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Pero ¿que pasaría si esa misma pregunta sobre el dinero se la hubiéramos hecho a un
legionario de la antigua Roma?. Es más que probable que él pensara en sextercios, la
moneda de la época. Si nos remontamos a la prehistoria y pudiéramos preguntar a
aquellos habitantes, algo harto difícil, la respuesta podría ser ¡un queso o una vaca! e
incluso la sal.
El trueque fue el origen del dinero que conocemos hoy. Yo quiero algo y te doy algo a
cambio. Su problema fundamental era que podía suceder que en ese momento nadie
quisiera mis quesos y yo me quedara sin comer vaca. Por tanto, alguien pensó que
sería interesante utilizar algo que fuera fácil de transportar a modo de unidad de
intercambio y así, apareció el primer concepto de dinero.
También comprobaron que nunca iban todos los clientes a retirar su oro a la vez. De
hecho, eran pocos los que lo hacían y pensaron: ¿por qué no prestar esos
excedentes? Y lo hablaron con sus clientes, contestando ellos que les parecía bien.
Pero claro, si antes pagaba por la custodia, ahora querían cobrar algo por hacer estos
préstamos a través del banco.
De esta forma, si tenemos un billete de veinte euros quiere decir que el Banco
Central Europeo (BCE) promete que nos pagaría ese dinero. Algo que en la realidad
nunca va a suceder, ya que con ese dinero podemos comprar y ahorrar, es decir,
cumple las dos funciones que necesitamos de él.
En la mayoría de países, los bancos tienen muy poco dinero físico. La mayoría está en
las anotaciones en cuenta. Además, existe el «coeficiente de caja» que es un indicador
que informa al banco de que cantidad (en porcentaje) debe tener de dinero físico, que
respalde el que presta. Así, si ese coeficiente es del 10% quiere decir que si el banco
tiene en circulación 100 millones de € debe tener en dinero 10 millones de € en su
caja fuerte.
Por ejemplo, si tenemos una hipoteca, el banco no nos da esos 200.000 de € del valor
de nuestra casa. Lo que hace es ingresarlo en nuestra cuenta a través de un apunte
contable. Luego nosotros ese dinero se lo transferimos al vendedor. A su vez, la
entidad debe respaldarlo con 20 millones de € en dinero físico, si el coeficiente de
caja fuera del 10%.
Esto nos lleva a una curiosidad respecto a la moneda más habitual en Roma, el
sextercio. Parece ser que algunos emperadores, ávidos de poder, descubrieron que
podían adulterar el sextercio de oro mezclando otros metales más baratos. De esta
forma, podían acuñar monedas por un valor nominal muy superior al real y así,
financiar sus enormes campañas de conquistas. Pero claro, esas monedas, en
realidad, estaban infladas.
Sin embargo, los empresarios acostumbrados a estar ojo avizor se dieron cuenta. La
moneda no valía su peso en oro. ¿Y qué hicieron? Pues incrementar sus precios para
compensar esa pérdida de valor. Así apareció, según estos teóricos austriacos, el
fenómeno de la inflación, con su causa monetaria que se explica a través de la
depreciación del dinero. Como vemos, todo tiene relación con el origen del dinero.
Diccionario económico