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COMPARACIÓN:

Caminos del espejo Pizarnik


I
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde
filoso de la noche.

III
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

IV
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona
el viento en el umbral.

VI
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

VII
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.

VIII
Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.

IX
Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

X
Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé.
Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.

XI
Al negro sol del silencio las palabras se doraban.

XII
Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola.
Hay alguien aquí que tiembla.

XIII
Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.

XIV
La noche tiene la forma de un grito de lobo.

XV
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de
quien soy.
Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.

XVI
Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba
no vi otra cosa que a mí misma.

XVII
Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.

XVIII
Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

XIX
Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una
mano arrastra
la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo,
he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.

L'obscurité des eaux Pizarnik


Escucho resonar el agua que cae en mi sueño.
Las palabras caen como el agua yo caigo. Dibujo
en mis ojos la forma de mis ojos, nado en mis
aguas, me digo mis silencios. Toda la noche
espero que mi lenguaje logre configurarme. Y
pienso en el viento que viene a mí, permanece
en mí. Toda la noche he caminado bajo la lluvia
desconocida. A mí me han dado un silencio
pleno de formas y visiones (dices). Y corres desolada
como el único pájaro en el viento.

Metáfora:

  OTRO NOCTURNO Girondo

La luna, como la esfera luminosa del reloj de un edificio público.

¡Faroles enfermos de ictericia! ¡Faroles con gorras de “apache”, que fuman un


cigarrillo en las esquinas!

¡Canto humilde y humillado de los mingitorios cansados de cantar!;Y silencio


de las estrellas, sobre el asfalto humedecido!
¿Por qué, a veces, sentiremos una tristeza parecida a la de un par de medias
tirado en un rincón?, y ¿por qué, a veces, nos interesará tanto el partido de
pelota que el eco de nuestros pasos juega en la pared?

Noches en las que nos disimulamos bajo la sombra de los árboles, de miedo
de que las casas se despierten de pronto y nos vean pasar, y en las que el único
consuelo es la seguridad de que nuestra cama nos espera, con las velas
tendidas hacia un país mejor.

Cenizas Pizarnik

La noche se astilló de estrellas


mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.

Pronto nos iremos

Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.

¿Qué haré conmigo?

Porque a Ti te debo lo que soy

Pero no tengo mañana

Porque a Ti te…

La noche sufre.

Conformación del yo:


Llegada
[Poema - Texto completo.]

Nicolás Guillén

¡Aquí estamos!
La palabra nos viene húmeda de los bosques,
Y un sol enérgico nos amanece entre las venas.
El puño es fuerte
Y tiene el remo.
En el ojo profundo duermen palmeras exorbitantes.
El grito se nos sale como una gota de oro virgen.
Nuestro pie,
Duro y ancho,
Aplasta el polvo en los caminos abandonados
Y estrechos para nuestras filas.
Sabemos dónde nacen las aguas,
Y las amamos porque empujaron nuestras canoas bajo
Los cielos rojos.
Nuestro canto
Es como un músculo bajo la piel del alma,
Nuestro sencillo canto.
Traemos el humo en la mañana,
Y el fuego sobre la noche,
Y el cuchillo, como un duro pedazo de luna,
Apto para las pieles bárbaras;
Traemos los caimanes en el fango,
Y el arco que dispara nuestras ansias,
Y el cinturón del trópico,
Y el espíritu limpio.
Traemos
Nuestro rasgo al perfil definitivo de América.
¡Eh compañeros, aquí estamos!
La ciudad nos espera con sus palacios, tenues
Como panales de abejas silvestres;
Sus calles están secas como los ríos cuando no llueve en la montaña,
Y sus casas nos miran con los ojos pávidos
De las ventanas.
Los hombres antiguos nos darán leche y miel
Y nos coronarán de hojas verdes.
¡Eh, compañeros, aquí estamos!
Bajo el sol
Nuestra piel sudorosa reflejará los rostros húmedos
De los vencidos,
Y en la noche, mientras los astros ardan en la punta
De nuestras llamas,
Nuestra risa madrugará sobre los ríos y los pájaros.

Alma desnuda Storni

Soy un alma desnuda en estos versos,


Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que puede ser una amapola,


Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta


Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares,


Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla


Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera


Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve


En tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas


A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice: libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia


De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega


Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega.

Alma que suele haber como delicia


Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella,


Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella.

RIMA

(con)

Purpura Wos

Púrpura, púrpura
Veo el color en el aire
Púrpura, púrpura
Quieren que yo no sea nadie
Púrpura, púrpura
Vamo’ a seguir este baile
La danza de los que resisten bailando
Aunque quieran que no seamos nadie

Púrpura, púrpura
Veo el color en el aire
Púrpura, púrpura
Quieren que yo no sea nadie
Púrpura, púrpura
Vamo’ a seguir este baile
La danza de los que resisten bailando
Aunque quieran que no seamos nadie

Porque bailando entiendo lo que pasa


En cambio el falso amor se deshilacha
Si un día sos Dios y al otro cucaracha
La mitad te deja de querer cuando perdés la racha

Fui viajando a lo profundo de mi ser


Y cuando quise darme cuenta
Ya no estaba haciendo pie
Creo que floté o fue tanta la presión
Me parece que exploté

Parece el colmo
Justo cuando busco peras me convierto en olmo
Cuanto más vacío, cuando más compongo
Me construí mi casa entre caja y bombo

Ahí dormido respiro y resolgo


Te miro, transpiro y me odio
No estoy sobrio, eso es obvio
Dame otro sorbo ¿o acaso sobro?
¿Hace cuánto no pensamos en nosotros?

Púrpura, púrpura
Veo el color en el aire
Púrpura, púrpura
Quieren que yo no sea nadie
Púrpura, púrpura
Vamo’ a seguir este baile
La danza de los que resisten bailando
Aunque quieran que no seamos nadie

Púrpura, púrpura
Veo el color en el aire
Púrpura, púrpura
Quieren que yo no sea nadie
Púrpura, púrpura
Vamo’ a seguir este baile
La danza de los que resisten bailando
Aunque quieran que no seamos nadie

Me dejó las cicatrices


Son el mapa corporal que me recuerda lo que hice
Somos lombrices, lombrices solitarias
En la panza de este mundo de infelices

Somos clones
Clonazepam, clin, caja y dinero de a montones
Que no reacciones
Somos clones
Clonazepam, clin, caja y dinero de a montones
Que te amontones

Que vivas produciendo pa' que sigas consumiendo


No hay lugar para las emociones, lo estamos viendo
Si nuestro placer viene con bases y condiciones
¿Me están jodiendo?

Entes repletos de egoísmo


Los quiero ver cuando se enfrenten a su abismo
Si pintan paredes te parece vandalismo
Pero matan mujeres y eso a vos te da lo mismo

Na', no soy moralista, eso no es parte del artista


Descargo en la pista mi punto de vista
Hago que se desvista, se me despista
Me pide pista, hasta la vi-vi-vi-vi-vista

Me gusta contar lo que siento realmente


Así en 10 años sabré lo que pensaba a los 20
Entiendo que no sepan qué expresar
Si están viviendo mierda, ¿qué mierda van a contar?

Púrpura, púrpura
Siento el color en el aire
Púrpura, púrpura
Quieren que yo no sea nadie
Púrpura, púrpura
Vamo’ a seguir este baile
La danza de los que resisten moviendo
Aunque quieran que no seamos na', na', na', na', na'

(Sin)

Angustia segunda Nicolas guillen


Tus venas, la raíz de nuestros árboles.
 
La raíz de mi árbol, retorcida;
La raíz de mi árbol, de tu árbol,
De todos nuestros árboles,
Bebiendo sangre, húmeda de sangre,
La raíz de mi árbol, de tu árbol.
Yo la siento,
La raíz de mi árbol, de tu árbol,
De todos nuestros árboles,
La siento
Clavada en lo más hondo de mi tierra,
Clavada allí, clavada,
Arrastrándome y alzándome y hablándome,
Gritándome.
La raíz de tu árbol, de mi árbol.
En mi tierra, clavada,
Con clavos ya de hierro,
De pólvora, de piedra,
Y floreciendo en lenguas ardorosas,
Y alimentando ramas donde colgar los pájaros cansados,
Y elevando sus venas, nuestras venas,
Tus venas, la raíz de nuestros árboles.

EXPRESIÓN

Poema XX. Neruda


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.”
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

Adios Storni

Las cosas que mueren jamás resucitan,


las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!

Cuando los capullos caen de la rama


dos veces seguidas no florecerán...
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!

¡Los días que fueron, los días perdidos,


los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,


las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!
¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...
-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!...
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!


¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! ...

10 poemas al azar:

Dentro de mi Martí

Dentro de mí hay un león enfrenado:


De mi corazón he labrado sus riendas:
Tú me lo rompiste: cuando lo vi roto
Me pareció bien enfrenar a la fiera.

Antes, cual la llama que en la estera prende,


Mi cólera ardía, lucía y se apagaba:
Como del león generoso en la selva
La fiebre se enciende; lo ciega y se calma.

Pero, ya no puedes: las riendas le he puesto


Y al juicio he subido en el león a caballo:
La furia del juicio es tenaz: ya no puedes.
Dentro de mí hay un león enfrenado.

Guillén la canción del bongó

Esta es la canción del bongó:


—Aquí el que más fino sea,
responde, si llamo yo.
Unos dicen: Ahora mismo,
otros dicen: Allá voy.
Pero mi repique bronco,
pero mi profunda voz,
convoca al negro y al blanco,
que bailan el mismo son,
cueripardos y almiprietos
más de sangre que de sol,
pues quien por fuera no es de noche,
por dentro ya oscureció.
Aquí el que más fino sea,
responde, si llamo yo.

En esta tierra, mulata


de africano y español
(Santa Bárbara de un lado,
del otro lado, Changó),
siempre falta algún abuelo,
cuando no sobra algún Don
y hay títulos de Castilla
con parientes en Bondó:
Vale más callarse, amigos,
y no menear la cuestión,
porque venimos de lejos,
y andamos de dos en dos.
Aquí el que más fino sea,
responde si llamo yo.

Habrá quién llegue a insultarme,


pero no de corazón;
habrá quién me escupa en público,
cuando a solas me besó...
A ése, le digo:
—Compadre,
ya me pedirás perdón,
ya comerás de mi ajiaco,
ya me darás la razón,
ya me golpearás el cuero,
ya bailarás a mi voz,
ya pasearemos del brazo,
ya estarás donde yo estoy:
ya vendrás de abajo arriba,
¡que aquí el más alto soy yo!

Rima XLI: Tú eras el huracán y yo la alta


[Poema - Texto completo.]

Gustavo Adolfo Bécquer

Tú eras el huracán y yo la alta


torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o abatirme!…
¡No pudo ser!
Tú eras el Océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén
¡tenías que romperte o que arrancarme!…
¡No pudo ser!
hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque…
¡No pudo ser!

Siesta Girondo
Un zumbido de moscas anestesia la aldea.
El sol unta con fósforo el frente de las casas,
y en el cauce reseco de las calles que sueñan
deambula un blanco espectro vestido de caballo.
 
Penden de los balcones racimos de glicinas
que agravan el aliento sepulcral de los patios
al insinuar la duda de que acaso estén muertos
los hombres y los niños que duermen en el suelo.
 
La bondad soñolienta que trasudan las cosas
se expresa en las pupilas de un burro que trabaja
y en las ubres de madre de las cabras que pasan
con un son de cencerros que, al diluirse en la tarde,
no se sabe si aún suena o ya es sólo un recuerdo
¡Es tan real el paisaje que parece fingido!

Testamento, de Eliseo Diego


Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más
y me apocan los presagios pequeños;

habiendo llegado a este tiempo;

y como las heces del café


abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas;

habiendo llegado a este tiempo;

y perdida ya toda esperanza de


algún merecido ascenso, de
ver el manar sereno de la sombra;

y no poseyendo más que este tiempo;

no poseyendo más, en fin,


que mi memoria de las noches y
su vibrante delicadeza enorme;

no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;

decido hacer mi testamento.

Es este:
les dejo
el tiempo, todo el tiempo.
    ME SOBRA LA POESÍA ELVIRA SASTRE

Me sobró el resto
desde el primer beso.

Amor,
a mí desde que estás
me sobra amor por los cuatro puntos cardinales
de este país que no quería ser conquistado
y acabó enamorado de tu bandera.
Se me han roto las brújulas
y ahora mire donde mire
solo
estás
tú,
y un trozo de mar conjugado en futuro
y un beso en cada ola de tu marea
y varias frases cosidas a tu frente
para que leas poesía cada vez que te mires al espejo.

De igual manera
que me sobran las manos cuando no estás
y tengo demasiados latidos
para tan poco pecho
—aunque me hayas
hecho el corazón más grande que la pena—,
del mismo modo
que mis pies pierden el ritmo
cuando no van a tu casa
—el aire solo se mueve
cuando tú bailas—
y el cartero me pregunte por ti
de tanto escribirle tu nombre…

De igual manera,
me sobran las formas
y las excusas
y las palabras,
me sobra hasta el silencio
y el eco de las estaciones,
me sobra el pasado
y la tristeza
y los poemas,
me sobra la ciudad
y los enamorados que cabalgan sobre ella,
me sobran las mentiras
—menos esas que consiguen
que te quedes un ratito más—,
me sobran todos los besos llenos de tinta
y todas las palabras manchadas de saliva,
me sobra tu casa
y la mía
y las noches que duran días,
me sobra esta bendita paz
y esta ausencia de ruidos
que me has regalado,
me sobran mis dedos
y mis sueños
y mis dedos que te sueñan
y mis sueños con tus dedos,
me sobra el miedo
y los callejones
y la luz,
me sobran las huellas
porque me sobra el camino.

Desde que estás


me sobra todo lo que tengo
—me sobra hasta lo que no tengo—
porque tú me das todo.

Mi vida,
desde que estás tú
lo único que me falta
es la muerte.

Y no la echo de menos.

Los pasos lejanos Vallejo


Mi padre duerme. Su semblante augusto
figura un apacible corazón;
está ahora tan dulce...;
si hay algo en él de amargo, seré yo.

Hay soledad en el hogar; se reza;


y no hay noticias de los hijos hoy.
Mi padre se despierta, ausculta
la huída a Egipto, el restañante adiós.
Está ahora tan cerca;
si hay algo en él de lejos, seré yo.

Y mi madre pasea allá en los huertos,


saboreando un sabor ya sin sabor.
Está ahora tan suave,
tan ala, tan salida, tan amor.

Hay soledad en el hogar sin bulla,


sin noticias, sin verde, sin niñez.
Y si hay algo quebrado en esta tarde,
y que baja y que cruje,
son dos viejos caminos blancos, curvos.
Por ellos va mi corazón a pie.

Yo persigo una forma Darío

Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,


botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible de la Venus de Milo.

Adornan verdes palmas el blanco peristilo;


los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.

Y no hallo sino la palabra que huye,


la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;

y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,


el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.

Sinfonía en gris mayor Rubén Darío

El mar como un vasto cristal azogado


refleja la lámina de un cielo de zinc;
lejanas bandadas de pájaros manchan
el fondo bruñido de pálido gris.

El sol como un vidrio redondo y opaco


con paso de enfermo camina al cenit;
el viento marino descansa en la sombra
teniendo de almohada su negro clarín.

Las ondas que mueven su vientre de plomo


debajo del muelle parecen gemir.
Sentado en un cable, fumando su pipa,
está un marinero pensando en las playas
de un vago, lejano, brumoso país.

Es viejo ese lobo. Tostaron su cara


los rayos de fuego del sol del Brasil;
los recios tifones del mar de la China
le han visto bebiendo su frasco de gin.

La espuma impregnada de yodo y salitre


ha tiempo conoce su roja nariz,
sus crespos cabellos, sus bíceps de atleta,
su gorra de lona, su blusa de dril.

En medio del humo que forma el tabaco


ve el viejo el lejano, brumoso país,
adonde una tarde caliente y dorada
tendidas las velas partió el bergantín…
La siesta del trópico. El lobo se aduerme.
Ya todo lo envuelve la gama del gris.
Parece que un suave y enorme esfumino
del curvo horizonte borrara el confín.

La siesta del trópico. La vieja cigarra


ensaya su ronca guitarra senil,
y el grillo preludia un solo monótono
en la única cuerda que está en su violín.

Tú me quieres blanca, de  Alfonsina Storni


Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada .

Ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita
se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
tú me quieres blanca,
tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas


las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tú que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,


vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua:
Habla con los pájaros
y lévate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.

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