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Agradecimientos

Este libro ha contado con la colaboración de Étienne Leclercq, Anne


Piret, Johan Tirtiaux e Yves Winkin, a los que expresamos nuestro
más profundo agradecimiento. Vaya nuestra gratitud también a Pascal
Combemale, Dominique Merllié y Jean-Paul Piriou t, por el modo en
que han acompañado nuestro trabajo.

Título original: La sociologie de Erving Goffman

© Éditions La Découverte, París, 2005

©De la traducción: Mónica Silvia Nasi


Revisión: Albert Fuentes

© Editorial Melusina, S.L., 2006

www.melusina.com

Diseño gráfico: David Garriga

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Fotocompuesto en Víctor Igual S.L.


Impresión: Hurope, S.L.
ISBN- I 3: 97 8-84-96614-04-8
ISBN: 84-96614-04-2
Depósito legal: B-27842-2006

Printed in Spain
Contenido

INTRODUCCIÓN 9
Cuadro: Un ejemplo de interacción: las relaciones
de las prostitutas con sus clientes 1O

l. REFERENCIAS BIOGRÁFICAS 15
El aprendizaje del oficio 15
Cuadro: Los profesores de Goffman en la universidad
de Toronto 17
U na producción abundante 19
Pensar conjuntamente la vida y la obra 22

2. LA METÁFORA TEATRAL 25
El escenario: sus desafíos y sus artificios 25
El control de las impresiones (impression management) 28
Cuadro: Adherirse a los valores
desacreditándose 29
. Cuadro: Metáfora del teatro y metáfora
del juego 30
La nota discordante 32
Los actuantes estigmatizados 33
Despliegue de la analogía: equipos y regiones 36
Los equipos 36
El escenario y el trasfondo escénico 36
Cuadro: Un equipo en conflicto sobre el control
del acceso al trasfondo escénico 38
6 La sociología de Erving Goffman

La metáfora teatral en el resto de la obra


de Goffman 39

3. REGLAS Y RITOS 41
Preservar la propia cara y la del otro 43
Un «trabajo de la cara» ritualizado 45
Proceder y deferencia 46
El compromiso 47
El compromiso en la conversación 48
Cuadro: Estudiar la situación en que se produce
el acto de habla 49
Cuadro: Los recursos seguros 50
El compromiso en las ocasiones sociales 51
Cuadro: El compromiso del conferenciante 52
El compromiso en las interacciones en público
no focalizadas 54
Los intercambios correctores 55

4. EL NO RESPETO DE LAS REGLAS Y EL TEMA


DE LA LOCURA 57
Presentar una apariencia normal 57
Manifestar la salud mental. 58
Cuadro: Hacer comprensible el propio
comportamiento 59
Cuadro: La enfermedad mental como no respeto
de las reglas: el ejemplo de los lugares
públicos 60
Manifestar el carácter inofensivo 60
Cuadro: Algunas críticas al punto de vista
goffmaniano sobre la enfermedad mental 61
Las instituciones totales 63
Las características de las instituciones totales 64
La destrucción de la identidad de los reclusos 65
El yo como resistencia 66
Cuadro: Los lugares libres 67
Contenido 7

5. LOS MARCOS DE LA EXPERIENCIA 70


Marcos primarios y transformaciones 72
Modalizaciones y fabricaciones 73
La estratificación de la experiencia 75
Cuadro: Estratos interminables 76
Las deficiencias del encuadre de la experiencia 77
Ambigüedades y errores de encuadre 77
Las rupturas de marco 78
Los «marcos>> en la obra de Goffman. 79

6. LA GENEALOGÍA INTELECTUAL DE GOFFMAN 83


Las vías de acceso a la genealogía 83
La escuela de Chicago: una pertenencia
controvertida 85
Una continuidad metodológica y temática 86
Cuadro: Los puntos débiles del interaccionismo
simbólico según Goffman 87
Críticas que emanan de los interaccionistas
simbólicos 88
La sociología formal de Simmel 89
U na afinidad de perspectivas 90
Un método «naturalista» 92
Cuadro: Trabajar como un botánico manco 94
Rituales y moralidad en Durkheim 94
Cuadro: El individuo es un Dios 96

7. INTERACCIÓN, IDENTIDAD Y ORDEN SOCIAL:


APERTURAS CRÍTICAS 98
Interacción e identidad 98
Los tres componentes del proceso de producción del yo 98
La continuidad biográfica 1 00
La inmoralidad de la preocupación por
las apariencias 102
Interacción y orden social 104
¿Y el análisis macrosociológico? 106
La posición de Goffman 107
8 La sociología de Erving Goffman

Las voces críticas: universalidad o historicidad del orden


social 108

CoNCLUSIÓN 113

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 117

ÍNDICE 125
~··

Introducción

La particularidad de la obra de Erving Goffman reside en el he-


cho de que está enteramente consagrada a analizar las interac-
ciones, es decir, lo que ocurre cuando al menos dos individuos se
encuentran uno en presencia del otro.
,, Goffman se interroga sobre las formas que adoptan dichas ¡
íj interacciones, las reglas a las que responden, los roles que cum- -·
¡, plen los actuantes implicados, el «orden» específico que ellas
// constituyen. Al redactar su tesis, defendida en 1953, Goffman
afirma su intención de analizar la «interacción en nuestra socie-
dad», que se le presenta ya en esa época «como [un} tipo de or-[ .,,f
den social» (Winkin, 1988a, p. 56). Y algunos meses antes de
su muerte, en 1982, en su discurso dirigido a la American So-
ciological Association, de la que acaba de ser elegido presiden-
te, vuelve sobre la que ha sido su principal preocupación a lo
largo de su carrera: « ... conseguir que se aceptase como analíti- ,
1
camente viable esta área "cara a cara", que puede denominarse el l V"'
orden de la interacción, por ponerle un nombre cualquiera» (Goff-
man, 1983/1991, pp. 173-174, el subrayado es del autor).
Por supuesto, Goffman no es el único que para entonces se
ocupa de ese objeto de análisis. Otros sociólogos, así como gran
parte de los psicólogos sociales, también estudian entonces las
relaciones interpersonales. Pero Goffman es consciente de que
es el único que analiza las interacciones como un objeto de análisis v
específico, contrariamente a otros investigadores, quienes, por de-
1O La sociología de Erving Goffman

cirlo de manera esquemática, tienden a analizar las interaccio-


nes desde arriba, o desde abajo. Desde arriba, cuando estudian
las interacciones en cuanto que éstas ilustran el funcionamiento
de una organización, o muestran cómo se relacionan, por ejem-
plo, personas que pertenecen a clases sociales diferentes. Desde
abajo, cuando se trata de comprender las interacciones a partir
de los intereses y móviles de los actuantes present~s o, incluso,
en función de las representaciones que dichos actuantes tienen
de los otros en la interacción (Williams, R., 1988/2000, p. 77).

Un ejemplo de interacción: las relaciones de las prostitutas


con sus clientes

Pata tener una primera intuición de lo que puede representar una


interacción, según Goffman, observemos por ejemplo una calle de
una zona roja, en donde las prostitutas se exponen a la mirada de los
transeúntes y entablan conversación con los clientes. Nos referimos
al análisis d~ Stéphanie Pryen en su libro Stigmate et Métier (1999,
pp. 133-151).
1 Lejos de ser, como lo imagina el profano, el lugar donde se ejer-
l ce la libertad sexual, la prostitución es por el contrario, según nos
l
A
explica Pryen, una actividad sumamente reglamentada. El cuerpo
de la prostituta se presenta fragmentado. y el cliente sólo tiene ac-
l
ceso a él de un modo codificado, tarifado: «tanto por el sexo, tanto
¡ por los senos, tanto por la desnudez completa ... >> (Pryen, 1999, p.
141). El desarrollo del encuentro sigue un itinerario más o menos
l estable y ritualizado: acercamiento, negociación del servicio espe-
rado, pago, prestación del servicio pactado.
Esta.actividad regulada se muestra también como el resultado
de una puesta en escena de varios roles relativamente estables por
parte de las profesionales. El primero y el más evidente es el de
compañera sexual. Se identifica fácilmente por el tipo de atuendo
de la prostituta, por su manera de mostrarse en la calle o de abor-
j dar al cliente en un registro de clara connotación sexual. Este rol es
también central, obviamente, en el servicio sexual que ofrece.
- ~~ El segundo rol es el de confidente. La prostituta se presenta al
i'
ji cliente como una persona que se presta a la escucha, que está siem-

1
1j
,1

J
Introducción 11

pre lista para oírle contar su historia personal, sus problemas afec-
tivos, sus conflictos conyugales. Este rolla transforma en una suer-
te de consejera sentimental y le permite, por otra parte, dar a su
profesión un cariz de misión de interés público.
Pryen nos muestra también que la prostituta es capaz de guar-
dar cierta distancia en relación con estos roles. Si bien no deja de
manifestar al cliente que se compromete realmente en la relación
afectiva y sexual con él, al mismo tiempo logra establecer un corte
entre sus roles profesionales y los que desempeña en otra escena, la
de la vida privada. En efecto, evita hablar de temas más personales,
se atribuye un nombre distinto al de su vida privada, adopta otra
manera de vestirse, de comportarse.
Además de las reglas que rigen aquí, además de los roles que se
desempeñan, otra manera de ver la relación de las prostitutas con
sus clientes consiste en identificar estrategias de poder. Éstas se
fundan esencialmente en las informaciones comprometedoras de
que disponen las profesionales con respecto a quienes las frecuen-
tan. La simple visita de los clientes, así como sus confidencias, dan
a las prostitutas un margen de maniobra que les permite proteger-
se o, de un modo más concreto, disuadir a sus clientes de atentar
contra su integridad física o su reputación.
También hay otras observaciones posibles sobre las relaciones
de las prostitutas con sus clientes. Así, por ejemplo, Pryen destaca
la imagen que las profesionales tratan de dar de sí mismas, la iden- . "'
tidad .p~jva que intentan construir, en primer lugar ante sus
clientes, pero ta~biéii'-anú~-1a-socieda<I en su conjunto. Esta ima-
gen está centrada en el respeto: respeto por ellas mismas -puesto
que no ofrecen más que un acceso parcial y reglamentado a su cuer-
po- y respeto hacia el cliente -marcado por la discreción, la leal-
tad ante él, su rol de confidente-, lo cual les permite reivindicar
el reconocimiento debido al ejercicio de un oficio que cumple una
misión social.

Así presentada, la sociología de Goffman parece responder


no sólo a una intención clara sino, sobre todo, a una meta bus-
cada de modo constaf;[e durante toda la carrera del autor. ¿Se
trata, pues, de una obra simple y de fácil acceso? De ningún
12 La sociología de Erving Goffman

modo. Frente al análisis, la producción de Goffman se revela di-


versificada e, incluso, llena de contrastes.
De hecho, la mayoría de las obras que publica toman efecti-
vamente las interacciones como objeto de análisis, pero las abor-
dan desde ángulos muy diversos, que remiten a varias metáforas
(Branaman, 1997). Observando las interacciones como represen--/
taciones teatrales, Goffman nos hace prestar atención al «medio>>
en el que se mueven los actuantes, a la «máscara>> que llevan
puesta, al «rol» que desempeñan; con estos elementos, los ac-
tuantes tratan de controlar las impresiones de su público. En
otros pasajes de su obra, Goffman considera que todos nuestros
actos en interacción constituyen ritos que manifiestan, bajo una
forma convencional, el valor sagrado que es propio de cada in-
\ .. '[
dividuo. Y en otros, incluso, considera las interacciones como
\Juegos en los cuales los actuantes se comportan como estrategas,
~i 'como seres calculadores, y en los que manipulan información
' \ para lograr sus fines. Finalmente, podemos afirmar con Winkin
\
que una de las obras de Goffman, Frame Analysis: An Essay on the
\ prganization ofExperience, se inspira en una perspectiváánemato-
1
t '
/gráfica (Winkin, 1988a, p. 84). ·.
1 l Otra fuente de disparidad: cada obra está redactada sin casi
1 hacer referencia a las demás, como si la investigación partiese cada
,¡ vez de cero. Además, la mayor parte de los libros publicados por
el autor están constituidos por una colección de artículos escritos
con anterioridad y cuya cohesión no siempre resulta evidente.
Otro aspecto de la obra de Goffman que dificulta su com-
prensión es la diversidad de las fuentes intelectuales que reúne.
En efecto, se inspira en tradiciones muy diversas, como la socio-
1 logía (aportaciones de Émile Durkheim, Georg Simmel, etc.), la
1
psicología (psicoanálisis freudiano, George Herbert Mead, etc.),
la economía (teoría de los juegos, etc.), o también la filosofía
(existencialismo sartreano, fenomenología, etc.). Sin embargo,
el autor no explicita demasiado la diversidad y la importancia
respectiva de estas fuentes.
Finalmente, digamos que Goffman pone en práctica mé-
'1/. todos de investigación atípicos, que son severamente critica-
Introducción 13

dos por varios comentaristas de su obra. Así, por ejemplo, se


le reprocha el limitarse a ilustrar conceptos, en lugar de tra-
tar de validar realmente las hipótesis. Se le critica igualmen-
te por recurrir indiscriminadamente a los materiales más di-
versos: observaciones directas practicadas por él mismo o por
otros investigadores, pero también citas de manuales de auto-
ayuda, artículos de prensa e, incluso, situaciones totalmente in-
ventadas ...
Por ello, no puede sorprender que Goffman haya sido obje-
to de interpretaciones dispares, contradictorias. Ciertos comen-
taristas lo consideran el representante de una sociología que
pone el acento en el rol del actuante -lo que, según la tradi-
ción francesa, toma el nombre de individualismo metodoló- l/
gico- mientras que otros ven en él a un representante de la so-
ciología que insiste en el peso de las estructuras: en otras
palabras, del holismo metodológico. Las opiniones son igual- V
mente muy diversas en lo que concierne al interés de la obra.
Algunos ven en Goffman al sociólogo más importante de la se-
gunda mitad del siglo XX (Collins, 1988, p. 41), mientras que
otros estiman que sus análisis traducen sobre todo las dificul-
tades que pudo encontrar un pequeño-burgués con problemas
de integración como él en el contexto muy particular de la so-
ciedad estadounidense de su tiempo (Boltanski, 1973/2000;
Gouldner, 1970/2000).
Así pues, el acceso a la sociología de Goffman no deja de
presentar dificultades. Afortunadamente, existen muchos análi-
sis, sobre todo en lengua inglesa, que pueden ayudar a su com-
prensión. Un buen número de estas contribuciones -cerca de
un centenar de artículos- se encuentran reunidas en la obra en
cuatro volúmenes de Gary Alan Fine y Gregory W. H. Smith
(2000). Nos remitiremos a menudo a ella (las citas de los artícu-
los que tomaremos de esta recopilación se indicarán con la pa-
ginación correspondiente). En lengua francesa, se dispone de
traducciones de la mayor parte de la obra; en general han sido
editadas por Les Éditions de Minuit, en la colección «Le sens
commun», dirigida por Pierre Bourdieu. Por el contrario, las
14 La sociología de Erving Goffman

introducciones a su obra y los trabajos críticos son asombrosa-


. mente escasos.*
Después de presentar J:a trayectoria del autor (capítulo I), ex-
ploraremos los principales conceptos que Goffman desarrolla
con relación a varias de las metáforas ya abordadas aquí: metá-
fora del teatro (capítulo II), del rito (capítulo m y IV) y del cine
(capítulo v); en cuanto a la metáfora del juego, será tratada de
manera más incidental, dado su carácter menos específico en la
perspectiva goffmaniana.
Este libro ha sido especialmente concebido para servir como
base para una iniciación a la obra de Goffman. Para ello, los au-
tores han creado una página web I=}Ue propone diversos materia-
les (informes de interacciones reales o extractos de obras de fic-
ción), así como su análisis a partir de las nociones desarrolladas
en el marco de los capítulos na v (ver el sitio en lengua france-
sa: www.sociolog.be): el lector podrá así aprender a utilizar la
. - ~ --
teoría de Goffman para analizar las realidades sooales. Pero este
libro se dirige también a los investigadores que conocen ya la
sociología de Goffman y que quieren comprenderla mejor o cri-
ticarla.

* Para la presentación de las obras de Goffman y de sus traducciones, véase


la bibliografía que cierra el libro.
1

Referencias biográficas

Los biógrafos de Goffman y particularmente Yves Winkin, en el


que nos inspiraremos ampliamente a lo largo de estas páginas,
nos muestran que Goffman era muy discreto en lo concerniente a
su vida personal. Se mantenía apartado de los micrófonos y de las
cámaras, considerando probablemente que lo que podía aportar se
encontraba enteramente contenido en sus libros y artículos. Salvo
algunas excepciones, los escritos de Goffman no se refieren a ex-
periencias o a recuerdos personales. «Su vida privada parece total-
mente opaca e independiente de su obra>> (Winkin, 1988a, p. v"
14.) ¿Acaso esto significa que la vida de Goffman no presenta in-
terés, cuando se trata de comprender su obra? De ningún modo.

---
Erving Goffman nació el 11 de julio de 1922 en Mannville,
Alberta, Canadá. Sus padres, comerciantes ucranianos de origen
judío, habían formado parte del flujo inmigratorio procedente de
Ucrania que había llegado a Canadá a caballo de los siglos XIX y
XX. Según Winkin, se sienten «integrados y rechazados a la veZ>>
en esa comunidad, y el pequeño Erving pasará su infancia «en este
ambiente de solapada hostilidad aldeana>> (Winkin, 1988a, p. 1 7).

El aprendizaje del oficio

Al término de sus estudios secundarios, Goffman trabajará unos


meses en un centro de producción de películas documentales, el
,.,...,--
¡
'

l
1
16 La sociología de Erving Goffman
i
¡ National Film Board. Según parece, allí realiza tareas subalter-
1 nas -como embalar y expedir películas- pero probablemente
también aprovecha la ocasión para iniciarse al mismo tiempo en
las técnicas de realización cj.e pelfs:ulJ!:S. Esta experiencia, estima
Winkin (Winkin, 1988a, pp. 19-20), funda posiblemente una
de sus obras mayores, que será publicada treinta años más tarde
y que se inspira precisamente en la metáfora cinematográfica:
Frame Analysis: An Essay on the Organization ofExperience.
En 1944, Goffman comienza sus estudios de sociología en la
universidad de TQronto._Sus primeros profesores lo inician en
/~la aQ!I_9pología (especialmente en los trabajos de Alfred Regí-
/ nald Radcliffe-Brown y de Gregory Bateson) y en la sociología
(Émile Durkheim, Talcott Parsons, Lloyd Warner, etc.).
Goffman lee profusamente, participa en los intercambios de
opiniones sobre temas relacionados con las enseñanzas que reci-
'
j be, pero también sobre cuestiones políticas. Sorprende a sus
compañeros por la vivacidad de sus réplicas, aunque se mantie-
ne distante: «Está en el grupo>>, comenta Winkin, «pero se va
de él y vuelve cuando él lo decide. Mira más que habla. Diríase
que se plantea ya la cuestión de sabe-;: cón{o cumplir las condi-
ciones de un compromiso mínimo, pero suficiente>> (Winkin,
1988a, p. 25).
En 1945, ingresa en la prestigiosa universidad de ~~2·
La adaptación le resulta difícil; el grupo de estudiantes es mu-
cho más importante que en Toronto y el modo de enseñanza, de-
masiado flexible, no parece convenir a Goffman. A partir de
1947, ya está nuevamente en condiciones de aprovechar los re-
cursos que se le ofrecen. Continúa sus lecturas, trabajando par-

r· ticularmente sobre las obras de los grandes sociólogos alemanes


(Georg Simmel, Werner Sombart, Ferdinand Tonnies, Max
Weber, Karl Mannheim, etc.). Asiste a los cursos de Herbert G.
l
''
V ::r, ¡ B~er, quien continúa la investigación de George Herbert
!.
··1. '
1
f Mead (fallecido en 1931) e introduce, en 193 7, el término
t
1' ,/, l «interaccionismo simbólico>>. También trabaja con Lloyd W.
"1 t ~r, sociólogo que combina aportaciones d": la antropología
con una teoría de la estratificación social y que pide a sus alum-
'1
Referencias biográficas 17
~
'.j J. --,nos que clasifiquen a los individuos a partir de índices corpora-
. < '
}
'3 "-{:f les: su ma~era_ de comer: de fumar, de ve~tirse. Goffman _realiza
~ ~tesina s1gu1endo la hnea de los traba¡os de Warner, lntere-
':i -< sándose por los comportamientos cotidianos de un grupo de es-
!)

~ ~"posas de ejecutivos. Pero es, sobre todo, Everett Hugh~ quien /


~ influencia a Goffman en Chicago. Este sociólogo se interesa por ¡ ¡
las «ocupaciones» y envía a sus alumnos de doctorado a hacer) /
una observación participante de traperos, agentes de policía o,\
incluso, empresarios de pompas fúnebres. Mucho más tarde,¡
Goffman verá en Hugues a uno de sus mayores referentes inte-
lectuales (Verhoeven, 1993/2000, p. 214).

Los profesores de Goffman en la universidad de Toronto

Winkin describe de este modo la personalidad y las enseñanzas de


los dos profesores que inician a Goffrnan en la sociología y la an-
tropología en Toronto:
«De la coordinación de los cursos de Sociología se encarga
Charles Williarn Norton Hart, antropólogo formado por Radcliffe-
Brown en Sídney, yqu~-vivió de 1928 a 1930 en el seno de una tri-
bu, los tiwis, de la isla Bathurst, al norte de Australia. Debe a esta
experiencia unos cuantos artículos ... y una uña larguísirna en el
meñique derecho, signo de iniciación. En Toronto, no es sólo esta
uña, sino sobre todo su estilo pedagógico lo que extraña a algunos
colegas ... y maravilla al joven Goffrnan.
>>Hatt enseña solemnemente en toga, de acuerdo con la gran
tradición inglesa. Pero, para animar la clase, de cuando en cuando se
la remanga, se la pone encima de la cabeza, como hace el fotógrafo
con su paño, y con terrible energía su uña iniciática señala al estu-
diante al que quiere preguntar ... Ya no le abandonará nunca a Goff-
rnan la muletilla de Hart: "Todo está determinado socialmente".
>>El otro profesor es el que lo introduce en la antropología: Ray
Birdwhistell, joven antropólogo de 26 años que empieza a enseñar
mientras termina su tesis en la universidad de Chicago. Personal e
intelectualmente cercano a Margaret Mead y Gegory Bateson, ofre-
ce un curso sobre el terna, muy corriente en la época, de la relación
® 1 La sociología de Erving Goffman

ent:re cultura y personalidad ... Pero la originalidad de su ense-


ñanza está en otra cosa: en la manera como les hace comprender
~/ que la instancia tercera entre la cultura y la personalidad es el

1 cuerpo. La cultura se encarna. Así, sus alumnos lo escuchan ha-


blar con el labio inferior vuelto hacia el mentón (como hacen en
el sur) o apretado contra los dientes (como en el norte), o ven que
se pone a andar como un actor del este queriendo imitar un va-
quero del oeste. Birdwhistell es muy alto, muy delgado, muy fle-
xible. Da un verdadero espectáculo, pero sólo con el fin de hacer
comprender que lo social penetra hasta en los ínfimos actos coti-
dianos. Los gestos son, por tanto, tan susceptibles de análisis socio-
lógico como las "instituciones" y otros "hechos sociales">> (Winkin,
1988a, pp. 20-21).

Poco después, Goffman parte rumbo a una de las islas Shet-


land, al norte de Escocia, en donde, entre diciembre de 1949 y
mayo de 1951, pasa doce meses observando la vida local, ha-
ciéndose pasar por un estudiante interesado en economía agrí-
cola. Es así como reúne los datos que serán la base de su tesis de
doctorado. Se instala en el pequeño hotel de la isla, toma parte
en las conversaciones y observa el trabajo que se hace en la coci-
na (donde colabora un tiempo como «lavaplatos»). Participa
igualmente en las partidas de billar nocturnas o en los bailes
que tienen lugar en la isla, y asiste a las bodas y a los entierros.
Por la noche, consigna las observaciones en su diario.
Una estancia en París le permitirá completar la redacción de
su tesis titulada Communication Conduct in an Island Community.
"En la primera página, indica su objetivo: « ... aislar y fijar las
/ prácticas regulares de lo que se llama la interacción cara a cara»
"' (Winkin, 1988a, p. 54). La defensa de su tesis tiene lugar en la
universidad de Chicago en 1953. De esta época data también su
matrimonio con Angelica Choate, a quien conoce cuando ella
1está estudiando en Chicago y que pertenece a la gran burguesía
fY~de Boston: su padre dirige un importante diario; también hay en
/ ·la familia un senador y un embajador, entre otras personalidades.
' Referencias biográficas 19

En 1954, Goffman, su mujer y Tom, el pequeño hijo de am-


bos, se mudan a las afueras de Washington. Goffman ha decidi-
do vivir durante varios meses con los enajenados, primero en
una pequeña clínica experimental y, luego, en el gigantesco
Saint Elizabeth's Hospital, el hospital psiquiátrico de la ciudad,
que cuenta con más de siete mil camas. Ése será su segundo te-
rreno de observación prolongada. Durante un año, se mezcla en
la vida del hospital, tanto de día como de noche, pasando de un
pabellón a otro y observando la vida de los reclusos.
)--
- En 1958, Blumer invita a Goffman a enseñar en la universi-
dad de California en Berkeley, y en 1962 es contratado como
profesor Se muda a una magnífica casa en las colinas que domi-
nan la ciudad, conduce un Morgan inglés, posee una excelente
bodega. Podemos suponer que sus ingresos son importantes;
por lo pronto, sobrepasan en mucho su salario de profesor. Win-
kin estima probable que la pareja haya recibido una dote de la
familia Choate. Pero también es posible que Goffman obtenga
beneficios importantes de sus acciones en la Bolsa, así como de
su hábito de frecuentar los casinos (Winkin, 1988a, p~ 81). Por
otra parte, éstos se transformarán en un nuevo territorio para sus
observaciones, al que se referirá en los trabajos de esos años.

U na producción abundante

En efecto, las publicaciones se multiplican. A partir de su expe-


riencia en el Saint Elizabeth's, Goffman publica Internados (Int,
1961). En él, analiza los hospitales psiquiátricos a partir de la
noción de «institución total» -concepto que aplica por igual a
.-----7' las cárceles y a los monasterios-. Muestra cómo el hospital psi-
quiátrico destruye la identidad de los reclusos. La obra servirá
de base para las. reformas del sistema asilar en Estados U nidos a
finales de los años setenta, e inspirará también el movimiento
antipsiquiátrico europeo, aunque Goffman no se involucrará en
las reformas (Weinstein, 1994/2000, pp. 289-291). De este pe-
ríodo data igualmente su obra sobre la discapacidad: Estigma
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1 (20 \
11 La sociología de Erving Goffman
~1
¡
(Est, 1963). Como señala Winkin, la inspiración de las dos obras
es similar; tanto en el caso de la locura como en el de la disca-
pacidad, el análisis de Goffman está centrado en la interacción,
no en la persona: ¿acaso no dirá del enfermo mental que es un
«interactuante deficiente>> y del discapacitado físico que es un
«desajustado>>? (Winkin, 1988a, p. 82)
De manera trágica, la vida de Goffman coincide en esta épo-
ca con su objeto de investigación: su esposa Angélica enloquece
y se suicida en 1964. El texto que escribe en 1969, «La demen-
cia del lugar>> (RP, pp. 328-3 79), en el que examina las interac-
ciones del enfermo mental con sus allegados, es en gran medida
autobiográfico.
De todos modos, Goffman continúa trabajando en los temas
1 1' de su tesis y completando las observaciones llevadas a cabo en la
isla de Shetland con datos extraídos de los trabajos de sus ex co-
legas de Chicago relativos a las profesiones, con observaciones
personales realizadas en los casinos o, incluso, con la lectura de
libros de autoayuda. De una manera más general, puede consi-
derarse que saca provecho de la diversidad de sus experiencias,
de los medios que ha frecuentado, de sus orígenes (judío y ucra-
niano), así como de su trayectoria, tanto geográfica (Canadá, Es-
tados Unidos, Europa) como social. Realiza entonces varias de
1 sus obras fundamentales referidas a las interacciones, entre las
/ /cuales citaremos La presentación de la persona en la vida cotidiana
j/' (PP, primera edición restringida en 1956, segunda edición de
/ li'
1 1959), en donde desarrolla la metáfora teatral, considerando a

.-las personas en interacción como actuantes que realizan una re-


presentación. Luego, en 1967, Ritual de la interacción (RI), en
' ¡, donde, esta vez, lo que utiliza para comprender los encuentros
2 cara a cara es la metáfora del ritual, inspirada en la antropología
_.. inglesa y en la trad1oón durkhe1m1ana. En la misma línea, pu-
' i
!
blica, en 1971, Relaciones en público (RP), examinando en esta
ocasión las reglas informalesq~e organizan las relaciones en los
':i lugares públÍcos.
/; ¡

Las tareas docentes carecen para Goffman de interés y mul-


tiplica las ocasiones de liberarse de las obligaciones de la vida
Referencias biográficas 21

académica con el fin de consagrarse más ampliamente a la in-


vestigación. De este modo, entre 1966 y 1967 reside en Har-
vard en el Center for International Affairs. En compañía de
Thomas Schelling, intenta esclarecer las interacciones sociales
por medio de la teoría de los juegos, corriente de investigación
que proviene de la economía y que postula que los actuantes son
racionales, calculadores. Presta una atención muy especial a las
situaciones conflictivas: conflictos armados, espionaje y con-
traespionaje. En 1968, se instala en Filadelfia para ocupar una
prestigiosa cátedra en la universidad de Pensilvania.
En 1974, publica Frame Analysis: An Essay on the Organiza-
tion of Experience (FA), vasta y ambki-;:;~;_ obra en la q~~ ha tra-
15a¡ado desde hace unos diez años. Inspirándose en la metáfora
cinematográfica, muestra cómo se organiza la experiencia coti-
d1ana. Ú1cha experiencia está hecha de una serie de encuadres, \
es decir, de una serie de construcciones de la realidad que se ar-
ticulan entre sí, que adquieren sentido unas en relación con las
otras.
Durante todos esos años de enseñanza e investigación, Goff-
man parece haber mantenido cierta distancia respecto de los
medios universitarios. Así pues, nunca prologó un libro escrito
por otros; nunca apoyó la edición de recopilaciones de textos rea-
lizadas por sus estudiantes; salvo en una oportunidad (Goffman,
1981), nunca respondió a las críticas que se le dirigían; nunca
revisó ni actualizó sus libros teniendo en cuenta las reacciones
que suscitaban, aunque, como en el caso entre otros de Interna-
dos o de Frame Analysis, fueran éstas numerosas y muy sustan-
ciales (Williams R., 1988/2000, p. 75). Y, refiriéndonos nueva-
mente a su estancia en Filadelfia, se sabe que, por razones no
muy claras, Goffman trabajaba apartado de sus colegas sociólo-¡
gos en una oficina del museo antropológico de la ciudad (Fine et J _.-·-~
al., 2000, p. XII). _,
En 1981, Goffman vuelve a casarse, esta vez con Gillian
Sankoff, y ambos tienen una hija, Alice, en 1982. Algunos me-
ses más tarde, debe anular el discurso que debía pronunciar en
la American Sociological Association, de la cual acaba de ser
22 La sociología de Erving Goffman

elegido presidente. Ultima la preparaci~n de su co~ferencia e_n


la cama del hospital donde le tratan un cancer de estomago. Eli-
ge cuidadosamente el título de su discurso, El orden de la inter-
acción (Goffman, 1983/1991): es el título que Goffman había
utilizado para las conclusiones de su tesis doctoral, treinta años
antes (Fine et al., 2000, p. XIII). Goffman muere el 20 de no-
viembre de 1982, a los sesenta años.

Pensar conjuntamente la vida y la obra

Una vez presentados estos someros datos biográficos, podemos


preguntarnos si es posible deducir, tanto de los hechos que mar-
caron la vida de Goffman como de las decisiones que tomó, al-
.gún hilo conductor que nos ayude a comprender su obra. Dicho
de otra manera, ¿qué hipótesis podemos formular que permitan
interpretar conjuntamente al hombre Goffman y la obra socioló-
gica que éste produjo? Hay dos pistas cuya exploración nos re-
sulta interesante, una la sugiere Randall Collins, la otra es de
Luc Boltanski e Yves Winkin.
Partiendo de la constatación de que la obra de Goffman ha
sido objeto de interpretaciones extremadamente diversas, cuan-
do no contradictorias, Collins se pregunta si no se daría en el
autor una ambivalencia, un doble juego entre dos proyectos in-
telectuales que son también dos caras de su persona: un lado
«popular» y un lado «erudito». El aspecto popular es el más vi-
sible. Es el Goffman que se presenta, según Collins, como un
<<antropólogo héroe», el que lleva a cabo observaciones secretas
en un hospital psiquiátrico o en un casino, el que aborda temas
de actualidad: el espionaje (recordemos que nos encontramos en
plena guerra fría), los comportamientos en los lugares públicos
(la opinión pública estadounidense de la época está preocupada
por la criminalidad y la violencia urbana), la locura, etc. Goff-
, man deconstruye estos temas, hace aparecer sus dimensiones
f ocultas, revelando un género de inconsciente social, así como
ksigmund Freud revela un inconsci;;-n~t-e~in~d'"'"iv~id-ru-al' -Collins re-
Referencias biográficas 23

en cuerda que Freud llegó a los Estados Unidos en los años treinta,
li- cuando Goffman era un joven estudiante-. El aspecto erudito
er- es mucho menos visible, lo que sin duda no deja de estar rela-
'Ía cionado con la distancia que guardaba respecto de los medios
os universitarios. En efecto, sabemos que Goffman mantiene total
0- discreción en lo concerniente a las influencias recibidas. Su tra-
bajo teórico es en la mayoría de los casos «subterráneo y hermé-
tico>>, estima Collins, preguntándose sobre la razón de ser de esa
dualidad, de esa coexistencia entre el Goffman público y el
Goffman erudito: según él, responde al clima intelectual domi-
nante en la época en que concibió su obra. En efecto, Collins ob- \ " / /
>S serva que la juventud de Goffman coincide con la moda del }
·- existencialismo, del teatro del absurdo, del pensamiento nihi-
lista. Los intelectuales de la época están dispuestos a plegarse a .i
D esos movimientos, dirigiendo sus investigaciones hacia los ba-
:t jos fondos de la sociedad, los marginales, los inciviles, en vez de
asumir explícitamente su erudición de intelectuales (Collins,
1980/2000, pp. 307-309, 334-336).
Luc Boltanski e Yves Winkin proponen una segunda hipó-
tesis. Según ésta, la obra está fuertemente marcada por el origen
y la trayectoria social del autor. De acuerdo con los términos de
Boltanski, el «habitus científico» de Goffman se habría cons-
truido a partir de su «habitus de clase>> (Boltanski, 1973/2000).
Para fundamentar esta hipótesis, Winkin subraya el origen ju-
dío de Goffman, el clima hostil en el que vivió su infancia a cau-
sa del rechazo que sus padres sufrieron por parte de la comuni-
dad ucraniana. Se pregunta si la obra no remite a una estrategia
de integración y de movilidad en la sociedad canadiense y esta-
-r-
dounidense de la época. Indica particularmente que la tesina de \
Goffman manifiesta un interés muy evidente por el «grupo de re- \ ,..--·
ferencia>> constituido en esta época, según él, por la burguesía \
intelectual urbana; accederá de alguna manera a ella gracias a su ...j
primer matrimonio. También señala la fascinación del autor por
los libros de autoayuda, que Goffman utilizará abundantemen-
te como material para sus análisis. Y por fin, más profunda-
mente, muestra cómo el sujeto, tal y como lo concibe Goffman
24 La sociología de Erving Goffman

en sus primeros textos, está continuamente a la defensiva y pre


ocupado por la mirada de los otros. Los primeros trabajos de
Goffman, estima Winkin, «pueden interpretarse como los me-
dios que se procura un autodidacta social para entrenarse a vivir
"como es debido". Podemos decir, por tanto, que las reglas que
él desprenda respecto de otros en modo descriptivo las vivirá
para sí en modo prescriptivo» (Winkin, 1988a, p. 48).
Tenemos, pues, dos hipótesis: la primera, de orden histórico,
/prioriza la influencia del clima intelectual de la época en que
///Goffman concibió su obra; la segunda, de orden estructural, su-
·¡ braya la influencia de la posición social y de la trayectoria de
Goffman en su enfoque sociológico de las interacciones. No son
incompatibles.

.,.i
2
La metáfora teatral

En su primer libro publicado, La presentación de la persona en la


vida cotidiana (PP, 1956; traducción al castellano: 1989), em-
plea una metáfora particular de la vida social: la del teatro. Si se
abordara la vida social como un escenario, con sus actores y su
público, ¿qué juegos se observarían?, ¿a qué apuntarían dichos
juegos?, ¿qué artificios utilizarían?
...

El escenario: sus desafíos y sus artificios

Imaginemos a una persona frente a otra o ante un grupo.


Goffman nos propone que consideremos que, en este tipo de
situación, nos encontramos ante un actuante que lleva a cabo
una representación frente a un público y adopta expresiones
con el fin de controlar las impresiones de ese público. Estas expre-
siones son de diferentes tipos: Goffman identifica las expresio- )~··
nes explícitas (el lenguaje verbal), las expresiones indirectas
(los gestos, las posturas corporales); nos hace prestar una aten-
ción muy particular a lo que llama objetos (los elementos ma-
teriales que el individuo lleva consigo: ropa, accesorios) y fi-

-
nalmente el medio (los elementos materiales más estables:
mobiliario, decorado). Pero ¿qué es lo que busca el individuo
que lleva a cabo una actuación? Según Goffman, el objetivo
del actuante es proponer una definición de la situación que
r-
~
'

26 La sociología de Erving Goffman

presente cierta estabilidad, que no introduzca una ruptura en


· la interacción.
Esta definición abarca dos aspectos. En un primer nivel,
cuando una actuación es lograda, los par1=icipantes tenderán a
considerar que los actuantes son válido.s, como también su acti-
vidáa y su pó"blico. Pero en un segundo nivel, incluso más allá
de los actuantes presentes, la apreciación efectuada en ocasión de
la interacción tiende a extenderse al conjunto del grupo, así
como a la organización a la que los actuantes pertenecen y de
este modo cada uno se transforma, le guste o no, en el represen-
1 tante de un colectivo que lo sobrepasa. Puede decirse que, en
¡ este segundo nivel, lo que se encuentra abarcado es la realidad
j '
del mundo social. Así es como, para tomar un ejemplo que nos
!l es propio, la actuación lograda de un profesor ante su auditorio
¡ de jóvenes estudiantes produce, en el primer nivel, una aprecia-
ción positiva del profesor y de los estudiantes en cuestión; pero
se extiende también, en el segundo nivel, al conjunto de los pro-
fesores, al conjunto de la juventud de hoy, etc. Si generalizamos
aún más, podemos afirmar que toda actuación contribuye a pro-
ducir un sentimiento de realidad. Mostraremos luego cómo este
sentimiento puede vacilar cuando se produce un incidente en el
curso de la actuación.
Para llevar a cabo la actuación, el individuo dispone de una
«dotación expresiva>> (PP, p. 34), a la que Goffman llama «fa-
chada>>, que contribuye a fijar la definición de la situación que
intenta dar. La fachada abarca diferentes tipos de elementos que
el actuante puede poner en juego:
- Al margen de la persona, encontramos lo que hemos
llamado antes el «medio>>; en la medida en que es general-
mente estable en el espacio, supone que el actuante y su pú-
blico evolucionan en él; se trata particularmente del caso del
médico que atiende en «la elaborada escena científica que
proporcionan los grandes hospitales>> (PP, p. 35); excepcio-
nalmente, el propio medio puede trasladarse, como ocurre
/ •.
con los grandes desfiles oficiales o en los cortejos fúnebres
(PP, p. 34); -·~···-··· ·-
La metáfora teatral 27
/
_Unida al actuante, encontramos la «fachada personal>>,
noción en la que Goffman reúne «las insignias del cargo oran-
go, el vestido, el sexo, la edad y las características raciales, el
tamaño y aspecto, el porte, las pautas de lenguaje, las expre-
siones faciales, los gestos corporales y otras características se-
mejantes>> (PP, p. 35); entre estos elementos de fachada, algu-
nos son estables y no son modificables (como el sexo, las
características raóales, etc.); otros, por el contrario, pueden
adaptarse a cada representación (como los gestos, las expresio-
nes faciales, etc.).
En la mayoría de los casos, el medio ¡ la fachada persoJ,tal
convergen ... Goffman presenta el caso de los mandarines en la
China de finales del siglo XIX (PP, pp. 36-37); estos dignata-
rios son conducidos con gran pompa por toda la ciudad en lu-
josas sillas que cargan sobre sus anchas espaldas ocho hombres
(elementos del medio); «Son funcionarios de aspecto ideal, por-
que su figura es grande y maciza>> y adoptan «esa mirada se-
vera e intransigente>>, una expresión amenazadora: «Tiene un
aspecto duro y desagradable, como si estuviese en camino ha-
cia el campo de ejecuciones para hacer decapitar a algún cri-
minal» (elementos de la fachada personal). En otras situaciones,
puede ocurrir que un elemento diverja del conjunto. Enton-
ces, concita inmediatamente la atención, como cuando «el ac-
tuante que parece ser de condición superior a su auditorio actúa
de una manera inesperadamente igualitaria, o íntima, o hu-
milde>> (PP, p. 3 7).
Para realizar su actuación y su interpretación los actuantes
y su público se basan en algo: ponen en escen0de,.Iizándol~
los valores comúnmente asociados a ciertas posiciones sociales.
En la mayoría de los casos -como por ejemplo el de los man-
darines chinos a los que acabamos de aludir-, se tratará de la / /
idealización del rol que uno ocupa, o de aquél al que se aspira y
al que está asociada cierta consideración (PP, pp. 46-47). Pero
puede tratarse también, en ciertos casos, de desacreditarse a sí
mismo, para obtener la consideración del compañero de la inte-
racción, como puede hacerlo el negro frente al blanco, o la cole-
rr
1
1

l1 @ J La sociología de Erving Goffman

giala ante su noviecito, como puede leerse en el texto anexo de


la página siguiente.

El control de las impresiones (impression management)

Con ello, podemos observar que lo esencial aquí no consiste en


saber lo que el actuante «es verdaderamente», sino en compren-
der cómo produce una u otra impresión que hará las veces de rea-
lidad y cómo se las arregla para hacerla perdurar. Después de
l todo, puesto que el público no tiene acceso a la verdad, se aten-
'
drá a la apariencia.
En esto se fundan los múltiples análisis que Goffman con.;
sagra a los diferentes modos con los que el actuante trata de
controlar las impresiones que produce. Con ellos señala que el
actuante estará particularmente atento a los aspectos habitual-
mente menos controlables de su conducta, en particular a sus
d~nsiones no verbales (PP, pp. 19-20), que procurará man-
tener distancia respecto de su público con el fin de que éste no
pueda controlar lo que ocurre y que suscitará así un temor re-
verencial, tal y como prevén las etiquetas reales (PP, pp. 78-79),
o incluso, que utilizará distintas formas de secreto (PP, pp.
152-154). _/ e_r.,.... e; ~-:: .o
Del control de las impresiones a l5imanipulaúón no hay más
que un paso, que a veces da el act~nte, al definir deliberada-
mente, según su interés, la imagen que quiere dar de sí y de su
actividad, en una postura que podemos calificar como cínica;
también puede suceder que el actuante quede atrapado en su
propio juego y que no sea consciente de la actuación que reali-
za. Pero las cosas son aún más complejas, en la medida en que
(_/pueda darse un «dilema de expresión versus acción» (PP, p. 45),
\.. como en ese ejemplo tomado de Sartre en el que el alumno, que-
riendo mantenerse atento, se concentra tanto en la expresión de
la atención que termina por no escuchar nada (PP, p. 44).
Nos encontramos ya en los aledaños de la metáfora del j~e­

-go, en la que lo esencial es el control de la información, con to-


La metáfora teatral 29

dos los camuflajes, las simulaciones y las maniobras diversas


que implica esta metáfora.

Adherirse a los valores desacreditándose

«Los aires ignorantes, negligentes, descuidados que los negros de


los estados sureños se sentían a veces obligados a afectar durante su
interacción con los blancos ilustran cómo una actuación representa
valores ideales que otorgan al actuante una posición inferior a la
que secretamente acepta para sí ...
»Las jóvenes de las universidades norteamericanas disimu-
laban - y lo siguen haciendo- su inteligencia, habilidad y ca-
pacidad para tomar decisiones en presencia de muchachos que
podrían invitarlas a salir con ellos, revelando así una profunda
disciplina psíquica a pesar de su reputación internacional de ca-
prichosas. Se informa que estas actuantes permiten que sus ami-
gos les expliquen tediosamente cosas que ellas ya saben; ocultan
su habilidad matemática a sus consortes menos capaces; se dejan
ganar en los juegos ... A Úavés de todo esto se demuestra la supe-
rioridad natural del varón, y se afirma el rol más débil de la mu-
jer>> (PP, p. 50).

Si bien la metáfora teatral propuesta por Goffman le lleva a


poner el acento en las impresiones, en las apariencias que resul-
tan del juego de los actuantes, también le conduce, a la vez, a
poner entre paréntesis la cuestión de la «realidad>> de la defini-
ción de la situación dada por los mismos actuantes.
Llegamos así al tema de la adhesión del actuante a su pro-
pio rol ,y, por ende, de su «sinceridad>> o, a la inversa, de la
/_ «distancia>> que mantiene respecto de sí. Esta cuestión es tra-
-~ tada por Goffman varias veces en su obra, especialmente en la
-o
¿,,'1.- Preserttación de la persona en la vida cotidiana (PP, pp. 81-82) y,
sobre todo, en el artículo «Role Distance>> (Goffman, 1961).
Las lecturas que a veces se han hecho de este último texto pue-
den hacer creer que el desapego con el cual el actuante desem-
peña su rol, manifestando al público que no se identifica con el
30 La sociología de Erving Goffman

«yo» al que ese rol está comúnmente asociado, demuestra que,


í detrás de la máscara del actuante, habría un «yo>> real, perso-

{ nal, que haría posible esa distancia respecto del roL Ahora
~bien, parecería que, para Goffman, esa misma distancia no im-
plica que el individuo disponga de cierta libertad en relación
con la sociedad; más bien significa que, en ciertas circunstan-
cias, está en condiciones de tomar distancia respecto de un rol
para manifestar mejor su asunción de otro. Lo que hace posible
ry_ __ . i la distancia respecto del rol no es la existenciade liflyü que es-
/"~/"'... r" ¡! caparía a las determinaciones sociales, sino la multiplicidad de
~ los roles desempeñados por cada individuo. Así pues, «el con-
cepto de distancia respecto del rol ayuda a combatir la sor-
prendente tendencia a mantener una parte del mundo al am-
paro de la sociología. Y este artículo muestra que la distancia
respecto del rol está casi tan sometida al ap_álisis del rol como
las tareas centrales de los roles- mismos>> (Goffman,- 1961, p.
152). Así, para retomar el ejemplo desarrollado como intro-
ducción a este libro, el rol desempeñado por la prostituta en su
esfera privada, que le permite mantener a veces cierta distan-
cia respecto de su rol de profesional, no corresponde más a su
yo real, profundo, que el que ella expone como profesionaL
Sólo se trata de otro rol.

Metáfora del teatro y metáfora del juego

Hay dos libros de Goffman que se refieren esencialmente a la me-


táfora del juego: Encounters {.1961) y Strate¡ric Interaction (1969).
Ocupémonos del segundo, en el que la reflexión del autor es tam-
bién la más acabada. Goffman se inscribe en la corriente utilitaris-
ta, afín al pensamiento económico, que pone el acento en el indivi-
duo en cuanto que éste persigue la consecución de objetivos y se
comporta de manera racional y calculadora. Se interesa muy parti-
cularmente por las situaciones conflictivas: conflictos armados, es-
pionaje y contraespionaje, pero considera que el marco de análisis
que desarrolla también es válido respecto de las relaciones profesio-
La m~táfora teatral 31

nales, en las cuales a menudo se dan diferencias de intereses entre


actuantes (un comprador y un vendedor, un trabajador y su supe-
rior jerárquico), e incluso en lo que concierne a las relaciones de ca-
rácter privado.
Goffman insiste especialmente en una oposición que aparecía
a de un modo algo difer~nte, en La presentación de la persona en
~a 'vida cotidiana: di~tingue por una parte lo que llama la comu-
nicación, que se refiere a los mensajes explícitos qu~ intercam- Y
biañ las personas, y, por otra, las expr~siones gue las p~rsonas de- J
jan ver, sean éstas conscient~s o no. Goffman muestra que, en las
sitllaC10nes conflictivas, el desafío para un actuante reside esen-
cialmente en el control de sus expresiones (y, por ende, de las im-
presiones que transmite a sus adversarios), así como en la deco-
dificación de las expresiones que su adversario deja ver; el
contenido de los mensajes comunicados es en cambio secundario.
Este juego en torno a las impresiones se funda forzosamente en
informaciones parciales y ambiguas (los comportamientos no
verbales de los actuantes, el marco en el que se desarrolla la inte- /--
racción, etc.), lo nnP rr.n.lnce a Goffman a ac~rcarse a la conc~p-
ción de la6cionalidad limi~ propu~sta por Herb~rt Simon.
Para ~ste economista, cuando un actuant~ debe ~nfr~ntarse a una
decisión compl~ja, ~n gen~ral no dispone de toda la información
que nec~sitaría; por otra part~, sus capacidad~s de tratar la infor-
mación son limitadas; por consiguient~, ~1 actuante no ~lig~ ge-
neralm~nt~ la solución óptima (como lo pret~nde la t~oría clási-
ca) sino que opta por una solución entre otras, consid~rándola
satisfactoria.
Strategic lnteraction es, sin duda, ~1 libro de Goffman qu~ más '
destaca «~l asp~cto egoísta y calculador>> del individuo ~n la inte- ),------
racción (Collins, 1980/2000, p. 324). Dicho de otro modo, ~s elli-
1

bro que más se acerca al individualismo m~todológico. Por esta ra-


zón, al margen d~ Encounters y los lazos con la metáfora teatral que
acabamos d~ dilucidar, r~sulta relativam~nt~ aislado en ~l conjunto
de su obra. O al menos se distingu~ de los trabajos qu~ abordar~- > -
mas ~n los tr~s capítulos siguientes, ~n los que Goffman ~studia la /
interacción como un fenómeno propiamente social, motivo por ~1
)
cual resultan más afines a una p~rspectivaholística (Dumont, 1977;
Valad~, 2001). - --- -----
';~--

32 La sociología de Erving Goffman

Si la cuestión de la «realidad» de la identidad que se escon-


dería tras los roles no es un tema que interese a Goffman, puede
decirse lo mismo respecto de la moralidad del actuante: las im-
---- P.resiones cuentan más que la «realidad» de ésta. Es lo que su-
braya en un pasaje de La presentación de la persona en la vida coti-
diana, a menudo citado por sus comentaristas: «En su calidad
de actuantes, los individuos se preocuparán por mantener la im-
presión de que actúan de conformidad con las numerosas nor-
mas por las cuales son juzgados ellos y sus productos. Debido a
que estas normas son tan numerosas y tan profundas, los indivi-
duos que desempeñan el papel de actuantes hacen más hincapié
que el que podríamos imaginar en un mundo moral. Pero, qua
actuantes, los individuos no están preocupados por el problema
!
1 moral de cumplir con esas normas sino con el problema amoral
J--de construir la impresión convincente de que satisfacen dichas
· \ normas. Nuestra actividad atañe en gran medida, por lo tanto,
\. a cuestiones de índole moral, pero como actuantes no tenemos
1'
1

una preocupación moral por ellas. Como actuantes somos mer-


caderes de la moralidad» (PP, p. 267).

La nota discordante

Si la finalidad de los actuantes en la representación es producir


una definición común aceptable de la situación, a la inversa, se
( dirá que hay una nota discordante cuando se introduce una dis-
J--__ rupción en esta definición, como por ejemplo en razón de una
1

·\ torpeza o una equivocación cometida por uno de los actuantes


presentes. Ello va a tener efectos a diferentes niveles (PP, pp.
258-259). Primero, en el de la interacción misma, en la que
cada participante va a sentir malestar, confusión, desconcierto,
sentimientos vinculados con el cuestionamiento de la realidad
común. Luego, más allá de la interacción, va a verse afectada
/ también la reputación de la profesión, de la organización, en
( _una palabra, de la unidad social colectiva a la que pertenece el
-A(' actuante torpe. Así, cuando un cirujano comete un error du-
' La metáfora teatral 33

rante una intervención, no sólo se ve menoscabada su reputa-


ción en cuanto hombre y médico, sino también la del hospital
en el que ejerce. Finalmente, también en el nivel del «yo» del
actuante se introduce una ruptura: « ... cuando se produce una
disrupción advertimos que pueden llegar a desacreditarse las
imágenes de sí mismo en torno de las cuales se forjó su perso-
nalidad>> (PP, p. 259).
Dada la importancia de las consecuencias de un traspiés, ha-
bitualmente se toman distintas medidas ya sea para evitar que se
produzca un incidente o, cuando éste se produce, para reparar los
daños que haya podido ocasionar. En el primer caso, Goffman
hablará de las técnicas de protección, a las que también llama tacto. \ - .
Así, muestra que cuando un actuante se acerca a un lugar en el _~
que corre el riesgo de molestar a los demás, les advierte de su
presencia, por ejemplo con «una llamada o una tosecita, de modo
que, en caso necesario, sea posible evitar la intrusión u ordenar
rápidamente el medio y estampar en los rostros de los actuantes
las expresiones adecuadas>> (PP, p. 245). En el segundo caso, es
decir, cuando interviene una nota discordante en el juego del ac-
tuante, Goffman muestra que tanto éste como el público se es-
fuerzan por reparar el incidente producido (por ejemplo, el ac- T
ruante presentá sus excusas, el público manifiesta que las acepta, )
etc.). Volveremos a tratar (capítulo III, sección «Intercambios co- .1..
rrectores>>) lo que Goffman llama intercambios correctores.

Los actuantes estigmatizados

Los temas que acabamos de tratar -control de las impresiones


y nota discordante- cobran un alcance particular cuando hay
interactuantes «estigmatizados>> en escena. En Estigma (Est, 1963), V
1
Goffman define como «estigmatizado>> al individuo que pre-
senta un atributo que lo descalifica en sus interacciones con el
otro. Este atributo que lo desacredita consiste en una distancia
respecto de las expectativas normativas de los otros a propósito
de su identidad: «De ese modo, dejamos de verlo como una per-
34 La sociología de Erving Goffman

sona total y corriente para reducirlo a un ser inficionado y me-


nospreciado» (Est, p. 12).
El estigma no viene determinado por un atributo objetivo
f que entrañe necesariamente y en toda sociedad la estigmati-
V'\ i /zación. Está determinado por la relación entre el atributo y el es-
<(
t. k tereotipo que tenemos de él, particularmente en su relación con la
-...6 ' identidad. Podemos pues reconstruir la historia de la capacidad
·,_:-
...,., de un atributo (por ejemplo, estar divorciado, ser homosexual,
L~.. ) etc.) de constituir un estigma en una sociedad concreta.
El caso del estigmatizado sólo es particular en apariencia: en
efecto, Goffman estima que, en relación con el estigma, los indi-
viduos se sitúan en un continuum; así, el más afortunado de los
normales puede tener un pequeño defecto o~ulto que, en ciertas
circunstancias, surgirá de manera molesta. Si consideramos que
la identidad de absoluta conformidad con el ideal estadouniden-
se consiste en ser «un joven casado, padre de familia, blanco, ur-
bano, del norte, heterosexual, protestante, con un título univer-
sitario y un buen empleo, de aspecto, peso y altura adecuados y
con un reciente triunfo en los deportes» (Est, p. 150), compren-
deremos fácilmente que cualquiera de nosotros puede vivir la ex-
. periencia del estigma. Así, el interés general del estudio de los
'/ estigmas consiste en que esclarece la manera en que ciertos atri-
~uros, en una sociedad en particular, van a tener efectos en la
/~ constitución de la identidad individual en la interacción.
J Los estigmas afectan en general a lo que se ha llamado en pá-
' ginas anteriores la fachada personal del individuo. De un modo
más preciso, pueden marcar el cuerpo (discapacidades de dife-
rentes tipos); pueden consistir en «taras de caracteres», que se
atribuyen al otro en razón de sus comportamientos pasados o ac-
tuales (estuvo en la cárcel, se drogaba, es homosexual, etc.); y
pueden asimismo estar vinculados con la pertenencia a un gru-
' po (racial, social, religioso, etc.). Pueden ser directamente visi-
! 1

bles, como, por ejemplo, en el caso de un lisiado, un negro o una


mujer -en aquellas situaciones en que estos atributos sean es-
. tigmas-. Goffman hablará entonces de individuos «desacredi-
tados>>. Pero los estigmas pueden ser menos aparentes, como en
1',· i
r
.

~~\
.

La metáfora teatral 35

un ex presidiario, en alguien que no domina la lengua domi- 1_.,/


nante o, incluso, en una persona seropositiva: el individuo es en- f
ronces «desacreditable» (Est, p. 14).
La importancia de esta distinción entre los estigmas según
sean éstos más o menos aparentes (y entre los individuos, según si
están desacreditados o si son desacreditables) está directamente
vinculada con la metáfora teatral que insiste en el control de las
impresiones del público. En efecto, las estrategias de los estig-
matizados deberán tener en cuenta imperativamente el carácter
más o menos visible de su estigma. Así, los individuos desacre-
ditados deberán resolver el malestar que se ha introducido de
pronto en la interacción. Por el contrario, en el caso de los indi-
viduos desacreditables -por ejemplo, un ex presidiario o una
persona seropositiva-, el elemento crucial será el control del
acceso a la información relativa a su deficiencia. Una estrategia
tal como el mantenimiento de cierta distancia frente a cualquier
desconocido puede ser uno de los medios para controlar las im-
preswnes.
El malestar suscitado entre los normales por los contactos
con los estigmatizados -lo que Goffman llama «contactos mix-
tos»- acrecienta el riesgo de una nota discordante. En efecto,
los individuos normales corren el riesgo de hacer demasiado
(proponiendo su ayuda allí donde no es necesaria, lo cual atenta
contra la dignidad del estigmatizado) o demasiado poco (evi-
tando el más mínimo contacto visual requerido en las interac-
ciones en público, por temor a ser indiscreto). De ello resulta
que los normales y los estigmatizados lleguen a evitar los con-
tactos mixtos. O'\)/
Ante estas dificultades, el estigmatizado puede formar, con ./(\
otros que comparten el mismo atributo, una comunidad que . \\ ·
1
tratará de hacer admitir una contradefinición de su identidad /

(como persona plenamente humana), hecho que conlleva el ríes-;/ .


go de que ante los normales, la misma existencia de esa comu-
nidad y, a fortiori, su militantismo para hacer que se acepte el es-
tigma, confirmen la diferencia que se pretendía atenuar.
36 La sociología de Erving Goffman

Despliegue de la analogía: equipos y regiones

Los equipos

Se ha considerado hasta ahora que cada actuante, cada miembro


del público de alguna manera estaba solo ante el conjunto de los
interactuantes. Ahora bien, Goffman introduce, a partir del se- '
gundo capítulo de La presentación de la persona en la vida cotidia.,.
na, la noción de equipo, que «puede ser definido como un con-
junto de individuos cuya cooperación íntima es indispensable si
se quiere mantener una definición proyectada de la situación>>
(PP, pp. 115-116). Por ejemplo, puede considerarse que dos
cónyuges que reciben amigos en su casa forman un equipo. En
efecto, esto los llevará a ocultar ciertas divergencias para dar una
imagen de pareja unida o, incluso, van a controlar el acceso a
ciertas habitaciones menos limpias o menos ordenadas para dar
la impresión de que cuidan el interior. Como un equipo no está
interesado en hacer conocer la naturaleza y la amplitud de esta
cooperación, puede considerarse todo equipo como una «socie-
dad secreta>>.
Un equipo es pues, para Goffman, un actuante colectivo que
lleva a cabo una representación. Así, los miembros de un equi-
po tendrán que contar con la buena conducta de los diferentes
participantes, con su solidaridad, mientras presentan una facha-
da de familiaridad ante el público. Como a menudo puede con-
siderarse que el público conforma también un equipo, la inte-
racción presenta dos equipos.

El escenario y el trasfondo escénico

Goffman define una región como «todo lugar limitado, hasta


cierto punto, por barreras antepuestas a la percepción. Las re-
giones varían, naturalmente, según el grado de limitación y
de acuerdo con los medios de comunicación en los cuales apare-
La metáfora teatral 37
]

. chas barreras»: barrera visual, acústica, etc. (PP, p. 11 7).


cen dl
Las actuaciones se desarrollan habitualmente en esos espacios
limitados. Ello permite a los actuantes focalizar la atención
del público en lo que ocurre en la interaccióny también acon-
dicionar mejor los elementos del «medio», de manera que
sostengan la definición que el actuante quiere dar de la situa-
ción.
Goffman distingue dos tipos de regiones. La región anterior, \/
0
escenario, es aquélla en que se desarrolla la actuación. La región )
posterior, igualmente llamada trasfondo escénico, es el espacio en
el que los actuantes pueden contradecir la impresión dada en la
actuación. El trasfondo cumple diferentes funciones, entre ellas:
es un lugar en el que pueden acumularse accesorios y elementos
del decorado, en donde puede examinarse atentamente la fachada
de cada miembro del equipo y rectificarla si es preciso, en donde
se puede ensayar la actuación o instruir a los miembros deficientes
del equipo; allí, el actuante puede distenderse, abandonar la fa-
chada, desacralizar de manera ritual la actuación que el indivi-
duo debe realizar burlándose del público o incluso de su propio
rol, etc.
Según los momentos y las actuaciones, la delimitación de las
regiones anterior y posterior puede variar. Así, la sala de estar,
que es en la mayor parte de los casos el escenario por excelencia
de la casa familiar, puede transformarse, el domingo por lama-
ñana, en el trasfondo escénico en donde se puede andar en pan-
tuflas o en salto de cama (PP, p. 138). Como señala Collins
(1988, p. 46), la delimitación de estas dos regiones es relativa al
modo en que se define al público: el trasfondo escénico consti-
tuido por el bar de los obreros con respecto a su lugar de traba-
jo puede transformarse en un escenario respecto de la sala de es-
tar donde el obrero se reúne con su familia, que a su vez se
convierte e_n escenario respecto del dormitorio de la pareja, dado
que el único trasfondo escénico «absoluto>> es el lugar en que es-
tamos solos, sin ningún público.
38 La sociología de Erving Goffman

Un equipo en conflicto sobre el control del acceso al trasfon-


do escénico

En el párrafo siguiente, Goffman recuerda algunas observaciones


realizadas durante su estancia en una de las islas Shetland, particu-
larmente en el hotel Shetland: « ... Junto a estas diferencias debidas
a la cultura, había otras fuentes de discrepancia entre los hábitos de
la cocina y los del salón del hotel, ya que muchas normas de servi-
cio que se demostraban o sobreentendían en el área de los huéspe-
des no contaban con una completa adhesión en la cocina. A veces,
en el sector de la cocina correspondiente a las piletas se formaba
moho en la sopa que aún no se había consumido. Sobre el horno de
la cocina los calcetines se secaban junto a la pava humeante, según la
costumbre de la isla. Cuando los huéspedes pedían té recién hecho,
la infusión se hacía en un jarro en cuyo fondo se incrustaban hojas
de té viejas de varías semanas. Los arengues frescos se limpiaban
haciéndoles un corte y raspando el interior con papel de diario. Los
trozos de manteca blandos e informes, parcialmente consumidos
durante su permanencia en el salón comedor, eran vueltos a arrollar
para que se viesen frescos, y puestos otra vez en servicio. Los budi-
nes más vistosos, demasiado buenos para el consumo de la cocina,
eran probados agresivamente con el dedo antes de partir hacia las
mesas de los huéspedes. Durante el ajetreo de la hora de las comi-
das, los vasos usados eran a veces vaciados y· secados en lugar de vol-
ver a ser lavados, para poder así ponerlos rápidamente en circula-
ción una vez más.
>>Dadas, pues, las distintas formas en las cuales la actividad en
la cocina contradecía la impresión fomentada en la parte del hotel
destinada a los huéspedes, podemos comprender por qué las puer-
tas que conducían de la cocina a otras partes del hotel constituían
un lugar de constante preocupación en la organización del trabajo.
-----=-= - -
Las mucamas quenan que las puertas permanecieran abiertas para
que les resultara más fácil ir y venir con las bandejas, para infor-
marse si los clientes estaban ya listos para recibir el servicio que se
les brindaría y para mantener el mayor contacto posible con las per-
sonas para las cuales estaban trabajando, para enterarse de sus asun-
tos. Ya que las mucamas desempeñaban ante los huéspedes un pa-
pel de sirvientas, sabían que no tenían mucho que perder al ser
La metáfora teatral 39

observadas en su propio medio por los clientes, que echaban un vis-


tazo hacia la cocina cuando pasaban frente a sus puertas abiertas.
Por otra parte, los propietarios querían que las puertas permane-
cieran cerradas para que el papel de clase media que les atribuían
los huéspedes no fuera desacreditado al revelarse su conducta en la
cocina. Casi no transcurría un día sin que esas puertas fuesen aira-
damente cerradas o abiertas. Una puerta vaivén del tipo empleado
en los restaurantes modernos habría aportado una solución parcial
a este problema escénico. Una pequeña ventana de vidrio en las
puertas, que pudiera utilizarse para espiar -un recurso escénico
empleado en muchos pequeños negocios- habría sido también de
utilidad>> (PP, pp. 128-130).

El acuerdo entre los miembros de un equipo sobre la mane~


ra de controlar el acceso al trasfondo escénico constituye un ele-
mento esencial de la puesta en escena; en efecto, teniendo en
cuenta las funciones desempeñadas por el trasfondo escénico, es
imprescindible que el público desconozca lo que allí ocurre.

La metáfora teatral en el resto de la obra de Goffman

La metáfora teatral, así como las nociones de «actuación>>, de


«rol», de «fachada>> que se le asocian, estructuran pues la pri-
mera obra de Goffman: La presentación de la persona en la vida co-
tidiana. No obstante, al final del libro advierte a sus lectores que
esta metáfora no debe «ser tomada demasiado en serio>>: « ... Y,
por lo tanto, abandonaremos ahora el lenguaje y la máscara del
escenario. Después de todo, los tablados sirven también para
construir otras cosas, y deben ser levantados pensando en que
habrá que derribarlos>> (PP, p. 270).
En sus obras posteriores, la metáfora teatral ya no ocupará el
lugar central. Sin embargo, Goffman no renunciará del todo a
ella y la integrará en varios pasajes de Estigma e Internados. No
será sino en su última obra, Frame Analysis: An Essay on the Or-
ganization of Experience, donde ensaye una nueva conceptualiza-
40 La sociología de Erving Goffman

ción de la noción de actuación. Ésta se aplicará entonces sólo a


una parte de las interacciones: aquéllas en las que uno o varios
actuantes son objeto de una atención prolongada por parte de
los otros. Se abordan así las diferentes formas del espectáculo
(obras de teatro, ballets, conciertos), pero también, de manera
menos «pura», encuentros deportivos y ceremonias como bo-
das, entierros, etc. (FA, pp. 126-127) El estatuto de la metáfora
se ve pues profundamente modificado: inicialmente servía como
referente universal para toda interacción; ahora se refiere a un
tipo de interacción particular.

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