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CUADERNOS DE

ARTÍCULO
MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA DE ENLACE

Conducta autolesiva en adolescentes: prevalencia,


factores de riesgo y tratamiento
Self-harm behaviour in adolescents: Prevalence, risk factors, and
treatment
1
Álvaro Frías Ibáñez, 1María Vázquez Costa, 2Ágata Del Real Peña,
3
Carmen Sánchez del Castillo, 3Eloi Giné Servén

Resumen

En la presente revisión teórica se describen los principales hallazgos e investigaciones sobre


la conducta autolesiva en adolescentes. Respecto a su prevalencia, se muestran los estudios epi-
demiológicos más relevantes, destacándose la falta de consistencia en la definición de dicha psi-
copatología. En cuanto a su etiopatogenia, se plantea un modelo de diátesis-estrés en el que
interactúan factores de riesgo sociodemográficos (p.e. sexo femenino), psicopatológicos (p.e.
ánimo deprimido), caracteriales (p.e. baja autoestima) y psicosociales (p.e. modelado). Así
mismo, se señala el valor funcional de la conducta autolesiva, especialmente como mecanismo
desadaptativo de autorregulación emocional. Por otro lado, se aportan evidencias empíricas
para postular diversos subtipos de adolescentes autolesivos, tanto a nivel topográfico, como
funcional (intento de suicidio versus autolesión no suicida). Por último, se recogen los ensayos
clínicos relacionados con el tratamiento específico de las autolesiones, subrayándose la ausen-
cia de intervenciones que hayan constatado una ganancia terapéutica adicional.

Pal abras cl av e: Conducta autolesiva. Adolescentes. Intento de suicidio. Autolesión no suicida.

Summary

The present review describes the main theoretical findings and researches about self-harm
behaviour in adolescents. Regarding its prevalence, shows the most relevant epidemiological
studies, highlighting the lack of consistency in the definition of this psychopathology. In relation

1
Psicólogo clínico. Centro de Salud Mental Infanto-Juvenil de Mataró, España.
2
Psicóloga clínica. Hospital de Día Infanto-Juvenil. Servicio de Psiquiatría.
Hospital de Mataró, España.
3
Psiquiatra. Servicio de Psiquiatría. Hospital de Mataró. España.
Co rres po ndenci a: Dr. D. Álvaro Frías Ibáñez
Centro de Salud Mental Infanto-Juvenil. Hospital de Mataró.
Ctra. Cirera s/n
08304 Mataró (Barcelona)
Correo electrónico: alvarofriasibanez@gmail.com

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to its etiopathogenesis, describes a diathesis-stress model in which interacts socio-demographic
(e.g. female sex), psychopathological (e.g. depressed mood), characterial (e.g. low self-esteem),
and psychosocial (e.g. modeling) risk factors. It also indicates the functional value of the self-
harm behaviour, especially as maladaptive mechanism of emotional self-regulation. On the
other hand, it provides empirical evidence in order to postulate various subtypes of adolescent
self-harm both topographic and functional (suicide attempt versus non suicidal self-injury) level.
Finally, it collects clinical trials related to specific treatment of self-harm behaviour, underlining
the absence of interventions that have found an additional therapeutic gain.

Key wo rds : Self-harm behaviour. Adolescents. Suicide attempt. Non suicidal self-injury.

INTRODUCCIÓN hacerse daño (p.e. cortes, quemaduras, sobreinges-


tas medicamentosas y sobredosis, envenenamien-
La presencia de conductas autolesivas, en suje- to, golpes, saltar desde lo alto de un lugar, etc.)”
tos adolescentes, constituye un problema de cre- (Hawton, Rodham, Evans y Weatherall, 2002).
ciente interés por parte de los investigadores espe- Esta conceptualización es, así mismo, aceptada por
cializados en psicopatología del desarrollo. En la WHO (World Health Organization), tal y co-
concreto, gran parte de esta sensibilidad clínica mo queda recogida dicha psicopatología en el
guarda relación con el valor predictivo que las con- capítulo V de la CIE-10 (1992). En contraposi-
ductas autolesivas tienen sobre el suicidio consu- ción a ello, los principales grupos de investiga-
mado (Hawton, Zahl y Weatherall, 2003; Skegg, ción norteamericanos sostienen una definición
2005), especialmente en adolescentes sin segui- más restringida y propositiva de la conducta auto-
miento psicoterapéutico (Shin, Chung, Lim, Lee, lesiva, de tal modo que solo englobe aquellos “ac-
Ey y Cho, 2009). Este hecho tiene, si cabe, más tos que impliquen un daño directo y deliberado con-
importancia considerando que el suicidio se erige tra uno mismo (cuerpo), en ausencia de intenciona-
en una de las principales causas de mortalidad lidad suicida” (Nock, Joiner, Gordon, Lloyd-Ri-
entre adolescentes (Hawton, Houston y Shepperd, chardson y Prinstein, 2006). Desde este punto de
1999), habiéndose estimulado, por ello, políticas partida, se postula el término “autolesión no sui-
gubernamentales destinadas a prevenir aquellos fac- cida” (ANS) (non suicidal self-injury), siendo este
tores de riesgo asociados. un constructo afín al descrito en la psicopatología
clásica bajo la denominación “parasuicidio”.
PREVALENCIA DE LA CONDUCTA A pesar de esta falta de consistencia en su con-
AUTOLESIVA ceptualización, existe un notable consenso res-
pecto a la prevalencia de la conducta autolesiva en
La conducta autolesiva dista de ser un cons- muestras comunitarias. Por término medio, se
tructo psicopatológico homogéneo en su termi- considera que la proporción de adolescentes que
nología y conceptualización, dificultando este as- presentan conductas autolesivas se halla en la
pecto la contrastación de los datos epidemiológi- horquilla comprendida entre el 6 y el 16 por cien,
cos de las diferentes muestras analizadas. Por una sin diferencias significativas entre muestras co-
parte, los grupos de investigación europeos abo- munitarias de países norteamericanos (Nixon,
gan por una definición meramente conductual, Cloutier y Jansson, 2008), británicos (Hawton et
independientemente de la motivación subyacente. al., 2002; Morey, Corcoran, Arensman y Perry,
Desde esta premisa, se utiliza el término “autole- 2008; O’Connor, Rasmussen, Miles y Hawton,
sión deliberada” (AD) (deliberate self-harm) para 2009), asiáticos (Wan, Hu, Hao, Sun y Tao, 2011;
definir “todo acto con resultado no fatal que, sien- Tang et al., en prensa), oceánicos (De Leo y
do sancionable culturalmente, un individuo rea- Heller, 2004), escandinavos (Ystgaard, Reinholdt,
liza de manera deliberada contra sí mismo para Husby y Mehlum, 2003; Kvernmo y Rosenvin-

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ge, 2009; Landstedt y Gillander, 2011) y medite- vado a cabo más investigaciones, especialmente,
rráneos (Kirchner, Ferrer, Forns, Zanini, 2011; con vistas a establecer unas bases empíricas sobre
Toprak, Cetin, Guven, Can y Demircan, 2011). las que sustentar su tratamiento. Su análisis tam-
Por lo que respecta a las muestras clínicas, la pre- poco está exento de taras metodológicas, sobre
sencia de autolesiones en adolescentes atendidos todo por el uso excesivo de investigaciones re-
en dispositivos de salud mental ambulatoria es trospectivas (versus prospectivas) y por la falta de
todavía mayor, observándose en un rango com- consistencia en relación al constructo psicopato-
prendido entre el 22 y el 45 por cien (Ruuska, Kal- lógico evaluado (AD versus ANS). Partiendo de
tiala-Heino, Rantanen y Koivisto, 2005; Peebles, ello, a continuación se resumen los hallazgos ob-
Wilson y Lock, 2011). Por otro lado, si se toman tenidos en los principales factores de riesgo, ya
los datos procedentes de servicios de urgencias, la sean variables sociodemográficas (edad y sexo),
proporción es menor que en muestras comunita- caracteriales (rasgos de personalidad y autoesti-
rias (Fortune, Sinclair y Hawton, 2008a). ma), psicopatológicas (uso de drogas, sintomato-
En cuanto a los métodos prevalentes, existe una- logía depresiva y psicopatología alimentaria) y
nimidad a la hora de considerar los cortes, golpes psicosociales (conflictos interpersonales, mode-
y sobreingestas medicamentosas, como los feno- lado y abuso sexual). En dicho contexto, el mo-
tipos más frecuentes de autolesión (De Leo y delo de diátesis-estrés es ampliamente aceptado
Heller 2004; Morey et al., 2008), tendiendo más por la comunidad científica especializada en el
de la mitad de estos adolescentes a hacer uso de estudio de esta psicopatología (Wedig y Nock,
diversos procedimientos autolesivos a lo largo de 2007; O`Connor et al., 2009; Guerry y Prinstein,
este período vital (Muehlenkamp y Gutiérrez, 2007). 2010).
En concreto, cuando se analiza su pertenencia a
muestras comunitarias o clínicas, se hallan diferen- – Variables sociodemográficas
cias sustanciales en cuanto a su frecuencia rela- Respecto a la edad de los adolescentes con auto-
tiva. Por lo que respecta a las primeras, los cortes lesiones, los estudios transversales con muestras
en muñecas y antebrazos constituyen el método comunitarias señalan que se produce un fenómeno
autolesivo prevalente (Nixon et al., 2008; Yst - de “u” invertida, observándose un pico en su pre-
gaard et al., 2009), mientras que en servicios de valencia (12-16 por cien) en torno a la adolescen-
urgencias y unidades de hospitalización psiquiá- cia media, el cual es precedido de un aumento gra-
trica (muestras clínicas) predominan los casos de dual desde la adolescencia temprana (11-13 años),
sobreingestas medicamentosas o envenenamiento momento en que se sitúa inicialmente en un 4-6
(Olfson, Gameroff, Marcus, Greenberg y Shaffer, por cien (Kvernmo y Rosenvinge 2009; O’Co-
2005). nnor et al., 2009; Kirchner et al., 2011). Cabe re-
En conclusión, se carece de una definición con- señar que este incremento progresivo hasta la ado-
sensuada en relación a la conducta autolesiva, sien- lescencia media sólo se observa en mujeres, mien-
do el principal foco de controversia la asunción o tras que en los hombres la prevalencia de conductas
no de factores motivacionales entre sus criterios autolesivas se mantiene relativamente estable (Sou-
operativos. A pesar de esta limitación metodoló- rander et al., 2006; Shin et al., 2009; Sho et al.,
gica, existe un relativo consenso a la hora de se- 2009). Por otro lado, ya en la adolescencia tardía
ñalar que un 10 por cien de adolescentes comete (17-19 años), suele producirse un leve declinar
algún tipo de autolesión en este período vital. En (Lloyd-Richardson, Perrine, Dierker y Kelly, 2007;
muestras clínicas, solo los adolescentes con auto- Wan et al., 2011).
lesiones más graves reciben asistencia sanitaria. En cuanto al sexo de los adolescentes que se
autolesionan, existe un relativo consenso entre
FACTORES DE RIESGO DE LA muestras clínicas y comunitarias a la hora de con-
CONDUCTA AUTOLESIVA siderar que las conductas autolesivas son más fre-
cuentes en mujeres que hombres, estableciéndose
La etiopatogenia de la conducta autolesiva cons- habitualmente una razón de probabilidad de 2,0-
tituye el campo de estudio en donde se han lle- 3,0 (Hawton et al., 2002; Patton et al., 2007; Mo-

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rey et al., 2008; O’Connor et al., 2009; Shin et., realizadas en muestras comunitarias con ANS.
2009; Landstedt y Gillander, 2011). A pesar de Respecto a la impulsividad, son numerosos los
ello, algunas investigaciones comunitarias no estudios comunitarios que señalan que estos ado-
han encontrado diferencias entre sexos (Kirchner lescentes presentan una mayor impulsividad que
et al., 2011; Wan et al., 2011) y otras solo las han los “pares” que no se autolesionan (Renaud, Ber-
evidenciado en algunos de los métodos emplea- lim, McGirr, Tousignant y Turecki, 2008; Ross,
dos, con un predominio de autolesiones a través Health y Toste, 2009). No obstante, esta tenden-
de cortes en el caso de las mujeres (Lundh, Karim cia no ha sido confirmada en todas las investiga-
y Quilisch, 2007; Laukkanen, Rissanen, Honka- ciones implementadas (O`Connor et al., 2009), o
lampi, Kylma, Tolmunen y Hintikka, 2009) o de bien solo se ha corroborado en el caso de mujeres
quemaduras en los varones (Cerutti, Manca, Pre- (Hawton et al., 2002) u hombres (McMahon,
saghi y Gratz 2011). En relación a la mayor fre- Reulbach,Corcoran, Keeley, Perry y Arensman,
cuencia de autolesiones en mujeres adolescentes, 2010). En cuanto a su interacción con otras varia-
distintas investigaciones clínicas y comunitarias, bles, se sostiene que la alta impulsividad actúa
han hallado que estas diferencias de género pueden como un precursor de dicha psicopatología en
ser parcialmente explicadas por la mayor presen- aquellos sujetos que presentan adicionalmente idea-
cia de sintomatología depresiva, baja autoestima ción suicida (Madge et al., 2011).
y disregulación emocional en el sexo femenino Otras variables objeto de investigación, han
(Olfson et al., 2005; Kvernmo y Rosenvinge 2009; si do la baja autoestima y el estilo cognitivo ne-
O`Connor et al., 2009; de Kloet, Starling, Hains- gativo, habiéndose sugerido que los adolescentes
worth, Berntsen, Chapman y Hancock, 2011). que se autolesionan presentan una autoimagen
En conclusión, el perfil medio de adolescente negativa, tendiendo a realizar atribuciones inter-
que se autolesiona es una mujer de entre 14-16 nas, estables y globales sobre los acontecimien-
años que se realiza cortes en muñecas y antebra- tos negativos de sus vidas. En relación a ello,
zos. Diversos factores caracteriales y psicopatoló- existen diversos estudios clínicos y comunitarios
gicos median las diferencias de género en la pre- que han hallado que estos adolescentes presentan
valencia de la conducta autolesiva. menor autoestima y un estilo cognitivo más ne-
gativo que los sujetos sin autolesiones (Ystgaard
– Variables caracteriales et al., 2003), sobre todo en el caso del sexo feme-
nino (O`Connor et al., 2009; McMahon et al.,
Por lo que respecta a los rasgos de personali- 2010). Estas conclusiones se han obtenido inclu-
dad implicados en la conducta autolesiva, las so a través de diseños prospectivos, habiéndose
dimensiones que han recibido mayor atención por constatado que ambas variables actúan como fac-
parte de los estudios retrospectivos han sido la tores de vulnerabilidad (Guerry y Prinstein, 2010;
disregulación emocional y la impulsividad. En Hankin y Abela, 2011), que son activados en pre-
cuanto a la disregulación emocional, diversos au- sencia de estresores interpersonales relevantes (We-
tores postulan el papel de los déficits en la reac- dig y Nock, 2007). Así mismo, otras investiga-
tividad y autorregulación emocional (Chapman, ciones señalan su relevancia en el mantenimiento
Gratz y Brown, 2006; Nock, Wedig, Holmberg y de la conducta autolesiva, discriminando entre
Hooley, 2008). Para poner a prueba dicha hipóte- aquellos adolescentes que se vuelven o no a auto-
sis, se han llevado a cabo investigaciones con lesionar tras una primera vez (Lundh et al., 2007;
tareas de inducción de estrés en laboratorio, obser- O`Connor, Ras mussen y Hawton, 2009; Madge
vándose que los adolescentes que se autolesionan, et al., 2011). En general, estos hallazgos han lle-
presentan durante su ejecución una mayor conduc- vado a considerar la baja autoestima como una
tancia dérmica (Nock y Mendes, 2008) y una me- variable predisponente y mantenedora de la con-
nor secreción de cortisol (Kaess, Hille, Parzer, ducta autolesiva, siendo el optimismo un factor
Maser-Gluth, Resch y Brunner, en prensa) en com- de protección para la misma (O`Connor et al.,
paración con los controles “sanos”. Cabe matizar, 2009; Su, Hao, Huang y Tao, 2010).
que la mayoría de estas investigaciones han sido En conclusión, las variables caracteriales ad-

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quieren una función muy relevante como poten- En cuanto al humor depresivo, varias investiga-
ciales factores de vulnerabilidad y mantenimiento ciones prospectivas comunitarias han hallado una
de la conducta autolesiva, habiéndose constatado mayor sintomatología en adolescentes que poste-
empíricamente en el caso de la baja autoestima. riormente se autolesionaron (Haavisto et al., 2005),
Del mismo modo, se sostiene que una alta disre- evidenciándose a nivel longitudinal una relación
gulación emocional e impulsividad son caracterís- bidireccional entre ambas variables (Hawton, Kings-
ticos de los adolescentes que se autolesionan, bury, Steinhardt y Fagg, 1999; Madge et al., 2011;
siendo necesarios estudios prospectivos para deli- Lundh, Wangby-Lundh, Paaske, Ingesson y Bja-
mitar su papel etiopatogénico. rehed, en prensa). Respecto a los resultados en mues-
tras clínicas con AD, diferentes investigaciones
– Características psicopatológicas confirman esta tendencia (Olfson et al., 2005; de
El uso de drogas constituye una de las carac- Kloet et al., 2011). Por una parte, dos tercios de
terísticas psicopatológicas más analizadas en ado- los adolescentes con autolesiones que siguen tra-
lescentes que se autolesionan. Sobre esta cues- tamiento en salud mental, presentan un episodio
tión, numerosos estudios retrospectivos comuni- depresivo mayor, siendo esta prevalencia signifi-
tarios indican que el consumo de tóxicos es más cativamente mayor que la evidenciada en sujetos
prevalente en estos sujetos (Hawton et al., 2002; “sanos” o con trastorno mental sin autolesiones
Patton et al., 2007; Rossow et al., 2007; Matsu- (Csorba, Dinya, Plener, Nagy y Pali, 2009; Hin-
moto y Imamura, 2008; O`Connor et al., 2009), tikka, Tolmunen, Rissanen, Honkalampi, Kylma
siendo el alcohol la droga más extendida en dicha y Laukkanen, 2009). Por otro lado, el único estu-
población (Ystgaard et al., 2003; Li, 2007; Kver- dio clínico que ha evaluado la presencia de depre-
nmo y Rosenvinge, 2009; Toprak et al., 2011). sión mayor en adolescentes con ANS constata
A nivel nosológico, la ausencia de muestras clí- que su prevalencia se reduce a un tercio (Nock et
nicas impide delimitar si su ingesta adquiere un al., 2006). A nivel evolutivo, la cronificación de
patrón de intoxicación, abuso o dependencia. Del los episodios depresivos predice la recurrencia de
mismo modo, la asociación entre alcohol y auto- los actos autolesivos en la adultez temprana (Aglan,
lesiones permanece sin esclarecer, ya que se ca- Kerfoot y Pickles, 2008). En conjunto, estos ha-
rece de estudios prospectivos en donde se haya llazgos han llevado a considerar el ánimo depri-
establecido si su uso se erige bien en un desinhi- mido como un factor predisponente y mantenedor
bidor (desencadenante) para la comisión de la con- de la conducta autolesiva.
ducta autolesiva, bien en una estrategia de afron- Otra variable, relevante en este apartado, es la
tamiento ante el estrés o ambas cosas. presencia de psicopatología alimentaria entre las
Del mismo modo, otra de las características psi- adolescentes que se autolesionan. Por lo que res-
copatológicas que ha recibido un impulso investi- pecta a su prevalencia, numerosas investigaciones
gador notable es el ánimo deprimido, tanto desde retrospectivas comunitarias indican que esta psi-
un punto de vista dimensional (humor depresivo copatología es más frecuente entre aquellas ado-
e ideación suicida), como categorial (depresión ma- lescentes que se autolesionan (Hintikka et al.,
yor). Respecto a los pensamientos suicidas, dis- 2009), presentando por ello una imagen corporal
tintos estudios retrospectivos comunitarios indi- más negativa en comparación a las adolescentes
can que dos tercios de los adolescentes que se au- “sanas” (Ross et al., 2009; Muehlenkamp y Bra-
tolesionan presentan, en alguna ocasión, dicha usch, en prensa). A nivel conductual, los compor-
ideación (Laye-Gindhu y Schonert-Reichl, 2005; tamientos de naturaleza bulímica son los más pre-
Guerreiro, Neves, Navarro, Mendes, Prioste, Ri- valentes en mujeres que se autolesionan (Peebles
beiro et al., 2009), siendo la probabilidad diez et al., 2011), máxime, considerando la alta impul-
veces mayor que entre aquellos sujetos no autole- sividad identificada en estas pacientes (Ruuska et
sivos (Kirchner et al., 2011). En concreto, la idea- al., 2005).
ción suicida constituye un precipitante de la con- En conclusión, los adolescentes que se autole-
ducta autolesiva en aquellos adolescentes con alta sionan presentan una serie de características psico-
impulsividad o abusos sexuales (Madge et al., 2011). patológicas en mayor medida que aquellos que no

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realizan actos autolesivos. Por una parte, mani- dios de esta naturaleza (Heilbron y Prinstein,
fiestan una mayor y más duradera sintomatología 2008).
depresiva, actuando esta variable como factor pre- Otro de los factores psicosociales objeto de con-
disponente y mantenedor de la conducta autolesi- troversia guarda relación con el modelado o imita-
va. En concreto, la ideación suicida se postula co- ción de la conducta autolesiva. Existe un notable
mo una de las variables desencadenantes de actos consenso en cuanto a que la conducta autolesiva
autolesivos. Por otro lado, ostentan una mayor psi- se produce en clusters (Melhem et al., 2007), es
copatología alimentaria, principalmente de natu- decir, los adolescentes que se autolesionan suelen
raleza bulímica. Por último, el consumo de alco- tener “otros significativos” (familiares y amigos)
hol es también prevalente entre estos sujetos, no que también lo hacen (Hawton et al., 2002;
habiéndose determinado si constituye un factor de Ystgaard et al., 2003; De Leo y Heller, 2004;
riesgo o un epifenómeno. O`Connor et al., 2009). Sin embargo, este dato,
por sí mismo, no indica cuáles son los mecanis-
– Factores psicosociales mos de transmisión de la conducta autolesiva.
Por una parte, si se desea evaluar el papel del
Uno de los factores, que más interés ha desper-
aprendizaje (versus genética) es necesario analizar
tado respecto a la etiopatogenia de la conducta auto-
su presencia en relación al grupo de iguales (ver-
lesiva, es la presencia de conflictos interpersonales
sus familiares), ya sean amigos y conocidos en
en esta población, ya sea en el subsistema familiar
foros (muestras comunitarias) o adolescentes con
o escolar. Respecto al primero, numerosos estudios
los que se comparta ingresos psiquiátricos (mues-
retrospectivos clínicos y comunitarios señalan que tras clínicas). Por otro lado, si además se pretende
existe un clima de mayor emoción expresada en las establecer una relación causal entre estos adoles-
familias de aquellos sujetos que se autolesionan centes con autolesiones, es preceptivo llevar a ca-
(Tulloch, Blizzard y Pinkus, 1997; Ystgaard et al., bo estudios prospectivos. Sobre la primera cues-
2003; Wedig y Nock, 2007; Crowell, Beauchaine, tión, diversas investigaciones comunitarias retros-
McCauley, Smith, Vasilev y Stevens, 2008; Syed pectivas indican que los adolescentes que se auto-
y Khan, 2008; Yates, Tracy y Luthar, 2008). Así lesionan conocen a más amigos con idéntica psi-
mismo, se ha hallado que variables caracteriales copatología, en comparación a los “pares” sin es-
tales como una alta disregulación emocional (Adri- ta psicopatología (Evans, Hawton y Rodham,
an, Zeman, Erdley, Lisa y Sim, 2011) y un estilo 2004; Nock y Prinstein, 2004; McMahon et al.,
cognitivo negativo (Wedig y Nock, 2007), median 2010; Madge et al., 2011). Del mismo modo,
esta asociación. Al margen de estos hallazgos, cabe muchas de estas adolescentes se relacionan a tra-
reseñar que la falta de estudios prospectivos impide vés de chats y foros con más gente que se autole-
delimitar el papel etiopatogénico de la conflic- siona, sirviéndose de las nuevas tecnologías para
tividad familiar. En cuanto a los conflictos con el compartir experiencias y/o procedimientos autole-
grupo de iguales, la modalidad más extensamente sivos (Whitlock, Powers y Eckenrode, 2006;
analizada ha sido el acoso escolar (bullying). Sobre Messina y Iwasaki, 2011). Respecto a los adoles-
esta cuestión, diversos estudios retrospectivos centes ingresados en unidades psiquiátricas de
comunitarios constatan que su frecuencia es mayor larga estancia, estos hallazgos no han podido con-
en aquellos adolescentes que se autolesionan (Haw- firmarse, de modo que, entre aquellos sujetos sin
ton et al., 2002; Bolognini, Plancherel, Laget, antecedentes de autolesiones, la exposición y con-
Stephan y Halfon, 2003; O`Connor et al., 2009; vivencia prolongada con pacientes autolesivos no
McMahon et al., 2010; Landstedt y Gillander, implica el surgimiento de dicha psicopatología
2011). Adicionalmente, varias investigaciones (Taiminen, Kallio-Soukainen, Nokso-Koivisto,
prospectivas que evalúan específicamente ANS Kaljonen y Kelenius, 1998; Cawthorpe, Somers,
confirman que el acoso escolar es un predisponente Wilkes y Phil, 2003). Las divergencias, entre am-
de la conducta autolesiva (Hankin y Abela, 2011; bos tipos de muestras, pueden deberse al menor
Jutengren, Kerr y Stattin, 2011), si bien, esta con- control terapéutico y a las relaciones de mayor
clusión no ha sido corroborada en todos los estu- mutualidad que tienen los adolescentes evaluados

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en estudios comunitarios (Piehler y Dishion, 2007). – Modelo unifactorial
En cuanto a la relación causal entre adolescentes
Existe consenso entre muestras clínicas y co-
que se autolesionan, diferentes estudios prospecti-
munitarias a la hora de señalar que los adolescentes
vos constatan que, si bien la presencia de autole-
con autolesiones utilizan más estrategias de actua-
siones por parte de un amigo predice su ocurren-
ción ante el estrés, centradas en las “emociones”,
cia de novo en el sujeto sin esta psicopatología
que en la “tarea” (Evans et al., 2004; Speckens y
(Prinstein, Guerry y Rancourt, 2007), el influjo
Hawton, 2005; Kulikowska y Pokorski, 2008),
es realmente bidireccional, especialmente en el ca-
sobre todo en el caso de las mujeres (Andover, Pe-
so de las mujeres (Prinstein et al., 2010). En con-
pper y Brandon, 2007; Kirchner et al., 2011). En
junto, los hallazgos obtenidos vienen a indicar
dicho contexto, algunos de los recursos “evitativos”
que la presencia de amigos con autolesiones (mo-
preferentemente utilizados por estos sujetos son: la
delado), actúa como factor predisponente y mante-
disociación (Tolmunen et al., 2008; Cerutti et al.,
nedor de la conducta autolesiva.
2011), la supresión del pensamiento (Najmi, Weg-
Por último, diversas investigaciones han diri-
ner y Nock, 2007) o la rumiación (Bjarehed y
gido su atención a la posible presencia de abusos
Lundh, 2008). Del mismo modo, se ha planteado
sexuales en aquellas adolescentes que se autole-
el papel de la conducta autolesiva como estrategia
sionan. Sobre esta cuestión, numerosos estudios
de afrontamiento para autorregular estados emocio-
comunitarios retrospectivos señalan que su preva-
nales aversivos (Hawton et al., 2002; Laye-Gindhu
lencia es mayor en comparación a los sujetos sin
y Schonert-Reichl, 2005; Klonsky, 2007; O`Connor
esta psicopatología (Ystgaard et al., 2003; Mc-
et al., 2009). Desde este punto de partida, se ha
Mahon et al., 2010; Cerutti et al., 2011; Lands -
postulado una teoría unifactorial de la conducta
tedt y Gillander, 2011). En concreto, varias inves-
autolesiva, siendo el refuerzo negativo el principal
tigaciones han hallado que el abuso sexual consti-
mecanismo psicológico implicado. Entre los mode-
tuye un agente precipitante de la conducta auto-
los que apoyan dicha idea destaca la teoría de la
lesiva (O`Connor et al., 2009; Madge et al.,
“evitación experiencial” (Chapman et al., 2006), la
2011), siendo modulada esta asociación por la
cual señala que estos adolescentes tienden a reducir
presencia de psicopatología depresiva (Klonsky,
la disforia interpersonal a través de la comisión de
2007; Murray, MacDonald y Fox, 2008).
la conducta autolesiva. El proceso, a través del cual
En conclusión, existen evidencias empíricas que
la autolesión alivia el malestar emocional, sigue
sostienen el papel del abuso sexual como agente
siendo un terreno altamente especulativo, planteán-
desencadenante de la conducta autolesiva en ado-
dose la acción de los opiáceos endógenos (Brent,
lescentes “vulnerables”. Respecto al grupo de igua-
2011). En relación a esta hipótesis, existen además
les, tanto el acoso escolar, como el modelado, se
hallazgos de laboratorio que constatan una menor
erigen en factores predisponentes y/o mantenedo-
sensibilidad al dolor en adolescentes que se autole-
res de esta psicopatología. Por último, son nece-
sionan (Franklin, Hessel, Aaron, Arthur, Hebron y
sarias investigaciones prospectivas para determi-
Prinstein, 2010).
nar la relevancia de la conflictividad familiar en la
génesis de la conducta autolesiva.
– Modelo tetrafactorial

FUNCIONALIDAD DE LA CONDUCTA Pese a que muchos autores defienden la tesis


AUTOLESIVA expuesta previamente, algunos de estos investiga-
dores indican que la conducta autolesiva cumple
Al margen de los factores de riesgo, desde una otras funciones, aparte de la autorregulación de emo-
orientación más conductista se ha pretendido lle- ciones negativas. De este modo, se ha hallado que
var a cabo una explicación funcional del compor- la conducta autolesiva puede explicarse a través de
tamiento autolesivo. Con dicha finalidad se han cuatro factores no excluyentes, integrados en dos
propuesto dos modelos interpretativos, siendo el dimensiones dicotómicas (Nock y Prinstein, 2004),
primero de ellos más reduccionista (unifactorial) a saber: refuerzo intrapersonal (positivo y negativo)
y el otro más integrador (tetrafactorial). y refuerzo social (positivo y negativo). El primero

C. Med. Psicosom, Nº 103 - 2012 39


de estos factores (“intrapersonal positivo”), explica estudiada a la hora de considerar diferentes subti-
la conducta autolesiva como generadora de estados pos de adolescentes que se autolesionan, guarda
emocionales placenteros (p.e. ante el aburrimiento), relación con la motivación subyacente a dicha
mientras que el segundo (“intrapersonal negativo”) conducta, en concreto la intencionalidad o no de
ilustra su papel ya referido en cuanto al alivio de morir mediante su comisión. Para poder poner a
emocionales aversivas. Respecto al tercer factor prueba dicha hipótesis, previamente ha de estable-
(“social positivo”), incluye la búsqueda de apoyo o cerse que existe una proporción de adolescentes
atención de las personas de referencia; por último, que cometen a nivel longitudinal ANS, sin inten-
el cuarto factor (“social negativo”) engloba la exen- tos de suicidio (IS). Sobre esta cuestión, una par-
ción de responsabilidades sociales. De los hallazgos te considerable de estudios prospectivos y retros-
obtenidos a partir de este modelo, cabe señalar que pectivos implementados con muestras clínicas se-
la autorregulación emocional (“intrapersonal nega- ñalan que la co-ocurrencia evolutiva de ambos
tivo”), sigue postulándose como la principal fun- tipos de conducta autolesiva es elevada en los
ción de la conducta autolesiva, si bien, una parte adolescentes que se autolesionan, de tal modo que
notable de estos mismos sujetos realiza autole- entre un 50- 70 por cien de sujetos con ANS pre-
siones para ejercer algún tipo de influencia sobre sentan en algún momento un IS (Nock et al.,
las personas significativas (“social positivo”) (Mo- 2006; Wilkinson, Kelvin, Roberts, Dubicka y
rey et al., 2008; Scoliers, Portzky, Madge, Hewitt, Goodyer, 2011). De hecho, se considera las ANS
Hawton y de Wilde, 2009); hecho especialmente como un factor de riesgo para los IS (Ougrin,
relevante en adolescentes procedentes de muestras Zundel, Kyriakopoulos, Banarsee, Stahl y Taylor,
comunitarias, donde la presencia de alteraciones del en prensa; Tang et al., en prensa). Como contra-
humor es menos interfiriente y/o prevalente (Llo- punto, se carece de investigaciones con muestras
yd-Richardson et al., 2007). comunitarias que hayan evaluado la co-ocurrencia
En conjunto, todos estos hallazgos plantean evolutiva entre ANS-IS. No obstante, se sostiene
que la conducta autolesiva es algo más que una que la proporción de adolescentes con solo ANS
estrategia “emocional” o “evitativa” de afronta- es mayor en este tipo de muestras, máxime, si se
miento ante el estrés (autorregulación emocio- tiene en consideración que los sujetos autolesivos
nal), siendo un mecanismo adicional de comuni- tienden a acudir a dispositivos de salud mental úni-
cación y control interpersonal. camente tras acometer IS (Fortune et al., 2008a).
Partiendo de esta premisa, distintas investiga-
SUBTIPOS DE SUJETOS CON ciones clínicas y comunitarias han comparado a
CONDUCTAS AUTOLESIVAS nivel transversal adolescentes con IS, ANS y IS-
ANS, existiendo un relativo consenso en relación
Uno de los ámbitos de interés, que actualmente a la mayor presencia de sintomatología depresiva,
está generando un mayor volumen de investiga- baja autoestima e impulsividad en los adolescen-
ción, versa sobre el planteamiento de diferentes tes del grupo IS-ANS (Muehlenkamp y Gutiérrez
perfiles de sujetos con autolesiones. Por un lado, 2007; Dougherty et al., 2009; Brausch y Gu-
diversos grupos de estudio norteamericanos sos- tiérrez, 2010; Cloutier, Martin, Kennedy, Nixon
tienen dos subtipos de adolescentes en función de y Muehlenkamp, 2010). Como contrapunto, el gru-
la finalidad de la conducta autolesiva (Nock y po ANS ostenta el menor grado de severidad psi-
Kessler, 2006; Muehlenkamp y Gutiérrez, 2007). copatológica y caracterial (Jacobson, Muehlen-
Por otro lado, una parte relevante de los grupos kamp, Miller y Turner, 2008; Muehlenkamp,
de trabajo europeos postulan dos subgrupos, a Ertelt, Miller y Claes, 2011). En este contexto,
partir de la periodicidad de dicha psicopatología el subgrupo IS se halla más próximo a los ado-
(O`Connor et al., 2009; Madge et al., 2011). lescentes con IS-ANS que a los sujetos con sólo
ANS (Jacobson et al., 2008; Cloutier et al., 2010).
– Autolesiones no suicidas (ANS) versus in- Por otro lado, las escasas investigaciones que
tentos de suicidio (IS) diferencian exclusivamente IS y ANS obtienen
La variable independiente más ampliamente que los primeros utilizan métodos potencialmente

40 C. Med. Psicosom, Nº 103 - 2012


más letales y responden peor a terapia individual las consecuencias negativas de la conducta autole-
de orientación cognitivo-analítica (Nock y Kess- siva y aumenta la satisfacción con las recompen-
ler, 2006; Ougrin et al., en prensa). sas (funcionalidad) atribuidas a la misma.

– Autolesiones esporádicas versus recurrentes


TRATAMIENTO DE LA CONDUCTA
Entre los autores que sostienen una distinción AUTOLESIVA
topográfica de la conducta autolesiva, el objeto de
interés a la hora de establecer subgrupos ha sido A diferencia del estudio de los factores de ries-
la recurrencia o no de esta psicopatología. Para go, el tratamiento del comportamiento autolesivo
ello, previamente debe determinarse a partir de ha generado un escaso volumen de investigación,
estudios longitudinales si existen adolescentes que hallándose en la actualidad en fase experimental.
llevan a cabo solo autolesiones puntuales (un La mayoría de estas intervenciones se han llevado
episodio). Sobre esta cuestión, varios estudios co- a cabo desde el ámbito de la prevención secunda-
munitarios prospectivos señalan que un 50-70 por ria, si bien, existe un creciente interés en relación
cien de los adolescentes, con un antecedente de a la implementación de programas de prevención
autolesión, tienden a repetir este acto (Brent et al, primaria a nivel escolar (Fortune, Sinclair y Haw-
1997; Hankin y Abela, 2011; Wan et al., 2011), ton, 2008b; Muehlenkamp, Walsh y McDade, 2010),
constituyendo por sí mismo uno de los principa- máxime, considerando que la mitad de los adoles-
les factores de riesgo para su recurrencia (Souran- centes que se autolesiona, principalmente varones,
der et al., 2006). no solicita ningún tipo de ayuda por miedo a ser
Partiendo de esta distinción, varias investiga- estigmatizados (Nada-Raja, Morrison y Skegg,
ciones clínicas y comunitarias han comparado 2003; Ystgaard et al., 2009; Rossow y Wichstrom,
transversalmente a adolescentes con autolesiones 2010).
puntuales y recurrentes, hallando que aquellos su- Respecto a la prevención secundaria, cabe dis-
jetos “repetidores” suelen tener menor autoesti- tinguir las intervenciones dirigidas a los adoles-
ma, así como más sintomatología depresiva, ras- centes que se autolesionan y aquellas focalizadas
gos límite de la personalidad, y conocidos que se en las personas significativas (padres y profeso-
autolesionan (Hawton et al., 1999; Lundh et al., res) del entorno del sujeto, figuras que se conside-
2007; O`Connor et al., 2009; Madge et al., 2011; ran relevantes, como factores mantenedores y/o
Muehlenkamp et al., 2011). auxiliares (ayuda informal) ante el comportamien-
En conclusión, existen evidencias empíricas que to autolesivo (Morey et al., 2008). Sobre las pri-
apoyan la existencia de distintos subgrupos de meras, se han llevado a cabo ensayos clínicos alea-
adolescentes autolesivos, tanto desde un punto de torizados, en donde se ha evaluado la eficacia di-
vista topográfico, como funcional. En concreto, ferencial de diversas psicoterapias grupales ma-
la presencia de IS en sujetos que se autolesionan nualizadas (8-10 sesiones), en comparación al uso
representa un indicador de mayor severidad psico- del apoyo psicológico estándar. Para ello, se han
patológica, riesgo de mortalidad y refractariedad al incorporado técnicas de resolución de problemas y
tratamiento. Por otro lado, niveles más elevados de mindfulness a estos programas protocolizados.
de impulsividad, ánimo deprimido y baja autoes- En términos generales, se ha constatado que, si bien
tima constituyen marcadores de cronicidad (recu- estas terapias grupales tienden a reducir la recu-
rrencia). Al margen de las diferencias entre sub- rrencia del comportamiento autolesivo a medio
grupos, los estudios sobre co-ocurrencia evolu- plazo (6-12 meses), dicha ganancia terapéutica no
tiva indican que la mitad de los sujetos evaluados es significativamente mayor que la evidenciada
entran en una espiral de mayor gravedad (poten- con la psicoterapia de apoyo (Hazell et al., 2009;
cial letal) y/o frecuencia (recidiva) autolesiva. Green et al., 2011; Ougrin, Zundel, Banarsee,
Sobre esta cuestión, algunos autores plantean que Bottle y Taylor, 2011). Por lo que respecta a los
a lo largo de esta escalada psicopatológica se pro- tratamientos psicofarmacológicos, la mayoría de
duce un “procesamiento cognitivo oponente” (Joi- estos han sido dirigidos a algunos de los factores
ner et al., 2005), por el cual decrece el temor a de riesgo asociados al comportamiento autolesi-

C. Med. Psicosom, Nº 103 - 2012 41


vo, principalmente el ánimo depresivo. Sobre es- tica adicional en el abordaje del comportamiento
ta cuestión, existe una notable controversia en autolesivo en adolescentes. Adicionalmente, existen
relación al papel de los ISRS (inhibidores selecti- notables dificultades para que una mayoría de estos
vos de la recaptación de serotonina), habiendo sujetos se incorpore y adhiera a los dispositivos de
meta-análisis con muestras de adolescentes depri- salud mental; siendo necesario, por ello, más inter-
midos que constatan un discreto aumento en la venciones psicoeducativas en el ámbito de la pre-
incidencia autolesiva tras su administración (Du- vención primaria, así como otros programas de pre-
bicka, Hadley y Roberts, 2006; Hammad, Lau- vención secundaria que, respetando el anonimato,
ghren y Racoosin 2006), mientras que ensayos monitoricen las crisis autolesivas (p.e. plataformas
clínicos recientes evidencian más bien una falta on line o virtuales) (Mitchell y Ybarra, 2007).
de respuesta con dicho tratamiento (Wilkinson et
al., 2011). En cuanto a los psicofármacos selec- CONCLUSIONES
cionados exclusivamente para la remisión de las
autolesiones, se postula el uso de la naloxona por La presente revisión teórica ha tenido como
su acción como antagonista opiáceo (Brent, 2011), objetivo compilar los principales hallazgos en
siendo necesarias investigaciones controladas para relación al comportamiento autolesivo en la ado-
clarificar su potencial terapéutico. En conjunto, lescencia. En cuanto a su prevalencia, se sostiene
los hallazgos evidenciados en el tratamiento de ado- que uno de cada diez sujetos comete al menos una
lescentes autolesivos han de ser tomados con pre- autolesión a lo largo de este período vital, prefe-
caución, dadas las limitaciones metodológicas de rentemente a través de cortes en muñecas y ante-
estos diseños experimentales. Por una parte, la va- brazos (De Leo y Heller, 2004; Landstedt y Gi-
lidez interna se halla condicionada por una alta mor- llander, 2011). A nivel funcional, la conducta auto-
talidad experimental, de tal modo que un 40 por lesiva actúa principalmente como mecanismo de
cien de los sujetos que aceptan inicialmente llevar autorregulación emocional (Chapman et al., 2006),
tratamiento ambulatorio lo abandona al cabo de siendo más frecuente en pacientes con bulimia ner-
pocas sesiones (Groholt y Ekeberg, 2009; Ougrin viosa, depresión mayor y/o abuso de sustancias
y Latif, 2011). Por otro lado, solo un 20 por cien (Hawton et al., 2002; Hintikka et al., 2009). Por
de los adolescentes que cometen autolesiones son lo que respecta a los factores de riesgo, las inves-
atendidos en servicios sanitarios o de salud mental, tigaciones clínicas y comunitarias apoyan un mo-
estando limitada la validez externa al presentar estas delo de diátesis-estrés (Wedig y Nock, 2007; Gue-
muestras clínicas un mayor riesgo letal e ideación rry y Prinstein, 2010), interviniendo en dicho con-
suicida (Hawton et al., 2002; Ystgaard et al., texto variables sociodemográficas (sexo femenino),
2003). Por lo que respecta a las intervenciones con caracteriales (baja autoestima), psicopatológicas
“otros significativos”, un programa psicoeducativo (ánimo deprimido) y psisociales (modelado por
con profesores contribuyó a la optimización en el iguales, abusos sexuales, bullying). Por lo que con-
manejo de las crisis autolesivas del alumnado (Ro- cierne al planteamiento de diferentes subtipos, la
binson, Gook, Yuen, McGorry y Yung, 2008). En evidencia empírica apoya distintos perfiles de su-
cuanto a las intervenciones con padres, una terapia jetos con autolesiones, tanto desde un punto de
familiar de base dialéctico-comportamental opti- vista funcional, (ANS versus IS) como topográ-
mizó el clima de alta emoción expresada parento- fico (puntuales versus recurrentes) (Brausch y Gu-
filial (Nixon, McLagan, Landell, Carter y Deshaw, tiérrez, 2010; Muehlenkamp et al., 2011). A ni-
2004). Conviene señalar que estos programas vel evolutivo, diversos estudios longitudinales se-
“piloto” no tienen grupo control comparativo y, ñalan que la mitad de los adolescentes que se
con frecuencia, no toman medidas topográficas de autolesionan entran en una espiral de mayor gra-
la conducta autolesiva, por lo que no puede determi- vedad (potencial letal) y/o cronicidad (recidiva)
narse en última instancia su influencia directa sobre autolesiva (Joiner et al., 2005). Sobre esta cues-
esta psicopatología. tión, cabe resaltar que algunas investigaciones re-
En conclusión, se carece de tratamientos especí- trospectivas sugieren que este grado de psicopato-
ficos que hayan evidenciado una ganancia terapéu- logía en la adolescencia constituye una de las

42 C. Med. Psicosom, Nº 103 - 2012


manifestaciones idiosincrásicas de un desarrollo personal difficulties as risk factors for nonsuici-
insidioso del trastorno límite de la personalidad dal self-injury in adolescent girls. Journal of
(Zanarini, Frankenburg, Ridolfi, Jager-Hyman, He- Abnormal Child Psychology, 39: 389-400.
nnen y Gunderson, 2006). En cuanto al tratamien- 2. Ag l an A, Ke rf o o t M y Pi c k l e s A. (2008).
Pathways from adolescent deliberate self-poiso-
to de las conductas autolesivas en adolescentes, se
ning to early adult outcomes: a six-year follow-
carece de intervenciones psicológicas específicas up. Journal of Child Psychology and Psychiatry,
que hayan evidenciado una ganancia terapéutica adi- 49: 508-515.
cional, en comparación a la psicoterapia de apoyo 3. Ando v er MS, Pepper CM y Gi bb BE. (2007).
(Green et al., 2011; Ougrin et al., 2011). Self-mutilation and coping strategies in a colle-
Por lo que respecta a las limitaciones de los es- ge sample. Suicide and Life-Threatening Beha-
tudios revisados, es preceptivo establecer una defi- vior, 37: 238-243.
nición operativa consensuada en torno a este cons- 4. B j are h e d J y Lun dh LG. (2008). Deliberate
tructo psicopatológico (AD versus ANS), facili- self-harm in 14-year-old adolescents: how fre-
tando de este modo la contrastación de los ha- quent is it, and how is it associated with psycho-
pathology, relationship variables, and styles of
llazgos obtenidos. En cuanto a la funcionalidad de
emotional regulation? Cognitive Behaviour
la conducta autolesiva, sería aconsejable desarrollar Therapy, 37: 26-37.
estudios cualitativos o constructivistas que com- 5. Bo l o g ni ni M, Pl ancherel B, Lag et J, Ste -
plementasen aquellas investigaciones de naturaleza phan P y Hal fo n O. (2003). Adolescents’ self-
cuantitativa. Así mismo, ha de estimularse el uso mutilation: relationship with dependent beha-
de entrevistas diagnósticas semi-estructuradas en vior. Schweizerische Zeitschrift Psychologie,
aquellos adolescentes autolesivos procedentes de 62: 242-249.
muestras comunitarias (versus clínicas), pudiendo 6. Braus ch AM y Guti érrez PM. (2010). Diffe-
precisar, de este modo, la prevalencia de los trastor- rences in non-suicidal self-injury and suicide
nos mentales asociados. En lo referente a los facto- attempts in adolescents. Journal of Youth and
Adolescence, 39: 233-342.
res de riesgo, es necesario diseñar estudios prospec-
7. Brent, DA. (2011). Prevention of self-harm in
tivos para delimitar el papel causal de la conflicti-
adolescents. British Medical Journal, 7: 342-
vidad familiar, el uso de alcohol, la impulsividad y d592.
la disregulación emocional. A nivel interventivo, 8. B re n t DA, Ho l de r D, Ko l k o D, B i rmah e r
deben implementarse ensayos clínicos aleatoriza- B , B aug h e r M, Ro t h C, e t al . (1997). Cli -
dos, con el fin de dilucidar el potencial terapéutico nical psychotherapy trial for adolescent depres-
de los psicofármacos antagonistas opiáceos (Brent, sion comparing cognitive, family, and suppor-
2011). En el plano psicoterapéutico, sería sugeri- tive therapy. Archives of General Psychiatry,
ble aplicar en formato individual las técnicas psi- 54: 877-885.
cológicas adoptadas en los tratamientos grupales, 9. Cawtho rpe D, So mers D, Wi l kes T y Phi l M.
considerando que este último tipo de formato pueda (2003). Behavioral contagion reconsidered: self-
harm among adolescent psychiatric inpatients:
favorecer el modelado de la conducta autolesiva
a five-year study. Canadian Child and Adolescent
(Prinstein et al., 2010). Del mismo modo, han de de- Psychiatry Review, 12: 103-106.
sarrollarse herramientas psicológicas (p.e. técnicas 10. Cerutti R, Manca M, Pres ag hi F y Gratz KL.
motivacionales, plataformas on line, etc.), que op- (2011) Prevalence and clinical correlates of deli-
timicen la incorporación y adherencia terapéutica berate self-harm among a community sample of
de estos pacientes (Mitchell y Ybarra, 2007). Por Italian adolescents. Journal of Adolescence, 34:
último, respecto a la evolución a largo plazo, de- 337-347.
ben llevarse a cabo estudios prospectivos que deter- 11. Chapman AL, Gratz KL y Bro wn MZ. (2006).
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