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Coronavirus, sedentarismo y biopolítica: Las posibilidades de

mundo después del simulacro apocalíptico

Biopolítica y discurso médico

El crecimiento poblacional, la acuciante demanda de mano de obra y la necesidad de


generar subjetividades dóciles y productivas, desembocó en la aparición de un
sinnúmero de conocimientos al servicio de la gestión y administración del cuerpo y la
vida. No solo basta con la existencia de personas dispuestas a vender su fuerza de
trabajo, sino que estas tienen que ser lo suficientemente productivas para realizar la
tarea sobre-especializada, y muchas de las veces insignificante, que le es asignada. Sin
embargo, nuestro cuerpo es limitado: se enferma, envejece, se atrofia y perece.
Emerge un sistema de cuidado, ligado a la medicina y a los hospitales, cuya función es
garantizar la salud y la vida de los engranajes-proletarios, que son parte esencial del
funcionamiento de la gran máquina. Esto, sin embargo, es insuficiente. El cuerpo, pese a
la medicina, fenece. La vida útil de las personas no es ilimitada, por lo que se necesita
de cuerpos-fábricas para garantizar la reproducción constante de los cuerpos-engranajes,
que reemplazarán las piezas que en algún momento dejarán de ser funcionales.
Debido al hacinamiento cada vez más constante, producto de la extensión artificial de la
vida y del nacimiento cada vez más incesante de personas, se torna necesario el diseño
de técnicas y conocimientos ligados al control poblacional. Nacen las ciencias sociales
relacionadas al control y administración del cuerpo social: antropología, sociología y
economía.
La biopolítica no es más que la forma en la que ha mutado el poder dentro de la
sociedad capitalista, donde la administración y gestión de la vida, tanto humana como
no humana, pasa a tener un papel fundamental.
Dentro de este proceso, muchos conocimientos cobran relevancia, sin embargo el
discurso médico adquiere una gran importancia. No solo por ser un expresión de nuestro
profundo miedo a la muerte, sino porque las enfermedades, cada vez más extendidas en
la sociedad capitalista, inciden de forma directa dentro de la esfera de la política y en la
forma de cómo habitamos el mundo.

Con el nacimiento del discurso médico aparecen los especialistas de la salud. De pronto,
la gestión de la salud dejó de ser parte del control de los grupos humanos y pasó a ser el
monopolio de los hospitales, centros médicos y farmacéuticas. La enfermedad se
empezó a tratar en base a la lógica del encierro. No es casualidad que la cárcel, las
escuelas y los hospitales hayan surgido en la misma época. Las tres instituciones no son
más que el estandarte de la pérdida de nuestra autonomía y parte del nacimiento de la
bio-política.
La medicina alópata, cuya preocupación gira alrededor de la sanación del síntoma, pero
no de la cura de la enfermedad, se consolidó como la forma hegemónica de gestionar la
salud. Todos los conocimientos médicos antiguos ligados a la prevención de
enfermedades, se dejan de lado y se pone a la medicina al servicio de las leyes del
mercado. El cuerpo y todos sus entramados son estudiados de forma cada vez más
incesante. Aunque la enfermedad preocupa, debido a que mata a los cuerpos-engranajes,
se aprovecha como una situación más, para acumular capital. Sin enfermos no hay
medicinas y sin medicinas no hay emporios farmacéuticos. La salud, gestionada por
empresas y corporaciones como el Estado, se vuelve una necesidad en este mundo cada
vez más habitado y des-territorializado, pero también cada vez más propenso a las
enfermedades virales y pandemias.
Pese a ello, su funcionamiento no es equitativo. No todos los cuerpos-engranajes tienen
el mismo valor y por ende, no todas las enfermedades se tratan con la misma urgencia y
necesidad. Por esta razón, las enfermedades empiezan a ser preocupantes cuando
afectan a los engranajes que ocupan las capas más altas de la sociedad.
A los proletarios, en cambio, nos obligan a vivir en mundo que fomenta la enfermedad,
pero nos niegan las posibilidades de sanar. O nos dan paracetamol, para erradicar por un
momento el malestar.

Las dos respuestas del Estado ante la crisis sanitaria


Dijimos anteriormente que las enfermedades, y el discurso médico asociada a ellas,
inciden de manera directa en la forma de cómo se lleva a cabo el control y
administración de las poblaciones. La pandemia, la enfermedad y la inminente muerte
que esta conlleva, permiten justificar medidas que en situaciones de normalidad-
democrática, serían inaceptables. Sin embargo, las respuestas de los Estado-nación
frente a esta crisis, no son similares. Podemos decir que existen dos medidas que se han
adoptado de manera generalizada, ambas igual de nocivas. A la primera la
denominaremos la comunitaria-autoritaria, donde se restringen las libertades
individuales y colectivas en nombre de la salud comunitaria. La segunda es la liberal-
económica que, haciendo caso omiso a las recomendaciones de organismos
especializados en salud pública, ponen en riesgo a grandes sectores de la población al
negar la peligrosidad del covid-19 dentro de la salud humana, todo esto en nombre de
otra entelequia, llamada economía. La primera mata las libertades en nombre del
colectivo. Colectivo que solo importa debido a que es una enfermedad que ha afectado
mayormente a los ricos. La segunda mata a los cuerpos en nombre de las libertades, ya
que al ser indiferente ante la vida humana, antepone a la economía y al mercado como
instancias más importantes que la vida misma.
En la actualidad, la mayoría de territorios nos encontramos bajo una dictadura sanitaria,
siguiendo el modelo comunitario-autoritario, donde se restringen derechos de forma
arbitraria y se incrementan los tratos humanos y degradantes, por parte de las fuerzas
represivas del Estado, contra amplios sectores de la población. Pese a ello, estas
restricciones a la libertad y dignidad, son vistas como positivas por gran parte de la
población. No solo toleran el control y el abuso, sino que lo exigen, todo esto en nombre
de la salud pública.

TIC´s, Medicina, transhumanismo y la superación de la vida orgánica


Las tecnologías de la información y comunicación, más conocidas como TIC´S, han
cambiado al mundo radicalmente desde su aparición con las primeras computadoras en
el mercado, que fueron evolucionando hasta llegar a convertirse en los smarphones que
en la actualidad usamos y que nos son tan indispensables en nuestro día a día. No solo
han influenciado en las relaciones cotidianas que tenemos con los otros, sino también en
las estructuras macro de la sociedad como las formas de hacer política y curar a los
enfermos. Los políticos hacen uso de redes sociales para influenciar en la opinión
pública y conseguir votos y aprobación. Las universidades cada vez más ofrecen cursos
online para que te puedas educar desde casa. La medicina experimenta de forma
incesante con las posibilidades que abre el uso de la nanotecnología digital en el
tratamiento de enfermedades. Y este es precisamente el punto que nos interesa analizar.
Los chips implantados en cuerpos humanos para realizar controles médicos, cada vez
más son aceptados dentro de la población. En el 2004 en Estados Unidos se implantó el
primer chip en humanos con fines médicos que se denominó verichip. En la actualidad
existe todo un movimiento que fomenta la utilización de gadgets tecnológicos dentro del
cuerpo humano para potenciar sus capacidades biológicas. Las personas vinculadas al
bio-hacking apuntan hacia ello, muchos de los cuales se hacen las modificaciones por sí
mismos. Sin embargo, no son los únicos que fomentan la modificación del cuerpo ya
que, por ejemplo, “Expertos en nanotecnología desarrollan un sistema inmune biónico
compuesto de millones de nanorrobots, que habitarían en nuestro cuerpo, abrirían vasos
sanguíneos bloqueados, combatirían virus y bacterias, eliminarían células cancerosas e
incluso invertirían los procesos de envejecimiento”1
Por ello, no debe de sorprendernos que empresas vinculadas a las tecnologías de la
comunicación, como Alphabet inc., cuya principal filial es Google, tengan inversiones
en la industria médica relacionada a la biotecnología, tales como Calico. Esta es una
empresa afiliada a Alphabet inc., que tiene literalmente como objetivo “combatir el
envejecimiento y las enfermedades asociadas.”2 Aunque no hay mucha información
sobre las investigaciones que se llevan a cabo dentro de esta corporación, podemos
intuir que se utilizan los últimos avances de la nanotecnología digital para poder
cumplir con estos objetivos.
Todo esto solo es la manifestación de una filosofía profunda, pero poco conocida, que se
viene gestando dentro de las élites vinculadas a la industria de las tecnologías de la
comunicación: El transhumanismo. Este pensamiento/práctica busca la superación de la
humanidad a través de su fusión con la tecnología. Sin embargo su utopía no es del tipo
ciborg, sino más bien posthumanista, ya que en última instancia anhelan un mundo en el
que el cuerpo, como paradigma de vida, ha sido superado y con ello el ser humano
como organismo vivo.
Para la razón instrumental pura, el cuerpo siempre ha sido un desafío. Esta quiere la
inmortalidad, pero el cuerpo fenece y fallece. Esta busca la productividad infinita, pero
el cuerpo desea, se cansa, sueña y caga. Todas aquellas manifestaciones de la condición
humana, y por ende de nuestra corporalidad, son vistas con desprecio por este tipo de

1
Harari Yuval, N. De animales a dioses. Breve historia de la humanidad. Pág. 1064. Versión electrónica
extraída de: http://biologia.utalca.cl/wp-content/uploads/2018/01/De-Animales-a-Dioses.pdf
2
https://es.wikipedia.org/wiki/Calico_(empresa)
racionalidad. Para el posthumanismo, que es la máxima expresión de la razón
instrumental y por ende del capitalismo post-industrial, el cuerpo no es más que un
cúmulo de pus y sangre innecesario, que puede y debe ser superado. Pero esa superación
no es inmediata, pasa por etapas. La primera de ellas no es más que su aceptación
generalizada.
En 1998 los filósofos utilitaristas (no en sentido peyorativo, sino defensores de la
filosofía política y moral utilitaria) Nick Boston y David Pearce fundaron la Asociación
Mundial Transhumanista en cuyo manifiesto declararon lo siguiente:

1. En el futuro, la humanidad cambiará de forma radical por causa de la tecnología.


Prevemos la viabilidad de rediseñar la condición humana, incluyendo
parámetros tales como lo inevitable del envejecimiento, las limitaciones de los
intelectos humanos y artificiales, la psicología indeseable, el sufrimiento, y
nuestro confinamiento al planeta Tierra.
2. La investigación sistemática debe enfocarse en entender esos desarrollos
venideros y sus consecuencias a largo plazo.
3. Los transhumanistas creemos que siendo generalmente receptivos y aceptando
las nuevas tecnologías, tendremos una mayor probabilidad de utilizarlas para
nuestro provecho que si intentamos condenarlas o prohibirlas.
4. Los transhumanistas defienden el derecho moral de aquellos que deseen utilizar
la tecnología para ampliar sus capacidades mentales y físicas y para mejorar su
control sobre sus propias vidas. Buscamos crecimiento personal más allá de
nuestras actuales limitaciones biológicas.
5. De cara al futuro, es obligatorio tener en cuenta la posibilidad de un progreso
tecnológico dramático. Sería trágico si no se materializaran los potenciales
beneficios a causa de una tecnofobia injustificada y prohibiciones innecesarias.
Por otra parte, también sería trágico que se extinguiera la vida inteligente a
causa de algún desastre o guerra ocasionados por las tecnologías avanzadas.
6. Necesitamos crear foros donde la gente pueda debatir racionalmente qué debe
hacerse, y un orden social en el que las decisiones serias puedan llevarse a cabo.
7. El transhumanismo defiende el bienestar de toda conciencia (sea en intelectos
artificiales, humanos, animales no humanos, o posibles especies extraterrestres)
y abarca muchos principios del humanismo laico moderno. El transhumanismo
no apoya a ningún grupo o plataforma política determinada.3

Por otro lado, conjuntamente con el surgimiento de esta filosofía dentro de las élites
globales, surge su vulgarización y difusión a través de la industria cultural de masas. No
por nada, muchas de las series y películas que hemos visto en los últimos años, tienen
que ver con escenarios en el que ser humano se ve expuesto a una situación de
inminente de catástrofe. Estos escenarios apocalípticos, en donde nos vemos expuestos
a situaciones extremas, generan ansiedad, miedo, frustración, sobre todo cuando en el
mundo real se presentan escenarios similares a los propuestos en las narrativas
distópicas de nuestras series favoritas. Estas ideas y proyecciones difundidas
masivamente por la industria cultural, generan de alguna u otra forma un desprecio
hacia al cuerpo y hacia muerte. ¿Y si fuéramos inmortales? Se vuelve una pregunta
recurrente. El viejo anhelo de la humanidad por la inmortalidad se vuelve cada vez más
3
Declaración de la Asociación Mundial Transhumanista. en  transhumanismo.org
una realidad, pero para llegar a ello, tendremos que renunciar a nuestra corporalidad,
que está destinada a convertirse en comida de larvas y gusanos.
A raíz de la aparición del covid-19, los medios de comunicación han construido una
simulación apocalíptica. Calles completamente vacíos, supermercados repletos con
gente peleando por el último trozo de papel higiénico, economías que cada vez se van
convirtiendo en economías de guerra. Todo aquello, crea las condiciones perfectas para
justificar las investigaciones destinadas a la materialización de la vida transhumana. Por
ejemplo, a raíz de la aparición del coronavirus covid-19, muchos científicos hablan de
acelerar las investigaciones del uso de la herramienta tecno-médica denominada
CRISPR (en inglés Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats, en
español "repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente
interespaciadas" ), que se utiliza para modificar las moléculas de ADN y ARN para
provocar cambios significativos en el genoma de los animales, donde se incluye a la
especie humana, para evitar enfermedades ocasionadas por virus y bacterias y mejorar
las limitaciones genéticas de nuestro propio código. Tal y como lo manifestó un
corresponsal del Wall Street Journal: “(…) Ya se están desarrollando herramientas
CRISPR que detectarán el virus y, con el tiempo, lo evitarán. Pero en una forma más
amplia, el coronavirus centrará la atención de una nueva generación de científicos e
innovadores. Así como la revolución digital impulsó la innovación en la última mitad
del siglo XX, la revolución biotecnológica impulsará la primera mitad del siglo XXI.
Los niños que estudian codificación digital serán superados por aquellos que estudian el
código de la vida.” 4

Esto no quiere decir que el acceso a estas técnicas de modificación y transmutación


genética, serán accesibles para todas las personas. Solo unos pocos tendrán la
posibilidad de inducir su evolución hacia la vida inorgánica, cuyo máximo exponente es
la Inteligencia Artificial. Consciencia, que cada vez más está presente en nuestras vidas.
Organizando nuestros calendarios, aprendiendo nuestras tipografías. Cada clic y cada
like alimentan más a esta forma de comprensión del mundo, que se plantea y se erige
como nuestra superación y trascendencia.

El escenario que planteamos es solo una de las posibilidades de las muchas que existen
dentro del devenir histórico. Empero es una posibilidad latente, que está presente y que
cada vez más obtiene los insumos, tanto materiales como psicológicos, para poder
materializarse. Empero, otras posibilidades también nos esperan y quizás se
materialicen en otros universos y no en el nuestro. Sin embargo, no por eso tenemos que
vernos derrotados. Hoy el cuerpo se abre más que nunca como un territorio de lucha. La
lucha por la autonomía, por la vida en su dimensión orgánica y por el advenimiento de
la anarquía.

4
El covid-19 acelera la carrera por dominar la biotecnología (CRISPR-Cas9), fecha de publicación:
29/03/2020. Extraído de https://urgente24.com/medios/exclusivo-24/el-covid-19-acelera-la-carrera-
por-dominar-la-biotecnologia-crispr-cas9.

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