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asfixia.
El infarto
es que el viento
te hizo bolsa
sin pedir permiso
luego pides agua
y allí están esos
rostros secretos
-tierra de nadie arada
al borde-
La mitad de las palabras
se pronuncian por miedo
El dolor es un mundo oscuro
y se refleja sobre lo arrojado.
Aparece la última sílaba
que arrancaron
arañándome el cuello
Yo comía tanto
Yo lloraba tanto
La noche es furia
y no duerme
Yo lloraba tanto
Ella dijo Puta
Palpo caras
Yo lloro tanto
Espero ahuecarme
pero estoy manchada
y lloro.
¿en qué museo?
¿en qué “debajo”?
¿en qué ciudad
de agua
o arena
mojada?
El riel aprieta mi pecho
y no sé qué hacer
En todas partes
el cielo lleva el reflejo
de miles de ojos
como un paisaje de
ruego infinito
como una cruz en la
espalda
En mis manos
En los cielos
de mis manos
un resplandor
en que estoy
quemándome
en fuego eterno
Respiro poco
me veo llorando en la cama
y una disculpa
solo una disculpa
se hunde en mis costillas
Deseo la muerte.
Hazme mujer
Múgeme
Mi rojo
dentro y fuera
Comer
Solo una luz
en toda la casa
A H.H
y es la noche
la simultánea miseria
de las alas de un insecto
y lo intacto de un cielo.
Si te pregunto del escondite ese parecido a todo el dolor del mundo Taco aguja desfasando
la portada la tierra la luz de la ciudad que se hunde donde todo es blanco y negro La pieza
mordisqueada por un grito amujerado me comió la comió
De nuestro baile de niño huérfano
No es el amor es esta enfermedad de virgen señalando la partida
de lo inexistente Fugaz en posición de rana o perrito inmóvil el precipicio del VIH es un
fragmento la sílaba de una palabra que nos esconden
Era su imagen, el mar estaba a sus pies temblando, buscando el angosto color de un nombre
que él no conoce.
Decir un nombre y no saber qué es eso, ese sonido, esas líneas parecidas a una imagen que
se esconde o se recuesta hasta no verse en la oscuridad del silencio. Mirar o decir de nuevo
un nombre lleno de espejos que se deja atravesar hasta abandonarse y romperse. Muros,
desde entonces no me sentiría solo.
Cada vez que algo se acerca dejo caer mis manos a un paisaje invisible. Una voz dice que
nunca dijo algo de sí misma, dice que no sabe su nombre, dice que no sabe lo que es una
voz. Accesos que se derrumban sin dejar entrar a nadie, ojos apretados miran todo.
Pero hoy en día su entrada a la muerte es inminente para que nunca se vieran o vieran sus
ojos en los ojos de otros sin ojos. Pero hoy en día los labios de muerte sin sangre abren
palabras aplastadas por huesos de hace veinte años atrás. Uno escribe y desaparece lo
escrito desde el primer momento. Unos escriben, pero gritan el silencio escrito en las calles.
Unos escriben caminando con botas de fuego en las calles infestadas por humos que se
unen y terminan en líneas de otros escritos. Si la propia muerte es su negativo y la tela que
masajea a ras de la barbilla no baja de otro color es la ceniza. Vírgenes ultrajadas,
Vírgenes con pañuelos verdes que flamean, Vírgenes con incandescencia en sus
gritos ahogados, el texto no existe y su luz terrible incinera esta ruina. Nada se asemeja a
nada. La gente grita, y son los mismos gritos carroñeros, los mismos gritos enfermos de un
lenguaje que no existe si no es gritado.
No me cabe duda que esos ojos negros, mojados por la confusión, caerán como la noche.
Sin embargo, estaremos felices por ello, pintarrajeados hasta más no poder, con la voz antes
enterrada. No cerraremos la puerta ni las ventanas. Dejaremos que las horas pasen y
gritaremos en el toque de queda que no nos toca. Estaremos acostumbrados al ruido o al
silencio y sentiremos la necesidad de patear al paco y al milico, con la frente
profundamente abierta, pero en alto, hechos trizas, sin miedo.
Mi país es culpable de las erecciones que escondo cuando veo niños lindos. Mi país como
primera ley tiene que el amor es otro. Mi país ha sido tomado por antiguas melodías. Mi
país es una escuela que bombardean en otro lugar al que nunca he ido. Mi país tiene
borrones rojos que esconde por vergüenza. Mi país está dividido en dos partes, los que
tienen muy poco y los que tienen mucho. Mi país ha intentado cortar las raíces de un
lenguaje casi desconocido. Mi país es el responsable de todos estos cortecitos en mis
piernas. Mi país tiene muchos nombres, pero es huacho. A mi país lo manipulan y mi
madre llora por las erecciones que escondo. Mi país es una noche que se expande. Mi país
es el miedo que tengo por no volver a verte nunca más. Mi país tiene desaparecidos con el
nombre N.N o países. Mi país arde cuando estoy desnudo junto a otro cuerpo igual al mío.
Mi país me pega cuando digo marichiweu porque lo avergüenzo de mil y una formas. Mi
país sobrevive como país en los corazones de los que gritan en las calles hechos pedazos.
Mi país desaparece a veces, y yo me miro al espejo toda fea. Mi país le pega a las amorosas
abandonadas que se suben a los autos en las noches. Mi país grita que está enfermo como
yo. Mi país cuelga de mi boca como baba. Mi país tiene los ojos rojos y está lleno de
piedritas en las llagas de las manos. Mi país es lindo y no sé como acostumbrarme, que al
decir tu nombre mi dolor sea más frágil que nunca. Mi país es uno y a veces llora.
Esa tarde en que la lluvia era mil espejos en los bordes de la retina de alguien.
Y nuevamente la belleza de una imagen repetida por días, repetida en otras tardes y otras
lluvias que al fin y al cabo son la misma lluvia abierta como un océano. La ciudad afuera
adherida por papeles agolpados que se hinchan por la lluvia de esos sonidos de protesta.
Descubrí, cuando crucé una puerta notoriamente desviada de lo que la sostiene, el edificio
que se extiende casi invisible, como si permaneciera conectado por el espejo transitorio de
mis sueños. Señalé mi estómago descubierto y exprimí el agujero de perdigón para ver lo
de dentro, la sangre que salía, luego observé a muchas personas enojadas gritando sílabas
terribles contra el cielo y pensé: ¿Es este el lenguaje del amor? Mis nudillos se dilatan y
nuevamente la lluvia pide ser vista desde acá abajo.
Su agonía apenas se asoma, como toda una malparida. Su agonía apenas se asoma,
agónica.
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tengo el pequeño sonido de una mano que jamás quise / tengo rotos los espejos que antes
besaba / ¿quieres bailar? me dijo y le respondí: cómo puedo hacerlo sin parecer tan frágil.
hacia un lado recordé esas formas / las malditas formas del cielo / las malditas que vi
luego de llorar
HACE un mes que la navaja es necesidad HACE un mes que la πel no es necesaria HACE
un mes que no he podido escribir un poema HACE un mes HACE un mes / que ya ni me
importa
Pude haberte dicho todo eso que escribía en las libretitas luego de frotar nuestras πeles
Pude construir una noche linda como las llamas de una iglesia Pude buscar la palabra el
signo pero lo rompí todo todo lo rompí hasta que ni πel me queda porque los bichitos se la
llevaron luego del NO NO NO que alimentaba mis golpes
Me rapé la cabeza
Me mudaron
y afuera
afuera
el cielo era tan
HERMOSO
Ya ves, como un mantra quiero calar tu cuerpo, como una bandada de chincoles quiero
surcar el cielo roto de tu πel, con todo bien abierto, y si es necesario sangrar hasta llorar. Ya
ves, como un feto te amo, bailando solo, ciego y mudo. Ya ves, mi trino es lento como la
muerte que divaga profunda en esta habitación buscando agua. Ya ves, ves que yo no te veo
ni conozco el olor de tu perfume, el baile de tus ojitos lindos al brillar en alguna Disco. Ya
ves, te pienso y no sé nada de tu existencia cuando toco mis partes íntimas en este encierro.
El amor de Dios
son las manchitas
que vi alguna vez
en el cielo
de la ventana
SEPPUKU
Es tan estimulante
sentirte de tantas maneras diferentes
mientras no pienso en tu inexistencia
HARAKIRI
Es tan rico
percibir de tantas maneras
la cópula que me inventé contigo
mientras no se me pasa por la cabeza
que quizás tú
jamás has existido
¿podré parir un AV
irregular / infinita?
sumo todos los sonidos
y llego al silencio
de un poema
La desaparición en que nos vimos expuestos
afuera de tu casa
(No me querías hacer sentir mal y lo sabía)
Mientras tú preparabas
todo el discurso
que pararía
mi babeo por ti
yo me escondía en la capucha
del polerón que llevaba
puesto esa noche
Siempre tú con la pose que me gustaba tanto, lejana, fría; y yo escondiendo mi mariconería
que se veía por todos lados, decorándome con pequeños sonidos de nerviosismo. Te veías
tan hermoso, pero el miedo de que tu mamá nos viera juntos era más grande.
Bonito mío, huachito sin vergüenza
Dime, como decidiste hacer que tu madre se derritiera y que nos besemos esta noche frágil.
Tú, nombrecito mentiroso, falso.
Estoy llorando porque todos somos quiltros y el país se nos viene encima como un padre
violador.
Uno deambula en su propia lengua, es su
laberinto y su casa.
Héctor Hernández Montecinos
Buenas Noches Luciérnagas
Dejé caer algunos de los límites de mi vergüenza en las noches en que estuvimos cerca de
tu casa. Solitas hablábamos en nuestro lenguaje de víctima y victimario, todas encendidas,
como una cicatriz larga parecida a un país al que no quiero pertenecer. Tuve la sensación de
haberte dicho mi amor esa noche, la del reencuentro, de haberte dicho mi amor con toda la
mancha de mi cuerpo. Los territorios de tus ojos me eran parecidos a las manchas que vi
cuando era niño en el cielo, cuando las vi las confundí con Dios, ahora creo que siempre
fue algún tipo de amor.
Ángeles con los torsos desnudos me bailaban, todos apretaditos en una noche morada.
Ni aquí dentro
aunque se me permita bailar
la pregunta siempre es
si sobreviviremos
Es difícil este
“Me siento solo en la noche”
y escribir borrando en el cielo
es la única manera que tengo
de mi fragilidad
Yo no entiendo
ni el código ni el triunfo
que se fuerza uniendo los jadeos
revolucionarios de mis nuevos amigos
Y si tengo frío
me arrepentiré
del abanico
con que me abandonaste