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IGNACIO ZULOAGA

(Ignacio Zuloaga y Zabaleta, Éibar, 1870 - Madrid, 1945) Ignacio Zuloaga fue un pintor español que nació
en el seno de una familia de artistas y recibió de su padre una primera formación básica, completada
más tarde en Italia y en París, donde se relacionó con figuras de la talla de Gauguin, Degas y Puvis de
Chavannes.

En 1887 realizó con su padre una primera visita a Madrid, que marcó decisivamente su estilo. En el
Museo del Prado descubrió la pintura española del Siglo de Oro y a sus grandes maestros, Velázquez,
Zurbarán, Ribera y El Greco, a los que copió incansablemente. De hecho fue Zuloaga el redescubridor de
El Greco y el gran revalorizador de Goya, para la pintura española de principios de siglo XX.

Su vida se caracterizó por frecuentes cambios de domicilio, que le llevaron a residir en París, Segovia,
Andalucía, Madrid y Zumaya. Cautivado profundamente por la imaginería popular (tauromaquia,
bailarinas de flamenco), más tarde eligió como tema de sus pinturas diversas escenas de la vida
cotidiana, a menudo festivas o religiosas. Su obra, de carácter realista y costumbrista, conectó con la
revisión de la España profunda que llevaron a cabo los miembros de la denominada Generación del 98.

Las características de esta temática le exigieron unos colores en su paleta que resaltaban los aspectos
más dramáticos de lo que conocemos como «España Negra», que la citada Generación reflejó de forma
dura y descarnada.

Expuso en numerosas ciudades europeas, y también en Nueva York y Buenos Aires, lo que proporcionó a
su obra una considerable resonancia internacional. Dejó también famosos retratos (Unamuno,
Marañón, Falla) y hermosos cuadros de paisajes.

Precisamente el paisaje fue su género más requerido y el que más aprovechó para expresar su ideario
ético y estético. Realizó interesantes decorados para las óperas de Berlín y Bruselas, y fue un retratista
muy solicitado. Sus retratos poseen un dibujo seguro y poseen generalmente una gran carga literaria o
simbólica y tienen como modelos importantes personalidades de la política, el mundo social o la cultura
nacional e internacional. A ellos debió la mayor parte de su fama y de la notable prosperidad económica
que alcanzó.

En su estilo pueden observarse las huellas del influjo de los grandes maestros españoles como puede
observarse en uno de sus cuadros más celebrados, El enano Gregorio. El tema de El enano Gregorio se
inspira en los maestros del siglo XVII, en Velázquez principalmente.

Los maestros de aquel siglo retrataban a estos desgraciados personajes y no se limitaban a reflejar una
imagen superficial, sino que también ponían de manifiesto su mundo espiritual. El enano Gregorio es un
retrato de este tipo. La cara del enano es muy expresiva, denota inteligencia, tenacidad y algo de
picardía campesina: Zuloaga domina a la perfección la capacidad de traspasar al personaje que se
retrata y reflejar todo su interior haciendo que el espectador no se quede solo con lo que ve sino que
pueda comprender la fuerza interior que emana de los personajes retratados.

Es por todo esto que su obra fue polémica y discutida en su época, por la crudeza de su dramatismo, de
un realismo y expresionismo casi obsesivo por plasmar en sus lienzos la crónica social de la época.
En los últimos años de su carrera, pintó sobre todo bodegones y retratos de encargo, que restaron
originalidad a su obra por ser en su mayoría algo convencionales y reiterativos, y es por eso que los
historiadores de arte consideran a su periodo más notable su producción hasta la década de 1920.

En 1925 compró el castillo de Pedraza, Segovia, donde actualmente se encuentra el museo que lleva su
nombre.

En 1940 le fue concedida una medalla en la Bienal de Venecia.

Murió en Madrid, el 31 de octubre de 1945.

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