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Lectura LA HOMOSEXUALIDAD
Lectura LA HOMOSEXUALIDAD
homosexualidad?
P. Miguel A. Fuentes, VE
3. Valoración moral.
NOTAS
15 Ibid., nº 14.
16 Ibid., nº 14.
HOMOSEXUALIDAD: DISTORSIÓN
PUBLICITARIA
Mons. Rodolfo L. Nolasco
Suplemento del boletín AICA Nº 2116, del 9 de julio de 1997
Una minoría audaz, con la complicidad de algunos medios
periodísticos y la connivencia de los pusilánimes, se ha adueñado de
los espacios y, con habilidad digna de mejor causa, se ha propuesto
convencer a nuestra sociedad menos informada de numerosas
mentiras, rechazadas en el mundo científico, como ya lo eran por el
sentido común de nuestro pueblo, y las convicciones religiosas tanto
de cristianos como de judíos y mahometanos.
Hace pocos años el Dr. Nathanson confesaba ante una asamblea
de médicos reunida en Madrid que, cuando él promovía en los
Estados Unidos el aborto, había adoptado con su grupo como técnica
publicitaria la exageración sistemáticamente creciente del número de
abortos con el objeto de disminuir la resistencia cultural a este crimen
contra la vida.
Brindando una fácil excusa que pretende justificar las prácticas
homosexuales llegan algunos a afirmar, sin fundamento serio y contra
la reiterada comprobación de notorios especialistas y psicólogos en
general, que la homosexualidad proviene de un factor genético y que,
por ello, resultaría irreversible.
Así sucedió con Noel B. Mosen, quien, en una carta publicada por la
revista New Zealand de junio de 1994 escribe:
Psicólogos como Bieber, Cappon y Albert Ellis sostienen que hay un
elevado porcentaje de homosexuales curados, que han pasado de
una homosexualidad completa a una heterosexualidad también
completa(4).
Esta solución solamente resulta posible con la seria voluntad del
paciente y su perseverancia en el esfuerzo, aislándose totalmente del
ambiente homosexual en que se ha habituado a esas prácticas. Esto
evidentemente resulta tanto más difícil cuanto por mayor tiempo se
ha extendido dicha conducta, que llega a constituirse en una adicción,
tan difícil de erradicar como la droga.
Esta situación puede crear una aparente ambigüedad y duda, que
puede superarse con breve investigación anatómica y hormonal. No
parece haberse confirmado la existencia de hermafroditas con real
capacidad ambivalente.
12. ¿Qué debe hacer entonces una persona homosexual que busca
seguir al
Señor? Sustancialmente, estas personas están llamadas a realizar la
voluntad de Dios en su vida, uniendo al sacrificio de la cruz del Señor
todo sufrimiento y dificultad que puedan experimentar a causa de su
condición. Para el creyente, la cruz es un sacrificio fructuoso, puesto
que
de esa muerte provienen la vida y la redención. Aun si toda invitación
a
llevar la cruz o a entender de este modo el sufrimiento del cristiano
será
presumiblemente objeto de mofa por parte de alguno, se deberá
recordar que
ésta es la vía de la salvación para todos aquellos que son seguidores
de
Cristo.
http://apologetica.org
Homosexualidad
y transexualismo
Reflexiones sobre el "derecho" a la elección del sexo.
M. G. Morelli
Ya que los "homosexuales" no molestan a nadie ¿por qué no se les permite vivir
como ellos quieren, casarse, gozar de ciertos derechos de familia, etc.? ¿Por qué no
le dejan corregir su sexo a los transexuales?
Mientras cifras falseadas (ej. Informe Kinsey) pretenden, por ejemplo, que los
homosexuales constituyen el 10% de la población norteamericana; los
investigadores serios están de acuerdo en que asciende en cambio al 2,5%.
Actualmente, por influencia de psicólogos y sexólogos de muy mala formación
antropológica y moral (que predominan), crece la idea de que la homosexualidad es
una expresión más de la sexualidad, tan válida como las otras, y que debe ser
admitida moral y jurídicamente.
3) de los casos de indefinición sexual (v.g. casos donde por malformaciones y otras
causas es difícil determinar cuál es el sexo de la persona); en el que una vez
determinado su sexo real, el derecho debe protegerlo en tal situación.
Conviene precisar además que una cosa es la inclinación homosexual, y otra los
actos homosexuales.
Pero los actos homosexuales, y los vicios consiguientes, no pueden ser consentidos
ni admitidos jurídicamente en ningún caso. Si son públicos, pueden y deben ser
perseguidos por el estado que debe custodiar la moral pública (art. 19 Constitución
Nacional). De allí que es gravemente inmoral que el estado reconozca uniones
homosexuales consagrándolas como estado civil, reconociéndoles beneficios como
tales (sociales, económicos, laborales) u otorgándoles adopción de menores; pues
se hace cómplice de aquéllas y las promueve. Tengamos en claro que cuando se
postula el matrimonio entre homosexuales, no se está defendiendo el permiso para
que los homosexuales puedan vivir juntos, sino mucho más: que el estado
reconozca esa unión y la proteja jurídicamente (salario familiar, licencia por
matrimonio, etc., etc.).
Esto sin perjuicio de que la hipótesis del origen genético debería enfrentar estas
preguntas: ¿por qué, en casi la mitad de los casos, hay personas homosexuales
cuyos mellizos no lo son? Además, si fuera siempre genética, no se podría cambiar;
mientras numerosos expertos en sexología (D.J. West, M. Nichols, o L.J. Hatterer).
sin vinculación religiosa, han descrito muchos casos de homosexuales que se
convierten en heterosexuales de modo completamente espontáneo, sin presiones ni
ayuda (ASD Prensa, año X, ed. nº 363, julio 1994). La teoría genética de la
homosexualidad ha sido en general descartada hoy en día (Lo que usted debe saber
sobre el homosexualismo, Human Life International, septiembre de 1993). Además,
hay homosexuales que han "curado" su inclinación (v. por ejemplo el testimonio de
Noel B. Mosen en ASD Prensa, año X, ed. nº 363, julio 1994, quien manifiesta que
son miles en el mundo las personas que han logrado eliminar los deseos
homosexuales).
Pero no se puede permitir el cambiar los órganos sexuales en contra del sexo real
de la persona; porque se le estaría causando un daño físico no justificado por
exigencias de su salud. No se puede privar a una persona de su integridad física,
aunque esté de acuerdo, sin una razón terapéutica, es decir, sin que sea necesario
extirpar un órgano enfermo para evitar que avance una enfermedad a todo el
cuerpo. Además, con esta cirugía, como también con la readecuación de los datos
de identidad, se estaría cooperando con conductas éticamente reprobables, como lo
es la de quien mantiene o desea mantener relaciones de tipo homosexual; se
obraría en contra de la moralidad pública y se transmitiría institucionalmente un
erróneo mensaje a la sociedad sobre el valor de la sexualidad, el matrimonio, la
familia y el comportamiento ético adecuado. Debemos rechazar, por ejemplo, lo
ocurrido en un Hospital de Lima, Perú, en septiembre de 1997, donde los médicos
le hicieron una cirugía de cambio de órganos sexuales a un bebé varón de seis
meses, que había perdido sus genitales masculinos como consecuencia de la
mordedura de un perro, simulando quirúrgicamente una vagina con partes del
intestino (Lima, AFP, 14/9/97).
El tema ha merecido alguna atención mayor cuando se trata de los llamados
"transexuales". El transexual es una persona que posee características de un sexo
(generalmente varón), pero psicológicamente se siente mujer y tiende a
identificarse con el sexo femenino (no lo asimilemos al travesti, que gusta vestirse
como el sexo opuesto, pero no necesariamente es transexual). En defensa del
cambio quirúrgico y jurídico del sexo de transexuales, se ha argumentado
sosteniendo que los transexuales no eligen su condición, que hay que corregir la
discordancia de su sexo psicológico, que sin el cambio de sexo se afecta su
privacidad y se lo condena a la marginalidad. Sin embargo, son argumentos
insuficientes. Por un lado, no se puede cooperar directamente con conductas
inmorales, y entonces no se puede legitimar jurídica o moralmente el supuesto
"cambio de sexo". Además no se trata del ámbito de privacidad de la persona, sino
de su comportamiento público y de su relación con sus semejantes y con los
médicos; y el que se condena a la marginalidad es él mismo por su comportamiento
desviado. En cuanto a que la transexualidad no es electiva (insiste en este
argumento Germán Bidart Campos, El cambio de identidad civil de los transexuales
quirúrgicamente transformados, J.A., 18/7/90, p. 27), como dijimos arriba, ello
puede ser válido para la inclinación, pero los actos y la vida llevada adelante por el
transexual sí es elegida por él; y aunque no lo fuera, habría que ayudarlo a superar
su desviación, pero no legitimarla (vgr. si un paciente psiquiátrico se cree lombriz,
no se autoriza a los médicos cortarle los brazos). No podemos concebir que una
persona pertenezca a un sexo por el sólo "creer" que pertenece al mismo. Quien
posee caracteres sexuales masculinos, no se transforma en mujer por sólo pensar
que lo es. En estos casos, ni la cirugía ni los procedimientos jurídicos de cambio de
identidad, "corregirán" su sexo, sino que introducirán nuevas discordancia entre
algunas de sus manifestaciones; y además, en muchos casos, ni siquiera le traerá
tranquilidad psíquica porque suelen quedar disconformes ante los magros
resultados de una pretensión que es imposible de realizar médicamente: cambiar,
realmente, de sexo. En cuanto a la conveniencia de estas "correcciones" para
proteger la moral pública e impedir escándalos, una legislación tal los hace aún
mayores, pues los legitima, en tiempos de tanta violación de la ley natural en
materia de sexualidad y de tantos malos ejemplos al respecto. Esto sin contar que
deberían aplicarse mejor las prohibiciones aún existentes de causar escándalos en
la vía pública vistiéndose o comportándose como las personas del otro sexo y que
también abarcan a los transexuales. Pero como tantas otras leyes, éstas cada vez
se aplican menos.
Como dijimos, la conducta sexual hacia una persona del mismo sexo, aunque se
trate de un "transexual", es éticamente cuestionable en el plano objetivo, ya que
contraviene manifiestamente el orden, fines y funciones de los órganos sexuales y
el sentido de complementación de la sexualidad. Y por ello no se puede cooperar
con ella mediante cirugías y/o rectificaciones jurídicas o de cualquier otro modo; ni
lesionar la integridad física privando a una persona de la potestad de procrear, no
mediando razones terapéuticas reales.