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Ardiendo para Dios. Duewel Wesley G
Ardiendo para Dios. Duewel Wesley G
WESLEY L. DUEWEL
PRÓLOGO
Robert E. Coleman
A TI QUE ME LEES
Este libro es para todo líder cristiano: pastor, laico, profesor de escuela dominical o
Biblia, líder del grupo de jóvenes, misionero o líder de la causa de Dios en general. No es un
manual que enseñe el ‘cómo’ aunque contiene muchas sugerencias prácticas para el
liderazgo, sino que es un libro sobre la dinámica espiritual de tu liderazgo.
¿Cómo puedes ser más persona de Dios? ¿Cómo puedes tener más del sello y poder de
Dios en tu liderazgo? La radiantez de Dios en tu vida; la unción de Dios en tu liderazgo; el
amor quemante por Cristo, la iglesia y los perdidos; tu impresionante responsabilidad de
rendir cuenta por ser líder espiritual; tu vida de oración como líder —éstos son todos temas
de significado decisivo final para ti—. Ltdo de tapa a tapa; vas a querer leerlo una y otra vez.
Quizás este libro te plantee un reto y te pongas de rodillas a medida que lo vas leyendo,
como me pasó mientras lo escribía. He captado una visión de lo que Dios quiere hacer por ti
y por mi. Escribo —no en calidad de maestro de todo lo que procuro compartir contigo—
sino como colega del peregrinaje en pos del supremo bien espiritual de Dios.
Tú y yo no somos dignos de conducir o enseñar al pueblo de Dios. De todos modos, El
nos ha elegido para que Le representemos y espera otorgarnos toda la suficiencia que
necesitamos. El anhela tanto llenamos con Su Espíritu Santo para que no nos limitemos a
estar en llamas sino ardiendo por Dios.
Wesley L. Duewel
I. ¡PUEDES ARDER!
Ardiendo para Dios! ¡Tu manera de ser tan bañada por la presencia y belleza del Señor
que las demás personas intuyen que Dios está contigo! La mano de Dios tan claramente
evidente en tu vida y liderazgo que se advierte el poder y la autoridad que reposan en ti con
santidad y paz! El Espíritu Santo que te unge repetidamente para que desempeñes tus
obligaciones diarias y tus actividades de dirigente! Dios te quiere como líder que arde
verdaderamente con Su Espíritu Santo, seas ordenado o laico.
¿Has estado anhelando que el Espíritu Santo te toque más, que Dios ponga con más poder
Su mano sobre ti, sellando tu liderazgo y toda tu vida? ¿Has sentido que Dios debe tener
disponible más unción de Su Espíritu Santo para ti que la que has experimentado
habitualmente?
Cuando lees los relatos de la forma en que Dios usó, tan poderosamente, a hombres como
Wesley, Whitefield, Finney y Moody, ¿deseas que esas obras divinas fueran más comunes en
los líderes cristianos de hoy? ¿Has ansiado tener el fuego del Espíritu Santo en forma más
evidente: que toque tus labios cuando hablas, tu corazón cuando oras y que agregue esa
bendición “extra” de Dios a tu liderazgo? ¡Regocíjate! Dios te concedió ese deseo.
El tiene una nueva dimensión de capacitación divina disponible para cada líder cristiano,
incluyéndote a ti. Dios anhela demostrarte que El está más cerda de ti de lo que tú te das
cuenta. El te ha escogido y conducido para Su propio propósito. Dios quiere hacer nuevas
cosas a través de ti y tu ministerio.
Tú eres una persona que Dios quiere usar más y más para Su gloria, en un sentido en que
tú, con toda probabilidad, te consideras totalmente indigno. Tú sabes que no eres en absoluto
especial. Apenas si te concibes como hombre de Dios o mujer de Dios pero él quiere usarte
en forma especial. Tú eres importante para El; Dios te necesita y quiere probarte lo que El
puede hacer a través de tu vida y liderazgo. Dios quiere que te enciendas con Su amor, Su
Espíritu Santo y Su poder Puedes arder por Dios
Dios prefirió usar el fuego como símbolo del Espíritu Santo para ayudamos a entender lo
que El anhela hacer por nosotros. El quiere que Sus líderes ardan por El, que estén
encendidos por la manifiesta presencia del Espíritu Santo, en llamas con Su gloria. El quiere
que esta capacidad sagrada te caracterice como uno elegido y nombrado por El.
Gran parte del contenido de este libro puede bendecir a cualquiera que esté hambriento de
Dios —hambriento de ser más usado por Dios—, y será usado especialmente por Dios para
ayudar a todos ustedes, los líderes cristianos, sea que sirvan tiempo completo o que dirijan
grupos de cristianos dentro de una iglesia en particular. Cualquiera que sea tu posición de
líder: pastor, anciano, presbítero, diácono, misionero, líder de algún ministerio cristiano, Dios
quiere que seas una llama ardiente. Maestro o maestra de escuela dominical, líder laico, líder
de grupos de oración, ustedes también pueden arder para Dios.
El liderazgo cristiano exige el óptimo espiritual de parte de nosotros y mucho más. Su
toque sobrenatural que da poder debe agregarse a nuestro óptimo. Debemos ofrecer lo mejor
de nosotros mismos y luego esperar que Dios añada Su fuego sagrado. Nuestro óptimo nunca
basta. Constantemente necesitamos ese toque extra de Dios. Necesitamos Su fuego.
Necesitamos más que habilidad y destreza para servir a Dios. Necesitamos la manifiesta
presencia de Dios, la conciencia y evidencia del toque especial de Dios en nosotros. No
confiemos en nuestro conocimiento, preparación y experiencia sino confiemos en ese toque
de Dios que nos transforma a lo supremo y óptimo a cada uno de nosotros. Spurgeon insistía
“necesitamos la unción espiritual extraordinaria, no el poder intelectual extraordinario”.
No nos satisfacemos con ser fieles; deseamos profundamente el reconocimiento especial
de Dios sobre nuestra fidelidad. No nos satisfacemos con trabajar mucho y fuerte sino que
esperamos en Dios para que otorgue poder a nuestros más fervientes esfuerzos. Procuramos
algo más que estar muy atareado, y buscamos la evidencia de que Dios nos está usando.
Dios te creó para ser llenado con y ungido por Su Espíritu Santo. Esa llenura completa tu
personalidad, te capacita para ser como Cristo y radiante con la presencia de Dios; y hace que
tu servicio sea guiado por el Espíritu, facultado por el Espíritu y tisado a plena capacidad por
Dios.
Como líder cristiano saludable nunca puedes darte por satisfecho sin esa plenitud, esa
condición divinamente impartida de ser como Cristo, y esa capacitación transformadora que
te hace tomar conciencia deque Dios te está usando para Su propósito y gloria. Ningún líder
cristiano puede estar completa y continuamente satisfecho en su ministerio sin esa
capacitación divina: el resplandor, el fuego y el poder del Espíritu Santo deben estar
presentes en nosotros y activos por medio de nosotros.
Es hermoso y desafiante contemplar una vida que arde por Dios, es inspiradora para el
prójimo a quien imparte fe para creer la obra de Dios en las vidas de sus seres amados y las
situaciones que les conciernen; les da confianza en que
Dios responderá la oración, y hará que las otras personas se acerquen a Dios y le obedezcan.
Una vida en llamas siempre es una bendición mucho mayor que la misma vida carente de la
llama del Espíritu Santo.
Jesús dijo de Juan el Bautista: “El era antorcha que ardía y alumbraba” (Juan 5:35). El
evangelista más grande que haya conocido la China, Juan Sung, era calificado como “la
llama viviente del celo evangélico”. Ha habido una y otra vez cristianos tan llenos del
Espíritu, y tan usados por Dios, que los hermanos con discernimiento se han referido a ellos
diciendo que “arde para Dios”, “arde con el Espíritu de Dios”, “siervo ardiente de Dios”,
“líder bautizado en fuego”, u otros calificativos semejantes. Los que mejor te conocen, esos a
quienes diriges: ¿hablan así de ti, en esos términos?
Spurgeon hablaba de la necesidad de contar con líderes “que vivan solamente para Cristo
y no desean nada que no sea oportunidades para promover Su gloria, extender Su verdad,
ganar por Su poder a quienes Jesús ha redimido por medio de Su preciosa sangre...
Necesitamos hombres al rojo vivo, que fulguren con intenso calor; hombres a los cuales no
puedas acercarte sin sentir que tu corazón se calienta; hombres que se abren paso ardiendo
por Dios en todos los trabajos, hasta llegar, directamente, a la obra deseada; hombres
lanzados por la mano de Jehová como si fueran truenos que explotan, abriéndose paso a
través de todo lo que se les opone, hasta llegar al blanco hacia el cual estaban apuntados;
hombres propulsados por la Omnipotencia”.
David Brainerd, el valiente misionero intercesor que trabajó con los indios
norteamericanos, exclamaba: “¡Oh, que yo pueda ser fuego abrasador al servicio del Señor!
Heme aquí, Señor, mándame; envíame a los confines de la tierra... sácame de todo eso que es
llamado comodidad terrenal; envíame hasta la misma muerte si es en Tu servicio y para
expandir Tu reino”.
Dios eligió el fuego para que fuera el primer y más importante símbolo continuo que
manifiesta Su presencia. En todo el período del Antiguo Testamento Su Shekinah (gloria)
ígneo resplandor milagroso demostraba constantemente Su presencia, guía, liderazgo,
intervención y sello de aprobación. En el período del Nuevo Testamento el Espíritu Santo es
la manifestación de la Shekinah. Israel perdió la Shekinah de Dios cuando los llevaron en
cautiverio, y ésta no les fue restaurada hasta su retomo visible en Pentecostés, habiéndose
transformado de haber sido, primordialmente, la presencia de Dios en un lugar a ser Su
presencia en Su mismo pueblo. Su visibilidad fue transitoria en Pentecostés pero su realidad
es permanente en aquellos que son llenos del Espíritu Santo.
Jesús quería que todos Sus discípulos fueran bautizados con el Espíritu Santo y el fuego
(Mateo 3:11; Lucas 3:16). Jesús desea que cada uno de nosotros sea tan lleno del Espíritu
Santo que nuestra naturaleza más íntima sea limpiada como por fuego, y nuestra vida hecha
radiante, llenada con poder y celo dados del Espíritu, y en llamas con la Shekinah (gloria) de
Dios.
La Shekinah (gloria) del Espíritu Santo, Su santa llama es para todos nosotros los
creyentes en esta dispensación de la gracia, es para embellecemos con una manera de ser
santa, hacemos de refulgente disposición y fructífera vida. Esta es la norma de Dios en el
Nuevo Testamento para Sus hijos e hijas pero cuánto más debería ser característica de todos
los líderes de la iglesia de Cristo!
Cada líder cristiano debe ser un ejemplo, y prueba visible de la norma de Cristo, de una
vida llena del Espíritu Santo. Como líder debes mantener tu estatura espiritual, persistencia y
fervor, y estar tan marcado por el sello del Espíritu Santo de Dios que aquellos a quienes tú
diriges agradezcan a Dios por tu liderazgo. Ellos deben ser motivados a aceptar y seguir de
todo corazón tu liderazgo siendo llevados, consciente e inconscientemente, más cerca de Dios
por tu dirección.
Todos nosotros, los líderes cristianos, anhelamos ser mas usados por Dios, más marcados
por el sello de Dios en nuestras vidas y ministerios. Sé valiente y anímate. Dios satisfará ese
anhelo tuyo. Puedes arder hoy por Dios más que nunca.
Oh, desde lo alto Vos vinisteis
A impartir el puro fuego célico;
Enciende una llama de sacro amor
En el mísero altar de mi corazón.
Charles Wesley
II. EL ESPIRITU SANTO TE HARA ARDER
Lucas 12:49
Aunque no todos los comentaristas de las Escrituras están de acuerdo respecto del
significado de este fuego que Cristo tanto ansiaba que llegara, que en el decursar de los
siglos, una plétora de hombres famosos y eruditos líderes de la iglesia consideran esa
expresión del Señor como una referencia, directa o indirecta al poderoso ministerio del
Espíritu Santo.1
El celo por cumplir el propósito de Dios Padre ardía en Jesús corno un fuego inextinguible
que indicaba ‘una ardiente aptitud para hacer toda la voluntad del Padre aunque ésta costara
Su propia sangre”. Nuestro Salvador de corazón ardiente debiera tener discípulos con
corazones semejantes.
El obispo Williani Quayle decía al referirse a un líder que “está en el centro de un círculo
bordeado enteramente por fuego. La gloria lo envuelve. El líder es un prisionero de la
(Traducción libre)
Dios dijo a Jeremías: “He aquí yo pongo mis palabras en tu boca por fuego” (Jeremías
5:14). En esa ocasión Dios se
refería al fuego del juicio pero, en forma similar, Dios hace que nuestras palabras quemen,
para que Su pueblo pueda encenderse con santo amor, celo y obediencia.
Cuando el Espíritu Santo enciende nuestro corazón, hará que se enciendan nuestras
palabras cual hoguera. Cuando nuestra manera de ser está encendida por el compromiso a
Cristo, y tenemos la ardiente visión de lo que El se propone hacer por nosotros, todo nuestro
liderazgo se revive y vibra con poder.
Debemos mantener nuestra consagración constantemente, así como los sacerdotes
mantenían el fuego del altar del templo. Dios honra cuando buscamos repetidamente las oca-
siones para renovar nuestro compromiso, confesar nuestra total dependencia de El, y
adueñamos e implorar de nuevo el ministerio de su bondadoso Espíritu Santo dentro de y a
través de nosotros. Acotemos más plenamente este ministerio de fuego del Espíritu.
El te da poder con Su ígnea energía divina. El fuego de Dios habla también de Su divina
energía constantemente lista para dar poder a los Suyos, que estén totalmente entregados a él.
Cristo desea que todo el ígneo ministerio del Espíritu Santo sea activo en tu vida: “Fuego
vine a echar en la tierra” (Lucas 12:49). El encendió la santa llama de Dios en los corazones
de Sus seguidores cuando empezó Su ministerio terrenal; pero sabía que necesitaban más del
Espíritu Santo. El fuego interior del Espíritu enciende con Su divina presencia a la persona
llenada del Espíritu.
El día de Pentecostés pudo verse que el Espíritu Santo descendía en forma de santa llama
sobre los hombres y mujeres reunidos en el aposento alto. Dotados de poder por el Espíritu
Santo empezaron a esparcir el santo fuego de Dios ese mismo día. Durante décadas el fuego
del Espíritu Santo siguió ardiendo y esparciéndose. La persecución no pudo sofocar el fuego
de ellos sino que sólo sirvió para soplar las llamas; Pentecostés prendió una llama que por la
gracia de Dios nunca se apagará.
El te da dones que tú puedes convenir en llamas. Los dones espirituales son dotes para el
servicio dado por medio de la actividad del Espíritu Santo. Dios provee cualquier poder
divino que necesitemos para el servicio al cual nos ha asignado. El Espíritu Santo mismo es
la gran dádiva de Dios a nosotros (Hechos 2:38) pero El otorga dones de gracia (charismata»
proveyendo poder y capacidad divinos para servir a Dios, y al cuerpo de Cristo.
2 Timoteo 1:6
Fíjate en que el don estaba en él. El Espíritu Santo obra primariamente desde adentro, no
por encima ni por fuera. El no nos manipula sino que nos capacita por Su presencia y poder
que mora en nosotros.
Dios nunca te designa o guía a realizar un servicio sin estar disponible para darte poder y
dones con todo lo necesario para que hagas Su voluntad; pero tú debes desempeñar un papel
cooperador. Debes reavivar o soplar para que surja la llama completa de ese poder divino.
Los dones de Dios son dados para que los atesoremos y usemos. Fallar en usarlos comó Dios
desea, es fallar a Dios y al prójimo. Desarrollamos los dones usándolos, y en la medida que
utilizamos lo que Dios nos da, el Espíritu Santo nos capacita, nos guía y nos hace dar fruto.
La tendencia constante del fuego es apagarse. El Espíritu Santo no desperdicia la energía
divina. Si no obedecemos y usamos la gracia provista por Dios, El cesa de dárnosla. El
tiempo verbal en el griego resalta el reavivamiento continuo de la llama. La biografía
espiritual de muchos líderes
cristianos dice “una vez estuvo al rojo vivo”. ¿Hubo un tiempo en que tú estuviste más al rojo
vivo por Dios que hoy?
Alabado sea Dios pues una llama que se está apagando, ya casi extinta, puede ser
reavivada para que vuelva a arder brillante otra vez. El soplo reavivador debe ser continuo.
Dios instruyó cinco veces que el fuego del altar del holocausto debía mantenerse encendido
siempre (Levítico 6), Inicialmente ese fuego había sido dado por El mismo desde €1 cielo
(Levítico 9:24; 2 Crónicas 7:11). Dios suple el fuego pero nosotros debemos mantenerlo
ardiendo. Necesitamos constantemente el fuego del Espíritu Santo que simboliza la presencia
divina dentro de nosotros y necesitamos constantemente el toque de la gracia divina sobre
nosotros, provista por medio de la expiación. Nuestra consagración a Dios nunca debe fallar
y Su presencia y poder en y sobre nosotros nunca disminuirá.
Dios ha creado inflamables a nuestros espíritus. Somos combustible espiritual. Nuestra
naturaleza es creada para ser incendiada por el Espíritu Santo. Cuando estamos al rojo vivo
somos más bendecidos, más victoriosos, más utilizables. Somos más a semejanza de Dios
cuando brillamos con la santa llama —la llama del Espíritu Santo que mora en nosotros.
El fuego de Dios confiere una inolvidable atracción a la personalidad del mensajero de
Dios y al contenido de su mensaje. Imparte sagrada autoridad que no puede ser imitada por
los esfuerzos humanos. Sella con la marca de Dios en tal forma que los otros no pueden
ignorarla. Confiere una santa autenticidad y asegura la integridad. Imprime la obvia inter-
vención participativa de Dios.
Debemos mantener ardiendo en el altar de nuestros corazones la llama del Espíritu Santo
a todo costo. La palabra griega en “avives el fuego en 2 Timoteo 1:6 se refiere al uso de un
fuelle que hace inflamarse un fuego que está en extinción, yeso indica que exige esfuerzo.
Timoteo tenía que hacer todo lo que podía para intensificar la manifestación de la llama del
Espíritu Santo. Nuestra cooperación con el Espíritu
es esencial para la consistencia del ardor que fluye, de la radiantez espiritual y el celo
flamígero.
El General Hooth instaba a su gente “el fuego tiende a apagarse; vigila el fuego del altar
de tu corazón”. Corremos constante peligro de enfriarnos espiritualmente, perder nuestro
fervor y demorar el celo. El reavivamiento personal viene de renovar el compromiso y
reafirmar la consagración. Cada uno de nosotros necesita repetir ese reavivamiento personal
sin cesar.
Tenemos el Espíritu Santo, ese gran don de Dios pero tenemos que sentir más hambre de
la manifestación de Su presencia y abrir nuestros corazones constantemente a la espera fiel de
Su obra, Su poder y capacitación en nuestra vida. Dios nos da capacidad y el Espíritu Santo
quiere imbuir nuestro ser total con Su realidad, haciéndonos Sus canales de expresión para
que Su santo fuego pueda ser constantemente visible en nosotros. Debemos elegir si
rechazaremos al Espíritu Santo, sofocándolo o si soplaremos para reavivar las llamas de Su
presencia.
El líder cristiano no dispone de alternativa al Espíritu Santo, pues debe tener su corazón al
rojo vivo con el amor de Dios y el amor por el prójimo. El doctor George W. Peters decía
“Dios, la iglesia y el mundo buscan hombres con corazones que arden al rojo vivo —
corazones llenos con el amor de Dios; llenos con compasión por los males de la iglesia y el
mundo; llenos con la pasión por la gloria de Dios, el Evangelio de Jesucristo y la salvación de
los perdidos”.
Agrega “La respuesta de Dios a un mundo indiferente, materialista, frío y burlón es el
corazón cristiano que arde al rojo vivo en los púlpitos, las bancas, las escuelas dominicales,
los institutos bíblicos, las universidades, seminanos cristianos
Si tú, como líder, careces de corazón ardiente, pocos de los que lidereas van a ser
conocidos por sus corazones ardientes, y ejercerán escasa influencia e impacto en el mundo
que los rodea. Nuestras comunidades se impresionan poco con nuestros
programas y múltiples actividades. Se necesita mucho más que una iglesia atareada, amistosa
o evangélica para impactar en una comunidad por Cristo. Debe ésta ser una iglesia ardiendo
al rojo vivo dirigida por líderes que también arden al rojo vivo por Dios.
Samuel Chadwick, difunto presidente de una universidad británica, era llamado “la zarza
ardiente”. Desde que fue llenado con el Espíritu Santo “hubo milagros de gracia obrados por
medio de la influencia de una vida que ardía con e 1 fuego de Dios”. Frances W. Dixon cuenta
cómo “el poder de su prédica y la influencia moral de los miembros de su iglesia eran tan
grandes que el jefe principal del vecindario expresó, públicamente, su gratitud por la manera
en que toda la ciudad había sido limpiada por la influencia de hombres y mujeres incendiados
con el amor de Dios”.
Un colega de ministerio preguntó una vez a John Wesley, el evangelista del corazón
ardiente, cómo ganar al público. Wesley le replicó “si el predicador arde los otros verán el
fuego”.
Uno de los biógrafos de Wesley lo llamó el hombre “sin tregua en pos de las almas”.
Grabadas en la tumba de Adam Clarke, uno de los primeros eruditos metodistas y protegido
de Wesley, están estas palabras: “Me estoy consumiendo al vivir para las demás personas”.
1. DeWitt Talmage escribió hace un siglo “en esta época queremos por sobre todas las
cosas, fuego —el santo fuego de Dios ardiendo en los corazones de los hombres, revolviendo
sus cerebros, propulsando sus emociones, excitando sus lenguas, brillando en sus semblantes,
vibrando en sus acciones, expandiendo su poderío intelectual, y fundiendo todos sus
conocimientos, lógica, retórica en un arroyo al rojo vivo. Que este bautismo descienda y
miles de nosotros, hasta ahora no más que débiles ministros, comunes y corrientes, fácil-
mente olvidados por la humanidad, nos volveríamos, entonces, poderosos”, lo cual sigue
siendo verdad.
También sigue siendo verdad en el mundo que nos rodea. Hace unos años, en Polonia, un
soldado dijo al doctor Harold
John Ockenga: “El cristianismo y el comunismo corren una carrera ep Polonia que va a ganar
el primero que encienda en llamas su mensaje”.
El cristianismo desapasionado no apagará los fuegos del infierno. La mejor manera de
luchar contra el devorador incendio de un bosque es con más fuego. Un líder desapasionado
nunca encenderá al pueblo. Un líder de jóvenes que no es apasionado nunca incendiará por
Cristo a esa juventud. Hasta que nosotros estemos ardiendo al rojo vivo no podemos hablar a
los corazones de nuestro pueblo. El obispo Ralph Spaulding Cushman oraba:
¡Enciéndenos Señor, conmuévenos, te rogamos! Mientras el mundo perece día tras día,
Seguimos nuestro camino sin sentido ni pasión. ¡Préndenos, Señor, conmuévenos, te
rogamos!
No hay mayor necesidad que ésta en nuestras iglesias y escuelas. No basta ser evangélico
de fe y corazón; debemos ser supremamente poseídos por Cristo, apasionamos por Su amor y
gracia, incendiados al rojo vivo con Su poder y gloria. Cada parte terrenal de nuestro ser,
según la letra del gran himno, debe brillar al rojo con el fuego divino de Dios. La madera, el
altar, y el sacrificio no bastan, ¡ necesitamos el fuego! ¡Fuego de Dios desciende de nuevo
sobre nosotros! ¡Enciéndenos, incéndianos, oh Señor!
Si vamos a ser una fuerza irresistible para Dios ahí donde El nos haya puesto,
necesitamos el bautismo de fuego del Espíritu Santo. Si vamos a despertar a nuestra
amodorrada iglesia, necesitamos que baje a nosotros la santa llama que descendió sobre cada
creyente en el aposento alto. Tú la necesitas; yo la necesito.
T. A. Hegre escribió en un conmovedor articulo titulado “Arde fuego de Dios” que:
“Necesitamos fuego: fuego que avive nuestra frialdad y revuelva nuestras emociones, fuego
que nos impele a hacer algo por aquellos que van a las tumbas sin Cristo. Incontables
millones mueren hoy sin que se les
haya dicho de Cristo porque nosotros, los cristianos estamos apagados. Necesitamos fuego: el
fuego del Espíritu Santo”.
1 Reyes 18:39
¿Puede el fuego Shekina que incendió la zarza, hacer eso con nuestros corazones hasta
que seamos zarzas ardientes para Dios? El fuego Shekinah del monte Sinaí infundió todo
el ser de Moisés hasta que su rostro irradió la gloria de Dios. ¿Podemos acercarnos bastante a
Dios hasta que el fuego Shekina empiece a transfigurar nuestros vasos de barro y nuestro
pueblo vislumbre la gloria de Dios sobre y en nosotros?
¿Puede regresar hoy a nosotros el fuego Shekinah que Ezequiel vio irse paulatinamente
de Israel? Regresó a los ciento veinte que estaban en el aposento alto. Si nos llevó diez días
en buscar el rostro de Dios, sería más que valioso si pudiéramos también ser incendiados por
Dios.
Solamente Dios puede bautizar con fuego, de modo que no podemos ganarlo ni trabajarlo
ni simularlo. Solamente Dios puede enviar Shekinah. Solamente Dios puede satisfacer tu
necesidad y la mía. Llevamos mucho tiempo trabajando sin ese fuego. Anulamos
excesivamente la gloria de Dios sin ese fuego. Llevamos demasiado tiempo sin ese fuego
dejando sin impactar a nuestra gente.
Nosotros no podemos encender ese fuego y no podemos producirlo en nosotros mismos;
pero podemos humillamos ante Dios en total integridad y honestidad, confesando nuestra
necesidad. Podemos buscar el rostro de Dios hasta que Su luz divina nos muestre lo que hay
en nuestros corazones y vidas que impide que seamos llenados e inve~tidos de poder.
El santo fuego de Dios solamente desciende sobre los corazones hambrientos, obedientes,
preparados. Quizás la necesidad subyacente a todas las necesidades sea que no estamos
bastante hambrientos ni sedientos ni deseándolo con toda nuestra alma. “Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial
dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13).
Bendito Espíritu Santo, obra de modo que todos vean; Ejerce Tu Señorío —todo Tu
ministerio.
Obra poderoso más plenamente de lo que hemos visto u oído;
¡Esa es Tu bendita promesa, esa es Tu Santa Palabra!
Wesley L. Duewel.
IV. ¿ANHELAS PODER?
Es natural que el líder cristiano anhele que el poder de Dios descanse sobre él o ella y que
se note en su ministerio. A menudo te hallas anhelado más poder para orar, hablar y llegar a
las vidas de aquellos que atiendes en tu ministerio. Ese anhelo es dado por Dios que lo pone
en tu corazón por medio del Espíritu Santo, pues quiere que tú le pidas y confíes más en El en
lo que respecta a Su poderoso ministerio a través de ti.
Dios es Dios de poder, cosa que se demuestra en la creación. Dios demostró Su poder en
la época del Antiguo Testamento a través de y en los líderes de Israel, cuando liberó a Israel
de Egipto, y en los santos reyes y profetas. Dios sigue otorgando ese poder a Su pueblo,
“Jehová dará poder a su pueblo” (Salmo 29:11). El mismo es la fuerza y el poder de Su
pueblo (Salmo 28:7). El poder y fuerza de Dios es tema principal de la alabanza del pueblo
de Dios “Dad a Jehová la gloria y el pode?’ (Salmo 29:1; 96:7).
Dios es el Dios de amor y poder que gozosa y bondadosamente manifiesta ambas
características. El líder cristiano
debe demostrar el amor y el poder de Dios a través de ser habilitado para ello por el Espíritu
Santo; la falta de amor o de poder en el ministerio indica que ese ministerio no ha sido
íntegramente sellado por el Espíritu Santo.
En la época del Antiguo Testamento parece haberse resaltado más la manifestación del
poder de Dios a favor de Su pueblo que Su manifestación dentro y por medio de ellos,
aunque esto último estaba también presente en forma decisiva. Nosotros que vivimos en la
época del Nuevo Testamento vivimos bajo la dispensación del Espíritu Santo, pero es como
si Dios siguiera siendo en gran parte como El era para Su pueblo del Antiguo Testamento
(Romanos 8:31). Esta es nuestra constante experiencia y fortaleza; pero Dios ahora desea
manifestar Su poder dentro de y por medio de nosotros de una manera especial.
En el Antiguo Testamento se usa frecuentemente la expresión “la mano del Señor” para
manifestar que el Espíritu de Dios descansa sobre una persona, sea en gracia o en poder.
Cuando Dios dio a Esdras la visión y carga por Jerusalén, éste se dirigió a Artajerjes para
exponer sus pedidos e informa que “le concedió el rey todo lo que pidió, porque la mano de
Jehová su Dios estaba sobre Esdras” (Esdras 7:6).
Esdras estaba consciente de la bondadosa mano de Dios en su vida; en dos capítulos lo
menciona cinco veces. Le dijo a Artajerjes: “La mano de Dios es para bien sobre todos los
que le buscan” (Esdras 8:22). Luego convocó a su pueblo para que orara y ayunara en pro de
un viaje seguro. El peligroso y largo viaje desde Mesopotamia a Jerusalén fue realizado con
toda seguridad, pese a que la caravana llevaba enorme cantidad de oro y plata sin protección
armada. “La mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libró de mano del enemigo y
del acechador en el camino” (Esdras8:3 1).
También nosotros podemos estar inusualmente conscientes de la bondadosa mano de Dios
sobre nuestro liderazgo y nuestro pueblo. Esta debiera ser nuestra repetida experiencia en esta
dispensación del Nuevo Testamento. Dios anhela ser bondadoso con nosotros (Isaías 30:18).
“Ciertamente el pueblo morará en Sión, en Jerusalén; nunca más llorarás; el que tiene
misericordia se apiadará de ti; al oír la voz de tu clamor te responderá” (Isaías 30:19).
Habitualmente no necesitamos que nos sobrevengan sequías en nuestro ministerio, períodos
prolongados faltos de evidencia mínima de la presencia de Dios con nosotros, y del uso que
hace de nosotros para Su gloria.
Podemos y debemos experimentar con frecuencia el poder, la renovación y la
fructificación que Dios nos da. Muchas veces nos pasará lo que a Jacob, que nos damos
cuenta plena del hecho después que ha sucedido. “Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo
no lo sabía” (Génesis 28:16).
No debiéramos requerir manifestaciones sobrenaturales para saber que estamos en la
voluntad de Dios; de todos modos, Dios se ha revelado repetidamente como el Dios de lo
sobrenatural, glorificándose al dar indicaciones especiales y visibles de Su favor y bendición.
En lugares no cristianos, ésta es a menudo necesaria para confirmar la realidad de que Cristo
es el Dios viviente y de que Su evangelio es “el gran poder de Dios para salvación”. Quizás
esto se haya vuelto de creciente importancia en nuestra propia sociedad tan secular y
escéptica.
Nehemías tuvo un testimonio similar, “Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios
había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho” (Nehemías
2:18). Esto motivé que todos los demás se unieran, de inmediato, a la tarea a la cual Dios los
llamó (y. 18); quizás nada más efectivo que la Palabra para unir a un grupo en la fe y el amor
en torno a un líder. Las personas con discernimiento espiritual advierten rápidamente la
evidencia de la bendición o su carencia. La lealtad de la gente, cuyo respaldo en oración y
cooperación es esencial para los aspectos espirituales de tu liderazgo, es confirmada ya que la
mano bondadosa y poderosa de Dios está sobre ti. Estas personas se sienten muy leales al
seguimiento de tu liderazgo. El pueblo de Dios necesita ver a Dios en ti, y usándote.
Elías recibió un aumento sobrehumano de su fuerza cuando la mano del Señor fue sobre él
(1 Reyes 18:46). Uno puede recibir el toque divino que renueva y refresca espiritual, mental
y físicamente para el servicio del Señor. El toque de Dios beneficia todo nuestro ser (Isaías
40:3 1).
Ezequiel es el profeta que más habla de la mano de Dios sobre él. La primera vez fue al
comienzo de su ministerio registrado. La palabra del Señor vino a él, la mano del Señor
estaba sobre él, y vio una visión del querubín. El relato de su irresistible llamado ocupa los
tres primeros capítulos en Ezequiel 1:1-3:15.
Ezequiel informa ocho veces que la mano del Señor estaba sobre él. Siete veces cuenta la
manera en que el Espíritu lo puso sobre sus pies. Veinte y cuatro veces, él relata, cómo el
Espíritu “le guió”. “lo tomó”, o “lo trajo”. Muchas de estas experiencias fueron parte de una
visión. Lo importante es que Ezequiel estaba totalmente consciente de que Dios lo estaba
tocando, hablándole, dirigiéndolo y usándolo. El sabía que la mano de Dios estaba en su
ministerio, que no hubiera sido el mismo sin Su mano.
¿Es acaso posible para nosotros que podamos volvemos tan tremendamente conscientes
de que la mano de Dios está sobre nosotros? ¿Es la intención de Dios que Su toque conscien-
te sea paste de nuestra vida de líderes? Quizás hoy no solemos usar esta forma de hablar tan
gráfica pero ¿tenemos hoy a nuestra disposición la realidad subyacente a ese lenguaje?
¿Debieras darte cuenta claramente, cada tanto tiempo, que la mano de Dios está sobre ti
mientras diriges y ministras?
Lucas nos dice que la mano del Señor era tan evidente sobre Juan el Bautista que se
notaba aun desde su infancia, que la gente se daba cuenta de la misma. (Lucas 1:66).
Como resultado de la presencia de Dios en los primeros cristianos, “gran número creyó, y se
convirtió al Señor” (Hechos 11:21). ¿Podremos atribuir la ausencia de resultados espirituales
observables a la falta de la mano de Dios en nuestra vida y ministerio?
¿Cuánto más debiéramos esperar vivir eso que la Biblia llama, con esta frase hebrea, “la
mano del Seño?’? Esta es otra de las maneras en que Dios quiere impresionar la disponibi-
lidad de Su poder en nosotros y nuestro liderazgo.
Esto es un énfasis totalmente bíblico y no corremos peligro alguno en llevarlo a extremos
de exagerado fanatismo. Un mayor peligro es quedamos contentos con trabajar y ministrar en
un nivel casi exclusivamente humano. ¿Puedes distinguir la diferencia entre una lección de la
Biblia leída con la unción de la mano del Señor sobre el maestro y otra sin la unción?
¿Puedes notar la diferencia entre un solo bellamente cantado con sólo destreza humana y
actuación de alta calidad contra un solo cantado con la mano del Señor sobre el cantante?
¿Por qué algunos sermones son tan muertos, tan letales, no mucho más que una mera
conferencia secular? Sin duda alguna, el predicador no ha recibido ese mensaje del Señor;
además, puede él mismo no creer lo que dice el mensaje, pero ¿te has dado cuenta de la
diferencia entre el sermón que es predicado con fe y entusiasmo y otro similar dado cuando la
mano del Señor está sobre el predicador?
Dios quiere que recibamos renovadamente la experiencia de la mano de Dios sobre
nosotros la cual agrega Su dimensión divina a nuestro óptimo esfuerzo humano. Dios quiere
que también aprendamos una nueva forma de depender: que El agrega a Su dación de
capacidad, Su presencia y Su poder. Puede que prefiramos hablar con vocabulario más
moderno sobre esto, pero hay una dimensión divina de realidad espiritual que Dios tiene
disponible y anhela agregar a nuestro liderazgo.
Toda nuestra cultura y el espíritu de la época tienden a hacemos depender de nosotros
mismos en lugar de Dios.
Hacemos mucha obra cristiana con muy poca conciencia de El. Si estuviéramos encendidos
por El necesitaríamos cultivar nueva dependencia de Dios, conciencia de Dios y un estilo de
vida imbuido de Dios. El líder, sea hombre o mujer de Dios, debe tener esta nueva dimensión
de la intervención de El en su liderazgo. Debemos volvemos vivos para Dios y todos Sus
santos influjos y habilitaciones. Dios debe volverse absolutamente esencial en todo para
nosotros.
VI. EL PODER ESENCIAL
Y vosotros sois testigos.... pero quedaos vosotros en la ciudad ... hasta que seáis investidos
de poder desde lo alto (Lucas 24:48-49). Jesús dio esta clara orden a un gran grupo de los
discípulos. El mandamiento no puede ser mas claro. No estamos listos para dar testimonio,
servicio o liderazgo cristianos hasta que seamos investidos con el prometido poder del
Espíritu. Hubo una tremenda diferencia en el ministerio de esos discípulos, antes y después
que el poder los envolviera e invistiera. Les había dicho que el Espíritu Santo ya estaba con
ellos como discípulos Suyos (Juan 14:17) pues si alguien no tiene el Espíritu Santo no
pertenece a Cristo (Romanos 8:9).
Siempre hay una tremenda diferencia entre ser discípulo de Cristo habitado por el Espíritu
y ser investido, llenado y dado poder con y por el Espíritu. El Espíritu debe penetrar y poseer
todo nuestro ser. Debe controlamos en todo Su señorío. Debe llenar completamente nuestra
manera de ser, añadiendo la dimensión del poder sobrenatural. No basta que digamos que
cada cristiano tiene el poder del Espíritu desde
el día de Pentecostés. La pregunta correcta es “estamos, tú y yo, adueñándonos debidamente
del pleno poder disponible para nosotros?”
James Hervey, uno de los colegas de ministerio de John Wesley, usa estas palabras para
narrar la diferencia que hizo el Espíritu Santo en el ministerio de Wesley: “Aunque su
prédica había sido como el disparo de una flecha, dependiendo de toda la fuerza y velocidad
de su brazo para tensar el arco, ahora era como disparar una bala de rifle en que toda la fuerza
dependía del poder que sólo necesitaba un dedo para desencadenarlo”.
No te atrevas a servir meramente con amor de Cristo. Debes servir en la autoridad de
Cristo con una personalidad consagrada a Cristo. Debes ser investido con poder desde lo alto,
imbuido con lo sobrenatural, llenado por completo una y otra vez con el santo y dinámico
poder de Dios (1 Tesalonicenses 5:23).
Esto no es poder que chisporrotea, cruje y se ve en forma espectacular cuando llegas y
tocas las necesidades de alguien. No es un atajo divino para obrar milagros instantáneos. No
es pasar a llevar la autoridad del Espíritu para optar por hacer un milagro, sanar al enfermo o
manifestar cualquier otro don o demostración del Espíritu. Tú no controlas este poder, ni lo
usas; el Espíritu te usa mientras El obra en poder. No me refiero a una cosa sensacional pues
el poder siempre influye en forma dinámica pero no necesariamente espectacular.
Aquel investido con el poder desde lo alto es capacitado para que viva y sirva en un nuevo
nivel de efectividad dada por el Espíritu, aunque sigue dependiendo de Dios por ser hijo
Suyo. No se trata aquí de que la persona sea efectiva sino que Dios obre por medio de esa
persona. Es la investidura divina que impregna y da poder al humano en la medida que éste
sirva en total dependencia de la Persona divina, obedeciendo totalmente la guianza divina y
adueñado de su providencia.
El sagrado misterio de la divina investidura de poder es que todo es de Dios. El opera en ti
y por medio tuyo pero siempre dependiendo de la obediencia y cooperación de tu
ser rendido a Dios que no se impone a ti por la fuerza, ni viola la voluntad de sus hijos ni los
manipula. El que manipula es Satanás, todo lo que es oculto es manipulación. Dios obra en ti
y por medio de ti.
Dios no manifiesta en forma automática Su presencia en nosotros y Su poder mediante
nosotros solamente porque aceptamos a Cristo como Salvador nuestro. Desde el momento en
que nacemos del Espíritu somos habitados por El, pero habitar y manifestarse son dos cosas
diferentes. Dios elige cuándo manifestarse. Nosotros debemos preparar el camino del Señor
permaneciendo limpios, obedientes, conscientemente dependientes de El y hambrientos de Su
manifestada presencia y poder. ¿Es ésta tu actitud?
- Pablo estaba consciente de su total dependencia del poder de Dios pues sabía que el poder
de Dios debía saturar su mensaje de modo que la fe de los convenidos descansara sobre ese
poder. “Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría,
sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la
sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2:4-5).
¿Te preocupa más elegir sabias palabras persuasivas para tus sermones, tu enseñanza o tus
palabras de consejo de lo que te interesa asegurarte que éstas vayan acompañadas de la
demostración del Espíritu y de Su poder? ¿En qué medida ha sido primaria preocupación e
interés en tu ministerio esta “demostración del Espíritu y de poder” durante el año pasado?
¿Qué pasos has dado para examinar y probar esta divina habilitación?
El doctor Martyn Lloyd-Jones insiste en que “si no hay poder, no es prédica. La verdadera
prédica, después de todo, es Dios actuando; no es simplemente un hombre que emite palabras
sino Dios que lo usa. El hombre está bajo cl influjo del Espíritu Santo; es lo que Pablo llama
‘predicar con demostración del Espíritu y de poder (1 Corintios 2:4) o como él dice; ‘Nuestro
Evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu
Santo y en plena certidumbre”’ (1 Tesalonicenses I:5).t
Pablo atestiguó que su ministerio se fundamentó en dos cosas; la gracia de Dios y el poder
de Dios, “yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la
operación de su pode?’ (Efesios 3:7). Tanto su llamada al ministerio como su continuo
ministerio diario fue por medio de la potencia y del ser facultado por Dios, “la cual actúa
poderosamente en mí” (Colosenses 1:29).
Pablo estaba siempre consciente de la poderosa potencia de Dios que obraba en y por
medio de él, y le debe haber sido inimaginable obrar para Dios sin ese poder pues mucho mas
importante que su obra para Dios, era que Dios obrara en él y por medio de él. Pablo
trabajaba incansablemente porque Dios obraba en él poderosamente él consideraba que su
obrar externo era dependiente absolutamente de la obra interna de Dios en él. Pablo podía
hacer para Dios solamente en la medida que Dios hiciera en él y por medio de él. No hay otra
manera de tener ministerio efectivo. Nos engañamos al pensar que la preparación, la destreza
y la experiencia pueden ser una alternativa al poder de Dios. No hay alternativa.
El poder de Dios no nos vuelve pasivos sino 1todo lo contrario! La potencia de Dios fue la
razón de su intensísimo trabajo a toda hora, a lo cual se refería Pablo como su lucha, “trabajo,
luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mi’ (Colosenses 1:29). El
griego para lucha es agonizomai, vocablo empleado para los atletas que participaban en las
olimpiadas griegas. Puede traducirse como “luchar, enfrascarse en fiero conflicto, pelear,
contender, tensar cada nervio para conseguir un objetivo” lo cual abarca esfuerzo,
perseverancia y empeño al máximo.
De modo que el poder de Dios no obra cuando Pablo se queda pasivo. Pablo obra para
ganar para Cristo a todos los que pueda y “presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre”
(y. 28) y, con este fin, Pablo “trabaja, agoniza, lucha, se empeña al máximo con toda la
potencia de Cristo que tan poderosamente obra en él” agregando inmediatamente “Quiero
que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros” (Colosenses 2:1), que sepan cuán inmensa
su agonía por cuenta de ellos. Esta es la única manera de asegurarse de los resultados al estilo
del Nuevo Testamento. Debemos hacer nuestro mayor esfuerzo. Dios lo merece. Pero
debemos estar investidos, llenos y saturados con el poder de lo alto. Debemos estar
reverentemente dominados por la divina energía que viene sobre nosotros y que obra por
medio nuestro.
¡Oh, mis colegas cristianos! necesitamos ser empapados con un nuevo derramamiento del
Espíritu sobre nosotros; necesitamos que el poder de Dios descienda una y otra vez sobre
nosotros, que entre en nosotros, que nos llene, que nos embeba hasta que podamos decir
verdaderamente sobre nuestras vidas que “no yo sino Cristo” y sobre nuestro ministerio ‘‘no
yo sino el Espíritu de Dios’’.
No nos avergoncemos de confesar Su obrar. Glorificamos a Dios al dar testimonio
humilde y reconocer, sin egoísmo, Su obra; pero en el momento en que nos jactamos,
tocamos la gloria de Dios con nuestras manos indignas, o empecemos a confiar en nosotros
mismos y demos por sentado el poder de Dios; en ese mismo momento Dios retira Su mano y
nos deja trabajar por cuenta propia enteramente.
Dios puede, en Su divina sabiduría, complacerse en dejarnos solos para que laboremos
por un tiempo sin esa asombrosa y tremenda conciencia de Su presencia. Nunca alcanzamos
el punto en que cesamos de vivir y trabajar por fe.
A veces Dios obra con gran poder sin que no s demos cuenta de ello. Dios suele trabajar
en silencio en los corazones y vidas de personas que Su gracia preventiva prepara para Su
gran día de salvación, avivamiento y victoria. Debemos perseverar en orar, obedecer y
depender totalmente de Dios durante esos compases de espera. Dios no nos ha olvidado ni
tampoco olvida Sus metas divinamente escogidas. El está
administrando Sus recursos, edificando Sus preparativos, absolutamente esenciales, para Su
día de gran poder y triunfo, al cual nos está conduciendo.
No exijas un sentir constante de la potencia de Dios obrando, sino que espera ocasiones
repetidas de Su p un gracia en que El te bendice con la conciencia de Su santa presencia, y el
callado o abierto obrar de Su poder.
El poder de Dios es absoluto y enteramente esencial pero no es necesario que tú estés
consciente de ello. Sin embargo, si en muy raras ocasiones o nunca te das cuenta de Su
potencia obrando en ti, es hora que escudriñes tu corazón.
Si percibes el potente Espíritu de Dios que te carga con toda fuerza a que ores, te guía a
orar, y agrega Su potencia y autoridad a tu oración, entonces, ten por seguro que Su poder te
inviste aunque no veas Su poderosa obra externa como Su respuesta a tus oraciones.
Algunas veces Satanás parece que puede, durante un período, echar sombras tenebrosas
sobre ti, mientras tú oras y tratas de realizar un ministerio para Dios; parece como si el diablo
fuera capaz de bloquear toda conciencia de parte tuya de la presencia y poder de Dios, ¿te
está pasando esto ahora? No te alarmes por estos momentos de fe. Mantente orando; obra en
total dependencia del poder de Dios, aunque no puedas ver ni sentir Su obrar.
Tal como tú has sentido la presencia y el poder de Dios en el pasado, volverás a sentir la
presencia y el poder con tanta certeza como antes. Lo que pasa es que estás en medio de un
conflicto con la potestad de las tinieblas. Tu experiencia no es única. Los santos de Dios
tienen, a veces, días, semanas y hasta meses de esas tinieblas; pero la respuesta de Dios
siempre vuelve. No te bajes del tren cuando vaya cruzando un túnel sino que sigue el camino
rumbo a la gran victoria de Dios. Resiste al enemigo y el poder de Dios se te volverá a
revelar.
VII. SE NECESITA PODER PARA EXTENDER EL REINO
El reino de Dios, del cielo, del Mesías, es un gran tema bíblico proclamado por los
profetas del Antiguo Testamento y repetidamente mencionado por Cristo en los Evangelios.
Dios es nuestro Soberano Rey. Su reino en nuestro corazones hoy, y en el mundo hasta que
regrese Jesús es Su reino salvador. Es edificado a través de manos humanas pero no por
manos humanas; pues es edificado por el poder de Dios que obra mediante el ministerio
conjunto del Espíritu Santo y del cristiano llenado del Espíritu.
“El reino de Dios nunca significa una acción emprendida por los hombres ni ningún
dominio que ellos establezcan...; el reino de Dios es un acto divino, no es un logro humano ni
siquiera el logro del cometido de cristianos consagrados”’ El poder del reino opera en y por
medio dc los representantes de Dios; pero el poder no es de ellos sino de Dios. Cristo da a los
Suyos las llaves del reino para que las usen en atar y soltar por medio de la oración y la
obediencia (Mateo 16:19; 18:18-20). Pero el poder de las llaves sigue siendo poder de Dios y
es utilizable solamente bajo la dirección y habilitación del Espíritu.
El poder del reino estuvo presente en el ministerio de Jesús y en el de Sus seguidores. Sin
duda alguna, puede estar presente en tu ministerio actual; pero no es tu poder. Este poder del
reino es dado y manifestado por medio de ti solamente en la medida que Dios lo hace
operativo y evidente.
Nuestros mejores empeños, de pOr sí mismos, no edifican ni hacen avanzar el reino. Los
esfuerzos cristianos no son suficientes; aun el mejor empeño del cristiano lleno del Espíritu
es totalmente inadecuado. El reino de Cristo puede ser extendido a un corazón o grupo
solamente cuando el Espíritu mismo guía, faculta y usa los esfuerzos del que es llenado del
Espíritu. La medida en que Dios usa la influencia, testimonio y servicio de Su pueblo santo
está regulada por la medida en que El soberanamente les da poder y obra por medio de ellos.
La pureza y el poder están íntimamente asociados pero no son idénticos. Necesitamos a
ambos. Dios los quiere para nosotros. Son esenciales para nuestro vivir. Son aun más
esenciales en nuestro servicio. La pureza puede ser hermosa y positiva o sumamente
negativa. La pureza puede ser retenida; el poder debe ser renovado. La pureza en forma de
positiva bondad y justicia resulta del poder para ser lo que Dios quiere que seamos. Dios
quiere damos el poder del Espíritu tanto para ser como para hacer lo que El nos llama a ser y
hacer. La pureza pertenece al vivir y el poder, especialmente al servicio.
La medida espiritual de los líderes cristianos es la plenitud del Espíritu y Su dación de
poder. La oratoria, la efectividad de la predicación del sermón, y el léxico del que habla son
buenos pero no suficientes. El contenido, la ortodoxia y la sólida verdad bíblica son
esenciales, pero no suficientes. La personalidad, la gracia al hablar y al actuar son
importantes, pero no suficientes. El poder del Señor debe estar sobre ellos. Todas estas
cualidades pueden existir a nivel humano. El reino debe ser edificado, avanzado y
manifestado a nivel de la divina dación de poder a lo humano. Debe ser Dios que obra por
medio nuestro.
Cuando algunos en Corintios empezaron a enjuiciar y criticar a Pablo y su ministerio, éste
no se preocupó mucho porque consideraba que el Señor es su juez (1 Corintios 4:4) y El
solamente conoce la medida de Su poder que obra dentro de nosotros, como lo expresa
claramente Pablo: “Porque el. reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder” (1
Corintios 4:20). Pablo dijo que él iba a visitar Corinto y verificaría palabras y poder de
aquellos que estaban armando confusión. La verdad es esencial pero en el servicio de Cristo
debe ser verdad en llamas. La verdad sin poder no cumple la voluntad ni la obra de Dios sino,
solamente, ofender o matar.
Pablo quería que los corintios evaluaran las credenciales de los líderes cristianos que
venían a ellos de acuerdo a la presencia o ausencia del poder de Dios en sus vidas y minis-
terios ¿Hubieras aprobado el examen minucioso de Pablo? En el capítulo sexto de la segunda
epístola a los Corintios (vv. 6-7) da una lista de las muchas formas en que él se recomienda
como siervo de Dios, entre las cuales destaca el ministerio “en el Espíritu” y “en el poder de
Dios”.
Pablo recordó a la iglesia de Tesalónica que “nuestro Evangelio no llegó a vosotros en
palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como
bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor a vosotros” (1 Tesalonicenses 1:5). Pablo
tenía plena conciencia que el poder de Dios obraba. El líder cristiano suele darse cuenta
cuando está especialmente presente el poder de Dios. ¿Sueles darte cuenta de esto en tu
ministerio? Era normal para Pablo.
Leon Monis habló verdad al decir “hay poder cada vez que el Evangelio se proclama
fielmente pues no es simple exhortación sino poder”. Pablo sabía que una fe edificada sobre
palabras solamente, es decir, el solo mensaje, podía ser tentada a flaquear. Por eso recordó a
los corintios que tanto su mensaje como la manera de predicarlo eran una “demostración” del
poder del Espíritu (1 Corintios 2:5) y, de esa forma, la fe de ellos podía basarse en esa
demostración de poder que se agregaba al contenido de sus palabras. El griego traducido
como “demostración” sugiere evidencia o prueba “era un término técnico usado para una
conclusión evidente a partir de las premisas” El poder de Dios era tan notorio en el mensaje
de Pablo que los corintios se vieron obligados a concluir que su mensaje, y él mismo como
mensajero, eran de Dios. El poder confirma a la verdad. No nos atrevamos a depender de la
sola verdad; debemos dar ministerio de la verdad en llamas con el poder de Dios.
Este poder era tan esencial y característico de Pablo y su ministerio que estuvo dispuesto a
pagar cualquier precio, para que el poder de Cristo pudiera permanecer en él. Era como si
Pablo implorara continuamente a Dios “¡oh, más de Tu poder sobre mí; oh, más de Tu poder
manifestado a través de mi!” Pablo ya sabía tanto del poder del Espíritu que para él es la
marca de su ser en la voluntad de Dios. No se trata de que las visiones y revelaciones le
importaran tanto. Pablo habla testificado sin vanagloria sobre esos preciosos tratos secretos
de Dios con él (2 Corintios 12).
No, lo que Pablo quiere es más del poder de Cristo que habitaba en él y comunicado por
medio del Espíritu; desea más que una experiencia cumbre ocasional. Anhela la experiencia
continua del poder de Dios cada día de su vida y ministerio. Pablo sentía hambre, y sed, y
anhelos fortísimos de que ese poder permaneciera en él día tras día, y estaba dispuesto a
pagar cualquier precio. Su corazón gritaba, “que repose sobre mí el poder de Cristo” (2
Corintios 12:9). Cristo había prometido poder cuando el Espíritu Santo viniera sobre Sus
discípulos (Hechos 1:8). Pablo había experimentado una y otra vez ese poder, que se había
vuelto característico de su ministerio. El dio testimonio de ello repetidamente. Quería ese
poder “descansando” sobre él. El griego usado aquí significa “tabernáculo”. Tal como Cristo
vino y fue tabernáculo entre nosotros durante Su encamación (Juan 1:14, usa el mismo
griego), Pablo considera su mayor ambición en el ministerio la de tener el poder del
tabernáculo de Cristo sobre él. Quiere vivir a diario dentro de esta atmósfera de poder.
Muchos comentaristas reconocen una referencia a la gloria Shekinah de Dios, la cual se
posó sobre la tienda en el desierto, entró a la tienda y recubrió el arca del pacto que estaba en
la tienda. Más adelante, entraba al templo y fue “tabernáculo” sobre el arca en el lugar
santísimo del templo. Pablo quería que el poder de Cristo lo cubriera de la misma manera
como la Shekinah cubrió al arca del pacto, dándole Su sombra y que permaneciera sobre él
continuamente.
Jesús le habla dicho que ese poder “se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9). La
debilidad no genera poder
Lemnos lleva a todos más cerca de Dios quien es la fuente de todo poder divino. Cuando
reconocemos lo débiles e insuficientes que somos, invocamos a Dios, nos aferramos a Dios y
hacemos de esto el clamor constante de nuestros corazones.
Cuando Pablo reconoció, por medio de revelación, que su aguijón en la carne (y. 7) y
todas las otras formas de oposición, peligros y sufrimientos durante los años de servicio total
por Cristo (2 Corintios 11:23-30), sirvieron para acercarlo más a Dios y a la constante
dependencia de El, el apóstol exclamó, “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las
debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy
débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10).
Pablo dice que aceptará todo sufrimiento por amor a Cristo, por seguir viviendo en Su
poder, que el Shekinah como tabernáculo de gloria continúe morando sobre él. Pablo dice
estar completamente satisfecho, de hecho se regocija en
todo lo que aumenta el poder de Cristo sobre él. Este no es el grito de un fanático que se
ofrece al martirio sino el grito del eminente apóstol de la iglesia que ha experimentado tanto
del poder de Dios que considera todo lo demás como nada, si solamente pudiera seguir
experimentando constantemente más de ese poder.
¿Cuánta importancia tiene para ti tener el poder de Cristo, sí, más y más de ese poder que
es como tabernáculo que descansa y permanece sobre ti? ¿Cuánto has experimentado de este
sagrado poder? ¿No las visiones, no los milagros, no los dones ni las manifestaciones, sino el
silencioso poder de Cristo que todo lo invade y todo lo corona descansando sobre ti?
¡Llenado con ese poder, energizado por ese poder, investido con ese poder, dotado para tu
ministerio por ese poder! Ese poder es el Espíritu Santo; ese poder es Cristo mismo (1
Corintios 1:24) manifiesto por medio del Espíritu (1 Pedro 1:11) ¿Está disponible hoy ese
poder?
VIII. EL PODER DE DIOS EN EL MINISTERIO DE JOHN WESLEY
Finney se interesó en la Biblia y se compró una, cuando era un joven estudiante de leyes.
Se fastidiaba mucho cuando escuchaba oraciones en la iglesia que nunca parecían
contestadas. A medida que él se iba preocupando más y más por su alma, unos cristianos le
ofrecieron orar por él; pero él les dijo que no veía qué bien podía resultar de sus oraciones
pues ellos pedían continuamente sin recibir nada de Dios.
En una mañana de octubre de 1821, luego de varios días de creciente convicción profunda
de pecado dada por el Espíritu, Finney tuvo una clara experiencia de Cristo y esa misma tarde
fue llenado con el Espíritu Santo.
Mi querido amigo, Duncan Campbell, ministro de la Iglesia Libre Unida de Escocia, fue
poderosamente usado en el avivamiento de las islas Hébridas, el cual comenzó en diciembre
de 1949 y continuó como en oleadas sucesivas en los años siguientes. Quizás ningún ministro
de este siglo haya experimentado tantas manifestaciones notables del poder del Señor.
Campbell no era parte del movimiento carismático, y no resaltaba especialmente las manifes-
taciones de los dones. Hasta el día de morir, en 1972, Campbell siguió siendo el humilde
profeta del Señor.
En abril de 1918, sangrando abundantemente de heridas casi fatales causadas en una de
las últimas cargas de la caballería, durante la Primera Guerra Mundial, Campbell fue sacado
del campo de batalla a lomo de caballo para llevarlo a tratarse. El iba diciendo la famosa
oración de McCheyne “Señor, hazme tan santo como pueda serlo un pecador salvo” cuando
sintió instantáneamente la poderosa potencia de Dios como fuego purgador que pasaba a
través de todo su cuerpo. La presencia y el poder de Dios fueron tan reales que pensó que iba
camino al cielo.
Mientras yacía en una camilla entre los heridos en el puesto de evacuación de víctimas, se
puso a decir, en el galés de las tierras altas escocesas, la versión métrica del Salmo 103, tan
querido por los escoceses. A los pocos minutos, la poderosa convicción del Espíritu Santo
cayó sobre los otros heridos y siete canadienses nacieron de nuevo en el mismo instante.
Entonces, uno auno, empezaron a testificar. Duncan había descubierto el secreto del poder
sobrenatural del Espíritu Santo. De ahí en adelante hasta su muerte, se consumió de sed de
Dios, el avivamiento y la manifestación del poder de Dios.
Cuando terminó la guerra y se recuperó completamente, empezó su ministerio en los
distritos de un condado, visitando casa por casa, leyendo las Escrituras, dando testimonio y
orando con la gente. Pronto se inscribió en un curso intensivo de nueve meses en un instituto
de preparación para misiones por fe, situado en Edimburgo, Escocia. Como tareas prácticas,
empezó a ganar gente para Cristo. Un día antes que empezara la clase, Duncan se puso de pie
y atestiguó que Jesús era su Amigo más amado. El poder de Dios descendió sobre la clase,
los estudiantes se arrodillaron, se olvidaron los estudios y oraron por horas. Este fue el primer
indicio de los planes de Dios para usar poderosamente a Campbell en los avivamientos
reales.
Después de graduarse integró un equipo de misiones por fe, empezaron a predicar en los
edificios de escuelas e iglesias rurales. Dios derramó Su Espíritu de poder. Una profesora fue
tan tomada por Dios mientras iba en su bicicleta que tuvo que arrodillarse al lado del camino
mientras recibía la salvación. Empezaron a concurrir a los servicios hasta doscientas personas
por vez. Jóvenes y viejos por igual eran convictos de pecado y se volvían a Cristo.
Duncan enfrentó enconada oposición cuando empezó el ministerio en una de las islas
escocesas por cuyas sendas iba en las noches pidiendo la ayuda de Dios mientras oraba. Tres
jóvenes recibieron una gran carga de oración y oraron toda la noche en sus hogares mientras
Duncan hacia lo mismo en un establo. En la tarde siguiente el poder de Dios cayó sobre las
reuniones. La gente fue tan tomada con la convicción del Espíritu Santo que se quejaban
implorando misericordia. La asistencia aumentó y el poder de Dios fue sentido por toda la
comunidad. Hubo familias enteras convenidas.
Duncan iba de aldea en aldea, predicando donde podía y orando con personas a la vera del
camino, en las colinas, en las casas o doquier las encontraba. Los nuevos conversos
empezaron a orar por sus parientes aún no salvados y muchos fueron convertidos. Uno de
ellos volvía en barco desde Australia cuando fue tomado por la convicción del Espíritu, ahí
en el mismo barco y fue convenido antes de llegar a Escocia.
Algunas veces las personas eran sacadas de sus casas por el potente poder del Espíritu e
iban a lugares donde algunos miembros de la congregación estaban reunidos —hasta frente a
un cuartel de policía—. Dios estaba tan presente que la gente caía de rodillas y empezaba a
orar. A veces, el poder del Espíritu hacía que se inclinara la gente que asistía a los servicios
ante la tremenda presencia de Dios. Los cristianos gemían y los pecadores gritaban pidiendo
misericordia.
Durante el avivamiento de una de esas comunidades, el poder de Dios obró tanto en toda
la gente que la mayor parte del trabajo secular fue abandonado y las personas buscaban a
Dios durante el día en sus casas, establos, refugios, a la vera del camino y en los campos. Fue
costumbre de Duncan prolongar su ministerio en un lugar mientras hubiera gente que viniera
al Señor y, luego, irse a otra comunidad.
Durante el avivamiento de la isla más al norte del archipiélago de las Hébridas, parecía
como si toda la isla estuviera saturada de Dios. Los visitantes eran tomados por el Espíritu
antes que pusieran pie en la isla. Un hombre dijo a un ministro de la localidad que no había
asistido a ningún servicio pero que no podía escaparse del Espíritu Santo. Un joven conduc-
tor de ómnibus detuvo su vehículo y suplicó a los pasajeros que se arrepintieran.
A veces, el poder de convicción de Dios caía sobre la gente hasta que lloraban tanto que
Campbell tenía que parar su prédica pues nadie podía oírle. Las personas empezaban a llorar
mientras caminaban solos. Algunos eran postrados por el poder de Dios mientras estaban
solos en sus campos o en las hilanderías. Otros andaban por los caminos durante la noche,
incapaces de dormir debido a tal profunda convicción de pecado.
Una noche se reunió un grupo para orar por los aún no salvados y, evidentemente
inconmovibles ante Dios. A eso de la medianoche Duncan se volvió hacia el herrero del
pueblo para pedirle que orara. De pronto se estremeció toda la casa como si temblara. Los
platos sonaron y “ola tras ola de poder divino barrió la casa”.’ El reverendo Campbell
pronunció la bendición inmediatamente. A medida que iban saliendo de la casa, parecía que
toda la comunidad se hubiera avivado con la tremenda conciencia de la presencia de Dios.
Noche tras noche la gente encontraba a Dios en sus casas.
En un servicio “el Espíritu de Dios entró y pasó por el edificio con la fuerza de un
huracán”, hecho casi idéntico a lo ocurrido en el ministerio de Andrew Murray en Sudáfrica.
Instantáneamente muchos fueron postrados ante Dios, mientras que otros lloraban o
sollozaban. El efecto se esparció por toda la isla y personas hasta entonces indiferentes
fueron conquistadas por el Espíritu Santo.2
El Espíritu Santo le imprimió súbitamente durante un servicio, en ocasión de una
conferencia importante, en el norte de Irlanda, el nombre de una pequeña isla al noroeste de
Escocia, cosa que se repitió tres veces en unos minutos.
2. Ibid., 135.
Duncan me dijo que nunca había estado en esa isla, nunca había escrito y ni siquiera conocía
a alguien de la isla. Sin embargo, dejó el servicio inmediatamente, para consternación del
coordinador de la conferencia, recogió sus cosas del hotel y se fue al aeropuerto.
Cuando llegó a la isla de Berneray, encontró que un líder de la iglesia local había orado
toda la noche por un avivamiento, y que Dios le había dicho que El le enviaba a Duncan
Campbell, y que iba a obrar por medio de éste. El líder había estado tan seguro de la obra de
Dios que ya habla hecho correr la voz por la isla anunciando el servicio para pocas horas
después de que Duncan llegara a la costa.
A la tercera o cuarta noche, mientras la gente salía de la iglesia, el Espíritu Santo cayó
súbitamente sobre ellos cuando estaban cerca de la puerta. Nadie pudo moverse —fueron tan
poderosamente detenidos por el poder del Espíritu y el tremendo sentido de la presencia de
Dios. Duncan les pidió que volvieran al edificio y empezó un poderoso movimiento de Dios.
Las vidas de los isleños fueron remecidas y transformadas en toda la isla, Veinte años
después Catnpbell supo que los convenidos en aquel avivamiento seguían caminando con el
Señor.
Campbell se dio al liderazgo en una universidad bíblica en los últimos años de su vida, tal
como hiciera Finney. A veces los alumnos temblaban mientras él les iba abriendo la Palabra
de Dios. “Había algo sagrado en la manera en que él usaba el nombre de Dios y, a menudo, la
atmósfera del cielo llenaba la sala cuando él decía sencillamente Jesús con reverencia y
ternura. A nosotros nos parecía estar en suelo santo”.3
En marzo de 1960 Dios vino repentinamente en poder e “hizo en segundos lo que otros
llevaban intentando durante meses”.4 El poder de Dios estaba tan presente que muchos
lloraban en silencio. Una joven comentó “parecía que si levantaba mi cabeza iba a mirar a
Dios”. Ola tras ola de poder de Dios pasaron por la habitación donde estaban reunidos. De
pronto todos los que ahí estaban oyeron música celestial procedente de los cielos.
Por lo menos en otras dos ocasiones, que sepamos, la gente presente con Duncan oyó
súbitamente cantos similares de coros celestiales. Una vez era cerca de las dos de la madruga-
da cuando una congregación se fue de su templo y cruzaron los campos en pos de otra iglesia
donde el Espíritu había llevado a otros y, de pronto, cayó sobre ellos. Mientras caminaban en
la noche oyeron los coros cantando en los cielos, y los doscientos que formaban el grupo
cayeron de rodillas. Esta experiencia fue sagrada sobremanera.
Mientras que Duncan apreciaba todas las manifestaciones de Dios y del cielo nunca se
inclinó por lo carismático sino que siguió siendo un escocés presbiteriano. No alentaba a la
gente a buscar las manifestaciones espectaculares ni queda que la gente se concentrara en las
emociones, distrayéndose de la venerable majestad de Dios. El fue lleno poderosamente del
Espíritu Santo y vivió en la plenitud del Espíritu, pero creía que lo más importante de todo
era la silente influencia de su personalidad llenada con la plenitud de Dios.
Un día hallándose en el norte de blanda, el presidente del directorio de la conferencia,
donde Duncan era el orador, se encontraba solo en el comedor cuando sintió repentinamente
“el resplandor de la presencia del Señor” que transformaba toda la atmósfera. Se sintió tan
indigno de estar en tal asombrosa manifestación de la presencia de Dios que salió al jardín,
donde se quedó llorando en silencio. Entonces Duncan vino —con su rostro resplandeciente
mientras le contaba que el Señor acababa de darle una promesa de derramar bendición.
Todo el día estuvo la presencia de Dios moviéndose cerca; en el servicio vespertino,
después del mensaje final y de la bendición, el organista estaba tan impresionado por la
presencia de Dios que no pudo tocar la pieza musical de cierre de la
reunión. Toda la congregación estaba tan tomada del poder de Dios que se quedaron sentado
en santo silencio y nadie se movió por una media hora. Luego alguien empezó a orar y llorar.
Después hubo cuatro testimonios de personas que escucharon sonidos del cielo
indescriptibles.
Sentarse al lado de Duncan Campbell era como reavivar el corazón y vislumbrar
nuevamente que apenas hemos aprendido las primeras letras de todo lo que Dios anhela hacer
por nosotros, al oírlo contar humildemente algunas de sus experiencias de la obra
sobrenatural de Dios —hasta verlo indicar el lugar donde estábamos sentados al decir lo que
Dios había hecho en ese mismo lugar— o escucharlo contar a un grupo de ministros, a
pedido mío, algunas de estas tremendas escenas de la presencia y poder de Dios, era como si
solamente hubiésemos aprendido el ABC de todo lo que Dios anhela para nosotros.
Falta poder, este es el sello que puede ponerse en la hoja de vida de más de un líder
cristiano. ¿Por qué tantos ministros y líderes laicos tienen esa conciencia vaga e inquieta de
que algo falta en su liderazgo? Tienen la preparación adecuada, han hecho todos los
preparativos y arreglos necesarios; trabajan fuerte y fielmente; pero todo queda grandemente
en un nivel humano.
Si tú confías en la educación y preparación, vas a lograr solamente eso para lo cual te
educaron y prepararon. Si confías en tu destreza y trabajo fuerte, obtendrás los resultados que
la destreza y el trabajo fuerte y fiel pueden produciL Cuando confías en los comités, obtienes
solamente lo que los comités pueden hacer. Pero cuando confías en Dios (te encomiendas a
El), obtienes lo que Dios puede hacer.
La obra de Dios merece lo mejor nuestro; pero la obra de Dios exige más que nuestro
óptimo humano. La obra de Dios siempre necesita Su toque sobrenatural agregado a nuestro
esfuerzo humano. La obra de Dios es Su obra en cooperación con aquellos a los que El llama,
para que sean Sus colaboradores.
Nuestra parte es suplir la personalidad humana y el esfuerzo humano en su óptimo nivel. La
parte de Dios es suplir el Espíritu Santo en toda Su eficacia y poder.
Pero peligramos de tener mejor educación y preparación en el nivel humano que estar
dotados de poder por parte del Espíritu; cogemos el riesgo de ser más diestros y expertos que
ungidos por el Espíritu. Podemos ser entrenados para ser aptos como líderes, diestros y
expertos en administrar, pero no podemos entrenarnos para ser ungidos y dotados de poder,
pues ésos son aditivos divinos.
Quizás la mayor carencia de todo liderazgo y ministerio cristiano es este divino
otorgamiento, el poder dado por el Espíritu. Intentamos hacer la obra de Dios dependiendo de
El en forma solamente nominal pues, de hecho, dependemos primordialmente de nosotros
mismos: de nuestra educación, entrenamiento, personalidad, experiencias pasadas, conoci-
mientos y sinceros esfuerzos.
Quizás el cambio más grande y revolucionario que puede suceder a tu liderazgo es recibir
la dimensión divina, y que la vivas continuamente. Una vez que has recibido y vivido esa
verdadera influencia, no querrás ministrar sin ella. Debe haber la recepción inicial, la
investidura inicial del Espíritu (Lucas 24:49) pero también debes aprender a recibir Su
renovación día a día.
Que no se diga de ti, como Pablo tuvo que preguntar a los Gálatas: “tan necios sois?
¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” (Gálatas 3:3). La
voluntad de Dios es que te esfuerces pero que tu esfuerzo vaya acompañado con el poder
dado por el Espíritu.
Dios ha hecho toda provisión para que recibas tanto de la presencia y poder del Espíritu
Santo como necesitas para vivir y servir eficazmente por y para El. Dios nunca espera que
tengas que confiar exclusivamente en tus propios esfuerzos y recursos. El no esperó que los
apóstoles y primeros discípulos lo hicieran.
¿Por qué Jesús dijo a los líderes que El nombró que no empezaran sus testimonios y
ministerios inmediatamente
después de Su ascensión? Ellos habían estado con él durante tres años, quizá poco más. El los
había preparado con todo cuidado, ¿no les había dado la autoridad para que Le representaran
y proclamaran Su mensaje? ¿No les había dado autoridad para que usaran Su nombre y
echaran fuera demonios? ¿No se regocijaba El por la manera en que Dios los estaba usando?
(Lucas 10:17-21).
Pero fue absolutamente importante que ellos fueran dotados con el poder del Espíritu en
una forma especialmente equipadora para la obra que iba a ser su cometido vitalicio. Jesús les
mandó “no se vayan de Jerusalén a empezar el trabajo de inmediato; ¡todavía no se precipiten
a afanarse recargándose de actividades por Mí! Esperen recibir el poder del Espíritu. Poned el
Espíritu en primer lugar en tu ministerio,,.
Esta es una lección que todos tenemos que aprender una y otra vez. Ora y suplica a Dios
hasta que El te dé Su mensaje, Su palabra para la gente. Luego ora y busca fervorosamente
Su presencia en el servicio. También ora, hambréate de Dios y encomiéndate confiadamente
a El para que te unja en forma especial mientras diriges o• ministras en alguna manera.
No hagas planes primero para luego pedir a Dios que los bendiga. Que Dios te dé Sus
planes. No hagas preparativos primero para luego pedir a Dios que los bendiga. Primero pide
a Dios que te prepare primero pide a Dios que guíe —no con una oración de diez segundos—
sino que dale tiempo para buscar el rostro de Dios. Luego, pide a Dios que te unja y te dé
poder mientras ministras en Su nombre.
Aquellos que reciben la fresca bendición sobre sus corazones antes de dirigir, hablar o
cantar en el servicio de Dios en cualquier ocasión particular, verán descender al Espíritu,
bendiciendo a los que están presentes mientras ellos ministran. Aquellos que dirigen en su
propia suficiencia, sin unción fresca desde lo alto, pueden dar un bello mensaje, cántico u
otro ministerio pero será absolutamente estéril en lo espiritual. La esterilidad espiritual es una
tragedia continua en demasiados servicios cristianos. Puede estimular lo intelectual,
conmover lo emocional y recibir aplausos de la gente; pero los resultados a largo plazo son
mínimos. Los servicios de iglesia y todas las formas de actividad cristiana rara vez superan el
nivel de nuestra preparación espiritual.
Aquellos que ministran, después de preparar cuidadosamente su corazón y tomar
conciencia plena del fresco toque de Dios en ellos, no se desempeñarán más aceptablemente;
pero la dimensión divina será añadida a sus ministerios y liderazgo. Aquellos que los oyen
sentirán el toque de Dios añadido a lo que dicen, cantan, tocan, predican o cualquiera sea la
forma de la actividad de liderazgo. Reconocer el toque de Dios les hace ponerse más alertas,
receptivos, conmovidos por el Espíritu y experimentarán beneficios espirituales más
perdurables.
El hecho que el especial toque de Dios esté en ti mientras realizas tu consejería de hoy, no
te garantiza que maña él mismo toque esté en ti. Aunque hayas sido fuertemente ungido en
un servicio, no necesariamente vas a vivir lo mismo la próxima vez. No eres tan favorito de
Dios que El te bendiga en todo lo que haces sin considerar la constancia de tu hambre por El
y Su ayuda. No tomes por sentado la dación de poder de Dios.
La vida cristiana es una vida de fe; cl ministerio cristiano es una actividad para la cual
constantemente nos adueñamos por oración y fe del ministerio del Espíritu Santo. Una perso-
na espiritualmente presuntuosa dirige sin adueñarse diana-mente, y a veces a cada hora, de la
capacitación divina del poder dado por Dios.
Experimentamos tan poco del toque de Dios en nosotros porque lo pedimos tan superficial
e informalmente. Reconocemos que sería lindo si Dios bendijera nuestros esfuerzos y planes
pero si no lo hace, nos contentamos con seguir adelante con nuestra propia fuerza como lo
hacemos con tanta frecuencia. Tendemos a preocuparnos e interesamos más por desempeñar
meritoriamente nuestra parte que por la potente intervención Divina en nuestros empeños.
Tendemos a tener más hambre de éxito que del poder dado de Dios.
Algunos de nosotros hemos experimentado tan raramente esa añadida dimensión que el
Espíritu Santo puede dar que, indudablemente nos es difícil entender lo que Dios anhela
hacer en nuestro ministerio. Tememos tender al fanatismo. ¡Nada de eso! Cuando Dios vino
en poder sobre Jonathan Edwards hasta que los miembros de la congregación se aferraban a
los asientos y a los pilares del templo por miedo de caerse al infierno, ¿acaso iba y venia
Edwards por el estrado mientras arengaba a la gente? Absolutamente no! El estaba leyendo
su mensaje, sosteniendo el papel a unos escasos veinte centímetros de sus ojos, porque tenía
miopía, y hablaba con voz en tono de conversación habitual, La emoción humana ola altura
de la voz no equivale al poder del Espíritu.
La palabra menos emotiva y susurrada que tiene el poder del Espíritu, puede cumplir
muchos más resultados espirituales que el elevado despliegue oratorio. Puedes trabajar la
emoción mediante la psicología pero no puedes manipular al Espíritu de Dios. Solamente
cuando somos reprimidos por el mensaje de Dios y sentimos por dentro la obra profunda y
tranquila del Espíritu Santo, sea en total silencio calmo o con emociones profundas,
solamente entonces aquellos que estén presentes serán tomados por el Espíritu cuando
hablamos, cantamos o dirigimos.
Jesús dijo que iban a fluir ríos de agua viva desde lo más íntimo de nuestro ser (Juan 7:38)
y Juan agregó que con eso Jesús quiso decir el Espíritu. Solamente fluyen tales ríos de agua
viva cuando el influjo del Espíritu en nuestro ser es copioso. Sin influjo, no hay reflujo, así de
simple.
Los líderes cristianos que tienen almas como desiertos, no vivirán el reflujo del agua viva.
Vivir en la mínima experiencia del Espíritu Santo no producirá el reflujo de bendición
espiritual al prójimo. La bendición espiritual proviene solamente del Espíritu que influye y
refluye tu personalidad, ¿fluyen esos ríos de agua viva de tu vida? No puedes bendecir al
prójimo más de lo que tú mismo seas bendecido.
Si sientes la falta de poder del Espíritu en tu vida y ministerio, ¿por qué no te decides a
mirar a Dios para hallar tu respuesta? Con Dios no hay tal falta de poder. Cuando Dios puso
al Espíritu Santo en los setenta ancianos de Israel, tal como lo había hecho con Moisés, éste
dijo, “Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre
ellos” (Números 11:29).
Dios anhela dar abundantemente Su Espíritu a todos Sus hijos e hijas, especialmente a
todos los que puso en el liderazgo cristiano el tener hambre y sed de la presencia y poder del
Espíritu tan profundamente como Dios quiere dártelo a ti?
XIII. EL PODER ESPIRITUAL AGOTADO PUEDE SER RENOVADO
Cuando el Espíritu Santo nos llena imparte pureza y poder. La persona que dedica todo su
ser como sacrificio vivo absolutamente rendido (expresión que Andrew Murray se deleitaba
emplear) y pide y confía en ser llenado por el Espíritu, recibe una nueva dimensión de vida
espiritual. El Espíritu Santo limpia purifica y, en el mismo momento, llena con un poder
divinamente mayor.
Después que uno es llenado con el Espíritu, mientras uno camine a la luz de la Pa]abra
como es guiado por el Espíritu, uno procura constantemente complacer al Señor. Momento a
momento depende del Espíritu que lo habita y lo capacita para triunfar sobre la tentación. La
pureza puede ser preservada mediante la ayuda del Espíritu aunque, en cierto sentido,
podemos mantenemos puros (1 Timoteo 5:22) obedeciendo cuidadosamente al Espíritu (1
Juan 3:3), probando todo, aferrándonos a lo bueno y evitando lo malo
(1 Tesalonicenses 5:21-22) y, de esa manera, ayudamos a impedir que el pecado nos ensucie
y manche (2 Pedro 3:14).
No obstante, el poder espiritual es diferente. El poder espiritual no puede ser preservado
indefinidamente. El poder del Espíritu es Su energía que fluye en y por medio de nuestros
espíritus. La energía se consume. El poder debe ser renovado. Este secreto espiritual está
bellamente simbolizado en el cuarto capítulo del libro de Zacarías.
Dios dio una visión importante a Zacarías para fortalecer y animar a los dos líderes
ungidos de Dios que estaban reconstruyendo el templo después del cautiverio. Josué el sumo
sacerdote y Zorobabel el gobernante. Una gran oposición había demorado el trabajo por
veinte años.
Dios usó el simbolismo para ilustrar y confirmar Su esencial decreto: “Esta es palabra de
Jehová... No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los
ejércitos” (Zacarías 4:6). Dios mostró a Zacarías una visión de un candelabro todo de oro que
daba luz por medio de un depósito que dejaba pasar aceite de oliva a siete lámparas
(simbolizan la vida plena). El abastecimiento de aceite al depósito venía por dos tubos de oro
que recibían el aceite de un olivo vivo. Las lámparas prendían y daban luz mientras que
fluyera el aceite.
El poder del Espíritu es lo más esencial para hacer la obra de Dios pero se consume por el
uso. No podemos ministrar hoy con el poder de ayer. No podemos cumplir el pleno propósito
de Dios en base a recuerdos de pasadas bendiciones y dación de poder. Dios no quiere que
vivamos en el pasado sino en una apropiación de Su poder de momento a momento.
Puede que haya raras ocasiones en que Dios nos use a pesar de nosotros mismos;
probablemente esa haya sido la forma en que usó a Sansón, Balaam y al rey Saúl; pero la
regla de Dioses que podemos dar solamente lo que recibimos. Dios quiere darnos poder
diariamente para que le seamos de uso diario para Su gloria. Dios nos perdona si la única vez
que nos usa poderosamente es cuando El tiene que obrar a pesar de nuestro estado espiritual.
COMO SE AGOTA O PIERDE EL PODER ESPIRITUAL
Jesucristo no empezó Su ministerio hasta que recibió una especial dación del poder del
Espíritu Santo. Escuchemos lo que El mismo dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por
cuanto me ha ungido para predicar” (Lucas 4:18). Pedro sintetizó el ministerio de Cristo
diciendo, “Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret” (Hechos 10:38).
Jesús usó el mismo poder para Su ministerio terrenal que nosotros debemos usar ahora —el
poder del Espíritu. Jesús optó primordialmente por no ejercer Su ministerio por medio de Su
deidad inherente, sino por medio de la unción del Espíritu.
“Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos” (Lucas
6:19). Ese era poder del Espíritu. Cuando la mujer que llevaba doce años enferma tocó el
borde dcl manto de Jesús, él dijo: “Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha
salido poder de mi” (Lucas 8:46).
Lo que fue verdad de Jesús, es verdadero de ti. Mientras ministras a las personas, gastas
poder espiritual. Si quieres ser usado de Dios, si quieres sanar las heridas de la humanidad, el
poder de Dios debe estar sobre ti continuamente y fluir a través de ti.
3. La falta de unidad con otros cristianos agota nuestm poder espiritual. David dice que la
unidad trae refrigerio y bendición espiritual, como el rocío del cielo (Salmo 133:3). La
desunión hace lo opuesto, seca el alma, marchita la vida espiritual y evapora el frescor y
agudeza espirituales. El poder es disipado por las actitudes críticas, los pensamientos
resentidos o cualquier falta de perdón o amargura de corazón.
Nada va a drenar más rápidamente de tu vida la bendición, poder y unción de Dios que
pensar mal del prójimo. Las palabras sin amor, el chisme, reírse a expensas de terceros,
hablar negativamente te coarta el poder y la dulzura de la presencia de Dios. Cualquier
cosa contraria al tierno amor del Espíritu Santo devasta al poder espiritual.
¿Eres suficientemente sensible para reconocer con rapidez que contristas al Espíritu
Santo? Quienquiera toque al pueblo de Dios, toca a la niña de los ojos de Dios (Zacarías
2:8). Basta un comentario crítico para que destruya la bendición que recibiste por orar
tantas horas. E1 Espíritu Santo es el amable Espíritu de amor perfecto. Uno de Sus roles es
derramar en abundancia el amor de Dios a nuestros corazones y toda nuestra vida
(Romanos 5:5). No podemos darnos el lujo de afligir Su amante naturaleza.
Pablo se refiere en forma aguda y abrupta a este tema, “Pero tú, ¿por qué juzgas a tu
hermano? O tú también, ¿Por qué menosprecias a tu hermano? ¿Tú quién eres, que juzgas
al criado ajeno?” (Romanos 14:10; 14:4). Los pensamientos enjuiciadores siempre afligen
al Espíritu Santo.
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios.... Quítense de vosotros toda amargura,
enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros,
misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en
Cristo. Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también
Cristo nos amó” (Efesios 4:30; 5:2).
El poder se pierde por medio de la gratificación. Aquel que tiene el poder de Dios debe
llevar una vida de abnegación. ...No creo que todo hombre pueda llevar una vida lujosa,
dando rienda suelta a sus apetitos naturales, dándose todos los gustos, y disfrutar de la
plenitud del poder de Dios. La satisfacción de la carne y la plenitud del Espíritu no
andan de la mano...
Si conociéramos la continuidad del poder del Espíritu estaríamos en guardia para
llevar vidas sencillas, libres del desenfreno y excesos, estando listos para sufrir
“penalidades como buen soldado de Jesucristo” (2 Timoteo 2:3). Confieso francamente
que me asusta el lujo, no tanto el lujo como el pecado pero el lujo es lo segundo que
temo, pues es tan sutil y tan potente enemigo del poder. Hay diablos hoy que “no salen
sino por ayuno y oración”.’
7. La excesiva frivolidad puede agotar el poder espiritual. El humor es un don de Dios pero
debemos usarlo solamente en formas apropiadas y en magnitud modesta. Obviamente
Dios disfruta del sano humor por eso nos creó para que disfrutemos del humor y seamos
capaces de reír. Pero hay un momento, un lugar, un límite para el humor que Dios
bendice. Aun mucho humor sano puede disipar el poder de Dios. He notado que
justamente antes de una responsabilidad espiritual especial, aunque no me diera cuenta
que estaba ahí, por delante, Satanás ha intentado, ocasionalmente, que yo, y los demás,
nos divirtamos tanto que perdemos la preparación espiritual que habíamos hecho. Satanás
se deleita en robamos la unción y el poder de Dios justo antes de una crisis espiritual o de
un momento en que necesitaremos muchísimo Su poder. La presencia y poder del Espíritu
disponible para alguien por medio de varias horas dé oración puede perderse en cinco
minutos de humor impropio o de humor en el momento inoportuno.
El liderazgo cristiano es de amor; puedes liderar sin amar pero no es el genuino liderazgo
cristiano, a menos que estés marcado por un amor como el de Cristo. En tu calidad de líder
cristiano diriges en el nombre de Cristo, por cuenta de Cristo, en el espíritu de Cristo y para
la gloria de Cristo. Esto puede hacerse solamente si diriges con amor como el de Cristo.
El amor es la marca característica de todo cristiano. El que no ama no es cristiano (1 Juan
3:10,14; 4:8). Mientras más cercano a la pureza y perfección sea tu amor por el prójimo, más
como Cristo resultas ser. Todo cristiano debe amar con un amor como el de Cristo que es
infinito, en cambio el nuestro es limitado; el Suyo es perfecto, el nuestro es demasiado
imperfecto. De todos modos, nuestros amor, como el Suyo, debe ser personal, práctico, santo,
abnegado y sacrificado.
El amor es el sello de Dios sobre cada cristiano; es el sello que importa tengas en cuanto
seas líder cristiano. Aunque poseas todas las otras habilidades y destrezas del líder ideal,
no estás calificado para ser líder cristiano si no amas a los que conduces con un amor como el
de Cristo. Esencial para todos los cristianos es el capítulo trece de la primera Epístola a los
Corintios pues constituye la norma esencial para ti.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos
amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.
1 Juan 4:10
3. El Espíritu Santo vierte este amor ágape de Dios en tu naturaleza. Pablo lo describe
bellamente: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que nos fue dado” Romanos 5:5.
El te llena con su Espíritu para poder verter Su propia naturaleza santa de amor por
medio de ti como río constante, abundante y efusivo. Este es el gran río de agua viva que
Jesús te prometió (Juan 7:38>.
Tú amas porque el Espíritu Santo vierte Su propia naturaleza amante en ti tan
plenamente como tú te abras para recibir. Mientras más derrames tú el amor de Dios al
prójimo, especialmente a los que conduces y a los necesitados, más podrá Dios Espíritu Santo
derramar en ti Su santo ser, que es santo amor pues Dios es amor.
Mientras más derrames tú, más vierte El en ti, siempre fresco, siempre nuevo, siempre
limpiador, siempre transformador, siempre llenador, siempre como Cristo, siempre llegando
al prójimo y bendiciéndolo. ¡Oh, qué vida y liderazgo de amor en la medida que El viene en
ti tan rápido como tú derramas!
Ser lleno del Espíritu es ser llenado con el amor que El vierte desde la más íntima
naturaleza de la Trinidad en nosotros y por medio nuestro. ¡Ser llenado con toda la plenitud
del amor, pues Dios es amor! Nada es más excelso, profundo, santo, bendito, maravilloso en
toda la experiencia humana. Esta plenitud de amor, este efusivo río de amor, esta
indescriptible bendición de amor es el plan de Dios para cada cristiano.
Si es verdadero, y lo es, entonces tú, como líder cristiano, tienes que demostrar su
verdad y realidad más que cualquier otro cristiano. Tú tienes que ser modelo de amor. Puedes
ser modelo de este amor de Dios en Cristo solamente en una manera, esto es, siendo llenado
con este río de amor y, luego, dejando que se derrame desde ti a la iglesia y al mundo por el
cual El murió.
Si esta plenitud de amor divino y sobrenatural no emana constantemente de ti, líder
cristiano, no eres un verdadero representante de Jesús sino un farsante. Dios es amor; Cristo
es amor. Cristo puede ser representado solamente por amor. El único embajador verdadero de
Cristo (2 Corintios 5:20) es un embajador del amor. El que no derrama amor difama al Dios
de amor, que reclama representar.
El amor es el ingrediente esencial de todo servicio cristiano. El amor es la llave de todo
éxito cristiano. El amor es la fragancia, la gloria y el poder de toda vida cristiana. El amor
hace un pastor del líder. El amor hace del testigo un embajador de Cristo. El amor hace un
ministerio del trabajo para Dios.
El amor es el secreto de lo santo, sagrado y fecundo. El amor es la suma y cumplimiento
de la ley. El amor es el poder transformador de Pentecostés. El amor es el secreto de ser
semejante a Cristo. El amor es el fruto básico del Espíritu. La medida de la estatura de la
plenitud de Cristo es el amor (Efesios 4:13).
En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz diciendo: Si alguno
tiene sed, venga a mí beba. El que cree en m4 como dice la Escritura, de su interior
correrán ríos de agua viva. Esto di>o del Espíritu.
Juan 7:37-39
De modo que todo aquel que no tenga este río de amor no tiene sed, no cree, no obedece,
pues el Espíritu Santo es dado a los que piden, (Lucas 11:13), creen (Juan 7:38) y obedecen
(Hechos 5:32).
Puesto que el amor es el aspecto más constante, más evidente y más atractivo de la
semejanza a Cristo de cada creyente, debe ser más aún tu naturaleza diaria, tu gloria visible y
tu gran poder como líder cristiano. No te atrevas a dormir, contento sobre tus laureles, con
sólo una mínima experiencia nominal de este amor.
¿Cómo describir el amor que debe caracterizarte como pastor y líder efectivo? Debe
basarse en el amor ferviente, ardiente y adorador de Cristo. Debe ser derramado en amor por
la iglesia; y debe ser anhelo, hambre y sed constante por la salvación de los perdidos.
La pasión por Cristo es la pasión suprema de todo cristiano y debe ser la tuya como líder
cristiano. Esta fue la pasión arrolladora del apóstol Pablo, el líder más grande que ha
conocido la iglesia. Pablo proclamaba transportado de gozo, “Porque para mí el vivir es
Cristo, y el morir es ganancia”. “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Filipenses 1:21;
Gálatas 2:20.
Escucha el resonante testimonio de Pablo: “Pero cuantas cosas eran para mi ganancia, las
he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas
como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del
cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo ... a fin de conocerle”
Filipenses 3:7-10.
Esta debe ser nuestra pasión arrolladora y rectora como líderes llamados por Cristo. Tal
pasión por Cristo pone al líder aparte de los demás. Oh, son tan pocos los realmente poseídos
por, absorbidos en y comprometidos a esta única pasión. Cuán pocos pueden decir “ 1Mi
pasión es El, solamente El, en forma suprema El!”
Nuestro compromiso más profundo debe ser para Cristo, nuestra inmutable devoción,
nuestro amor supremo, la pasión absorbente de nuestra vida deben ser Cristo. Conocerlo más
y más debe ser el conocimiento que más deseemos. Complacerlo más y más debe ser nuestro
mayor anhelo, y glorificarlo más y más, nuestra suprema ambición.
Como Pablo, vivimos o morimos para El; a El nos volvemos para que nos guíe, nos dé
sabiduría y poder. En El nos gloriamos, en El estamos y aspiramos a toda la medida de la
estatura de Su plenitud, Su imagen y semejanza. Nuestra pasión por Cristo como persona
debe estar por encima y más allá de nuestra pasión por Su causa o nuestro compromiso a Su
servicio. Esta es la pasión fundamental de todas las otras pasiones cristianas.
El, solamente El es nuestra meta y nuestro ejemplo. El es todo nuestro deseo y nuestra
eterna recompensa. El es nuestro Alfa y Omega, nuestro principio y nuestro fin. Y porque El
es todo eso debe llegar a ser nuestro Amado intensa y personalmente. La pasión por Cristo se
transmuta en un amor personal, profundo y emocionante por Cristo.
La respuesta que nos da Jesús es: “El que me ama, será amado por mi Padre, y yo le
amaré, y me manifestaré a él” Juan 14:21.
Nos amenaza el peligro de reconocer que ganar almas es parte de nuestra responsabilidad
en nuestros abarrotados programas y ministerios pero esa noción se vuelve prácticamente
incidental en nuestro plan de trabajo y de uso del tiempo, quedándose solamente como meta
teórica pero, en la práctica, suele no ser prioritario para nuestro ministerio público o privado.
“¿Cómo puedo dormir cuando mi patria no es salva?” Payne informa que a menudo oraba
toda la noche con agonizante entonación: “1Señor, dame a Escocia o muero!” Dios estre-
meció Escocia; Dios le dio a Escocia. Dios respeta una pasión así por las almas.
John Wesley, instaba a los pastores de quienes dependía el futuro del avivamiento,
exhortándolos a que “seamos todos de una misma actividad. Vivimos solamente para esto,
salvar nuestras propias almas y las almas de quienes nos escuchan”. De nuevo, Wesley
gemía: “Dame cien predicadores que no teman a nada sino al pecado, y nada deseen sino a
Dios; y me importa un bledo que sean clérigos o laicos, pues ellos sólo estremecerán las
puertas del infierno y exaltarán el reino del cielo en la tierra”.
David Brainerd, el misionero de los indios norteamericanos, compartía el clamor de su
corazón al escribir en su diario: “Dejo este día para ayunar y orar preparándome para
el ministerio,.. Antes del mediodía sentí un poder de intercesión por las almas inmortales..,
después del mediodía... Dios me facultó para agonizar orando, tanto que me empapé de sudor
aunque estaba a la sombra y soplaba fresca brisa. Mi alma fue llevada a orar muy libremente
por el mundo: jadeaba por las multitudes de almas. Pienso que hablé mucho más por los
pecadores que por los hijos de Dios, aunque sentí que podía pasarme la vida llorando y
clamando por ambos” (19 de abril de 1742).
De nuevo: “No me importaba dónde o cómo vivía ni las dificultades por las que pasaba
para poder ganar almas para Cristo. Seguí en esta disposición toda la tarde y la noche.
Mientras dormía, soñaba con estas cosas y cuando me despenaba, lo primero en que pensé
era en esta gran obra de rogar a Dios en contra del diablo” (21 de julio de 1744).
Philip Doddridge escribió: “Anhelo la conversión de almas más sustancial y
conscientemente que cualquier otra cosa. Pienso que yo no solamente podría trabajar sino
morir también por ello”.
James Caughey dijo algo parecido: “10h, arder por Dios! ¡Todo, todo por y para El! ¡Sólo
Jesús! ¡Almas! ¡Almas! ¡ Almas! Que Dios me ayude pues estoy decidido a ser un ganador
de almas”.
John Smith, un inglés ganador de almas, dijo: “Soy un hombre con el corazón roto no por
mí sino por el prójimo. Dios me ha dado tal visión del valor de las preciosas almas que no
podría vivir si las almas no son salvadas. Dadme almas o me muero
William Cowper escribió acerca de George Whitefield, el gran evangelista y amigo de
Wesley:
Whitefield oraba: “Oh, Señor, dame almas o llévate la mía”. Se dice que su rostro brillaba
como el de Moisés cuando sollozaba esa oración.
Cuando el rey de Inglaterra preguntó a William Booth, el fundador del Ejército de
Salvación, cuál era la fuerza rectora de su vida, éste replicó: “Señor, la pasión de algunos
hombres es el oro, la de otros es la fama pero la mía es por las almas”.
Charles Cowman, fundador de OMS Internacional (antes La Sociedad Misionera al
Oriente), escribía haber resuelto sobre los millones de japoneses, “con la ayuda de Dios van a
escuchar, así me cueste hasta la última gota de mi sangre. ¡ Heme aquí, Señor, envíame!
¡envíame!” De él se decía:
“Ganar un alma era para él como triunfar en una batalla es para el soldado; como ganar la
novia es para el novio; como ganar una carrera es para el atleta. Charles Cowman vivió
solamente para una cosa: ganar almas para Cristo. Esta fue la sola pasión de su alma y Dios
puso Su sello sobre él en una forma sumamente extraordinaria”.
Más adelante se dijo como tributo a Cowman: “Cada vez y doquier se mencionara la
evangelización del Oriente, su alma se encendía y uno sentía que iba a morir como mártir por
medio de su propio fervor antes de llegar al ocaso de su vida, y así fue. El pertenecía a la
clase de los primeros mártires cuyas apasionadas almas fueron un temprano holocausto del
hombre físico’.
John Hyde tan poderosamente usado para salvación y avivamiento en la India, como el
Apóstol de la Intercesión, clamaba asiduamente: “¡Padre, dame estas almas o me muero!”,
Hyde alternaba entre la agonía de la intercesión y la jubilosa alabanza, recibiendo tremendas
respuestas de oración; hacia el final de su servicio misionero promediaba más de cuatro
almas por día, mayormente ganadas por medio de la oración.
Walters, presidente de la Conferencia Metodista Británica, recordaba la mañana de un
lunes cuando fue a la oficina de Hugh Price Hughes, que habla lanzado el movimiento wes-
leyano hacia adelante, que fundó iglesias y locales de reunión centrales. Walters fue a
informar sobre su trabajo del domingo. “Hughes lucía como un hombre quebrantado, sus ojos
humedecidos por las lágrimas: quebrado y no tenía sino
¡cincuenta años! Le pregunté si estaba enfermo y me respondió que no, prosiguiendo así,
‘Walters, han pasado tres domingos en el local St. James sin que nadie haya entrado a
preguntar —ninguna conversión; y yo no lo puedo soportar. Se me rompe el corazón...
Cuando Dios me mandó a la zona oeste de Londres, fue para ganar una decisión por Cristo
cada vez que predicara”’.
4. Pide a Dios que te haga espiritualmente radiante. Pide a Dios cada día que te haga como
Cristo, rebosante de gozo en el Señor, y ungido por el Espíritu en todos tus contactos. Pide
a Dios que ponga en tu semblante y en tu conducta algo de Su presencia y gloria, en forma
tan evidente que otros se sientan atraídos a El.
5. Pide a Dios te dé osadía triunfante para dar testimonio. Pide a Dios un espíritu de
iniciativa amante y afectuosa que te haga reconocer las puertas abiertas y te ayude a usar
tus oportunidades por completo. Pide a Dios que te haga alerta para aprovechar los
momentos estratégicos para el Señor.
6. Pide a Dios que te haga confiado y positivo. El te liberará de tus miedos. Mientras más
hables a otros de Cristo y de la vida espiritual personal de ellos, más confiado te volverás
y más fácil será para Dios usarte.
7. Otorga prioridad constante de orar. Prioriza tanto la oración de comunión como la de
intercesión. La oración es la llave de tu resplandor espiritual personal. La oración es la
llave de la guía para tus contactos y testimonios. La oración es la llave de la unción del
Espíritu para tu vida y esfuerzos. La oración es la llave de la investidura del poder de Dios
para ti, de modo talque haya una dimensión divina en lo que hagas para ganar almas. La
oración es la llave de la pasión por las almas y de toda tu vida espiritual. Da prioridad a la
oración.
Hace un siglo que Dios usó mucho al doctor A. T. Pierson, un ministro presbiteriano,
como pastor en Norteamérica y del Tabernáculo londinense de Spurgeon, y como editor y
director del Movimiento de Voluntarios Estudiantes. Aquí él cuenta cómo recibir esta fiera
pasión por las almas:
Hay una comunión secreta con Dios donde obtenemos este fuego celestial encendido dentro
de nosotros, y ello hace el trabajo personal por las almas fácil, natural, sereno y un descanso.
Permanecer en la presencia de Dios hasta que veamos las almas, como a través de Sus ojos,
nos hace anhelarlas con incansable vehemencia.
Esta pasión por las almas es probablemente el producto supremo de la comunión espiritual
con Dios. Nos absorbe y aun nos olvidamos de nuestra propia salvación en ese apasionado
anhelo por el cual Moisés estaba listo para que su nombre fuera borrado del libro de Dios si
fuese necesario, por amor a Israel, o a Pablo dispuesto a ser anatema por amor a sus
hermanos.
Me parece que tal pasión es la suprema forma de amor sin egoísmo, y la más cercana
aproximación al motivo divino que impelió al Señor Jesucristo a vaciarse de Su gloria y
majestad originales y asumir “la forma del siervo” sufriendo aun la cruz. Ningún hombre
puede encender ese fuego celestial por sí mismo; debe provenir de la brasa viva del altar de
lo alto.
XVII. TU AMOR POR LOS PERDIDOS
Dios amó tanto al mundo que dio a Jesús para salvación del mundo, de todos los
pecadores. Todo lo que somos y tenemos se lo debemos al inmenso amor de Dios por
nosotros, a pesar a nuestras rebeliones y actos pecaminosos. Jesús murió por nosotros, no por
ser maravillosos o buenos, sino por puro amor No hay nada más importante que amar al
mundo de la misma forma en que Dios lo hace, con amor ferviente y redentor, en
reciprocidad a Dios Padre y a nuestro amante Salvador.
.¿Cuál fue el secreto? Ese amor abrumador y consumidor por las almas que, literalmente,
impulsó a Brainerd a orar, llorar y amar continuadamente a estos indios paganos que no
respondían en absoluto. El derramó su alma y su fuerza mes tras mes, a menudo débil en su
cuerpo y debilitado por la tuberculosis pero se sostuvo hasta que el Espíritu Santo vino, de
súbito, en maremotos de poder salvador.
¡ Oh, el irresistible poder del amor del Espíritu Santo y de la intercesión prevaleciente el
poder dado por Espíritu Santo! Esta es nuestra crucial necesidad en la actualidad. Cada
movimiento del Espíritu tiene diferentes características. Dios tiene infinito amor e infinita
originalidad. Los detalles variarán de lugar en lugar y de época en época cuando Dios obra en
poder y avivamiento pero los principios básicos son los mismos: El amor del Espíritu Santo y
la oración activada por el Es9íritu Santo, secreta y poderosa preparación por el pódei del
Espíritu Santo y la cosecha del Espíritu Santo.
Lucas 15:10
¿A quién se refiere? ¿A los parientes y amigos del nuevo creyente que ya estén en el
cielo? puede que sean informados al respecto pero no estamos seguros que así sea; si lo son,
se regocijarán muchísimo.
Pero ¿quién es el que más se regocija? ¿Quién ha efectuado el esfuerzo más costoso para
hacer que sea posible la salvación de esta persona? Naturalmente que el Dios trino
—Padre, Hijo y Espíritu Santo que han estado envueltos, todos en proveer y aplicar la
redención. Sus corazones infinitos deben regocijarse en forma inexpresable y mayor que los
corazones de otras criaturas de cielo y tierra. Si quieres llevar gozo al cielo y si quieres
recompensa rica y eterna, lleva almas a Cristo.
Daniel 12:3
¿Qué mayor sabiduría puedes mostrar que ganando almas, cuando la salvación de cada
alma es tan importante para toda la Trinidad? ¿Cuán necio resultarías ser si fallas en orar y
hacer todo lo posible para la salvación de tantas almas como sea posible? ¿Personalmente,
estás ganando almas?
El amor por Jesús te impulsará a buscar al perdido. Serás compelido a hacerlo por respeto
a Dios y por el precio que Jesús pagó por tu salvación. ¿Qué clase de amor por Dios tenemos
si no nos hace sentir hambre por buscar la salvación de esos que Jesús anhela
constantemente? Aun el amor por la humanidad debiera llevamos a buscar al perdido.
Cuando sabemos que se trata de salvación o infierno, el mero respeto por la raza humana
debiera conmovernos para hacer todo lo que podamos para llevar gente a Cristo pues El es la
única esperanza del cielo.
No hay alternativa. El amor ágape nos lleva a hacerlo que sea necesario para encontrarlos,
persuadirlos, ganados, pues el Espíritu nos guía a dar los pasos requeridos para preparar el
camino de la salvación del prójimo.
Dios ha ordenado que el Espíritu Santo obre por medio de nosotros. Puedes estorbar la
obra del Espíritu. Puedes ser el eslabón perdido del plan de redención de Dios. ¡ Oh, la
tragedia de las iglesias que no ganan almas! ¡La cuenta que sus pastores tendrán que rendir a
Cristo en el juicio! ¿Cuánto
tiempo ha pasado desde que ganaste una nueva persona para Cristo? ¡Qué tragedia cuando los
ministros nunca han aprendido el gozo del constante ganar almas! ¿Qué nos enceguece tanto?
¿Qué nos hace tan inconmovibles al cielo y al infierno? ¿Creemos lo que predicamos?
George Whitefield dijo: “Estoy convencido de que la generalidad de los predicadores hablan
de un Cristo que no conocen ni sienten. Muchas congregaciones están muertas porque
muertos son quienes les predican”.
Un notorio asesino británico fue sentenciado a morir y en la mañana de su ejecución, se
vio al capellán de la prisión que iba caminando junto a él, rumbo al cadalso, leyéndole en
forma rutinaria algunos versículos de la Biblia. El prisionero estaba impactado que el
capellán fuera tan formal, inconmovible y nada compasivo a la sombra del patíbulo y le dijo:
“Señor, si yo creyera lo que usted y la iglesia dicen creer, aunque Inglaterra estuviera
cubierta de vidrios rotos de costa a costa, de playa a playa, yo caminaría por encima, si fuera
necesario me arrastraría sobre manos y rodillas, pensando que vale la pena tan sólo por salvar
un alma del infierno eterno
Moisés se pudo en la brecha entre Dios y el pecador Israel una y otra vez, cuando se
postraba ante Dios. La Biblia dice repetidamente que él le pedía a Dios que los perdonara y
no los destruyera (Exodo 32:11—13, 31—32; Números 11:2; 12:13; 14:5—20; 16:4,22,45;
20:6; 21:7). Envió a Aarón para que fuera con el incensario y detuviera la plaga, interponién-
dose entre los vivos y los muertos (Números 16:46 —48). ¿Va Moisés a preguntarte, desde el
trono del juicio de Cristo o en el cielo, por qué no intercediste más por tu gente y buscaste
con más fidelidad y asiduidad rescatar a los pecadores que iban derecho al infierno?
Cuando Nehemías supo la situación en que se hallaba Jerusalén, tuvo tanta aflicción y
dolor en su corazón que no pudo quedarse de pie y tuvo que sentarse a llorar. Durante
algunos días estuvo de duelo y ayunó y oró (Nehemlas 1:4—11). Dejó su puesto de poder y
honra, era nada menos que copero y confidente del gran emperador de su época, para poner
en peligro hasta su propia vida e ir en pos del bienestar de los judíos sin considerar el costo
de su empresa. ¿Te va a preguntar Nehemías por qué hiciste tan poco por buscar a los
perdidos de tu ciudad?
Cuando Josafat era rey de Jerusalén, se abrumé tanto por el pecado de su pueblo que envió
a sus oficiales a buscar la parte del Antiguo Testamento que, entonces, estaba disponible, y
que fueran por cada pueblo y ciudad de la nación a enseñarle a la gente la voluntad y Palabra
de Dios. Evidentemente el mismo rey Josafat fue de ciudad en ciudad para enseñar y
evangelizar (2 Crónicas 17:9).
Fue al pueblo, por segunda vez, de punta a punta del país, para que la gente se volvieran a
Dios. Exhorté a sus oficiales a considerar cuidadosamente lo que estaban haciendo pues eran
los representantes de Dios. Les dijo:
2 Crónicas 19:10
Si Josafat siendo un rey, sentía que pecaba si no iba en pos del perdido, ¿qué te dirá a fi, y
a mf? Somos siervos de Cristo, tenemos el claro mensaje del Evangelio, estamos puestos
aparte para alcanzar al perdido, ¿cómo justificar que hacemos tan poco por buscar y salvar al
perdido que nos rodea?
¿Qué dirán los santos de Dios en el cielo al preguntarte por qué no hiciste más por tratar
de salvar a sus hijos e hijas, a sus seres amados, a sus amigos? ¿Qué excusa vamos a darles
por no haber procurado en forma continua, hasta desesperada, impedir que sus seres amados
se fueran al infierno?
Si el rico del Hades rogó a Abraham que enviara a Lázaro a advertir a sus cinco hermanos
para que no fueran al fuego y tormento del Hades (Lucas 16:27 —28), ¿qué vas a decir
frente al trono de juicio de Cristo si tus vecinos y amigos condenados ya, te señalan con el
dedo y protestan que vayas al cielo cuando sabías del infierno y, sin embargo, nada hiciste
para advertirles y salvarles del tormento? ¿Qué dirás cuando te pregunten por qué no hiciste
todo lo humanamente posible por impedir que sus seres amados fueran al infierno?
No, no tenemos alternativa. Si amamos a Dios Padre debemos buscar al perdido. Si
amamos a Cristo que murió por el perdido, debemos procurar llevarlos a Cristo. Si abrigamos
cualquier amor humano, debemos procurar buscar al perdido y tratar de impedir que caigan
en las llamas eternas del infierno. Un día, cuando estemos ante el trono del juicio de Cristo,
desearemos haber hecho, oh si, mucho más para procurar salvar al perdido.
¿Hay alguna significación para que se nos repita, dos veces, en el libro del Apocalipsis
que después de la resurrección nuestras lágrimas serán enjugadas por completo? Dios las
enjugará después que la gran multitud de creyentes, incluyendo a los de la Gran Tribulación,
estén a salvo en el cielo. Ellos son la multitud de todas las naciones de la tierra que nadie
puede contar, y se regocijan ante el trono (Apocalipsis 7:17) pero, de nuevo senos dice que,
después del juicio final, cuando cada pecador haya sido juzgado y enviado al lago de fuego,
Dios enjugará cada lágrima de nuestros ojos (Apocalipsis 21:4). ¿Vamos a llorar tú y yo en el
juicio por el perdido que no ganamos? ¿Por eso es que nos dice la Biblia en ese punto que
Dios enjugará toda lágrima?
1. Pide al Espíritu que te dé ojos para ver cuándo está listo el corazón de cada persona,
cuándo enfrenta una crisis donde tú puedes ayudar, cuándo el Espíritu lo ha llevado a
cruzarse en tu camino con un propósito. Pide al Espíritu que te dé ojos para ver a la gente
como El la ve y verlos con el amor con que El los mira.
2. Pide al Espíritu que te guíe para que estés a la hora correcta, en el lugar adecuado, para
hablar, bendecir y amar a la persona indicada. Solamente El sabe cuál persona te asigna
para que ayudes en cualquier momento. Solamente El conoce todas las circunstancias.
Solamente EL sabe cuáles son todos los cambiantes pensamientos y deseos de la persona.
La guía de Dios es perfecta y el tiempo de Dios es perfecto.
El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija
más que a mi, no es digno de mi y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es
digno de mí.
Mateo 10:37—38
¿Qué significa seguir a Jesús? no solamente abandonar nuestro pecado y recibir a Cristo
como Salvador sino también hacer de Cristo nuestro Señor y seguirlo en costoso discipulado.
Jesús buscaba al perdido, sin tener, a menudo, dónde apoyar Su cabeza (Mateo 8:20). Jesús
buscaba aun a costas de preciosos lazos familiares (Mateo 12:48—49). Seguir a Jesús en la
evangelización suele abarcar tal suprema devoción que a veces nos cuesta sacrificar preciosos
momentos de comunión familiar (Lucas 14:26—27). Abarca la cruz.
Seguir sacrificadamente a Jesús con amor ágape mientras buscamos al perdido abarca,
hoy, un precio para nosotros. John Heniy Jowett suplica en su libro The Passion for
Souls,”Hermanos míos, ¿estamos en esta sucesión? ¿el grito del mundo perfora el corazón y
resuena aun a través de la fábrica de nuestros sueños? ¿Llenamos los sufrimientos de nuestro
Señor con nuestros propios sufrimientos, o somos los ministros antipáticos de una poderosa
pasión?”
Jowett también decía: “Para estar en la sucesión del sacrificio, nuestra simpatía debe ser
pasión, nuestra intercesión debe ser un quejido, nuestro beneficio debe ser un sacrificio y
nuestro servicio debe ser un martirio”.
La identificación cristiana con personas necesitadas asume que tomaremos como nuestros
sus corazones rotos y sus
lamentos. Sentiremos las cadenas del pecado que los atan. Sentiremos las punzadas de los
promesas rotas, los gritos dcl amargo corazón de los que pecan y de quienes reciben los
pecados. Nos encogemos ante el odio engendrado desde el infierno. Luchamos contra los
malos tiranos que atan esas pobres vidas. Luchamos contra poderes satánicos de las tinieblas
que Los esclavizan. Procuramos arrebatarlos del fuego encendido sobre ellos (Judas 23).
Ganar almas conlleva a Librar batallas espirituales. Las batallas contra Satanás no suelen
ganarse con rapidez ni facilidad. El amor es herido, el amor sufre cicatrices pero el amor
sacrificado que busca, no se rinde porque el Espíritu de Dios que busca, no se rinde. Aunque
el costo llegue a dar la vida como sacrificio vivo, el amor sigue buscando. Aunque acorte la
vida o implique la muerte del mártir, el amor sigue buscando.
Como Pablo lo admite, el amor suele no sólo gastar lo que tiene sino que se desgasta a sí
mismo también (2 Corintios 12:15). El amor siempre lleva la cruz en su corazón. El amor que
busca tiene el carácter del Calvario. Pablo no se avergonzaba de llevar en su cuerpo las
marcas de Jesús (Gálatas 6:17). El cielo está lleno de veteranos surcados de cicatrices de la
santa guerra de amor de Dios. Jesús se gloriará, en el cielo, al mostrarnos Sus manos
marcadas por los clavos tal como lo hizo ese Domingo de Resurrección (Juan 20:20).
Amy Cannichael, una de los mártires misioneras en la India, hace algunos años atrás,
escribió un penetrante poema llamado “¿Sin Cicatrices?” en el cual nos pregunta, si llevamos
cicatrices de las heridas sufridas por servir sacrificadamente a Cristo. Amy termina
diciéndonos:
¿Puede haber seguido hasta el final
quien no tiene herida ni cicatriz?
El amor es el secreto del ministerio de ganar almas; el amor que anhela, el amor que
busca, el amor que sufre con gozo; el amor dispuesto a ganarse una cicatriz.
Parte del plan eterno de Cristo es tener un cuerpo de personas llamadas a salir del mundo,
redimidas por Su sangre, y especialmente dedicadas a El con amor. Jesús dijo: “Edificaré mi
iglesia” Mateo 16:18. Jesús es: ‘Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia ... él es la cabeza del
cuerpo que es la iglesia” Efesios 1:22; Colosenses 1:18, Jesús quiere: ‘Que la multiforme
sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potes-
tades en los lugares celestiales” Efesios 3:10.
“Cristo amé a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola
purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de no presentársela a sí mismo, una
iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante, sino que fuese santa y
sin mancha” Efesios 5:25—27.
Cristo amó a la iglesia a la que eligió para que fuera Su novia eterna (Apocalipsis 21:1—
3). Cristo quiere que la iglesia esté espiritualmente bien alimentada, segura, radiante y
adornada por cuanto es Su amada novia bella y amorosa.
TU ERES LLAMADO PARA QUE AMES A LA IGLESIA
Cristo te ha elegido para que, por cuenta de El, cuides a Su iglesia o a un grupo dentro de
ella. Cristo quiere que ames a la iglesia con Su amor. Tú eres responsable de cuidar la iglesia
por El en tu calidad de líder cristiano. El quiere llenarte con Su ardiente amor por ella.
Hay una sola manera para que tú seas un adecuado líder pastor de la iglesia o grupo del
pueblo de Dios, cuidándola con amor hasta que vuelva Cristo mismo a buscarla. Debes amar
la iglesia con el mismo y especial amor con que Cristo la ama y que te provee el Espíritu
Santo.
No basta que ames a los creyentes por ser tu prójimo, tus amigos o que los ames como
hermanos y hermanas en la fe. Debes amarlos con el propio amor de Cristo dado por el
Espíritu. Cristo te convoca a que ames por cuenta de él, a que seas Su regalo de amor para la
iglesia. El ha enviado al Espíritu Santo para darte el amor que necesitas. Eres nombrado para
ser Su canal de amor. El mayor ejemplo de Cristo amando a Su iglesia por medio de
nosotros, es el apóstol Pablo; sus cartas revelan la intensidad, el compromiso y la plenitud
sacrificada de Su amor.
2. Haz de la iglesia tu gozo especial. Cuando ames intensamente a la gente, ésta se volverá tu
fuente constante de gozo, especialmente a medida que vayan respondiendo a tu amor. Te
regocijarás constantemente al ver que el Espíritu de Dios obra en la iglesia que amas de
corazón, igual que un padreo madre se regocija observando a su hijo o hija que juega,
crece, dice cosas interesantes y se desarrolla constantemente.
Pablo llama gozo y corona suya a los filipenses (Filipenses 4:1); escribe a los
tesalonicenses: “Porque ahora vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor. Por lo cual,
¿qué acción de gracias podremos dar a Dios por vosotros, por todo el gozo con que nos
gozamos a causa de vosotros delante de nuestro Dios” 1 Tesalonicenses 3:8—9.
Pablo no sólo se limitaba a regocijarse constantemente por la iglesia sino que ésta era su
orgullo y gloria y, en ella, se deleitaba con profunda satisfacción espiritual. Escribió a los
corintios: “Por la gloria que de vosotros tengo en nuestro
Señor Jesucristo, que cada día muero” 1 Corintios 15:31.”Mucha franqueza tengo con
vosotros. Mucho me glorío con respecto de vosotros” 2 Corintios 7:4.
3. Mantén la iglesia en tu corazón. Pablo atestiguó que: “Os tengo en el corazón” Filipenses
1:7. Ellos estaban escritos en su corazón (2 Corintios 3:2). Tenían tal lugar en el corazón
de Pablo que él apenas si hallaba palabras para expresarlo: “Estáis en nuestro corazón,
para morir y para vivir juntamente” 2 Corintios 7:3.
David Brainerd escribió para referirse a su amor por los míos norteamericanos “cuando
dormía, soñaba estas cosas y cuando despertaba esta gran obra era lo primero en que
pensaba”. Brainerd mantuvo a esa gente en su corazón ¿Está constantemente en tu
corazón la gente a la cual ministras?
4. Abre tu corazón enamorado a la iglesia. Pablo escribió a los corintios: “Nuestra boca se
ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha ensanchado” 2 Corintios 6:11.
Pablo se refería a la profundidad de su amor por la iglesia que le hacía llorar por ellos
cuando presenciaba sus luchas y sus necesidades (2 Corintios 2:4). Pablo atestiguaba que
se recomendaba en todo como ministro de Dios en bondad y amor sincero (2 Corintios
6:6). El se demostraba un verdadero obrero seguidor de Dios (y. 1) por su amor. El les
enviaba por escrito su amor (1 Corintios 16:24). Les dijo a los tesalonicenses que su amor
por ellos se acrecentaba y rebosaba (1 Tesalonicenses 3:12). Mientras más tiempo pasas
con tu iglesia, más querrá el Espíritu que los ames y más se precipitará, impetuoso, el
torrente inundador de tu amor.
Pablo puso a Dios por testigo de su profundo y verdadero amor por su pueblo (2
Corintios 11:11). Aunque ausente en el cuerpo, estaba con ellos de manera espiritual, en
sus oraciones y su amor, observándolos y deleitándose en ellos (Colosenses 2:5). No te
atrevas a reaccionar a las actitudes o conductas desilusionantes de algunos miembros del
rebaño ni a cerrar tu corazón a ellos. Los líderes cristianos deben
proponerse mantener siempre abiertos en forma consciente sus corazones por medio del
amor para su congregación.
5. Anhela constantemente santidad para tu iglesia santa.
Pablo escribió a los filipenses: “Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos
vosotros con entrañable amor de Jesucristo” Filipenses 1:8.
Sus anhelos eran tan inmensos porque Jesús habla compartido con él tan profundo
afecto por la iglesia. ¿Puedes tú dar testimonio que Dios te ha dado un amor especial por
aquellos a quienes ministras? ¿Qué hizo Pablo debido a ese amor dado por Dios? Nos lo
dice en los versículos que siguen: puesto que no podía estar con ellos, oraba constan-
temente por ellos.
De nuevo Pablo dice respecto a ellos: “Hermanos míos amados y deseados, gozo y
corona mía” Filipenses 4:1.
Pablo anhelaba ver a los tesalonicenses (1 Tesalonicenses 3:6) y atestiguaba que sus
anhelos de verlos lo conmovían tan profundamente que casi le eran insoportables, “pero
nosotros, hermanos, separados por un poco de tiempo, de vista, pero no de corazón, tanto
más procuramos con mucho deseo ver vuestro rostro; por lo cual quisimos ir a vosotros,
yo Pablo ciertamente, una y otra vez ... por lo cual, no pudiendo soportarlo más ... por lo
cual también yo, no pudiendo soportar más” 1 Tesalonicenses 2: 17—18; 3:1,5.
Pablo añoraba intensamente a sus hermanos y hermanas en la fe, cuando no estaba con
ellos, sentía dolor. Ese mismo amor lo mantenía orando constantemente por ellos. ¿Sientes
ni anhelos un amor tan profundo por tu gente que te lleven a orar constantemente?
6. Amor a través de la constante intercesión por la iglesia. Aunque tu oración por tu
gente nunca sea evidente para ellos, el amor que inviertes en orar por ellos, se vuelve, no
obstante, evidente en muchas formas. El líder que invierte tiempo en orar por su gente no
necesita decirlo, pues ellos van a captar su preocupado interés que enlazará sus corazones
con él. La oración es, por cierto, la forma más poderosa de amar a la gente. No es la única
pues no puede sustituir a las demostraciones concretas de amor pero es la base de todas las
demás formas y de ella depende la efectividad de todo lo demás.
Cristo vive para interceder por la iglesia y el mundo. El dirige al Espíritu para que
ponga las cargas de oración por la iglesia en el corazón de un santo líder Cada preocupa-
ción de orar por alguien viene a ti directamente del corazón de Dios y es algo que Dios te
encarga. No oses fallar a Cristo sin dedicar un tiempo semanal a interceder por tu gente.
Nada es más importante.
Si los apóstoles fueron dirigidos por el Espíritu para asignar muchas tareas
administrativas a otros, a fin de dedicarse con más exclusividad a orar y al ministerio de la
Palabra, no podemos hacer menos. No hay pastor fiel a su desempeño pastoral si cada
semana no pasa cierto número de horas intercediendo por toda la iglesia, por cada familia
y personas en forma ordenada para no dejar fuera a ninguno, por los diversos grupos de la
iglesia (niños, jóvenes, madres, padres, etcétera) y cada ministerio de la iglesia: los
misioneros que apoyan, el coro y otras formas de alcance. El pastor pasará también mucho
tiempo orando para que Dios unja su ministerio, para que lo toque el avivamiento del
Espíritu y por la cosecha mundial.
7. Ama la iglesia como si fuera tu padre y madre. Para formar una iglesia, hay que pagar un
precio muy alto, tan alto y doloroso, que el proceso se parece a dar a luz a un bebé. Pablo
usó la misma expresión empleada para significar el parto. Incluso después de haber
plantado una iglesia, habrá crisis durante las cuales el líder dado por Dios atraviesa por los
dolores de partos espirituales. Pablo dice: “Hijitos irnos, por quienes vuelvo a sufrir
dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros’ Gálatas 4:19. Pablo tuvo que
pasar por este sufrimiento más de una vez por las mismas iglesias.
Satanás puede tentarte a renunciar a una iglesia o grupo o personas. Puede que tengas que
pedir a Dios un amor nuevo y profundo y la fe que nunca antes hayas sentido. El Espíritu
Santo siempre está listo para verter más amor de Cristo en tu corazón. Pablo atestiguaba:
“Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios
hijos” 1 Tesalonicenses 2:7.
El líder tiene que alimentar continuamente a los cristianos enfermos, como si hubieran
vuelto a ser bebés espirituales. Los cristianos no maduran espiritualmente a la misma velo-
cidad; a veces, algunos hasta parecen retroceder en lugar de madurar. Si tú llevas una carga
paulina por ellos, vas a pasar, a menudo, trabajos de oración parecidos a los dolores de parto
espiritual. Serás, con frecuencia, la niñera de los creyentes débiles.
Pablo no sólo dio testimonio de un papel maternal sino también de uno paternal: “Así
como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos
a cada uno de vosotros, y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os
llamó a su reino y gloria” 1 Tesalonicenses 2:11—12.
Todo padre y madre sabe que cada hijo e hija tienen una personalidad diferente pero, aun
así, cada creyente debe recibir ayuda espiritual paternal para crecer en gracia y llegar a ser
espiritualmente maduro. Esto exige constante sabiduría, la guía y el toque especial del
Espíritu en consejería, fortalecimiento, corrección y ayuda.
El líder puede llevar a cada creyente a la madurez y perfección espiritual de Cristo
únicamente por la constante capacitación del Espíritu. “A quien anunciamos, amonestando a
todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en
Cristo Jesús a todo hombre. Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros”
Colosenses 1:28; 2:1.
El vocabulario griego usado por Pablo en ese pasaje, ilustra la intensidad de la agonía y el
esfuerzo del alma envueltos en este proceso. Esfuerzo significa “empeñarse en hacer algo
hasta agotarse”. Agonizar viene del griego que connota “batirse, contender, luchar, tensar
al máximo cada nervio y efectuar todo esfuerzo posible “como lo hace el luchador que
agoniza en sudor y dolor
Eso es lo que cuesta derrotar al diablo y llevar almas a nacer y madurar; a veces
conlleva más esfuerzo en oración intensa y actuar como padre y madre a nivel personal
para llevar a los cristianos a su madurez, que lo que cuesta llevarlos a Cristo. Nos se trata
de una lucha física, salvo el desgaste físico de luchar en oración contra Satanás y los
poderes de las tinieblas. Aquí hablamos del precio interior que se paga al agonizar en
lucha espiritual de oración, por lo cual Pablo lo compara con los dolores de parto. Puede
decirse que muchos líderes nunca luchan en oración, ¿Luchas tú?
Igual que el padre y madre se pasan noches enteras al lado del lecho de un hijo
gravemente enfermo, tú habrás pasado muchas horas en las noches, en tu calidad de padre
y madre espiritual, orando por tu iglesia. Te has identificado tanto con los que amas que,
como Pablo, llevas contigo una constante preocupación afectuosa por todos los de tu
iglesia (2 Corintios 8:16). “Y además, de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día,
la preocupación por todas las iglesias. ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le
hace tropezar, y yo no me indigno?” 2 Corintios 11:28—29. Pablo se identificaba tanto
con ellos que ardía de vergüenza cuando ellos se avergonzaban, y ardía de indignación
contra Satanás cuando los descarriaba.
El liderazgo es una obra costosa que consume tiempo y energías, imponiendo sus
demandas diurnas y nocturnas sobre el líder.
8. Ama bastante a la iglesia hasta desgastarte y disponte a sufrir. Eres llamado a darte por la
iglesia. Cristo se dio voluntariamente a Sí mismo hasta la muerte por ella. Puede que no
seas convocado a tan extremo sacrificio pero Pablo estaba dispuesto a sufrir lo que fuera,
hasta la muerte. Escucha su testimonio: “Ahora me gozo en lo que
padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su
cuerpo, que es la iglesia. Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me
gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos. Tan
grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el
evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy
queridos” Colosenses 1:24; 2 Corintios 12:15; 1 Tesalonicenses 2:8.
Queda aún un precio que pagar por la iglesia. Este compromiso dedicado de tiempo, amor,
esfuerzo y sangre vital te hará un siervo de la iglesia, como a Pablo que se llamaba siervo de
Jesucristo y del Evangelio (Romanos 1:1; Colosenses 1:23). Puede que esto no te parezca tan
difícil pero Pablo se regocijaba por ser un siervo de la iglesia (y. 25), lo cual puede ser difícil.
¿Te sientes tentado, a veces, a decir “~,quién se creen que soy yo, el esclavo de ellos?” con
respecto a ciertos miembros de tu iglesia o de su cuerpo gobernante? SI, contesta Pablo, por
amor a Jesús nos volvemos siervos, esclavos, de la iglesia en muchos aspectos.
Entonces, ¿cómo mantener nuestra dignidad? de ninguna manera tratando de afirmarla, ni
anunciando que ciertas tareas sobrepasan nuestro papel. El respeto, el honor y la dignidad del
líder son mantenidos solamente por la presencia y el poder de Dios en su vida y ministerio.
La humilde servidumbre puede, en realidad, exaltarte en la estima de tu iglesia.
No estás llamado a realizar diligencias por cada uno de ellos pero sí a ser amigo y ayudar
a todos. Puede que lamentablemente declines a ayudar en ciertas situaciones debido a las
prioridades espirituales, lo cual será comprendido si eres reconocido como persona de Dios,
de oración y usado con poder por el Espíritu Santo. Vive lleno del Espíritu de Dios que
jóvenes y viejos te respeten como persona de Dios y quieran que te des primordialmente al
ministerio espiritual.
Tienes corazón de pastor? Nada más esencial para el liderazgo cristiano. La Biblia
describe repetidamente a los líderes cristianos. Tienen que ser atalayas, como Dios le dijo a
Ezequiel que El lo habla constituido atalaya de Israel, teniendo dos deberes: oír la palabra de
Dios y dar al pueblo el mensaje de Dios (Ezequiel 3:17). Treinta capítulos después Dios
repite el mismo mensaje para luego, seguir diciendo que el líder es responsable por hacer que
todos conozcan adecuadamente la advertencia y mensaje de Dios. Si el líder no logra dar el
mensaje de Dios, tendrá que rendir cuenta por la sangre de esa gente (Ezequiel 33:1—9).
Dios añade la responsabilidad de la intercesión a la función de atalaya (Isaías 62:6).
En el tiempo del Antiguo Testamento no hubo, en realidad, pastores aunque tanto profetas
como reyes que Dios escogía, ejercieron algunos las funciones de atalaya en ciertas ocasio-
nes. Pastor fue otro vocablo empleado en la época del Antiguo Testamento para designar la
responsabilidad espiritual de los líderes.
Dios quiere que tú, en tu calidad de líder cristiano, tengas el corazón del pastor. Cada líder
es responsable por pastorear toda la gente bajo su influencia y cuidado. Cada anciano o
diácono comparte algunas de las responsabilidades del pastoreo en una iglesia en particular.
Cada profesor de escuela dominical o líder de un grupo de la iglesia tiene una respon-
sabilidad semejante. El obispo de una denominación o el supervisor de una organización
cristiana es responsable por pastorear a los pastores u obreros cristianos que supervise. El
pastoreo es uno de las funciones más importantes y necesarias del pueblo de Dios y, en cierta
medida, cada cristiano es responsable por ayudar a pastorear a los menores en la fe y,
también, en edad.
Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los
llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.
Isaías 40:11
Jeremías profetizó que Dios iba a “cuidar su rebaño como pastor’ (Jeremías 31:10).
Repetidamente en la época del Antiguo Testamento, podemos ver que cuando fallaba la
intervención humana, Dios ejercía su autoridad soberana y cumplía su promesa de intervenir
(Jeremías 23:4; Ezequiel 34:11—16; Zacarías 10:3).
Luego, Jesús anuncia que El es el Buen Pastor que Dios había prometido (Juan 10) y que
va a cumplir las promesas del Antiguo Testamento y la función anunciada en Su propia
parábola del Buen Pastor (Juan 10:2—5).
1. Las ovejas escuchan Su voz. Reconocen Su voz pero no la de los falsos pastores.
2. El conoce todas Sus ovejas en forma individual y las llama por su propio nombre a cada
una. Esto expresa Su detallado cuidado de nosotros, Su Intimo conocimiento de nosotros y
Su amor por nosotros. El es el modelo del Pastor para todos Sus líderes de hoy. Cada
pastor, profesor de escuela dominical y líder de la iglesia debe conocer a cada uno de los
que dirige por su nombre en forma minuciosa y personal, ¿lo haces tú?
3. El las conduce donde satisfagan sus necesidades. El es responsable por cada una de las
necesidades de las ovejas, especialmente por su constante necesidad de ser guiadas.
¿Provees tú para que todas las necesidades espirituales de tu rebaño sean satisfechas?
4. El va adelante de ellas que le siguen. El es ejemplo de todo lo que El enseña, ejemplo para
cada líder y pastor. Tú, en tu calidad de pastor, debes ser ejemplo de todo lo que enseñas
para todos a quienes enseñas. Debes ser el modelo personal de toda la verdad que
presentas.
5. El vino para que Sus ovejas tengan vida plena y abundante. El se ocupa de toda la vida de
los Suyos. La vida espiritual es Su principal preocupación, pero Cristo como Señor de
toda la vida se interesa por toda la vida. La oración debe cubrir toda la vida. La guía es
para toda la vida. Hasta los así llamados “aspectos seculares” de la vida deben ser vividos
en forma compatible con la espiritualidad.
Tú, en tu calidad de pastor, líder, del pueblo de Dios, debes seguir las prioridades de
Cristo. Lo espiritual siempre debe tener la precedencia pero nada será descartado o
descuidado. Si tú eres pastor tienes que estar muy al tanto
de todos los gozos, penas, éxitos, fracasos, heridas, dolores y necesidades de tu rebaño.
Cualquier iglesia local del» tener un tamaño adecuado o bien debe proveer para que
haya pastores asociados y ayudantes que se reúnan semanalmente con grupos de pastores
asistentes, que sepan los detalles íntimos de todos los componentes de su grupo. A su ‘vez,
éstos deben canalizar todas las necesidades urgentes de oración al pastor principal o a todo
el grupo de pastores. Cada creyente tendrá un pastor responsable que lo conozca por su
nombre, que ore por él o ella y comparta, con gozo, todos los detalles de su vida cuando
sea oportuno. Esta plenitud de oración y guía debe estar a disposición de la vida de cada
miembro del rebaño. Yo encontré en Corea, que muchas de las iglesias grandes de “Iglesia
Evangélica Coreana”, establecidas por OMS Internacional, donde he servido por casi
cincuenta años, llevan detalladas estadísticas semanales que publican en los boletines
dominicales de las iglesias. La iglesia local está dividida en grupos de diez a veinte
personas; cada uno de estos grupos tiene un pastor designado que dirige la reunión de
oración semanal y que compila las estadísticas referidas a cada persona de su grupo:
asistencia a los servicios, ofrendas, diezmos, capítulos de la Biblia leídos en la semana,
cantidad de almas para Cristo ganadas en la semana. El boletín dominical publica estos
datos para toda la iglesia. Cada pastor debe informar al pastor principal sobre los enfermos
y de toda necesidad urgente de oración de su grupo.
Le pregunté a un pastor sobre un dato en especial y me respondió: “Usted sabe lo que
pasa con una mujer embarazada. Estos son los perdidos que este grupo, en particular,
ahora lleva en sus corazones, como una embarazada lleva a su bebé hasta que nace”.
¡Cada grupo estaba, por así decirlo, embarazado de una o más almas!
6. El es el Buen Pastor lesas repitió esta importante proclama. Cada vez, El agregaba esta
significativa declaración que debe ser válida de todo buen pastor. Cada pastor cristiano
debe ser un buen pastor.
a. Cristo es el Buen Pastor porque El da Su vida por las ovejas (Juan 10:10,15). El hizo
esto en dos formas. Se entregó a Sí mismo en forma plena y también a su ministerio y a
los Suyos. De esta manera, El entregó Su vida cada día. Toda la encamación fue una
entrega de Su vida. También entregó Su vida hasta las últimas consecuencias pues no
vaciló en morir por Sus ovejas.
Como pastor cristiano tú debe disponerte a entregar diariamente tu vida por tu rebaño.
Debes negarte a diario por amor a ellos. Debes regocijarte con los que se regocijan y
llorar con quienes lloran (Romanos 12:15). Debes dolerte y arder internamente por los
que pecan (2 Corintios 11:29). Debes sentirte débil con cada uno que se sienta débil (y.
29) pero también debes estar listo para defender tu rebaño aun con tu propia vida si fuera
necesario en momentos de persecución.
b. Cristo es también el Buen Pastor porque El conoce a Sus ovejas y Sus ovejas lo conocen
a El (Juan 10:14—15, 27). ¿Cuán profundamente El las conoce? Tan profundamente
como conoce al Padre y tan profundamente como el Padre le conoce a El. Repito, Jesús es
el Modelo, el ejemplo de todos Sus pastores asistentes. Tú no vas a pastorear
completamente a quien no conoces. Tu oveja necesita sentir que te conoce. Únicamente
así puedes tú satisfacer sus necesidades y, solamente entonces, pueden las ovejas
confiarse plenamente a ti. Ellas necesitan conocer cada latido de tu corazón. No pueden
recibir tu ministerio pastoral en forma completa, si no te conocen.
La llave del liderazgo o de cualquier forma de ministerio pastoral es conocer al rebaño,
únicamente así puede ser efectivo tu cuidado, y tu identificación de amor personal hacia
cada una de ellas. Debe haber una
identificación intensamente personal en el corazón del pastor.
Jesús dice dos veces en este capítulo que El conoce a Sus ovejas (vv. 14,27). Jesús afirma
que esto es muy importante para la función del pastor La única forma en que conoces a una
persona es estar con ella, estar disponible para ella e ir donde esté cuando te necesita. Que
Dios te ayude a conocer adecuadamente a las ovejas de tu rebaño.
David, el rey—pastor, entrega el mejor retrato del pastor en el Salmo 23. David conocía
desde su niñez la vida del pastor pues él mismo vivió en los campos con sus ovejas, de modo
que las conoció muy bien. Hasta cuando empezó a servir a Saúl, siguió yendo y viniendo de
su rebaño.
David tuvo el corazón de pastor tanto para sus ovejas como, después, para su pueblo al
cual gobernó como rey—pastor. Arriesgó su vida al enfrentarse a un león, después a un oso,
para defender el rebaño (1 Samuel 17:34—36). Arriesgó repetidamente su vida luchando por
su pueblo.
Tan ideal fue David, el rey—pastor, que Cristo es llamado David, esto es, rey—pastor
como David (Jeremías 30:9; Ezequiel 34:23—24; Oseas 3:5) en las profecías del futuro reino
de Cristo como Rey. David es el pastor ideal que retrata a Dios como nuestro Divino Pastor
en el Salmo 23, delineando para nosotros en la función de pastor que debemos emular>
EL PASTOR PROVEE ABUNDANTE ALIMENTO ESPIRITUAL
“En lugares de delicados pastos me hará descansar” Salmo 23:2. El alimento espiritual
adecuado es la razón primaria para necesitar un pastor. Descansar sugiere comer hasta sa-
ciarse y, luego, descansar satisfecho y bendecido. La oveja que reposa en buenos pastos tiene
todo lo que desea.
No hay nada que produzca más satisfacción, más felicidad y lealtad, en una oveja, que el
alimento espiritual adecuado que asegura el constante crecimiento espiritual—crecimiento en
el conocimiento de Dios, Su Palabra, y vida personal semejante a la de Cristo, en el fruto del
Espíritu.
Las ovejas hambrientas no se echan sino que siguen buscando más pastos. Una iglesia o
grupo que pierde miembros, es probable que no esté recibiendo una adecuada alimentación.
La dieta espiritual puede tener sus bases en la Biblia pero falta algo en calidad, en la
profundidad de la exposición y en la variedad de la enseñanza doctrinal. Puede también que
el sello del Espíritu Santo no esté puesto con toda fuerza en el ministerio. El ministerio
ungido trae cosas nuevas y viejas constantemente (Mateo 13:52) y está lleno de las cosas pro-
fundas de Dios (1 Corintios 2:10); proporciona amiento rico y abundante.
El líder o pastor que durante sus meditaciones y oraciones diarias experimenta la
revelación del Espíritu Santo sobre cosas que “ojo no ha visto ni oído ha escuchado ni mente
ha concebido” pero que “Dios ha preparado para quienes le aman” (1 Corintios 2:9), participa
de banquetes de las cosas profundas de Dios que se encuentran en Su Palabra. Este líder se
conmueve y entusiasma tanto porque el Espíritu le ilumina la Palabra que va a predicar o
enseñar “por el Espíritu Santo se lo envía desde el cielo” (1 Pedro 1:12).
Cuando el rebaño percibe el santo entusiasmo de Dios en su voz y el entusiasmado gozo
del Espíritu en su rostro, mientras despliega las grandes verdades de Dios que el Espíritu hace
tan reales, el rebaño entra al banquete, junto con su pastor, ellos participan de las uvas
espirituales de Esheol, la leche y miel de Canaán. La gente que es ricamente bendecida
semana tras semana por sentir que Dios les alimenta por a través de su pastor, es la mejor
propaganda para invitar a otros hambrientos a venir y ser alimentados. Un sorprendente
número de cristianos están insatisfechos con el ministerios que ellos reciben y se sienten
hambrientos, medio famélicos con la dieta espiritual que les dan en su iglesia. ¿Queda con
hambre tu rebaño después de escucharte?
Dios nos ha creado en forma tal que el cristiano espiritualmente vivo anhela rico alimento
espiritual. Ay del pastor que no sabe cómo extraer mensajes profundos y espiritualmente
conmovedores de Dios y Su Palabra. Dios siempre tiene un mensaje para Su pueblo y la
verdadera persona de Dios, diligente para orar, leer y estudiar la Biblia, recibirá, semana tras
semana, el mensaje de Dios para el pueblo. Si tu pueblo está hambriento espiritualmente,
estará inquieto. Saben que algo falta. ¿Está inquieto tu rebaño?
El pastor siempre es responsable de rendir cuenta por todos los que son parte de su
rebaño. Zacarías advirtió que la ira de Dios arde contra los líderes —pastores infieles—.
“Contra los pastores se ha encendido mi enojo, y castigaré a los jefes; pero Jehová de los
ejércitos visitará a su rebaño ... y los pondrá como su caballo de honor en la guerra” Zacarías
10:3.
En cuanto a ti pastor siempre eres responsable ante Dios por el estado de Su rebaño y de
Su oveja individual. Dios es el Gran Pastor Soberano y tú eres un ayudante de pastor
directamente responsable ante El.
Zacarías pronuncia una advertencia especial para el pastor que abandona a su rebaño.
“¡Ay del pastor inútil que abandona el ganado!” Zacarías 11:17.
El pastor no tiene cl mismo derecho de huir ante el peligro como lo tiene una persona
común y corriente. El capitán no tiene derecho de abandonar su barco en tanto quede un solo
pasajero en peligro. El policía no tiene el derecho de huir de un delincuente que pone en
peligro a otras personas. El policía es responsable por morir en cumplimiento de su deber si
es necesario para proteger a otras personas. El padre o la madre no tiene el derecho de
abandonar a su hijo que está en peligro. El pastor no tiene el derecho de abandonar su rebaño
cuando surge peligro. Cuando la policía armada del templo vino a Getsemaní, Jesús los
enfrentó y les dijo que dejaran tranquilos a Sus discípulos (Juan 18:4—8).
PASTORES INFIELES
La responsabilidad de rendir cuenta que tienen los líderes
que pastorean a Israel está profetizada en el capítulo treinta y
cuatro del libro de Ezequiel, pasaje que examinamos a continuación, donde Dios pronuncia
sus males sobre ellos debido
a sus fallas.
6. Son responsables por la dispersión del rebaño. “Y andan errantes por falta de pastor, y
son presas de todas las fieras del campo, y se han dispersado” Ezequiel 34:5.
Cuando el pastor no pastorea verdaderamente a su congregación, la gente sufre
espiritualmente y muchos son los que se van y se dispersan.
7. Dios considera responsables a los pastores por lo que sucede al rebaño. El estado del
rebaño es la responsabilidad directa del pastor “Por tanto, oh pastores, oíd palabra de
Jehová: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré
mis ovejas de su mano
3 4:9—10.
3. ¿Qué esfuerzos hiciste para sanar a los que se enfermaron del espíritu?
4. ¿En qué medida agotaste todos los recursos para restaurar a los descarriados?
5. ¿En qué medida buscaste a la oveja perdida fuera de tu rebaño?
6. ¿En qué medida intercediste por tu rebaño, nombre por nombre?
8. ¿En qué medida pusiste los intereses del rebaño por encima de los tuyos?
9. ¿En qué medida impediste, como pastor, que los miembros más activos de tu rebaño
descorazonaran o discriminaran a los más pasivos?
En el libro de Isaías encontramos la descripción combinada de los atalayas con los
pastores: Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no
pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir. Y esos penos comilones son
insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios
caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado” 56:10—11. Aquí se
agregan varios aspectos de exhortación para los pastores.
lO. ¿Estás tu pastor ciego al peligro? No te atrevas a dejarte cegar por las falsas doctrinas,
los nuevos grupos que pueden surgir tratando de dividir la iglesia para descarriar a
algunas ovejas. Puede que sea muy tarde para advertir a la gente una vez que llegan los
falsos maestros. Debes tener a tu rebaño tan cimentado en la verdad que no tengan
disposición alguna a escuchar a los nuevos falsos maestros.
11. ¿Eres pastor valiente y fiel para advertir el peligro doctrinal y espiritual? No debes ser
como perro guardián mudo. Debes ladrar fuerte y muchas veces (y. 10). Si has
alimentado a tu rebaño con verdad espiritual y teológica profunda y con toda la gama de
la doctrina bíblica, entonces cuando los extraños traigan las falsas
doctrinas y enseñanzas, tu gente tendrá las respuestas o confiará tanto en ti, su líder, que
primero verificarán contigo la situación. Isaías dice que los pastores no deben carecer de
conocimiento.
12. ¿Tienes la reputación de ser pastor con gran apetito?
(y.11). El pastor que no se disciplina a sí mismo es un pobre ejemplo para su rebaño y
da mala imagen al público. Demasiados son los líderes cristianos pasados de peso.
Demasiados son los chistes que se hacen a costas de los ministros que aman el comer o
que quieren alimentos caros. Isaías los llama penos comilones insaciables (y. 11). Tú
tienes que sentar el ejemplo, en tu calidad de pastor, para el ayuno en lugar del comer
abundante ¿Cómo puede quien no disciplina su propio apetito convocar a su rebaño para
ayunar? El pueblo de Dios necesita hoy escuchar con asiduidad la llamada de Dios a esta
disciplina espiritual, pero el líder que no ayuna no puede emitir tal llamada para su
gente, ¿puedes tú?
13. ¿Te has ganado la fama de querer salirte siempre con la tuya? Fácil es para una persona
con autoridad en sus manos querer asir más y más autoridad. Toma más conciencia de
las necesidades y deseos de tu gente que de los tuyos. Aprende a preguntar y pedir las
ideas y sugerencias de tu rebaño y préstale la debida atención. No actúes como si
siempre supieras todas las respuestas. Si siempre procuras salirte con la tuya y eres
desconsiderado con tus ovejas, no serás conocido como persona de Dios ni por ser como
Cristo. Isaías adviene a los pastores que “siguen sus propios caminos” (y. 11).
14. ¿‘nenes fama de ser pastor que siempre busca su propio provecho? Isaías los condena (y.
11). Nadie que busque siempre su propio provecho va a conservar renombre de
espiritual. La santidad es lo contrario del propio provecho e interés. La persona santa
siempre piensa
en el interés y bienestar del prójimo. La santidad es amor. William Booth envió, una
vez, un sucinto mensaje al Ejército de Salvación en todo el mundo compuesto por una
sola palabra: OTROS. Este fue su reto y así resumió el ministerio y las vidas de
ellos:
OTROS.
Este es el Espíritu de Jesús que no vino a ser servido sino a servir y dar Su vida por
los otros (Marcos 10:45). Jesús dijo que los líderes cristianos no deben ostentar
siempre su autoridad pues tal es el camino del mundo. Jesús dijo: “Pero no será así
entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro
servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos” Marcos
10:43—44.
Tú como pastor tienes que servir a las ovejas. Las ovejas no tienen que cuidarte aunque,
en tu calidad de pastor, mereces ser mantenido (Lucas 10:7). Mereces alimento y vivienda
adecuados. Tienes algunos derechos pero en muchos aspectos eres llamado a olvidar tus
intereses en aras de tus ovejas. Tu llamado es a sacrificarte: primero Dios, segundo el
prójimo, y después tú.
El capitulo veinte del libro de los Hechos contiene las exhortaciones finales de Pablo a los
líderes de Efeso. Pablo testificó primero. El los llamó para que testificaran en cuanto a la
manera en que él había vivido y servido con ellos en su calidad de pastor fundador de la
iglesia. Luego, los retó para que recordaran cómo había sido su servicio el primer día (vv. 18
—27).
Pablo les urge su inmensa responsabilidad como líderes en medio de este testimonio,
instándoles especialmente no sólo a que sigan su ejemplo en esas diez maneras sino también:
Pablo les recuerda que ellos son responsables ante Dios a quien rendirán cuenta un día.
El escritor de la epístola a los Hebreos también destaca la manera en que los líderes
tendrán que rendir cuenta a Dios:
Hebreos 13:17
Pablo dice dos veces que todos los cristianos van a estar ante el tribunal de Dios
(Romanos 14:10-12; 2 Corintios 5:10-11), advertencia repetida en el pasaje que sigue:
Y de la manera que está establecido para los hombres
que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.
Hebreos 9:27
Pero esa advertencia vale por igual para cristianos y los no-cristianos. Ningún cristiano
enfrentará el juicio final por los pecados de los cuales se arrepintieron, confesaron y, en lo
posible, efectuaron restitución pero cada cristiano será juzgado por el estilo de vida que llevó
después de su conversión.
¿Qué enseñas tú para preparar a las ovejas a tu cargo en el momento en que deban
arrodillarse ante el tribunal de Cristo y escuchar que El evalúa sus vidas y les anuncia sus
recompensas?
Me preocupa especialmente si tú estás preparado para cuando Cristo te juzgue en tu
función líder. Tú y yo, en nuestra calidad de líderes, compareceremos ante el tribunal de
Cristo por dos razones (Hebreos 13:17):
1. “Sed imitadores de mi, así como yo de Cristo” 1 Corintios 11:1. El texto griego dice
literalmente “sigue siendo mi imitador así como yo imito continuamente a Cristo”. El
contexto inmediato en que Pablo quería que los corintios le siguieran especialmente era:
2. “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que
tenéis en nosotros” Filipenses 3:17.
El texto griego dice literalmente “sigan siendo imitadores de mí”. El contexto inmediato
que Pablo destacaba era su bella descripción de la manera en que él continuaba adelante
siguiendo a Cristo (y. 7—16).
(a) El consideraba todo como pérdida, por amor de Cristo, conocer mejor a Jesús en todo
Su señorío.
(b) El consideraba basura todo lo demás para poder ganar a Cristo y ser recto por fe en
El.
(c) El quería conocer a Cristo y Su poder de resurrección, compartir alegre los
sufrimientos de Cristo en la extensión del Evangelio y, oportunamente, ser raptado en
la segunda venida de Cristo.
(d) El hacía de esto la absoluta prioridad, olvidando todo lo pasado y empeñando todo
esfuerzo por lo que le esperaba por delante. Esto era lo que Pablo quería que todos los
creyentes de Filipos respondieran junto a él al llamamiento de Dios ¿Vas siempre en
pos de Cristo y de Sus prioridades con toda tu alma de modo que eres un ejemplo
constante?
3. “Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos” 2 Tesalonicenses 3:7.
El contexto inmediato dice que Pablo no estaba ocioso sino que trabajaba día y noche
para mantenerse y no ser carga para el prójimo, cosa que hacía para dar ejemplo. “Por
daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis” 2 Tesalonicenses 3:9.
Pablo sabía que la pereza era uno de los pecados que más asediaba a los tesalonicenses,
de modo que deliberadamente
cuando él estaba en Tesalónica, se mantenía, ya que los cristianos ociosos, perezosos,
daban pobre testimonio cristiano. Pablo tenía derecho a ser mantenido por la iglesia pero,
intencionalmente, prefería renunciar a sus derechos para destacar el ejemplo que trataba
de dar. Dios te perdone si tienes fama de no ser un obrero que se empeña en su labor
correctamente. Pablo exhorta a Timoteo: “Sé ejemplo de los creyentes en palabra,
conducta, amor, espíritu, fe y pureza” 1 Timoteo 4:12.
El texto griego dice literalmente “sigue siendo modelo”. Pedro escribe lo mismo a los
ancianos, esto es, a los
pastores—líderes: “No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino
siendo ejemplos de la grey” 1 Pedro 5:3.
Nada más importante en la vida y ministerio de un líder que llevar una vida ejemplar en
todo. Su liderazgo no puede ser más efectivo que su estilo de vida. Su manera de vivir
prepara el camino para que sus palabras sean recibidas. Estas dos verdades deben regir a
su grey así como a los incrédulos.
El ejemplo en tu forma de vivir es lo que valida o invalida tu ministerio. No tienes más
credibilidad en la comunidad que la otorgada por tu estilo de vida. Debes encarnar lo que
dices. Debes demostrar que el Evangelio es verdadero.
Puede que Dios hasta permita que pases dificultades graves para demostrar a los
incrédulos que Cristo es real y que tú eres genuino. Dar el ejemplo puede ser muy caro.
Nada es más urgente.
Dios quería que Israel fuera un reino de sacerdotes (Exodo 19:6). El pueblo de Israel iba a
ser el medio de bendecir a todo el mundo que Dios usaría (Génesis 12:2-3). También iban a
ser los testigos de Dios (Isaías 43:12). Trágicamente Israel falló en estos dos propósitos de
Dios, Fuera de algunos salmos no encontramos otros registros de sus oraciones por la
salvación de las naciones.
Entonces Dios levantó la iglesia para cumplir Su plan para el mundo. Nosotros estamos
ahora para desempeñar la función que Israel no desempeñó. Nosotros, en la iglesia, ahora
somos el reino de sacerdotes de Dios (1 Pedro 2:5, 9; Apocalipsis 1:6; 5:10), el medio que
usa Dios para bendecir al mundo (Romanos 12:14; 1 Corintios 4:12; Santiago 3:9). Somos la
sal (Mateo 5:13) y la luz de Dios (Mateo 5:14, 16; Efesios 5:8), y sus testigos (Lucas 24:48;
Hechos 1:8).
EL GRANDIOSO PLAN DE DIOS
Dios es el Supremo Planificador. Antes del comienzo de la creación, Dios planificó la
creación, la tierra, el tiempo, la eternidad, la humanidad, la expiación y Su pueblo (Mateo
25:34; Efesios 1:4; 1 Pedro 1:20; Apocalipsis 13:8).
El plan de Dios es que de toda la creación su especial cuidado se relaciona con la tierra.
De todos los seres que ha creado, El escogió un papel único para la humanidad. El nos creó a
Su propia imagen, y envió a Su Hijo para ser eternamente encarnado como hombre, y no en
otra forma. El planificó para que solamente un grupo de seres comparta eternamente en la
más íntima relación personal con Su Hijo en calidad de novia del Hijo—la iglesia. Los
ángeles de Dios son asignados para asistir y cuidar a la humanidad redimida (Hebreos 1:14).
Ningún otro es para ser el delegado de Dios que gobierna la tierra (Génesis 1:26,28; Salmo
115:16).
Tenemos que ser testigos de Dios en la tierra y la evidencia de Dios para ayudar que los
Angeles entiendan mejor a Dios (Efesios 3:10; 1 Pedro 1:12). Solamente nosotros podemos
llevar personas a Cristo. El Espíritu Santo obra con y por medio de nosotros. Solamente
nosotros compartimos el presente ministerio prioritario de intercesión de Cristo (Hebreos
7:25; 1 Timoteo 2:1).
Cristo completó perfectamente la expiación. Predicamos la obra consumada de Cristo que
logró, la redención para la humanidad (Juan 17:4; 19:30; Efesios 3:11). Sin embargo, El dio a
la iglesia la responsabilidad de poner Su plan de redención a disposición del mundo. Esta es
la gran obra sin terminar de la iglesia y, en ese sentido solamente, la parte inconclusa de la
gran obra de Cristo. Esta consiste en su forma primaria de intercesión (El también continúa
con nosotros) y el evangelismo como testimonio (Mateo 24:14).
La responsabilidad principal de todos los líderes de la iglesia es, ahora, preparar a cada
miembro para participar en una cruzada total de cosecha de intercesión y testimonio para
completar esa parte inconclusa de la obra del grandioso plan
eterno de Cristo. El nos recompensa eternamente por todo lo que hacemos con esta finalidad.
Esta es la prioridad de Dios para la iglesia en esta era.
1. Dios espera que cada creyente bendiga a tanta gente como sea posible. Jesús iba
bendiciendo gente (Hechos 3:26). Ahora nosotros estamos aquí para completar Su
tarea y bendecir a todos los que podamos en todas las formas posibles. Cada creyente
tiene que mostrar el amor cristiano en tal forma que el perdido reconozca y sienta ese
amor. Se puede enseñar aun al niño a mostrar amor y ser una bendición. Los niños de
los cristianos deben ser conocidos por su bondad, disposición a ser útiles y por el
amor. Las amas de casa tienen un círculo de vecinas que pueden bendecir. Cada
creyente debe ser una persona que ama tanto, bendice tanto, que prepara el camino
para el testimonio y la invitación a los servicios evangelizadores. Ningún cristiano
puede disculparse.
2. Dios espera que cada creyente tenga un ministerio de oración. Somos salvados para
orar y nuestra oración mayor no debe ser por nosotros mismos. No basta con tan sólo
preocuparse por la vida espiritual de nuestra propia familia. Cada creyente es llamado
a desarrollar un efectivo ministerio de oración por la iglesia, el avivamiento, la
evangelización y por alcanzar a todo el mundo para Cristo.
Jesús así lo dijo cuando expresó que nosotros somos responsables desde Jerusalén
(nuestro hogar, iglesia, ciudad) hasta los confines de la tierra. Todo cristiano que no
ore diariamente por su nación y las
otras naciones de mundo desobedece el último mandamiento de Cristo. Eso exige
planificar la oración:
no sólo unos momentos cada día sino un ministerio de oración cuidadosamente
planificado para cada creyente ¿Tienen un ministerio de oración de esta calidad tus
ovejas? ¿Cómo las has preparado para hacerlo así2
3. Dios espera que cada creyente sea un testigo. Cada uno tiene que ser la sal y luz de
Cristo en su comunidad, testigo activo de Cristo por lo que dice y hace. Cada
creyente tiene que ser un embajador de Cristo (2 Corintios 5:20). Suman millones los
cristianos que nunca han empezado a ser embajadores ¿Quién es responsable de eso;
a quién responsabilizará Dios; a los creyentes? ¡claro que sí! ¿A ti por ser pastor y
líder? SI, en muchos casos tú serás llamado a rendir aun más cuenta que los creyentes
¿por qué? porque tú eres responsable de prepararlos como testigos y de organizar y
ejecutar fielmente un plan personal de intercesión.
Romanos 14:10—12
2 Corintios 5:9—10
¿Cuántas veces por año tratas en tus sermones o enseñanza de la Biblia este tema del
juicio, con la debida importancia? ¿Con cuánta claridad enseñas a tus ovejas, desde los niños
a los viejos, que todo lo que hacen a diario estará entre las cosas que enfrentarán en el juicio
y que Cristo les pedirá cuentas al respecto? No basta que prediques o enseñes qué significa el
juicio para el pecador sino que debes dejar muy claro qué significa el juicio para el creyente.
Pablo habla a los cristianos cada vez que dice ‘todos compareceremos” al juicio,
incluyéndose a si mismo. En varias partes de sus escritos, enfatiza que a él no le preocupa la
forma en que el prójimo lo juzga porque Cristo será su Juez (1 Corintios 4:3—4). Las obras
buenas y malas serán juzgadas. El libro del Apocalipsis agrega que no habrá sólo el Libro de
la Vida en el juicio sino que también habrá otros libros que, sin duda alguna, contienen el
registro completo de cada vida, hasta la tuya y la mía (Apocalipsis 20:12).
¿Cómo has preparado a tu rebaño para el día más importante de su vida?
Hebreos 9:27
Ese pasaje nos recuerda que todos morimos: santo y pecador. Si no has enseñado
adecuadamente a tu rebaño respecto de este hecho, pide que te perdonen e inmediatamente
aclara el punto. Puede que ya se hayan perdido gran recompensa porque no han vivido para
ese día.
Todo líder enfrentará muchas preguntas sobre su ministerio cuando comparezca ante
Cristo. Jesús lo ha responsabilizado por cada cristiano a su cargo. Responderá por lo que les
enseñó y lo que no enseñé sobre la verdad bíblica. Si enseña doctrina mala, tendrá que
responder también por eso. El pasaje de Hebreos 13:17 nos recuerda qüe el líder debe cuidar
a sus ovejas y rendir cuenta a Dios por el desempeño de la mayordomía de sus vidas.
Si los amigos y conocidos de tus ovejas se van al infierno porque no fueron
apropiadamente amados, bendecidos, nadie oró por ellos, nadie le testificó y ni amonesté,
¿quién será considerado responsable? Ezequiel dice que tu pueblo (Ezequiel 3:18-19) pero si
tú fallaste en enseñar a tu pueblo que ellos serán considerados responsables, tú también serás
responsabilizado. Ezequiel dice que esto significa sangre en tu mano.
¿Te acuerdas lo preocupado que estaba Pablo de no ser considerado responsable de la
sangre de alguien?
Hechos 20:26
¿De qué hablaba Pablo? El era inocente de la sangre de aquellos a quienes había enseñado
y ganado para Cristo ¿por qué?
Hechos 20:27
Pablo se refiere a que enseñé la doctrina con toda claridad, por lo cual iba a ser liberado
de que esa sangre no cayera sobre él ¿podrás tú decir lo mismo? ¿cuán claramente enseñas
doctrina bíblica? Muchos líderes cristianos le fallan a Cristo en este aspecto. Serán
considerados responsables en el juicio por omitir la enseñanza de doctrina verdadera esencial,
no por enseñar doctrina mala. Ningún líder se atreva a evitar la enseñanza doctrinal.
En los versículos que siguen Pablo dice a los líderes de Efeso, luego de haber dado
testimonio sobre su propia libertad de la culpa de la sangre,
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto
por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.
Hechos 20:28
Esdras lloró por los pecados de su pueblo (10:1). Nehemías estuvo de duelo por Jerusalén
durante varios días (1:4). Daniel ayunó y se lamentó durante tres semanas (10:2-3). Jesús
lloró por Jerusalén (Lucas 13:34). Pablo estuvo angustiado de todo corazón por los judíos
perdidos (Romanos 9:2—4). Lloró día y noche durante tres años mientras evangelizaba Efeso
(Hechos 20:3 1).
Hay más gente perdida en el mundo actual que antes. Si fuéramos al tribunal de Cristo sin
haber llorado por los perdidos de nuestra ciudad, nuestra nación y las otras naciones, por
quienes Cristo murió, ¿qué nos dirá? ¿cómo le explicaremos nuestro desamor,
despreocupación, nuestra falta de carga en nuestra oración diaria?
Si tu rebaño nunca te ve llorar por el perdido cuando los conduces en oración durante los
servicios, ¿cómo van a aprender a llorar mientras oran por los millones perdidos de nuestro
mundo? ¿Le fallarán a Cristo y al perdido debido a que tú no les das el ejemplo?
Si tu congregación va al juicio habiendo llevado muy rara vez la gran carga intercesora de
la evangelización, ¿a quién
responsabilizará Dios? Como decimos comúnmente de tal pastor, tal oveja.
Jesús conté la parábola del administrador que despilfarró el patrimonio de su empleador
(Lucas 16) y le llegó el día de rendir cuenta de su fracaso ¿A quién hablaba Jesús cuando
enseñé esto? No a la multitud perdida sino a los discípulos ¿Desperdicia tu rebaño el amor de
Dios por el perdido al fallarle en llevárselos? ¿Desperdicia tu rebaño la sangre de Cristo
derramada por el que aún no alcanzan? ¿Desperdicia tu rebaño las promesas que El da a Su
iglesia, mandándole adueñarse de ellas en oración? ¿Desperdicia tu rebaño las oportunidades
que El les da para alcanzar al perdido que está cerca de ellos? De ser así, tendrán que rendir
cuentas y tú y yo tendremos que rendir cuentas aún más estrictas por haber sido líderes que
fallamos en enseñarlos y desafiarlos. Jesús dijo que un juicio más severo aguarda a aquellos
que fallaron en usar sus talentos antes de Su regreso (Lucas 19:20—23).
XXVI. PREPARA A TU REBAÑO PARA ORAR
La razón por la cual Dios llama a unos para profetas; otros, evangelistas; otros, pastores y
a otros maestros, está explicada en Efesios 4:11-12. Dios encomienda a estos líderes “a
preparar su pueblo para el trabajo de servicio”. La edificación mencionada se realiza de dos
maneras: nutriendo la vida espiritual de los creyentes y añadiendo nuevos creyentes al cuerpo
de Cristo. “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles, a otros, profetas; a otros, evangelistas; a
otros pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para
la edificación del cuerpo de Cristo” Efesios 4:11-12. El libro de Hebreos agrega: “Y el Dios
de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas,
por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad”
Hebreos 13:20-2.1
¿Cómo puedes preparar a tu rebaño para la obra de servicio que Dios quiere que cada uno
haga? ¿Cómo puede Dios usarte para equiparlos? Esto no se refiere a los dones espirituales
pues solamente el Espíritu Santo puede otorgarlos. Nosotros no podemos impartirlos o
enseñar a la oveja para recibirlos sino que debemos enseñar cómo usarlos.
1. Aprovecha toda oportunidad para bendecir a una persona. Busca las oportunidades. Ora
que Dios te guíe. Pide cada mañana a Dios que te haga una total bendición para alguien en
ese día.
3. Ora constantemente por otros. La oración es la manera principal de bendecir Cuando vas
pasando por las casas, pide a Dios que bendiga a la gente que está allí dentro. Cuando
pases por donde hay niños, pide a Dios que los bendiga. Cuando veas personas enojadas,
pide a Dios que las libere. Vive tu día respirando oraciones cortas por aquellos que
encuentres o a quienes Dios llame a tu atención. Bendecirás más personas por medio de la
oración que de cualquier otra cosa.
PREPARA A TU REBANO PARA EL MINISTERIO DE LA ORACION
La oración es una forma de ministerio que Cristo desea para cada creyente. Somos
salvados para orar por otros. La oración es la base de cualquier otro ministerio que uno pueda
tener. La oración puede ser el ministerio más importante en la mayoría de las vidas cristianas.
Una de tus mayores responsabilidades es la de ayudar a tu rebaso a llegar a ser un pueblo que
ora y ayudarles a realizar su intercesión efectiva por y para Cristo ¿Cuánto tiempo de oración
por día invierte la oveja promedio de tu rebaño en el reino de Cristo?
Esta preparación tiene dos fases. Debes prepararlas para ser personalmente fuerte en
oración e intercesión. Debes también guiar a tu gente a medida que van organizando sus
planes personales de oración. Nada es más importante para el ministerio de la intercesión que
el plan personal de oración.
a. Profundiza tu propia vida de oración. La oración debe llegar a ser la vida, el gozo y
la pasión de tu alma.
Tu rebaño debe ver que la oración es tu fervorosa delicia y tu aliento de vida. Si solamente
hablas de la oración sin demostrar el gozo y el poder de orar, tu enseñanza parecerá ser puras
palabras: palabras piadosas con las cuales todos están de acuerdo peto ellos se darán cuenta
cuán bendecida puede ser la oración cuando lo vean en ti.
Todos los cristianos creen en el deber de orar un poco cada día aunque la mayoría, sin
embargo, llevan una vida común y corriente de oración, salvo en las emergencias. Ellos
nunca se han dado cuenta de la emoción y entusiasmo de la comunión con Jesús, cosa
demasiado frecuente, y tampoco de lo que significa prevalecer en oración por los demás. Hay
excepciones: personas que oran más que otras.
Tú eres la llave del ministerio de oración de tu rebaño, lo que te asegura que tengas que
rendir cuenta muy estricta en el día del juicio. No esperes que tu gente desee lo que no ven en
ti. Ellos deben percibir tu gozo en el Señor, tu intimidad con Dios, tu amor por Jesús y por
ellos. Deben captar tu vibrante fe mientras oras —que realmente esperas y obtienes
respuestas a tus oraciones—. Deben sentir estas cosas en tu oración pública habitual:
entonces, empezarán a desear intensamente profundizar su oración.
Pero recuerda que tu oración pública refleja la calidad de tu vida de oración personal en
privado. Dios no puede usar poderosamente las oraciones públicas y las hechas en casa
cuando tu oración privada es débil, muerta, sin poder e ineficaz. Debes ser una persona
consagrada a Dios si esperas que tu rebaño llegue a ser pueblo de Dios. Las vidas de oración
de muchos líderes cristianos son inadecuadas para el trabajo que tratan de cumplir. Son
inadecuadas para satisfacer a Jesús, ¿es tu vida de oración ineficaz? Aprende a orar si quieres
que tu rebaño ore.
b. Da prioridad a la oración en tu ministerio público. Prepara tu corazón tanto para tu
oración pública como para hablar y enseñar. Si tu corazón no se enternece cuando oras,
probablemente tampoco se enternezca cuando hables. Si tu corazón no estalla en llamas
por Dios cuando oras, probablemente tampoco arda en llamas cuando predicas.
Siempre debes orar más tiempo en privado que en público pero si tu corazón se
enternece con el amor de Dios o arde en llamas con el fuego de Dios, tu rebaño acogerá
con beneplácito tu larga oración que los dirigirá en realidad a la presencia de Dios. Algu-
nos de los más eminentes predicadores de Dios han sido grandiosos para orar ¿viene la
gente a tu servicio especialmente para oírte orar?
Tu oración debe ser el eco de las preocupaciones, los gritos del corazón y los
profundos deseos de tu rebaño. La oración “rápida” tiende a sugerir que orar no importa
pero la oración larga, que surge del corazón y labios que no demuestran la cercana
presencia de Dios y Su poder, parece estar demás y ser parte de la rutina del servicio,
tanto que el rebaño puede mostrar alivio cuando terminas de orar así. Vive y ora de modo
que tus oraciones públicas tengan la fragancia de la presencia de Dios y vibren con Su
poder
c. Haz que la oración sea pone natural y vital de todo ministerio privado. Cuando asignas
una tarea a una persona o grupo, te despidas, visitas a un enfermo en el hospital o su casa,
aconsejas a alguien, ora siempre, aunque sea breve. Que tú seas conocido por orar por
todo (Filipenses 4:6) integrando la oración a ti en forma constante y natural. La oración
debe ser parte permanente de todo tu ministerio. Recuerda que la oración agrega la
bendición de Dios a todo lo que digas, la presencia de Dios a cualquiera con quien tú
te comuniques, y el poder de Dios para responder cualquier necesidad que intentes
suplir
A medida que tu rebaño vea que pones a Dios en todo mediante tu oración, ellos
empezarán también a orar en y para todo lo que hagan, tal como lo indica Pablo
(Efesios 6:18). Tu rebaño comenzará a ser pueblo que ora, casi sin darse clara cuenta,
cuando perciban que la oración es indispensable en toda tu vida.
2. Puedes guiarlos a que desarrollen sus propios planes de oración. Todo cristiano necesita
contar con un plan personal de oración. Nadie otorga a la oración el papel pleno que Dios
desea para tu vida si no la planificas. Nosotros hacemos planes para dormir y comer;
cuando no podemos comer o dormir en los períodos programados, nos damos cuenta de
inmediato y hasta podemos sentimos mal.
La oración debe ser instituida, en igual forma, que el programa habitual del día de cada
creyente, cosa que no acontece si no se forman hábitos y planes definidos y específicos
para instituir la oración en el estilo de vida espiritual. Esto complace al Señor, cumple Su
voluntad y trae recompensa eterna, que Cristo anhela dar
b. Guíalos para usar el tiempo de orar. Destaca puntos como los que siguen:
(1) Trata de refrescarte y despertarte lo más que puedas. Puede ayudarte si te lavas la
cara al despertar. Levántate, pues orar en la cama suele no ser la mejor manera de
aprovechar al máximo el período de oración. Cambiar la postura cuando oras por
largo tiempo puede contribuir a que te mantengas alerta. Todas las posturas son
sagradas para el Señor Cuando estés excepcionalmente agotado puedes ayudarte,
poniéndote de pie para leer la Biblia y orar, como algunos hacen. Algunos
caminan mientras oran, sobre todo si están solos en la habitación, cosa que puede
agregar un toque de urgencia (2.Reyes 4:32—35). A veces si tomas un sorbo de
agua o comes un pedacito de pan o de fruta o un par de nueces puede ayudarte a
tener un mejor tiempo de oración,
(2) Empieza leyendo la Biblia. Es importante oír a Dios, tanto como hablarle con El.
Empieza con la Palabra y luego ora. Un promedio adecuado es dar la mitad del
tiempo leyendo la Biblia y la otra
mitad, orando. Recuerda que ningún libro devocional reemplaza la Palabra de Dios. Si
tienes tiempo para agregar a tu período habitual de oración, puedes dedicarlo a otros
buenos libros. Ningún cristiano educado debe leer menos de un capitulo de la Biblia por
día. Para una considerable cantidad de cristianos es sabio leer un mínimo de tres capítulos
diarios y cinco el domingo. De esta manera, todos pueden leer, consecutivamente, toda la
Biblia en un año calendario. No leas la Biblia en forma saltada, de a párrafos o solamente
los pasajes preferidos. La Palabra de Dios merece todo respeto. Dios quiere alimentamos
con toda Su Palabra. Algunos prefieren leer el Nuevo Testamento dos veces por cada vez
que leen el Antiguo Testamento. La costumbre sana debe ser leer la Biblia en forma
seguida, de tapa a tapa.
(3) Programa el contenido y lineamentos habituales para tu período de oración. Dios acoge
toda oración y toda forma de orar (Efesios 6:18). Uno suele empezar, por lo general,
adorando para luego expresar amor y dar las gracias. Muchos consideran muy útil el
modelo que Jesús nos dejó en la “Oración al Señor” (Mateo 6:9—13):
—Tercero, ora por las situaciones en que debe hacerse la voluntad de Dios (y. 10).
—Cuarto, ora por las necesidades personales, familiares, del grupo, tanto físicas como
materiales (y. 11).
—Quinto, pide perdón por tus pecados de comisión y omisión (y. 12).
—Sexto, ruega a Dios que te guíe y dé victoria (y. 13).
—Séptimo, termina tu oración expresando más adoración y amor a Dios (y. 13). Muchos
líderes
de oración sugieren este modelo: Adorar, agradecer, confesar, interceder y
consagrarse. A menudo surgen los momentos personales de oración, debido a
una emergencia que se plantea; en estas ocasiones se puede dejar de lado el
esquema habitual de orar encomendándose siempre a la guía del Espíritu en
la libertad de Su presencia.
(4) Usa listas de oración por lo menos una vez al día, cuando te dediques a
interceder Todo creyente debe usar una considerable parte de su tiempo de
orar para interceder por los demás y avanzar en la causa de Dios.
Probablemente la única manera efectiva de hacer esto y asegurarse de abarcar
todos los puntos sea preparar varias listas de oración cortas o una larga
dividida en varias secciones. Tu lista de oración permanente debe abarcar a
los gobernantes de tu país y las situaciones por las que atraviese (1 Timoteo
2:1-2); los dirigentes, los ministerios y las necesidades de la iglesia la
evangelización del mundo, misioneros, misiones, organizaciones y obreros
cristianos, las naciones del mundo; listas de personas hasta aliora perdidas;
seres queridos. Las listas temporales cambian cada cierto tiempo y pueden
incluir situaciones diarias personales, de grupos, de la iglesia, enfermos,
personas que han perdido sus seres queridos, problemas de variada índole.
La vida y el tiempo son una verdad especial que Dios nos encarga para que los
administremos, nos ha hecho mayordomos de ellos. El tiempo es una porción de eternidad
que Dios nos presta. Cada hora sin sentido que pasamos es un potencial de bendición para el
reino de Cristo que no realizamos y posible recompensa eterna que perdimos para siempre.
Satanás desea robar a Dios y a nosotros; al robamos el sabio uso del tiempo, el diablo nos
roba la recompensa. La pregunta: “¿Qué haces con tu vida?” conlleva a una segunda pregunta
“~,qué haces con tu tiempo?”
Todos necesitamos tiempo para compartir y tener comunión con la familia, las amistades
y otros personas. No perdemos tiempo cuando cumplimos nuestros deberes habituales. Dios
quiere que cumplamos nuestras responsabilidades
con la familia, nuestro trabajo y nuestra iglesia. Dios quiere que tengamos comunión íntegra
y el necesario esparcimiento, esto es importante para la salud mental y física.
Sin embargo, el pastor es responsable de enseñar a las ovejas a su cargo cómo usar el
tiempo libre sabiamente pues, de lo contrario, el tiempo se desperdicia y se pierde para
siempre. Diez minutos es suficiente para leer uno o dos capítulos de la Palabra de Dios. El
cristiano que usa listas de oración puede invertir sabiamente esos diez minutos orando.
¿Registran los libros del cielo el tiempo que malgastamos e inutilizamos? ¡Sin duda, que
sí! ¿Malgastar el tiempo es un pecado contra Dios? ¡Sin duda, que sí! Necesitamos pensar en
el tiempo en todo su tremendo potencial para el reino de Cristo y nuestra recompensa eterna.
Un día rendiremos cuenta a Dios por lo que hicimos con nuestras vidas lo cual toca también
lo que hicimos con nuestros días, horas, y hasta minutos. Si se invirtieran todos los minutos,
malgastados a diario en una semana, por cada uno de los miembros de la iglesia a tu cargo, en
orar por los servicios, el ministerio y el alcanzar a otros, habría un grandioso aumento de las
bendiciones, los resultados serían multiplicados y los toques de bendición en avivamiento
también serían tremendos en la iglesia.
Nos hace ,temblar que alguien muera prematuramente, decimos que fue una tragedia.
Sumemos los minutos malgastados día a día durante una vida entera y tendremos el equi-
valente a eliminar varios años de esa vida. Suicidarse o asesinar o matar al prójimo es
pecado, pero es pecado también que el tiempo que es concedido por el Señor para nuestras
vidas lo malgastemos. El efecto es una pérdida tan grande como si alguien te hubiera
asesinado varios años antes del tiempo en que, de otro modo, hubieras muerto.
Hace unos años me encontraba en Nueva Zelandia por motivos del ministerio. Ahí
conocí al señor Wright, un celoso laico bautista, suscrito a la revista Revival que, en ese
tiempo, yo editaba. Este hermano tenía una enorme carga por el avivamiento de su nación,
del mundo y las misiones, especialmente
la de OMS Internacional; había leído en la revista que habla muerto un socio de oración suyo,
Arthur Wood, neozelandés, quien empleaba casi la totalidad de su vida de retirado, orando
por el ministerio de OMS, este hombre vivía en florida en los Estados Unidos.
El hermano Wright me preguntó “¿Piensa usted que Dios me dejará tomar el lugar de
este socio?” Le aseguré que creía que Dios iba a estar sumamente complacido. Entonces me
mostró una sala que habla dedicado especialmente para orar, diciendo “me levanto temprano
y luego de desayunar, me instalo aquí y paso casi todo el día intercediendo, ¿querría usted ver
mi libro de oraciones?”.
Me mostró una libreta negra, grande, de hojas perforadas donde tenía mapas de los
diversos paises donde OMS trabaja, fotos con los nombres de los misioneros, evangelistas,
pastores y otros líderes nacionales. Estas cran sus llamadas a orar:
sus mapas, sus listas. Hace tiempo que el hermano neozelandés está en el cielo pero estoy
seguro que por toda la eternidad va a agradecer a Dios, repetidamente, que haya podido dedi-
car los últimos años de su vida en la tierra a interceder.
¡Piensa en los miles de millones de personas que podrían ganarse para Cristo si todos los
jubilados cristianos invirtieran su tiempo en interceder! Sus años de retiro podrían ser los más
felices y fructíferos de sus vidas: una enorme inversión eterna. Los jubilados podrían llegar a
ser millonarios en bendiciones por toda la eternidad. Tú eres responsable de entrenar a tu
rebaño para que sean inversionistas en intercesión. Piensa cómo te reprocharán en el cielo si
no logras en prepararlos de modo tal que puedan ser recompensados.
Los ciudadanos mayores y los jubilados que están en tu iglesia son tu especial
responsabilidad ¿Les has enseñado cómo invertir su tiempo para máxima bendición y
recompensa? El tiempo de la jubilación no les pertenece para que lo despilfarren en la
manera que se les antoje, sino que es una comisión de confianza especial de Dios.
Dios puede usar porciones del tiempo de estas personas en diferentes formas: por ejemplo
en visitar enfermos, visitar a
otros ancianos, ayudar con ciertas responsabilidades en la iglesia, hacer visitas de
evangelización, trabajo especial con los niños. Enséñales el privilegio de leer grandes
cantidades de la Palabra de Dios, de invertir grandes cantidades de oración. Hazlos socios
especiales de oración por tu ministerio entregándoles listas semanales de pedidos de oración.
¿Qué mejor ejercicio que caminar? ¿Has tratado de invertir media hora o más al día en
caminar mientras intercedes por tu iglesia, tu comunidad, tu nación, las misiones, tus seres
amados? Prueba caminar orando, ¡puede ser un paseo muy bendecido!
LA MAYORDOMIA DE LA VIDA
La juventud de la iglesia a tu cargo es tu sagrada responsabilidad ¿Cuánta gente joven de
tu iglesia será llamada al servicio cristiano por Dios? ¿Los estás equipando para la vida
cristiana útil? ¿Tienes un Timoteo a quien estés preparando para el servicio del Señor?
¿Cuántos jóvenes a tu cargo carecen de metas adecuadas en su vida? ¿Cuántos no tiene la
adecuada guía o aliento de sus padres que los preparan para grandes servicios? Dios desea
usarte para retarlos a ellos a que estén preparados a la posible llamada de Dios, para alguna
forma de servicio cristiano. Si tienes ojos para ver la juventud que te rodea y oídos para ofr la
guía de Dios para ti, puede que Dios te use como a Pablo y otros líderes, para que seas parte
del proceso de Dios en guiar a muchos jóvenes al servicio del reino.
Doquier Pablo fuera, siempre descubría miembros para el equipo misionero, encontraba
maneras de comprometerlos y luego, los ayudaba dándoles un período de entrenamiento de
servicio corto o largo de acuerdo como lo requirieran cada uno, Busca tu Timoteo, Tito,
Lucas, Onésimo, Aristarco, Sóstenes, Marcos, Silas, Priscila y Aquila. Dios te ayudará a
encontrarlos y guiarlos a la voluntad que El tiene para sus vidas.
Eres responsable, en tu calidad de líder, de desafiar a tu gente con el llamado de Dios.
Enséñales a orar habitualmente pidiendo más obreros que enviar a la cosecha de Dios. Jesús
ordenó dos veces a Sus seguidores, durante Su ministerio, que oraran por obreros cristianos
(Mateo 9:37-38; Lucas 10:2). Jesús dio la urgente parábola de los posibles obreros que están
ociosos (Mateo 20:1—6) ¿Cuántos serán llamados a Su servicio por causa de tú hablarles?
Nosotros respondemos por cada habilidad natural que Dios nos da y somos responsables
por el uso de ellas. Debemos ser buenos mayordomos o Dios puede quitarnos la habilidad. Si
usamos sabiamente nuestras habilidades y experiencias para gloria de Dios, a menudo nos
dará experiencia y habilidades adicionales para emplearlas.
La Biblia da listas de dones espirituales en varios pasajes (Romanos 12:6—8; 1 Corintios
12:7—10, 28; Efesios 4:7, 8, 11—13; 1 Pedro 4:10-11). Suman veinte los dones nombrados;
algunos, varias veces pero, obviamente, son apenas muestras de las muchas formas especiales
en que Dios da talentos divinos. Toda habilidad, talento, destreza y dones personales se
deben a la gracia y bondad de Dios, Su providencia en
nuestra personalidad y Su fidelidad en nuestro legado y experiencia.
Algunos dones espirituales dependen por completo del milagroso poder de Dios y, por lo
tanto, suelen ser catalogados de dones espirituales sobrenaturales que exige que obedezcamos
a Dios para usarlos, no operan aparte del poder, sabiduría y la facultad sobrenatural impartida
por Dios. Entre estos dones tenemos la profecía, los poderes milagrosos (plural), las
curaciones (plural), las clases de lenguas (plural), las interpretaciones de lenguas (plural) el
discernimiento de espíritus.
Nadie puede producir un don sobrenatural por propia decisión ni tampoco escoger el
momento u ocasión de su manifestación; solamente puede obedecer la iniciativa y guía del
Espíritu, dependiendo humildemente de Dios al cual da toda la gloria. El don es obra del
Espíritu y, por eso, está gobernado por El, pero se manifiesta solamente si obedecemos y
cooperamos con el Espíritu.
Por eso, nadie puede curar a quien quiere, cuando quiere o de la manera que desee. Toda
la sanidad es de Dios; uno puede hacer lo que dice la Biblia, ser guiados y orar por la salud
de cierta persona en cierto momento, y recibir fe para una necesidad física particular. Sin
embargo, el poder de sanar es siempre poder de Dios y siempre sujeto al señorío del Espíritu
y a la voluntad de Dios.
Otra categoría de dones que aparece en las Escrituras está basado plenamente en las
habilidades con que nacemos o que desarrollamos; estos dones son llamados “dones
naturales” y Dios, a veces, agrega un toque sobrenatural especial que complementa lo natural
con lo divino, gula y da poder a la habilidad natural con la supervisión sobrenatural, llevando
al máximo y multiplicando la efectividad del don mediante la capacitación y unción del
Espíritu.
Por ejemplo, muchos consideran que enseñar es un don natural pero hay algunos que
parecen que han nacidos para enseñar; combinan características de personalidad que les
capacitan para ser preparados y convenirse en profesores o
maestros muy diestros. Sin embargo, un “maestro innato” cristiano puede tener un poder
divino especial agregado para enseñar. Esto es, entonces, un verdadero don de Dios. La
persona que recibe el don de enseñar reconoce cuando la mano de Dios está sobre él o ella en
esta manera especial que da poder y capacidad. La persona sabe cuándo Dios toca su
enseñanza y cuándo es meramente ella misma que enseña por medio de su habilidad natural y
preparación. La persona se da cuenta, a veces, del toque de Dios no solamente en el momento
de enseñar sino también en su preparación para enseñar, hasta en la recopilación y
preparación de sus materiales didácticos.
Recuerda, la lista de Dios abarca dones prácticos como servir, administrar, animar, fe,
dar, ayudar, conocimiento, mostrar misericordia, hablar y sabiduría. No se mencionan
muchas otras formas especiales con que Dios dota a Su gente, por ejemplo, capacitación
especial para trabajar con niños, ministerio a la juventud, ministerio de la música, escribir
canciones y para seguir carreras como la de teólogos, artistas, poetas. Fíjate que la Biblia
nombra a las personas a quien Dios usa de esta manera junto con Sus dones a la iglesia.
MANERAS DE AYUDAR A QUE TU REBAÑO DESCUBRA Y USE SUS
DONES
1. Ayúdales a darse cuenta que cada habilidad natural es un don confiado a ellos por
Dios para el bien del prójimo.
2. Ayúdales a darse cuenta del potencial que pueden desarrollar o para el cual pueden
ser entrenados.
3. Ayúdales a reconocer las formas en que Dios los usa ahora y los marca con Su sello.
Suele suceder que otras personas adviertan un don que Dios da antes que nosotros nos
demos cuenta.
4. Ayúdales a darse cuenta que Dios espera para guiarlos a usar sus talentos, dones y
tiempo. Enséñales a orar
y creer en la guianza divina. Enséñales cómo desarrollar su oído para oír la voz de Dios.
5. Ayúdales a darse cuenta de que Dios puede agregar Su unción, Su toque sobrenatural, a
cualquier forma de trabajo o ministerio legítimos. Enséñales la importancia de pedir la
unción del Espíritu cada vez que hacen algo por amor a Cristo, en Su nombre y para Su
gloria.
6. Ayúdales a darse cuenta de cualquier don espiritual sobrenatural que Dios les esté dando.
Ayúdales a probar el don y guíalos para que lo usen pero enséñales a no destacar estos
dones especiales. En la mayoría de los casos Dios usa personas añadiendo Su toque
especial a sus dones naturales.
7. Ayúdales a descubrir maneras de usar los dones especiales de Dios, las destrezas, los
talentos y las experiencias que Dios les ha dado.
8. Adviérteles que deben permanecer humildes en el uso de los dones de Dios, valorar los
dones de otros cristianos y dar a Dios la alabanza y la gloria por todo.
Testificar es responsabilidad de todo cristiano. Dios E.. espera que cada uno de
nosotros testifiquemos por medio de nuestra vida y nuestros labios. Testificamos prime-
ramente de Cristo pero también del Padre y de la verdad de la Biblia. En la época del Antiguo
Testamento Dios dio a Israel esta responsabilidad: “Vosotros, pues, sois mis testigos, dice
Jehová, que yo soy Dios” Isaías 43:12.
Nuestro testimonio actual se enfoca principalmente en nuestro Salvador Jesús, que dijo:
“Y vosotros sois testigos de estas cosas. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis
estado conmigo desde el principio. Y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria y hasta lo último de la tierra” Lucas 24:48; Juan 15:27; Hechos 1:8.
Una gran parte del ministerio de Pablo fue testificar (Hechos 22:15-16; 26:16, 22).
f. Ayuda a crear las oportunidades para que testifiquen otros hermanos diciendo cosas
como “esto se parece a lo que Jesús hizo por fi, Juan; María, tienes que
compartir la maravillosa respuesta que acaba de dar el Señor a tus oraciones; ¿sabes
cómo ayudó Jesús a Guillermo?; miren, deseo que todos tuvieran la oportunidad que
Sarita tuvo, cuéntanos, Santa”.
2. Testificar a los que no son salvos. Este puede hacerse en dos formas: como parte del
intento de guiar una persona a Cristo o como preparación para que alguien en un futuro
pueda ser ganado para Cristo. Cristo espera que cada cristiano esté vigilante de ambas
oportunidades.
Nosotros no somos los primeros testigos del papel de la religión, ni defendemos el
cristianismo en general, ni siquiera la Biblia en cuanto verdad. Hay momentos en que esa
clase de presentación resulta apropiada, pero testificar se refiere primordialmente señalar a
Jesús, presentarlo. La gente pueden argumentar con tus opiniones, creencias o sobre la
iglesia pero es más difícil que argumenten con un testigo sincero y profundamente
personal de lo que Jesús significa en tu vida.
Prepara al rebaño a tu cargo para que testifique con efectividad compartiendo sugerencias
como las que siguen:
a. Pon a Jesús en el centro y manténlo allí. Ayúdales a darse cuenta de que Jesús es una
persona real: viva y activa incluso hoy. Otras preguntas se verán después. La cuestión
fundamental es que tendrán que responder en el juicio respecto a lo que hicieron con
Jesús.
b. Sé personal, ¿cuándo conociste a Jesús? ¿qué ha hecho Jesús por ti? Cierto que Jesús
murió en la cruz pero eso ponlo como parte de tu testimonio, y que esta sea la razón
de amarlo o de confiar en él para que perdone tus pecados o alegrarte que Su amor te
haya alcanzado. “Ciertamente cambió mi vida”. “Jesús me dio paz y gozo como
nunca tuve antes”. “Mira, cuando oro, Jesús es tan real, tan cercano a ml....””Nunca
hubiera creído antes, que Jesús iba influir tanto en mi
vida”. Testificar no es predicar. Recuerda, las dos partes principales de tu testimonio son
Jesús y tú.
c. Defínelo. El testigo que comparece al tribunal es alguien que maneja cierta información
definida. Vio, oyó, estuvo ahí. Tu testimonio de Jesús debe ser siempre especifico. Di lo
que El hizo por ti, cuándo lo hizo y qué pasó en tu vida. “Mira, hace sólo dos años que
conocí personalmente a Jesús” “el 16 de octubre de 1979 conocí a Jesús” “Sé que mis
pecados fueron perdonados, nunca me olvido de ese día”. “Tenía un grave problema con
la costumbre de... antes que Jesús me salvara”. “Desde que conocí a Jesús hace cuatro
años no he vuelto a ser vencido por...
Mientras más personal y definido sea tu testimonio, más puede el Señor usarlo.
d. Actualízalo. Asegúrate de incluir algo reciente y real de tu vida actual. “Mira, esta mañana
estaba dándole las gracias a Jesús cuando... ““Jesús ha estado tan cerca de ml en esta
semana”. “Justo el martes pasado cuando estaba orando, Jesús...””Ha sido realmente
importante para ml durante esta semana que Jesús haya estado tan cerca de mí cuando oro
porque...”.
f. Prepara anticipadamente a la persona intercediendo por ella. Pide al Señor que ponga en
tu corazón a las personas que El desea tú les testifiques. Pide a Dios que te guíe
anticipadamente y, entonces, prepara el camino mediante la definida intercesión diaria por
cada una de las personas con que te carga el Espíritu. Mientras tanto usa toda oportunidad
para ser amistoso y constituirte en bendición. Luego, cuando lleves una semanas o meses
orando, pide la guiaza de Dios para que te dé el lugar y momento adecuados para testificar
a esa persona y dirigirla al Señor. Hace unos años Dios dirigió a los líderes de la Iglesia
Evangélica Coreana, la denominación que ha surgido del ministerio OMS en esa nación,
para que llamaran a sus iglesias a dar especial testimonio para ganar almas. A comienzos
de enero se le pidió a cada creyente de cada iglesia, que pidieran a Dios para que le
mostrara cinco personas no salvas por quienes ellos eran espiritualmente responsables.
Tenían que orar por cada uno de ellas con la mayor frecuencia diaria posible desde el l~
de enero hasta el Viernes Santo. Se les urgió “no traten de testificarles ahora. Dediquense
a saturar con oración a estas personas. Demuestren amor como puedan pero esperen para
testificarles” Mientras tanto la iglesia preparó lecciones para ganar almas para cada
congregación. Cada pastor preparó a su rebaño para testificar. Prepararon folletos especia-
les para ganar almas que destacaban los pasos para llevar a alguien a Cristo, enseñando a
cada creyente cómo usarlo. Se dio cinco folletos a cada creyente, uno por cada una de las
cinco personas por las que se habla estado orando. No tenían que repartirlos indis-
criminadamente sino pasarlos solamente con esas personas por las que habían estado
orando y, únicamente en el momento en que iban a intentar ganarlas para el Señor. Cada
creyente tenía que ir a las cinco personas por quienes había estado orando a diario el
Viernes Santo. El Domingo de Resurrección hubo nuevos convertidos en las iglesias junto
a sus nuevos hermanos y hermanas cristianas. Ese año fueron más de once mil los ganados
para Cristo. ¡Nunca tuvo antes la iglesia un día así de salvación!
Al año siguiente, la cifra ascendió a más de quince mil y, año a año, aumentaba
hasta llegar a más de veinticinco mil ganados para Cristo en esta temporada ¿puedes
entrenar así a tu rebaño?
3. Guiar una persona a Cristo. A menudo no tienes, cuando testificas, la oportunidad obvia
de conducir la persona a una experiencia personal con Cristo. Busca las oportunidades de
hacerlo así. No seas tímido respecto de llevar a las personas al punto de decidirse,
especialmente si sientes que Dios está cerca cuando testificas. Si les ayudas a recibir a
Cristo, ellos agradecerán a Dios en el cielo, y a ti, que hayas sido fiel a ellos.
Todo cristiano debe saber los elementos esenciales mínimos de la evangelización
personal. Si estás en un accidente donde hay una persona consciente pero a punto de morir,
¿la puedes llevar a la seguridad de la salvación? Debes saber cómo ser conciso y estar listo
para cualquier emergencia. No vaciles en ser directo en tal clase de urgencias.
En algunas situaciones sabes que la persona a quien has dado testimonio tiene ciertos
problemas o pecados definidos que obstruyen el camino. Puede que tengas que tratar eso
primero. Puede que tengas que resolver cuestiones o problemas antes que la persona esté
dispuesta a comprometerse personalmente con Jesucristo. Tienes que saber la respuesta o
cómo obtener la respuesta de otra persona pero recuerda que muchas cosas que parecen
problemas gigantescos antes de la conversión, casi desaparecen cuando
uno vive la salvación. Tan pronto como puedas, dirige la persona hacia Jesús desviándola de
su pregunta u objeción.
Confía en el Espíritu Santo para que te guíe respecto al tiempo en que dedicarás a cada
uno de los siguientes puntos. En caso de urgencia, ve directamente al punto esencial:
“Encomiéndate a Jesús en este momento para que te perdone y El te salvará”.
a. Asegura a la persona que Jesús, Su amor y Su perdón son para ella “Jesús murió por ti
como por todos. El te ama ahora. No es demasiado tarde para pedir y recibir ahora Su
perdón” (Mateo 11:28; Juan 3:16; Apocalipsis 22:17).
b. Ayúdale a confesar su necesidad y pecados ahora “Todos pecamos. Tú has pecado.
Admite tu necesidad. Prepérate para abandonar tus pecados por la ayuda de Dios. Si
tienes que pedir perdón a otras personas o arreglar las cosas con otras personas, promete
a Dios que lo harás”(en caso de emergencia, haz que confiese sus pecados o admita que
necesita a Jesús. Si no puede hablar, pide que confiese en su corazón, o di “yo oraré en
voz alta y tú ponte de acuerdo conmigo en tu corazón” luego di una corta y específica
oración de confesión, pidiendo perdón y depositando la confianza en Jesús como
Salvador, y agradeciéndole por esta salvación) (Proverbios 28:13; 1 Juan 1:9).
e. Ayúdale a encomendarse a Jesús confiando que El perdona “Acepta Su amor, Su perdón
y Su poder para cambiarte” Si puedes, cita un par de las promesas de Dios y destácalas.
(En caso de urgencia basta decir “Jesús dijo...” “Dale las gracias”) (Juan 6:37; Romanos
10:9).
E.M. Bounds escribió que “grandes oraciones son la señal y sello de los grandes líderes
de Dios”¿Cuál debe ser el papel de la oración en tu vida de líder cristiano? La respuesta
instantánea debe ser la misma que dieron los apóstoles, que decidieron envolverse en dos
cosas:
Hechos 6:4
Orar era la primerísima prioridad para ellos y, probablemente, consumió la mayor parte de
su tiempo. Ellos podían dirigir solamente si oraban. Se dieron cuenta que su mayor
responsabilidad era cubrir con oración a la iglesia mientras ministraban la Palabra. Orar fue
tan urgente para ellos que delegaron muchos otros deberes a laicos llenos del Espíritu.
Bounds dijo que cada líder “debe ser sobre todo un hombre de oración. Su corazón debe
graduarse en la escuela de la oración. Nada aprendido puede sustituir a la oración, cuando el
hombre falla en su orar. No hay fervor, no hay diligencia, no hay estudio, no hay dones que
suplan la falta de la oración. Hablar a los hombres por Dios es cosa grande, pero hablar a
Dios por los hombres es aún más grande. Nunca hablará bien y con real éxito a los hombres
de parte de Dios, quien no haya aprendido bien cómo hablar a Dios por los hombres. Más que
esto, las palabras sin oración ... son palabras mortales”.
Necesitas audiencia delante Dios, antes de siquiera intentar una audiencia con tu rebaño.
Ponte en la presencia de Dios, antes de pararte delante de ellos. Debes triunfar delante de
Dios, antes de triunfar delante de ellos. No estás listo para adorar con tu congregación sin
antes adorar con el serafín. Únicamente cuando vienes de la presencia de Dios puedes
dirigirlos a la presencia de Dios.
El santo y dotado ministro de la Iglesia de Escocia, Robert Murray McCheyne decía “es
mejor, por lo general, pasar una hora solo con Dios antes de comprometerse con cualquier
otra cosa. Debo pasar las mejores horas del día en comunión con Dios”. El exhortaba en un
sermón de ordenación “entrégate a las oraciones y al ministerio de la Palabra. Si no oras,
probablemente Dios te saque de tu ministerio, como me lo hizo a mí, para enseñarte a orar.
Recuerda la máxima de Lutero ‘haber orado bien es haber estudiado bien ... lleva los nombres
de la pequeña manada sobre tu pecho como lo hacía el Sumo Sacerdote. Lucha por el
inconverso”’
En tu calidad de líder cristiano, no debes solamente seguir el ejemplo apostólico sino que
tú mismo debes ser todo un ejemplo de oración para todo tu rebaño. Charles Spurgeon decía:
“Naturalmente el predicador está por encima de todos los demás, distinguido como hombre
de oración. El ora como cristiano común y corriente, de otro modo seña un hipócrita. Ora
más que los cristianos comunes y corrientes, de otro modo sería descalificado del oficio que
ha emprendido”.
Cuando le preguntaban a Spurgeon el secreto de su éxito, respondía “¡Trabajo de rodilla!
¡Trabajo de rodilla!” Finney explicaba: “Respecto a mi propia experiencia, diré que, a menos
que tenga el espíritu de oración, nada puedo hacer. Si perdiera por un día, o por una hora, el
espíritu de gracia y súplica, me encontraría incapaz de predicar con poder y eficiencia o de
ganar almas por medio de la conversación personal”.
Andrew Murray preguntaba: “¿Por qué miles de cristianos de todo el mundo no ejercen
mayor influencia? Nada salvé esto: La falta de oración de sus servicios.... Nada, sino el
pecado de no orar, que causa la falta de una vida espiritual poderosa
Aprender a orar y recibirá la autoridad y guianza por medio de la oración, es la tarea más
importante de tu preparación como líder. Establecer un estilo de vida de liderazgo, conlleva a
ser constantes en la oración, con toda seguridad, es el elemento más decisivo de tu éxito
espiritual. Nunca serás un líder más grande que tus oraciones. Puedes tener éxito aparente sin
una vida de fuerte oración; sin embargo, el valor eterno de ese éxito y tu recompensa eterna
dependen de que vivas orando. Todo éxito que se aparte de la dimensión espiritual es como
casa construida sobre la arena.
Si en tu calidad de líder debes ir adelante de tus seguidores en todo, debes ser el modelo y
líder de oración por sobre todo. Que Dios haga de cada líder un Ellas que ora. El grito de
Spurgeon era: “Oh, quinientos Elías, cada uno en su Carmelo, clamando a Dios, y pronto
tendremos las nubes que revientan en lluvia. Oh, más oración, más constancia.., y más fideli-
dad”.
Tu vida de oración es una clara revelación de la medida en que eres persona de Dios y
líder espiritual. Nunca será más importante ante los ojos de Dios que tu vida de oración.
Ninguna parte de tu ministerio será más recompensada en la eternidad. El valor eterno de
todo lo demás que hagas depende de que vivas orando.
ERES RESPONSABLE DE CONSERVARTE FUERTE Y BENDECIDO POR MEDIO
DE LA ORACION
El ministerio espiritual exige poder espiritual. El Espíritu Santo es la fuente de todo poder
y es dado como respuesta de oración.
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿ cuánto
más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se los pidan?
Lucas 11:13
Esa promesa fue dada por Jesús inmediatamente después que nos dio la gran promesa—
mandamiento:
Lucas 11:9-10
Esta tremenda promesa está a tu disposición si oras de acuerdo a la voluntad de Dios para
todas las peticiones que tengas en tu vida pero, tal como Jesús lo señaló, es dada
especialmente con el Espíritu Santo (y. 13). El ministerio espiritual depende del Espíritu y no
hay otra manera de llevarlo a cabo; nunca podrás ministrar con efectividad si no estás lleno
con el Espíritu recibiendo diariamente su unción, liderazgo y autoridad.
Tu mayor necesidad es la poderosa presencia del Espíritu Santo si deseas ver convicción
de pecado en los perdidos, crecimiento y bendición en tu rebaño. Nuestras prédicas y
enseñanzas a menos que tengan el poder del espíritu Santo, pueden maldecir en lugar de
bendecir a otros. La verdad en sí misma no transforma sino que la verdad aplicada a través
del Espíritu cambia la vida.
El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un
nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la
letra mata, mas el espíritu vivifica.
2 Corintios 3:6
Tus palabras de verdad pueden matar a los que las escuchan si no están acompañadas por
el poder del Espíritu.
La efectividad de tu liderazgo depende de tu vida espiritual. E. M. Bounds lo resalté hace
años “los hombres son el método de Dios; la Iglesia busca mejores métodos; Dios busca
mejores hombres”. Volvió a escribir “el Espíritu Santo no fluye por medio de los métodos
sino a través de los hombres. El no desciende sobre la maquinaria sino sobre los hombres. El
no unge planes sino hombres—hombres de oración”.
El doctor A. J. Gordon urgía “Nuestra generación pierde rápidamente su sentido de lo
sobrenatural y, por consecuencia, el púlpito cae rápidamente al nivel de la plataforma. Esta
declinación se debe, a que ignoramos que el Espíritu Santo es el supremo inspirador de la
prédica”’
¿Por qué son tan pocos los líderes ungidos con el poder del Espíritu en forma continua?
Porque la mayoría depende más de sus estudios, trabajo y planes que de la oración que es el
principal canal para que fluya el Espíritu Santo a tu vida. Te saturas y estás cubierto con la
presencia de Dios, solamente si permaneces largos períodos en Su presencia. La cara de
Moisés se volvió radiante, solamente después que ¿1 absorbió la cercana presencia y gloria
del Señor durante ochenta días en el Sinaí. La oración diaria prolongada añade semejanza a
Cristo en tu personalidad y Su fragancia espiritual persiste donde quiera vayas.
Te conservas bendecido mientras digas palabras de amor, comunión, alabanza y
agradecimiento a Jesús durante el día
Tu valor como líder depende de tu oración. Nada acarrea más bendición y efectividad que
cuando visitas a tu rebaño; nada pone más el sello de Dios sobre ti ante la comunidad; nada
hace más que tú ganes el corazón de tus feligreses o darte más estatura espiritual y respeto a
tu liderazgo que tu vida de oración. Nada puede conservarte espiritualmente fresco, nada
impedirá que tus mensajes vengan directamente desde el corazón de Dios, nada hará más
efectiva la unción de Dios a tu liderazgo, que una vida dedicada a la oración.
Ese apóstol de la oración que fue E. M. Bounds insistió incesantemente que los líderes que
no oran, en realidad, estorban la causa de Dios “Dios quiere hombres consagrados porque
pueden orar y orarán.... De la misma manera en que los hombres que no oran obstaculizan Su
camino, estorban a Dios e impiden que Su causa triunfe, asimismo también son inútiles para
Dios los hombres que no se consagran y le
impiden realizar Sus bondadosos planes de gracia y ejecutar Sus nobles propósitos
redentores”.
Tu rebaño necesita sentir que el poder de Dios está sobre ti, que la voz de Dios habla a
través de ti, el toque de Dios cuando tú tocas sus vidas. El poder de Dios en tu ministerio no
proviene de la fluidez ni de la fortaleza de tu voz, o de tu habilidad para expresar tus ideas.
La unción es difícil de describir pero una vez que las ovejas ven la unción real del Espíritu
Santo sobre ti, saben cuándo la tienes y cuándo te falta.
La oración te prepara para todo trabajo en la obra. La oración pone ese aditivo divino que
constituye toda la diferencia en tu vida, tus palabras y tu trabajo. La oración hace que tú seas
la persona que Dios ama y respeta.
4. Orar puede hacer que la lectura pública de las Escrituras hable a los corazones. ¡Poco se
lee la Palabra de Dios con la unción del Espíritu! 1Cuán escasa es la lectura de la Palabra
de Dios hecha con la reverencia requerida! La lectura de la Escritura tuvo un papel
prominente en la sinagoga judía y en la iglesia de los primeros tiempos.
Cuando Esdras abrió la Escritura para leerla, la gente se puso de pie (Nehemías 8:5).
Esta misma reverencia fue, en otros tiempos, reservada para la realeza. Abrir la Escritura
para leerla en público equivalía a que Dios entrara al servicio siendo acogido con la
bienvenida. Igual que los nobles de la corte real se quedan de pie en presencia del
rey, así también la gente se quedaba de pie en honor a Dios pues la Palabra de Dios
representa al mismo Dios.
Sin duda esto responde a la costumbre de algunas iglesias de quedarse, todos, de pie,
reverentes mientras se lee la Palabra que, si va a ser honrada de esta manera, debe ser leída
con veneración y destreza. El lector debe familiarizarse con el pasaje leyéndolo
anticipadamente varias veces, asegurándose de pronunciar cada palabra en forma correcta.
Debe leerla con tal claridad que todos los presentes puedan oír y entender. Debe orar
especialmente pidiendo la ayuda de Dios y Su unción para leer Su Palabra.
Si la congregación se queda de pie durante la lectura de la Escritura, les ayuda a
mantenerse alertas y atentos, como debe ser. Probablemente debiera darse más tiempo a la
lectura de la Palabra, esto es, leer pasajes más largos con mayor asiduidad que lo habitual
en nuestros servicios.
Enseñar la Palabra de Dios o dar el mensaje de Dios debe ser un trabajo conjunto de Dios
y del orador. La parte de Dios es tan importante como la tuya. Dios prepara al orador de dos
maneras en un largo plazo así como de inmediato. Hay un cierto sentido en que todo mensaje
guiado y ungido de Dios lleva en sí toda una vida de preparación. La preparación de tu
corazón se edifica sobre toda tu vida espiritual y tu caminar con Dios desde tu conversión.
Los sermones secos surgen de las almas hambrientas. Los mensajes carentes de vida
vienen de los corazones vacíos. Jesús dijo: De la abundancia del corazón habla la boca
(Mateo 12:34). Un corazón siempre lleno tiene más para decir que lo que puede decir;
siempre queda un remanente, como los doce canastos que sobraron cuando Jesús alimentó a
los cinco mil hombres.
Dios debe hacerte primero a ti, antes que tú puedas hacer tu sermón. Un mensaje efectivo
viene solamente de una persona efectiva. Tú debes vivir lo que predicas. Tu sermón
debe exponer tu alma. Un gran mensaje viene solamente de un gran corazón. El sermón es tu
corazón hasta ese momento.
Cuando tu corazón está saturado de la presencia de Dios, fluyen ríos de agua viva de tu
alma. Si tu corazón es un desierto espiritual, tu ministerio será seco y estéril. Solamente un
alma empapada de Dios tiene un mensaje embebido de Dios. No puedes compartir más vida
que la que has recibido. Tu sermón revela tu ser íntimo o, de lo contrario, es hipocresía.
En la medida en que Dios toca tu alma, tus escuchas sentirán también en ellos ese toque.
Solamente un profeta puede tener un ministerio profético y los profetas deben obtener su
visión y mensaje de Dios. La persona carente de un ardiente mensaje, es alguien que no vive
lo suficiente en la presencia de Dios. Un ministro o profesor de Biblia sin un mensaje dado
por Dios es una tragedia. La gente necesita ver el Espíritu de Dios en tu vida, sentir el toque
de Dios en tu ministerio.
No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos
profetizaban. Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis
palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de
sus obras.
Jeremías 23:21—22
Dios condena a quienes comunican sus propias ideas, pensamientos y sueños en lugar de
decir Su mensaje:
El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra,
cuente mi palabra verdadera ¿ Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová ¿No
es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra? Por
tanto, he aquí que yo estoy contra los profetas, dice Jehov4 que hurtan mis palabras
cada uno de su más cercano. Dice Jehová: He aquí que yo estoy contra los profetas que
endulzan sus lenguas y
dicen: El ha dicho. He aquí, dice Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños
mentirosos, y los cuenta, y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas,
y yo no los envié ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dice Jehová.
Jeremías 23:28—32
Cada vez que tú, en tu calidad de líder, te pares ante tu congregación, estás ahí, de pie,
como representante de Dios. Puede que no seas llamado profeta pero debes desempeñar el
papel del profeta para tus ovejas. Cada vez que hablas eres responsables por presentar el
mensaje que Dios quiere tenga Su pueblo en esa hora. No hay forma posible en que puedas
hacerlo excepto si vives constantemente en la presencia de Dios. Debes ser persona de Dios
aun más que la persona más fiel en tu congregación.
John Wesley preguntaba a sus ministros: ‘¡Han estado ayunando y orando por algunos
días? Vayan al trono de gracia y perseveren ahí, la misericordia descenderá”. La única ma-
nera de poner a Dios en tu sermón es mediante la oración. El tiempo que impacte tu sermón a
la gente que lo escucha, suele estar en proporción directa al tiempo que has estado orado.
La preparación de tu corazón debe preceder a la de tu mensaje, debe continuar durante su
preparación, y hasta que tu mensaje sea entregado. Los corazones preparados preparan
mensajes fructíferos. Resulta peligroso poner más pensar que orar en tu sermón. Mientras
más talentoso sea, mejor entrenado estés, más necesitas ser persona de oración pero no
confíes más en ti que en el poder de Dios.
Dios no te ha dado responsabilidad mayor que la de interceder por las personas que ha
puesto a tu cuidado. Es urgente que tú traigas en oración a cada una de esas personas delante
de Dios, como también que traigas a Dios ante ellos en cada uno de tus sermones. Debes
interceder por tu ministerio, los servicios y por alcanzar a las almas, también debes interceder
por familia y nombre por nombre. Cada creyente está llamado a ser sacerdote de Dios, “Mas
vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios para
que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. Vosotros
también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para
ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” 1 Pedro 2:9, 1
Pedro 2:5.
Tus sacrificios espirituales se componen de alabanza (Hebreos 13:15), tu cuerpo
(Romanos 6:13, 16,19; 12:1), buenas obras (Hebreos 13:16) y donaciones monetarias
(Filipenses 4:18; Hebreos 13:16). Tu papel sacerdotal constante es la
oración. La comunión personal con Dios es tu diario privilegio y necesidad. La intercesión
personal es tu ministerio y obra diario. Eso rige para cada cristiano y aun más para ti, su líder
espiritual.
El papel del sumo sacerdote en las épocas del Antiguo Testamento era ofrecer sacrificios e
interceder. El papel del intercesor estaba simbolizado por sus ropajes oficiales. Usaba el
vestido sacerdotal sobre la túnica. El vestido sacerdotal (ephod) era una especie de delantal
con dos piedras de ónice afirmadas en cada hombro; esas piedras llevaban, cada una grabados
los nombres de seis de las tribus de Israel. El pectoral iba asegurado con cadenas de oro al
vestido por encima del corazón del sacerdote, para que nunca se moviera lejos de su corazón.
Tenía doce piedras preciosas, dispuestas en cuatro hileras de tres piedras cada una y cada
piedra tenía grabado el nombre de una de las tribus.
De esa forma simbólica, cada vez que el sumo sacerdote entraba al tabernáculo, después al
templo, para oficiar en presencia de Dios, llevaba los nombres de las tribus sobre sus
hombros y cerca de su corazón, lo cual hablaba de la responsabilidad suya por la gente a su
cargo y del amor por ellos (Exodo 28). En forma análoga, el ministro del Nuevo Testamento
debe llevar, sin que se vean, sobre sus hombros y corazón a las personas a quienes cuida y a
su ministerio. Esta es su responsabilidad ante Dios. Debe llevar la carga de ellos y amarlos.
Cristo completó la obra del sacrificio en Su obra de expiación en la cruz pero el ministerio
inconcluso de Cristo es el de la intercesión y corresponde a cada cristiano ser socio sacerdotal
con Cristo en la intercesión por Su pueblo. ¡ Cuánto más debe participar cada ministro y
líder, en sociedad con Cristo, para interceder por Su pueblo! Jesús vive al lado de Su Padre
para continuar Su ministerio. El reina por oración. Juan 17 registra la gran oración de Jesús
como sumo sacerdote, que expresa las clases de preocupaciones por Su pueblo que están
siempre en Su corazón.
Israel nunca habría llegado a Canaán si no hubiera sido porque Moisés intercedió, siendo
un tremendo líder y administrador. Israel hubiera sido borrado del mapa como pueblo si
Moisés no hubiera intercedido.
Pablo es el gran ejemplo del papel sacerdotal de los líderes del Nuevo Testamento que
tiene Cristo. Sabemos más de la vida de oración de Pablo que de la de ningún otro personaje
de la Biblia salvo, quizás, Moisés. Su ministerio surgió de su incesante vida de oración. Pablo
fue el gran ejemplo del Nuevo Testamento del guerrero de oración. Pablo no escribió libros
sobre la oración pero la oración se entreteje en todos sus escritos. La oración y el ayuno
fueron el fundamento de su ministerio total. El fue pionero de la expansión de la iglesia
mediante la incesante intercesión, trabajo e indecible sufrimiento. El fue el apóstol de la
intercesión santa que se efectúa con toda el alma.
El evangelizó por medio del amor, las lágrimas, el esfuerzo y el sufrimiento. Su celo no se
podía parar pero el fuego se mantuvo ardiendo constantemente en su alma por medio de sus
oraciones, diurnas y nocturnas, de intercesión.
Los tres grandes testimonios de Pablo fueron:
Diez de las epístolas paulinas hablan de su oración por los destinatarios de sus canas.
Ocho de ellas son súplicas de Pablo por la ayuda en oración de los convenidos y amigos
suyos. Pablo fue un modelo tal de oración que desarrolló a su alrededor un pueblo que oraba.
Todo líder evangélico debe mirar a Pablo como ejemplo de lo que puede ser el ministerio por
la gracia de Dios. Pablo el intercesor es el modelo de lo que tú y yo debemos ser hoy.
Ningún líder es mayor que sus oraciones. Si queremos que la iglesia reviva y llegue a ser
una potente fuerza para Dios, deberemos contar con una nueva generación de gigantes de
oración al estilo de Pablo. La falta de intercesión de los líderes del pueblo de Dios es,
probablemente, la mayor debilidad del ministerio actual de ellos. En los escritos de Pablo
encontramos, por lo menos, cuarenta y un versículos referidos a su oración y temas de
oración pero solamente uno en que ora por sus necesidades personales. Pablo siempre oraba
por el prójimo. Una de las maneras de medir el papel y alcance de tu vida de oración es por
medio de la cantidad de tiempo que pasas orando por tus propias necesidades e intereses,
comparado con el tiempo que dedicas a orar por otros.
Cuando oramos en el Espíritu, oramos primeramente por otros. Cuando buscando primero
el reino de Dios, Dios se encarga de todas nuestras necesidades personales (Mateo 6:33). La
oración que Jesús enseñó como modelo, indica que no debemos empezar orando por nuestras
necesidades sino que, primero, oremos por el nombre, voluntad y el reino de Cristo; luego,
oramos por nuestras necesidades sin tener que hablar en primera persona (“mí”; “me”) sino
en tercera persona: “nosotros”, “nuestro”.
En tu calidad de líder tienes tan pesada responsabilidad de orar diariamente por tus ovejas
que, quizás, debas limitar el tiempo que oras por ti y tu familia, pero si te dedicas a llevar las
cargas de otros, Dios pondrá tus cargas en los corazones de tu rebaño, especialmente si les
has enseñado a ser un pueblo que ora. Cuando desempeñas tu papel de intercesor por tu
rebaño por el cual tienes que rendir cuenta, Cristo intercede por ti. Llora por otros y Dios te
sostendrá con el amor y oración leales de las ovejas a tu cargo.
b. Designa un lugar donde puedas interceder por tu gente. Si tienes una sala privada, puedes
convertirla
en tu cuarto de oración, lo que representa una bendición adicional. Cuando visito la casa
de John Wesley en Londres, atesoro siempre el tiempo que puedo pasar orando
tranquilamente en su sala de oración, en el piso alto.
c. Hazte listas de oración con cada una de tus ovejas incluidas. Dios bendice mucho el uso
de listas de oración. Hay fuertes evidencias de su uso por parte de Pablo. También
necesitarás listas de oración para gente que quieres ver salva, líderes de tu país, necesi-
dades misioneras (naciones, personas, ministerios), una lista de tu compañero de oración
(personas cuyo ministerio quieres compartir en oración), lista de familias. Tu mayor
responsabilidad como pastor es tu lista o listas de oración por tu rebano.
John Welch, el santo ministro escocés, pasaba de ocho a diez horas diarias orando, día o
noche, por Su pueblo. Tenía una frazada para abrigarse cuando se levantaba a orar en la
noche pero su esposa se quejaba de encontrarlo en el suelo llorando, a lo que ¿Ile decía
“mujer, tengo que responder por tres mil almas y no sé siquiera cómo están
espiritualmente muchos dc ellos”. Tres mil personas vivían en el vecindario en torito a su
iglesia.
Jesús dijo que el buen pastor llama a sus ovejas por el nombre (Juan 10:3). Si un pastor
sabe el nombre de cada oveja, cuánto más debe el pastor espiritual orar por cada oveja de
su rebaño llamándola por su nombre a cada una. Hudson Taylor, el fundador de la Misión
a la China Continental, acostumbraba a orar por cada estación misionera, cada misionero
llamándolo por su nombre, y por cada necesidad y circunstancia específica que supiera.
Su oración sigue viva hoy en China. El obispo Azarias, líder de espíritu dulce, de la
iglesia en el sur de la India, oraba por cada pastor y líder de la jurisdicción de su iglesia,
llamándolos a cada cual por su nombre. Podría ser que el
mayor cambio que debe sobrevenir en tu vida y ministerio sea aprender a orar de verdad
por tu gente y por el ministerio que tienes con ellos.
La anhelante intercesión por el pueblo a tu cargo permite que Dios unja tu corazón con
lágrimas, lágrimas, que hay en él, mientras intercedes a solas, o cuando hablas de Cristo en
forma personal al que tiene una necesidad espiritual —lágrimas internas mientras das
públicamente tu ministerio y cuando miras a tu comunidad y a tu mundo— esas lágrimas
pueden agregar poder espiritual a tu liderazgo y ministerio. Lágrimas tan profundas en tu
corazón que también se advierten en tu voz cuando oras o hablas, y en ocasiones en tus ojos,
ungidas especialmente por Dios—esas lágrimas pueden apegar toda una dimensión poco
común de rara influencia y autoridad espiritual a tu función como persona de Dios.
¿Cuánto sabes del ministerio de lágrimas en tu vida? ¿Cuán profundamente compartes las
penas del corazón de Dios? El doctor Bob Pierce, fundador de Visión Mundial, se conmovió
hondamente ante el estado espiritual y físico del mundo; se hizo famosa su declaración
repetida muchísimas
veces: ‘Que mi corazón se rompa con las cosas que rompen el corazón de Dios”.
Nuestro mundo pude ser movido hacia Dios solamente por medio de los líderes quienes
pueden compartir profundamente el sentir de su corazón y pueden ver el mundo con el amor
y la compasión que él los ve. No estás preparado para ministrar sobre la cruz hasta que no
sientas Las lágrimas de dolor del corazón de Dios, hasta que no compartas en cierta medida,
el sufrimiento de la pasión de nuestro Salvador en Getsemaní, hasta que no te acerques
bastante a Dios para permitir que el espíritu que vive dentro de ti anhele en forma infinita e
inexpresable todo esto.
El versículo más corto de la Biblia es, también, la expresión más concisa y profunda de la
realidad de la encamación, la divina identificación con la necesidad de la humanidad
destruida por el pecado y la medida de la infinita empatía de Cristo: “Jesús lloró” Juan 11:35.
Jesús es supremamente ungido con el aceite del gozo (Salmo 45:7; Hebreos 1:9) pero, tan
identificado con la voluntad del Padre y la necesidad del mundo que se hizo nuestro varón de
dolores, familiarizado con nuestro sufrimiento (Isaías 53:3), “Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores” Isaías 53:4.
Las lágrimas que se hicieron visibles ante la tumba de Lázaro no fueron simples lágrimas
de humana simpatía sino el sentir externo del corazón roto de Dios.
El lamento de Jesús por Jerusalén en el tercer año de Su ministerio no fue un grito
momentáneo sino el anhelo permanente de Su amor consumidor. “¡Jerusalén, Jerusalén, que
matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! Cuántas veces quise juntar a tus
hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!” Lucas 13:34.
Jesús llora incesantemente cuando pasea Su mirada por nuestro mundo. Mientras llora por
nuestras ciudades y pueblos, nuestras naciones y razas, nuestras familias y nuestro sufriente
pueblo, desde los niños a los viejos, ¡con cuánta
constancia ansía salvar, bendecir y liberar! El Jesús que lloró es el Jesús que sigue llorando,
¿compartes Sus lágrimas?
Tú también conoces, en tu calidad de líder cristiano, el gozo inexpresable y glorioso que
proviene del corazón de Cristo hacia ti (1 Pedro 1:8). También tú te regocijas con el cielo
cuando los pecadores arrepentidos se vuelven al Padre (Lucas 15:7-10). ¿Sabes cómo
regocijarte con quienes se regocijan? (Romanos 12:15). ¿Sabes también cómo dolerte con los
que se duelen?
Hace cuarenta años escribí este poema mientras ministraba en Manchester, Inglaterra:
¿Dónde están tus lágrimas?
Hay lágrimas en los ojos del Salvador. Pero, ¿acaso lloras tú?
¿No puedes llorar tú con los millones que lloran?; ¿No puedes ti llorar por la otra oveja
perdida?
¡Jesús llora! ¿Estás tú dedicado al dulce dormitar?
¡Oh! ¿Dónde están las lagrimas en tus ojos?
Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer
día que entré en Asia. sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas.
Hechos 20:18- 19
Toda lágrima derramada por compartir el sentir del corazón de Dios, toda lágrima
derramada por medio de la empatía cristiana hacia nuestro prójimo, toda lágrima nacida del
anhelo de la aflicción del Espíritu Santo, es una lágrima de servicio al Señor. Nada complace
más a Cristo que compartamos Su carga por el mundo y su gente. Nada nos hace casamos
más con el corazón de Cristo que nuestras lágrimas derramadas mientras intercedemos con El
por los perdidos. Entonces, llegamos verdaderamente a ser personas conforme al corazón de
Dios. Entonces empezamos a saber qué es ser compañeros de oración de Cristo.
Hubo algunos en los tiempos del Antiguo Testamento que sirvieron con lágrimas al
Señor:
Job. El pudo testificar: “¿No lloré yo al afligido? Y mi alma, ¿no se entristeció sobre el
menesteroso?” Job 30:25.
David. El lloraba y ayunaba cuando los hombres insultaban a Dios (Salmo 69:9-10).
Cuando sus enemigos se enfermaban, él ayunaba y se dolía como si fueran sus hermanos y
lloraba como si fueran su madre (Salmo 35:14).
Isaías. Se hizo eco del clamor del corazón de Dios, lloró cuando el enemigo Moab sufrió
sequía y hambruna, sus ojos se inundaron de lágrimas (Isaías 16:9-li).
Josías. Dios oyó la oración de Josías por la nación mientras él ayunaba y lloraba delante
de Dios por su pueblo (2 Reyes 22:19).
Esdras. Cuando se dio cuenta cuán profundo era el pecado de su pueblo que hablan
acarreado ante el juicio de Dios, oró y lloró tanto ante Dios que una gran muchedumbre se
reunió en tomo a él (Esdras 10:1-2).
Este siempre es el patrón: Un líder que llora produce un pueblo que ora y flora. El líder
que asume los pecados del pueblo a su cargo, orando y arrepintiéndose en forma vicaria por
ello, tendrá un pueblo que camina al arrepentimiento. Un líder que no llora con un corazón
que no se ha quebrado realmente, que no conoce el llanto de su corazón, puede denunciar los
pecados del pueblo pero, rara vez los conduce a confesar el pecado, confesión que acarrea la
misericordia de Dios.
Nehemías. Cuando supo del trágico estado de Jerusalén y su pueblo, escribió: “Me senté y
lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos’ Nehemías
1:4. Oró y ayunó durante varios días mientras servía al Señor con sus lágrimas. De esta
manera pudo El usar a Nehemías para llevar el avivamiento a Jerusalén.
Jeremías. A menudo se le llama “el profeta llorón” ¡qué ejemplo establecido en lo tocante
a llevar la carga y el
quebrantamiento por su pueblo! Desde el punto de vista humano, fueron las oraciones y el
llanto de Jeremías y las oraciones vicarias y llanto de Daniel lo que, sin duda, sacó una parte
de Israel del cautiverio. Escuchemos a Jeremías:
Mas sino oyereis esto, en secreto llorará mi alma a causa de vuestra soberbia; y
llorando amargamente se desharán mis ojos en lágrimas, porque el rebaño de Jehová
fue hecho cautivo.
Jeremías 13:17
Podemos estar seguros, por lo que sabemos del duelo judío y de la carga y confesión
vicarias que llevaba Daniel, que su duelo abarcaba llanto.
Pablo. Pablo fue el Isaías y el Jeremías del Nuevo Testamento. Predicó la grandeza de la
gracia de Dios, la asombrosa bendición de la expiación y el juicio y triunfo final de Cristo.
También fue a la gente suplicando, llorando y llevando al perdido a la salvación.
Sirvió al Señor con sus lágrimas como con sus sufrimientos (Hechos 20:18-19) y ese
ministerio fue dado en forma pública de casa en casa (y. 20). “Por tres años, de noche y de
día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno” Hechos 20:31. No solamente
predicó con lágrimas y efectuó, llorando, su evangelización personal, sino que también
escribió, con lágrimas, a las iglesias que amaba tanto: “Porque por la mucha tribulación y
angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contristados, sino
para que supieseis cuán grande es el amor que os tengo” 2 Corintios 2:4.
Podemos estar seguros que su oración estuvo ungida con sus constantes lágrimas. El
repite en sus cartas a las iglesias cómo orar por ellas día y noche. Si todo sus otros
ministerios fueron hechos con sus lágrimas, podemos estar seguros que su oración también.
No hay oración más poderosa que aquella que sale del corazón que anhela profundamente
algo y se siente su deseo al suplicar con lágrimas.
Nuestro Señor. Leemos sobre Jesús: “En los días de su carne, ofreciendo megos y
súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte” Hebreos 5:7.
Esto abarcó, sin duda, la oración de Jesús en Getsemanl aunque las palabras parecen,
indicar que esto fue característica a menudo repetida.
Mientras las multitudes gritaban sus “hosannas” alabando a Dios, leemos que: “Cuando
llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella” Lucas 19:41.
Sin duda Su corazón ya roto se sacudió con sus lágrimas de agonizante amor.
Probablemente lloró en forma similar al gritar “¡0h Jerusalén, Jerusalén!” expresando su amor
anhelante y de corazón quebrantado (Mateo 23:37; Lucas 13:34).
George Whitefield fue uno de los evangelistas más elocuentes de la historia de la iglesia.
Solía predicar a multitudes de diez y veinte mil personas. Una vez, en Escocia, estimó haber
predicado a cien mil durante un servicio en que diez mil profesaron su conversión. Fue
poderosamente ungido por el Espíritu Santo. El doctor Martyn Lloyd—Jones escribe que
Whitefield predicaba, casi invariablemente, con torrentes de lágrimas rodando por sus
mejillas, y se conmovía tan gran y profundamente que miles venían a Cristo 3 decía Whitefield
“paso postrado en el suelo días y semanas enteras orando”.4
Se necesita más que lágrimas para ganar almas. No me refiero a las lágrimas que
derramas en la carne por lástima propia. Ruego por lágrimas de amor como las de Cristo,
derramadas por nuestra gente y por el perdido, lágrimas que convulsionan nuestros corazones
en intercesión mediadora. Se vean o no las lágrimas en tus ojos, tu corazón debe, llorar. Dios
siempre sabe cuán profundos son nuestros anhelos y clamores en nuestros corazones. El mide
la profundidad de nuestro preocupado amor y del compasivo quebrantamiento de nuestra
intercesión por el prójimo. No busques la emoción por amor a la emoción. No intentes
elaborar emoción tratando de conmover a Dios o al hombre, aunque la emoción es parte
inseparable de nuestro ser. No podemos separar la emoción del sagrado amor por Dios y el
prójimo. Nuestro lugar primario para llorar debe ser nuestro cuarto secreto de oración porque
ahí es donde debemos interceder diariamente por nuestra gente (Jeremías 13:17).
¿Cómo podemos quedamos inconmovibles por la historia de la cruz si hemos entendido la
manera en que nuestro Salvador nos amé y murió por nosotros? ¿Cómo podemos quedarnos
con los ojos secos mientras intercedemos por un mundo perdido y cuando predicarnos el
Evangelio del Calvario? Un misionero hablaba del amor de Cristo a un no creyente, le
contaba cómo Cristo dejó las glorias del cielo, compartió nuestra vida, nuestros sufrimientos
pero fue rechazado y crucificado por los hombres pecadores. Mientras el no creyente
escuchaba el relato de la cruz, empezó a llorar, luego, se volvió al misionero y él preguntó:
“¿Este mismo Jesús murió por ti?” “Sí” contestó el misionero. El no creyente lo miró
asombrado y preguntó: ‘¿Entonces, por qué no lloras? perdóname si te lo pregunto, ¿por qué
no lloras?”
¡Se busca: Más líderes con corazones quebrantados, como Oseas, que clamen a Dios por
los pecados y fallas de sus pueblos!
Dame lágrimas
Wesley Duewel.
En los tiempos del Antiguo Testamento se ungía con aceite a reyes, profetas y sacerdotes
para apartarlos, de fonna especial, para Dios y Su servicio. El óleo o aceite simbolizaba al
Espíritu Santo que venía sobre ellos tanto para apartarlos, como para darles especial poder
divino que los fortalecía y los preparaba para la obra.
La-palabra Cristo en griego es el equivalente de la palabra “Mesías”, en hebreo; ambos
vocablos significan “ungido”. “Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de
Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con él” Hechos 10:38.
El término cristiano nos identifica como seguidores de Jesucristo, el Ungido.
La Escritura aplica el término “ungido” a todos los que pertenecen a Cristo. No solamente
seguirnos al Ungido; nosotros mismos somos ungidos. Todo cristiano, laico u ordenado,
tiene el privilegio bíblico de adueñarse del contenido de ese término. Dios quiere que todo
cristiano lleve una vida ungida.
Si te falta la compresión y los beneficios de la unción del Espíritu Santo, estás llevando
una vida espiritual de privación y debajo lo normal. Vives por debajo de tu privilegio como
cristiano. Ningún cristiano tiene derecho a rebajar el nivel promedio de la vida de la iglesia
llevando una vida sin ungir. Ciertamente ningún líder cristiano se atreve a disminuir y rebajar
la causa de Cristo o el liderazgo cristiano llevando una vida sin unción y ejerciendo un
liderazgo que no tiene unción.
LA UNCION ES PARA TI
Cuando el Espíritu Santo te hace nacer de nuevo, recibes Su permanente presencia. “Y si
alguno no tiene el Espíritu dc Cristo, no es de él” Romanos 8:9.
El Espíritu es testigo de tu salvación (Romanos 8:16;
1 Juan 5:6-10) pero también tienes el ministerio del Espíritu
en muchas otras maneras, una de ellas, es Su unción en tu vida
y tu servicio.
EL grado en que todo cristiano recibe esta unción y es consciente de ella depende de la
intimidad de su caminar con el Señor y la medida en que, por fe, se adueña de ella. Esta
unción permanece en él pero no puede ser poderosamente activa. Como en toda la
experiencia cristiana, la fe es el medio para apropiarte de esas promesas.
En tu calidad de líder has sido escogido por Dios y por Su pueblo para guiar a otros
creyentes. En sentido especial eres puesto aparte para representar a Cristo el Ungido.
Necesitas una unción especial y discernible para representar apropiadamente a Cristo y
glorificarle. Eres persona marcada. Puedes llevar honor o deshonor a Cristo de entre toda la
gente; tienes que ser como Cristo y tener esa misma unción en tu vida.
Debes también ser ungido en tu liderazgo. Puesto que Cristo ha provisto la unción para ti
por Su gracia, espera que seas constantemente ungido por el Espíritu en todos los aspectos en
tu papel como líder. Tu responsabilidad como líder Suyo para Su pueblo es tan grande que no
oses funcionar sin la experiencia constante y las repetidas renovaciones de Su unción en ti.
Eres también responsable ante tu congregación. Ellos dependen de ti más que de otra cosa
como su líder espiritual. Tú le debes a ellos mantenerte ungido para tus responsabilidades
mediante los repetidos toques del Espíritu de Dios.
Bounds describe con sus palabras que la unción del Espíritu es como un caballero que da
a los escogidos la verdad y la valentía. Quien busca anhelante esta honorable unción es
porque ha pasado “muchas horas de oración y llanto”. El te da las pautas para “esta unción
divina, por la cual el líder del pueblo de Cristo queda equipado”. Sin esta unción, dice
Bounds, “no hay verdaderos resultados espirituales”.
Dios ha provisto la capacitación divina para ti. La Biblia repetidamente nos da ejemplos
de Sus líderes que reciben este equipamiento especial. Esta es la era de la plenitud del
Espíritu. Toda carencia del papel del Espíritu en tu liderazgo no se debe a que Dios no lo
quiera. Dios anhela darte todo lo que puedes recibir por Su gracia, un líder revestido, ungido,
guiado y el poder del Espíritu Santo, anhela hacerte un líder para Su pueblo muchísimo más
efectivo de lo que has soñado ser. El puede por Su toque especial hacer que sobresalga en ti
ese potencial que llevas dentro. Su unción en toda su plenitud es para ti.
Cito de nuevo a Bounds: “La unción, la divina unción, esta celestial unción es la que
necesita y debe tener el púlpito. Este óleo divino celestial puesto sobre él por imposición de
la mano de Dios que suavizar y lubricar completamente al hombre—corazón, cabeza, espíritu
— hasta que lo aparta con su poderosa unción de todos los motivos y metas terrenales, dc
todo lo secular, mundano y egoísta, separándolo para las cosas que son puras y divinas”.
1. La unción del Espíritu te ayuda físicamente. El puede ungir tu cuerpo para que tengas
fuerza física renovada y adecuada para la tarea que realizas. El Espíritu está a tu
disposición para ponerte en forma óptima ¿necesitas más fuerza? El Espíritu está a tu
disposición.
¿Te acuerdas cómo Ellas enfrenté, evidentemente solo, a los cuatrocientos cincuenta
profetas de BaaI y los cuatrocientos de Asera, esos que comían en la mesa de Jezabel, en
aquella confrontación espiritual en el monte Carmelo? Una vez demostrado su engaño,
Elías los maté tal como Dios mandaba a que se hiciera con los falsos profetas de la época
del Antiguo Testamento. Luego, vino esa prolongada oración de combate de Elías en la
cima del Carmelo, con los siete períodos de agotadora intercesión hasta que Dios mandó
la primera nube al cielo. Antes que terminara la noche, Ellas llevaba cuarenta y ocho kiló-
metros de ventaja en relación al rey Acab rumbo a Jezreel (1 Reyes 18) ¿De dónde sacó
Ellas esa asombrosa fuerza? pues de la unción del Espíritu (y. 46). Ten siempre presente
que: “El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna. Los
muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a
Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se
cansarán; caminarán, y no se fatigarán” Isaías 40:29—31.
Francis Asbury testificaba en su diario de vida: “Mis labores se acrecientan y mi fuerza
es renovada. Aunque vine aquí débil, luego de predicar tres veces me siento fuerte”,
registro del 24 de febrero de 1772.’
Orar, confiar y atender al Señor sirven para eliminar el agotamiento y para renovar la
fuerza física y el poder espiritual sin que importe cuán débil seas en ti mismo. Muchos son
los ministros del Evangelio que han experimentado el frescor corporal y un especial sentido
de la bendición y presencia de Dios en el servicio, particularmente, en el ministerio de la
hora.
Recuerdo muy bien un día muy atareado de ministerio en Irlanda; era un domingo por la
mañana, en que viajamos, de ida y vuelta, de un extremo a otro del país; prediqué en el
servicio matinal de la iglesia presbiteriana, almorcé con el ministro presbiteriano, visité la
casa de unos parientes del director del capitulo británico de OMS, me mostraron la granja de
esa familia. Luego, estuve conversando con la familia, y tuve un poco de tiempo para orar a
solas. Temprano por la tarde hablé en una iglesia metodista; en cuanto terminé ahí, fui
conducido a una iglesia bautista para entregar mi mensaje final del día, antes que volver al
punto de partida.
Cuando me senté en el púlpito en el último servicio del día, me sentía agotado,
emocionalmente exhausto, espiritualmente vacío y seco. Cuando empezó el servicio, incliné
mi cabeza para orar “¡ Oh Señor, has sido tan bondadoso conmigo usándome hoy pero, ahora,
me siento tan vacío y seco. Tengo tanto para decir pero, ¿cómo saber lo que Tú quieres que
diga a esta grey? Soy como el hombre cuyo amigo vino a la medianoche y él nada tenía que
poner ante éste. Oh Señor, nada fresco tengo para dar a esta grey. Tú me ungiste hoy. Me
inclino ante Ti para que vuelvas a poner Tu mano sobre mí. Necesito nueva unción”.
Cuando levanté la cabeza vi, para mi asombro, entraban en ese momento un santo
agricultor irlandés, su esposa e hija, que venían del otro extremo del país, donde yo habla
estado predicando antes en ese mismo domingo, y se acomodaron en el templo, ya bastante
lleno, Me sorprendió que hubieran venido a este servicio. Los miré, se sonrieron y me
saludaron.
Cuando me paré detrás del púlpito, una fresca unción vino sobre mí, desde el cielo. Mi
agotamiento se esfumó instantáneamente, me sentí fresco y alerta, mis pensamientos
comenzaron a fluir rápidamente y, desde las primeras palabras, sentí la unción del Señor
sobre ml. Les di un desafío misionero y rogué que oraran por la India. Dios vino
poderosamente y se encargó del servicio.
Justo antes de la bendición, el pastor dijo a sus feligreses: “Este no es un servicio común y
corriente. Dios nos ha hablado esta noche. No quiero que abandonemos el servicio de la
forma habitual. No se hablen, Vayan en silencio a la puerta donde estará el hermano Duewel.
Si van a orar por él y su ministerio en la India, estréchenle la mano cuando vayan saliendo.
No digan una palabra a los demás. Vayan a casa, arrodíllense a pedir a Dios lo que El quiere
que ustedes hagan”.
Me paré en la puerta y persona tras persona me saludaban estrechando mi mano con
lágrimas en sus ojos, hasta que llegaron los Mulligan, él me apreté la mano con tanta fuerza
que casi me caí. La hija, Bertha, de unos veinte años, apenas tocó mi mano y salió, casi
corriendo, hacia el automóvil. La señora Mullligans tomó mi mano, me miró con sus ojos
llenos de lágrimas y dijo: “Sólo le diré esto:
¡Nos pasamos toda la tarde arrodillados orando por usted y por este servicio!” Entonces
comprendí la gracia de la unción.
Más adelante supe que se volvieron en silencio a su granja, en el norte de Irlanda; cuando
llegaron, Bertha corrió a su dormitorio y no apareció hasta avanzada la mañana al día
siguiente, a decir “Papá, mamá, anoche Jesús me llamó al servicio misionero”. Se inscribió
en una universidad teológica, se casó con un joven ministro metodista, sirvieron unos años en
las Indias Occidentales; ahora pastorean una iglesia en el Ulster.
La obediencia de esa familia a Dios a través de la oración, trajo especial unción de Dios
para mí, renovándome, y también a ese servicio misionero, y llevó a su
propia hija a las misiones. Toques físicos, emocionales y espirituales de Dios hubo en esa
unción.
2. La unción del Espíritu te capacita mentalmente. El Espíritu Santo puede agregar un estado
de alerta, aptitud de expresión idónea, creatividad y la habilidad de decir, con rara
claridad, lo que Dios quiere que sea dicho. Jesús prometió que el Espíritu Santo iba a traer
a tu memoria las cosas que El habla dicho (Juan 14:26). Esta especial capacitación de la
memoria no fue reservada solamente para apóstoles y escritores de la Biblia sino que está
a disposición de todos los que ministran en el nombre de Cristo para evocar pasajes
bíblicos, las palabras y expresiones exactas que son necesarias, las ilustraciones precisas
aunque estés predicando o hablando, de pie o escribiendo sentado. Dios da Su toque
especial a tu mente para tu ministerio.
Bounds dijo tratando de describir la manera en que lo beneficia mentalmente la unción
del Espíritu “aclara el intelecto, da ideas penetrantes y comprensión profunda, libertad y
plenitud de pensar, junto con franqueza y sencillez para expresarse”.
3. La unción del Espíritu toca tus emociones. El Espíritu Santo puede derramar en tal forma
el amor de Dios en tu corazón y mente (Romanos 5:5) que una especial ternura te es dada
mientras procuras expresar el amor, el consuelo y el corazón de Dios al llegar al perdido,
al dolido y a los que sufren. El Espíritu puede darte un ministerio de lágrimas cuando Dios
considera que realzará la efectividad de tus megos en Su nombre (Hechos 20:31; 2
Corintios 2:4; Filipenses 3:18). Esta unción con lágrimas está a disposición no tan sólo
para tus mensajes, evangelización personal, consejería y escrituras, como lo sentía Pablo,
sino que puede agregar fuerza especial, intensidad, ternura y poder a tu ministerio de
intercesión, en especial al privado (Romanos 9:1—3; 10:1).
El Espíritu puede añadir, por otro lado, especial firmeza, solemnidad, santa osadía o
justa indignación cuando predicas contra el pecado, en tu calidad de profeta del Señor.
“Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de Jehová, y de juicio y de fuerza, para
denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado” Miqueas 3:8.
Isaías demostré que el Espíritu del Señor puede ungirte para proclamar el juicio y
venganza de Dios como también el consuelo de Dios (Isaías 61:1-2). Tal fue la unción que
facultó a los profetas del Antiguo Testamento para tronar con la justicia, la santa ira y el
juicio de Dios contra el pecado. Todo ministro que predique solamente las bendiciones y
la belleza de la gracia y el amor de Dios, sin nunca proclamar la santidad, la justicia y la
ira de Dios contra el pecado y la injusticia, no es bíblico ni plenamente ungido.
Jeremías, “el profeta llorón”, presentó claramente la alternativa de Dios cuando se
rechaza Su misericordia (Jeremías 4:4). La unción del Espíritu lo hizo entonces:
“Ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta
tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra”
Jeremías 1:18, y entonces pudo decir: “Estoy lleno de la ira de Jehová, estoy cansado de
contenerme” Jeremías 6:11.
Tal unción estuvo sobre Pedro cuando se enfrentó a la muchedumbre de Jerusalén
(Hechos 2:23-24) y al rencoroso y enojado Sanedrín (Hechos 4:8—12). Pablo expresó
claramente el equilibrio entre los dos tipos de ministerio:
“Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios” Romanos
11:22.
4. La unción del Espíritu te capacita espiritualmente. La mayor unción que provee el Señor
en tu ministerio es espiritual aunque te proporciona habilidad especial en lo físico, mental
y emocional. Entre las bendiciones se cuentan:
a. Te vuelves consciente de que la presencia de Dios está contigo y Su toque sobre ti.
Cuando te das cuenta, como Jacob, que “ciertamente el Señor está en este
lugar” (Génesis 28:16), ¡qué bendición! y, como Jacob añades, “¡Qué tremendo!’ (y. 17). Te
sobreviene un sagrado temor cuando te das cuenta que, a pesar de tu humanidad e indignidad,
la mano de Dios está sobre ti usando tus palabras y ministerio.
Cuando Dios se encontró con Moisés en el Sinaí, en la zarza ardiente, Moisés le cuestionó
“¿quién soy yo?” pues se sintió tan incapaz e indigno que Dios lo usan. Cuando Dios reveló a
David todo lo que El tenía planificado para él y su familia, David exclamó: “Señor Jehová
¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí?” 2 Samuel 7:18.
Luego, David empezó a adorar a Dios por Su grandeza (vv. 22—29).
Muchos ministros o escritores, cuando la unción de Dios ha venida sobre ellos, han caído
de rodillas y elevan sus ojos han clamado “¿Quién soy yo Señor para que deba entregar este
mensaje por Ti?”. He visto que, casi instantáneamente, han orado “¡Oh Señor, ayúdame a
decir esto, a compartirlo como debo! ¡Ayúdame a expresarlo; sobrepasa abrumadoramente lo
que puedo decir o expresar!” ¡Gracias a Dios por la unción de Su Espíritu!
Te darás cuenta de que la mano de Dios está sobre ti con fortaleza, cuando El te usa en
forma especial durante tu mensaje, enseñanza, consejería, evangelización personal o escritos.
Después que terminas, anhelas quedarte a solas con EL para arrodillarte o postrarte ante El, y
agradecerle por haberte usado con tanta bondad, dándole toda la gloria y, luego, uniéndote en
adoración al serafín:” Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de
su gloria. Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas
las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas. El Cordero que fue inmolado es digno
de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza”.
Isaías 6:3; Apocalipsis 4:11; 5:12
c. Te da gozo. Se dijo de Jesús, “Te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a
tus compañeros” Hebreos 1:9. Ese pasaje de Isaías (61), el cual citó Jesús cuando se
refirió a Su unción por el Espíritu, es una profecía mesiánica donde El nos dice (y. 3) que
el Espíritu también lo unge para dar a otros”el óleo de alegría”. Jesús fue un Salvador
gozoso como también fue el Varón de Dolores. El entró en nuestros gozos y quiere que
nos regocijemos. La primera gracia del fruto del Espíritu es el amor, la siguiente, el gozo
(Gálatas 5:22). David, luego de haber hablado con el Señor su Pastor dijo: “Unges mi
cabeza con aceite; mi copa está rebosando” Salmo 23:5.
La unción del Espíritu refresca espiritualmente. Los tiempos de refrigerio fueron
prometidos después de Pentecostés (Hechos 3:19). El Espíritu da nuevo frescor, nueva
variedad, nueva adecuación. El da gozo y frescura a las oraciones que decimos, a la
adoración y meditación que compartimos, y a todos los aspectos de nuestro ministerio. El
nos da nuevas promesas, nos muestra profundidades en Su Palabra, y nos da nuevas
seguridades de Su amor. El es creativo, original y hace nuevas todas las cosas.
El Espíritu Santo es el Espíritu de gozo y cuando nos llena con El, nos llena con gozo
interior, Pedro lo califica de inexpresable y glorioso (1 Pedro 1:8). Uno de los ríos del
Espíritu es, ciertamente, el gozo (Juan 7:38, 39). Nos hace regocijamos aun en medio de
las penas que debemos compartir (2 Corintios 6:10). Todo líder que atraiga al prójimo
debe ser, básicamente, persona ungida con gozo provisto por el Espíritu.
El doctor Martyn Lloyd—Jones escribió: “Esta ‘unción’ es la cosa suprema. Procúrala
hasta que la tengas;
no te contentes con nada menos. Sigue buscándola hasta que puedas decir: ‘Y ni mi palabra
ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con
demostración del Espíritu y del poder’. El todavía es capaz de hacer ‘todas las cosas mucho
más abundantemente de lo que pedimos o entendemos
E l Espíritu Santo te es dado para ungirte con una vida y servicio efectivos, los cuales
pueden ser reales e interrelacionados entre sí.
1. La unción te da libertad y destreza. La unción del Espíritu te libera de toda clase de
miedo: miedo al fracaso, al futuro y a tu abrumadora tarea. El te libera del miedo a
Satanás y a la gente, que siempre tiende sus trampas (Proverbios 29:25); te da sólida
confianza en Dios, Su Palabra, en Su sabiduría y poden
Empezamos a damos cuenta que nuestra tarea es, en realidad, más responsabilidad Suya
que nuestra, en la medida que El toca y unge y nos añade talento y guianza. La iglesia es
Su iglesia, la causa es Su causa, el nombre que debe ser exaltado es el nombre de Jesús. El
Espíritu nos capacita para echar nuestra ansiedad sobre Dios (1 Pedro 5:7) y depender de
Dios en todo lo que necesitamos para hacer efectivo nuestro ministerio.
A medida que probamos la fidelidad y poder del Espíritu, nuestro ministerio se vuelve
un santo gozo, no tan sólo solemne deber, en sentido nuevo y maravilloso. Empezamos a
prever con fervor cómo nos ayudará en el próximo aspecto de Su obra. Esto nos liben para
estar en forma óptima y recibir de El lo mejor. La unción realza de esta manera nuestros
talentos naturales y los dones de Dios, agregándoles Su sobrenatural “extra” —extra
bendición, extra sabiduría, extra poder. El nos enseña ese “mucho más abundantemente
que” puede hacer con nuestros esfuerzos (Efesios 3:20).
2. La unción ilumina la Palabra de Dios. La unción del Espíritu puede arrojar luz especial a
la Escritura mientras te preparas y hablas, enseñas o predicas.
Finney nos dice casi siempre saco mis temas de rodillas; ha sido una experiencia común
para mí que me he marcado con tanta fuerza en mi mente, luego de recibir un tema de
parte del Espíritu Santo, que me ha hecho temblar, por lo que me ha costado escribirlo.
Cuando los temas me son dados de esa manera, me parece que pasan a través de mi cuerpo
y alma. En unos pocos momentos puedo hacer el esbozo que me capacita para retener el
punto de vista presentado por el Espíritu. Compruebo que tales sermones siempre hablan
con gran poder a la grey.
Jesús amaba, aclaraba las mentes y el entendimiento de sus discípulos cuando los
enseñaba con las Escrituras. Después de haberse revelado a Cleofas y su compañero en el
camino a Emaús, éstos dijeron: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos
hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” Lucas 24:3
Una hora, o dos, después, cuando Jesús se reunió con el grupo de discípulos que estaba
en el aposento alto, leemos de nuevo: “Entonces les abrió el entendimiento, para que
comprendiesen las Escrituras’t Lucas 24:45. Hoy Jesús te revela su Palabra a través del
Espíritu Santo.
Jesús prometió refiriéndose al Espíritu: “El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os
lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo
hará saber” Juan 16: 14-15. También dijo: “El os guiará a toda la verdad” Juan 16:13. El
Espíritu responde orando: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” Salmo 119:18.
El nos muestra esa hermosa unidad de la Escritura y la manera en que un versículo arroja
brillante luz sobre otro. El inspiró originalmente la Escritura de modo que El es Aquel que
ahora nos ayuda a entender sus profundidades. Hay dimensiones totalmente nuevas de
significado que nos perderemos a menos que El nos ilumine. “¡Oh profundidad de las
riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡ Cuán insondables son sus juicios, e
inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su
consejero?” Romanos 11:33-34.
¡Quién sino el Espíritu! ¡Qué cosas profundas de Dios quiere el Espíritu revelarnos aquí y
ahora! “Cosas que ojo no vio, ni oído no oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las
que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el
Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Y nosotros no hemos
recibido el espíritu del mundo sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que
Dios nos ha concedido” 1 Corintios 2:9-10, 12. El es Aquel que nos ayuda a vivir la dulzura
de la Palabra de Dios. “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi
boca. Y dulces más que miel, y que la que destila del panal” Salmo 119: 103; 19:10., El
emociona y entusiasma santamente a nuestros corazones cuando nos bendice con
maravillosas verdades.
El Espíritu Santo nos guía para aplicar la Palabra a nuestros corazones y a las necesidades
del prójimo y
éste es el aspecto de Su ministerio que impacta como un golpe de martillo (Jeremías
23:29) que efectivamente parten el corazón como espada y penetra el pensamiento del que
escucha (Hebreos 4:12). Esto hace que aprobemos la bendición conferida a través de las
Escrituras (Romanos 15:4).
3. La unción enseña. El ministerio docente del Espíritu cuando unge está íntimamente
relacionado a Su claridad. “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en
vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os
enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado,
permaneced en él” 1 Juan 2:27.
Jesús es tu gran Profesor; lo llamaban Maestro, o sea, Profesor durante Su ministerio
terrenal. Su docencia abarcó la interpretación de las Escrituras, impartir nueva verdad,
aplicar la Escritura a las vidas diarias y al ministerio de los discípulos, y las instrucciones
prácticas para el ministerio de ellos.
El Espíritu Santo fue enviado a continuar el ministerio docente de Jesús (Juan 16:12—
15), aspecto importante de Su unción. El nos guía a toda verdad (Juan 16:13) lo que es
parte de Su ministerio docente (Romanos 8:14). El nos recuerda lo que dijo Jesús y la
verdad bíblica (Juan 14:26). Nos enseña tanto guiándonos como refrenándonos.
Isaías habla prometido que todos los creyentes iban a ser enseñados por el Señor
(54:13). Jesús dijo que esto era el ministerio del Espíritu: “Mas el Consolador, el Espíritu
Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os
recordará todo lo que yo os he dicho” Juan 14:26. Esto es lo que hace dentro de nosotros
la unción, dice Juan (1 Juan 2:27).
Ningún líder cristiano sabe bastante por sí mismo para hacer la obra de Dios y no
podemos sino exclamar, junto con Pablo: “Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? No
que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos,
sino que nuestra
competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un
nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica”
2 Corintios 2:16; 3:5-6.
Todo líder cristiano debe depender constante y totalmente de Dios. No tenemos
alternativa si no ser enseñados continuamente por medio de la unción del Espíritu.
El Espíritu no debe simplemente guiamos y enseñarnos en lo relacionado con nuestras
metas, estrategias y acción si no que debe guiamos en nuestras actitudes y nuestras
posturas respecto a los acontecimientos y aun en nuestras palabras (1 Corintios 2:10—14).
No sólo cuando estamos ante las autoridades cívicas si no en muchas actividades del
liderazgo debemos recibir respuestas de parte del Espíritu (Mateo 10: 19-10).
4. La unción confiere autoridad espiritual El Espíritu te capacita para que ejerzas la
autoridad en oración que tienes en tu calidad de hijo o hija de Dios (Efesios 3:12), lo cual
abarca confiada osadía para ir al trono de gracia y santa confianza y franqueza para clamar
las promesas de Dios (Hebreos 4:16; 10:19—22). Tenemos la tremenda responsabilidad
de interceder por nuestro rebaño y usar repetidamente la autoridad en oración por ellos.
La unción te capacita para usar tu autoridad y resistir a Satanás. El pastor debe defender
al rebaño de Dios. Cristo nos dio autoridad para superar todo el poder de Satanás (Lucas
10:19). El dio autoridad a los discípulos para expulsar demonios y curar enfermedades
(Lucas 9:1). Hoy no es ése nuestro ministerio principal aunque es necesario en muchas
situaciones misioneras para enfrentarnos al ocultismo. No tenemos que escapar de las
situaciones que súbitamente se nos plantean. El espíritu de Dios puede, en cualquier
momento, usarte para reprender a Satanás, y proclamar la autoridad de Cristo. A veces,
nos guía a resistir fuertemente a Satanás y a todas sus potestades de las tinieblas (Santiago
4:7). La Palabra de Dios promete que entonces el diablo se irá de nosotros. Tenemos que
resistirlo permaneciendo firmes en la fe (1 Pedro 5:9).
El Espíritu confiere gran autoridad para usar el nombre de Jesús sea en oración (Juan
14:13-14; 15:16; 16:23—27) o para confrontar demonios (Marcos 16:17). Nos da
autoridad para impartir el mandato de la fe (Mateo 17:20). Nos da, efectivamente,
autoridad para hacer todo en el nombre de Jesús (Colosenses 3:17). Satanás teme ese
Nombre. Usémoslo sabiamente pero con autoridad.
No ministramos por nuestra propia cuenta; somos embajadores de Cristo (2 Corintios
5:20), colaboradores de Dios (1 Corintios 3:9; 2 Corintios 6:1). Cuando proclamamos la
Palabra de Dios lo hacemos en el nombre de Dios. Cuando ofrecemos el perdón de
pecados por medio de Cristo lo hacemos en el nombre de Dios. Cuando ministramos al
pueblo de Dios, lo hacemos en el nombre de Dios. La unción nos da un amor y una
autoridad que excede y transciende los nuestros.
5. La unción se viste con el poder de Dios. Miqueas testificó:
“Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de Jehová, y de juicio y de fuerza” Miqueas 3:8.
Jesús mandó a Sus discípulos, tanto a los apóstoles como a los laicos de ambos sexos, a
aplazar el comienzo de sus testimonios y ministerios hasta que fueran revestidos con el
poder de lo alto. “Hasta que seáis investidos de poder desde lo alto” Lucas 24:49.
Thomas Payne, un escritor británico de comienzos de siglo, atribuye los tremendos
resultados del ministerio de George Whitefield no tanto al efecto extraordinario de sus
sermones sino más bien al tono espiritual y poderosa unción cuando predicaba.
Samuel Chadwick, célebre líder británico, testificó que “el fuego de Pentecostés es una
llamarada de entusiasmo moral y espiritual. Es pasión por Dios que incendia toda la
personalidad. Todo el hombre se vuelve llamas. Puedo decirlo por experiencia propia.
Cuando Pentecostés vino a mi vida yo tenía veintidós años aunque yo había sido
cristiano desde mi niñez, cristiano muy serio y ferviente, al menos lo mejor que yo podía
ser y conocía, pero la experiencia de Pentecostés, fue un milagro de poder. El fuego de
Dios vivificó mi cuerpo mortal, vitalizó cada una de mis facultades, me dio una nueva
mentalidad y me mostró un nuevo mundo de realidad espiritual. El fuego se volvió
llama.”2.
Una íntima relación existe entre la unción y la investidura de poder por parte del
Espíritu. La unción suele abarcar, cierto grado de poder del Espíritu, la investidura de
poder de parte del Espíritu—abarca mucho más. La investidura de poder divino abarca los
ministerio de la guía, la asistencia en oración, la iluminación, el recordar, el refrenar y el
sellado del Espíritu.
Por otro lado, la investidura de poder del Espíritu está a disposición para mucho más
que la unción. Hay investidura de poder para vivir santamente, para vencer la tentación,
para impartir coraje, para fortalecer a fin de sufrir en el nombre de Cristo —hasta morir a
veces, para sufrir en general, para la fe militante que mueve las montañas, Dios nos da
poder para ser y hacer. El poder para hacer suele relacionarse más a la unción; el poder
para ser se relaciona más con la gracia. En los Capítulos del cuatro al trece de este libro,
me referí a la investidura de poder por parte del Espíritu.
6. La unción estampa el sello de Dios sobre ti. Ratifica la aprobación divina. El Espíritu da
esto en aras de aquellos a quienes ministramos pero también es la afirmación de Dios de ti
como Su representante y de tu ministerio por parte Suya. El fruto del Espíritu confiere una
manera de ser y actuar como la de Cristo y sella tu relación con Dios. Es el sello de Dios.
Es la evidencia del ministerio de Su presencia e investidura de poder. La unción declara a
quienes lideras y a los que te ven que Dios está contigo, que El es tu dueño y tú, Su
embajador, que El te ha llamado y enviado y, por ello, son responsables de aceptar y
respetar tu ministerio.
La unción del Espíritu concede que tu liderazgo y mensaje sean aceptados por los que tú
sirves. Sella tu ministerio y también tus palabras y acciones. Separa tu liderazgo de eso
que es simplemente humano.
7. La unción da resultados. La unción no garantiza que seas aceptado, que las multitudes se
aglomeren en tu ministerio o que haya muchedumbres guiadas a Cristo, pues Dios no
siempre mide el éxito con nuestros mismos parámetros. La unción producirá los resultados
que busca el Espíritu. Dios tiene muchos propósitos para el ministerio de sus siervos
llenos de Su Espíritu. El propósito de Dios puede ser nuevo consuelo para Su pueblo,
nueva fe y expectativa, nueva visión de responsabilidad, nueva carga por la evan-
gelización y por la evangelización mundial, nueva carga por el avivamiento, nuevo apoyo
financiero a la causa de Dios, nueva compasión por los menesterosos, nuevo sentido de la
llamada divina al servicio cristiano, nueva unidad del Espíritu. Dios siempre tiene
múltiples propósitos santos que cumplir. Puede cumplir muchos en un servicio, una visita,
una conversación o una reunión.
Si el Espíritu te unge para dirigir un comité, habrá un especial sentido de claridad y
eficiencia en el manejo del negocio. Si El unge para enseñar a un curso, habrá especial
atención, comprensión más clara y aprendizaje real. Si El unge para cantar un himno,
habrá un especial sentido de la bendición de Dios y las palabras constituirán todo un
sermón. Si el Espíritu unge un sermón, deja de ser un discurso y se vuelve mensaje de
Dios. La gente sabe que Dios les ha hablado y tocado. Si unge en oración, habrá un
sentido especial de la mano de Dios sobre quien ora, un sentido de bendita comunión, o
profundo interés o real fe, y de prevalecer ante Dios.
Oswald J. Smith dijo, desde el punto de vista del pastor: “Si no amas las almas no te
jactes más de tu unción. Oh, hermano mío, dime, ¡no!, dile a Dios: ¿tienes la carga?;
¿sabes de cuál pasión hablo? Eres perseguido día y noche por el pensamiento que son
millones que descienden a las regiones de la desesperación.... ¿Te despierta el Espíritu
Santo durante tus horas de sueño para interceder por los perdidos, hombres y mujeres?
¿Has agonizado alguna vez en oración por los que perecen? ¿Sabes algo sobre el trabajo
de alma? ¿Cuándo fue la última vez que luchaste con Dios por los seres amados de
Cristo? Pues, fíjate, si hubieras sido verdaderamente ungido del Espíritu Santo, esa
hubiera sido tu experiencia.
Ah, esa carga, esa carga por las almas, ¡cuánto ha caracterizado a los ungidos de Dios
a través de los siglos! Pablo, Carvasso, Oxtoby, Whitefield, Stoner, McCheyne,
Brainerd, Bounds, Hyde y tantos otros, poderosos luchadores con Dios. La de ellos, mis
hermanos, fue la experiencia que anhelo más que todo pues ellos tuvieron el sello de
Dios. No hubo duda de sus unciones; fueron llenos del Espíritu, hasta el último de ellos,
pues sus almas agonizaron por los perdidos”.3
Spurgeon escribió: “El día se gana con extraordinario poder de Dios, no con talento.
Necesitamos extraordinaria unción espiritual, no poder mental extraordinario. El poder
mental puede llenar un templo pero el poder espiritual llena la iglesia con almas
angustiadas. El poder mental puede reunir una gran congregación pero solamente el poder
espiritual salvará almas. Necesitamos poder espiritual”4.
Tu meta más excelsa en calidad de líder cristiano es ser persona entregada a Dios. Pocos
fueron quienes recibieron ese título en los tiempos bíblicos: Moisés, Samuel, David, Elías,
Eliseo, Timoteo y algunos otros. Sin duda que el término hubiera sido apropiadamente usado
con líderes como Isaías, Daniel y Pablo. Quizás no hay otro honor más alto dado a alguien
que el de ser considerado hombre o mujer de Dios.
Ninguno de nosotros se siente digno de este calificativo que, a veces, en el Antiguo
Testamento parecía usarse para un profeta de Dios o alguien que era especialmente enviado
por Dios. Algunas personas bien intencionadas lo han empleado como yo honor para todos
los líderes, pastores y misioneros cristianos pero ningún líder es persona de Dios en forma
automática ni merecedora de serlo por ministerio que se relaciona con la iglesia, que abarca
deberes sagrados o porque ha dedicado su vida al servicio cristiano.
¿Quién es la verdadera persona de Dios? Quizás nos sintamos más libres para advenir los
rasgos de personalidad de las personas que no están en Dios que de aquellas que están. Todos
reconocemos esos aspectos de santidad que estampan el sello de Dios en una persona de El.
Cada uno de nosotros desea más del sello de Dios en nuestras vidas, ¿qué abarca esto?
2. La persona de Dios lleva una vida de amor. Dios es amor y mientras más santos
devengamos más se manifiesta el amor de Dios en nosotros. “Y andad en amor ,.. todas
vuestras cosas sean hechas con amor ... el fruto del Espíritu es amor” Efesios 5:2; 1
Corintios 16:14; Gálatas 5:22. No
hay otro mandamiento mayor que éste de amar (Marcos 12:3 1).
Si hay algo que añade belleza a la manera de ser, a la personalidad y el carácter de
alguien, es el amor. Si hay algo que caracteriza al líder cristiano como persona de Dios es
el amor del Espíritu que fluye constantemente desde su vida a su prójimo. Nuestro amor
por Dios no es mayor que nuestro amor por nuestro prójimo y esto nos distingue como
semejantes a Cristo y eso sólo hace que nuestro liderazgo sea cristiano.
3. La persona de Dios sirve a su prójimo. Debemos servirnos unos a otros con amor (Gálatas
5:13). El servicio con amor agregado a las demás gracias cristianas pone un sello especial
sobre la persona. El amor siempre sirve. El amor se expresa al prójimo bendiciéndolos,
ayudándolos y sir-viéndolos con regocijo. Jesús no tolera que Sus seguidores se
enseñoreen de su prójimo (1 Pedro 5:3). Nadie es demasiado bueno para no servir. Nadie
sigue a Cristo a menos que esté dispuesto a servir como el Maestro lo hizo, pues El se ciñó
la toalla y lavó los pies de Sus seguidores. Por amor de Jesús somos siervos del prójimo (2
Corintios 4:5). Como pastores del rebaño de Dios tenemos que estar ansiosos por servir (1
Pedro 5:2). No hay lugar en la persona de Dios para sentir orgullo en mandar (liderar), o
por los métodos, el ministerio, la organización o los logros.
Debemos tener el corazón del siervo y manifestar la actitud de servir que manifestó
Aquel que se humilló como lo nana Filipenses 2:5—8.
4. La persona de Dios muestra el bello fruto del Espíritu. Jesús nos aseguró que si el árbol es
bueno, el fruto será bueno también (Mateo 12:33). Si el Espíritu nos gobierna, ‘va a
manifestar Su santo fruto por medio de nuestras actitudes, estados de ánimo, palabras y
obras. Todas las personas, dijo Jesús son reconocidas por sus frutos (Mateo 7:16).
La persona de Dios tiene fruto santo, disposición santa, emociones santas, estilo de vida
espiritual santo. Pablo caracteriza el fruto del Espíritu en Gálatas 5:22—23. El líder
cristiano lleva consigo el aroma fragante de Cristo (2 Corintios 2:15). El Espíritu Santo
imparte el amor, la belleza, el espíritu mismo de Jesús, lo cual es elemento esencial del
sello del Espíritu en un hombre o mujer de Dios.
5. ¡La persona de Dios está llena con el Espíritu: “Que seáis llenos de toda la plenitud de
Dios ... toda la plenitud de la Deidad ... antes bien sed llenos del Espíritu ... llenos de
frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios” Efesios
3:19; Colosenses 2:9; Efesios 5:18; Filipenses 1:1.11. ¡La Biblia nos da una certera y
sorprendente visión! Todas las expresiones empleadas en la Biblia para describir esta
santa realidad “llenos del Espíritu” son muy a menudo usadas.
Ser lleno del Espíritu significa ser saturados con el Espíritu, rebosante con el Espíritu,
plenamente poseído por el Espíritu, controlado y dominado por el Espíritu y transformado
por el Espíritu. Ser lleno con el Espíritu implica que uno está plenamente disponible para
el Espíritu, totalmente influido por el Espíritu y embellecido con la gracia y el fruto del
Espíritu.
Ser lleno significa que toda la personalidad están imbuida por el Espíritu, permeada por
el Espíritu y saturada por completo con el Espíritu que la persona no es solamente
espiritual sino llena del Espíritu. Que tú seas lleno del Espíritu significa que la presencia y
el poder del Espíritu descansan en tu persona, te viste y se manifiesta por medio de ti.
Significa toda una marcada diferencia en ti, una nueva dimensión y una nueva plenitud
transformadora en tu vida y en tu liderazgo. Tú lo reconoces y el prójimo lo reconoce.
Agrega una semejanza a Cristo dada de Dios a tu personalidad y una fuerza dada de Dios
a tu testimonio, ministerio y liderazgo; te marca como persona de Dios.
2. Entrénate para ser santo. Pablo compara el entrenamiento físico con el espiritual (1
Timoteo 4:7). El griego que usa aquí es la raíz de nuestra palabra “gimnasia, gimnasio”,
lo cual implica ejercicio extenuante, habitual y disciplinado. Al igual que un atleta
olímpico que se entrena para la ocasión de su vida, sacrifica todo lo demás y se disciplina
a él mismo y tarda para endurecer sus músculos y preparar su cuerpo, de esa manera
tienes que ser tú, gastar tus energías y tus horas, con todo el sacrificio requerido, para ser
verdaderamente una persona de Dios.
¿Cuál es el propósito de convertir en tu suprema prioridad a este entrenamiento santo,
esta disciplina espiritual? Es para conocer a Jesús, para llegar a ser uno en espfritu con
Jesús e identificarte con Jesús de modo que seas transfigurado en Su semejanza (2
Corintios 3:18). Tu suprema prioridad no es lo que hagas por Jesús sino que seas como
El; entonces, todo eso que haces con tanta pasión por El, fluirá de éste, el más profundo
de todos los compromisos. Para hacer posible esto, debes dar dos pasos más:
3. Saturar tu alma con la Palabra. Sumérgete en la Palabra, desde Génesis hasta
Apocalipsis pero, especialmente en todo lo relacionado a Jesús, incluyendo todo el Nuevo
Testamento y los Salmos. Este es el medio más tangible a tu disposición. Aliméntate de la
Palabra de Dios; bebe la Palabra de Dios; baña tu alma con la Palabra de Dios. Léela—
léela toda. Léela una y otra vez hasta que penetre en cada fibra de tu ser espiritual.
No puedes ser persona de Dios sin ser una persona conocedora de la Palabra. Si eres
autoridad en algo, sé autoridad en la Palabra de Dios. Si tienes un pasatiempo favorito,
que sea la Palabra de Dios. Si dedicas tiempo a leer, lee la Palabra de Dios. Almacénala
en tu corazon. Piensa en ella, medita en ella, apréndela de memoria, sueña con ella.
Aplícala a tu corazón, a tu vida. Pasa gran parte del tiempo de cada día con la Palabra.
La Palabra te alimentará, te nutrirá y fortalecerá, Te iluminará y guiará. Hazla tu guía
prioritaria y tu autoridad final. Cuando la Palabra de Dios habla, esta palabra te está
asegurando algo a ti. Pablo señala en 2 Corintios 3:16 (griego) que el Espíritu Santo saca
el velo que cubre los corazones de los no salvos cuando leen la Biblia. El Espíritu nos
transfigura por medio de la Palabra en semejanza de Jesús, desde un grado de gloria a
otro. Esto es lo que nos hace personas de Dios. Debes pasar aproximadamente tanto
tiempo con la Biblia misma (no con libros sobre la Biblia) como el que dedicas a orar.
W. D. Longstaff
INTEGRIDAD EN LA PALABRA
La persona de Dios debe ser persona de palabra. Su santidad, amor e integridad deben
verse en lo que dice. Todo lo que declaramos, informamos y escribimos debe ser abierto,
honesto y amable. Dios y los hombres nos juzgan por lo que decimos. “De toda palabra
ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus
palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” Mateo
12:36-37.
1. Nada digas que no estés dispuesto a aceptar como tu plena responsabilidad. Nada
digas de una persona ausente que no puedas decir en su presencia.
2. Cuida la tentación a comentar o decir algo de asuntos que se discuten. Disponte a
demorar tus comentarios. No tienes que decir todo lo que sabes a menos que tu
información sea esencial para la discusión. Habla cuando se necesiten tus comentarios;
quédate callado cuando no sean beneficiosos.
3. Mantén una actitud positiva respecto a los comentarios que hagas. Evita la reputación de
ser persona negativa.
4. Cuida de no exagerar el elogio y la lisonja en la alabanza, pueden hacer que pierdas el
respeto de quienes te escuchan.
5. Expresa todo la cordialidad y agradecimiento a toda persona a quien debas ideas y
ayuda.
6. Evita plagiar al escribir y hablar.
8. Cuida tus comentarios alrededor de terceras personas, que éstos sean comprensivos,
como si se tratara de familiares tuyos.
9. No te apures a creer informes negativos sobre terceras personas, sigue creyendo lo mejor
mientras puedas. Ten especial cuidado de no echar dudas ni sombras sobre cualquier
hermano o líder cristiano.
10. Nunca cuestiones los motivos que tuvieron los terceros para tomar decisiones. Rara vez
puedes ponerte en sus lugares y entender plenamente sus motivos. Da siempre el
beneficio de la duda. Recuerda que solamente escuchas palabras y ves actos; no conoces
los motivos totales.
11. Sé totalmente honesto cuando intentes decir algo. Habla para bendecir, ayudar y guiar.
12. Sé exacto en los detalles cuando informes estadística y describas algo. Cuídate de
generalizar, dar por en tendido o exagerar.
13. Sé fiel al caracterizar. Todo lo que digas tiene que se. justo, equitativo y sin matices,
de modo que tus comentarios sean repetibles sin duda, sin que importe quiénes estén
presentes.
14. Evita decir cosas que puedan entenderse de diversas maneras. Evita la duplicidad;
que tu postura sea clara como el cristal. Si cambias de posición, dilo, perc cuida de
parecer equívoco. Ten cuidado no sea que k gente piensen que no pueden confiar en
lo que dices
15. Pide diariamente la guía del Espíritu Santo, o Su freno, para hablar.
2 Tesalonicenses 3:7, 9;
1 Corintios 4:15, 16.
Como líder cristiano eres responsable de desempeñar tu ‘unción de modelo para el pueblo
de Dios. Ninguna palabra, Ktitud o acto tuyo indigno debe ser digno de emular y seguir
por parte de tu grey. Lo merezcamos o no nosotros, nuestros cónyuges e hijos somos
personas marcadas. El público pone normas más elevadas para nosotros que para ellos.
Nuestras vidas pueden honrar a Cristo y poder decir poderosos sermones solamente
cuando vivimos en la santa integridad que siempre refleja a Cristo y siempre orienta al
prójimo hacia él. Nuestra meta ética personal debe la semejanza con Cristo. El Espíritu Santo
debe guiamos constantemente para que nuestra integridad sea absolutamente irreprochable y
nuestras vidas recomienden así al Evangelio. Doy algunos ejemplos:
2. En toda decisión ética haz que la Escritura sea la norma de tu actuar. Si no hay norma
bíblica clara para guiarte, fundamenta tu decisión en el temor general de la Palabra de
Dios; siempre pregúntate “¿Qué haría Jesús? ¿Qué haría un cristiano en este caso?”
5. Paga tus cuentas a tiempo. No dejes cuentas por pagar cuando vayas a hacerte cargo
de otro ministerio.
1. Sé más cuidadoso, más cortés, más amable y más profesional en tus deberes que lo
que es cualquier otro profesional. El nombre de Cristo y de tu iglesia está en juego en
todo lo que tú hagas.
2. Reconoce que siempre estás de guardia para representar a Dios y satisfacer las
necesidades de tu gente.
11. Sé modelo y edificación al respeto leal por el gobierno y la ciudadanía activa de los
cristianos.
12. Considera tu servicio como primario y como secundario tu remuneración y progreso
financiero.
Recuerda siempre que aunque no estés en un papel de liderazgo, siempre eres percibido
como líder cristiano. Tienes derecho a esparcimiento y descanso personal junto con tu
familia a la que debes tiempo también, pero hasta en esos momentos, eres representante
de Cristo y de Su iglesia. Nunca estás libre del deber de ser persona de Dios. Mantén tu
integridad en todo lo que haces dondequiera que vayas. Entonces el sello de Dios
continuará descansando sobre ti y vistiéndose Su poder.
XLI. SED LLENOS DEL ESPIRITU
Antes bien sed llenos del Espíritu” Efesios 5:18. No hay mandamiento más bendecido en
la Palabra para el cristiano, especialmente en su calidad de líder’ que ese mandamiento que
va paralelo con la orden de Cristo a Sus discípulos de no empezar sus ministerios hasta que
fueran investidos con el poder desde lo alto (Lucas 24:49), orden desde la cual fluye el
mandato arriba citado. Sabemos que los discípulos tenían que esperar hasta ser bautizados
con el Espíritu Santo (Hechos 1:4-5). Cuando esto se cumplió en el día de Pentecostés, se
empleó otro vocablo: los discípulos fueron todos llenos del Espíritu” (Hechos 2:4). Pedro
explicó que esta promesa del Padre no era para los ciento veinte solamente sino, les dijo:
“Para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para
cuantos el Señor nuestro Dios llamare” Hechos 2:39.
Pedro explicó que los romanos de la casa de Cornelio habían tenido la misma experiencia
que los ciento veinte en Pentecostés, dijo que sus corazones fueron purificados por fe
(Hechos 15:8-9), de modo que los dos elementos esenciales
son la pureza y el poder. Las manifestaciones externas dc Espíritu pueden ser variadas o estar
ausentes por completo pero la necesidad esencial de cada uno de nosotros es 1a pureza y el
poder.
Me he extendido en capítulos anteriores sobre la investidura de poder, la unción y el
ministerio capacitador del Espíritu, todo esenciales para nuestro liderazgo. Quizás suspires
por dentro mientras admites, que esta constante investidura poder y 1 dinámica presencia del
Espíritu no han caracterizado tu vida y t ministerio hasta ahora. No te desanimes. La promesa
de Dios es tan cierta y segura para ti como lo fue para Pedro y Pablo. Dios no hace acepción
de personas ni de períodos de la historia cristiana. Dios se deleita en derramar Su Espíritu
Santo hoy así como lo ha hecho siempre.
J. Gregory Mantle reflexiona: “Una cosa es tener el Espíritu y otra, muy distinta, ser
‘llenado’ del Espíritu. Puedes se lleno, como el árbol está lleno de savia en la primavera;
lleno en su tronco; lleno en su follaje. Tú puedes ser lleno de Espíritu así como el hierro al
rojo vivo está lleno de fuego. Tomas el hierro, lo sientes frío, duro y lo ves negro. Lo pone al
fuego y el fuego entra en el hierro que, pronto, hace que cambie de color. Ese hiero blanco
está ahora poseído, penetrado por el fuego que está dentro de él, ¿así somos llenos?’
El doctor A. J. Gordon, fundador del hoy Gordon College y cuyo nombre lleva un
seminario teológico norteamericano citaba esta aclaración hecha por Andrew Murray:
Tal como hay una doble operación del único Espíritu en el Antiguo y Nuevo Testamento,
que ilustra de manera impresionante el estado de los discípulos previa y posteriormente a
Pentecostés, así también puede haber una correspondiente diferencia en la experiencia en
la gran mayoría de los cristianos.... Cuando el alma comprende y reconoce clara y
cabalmente el significado de ser llena, habitada del Espíritu, queda lista para rendir y
renunciar a todo con tal de ser hecha partícipe de esa habitación; entonces el creyente
puede pedir y esperar el bautismo del Espíritu que, en fraseología contemporánea, se
cataloga de ser lleno del
Espíritu. Puede el creyente recibir ese influjo del Espíritu Santo orando al Padre de
acuerdo a las dos oraciones de la Epístola a los Efesios, y yendo a Jesús en la renovada
entrega rendida de la fe y obediencia, influjo que será de tal magnitud que
conscientemente lo elevará a un nivel diferente del que hasta ahora vivía.
Puede ser que nunca hayas sido verdaderamente lleno con el Espíritu. Toda persona recibe
el Espíritu Santo cuando nace de nuevo, por lo cual todo verdadero cristiano está habitado
por el Espíritu (Romanos 8:9). Sin embargo, el Espíritu no te llena totalmente hasta que
hayas efectuado la entrega total de tu ser a El. Pablo se refiere a esto diciendo que debes
ofrecerte como sacrificio vivo (Romanos 12:1). Solamente el cristiano nacido de nuevo
puede hacerlo.
El Espíritu Santo no hace la obra de purificar, santificar, llenar y dar poder a alguien que
se rebela contra Dios. El pecador necesita perdón y nueva vida de Dios, pues, primero, debe
ser regenerado, hecho vivo en Cristo Jesús. Luego, puede presentarse como sacrificio vivo
para ser lleno, limpio y envestido de poder. Recibimos todo del Espíritu en el momento de la
salvación pero El no hace todo Su ministerio dentro de nosotros al mismo tiempo.
Otros términos suelen ser usados en el testimonio cristiano que abarcan la investidura de
poder de parte del Espíritu y Su unción. Estos dos últimos, no obstante, son más sabiamente
usados para las muchas formas de capacitación divina por medio del Espíritu Santo. Estos
han sido usados tanto para significar el lleno inicial del Espíritu y también para nuevas
investiduras de poder y nueva llenura.
Whitefield nos dice que se dio cuenta, precisamente en el servicio de su ordenación, del
poder que descendía sobre él. El lo supo. Fue conmovido con el sentido del poder. El
primer domingo siguiente a su ordenación predicó en su pueblo natal ... fue un servicio
asombroso, en que quince fueron tocados poderosamente y convenidos.... Los Diarios de
Whitefield que siguieron, y las biografías de él, contienen interminables relatos de su
conciencia del Espíritu de Dios descendiendo sobre él mientras predicaba y también en
otros momentos.
Recuerda que se acostumbraba usar las expresiones “bautismo del Espíritu “ o “bautismo
en el Espíritu” para significar la llenura del Espíritu, hasta que surgió el movimiento pente-
costal del siglo veinte, el cual adoptó esos giros para significar una experiencia acompañada
por hablar en lenguas. Moody, Torrey, Finney y muchos más hablaban constantemente en
esta manera. Hoy son muchos los profesores de Biblia que prefieren no usar la palabra
“bautismo” para decir lleno, a fin de evitar confusión con las doctrinas de las iglesias
pentecostales.
Charles G. Finney fue un joven abogado que luchó con Dios durante dos días, bajo
profunda convicción de pecado. El 10 de octubre de 1821 subió a una colina, fuera del
pueblo, y se pasó orando toda esa mañana, Estaba decidido a encontrar a Dios o morir en el
intento y, finalmente, clamó la promesa de Dios formulada en Jeremías 29:13. Dios levantó
la carga de pecado y lo llenó con paz. Esa tarde tuvo una visión de Cristo, cayó a Sus pies y
los bañó con lágrimas. Lo que sigue es su relato de los sucesos posteriores:
Recibí un poderoso bautismo del Espíritu Santo que descendió sobre ml en una manera
que pareció recorrer todo mi ser, cuerpo y alma, sin que lo esperara, sin que nunca se me
hubiera ocurrido pensar que había algo así para mí, sin recordar haber oído alguna vez
algo parecido mencionado por alguien de este mundo. Pude sentir la impresión, como una
ola de corriente eléctrica, pasar y pasar por ml. Sin duda, parecía venir en olas de amor
líquido pues no puedo expresarlo de otra manera. Parecía como el mismísimo hálito de
Dios. Recuerdo claramente que pareció abanicarme como con inmensas alas. No hay
palabras que expresen el maravilloso amor que fue esparcido por todo mi corazón. Lloré
fuerte de gozo y amor.... Estas oleadas vinieron sobre mí, sobre mí y sobre mí, una tras
otra, hasta que recuerdo haberme puesto a llorar gritando “me moriré si estas olas siguen
pasando sobre mí; Señor no puedo soportar más” sin embargo no tuve miedo de morir.2
Dwight L. Moody, el célebre evangelista de Chicago, ya había sido usado grandemente
por Dios en su ciudad. Dos humildes mujeres metodistas oraron fielmente por él durante sus
servicios dominicales. Al cenar el servicio ellas le decían “Hemos orado por usted” y Moody
les preguntaba: “¿Por qué no oran ustedes por la gente?” para recibir la respuesta de ellas
“porque usted necesita el poder del Espíritu”. Moody comenta al relatar, después, la anécdota
“Yo necesitaba poder, vaya qué cosa! Tenía la congregación más grande de Chicago y había
muchas conversiones”
Un día Moody les dijo a esas mujeres: “Deseo que me expliquen qué me quieren decir”.
Y ellas le hablaron sobre la llenura definitiva del Espíritu Santo, de modo que él les pedía que
oraran con él y no meramente por él. Poco después, sus oraciones fueron respondidas, de
súbito, en la calle Muralla de Nueva York. El doctor R. A. Torrey, colaborador dc Moody,
narra lo acaecido: “el poder de Dios cayó sobre él mientras iba caminando por esa calle y
tuvo que apurarse pan llegar a casa de un amigo a pedirle un cuarto donde pudiera estar solo,
y ahí se quedó por horas; el Espíritu Santo vino sobre él, llenando su alma de gozo tal que
tuvo que pedirle a Dios que retirara Su mano, no fuera que muriera ahí mismo de puro gozo.
Salió de ese lugar con el poder del Espíritu Santo sobre él”.
Las palabras de Moody para contar lo mismo fueron:
“Estuve llorando todo el tiempo que Dios me llenaba con Su Espíritu y, bueno, un día, en la
ciudad de Nueva York, ¡oh. qué día!; no puedo describirlo ... puedo decir solamente que Dios
se me reveló y tuve tal experiencia de Su amor que tuve que pedirle que levantara Su mano.
Seguí predicando. Los sermones no eran muy diferentes; no presenté verdades nuevas; sin
embargo, eran cientos los que eran convertidos. No quisiera ahora volver al lugar donde
estuve antes de ser bendecido, aunque me dieran todo el mundo, porque sería tan
insignificante como el polvillo en la balanza”.
Que Dios me perdone si hablo jactancioso pero no recuerdo que haya predicado un
sermón desde entonces sin que Dios me haya dado un alma. Oh, no quiero regresar donde
estuve cuatro años atrás, ni por todo el oro del mundo. Si lo pusieran a mis pies, lo
patearía como pelota de fútbol. Le sorprenderá pero yo soy el primer sorprendido
conmigo mismo, mAs que con otros. Estos son los mismos sermones que predicaba en
Chicago, palabra por palabra. Entonces predicaba y predicaba pero era como golpear el
viento. No son nuevos sermones sino el poder de Dios. No es un nuevo Evangelio sino el
viejo Evangelio con el Espíritu Santo de poder.
El doctor C. 1. Scofield, editor de la famosa Biblia Scofield con referencias, dio cuatro
razones, en ocasión del funeral de Moody, del porque Dios lo usó de esa manera; la tercera
razón que mencioné fue “fui bautizado con el Espíritu Santo y lo supe. Eso fue tan decisivo
como su conversión”.
El doctor J. Wilbur Chapman, un evangelista presbiteriano, colega de Moody, y fundador
de la Conferencia Bíblica del Lago Winona, testificó respecto del cambio que hubo en su
vida y ministerio por medio de la llenura del Espíritu:
“Desde entonces hasta ahora, el Espíritu Santo ha sido una realidad viva. Nunca supe lo que
era amar a mi familia. Nunca supe lo que era estudiar la Biblia, ¿por qué debía saber si aún
no habla encontrado la clave? Nunca supe lo que era predicar ‘las cosas viejas pasaron’ ésa es
mi experiencia, ‘he aquí todas las cosas son hechas nuevas”’.
Oswald Chambers fue un sólido profesor de la Biblia que tuvo esta experiencia y
testificaba: “ El doctor E B. Meyer vino y nos hablé del Espíritu Santo, Yo decidí tener todo
lo que eso implicaba y me fui a mi cuarto a pedirle a Dios, sencilla y decididamente, Su
Espíritu Santo, fuera lo que fuera” Dijo que nadie que conocía le parecía capaz de ayudarle a
confiar en Dios para esta experiencia. Cuatro años después Dios le habló por medio de Su
palabra: “El pasaje de Lucas 11:13 me tomó... nació en mí el tener que clamar el don de Dios
sobre la autoridad de Jesucristo.... esto hice con obstinada dedicación. No tuve visión de
ángeles ni del cielo... pero algo pasó como un relámpago en ml... los días siguientes fueron
un verdadero cielo en la tierra. Gloria a Dios, el último abismo dolorido del corazón humano
es lleno a rebosar con el amor de Dios. El poder y la tiranía del pecado se van y viene la
radiante e indecible emancipación del Cristo que te habita”.
El doctor Arthur T. Pierson, pastor de varios años del Tabernáculo de Spurgeon en
Londres, líder de los movimientos de la Conferencia Bíblica y de los Estudiantes Volunta-
rios, durante años conferencista en el Instituto Bíblico Moody. Su ministerio dependió
durante dieciocho años de su poder literario y de su oratoria. Luego buscó y recibió la llenura
del Espíritu. Al testificar a una asamblea de ministros dijo:”Hermanos, he visto más
conversiones y he cumplido más en los dieciocho meses que llevo de haber recibido esa
bendición que en los dieciocho años anteriores”.
El doctor Walter L. Wilson, amado médico y profesor de la Biblia de la ciudad de Kansas,
fue convertido cuando era adolescente en una campaña evangelizadora. A los dieciocho años
después, el doctor James M. Gray, clérigo episcopal reformado, entonces presidente del
Instituto Bíblico Moody, predicaba sobre Romanos 12:1, y desafió a todos a entregar sus
cuerpos en total consagración al Espíritu Santo. Wilson fue a su casa, se postró en la
alfombra de su oficina y efectuó la detallada y absoluta entrega de su cuerpo y de su ser
entero, para ser llenos con el Espíritu Santo. Esto es lo que él testifica:
‘Con respecto a mi propia experiencia con el Espíritu Santo puedo decir que la
transformación en mi propia vida, acontecida el 14 de enero de 1914, fue mayor, mucho
mayor que el cambio que tuvo lugar cuando fui salvado en 21 de diciembre de 1896”. Desde
la mañana siguiente en adelante, Walter Wilson se volvió un tremendo ganador de almas,
cuyas conmovedoras experiencias en esta materia, según propio registro, han bendecido a
miles.4
Estas son tan sólo unas sencillas muestras de líderes cristianos más conocidos, cuyas vidas
han sido transformadas por la definida experiencia de la llenura del Espíritu. Miles y miles de
otros, de casi todas las denominaciones, pueden testificar de experiencias definidas similares,
que han pasado en su caminar con Dios. Algunas son más espectaculares que otras pero todas
hablan de la gracia absoluta y suficiente de Dios y la abundante plenitud del Espíritu.
Las biografías más profundas de los siervos de Cristo muestran, a través de los siglos,
estas dos definidas etapas de la experiencia espiritual. Cada una lo describe en forma
diferente, pues Dios es tan creativo, tan bello, único en Su trato con cada persona. Pero uno
puede encontrar repetidamente un punto de nacimiento espiritual definido y, más tarde, un
punto de nueva experiencia de la llenura del Espíritu, de Su plenitud, victoria y bendición.
El compositor de himnos, el anglicano Augustus Toplady, lo expresa en su himno ‘Roca
de los Siglos” de esta manera:
El doctor Billy Graham, en su libro El Espíritu Santo tiene un capítulo titulado ‘Cómo ser
lleno con el Espíritu’ donde dice: “Resulta interesante que la Biblia no nos dé una fórmula
sencilla y concisa para ser llenos con el Espíritu”, sugiriendo que eso ha sido quizás porque
los creyentes de la iglesia de los primeros tiempos no necesitaban que les dijeran cómo, pues
“sabían que la vida llena del Espíritu era la vida cristiana normal”.4
El doctor W. Graham Scroggie, estimado pastor y expositor bautista de Edimburgo,
advertía sobre la naturaleza de la experiencia a quienes andan en pos de esta experiencia,
basándose en muchos años de observación en las convenciones y en su propia experiencia, de
“ser lleno con el Espíritu que no es necesariamente una experiencia drástica.., una fuerte y
rara experiencia emocional. Las emociones pueden
1. Asegúrate de que todo esté claro entre tú y Dios ¿Has llegado a ser hijo o hija de Dios por
medio del nuevo nacimiento? Dios no llena con Su Espíritu a personas que no ha salvado.
Tampoco llena a quienes viven en desobediencia voluntaria y reconocida. Graham destaca
que “debemos tratar completamente el pecado en nuestra vida si vamos a conocer la
llenura del Espíritu Santo”. Debes abandonar todo aquello acerca de lo cual el Espíritu te
ha condenado, todo eso que te ha separado de lo mejor de Dios o ha velado Su rostro para
ti. Debes caminar en la luz si deseas ser lleno con el Espíritu (1 Juan 1:7).
2. Admite tu necesidad y la providencia de Dios. Sé honesto con Dios. Confiesa tus denotas
y los aspectos de tu vida donde admites tu necesidad espiritual. No te apures tanto que
hagas una confesión a granel, una mera admisión general de necesidad “Señor, cualquiera
que sea mi necesidad, satisfácela” o “Señor, Tú sabes cuán débil soy”. No. Date tiempo
para escudriñar tu corazón ante el Señor y nombra tus necesidades ante El. Puede ayudarte
una lista de las cosas que el Espíritu trae a tu atención y, luego, entrégalas una por una al
Señor. Pídele que te recuerde las fallas que tú has olvidado.
Hay gran bendición en vaciar nuestro corazón de fallas, denotas, prejuicios, actitudes y
acciones. Nómbralas una a una y ponlas bajo la sangre de Cristo que cubre y limpia todo
pecado. El Espíritu Santo puede llamar tu atención a cosas que ignorabas estuvieran allí.
Luego, regocíjate de toda la plena provisión que Cristo hizo por ti en la cruz. Regocíjate
en la provisión del Espíritu Santo que ya reside en tu corazón y que anhela llenar cada
aspecto de tu ser con Su presencia limpiadora y Su dación de poder para vivir y servir.
Regocíjate que la promesa de Dios esté disponible para ti: “Para vosotros es la promesa”
Hechos 2:39.
3. Ten hambre y sed de la plenitud del Espíritu. Dios siempre se conmueve por el hambre y
sed espirituales prometiendo repetidamente satisfacer las necesidades de nuestra alma.
Jesús nos asegura: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos
serán saciados”. Mateo 5:6. Jesús se puso de pie en el templo y alzó la voz, diciendo: “Si
alguno tiene sed, venga a mi y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su
interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que
creyesen en él”. Juan 7:37—39.
El agua es el símbolo del Espíritu Santo. Dios nos habla a través de Isaías. “A todos los
sedientos: Venid a las aguas... porque yo derramaré aguas sobre el sequedal y ríos sobre la
tierra árida; mi Espíritu derramaré”. Isaías 55:1; 44:3.
La palabra “tierra” no se encuentra en el texto hebreo; por eso ésta es una promesa para
el “sediento” y el Espíritu satisface nuestra sed.
Mientras que la plenitud del Espíritu no sea el deseo de toda tu alma, probablemente no
serás lleno. Mientras que trates la experiencia como algo deseable pero sigue como estás,
sin ella, no recibirás la plenitud. Torrey decía “nadie obtiene esta bendición si siente que
puede arreglarse sin ella”.
Leemos sobre el pueblo de Judá qué: “De toda su voluntad lo buscaban, y fue hallado
de ellos”. 2 Crónicas 15:15.
El hebreo dice literalmente “Buscaban a Dios con todo el deseo de ellos”. Dios dijo a
través de Jeremías: “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro
corazón”. Jeremías 29:13.
No desear al Espíritu Santo con todo el corazón y no rendir totalmente uno a él, pueden
ser las principales razones del fracaso en recibir esta experiencia.
4. Ríndete totalmente al señorío de Cristo. Consagra totalmente todo lo que eres, todo lo que
tienes, todo tu futuro. Preséntate en la totalidad de tu ser: alma, cuerpo y espíritu. Ofrécete
como sacrificio vivo para ser total e íntegramente de Dios. Esto puede muy bien abarcar
morir a tu voluntad en uno o varios aspectos. Debes morir a tu carne a todo eso que es
“del mundo” y ahora puedes decir, como decía
Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”.
Gálatas 2:20. “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios
en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de
modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros
al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como
vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”.
Romanos 6:11—13.
Fuimos crucificados providencialmente con Cristo en Su cruz. Ahora lo afirmamos
mediante un acto de la voluntad que se rinde. Esto es vaciarse de sí mismo, para ser llenos
del Espíritu. Rinde totalmente tu voluntad en forma anticipada, por lo que Dios quiera
revelarte de ahora en adelante. Disponte a abandonar tus propios planes, ambiciones y
voluntad si Dios te revela que algo tuyo no está de acuerdo con su voluntad. De aquí en
adelante, por tanto, no te perteneces.
Piensa que tu vida es como un libreto o talonario de cheques, La rendición absoluta es
firmar todos los cheques en blanco en forma anticipada, girarlos al Espíritu Santo y
permitir que El llene lo que quedó en blanco según considera óptimo en tu futuro. Ya has
dicho tu eterno sí a Su voluntad a medida que El te la va dando a conocer. Tú eres Suyo.
El es Señor y tú, amoroso y felizmente, obedeces día a día.
5. Pide en oración. La promesa de Cristo no puede ser más clara: “Pues si vosotros, siendo
malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial
dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” Lucas 11:13.
Cuando nuestros corazones están preparados mediante los previos cuatro pasos, estamos
listos para clamar a Dios desde las profundidades de nuestro ser pidiendo el cumplimiento
de Su promesa.
Pedir y adueñarse no tiene por qué ser prolongados períodos de oración pues Dios
siempre está listo para cumplir Su promesa. Pero los biógrafos de muchos cristianos
describen cómo anhelaban, con hambre y sed, y oraban durante horas o hasta días, antes
que sus corazones estuvieran listos para dar el último paso para adueñarse de la fe. Quizá
Dios usa tal período de petición y de volverse a El, para habilitamos a profundizar nuestra
sed de El o para capacitamos y que nos demos cuenta de nuevas honduras de necesidad
espiritual dentro de nuestra naturaleza. Desde el punto de vista de Dios no hay necesidad
de esperar pero El puede bendecir mucho la espera ante El, para nuestro bien espiritual;
durante ese tiempo el Espíritu Santo escudriña nuestros corazones. Jesús nos dice que, en
tal caso, detengamos nuestra ofrenda ante El y nos reconciliemos primero con nuestro
hermano ([Mateo 5:23-24).
La promesa de Dios de recompensarnos por esperar orando en Su presencia, es cierta
como lo asegura Isaías:
“Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como águilas;
correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. Isaías 40:31.
La palabra hebrea que sustituye esperanza en este versículo, significa “esperar
confiadamente en la verdad”.
6. Apropiarse sencillamente de la verdad. ¡Cuán bendecido es saber que el ser lleno del
Espíritu es por fe! Es por fe:
así que es para quien lo desee. Es por fe: así que puede ser tuyo en este momento. No
tienes que esperar para llegar a ser más digno. No tienes que hacer méritos por medio de
autodisciplina, prolongada oración, ayuno. Somos llenos con el Espíritu que es don de
Dios no por obras sino por gracia por medio de la fe.
Cuando Pedro contaba cómo fueron llenos los gentiles de la casa de Cornelio,
comparándolo con los ciento veinte que fueron llenos en Pentecostés, explicaba que Dios
dio el Espíritu Santo a los gentiles tal como lo habla dado a los del aposento alto en
Pentecostés. “Y ninguna diferencia
hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones” Hechos 15:9.
Dios siempre purifica y da poder cuando llena con Su Espíritu Santo; la forma de
apropiarse de ello como Dios manda es la fe.
El doctor A. J. Gordon escribe: “Queda claro a partir de las Escrituras que es deber y
privilegio de los creyentes recibir el Espíritu Santo por el acto definitivo y consciente de
apropiarse la fe tal como recibieron a Jesucristo. Aceptamos como pecadores a Cristo para
nuestra justificación pero aceptamos al Espíritu como hijos para nuestra santificación”.
Nada podría ser más sencillo pero nada más exigente. Hasta un pequeñuelo puede
encender la luz accionando el interruptor pero esto requiere que estén instaladas las líneas
eléctricas y conectadas con la fuente de energía eléctrica. Entonces, cuando hemos preparado
nuestro corazones aclarando todo entre Dios y nosotros, reconociendo nuestra necesidad y la
providencia de Dios, hambrientos y sedientos de la plenitud del Espíritu, rendidos totalmente
al señorío de Cristo, y lo hemos pedido orando, todo lo que necesitamos hacer es tocar a Dios
en fe. No es cuestión del poder de nuestra fe sino de la grandeza de la provisión divina de
Dios con que contamos.
Cree cuán intensamente Cristo anhela llenarte con Su Espíritu. El quiere que tengas todo
aquello que El creó. Cree cuánto gozo dará al corazón de Jesús verte lleno con Su presencia y
poder ¡ Cree el maravilloso plan de Dios para ti! ¡El desea usar tu liderazgo y tu vida en
maneras que transcienden tus propios planes y pensamientos! No conocerás todo el plan
registrado hasta la eternidad pero Dios te animará, dándote a conocer pedacitos de las noti-
cias referidas a la manera en que El te ha hecho una bendición.
Cree y consérvate humilde, dando a Dios toda la gloria y Cristo te usará más y más a
medida que te va guiando en Su triunfal procesión (2 Corintios 2:14). “Mas la senda de
los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”
Proverbios 4:18.
2. El ser lleno del Espíritu no es cuestión de sentimientos. Es una realidad espiritual por
medio de la fe. No confíes en tus sentimientos sino en Dios y Su promesa. Muchos
testifican la abrumadora e imponente conciencia de la presencia, amor o poder de Dios en
ellos. Dios puede elegir, o no, bendecirte de esa manera. El sabe lo que es óptimo para tu
futuro camino de fe pero el poder está presente lo sientas o no, y quedará de manifiesto a
medida que vayas sirviendo y obedeciendo a Dios.
3. Tienes a disposición las continuas llenuras del Espíritu. En el Capítulo once señalé que la
Biblia registra repetidas llenuras del Espíritu, y también mencioné que Zacarías presenta
un cuadro de los siervos de Dios que arden por El, que los mantiene encendidos por el
constante influjo del Espíritu. Por eso puede ser continua experiencia al servicio del Señor
lo que expresa este pasaje: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho
Jehová de los ejércitos”. Zacarías 4:6.
4. Regocíjate de la plenitud de Dios y continua orando y obedeciendo. Has sido lleno con el
Espíritu; ahora deja que Dios te use. El no te llena para facilitarte la vida sino para darte
poder para que vivas santamente y sirvas efectivamente. En la medida que mantengas
abierto y limpio el canal entre Dios y tú, Su poder seguirá fluyendo a ti. No
puedes retener la plenitud del Espíritu sin oración ni obediencia.
A veces podrás darte cuenta de que has ofendido al Espíritu y sentir que pierdes la
abundancia de Su presencia y poder. Puedes darte cuenta que se extingue la obra del
Espíritu debido a tu atareadísimo ministerio o por las otras razones mencionadas en el
Capítulo trece. Pide perdón a Dios y ruega que renueve Su poder en ti. La oración y la
obediencia traerán nuevamente la renovación que deseas.
Muchas ocasiones habrá en tu liderazgo que necesites de la especial manifestación de la
presencia de Dios, de la renovación del poder que te dio, de la frescura de Su unción
¡ Alabado sea Dios! pues está esperando para satisfacer toda tu necesidad. El conoce tu
ministerio y las situaciones que enfrentas muchísimo mejor que tú; todos Sus recursos
están a tu disposición. Ora y obedece. Ve por la vida orando y obedeciendo que Dios no te
fallará. “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a
él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos.
Amén”. Efesios 3:20-21.
Y a El sea la gloria por medio de tu vida y ministerio mientras vivas y camines en la
plenitud de la presencia y poder de Su Espíritu.
Haz tu oración este amado himno de la iglesia. Ha sido cantado como oración al Señor
durante cien años; que exprese el clamor de tu corazón hoy:
Lléname ahora
Elwood H. Stokes.
Si Dios ha hecho de este libro una bendición para ti y deseas compartir un testimonio o
una palabra de aliento, o si quieres que el autor recuerde tu ministerio en un momento de
oración, por favor, escribe a: