Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Crónica Reunión HHE
Crónica Reunión HHE
Fue un día singular el Sábado 15 de Octubre de 2016. El día prometía ser algo distinto a todo el
recorrido que como yo, mucha gente lleva en el mundo del asociacionismo hispanista. Ese día
prometía ser algo especial, algo nunca vivido, solemne y encumbrado.
Sin embargo, el día no fue en absoluto así. Fue otra vez tener la sensación de estar escribiendo
el futuro del hispanismo. Fue otra vez la vieja Puerta del Sol. Y otra vez la vieja guardia que se
reunió en primavera contra viento y marea, y nuevos miembros para la causa, ansiosos por
colaborar. Todos teníamos una sensación de cotidianeidad, de que todo era habitual y no
extraordinario. Tal vez era por todo el tiempo que habíamos invertido en el hermanamiento de
los pueblos hispanos, desde mucho antes de la Hermandad.
Fue una alegría que diez valientes dieran el paso de reunirse para constituir la asociación de un
modo formal, pero mucho más esperanzador fue que debido a impedimentos de la más
diversa índole, muchos hispanistas convencidos no pudieran acudir. Y es que el movimiento
crece por momentos, y eso es lo fundamental para el éxito de nuestra causa. En la Hermandad
Hispánica cualquier hispanista democrático es bienvenido, y cualquier esfuerzo en pro de la
unidad de todos los pueblos de nuestra nación transcontinental, apoyado y agradecido.
Sirva este artículo como modesto agradecimiento a todos aquellos que nos han mandado sus
buenos deseos para la Hermandad Hispánica de España y su Asamblea Constituyente, a todos
los grupos de Facebook que nos apoyan, los foros que difunden nuestro mensaje, a las
Hermandades Hispánicas de Chile, Colombia, Ecuador, etc. A la Hermandad Hispánica
Internacional, que ha de aglutinar nuestra fuerza en una sola voz, en un solo acto para derribar
los muros que nos separan de nuestro destino. También agradecer al Diario de la Marina y a su
equipo de redacción el apoyo que está brindando, tanto a nosotros como a nuestras ideas.
Nace así la Hermandad Hispánica en España con una esperanza. Con la esperanza de poder
pagar la deuda que España dejó empeñada en todo el mundo con la construcción del mayor
Imperio de la Historia. Con la esperanza de reconstruir desde sus escombros la casa común de
todos nuestros padres, de tatarabuelos iberos y celtas; de bisabuelos griegos y romanos; de
abuelos visigodos, mozárabes y sefardíes; de padres españoles, y de todos los hermanos
Hispanos de los cinco continentes.
Fue un gran logro que a pesar de haber estado separados durante doscientos años, muchos
hispanos supieron mantener vivo el hispanismo cultural, articulado en torno a nuestro idioma y
nuestra herencia cultural común. Sin embargo, para seguir avanzando es necesario un Nuevo
Hispanismo. Un hispanismo explícito, orgulloso y global; un hispanismo integrador, no
segregador. Los pueblos hispanos necesitamos intensificar el hispanismo cultural para
desbordarlo, superarlo y transformarlo en un hispanismo político. No imperialista y
centralizado como en épocas pasadas, sino cooperativo y descentralizado, activo en todos y
cada uno de sus pueblos constituyentes. Un hispanismo, al fin y al cabo, unido en la convicción
de su propia grandeza y en la defensa de su posición preeminente en la cultura occidental, así
como en el progreso de la cultura hispánica en los tiempos futuros.
Terminamos haciendo un llamamiento a todo aquel que sienta a los demás pueblos hispanos
en su corazón para que se una a nosotros, recordando las eternas palabras de la Proclama
de Santiago de Liniers y Bremond para la creación de los Cuerpos Urbanos destinados a la
defensa de Buenos Aires, atacada por los ingleses en septiembre de 1806:
“Vengan, pues, los invencibles cántabros, los intrépidos catalanes, los valientes asturianos y
gallegos, los temibles castellanos, andaluces y aragoneses; en una palabra, todos los que
llamándose españoles se han hecho dignos de tan glorioso nombre. Vengan, y unidos al
esforzado, fiel e inmortal americano, y a los demás habitadores de este suelo, desafiaremos a
esas aguerridas huestes enemigas que, no contentas con causar la desolación de las ciudades y
los campos del mundo antiguo, amenazan envidiosas invadir las tranquilas y apacibles costas
de nuestra feliz América.”