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En: American
Antiquity, vol. 37, nº 2. pp.156-165. Traducción realizada para uso de la
Cátedra de Ergología y tecnología
Dpto. de Antropología
Universidad de Arizona
Mayo, 1971.
DEFINICIONES PRELIMINARES
Los valores de las variables del subsistema son mantenidas dentro de sus
alcances por el desempeño de las actividades. Una actividad es una
transformación de energía que involucra como mínimo a una fuente de energía
a menudo humana, actuando sobre uno o más elementos materiales próximos,
una actividad puede ser considerada como una transformación pautada de
energía (White, 1959), que sirve para mantener los valores de las variables del
sistema. Una estructura de actividad se define como las actividades
desarrolladas y sus frecuencias de ejecución, en general en relación a un sitio
pero no necesariamente.
EL MODELO
Para los fines analíticos, las actividades en las que un elemento duradero
participa durante su vida, o contexto sistémico, pueden ser ampliamente
divididas en cinco procesos: obtención, manufactura, uso, mantenimiento y
descarte. Como el consumo ocurre sólo una vez durante el contexto sistémico
de un combustible, el proceso de mantenimiento ha sido suprimido. Por
conveniencia, las discusiones que siguen usarán exclusivamente la
terminología del modelo de los elementos duraderos. Sumados a los cinco
procesos básicos del contexto sistémico, para algunos problemas será
necesario considerar el almacenaje y el transporte. El almacenaje y el
transporte son actividades que proveen, respectivamente, un desplazamiento
temporal o espacial de un elemento. El transporte y el almacenaje pueden
darse solos o en combinación entre dos procesos, etapas o actividades de una
etapa.
Quisiera enfatizar que estos modelos sólo son simplificaciones de una realidad
que es inflexiblemente compleja. Probablemente no sean aptos para ordenar
las secuencias de actividades en las que los elementos de todos los sistemas
culturales participan de sus contextos sistémicos. Algunos casos corrientes de
aparente divergencia de los modelos pueden ser registrados. Los elementos
del Comercio son aquellos que no tienen proceso de manufactura en el sistema
receptivo. Algunos elementos no tienen proceso de manufactura en ningún
sistema: la piedra sin modificar usada en la construcción y algunos
instrumentos para la talla por percusión son ejemplos comunes. Algunos ítems
serán descartados sin que se los mantenga, aún habiendo sido
manufacturados. Los ítems defectuosos pueden ser descartados directamente
después de su manufactura. Un elemento que no cumpla un proceso útil, como
una lasca no utilizada, es designado como desecho: esto no implica que tales
ítems estén exentos de información, sino que son un producto no utilizado
remanente de alguna actividad.
Si bien mucho del material residual consiste en aquellos elementos que se han
roto o gastado durante el uso, algunas piezas (ítems) enteras y aparentemente
útiles son hallados a menudo al excavar. Estos materiales presentan problemas
adicionales de explicación. Algunos pueden haber sido depositados
accidentalmente, o su presencia puede reflejar cambios – un elemento se ha
vuelto obsoleto y es descartado. En nuestro propio sistema cultural los
elementos no dañados y potencialmente reutilizables cuyos costos de reciclaje
son más altos que los de reemplazo son descartados. “Sin depósito, sin
devolución”, las botellas son un ejemplo notorio. La presencia de tales ítems en
el registro arqueológico es considerada todavía en los términos del modelo
presentado, pero sus propiedades formales deben ser señaladas en términos
de principios económicos. Estos diversos factores son importantes y
merecedores de una futura investigación, aunque no den debida cuenta del
material “anómalo” restante hallado en el contexto arqueológico.
IMPLICANCIAS ESPACIALES
Ambos se refieren a los elementos que han sido descartados (compárese con
el residuo de facto), pero, en el caso del residuo secundario, la ubicación del
descarte final no es la misma que la del de uso. El residuo primario es el
material descartado en su ubicación de uso (figura 3).
Creo que el problema general de la disposición del residuo puede ser visto
como el balance entre dos grupos principales de variables. Las soluciones
particulares a las que llegan los ocupantes para manipular los productos de la
ejecución de una actividad considerarán la facilidad del desplazamiento de la o
las actividades, contra la facilidad del desplazamiento del residuo.
Permítasenos suponer que hay un sitio en el que sólo una actividad es llevada
a cabo por una persona, durante breves períodos del año. En este caso, uno
podría esperar pocas alternativas que favorezcan el desarrollo de una
localización separada para el descarte final de los elementos utilizados en esa
actividad. Permítasenos, entonces, aumentar la población del sitio a un poblado
pequeño, y aumentar la intensidad de la ocupación a un año completo. En este
caso, uno podría contar con factores tales como la actividad, saneamiento o
limpieza y la competencia entre los espacios insuficientes de actividad para
privilegiar el transporte, por lo menos de los materiales y su descarte a otra
localización. Las ciudades modernas preveen un ejemplo extremo, como
sabemos hoy en día, donde generalmente ningún elemento es descartado en
su lugar de uso dentro del sitio; consecuentemente, la mayor parte del material
del contexto arqueológico es residuo secundario.
Fig. 3 – Modelo fluido simplificado para explicar las diferencias entre residuo
primario, secundario y de facto.
CONCLUSION
Los arqueólogos han ido desde el extremo de ver un sitio como una
acumulación de residuos indiferenciada espacialmente y en cuanto al
comportamiento, al otro extremo de ver que los restos, en general, reflejan las
localizaciones de uso en las actividades del pasado. En este punto, parece que
ningún extremo represente generalmente al caso real. Ciertamente, si bien
todos los restos que quedan en un sitio son residuos cuando se descubren en
el contexto arqueológico, cuando son vistos a través del modelo e hipótesis
presentado aquí (e implícitamente usado por muchos investigadores) son
potencialmente mucho más. A fin de desarrollar este potencial, tendremos que
relacionar el material del contexto arqueológico con hipótesis de
comportamiento y organización acerca de los elementos del contexto sistémico.
Sugiero que esta relación es el problema central de la inferencia arqueológica
(ver Binford 1968b para proposiciones similares). Una vez que se posean
proposiciones altamente probables sobre las estructuras de actividad, las
hipótesis que consideran la composición de los grupos de tareas, los medios de
aprovisionamiento, y cómo éstos están estructurados dentro de la organización
total del sistema, y especialmente cómo estas organizaciones cambian, serán
pasibles de una formulación precisa y una comprobación arqueológica. Sin que
uno empiece en el nivel del material del contexto arqueológico, o con modelos
sobre la organización del sistema y del cambio, la forma de la inferencia final o
modelo examinado será similar: los estudios sobre la organización en el
pasado u otras propiedades sistémicas son relacionados a través de
argumentos relevantes (Binford 1968b; Fritz 1968; Schiffer 1970) con la
estructura de la actividad. La estructura de la actividad es a su vez relacionada
con los data del contexto arqueológico mediante conceptos del proceso de
formación.
La construcción y uso de los conceptos del proceso de formación a lo largo de
las líneas bosquejadas más arriba permitirá la justificación rigurosa de nuestras
inferencias. Sin una base de leyes explícitas, lógicamente relacionadas, sobre
los procesos de formación del registro arqueológico, las discusiones sobre la
validez de una inferencia, o cualquier uso de los data del registro, sólo pueden
enfocar epifenómenos o argumentos ad hominem (Binford 1968a). Desearía
que estas primeras aproximaciones a la formación explícita de los conceptos
del proceso presentadas aquí pudieran estimular una vuelta de críticas
vigorosas destinadas a mejorar las herramientas conceptuales con las que
manipulamos los restos de sistemas culturales del pasado. En tanto se
desarrollen modelos más sofisticados y comprensivos, se ganará la confianza
en los usos que demos a los data del registro arqueológico.
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