el famoso au-
tor de “Radiografía de la Pampa”, de Ezequiel Martínez Estrada, en su libro
“Martí Revolucionario”, publicado en La Habana en 1967.
En Cuba aparecieron otras obras del Dr. Jimenes Grullón, una de ellas
recientemente reeditada en nuestro país. Se trata de “La República Do-
minicana: análisis de su pasado y su presente”, que vio la luz en 1940. En
Venezuela, desplegó también una intensa labor intelectual. Sirvió en la
cátedra universitaria y publicó libros: “Biología Dialéctica”, “Anti´Sabato”.
Esta última mereció el premio del concurso de ensayos de la Universidad
de Zulia.
273
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Fue autor de los siguientes libros, publicados en Cuba, Puerto Rico, Ve-
nezuela y República Dominicana: “Una Gestapo en América”, publicada en
Cuba su primera edición en 1946, en la cual narra los sufrimientos produ-
cidos por los sicarios trujillistas en las ergástulas de Nigua y la Fortaleza
Ozama, incluyendo las referencias necesarias a los interrogatorios de la
Comisión de Investigación Criminal de las Fuerzas Armadas. (Nota).
274
con otros exiliados, entre ellos, el profesor Juan Bosch, que también vivía
en Cuba.
El servicio que Jimenes Grullón hace con esta obra a su pueblo no es para ser aprecia-
do por los dominicanos de mi generación, casi todos con posiciones mentales, pasionales
o simplemente económicas tomadas ya, por no importa cuáles causas. Antes que ellos
sabrán agradecerlo los americanos a quienes interesa el hecho político continental, los
investigadores no dominicanos, que hallarán en él la explicación de movimientos socia-
les comunes a todos nuestros pueblos, y aquéllos a quienes el libro dará el conocimiento
de la entraña de un país que, como toda aglomeración humana, merece el interés de los
hombres conscientes.
3 Mejía, Luis. F., “De Lilís a Trujillo”. Tanto Jimenes Grullón como Luis F. Mejía hicieron
en la última parte de sus libros el diagnóstico de “La era tenebrosa”. El segundo en la
obra “La República Dominicana: análisis de su pasado y su presente”.
275
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Como médico que es, Jimenes Grullón, ha aplicado al estudio del caso dominicano los
métodos de investigación acostumbrados en la Medicina. Se halla frente a un enfermo;
debe diagnosticar, porque en el diagnóstico está una gran parte de las posibilidades de
curación, y para no errar, el facultativo hurga los orígenes del quebranto, buscando sus
gérmenes aun en las más viejas generaciones relacionadas con el enfermo. Al cabo de
ese duro pero honesto y amoroso trabajo, Jimenes Grullón concluye afirmando que los
males dominicanos se deben a la explotación que a lo largo de la historia nacional ha
ejercido una casta minoritaria, secuestradora de la libertad del pueblo, de su economía y
sus derechos más elementales; para disfrutar ella de la libertad de oprimir, de los dineros
públicos, y de los barbaros derechos de satisfacer sus instintos, esa minoría no ha vaci-
lado –durante un siglo de vida independiente– en comprometer la salud de la República.
La República se encontró desde su nacimiento con un cuerpo organizado de enemigos
que la combatía desde las posiciones más encumbradas –afirma Jimenes Grullón al es-
tudiar las disensiones que aparecen al nacer aquélla–.
4 En 1941, fundaron el PRD, en la población de “El Cano”, Juan Bosch, Dr. Jimenes
Grullón, Virgilio Mainardi Reyna, Romano Pérez Cabral, Leovigildo Cuello, José C.
Lora, M. Calderón, Rafael Mainardi y Víctor Mainardi; Luis A. Castillo, Ángel Miolán
y J. de Grullón. La declaración de principios fue redactada por el Dr. Cotubanamá
Henríquez. (véase “Juan Bosch al desnudo; Joaquín Balaguer al desnudo”, compilación
y edición de Ángel Moreta, Pág. 15).
276
Regresó al país en 1929, después de terminar la carrera de Medicina y
ejerció su profesión de médico; conspiró contra la tiranía trujillista, estuvo
en la cárcel pública, fue amnistiado y partió al exilio en 1936.5
7 Durante más de 25 años, Jimenes Grullón vivió bajo alquiler en una casa propiedad
de Bienes Nacionales. Nos permitimos sugerir que ese inmueble sea donado por el
gobierno dominicano a la viuda y la familia del político, escritor e intelectual, que tan
buenos servicios rindió a la cultura de la República Dominicana; y preservado en el
futuro como museo. Lo mismo debe hacerse con la casa de Joaquín Balaguer y Juan
Isidro Jimenes Grullón.
277
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
“Sociología Política Dominicana”, que salieron a la luz a partir del año 1974,
es decir, que han transcurrido más de treinta años.8
Otras obras publicadas por Jimenes Grullón fueron las siguientes: “Al
margen de Ortega y Gasset” (3 volúmenes); “Pedro Henríquez Ureña: Mito
y Realidad”; “El Mito de los Padres de la Patria”; “Anti-Sábato”; un conjun-
to de artículos denominados “Nuestra Falsa Izquierda”, en el cual combate
las orientaciones deformadas de la izquierda dominicana; un conjunto de
artículos sobre Juan Bosch y Joaquín Balaguer, compilados y editados por
Ángel Moreta en un volumen que lleva el titulo de “Juan Bosch al desnudo;
Joaquín Balaguer al desnudo”, en el año 2000.9
Hemos rescatado del polvo y del olvido los materiales aquí compilados con el fin de
dar a conocer a la juventud y al pueblo dominicano una obra que de seguro coadyuvará,
por su carácter académico y su pasión por la verdad, al conocimiento del pasado político
reciente y particularmente de las actuaciones y concepciones de Juan Bosch y Joaquín
Balaguer, quienes han atravesado esos años y hasta el día de hoy manteniendo una vi-
gencia cuyos orígenes y circunstancias son desconocidos para muchos dominicanos.
Y más adelante decíamos que durante las dos últimas décadas de su vida,
Jimenes Grullón se dedicó a una actividad intelectual fundamentalmente
de “desenmascaramiento” y “desmistificación apasionada y mística” que
consistía en derrumbar, como él afirmaba, fraudulentos ídolos de sus alta-
res y desnudar falsos valores para ponerlos en su sitio merecido.10
8 Juan Isidro Jimenes Grullón era pariente y amigo de Don Alejandro Grullón; en
consecuencia, estamos seguros que la entidad que dirige podría financiar dicha obra en
tres volúmenes, e inclusive sus obras completas.
9 Esta compilación fue resultado de un laborioso esfuerzo de más de un año, por parte
del editor Ángel Moreta. La misma fue incluida como el número uno de la colección
de Sociología Dominicana, de la Fundación Hostos. Debió continuar inmediatamente
con el libro: “La República Dominicana, análisis de su pasado y su presente”; pero las
carencias financieras lo impidieron.
278
sentido, representa dicho autor el precursor de una intelectualidad contes-
tataria y crítica; ese intelectual que va a las luchas políticas y sociales y a la
movilización de masas y que mantiene esa actitud de manera responsable
ante la opinión pública y el país.11
Pocas veces vimos tanto ardor en un hombre consciente de su evolución mental, de sus
rupturas y errores. De su labor de demolición de pseudos ídolos, falsos héroes y santos,
queda una bibliografía importante sobre diversos temas de sustentación histórica y filo-
sófica, y particularmente en los tres tomos de su obra “Sociología Política Dominicana”,
se presenta una investigación sociológica de trascendencia sobre el análisis y la inter-
pretación de la historia política dominicana, aunque haya que reconocer insuficiencias
metodológicas y teóricas, pero al fin y al cabo contiene un aporte fundamental para las
ciencias sociales en la República Dominicana (Nota).
11 Ídem, prólogo…
12 Cassá, R.: “Notas sobre historiografía dominicana” y “El surgimiento de la
historiografía crítica en Jimenes Grullón” (véase bibliografía).
279
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
“La neutralidad de la cultura fue antes, como es ahora, como siempre será, el apoliti-
cismo mentido de los que militan en el partido de los ‘saciados’, reverso cómplice de los
escritores y artistas que se ponen al servicio de la opresión”… 13
280
(“Una Gestapo en América”), confieso que me excedí en el contraataque (Pág. 152), pero
creo que hay que vivir aquellos momentos… para juzgar con ecuanimidad las actitudes
que asumimos entonces todos los encausados. Por cierto, ya en el país me enteré que
quien inició la delación fue José Najul y no Vila Piola. Con espíritu de justicia, hoy lo
reconozco. Periódico El Nacional 16/06/1969.16
Para Raúl Roa, “Una Gestapo en América” fue elaborada con sangre, en
prosa directa, vigorosa y plástica, este libro luminoso y terrible mana san-
gre de todas sus páginas. Tiene la sombría belleza del martirio evocado y el
hedor sofocante de la pústula hendida”. Y agrega:
Los círculos infernales de Dante lucen a su lado circuidos de rosas. Desde “El presidio
político en Cuba”, de José Martí, nada parecido se ha dado a la estampa en nuestra Amé-
rica. Rememora, a veces, indistintamente, “La Casa de Los Muertos”, de Fedor Dosto-
yevsky y “Los Hombres en la Cárcel”, de Víctor Serge. Muestra afinidades profundas
con “Presidio Modelo”, de Pablo de la Torriente Brau. Y, en más de un pasaje, supera
a Henry Barbusse y a Panait Istrati y se acorda y se confunde su ritmo con la tristeza
tremante de la “Balada de la Cárcel de Reading”, de Oscar Wilde. (Introducción
citada).
281
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Por razones aun no investigadas, que no vienen al caso, pero que causaron pena, pocos
años después ambos personajes se convirtieron más que en adversarios irreconciliables,
en enemigos, situación que condujo al primero a abandonar el PRD, organización donde
Bosch consolidó su liderazgo.20
282
Cabe reiterar, ¿cuáles fueron las causas profundas de esa enemistad?
Han sido mencionadas varias hipótesis. La periodista Ana Mitila Lora, en
los artículos citados del 10/10/1999 y 17/10/1999, presenta interesantes en-
trevistas realizadas a esposas y viudas de exiliados en Cuba, que ayudan a
interpretar las causas, pero la pregunta no queda resuelta.
283
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
284
en él “Como un fantasma que lo exorcizaba día y noche y que espantó de su
alrededor la influencia que bien pudo tener su pensamiento en la juventud
de los años 70 y en lo adelante”.
Hay que destacar, en cuanto a Jimenes Grullón, que éste tuvo un gesto
de grandeza al autocriticarse públicamente en varias ocasiones reiteradas.
Dedicó sus últimos años al magisterio en la universidad estatal y a escribir
artículos y materiales sobre la realidad social económica y política domini-
cana, los cuales constituyen hoy una pesada aportación al conocimiento de
la historia dominicana.25
285
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
286
dedicó inmensos esfuerzos a una revisión y reconstrucción total de la his-
toriografía tradicional. Para dicho grupo, en teoría económica, en historia
social y en historia jurídico-política. El Dr. Jimenes Grullón parece hacerlo
en cuanto al enfoque de la sociología política dominicana. De ahí que ex-
prese que lo político “fue la manifestación cardinal de la vida colectiva”.
287
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
288
función dirigencial sustantiva”. En vista de que, como él mismo ha dicho,
tales análisis “destruyen mitos y convierten en polvo falsas glorias”, podría
pensarse que el libro comparte una de las características de la vieja his-
toriografía, que es fundamentar el juicio histórico en la actuación de las
individualidades.
De ser así, entonces resulta que, para el autor, a los hombres habría que
verlos como “buenos” o “malos”. Tal crítica, sin embargo, no es aplicable a
la obra que venimos comentando, por los siguientes motivos:
En primer lugar, tiene el Dr. Jimenes Grullón plena conciencia de que esa
es una de las características de la vieja historiografía. En segundo lugar, es
él mismo quien se adelanta y declara que, al detenerse en el enjuiciamiento
de las individualidades, no se está apartando de la “temática fundamental”,
dado que no es posible “adentrarse en la Sociología Política haciendo caso
omiso de la dialéctica entre lo social y lo individual”. Agrega que Marx
“puso al desnudo esta dialéctica y con trazos magistrales destacó el cinis-
mo y la infamia de figuras políticas de su época, como Adolfo Thiers, o de
nobles aburguesados, como Lord Palmerston”.
289
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Sin Osorio, pues, Haití no existiría, con lo cual los dominicanos nos ha-
bríamos evitado muchos fastidios; y nuestra población sería menos “infe-
rior” de lo que es actualmente. Según Batlle, Osorio es la individualidad
histórica culpable de ambas consecuencias lamentables y deprimentes. El
texto citado, además de utilizar el enjuiciamiento histórico como principio
de causalidad y como elemento explicativo del curso de la historia, pone de
manifiesto los componentes racistas del pensamiento de Batlle.
290
Grullón. “...siempre ha existido en el país –dice a propósito de Galván la
tendencia a ver en los intelectuales a hombres respetables en todos los ór-
denes... incapaces, por tanto, de cometer actos contrarios a los principios
morales. Dicho de otro modo: no se juzga al intelectual como hombre sino
estrictamente como intelectual, y por serlo, se le considera merecedor de
todas las alabanzas”.
¿Forma esto último parte del quehacer histórico, para el Dr. Jimenes
Grullón? El libro no ofrece respuesta a la pregunta. Nos parece, no obstan-
te, que la obra desborda, intencionalmente, hacia el establecimiento de un
significado moral en la historia. Hacia la postulación de un sentido ético en
la conducta y las acciones de los hombres públicos.
291
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
hon. Dice Marx al respecto: “V. Hugo se limita a una amarga e ingeniosa
invectiva contra el editor responsable del golpe de Estado. En cuanto al
acontecimiento mismo, parece, en su obra, un rayo que cayese de un cielo
sereno. No ve en él más que un acto de fuerza de un solo individuo. No ad-
vierte que lo que hace es engrandecer a este individuo en vez de empeque-
ñecerlo, al atribuirle un poder personal de iniciativa que no tenía paralelo
en la historia universal”. En cuanto a Proudhon, dice Marx: “…Proudhon
intenta presentar el golpe de Estado como resultado de un desarrollo his-
tórico anterior. Pero, entre las manos, la construcción histórica del golpe
de Estado se le convierte en una apología histórica del héroe del golpe de
Estado. Cae con ello en el defecto de nuestros pretendidos historiadores
objetivos”.
¿A qué defecto se refiere Marx? Pues a aquel que consiste en ver a los
individuos como hacedores de la historia. Trazando una diferencia entre su
estilo de hacer ciencia social y el de los “pretendidos historiadores objeti-
vos”, Marx agrega: “Yo, por el contrario, demuestro cómo la lucha de clases
creó en Francia las circunstancias y las condiciones que permitieron a un
personaje mediocre y grotesco representar el papel de héroe”.
292
“Sociología Política Dominicana”, en efecto, es portadora, a nuestro jui-
cio, de los siguientes logros y novedades: 1) explica el fenómeno superes-
tructuras de la “enajenación de las masas” por el caudillismo; 2) liquida,
con argumentos científicos, las tesis hispanistas sostenidas por la intelec-
tualidad tradicional; 3) pone en claro el infisionamiento del movimiento
restaurador por el caudillismo baecista; 4) demuestra que el Partido Azul
nació al finalizar la primera década post restauradora, y no durante la mis-
ma, tesis sustentada por otros historiadores: 5) por primera vez, se destaca
el hecho de que con la Liga de la Paz, en Santiago, surge un “grupo de pre-
sión”; 6) explica la transformación del partidismo azul en unipartidismo y
la posterior liquidación de ésta por Heureaux; 7) ofrece una caracteriza-
ción de la formación social, de la estructura de clases y de las contradiccio-
nes sociales, a partir de 1844; 8) brinda una comprensión de la estructura
ideológica a partir de la Primera República, captando los cambios habidos
en ésta, como por ejemplo, la aparición del “sentimiento nacionalista” en
la burguesía; 9) proporciona criticas de la llamada historiografía tradicio-
nal; y de las nuevas corrientes de la reciente historiografía dominicana; 10)
proporciona un estudio crítico de las diversas orientaciones político-ideo-
lógicas; liberalismo, conservadurismo, nacionalismo, anexionismo, cau-
dillismo, anti-haitianismo, hispanismo, fusionismo, colonialismo, etc; 11)
registra los cambios operados en las relaciones de producción y las fuerzas
productivas, incluyendo las formas particulares de gravitar la estructura
ideológica sobre la base económica; 12) queda, además, claro que el parti-
dismo político nació vinculado al caudillismo, fenómeno propio del subde-
sarrollo cultural, y culminó en el “absolutismo apartidista” de Heureaux;
13) finalmente, la obra es pionera del enfoque científico de la historia de las
ideas en Santo Domingo.
293
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
294
rísticas de la historiografía tradicional, que nosotros podríamos agrupar en
dos conjuntos, a) características de método; y b) características de cosmo-
visión, han sido enunciadas apenas, pero no estudiadas a fondo. Se trata,
indudablemente, de una insuficiente labor.
295
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Las ideas de Hostos, Bonó, Espaillat, Galván, Luperón, Billini, etc., por
primera vez, en nuestro país, son estudiadas en su “contenido” social y
filosófico, y en el contexto económico y político de la época. Dentro de los
logros y novedades, ofrecidos por la obra del Dr. Jimenes Grullón, y en la
lista de los más importantes, se encuentra, a mi juicio, el carácter precursor
de una historia científica o materialista de las ideas en Santo Domingo.
296
Bibliografía
Jimenes Grullón, Juan Isidro. “Sociología Política Dominicana”, 3 volú-
menes, Editora Taller, Santo Domingo, 1974.
297
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Lora, Ana Mitila. “La guerra de los Juanes”, y “Entre las faldas y la política”,
10/10/99 y 17/10/99, Listín Diario.
______ “Las luchas de clases en Francia”, Ed. Anteo, Buenos Aires, 1973.
Vila Piola, Ramón. “Esclarecimiento (La verdad sobre los sucesos políti-
cos acaecidos en Santiago en el 1934 y sus consecuencias)”. Documentos
incluidos en la edición de “Una Gestapo en América”, de la Sociedad Do-
minicana de Bibliófilos, Santo Domingo 2000.
298
Régimen económico-
social y sectores
sociales en la génesis
de la historiografía
social dominicana Roberto Cassá
“Es explicable que, desde el inicio, el análisis social de la historia
estuviera acompañado por un propósito expreso de ruptura con la
tradición. Este énfasis contenía, a su vez, un componente político,
pues la historiografía tradicional asociaba la historicidad con los
sectores de poder. La aparición de la historia social se desprendió
del requerimiento de una estrategia revolucionaria, que tenía por
prerrequisito la definición del ordenamiento económico-social
para derivar intereses sociales y tareas políticas”.
299
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
2 Véase la amplia producción de Bernardo Vega. Por ejemplo, Trujillo y el control financie-
ro norteamericano, Santo Domingo, 1990.
3 Véase C. F. S. Cardoso y Héctor Pérez Brignoli, Los métodos de la historia, Barcelona,
300
estructuras y dinámica de acción de los colectivos humanos, tiene por re-
quisito la aplicación de un sistema compuesto de categorías analíticas. La
historia social es una antítesis de la historia académica tradicional, que
rechaza la existencia de regularidades y se limita a un campo de sujetos
individuales que operan de manera aleatoria.
Hasta la década de 1960, salvo sobre todo las excepciones abajo indica-
das, el análisis histórico en República Dominicana únicamente reconocía
actores individuales, es decir, era ajeno a una visión de agentes colectivos
de cualquier género, salvo que pudieran quedar introducidos de manera
episódica. En el discurso tradicional podían reconocerse, por supuesto, co-
lectivos humanos, pero generalmente no tenían incidencia en la marcha de
los procesos históricos. Las clases trabajadoras estaban excluidas del cam-
po del análisis histórico, y si había referencias eventuales a ellas, era para
situarlas como sumatoria de entes inertes. Los agentes de la historicidad,
como se puede ver en la obra de José Gabriel García, eran únicamente las
personas dotadas de un mínimo de condiciones sociales y culturales.4
4 José Gabriel García, Compendio de la historia de Santo Domingo, 4 vols., Santo Domingo,
1968.
5 Raimundo González, Bonó. Un intelectual de los pobres, Santo Domingo, 1994.
6 José Ramón López, Escritos dispersos, 3 vols., Santo Domingo, 2005.
301
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
una ruptura sempiterna entre la sociedad culta urbana y la masa del pueblo
como nota dominante de una comunidad que no alcanzaba un estatus de
nación.7 Ninguno de estos autores inauguró una corriente de elaboración
historiográfica, ni siquiera Lugo, propiamente el único historiador con
sentido profesional del oficio, cuya obra principal sin embargo no pasó de
notas dispersas, coronadas por una interpretación bastante desconectada
de ellas que concluía en el efecto beneficioso del ethos religioso español.8
10 Joaquín Balaguer, La realidad dominicana, Buenos Aires, 1947; Rafael Augusto Sánchez,
“Al cabo de los cien años”, Santo Domingo, 1976.
302
pues, con la agenda de estudiar el régimen económico-social, las clases so-
ciales y los sentidos de su acción de estas como eslabón primario para la
comprensión de la realidad nacional.
303
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
13 Gregorio Bustamante (José Almoina), Una satrapía en el Caribe, (1949), Santo Domin-
go, s. f.; Jesús de Galíndez, La Era de Trujillo, Buenos Aires, 1962.
14 Jimenes Grullón, La República Dominicana, pp. 174 ss.
304
términos por Jimenes Grullón, entre la masa campesina y sus opresores, los
citadinos “pueblitas”. En tal perspectiva, Trujillo no era, sino la culmina-
ción de la dictadura de los pueblitas, por lo que la tarea de la revolución no
sería otra que instaurar un nuevo orden dirigido por el campesinado.15
305
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Tendría que pasar mucho tiempo para que algunos de estos arraigados
criterios experimentaran cuestionamientos. El primero que los hizo fue el
mismo Pericles Franco, en una serie de artículos publicados en México en
1957, en los cuales tomaba nota de la adquisición por Trujillo de los ingenios
azucareros de capital estadounidense como preludio de una nueva época
que implícitamente demandaba replanteamientos políticos.20 Se puede
leer entre líneas que esa iniciativa de Trujillo lo colocaba en equivalencia
con la “burguesía nacional”, la categoría utilizada por la Internacional Co-
munista para denotar un sector burgués contrapuesto al imperialismo, y
con el cual, por ende, se podía llegar a alianzas. De hecho, Trujillo pasaba a
desempeñar un rol progresivo en el proceso histórico, contrastante con la
tesis consuetudinaria de su carácter ultra reaccionario. Franco no tuvo que
llegar taxativamente hasta tal conclusión para que fuera objeto de la repul-
sa de casi todos los militantes en el exilio del Partido Socialista Popular.21
306
aunque no las mencionara.22 Grullón se adscribía a los esquemas que ha-
bían cobrado mayor auge tras la Revolución China de 1949. Confeccionó
una propuesta que, aunque no tenía formato de historia social, tomaba en
cuenta la dimensión histórica. Su propuesta de estructura de clase era de lo
más convencional: aceptaba la existencia de un sector capitalista y de una
burguesía, no obstante la centralización del capital operada por Trujillo, y
le concedía peso estructural y político a la clase obrera. Grullón se preocu-
pó por clasificar estructuralmente las clases, pero no estableció los nexos
entre estas y la acción política. Sobre todas las cosas, insistió en el sentido
de continuidad que representaba Trujillo. Estos criterios quedaron como
cosa sabida para la generalidad de los marxistas organizados, como se puso
de manifiesto en textos de años posteriores.23
La propuesta semi-feudal de la
izquierda revolucionaria
Tras la muerte de Trujillo, aunque la obra de Cordero Michel pasó a ser
uno de los principales referentes intelectuales de los izquierdistas, se im-
307
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
26 Se encuentra en los discursos de Manuel Aurelio Tavárez Justo, líder del Movimien-
to 14 de Junio, que agrupaba a casi toda la juventud de izquierda. Véase Manolo Tavárez,
Discursos políticos, Santo Domingo, 1997.
27 Esta caracterización se plasmó en un texto algo posterior. Partido Comunista Domi-
nicano, “El régimen económico-social dominicano”, Santo Domingo, 1967.
308
Bosch en pos de lo único y original
Mientras tanto, Bosch había publicado algunos textos sobre la historia
dominicana, con lo que iniciaba una labor intelectual de nuevo tipo, vin-
culada a la asunción de las tareas políticas que auguró desde los tiempos
finales de la dictadura.
28 Juan Bosch, Trujillo. Causas de una tiranía sin ejemplos, Caracas, 1959.
309
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Este nuevo enfoque prescindía de una visión clasista, pues los sentidos
de la identidad social y, consecuentemente, los conflictos, se establecían
entre sectores delimitados por factores cuantitativos dentro de la clase
media. Con el tiempo, Bosch desarrollaría esta tesis hasta concluir con una
propuesta acabada de división de capas muy baja, baja, mediana y alta de la
pequeña burguesía. Al igual que antes, concedía centralidad a las percep-
ciones, al grado de que tipificaban la existencia de esos grupos sociales.
310
los hateros, cuya preeminencia se basaba en ostentar la preponderancia en
el entorno local. Con los cambios de inicios del siglo XIX, continúa, habría
empezado a surgir la pequeña burguesía, relacionada con las actividades
mercantiles urbanas y la producción agrícola a pequeña escala. A la larga,
esta pequeña burguesía estaría en el origen de los procesos nacionales y se
dividiría en tres capas. Ubicaba el núcleo de la lucha social, primeramente,
entre hateros y pequeña burguesía. Tras la desaparición de la clase terrate-
niente hatera, con la muerte del general Pedro Santana, su jefe, el conflicto
se trasladó a la lucha entre alta y baja pequeña burguesía. Interpretaba que
la corriente de caudillos detrás del presidente Buenaventura Báez respon-
día a la baja pequeña burguesía, y que el liberalismo de sus rivales del Par-
tido Azul a la alta pequeña burguesía.
311
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
31 Juan Bosch, Próximo paso: Dictadura con Respaldo Popular, Santo Domingo, 1970.
312
Confirmación teorética del dominio
capitalista según Jimenes Grullón
En todos esos puntos, el doctor Juan Isidro Jimenes Grullón fue desa-
rrollando una postura contraria. Al igual que Bosch, entró en un proceso
de radicalización después de 1965 que lo llevó a la adopción del marxismo.
En esa época, a diferencia de su posición en los años treinta y cuarenta,
adoptó una perspectiva ortodoxa, aunque ajena al marxismo soviético de
matriz estalinista. Pero, a diferencia de Bosch, a Jimenes Grullón le intere-
saba ajustar los rasgos de la formación social dominicana con las categorías
de la teoría marxista. Frente al empirismo literario de la obra de Bosch, en
Jimenes Grullón primó la rigurosidad teorética y la búsqueda del ajuste de
la historia nacional con las determinaciones del materialismo histórico.
32 Juan I. Jimenes Grullón, Sociología política dominicana, 3 vols., Santo Domingo, 1974-
1980.
33 Ver Juan I. Jimenes Grullón, La República Dominicana. Una ficción, Mérida, 1965.
313
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
314
dominicana. Gómez compartió el énfasis ortodoxo de Jimenes Grullón y
muchas de sus consecuencias, pero las derivaciones políticas de sus con-
clusiones tomaron otro derrotero, lo que luego dio lugar a una polémica
entre ellos.36
36 Juan I. Jimenes Grullón, Nuestra falsa izquierda, Santo Domingo, 1979; Max Puig et
al., Debate sobre la falsa izquierda, Santo Domingo, 1980. Después siguieron intercambios
cada vez más duros de ambas partes. Por ejemplo, Luís Gómez, Nuestra verdadera izquier-
da, Realidad Contemporánea, año II, Nos. 12-13 (1980), pp. 11-58; Juan I. Jimenes Grullón,
Respuesta a Luis Gómez Pérez, Santo Domingo, 1981.
37 Véase Pedro Mir, El gran incendio, Santo Domingo, 1970; Emilio Cordero Michel, La
Revolución Haitiana y Santo Domingo, Santo Domingo, 1968; Franklin Franco, Los negros, los
mulatos y la nación dominicana, Santo Domingo, 1969; Hugo Tolentino Dipp, Raza e historia
en Santo Domingo, Santo Domingo, 1974; Rubén Silié, Economía, esclavitud y población, Santo
Domingo, 1976.
38 Wilfredo Lozano, La dominación imperialista en República Dominicana, Santo Domingo,
1976; Franc Báez, Azúcar y dependencia en República Dominicana, Santo Domingo, 1979.
39 Por ejemplo, Jaime Domínguez, Economía y política en la República Dominicana, Santo
Domingo, 1977; La sociedad dominicana a inicios del siglo XX, Santo Domingo, 1994.
315
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
316
política de la pequeña burguesía, gestora de los asuntos públicos. Lo mis-
mo hizo respecto al proletariado, clase a la cual negó capacidad de acción
histórica, también por carecer de conciencia de clase. Elaboró nuevos y
complejos desarrollos tendentes a demostrar esta incapacidad política de
las dos clases fundamentales del sistema capitalista según Marx.40 El re-
sultado no podía ser otro que un entorno político difícil, puesto que Bosch
consideraba que la pequeña burguesía se encontraba en el origen de gran
parte de los vicios de la política del país.
317
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Conclusiones
Este debate hoy parece superado en la medida en que, primeramente, la
sociedad ha cambiado, pero con ella también se han modificado muchas de
las temáticas de su intelección. Adicionalmente, hoy se presentan vacíos en
la interpretación de la actualidad del país y de su historia en función de los
requerimientos que parten del presente.
318
desarrollo capitalista con signo atrasado y dependiente, que pasó a ejercer
dominio creciente sobre la formación social. En forma retrospectiva que-
da claro que el supuesto de una sociedad semi-fedudal carecía de asidero
y que las propuestas políticas que se desprendían estaban condenadas al
fracaso. Estos conceptos, dogmáticamente tomados en préstamo de otras
experiencias, pusieron un velo que vetaba la comprensión de la dinámica
de la clase campesina.
El sentido realista de la acción política, que fue una de las tónicas domi-
nantes de la acción de Bosch restringía posibilidades de potenciación de la
conciencia política de la población. La evolución hacia una vertiente orto-
doxa de marxismo no fue suficiente para que Bosch lograra interpretar mu-
chos aspectos de la lógica de reproducción del capitalismo dependiente.
319
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
320
CAPITULO VII
Las orientaciones
recientes de la
reflexión intelectual
EXPOSITORES: COORDINADOR:
Alina Bello Pablo Mella, S.J.
David Álvarez Martín
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
En la mesa principal, David Álvarez Martín, Pedro Gil Iturbides, vicerrector del recinto Santo
Domingo de UTESA, Pablo Mella y Alina J. Bello Dotel.
Parte del público congregado para escuchar las disertaciones en el recinto Santo Domingo de la
Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA).
La identidad narrativa
dominicana entre sus
límites y posibilidades:
Modernidad o
postmodernidad Alina J. Bello Dotel
“No hay gente menos recomendable que la que alardea continuamente
de su identidad. Esos fanáticos no sólo creen que sus madrigueras son
palacios sino que siempre están dispuestos a cavar una tumba bajo los
pies de los incrédulos que les advierten de su confusión”.
Contexto
El fundamento del pensamiento moderno no es en el estricto sentido
moderno. Nace en la Grecia clásica, donde los filósofos habían descubierto
la razón y la capacidad del ser humano para utilizarla, así como la natura-
leza y sus leyes. Los griegos, pioneros en la organización de un sistema ra-
cional de pensamiento que daba respuestas a las grandes interrogantes del
ser humano ante la naturaleza, la polis y la religión, gestaron los elementos
de la tan ansiada racionalidad, y con ella traspasaron la barrera del tiempo
y llegaron hasta el siglo XV, con los albores del renacimiento y se extendie-
ron hasta la Ilustración pasando por las ideas del Racionalismo, el Empiris-
mo, el Criticismo, el Enciclopedismo, el Utopismo y el Reformismo.
323
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
324
Una característica esencial a cualquier movimiento social, y la Ilustra-
ción sin lugar a dudas lo es, radica en la estructuración del sentido a partir
de un proceso narrativo en el cual la cultura sirve de transmisión. Para ta-
les fines se genera un marco interpretativo dentro del cual las narraciones
de las acciones y gestas adquieren significado.
Modernidad e identidad
La modernidad tiene una larga data de antecedentes y consecuentes, de-
bido a los cuales se sigue sosteniendo por sí misma en el entramado histó-
rico hasta nuestros días.
Alain Touraine (1993) nos dice: “La concepción clásica de la modernidad es pues,
ante todo, la concepción racionalista del mundo que integra al hombre en la naturaleza
y que rechaza todas las formas de dualismo del cuerpo y del alma, del mundo humano y
de la trascendencia”. (Pág.47).
325
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
326
comparte el régimen de identidad dinámica propia de la historia narrada”.
(Ricoeur, 147).
Esa historia narrada nos lleva a contestar preguntas relevantes que den
sentido y significado a la trama narrada. Porque toda narración presenta
una trama donde se entreteje la vida de los personajes y surgen las pre-
guntas vitales de la narración, a saber: ¿Quién es dominicano? ¿Qué es lo
dominicano? y ¿por qué somos dominicanos? Al contestar a una de ellas,
estamos contestando a todas, ya que la trilogía establece una red de inter-
significantes que pertenecen al mismo estadio de sentido.
Frente a las diversas respuestas que damos a las preguntas por el senti-
do de lo dominicano, entretejemos con los hilos del relato la trama de una
dominicanidad, que intenta encontrar su lugar en el mundo y en especial
su razón de existir en el conjunto de las otras identidades, personales y
locales.
Ahora bien, ¿desde qué límites construimos esa identidad narrada que
constituye lo dominicano? ¿Cuáles son los relatos que tejen la red de signi-
ficaciones de ella? ¿Qué elementos se privilegian en la trama de la narrativa
identitaria dominicana?
Maceiras (2008) nos da cuatro criterios desde los que podemos contes-
tar estas preguntas, y son:
2.- La singular “naturaleza histórica” del anthropos: El ser humano es por na-
turaleza un ser de constitución social y comunicativa. Lo que esto quiere
decir es que la sociedad y el contexto histórico, ligado a la comunicación,
no son neutros en el avance de su propia naturaleza individual, lo que lleva
a pensar su identidad como una apertura al impacto de sus vivencias e in-
teracciones, y no como algo definitivamente logrado o trabajado.
327
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Nos interesa resaltar esta última, ya que la misma vincula con la trama
desde la que se construyen los relatos de la trama identitaria dominicana.
Los cuatro puntos planteados son una guía para el análisis de la proble-
mática de la identidad, desde una perspectiva integradora de los elemen-
tos más relevantes de la condición humana.
Nuestros límites
La Constitución dominicana, en su artículo 11, literal 1, define el ser
dominicano diciendo que son dominicanos “Todas las personas que na-
cieren en el territorio de la República”. Sin embargo, esto no nos define
realmente, ya que lo que verdaderamente asumimos como definición es la
contraposición con Haití. Durante los 165 años de vida ciudadana nos he-
mos narrado a nosotros mismos en contraposición a otros. Ser dominica-
nos es no ser haitianos. Porque paradójicamente se puede ser dominicano,
siendo de cualquier otra nacionalidad, pero, en la forma de narrarnos, no
entra el ser haitianos.
Las ideas que configuran nuestro ser dominicano son las ideas de una
narrativa excluyente, forjada con los resentimientos del pasado, los prejui-
328
cios del presente y las incertidumbres de un futuro que no se dibuja cla-
ramente. Es así como iniciamos un relato que nos construye y nos da una
identidad volátil, e inestable, como podemos ver en el siguiente relato que
corre por el ciberespacio, sobre el ser dominicanos:
“Los dominicanos toman en serio los chistes y hacen chistes de lo serio.
No creen en nadie y creen en todo.
¡No se les ocurra discutir con ellos jamás! Los dominicanos nacen con
sabiduría.
No necesitan leer, ¡todo lo saben! No necesitan viajar, ¡todo lo han visto!
Los dominicanos son algo así como el pueblo escogido, por ellos mismos.
No se les hable de lógica, pues eso implica razonamiento y mesura y los
dominicanos son hiperbólicos y exagerados.
Los dominicanos ofrecen soluciones antes de saber el problema.
Para ellos nunca hay problema.
Saben lo que hay que hacer para erradicar el terrorismo, el
comunismo, encausar a América Latina, eliminar el hambre en África,
y pagar la deuda externa. Saben quién debe ser presidente y cómo
Estados Unidos puede llegar a ser una potencia mundial.
No entienden por qué los demás no les entienden cuando sus ideas son tan sencillas y
no acaban de entender por que la gente no quiere aprender a hablar español como ellos”.
329
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Un país con datos tan preocupantes como estos debe buscar la forma
de resolver los estadios de la pre-modernidad y alcanzar poco a poco la
modernidad para todos sus ciudadanos sin distinción.
330
esté determinado por el esfuerzo y no por la clase social, el lugar, o el sexo
con que se nace.
331
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
332
Recordemos que la identidad es un discurso, una narración sobre “sí
mismo”, elaborada en la interrelación con los “otros” que también forman
parte del tejido social y cultural de lo dominicano. Si nos adentramos en la
postmodernidad, sin habernos anclado en la modernidad, nos perderemos
irremediablemente en la marea de los relativismos, desde donde no podre-
mos dar sentido de unidad a un relato de lo dominicano que convoque a
todos los habitantes de este país.
Nuestras posibilidades
La dominicanidad, como elemento de identidad, debe trascender hacia la
creación de una narración que sujete el colectivo dominicano a una unidad
axiológica y de propósitos capaz de superar las limitaciones ideológicas
del pasado. No es posible ser bajo la premisa de la diferenciación. Ninguna
identidad perdurable se construye desde una narrativa excluyente.
333
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
334
• La co-pertenencia a un mismo espacio geográfico y comunicativo,
entendido en su sentido más amplio, nos exige narrarnos dentro de
un discurso de tolerancia y respeto a las divergencias. La tolerancia
es un valor que construye interacciones sociales de reconocimiento
y respeto mutuo, creando las bases de una identidad sana, liberada
de las convulsiones del totalitarismo y el autoritarismo que tanto
daño han generado en el tejido social dominicano.
335
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
336
Construir la identidad dominicana demanda primero ser modernos a
plenitud, narrarnos desde una realidad menos excluyente e integrando en
nuestra narración a los “otros” diferentes a “mí mismo”, específicamente
al haitiano en primer lugar y a los caribeños del pequeño y gran Caribe en
segundo lugar.
“Una sociedad, donde las normas morales no se respetan y donde la
reflexión de lo ético no forma parte de la constitución de su praxis
social, tendrá siempre presente problemas de inconsistencia entre el
discurso y la acción de sus ciudadanos…”
337
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Referencias
1. Encuesta Demográfica y de Salud ENDESA (2007) Santo Domingo, R.D.
CESDEM.
2. Giddens, Anthony (1994). “Consecuencias de la modernidad”. Madrid.
Alianza Editorial.
3. Informe de Desarrollo Humano (2007) República Dominicana. PNUD.
4. Informe de Desarrollo Humano (2008) República Dominicana. PNUD.
5. Jameson, Fredric(2004. “Una modernidad singular, ensayo sobre la on-
tología del presente”. Buenos Aires. Gedisa.
6. Lyotard, Jean Françoise (1998). “La condición postmoderna”. Madrid.
Ed. Cátedra.
7. Lomelí Meillon, Luz.( S/f). “Modernidad y Sujetos Sociales en Alain
Touraine”. Recuperado en fecha 19 de septiembre del 2009.
De: www.debate.iteso.mx/numero08/Articulos/06.htm
8. Pérez Gómez, Ángel I. (1998). “La cultura escolar en la sociedad neoli-
beral”. Tercera edición. España. Ediciones Morata.
9. Ricoeur Paul, (1993). “Sí mismo como otro”. España. Siglo XXI.
10. Ricoeur Paul, (1995). “Tiempo y narración”. Tomo I. España. Siglo XXI
11. Touraine Alain (1993). “Podemos vivir juntos”. México. Fondo de Cul-
tura Económica.
338
Una prospectiva
del pensamiento
político
dominicano David Álvarez Martín
“La chispa inicial que dio inicio a la creación de un
Estado Dominicano que aglutinara a todos los que se
consideraban dominicanos y dominicanas fue un hecho
ajeno completamente a los habitantes de este territorio,
incluso ajeno a todos los habitantes de esta isla”.
1. Punto de partida
La propuesta de este ensayo es generar una prospectiva del pensamien-
to político dominicano en el seno de una necesaria identidad social domi-
nicana. Dicho de manera más simple es preguntarnos por la agenda que
debemos abordar en el presente siglo XXI para construir un pensamiento
identatario de la sociedad dominicana, fundamentado en la promoción de
los derechos humanos y la construcción de la democracia. ¡Cualquier otra
propuesta sería inhumana!
Debido a que no es posible una propuesta de construcción de la identi-
dad social de una comunidad sin abordar las tareas políticas que ello con-
lleva y debido a que en la realización misma de dichas tareas políticas se
forjan los procesos identatarios, se impone aclarar cada uno de los proce-
sos políticos que tenemos por delante para alcanzar un modelo de sociedad
razonablemente justo y equitativo, democrático al mayor grado posible y
capaz de proveer a cada uno de sus miembros de las condiciones materiales
y espirituales necesarias para su realización como persona.
Este texto tiene como precedente uno que publiqué hace precisamente
una década y que tiene por título Crítica de la Razón Dominicana. 1 Mi conclu-
339
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
340
2. Sobre las ideas
Abordar la cuestión de las ideas en una sociedad, concretamente la do-
minicana, usualmente conduce a suponer que únicamente un pequeño
grupo de sus miembros y miembras3 se especializan en esos asuntos. Con-
secuente con esa opinión los llamados intelectuales serían los especialistas
en las ideas, de la misma manera que los cardiólogos son especialistas en
el corazón o los panaderos en la cocción de panes. Se impone deslindar esa
opinión destacando que al igual que los cardiólogos no son los únicos en
tener corazón, ni los panaderos son quienes en exclusiva comen pan, así
mismo las ideas no son propiedad de los intelectuales. Todos los seres hu-
manos4 vivimos y nos identificamos en cuanto somos capaces de pensar y
comunicar ideas. Por lo tanto, reducir el marco de reflexión sobre las ideas
de una sociedad a lo que sus intelectuales piensan es un reduccionismo
absurdo, sin negar que la influencia social de los intelectuales5 marque en
gran medida muchas de las corrientes de pensamiento de una sociedad.
341
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
6 Que sean los grupos y no los individuos el engranaje de toda sociedad es un hecho,
pero eso no niega en modo alguno la dignidad de cada individuo y que ningún modelo
social es legítimo si menoscaba la dignidad plena de cualquier miembro de la socie-
dad.
342
te en cambio, incluso en escenarios donde la restricción política impida el
acceso a nuevas ideas o prácticas, siempre es posible la conciencia crítica
que se sabe oprimida (aunque no sea el caso de las mayorías). Por tanto, al
igual que el punto segundo, siempre se impone una selección, escoger un
momento en el flujo de las ideas, si deseamos realizar una tarea posible.
343
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
344
como compensación. Pero en dichas negociaciones hubo un obsequio adi-
cional y fue la entrega de la parte española de la Isla de Santo Domingo a
Francia por parte de España. Eso fue el Tratado de la Paz de Basilea (22 de
julio de 1795).
345
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
346
El capitalismo en nuestra sociedad sigue siendo parcial, limitado, sin un
mercado abierto y de competencia, con un sistema financiero patrimonia-
lista y acumulador de riqueza en manos de pequeños grupos (todos tra-
bajamos para los bancos), que en lugar de favorecer la distribución de la
riqueza y su potencial crecimiento en base a la masificación del emprende-
durismo, se transforma en una suerte de embudo que dirige la mayor parte
de la riqueza producida a manos de un centenar de individuos.
9 Se ha vuelto una práctica generalizada que cada cual procure su propio suministro y
almacenamiento de agua, de servicio eléctrico, de seguridad ciudadana, de transporte,
de educación, etc.
347
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
348
No es posible en la actualidad negar el papel esencial de la educación
básica y media en el desarrollo de una sociedad y de cada uno de los indivi-
duos. No ofertarla de manera universal y con el grado de calidad necesaria
es en la actualidad claramente un crimen contra la presente y futuras gene-
raciones. Crimen, debemos enfatizarlo, que tiene sus responsables directos
en quienes dirigen y han dirigido el Estado y los grupos sociales con ma-
yor poder de influencia sobre el Estado. No existe ningún motivo valedero
para que la inversión pública en educación no sea de al menos tres veces el
monto actual.
349
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
fueron o que si lo fueron antes ahora no lo son. Lugares donde se vive, don-
de se estudia, donde se recibe salud, donde se divierten, etc. Esta sepa-
ración es enfatizada especialmente por aquellos pequeños burgueses que
mediante el acceso a puestos públicos han acumulado recursos y procuran
distanciarse de su pasado pobre. Al ser estos quienes legislan y ejecutan las
políticas, en su accionar se devela el esfuerzo por establecer una suerte de
cerco social en torno a la mayoría empobrecida y por ser aceptados por las
capas medias y altas de la burguesía y la oligarquía dominicana.
“Uno de los rasgos más nefastos de la cultura política y ciudadana
en el país es el profundo desprecio que sienten los sectores medios y
altos de la pequeña burguesía por la gran masa empobrecida. Es en
gran medida herencia del trujillismo y alimentado por la pequeña
burguesía que anhela ascender socialmente y no resiste que se le
vincule con los estamentos más pobres del país”.
Este trasfondo cultural y político opera como referente social para neu-
tralizar cualquier política o inversión pública que efectivamente garantice
el pleno reconocimiento de los derechos humanos de todos los que viven
en nuestro territorio.
350
PLD) y en ningún caso se ha operado un cambio significativo en las posibi-
lidades reales de desarrollo de la mayoría pobre dominicana y los emigran-
tes haitianos que viven con nosotros.
351
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
El lastre más pesado que carga la cultura dominicana son los prejuicios
contra nuestros vecinos haitianos. Prejuicios que son alimentados por los
beneficiarios del trabajo barato de la mano de obra haitiana ilegal en el
país y por el liderazgo político e intelectual más conservador. Los resenti-
mientos contra el pueblo haitiano tienen de beneficiarios a una minoría en
ambos países que obtienen grandes beneficios económicos y usan el miedo
para lograr control político sobre sus respectivas sociedades. Los grandes
perjudicados por esos resentimientos son las inmensas mayorías de ambos
pueblos, el dominicano y el haitiano, que son explotados y engañados a la
vez por esos grupos, que son enemigos, a la vez, de la felicidad y prosperi-
dad del pueblo haitiano y dominicano.
352
Uno de los textos más lúcidos para enfrentar a problemas semejantes es
la Carta de la Paz dirigida a la ONU,10 documento que empezaron a redac-
tar el doctor Alfredo Rubio de Castarlenas y el profesor José Luis Socías
Bruguera cuando pronunciaban unas conferencias para universitarios en
Xian (China) en marzo de 1989.
Pero la Carta de la Paz nos lleva más lejos. En el punto III se plantea:
“Eliminados estos absurdos resentimientos, ¿por qué no ser amigos y así
poder trabajar juntos para construir globalmente un mundo más solidario
y gratificante para nuestros hijos y nosotros mismos?” Reformulada esta
pregunta en nuestro caso podríamos plantearnos el ¿por qué haitianos y
dominicanos no podemos trabajar juntos para construir dos sociedades
prósperas y justas para beneficio de todos los que habitamos en esta isla?
No hacerlo es de tontos y únicamente beneficia a nuestros explotadores,
plantearnos el camino de la solidaridad y el trabajo conjunto es la única
senda inteligente, justa y progresista.
10 http://www.cartadelapaz.org/
353
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
A manera de conclusión
El siglo XXI que tenemos por delante demanda una transformación
completa de la estructura económica, social y política de la República Do-
minicana en función de lograr un modelo de sociedad basado en la equidad,
el desarrollo y el respeto pleno a los derechos humanos. Si dicho modelo
no se ejecuta la identidad nacional perderá su razón de ser debido a que
carece de sentido el construir un modelo societal donde una inmensa ma-
yoría hambreada sirva de insumo para proveer un alto nivel de consumo a
un minoría. El fracaso de los proyectos políticos del PRD y el PLD, en sus
22 años de ejecución, frustra las posibilidades de que dicho nuevo modelo
estuviera avanzado al presente. La construcción de una fuerza partidaria
capaz de realizar ese proyecto y la gestación de líderes –a la altura de un
Manolo Tavárez, Francisco Alberto Caamaño, José Francisco Peña Gómez
o Juan Bosch– toma décadas de forja. Salvo que factores externos nos obli-
guen a construir una sociedad más justa y democrática, dudo que los ele-
mentos locales se comprometan en dicha tarea. Por el momento la acción
ha de ser la organización y la educación, especialmente de las juventudes,
para crear-esperar la coyuntura adecuada.
354
CAPITULO VIII
Modernidad y
postmodernidad
en el pensamiento
dominicano
contemporáneo
EXPOSITORES: COORDINADOR:
Marcos Villamán Víctor Hugo De Láncer
Rafael Morla
Odalís Pérez
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
En el panel figuran Rafael Morla, Víctor Hugo De Láncer, Marcos Villamán y Odalís Pérez.
A manera de introducción
Hay temáticas que se ponen de moda en el pensamiento social latino-
americano y que impactan en buena parte de sus pensadores. En ocasiones
estas modas son elaboradas desde el mundo de los países centrales aleja-
das de nuestras problemáticas específicas. Para algunos este fue el caso de
la cuestión de la postmodernidad. Con esta temática estaríamos frente a
una discusión “de moda” pero no siempre útil para las sociedades latinoa-
mericana y caribeñas, y sobre todo, para pensar nuestras alternativas de
organización social.
En todo caso una de las cosas para lo que podría servir esta conversación
es para clarificar estos aspectos. A mi juicio la cuestión modernidad-post-
modernidad puede constituir un eje de análisis fecundo de cara a la com-
prensión de nuestras realidades si somos capaces de manejarlo con cierta
especificidad. Eso es lo que trataremos de hacer en este rato de diálogo.
357
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
1. La cuestión modernidad-postmodernidad
La postmodernidad es la autocrítica de la modernidad occidental.1 En esta
crítica se expresa fundamentalmente una actitud (teorizada o no, sistema-
tizada o latente) de desconfianza y desengaño con respecto a la moderni-
dad como propuesta civilizatoria. De manera específica se ponen en duda,
tanto las promesas como las mediaciones de la modernidad, poniendo de
manifiesto sus límites. Es por esto por lo que, antes de avanzar más, nos
parece pertinente indicar algunas de las promesas y mediaciones de la
modernidad para entender qué es aquello que la postmodernidad niega o
aquello de lo que desconfía.. En esta crítica se expresa fundamentalmente
una actitud (teorizada o no, sistematizada o latente) de desconfianza y
desengaño con respecto a la modernidad como propuesta civilizatoria. De
manera específica se ponen en duda, tanto las promesas como las media-
ciones de la modernidad, poniendo de manifiesto sus límites. Es por esto
por lo que, antes de avanzar más, nos parece pertinente indicar algunas de
las promesas y mediaciones de la modernidad para entender qué es aquello
que la postmodernidad niega o aquello de lo que desconfía.
1 Cfr. Beck, Ulrich, El Dios personal, Ed. Paidós, Barcelona, 2008, p. 140.
358
es central en este movimiento filosófico-político y social. Como se sabe, el
cogito cartesiano es la expresión de esta nueva actitud. Dudar, es decir,
someterlo todo a la crítica de la razón, será el camino para producir cono-
cimiento. La vía para conocer será la sanción de la “diosa razón”.
2 Cfr. Al respecto el sencillo y muy útil texto de Tzvetan Todorov, El espíritu de la ilus-
tración, Círculo de Lectores. S.A., Barcelona. 2008, pp. 41-53.
3 Cfr. Adorno, T, Dialéctica de la Ilustración.
4 Habermas, Jurgen, Tiempo de transiciones, Ed. Trotta, Madrid, 2004, pp. 199-200).
359
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
5 Queraltó, Ramón, Ética, tecnología y valores en la sociedad global, Tecnos, Madrid, 2003,
pp. 32-33.
360
cual se construyese algún sentido que otorgara coherencia al proceso so-
cial, función que hasta entonces desempeñaba el pensamiento religioso. J.
Habermas, por ejemplo, “considera que desde el siglo XVIII todo el discur-
so de la modernidad ha girado bajo distintos rótulos en torno a un único
tema: “pensar en un equivalente del poder unificador de la religión” (en El
discurso filosófico de la modernidad, Madrid, Taurus, 1989, p. 172). (N. del t.).6
6 Habermas, Jurgen, Entre naturalismo y religión, Paidós Básica 126, España, 2006, p. 111.
7 Berger, Meter y Luckmann, Thomas, Modernidad, pluralismo y crisis de sentido, Ed. Pai-
dós, Barcelona, 1997, p. 80.
361
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
8 Riutort Serra, Bernat, Razón política, Globalización y Modernidad compleja, Ed. El viejo
Topo, España, 2001, p. 270).
362
optimismo de los ilustrados con respecto a la capacidad de la racionalidad
instrumental, y la ciencia de manera particular, para generar una organi-
zación racional de la cotidianidad. Al respecto comenta Habermas: “Los
filósofos del iluminismo, como Condorcet por ejemplo, todavía tenían la
extravagante esperanza de que las artes y las ciencias iban a promover no
sólo el control de las fuerzas naturales sino también la comprensión del
mundo y del individuo, el progreso moral, la justicia de las instituciones y
la felicidad de los hombres” (P.138).
363
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
9 Cfr. J-F. Lyotard, La condición postmoderna, Ed. Rei México, México, 1990 y G. Vatti-
mo, La sociedad transparente, Ed. Paidós, Barcelona, 1990.
364
nidad, pero ocultados o dominados por las tendencias dominantes del pen-
samiento moderno. Los temas en cuestión son: Justicia, derechos humanos,
democracia y respeto a la diferencia social y de género, entre otros.
365
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Una pérdida social del sentido que se expresa como crisis de valores,
crisis de la política, crisis de las ideologías y de las formas sociales tradicio-
nales, por ejemplo, el matrimonio y la familia.
366
mento para esa construcción: la razón, presenta justamente un déficit de
confianza. Y, si es así, si sólo tenemos presente y el futuro sólo puede ser
presente continuado (Lechner), la función de la utopía es nula. Esa capa-
cidad de construirnos un horizonte y avanzar hacia él con la conciencia de
que nunca se alcanzará, pero sabiendo hacia dónde vamos, se pierde y tal
parece que las sociedades andan en un viaje hacia ninguna parte.
14 Una de las intuiciones de aquel famoso artículo de Fukuyama “El fin de la historia”
es justamente esa, la afirmación de encontrarnos ya en el final no de la historia como
tiempo y espacio, sino en el final de la historia, como ocurrencia de lo nuevo en el tiem-
po y el espacio. Todo será, en lo adelante, sólo lo que el presente nos presenta.
15 Bauman, Zygmunt, Vida de consumo, Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2007, p. 52.
367
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
16 Cfr. Moulián, Tomás, El consumo que me consume, LOM ediciones, Santiago de Chile,
1999, pp. 14-15. También, Cortina, Adela, Por una ética del consumo, Ed. Taurus, Bogotá,
Colombia, 2002, pp. 233-261.
368
za el consumismo como objetivo de vida y camino de felicidad. Al respecto
Bauman nos recuerda que “…el secreto de toda ’socialización‘ exitosa reside
en hacer que los individuos deseen hacer lo que es necesario para que el
sistema logre autorreproducirse”.17
369
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
En general, la mayoría de estos rasgos son planteados por los muy diver-
sos pensadores y analistas sociales en el país y en la región como caracte-
rísticas de la sociedad actual. En muchos casos, sin embargo, pareciera que
estos rasgos fueran “culpa del tiempo y no de España”. Es como si estos
rasgos del ámbito cultural se explicaran en sí mismos y no encontraran ex-
plicación suficiente en la crisis civilizatoria que hemos intentado abordar
muy someramente y, de manera muy particular, en el núcleo duro de esta
crisis: el tipo de modelo tecno-económico que se ha hecho predominante,
y cuya lógica ha colonizado agresivamente los otros ámbitos sociales, el
poder y el mundo de la vida.
370
tualmente nos encontramos viviendo en la región procesos modernizado-
res en el conjunto de la vida social, y ellos han ocurrido hasta hace muy
poco al interior de la propuesta neoliberal como “nuevo camino hacia el
desarrollo” de nuestros países.
371
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
defensores, visto con un poco más de detenimiento las cosas no parecen tan
claras y más bien deberíamos considerarlo como un pensamiento de matriz
conservadora que probablemente entronca con las intuiciones postmoder-
nas decadentes. En este caso es claro que, al igual que los postmodernos,
declarar el mesianismo del mercado implica la negación de la existencia de
los seres y colectivos humanos como sujetos responsables.
Por demás, mientras más nos adentramos en el manejo del discurso cien-
tífico (de corte positivista), más entendemos que el futuro no es planifica-
ble por cuanto para hacerlo necesitaríamos un cúmulo tal de informaciones
(manejo de variables) al que no nos es dado acceder (Cfr. K. Poper).
372
4.1.4 LA NEGACIÓN DE LA UTOPÍA.
Según lo anterior entonces, la utopía y los utopistas son solamente ex-
presión de la irresponsabilidad social. Ellos conducen inevitablemente a la
sociedad al caos. Así, los sueños son declarados como perniciosos, y la in-
teligencia se expresa sólo pragmáticamente; el presente se absolutiza y los
excluidos y excluidas se perciben como un mal necesario y permanente.
373
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
374
los valores y el sentido; urbanismo y pobreza; el debate sobre el sistema
político y la política dominicana; la discusión acerca de la apasionante
cuestión de la Ética y la Política; los trabajos sobre sociedad civil-sistema
político, juventud, género, movimientos sociales y violencia; o los trabajos
que abordan directamente el tema de la modernidad.
“El pasado, para el neoliberalismo, es sólo ‘el tiempo del error’; todo
lo que nuestros países hicieron en el pasado estuvo equivocado, y
la expresión más fehaciente de este cúmulo de equivocaciones lo
constituye la crisis a la cual el neoliberalismo estaría haciéndole
‘exitosamente’ frente”.
375
Presencia de lo moderno
y lo postmoderno en
algunos pensadores
dominicanos
contemporáneos Rafael Morla
“Voltaire fue el crítico por excelencia de las tradiciones históricas;
Montesquieu, de las instituciones de su tiempo; Rousseau, de las
desigualdades; Locke, de la intolerancia religiosa; y Kant, del
conocimiento al establecer sus límites y posibilidades”.
I. Introducción
Antes de entrar en especificaciones se impone, desde la más elemental
rigurosidad, reflexionar en torno al mundo moderno, y en torno a la lógica
cultural de la postmodernidad. En este sentido, cuando hablamos de la mo-
dernidad y de la postmoderno, ¿qué se quiere significar con ello?
Hay que decir que todos los modos de producción premodernos y pre-
capitalistas tendían al conservadurismo y a la inmovilidad económica y so-
cial. En cambio, la sociedad moderna representa, al decir de Carlos Marx,
una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de
todas las condiciones sociales, una inquietud constante distingue la época
burguesa de todas las anteriores. “Todas las relaciones estancadas y enmohecidas,
con su cortejo de creencias e ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se
hacen añejas antes de haber podido osificarse. Todo lo estamental y sagrado se esfuma;
376
todo lo sagrado es profanado y los hombres al fin se ven forzados a considerar sus con-
diciones y sus relaciones recíprocas”.1
377
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Las categorías básicas para entender la modernidad ilustrada son las si-
guientes: libertad, igualdad, fraternidad, razón, crítica, progreso, felicidad,
tolerancia y naturalismo. No hay que estudiar cada una de ellas, pero sa-
bemos que la libertad, la igualdad y la fraternidad son las tres consignas
directrices de la Revolución Francesa. También sabemos que es imposible
entender en profundidad el tema que nos ocupa sin esclarecer la idea que
los hombres del siglo XVIII tenían de la razón, del ejercicio de la crítica y la
idea de progreso de que eran portadores. Este esclarecimiento nos ayudará
a entender la reacción posterior de los postmodernos.
378
Nunca el humano elevó tan alto el sentimiento de libertad como en aque-
llas décadas transcurridas entre 1740 y 1789, espacio temporal en el cual
se crean las condiciones para los grandes cambios que culminaron con la
Revolución Francesa. Libertad, igualdad y fraternidad constituyen un gran
todo. La base de la libertad es la igualdad. No puede haber igualdad real,
allí donde unos seres humanos explotan y excluyen a los otros; tampoco
fraternidad, porque para que tenga eficacia cualquier ideal de tolerancia,
cooperación o convivencia, tiene que haber, al menos, un mínimo de igual-
dad entre las personas que se relacionan.
3 Antonio Pintor Ramos, Estudio Preliminar, Juan Jacobo Rousseau, “Discurso sobre el
origen de las desigualdades entre los hombres”.
379
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
380
dora (la que se deriva de la razón instrumental), que tendía y tiende a la
competencia puramente económica, a la ganancia, a la explotación de la
naturaleza y del ser humano, terminó imponiéndose al interior de la socie-
dad capitalista. Esto explica por qué la formación del ser humano, en cuan-
to medio liberador y de realización de su propia condición, fue olvidada
por las clases dominantes, desde los días inmediatos a la gran Revolución
Francesa de 1789.
381
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
II. La Posmodernidad
El debate sobre modernidad y postmodernidad comienza su curso en
la década del ochenta y llega hasta nuestros días. ¿Cuál fue el ambiente de
382
dicho debate: “…la conciencia generalizada del agotamiento de la razón, tanto por su
incapacidad para abrir nuevas vías de progreso humano como por su debilidad teórica
para otear lo que se avecina. Así, en política asistimos al final del Estado de bienestar y a
la vuelta a posiciones conservadoras de economía monetarista, en ciencia presentamos
el boom de las tecnologías –la cibernética, la robótica abren un horizonte incalculable
a las capacidades humanas– en el arte se ha llegado a la imposibilidad de establecer
normas estéticas válidas y se difunde el eclecticismo que, en el campo de la moral, se
traduce en la secularización sin frontera de los valores, lo que constituye para algunos
una fuerza subversiva incalculable”.6
383
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
384
trabaja la clásica contraposición entre materialismo e idealismo, la cual a
mi entender maneja magistralmente.
Que las ideas del Lic. Miguel Pimentel están movidas por el paradigma
marxista, la teoría crítica por excelencia de la modernidad, se pone de ma-
nifiesto cuando tiene que asumir la crítica de la teoría de los tres estadios
en que Agusto Comte divide la evolución de la sociedad humana, a saber:
el teológico, el metafísico y el positivo. Dice: “La ciencia del materialismo y dia-
léctico ha demostrado el carácter antihistórico y dogmático de la tríada comtiana. A
propósito de ella, Chernishenki afirma: ‘Jamás ha habido un período teológico de la cien-
cia; la metafísica, en el sentido en que la entiende Augusto Comte, tampoco ha existido
nunca’ ”.11
385
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Lusitania Martínez
Lusitania Martínez es una de las figuras fundamentales de la Escue-
la de Filosofía de la UASD, y probablemente la teórica más depurada del
feminismo dominicano. Marxista existencialista, discípula de Marx y de
Sartre, lo cual la revela ante la conciencia reflexiva como una pensadora
moderna. Sin embargo, es una pensadora que emplea categorías propias
del discurso ilustrado, para acometer el estudio de una problemática, que
como el discurso de género, se desplazó en nuestros tiempos hacia post-
modernidad.
386
esferas, y en particular, siguiendo a Simone de Beauvoir, a través del cambio cultural de
las diferencias de roles”.14
Alejandro Arvelo
Egresado de la Escuela de Filosofía de la UASD, es uno de los más sólidos
representantes de quehacer filosófico en la República Dominicana. Su con-
dición de pensador moderno se puede ver en uno de los textos suyos más
leídos, Filosofía del silencio. En esta obra reclama un espacio para la razón,
para la subjetividad, para la palabra, para el diálogo y para libertad.
Julio Minaya
Filósofo y pensador dominicano, ex director de la Escuela de Filosofía,
y actualmente presidente de la Asociación Dominicana de Filósofos. Tiene
importantes reflexiones sobre ecología y medio ambiente. También enca-
387
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Andrés Merejo
Académico de la Escuela de Filosofía de la UASD, que vivió profunda-
mente la tensión entre la ausencia y la presencia, con relación al terruño,
a la patria. Es el único de nosotros que emigró, por efecto de la década do-
blemente perdida del ochenta, y luego retornó con un pensamiento propio,
expresión profunda de su andar y sus vivencias, de sus raíces y su desarrai-
go. Sus obras principales: La vida americana en el siglo XXI, Cuentos en New York,
388
Conversaciones en el lago y Narraciones filosóficas, no hacen más que retratarlo
en cuerpo y alma.
389
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
Edikson Minaya
Joven promesa de la Escuela de Filosofía, cuya obra, Filosofía y sentido, lo
presenta ante la comunidad intelectual de la República en lo que tiene de
presente y futuro. No es un pensador en tránsito, como Merejo y Julio Mi-
naya, pues hace mucho que está instalado en el paradigma postmoderno.
Y lo ha hecho con mucha dignidad y mucho valor, y creo que está hacien-
do un verdadero aporte. “Mis preocupaciones filosóficas – dice Edikson– se mueven
en el horizonte de la problemática de la postmodernidad, en ellas intento desarrollar
una ontología de la actualidad o filosofía del presente que hable propiamente de nuestra
condición de existencia, con el interés de esclarecer e interpretar en qué punto de la his-
toria nos encontramos, cuáles fuerzas nos gobiernan y en qué consiste nuestro abanico
de posibilidades”.21
Los autores que cita en sus escritos o los que más les influyen son los
siguientes Nietzsche, Heidegger, Vattimo, Foucault y Andrés Ortiz-Osés;
mientras que su esfuerzo busca “replantear la idea de filosofía a la luz de la globa-
lización… desarrollar una hermenéutica aplicada a la comprensión de nosotros mismos
que se transfigura en una fenomenología de lo social que atienda cuestiones específicas
como el imperio de la tecnología en el mundo de la vida, las nuevas formas de dominio
y maquinación. Por otra parte, desarrollar una interpretación en torno a la filosofía
actual y comentar autores importantes, sobre todo los que he mencionado en las influen-
cias. Esto, con el objetivo de actualizar ideas que están depositadas en la tradición filo-
sófica occidental, y que por vicios interpretativos ya no son inteligibles. Se trata de una
tarea de despojo y reinterpretación”.22
390
Bibliografía
Arvelo Alejandro, Filosofía del silencio, Ed. CIEMPS, Santo Domingo, RD,
1996.
391
EL NACIMIENTO DE
LOS SIGNOS EPOCALES.
LA HISTORIA COMO
TEXTO Y ESCRITURA Odalís G. Pérez
“Sobre la ruina histórica de estas representaciones o discursos, se yerguen
algunas posiciones intelectuales, seudofilosóficas y antipatrióticas, bajo
la consigna estratégica del nacionalismo dominicano y del hispanismo
finisecular. Estas tendencias o construcciones históricas se presentan, en
muchos casos, como ‘seudoconcreciones’ exteriores a la historicidad de
los signos y las formas culturales”.
1 Ver en este sentido Tzvetan Todorov: Las morales de la historia, Ed. Paidos, Barcelona, 1993;
principalmente en lo atinente a la valoración humanista y posthumanista en la práctica
del pensamiento social. Vid., pp. 87-98.
392
diversos imaginarios políticos y sociales; imaginarios propiciadores de una
estética y a la vez de una fenomenología y una hermenéutica dinámica del
pensar en la República Dominicana.
393
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
2 Se trata de un constante volver a comenzar como mito que traduce la práctica polí-
tica del pensamiento y la totalidad en tanto que eje de la historia y la historia-ficción
dominicana.
394
demos observar el relato histórico, las diversas narrativas ideológicas en
torno a la nación y lo nacional. Es entonces cuando el sujeto político y
cultural se constituye como texto, escritura y acción ideológica. De ahí su
fragmentación en el arqueado de la modernidad y la tardomodernidad.3
395
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
396
ha sido unido a otro, quisiere reasumir sus derechos, reivindicarlos, y disol-
ver sus lazos políticos, declare con franqueza y buena fe, las causas que le
mueven a su separación, para que no se crea que en la ambición o el espíritu
de novedad que pueda moverle. Nosotros creemos haber demostrado con
una constancia heroica que los males de un gobierno deben sufrirse mien-
tras sean soportables, más bien que hacerse justicia aboliendo las formas;
pero cuando una larga serie de injusticias, violaciones y vejámenes, conti-
nuando al mismo fin, denotan el designio de reducirlo todo al despotismo
y a la más absoluta tiranía, toca los sagrados derechos de los pueblos y a su
deber sacudir el yugo de semejante gobierno y proveer a nuevas garantías,
asegurando su estabilidad y su prosperidad futura. Porque reunidos los
hombres en sociedad con el solo fin de conspirar a su conservación, que es
la luz suprema, recibieron de la naturaleza el derecho de proponer y solici-
tar los medios para conseguirle; y por la misma razón, tales principios los
autorizan para precaverse de cuanto pueda privarles de ese derecho, luego
que la sociedad se encuentra amenazada”.8
397
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
La voz oculta del texto nos informa también de cierto acuerdo tácito de
pacificación, reconocido por una parte de nuestra intelectualidad, luego de
la efímera independencia de Núñez de Cáceres. Se creyó en una bonanza
económica favorecida tanto por la parte oriental, como por la parte occi-
dental de la isla. Se accedió a la ocupación como un recurso estratégico
y temporal que más luego se derrumbó como trama política y económica.
Tanto la declaratoria, así como toda la opinión de sectores involucrados
con el compromiso de una nueva visión epocal, convergen en la articulación
esencial de un nuevo y vigoroso Estado nacional, cuya base sería la unifi-
cación de ideales patrios con finalidades creadoras desde el punto de vista
cultural, religioso, económico, político, literario lingüístico y artístico.
398
huellas, testimonios y tachaduras,12 se revelan en el documento o fuente
necesaria para la interpretación histórica y la comprensión sociodiscursi-
va, en una dramaturgia de gestos políticos que veremos específicamente en
el contexto de los años 60 y 70 del siglo XX.
Veamos qué ocurre en la primera mitad del siglo XIX con la perspectiva
de liberación o separación:
“He aquí por qué los pueblos de la parte Este de la isla antes Española
o de Santo Domingo, usando del suyo, impulsados por veintidós años de
opresión y oyendo de todas partes los clamores de la patria, han tomado
la firme resolución de separarse para siempre de la República Haitiana,
y constituirse en Estado libre y soberano… Cuando en febrero de 1822, la
parte oriental de la isla, cediendo sólo a la fuerza de las circunstancias, no
se negó a recibir el ejército del general Boyer, que como amigo traspasó el
límite de una y otra parte, no creyeron los españoles dominicanos que con
tan disimulada perfidia hubiese faltado a las promesas que le sirvieron de
pretexto para ocupar los pueblos, y sin las cuales, habría tenido que ven-
cer inmensas dificultades y quizás marchar sobre nuestros cadáveres si la
suerte le hubiese favorecido. Ningún dominicano le recibió entonces, sin
dar muestras del deseo de simpatizar con sus nuevos con ciudadanos: la
parte más sencilla de los pueblos que iba ocupando, saliéndole al encuen-
tro, pensó encontrar en el que acababa de recibir en el Norte el título de
pacificador, la protección que tan hipócritamente había prometido. Mas a
399
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
poco, al través del disfraz que ocultaba las siniestras que traía, advirtieron
todos que estaban en manos de un opresor, ¡de un tirano fiera! ¡Al entrar
en la ciudad de Santo Domingo, entraron con él de tropel los desórdenes
y los vicios! La perfidia, la división, la calumnia, la violencia, la delación, la
usurpación, el odio y las personalidades, hasta entonces poco comunes en
estos inocentes pueblos”.13
400
“A pretexto de que esta parte se pensaba en una separación de territorio,
por Colombia, llenó los calabozos de Puerto Príncipe de los más ardientes
dominicanos, en cuyos pechos reinaba el amor a la patria, sin otras aspi-
raciones que las de mejorar de suerte y que se nos igualase en derechos y
respetasen nuestras personas y propiedades; otros padres de familia tu-
vieron que expandirse para librarse de las persecuciones que se les hacían.
Y cuando calculó realizados sus designios y asegurando el objeto que se
había propuesto, les puso en libertad, sin ninguna satisfacción, de los agra-
vios ni de los perjuicios recibidos. En nada ha variado nuestra condición:
los mismos ultrajes, los mismos o mayores impuestos, el mismo sistema
monetario sin garantía alguna que labra las ruinas de sus pueblos y una
constitución mezquina que jamás hará la felicidad del país, ha puesto el
sello a la ignominia…”16
401
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
402
contexto, esto es, mediante la “sujetividad” históricamente determinada.
La semiótica histórica23 será entonces la travesía conformadora de acon-
tecimientos, selecciones y soluciones, estimadas por locutores o hablantes
históricos que a su vez conforman en estructura y coyuntura el documento,
el corpus y el escenario institucional. La historia entonces impone, facilita,
reconoce y pronuncia el discurso de la relevancia a través de la disensión,
lo diverso, lo contradictorio y su dialéctica negativa.24
403
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
25 Consultar en este sentido Rene Remond et ali…: Hacer la historia del siglo XX, Eds.
Biblioteca Nueva, Madrid, 2004.
26 Ver Inman Fox, op. cit , pp. 111-157, y pp. 185-210.
27 Tal como podemos observar y leer en las novelas referidas.
404
bierno. A pesar de que el Honorable senado consultor había decretado de
acusación a Santana en virtud de denuncias populares y de quejas aisladas
de individuos y familias, dejando empero al Exmo. Sr. Presidente de la Re-
pública la facultad de tomar la disposición más conveniente al bienestar de
la nación, el gobierno ha querido salvar la patria sin que sus actos revelen la
más ligera irritación. Así pues, Santana después de haber sido tratado con
todo el miramiento de que él no tuvo jamás idea durante el tiempo de su
poder ha salido del país el día 11 a media noche a bordo de la goleta nacio-
nal ‘Ozama’ acompañado por el señor ministro de la guerra, el comandante
de armas, los generales del Cibao Hungría y Batista y de algunos oficiales
superiores y subalternos.”28
405
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
“El pueblo formaba parte de aquel cortejo marcial cuya gravedad no alte-
ró con un solo signo de desorden: él supo respetar la desgracia del hombre
para quien nada hubo respetable sobre la tierra, probando con su noble
conducta la injusticia con que se le había tratado y lo digno que es de ser
gobernado por principios expansivos y filosóficos”.29
406
la ofrenda de esas primeras lágrimas que vertió en su vida, sino se cuentan
las que acaso derramó al nacer, como tributo universal de nuestra especie.
Pero lloraba… y llorando por una causa cualquiera comienza ya a reconci-
liarse con la humanidad que detestó por instinto”.31
Se asiste a una biografía del espíritu político de la época, del poder que
ya no se tiene, de un poder derruido por sus propios engendros, pero más
que eso, de un poder estratégico desarticulado y que ha sido cuestionado
por la conciencia histórica dominicana moderna. El acontecimiento del
destierro de Santana crea varias voces y registros que, a fuerza de ser polé-
micos y a veces contradictorios, merece la pena citar desde el documento
histórico mismo:
407
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
34 Ibídem., p. 217
35 Loc. cit.
408
bernante, a pesar de su frialdad, es un hombre con ciertos “sentimientos
nobles”, lo que puede observarse en su desgracia política. Y es que desde
aquí, sólo se advierte la proyección humana, luego de desaparecer el héroe
y la máscara:
Este segmento textual ubicado dentro del contexto de una sentencia trá-
gica, admite el reconocimiento de una dualidad histórica llena de poderes y
estructuras burocráticas que ponen y disponen de la realidad social y pú-
blica y de sus circunstantes temporales. El incidente del destierro o la ex-
clusión presentan al general Pedro Santana como un hombre que, lejos de
rebelarse contra el argumento de expulsión, lo acepta con el agravante de
la impotencia que él nunca pensó sentir ante tal tipo de determinación”.37
“Dominicanos.- Una sola vez fue bastante para que concurrieseis al lla-
mamiento de la Patria; y trayendo con vosotros vuestras armas, habéis per-
manecido firmes hasta obtener la ulterior resolución del superior Gobier-
no: en su nombre y acatando sus órdenes, lancé las mías para convocaros
con presteza por exigirlo así la conveniencia pública. Pero, hoy que ya
cesaron las causas que dieron motivo a tomar esa medida, hoy que la Repú-
blica se ha salvado de todos los manejos secretos que fraguaran sus enemi-
409
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
gos internos; y hoy, en fin, que éstos se hallan entregados al brazo poderoso
de la justicia, me congratulo en extremo, en podéroslo anunciar en este
día, para que volváis a vuestros hogares a reposar tranquilos. Ciudada-
nos: La actitud, voluntad y patriotismo, que habéis demostrado en esta vez
me llena de la más grande satisfacción; y cuento con todos vosotros, y con
vuestra franca cooperación a favor de nuestra santa causa, en los casos de
agresiones internas o externas, para salvar como hasta aquí la república de
su criminales e infatigables enemigos”.38 Es evidente que, a través de una
retórica militar, propiciadora de principios basados en actitud, voluntad y
patriotismo, se evidencia una ejecutoria cuyo discurso será la defensa de
los intereses gubernamentales. Las palabras aquí son portadoras de signi-
ficados políticos y gubernamentales, pero también funcionan como fuerzas
significantes y formas de coerción justificadas por el aparato de poder. Esa
es la fuerza baecista, la retórica, el argumento y la demostración a partir del
contrato y la ley. Tanto el contrato como la ley serán vapuleados por un
sistema de información y contrainformación militar proveniente de ban-
dos con doble función estratégica. El patriotismo invocado en su perspec-
tiva política y militar olvida que en el transfondo de todo “juego” político,
existe una cultura de la esperanza, pero también una cultura de la palabra
aristocrática diluida en el período republicano por la ausencia de fuerzas
tradicionales, trinitarias y revolucionarias en el país.
410
directa, movilizando a representantes no solamente de un ejército, sino
también de una política epocal en conflicto. Desde una base de pensa-
miento militar, rígida y dogmática, aprovecha Francisco Antonio Salcedo
para enviar o posicionar sus usos de poder amparado, sin embargo, en un
falso patriotismo, tal como puede observarse en el resto del documento:
“Santana y el uso de la autoridad por la autoridad misma
caen en el descrédito, no solamente por la corrupción, el
crimen y la capacidad de mentir y manipular procesos
eleccionarios o decisionales, sino, por claudicar ante una
situación despótica y desgraciada como la analizada”.
411
Retrospectiva y perspectiva del
pensamiento político dominicano
41 Vid Odalís G. Pérez: República Dominicana…, op. cit. pp. 200-246 y pp. 255-275.
412
Este libro se terminó de imprimir en diciembre de 2009
en Editora Corripio, en Santo Domingo,
República Dominicana.