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RELATORIA 3 1

Relatoría 3
La Memoria

Vanessa Vargas Gallego, vane_vargalle@hotmail.com

Docente: Yaira Arias

Universidad de San Buenaventura Colombia


Facultad de Psicología

Maestría en Neuropsicología

Medellín, Colombia

Procesos Mentales básicos I


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La Memoria

El proceso de la memoria, incluye componentes neuropsicológicos complejos, los


cuales dan cuenta de los correlatos anatómicos que constituyen los sistemas funcionales a
partir de los cuales se construye el acto mnésico. En este sentido, han sido múltiples las
investigaciones que han intentado dar cuenta de los procesos involucrados en la memoria,
así como las estructuras anatómicas, en algunos casos como en la psicología clásica se
investigaban los procesos de aprendizaje a través de experimentación, y más tarde, autores
como Luria buscaron identificar a partir de las lesiones cerebrales las estructuras implicadas
en las unidades funcionales de la memoria, encontrando por tanto, que de acuerdo a la
ubicación de la lesión, las alteraciones en la evocación y almacenamiento de la información
podían diferir. Más tarde, con el desarrollo de las neurociencias, y la neuroimagen, autores
como Candel han generado grandes aportes en la identificación de los correlatos
anatómicos y la caracterización de los diferentes sistemas implicados en la memoria, los
que a su vez se pueden clasificar por la duración en el mantenimiento del recuerdo (corto y
largo plazo), por el tipo de información almacenada (procedimental o no procedimental), y
por el nivel de conciencia frente al acto mnésico que puede ser de carácter pasivo,
automático o activo y activo. Por lo anterior, en el presente documento se abordarán, las
diferentes aproximaciones que han proporcionado información valiosa acerca de la
memoria como proceso cognitivo complejo y como elemento esencial para la autonomía y
el funcionamiento óptimo del ser humano en las diferentes esferas en las que se
desenvuelve.

Candel, Schwartz & Jessell (2000) proponen que la memoria implica realizar los
procesos de codificación de la información, almacenamiento y la posterior recuperación de
ésta; mientras que el aprendizaje nos permite adquirir conocimientos a través de la
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experiencia del mundo que nos rodea. Así mismo rescata, que las primeras aproximaciones
a los correlatos anatómicos de la memoria en el cerebro fueron llevadas a cabo por Peindfel
(Citado por Candel, Schwartz & Jessel, 2000). Más adelante, y gracias al análisis de casos
de lesiones en las diferentes zonas de la corteza como fue el caso del paciente HM, se
identificó la importancia del área temporal medial y sus regiones de asociación límbicas en
la transformación de la memoria a corto plazo en memoria a largo plazo, o bien en la
consolidación de la memoria espacial (Candel, Schwartz & Jessell, 2000).
De igual forma, Luria (1984) propone que las estructuras corticales diferenciadas en
el proceso de memoria, generan aportes específicos tanto en la organización y
mantenimiento de la memoria, como en el carácter de la alteración mnésica pues esta
dependerá de la localización de la lesión y el sistema afectado. Por consiguiente, lesiones
en la formación reticular, en las zonas límbicas del cerebro y en el hipocampo producen
alteraciones en el control del tono cortical, y ya que éste es indispensable para imprimir y
retener los sistemas selectivos de huellas, aspecto que afectaría a su vez la codificación y
almacenamiento de la memoria. Las alteraciones en algunas zonas medias del cerebro, en
formas leves como por ejemplo en la pituitaria, generan afectaciones en la memoria, que se
manifiestan como olvidos ligeros, y dado que su carácter no es específico y no incluyen la
impresión premeditada de las huellas sino de aspectos específicos, en algunos casos, los
pacientes intentan emplear estrategias que les permitan compensar los déficit en la
retención, aspecto que se presenta de manera similar, en los pacientes con lesiones
bilaterales en el hipocampo, o alteraciones en la memoria audioverbal generadas por
lesiones en la región temporal izquierda (Luria, 1984 ).

Sin embargo, las lesiones de las zonas profundas del cerebro, afectan el mantenimiento del
tono cortical, y por ende la retención primaria de las huellas, por tanto las personas pueden
presentar desorientación con relación al espacio y al tiempo, así mismo, se evidencia una
influencia alta en factores interfirientes que genera inhibición en la retención de las huellas,
por tanto el sujeto es incapaz de retener la información primaria y codificarla, si se le
suministra otra tarea o información adicional; aunado a ello, lesiones frontales pueden
producir alteraciones en el control de los datos retenidos, en el establecimiento de planes e
intenciones, y por tanto la memoria se puede ver afectada por aspectos irrelevantes y
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descontextualizados de la información que se requiere almacenar, generando perturbación


en el recuerdo voluntario y desintegrando la memorización de la información aferente
(Luria, 1984)

Teniendo en cuenta lo anterior, Luria (1984) propone que alteraciones en los


sistemas primarios encargados del mantenimiento del tono cortical, el control ejecutivo que
se lleva a cabo en la corteza frontal, y lesiones en las zonas más profundas del cerebro,
afectan la codificación de la información, la retención de huellas y hacen que el proceso
mnésico se vea influenciado por factores interfirientes que impiden la consolidación de la
información. Mientras que en lesiones en lóbulos occipital, temporal, o en la segunda y
tercera unidad funcional, permiten al paciente emplear estrategias que permitan compensar
las alteraciones específicas que se han generado, ya que el daño no es global.

Por consiguiente, podemos identificar que Luria propone un análisis de las unidades
funcionales de la memoria a partir de las lesiones observadas en las diferentes zonas de la
corteza, así como establece que en algunos casos, los daños focales pueden ser
compensados por el paciente. Sin embargo, Candel, Schwartz & Jessell (2000) se centran
en aspectos más funcionales y en el carácter de la información procesada, en este sentido,
establecen diferencias en los mecanismos de codificación, almacenamiento y recuperación,
según sea la memoria implícita o explícita.

Al respecto, Candel, Schwartz & Jessell (2000) establecen que la memoria implícita
contiene la información relacionada con el conocimiento sobre el cómo en tareas
específicas, se aprende de manera inconsciente a través del entrenamiento de respuestas
reflejas de tipo perceptivo o motor, y por tanto es rígida pues depende de las condiciones en
las cuales se ha producido el aprendizaje que bien puede ser de tipo asociativo o no
asociativo, y su correlato anatómico se encuentra en el cerebelo y el núcleo amigdalino que
incluyen circuitos perceptivos, motores y emocionales; por tanto las respuestas
conductuales en este tipo de memoria se expresan en la ejecución.
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Mientras que la memoria explícita es de tipo declarativa, por tanto contiene el


conocimiento general del entorno, de los hechos, o de personas; este proceso es consciente,
activo y flexible, ya que la información nueva se codifica, se almacena a largo plazo y se
recupera para su empleo posterior. Por tanto, la información primero es sintetizada e
integrada en la corteza prefrontal, límbica, parietal, occipital y temporal, luego se transfiere
a la corteza parahipocámpica y perirrinal, de donde es transportada a la corteza entorrinal,
la cual la lleva al giro dentado, hipocampo y subículo, y posteriormente regresa a las vías
entorrinal, parahipocampica y perirrinal, para llegar finalmente a las áreas de asociación
polimodal de la neocorteza (Candel, Schwartz & Jessell, 2000).
En concordancia con lo anterior, la memoria explícita contiene la memoria
semántica que incluye los conceptos y el conocimiento de objetos, personas, hecho o
lugares; y la de tipo episódica que incluye la información de sucesos o eventos en un
tiempo y espacio; lesiones en las áreas de asociación, por tanto pueden afectar ambas
modalidades de memoria (Candel, Schwartz & Jessell, 2000).
Es importante rescatar que para Candel, Schwartz & Jessell (2000) los recuerdos de
tipo explícito requieren un adecuado funcionamiento de la memoria a corto plazo, la cual es
activa y se compone de los sistemas ejecutivo central que se ubica en la corteza prefrontal
regulando el flujo y mantenimiento de la información, el bucle articulatorio de preferencia
en el hemisferio izquierdo ya que emplea la repetición de palabras para almacenar y la
agenda visuoespacial en el hemisferio derecho ya que se encarga de localizar y mantener la
información visuoespacial de los objetos.
Finalmente, y teniendo en cuenta la revisión de los autores, se puede concluir que el
proceso de memoria, permite identificar áreas específicas para la codificación,
almacenamiento y recuperación de la información, las cuales dan cuenta de circuitos a
través de los cuales se transporta dicha información y que varían según la modalidad de la
misma, así como de los procesos implicados. Ello es de vital importancia, ya que
afectaciones en estos sistemas obedecen a lesiones en partes anatómicas implicadas en los
mismos, por tanto el análisis de Luria basado en los seguimientos a las lesiones, como el
análisis estructural y funcional de Candel permiten dar cuenta de la complejidad del
proceso mnésico y su importancia en la valoración neuropsicológica, a fin de dar cuenta de
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la manera como el sujeto puede aprender, memorizar y recuperar diversos aspectos que son
de vital importancia para su funcionalidad cotidiana.

Referencias

Kandel, E., Schwartz, J., & Jessell, T. (2000). Principios de Neurociencia. McGraw-Hill /
Interamericana, Madrid. Pp.1227-1246.

Luria, A. (1984) El Cerebro en Acción. Ediciones Martínez Roca. Fontanela, España. Pp.
277-299.

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