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Prevención y medicina complementaria

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DESDE las PLANTAS y sus ESENCIAS DESTILADAS

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Cuando veo los titulares con
predicciones desastrosas para Puerto
Rico, mi primera reacción es pensar en
todos los recursos botánicos que
heredamos. ¡Huérfanos no somos!
Cada boricua que vive hoy debe su vida
a los abuelos y abuelas que
sobrevivieron la cólera del 1855-56, la
gripe española del 1918, hambrunas de
la Depresión y tantos otros retos de
salud asociados a los virus, las
bacterias, los parásitos y otros factores
vitales. Aquí estamos, gracias en gran
parte a sus conocimientos sobre las
yerbas y árboles cuyos compuestos
medicinales eran la única alternativa.
Propongo que retomemos el hilo
cultural que nos une a nuestra historia
de colaboración con las plantas del
entorno antillano. Conozcamos más
plantas y practiquemos más técnicas,
más recursos para lo que venga. Desde la seguridad de nuestros hogares,
transformemos un virus amenazante en un aliado para desarrollar y profundizar nuestra
sabiduría del bienestar. Quizás descubramos que participar de esta tradición de
medicina botánica es educativo, entretenido y útil para todas las edades . . . y todos los
tiempos.

Quisiera compartir una mirada a las esencias aromáticas de las plantas que, una vez
sean destiladas, se conocen como sus aceites esenciales. Hoy conocemos el arte de
utilizar estas esencias como la aromaterapia.

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Muchas de las plantas más reconocidas a nivel
mundial por su poder antiviral ̶ y la modalidad
de aplicarlas como aromaterapia ̶ son parte de
nuestra tradición de medicina botánica. Tod@s
tenemos en nuestro botiquín un alcoholado a
base del aceite esencial de malagueta o un
frasquito de aceite esencial de eucalipto, menta,
romero, lavanda o melaleuca (tea tree). Si no,
pues no faltará el pomo de Vicks VapoRub®, que
contiene los aceites esenciales de alcanfor,
menta, eucalipto, cedro, nuez moscada, tomillo y
trementina. Todos estos aceites (como también
el de clavo, limón, limoncillo, malagueta,
eucalipto, citronela, canela, enebro, pino y
albahaca, entre otros) son de comprobada
acción antiviral.

Centenares de estudios resaltan las propiedades


antivirales de estos aceites esenciales (contra
influenzas, coxsackievirus, SARS y otros coronavirus, poliovirus, herpes y otros)
especialmente en sus primeras etapas. Mientras eliminan e interfieren con la replicación
de los virus en nuestras células, también son inmunoestimulantes comprobados. Por su
complejidad, es difícil que los patógenos desarrollen resistencia a estos aceites. Por esta
y otras razones, tienen mucho potencial como alternativa y/o complemento a los
fármacos sintéticos.

Los aceites esenciales son extractos muy concentrados, destilados desde hace 4,000
años en serpentinas de alambiques o (en el caso de los cítricos, exprimidos de las
cáscaras). Los que conocemos como anti-virales funcionan de varias maneras.

Por ejemplo, el hesperidín (compuesto concentrado en el aceite esencial de la cáscara de


las frutas cítricas) evita que los virus se peguen a los receptores de proteína de nuestras
células (que de otra manera serían céluas anfitrionas). Algunos aceites esenciales son
especialmente efectivos al desactivar los virus en el aire (romero, pino, enebro, alcanfor,
melaleuca, canela, clavo, tomillo, menta, franquincienso y orégano). Muchos aceites
esenciales funcionan al cohibir el desarrollo y replicación de los virus o al estimular
nuestro sistema inmunológico. Algunos de éstos aumentan la producción de las células
blancas que literalmente consumen las células infectadas con el virus. Por ejemplo, este
fenómeno, conocido como la fagocitosis, está promovido por los aceites esenciales de
clavo, canela, eucalipto y malagueta (por su alto contenido de eugenol), y por los de
citronela, limoncillo y geranio (por su alto contenido de citral o geraniol).

Hablando de eugenol y citral/geraniol, ¡recordemos juntos! Nuestros abuel@s se


tomaban teses de cáscara de china con clavos y con canela para combatir la influenza o
gripe (monga). Durante los 1980s, llegué a ver espirales de estas cáscaras guindando de

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simples tendedores de cabuya en cocinas de Carolina, Loíza y Mayagüez. También
documentamos el uso de decocciones de limón partido (con toda y cáscara) para tomar
como teses y en gárgaras para combatir estas enfermedades. En teses, se tomaba el
limón partido solo y con otras plantas; para las gárgaras, se usaba la decocción del limón
partido con sal, bicarbonato de sodio u otras plantas.

Cuando los primeros europeos se lanzaron a buscar “especias” en el nuevo mundo, la


prioridad de su búsqueda botánica eran las resinas, cortezas, maderas, raíces, hojas,
semillas y flores de las plantas (árboles y yerbas) aromáticas. La palabra “especias” no
hace justicia a la verdad. Aunque esta palabra nos comunica lo medicinal que son las
especias que usamos hasta el día de hoy, más que sazón, los europeos buscaban
medicina. Y gran parte de esta medicina fue destinada a ser procesada y vendida como
aceites esenciales.

De hecho, antes del descubrimiento de la penicilina, los aceites esenciales de nuestro


mundo botánico fueron utilizadas en clínicas, quirófanos y asilos alrededor del planeta.
Eran los antibióticos/antivirales más confiables y comunes.

En su libro El Hospital de Puerto Rico, S. Arana Soto documenta la vida de nuestros


hospitales desde el siglo 19. Este libro fascinante incluye largos inventarios de aceites
(azeytes) esenciales como los de ajenjo, alcanfor, alhucema (lavanda), canela, clavo,
enebro, limón, menta, romero, ruda, saúco blanco (Sambucus spp.) y muchos más; todos
reconocidos hoy por su poder antibacteriano, fungicida, inmunoestimulante o/y antiviral.

Los aceites esenciales nos acompañan desde hace más de 4,000 años, y hoy son
extremadamente útiles como medicina complementaria, especialmente para la vida
familiar en nuestros hogares y lugares de trabajo. Mientras minimizamos el contacto
social y usamos mascaritas para proteger a los demás, podemos beneficiarnos del poder
preventivo y curativo de estas esencias de varias maneras:

Usar una gota de aceite antiviral sobre la máscarita o asperjar aceite esencial
diluido en agua con un poco de vinagre o alcohol sobre la mascarita para
apoyar y amenizar la respiración, subir el ánimo y potenciar la inmunidad.
Asperjar o usar difusores en el hogar y en nuestros lugares de trabajo. (Los
difusores vienen muy económicos con un pocito de agua sobre una vela; también
vienen enchufables para todos los presupuestos.) La introducción de aceites
esenciales viricidas en los trabajos y espacios públicos representaría una GRAN
aportación salubrista.
Embadurnarnos con esencias diluidas (a razón de unos 10 a 30 gotas por onza)
usando como base nuestros aceites y cremas corporales. Así la esencia medicinal
llega a los capilares y a la sangre mediante los poros de la piel, nuestro órgano
respiratorio más grande. ¡NO en la cara! Sí, debajo de la ropa. Para el resultado
más terapéutico, rebajar las esencias aromáticas en aceites y cremas puramente
botánicos (sin aceite mineral, petrolatum, etc.).

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Varias veces al día, aplicar par de gotas directamente sobre la planta de los
pies, donde tenemos los poros hasta 50 veces más grandes (y receptivos) que en
otras partes de cuerpo. O simplemente aplicar una gota dentro de cada fosa
nasal (sin diluir, eucalipto y lavanda normalmente no queman esos delicados
tejidos; usar los demás diluidos).
Asperjar aceite esencial diluido sobre bufandas, otras prendas de ropa, las
“falditas” de los angelitos de ajo y en nuestros carros para purificar y alegrar el aire
a nuestro alrededor.
Echar una gota de aceite esencial de china, limón o clavo en sus bebidas
calientes. Aunque la tradición europea incluye el consumo de aceites esenciales
por boca, esta práctica (más de 5 gotas en un día) podría ser estresante para el
hígado y afectar negativamente la flora intestinal. Dicho esto, sepamos que gran
parte de los “sabores naturales” agregados a nuestros alimentos y bebidas son, en
efecto, aceites esenciales.

No importa cómo decides aplicarlos, los aceites esenciales antivirales crean una
atmósfera hostil para los patógenos mientras nos apoyan la respiración y potencian el
sistema inmunológico. Y la mayoría (especialmente los cítricos, las mentas -incluyendo
las albahacas, la malagueta, el enebro y el franquincienso, por su acción antidepresiva)
nos suben el ánimo de manera notable.

Ahora bien, NO CONFUNDAMOS los ACEITES ESENCIALES con las FRAGANCIAS, y no


confundamos los difusores de fragancias con los diseñados para aceites
esenciales. Las FRAGANCIAS SON IMITACIONES SINTÉTICAS (derivadas del petróleo)
para dar olor. NO tienen valor terapéutico. Los aceites esenciales, sí.

Los aceites esenciales de calidad SIEMPRE vienen en cristal oscuro, incluyen los nombres
científicos de las plantas utilizadas y deben tener un gotero integrado. Huelen a plantas,
y sus precios reflejan la abundancia de cada planta, su método de cosecha, su
concentración, las condiciones agrícolas y otros factores socio-políticos a nivel mundial.
Si te presentan una línea de “esencias” y todas valen lo mismo —o simplemente no
huelen a la planta nombrada— probablemente sean perfumes (fragancias) sintéticos.

NO propongo el uso de los aceites esenciales para darnos un sentido de inmunidad


sino para alegrar los espacios compartidos, facilitar la respiración, aliviar la tos y
fortalecer nuestro sistema inmunológico. Con ellos podemos crear entornos en donde
los virus no prosperen y no padezcamos los síntomas.

Ya que las condiciones están propicias y los alambiques del país están en desuso por seis
meses al año, espero que Borinquen vuelva pronto a producir aceites esenciales
(comenzando con el de malagueta) para el mundo entero.

Mientras tanto, rebusquemos en nuestros botiquines para comenzar a experimentar


desde ahora. Y cuando podamos salir a comprar, además de nuestras tiendas de
productos naturales, tenemos a Marisel Herbal en la Calle de la Resistencia (Fortaleza)

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#306 del Viejo San Juan, y otras personas de profundo conocimiento vendiendo aceites
esenciales de primera calidad a través de la isla grande:

Young Living: amandarosaalvarado@gmail.com; DoTerra: aromasalegres@gmail.com,


Wilfredo de Añasco: naturalboypr@gmail.com y otras. Apoyémoslas.

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Referencias y recursos recomendados

Benedetti, María (2019) Árboles Nuestros para la Supervivencia. BotaniCultura, Puerto


Rico. ISBN: 978-0-9633440-7-6. Una exploración de colaboraciones centenarias entre los
árboles nativos de la región caribeño y sus pueblos humanos. Enfatiza en usos prácticos,
medicina, etc. Incluye documentación de estudios fitoquímicos.

Buhner, Stephen Harrod (2013) Herbal Antivirals: Natural remedies for emerging and
resistant viral infections. Storey Publishing: ISBN: 978-1-61212-160-4. Harrod buhner es
un gran investigador y practicante de la medicina botánica. Este libro (y otros de su
autoría como Herbal Antibiotics, Healing Lyme Disease Coinfections: Complementary and
Holistic Treatment for Bartolnella and Mycoplasma, Herbs for Hepatitis C, etc.) son
referencias de rigor para profesionales de la salud y otras personas interesadas en la
salud integral.

Davis, Patricia (1993): Aromaterapia de la A a la Z. Plus Vitae, España: ISBN: 84-7640-643-


6. La autora es una autoridad con mucha experiencia propia. El libro aborda no sólo los
aceites sino las plantas en su forma íntegra.

Lawless, Julia: The Illustrated Encyclopedida of Essential Oils. (1995) Element Books,
Rockport, Maine. ISBN: 1-85230-721-8. Este libro ilustrado enfatiza las propiedades
bioquímicas de las plantas, con una sección sobre la historia del uso de los aceites
esenciales.

Keville, Kathi y Mindy Green (1995): Aromatherapy: A complete guide to the healing art.
The Crossing Press, Freedom, California. ISBN: 0-89594-692-0. Las apasionadas autoras
comparten una gran riqueza de conocimiento empírico. Incluye recetas culinarias, tablas
de uso y más.

Kumara Swamy, Mallapa, Mod Sayeed Akhtar y Uma Rani Sinniah (2016)
Antimicrobial Properties of Plant Essential oils against Human Pathogens and their Mode of
Action: An Updated Review. Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine
2016:3012462. OJO: Este artículo cita 166 estudios publicados en revistas incluyendo
Journal of Food Science, Medical Mycology, International Journal of Biosciences, Journal of
Bioscience and Biotechnology, Journal of Applied Pharmaceutical Science and Journal of
Agricultural y Food Chemistry, entre muchos otros.

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Nazario, Gladys M. (2013) Conceptos de la etnobotánica a través del tiempo: Relaciones
viejas y nuevas del ser humano con las plantas. Publicaciones Botanikas, San Juan, Puerto
Rico. ISBN: 978-0-615-68298-3. Este texto ilustrado explora la utilidad de gran diversidad
de plantas e inspira un sentido de nuestra gran deuda con el reino vegetal como
estímulo y sostén de nuestra supervivencia y evolución.

TRAMIL: Germosén Robineau, ed (2014) Farmacopea vegetal caribeña tercera edición


ampliada y actualizada. ISBN: 978-607-7823-21-6. Los trabajos de TRAMIL presentan
datos recogidos por universidades y ONGs directamente de poblaciones caribeñas. Los
datos folclóricos son corroborados por una red internacional de laboratorios. TRAMIL
publica desde las dos perspectivas con recomendaciones y caveats.

Young, D. Gary, ND y Ronald M. Lawrence MD, PhD (2003): Essential Oils Integrative
Medical Guide: Building immunity, increasing longevity and enhancing mental performance
with therapeutic grade essential oils. Essential Science Publishing,
www.essentialscience.net. ISBN: 0-943685-34-6. Este libro es un estudio serio y completo
que no debe faltar en nuestras bibliotecas familiares.

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