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El Nobel del imposible: los cuasicristales

Carlos Velázquez
El premio Nobel de química del año 2011 tiene un significado especial: con él
culminó una larga historia en la que el tesón de un científico logró demostrar la
existencia de una nueva forma de organización de la materia. Tuvieron que
pasar 27 largos años para que este hecho fuera reconocido por toda la
comunidad científica. A continuación te presento la historia de los
cuasicristales y de su descubrimiento.

La prístina disciplina de los cristales

Los cristales, que constituyen a piedras preciosas como los diamantes, las
esmeraldas con su verde intenso o los rubíes con su rojo como sangre sólida,
eterna y perfecta, están destinados a atraer nuestra vista. También tienen
propiedades sorprendentes, pues algunos de ellos son los materiales más
duros que conocemos o son capaces de crear vistosas y complejas
interacciones con la luz. Todo esto está muy bien, ¿pero qué es lo que les da
esta atractiva apariencia y estas sorprendentes propiedades? Responder a esta
pregunta ha llevado a la humanidad por todo un camino de aventuras que la ha
conducido hasta los ladrillos químicos más pequeños de la materia que nos
rodea y con la que interactuamos todos los días: los átomos. Para ser más
específicos, los cristales son el ejemplo más perfecto de organización de la
materia que conocemos, ya que dentro de ellos los átomos se organizan de

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una manera completamente predecible, ocupando los lugares marcados por un
arreglo de puntos llamado red.

Desde el siglo XIX sabemos que sólo existen 14 tipos de redes en los cristales
(una red es un arreglo de puntos que se repiten una y otra vez) llamadas redes
de Bravais (para saber más de las redes de Bravais y su controvertida historia
puedes leer "El genio, el aventurero y las redes cristalinas"). En su momento,
los científicos creían que cada uno de los puntos de la red representaba a un
átomo pero ahora sabemos que cada uno de estos puntos puede representar
átomos, moléculas o incluso un conjunto de moléculas (figura 1).

Figura 1. Los cristales tienen en su interior moléculas organizadas en 14 tipos de redes llamadas
redes de Bravais. En la parte superior tenemos una fluorita [CaF2], cuya red tiene una forma
cúbica. En la parte inferior tenemos un cristal de vanadinita [(Pb5Cl (VO4)3], cuya red es
hexagonal, como se ilustra a su derecha.

A lo largo del siglo XX se desarrollaron técnicas con las que es posible


visualizar de manera indirecta la estructura de los cristales mediante difracción
de rayos x, difracción de electrones y difracción de neutrones. Estas técnicas

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permiten ver una imagen bidimensional, llamada patrón de difracción, que
reproduce las simetrías del cristal que estamos estudiando. En la figura 2
puedes ver algunos ejemplos de las imágenes obtenidas con estas técnicas.

Figura 2. Apariencia típica de los patrones de difracción obtenidos de un cristal al


utilizar la técnica de difracción de electrones.

Las investigaciones llevadas a cabo hasta la década de 1980 confirmaban que


todos los cristales tienen estructuras basadas en las celdas de Bravais. Una
consecuencia es que tanto en los cristales artificiales como en los minerales
naturales sólo pueden existir simetrías con rotación de 60°, 90°, 120° y 180°; o
sea, las mismas que las de un hexágono, un cuadrado, un triángulo equilátero
o un rectángulo. En la figura 2 puedes observar cómo los patrones de
difracción muestran estas mismas simetrías. Esto era algo tan evidente y tan

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bien comprobado que ningún cristalógrafo con cordura pensaba que existiera
otro tipo de simetría para un cristal aparte de las ya conocidas.

Desplazamientos y simetrías perfectas

¿Por qué razón no puede haber otras simetrías para los cristales? Como ya
mencionamos, los cristales se forman por la repetición de una celda de Bravais.
Esta repetición forma una red. Las redes de Bravais tienen una característica
muy especial: cuando son desplazadas una distancia determinada se obtiene la
misma red, o sea permanecen invariantes al aplicarles un desplazamiento en
alguna de las tres dimensiones espaciales.

Figura 3. Redes bidimensionales. Los cristales en tres dimensiones también tienen las
mismas simetrías de giro que estas redes.

Es posible demostrar que si una red cumple con esta característica, entonces
necesariamente están hechas con hexágonos, cuadrados, triángulos o
rectángulos (figura 3), y podemos comprenderlo de manera intuitiva si
pensamos en lo que pasa cuando queremos empalmar pentágonos iguales
entre sí, porque cuando lo hacemos empiezan a aparecer espacios que no
podemos rellenar con otros pentágonos.

Si acaso intentamos hacer un mosaico que llene una pared utilizando sólo
mosaicos en forma de pentágonos, por ejemplo, veremos que es imposible

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lograrlo porque empiezan a quedar huecos que no se pueden llenar con más
pentágonos. Esta organización perfecta de las moléculas de un cristal es la
responsable de las caras planas y de la simetría exterior de las piedras
preciosas.

La red del imposible

El año de 1982 el profesor Dan Shechtman se encontraba trabajando en los


laboratorios de la Oficina Nacional de Estándares (National Bureau of Standars)
en los Estados Unidos. Había sido invitado a pasar una estancia sabática en los
laboratorios y su presencia resultaba muy oportuna ya que se estaban
probando las propiedades de nuevos materiales sintetizados y él era un
experto en cristalografía. Shechtman al igual que cualquier científico creía que
las únicas simetrías permitidas para los cristales son las que ya mencionamos y
en realidad no pensaba ver nada demasiado sorprendente en el laboratorio.

La mañana del 8 de abril analizaba la muestra de una nueva aleación de


aluminio y manganeso que al prepararse había sido enfriada rápidamente
después de fundirse. Cuando observó el material al microscopio le pareció un
poco raro, así que decidió analizarlo más de cerca con la técnica de difracción
de electrones. Al hacerlo obtuvo un patrón que parecía normal a simple vista
(figura 4) aunque no estaba muy seguro de cuántos puntos veía, así que contó
los puntos del anillo principal. Cuando terminó de contar vio que eran 10, ¿10
puntos? Eso implicaba que el material tenía simetría pentagonal, lo que era
simplemente imposible ¿lo era? Volvió a contar los puntos y tras hacer otro par
de comprobaciones se dio cuenta de que no había manera de negar lo
evidente: Estaba frente a un nuevo material que desafiaba las leyes de de la
cristalografía.

La primera reacción de Shechtman después de comprobar su observación, fue


salir corriendo del laboratorio para contarle a alguien lo que había descubierto,
pero una vez en el largo pasillo vio que estaba solo. El calvario había
comenzado. Preparó un reporte con sus observaciones y lo envió a una revista
para su publicación, pero fue rechazado. Pronto comenzó a ver cómo se
formaba un vacío alrededor de él. Hay una anécdota que ilustra muy bien este
vacío: pocos meses después del descubrimiento, el jefe de su grupo de
investigación se apareció en su oficina y le dijo. "Mira, traje este libro para que
le eches una hojeada". Se trataba de un libro sobre cristalografía básica.
Shechtman le respondió "Ya lo conozco, he enseñado ese libro varias veces".
Después de una discusión, Shechtman supo que tendría que abandonar su
grupo de investigación.

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Figura 4. Apariencia de la red observada por Shechtman. Como puedes observar, hay
10 puntos de luminosidad equivalente a cada anillo, además de algunos pentágonos.
Esta figura tiene una simetría de 72° grados de rotación.

Shechtman contra los incrédulos

El grupo de los incrédulos abarcaba a toda la comunidad científica, pero lo peor


del caso es que era liderado por el dos veces ganador del Nobel, Linus Pauling.
Éste se enteró del patrón de difracción que Shechtman había descubierto y de
inmediato se puso en contra de la afirmación de que correspondía a un nuevo
tipo de material. La indiscutida autoridad de Pauling fue un pesado lastre para
el reciente descubrimiento. Pauling incluso le propuso a Shechtman que
escribieran juntos un artículo donde tendría la posibilidad de descartar una
parte de sus ideas.

De regreso a su alma mater, el Instituto Tecnológico de Israel, Shechtman se


encontró con Ilian Blech, un físico teórico que le dijo que sus resultados ya
habían sido reportados por otros investigadores pero que nadie había
encontrado una explicación para ellos. Shechtman respondió entonces: "Ilian,
este material nos está diciendo algo y ahora te reto a que encontremos de qué
diablos se trata".

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Los pentágonos del diablo

Por dos años Shechtman y Blech trabajaron en equipo tratando de averiguar


cuál era la razón detrás del misterioso patrón de difracción. Después de
descartar varias ideas, sus sospechas los llevaron a pensar que existía alguna
red con simetría rotacional pentagonal, o sea que al girarla por 72° quedaba
igual, justo como le pasa a un pentágono regular, aunque esto implicaba que
no tendría la simetría de desplazamiento de las redes de Bravais.

Esta idea se aclara si nos fijamos en las teselaciones de Penrose. Una


teselación consiste en llenar por completo el plano con un conjunto finito de
figuras que se repiten y que no deben dejar huecos al ensamblarse.
¿Recuerdas los mosaicos coloridos de las casas antiguas? Se trata de
teselaciones. En la figura 3 se muestran ejemplos de teselaciones hechas con
un solo tipo de polígonos.

Las teselaciones de Penrose fueron descubiertas por Roger Penrose en la


década de 1970, y en la Figura 5 se ilustra una de ellas (también puedes
observar esta teselación dentro del Museo Universum, en el primer piso del
edificio D). Puedes comprobar que si consideramos el punto central, la
teselación tiene una simetría pentagonal, o sea, al girar la figura 72°
obtendremos nuevamente la misma teselación. Sin embargo también podemos
demostrar que la teselación de Penrose jamás se repite a sí misma, de modo
que al desplazarla una distancia, no obtendremos la misma teselación, a
diferencia de las teselaciones de la figura 3. Las teselaciones se pueden
encontrar en muchos otros lados, incluso en algunas mezquitas existen
teselaciones pentagonales (ver en Cienciorama "Geometría de cuasi-cristales
en edificios islámicos medievales")

El ordenamiento molecular que Blech tenía en mente para explicar su nuevo


material es el equivalente en tres dimensiones a una teselación de Penrose,
pero en este caso se utilizan octaedros, tetraedros y otras figuras
tridimensionales para llenar el espacio (figura inicial y figura 6). Para
comprobar esta hipótesis, Blech utilizó una simulación computarizada del
material.El primer nombre que le dio fue estructura poliédrica.

El momento cumbre de la investigación vino cuando las simulaciones


computarizadas reprodujeron el patrón de difracción con los 10 puntos que
había visto Shechtman. Ese mismo año,, 1984, Shechtman envió un artículo
volviendo a reportar las observaciones que había hecho un par de años atrás,
junto con los resultados del modelo computarizado de Blech.

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Figura 5. Teselación de Penrose.

Después de la publicación la respuesta de la comunidad no se hizo esperar: en


pocos meses otros investigadores reportaban nuevas observaciones de
materiales con patrones de difracción prohibidos según la teoría clásica de la
cristalografía: simetrías octagonales y dodecagonales. Shechtman empezó a
recibir llamadas entusiastas de todo el mundo diciéndole "¡También lo hemos
visto! ¡Tenías razón!". El descubrimiento había tocado tierra firme.

El camino hasta el Nobel

Los materiales descubiertos por Schechtman se empezaron a conocer como


cuasicristales. Una característica de las primeras muestras que se sintetizaron
que saltaba a la vista, era su inestabilidad. Si las muestras se calentaban,
solían pasar inmediatamente a un estado cristalino clásico, de modo que
investigar los nuevos materiales tenía una restricción técnica inicial. Pero tres
años después de su publicación, Shechtman y Blech descubrieron los primeros
cuasicristales estables y se abrió la puerta para su investigación a gran escala.

Tras esta euforia de descubrimientos, la Unión Internacional Cristalográfica


decidió que era el momento de ampliar la definición de cristal, y desde

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entonces bastó con que un material fuera capaz de producir un patrón de
difracción válido, o sea, donde se vieran puntos luminosos bien definidos que
mostraran simetría o no, para que fuera considerado cristalino. Shechtman
logró así su primer gran victoria.

Todos estos nuevos materiales eran artificiales, así que varios investigadores
comenzaron a preguntarse si acaso existirían cuasicristales formados de
manera natural y en 2009, tras varios años de una apasionante investigación,
un grupo de científicos los halló en muestras provenientes de meteoritos (ver
próximamente en Cienciorama "En busca de los cuasicristales naturales (I) y
(II)").

Finalmente, en 2011, Shechtman recibió el premio Nobel de química "por el


descubrimiento de los cuasicristales".

En cuanto a Pauling, aunque jamás dejó de buscar una teoría alternativa para
los patrones de difracción de Schechtman, a la larga tuvo que aceptar que la
idea de Schechtman era al menos plausible.

Los nuevos materiales

Hoy en día se conocen un montón de aleaciones que resultan ser


cuasicristales, muchas de ellas con manganeso y aluminio y han comenzado a
tener aplicaciones tecnológicas. Algunos cuasicristales son materiales
excelentes para crear recubrimientos con fricción extremadamente pequeña, lo
cual tiene aplicación en cualquier tipo de maquinaria. Otra aplicación de los
cuasicristales es como material de aleación para crear nuevos aceros. Estas
aleaciones son materiales de altísima resistencia.

También se han investigado algunos cuasicristales basados en titanio como


posibles almacenadores para el hidrógeno utilizado como combustible. Esto se
debe a la habilidad de algunos de los átomos que constituyen el cuasicristal
para pegarse y despegarse de las moléculas de hidrógeno. Esto puede tener
importancia en áreas como la industria espacial, donde el almacenamiento
eficiente de combustibles es una necesidad crítica. También se han propuesto
aplicaciones como catalizadores para algunas reacciones químicas.

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Figura 6. Construcción de un cuasicristal. Los átomos o moléculas se ordenan tomando
como referencia los vértices de los poliedros de la figura. Tiene que haber más de un
tipo de poliedro. En este caso hay cuatro.

Lecciones de ciencia y lecciones de vida

La historia de los cuasicristales es un ejemplo de la forma en que el


conocimiento científico se construye. Tras muchos descubrimientos
experimentales en un campo, se logran establecer teorías fundamentales que
son la base sustancial del cuerpo de la ciencia. Sin embargo, algunas veces la
naturaleza guarda sorpresas con nuevos fenómenos que muchas veces pueden
echar por tierra hasta las leyes más firmes. Cuando alguien llega a descubrir
las fallas en las teorías, y dependiendo de cuáles sean, la comunidad científica
se resistirá a cambiar las leyes que ya han explicado una gran cantidad de
fenómenos, y aquí es donde el trabajo y la convicción de los investigadores son
más importantes. Como Shechtman dijo: "Si eres un científico y crees en tus
resultados, entonces pelea por ellos, pelea por la verdad, escucha a los demás,
pero pelea por tus convicciones."

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Bibliografía

-Shechtman, D.; Blech, I.; Gratias, D.; Cahn, J. "Metallic Phase with Long-Range
Orientational Order and No Translational Symmetry". Physical Review Letter, 1984, 53
(20), p. 1951.

-Shechtman, Dan. "The Icosahedral Quasiperiodic Phase". Physica Scripta,, 1988,


23(49).

-Levine, Dov; Steinhardt, Paul. "Quasicrystals: A New Class of Ordered Structures".


Physical Review Letters,. 1984, 53 (26), p. 2477–2480.

-Mackay, A.L. "Crystallography and the Penrose Pattern". Physica A., 1982, 114: 609–
613.

-Alonso José Argüelles Delgado., “Los cuasicristales, un premio Nobel a la


perseverancia”, Revista de Química de PUCP, 2011, 25 (1-2), 18-21.

-Bindi L., Steinhardt P. J. "”The quest for forbidden crystals”, Mineralogical Magazine,
2014, Vol. 78(2), pp. 467–482

- Paul J. Steinhardt. “Quasicrystals: a brief history of the impossible”. Rend. Fis. Acc.
Lincei. DOI: 10.1007/s12210-012-0203-3.

Imagen inicial:
http://pubs.rsc.org/en/content/articlelanding/2014/ra/c4ra09524c/unauth#!
divAbstract

Figura 1:
http://bit.ly/2H1WUpM
http://bit.ly/2EcPL4c
Figura 2:
http://bit.ly/2BMxnBO
https://www.azom.com/article.aspx?ArticleID=3153
https://media1.britannica.com/eb-media/98/131298-004-8E430C4F.jpg
http://bit.ly/2Ec9Yay
Figura 3: http://bit.ly/2BM0BAN
Figura 4: http://www.sofizmat.pl/tekst/10
Figura 5: http://bit.ly/2C5t0xv
Figura 6: http://rsc.li/2nUaO4R

Recursos en línea:
-Prof. Dan Shechtman 2011 Nobel Prize Chemistry Interview with ATS
https://www.youtube.com/watch?v=EZRTzOMHQ4s

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