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ACERCA DE LO VISUAL

(PRIMERA APROXIMACIÓN)

Eduardo Andrés Dayen

8 de abril de l994
C.C.M.W.
Preguntar cual es el significado es pregun-
tar por lo indecible. No obstante, la fe en el
significado promete una cosa, y es que és-
te, necesariamente, ha de poderse compar-
tir.

John Berger (1985)

Considera el hecho como lo haría un niño


pequeño, y prepárate a renunciar a toda
idea preconcebida, sigue humildemente
cualquier abismo que encuentres y en el
momento en que lo encuentres, porque la
naturaleza conduce al abismo. Si no lo ha-
ces no aprenderás nada.

Thomas H. Huxley (1860)

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ÍNDICE

LO VISUAL DESDE LA OFTALMOLOGÍA 4


EMBRIOLOGÍA 4
ANATOMÍA 4
IRRIGACIÓN SANGUÍNEA 8
NEUROLOGÍA DE LA VISIÓN 9
FISIOLOGÍA DE LA VISIÓN 9
LO VISUAL DESDE EL PSICOANÁLISIS 11
ACERCA DE LA PERCEPCIÓN 13
LA PERCEPCIÓN 13
PERCIBIR ES INTERPRETAR Y SIMBOLIZAR 15
RECIBIR, PERCIBIR Y CONCEBIR 16
LA CAPACIDAD DE INFORMACIÓN 17
CAPACIDAD DE INFORMACIÓN Y SENSATEZ 20
LOS LÍMITES 22
EL SENTIMIENTO DE CONFUSIÓN 26
ACERCA DE LO VISUAL 29
LA IMAGINACIÓN 30
LA VISTA Y LAS BROMAS 35
¿POR QUÉ UN TRASTORNO DE LA IMAGINACIÓN? 36
LA AGUDEZA VISUAL Y LA PERSPICACIA 38
EL AFECTO COMPROMETIDO EN LOS TRASTORNOS DE 39
LA VISIÓN
RESUMEN 42
BIBLIOGRAFÍA 47

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LO VISUAL DESDE LA OFTALMOLOGÍA

La función básica del ojo es la información. La experiencia visual comienza cuando la luz provoca
cambios fisiológicos en el ojo. La elaboración de la información presente en estos cambios de-
pende de las experiencias visuales anteriores y conforma una percepción visual del fenómeno fí-
sico responsable de tales cambios.

EMBRIOLOGÍA

El sistema nervioso central se desarrolla a partir de la hendidura neural. Cuando esta hendi dura
se invagina, conforma el tubo neural que recorre longitudinalmente el dorso del embrión. A los la-
dos de la porción anterior de dicha estructura, aparecen dos engrosamientos, las placodas ópti-
cas, que crecen hacia la superficie formando las vesículas ópticas primarias. Los ojos se originan
a partir de estos divertículos, a los lados del cerebro anterior, y de las estructuras mesodérmicas y
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ectodérmicas que están en contacto con ellos .

ANATOMÍA

La pared del globo ocular es una membrana de sostén muy poco elástica. La parte anterior, la
córnea, es transparente mientras que el resto, la esclerótica, es opaca. La esclerótica está cubier-
ta en su cara anterior por la conjuntiva, una membrana mucosa que, cuando se separa de la escle-
rótica, se refleja hacia los párpados.

1- El siguiente apartado es un resumen de conceptos extraídos de "Enfermedades de los ojos, de


Parsons" (MILLER, S.J.H., 1990), de "Fundamentos científicos de Oftalmología" (Perkins y Hill,
1981) y de "El hombre, animal óptico" (CUATRECASAS, J., 1962).
2- El aparato ocular termina de organizarse después del quinto mes de vida intrauterina. Durante
el sexto y séptimo mes se perfecciona la diferenciación de algunos elementos neurooculares, co-
mo los del bulbo del ojo, la movilidad extrínseca del globo y la conexión funcional del nervio óptico
con los centros encefálicos. En el recién nacido, la mielinización del nervio óptico no está termina-
da y se completa durante la vida postnatal. La excitación luminosa, por estímulo específico, la ace-
lera.

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La córnea tiene tres funciones: 1) proteger y mantener el contenido ocular, función que comparte
con la esclerótica y que requiere una considerable resistencia, 2) permitir el pasaje de la luz, para
lo cual precisa un alto grado de transparencia y 3) refractar la luz de manera regular y con gran
valor dióptrico, lo cual depende de la constancia de su forma y la lisura de su superficie.

La primera y la tercera función son pasivas mientras que la segunda, la transparencia, depende
del metabolismo corneal. La córnea tiene que trabajar para permanecer transparente.

La córnea tiene tres estratos: 1) el epitelio, 2) el estroma y 3) la membrana de Descement con su


endotelio.

El epitelio corneal es una continuación de la conjuntiva, en tanto que el estroma es una extensión
hacia el frente de la esclerótica y se compone de fibrillas delgadas de colágena que, dispuestas
de manera regular, forman haces y le dan un aspecto laminar. Las fibrillas son equidistantes entre
sí y se disponen en filas escalonadas.

La transparencia de la córnea depende de la regularidad de los componentes del estroma. La teo-


ría de la celosía propone que las fibrillas tienen un diámetro regular y se disponen como en un
enrejado. El espacio entre las fibrillas es menor que la longitud de onda de la luz, de modo que las
filas de fibras funcionan como una rejilla difractora que obstaculiza el trayecto de los rayos disper-
sos.

La membrana de Descement es elástica y delgada. Su cara posterior está cubierta por un endote-
lio que regula la hidratación corneal. El número de células endoteliales disminuye con el enveje-
cimiento y las que restan se ensanchan para compensar la pérdida.

La inervación de la córnea deriva del trigémino. No tiene vasos sanguíneos, excepto por arcadas
diminutas en el limbo, de modo que su nutrición depende de los líquidos tisulares que difunden
desde los vasos periféricos.

Revistiendo la cara interna de la esclerótica existen dos estructuras: el tracto uveal, muy vasculari-
zado, que se encarga de la nutrición del ojo y, por dentro de éste, la retina, que se ocupa de reci-
bir y transformar los estímulos luminosos.

El tracto uveal consta de tres partes: la coroides y el cuerpo ciliar, las dos posteriores, revisten la
esclerótica mientras que la anterior forma un diafragma circular libre, el iris. El plano de este dia-

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fragma es casi coronal y su abertura es la pupila. Atrás de ésta y en contacto con el margen pupi-
lar, se localiza el cristalino.

La cámara anterior es un espacio lleno de líquido, el humor acuoso. Limita por delante con la cór -
nea y por detrás con el iris y con la cara anterior del cristalino que se expone por la pupila. Su re -
ceso periférico se conoce como ángulo de la cámara anterior, donde se encuentra el conducto de
Schlemm, un seno venoso circular que tiene mucha importancia en el drenaje del humor acuoso.

El estroma del iris está formado por células de tejido conectivo con pigmento, salvo en los iris azu-
les en los que el tejido carece de pigmento. La cara posterior del estroma está cubierta por dos
capas de epitelio que derivan de la retina. A partir de la primera se desarrollan dos músculos lisos
que controlan los movimientos pupilares: el esfínter pupilar, un haz circular dispuesto alrededor
del margen pupilar, y el dilatador de la pupila, que se encuentra cerca de la raíz del iris y tiene
sentido radial. La razón de ser de la pupila es la protección del ojo de un exceso de iluminación. El
reflejo fotomotor a la luz (contracción de la pupila) puede presentarse por simple evocación men-
tal, lo mismo que el reflejo iridodilatador.

La masa principal del cuerpo ciliar se compone de las fibras musculares lisas que conforman el
músculo ciliar. La mayor parte del músculo está formado por fibras meridionales que se insertan
de manera difusa en la supracoroides.

El cuerpo ciliar se extiende hacia atrás hasta la ora serrata, punto en el cual la retina comienza de
manera abrupta. La transición de cuerpo ciliar a coroides, por su parte, es gradual, aunque de
manera convencional se acepta que la ora serrata es el límite entre las dos estructuras.

La coroides es una membrana con una gran cantidad de vasos que en toda su extensión está en
contacto con la esclerótica, aunque no se adhiere a ella de manera firme, de modo que existe un
espacio virtual entre ambas, el espacio supracoroideo.

La retina reviste a la coroides y se compone de varias capas que se forman a partir de tres estra-
tos celulares y sus sinapsis: las células visuales (externas), las células bipolares (intermedias) y
las células ganglionares (internas), cuyos axones penetran en el sistema nervioso central.

En un nivel más externo, en contacto con el epitelio pigmentario, existe un epitelio neural con bas-
tones y conos que son los órganos visuales finales. La microanatomía de estas células revela una
región transductiva (segmento externo), una que se ocupa de conservar la homeostasia celular

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(segmento interno), una zona nuclear (capa nuclear externa) y una transmisiva (el estrato plexi-
forme externo o sináptico).

Si los segmentos externos de los bastones se cortan en forma paralela a su eje longitudinal y se
observan al microscopio electrónico, puede verse una membrana celular que encierra una pila de
sistemas de membrana. Los discos de los bastones de muchas especies se renuevan de manera
continua durante toda la vida: se forman nuevos discos en el segmento interno y se desplazan en
forma gradual hacia el epitelio pigmentario. Los discos de los bastones tienen una vida limitada y,
a medida que pasa el tiempo, se van perdiendo hacia el epitelio pigmentario.

Las inclusiones más llamativas del epitelio pigmentario son los gránulos de melanina. La mayor
parte de la luz que impresiona a la retina y no es absorbida por los fotopigmentos en los segmen-
tos externos de los receptores será captada por estos gránulos.

De afuera hacia adentro, al epitelio pigmentario lo sigue la capa nuclear externa (los núcleos de
los bastones y conos), la capa plexiforme externa, que contiene las sinapsis, la nuclear interna
(núcleos de células bipolares), la plexiforme interna (también de sinapsis), la de células ganglio-
nares y, al final, la más interna, la capa de fibras nerviosas que se compone de los axones de las
células ganglionares que corren por la parte central del nervio óptico. Estos constituyentes nervio-
sos especiales se unen por medio de neuroglia; de ésta, las células verticales más desarrolladas
se llaman células de Müller que además de actuar como una red de sostén, tienen función nutri -
tiva. La estructura retiniana se completa con dos membranas limitantes, la externa está perforada
por los conos y bastones y la interna separa a la retina del vítreo.

En el polo posterior del ojo se encuentra un punto diferenciado especial, la fóvea central, depre-
sión en la que la capa neuroendotelial sólo tiene conos porque los otros estratos están casi au-
sentes. La fóvea es la parte más sensible de la retina. Está rodeada por una pequeña área llama-
da mácula lútea que no es tan sensible como la fóvea pero más que el resto de la retina.

Los movimientos conjugados oculares están destinados a mantener las fóveas de ambos ojos en
el objeto que interesa. De esta manera uno de los papeles más importantes del aparato motor ocu-
lar es el sistema de estabilización visual. Si un objeto en la periferia del campo nos llama la aten-
ción, un rápido movimiento conjugado de los ojos toma la fijación (sistema sacádico) y ésta es
mantenida (sistema lento de persecución) a pesar de los movimientos de la cabeza, cuerpo o me-
dio ambiente (sistema oculovestibular).

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El cristalino es una masa biconvexa que se desarrolla a partir de una invaginación del epiblasto
epidérmico del embrión, de tal forma que el epitelio, que en un principio se encontraba en la su-
perficie, queda más tarde en el centro del cristalino mientras las células periféricas conforman la
capa basal de la epidermis. Conforme las células basales proliferan, el cristalino crece y las célu-
las superficiales más antiguas se descaman. Pero como las células epiteliales no se pueden de-
sechar, se esclerosan y se aglomeran en el centro. Las células nuevas se alargan y forman las fi-
bras que, creciendo desde direcciones opuestas, se juntan en las suturas.

El cristalino está rodeado por una membrana hialina, la cápsula del cristalino, que es más gruesa
en la cara anterior.

Durante la etapa fetal, el cristalino es casi esférico. Luego del nacimiento, se aplana de manera
gradual hasta asumir una forma biconvexa.

La función primordial del cristalino es la de focalizar la luz en la retina, y para realizarla necesita
mantener constantemente su forma y su transparencia. El ligamento suspensorio lo mantiene en
su sitio.

El cristalino humano adulto es blando. La necesidad de esta consistencia se explica fácilmente por
el hecho de que debe alterar su forma para poder focalizar la luz.

Existe un ángulo entre la parte posterior del iris y la anterior del cristalino. Se trata de la cámara
posterior y contiene humor acuoso. Atrás del cristalino se encuentra la cámara vítrea que contiene
humor vítreo.

Por delante, el cuerpo vítreo se une a la cara posterior del cristalino por medio del ligamento de
Wieger. A la altura de la ora serrata, la corteza vítrea se adhiere de manera firme a la retina y a la
pars plana. Esta unión es conocida como la base vítrea. Por atrás, este gel se fija al borde de la
papila óptica y de la mácula formando un anillo alrededor de cada una de ellas.

IRRIGACIÓN SANGUÍNEA

En el hombre, todas las arterias del ojo derivan de la arteria oftálmica, rama de la carótida interna.
De la arteria oftálmica emergen dos ramas en la parte profunda de la órbita que avanzan hacia el
globo y se ramifican hasta formar 10 o 20 arterias ciliares posteriores cortas y 2 largas. Estas atra-

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viesan la esclerótica alrededor del nervio óptico y se ramifican para formar las arterias coroideas
que constituirán la red coriocapilar.

La mayor parte de la sangre pasa a los senos cavernosos por medio de las venas oftálmicas, las
cuales se anastomosan en la órbita de manera amplia. La vena oftálmica superior se comunica
con la vena angular en la raíz de la nariz y la inferior con el plexo pterigoideo.

NEUROLOGÍA DE LA VISIÓN

Las vías ópticas constituyen un sistema de fibras y de formaciones nucleares que transmiten los
mensajes desde el globo ocular hasta la corteza occipital. En realidad, las vías ópticas forman par-
te del cerebro ya que la retina es un verdadero lóbulo cerebral, y el llamado nervio óptico (que
conserva tal denominación por razones didácticas de la anatomía descriptiva) es una formación
alargada de dicho lóbulo, derivado de la vesícula ocular aparecida en la primitiva vesícula cerebral
diencefálica.

En las vías aferentes visuales, el órgano terminal es el epitelio neural de los bastones y de los co-
nos. La neurona de primer orden es la célula bipolar de la capa nuclear interna de la retina, cuyo
axón está en el estrato plexiforme interno. Las neuronas de segundo orden son las células gan-
glionares de la retina, cuyas prolongaciones pasan por la capa de fibras nerviosas y de ahí al ner-
vio óptico hacia el cuerpo geniculado lateral. En este sitio, la neurona de tercer orden toma la
transmisión del impulso, viaja por las radiaciones ópticas hasta el centro visual en la corteza occi-
pital.

FISIOLOGÍA DE LA VISIÓN

Cuando la luz impresiona la retina, actúa como estímulo para conos y bastones que funcionan
como terminales nerviosas sensoriales. La luz despierta respuestas fotoquímicas y eléctricas.

Los cambios fotoquímicos comprometen a los pigmentos de conos y bastones. El pigmento que
más se ha estudiado es la rodopsina (púrpura visual), que se encuentra en los bastones. Se trata
de una cromoproteína cuyas moléculas tienen un cromóforo. Cuando el cromóforo se expone a la
luz se va descomponiendo en varios intermediarios hasta llegar a la vitamina A, que es incolora.
Esta reacción fotoquímica es la que inicia el fenómeno visual y produce cambios en el potencial
eléctrico que se transmite a través de las células bipolares hacia las ganglionares y de ahí, por las
fibras del nervio óptico, hasta el cerebro. Aún no se ha puesto en claro la naturaleza de los pig-

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mentos de los conos, pero parece que cada uno reacciona de manera preferente a distintas ban-
das de longitud de onda en el espectro, bandas que se perciben como rojo, verde y azul.

Los bastones son mucho más sensibles a la luz tenue que los conos, por eso, en la penumbra, se
ve gracias a la acción de los primeros (visión escotópica). Los conos entran en función con la luz
brillante (visión fotópica).

El grado de agudeza visual está determinado por la capacidad para distinguir las formas de los ob-
jetos, por la mayor acuidad que es posible alcanzar. El grado de agudeza visual se determina so-
bre la visión central, o sea sobre las imágenes que se forman a partir de los estímulos que im-
presionan la fóvea.

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LO VISUAL DESDE EL PSICOANÁLISIS
Lo que sigue es parte de un conjunto de notas con las que estoy tra-
bajando impulsado por el propósito de llegar a comprender, en algún
momento, el significado de los distintos trastornos de la visión. Se trata
de un esquema, bastante descarnado, que quiero discutir con ustedes
porque creo que podría servir como base de un posterior coronamiento
de la investigación.

Cuatrecasas (1962 ) subraya que "es un hecho reconocido tanto por el


estudio de la psicofisiología sensorial como por la observación común,
que la vista constituye el más importante de los sentidos y el que influ-
ye poderosamente en la modelación de las formas de la vida de la
humanidad". Más allá de relativizar la idea de que la visión es el senti-
do más importante, no podemos dejar de reconocer la preponderancia
que tiene la función visual en la organización del conocimiento.

Los ojos, dado que tienen una participación privilegiada en el ejercicio


de la función visual, suelen arrogarse la representación de la función
completa. Más aún, frecuentemente los ojos y la vista se arrogan la re-
presentación de la percepción en general, de la percepción en el sen-
tido del "conocimiento de la realidad" (CHIOZZA, L., BUSCH, CORNI-
GLIO y FUNOSAS, 1993). Así es que al trazar el esquema del aparato
psíquico fetal, o el de los remanentes fetales del adulto, al aspecto del
yo que incorpora las impresiones se lo denominó polo visual-ideal
(CHIOZZA, L., 1963). Chiozza explica que cuando ocurre la concep-
ción, el nuevo organismo contiene una especie de "plano" de aquello
que deberá llegar a ser, un plano que es una imagen, una idea, una
configuración, un molde, un estímulo, una forma sin tamaño y sin sus-
tancia. Posee además una cierta capacidad para adquirir esa forma
mediante el crecimiento y dispone de la posibilidad de dejarse impre-

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sionar por nuevas formas que, desde su intimidad o desde el exterior,
lo van con-formando y a las cuales él mismo, como organismo, les va
dando realidad material.

Chiozza interpreta que esa capacidad de incorporar formas coincide


con lo descrito como una incorporación que ha dado en llamarse "vi-
sual" porque la idea, la forma, adquiere representación psicológica
como imagen visual (CHIOZZA, L., 1963).

Esto explica que, tanto en el mundo científico como en el artístico o en


nuestras más simples expresiones cotidianas, frecuentemente la per-
cepción aparece representada por lo visual, los sentidos, por la vista y
el conocimiento, por la visión. Sin embargo, a la hora de encarar la in-
vestigación de las fantasías inconcientes específicas, se hace im-
prescindible distinguir claramente lo concerniente al significado de los
órganos de los sentidos de lo que corresponde a la significación de los
ojos. Obviamente, los ojos comparten con el resto de los órganos de
los sentidos una misma fantasía, una fantasía a la que podríamos de-
nominar "lo sensorial", pero podemos presuponer la existencia de "lo
visual", el significado inconciente específico del aparato visual, aparato
del que, por otra parte, los ojos se arrogan la representación.

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ACERCA DE LA PERCEPCIÓN

1) LA PERCEPCIÓN

Para la Metapsicología, la conciencia, función del sistema percepción-


conciencia, en sentido descriptivo, es la cualidad momentánea que ca-
racteriza las percepciones.

Desde el punto de vista tópico, el sistema percepción-conciencia está


en la periferia del aparato psíquico, recibiendo, a la vez, las informa-
ciones del mundo exterior y las del mundo interior3. Desde el punto de
vista funcional, el sistema percepción-conciencia difiere de los siste-
mas de huellas mnémicas en que no registra ninguna huella duradera
de las excitaciones. Desde el punto de vista económico, dispone de
energía libremente móvil, la atención.

Freud asimila la conciencia a la percepción, cuya esencia es la capa-


cidad de recibir las cualidades sensibles y, por otra parte, atribuye la
función de percepción-conciencia a un sistema (el sistema W) cuyos
principios de funcionamiento son puramente cuantitativos. De este
modo traza dos descripciones que parecen contradictorias si no en-
tendemos que se trata de distintas perspectivas que generan dos mo-
dos de describir un fenómeno que, en sí mismo, es único.

En el funcionamiento del sistema percepción-conciencia, Freud le ad-


judica prioridad a la percepción del mundo exterior: "El devenir-con-
ciente se anuda, sobre todo, a las percepciones que nuestros órganos
sensoriales obtienen del mundo exterior" (FREUD, S., 1940). Sitúa la
conciencia en la periferia, entre el mundo exterior y los sistemas mné-

3- Las informaciones del llamado mundo interior corresponden a las sensaciones pertenecientes
a la serie placer-displacer y a las reviviscencias mnémicas.

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micos: "...nuestro aparato de percepción consta de dos estratos: una
protección antiestímulo externa, destinada a rebajar la magnitud de
las excitaciones advinientes y, bajo ella, la superficie receptora de
estímulos, el sistema P-Cc" (FREUD, S., 1925). Al yo, mientras tanto,
le asigna la misma situación periférica. En "El yo y el ello" (1923), con-
sidera que "...el yo es la parte del ello alterada por la influencia directa
del mundo exterior, con mediación de P-Cc: por así decir, es una conti-
nuación de la diferenciación de superficies".

Con respecto a la atención, Freud (1895) dice que su energía proviene


del yo y se orienta por las señales cualitativas proporcionadas por la
conciencia. Sostiene que mientras del estado de deseo nace una
atracción hacia el objeto deseado, de la vivencia de dolor resulta una
repulsión a la imagen mnémica hostil. Estas son la atracción de deseo
primaria y la defensa primaria. La atracción de deseo primaria es, en-
tonces, la atención mientras que la defensa primaria es la represión4.

4- Al reunir estas ideas con las descripciones que nos brinda la Oftalmología, parece que algunas
estructuras que describe una disciplina se corresponden específicamente con sistemas que des-
cribe la otra. Por ejemplo, si consideramos que lo visual se arroga la representación de la per-
cepción en general, bien podría concebirse a la retina como al representante de la superficie
receptora de estímulos, lo que, desde el punto de vista del Psicoanálisis, sería el sistema per-
cepción-conciencia, el núcleo del yo. Es decir que la retina representaría el aspecto visual del
sistema percepción-conciencia que se arrogaría la representación del sistema completo. Del
mismo modo, los párpados podrían atribuirse la representación de la protección antiestímulo ex-
terna. Al respecto, Chiozza (1963) dice que “en las formas biológicas superiores podemos supo-
ner que la sustancia pre-dispuesta para el catabolismo implícito en la percepción está claramente
delimitada formando los órganos sensoriales y sus equivalentes internos. Cuando un estímulo de
intensidad excesiva, o la reiteración continuada de estímulos de intensidad normal, carga hasta
una cierta cuota esta parte pre-dispuesta del aparato psíquico, ocurre un bloqueo defensivo nor-
mal y parcial durante el cual se re-constituye este aparato sensorial, aprovechando aportes mate-
riales que ¨ligan¨ la excitación en un proceso anabólico. Este bloqueo o impermeabilización, que
equivale a lo afirmado por Freud en su concepto del aparato protector de estímulos, puede ser
simplemente negación”. En realidad , aclara, “se trataría en este caso de un fenómeno similar a la
oclusión del párpado o al cese de contacto, mientras que el término negación despierta la idea
de habérsele agregado un ¨no¨ a algo que ya ¨entró¨”.
También podríamos desprender la conclusión de que la fóvea, el punto de la retina que "busca" el
objeto que interesa y "escapa" del que repugna, representa la atención o el aspecto visual de la
atención que se arroga la representación completa de ella. Aldous Huxley (1986) dedica un
libro a tratar el tema de la importancia de la movilidad de la atención. Sostiene que si la atención
se limita a una tarea insuficientemente motivada, la actividad vital disminuye. Por lo que se refiere
a la visión, continúa diciendo, "el movimiento continuo de la atención de una parte a otra del objeto

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2) PERCIBIR ES INTERPRETAR Y SIMBOLIZAR

Si nos preguntáramos por qué percibimos podríamos encontrar una


primer respuesta en Ortega y Gasset (1946). Mientras "creencia" es
aquello con que contamos, "idea" es lo que elaboramos en vista de
una falla en nuestras creencias que despierta la duda. Percibimos para
conocer, y conocemos para salir de la duda y llegar a estar en lo cierto.

Aunque tal vez no sea necesario, subrayemos, de todos modos, que


una falla en nuestras creencias es, en realidad, una contrariedad en
nuestro vínculo con las cosas. La disconformidad con la circunstancia
es la que nos mueve a buscar la información necesaria para conformar
un nuevo precepto5 que reemplace al anacrónico y nos devuelva la
conformidad que experimentamos como certeza.

Percibimos para conocer y, al iniciar la labor de conocer, partimos en


busca de algo. Pero buscar es una extraña operación: vamos por algo
que en cierto modo ya tenemos. El conocimiento antes de empezar es
ya una opinión determinada sobre las cosas (ORTEGA, 1946).

En el mismo sentido, Chiozza (1980) afirma que toda percepción movi-


liza una investidura, compromete un recuerdo que lleva implícito un
concepto, y transfiere una forma significativa. De ese modo, toda
percepción es una interpretación y aunque percepción y recuerdo se

inspeccionado se acompaña normalmente del movimiento correspondiente del aparato físico de la


sensación. La razón es simple. Las imágenes más claras se recogen en la zona macular del cen-
tro de la retina, y particularmente en la diminuta fóvea centralis ... Para ser eficaz, la atención de-
be estar continuamente en movimiento, y ... debido a la existencia de la fóvea centralis, los ojos
deben desplazarse continuamente lo mismo que la atención" (HUXLEY, A., 1986). Debido a lo ex-
tenso de este trabajo, postergo el tratamiento del tema de la atención y su vinculación con el mal
funcionamiento del aparato visual, el de la retina como representante del sistema percepción-
conciencia, y el de los párpados como representantes de la protección antiestímulo, hasta la oca-
sión de una nueva presentación.
5- La palabra "precepto", del latín praeceptus, participio de praecípere, deriva de cápere, "coger",
y significa "disposición, mandato o regla relativos a la conducta" (MOLINER, 1986). En este con-
texto, utilizaré el término "precepto" como sinónimo del concepto de "creencia" que describe Orte-
ga.

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excluyen mutuamente de la conciencia, cada uno de ellos lleva implí-
cito al otro de manera inconciente.

Pero además, agrega, así como la emergencia de un recuerdo es


siempre desencadenada por una percepción presente, a veces incon-
ciente, toda percepción presente se construye con la colaboración de
un recuerdo casi siempre inconciente. De modo que, "percibir no es,
pues, solamente interpretar, percibir es, además, simbolizar" (CHIO-
ZZA, L., BUSCH, CORNIGLIO y FUNOSAS, 1993).

3) RECIBIR, PERCIBIR Y CONCEBIR

La etimología (COROMINAS, 1961) de las palabras "recibir", "perci-


bir" y "concebir" muestra que todas ellas (lo mismo que "precepto")
derivan del latín capere6, "coger". Se trata de una misma palabra que,
con el agregado de prefijos diferentes, conforma tres expresiones dis-
tintas.

La palabra "coger" tiene veintisiete acepciones, todas ellas con mu-


chísimos matices, pero que, en general, aluden a "captar" (en el senti-
do de entender, aprender un significado), "tomar" (en el sentido de
comprometerse, emprender o en el de cubrir el macho a la hembra) y
"adquirir". Todos términos que parecen remitir a las ideas de introyec-
ción y de identificación (MOLINER, 1986).

Por otra parte, Re- es un prefijo que expresa fundamentalmente repe-


tición7, Per- refuerza el significado de los términos a los que se une y
Con- significa participación o cooperación.

6- María Moliner (1986) señala que del término latino capere deriva la raíz cap- (que comparten
palabras como caber, captar, capaz) y cept- (que participa en vocablos como concebir, concepto,
aceptar, recibir, precepto y percibir).
7- Al respecto, Chiozza y colab. (CHIOZZA, L., BALDINO, G., GRUS, L. y SCHUPACK, 1991)
piensan que "el prefijo 're' (onomatopéyicamente 'rrrr...') tal vez se vincule con los sentimientos de
rabia que acompañan a la frustación actual. Esta rabia-frustación no puede ser apagada hasta re-
cuperar los actos psíquicos 'originales', como descarga en la acción, en la presentación y en el
sentimiento".

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Sintetizando, creo que las palabras "recibir", "percibir" y "concebir" (lo
mismo que, por ejemplo, incorporación, digestión y asimilación o que
introyección, pseudoidentificación e identificación) aluden a las distin-
tas "etapas" de un proceso que 1) comienza cuando se vuelve a vivir
la eterna experiencia de sentir la impresión de un estímulo, 2) se con-
tinúa con el otorgamiento de una importancia que, al enfatizar, separa
del universo una forma que informa y 3) culmina en un acto creativo
que permite la adquisición de una nueva conformación. Percibir es,
entonces, algo más que recibir un estímulo. Requiere de una "pequeña
cuota" de resignación y esfuerzo, de una "pequeña cuota" de eso que
conocemos como proceso "hepático" de materialización. Digo "peque-
ña" para señalar una diferencia de requerimientos con la "etapa" que
media entre percepción y concepción.

En el dicho "para ver no basta con mirar" podemos encontrar una alu-
sión a la fase que señalamos entre recibir y percibir, momento que, si
bien habitualmente no es necesario discriminar en el esquema del
proceso de materialización8 que utilizamos, ahora se nos hace nece-
sario precisar.

Parafraseando al giro lingüístico podríamos decir que "para percibir no


basta con recibir", sino que se precisan la resignación y el esfuerzo
necesarios para interpretar.

Enseguida volveré sobre la cuestión de que percibir requiere de una


"pequeña cuota" de eso que conocemos como proceso "hepático" de
materialización.

8- Recordemos que en "Psicoanálisis de los trastornos hepáticos", Chiozza (1963) sostiene que
nos identificamos conformándonos a imagen y semejanza del estímulo que nos impacta.
Afirma que si un estímulo puede ser asimilado y materializado en el yo -o en un objeto externo
en el caso de la sublimación-, provoca un crecimiento o un desarrollo que equivale al resul-
tado de una fecundación creadora. Para que esto ocurra es necesario que el yo disponga de su-
ficiente capacidad hepática y de una relación adecuada con el objeto externo o de una reserva in-
terior suficiente para proveer a ese yo de lo imprescindible para ligar la energía de la idea y con-
servar o reproducir, interna o externamente, su forma, integrando con ellas las anteriores formas
del yo.

17
4) LA CAPACIDAD DE INFORMACIÓN

La Oftalmología sostiene que la función básica del ojo es la infor-


mación. Como sabemos, los estímulos9 luminosos producen en el ojo
alteraciones fisiológicas. Dichas alteraciones son, al mismo tiempo,
datos10 que configuran la información visual. Pero, el resto de los órga-
nos de los sentidos funcionan de la misma manera, recibiendo estímu-
los que son datos que configuran la información específica de cada
uno de ellos. De modo que la información no sería la función básica
del ojo sino la de los órganos de los sentidos en general.

"Información" (MOLINER, 1986) quiere decir "acción de informar" y


también dato o conjunto de ellos. "Informar" es "dar forma a una cosa"
y, además, "dar a alguien datos sobre cierta cosa". El diccionario agre-
ga que "inform-" es el principio de palabras relacionadas con "forma", a
la que se añade los significados del prefijo "in", en el sentido de 1)
"privar", como en "informal" e "informe" (sin forma), y de 2) "dar" o
"comunicar", como en "informar". De modo que el término "informe"
designa tanto a lo que carece de forma como al conjunto de datos que
comunica la forma.

"Forma", por su parte, significa "figura", "manera de estar distribuida la


materia de un cuerpo por la cual se pueden distinguir unos de otros
por la vista o el tacto". También es un "concepto contrapuesto a 'mate-
ria', que representa al elemento que completa o determina a ésta para
constituir el ser".

9- Se llama estímulo a cualquier agente o variación en el medio ambiente que provoca una reac-
ción en un organismo (MOLINER, 1986).
10- "Dato", "lo dado", "es la noticia de un detalle o circunstancia que sirve para ayudar a formar
idea de un asunto" (MOLINER, 1986). El dato parece relacionarse con la llamada percepción ex-
terna, mientras que la invención parece vincularse a la denominada percepción interna. Para Co-
rominas, "invención", deriva de invenire, "hallar", que a su vez deriva de venire, "ven", "ir". M. Moli-
ner (1986) dice que "inventar" significa "descubrir, Idear. Encontrar la manera de hacer una cosa
nueva, desconocida antes, o una nueva manera de hacer algo. Imaginar". "Inventado" es lo "no
real". Así vistas las cosas, podría pensarse que "dato" e "invención" son dos manifestaciones que
se ocultan mutuamente a la conciencia.

18
De modo que "forma" es significación, sentido, mientras que "informa-
ción" es tanto la acción de dar o de recibir los datos que comunican
esa significación, como el conjunto de ellos. "Información" es enton-
ces, también, significado.

Me parece que en este punto se puede proponer una primera hipótesis


que nos permitiría un desarrollo interesante. Los órganos de los sen-
tidos se prestan para representar la posibilidad yoica de dejarse
impresionar por formas. La existencia física de los órganos de los
sentidos que reciben estímulos del entorno, y la existencia histórica de
un aspecto yoico que incorpora formas, nos permitirían pensar en una
misma fantasía inconciente, una fantasía de "información" que impli-
ca, a su vez, una "capacidad de información". Se trataría de una
misma "capacidad de información" inconciente que puede manifes-
tarse a la conciencia, desde un punto de vista histórico, como posibi-
lidad yoica de incorporar formas adecuadamente, y, desde un pun-
to de vista físico, como funcionamiento sano de los órganos de los
sentidos.

Chiozza (1963) sostiene que "el crecimiento, la asimilación y más aún


la identidad, es decir aquello que viene a ser el resultado de una parti-
cular e individual manera de la existencia, se con-figura en un doble
proceso. Hay un polo o aspecto visual-ideal del yo a través del cual se
incorpora una impresión, un estímulo. Provenga de nuestro interior he-
redado o del mundo externo, este estímulo crea una huella, y es una
forma que queda impresa mediante una inevitable destrucción parcial
del aparato perceptor... Hay otro aspecto o polo hepático-material del
yo, a través del cual se incorpora sustancia, alimento. Provenga del ex-
terior o de nuestro propio cuerpo, con ese alimento se rellena esa hue-
lla, se construye sobre ella de tal manera que el yo crece a imagen y
semejanza de los estímulos -sean internos o externos- que lo con-
forman."

19
Por otra parte, decíamos en otro momento (CHIOZZA, L., DAYEN y
FUNOSAS, 1993) que "el "ser uno mismo" o "ser lo que se debe" es el
producto de una conformidad adecuada en la que nos conformamos y
conformamos la circunstancia en una influencia recíproca.

Pero para poder conformarnos necesitamos informarnos. Si una con-


formidad adecuada implica una conformación recíproca con la circuns-
tancia, mantenernos en forma requiere que el funcionamiento adecua-
do de nuestra "capacidad de información" nos permita admitir la in-
fluencia de la circunstancia para iniciar un proceso que, de marchar
bien, culminará en que adquiramos la forma que la circunstancia impo-
ne y en que podamos influir acertadamente en la circunstancia a tra-
vés de nuestras acciones.

5) CAPACIDAD DE INFORMACIÓN Y SENSATEZ

Volvamos ahora a la cuestión de que percibir requiere de una "peque-


ña cuota" de eso que conocemos como proceso "hepático" de materia-
lización, asunto que dejamos pendiente en el tercer apartado.

Gustavo Chiozza y colaboradores (1993) subrayan que la representa-


ción de un objeto no es la memoria de una percepción del objeto sino
la experiencia conformada a través de todas las percepciones de ese
objeto o de otros del mismo tipo. Agregan que "la experiencia no con-
siste sólo en huellas de percepción, sino también en un particular 'esti-
lo' o 'criterio' según el cual las huellas se organizan". Esos estilos o cri-
terios son los prejuicios que "somos", los que configuran el yo constitu-
yendo el carácter. Finalmente, concluyen que los órganos de la per-
cepción aportan los datos con los cuales el yo, en un trabajo hepático
y según modelos de experiencias pasadas, conforma la experiencia.
Trazando un esquema, creo que la transformación que ocurre en el
momento que, como vimos, "media" entre el recibir y el percibir, se
ajusta a la descripción que hacen los autores del proceso en que, con
un trabajo hepático, se conforma la experiencia.

20
Durante la presentación de aquel trabajo, Luis Chiozza dijo que pensa-
ba que el tema de la organización de los datos en la configuración de
una experiencia le parecía fundamental. Recordó el modelo con el que
en "Psicoanálisis de los trastornos hepáticos" (1963) se refería al yo
fetal: "Concebimos al yo como si fuera un imán con dos polos, uno vi-
sual-ideal y otro hepático-material; cuando este yo se disocia, al yo que
contiene el polo hepático le queda un 'pequeño' polo visual, y al 'yo' vi-
sual le queda un 'pequeño' polo hepático. Sólo de esta manera pueden
existir y mantener relaciones entre sí". Continuó aquel comentario di-
ciendo que ese aspecto hepático material del polo visual ideal disocia-
do, configura un tipo particular de organización de las experiencias
sensoriales, y agregó que habría un término privilegiado para referirse
al modo en que se organizan las experiencias sensoriales, un término
que alude a una cualidad psíquica de la que algunas personas dispo-
nen más y otras menos: la sensatez. Sensato no es sólo el que puede
usar los sentidos sino el que organiza sus experiencias armónica-
mente. El particular modo de organizar los datos que conforman la ex-
periencia determina el grado de sensatez.

Los diccionarios coinciden en afirmar que tanto "sensatez" como "sen-


tir" derivan del latín sentire, "percibir por los sentidos". Del término
"sensato", María Moliner (1986) dice que se aplica a la persona que
piensa, habla y obra de manera acertada o conveniente, sin cometer
ligerezas o imprudencias, y a las palabras y hechos en que se muestra
esa manera de ser. Es sinónimo de "acertado", "cuerdo", "equilibrado",
"formal", "prudente". Para el "Diccionario de la Real Academia españo-
la" (1950) la palabra "sensato" se utiliza para referirse a alguien que
dispone de un "buen juicio".

Es decir que los diccionarios, para referirse al significado del término


"sensatez", describen los efectos y las manifestaciones del ejercicio de
esa capacidad. Si agregamos a tales definiciones las afirmaciones de
Chiozza y todo lo dicho hasta aquí, creo que se puede concluir que la
"sensatez" es la cualidad con que se presenta a la conciencia la capa-

21
cidad de información, la capacidad yoica de organizar armónica-
mente los datos sensoriales para configurar adecuadamente las
representaciones, las experiencias, capacidad que permite un
buen juicio y un accionar prudente, equilibrado y formal.

Sólo resta agregar, volviendo sobre la hipótesis del apartado anterior,


que parece posible pensar en la existencia de una "capacidad de in-
formación" inconciente que puede manifestarse a la conciencia, des-
de un punto de físico, como funcionamiento sano de los órganos de
los sentidos, y desde un punto de vista histórico como la cualidad que
llamamos "sensatez".

La sensatez nos facilita el mantenernos en forma. Al permitir que nos


informemos adecuadamente, nos posibilita adquirir la forma que la cir-
cunstancia impone y, al mismo tiempo, influir convenientemente en tal
circunstancia gracias a un accionar prudente, equilibrado y formal.

Finalmente, como hemos visto, lo percibido es el fruto del encuentro


entre preceptos y datos. En otras palabras, lo percibido es un producto
de la relación dialéctica entre lo que podemos llamar nuestra sub-
jetividad -nuestros preceptos, nuestros principios- y el existente que
denominamos realidad exterior, la objetividad. Pero puede suceder
que en determinadas situaciones conflictivas, como frente a la necesi-
dad-imposibilidad de modificar un precepto, sin darnos cuenta, que-
demos atrapados en cualquiera de los extremos. Entonces, en mayor o
en menor medida, nos arruinamos por falta de sensatez, por un tras-
torno de la capacidad de información que interrumpe el proceso por el
cual nos conformamos. Por un lado, cuando un individuo insiste en su
propia "subjetividad" y sigue exclusivamente su imaginación, vive atra-
pado en sus ilusiones sin poder alcanzar la plenitud de su forma. Por
otro lado, quien se empeña en negar todo lo que no sea "la realidad
empírica", lentamente se convierte en una persona de mente tecnoló-
gica que empobrece y simplifica su vida con un formulismo que lo va
arruinando día a día.

22
6) LOS LÍMITES

Wyss (1947) destaca el hecho de que lo que existe más allá de la con-
ciencia es un todo continuo y homogéneo. Somos nosotros los que
rompemos esa continuidad separando de ese todo los objetos indi-
viduales que tienen importancia para nuestras acciones. Así, pues, la
percepción aísla los objetos en el espacio.

Enrique Obstfeld (1980) sostiene que ver claramente el objeto es co-


nocerlo, es decir, percibirlo como distinto. La conciencia surge, enton-
ces, junto al sentimiento de soledad y a la vivencia del límite o pobreza
del yo. En mi opinión, el tema de los límites11 no sólo alcanza al senti-
do de la visión sino a la percepción en general.

Chiozza (1983) dice que las "puertas de entrada", constituidas por


nuestros órganos sensoriales, limitan la adquisición de los "datos" a
partir de los cuales construimos el mapa o modelo del territorio. Nues-
tra herramienta "orgánica" es por lo tanto un primer límite en la cons-
trucción de nuestros modelos del mundo.

La existencia de modelos previos constituye un segundo límite. La limi-


tación que todo modelo implica, equivale a un criterio de selección, es
decir a lo que llamamos "interpretación de una importancia", y consti-
tuye el reino único del sentido. El significado no es otra cosa que signi-
ficancia a pequeña cantidad.

Un tercer límite lo encontramos en ese corpus normativo, residuo de


nuestra convivencia pasada. No sólo existe bajo la forma de un con-
senso público sino que se materializa en estructuras tan elaboradas
como, por ejemplo, el idioma.

11- El término "límite" (Del lat. limes, deriv. de limus, atravesado) quiere decir "línea, punto o mo-
mento que señala la separación entre dos cosas". A su vez, "Separar" significa, por un lado, "po-
ner a una persona o cosa fuera del contacto o proximidad de otra" y, por otro, "distinguir unas de
otras cosas o especies" (MOLINER, 1986). O sea que "límite" es la línea o momento que permite
distinguir unas de otras, cosas o especies.

23
De modo que percibir-concientizar implica la tolerancia y la aceptación
de los límites que impone el proceso de otorgamiento de sentido.

Rollo May (1975) también se ocupa del tema. Dice que el conoci-
miento surge de la tensión dialéctica entre las posibilidades y las limi-
taciones. Los niños conocen los límites cuando experimentan que la
pelota es diferente de ellos mismos; la madre es un factor limitante
cuando no los alimenta. A través de una multitud de experiencias limi-
tativas aprenden a desarrollar la capacidad de diferenciarse de las co-
sas y de los objetos y a diferir la gratificación. Afirma que si no hubiera
límites no habría conciencia.

Claro que el reconocimiento de un límite es, a su vez, el resultado de


la lucha contra un límite. Rollo May (1975) agrega que no es casual
que el mito que describe el nacimiento de la conciencia humana, el
mito de Adán y Eva, cuente la historia de una rebelión. La conciencia
nace de la lucha contra un límite, que allí se llama prohibición. La su-
peración del límite impuesto por Jehová es "castigada" con la ad-
quisición de otros límites, pero de esta experiencia de rebelión también
surgen cualidades valiosas como el sentido de responsabilidad. Para
la personalidad humana la confrontación de límites resulta ser, en
realidad, expansiva.

Los límites son tan necesarios como aquellos que establecen las már-
genes de un río, sin las cuales las aguas se desparramarían sobre la
tierra y no existiría ningún río. El río se constituye por la tensión entre
el agua que fluye y las márgenes.

Las limitaciones, como las márgenes de un río, constriñen la esponta-


neidad dentro de las diversas formas que son esenciales para la per-
cepción-conciencia.

El significado de los límites, dice Rollo May (1975), se ve con mayor


claridad cuando consideramos el problema de la forma. Si dibujáramos
un conejo en el pizarrón, quienes observen dirían "hay un conejo". En

24
realidad no habría nada en el pizarrón excepto un sencillo trazo. El ob-
servador sólo vería la línea trazada, la línea que limita un contenido, la
línea que dice qué espacio está dentro de la figura y cuál fuera. La lí-
nea es un mero límite para esa forma particular. Pero en ese limitar
existe un carácter inmaterial, un carácter espiritual. De ahí que la for-
ma, y de modo similar, el diseño, el plano y el modelo es el signifi-
cado inmaterial presente en los límites.

De modo que el tema de los límites nos introduce en el tema de la sig-


nificación. Los límites no sólo separan sino que también relacionan12,
es decir que refieren un hecho o una cosa a cierto fin. Los límites
también son conexión, correspondencia de una cosa con otra.

J. von Uexkül (1934), dice que "en la visión inmediata no nos es dada
una silla, ni un coche, ni ningún otro objeto, sino sólo líneas y colores.
Para que líneas y colores se combinen en unidades de objetos se ne-
cesita una larga cadena de experiencias, que sólo pueden ser hechas
en el transcurso del tiempo"13. Se pregunta luego ¿por qué a los diver-
sos objetos que a veces tienen cuatro ruedas y a veces dos, que pue-
den o no poseer un respaldo, que son grandes o pequeños, de madera
o de hierro, de cualquier color y forma, siempre se les designa con el

12- El término (MOLINER, 1986) "relación" significa "acción o efecto de referir un hecho o una co-
sa a cierto fin" y también "conexión, correspondencia de una cosa con otra". Para la etimología de
la palabra "relación", Corominas (1961) nos remite al vocablo "referir", del que dice que ha sido
tomado del latín referre, "volver a llevar". "Relación" proviene de relatum, "lo que hace referencia",
que es un supino de referre.
13- De este modo, von Uexkül sostiene que no percibimos las relaciones. Una afirmación que,
aunque es convincente, presenta un problema. Si bien podemos admitir que en la visión inmediata
no nos es dado más que líneas y colores, tenemos que reconocer que toda línea es una sucesión
de puntos. De manera que lo que llamamos línea es un conjunto de puntos relacionados de un
particular modo. Podríamos afirmar, entonces, que en la visión inmediata no nos es dada una línea
sino sólo puntos ... y así sucesivamente, pasando por el nivel atómico. De modo que la pregunta
se nos vuelve a plantear en el nivel siguiente del que estamos "parados" en el momento en que le
damos respuesta: si no percibimos las relaciones, ¿qué es lo que percibimos?. Al respecto, Chioz-
za, durante un comentario realizado el 5 de noviembre de 1993 en el CCMW, sostuvo que cada
vez que en la interpretación de unas relaciones se establece un signo de constancia, como el que
hay entre el signo natural y el fenómeno referente, esa relación se solidifica, se concreta un "ma-
trimonio" entre los elementos de la relación. Cuando esto ocurre, el conjunto de relaciones pasa a
constituir una representación "cosa" y a reconocerse como un objeto.

25
nombre de "coche"? ¿Cuál es el vínculo común en la mudable apa-
riencia para que siempre les demos el mismo nombre?. Von Uexkül
(1934) responde que ese vínculo lo constituye la igualdad de función.
Todos los coches, por muy diferentes que puedan ser en materia, for-
ma y color, tienen, sin embargo, idéntica función: sirven para ser
transportados en ellos. Lo mismo que el ritmo de la serie de tonos
combinados en una unidad es llamado "melodía", el ritmo de las di-
versas variaciones que recorre un objeto es resumido unitariamente
como "función".

Con el término "función", entonces, comprendemos una serie de va-


riaciones resumidas en una unidad conforme a una regla. Así, el "ir en
coche" significa el uniforme girar de las ruedas alrededor de su eje,
combinado con el avanzar del cuerpo del coche. Claro que mientras
las diversas variaciones de un objeto, en cada momento, son datos
que podemos registrar, la regla que liga en una unidad las distintas va-
riaciones no es un dato sino un precepto. Lo que nos es dado por los
ojos son colores y líneas; la regla que eleva estos factores a la visión
no nos es dada. Es la regla que forma el objeto ordenando los datos
suministrados por los órganos de los sentidos, y esa regla es, una par-
ticular relación que "habla" de una particular función.

Dijimos en otra ocasión (CHIOZZA, L., BALDINO, DAYEN, OBSTFELD


y REPETTO, 1993) que "la comprensión (hermenéutica) en términos
de finalidad, el enfoque teleológico, permite ampliar el campo del pen-
samiento causal ... el pensamiento teleológico equivale a lo que, des-
de el punto de vista psicoanalítico, denominamos la investigación del
sentido, la búsqueda del significado.

De modo que, sintetizando, los límites no sólo separan sino que


también constituyen una relación que es significado. Lo que Rollo
May (1975) llama el carácter inmaterial de los límites, lo que von
Uexkül (1934) describe como la función "contenida" en las líneas, es
"el significado", la forma que las líneas delimitan.

26
7) EL SENTIMIENTO DE CONFUSIÓN

La pérdida, el borramiento14, el desvanecimiento de los límites es un


modo privilegiado de la represión que muchas veces nos permite, pa-
gando con confusión, comprar la posibilidad de desconocer un signifi-
cado doloroso.

Para la etimología de la palabra "confundir", Corominas (1961) nos


remite al término "fundir", tomado del latín fundere, "derretir, fundir",
propiamente "derramar", "desparramar". También significa "arruinar"
pero, para esa acepción remite al término "hundir", que también pro-
viene de fundere. El latín confundere, a su vez, significa "mezclar, en-
redar, hacer confuso". María Moliner (1986) dice que "confundir" quiere
decir "borrar o hacer desaparecer los límites o perfiles de las co-
sas, de modo que no se vea su separación". La "confusión" es "falta
de claridad", "equivocación, desorden", y el "confuso" es un "perplejo,
indeciso".

Tal vez ya estamos en condiciones de trazar una nueva hipótesis. La


confusión es un afecto típico y universal que suele alcanzar la con-
ciencia y adquirir la categoría de sentimiento, como cuando, por ejem-
plo, decimos que nos sentimos confundidos. Este sentimiento se no-
mina con una palabra que alude al borramiento, a la desaparición de
los límites, porque los trastornos que derivan en lo que la conciencia
categoriza como la pérdida o la dificultad para registrar los datos con
nitidez (desde otro punto de vista, la insensatez), se arrogan la repre-
sentación del proceso afectivo completo. Podemos pensar que el sen-

14- El término "borrar" (MOLINER, 1986) significa "hacer rayas sobre lo escrito para que no pueda
leerse", "hacer que la tinta se corra y desfigure lo escrito", "hacer desaparecer por cualquier medio
lo representado con tinta, lápiz, etc.", "Desvanecer, hacer que desaparezca una cosa". Por otra
parte, el término "borroso" es un concepto filosófico que Ferrater Mora (1954) define diciendo que
está estrechamente vinculado con el de "vaguedad". "En principio, no hay diferencia entre ambos
conceptos, pudiendo decirse igualmente que una idea es vaga o borrosa o que una proposición (o
la significación de una proposición) es vaga o borrosa. En ambos casos hay, para decirlo en el
lenguaje fotográfico, falta de definición -que es falta de límites precisos-. Lo vago o borroso no es
necesariamente lo que está desenfocado; es lo que es difuso. Lo contrario de lo borroso o vago
es, en este caso, lo nítido o lo bien definido".

27
timiento de confusión se acompaña de una pequeña disfunción de los
órganos de los sentidos, o del órgano sensorial que prima en un deter-
minado proceso de incorporación de datos. Tal disfunción, que nor-
malmente no llega a ser categorizada como tal, formaría parte de la
clave de inervación del sentimiento de confusión. Pero cuando la con-
ciencia de este afecto se hace intolerable, el desplazamiento "dentro"
de la "clave de inervación" conduce a que el proceso de descarga de-
forme la configuración de la "confusión", de manera que, al ingresar en
la conciencia, privada de su significado emotivo, adquiere allí la cate-
goría de una patología en alguno de los órganos de los sentidos.

28
ACERCA DE LO VISUAL

Resumiendo: hasta aquí hemos dicho que

1) Es posible pensar en la existencia de una "capacidad de informa-


ción" inconciente que puede manifestarse a la conciencia, desde un
punto de vista físico, como funcionamiento sano de los órganos de
los sentidos, y desde un punto de vista histórico como la cualidad que
llamamos "sensatez".

2) Llamamos "sensatez" a la cualidad que se basa en organizar ar-


mónicamente los datos sensoriales para configurar adecua-
damente las representaciones, las experiencias, manera de ser
que expresa un buen juicio y permite un accionar prudente, equili-
brado y formal.

3) Cuando la conciencia del sentimiento de confusión se hace intolera-


ble, el desplazamiento "dentro" de la "clave de inervación" conduciría a
que el proceso de descarga deforme la configuración de la "confu-
sión", de manera que, al ingresar en la conciencia, privada de su signi-
ficado emotivo, obtendría allí la categoría de una patología en alguno
de los órganos de los sentidos.

Podemos preguntarnos ahora

29
1) Si suponemos la existencia de una fantasía que vincularía al funcio-
namiento de los órganos de la visión, de la audición, del tacto, del gus-
to y del olfato, ¿cuál será la capacidad que, como un aspecto de la ca-
pacidad de información, correspondería al funcionamiento de los órga-
nos de la visión?

2) Si admitimos que la capacidad de información se presenta a la con-


ciencia como la cualidad que llamamos "sensatez", ¿con qué cualidad
conocemos la capacidad que corresponde al funcionamiento de los
órganos de la visión?

3) Si el afecto comprometido en las enfermedades de los órganos de


los sentidos es el sentimiento de confusión, ¿cuál será el afecto deses-
tructurado en los trastornos de los órganos de la visión?

1) LA IMAGINACIÓN

Para Chiozza (1963), la posibilidad de incorporar formas coincide con


la incorporación visual porque la idea, la forma, adquiere representa-
ción psicológica como imagen visual.

María Moliner (1986) señala que la palabra "imagen" quiere decir "re-
presentación de un objeto en dibujo, escultura, etc." o "figura de un
objeto formada en un espejo, la retina del ojo, etc." y, también, la "re-
presentación figurativa de un objeto en la mente". Además, significa
"metáfora, símil". "Imaginar" es "figurarse, idear", en tanto que "imagi-
nación" es la "facultad del espíritu por la que puede representarse co-
sas reales o inexistentes, materiales o ideales. Particularmente, facul-
tad de los artistas para crear".

Hasta aquí parece que 1) la "imagen" queda estrechamente vinculada


a la percepción visual, 2) la imagen es una metáfora, 3) llamamos
"imagen" a aquello que, dependiendo del punto de vista, puede ingre-
sar a la conciencia como un objeto presente, al que le atribuimos cier-
tas características, o como la representación figurativa de un ausente.

30
Además, la "imaginación" se presenta como una facultad del espíritu,
una capacidad yoica que podrá exhibir un desarrollo adecuado o
inadecuado para enfrentar los requerimientos de la vida.

Examinemos un poco más las características de esta capacidad.

Ferrater Mora (1954) señala que es usual llamar imágenes a las repre-
sentaciones que tenemos de las cosas. En cierto sentido, dice, los
términos "imagen" y "representación" tienen el mismo significado.
Afirma que el término "imagen" puede emplearse para traducir un vo-
cablo griego que significa "ídolo"15, término que era empleado por al-
gunos filósofos antiguos, y especialmente por Demócrito y Epicuro, pa-
ra designar las representaciones "enviadas" por las cosas a nuestros
sentidos. Epicuro decía que el ojo percibe la representación de la su-
cesión de muchos ídolos.

Ferrater Mora (1954) también cita a Kant, para quien la imaginación


permite unificar la diversidad de lo dado. Por medio de la imaginación,
afirma Kant, se produce una "síntesis" que no da origen todavía al co-
nocimiento, pero sin la cual el conocimiento no es posible.

La imaginación sería, entonces, la capacidad yoica de producir una


síntesis, de organizar armónicamente las imágenes, los datos visuales,
para configurar adecuadamente las representaciones, las expe-
riencias.

Rollo May (1975) se ocupa del tema de la "imaginación" y sostiene que


es la facultad de soñar sueños y ver visiones, para considerar diversas
posibilidades y para soportar la tensión involucrada en el acto de man-
tener estas posibilidades ante nuestra atención.

Aldous Huxley (1986) sostiene que la capacidad de la percepción de-


pende de la cantidad y el tipo de las experiencias pasadas, así como

15- Según Corominas (1961) "ídolo" es la "figura de una falsa deidad" y proviene del latín idólum
que, a su vez, fue tomado del griego éidôlon, "imagen".

31
de la posibilidad de disponer de ellas. Pero las experiencias pasadas
tan sólo existen para nosotros en la memoria. La imaginación está ín-
timamente relacionada con la memoria, pues es la capacidad de com-
binar los recuerdos en nuevas formas para hacer construcciones men-
tales diferentes de alguna cosa realmente experimentada en el pasa-
do. La capacidad mental para interpretar sensa (estímulos) es influida
por la imaginación. Agrega que cuando, bajo la acción de emociones o
excitaciones, nuestra imaginación es más activa que de ordinario,
puede ocurrir que interpretemos sensa como manifestaciones de los
objetos elaborados por nuestra imaginación más que como manifesta-
ciones de los existentes del mundo externo.

J. Berger (1985) señala que "para un animal, su entorno y hábitat natu-


ral son algo dado; para el hombre, pese a la fe de los empiristas, la
realidad no es algo dado: hay que buscarla continuamente, hay que
agarrarla; casi me sentiría tentado a decir salvarla. Nos enseñan a
oponer lo real a lo imaginario, como si lo primero estuviera siempre a
mano, y lo segundo alejado de nosotros. Y esta oposición es falsa. Los
acontecimientos siempre están a la alcance de la mano. Pero la cohe-
rencia de esos acontecimientos, que es a lo que nos referimos cuando
hablamos de realidad, es una construcción de la imaginación".

Ortega y Gasset (1946) dice que la realidad de un actor consiste en


negar su propia realidad y sustituirla por el personaje que representa.
Esto es re-presentar: que la presencia del actor sirva no para presen-
tarse a sí mismo, sino para presentar otro ser distinto de él. Así, lo que
no es real, lo irreal, tiene la virtud mágica de hacer desaparecer lo
que es real. Diríase que la realidad deja pasar al través de sí, como al
trasluz de sí, lo irreal. En ese sentido, los actores tienen el don de la
transparencia. Al través de ellos, como al través del cristal, transpa-
recen otras cosas.

Podemos generalizar, continúa afirmando Ortega, y decir que hay


realidades que tienen la condición de presentarnos, en lugar de sí

32
mismas, algo distintas de ellas. Realidades de esa condición son las
que llamamos imágenes. Un cuadro, por ejemplo, es una "realidad
imagen". Es pequeño y, sin embargo, en él vemos un paisaje de varios
kilómetros. Esto es magia. Aquel trozo de tierra con sus montañas y
sus ríos y su ciudad está allí como embrujado.

Más adelante, desplegando su reflexión, Ortega se ocupa del tema de


la metáfora y aclara la relación que, como ya vimos por el significado
de los términos, tiene con la "imagen". Toma una metáfora simple, la
que consiste en decir que la mejilla de una moza es como una rosa.
Generalmente la palabra "ser", dice, significa la realidad. Pero ¿qué
significa "ser" cuando decimos que la mejilla de una muchacha es una
rosa?. Supongamos que de pronto aquella mejilla se convirtiera real-
mente en una rosa. Cuando decíamos "es como una rosa" no nos re-
feríamos a semejante transformación: por decirlo de algún modo, lo
decíamos en broma. El ser rosa la mejilla era sólo metafórico. No era
un "ser" en el sentido de real, sino un "ser" en el sentido de irreal. Por
eso, la expresión más usada en la metáfora emplea el "como" y dice:
la mejilla es como una rosa. El ser como no es el ser real, sino un
como-ser.

Al metaforizar la mejilla en rosa es preciso que la mejilla deje de ser


realmente mejilla y que la rosa deje de ser realmente rosa. Las dos
realidades chocan la una con la otra, se anulan recíprocamente, se
neutralizan. Los resultados de la aniquilación de esas dos realida-
des son precisamente esa nueva y maravillosa cosa que es la
irrealidad, la imagen.

Pero esta duplicidad -el ser, a la vez, realidad e irrealidad- constituye


un elemento inestable y siempre andamos a riesgo de quedarnos
con una sola de las dos cosas. El mal actor nos hace sufrir porque
no logra convencernos de que es Hamlet. Viceversa, la gente ingenua
no logra entrar en ese mundo "informal", metafórico e irreal. La fan-

33
tasmagoría se solidifica, precipita en alucinaciones a poco inestable
que sea el alma del espectador16.

Muchas veces se cree que esta locura consiste en la pérdida del senti-
do de lo real. Ortega (1946) sostiene que "es bien claro que la verdad
es lo inverso: esas menguas o anomalías mentales revelan una pérdi-
da del sentido de lo irreal. Es como si la broma no se tomase en
broma, sino en serio, y todos conocemos personas incapaces de esa
agilidad mínima, las cuales no logran nunca percibir la broma como
broma".

Finalmente, Ortega concluye que, lo mismo que para ver un objeto a


cierta distancia los músculos oculares tienen que dar al glóbulo del ojo
lo que se llama "acomodación", nuestra mente tiene también que sa-
ber acomodarse para que consigamos ver ese mundo imaginario,
que es un mundo virtual, que es irrealidad y fantasmagoría. Hay quien
por excesiva ineducación resulta incapaz de ello; pero hay también
otras muchas causas que pueden producir una peculiar ceguera por lo
fantasmagórico.

De este modo, Ortega habla de la "acomodación" para referirse a un


modo de funcionamiento que comparten el ojo y la mente, como si alu-
diera a dos modos de acceso a la conciencia de un fenómeno que, en
sí mismo, es único. Pero abandonemos por el momento el tema de la
"acomodación"17para agregar a la afirmación de Ortega que, así como

16- Ortega (1946) recuerda a Don Quijote, con su figura desgarbada y en sus ojos una fiebre de
heroísmo inoportuno, presenciando una representación del titiritero maese Pedro. De pronto, el
señor de la Mancha desenvaina la espada y con acelerada furia comienza a llover cuchilladas so-
bre los muñecos, que caen despedazados. Cuando todo se tranquiliza y Don Quijote logra darse
cuenta de su confusión, dice: "Ahora acabo de creer lo que otras muchas veces he creído, que es-
tos encantadores que me persiguen no hacen sino ponerme las figuras como ellas son delante de
los ojos, y luego me las mudan y truecan en las que ellos quieren".
17- Espero poder abordar en una nueva presentación el tema de los trastornos de la acomoda-
ción, del enfoque adecuado, en relación con el sentimiento de ofuscamiento frente a la necesi-
dad-imposibilidad de cambiar un precepto anacrónico. Creo que el tratamiento de ese tema nos
introduce en el estudio de la vinculación de la miopía y la hipermetropía con la desestructuración
del ofuscamiento.

34
es necesaria la agudeza visual, la acuidad de la vista, para la visión
adecuada de los objetos, nuestra mente precisa también de la agu-
deza indispensable (la agilidad mínima a la que se refiere Ortega)
para ver ese mundo imaginario, el sentido de lo irreal, lo metafóri-
co, la broma en broma.

Postergo por ahora el intento de definir con más precisión la "agudeza"


que nos permite ver el mundo imaginario para buscar en Wyss y en
Rollo May un nuevo anclaje para reconocer la vinculación entre los ór-
ganos de la visión y la imaginación.

2) LA VISTA Y LAS BROMAS

Recordemos, en principio, la vinculación entre metáfora, imagen y bro-


ma.

Walter Wyss (1947) cuenta los resultados del examen de un enfermo


que padecía una lesión del lóbulo occipital. Encontró que presentaba,
entre otros signos y síntomas, trastornos de la visión y, al mismo tiem-
po, una incapacidad para deducir conclusiones lógicas de unas premi-
sas dadas y para comprender una analogía.

Agrega que el paciente tampoco era capaz de distinguir cuándo se le


hablaba en serio y cuándo en broma; todo lo tomaba, dice Wyss, al pie
de la letra; si se le decía, por ejemplo, "este hombre es un cordero",
contestaba: "un hombre no puede ser un cordero", y así por el estilo.

Rollo May (1975), refiriéndose a un paciente de características simila-


res18 al que describe Wyss, cuenta que el enfermo no podía tolerar la

18- Se refiere a la investigación realizada por el Dr. Kurt Goldstein cuando era director, en Al ema-
nia, de un gran hospital para enfermos mentales que recibía a muchos soldados con lesiones ce-
rebrales producidas durante la guerra.

35
posibilidad de perderse en los espacios abiertos. "Estaban seriamente
cercenadas sus capacidades para el pensamiento abstracto, para su-
perar los hechos inmediatos en función de lo posible; lo que yo llamo
en este contexto, imaginación. Se sentía impotente para cambiar su
entorno y adecuarlo a sus necesidades".

Podemos pensar entonces, que la imaginación es la capacidad para el


pensamiento abstracto que permite superar los hechos inmediatos en
función de lo posible y lograr, de ese modo, un accionar prudente equi-
librado y formal.

3) ¿POR QUÉ UN TRASTORNO DE LA IMAGINACIÓN?

Rollo May (1975) nos reintroduce en el tema de los límites cuando


agrega que el comportamiento del paciente era un índice de lo que es
la vida cuando se suprimen los poderes de la imaginación. Para estos
enfermos los límites tienen que mantenerse siempre claros y visibles.
Al carecer de la habilidad de cambiar las formas, porque imaginar una
forma distinta implica la pérdida de límites, estos pacientes encuentran
que su mundo está radicalmente truncado. La existencia sin límites, la
desorientación, la experimentan como algo extremadamente peligroso.

Concluye que, sin necesidad de sufrir lesiones cerebrales, todos noso-


tros podemos experimentar una ansiedad similar en el acto creativo.
"Las fronteras de nuestro mundo cambian bajo nuestros pies y tem-
blamos mientras aguardamos para ver si alguna forma nueva ocupará
el lugar del límite perdido, o bien si podemos crear cierto orden nuevo
a partir del caos".

Al mismo tiempo que la imaginación otorga vitalidad a la forma, la for-


ma evita que la imaginación nos arrastre a la psicosis. Esta es la últi-
ma necesidad de los límites: evitar la desorientación. Artistas son

36
quienes tienen la capacidad de percibir nuevas visiones. Es típico que
tengan una poderosa imaginación y, al mismo tiempo, un sentido de la
forma lo suficientemente desarrollado que les impida caer en situacio-
nes catastróficas. Son los exploradores de la frontera que van a la ca-
beza del resto para indagar el futuro.

Rollo May repara en que existe "un sentimiento de gozo, curiosamente


aguzado -o tal vez, para expresarlo mejor, un sentimiento de apacible
éxtasis- que aparece cuando encontramos la particular forma que re-
quiere nuestra creación". Dice que el origen de este curioso placer es
la experiencia de descubrir el modo en que las cosas deben ser. "Aun-
que sea sólo por ese momento, participamos en el mito de la creación.
El orden surge del desorden, la forma del caos, como sucedió en la
creación del universo. Nuestro sentimiento de gozo proviene de nues-
tra participación, no importando lo pequeña que haya sido. Lo paradó-
jico es que, en ese momento, también experimentamos con mayor ni-
tidez nuestras propias limitaciones".

Sintetizando, podemos decir que la imaginación es la capacidad de


captar lo irreal, de percibir lo que tiene la virtud mágica de hacer de-
saparecer lo que es real. Es la facultad responsable del manejo del
mundo del como-ser que nos permite metaforizar, es decir que, con la
magia que le presta lo visual, hace posible que dos realidades se neu-
tralicen originando la irrealidad, la imagen.

La imaginación es la facultad de soñar sueños y ver visiones, para


considerar diversas posibilidades y para soportar la tensión involu-
crada en el acto de mantener estas posibilidades ante nuestra aten-
ción.

El trastorno de la capacidad de imaginar, de la imaginación, es una


mengua o anomalía mental que revela una pérdida del sentido de lo
irreal, de lo metafórico, que lleva a tomar la broma en serio y nos impi-

37
de entrar en el mundo informal. De ese modo, la fantasmagoría19, la
ilusión óptica o la creación de la fantasía, se solidifica, precipita en
alucinaciones que, al trastocar la información, interrumpe el proceso
por el cual nos conformamos.

Podemos pensar, finalmente, que existe una "capacidad inconciente


de imaginar o imaginación", y que dicha capacidad es el aspecto visual
que compone el "mosaico" que llamamos capacidad de información.
Nos parece, además, que la capacidad inconciente de imaginar puede
manifestarse a la conciencia, desde un punto de vista físico, como
funcionamiento sano de los órganos de la visión que se expresa
como agudeza visual, y desde un punto de vista histórico como la
agudeza anímica necesaria para percibir el mundo imaginario,
mundo imaginario que nos permite, conservando el sentido de lo irreal,
considerar diversas posibilidades y soportar la tensión involucrada en
el acto de mantener estas posibilidades ante nuestra atención.

4) LA AGUDEZA VISUAL Y LA PERSPICACIA

Corominas (1961) dice que el vocablo "perspicaz", del latín perspicax,


-acis, "de vista penetrante", es un derivado de "perspectiva", tomado
del latín tardío perspectivus, "relativo a lo que se mira", derivado, a su
vez, de perspicere "mirar atentamente o a través de algo".

En María Moliner (1986) encontramos que la palabra "perspicaz" quie-


re decir "agudo" y "se aplica a la vista que percibe muy bien, por ejem-
plo con muchos detalles o a mucha distancia, y a la persona que la
tiene así". Perspicaz es, además, la persona aguda, sagaz, "la que tie-
ne aptitud extraordinaria para percatarse de las cosas, aunque no es-
tén patentes o claras, así como a su inteligencia". Perspicuo, que signi-
fica "transparente" se le aplica, también, a "la persona que se explica

19- "Arte de hacer aparecer figuras por medio de ilusiones ópticas" e "ilusión de los sentidos o
creación de la fantasía completamente desprovistos de realidad" (María Moliner).

38
con claridad, así como a su manera de expresarse o estilo y a lo que
dice".

Decía que la "sensatez" es la cualidad que se basa en organizar armó-


nicamente los datos sensoriales para configurar adecuadamente las
representaciones, las experiencias, manera de ser que expresa un
buen juicio y posibilita un accionar prudente, equilibrado y formal.

Se puede agregar ahora que la sensatez parece incluir la pers-


picacia, la capacidad de imaginar que organiza y sintetiza los da-
tos de la visión, abriendo las puertas al conocimiento.

De este modo podría darse respuesta a la segunda de las preguntas


que formulamos al comenzar el presente capítulo. Si admitimos que la
capacidad de información se presenta a la conciencia como la cuali-
dad que llamamos "sensatez", la cualidad con que conocemos la ca-
pacidad que corresponde al funcionamiento de los órganos de la vi-
sión, la capacidad de imaginar, sería la "perspicacia".

Pienso que la capacidad inconciente de imaginar puede manifestarse


a la conciencia, desde un punto de vista físico, como funcionamiento
sano de los órganos de la visión que se expresa como agudeza vi-
sual, y desde un punto de vista histórico como "perspicacia", la agu-
deza anímica necesaria para percibir el mundo imaginario.

5) EL AFECTO COMPROMETIDO EN LOS TRASTORNOS DE LA


VISIÓN

Freud (1905) afirma que "la pulsión de saber no puede computarse en-
tre los componentes pulsionales elementales ni subordinarse de ma-
nera exclusiva a la sexualidad. Su acción corresponde, por una parte,
a una manera sublimada del apoderamiento, y por la otra, trabaja con
la energía de la pulsión de ver". Agrega que "la investigación sexual de
la primera infancia es siempre solitaria; implica un primer paso hacia la
orientación autónoma en el mundo y establece un fuerte extraña-

39
miento del niño respecto de las personas de su contorno, que antes
habían gozado de su plena confianza".

E. H. Gombrich (1982) dice que "el ojo nos fue dado para que pudiéra-
mos encontrar el camino hacia la comida o hacia nuestra pareja sin
tropezar con nada ni caer presa de los predadores ... esta función del
sistema es verdaderamente fundamental ... me refiero a la necesidad
de orientarse".

J. Berger (1985), por su parte, considera que "lo visible siempre ha si-
do y sigue siendo la principal fuente de información sobre el mundo.
Nos orientamos a través de lo visible. Incluso las percepciones pro-
cedentes de otros sentidos suelen traducirse en términos visuales. (El
vértigo es un ejemplo patológico de ello: se origina en el oído pero uno
lo experimenta en forma de una confusión visual, espacial). Es gracias
a lo visible como reconocemos el espacio en cuanto que precondición
para la existencia física. Lo visible nos acerca el mundo. Pero, al mis-
mo tiempo, nos recuerda continuamente que se trata de un mundo en
el que corremos el riesgo de perdernos. Lo visible, con su espacio,
también aleja de nosotros el mundo".

Rollo May (1975) señala que "la imaginación es el cortar amarras,


aceptando el riesgo de que habrá nuevos puntos de amarre en la vas-
tedad que está por delante". La pregunta es, dice el autor, ¿hasta dón-
de podemos liberar nuestra imaginación?, ¿hasta donde nos arries-
gamos a concebir y movernos entre nuevas visiones?. "En tales mo-
mentos enfrentamos el peligro de perder nuestra orientación, el peli-
gro del aislamiento completo". ¿Perderemos las fronteras que nos
permiten orientarnos en lo que llamamos realidad? Es este, nueva-
mente, el problema de la conciencia de los límites.

Cuatrecasas (1962) afirma que los distintos tipos clínicos de agnosia


espacial que han sido descritos tienen una indiscutible relación con al-
teraciones orgánicas o funcionales de las vías y centros ópticos su-
periores. Sostiene que la pérdida de la memoria topográfica, por ejem-

40
plo, corresponde a lesiones del opérculo occípitotemporal izquierdo,
aunque puede producirse en lesiones del lado derecho. Dice que re-
sulta curioso observar que tales pacientes pierden la facultad de orien-
tarse en el espacio, no pueden actualizar o rememorar las imágenes
que permiten identificar la forma de un objeto conocido o de un lugar
habitualmente consabido. También ello implica una imposibilidad de
reconstruir la forma, una alteración de la función imaginativa.

Respecto del término "orientación", Corominas (1961) dice que es un


derivado de "oriente", tomado del latín oriens, "que está saliendo"
(aplicado al sol), "levante".

En María Moliner (1986), mientras tanto, podemos encontrar que


"orientación" es 1) la acción de orientarse, 2) la dirección en que está
orientada o se orienta una cosa y 3) la dirección que lleva una persona
en su conducta. "Desorientar" quiere decir aturdir, confundir o descon-
certar, hacer que alguien no esté seguro de cómo son las cosas o de
lo que tiene que hacer. "Desorientarse", por lo tanto, significa extra-
viarse, perderse; quedarse alguien sin saber donde está o en qué di-
rección o por qué camino tiene que andar para llegar al sitio a donde
quiere ir; no saber cómo son o cómo están ocurriendo las cosas y qué
se debe hacer.

Tal vez ahora estoy en condiciones de arriesgar la última hipótesis de


esta presentación. El sentimiento de desorientación corresponde a un
particular modo de confusión. Podemos pensar que el sentimiento de
desorientación se acompaña de una leve disfunción de los órganos de
la visión, tan leve que no llega a ser registrada como tal. De ese modo,
tal disfunción formaría parte de la clave de inervación del sentimiento
de desorientación. Si la desorientación se hace intolerable para la con-
ciencia, el desplazamiento "dentro" de la clave de inervación llevaría a
que el proceso de descarga deforme la configuración del afecto, de
manera que, al hacerse conciente sin su significado emocional, ad-
quiera las características de una afección oftálmica.

41
RESUMEN

1) Es posible pensar en la existencia de una "capacidad de informa-


ción" inconciente que puede manifestarse a la conciencia, desde un
punto de vista físico, como funcionamiento sano de los órganos de
los sentidos, y desde un punto de vista histórico como la cualidad de-
nominada "sensatez". Llamamos "sensatez" a la cualidad que a) se
singulariza por organizar armónicamente los datos sensoriales
para configurar adecuadamente las representaciones, las expe-
riencias, y b) constituye una manera de ser que expresa un buen
juicio y permite un accionar prudente, equilibrado y formal. La
sensatez nos posibilita mantenernos en forma. Al permitir que nos in-
formemos apropiadamente, nos lleva a adquirir la forma que la cir-
cunstancia impone y, al mismo tiempo, nos ayuda a influir convenien-
temente en tal circunstancia gracias a un accionar correcto.

42
2) Lo percibido es el fruto del encuentro entre preceptos y datos. En
otras palabras, lo percibido es un producto de la relación dialéctica en-
tre lo que podemos llamar nuestra subjetividad -nuestros preceptos,
nuestros principios- y el existente que denominamos realidad exterior,
la objetividad. Pero puede suceder que en determinadas situaciones
conflictivas, como frente a la necesidad-imposibilidad de modificar un
precepto, sin darnos cuenta, quedemos atrapados en cualquiera de los
extremos. Entonces, en mayor o en menor medida, nos arruinamos por
falta de sensatez, por un trastorno de la capacidad de información que
interrumpe el proceso por el cual nos conformamos. Por un lado,
cuando un individuo insiste en su propia "subjetividad" y sigue exclusi-
vamente su imaginación, vive atrapado en sus ilusiones sin poder al-
canzar la plenitud de su forma. Por otro lado, quien se empeña en ne-
gar todo lo que no sea "la realidad empírica", lentamente se convierte
en una persona de mente tecnológica que empobrece y simplifica su
vida con un formulismo que lo va arruinando día a día.

3) La confusión es un afecto típico y universal que suele alcanzar la


conciencia y adquirir la categoría de sentimiento, como cuando, por
ejemplo, decimos que nos sentimos confundidos. Este sentimiento se
nomina con una palabra que alude al borramiento, a la desaparición
de los límites, porque los trastornos que derivan en lo que la concien-
cia categoriza como la pérdida o la dificultad para registrar los datos
con nitidez (desde otro punto de vista, la insensatez), se arrogan la re-
presentación del proceso afectivo completo. Podemos pensar que el
sentimiento de confusión se acompaña de una pequeña disfunción de
los órganos de los sentidos, o del órgano sensorial que prima en un
determinado proceso de incorporación de datos. Tal disfunción, que

43
normalmente no llega a ser categorizada como tal, formaría parte de la
clave de inervación del sentimiento de confusión.

4) Cuando la conciencia del sentimiento de confusión se hace intolera-


ble, el desplazamiento "dentro" de la "clave de inervación" conduciría a
que el proceso de descarga deforme la configuración de la "confu-
sión", de manera que, al ingresar en la conciencia, privada de su signi-
ficado emotivo, obtendría allí la categoría de una patología en alguno
de los órganos de los sentidos.

44
5) Existiría una "capacidad inconciente de imaginar o imaginación". Di-
cha capacidad sería el aspecto visual que compone el "mosaico" que
llamamos "capacidad de información". Me parece, además, que la ca-
pacidad inconciente de imaginar puede manifestarse a la conciencia,
desde un punto de vista físico, como funcionamiento sano de los
órganos de la visión que se expresa como agudeza visual, y desde
un punto de vista histórico como la agudeza anímica necesaria para
percibir el mundo imaginario, mundo imaginario que nos permite,
conservando el sentido de lo irreal, considerar diversas posibilidades y
soportar la tensión involucrada en el acto de mantener esas posibili-
dades ante nuestra atención.

6) La sensatez parece incluir la perspicacia, la capacidad de imagi-


nar que organiza y sintetiza los datos de la visión, abriendo las
puertas al conocimiento. Si admitimos que la capacidad de informa-
ción se presenta a la conciencia como la cualidad que llamamos "sen-
satez", la cualidad con que conocemos la capacidad que corresponde
al funcionamiento de los órganos de la visión, la capacidad de imagi-
nar, sería la "perspicacia".
De modo que, pienso que la capacidad inconciente de imaginar puede
manifestarse a la conciencia, desde un punto de vista físico, como fun-
cionamiento sano de los órganos de la visión que se expresa co-
mo agudeza visual, y desde un punto de vista histórico como "pers-
picacia", la agudeza anímica necesaria para percibir el mundo
imaginario.

7) El sentimiento de desorientación corresponde a un particular modo


de confusión. Podemos pensar que el sentimiento de desorientación
se acompaña de una leve disfunción de los órganos de la visión, tan

45
leve que no llega a ser registrada como tal. De ese modo, tal disfun-
ción formaría parte de la clave de inervación del sentimiento de
desorientación.

8) La última necesidad de los límites es evitar la desorientación. Cuan-


do las fronteras de nuestro mundo mutan bajo nuestros pies, puede
resultarnos insoportable el sentimiento que nos despierta la situación
de cambio. Si la desorientación se hace intolerable para la conciencia,
el desplazamiento "dentro" de la clave de inervación llevaría a que el
proceso de descarga deforme la configuración del afecto, de manera
que, al hacerse conciente sin su significado emocional, adquiera las
características de una afección oftálmica.

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