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COLECCIÓN «NOESIS DE COMUNICACIÓN» ANDRÉ LEROI-GOURHAN

Dirigida por Manuel Mar/in Serrano

1. La opinión y la multitud, por Gabriel Tarde.

2. Conducta y comunicación, por Charles E. Osgood.


EL HüMBRE
3. La creación cienufica, por Abraham A. Moles. y LA MATERIA
4. Obra lógico-semiótica, por Charles S. Peirce.
(Evolución y técnica 1)
5. La gráfica y el tratamiento gráfico de la información, por Jac-
ques Bertin.
Versión castellana
6. Escritos sobre prensa, periodismo y comunicación, por Karl de
Marx y Friedrich Engels. ANA AGUDO MÉNDEZ-VILLAMIL

7. El hombre y la materia. por André Leroi-Gourhan.


Prólogo
8. El medio y la técnica, por André Leroi-Gourhan. de
MANUEL MARTÍN SERRANO

taurus

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Título original: Evolution et Techniques EL UNIVERSO TEÓRICO DEL GESTO
Tome 1: L'Homme et la Matiére
© 1945 & 1973, Éditions ALBIN MICHEL, París

Maqueta de cubierta:
ALCORTA/MARQUÍNEZ

DEL GESTO AL SISTEMA DE LA INVENCIÓN

l. De la pertinencia

Existen obras, contemporáneas y del pasado, que inician un


ámbito de reflexión nuevo o proponen un punto de vista distinto.
Esas obras son paradigmáticas cuando redefinen el objeto o
transforman el contenido de alguna rama de las ciencias. En
ocasiones la reorganización del saber que provocan estos textos
tiene que ver con el nacimiento de los estudios sobre la comunica-
ción, o toma en cuenta el modo de enfrentarse con los objetos
propios de los teóricos de la comunicación. Libros de esta natura-
leza permiten conocer cuál es el suelo epistemológico en el que
hunden sus raices los estudios comunicativos. A veces también
aclaran los vinculos que relacionan a las Ciencias de la Comuni-
cación con otras Ciencias de la Naturaleza, de la Sociedad y de la
Cultura. Esta categoria de obras paradigmáticas tienen todas
ellas un lugar en esta colección. «Noesis» está editada precisa-
mente para des-cubrir teóricamente la comunicación desde
su origen en unos saberes no comunicacionales y para re-conocer
las trazas de enfoques comunicacionales en el origen de otros
cultura Libre saberes.
© 1988, ALTEA, TAURUS, ALFAGUARA, S. A. Dicha vocación de des-cubrimiento y de re-conocimiento ex-
TAURUS plica por qué todas las obras de «Noesis de Comunicación» están
Juan Bravo, 38 - 28006 MADRID introducidas por un estudio. Se le encomienda al introductor que
ISBN: 84-306-6007-0 (tomo 1) aclare y cuando sea posible amplie el significado paradigmático
ISBN: 84-306-9964-3 (obra completa) que posee el texto.
Depósito Legal: M. 22.235-1988 André Leroi-Gourhan ha escrito dos obras que me parecen
PRINTED IN SPAIN muy pertinentes para cumplir con los objetivos de este proyecto
editorial. La primera, Evolution et techniques, tiene dos tomos. Ciertamente, otro cientifico podria abordar el estudio sistemático
El primero, L'Homme et la matiére, este libro que está ya en de las técnicas materiales de la comunicación y plantear esa investi-
manos del lector. El segundo tomo, Milieu et technique, verá la gación recurriendo a los métodos que A. L. G. ha creado. Ese proce-
luz seguidamente. La segunda obra se llama Le geste et la parole. der no constituirá falta de respeto a la obra de! autor, sino e! mejor
Escrita igualmente en dos tomos, también aparecerá editada en de los reconocimientos. Pero ese trabajo aqut no se ha intentado
esta colección. Evolution et techniques comparte con Le geste et porque no seria una introducción a la obra de otro, sino otra obra.
la parole un mismo empeño teórico. El sentido cienufico de cada Convertido A. L. G. por e! silencio de la muerte en imposible
texto se aclara en e! otro. Por eso la decisión de publicar la prime- referencia de si mismo, habria sido viable buscar entre los etno-
ra obra supone la edición de la segunda. grafos, etnólogos, tecnólogos, arqueólogos, historiadores, quien
Evolution et techniques tiene reservado un lugar único en una con más autoridad y mejor bagaje que los mios introdujese unos
colección que busca apeos seguros para construir el edificio de las textos escritos por quien ejerció académicamente como catedráti-
Ciencias de la Comunicación. Con este libro A. L. G. inicia una co de Prehistoria. Pero la mirada del especialista, si se ensimis-
metodologta nueva y muy potente destinada a investigar los úti- ma, puede frustrar el proyecto cultural que se persigue con esta
les. El autor usa e! método para investigar las técnicas de adqui- colección. No es al especialista a quien conviene encomendarle e!
sición y de consumo de bienes que han inventado los hombres. análisis de la obra paradigmática. Una obra conocida desde las
Pero ese mismo método puede ser aplicado para estudiar otros claves de las ciencias que la tienen por suya, para que llegue a ser
campos. Por ejemplo, para estudiar la génesis de las herramien- paradigmática todavia tiene que ser re-conocida, examinada des-
tas comunicativas, sus tipos y sus usos. El estudio comparativo de otras claves, las de aquellas otras ciencias para las que no fue
de los diversos instrumentos de comunicación que se han utiliza- escrita.
do por los distintos grupos humanos es una información muy El prólogo de Marx a la Filosofia de! Derecho, cuando pone
necesaria. Permitirá que una Ciencia Social de la Comunicación al revés la Dialéctica Hegeliana, obtiene un paradigma para el
pueda incluir entre sus disciplinas una Economia Politica de la Materialismo Histórico. El prólogo de Lévi-Strauss al estudio del
Comunicación y una Historia de los Usos Sociales de la Comuni- Don de M arcel M auss, cuando generaliza uno y el mismo méto-
cación. do para e! estudio del ritual y de los mitos, obtiene un paradigma
La posterior edición de Le geste et la parole se explica por lógico para la Aruropologia Estructural. A. L. G. no va a tener e!
razones distintas, pero no menos pertinentes. En dicha obra privilegio de que su obra sea re-conocida por un prologuista que
A. L. G. pone en relación la génesis del trabajo y de la comunica- se le equipare. Pero está a mi alcance llevar a cabo ese re-
ción. El autor arranca desde donde habian sugerido Marx y En- conocimiento. En estos libros se contiene un modelo posible para
gels: de la hominizacion y de la socialización, aunque Le geste et el estudio tanto de las prácticas productivas como de las expresi-
la parole remite a otros planteamientos teóricos distintos a los vas. Re-conocimiento que tal vez le habria parecido a A. L. G.
que me referiré más tarde. preferible al más prestigioso de los reconocimientos.

2. De esta Introducción 3. De la obra de A. Leroi-Gourhan

La edición española de Evolution et techniques se proyectó La obra de A. L. G. es paradójica. Trabaja paralelamente con
cuando A. L. G. vivia. El propio autor iba a encargarse de esta objetos aparentemente poco relacionados, tales como bronces chi-
introducción. Le solicitamos que ampliase su reflexión sobre la nos y huesos occipitales. Aplica las técnicas de investigación con
transformacion de las materias y de las técnicas al campo de las criterios muy heterodoxos. Por ejemplo, utiliza la estadistica
herramientas y de los usos comunicativos. El fallecimiento de para estudiar el simbolismo de las pinturas rupestres cántabro-
A. L. G., acaecido en 1986, ha frustrado ese proyecto. Ahora la pirenaicas; recurre al análisis funcional de la motricidad para
edición de sus libros cumple otra funcián diferente a la prevista. clasificar los útiles.

ii Uf
ambos sentidos, tanto entre los filólogos como entre los etnógra-
fos. En 1945 la vocación del cienttfico aparentemente ha cristali-
BIBLlOGRAFiA DE A. LEROl-GOURHAN zado ya como especialización etnográfica. A. L. G. presenta una
tesis en la Facultad de Letras con el título de «Archeologie du
La Cívílisatíon du renne, col. Géographie humaine, Galli-
Pacifique Nord». En ese mismo año comienza la carrera acadé-
mard, 1936; Documents pour l'art comparé d'Eurasie septen-
trionale, Ed. d'art et d'histoire, París, 1943; Evolution et Tech- mica del autor en la Universidad de L yon, precisamente como
niques. vol. 1: L'Homme et la Matiére. Albin Michel, 1943; profesor de Etnologia y Prehistoria.
Evolution et Techniques, vol. II: Milieu et Technique, ibid., Y. sin embargo, en esa fecha de la titulación universitaria,
1945; Archeologie du Pacifique nord, Travaux et mémoires de quien en 1945 recibia el reconocimiento académico como etnólo-
I'lnstitut d'Ethnologie, París, 1946; Les Fouilles préhistori- go hacia tiempo que producia una clase de investigación que te-
queso Techniques et Méthodes, A. y J. Picard, París, 1950; nia que interpretarse con claves paleontológicas. Ya habia escrito
«L'hypogée II des Mournouards (Mesnil-sur-Oger, Marne)», y publicado los dos libros que forman Evolution et techniques'.
en eolab. con G. Bailloud y M. Brézillon, en Gallia Préhistoi- Ciertamente. en estas obras el objetivo etnográfico (describir la
re. t. Y, fase. 1, 1962; Les Religions de la préhistoire, P.U.F., cultura material de los pueblos esquimales y siberianos) quedó
1964; Le Geste et la Pamle, vol. 1: Technique et Langage, AI-
rebasado por otro etnológico (sistematizar toda posible investiga-
bin Miehel, 1964; Le Geste et la Parole, vol. 11: La Mémoire et
les Rythmes. ibid.. 1965; Préhistoire de l'art occidental, Maze- ción arqueológica de las herramientas). Aún cabe reconocer el
nod, París, 1965; «L'Habitation rnagdalénienne n.? 1 de Pince- cordón umbilical que enlaza esta «paleontologia del útil» con la
vent pres Montereau (Seine-et-Mame)», en Gallia Préhistoire, arqueologia de las industrias prehistóricas y novohistóricas. Sin
t. IX, fase. JI, 1966; La Prehistoíre, en eolab. con G. Bailloud, embargo la observación que A. L. G. hace de los útiles ya es ca-
J. Chavaillon, A. Laming-Emperaire, col. Nouvelle Clio, racteristica del naturalista más bien que del arqueólogo.
P.U.F.• 1966; Fouilles de Pincevent. Essai d'analyse ethno- Desde sus primeros trabajos centrados en el área arqueológi-
graphique d'un habitat magdalenien (la seetion 36). en eolab. ca del Pacifico Norte, A. L. G. se habia preocupado de clasificar
con M. Brézillon, F. David, M. Julien y e Karbin, 2 vol., antropométricamente la evolución de los cráneos esquimales al
eN.R.S., París. 1973,7.' suplem. para Gallia Préhistoire; Les
tiempo que clasificaba etnográficamente los útiles de pesca. To-
Racines du monde, entretiens avee Claude-Henri Rocquet, bio-
grafia y bibliografia Belfbnd. 1982.
davia estos primeros estudios de Antropologia Fisica -como los
estudios primeros de Etnografia de las herramientas- están al
nivel de un análisis seriado de objetos. Pero la intención que se
descubre, tanto en la selección de los «documentos materiales»
-fuesen cráneos o útiles-, como en la organización de esos
El mismo sentido paradójico sugiere su historial académico y documentos. indica que A. L. G. busca correspondencias entre la
cientifico. A los veinte años, en 1931. inicia lo que parecia una evolución de los fósiles humanos y de las herramientas.
brillante carrera de filólogo con un diploma en ruso. al que le En la década de los treinta, cuando A. L. G. se inicia como
sigue dos años más tarde otro en chino. A los veintitrés años está investigador trabajando al tiempo con testimonios anatómicos y
en el Japón. Pero alli no estudia. como cabia suponer. el idioma y tecnológicos, esa doble actividad podia legitimarse. Etnógrafos y
los testimonios escritos de una de las culturas más ricas del mun- antropólogos fisicos aceptaban que sus respectivas especialidades
do. Se interesa por los testimonios materiales de una de las civili- fuesen concebidas como vias, igualmente necesarias y por lo tan-
zaciones más modestas: los ainos. Analiza la evolución de los to igualmente subsidiarias, de una Antropologia Evolutiva. El
objetos tales como el kayak y el arpón esquimales. objeto cientifico último estaba en poder desandar el camino por el
Puede entenderse que un filólogo hubiese derivado en un etnó-
grafo de los pueblos siberianos. El tránsito del estudio de la trans- [ El que ahora introduzco, L 'Homme el la mauére. aparece en 1943. El
formación de los nombres de las cosas al estudio de la difusión segundo volumen, Milieu el technique. se edita en el mismo año de 1945, corres-
de las propias cosas. se habria producido en otras ocasiones y en pondiente a la presentación por A. L. G. de su tesis de Letras.

iv v
que evolucionaron solidariamente las aptitudes biológicas y téc- - A. L. G. se enfrenta con la herramienta como si fuese un
nicas de la especie humana. Este enfoque venía de Margan. Re- fósil de una especie extinguida o viva. El paleontólogo reconstru-
cuérdese que las correlaciones entre hominización, humaniza- ye el esqueleto de un cuadrúpedo a partir de las características de
ción, fabricación de herramientas y desarrollo de las capacidades un hueso de la mano. El tecnomorfologo que reconozca los rasgos
lingüísticas habían sido explícitamente subrayadas por Engels. distintivos de cada útil debería también poder reconstruir las he-
La concepción de la Antropología Evolutiva como una ciencia rramientas antecesoras de ese útil y prever las formas variantes
natural de la cultura humana en aquellos años era asumida tanto que hayan podido ensayarse en algún otro lugar y momento de la
por el Materialismo como por el Positivismo. Ambas Escuelas evolución tecnológica.
esperaban esa fundación de «una ciencia natural de Hombre» - El enfrentamiento de A. L. G. con el gesto y la palabra
para cuando la Antropometría por su parte, y la Etnografía por la contempla la mano y la cara [osiles como si fuesen herramien-
suya, aportasen series de cráneos y de instrumentos líticos que tas'.
fuese posible contrastar a lo largo del espacio y del tiempo. La mecánica y la dinámica de estos útiles biológicos condicio-
A. L. G. podría haberse definido a sí mismo en sus obras nan la transformación que el hombre lleva a cabo de la naturale-
como un antropólogo evolutivo. Pero nunca lo hace. No hay en za, incluida la transformación de su propia naturaleza.
sus textos, salvo inadvertencia de quien escribe, reconocimiento El útil estudiado como un [ásil, el fosit estudiado como un
de filiación intelectual alguna respecto a la obra de Margan o de útil. La creatividad teórica suele proceder de quienes piensan so-
Engels. Cada vez que la ocasión lo requiere, como a veces sucede bre los objetos de una ciencia con los puntos de vista de otra.
con este mismo libro, A. L. G. afirma que está haciendo Paleon- Actitud paradójica frente al conocimiento. Recurso si se quiere
tología. Cuando se remite a un Padre fundador elige a Couvier y muy característico de l'esprit francés: recuérdese a Malebranche
no a Darwin. Los antropólogos evolucionistas trataban de ten- describiendo a los animales como máquinas, a Durkheim tratan-
der un puente por el que se pudiese transitar desde la historia do las «constantes sociales» como cosas. La obra de A. L. G. -lo
natural a la historia social. En cambio, A. L. G. pretende que la decía al comienzo de este análisis- es paradójica.
filogenia sea el hilo que anude hominización, humanización,
cultura material y cultura simbólica. En términos prácticos, ese
intento requiere que la Paleontología amplíe su campo de estu- 4. La referencia teórica de A. Leroi-Gourhan
dios. Además de sistematizar las especies animales, identifican-
do las semejanzas genéricas que relacionan a unas especies con La paradoja puede ser sólo un truco, maligno o inocente, des-
otras, cabría sistematizar filogenéticamente las «especies» de tinado a épater le bourgeois. En tales casos es cienuficamerue
útiles. irrelevante; artimaña de bufones que así llaman la atención en el
A. L. G. pretende incorporar el estudio de los productos mate- mercado del conocimiento. Pero también la paradoja es un recur-
riales y simbólicos de la cultura al estudio, en clave paleontológi- so epistemológico. El análisis paradójico es una de las maneras
ca, de la evolución de la especie humana. Entre 1937 y 1954 está posibles de enfrentarse con la resistencia que opone la realidad a
ocupado en los trabajos de base que requiere este proyecto. En dejarse captar como un todo por el conocimiento. El cientifico
1954 presenta «La trace d'équilibre mecánique du crune des ver- puede recurrir a la paradoja cuando se empeña en abarcar en un
tébres terrestres», obra con la que obtiene su doctorado en Cien- mismo proyecto teórico el estudio de objetos divergentes: la natu-
cias. Se puede establecer un paralelo entre lo que representa «Ar- raleza y la cultura, la necesidad y la creatividad, el organismo
chéologie du Pacifique Nord» -su tesis de Letras de 1945-, vivo y el símbolo, la herramienta y la palabra. Objetos renuentes
para el nacimiento de una paleontología del útil, y lo que viene a a la convivencia en un mismo sistema analítico.
representar su tesis de Ciencias de 1954 para el posterior desarro-
llo de una arqueología del gesto y la palabra. En ambas ocasio- 2 A. L. G. explica la conformación anatómica de la cara y de la mano a
nes el autor está alterando las líneas divisorias que acotan el partir de las transformaciones dinámicas de los vertebrados que desembocanen
campo de las ciencias naturales y sociales: la estación vertical de los homínidos.

vi vii
Son posibles otros recursos epistemológicos para hacer teorías clOn, sólidamente anudadas unas a otras en su condición de
que abarquen esos mismos objetos. Se puede sustituir la paradoja «Ciencias sociales o ciencias del hombre», han caído y recaído en
por la asimilación de los objetos. Por ejemplo, la naturaleza se la tentación de romper sus lazos con las llamadas Ciencias de la
reduce a la cultura, o viceversa. Este proceder serviria para carac- Naturaleza: Biología, Paleontología, Etnología. El resultado es
terizar un talante cienufico frecuente tanto en e! Idealismo como esa debilidad teórica y metodológica que se confiesa con las dis-
en el Empirismo inglés. También cabe disociar la teoría para tinciones entre ciencias «duras» y «blandas», «nemotéticas« e
salvar la unidad de los objetos. Por ejemplo, Nietsche rompe la «ideograficas». «experimentales», «cuasi-experimentales» y «con-
unidad del conocimiento cienufico cuando se enfrenta con el ceptuales». Y sin embargo, lo más duradero de estos cien últimos
mundo «como voluntad» y «como representación». Esquizofrenia años de reflexión sobre el hombre y el mundo tal vez llegue a ser,
epistemológica que acaba en el 1rracionalismo, tan recurrente en precisamente, el legado de quienes han navegado contra corrien-
las ciencias alemanas. Otra opción posible consiste en negociar el te. La obra de aquellos autores que han establecido puentes toda-
alcance de la teoría. Utilizar para interpretar el mundo un mode- vía frágiles, para terminar con esa articulación fragmentada del
lo operacional. Modelo que será tenido por válido cuando permi- conocimiento sobre la naturaleza y la sociedad. A. L. G. encontró
ta establecer relaciones útiles entre diversos niveles de la reali- en el Estructuralismo un modo de relacionar el conocimiento so-
dad. Por ejemplo, es lo que hace James para conectar subjetivi- bre objetos biológicos y culturales. Otros cienuficos. animados de
dad, sociabilidad, conocimiento. A partir de este autor, el recurso un talante igualmente comprehensivo, optan por manejar teórica-
a la teoría negociada es característico de tantos otros cientificos mente la contradicion -la paradoja que se historiza-« y recu-
americanos, aferrados al Pragmatismo por diversos que sean sus rren a la Dialéctica.
puntos de vista behavioristas. [uncionalistas. culturalistas, sisté- Estructuralistas y dialécticos están muy distantes metodológi-
micos. camente y axiolágicamente. No se necesita reconciliarles entre sí
El carácter paradójico de la obra de A. L. G. es la opción para que se evidencie lo que les asemeja. Ambos conciben la
epistemológica de quien quiso abarcar teóricamente la génesis realidad como diversidad. Diversidad que se compone, opone o
de! hombre y sus productos, sin ceder ni al reducionismo, ni a la descompone ante toda conciencia, ante toda intervención de los
disociación, ni a la negociación de la Teoría. A. L. G. sabía que hombres. Pero aunque los niveles de la realidad fuesen indefini-
jamás podría completar ese proyecto ni por lo tanto cerrar teóri- dos, y sus manifestaciones impredecibles, tanto los estructuralis-
camente su Sistema. El conjunto de la producción de A. L. G. tas como los dialécticos creen que sin embargo son inteligibles.
tiene una coherencia poco frecuente: cada libro ya enuncia el La realidad es inteligible porque cabe recurrir a una racionalidad
siguiente y supone los precedentes. Pero todos los pasos que le universal. La razón muestra su universalidad porque puede apli-
aproximan al objetivo teórico final dejan atrás otras tantas obras carse al análisis de todo objeto y porque el funcionamiento cogni-
abiertas'. Sin embargo, una obra abierta no es lo mismo que una tivo de los hombres opera con lógicas comparables. Esta creencia
obra frustrada. Son los cientificos que derrumban las bardas del en la unicidad del conocimiento es sabido cuánto repugnaba a los
conocimiento y no quienes ponen los mojones aquellos que dejan relativistas antiguos, y repugna a los modernos, con Popper a la
una herencia más fecunda. Las urgencias teóricas de nuestro cabeza. Los herederos actuales del Relativismo han firmado el
tiempo orientan a establecer los territorios de cada ciencia. La acta de defunción de los paradigmas universales, entre ellos el
Arqueología, la Etnología, la Antropología, también la Psicología estructuralista y el dialéctico. Me estoy refiriendo al rechazo de
y la Sociología, más recientemente la Teoría de la Comunica- toda pretensión de trabajar en una ciencia unitaria por parte de
los etnosociologos. etnometodólogos, semioretoricos y otros a sí
mismos llamados «posmodernos». No hay por qué alarmarse.
3 Por ejemplo, Evolution el techniques requiere un estudio que abarque los
Esa clase de rechazos del valor universal de la racionalidad se
útiles utilizados por las sociedades que surgen con las revoluciones burguesas,
trabajo que el autor no podría acabar en vida. Para completar Le geste el la han producido desde que la ciencia trató de encontrar leyes. Lu-
parole se requeriría un análisis de las formas de expresión simbólica igualmente kács lo concebía como la manifestación del perenne asalto a la
inabarcable. razón.

viii ix
El Estructuralismo francés es la referencia epistemológica en Los estructuralistas saben muy bien que bienes, herramien-
la que debe incluirse la obra de A. L. G. Los autores estructuralis- tas, actos, símbolos, mujeres, son entidades materialmente irre-
tas confluyen por diversas vías en e! estudio antropológico de los ductibles y que poseen una identidad histórica. Pero entienden
modelos cognitivos. Los modelos cognitivos son representaciones que pueden ser estudiadas y por lo tanto relacionadas recurriendo
de! mundo que guían la acción sobre el entorno y que proporcio- a una única lógica. Las líneas que siguen tratan de desvelar cuál
nan algún sentido a la interpretación del entorno, incluida la es el uso de la lógica estructural que hace A. L. G. para sistemati-
interpretación cientifica. Los orígenes más inmediatos del Estruc- zar un fenómeno muy complejo: la invención tecnológica.
turalismo están en Durkheim. Al final de su vida, este autor seña-
la las relaciones que existen entre «las formas elementales» de la
representación (p. e" los mitos) y de la acción (p. e" los rituales) 5. El sistema tecnológico y la estructura de la invención
por una parte, «la reproducción social» de las organizaciones y
de los modos de vida, por otra.
A. L. G. Y Lévi-Strauss son continuadores de Durkheim, con Cada invención tecnológica es un hecho que se manifiesta
quien enlazan a través de Marce! Mauss, autor que les orienta individual, impredecible, en algún lugar y en algún momento. El
hacia la investigación antropológica de las estructuras accionales hecho «invención de tal útil» potencialmente es ubicable (apare-
y del conocimiento. El propio Mauss había mostrado con su obra ció precisamente en un grupo humano bien identificado) y data-
que el Estructuralismo era un paradigma que no se acoplaba con ble (se registró por primera vez en una fecha o etapa cultural bien
los cortes epistemológicos que distinguen a unas disciplinas de diferenciada). En la práctica, la datación y ubicación histórica de
otras. El Estructuralismo está obligado a demostrar su validez todos los inventos-útiles parece tarea inviable. Pero aunque el
tanto cuando explica e! funcionamiento del conocimiento sobre el invento de tal útil sea un hecho que escape a la documentación
mundo, como cuando pone en relación ese conocimiento con el histórica, ese hecho está materializado en una cosa: en una he-
repertorio de actos, de objetos materiales o simbólicos. Por ejem- rramienta determinada. En la herramienta, el hecho (invento tec-
plo, cuando Mauss estudia el Don' se habia encontrado con una nológico) se hace patente como la cosa inventada'.
representación del valor de las cosas que remitía al ritual de las Hecho cosificado, la invención del útil, que tal vez pueda elu-
interacciones. Unas categorías atribuidas a la Economía (el valor dir para siempre la cronología (cósmica o sociológica) del his-
de uso y de cambio de los bienes) tenían que ser examinados con toriador, tiene que plegarse a la tipología lógica del sistema-
criterios antropológicos. tizador.
Mauss ya estableció correspondencias entre e! nivel de las A. L. G. propone en esta obra un sistema lógico de la inven-
distintas técnicas del cuerpo y e! nivel de las diferentes represen- ción de herramientas. El propio autor se encarga de subrayar el
taciones culturales del sujeto. A. L. G. en esta obra relaciona el interés y la importancia que tiene e! estudio histórico de las in-
nivel de las técnicas de producción y consumo con el nivel de la venciones humanas. Pero se atiene a un criterio compartido con
representación de los gestos productivos. Más tarde intentará co- otros estructuralistas franceses como p. e. Lévi-Strauss. Ambos
nectar los gestos técnicos con los gestos expresivos buscando un señalan que la historia puede (en ocasiones) aclarar por qué llega
puente entre la producción de bienes y la comunicación. Por su a existir (o a dejar de existir) un producto creado por el hombre.
parte, Lévi-Strauss va en busca de modelos que toman como ob- Pero el recurso a la historia carece de pertinencia para diferenciar
jeto el intercambio mismo, tanto si lo que se cambia concierne a cada cosa de toda otra cosa en el universo de las cosas. Universo
la producción y al consumó (los bienes), a la conformacián del que incluye los productos que el hombre efectivamente ha inven-
parentesco (las mujeres) o a la representación mítica del universo tado, tanto como aquellos otros que alternativamente podrían ha-
(las palabras). . ber sido creados, aunque nunca lleguen a tener existencia.

4 Práctica de intercambio generalizado de bienes existente entre algunos gru- 5 El lector familiarizado con las CienciasSocialesreconocerá en este enfoque
pos de la costa atlántica norteamericana, de distinta especialización productiva. la tradición del positivismo durkheimiano.

.r xi
En el universo del Sistema de las herramientas cada útil es La identificación de cuáles son las constricciones que afectan
miembro de un repertorio de útiles. Yel repertorio en su conjun- a la invención tecnológica, permite construir un operador adecua-
to, la manifestación de una lógica de la invención tecnológica. La do para explicar lógicamente la génesis y la transformación de
invención tecnológica puede ser lógicamente sistematizada, por- las técnicas. Correlativamente, ese mismo operador permite cla-
que la génesis y la transformación de los útiles es un dato que sificar lógicamente cada útil en un Sistema de herramientas. Los
remite a la génesis y transformaciones de la razón y no mera- primeros pasos en la construcción del operador consisten en deci-
mente un fenómeno sobre el que razona el investigador. dir cuáles son los limites que diferencian una actividad humana
La razón se materializa en las cosas inventadas. El diseño, el como «técnica» y, luego, en señalar cuáles son los componentes
modo de manipulación de la herramienta, la aplicación que de que incluyen necesariamente un Sistema tecnológico.
ella se hace sobre unos u otros materiales, muestran una (de las A. L. G. concibe las técnicas como procedimientos de adquisi-
posibles) soluciones técnicas que el hombre ha inventado para ción o de consumo. Esta acotación incluye en el Sistema herra-
incorporar las fuerzas naturales al trabajo. mientas destinadas a la recolección, la agricultura, la mineralo-
El útil se analiza por referencia a una serie que incluye en su gia: la caza, la pesca, la cria de ganado; la alimentación, el
repertorio desde soluciones técnicas elementales a soluciones téc- vestido y la habitación. Conviene dejar constancia desde ahora
nicas muy complejas. Cuando se dispone de «documentos» sufi- que A. L. G. incurre en dos omisiones: no incluye ni las técnicas
cientes, en la transformación de los tipos de herramientas se pue- del cuerpo, ni las técnicas de la comunicación'.
de llegar a captar la evolución de los modelos de invención. El Toda solución técnica se interpreta como el resultado de idén-
objetivo heuristico es que el hecho de invención que representa la tica lógica de la invención:
existencia de un nuevo útil, pueda ser integrado en el Sistema de
las herramientas. En el Sistema, los útiles conocidos se relacio- - En razón de las peculiaridades fisicas que posee aquella
nan con todos los demás útiles que no se han conservado y los que materia que se desea transformar en un determinado bien,
aún no se han inventado. Para construir el Sistema de las herra- -la herramienta proporciona o amplifica algún medio de
mientas hay que interpretar la invención tecnológica como un acción sobre la materia,
proceso de operaciones lógicas, y los propios útiles como un re- - que permita controlar los efectos transformadores de algu-
pertorio de funciones lógicas. Cabe la posibilidad de afrontar el na de las fuerzas naturales disponibles.
estudio de las tecnologias como el despliegue en el espacio y en el
tiempo de una lógica de la invención. Este planteamiento se subs- Las constricciones que determinan las opciones posibles para
tenta en la explotación metodológica que el Estructuralismo hace la invención tecnológica proceden de tres componentes:
de una paradoja: toda creación humana es la respuesta a una
constricción. El juego entre la determinación y la creatividad se
refleja en todo producto, sea material, como la herramienta, o Técnicas ~ [materias U medios de acción] fuerza~J
simbólico, como la fábula. Los útiles distintos que pueden inven-
tarse son indefinidos, pero su variedad, a fuer de inabarcable, no
les hace por ello menos determinados. Tomemos pie en las pro- Para elaborar al tiempo una «paleontologia de la herramien-
pias palabras del autor: ta» y una «tecnomorfologia», el problema radica en identificar los
grados de libertad que tiene el Sistema. Dicho en otros términos,
El determinismo técnico está tan marcado (en la producción de obje- se requiere una tipologia de materias, otra de medios de acción, y
tos en progresión) como el determinismo zoológico (en la producción de
especies en progresión). Porque el hombre se ve constreñido a cortar la 6 Posteriormente, en Le geste el la parole A. L. G. se ocupará de ambas
madera desde un cierto ángulo, aplicándole una determinada presión, actividades. Sin embargo, L 'Homme ella matiére erala ocasión paraelaborar un
esta constricción hace que las formas, los mangos de los útiles puedan Sistema general que incluyese todas las tecnologías. Este trabajo aún no se ha
ser clasificables. hecho.

xii xiii
otra de fuerzas. De la combinatoria de estas tres tipologías, pro- no sólo evolucionan, sino que hacen evolucionar y a veces revolu-
cederán todos los objetos tecnológicos distintos que son lógica- cionar a los restantes componentes. Milieu et techniques, el pró-
mente posibles. ximo libro de esta colección, proporciona la ocasión de analizar
A. L. G. diferencia el repertorio de materias distintas, en ra- dónde concluye la aventura teórica del autor, y qué nuevos desa-
zón de las constricciones que los materiales imponen al trabajo fíos intelectuales se ofrecen en esas fronteras del conocimiento.
del útil; el repertorio de fuerzas diferentes, en razón de las cons-
tricciones que el control de la dinámica impone a la mecánica del Manuel MARTÍN SERRANO
útil; el repertorio de medios alternativos de acción sobre la mate-
ria, en razón de las constricciones que imponen las modificacio-
nes de los materiales. Los criterios que A. L. G. elige para reper-
toriar las materias, los medios elementales de acción y las
fuerzas, seguramente pueden ser otros y en todo caso perfecciona-
dos. El propio autor asi lo declara explícitamente, cuando trans-
curridos veintiocho años desde la primera edición valora esta
obra. Igualmente se comprende que el catálogo de útiles sistemá-
ticamente descritos por A. L. G., a pesar de su amplitud, no pue-
de ser exhaustivo. Sin embargo, la hazaña intelectual de A. L. G.
ha consistido en establecer uno y el mismo esquema lógico para
interpretar la génesis y la evolución de los útiles y para pensar la
clasificación de los útiles.
Cuando A. L. G. escribió este libro, aún no disponía de las
«técnicas» que han multiplicado las posibilidades de la investiga-
ción sistemático-estructural. El tratamiento informatizado de los
datos ahora hace posible formalizar el modelo lógico que subyace
en la clasificación de los útiles. Igualmente, permite generar todas
las variantes de herramientas distintas que puede «producir» el
modelo (incluidas, obviamente, las que nunca se han producido).
También ayuda a establecer series y tipologías de técnicas utili-
zando criterios de agrupación y de distinción muy variados'.
Estos desarrollos del modelo de A. L. G. tal vez interesen a
especialistas de diversas ciencias. A. L. G. dejó un ancho camino
para los demás abierto en L'Homme et la matiere. Él prefirió
proseguir su obra por un sendero más estrecho y mucho más
resbaladizo. A partir de L'Homme et la matiere, se adentra por
los vericuetos donde se borran las fronteras. La producción de
útiles, la comunicación, la hominización, la diferenciación social

7 Como he mencionado, quedan además por incorporar al análisis de


A. L. G. los productos tecnológicos inventados por las sociedades capitalistas.
Este trabajo plantea problemas de recopilación de documentos y de análisis de
objetos muy complicados. Quienes se animen a iniciarlo se verán en la necesidad
de modificar los criterios de clasificación que ha elaborado el autor para operar
con útiles inventados en estadios tecnológicos precapitalistas.

xiv xv
PRÓLOGO A LA PRESENTE EDICIÓN

Tanto este primer volumen de La evolución y las técnicas


como el segundo, El medio y las técnicas, incluyen una parte
amplia formada por un cuadro clasificatorio de los documentos
tecnológicos y una parte reducida, teórica, que se sirve de los
hechos ordenados para sacar de ellos las líneas generales de la
evolución. De esto se deduce que, si bien el cuadro sistemático
-tomado en su conjunto- no ha variado, el aparato teórico,
por su parte, puede y debe haber evolucionado. Las correcciones
introducidas interesan especialmente a la prehistoria y a la orga-
nización sistemática de los «Medios elementales de acción sobre
la materia».
Cuando escribí la primera versión de este libro no era muy
importante el valor de los materiales que la prehistoria podía
suministrar a la tecnología. Desde entonces esta situación ha
cambiado considerablemente. Se ha conseguido un mejor en-
juíciamiento sobre la participación de las formas humanas, in-
cluso las más primitivas, en el nacimiento y progreso de las
técnicas, gracias a los numerosos descubrimientos que han te-
nido lugar en una generación tan sólo. Por otra parte, este caudal
científico se ha utilizado en los dos volúmenes de El gesto y la
palabra -que salieron a la luz en 1965-, aunque con algunas
modificaciones en lo relativo a las primeras nociones desarro-
lladas.
Junto a esta «paleontología del útil» que introducía el desa-
rrollo de los datos prehistóricos, me había parecido posible estu-
diar una «paleontología del gesto», la cual ha aportado notables
mejoras en la clasificación de los «medios elementales», concre-
tamente en la cadena dinámica «impulso-transmisión-acción»,
así como en el concepto «máquina». Intenté que El hombre y la

7
materia se beneficiase de las mejoras mencionadas estableciendo INTRODUCCIÓN
lazos con El gesto y la palabra sin alterar demasiado la redacción
de una obra que, aunque con imperfecciones, señala a mi modo
de ver el comienzo de una larga aventura científica.

André LEROI-GOURHAN

La etnología está formada por varias disciplinas, cuyo con-


curso facilita, al menos en principio, la comprensión de los lazos
que unen a los individuos en grupos étnicos particulares. Es, ante
todo, la ciencia de la diversidad humana; su campo de investiga-
ción no está limitado ni en el espacio ni en el tiempo. Si encuen-
tra su terreno favorito en los pueblos no industrializados del
mundo actual, esto se debe a una tradición científica normal que
la ha llevado a investigar esa diversidad fuera de nuestras propias
culturas, inversamente a la sociología, que, debido a razones
prácticas, ha centrado primero su objetivo en el mundo moder-
no. Pero el hombre del presente industrial ofrece también mate-
ria para un análisis de su diversificación en macro-unidades étni-
cas, al igual que el hombre del pasado prehistórico ofrece una
contribución valiosa al conocimiento de las formas auténtica-
mente primitivas de la organización étnica. Entre las disciplinas
etnológicas, la tecnología constítuye una rama especíalmente im-
portante, pues es la única que muestra una total continuidad en
el tiempo, la única que permite aprehender los primeros actos
propiamente humanos y seguirlos de milenio en milenio hasta el
umbral de los tiempos actuales. Cuando nos remontamos en el
pasado, las distintas ramas de la información etnológica van mu-
riendo más o menos rápidamente: las tradiciones orales se extin-
guen con la última generación que las ha recibido, las tradiciones
escritas pierden fuerza rápidamente, y el siglo XVII ha enmudeci-
do ya para la gran mayoría de los pueblos; sólo los productos de
las técnicas y del arte permiten, si las circunstancias han asegura-
do su supervivencia, una larga andadura en el tiempo. Incluso el
arte desaparece con bastante rapidez, por lo que, pasada la fron-
tera de unos 50.000 años, únicamente las técnicas permiten re-

8 9
montar la corriente humana hasta sus orígenes, es decir, uno o de permanencia en las mismas regiones, y la diversidad del equi-
dos millones de años. pamiento da fe de una lenta maduración que se halla en contra-
Por lo tanto, el testimonio de las técnicas es valioso, pues dicción con las viejas ideas concebidas sobre el perpetuo noma-
sobre él se apoya la posibilidad de no confundir lo que supone- dismo de los pueblos primitivos. Es cierto que los grupos de
mos que fueron los primeros pasos de la humanidad con lo que cazadores de mamuts o de focas eran nómadas, pero lo eran en
sabemos de ellos objetivamente. La filosofía ha distinguido dos su propio territorio; las migraciones extraterritoriales desempe-
humanidades sucesivas: la del hamo sapiens, que es la nuestra, y ñaron un papel menos importante de lo que muchas veces se
la del hamo faber, criatura teórica, cuya única característica hu- supone. En cambio, los objetos o la idea de su existencia circula-
mana habría sido la de poseer herramientas. El hamo faber. tér- ron de grupo en grupo, a veces hasta los límites de los conti-
mino cómodo pero sin fundamento paleontológico, engloba en nentes.
realidad toda la larga serie de los antrópidos de los que surgió el Si se pudiera hacer desfilar cronológicamente en una pantalla
hamo sapiens ': los más viejos (cuentan con más de un millón de los movimientos de los hombres, así como los de sus creaciones
años), los australántropos, poseian ya nuestra estación vertical y técnicas, se sentiría la tentación de pensar que eran la muestra de
tallaban útiles muy primitivos. A partir de este momento, que, pueblos en marcha, de razas que se desplazaban con su material,
salvadas todas las proporciones, no debe de hallarse muy alejado se perseguían ardorosamente y se devoraban. Pero probablemen-
del punto de partida, los progresos del cerebro en volumen y en te no fue así; veríamos en realidad algo tan fugaz como el juego
organización tienen como corolario una doble serie de cráneos y de la luz sobre una fina capa de petróleo en la superficie del agua.
de útiles cada vez más variados y perfeccionados. Desde estos El curso del tiempo desplazaría a los hombres al igual que el agua
comienzos hasta unos 50.000 años antes de nuestra era, la made- arrastra la mancha de petróleo deformándola, algo así como un
ja va devanándose sin interrupción, pero su hilo es fino, ya que tornasol imperceptible deslizándose sobre moléculas práctica-
se limita al inventario de algunos tipos de útiles de piedra labra- mente inmóviles. Fijémonos en la Europa occidental de estos
da: prueba suficiente del progreso, sólo sirve de asidero en lo diez últimos siglos: las grandes potencias han llevado a cabo gue-
referente a una mínima parte de los rasgos culturales que desa- rras que a veces han desplazado temporalmente importantes
rrollaron los hombres anteriores a nosotros. Entre los años cantidades de hombres; sin embargo, la distribución antropológi-
50.000 y 30.000 antes de nuestra era, los testimonios se diversifi- ca apenas se ha visto modificada por ello; la Francia del siglo x,
can, y desde hace unos 30.000 años, con las primeras etapas del físicamente, es casi la misma que la Francia del xx, y Europa, si
hamo sapiens, se entra en la humanidad actual, que forma un consideramos los esqueletos de sus millones de habitantes, ape-
todo hasta los tiempos presentes. Aunque todavía muy incom- nas ha variado. Sin embargo, icuántas ráfagas la han agitado!
pleto, nuestro conocimiento de la prehistoria, tanto del antiguo ¿Son indicios de migraciones las techumbres de tejas, el código
como del nuevo mundo asegura un campo tecnológico conside- napoleónico, la bóveda ojival, la artesa mecánica o la bicicleta?
rabie. Sus elementos se inscriben en la base de la evolución de Un 50 por ciento de la vida material del Japón es de inspiración
técnicas y objetos que han seguido su curso hasta el momento china (y se trata de la parte más ostensible): la escritura, la lengua
presente. Conocida ahora casi en todo el mundo, la prehistoria oficial y culta, el budismo, las industrias textiles y otros muchos
del hamo sapiens pone de manifiesto que las culturas estaban ya aspectos. Ahora bien, los chinos no han conquistado nunca el
muy diferenciadas en el plano técnico y que tanto Europa como Japón; no se podrá encontrar la menor huella de esqueletos chi-
las distintas partes de Asia, África, América y Australia conocían nos en las grandes islas del archipiélago. Hay dos tipos de movi-
una diversidad étnica que se hace más evidente a medida que mientos, que, dada la ausencia de sincronismo, complican el
van aumentando nuestros conocimientos. El hecho de que ha- cuadro de la etnología. Por un lado, tenemos los desplazamien-
yan podido desarrollarse culturas regionales implica largos siglos tos de los hombres, que, salvo excepciones, son muy lentos y se
desconocen bastante; y, por otro, los desplazamientos culturales,
[ A. LEROI-GOURHAN, El gesto y la palabra. Vol. 1: Técnica y lenguaje, París, sobre cuya rapidez y fantasía aparente no se debe exagerar. Es
Albin Michel, 1964. necesario añadir a dichos movimientos un tercero, no menos

/0 11
importante; nos estamos refiriendo al movimiento de evolución hacha, he tallado el sílex, he tirado con arco y he soplado en la
propio de cada pueblo, movimiento muy vanable. en intensidad cerbatana. Estos experimentos, que aún practico, han sido reali-
y dirección que hace girar en espiral a un grupo mlentra~ que los zados de dos maneras: sobre el terreno, observando, imitando y
otros progresan en línea recta, y en un momento determinado lo escuchando al operante; y en el laboratorio, siguiendo las des-
lanza bruscamente hacia adelante. Al movimiento de los hom- cripciones (algunas muy precisas) de los viajeros. La cantidad de
bres se une el problema de las razas; al movimiento general de documentos recopilados de esta manera es bastante escasa: unas
los productos, el de las civilizaciones; y al movimiento interno, el 40.000 fichas por lo que respecta a todas las técnicas estudiadas
de las culturas. Puede sentirse la tentación de buscar en los tres la en este libro. A pesar de esta relativa pobreza, el fichero resulta
unidad del desarrollo humano y de confundir a veces la raza, la valioso por tratarse del primer esfuerzo más o menos extenso en
civilización y la cultura. No aventuraré ahora una más de las este sentido y porque la separación, ficha por ficha, de un gran
muchas definiciones personales de los tres términos, a los que número de conjuntos técnicos ha permitido que los documentos
tan sólo aludiré a lo largo de estas páginas para dar algunas bre- se autoagrupasen, dejando así una mínima parte a la interpreta-
ves opiniones de conjunto. De los tres movimientos, en un punto ción personal. De este hecho ha resultado, desde 1935z una tec-
dado, resulta una entidad étnica más o menos duradera: segun su nomorfología fundada en las materias primas. Son los cuadros
importancia, aplico aquí los términos poco compro~etedores de de este primer intento los que han sido mejorados y reforzados
grupo humano, etnia y grupo de etnias, simples dl:"lslOnes de en el primer volumen de la presente obra.
comodidad, susceptibles, por tanto, de numerosas intrusiones. Actualmente, sería inútil pretender adquirir un conocimien-
No hay ninguna urgencia en desarrollar definiciones que cnstah- to, ni siquiera superficial, de toda la humanidad. Ningún investi-
cen una masa tan poco analizada como la de los seres huma- gador podría describir la actividad de los hombres en todos los
nos. tiempos y en todos los países, pero las grandes clasificaciones se
Dejando a un lado en la presente obra los mo:"imientos hu- realizan aunque una ciencia no esté totalmente explorada. Los
manos me ceñiré al doble movimiento, externo e interno, de las animales y las plantas fueron clasificados entre los siglos XVII y
técnicas más materiales, aquellas con las que se fabrica, ~e produ- XIX (a pesar de que la mayoría de las especies eran todavía desco-
ce y se consume los elementos indispensables para la vida des~e nocidas) en cuadros, cuyas líneas generales quedaron como defi-
el punto de vista físico. Estas técnicas han mteresad? a los etn~­ nitivas. La ciencia del hombre se halla en el mismo caso. Esto se
logos desde los orígenes de la etnología, han sido obJet? de clasi- debe, tanto en zoología como en etnología, al carácter perma-
ficaciones que, en el ámbito francés, ha puesto al día Marcel nente de las tendencias; parece que todo sucede como si un pro-
Mauss y I'Institut d'Ethnologie; constituyen una parte Impor- totipo ideal de pez o de sílex labrado se desarrollase siguiendo
tantísima de ese admirable instrumento para el estudio que es el líneas preconcebidas: en el primer caso, del pez al anfibio, al
Musée de I'Homme. reptil, al mamífero o al pájaro; en el segundo, de una masa amor-
Los cuadros clasificatorios de las técnicas no han sido estable- fa de sílex, a las láminas retocadas esmeradamente, al cuchillo de
cidos por tecnólogos, sino por etnólogos que tenían en sus men- cobre o al sable de acero. Pero no debe sacarse una conclusión
tes más bien una distribución de los productos del grupo que falsa: estas líneas reflejan simplemente un aspecto de la vida, el
estudiaban en cómodas divisiones que un análisis de la fabnca- de la elección inevitable y limitada que el medio propone a la
ción. En otras palabras, estos investigadores se han fijado más materia viva. Al tener que elegir entre el agua y el aire, entre la
bien en la forja que en el trabajo de los metales, en el cesto que natación, la reptación o la carrera, el ser vivo sigue un número
en la cestería, en el vestido que en el trabajo de las fibras. Un limitado de grandes líneas de evolución; en etnología, dado que
cuadro basado en estos principios asegura totalmente las necesi- el hombre no tiene otra manera de hacerse con la madera que
dades del análisis cultural y deja a un lado los problemas propia- cortándola desde un cierto ángulo con una presión determinada,
mente tecnológicos. Este es el motivo por el q~e, aprovechand? las formas y los enastados de las herramientas se pueden clasifi-
(a pesar de mi formación teórica) mi gran aficIón por las activi-
dades manuales, yo, sin método preconcebido, he mampulado el 2 Encyclopedíefrancaíse permanente, v, VII.

12 13
car,' El determinismo técnico es tan fuerte como el de la zoología: llevar a cabo un esfuerzo de síntesis histórica, lo más que se
al igual que Cuvier, al descubrir una mandíbula de zarigüeya en puede hacer es poner jalones con los hechos conocidos y llenar
un bloque de yeso, pudo invitar a sus incrédulos colegas a seguir los vacíos con lo que nos dicten las tendencias. Por lo que respec-
con él estudiando el esqueleto y predecirles cómo serían los hue- ta al mundo actual, se alcanza probablemente un grado de vero-
sos marsupiales, la etnología puede, en cierta manera, hacer similitud bastante próximo a la realidad; pero si nos adentramos
previsiones, a partir de la forma de una hoja de herramienta, en siglos pasados, las hipótesis van ganando terreno. Existen te-
sobre la forma del mango y sobre el empleo de la herramienta mas privilegiados: descubrimientos recientes como el tabaco,
completa. cuya hístoria se podría escribir con bastante claridad, o las armas
Pero no debe olvidarse que Cuvier se equivocó en ocasiones, de fuego. Sin embargo, hay que tener prudencia con estos temas:
ya que entre la tendencia determinante y el hecho material existe si nos fijamos en que el tabaco llega de América a Europa, gana
una diferencia fundamental: las tendencias generales pueden dar toda el Asia y África, se confunde a veces en sus modalidades de
lugar a técnicas idénticas pero sin lazos de parentesco material, y consumo con el cáñamo y el opio y regresa al continente ameri-
los hechos, sea cual sea su proximidad geográfica, son individua- cano tanto por el este (influencia sino-japonesa), por mediación
les, únicos. Los esquimales de Alaska, los indios del Brasil y los de los pueblos de Siberia, como por el oeste, con nuestras expor-
negros de África simultáneamente tenían la costumbre de poner- taciones, ante semejante embrollo de préstamos, inventos loca-
se en el labio inferior adornos de madera o de hueso. Evidente- les e influencias, podemos preguntarnos con qué precisión se po-
mente, puede hablarse de identidad técnica, pero, hasta el mo- drá restituir la técnica más antigua. Todo esto es plantear el
mento presente, no se ha podido demostrar en ningún estudio el problema del origen de las técnicas, que volveremos a tratar en la
parentesco de estos tres grupos humanos. El arado malayo, el conclusión de este libro.
japonés y el del Tíbet representan tres formas similares y, sin El problema del origen se halla formulado implícitamente en
duda, relacionadas durante la historia antigua de los tres pueblos; el término «primitivo», que se aplica aún con demasiada fre-
sin embargo, cada uno de ellos, según el tipo de suelo cultivado, cuencia a los pueblos que no llevan una vida tan perfeccionada
los detalles de su montaje, el modo de enganche o el sentido como la nuestra, desde el punto de vista material. U n buen dic-
simbólico o social que lleva implícito, representa algo único, ca- cionario define al «pueblo primitivo» como «el que surgió en el
tegóricamente individualizado. Todo parece indicar que existe a origen y conserva de éste un determinado carácter». Pensamos
la vez una tendencia «arado» realizada en cada punto temporal y enseguida en el australiano, el esquimal, el aino, los siberianos o
espacial por un hecho único, así como relaciones históricas cier- los polinesios. Dichos pueblos no son más primitivos que noso-
tas en escalas de tiempo y espacio muy importantes a veces. Al tros. Ahora que la arqueología comienza a dotar de un pasado a
menor descuido, el especialista salta de uno a otro punto, y no se las culturas que carecen de escritura, se observa que en el trans-
ajusta a la realidad. curso de los siglos y milenios estas culturas conocieron, por lo
No es necesario insistir sobre el interés del aspecto histórico que respecta al terreno no técnico, una evolución tan compleja
de nuestras investigaciones: una parte importante de la ciencia como la nuestra, y que, en el plano técnico, se produjeron cam-
de los hombres descansa en lo que se ha podido trazar sobre la bios sensibles, pues la sociedad, aun aislada, iba acomodando
hístoria de los grandes movimientos de los pueblos. Volveremos constantemente su caudal técnico a las necesidades y a la evolu-
a tratar este aspecto en numerosas ocasiones a lo largo del libro; ción del medio natural. Se puede usar la palabra «primitivo»,
pero es preciso, para comprender los tanteos de la etnología, pero con un sentido estrictamente económico, para referirse a los
tener presente que estamos lejos de conocer lo que aún sobrevive grupos que viven únicamente de recursos de la naturaleza salva-
actualmente y que desconocemos casi todo de pueblos que no je. En efecto, los cazadores y los pescadores-recolectores practi-
hace más de un siglo se encontraban todavía en el globo. En can el mismo modo de explotación que los lejanos ancestros del
cuanto a los pueblos actuales más próximos, incluso los de Euro- hombre actual, quienes fueron en realidad los únicos primitivos
pa, la enorme suma de materiales recopilados no es más que una auténticos. En cuanto a la palabra «pueblo», la arqueología sólo
po!dón lnlianificante de los hechos observables; si se pretende rarísimas veces es capaz de explicar las sociedades sin escritura.

14 15
La noción de pueblo se funda, por lo que se refiere a un período indumentaria, agricultura. etc. El número de dichos apartados es
más o menos largo, en la relativa coincidencia de criterios geo- casi invariable: cerca de veinte por lo que se refiere al aspecto
gráficos y políticos, lingüísticos e institucionales, que apenas de- puramente material. Estos cortes lógicos son naturales; se da un
jan rastros palpables. Así pues, sólo se puede hacer historia sobre acuerdo universal sobre su valor, pero el orden de su sucesión es
testimoníos materiales, la mayoría de los cuales tienen que ver totalmente arbitrario: cada país, cada escuela tiene el suyo; cada
con las técnicas. Por lo demás, este tipo de historia sólo interesa- trabajo de conjunto suscita una clasificación apta para estudiar
rá a una mínima parte de las manifestaciones culturales, aquella su carácter. Ya que mi objetivo es describir las técnicas desde su
cuya conservación está asegurada por el azar de las causas de lado más material, he adoptado un orden que difiere bastante de
aniquilamiento físico-químicas. En el presente libro trataremos los que se suelen proponer.
con bastante frecuencia el tema de los ainos de Hokkaido, lo cual Tengo en cuenta, en primer lugar, los medios más elementa-
permitirá juzgar sobre la importancia material de su cultura: les de los que disponen los hombres: la prension y las percusiones
hace un siglo (los viajeros japoneses dan abundantes testimonios rñültiples mediante las cuales los hombres pueden romper, cortar
de ello), poseían viviendas de madera bastante amplias, atuendos o modelar; el fuego, que puede calentar, cocer, fundir, secar y
tan voluminosos y complicados como los nuestros, utensilios y deformar; el agua, que puede diluir, fundir, ablandar, lavar y
platos de madera muy importantes, así como barcas con varios que, en diferentes soluciones, dados sus efectos físicos o quími-
remeros. Actualmente, apenas queda nada de sus testimonios cos, sirve para curtir, conservar o cocer; el aire, por último, que
materiales del siglo XvIII: algunas hachas de piedra o algunas puede avivar una combustión, secar o limpiar.
hojas de sílex labrado, en pequeñas depresiones del suelo (débiles U na vez clasificados estos medios elementales, los pondre-
señales del emplazamiento de sus antiguas casas). Si se tiene en mos en movimiento mediante fuerzas: de los músculos huma-
cuenta que desde hace al menos 30.000 años una gran parte del nos, de los animales, del agua o dclaire. Fuerzas que no se derro-
globo estuvo poblada por hombres que llevaban UBa vida mate- chan al azar, pues el movimiento se dirige o amplifica mediante
rial tan compleja como la de los ainos y que, sin embargo, no nos palancas o transmisiones y se economiza mediante el equilibrio.
han dejado más que algunas piedras talladas y muy pocos esque- Los transportes, síntesis de fuerzas, asegurarán la manera de lo-
letos, la tecnología aparece como una tarea delicada, azarosa y grar las materias primas y de difundir los productos.
sembrada de trampas. Dejando claro desde un principio que es la materia la que
Insisto en la fragilidad de los testimonios con el fin de provo- condiciona a todo tipo de técnicas y no los medios' o las fuerzas,
car deliberadamente la desconfianza en el lector. Si en estas pági- me he separado totalmente de los datos adquiridos y he adopta-
nas no aparece la historia de las técnicas, es por razones muy do una clasificación que comienza por las materias sólidas, para
claras. Siempre que sea posible, haré trechos en el camino; cuan- llegar de manera progresiva a los fluidos. Los sólidos que no
do surja un caso de origen seguro, un caso de innovación será cambian de estado han recibido el nombre de sólidos estables:
acogido con mayor o menor entusiasmo según su rareza, y se piedra, hueso, madera; los que adquieren una cierta maleabili-
ordenará el resto no de manera histórica sino lógica. dad, mediante calentamiento, por ejemplo, son llamados sólidos
En efecto, si bien los documentos se salen a menudo del mar- semi-plásticos: es el caso de los metales; aquellos que, maleables
co de la historia, sin embargo no pueden sustraerse a la clasifica- en estado de tratamiento, se hacen duros al secarse o al cocer,
ción. Resultan cómodos los cortes para estudiar la gran cantidad son los plásticos: alfarería; barnices, gomas; y, finalmente, los
de artículos debidos a la actividad humana: entre la indumenta- que, en todos los momentos de su estado, son flexibles pero no
ria y la caza podemos encontrar numerosas adherencias, como, maleables se denominan sólidos flexibles: pieles, hilos, tejidos y
por ejemplo, el vestido impermeable para la caza de la foca, o la objetos de cestería. Los fluidos no dan lugar a subdivisiones, por
caza de animales para aprovechar sus pieles como vestimentas; lo que nos limitamos a señalar que el tipo es el agua y que englo-
pero tal confusión no puede durar mucho tiempo. Desde hace ban todas las materias que, en estado normal de tratamiento y de
unos cincuenta años, tanto en Europa como en América, se in- consumo, son líquidas o gaseosas.
tentan separar las actividades humanas por apartados: vivienda, Los medios elementales, la fuerza y la materia tienen usos

16 17
generales; su utilización termina en los instrumentos de las técni- hace algunos siglos (historia), y terminar con excavaciones pre-
cas de adquisición y de consumo. De su combinación sale la históricas (arqueología). La distinción entre la historia (no políti-
flecha, el calzado o la vivienda; en gran medida, están indiferen- ca), la arqueología y la etnografia parece que ni siquiera tiene
ciados en su empleo. Provistos de estas posibilidades de fabrica- siempre la ventaja de la comodidad.
ción, abordaremos los objetos tal como los ofrece la investiga- Otra división corriente es la que se establece entre etnología y
ción. etnografía. El etnólogo estudiaría los pueblos en sentido general,
Todo lo referente a los aspectos sociales, religiosos o estéticos mientras que el etnógrafo se interesaría sólo por la descripción de
de la vida rebasa los límites de la presente obra, por lo que el los mismos. En la práctica se dan tantas injerencias mutuas que
estudio se ceñirá, por un lado, a la adquisición de los artículos cada etnólogo es también con mucho un etnógrafo y viceversa.
necesarios para la vida material: productos animales (caza, pesca Generalmente, los distintos países han confundido los términos
y cría), productos vegetales (cosecha y agricultura) y productos y, en Francia incluso, los mejores autores han llamado etnografia
minerales; y por otro, a su consumo a través de la alimentación, a lo que se entiende hoy normalmente como etnología. Personal-
la indumentaria y la vivienda. mente, he procurado quedarme tan sólo con el término de etno-
A los técnicos les sorprenderá el carácter elemental de la no- logía. Pero el uso de la palabra etnografia está muy arraigado y
menclatura. Habiendo acometido un inventario razonable de las corresponde, para muchos, a datos seguros; por esta razón, me
técnicas, excepto de aquellas que derivan de la evolución indus- limito a precisar que el contenido arqueológico, histórico o etno-
trial moderna, el observador se halla en la situación en la que se gráfico de este libro conduce sin líneas de demarcación hacia un
encontraba la tecnología en Europa a finales del XVIII. El voca- estudio amplio de las formas de la actividad material del hom-
bulario de la Grande Encyclopédie o el del Dictionnaire des Mé- bre, estudio que parece no poder admitir otro calificativo que el
tiers pueden satisfacer, por lo tanto, gran parte de las necesida- de etnológico.
des. Por esta razón, me he limitado a emplear sólo el mínimo de Los hechos que serán examinados a continuación se han to-
neologismos y de términos especializados. Otra preocupación, la mado de un gran número de pueblos y de las más diferentes
de no sobrecargar el texto con nombres extraños, me ha llevado épocas. En cada una de las divisiones técnicas se destaca algún
a evitar (salvo cuando no existe correspondiente en nuestra len- grupo humano: la Europa medieval y el Oriente se distinguen
gua) los nombres indígenas, que el lector deseoso de conocerlos por el ingenio en el empleo de las fuerzas mecánicas y de los
encontrará mediante la consulta de las monografias más accesi- órganos de transmisión; hay buenos ejemplos de metalurgia en
bles. Asia menor, África negra e Indonesia; la alfarería de China y
Los límites de la etnología son imprecisos y arbitrarios. A Japón ofrece temas particularmente demostrativos. Cada técnica
grandes rasgos, podemos considerarla como el estudio de todos se fijará en un centro geográfico y una época que permitan a la
los pueblos que no han sido absorbidos por la civilización indus- vez estudiar al máximo la riqueza de los procedimientos y la
trial: el hecho de estudiar la farmacopea o la cirugía china estaría difusión progresiva de los productos. Sin embargo, disto mucho
enmarcado dentro de la etnología médica: estudiar las mismas de pretender la universalidad; he hablado, sobre todo, de los pue-
materias, pero en lo relativo a la Edad Medía europea, pertenece- blos que me son más familiares, es decir, aquellos que habitan en
ría a la historia médica: y estudiarlas en el mundo occidental del el contorno del océano Pacífico: indonesios, chinos, japoneses,
siglo XX es un hecho que pertenece a la medicina simplemente. ainos y siberianos, así como los esquimales e indios de la costa
Sin llegar a afirmar que para un médico chino estos términos noroeste de América. Todos ellos ofrecen Una gama bastante
tendrían que invertirse y que nos encontraríamos ante la etnolo- rica, se escalonan en estadios de civilización lo bastante variados
gía pura, se aprecia cuán flotante es la línea de separación. Al como para asegurar casi a cada apartado una importante contri-
estudiar ciertas técnicas en Extremo-Oriente, por ejemplo la fun- bución de hechos.
dición, he decidido frecuentemente partir del estado industrial Una parte considerable de los objetos que vamos a mencio-
actual (fundición), pasar después al estado artesanal actual (etno- nar se halla en París, en los sótanos o en las vitrinas del Musée de
logía), conseguir mediante los textos formas desaparecidas desde I'Homme; así pues, el contacto visual podrá suplir las lagunas de

lB 19
I
las ilustraciones. Un trabajo de este tipo supone una gran parte
de compilación, pero yo sólo tengo práctica directa en lo relativo ESTRUCTURA TÉCNICA
a Europa y el Extremo-Oriente templado y el ártico; por lo tanto, DE LAS SOCIEDADES HUMANAS
podríamos contar con una copiosa bibliografía, pero me he visto
obligado a reducirla por varias razones: son escasos los autores
que han tratado las técnicas desde el punto de vista tecnológico,
autores que pienso citar: pero la gran mayoría de los restantes se
ha limitado a nombrar, describir o a dar alguna información
sobre los objetos en algún museo: por ello, dar una referencia
para cada viajero en un libro de tipo general sería absurdo. A
todo ello se añade el hecho de que las fuentes francesas son raras
y que los títulos de obras alemanas, inglesas, chinas, danesas,
españolas, holandesas, japonesas o rusas sólo tendrían, para la El conocimiento del hombre físico está estrechamente ligado
mayoría de los lectores, un interés de curiosidad tipográfica. a las ciencias naturales. Desde el punto de vista del paleontólogo,
Expreso aquí mi agradecimiento a aquellos que han estimula- el hombre es un mamífero surgido de la lenta evolución de una
do, guiado o secundado mi trabajo: me refiero a Marcel Mauss y a serie de otros mamíferos que lo emparentan hace más de un
Jean Przyluski, cuyos afectuosos consejos me han servido a me- millón de años no con los monos (que ya se hallaban diferencia-
nudo de apoyo: al Centre national de la Recherche Scientifique, dos como tales), sino con una serie de primates ya bípedos, pero
que ha asegurado la independencia material de mis trabajos: así con el cerebro todavía primitivo '. Como mamífero, el hombre
como a los artesanos, cazadores y pescadores del Pacífico y de apenas plantea más problemas que el caballo o el rinoceronte,
Francia, a quienes debo el poder haberlos emprendido con cierta siempre y cuando admitamos que los fósiles colocados uno tras
seguridad en el terreno práctico. otro para constituir la línea genealógica no son necesariamente
los antepasados directos los unos de los otros, sino un ensambla-
je lógico de formas cada vez más antiguas. El estudio no conclu-
ye en la creación de un cuadro histérico, sino en una restitución,
cuya elevadísima verosimilitud equivale prácticamente a la ge-
nealogía real, tornada inaccesible por la escasez de los documen-
tos. El intelectual apenas puede contar con documentos que no
sean los relativos a la actividad técnica, salvo para las formas más
recientes, tan próximas a nosotros físicamente que el problema
sigue en pie. Suponer que los antrópidos primitivos tenían una
cierta cohesión social no se apoya de manera fundamental en
ningún hecho indiscutible: se trata simplemente de un argumen-
to puramente lógico fundado en la constatación de que muchos
animales ofrecen un alto grado de cohesión social, en concreto
los primates. Lo mismo cabe decir del resto de las institucio-
nes.
Así pues, el único testimonio (junto con algunos vestigios de

1 A. LEROI-GOURHAN, El gesto y la palabra. Vol. 1: Técnica y lenguaje, París,


NOTA.-8e encontrará la explicación de las figuras en el índice de las pági- Albin Michel, 1964.
nas 295 • 309.
21
20
esqueletos) del aspecto propiamente humano de la evolución es preciso; sólo en muy raras ocasiones, la tecnología puede aplicar
lo que queda de las actividades técnicas. ¿Camina dicho testimo- ese modo de explotación a problemas lo bastante generales como
nio en la misma dirección que el de los restos óseos y conoce las para esclarecer de manera útil la historia humana.
mismas limitaciones? En otras palabras, ¿se puede estudiar un El segundo modo consiste en poner a A como origen de A',
desarrollo paralelo y sincrónico de los hombres y de sus produc- A", A"', etc.; aunque parezca idéntico al primero, encierra una
tos, se puede hablar de una evolución continua de las técnicas, fuente importante de errores: la diferencia de evolución entre A y
construir el marco cronológico de todo ello, hacer historia pro- A' es menor normalmente a la diferencia de variación entre A'
piamente dicha trazando vías de difusión, estableciendo centros y B', lo que da lugar, por ejemplo, al tercer modo erróneo: ? (proto-
de innovación, e incluso, quizá, señalando grupos humanos, tipo supuesto) origen de A', de B", de C", etc.
anónimos pero definidos? Si no se pide más a los objetos que a Estos tres métodos han sido explotados claramente por la
los esqueletos, se habrá logrado entonces el objetivo: se sabe (en paleontología, disciplina que puede arriesgarse a trazar árboles
lo referente a todas las culturas que precedieron al homo sapiens) genealógicos; en lo referente a la etnología, ciertas teorías de con-
gracias a los útiles de piedra tallada -que son prácticamente junto han procedido con menos precisión a causa de la gran
nuestros únicos testimonios- que los útiles, en su conjunto, confusión de los documentos. Generalmente, nos vemos obliga-
siguieron una línea de evolución progresiva comparable a la que dos a suponer un hecho siberiano (A"') como vestigio de una
siguieron las formas humanas, desde los lejanos australantropos forma ancestral común a varios pueblos asiáticos (A'B'C ...); he-
hasta los pitecántropos y el hombre de Neanderthal. Cada forma chos bretón, ruso, iraní (A'''B'''C''' ...) como supervivencia de un
de útil, de un período a otro, se presenta como si hubiera tenido estado indoeuropeo antiguo (A), lo que confiere a la reconstruc-
como ascendiente la forma que la precede. Así como no vemos ción un carácter doblemente hipotético, ya que al margen de
que un tipo muy perfeccionado de Equido preceda a las formas error de las variaciones mencionadas más arriba se añade la atri-
ancestrales de los caballos, no vemos tampoco incoherencia en la bución arbitraria del hecho a una fase cronológica más o menos
sucesión de las obras humanas: los útiles se van encadenando en precisa.
la escala del tipo en un orden que se muestra, a grandes rasgos, Esto no obstaculiza de ninguna manera al filósofo que da
tanto lógico como cronológico. Sin embargo, no hay que perder cuenta de los desplazamientos de formas entre el estadio ABCD
de vista que la precisión histórica se halla lejos de estar plena- y el estadio A"'B"'C'''O'", pero sí paraliza al historiador, que
mente realizada; aún faltan los detalles, por lo que hay razones debe dar cuenta de la posición de cada elemento en el tiempo y
de sobra, dado que los útiles son millones de veces más numero- el espacio.
sos que los cráneos, para esperar una visión más detallada de los No hay que dejarse engañar, por consiguiente, sobre el valor
hechos. En menor grado, la tecnología prehistórica o histórica se absoluto de los conocimientos históricos que poseemos acerca de
encuentra en la misma situación que la paleontología. Si supone- las técnicas humanas. Nuestro caudal se compone de una masa
mos, para un rasgo técnico cualquiera, series de variaciones dis- enorme de documentos muy variados (la mayor parte de ellos
puestas cronológicamente, podremos imaginar tres modos de ex- muy recientes), que sólo representan la centésima parte de lo que
plotación: nos haría falta para trazar nuestra historia a lo largo de estos cien
FORMAS
últimos siglos. Por lo que respecta a la segunda mitad del XIX y al
siglo XX, aún nos falta mucho. Del xv al XIX, las informaciones
de ia sene' más antigua
. {ABCD
A' B' C' D' son escasas y se deben en su mayoría a relatos de viajeros no
. ~. A" B" e" D" preparados para una tarea científica. Por lo que respecta a épocas
la sene mas reciente A'" B'" C'" D'"
anteriores, tenemos que basarnos en los estudios arqueológicos,
fundados en versículos de la Biblia, fragmentos de autores grie-
En el primer modo no cabe ningún reproche: ABCD, origen gos o latinos, alusiones chinas, excavaciones en las que se descu-
de A/B/C'D', etc., supone el conocimiento completo de las for- bren esqueletos sin ataúdes o, por el contrario, una tumba sin
mas Que le hallan entre dos límites del tiempo y en un punto esqueleto, algunos ladrillos, bronces y sílex. Y con estos materia-

22 23
les ingratos, el etnólogo reconstituye la historia. Tanto si aborda cias son posibles todas las extensiones: cuando un vecino lleva a
un plano filosófico muy general como si permanece en los lími- un pueblo el grado de perfeccionamiento que sigue en el orden
tes de un haz que compagine la raza, la industria material y las lógico al estado en que se encuentra dicho pueblo, éste lo adopta
manifestaciones intelectuales o sociales, no se separará casi de la sin esfuerzo, y e! etnólogo, sin telón histórico, no puede saber
realidad pero no podrá ir muy lejos, pues las aproximaciones con seguridad si se trata de un invento local o de un préstamo
seguras se vuelven enseguida muy difíciles. Si trabaja sobre un reciente o milenario.
punto preciso (la agricultura, por ejemplo) experimentará, por el El hecho. al contrario que la tendencia, es imprevisible y par-
contrario, una sorprendente facilidad para abordar progresiva- ticular. Es en igual medida el encuentro de la tendencia con mil
mente zonas cada vez más amplias, para pasar de un continente coincidencias de! medio, es decir, la invención y el préstamo
a otro; a un mínimo esfuerzo del etnólogo, se le ofrecerá la pers- puro y simple de un pueblo a otro. Es único, inextensible, es un
pectiva dorada de una teoría de conjunto con migraciones e infil- compromiso inestable que se crea entre las tendencias y el me-
traciones a larga distancia. dio. La forja, por ejemplo, es un compromiso esencialmente
Todo esto explica por qué no sabemos gran cosa de la historia plástico entre las virtualidades inutilizables en la práctica: el fue-
de los pueblos, y por qué, en cambio, la ciencia es rica en visio- go, el metal, la combustión, la fusión, el comercio, la moda, la
nes de conjunto sobre las técnicas y las instituciones. Dicha ri- religión y así, progresivamente, hasta e! infinito. La permanencia
queza va aumentando a medida que nos alejamos de las técnicas de la actividad metalúrgica es posible gracias a la realidad inde-
materiales y alcanza su cima en las teorías religiosas o en el fol- pendiente del tiempo y del espacio de todos estos factores inma-
klore. teriales. La evolución es el tiempo que experimenta el equilibrio
del compromiso expresado por el hecho «Forja».
No existe una tendencia «Forja», sino un hecho que se pre-
LA TENDENCIA Y EL HECHO senta como universal en la medida en que se reúne un mínimo
de tendencias simples para producir una industria metalúrgica.
Este doble aspecto llevaría a observar en la actividad humana Entre los extremos del tiempo y del espacio, entre la forja de los
dos tipos de fenómenos de distinta naturaleza: fenómenos de egipcios y la de los malayos existen relaciones en la medida en
tendencias, que se deben a la naturaleza misma de la evolución, que las tendencias se unen de manera idéntica: encontramos una
y hechos, que se hallan ligados indisolublemente al medio en el diversidad creciente a medida que se van añadiendo rasgos se-
que se producen. cundarios; diversidad que desemboca en la forja sudanesa o de
La tendencia tiene un carácter inevitable, previsible, rectilí- los tungusos, y, en definitiva, en la forja de cualquier artesano de
neo; empuja al sílex que se tiene en la mano a adquirir un man- cualquier pueblo.
go, y al bulto arrastrado sobre dos palos a dotarse de ruedas. La tendencia y el hecho son las dos caras (una abstracta y la
Dado que el adorno es una tendencia, el hombre se unta con otra concreta) del mismo fenómeno de determinismo evolutivo,
barro coloreado, siguiendo las líneas naturales de su cuerpo: no que será tratado de nuevo al final de este volumen. Ya que la
debe extrañar el encontrar en los extremos del globo los mismos evolución marca por igual al hombre físico y a los productos de
dibujos por las piernas o alrededor de los pechos; se pone, inevi- su cerebro y de sus manos, es normal que el resultado de conjun-
tablemente, adornos alli donde los pueda colgar y se clava espi- to se traduzca en el paralelismo de la curva de evolución física y
nas o varillas de hueso en el lóbulo de las orejas, en los labios o la curva técnica del progreso'. La tendencia implica en sus resul-
en las narices, porque en estas partes se ven mejor y, además, tados tanto el invento local como el préstamo realizado entre
todo ello se puede realizar sin demasiado dolor, derrame de san- pueblos muy distantes (piénsese en los portugueses y holandeses
gre o molestia anatómica. La presencia de piedras da origen a un que en el siglo XVI llevaron directamente desde Europa hasta el
muro, y la construcción del muro provoca la palanca o el aparejo.
La rueda trae consigo la aparición de la manivela, la correa de 2 A. LEROI-GOlrRIlA~. HI gesto .1' la pa/ahra. Vol. I: Técnica .l' lenguaje, París,
transmisión y la desmultiplicación. En el terreno de las tenden- Albin Michel, 1964. Cf. figs. 64. 65. 66 Y 77.

24 25
Japón algunos objetos que, en cuatro siglos, han llegado a ser sobre hechos bien dispuestos; así como un animal sólo puede ser
propiamente japoneses), la tendencia autoriza, en el plano filosó- conocido y clasificado con precisión cuando se le ha disecado y
fico, una restitución del movimiento progresivo, pero no puede preparado en el laboratorio, el hecho únicamente puede adquirir
ir más allá ni permitir una reconstrucción histórica exacta. Ésta su valor cuando sus detalles son visibles. Al no ser aplicable el
sólo puede surgir de la continuidad de los hechos en el espacio y método de los haces de hechos más que a pueblos bien conoci-
en el tiempo. Mucho más prosaica y menos espectacular que la dos, toda investigación comienza por el estudio de los hechos
tecnología de las tendencias, la recopilación de los hechos (es aislados. Se puede dar a estos hechos aislados el suficiente cuerpo
indispensable reunir muchos para que sean continuos) puede por para tratarlos individualmente como haces poniendo de relieve
sí sola hacernos abordar el problema de los orígenes y trazar vías sus caracteres accesorios: comparar cepillos o limas provenientes
eventuales de difusión. de diferentes pueblos sólo resulta provechoso si se realiza para
Esto no significa, sin embargo, negar la realidad de todos los cada objeto una lista que parta del rasgo dominante (cepillo o
constructos históricos. Existen hechos innegables de filiación; el lima) y se extienda a los caracteres más importantes (madera o
especialista puede descubrir fácilmente en una serie de armas o metal a tratar, hoja de hierro o de piedra) y, después, a los deta-
de útiles solamente las huellas seguras de las relaciones que unie- lles más particulares (fijación del mango, ligaduras, sentido sim-
ron a un grupo de pueblos, pero toda reconstitución de este tipo bólico del útil). Las piezas aisladas de una misma serie adquieren
implica algunos riesgos y únicamente adquiere un auténtico va- entonces un valor comparativo real, y se obtiene la mejor prueba
lor cuando otros especialistas, a partir de series muy distintas, cuando se constata que las series ya no van a cubrir el globo
han llegado a las mismas conclusiones. terrestre por entero, sino que van a inscribirse sencillamente en
zonas bien delimitadas. Una vez que se ha llegado a tales resulta-
dos, se constata que los hechos presentan grados de valores dis-
Los GRADOS DEL HECHO tintos y que no son los caracteres del primer grado, generalmente
ligados a la tendencia, los más interesantes, sino aquellos del
Sólo puede ejercerse un control sobre hechos que estén bien segundo y tercer grado, propiamente ligados al pueblo o grupo de
preparados y agrupados en haces lo más sustanciales posible. Es- pueblos de los que ha salido el hecho estudiado.
tos haces esclarecen tanto mejor la historia de los pueblos cuanto Para ilustrar el procedimiento, tomemos el ejemplo del pro-
más diferentes son los temas de que se componen (a falta de pulsor (figs. 1 a 9), simple plancha o varilla terminada en un
poder englobar la totalidad de la actividad del pueblo estudiado). gancho o en un ojillo cuya finalidad es alargar el brazo del lanza-
Tomar como campo de estudio los utensilios agrícolas, la econo- dar' cuando arroja lanzas o arpones. Su hechura es uniforme y
mía agraria o la morfología rural supone ya contar con un instru- sencilla: todos los tipos tienen un extremo para la prensión, un
mento de investigación útil. Hacer esto con varios grupos me- extremo en el que se apoya el arma y un cuerpo más o menos
diante los cuadros establecidos conjuntamente sobre las otras alargado. Además, su mecanismo es invariable; porque nos ha-
técnicas de fabricación y de adquisición proporciona una serie de llamos en las mejores condiciones para observar por grados las
imágenes multidimensionales, cuya confrontación, si bien no características particulares de cada forma:
siempre permite establecer la historia de las relaciones de los
distintos grupos, al menos sí delimita claramente los problemas Primer grado. Instrumento destinado a aumentar la fuerza de
históricos. Teniendo en cuenta que aún nos hallamos ante la propulsión de un arma arrojadiza. Se sujeta por un extremo con
imposibilidad de dar para cada pueblo un cuadro completo que la mano derecha; el otro extremo se apoya en el arma que se va a
permita hacer comparaciones infalibles, me inclino por este se- lanzar (ABe).
gundo método que no dificulta el desarrollo de la especialidad y
que mantiene lejos las tentaciones demasiado agradables de crear Distribución. Europa en la Edad del Reno, la Australia y Me-
frescos monumentales. lanesia actuales, la América ártica actual y la América precolom-
El control, como ya hemos dicho, solamente puede ejercerse bina.

26 27
2.o grado / 3." grado / 4." grado / 5." grado

~======"i!!J
~ A) varilla cilíndrica terminada en un gancho: Europa en la Edad del
Reno, Melanesia y Perú:
1 los propulsores de la Edad del Reno, conocidos de manera
*iue'2 In incompleta, resultan inutilizables más allá del 2.° grado,
apéndice de apoyo para la mano: Perú (l),
2 apéndice de apoyo para la lanza, acanaladura: Melanesia (2);

~--~
B) plancha ovalada con gancho y pomo: Australia:
plancha ovalada muy ancha: Australia occidental (3),
plancha ensanchada hacia el pomo: Australia septentrional
(3'),
plancha ensanchada hacia el gancho: Australia meridional
3' (3");

, e) plancha sub-rectangular con ganchos y acanaladura: América:


sin huellas de dedos: México (4),
3" con anillos para los dedos: Estados Unidos (4'),
con huellas de dedos: esquimales occidentales y centrales,
/ J costa noroeste;
plancha estrecha: esquimales occidentales, costa noroeste:
4- huellas simétricas: costa noroeste (5),
bordes paralelos: sur de Alaska (6),
huellas profundas: norte y centro de Alaska (7);
plancha ancha: esquimales centrales y orientales (8);
gancho sustituido por un ojillo: esquimales orientales (9).
'"

5 Solamente se han realizado las subdivisiones hasta el quinto


1 grado para lo relativo al propulsor estrecho con huellas, con ob-
jeto de no alargar inútilmente este cuadro; esto basta para indicar
6 el mecanismo de individualización progresiva de los hechos. He
agrupado los materiales de este libro mediante su aplicación y
con el mínimo de intervención personal. Aunque ya no deba
7 mencionar el procedimiento más que incidentalmente, éste sub-
yacerá en todas las divisiones propuestas en la serie. Si seguimos
f~
) las etapas de la progresión, podremos constatar que, en el primer
grado, el propulsor se muestra como un hecho prácticamente
8 universal, puesto que abarca Europa, Australia y América, y se
extiende desde la Edad del Reno hasta el siglo xx. Ateniéndonos
a esto, se podrían establecer muchas relaciones históricas.
9
Segundo grado (creo que es el primer estado utilizable). Se
dibujan en él centros bien delimitados, tales como la Europa
prehistórica, Australia y América. Mientras que el primer grado
28 29
sólo señala una tendencia realizada (la de aumentar la fuerza de función: martillo, arpón y propulsor: esta enumeración implica
propulsión de un arma mediante el alargamiento artificial del la identificación del primer grado del hecho con la tendencia, ya
brazo humano), el segundo grado limita ya zonas geográficas. Si que corresponde estnctamente a divisiones lógicas de la activi-
se quiere sacar desde ahora relaciones históricas entre los centros, dad humana. Podemos exponer las relaciones de conjunto en un
es necesario acudir a un haz de hechos nuevos tomados de los cuadro:
grados siguientes.
TENDENCIA HECHO
El tercer grado es el de los grandes cortes dentro de los grupos I I I
I i
étnicos. Las principales divisiones de las tribus australianas se l ." grado 2.° grado I.cr grado 2.° grado 3.cr grado 4.° grado
materializan en las variaciones del propulsor al oeste, norte y sur
de su habitat. Entre los esquimales, los dos tipos, propulsor de matar a un animal un ARPÓN con punta de hueso y flotador de
tope y propulsor con ojillo, marcan perfectamente la separación marino con I I vejiga
I
de los grupos orientales y los occidentales. Los propulsores de la en todo el mundo OCéan1o Pacífico,
América india, que desaparecieron antes o poco después del Des- esquimales de Alaska
cubrimiento, apenas son conocidos, por lo que no se pueden
sacar enseñanzas muy detalladas más allá del tercer grado. Las U na vez hecha esta constatación, está justificada nuestra des-
buenas descripciones realizadas por los viajeros permiten, sin confianza con respecto al valor histórico del primer grado del
embargo, trabajar sobre series bastante interesantes en este gra- hecho: lo que depende de la tendencia, es decir, los cortes que
do, que ofrece ya un control importante a la hora de realizar nuesta lógica realiza por comodidad en las actividades de los
constructos históricos. hombres, sólo se halla unido al medio, o sea a la sustancia histó-
rica, por el único lazo que supone una palabra. Este primer grado
El cuarto grado (siempre que la información sea suficiente, se tiene un poder total cuando se trata de ordenar los hechos por
pueden añadir otros). Permite la descripción detallada del hecho categorías; su valor arquitectónico es importantísimo. Lo em-
y su fijación en un grupo reducido; puede señalar el rastro de las plearemos en este libro, que no es más que una proyección lógica
relaciones tenues entre los hechos del tercer grado. Es muy raro del ovillo desconcertante de los hechos observables en cada pun-
que, a partir del cuarto grado, los hechos sobrepasen el marco de to del tiempo y del espacio. Pero me abstengo de antemano de
la tribu o de la confederación de tribus: esto sólo.se suele produ- hacer ningún tipo de constructo histórico.
cir con los objetos de intercambio, como las ollas de piedra de los
esquimales, las guarniciones de sables japoneses que se infiltra-
ron como adornos por toda la costa septentrional del Pacífico JERARQUÍA DE LAS TÉCNICAS
hasta Alaska, las armas de fuego y, en general, todos aquellos
objetos que sobrepasen las posibilidades de la fabricación local. La insistencia con que se presenta el problema de los orígenes
Es inútil insistir sobre el peligro que supone para el porvenir a la consideración de los autores obliga a mantener la atención
de una teoría el empleo de los hechos en el primer grado; este despierta. Es cierto que hemos encontrado un vicio de construc-
caso es bastante "raro, sólo algunos teóricos han podido desarro- ción: el teórico pasa inconscientemente del suelo movedizo de
llar, con documentos tan frágiles, teorías monumentales sobre la los hechos al terreno en apariencia sólido de la construcción lógi-
población general del globo. Es menos raro ver islotes de hechos ca de las tendencias. Dentro del montón de hechos de toda clase
en los grados segundo y tercero, reunidos mediante puentes de de proveniencias, elige y ordena según el rigor que se haya pro-
hechos en el primer grado: es el artificio lo que permite soldar puesto, rastrea la ruta de un atuendo a través de los siglos can la
entre si a dos pueblos que gustaría ver relacionados histórica- esperanza de conseguir un núcleo de formación. Si realiza el
mente. estudio de varios pueblos, aquel que haga uso de útiles de piedra
Observamos que el primer grado del hecho corresponde a su le parecerá el más cercano al origen que aquel otro que se sirva
30 31
del bronce, y aquel que emplee el hierro será, según él, más que han tenido cuchillos de piedra y los han sustituido por hojas
reciente que los demás. Observando en el mapa que los más de madera. Así pues, es necesario rendirse ante la evidencia: las
rústicos se hallan circunscritos en las regiones desfavorecidas y probabilidades que tenemos de reconstruir la historia son írriso-
lejanas, marcará límites, círculos concéntricos, cuyo centro será, ,;as, pues a pesar del aumento de los descubrimientos, la mayo-
para él, el origen. Si se ha aplicado tantas veces un ordenamiento na de los testimonios de la vida de nuestros ancestros ha desa-
de los hechos como éste, ¿no tendrá parte de verdad? Una vez parecido irremediablemente. Nos sobrarán materiales para con-
más, debemos tomar de la paleontología los elementos de com- firmar las líneas generales de las construcciones lógicas, podre-
paración. Al margen de toda noción sobre la evolución de los mos distinguir a grandes rasgos la sucesión de los estados técni-
animales extinguidos, la zoología había señalado un marco lógi- cos cadavez más perfeccionados, daremos una fecha probable de
co que se extendía del invertebrado al pez, al batracio, al reptil y la apancion del hom bre; pero no podremos reconstruir con deta-
al ave para terminar en el mamífero y, con él, en el hombre. Sólo lle el dehcado entramado de los movimientos que marcaron el
en un siglo, la paleontología ha dado a la zoología un caudal período más largo de nuestra historia, entre el comienzo del cua-
inmenso de seres clasificados, no ya lógicamente, sino histórica- ternano y la edad de los metales. El interés de nuestra tarea
mente; desde los estratos más profundos de la' era primaria al reside, no obstante, en la investigación de esas líneas casi desdi-
suelo superficial. Ahora bien, la progresión histórica de estos se- bujadas; en bastantes casos, en lo relativo a los tiempos más
res sigue con bastante fidelidad la clasificación lógica: los inverte- recientes (desde finales de la Edad de Piedra en Europa) podre-
brados preceden a los peces, los batracios surgieron antes que los mos llegar a aproximaciones alentadoras. '
reptiles, las aves y los mamíferos aparecen tardíamente, y el últi- Se puede conseguir mucho de un documento. incluso estudia-
mo es el hombre. Cuando Cuvier, antes de 1812, formulaba el do de manera aislada, se puede leer en él las cosas más interesan-
principio de la correlación «la forma del diente entraña la forma tes sobre su autor o sobre esas grandes verdades humanas que
del cóndilo; la del omoplato entraña la de las uñas, así como la son las tendencias, Con algunos hechos colocados con tino en la
ecuación de una curva entraña todas sus propiedades...», estaba escala del tiempo, se puede esclarecer bastante la historía; pero es
construyendo, basándose en la lógica pura, una ley de tendencia necesano aguzar todo el ingenio para descubrir en torno a cada
a la que, no obstante, los hechos aportaron innumerables confir- hecho testimonios accesorios que ayuden a probar cómo todos
maciones. ¿No es comparable a esto lo que nosotros sabemos losdocumentos examinados pertenecen a la misma corriente his-
acerca del pasado de la humanidad? Indiscutiblemente, la piedra tónca. Este tipo de testimonios se da casi siempre; se puede orde-
labrada precedió a la piedra pulida, el bronce siguió al cobre, y el nar su explotación una vez que se haya llegado a atribuirles su
hierro es un producto tardío, apenas prehistórico. d~!,ominación y cualidades exactas. Este trabajo de denomina-
Ciertamente, vemos cómo los peces han ido atravesando to- cron depende por entero de las ten dencías de la lógíca, ya que
dos los períodos, desde el primario hasta la época presente, sin toda ctencia se funda en este único instrumento, del cual dispone
variar lo más mínimo; pero también hemos visto cómo surgen nuestra mente para dividir el universo; hay que emplearlo a fon-
invertebrados mucho tiempo después de la aparición de los do para catalogar con precisión los hechos y, después, abando-
mamíferos; la ya citada mandíbula de zarigüeya deberia ir acom- narlo para siempre con objeto de agrupar los mismos hechos en
pañada de todos los caracteres anatómicos de los marsupiales; cuadros de historia'. Los capítulos siguientes están dedicados a
sin embargo, también conocemos vertebrados que no tienen este trabajo preliminar. Probablemente, darán la impresión de
cóndilo, el cual deberían tener dados sus dientes, y cuyo omopla- que se limitan a exponer los elementos de una historia sin abor-
to no está en armonía con las uñas. El primer útil conocido es el dar el mejor; bastará en ese caso con ver la obra entera como la
guijarro labrado; los australianos que aún lo utilizan parecen pri- crítica de un gran libro, cuyo autor todavía no ha nacido. Así
mos hermanos de esos peces que nos han dejado el testimonio de pues, ¿qué debemos entender por jerarquía de las técnicas? Hace
tiempos inmemoriales, pero conocemos pueblos que han tenido
chozas y que, por indigencia, han vuelto al simple cobertizo; que 3 Es el segundo aspecto de esta investigación el que hemos intentado ilustrar,
han poseído metales y que, sin embargo, han regresado al hueso; fundamentalmente en «Arqueología del Pacífico norte».

32 JJ
mucho tiempo que investigadores como Lucien Febvre han sa- tomada en cualquier momento de su evolución implica toda una
cudido al edificio anticuado de los pueblos que de cazadores serie de etapas. Aún existen pueblos que desconocen el arte de
pasaron a ser pastores y luego agricultores, en una progresión fundir el hierro, otros que sólo cuentan con la rueca para hilar,
que es una hipótesis tan teórica que apenas encuentra confirma- que carecen de arado o bestias de tiro. El error comienza en el
ción en la realidad. Existen estados muy complejos: muy pocos momento en que se hacen pequeños paquetes con todos aquellos
grupos pueden ser considerados como esencialmente cazadores, que poseen o no, determinado grupo de rasgos técnicos o religio-
pescadores, pastores o agricultores; ninguno vive exclusivamente sos y en que se establecen relaciones; sin embargo, a todos los
en uno de estos estados simples. Por lo tanto, no es esa la divi- investigadores se les ha pasado por la mente que entre el austra-
sión sobre la que hay que basarse. liano y el árabe hay una distancia que parece una progresión.
Es más bien sobre la cuestión de lo «primitivo y lo civilizado» Incluso abandonando la idea de progresión, que puede llevar a
sobre lo que conviene tratar de nuevo. Son conceptos tan cómo- equívocos, queda (en el terreno estricto de las técnicas materiales
dos, tan atractivos, que los especialistas los emplean constante- que ahora nos ocupa) una jerarquía auténtica, en la que las divi-
mente, aunque lamentándose de su inexactitud. Podríamos decir siones son variables, pero la enumeración permanece casi cons-
que la jerarquía es el doble contraste histórico y geográfico de los tante. Podemos fijamos, por ejemplo, en la agricultura y consta-
pueblos. Sería una especie de mapa temporal en el que se vería tar que los neocaledonios o los peruanos, con sus coas, palos
dentro de un mismo color a todos aquellos que labraban guija- para excavar el suelo, están peor equipados que los negros de
rros desde el principio de los tiempos hasta el siglo XIX, a todos África con la azada; que éstos tienen un material menos eficaz
aquellos que guardaban manadas, etc. Una representación seme- que los árabes o los chinos con el arado sin ruedas, y que los
jante tiene gran valor, pues pone en su lugar, en el tiempo y el europeos están más avanzados que todos los pueblos menciona-
espacio, cada documento; sería incluso el instrumento de trabajo dos gracias al arado con ruedas. Podemos proceder de igual ma-
ideal, comparable a la interrelación de la palezoología y la zoolo- nera en lo relativo a los tejidos, la metalurgia, la alfarería, la caza
gía actual. Pero está contagiada de dos vicios: no se puede seguir o la navegación; se dan contradicciones, verdaderos «salvajes»
un tema técnico o sociológico desde sus principios hasta nuestros que cuentan con mejores utensilios que nosotros para una tarea
días sin caer en tremendas lagunas tanto en el tiempo como en el muy determinada, pero las variaciones generales de las listas son
espacio; no siempre se sabe a qué unidad antropológica pertene- constantes. No hay técnicas sino conjuntos técnicos regidos por
ce un documento antiguo, y muy frecuentemente se ignora la conocimientos mecánicos, físicos o químicos generales. Cuando
unidad política o social a la que se refiere. Sin embargo, es el se ha conseguido el principio de la rueda, se puede llegar también
método que permitiría afirmar que la agricultura precedió, siguió al carro, a la rueda de alfarero, al torno de hilar o al torno para
o fue coetánea de la recría; el método por el que se podría decir madera; cuando se sabe coser, no sólo se puede tener un vestido
que un determinado pueblo actual se halla mucho mejor provis- de una forma determinada, sino también vasos de corteza cosida,
to técnica, estética o socialmente que cualquier otro'. Se puede tiendas cosidas o canoas cosidas; cuando se sabe conducir el aire
tener la convicción de que las verdaderas cuestiones históricas se comprimido, se puede tener la cerbatana, el encendedor de pis-
plantean gracias a una paciente acumulación de hechos sobre los tón, el fuelle con pistón o la jeringa. Vistos de este modo, a
mapas; pero nosotros apenas estamos autorizados para resolver- grandes rasgos, existen pueblos que no son ni específicamente
lo, y si yo propongo aquí algunos términos, ello se debe a que cazadores ni pastores o agricultores pero que están más o menos
son indispensables como Símbolos, como resúmenes que econo- equipados. Se trata de encontrar, pues, términos que no tengan
mizan constantes definiciones. un significado formalmente histórico o geográfico, que no tomen
Podemos desconfiar de todas esas divisiones culturales admi- en manos de teóricos demasiado hábiles un color de evolución
tidas y tratadas, sin embargo, desde hace un siglo. La humanidad técnica. El procedimiento más simple sería hablar de estados téc-
nicos A, B, C, D, dividiendo la lista de los pueblos en cuatro o
4 Este punto de vista ha sido desarrollado en Técnica y lenguaje, capítulo V, cinco partes; pero es bastante incómodo y está envuelto de una
pág. 205. falsa apariencia científica que nuestra jerarquía no puede permi-

34 35
tir. Así pues, yo propongo cinco términos de estados: muy rústi-
co, rústico, semi-rústico, semi-industrial e industrial; bien aclara-
do que dichos términos no designan estados determinados por la
concordancia absoluta de sus detalles. Me guardaré incluso de hacer girar la definición sobre un juicio de valor (rusticidad) es mejor tomar
dar una lista de los pueblos que se incluyen en estas divisiones, como eje un término socioeconómico que implique, al menos, una parte de las
pues en los márgenes se pasa de un estado a otro sin discrimina- consecuencias tecnológicas. Creo que el eje mencionado corresponde al artesana-
ción. Se podrá decir, por ejemplo, que los australianos son muy do, en un sentido amplio, es decir, a un estado social en el que algunos indivi-
duos dedican su tiempo a técnicas de fabricación (metalurgia en particular); este
rústicos o que los esquimales son rústicos porque su imperfec- tiempo les es compensado por una contrapartida en especie o en metálico corres-
ción técnica no les permite trabajar los metales; en otros aspec- pondiente a la imposibilidad de adquisición alimentaria que resulta de su activi-
tos, serán calificados' de semi-rústicos porque en determinado dad de fabricación. La noción de artesanado hace intervenir a la sociedad global
campo hayan llegado lo bastante lejos como para merecer ese en el plano de las instituciones sociales y de las operaciones económicas simultá-
término. Los negros de África serán semi-rústicos porque cono- neamente: los grados progresivos de complejidad social tienen como corolario (y
como elemento del componente) la liberación gradual del tiempo de fabricación
cen el trabajo de los metales aun sin tener equipos mecánicos de los individuos especializados. Es exactamente llevar a la «jerarquías técnica al
importantes. Estas tres primeras divisiones indican los estados nivel del medio favorable (véase t. ll, caps. VIII y IX) y comprender que el «gru-
pre-industriales. China, India y el mundo islámico serán conside- po técnico» no puede ser separado del conjunto de la sociedad. A este respecto, se
rados como semi-industriales por analogía con la Europa medie- pueden considerar las siguientes divisiones:
val, época en la 'que los conjuntos mecánicos sólo se servían de - preartesanal: la sociedad no distingue, en el plano de la fabricación, a
algunos de sus miembros y, al menos teóricamente, todos los individuos (por
medios de acción material poco importantes. El término indus- parejas) pueden asegurar la parte de fabricación que corresponde a sus necesida-
trial, finalmente, se aplica a lo que llegó a ser el estado medieval des fundamentales. Dicho término se ajusta más que «muy rústico» a los caracte-
de Europa desde el xvn al XIX. De esta manera, se dispone, sin res que quise definir cuando escribí este capítulo por primera vez.
esfuerzo, de un gran comodín del que no habrá que abusar pero - proto-artesanal: sin dejar de asumir la parte mayor de su producción ali-
mentaria, uno o algunos individuos fabrican objetos que forman parte de las
que será útil para tornar en términos vagos lo que se conozca necesidades fundamentales del grupo. Esto último asegura la compensación, ge-
muy vagamente, guardando así a la etnología el tinte de rustici- neralmente en especie. Protoartesanal podría sustituir a «rustico», pero a partir de
dad del que todavía no se ha desprendido'. este punto las dos terminologías sólo se recubren parcialmente.
- artesanal aislado: en este nivel los individuos se convierten en especialistas
de tiempo completo (lo cual no excluye algunas actividades de adquisición ali-
s Estos términos (rústico, semi-rustico...) nunca me han convencido. Son mentaria pero hace que este nivel pase a un plano menor). Queda muy reducido
poco apropiados por dos razones: «rústico» connota un juicio de valor estético, el número de artesanos, los cuales se hallan incluidos individualmente en el gru-
mientras que «industrial» señala un estado socio-económico: por lo tanto, ni uno po.
ni otro tienen relación directa con la tecnología. Si se considera toda la serie de - artesanal agrupado: los artesanos forman cuerpos: están agrupados por
mis trabajos y en particular El gesto y la palabra. se comprenderá por qué se unidades de producción, en un sector ciudadano adecuado para ellos, o bien, en
impusieron inconscientemente en esta primera obra los dos valores parásitos de ciertos casos, en los pueblos, como sucede con los alfareros. Se distinguen de los
estética y de socio-economía: el nivel de tecnicidad es potencialmente equivalen- proto-artesanos rurales, que pueden -por lo que respecta a la totalidad del pue-
te en todos los hombres; así pues, sólo hay una «jerarquía» socio-económica. blo- dedicar una parte de su tiempo a la fabricación y el resto a los trabajos de
Insuficientemente estudiado en su época, este hecho justificaría un cuadro clasifi- producción alimentaria.
catorio tecnológico y socio-económico simultáneamente, cuadro que no pode- - industrial: los individuos se hallan agrupados jerárquicamente en el seno
mos desarrollar en las páginas presentes. Da por sentada la relación entre la de una empresa de medianas o grandes proporciones, cuyos medios de acción
disponibilidad técnica y la adquisición alimentaria (ef. El gesto y la palabra, son externos con relación a los ejecutantes.
vol. 1: Técnica ~' lenguaje, cap. V) y da por definidos los diferentes niveles de Es evidente que estas categorías son permeables entre sí, en un doble sentido.
intercambio de 'los productos fabricados (conyugal y familiar, en diferentes gra- En un grupo que ha llegado al tipo artesanal aislado o incluso industrial, algunos
dos: intra e interétnico) así como la naturaleza de las contrapartidas correspon- hechos de fabricación permanecen en el conjunto de los individuos diferenciados
dientes a los objetos intercambiados. Ahora bien, en un mismo grupo pueden por sexos (la costura y la cestería, en la mayoría de los casos). Lo mismo sucede
coexistir varios sistemas: desde el simple intercambio informal entre cónyuges en los casos de transición entre los tipos como el de los artesanos aislados en una
hasta el artesanado remunerado. Por consiguiente, es preferible llevar más allá de colectividad rural; pero que constituyen, en ciertos planos, un agrupamiento con
la sistemática puramente tecnológica una clasificación de los fabricantes. otros artesanos aislados de las colectividades cercanas.
Puesto que dicha clasificación no puede ser puramente tecnológica, antes que

36 37
11
MEDIOS ELEMENTALES DE ACCIÓN
SOBRE LA MATERIA

Antes de abordar las técnicas como conjuntos destinados a la


fabricación, a la adquisición y al consumo, es necesario ordenar
las acciones que pueden ser comunes entre sí, puesto que aga-
rrar, golpear, cocer, humedecer, ventilar o apalancar pueden apli-
carse a los procesos más variados. Estos «medios elementales»
son significativos en sí mismos: por ejemplo, el hecho de tallar la
madera con un cincel golpeado con un martillo corresponde a
un determinado estado de evolución técnica, diferente de aquel
otro en que, para hacer el mismo trabajo, se emplea la azuela.
Los medios elementales son, en primer lugar, las prensiones
con los distintos dispositivos que sustituyen la acción directa de
la mano; después, las percusiones, que caracterizan la acción en
el punto de encuentro del útil y la materia y, finalmente, los
elementos que extienden y completan los efectos técnicos de la
mano, a saber el fuego, el agua y el aire. Los útiles, en su parte
activa, son estrechamente solidarios del gesto que los hace mo-
verse: fuerza motriz y transmisión, que se estudiarán al final del
capítulo.

LAS PRENSIONES

Las operaciones realizadas con la mano sin más desempeñan


un papel preponderante en ciertas técnicas como la cestería; in-
tervienen de manera notable en algunas formas de tejeduría o de
hilatura, y forman parte de los trabajos en cadena más variados
para agarrar, torcer, estirar, presentar la materia ¡¡, la acción del
útil o sujetar los elementos de una ensambladura. Los diversos
modos de acción de la mano en su papel prensar pueden clasifi-

39
carse en cuatro categorías de gestos: enganchar con los dedos, do bajo la denominación «asir»; y llamaremos «enganchar» a la
coger como si los dedos fuesen pinzas (prensión interdigital), función realizada por una grúa de múltiples usos.
agarrar, empuñar con la mano abierta (prensión dígito-palmar) Enganchar se refiere a las acciones que emplean, con diferen-
y contener con las manos en forma de cuenco. U na de las carac- tes fórmulas mecánicas, un órgano curvado en contacto directo
terísticas más sorprendentes de la evolución humana es la libera- con la mano (un gancho, por ejemplo) o un objeto prolongado de
ción, gracias al útil, la sustitución de los útiles naturales por úti- manera que quede distante de la mano (una gafa). Las acciones
les artificiales amovibles y más eficaces. Desde los primeros manuales sin oposiciones del pulgar pertenecen a esta categoría,
testimonios de actividad técnica, las acciones de martillear, cor- así como los aparejos de levantamiento en los que el elemento
tar o raspar se materializan mediante herramientas (1), pero no activo es un gancho. Los anzuelos (1. Il, 770-788) y los diferentes
se sabe nada sobre los sustitutos eventuales de la mano en su órganos a los que van fijados pertenecen también a la misma ca-
función prensara: objetos como el palo agujereado (117) sugieren tegoría. .
la existencia de objetos de prensión, pero no con anterioridad al La presión interdigital engloba operaciones como la cestería o
Paleolítico superior, es decir, hace treinta mil años. Por lo tanto, el trenzado. La tejeduría ofrece todas las gradaciones del desarro-
prácticamente todos los ejemplos pertenecen a los tiempos histó- llo mecánico, desde los hilos levantados manualmente hasta los
ricos. dispositivos con varias filas de lizos que sustituyen a los dedos en
Los medios elementales de prensión corresponden a gestos combinaciones cada vez más complejas. Las pinzas destinadas a
exteriorizados, y, por esta razón, su clasificación será retomada coger cosas finas, como es el caso de las pinzas o las conchas para
en la división «fuerza motriz y transmisión» (pág. 79). Nos limi- depilar, los palillos para comer de Extremo Oriente o las tenazas
taremos ahora a ordenar sus caracteres generales. Implican las para manipular el fuego o las piedras calientes forman parte tam-
acciones manuales propiamente dichas y los aparatos cada vez bién de la categoría mencionada. Una parte importante la inte-
más apropiados que han venido a sustituir a los movimientos gran los dispositivos de torcimiento: desde las fibras enrolladas
naturales de la mano para enganchar, coger a modo de pinzas, entre los dedos o en el muslo hasta el huso, la rueca y los distin-
agarrar y contener. Podrá parecer arbitrario el hecho de ver en el tos torcedores de cordelería (434 y 449).
anzuelo un sustituto del dedo con gancho o en el tornillo de Asir abarca las acciones dígito-palmares que intervienen en
Arquímedes un desarrollo de dos manos unidas en forma de todas las técnicas cuando hay que inmovilizar o desplazar. Los
cuenco. A veces, como en el caso de las fibras torcidas, por ejem- objetos que pueden sustituir a la mano son muy numerosos y
plo, se conocen todas las formas que se extienden desde la acción también ellos pertenecen a las técnicas más variadas. Se extien-
interdigital hasta la rueca; o en el caso de las maderas plegadas, den desde los guantes o los dediles de segador con hoz (1. Il, 831),
que pueden citarse ejemplos, unos tras otros, desde el asta de hasta los órganos de animales de caza o de pesca como el halcón,
lanza enderezada entre las manos y los dientes hasta las máqui- el perro o el corvejón, o bien de animales de trabajo como el
nas con torno para alabear las maderas gruesas (152 y 356), de elefante. Comprenden igualmente dispositivos para asir como
suerte que si queremos afirmar que se trata de un cuadro lógico y son las lazadas, los lazos y las trampas con sujeción o con peso (1.
no de una reconstrucción histórica, parece que esas categorías Il, 791-796). Las pinzas, los tornillos de presión y las trabas para
son defendibles. Podemos hablar, igualmente, de las distintas ca- inmovilizar constituyen otra serie de dispositivos de agarre al
tegorías de acciones: levantar un peso mediante una polea con igual que la mayoría de los tornos, aparejos y grúas.
un gancho podría ser incluido bajo el título de «asir» o bien bajo Contener: Se aplica a una categoría de objetos cuya función
el de «enganchar». El principio que se sigue es el de considerar es hacer posible el manejo de los cuerpos líquidos o de los cuer-
las polivalencias eventuales del dispositivo: el objetivo de una pos parecidos a los fluidos, como es el caso de los granos. Con
polea de pozo es mover los recipientes para sacar agua, figurará, este título pueden estudiarse todos los recipientes de corteza, ho-
por lo tanto, bajo el título de «contener»; el mismo dispositivo jas, madera, barro o metal (véase fluidos, alimentación, en El
colocado en un granero tiene la finalidad de recibir en el gancho medio y la técnica). También podemos incluir los aparatos
un nudo corredizo que hará subir sacos de grano, y será estudia- para sacar agua, palas, cubetas de regadío (560), balancines de

40 41
pozos, ruedas elevadoras, así como la noria y el tornillo de Ar- hilo o que desplace las moléculas de un metal para modelarlo. El
químedes. Por último, podemos considerar como pertenecientes papel desempeñado por la percusión es preponderante, y más
a esta misma clase los dispositivos para encerrar animales vivos: aun en la fabricación de herramientas que en otras cosas; y como
trampas de recipiente, nasas, cercados y jaulas. todo tiene su ongen en una herramienta, hay que determinar en
Los dispositivos de prensión aún pueden subdividirse en dos pnmer lugar la definición de las percusiones.
categorías más, en función de la relación prensión-traslación. Po- Lacantidad de fuerza que caracteriza a una percusión se pue-
demos incluir en la primera categoría los dispositivos en los que de aplicar de tres maneras: las dos primeras son testimonio de un
la acción es puramente prensora: tanto el cuerpo del instrumento estado técnico idéntico; Son las más naturales, las más «primiti-
como su punto de acción son fijos, y la traslación sólo interviene vas», SI es que cedemos a la tendencia lógica.
para poner la parte activa en contacto con el objeto, como suce-
de, por ejemplo, en las trampas con resorte o en los tornillos de
presión. La segunda categoría está integrada por aquellos disposi- Aplicación
tivos en los que la traslación es el hecho dominante: la parte
activa es móvil y recorre un determinado trayecto, arrastrando al La percusión aplicada (lO) consiste en poner en contacto la
objeto durante el movimiento. Podemos citar como ejemplos la herramienta con la materia aplicando directamente la fuerza de
cuchara, las tenazas del herrero, los lizos del telar, los aparatos los músculos. Como ejemplos podemos citar el cuchillo, el cepi-
para sacar agua y los aparatos elevadores en general. En estos llo, el rascador y la sierra.
últimos, el hecho de que la traslación sea dominante se demues-
tra por el carácter de la parte activa, que, según los casos, para un
mismo dispositivo (una grúa, por ejemplo) puede ser un gancho, Dirección
un cangilón o una cesta -depende de la naturaleza del objeto
que debe ser trasladado. La percusión lanzada (11) es aquélla en la que la herramien-
ta, que se sujeta con la mano, se lanza en dirección de la materia.
El brazo (a menudo alargado por un mango) acompaña a la
LAS PERCUSIONES herraml~?ta en una trayectoria más o menos larga y asegura la
aceleración de la parte percutiente, que llega con gran fuerza al
Desde que se empezaron a tallar las primeras piedras, una de punto que se está golpeando.
las mayores inquietudes ha sido la de fabricar; nuestra atención La percusión aplicada es bastante precisa, pues se golpea
debe fijarse ante todo en los medios, muy limitados, que hacen exactamente en el punto deseado, pero tiene unos efectos limita-
posible toda fabricación. El hombre saca provecho de los ele- dos debido a la poca fuerza que pueden desarrollar los músculos.
mentos: gracias al fuego, al agua o al aire, puede fundir los meta- Por el ~ontrario, la percusión lanzada es bastante imprecisa, ya
les, disolver sustancias sólidas o desecar los líquidos, pero los que el útil entra en contacto tanto por arriba como por debajo
elementos mencionados intervienen tan sólo en un plano secun- del punto buscado; Sin embargo, la fuerza de percusión aumenta
dario, muy por detrás de los actos violentos que consiguen d~r a considerablemente durante la trayectoria.
la materia una forma utilizable. Fundir, martillar, tallar, pulir o La tercera modalidad (12) es uno de los logros más importan-
dividir la materia, para recomponerla acto seguido, son los fines tes de la técnica; ha sido practicada por numerosos pueblos e
que absorben lo mejor de la inteligencia técnica. Únicamente Inventada probablemente en muchas ocasiones a lo largo de los
existe un medio para todos estos fines: la percusión. Práctica- años; Sin embargo, por muy elemental que parezca, su uso dista
mente no hay ningún producto, ya se trate de un pañuelo, ya de mucho de ser universal.
una casa, de un hacha o de un carro, que no haya experimentado Poco importa si este tipo de percusión nació de la idea de
la acción de una herramienta que elimine materia para esculpir disociar el elemento percutiente de la fuerza de percusión o de
un mango o una viga, que triture fibras vegetales para obtener dar a una herramienta aplicada sobre la materia la fuerza de una

42 43
herramienta lanzada. Se unen en ella las ventajas propias a cada
una de las dos clases de percusiones anteriores: la herramienta se
aplica con precisión sobre la materia con una mano mientras
que la otra manipula un percutor separado que aumenta el peso
mediante la aceleración. Este último tipo es lo que denomina-
mos percusión aplicada con percutor.
Estos tres tipos de aplicación de la fuerza son de una gran
importancia para la industria humana, dado que todos los obje-
tos, y sobre todo los de madera, están hechos siguiendo alguno
de los tipos mencionados. Los pueblos de Siberia oriental, los
10 ainos y los esquimales conocen las herramientas aplicadas y las
herramientas lanzadas, pero (sobre todo los ainos) utilizan más
generalmente las primeras que las segundas. Muchos grupos afri-
" ", canos han llegado a tener gran habilidad en la percusión lanzada;
\
en el trabajo de la madera utilizan la azuela para la parte más
\ fácil y dejan el cuchillo en percusión aplicada para el acabado.
\ En Europa, la percusión lanzada se halla muy relegada; casi sólo
,
\
se hace uso de ella para cortar materiales, en especial de carpinte-
• ría (hacha, segur y azuela); la percusión aplicada, por su parte,
se utiliza para cortar sustancias blandas (cuchillos de todas cla-
ses) y para algunas técnicas delicadas como el cincelado o el tor-
neado.
La percusión aplicada con percutor, a pesar de la mezcla de
11 los pueblos, conserva su superioridad técnica. Hay algunos pue-
blos que no hacen uso de este tipo de percusión; los chukches,
por ejemplo, que poseen cuchillos de piedra bastante grandes
, -, (22), sólo se sirven de ellos para romper los huesos, con el fin de
extraer su médula; los esquimales, que tienen pequeños mazos
", , (15) para clavar clavijas de madera, no los utilizan para mejorar
\ sus percusiones. Salvo rarísimas excepciones, únicamente los
pueblos a los que no tengo reparos en atribuir un estado de cul-
tura artesanal hacen un uso normal de este tipo de percusión. Se
trata de los grupos de civilización de gran difusión de nuestra
antigüedad mediterránea, el Islam, la India, China y los territo-
rios que se hallan bajo su influjo. En estas zonas, el percutor
(martillo o mallo) va asociado de manera indisoluble al cincel, al
buril y a la gubia.
Quizá parezca inútil que nos tomemos tanto cuidado en estu-
diar rasgos tan elementales como sujetar un cuchillo o usar un
12 buril; pero no es tiempo perdido. Nadie, hasta el momento pre-
sente, se habia preocupado explícitamente de estas cosas; la tec-
nologia comparada está por hacerse, por lo que a veces hay que

45
44
pasar por verdades de La Palisse. Con un aparato científico más
preciso, estas evidencias tendrían la fortuna de pasar como origi-
nales; son útiles desde el momento en que aportan los medios
por los que se puede separar claramente a los hombres en dos
grupos: los que están «más acá» y los que se hallan «más allá»
del martillo.
Sin duda, el martillo es uno de los medios elementales más
importantes de acción sobre la materia. Parece ser que los pa-
leolíticos del período inferior desconocieron su uso salvo en el
Paleolítico superior (entre los 15.000 y los 10.000 años antes de
nuestra era), para hundir cuñas de asta de reno, probable-
mente destinadas a resquebrajar, o bien a partir del Paleolítico
14 16
medio (hace unos 100.000 años) para el retoque indirecto al co-
locar el borde del instrumento cortante que se quiere avivar so-
bre un yunque de hueso al golpearlo con otro instrumento ligero
detrás del punto en el que debiera saltar la esquirla de sílex. La
razón principal de esta carencia de las percusiones aplicadas con
percutor se debe sin duda al hecho de que el sílex no puede
soportar golpes violentos sin resquebrajarse. Por otra parte, tam-
poco existen pruebas fidedignas de que en el Paleolítico se uti-
lizase la percusión lanzada con herramientas cortantes con 17 18 19
mango. 20

Forma ~
., ; !
La aparición tardia (hacia el año 7000 antes de nuestra era) 23
del hacha y de la azuela marca simultáneamente una transforma-
ción técnica importante (el pulimento del filo) y una transforma-
ción de la materia prima (sustitución de las rocas de estructura
cristalina por rocas elásticas). Los lapones, los chukches y los
C!D
¡, I:
esquimales ofrecen un buen ejemplo de cómo un pueblo puede 21 22 24
aferrarse a un procedimiento técnico tradicional: cuando tienen 25
un cincel de madera con hoja de hierro (útil aplicado con percu-
tor), tienden primeramente a quitarle el mango y a poner la hoja
de la herramienta con una inclinación de 45° -como si se trata-
~
11
se de una hoja de piedra con un mango de fabricación propia 29'
(112)- con el fin de hacer una azuela (útil lanzado); estos pue-
blos, sin embargo, tienen martillos, pero no los utilizan con los
útiles aplicados.
El percutor es una laboriosa adquisición humana. A partir del
guijarro con la forma que tiene cuando se le encuentra (13, Amé-
rica tropical) encontramos algunos tipos en los que la masa se
26 27 28
?
30

46
47
confunde con el mango (14, África negra). Parece como si, pau-
latinamente, la observación hubiera ido restando importancia al
centro de gravedad colocado en el extremo de la herramienta: los
esquimales (15 y 16) muestran dos etapas en el descubrimiento.
El Perú precolombino (17) alarga el mango, lo que, con una
masa comparativamente más pequeña, disminuye la presión del
golpe. Los japoneses varían la forma y tamaño de la masa según
pretendan conseguir la ligereza de una percusión amplia (18,
mazo para ablandar los tejidos), el peso a corta distancia (19,
mazo para aplanar las sandalias), la manejabilidad y la rapidez
(26, mazo de tallista), la masa propiamente dicha (27, mazo para
clavar estacas) o la masa concentrada en una reducida superficie 31
percutiente (28, martillo de herrero). Los martillos de piedra pu-
lida de los pueblos que aún los usan sólo sirven para clavar o
triturar (21 y 22): los prehistóricos son muy similares (24 y 25), y
casi podemos considerar como seguro que su uso no estaba muy
extendido. El martillo de pala (nuestro martillo actual) se halla
claramente distribuido alrededor del Mediterráneo; los modelos
más antiguos corresponden a la antigüedad romana (29), y, por
lo que respecta al continente africano, está ligado a la industria
metalúrgica de influjo islámico (30).
'/
~
Acabamos de definir los caracteres de aplicación de las percu-
siones; debemos señalar ahora que existen otros dos de los que
depende el resultado material del golpe realizado con el útil: el 32
ángulo de ataque y la superficie percutida. 35
El útil puede abordar a la materia perpendicularmente a su
superficie; es el caso de la percusión perpendicular, adecuada so-
bre todo para los trabajos violentos en los que hay que cortar o
romper. Si es aplicada (31), la percusión perpendicular conduce
a la cuchilla y, en general, a todas las herramientas como son los
punzones o los cuchillos que se utilizan introduciéndolos progre-
sivamente, sin movimiento de sierra, en la madera, el cuero o los
alimentos. Lanzada (32), se realiza con todas las hachas, cuchi-
llas y martillos para picar, que están concebidos para penetrar
con fuerza en la madera o la piedra. Y, por último, aplicada con
percutor, es la percusión característica de herramientas como la
cuña para rajar (33) o la puntilla para abatir al ganado mayor.
Si el útil aborda a la materia desde un ángulo agudo, el resul-
tado será muy distinto: la percusión oblicua produce una pérdida
de sustancia y no una resquebrajadura; es el tipo de percusión
característico de la escultura o del cincelado. Casi todos los obje-
tos se modelan de esta manera. Si es aplicada (34), se usarán el

48
49
cuchillo para esculpir, los útiles del grabador, el cepillo y la garlo-
pa (nuestro cortaplumas actúa normalmente como útil de percu-
sión oblicua). El mejor ejemplo de la percusión oblicua lanzada
es la azuela (35) o la segur; es propia para desbastar la madera.
Aplicada con percutor (36), se realiza en los trabajos modernos
con piedra, carpintería o cincelado de metales. Entre la percu-
sión oblicua y la percusión perpendicular existen relaciones com-
parables a las que se dan entre la percusión aplicada y la percu-
sión lanzada. 39
La percusión oblicua es precisa y sus resultados son limitados,
mientras que la percusión perpendicular es violenta y poco utili- ~
zable en trabajos precisos. La percusión oblicua aplicada corres- 37
ponde al máximo de suavidad y control del útil; la percusión
perpendicular, por su parte, al máximo de fuerza y a la ausencia
relativa de medida en los resultados.
A las dos percusiones anteriores se añade la percusión circular.
Su finalidad es perforar; se realiza mediante todos los instrumen- 1l
tos puntiagudos con movimiento de rotación. Desde el punto de
vista mecánico, es la combinación de una presión perpendicular
que se ejerce en la punta que perfora y de unas percusiones obli-
---" ;¡,
cuas con movimiento helicoidal realizado por facetas cortantes
"
G Ci
que siguen a la punta en su progresión. El deseo de perforar
38 ~
sustancias duras y en particular las piedras ha estimulado muy
40
tempranamente la inventiva del ser humano; y el enastado de las
hachas, de las mazas o de las mazas de guerra ha empujado a la
industria hacia este medio, que permite horadar los cuerpos más El hecho de distinguir una percusión aplicada de una percu-
compactos. El trabajo del jade, corriente en todo el Pacífico, ha sión lanzada o aplicada con percutor proporciona un primer gra-
dado origen a varios descubrimientos capitales que estudiaremos do de diferenciación entre los útiles; y dar a cada una de estas
más adelante (transformación de las fuerzas). Los principales ta- tres modalidades la cualidad de perpendicular o de oblicua distri-
ladros son manuales (37): frotados con las palmas o agarrados buye todos los útiles en clases bien definidas. Así pues, sólo falta
con el puño; de cuerda (38), cuando el eje gira por efecto de una ya precisar el efecto producido para que el cuadro de la clasifica-
cuerda o una correa enrollada; de arco (39), si la cuerda está ción quede completo. La parte percutiente del útil nos suminis-
atada en los extremos de una varilla; de parahuso (40), cuando tra esta última caracterización. Si la parte percutiente es un filo,
el palo horizontal gira mediante movimientos verticales y la rota- la percusión será lineal; si es una punta, será puntiforme; y si se
ción es asegurada por un volante. Todas las formas mencionadas trata de una masa bastante grande la percusión será difusa. La
(sobre todo, las dos últimas) son comunes al Mediterráneo, a percusión lineal puede ser dividida a su vez en: lineal-longitudi-
Europa y al Pacífico; han llegado a conocer una difusión casi nal, si la posición del filo se halla en el eje de la herramienta; y
universal. En efecto, podemos considerarlas, con las reservas de lineal-transversal, si tiene una posición perpendicular al eje.
control sobre las que ya hemos insistido, como dos de los gran- Gracias a estos diez términos, disponemos de un medio para
des inventos mecánicos anteriores a la gran industria y como comprender perfectamente las propiedades de una herramienta;
herramientas que ejercían gran seducción entre los pueblos que pero la aplicación de dichos términos exige imperíosamente que
las iban conociendo. se tenga en cuenta ante todo lugar su manejo: un cuchillo (53),

50 51
PERCUSIONES lineal
longitudinal transversal puntiforme difusa

aplicada

s, 43 44
;§i
&

~
lanzada
l'
<f
47

~
aplicada
con
percutor

52 -1
~-~ ~{
aplicada

~ \'
55 56

lanzada

.~~/
~'-
57) 58
60
aplicada (Véase el índice de
con figuras, pág. 296)
percutor

64

52
53
según el modo como esté agarrado, puede servir para una percu- sión debe modelar a su útil, he tomado como elemento de cálcu-
sión aplicada-perpendicular-lineal (cortar un alimento, 41), apli- lo el peso relativo de una herramienta agarrada Con la mano en
cada-oblicua-lineal (raspar la madera, 53), aplicada-perpendicu- p~slclon honzontal y la longitud de la parte libre (65). La rela-
lar-puntiforrne (agujerear el Cuero) o lanzada-perpendicular-pun- cion entre la I?ngitud de la parte libre o astil (LA) y el peso
tiforme (apuñalar a un animal, 47), y, fácilmente, podríamos relatlv~ del astil (PA) permite determinar un indice de peso rela-
encontrar otras posiciones. Una herramienta como la segur (57) tivo o indice de peso-longitud '. Este índice se obtiene mediante la
no se diferencia en absoluto del hacha por su forma, pero si en siguiente ecuación:
cuanto a su empleo: el hacha hiende, mientras que la segur corta
oblicuamente. Dado que la característica dominante de las herra- PA P%
LA ~ P% 'LA ~ índice de peso-longitud.
mientas más sencillas es la multiplicidad de sus usos posibles,
sólo en el momento en que se las observa puede regir su posición
sistemática. . Los. resultados obtenidos se pueden aplicar solamente a las
Toda terminología debe conseguir que los materiales se ade- herramientas que actúan en posición cercana a la horizontal y
cuen a un trabajo de tipo general; a modo de pequeño adelanto Casi exclusivamente con percusión lanzada, pero esos resultados
sobre los capitulos siguientes, expongo a continuación algunas permiten hacer extensible el método a las percusiones aplicadas
consideraciones que se desprenden de la clasificación anterior. cuando la herr~mlenta tiene una determinada longitud, y a las
Las percusiones lineales-aplicadas (41, 42, 53 y 54) se realizan percusiones aplicadas con percutor (puesto que el efecto de la
generalmente en trabajos delicados de raspado, esculturas de só- percusion depende del percutor), de manera que la mayoría de
lidos fibrosos o para el corte de sólidos flexibles; las percusiones las herramientas puede someterse a esta formulación.
lineales-lanzadas (45, 46,57 y 58) se dan casi todas con los traba- Invirtiendo los términos de la ecuación se obtiene un índice
jos más burdos de la madera o de los sólidos plásticos (azada); las LAxlO L%
lineales-transversales (42, 46, 50, 54, 58 y 62) predominan alre- PA ~ L% PA ~ indice de longilud-peso
dedor del Pacifico, desde Oceania hasta América del Norte; las
puntiformes-aplicadas son características de la costura (43) y el
pulimento de todos los materiales (55); las puntiformes-lanzadas de longitud-peso, cuyo empleo es valioso para hacer gráficos. Los
son propias para las armas de punta (47) y los aperos de labranza detalles de las operaciones que se han de practicar con el objeto
(59); todas las difusas, para el martilleo (en especial, de los meta- son sencillos. Se establece, dentro del grupo estudiado, la distan-
les) y el triturado de los granos (44, 48, 52 y 56). era media que, empuñando con la mano el mango del útil, sepa-
Una vez realizada la clasificación de las percusiones y obteni- ra la falangina del índice de la base del quinto metacarpiano
dos los primeros resultados, me fue preciso estudiar los medios (apófisis unciforme del hueso en forma de gancho) (65). El pri-
complementarios de caracterización de los útiles. Lo ideal sería mer punto (A) sirve de pivote a una romana en la que la herra-
tener, para cada objeto, una cifra que marcase su eficacia, un mienta misma constituye el fiel; en el segundo punto (B) se cuel-
elemento de medida que permitiese elaborar una escala de los ga un plaHllo:.el peso que se necesita para que el conjunto se
efectos del hacha, de la azuela, del sable o de la espada. En dicho mantenga h?nzontal es el peso relativo de la herramienta. La
estudio incluyo las condiciones necesarias de la percusión: equili- pnmera justificación de este procedimiento es su sencillez, pues
brio general del útil, peso absoluto y posibilidades de aceleración se puede practicar en cualquier aldea perdida sin previa prepara-
en una trayectoria más o menos larga. cien del que va a realizar el experimento. Los casos de error que
Apenas contamos con otro elemento que la herramienta mis- comporta se ven compensados por la variabilidad misma de los
ma y las proporciones físicas de su usuario, pues, salvo rarísimas utiles. En efecto, las apreciaciones rigurosas de la fuerza de la
excepciones, ningún investigador ha tomado in situ las medidas
1 Después de la primera edición, H. Balfet y R. Cresswell me aconsejaron que
simples que serían necesarias. Considerando como ley que el
exp;esara los pesos y.las '.ongitudes en kilos y en metros (y no en gramos y en
efecto determina aqui en gran parte a su causa y que una percu- milímetros), lo cual SImplifica las fórmulas.

54 55
herramienta sobre los distintos puntos de su trayectoria no tie-
nen razón de ser cuando se trata de objetos en los que el peso y la
longitud varían de un ejemplar a otro, en los que la fuerza está
en función de los músculos más o menos robustos de un obrero.
A B En resumen, este procedimiento proporciona unos resultados,
los primeros que han permitido seriar útiles o armas de otra
manera que por evaluación visual (66 a 80).
La primera impresión sobre el conjunto de las propiedades de
las herramientas refuerza nuestro propósito de no considerar a
primera vista los documentos como testimonios de préstamos,
influjos o relaciones, sino como la selección muy limitada entre
algunas posibilidades técnicas que le quedan al obrero. Las he-
rramientas y las armas de todo tipo y de todas las épocas se
ordenan dentro de las divisiones que muestran los gráficos de
índices ': predominio de la acción de las percusiones aplicadas
(66) y de las percusiones puntiformes (67 a 70), posibilidades de
empleo de las percusiones lineales y puntiformes (71 y 72), ac-
ción sobre el peso, primeramente moderada (73 a 7S) y, paulati-
namente, más violenta (76 a 80). Así pues, un gráfico de índices
permite inducir a priori las proporciones y el uso del instrumen-
to incluso sin verlo: la fórmula de 0-1-30-S00 sólo puede conve-
nir a una herramienta con hoja ligera (0-30), corta (I-SOO), ina-
decuada para las percusiones lanzadas; la fórmula IS-40-1-0 casi

......
LA-- .. -
",
sólo puede aplicarse a una herramienta pesada. Mediante com-
paraciones, podemos juzgar sobre el valor real de la herramienta:
un hacha de I-S-8-30, como las que hay en África occidental, es
una herramienta mediocre si se la quiere utilizar para cortar ma-
dera: su fórmula es la de un útil aplicado. Salvo algunas excep-
ciones, las herramientas están adaptadas a su uso; un hacha no
debe tener la fórmula de un cuchillo; sólo con mirarla de cerca
I podrá notarse que esta hacha sirve únicamente para la escultura,
I
I para el acabado de las superficies esculpidas, es decir, un trabajo
I
I que en otros lugares se confia al cuchillo o al cincel para madera.
I Se trata de un ejemplo bastante raro de libertad en la elección de
I
I
los medios técnicos: en Siberia, tallan la madera con el cuchillo,
I
I
I
PA mientras que el mismo trabajo se realiza en África negra con el
hacha ligera. La ley de las tendencias exige para este trabajo una
I
, fórmula con curva ascendente (66 a 69), y observamos cómo una
65 •, herramienta con características tan definidas como el hacha pier-
•I
2 Estos gráficos se obtienen al poner en serie el peso relativo (P%) -c-índice
peso-Iongitud- y la longitud relativa (L %) -índice longitud-peso.

57
S6
de sus caracteres mecánicos normales para plegarse a las exigen-
cias de la técnica.
Así es, pues, el juego de las tendencias, que en algunos casos

"7

I
-¡ ...
abocan necesariamente en el hacha (puesto que cortar la madera
puede hacerse mediante la colocación de una hoja pesada en el
extremo de un mango bastante largo), y en otros desnaturalizan
a una herramienta con objeto de obtener un hacha de lo que
,,• ,• normalmente da origen a un cuchillo.
, I

••

,
•,
I

11
EL FUEGO

Pocos logros humanos han excitado tanto la imaginación


" como el del fuego. Su conquista significa el símbolo del combate
espectacular que el hombre de las cavernas libró con los elemen-
tos. En una serie singular de imágenes, los autores ven cómo el
1
0- O primitivo ancestro, grotescamente vestido con pieles de oso, re-
66 67 68 69 70 coge las chispas de los árboles fulminados por los rayos, o cómo
hurta en reñida lucha la llama de los volcanes terriblemente acti-
vos en aquellos tiempos remotos. Siempre se puede imaginar el
primer fuego, afirmar que el descubrimiento de un trozo de ve-
nado cocido a causa de un incendio forestal dio origen al arte
culinario; hay libertad de imaginar lo que se quiera, pues no se
puede probar lo contrario. Lo más sensato es afirmar que no se
sabe absolutamente nada de los orígenes del fuego doméstico.
Resultaría vano buscar en algún poblado poco conocido un caso
en el que el fuego se haya obtenido de un incendio o de un
0 volcán; en realidad, ningún pueblo practica actualmente una ex-
71 72 73 74 75 O
plotación tan azarosa.
" Junto con los útiles de piedra tallada, consideramos la pose-
sión del fuego como una prueba esencial de la existencia hu-
mana.
Pero los rastros de fuego no se descubren con tanta frecuencia
como las herramientas de piedra, toda vez que son raras las zo-
nas en las que se han conservado dichos rastros. Ello no nos
impide remontarnos más allá del homo sapiens, más allá del
7G 77 78 hombre de Neanderthal, en el cuaternario antiguo. Los sinántro-
pos de la China del Norte, primos hermanos de los pitecántropos
de Java, fueron encontrados en su hábitat, que se remonta a
varias centenas de miles de años, rodeados de sus útiles y de
capas de cenizas de sus hogares. Las circunstancias no permiten
aún llevar más allá el origen del fuego, pero parece verosímil que

58 59
esto se logre algún día; los testimonios de útiles de piedra se hemos insistido más arriba; efectivamente, son los mismos movi-
remontan mucho más lejos en el tiempo. Si a partir aproximada- mientos los que rigen la fabricación de los objetos y la obtención
mente del año 100.000 antes de nuestra era son fáciles de encon- del fuego.
trar los hogares abandonados en las cavernas y viviendas al aire A estos instrumentos se pueden aplicar tres tipos de percusio-
libre, en cambio no se sabe todavía nada sobre los procedimien- nes: la percusión oblicua-lanzada, la percusión oblicua- aplicada
tos empleados por el hombre prehistórico para producir fuego. y la percusión circular, que, como se sabe, es una variante de la
Aunque se puedan conseguir chispas mediante el frotamiento de percusión oblicua-aplicada.
dos sílex, resulta prácticamente imposible hacer fuego; las chis-
pas utilizables se originan al frotar el sílex contra el hierro. Mu- Percusión oblicua-lanzada. La forma más corriente en el pa-
cho antes de la Edad del Hierro se utilizaron pequeños bloques sado reciente corresponde al eslabón contra sílex (81 a 84).
de piritas naturales como elemento encendedor (los conocemos Como es lógico, se da principalmente entre los pueblos metalúr-
desde el Neolítico evolucionado, hacia el año 2500 antes de gicos del Mundo Antiguo o entre aquellos en los que el fuego ha
nuestra era). Aunque algunas piritas hayan sido descubiertas en podido penetrar por contacto. Las chispas se proyectan en una
viviendas del Paleolítico superior (hacia el año 30.000), y hasta el sustancia fácilmente combustible. Esta sustancia puede provenir
Paleolítico medio (más de 50.000 años), son tan escasas que de plantas muy diferentes. En Europa se empleó la yesca, pero
resulta difícil afirmar que las usaban como piedras para hacer aún se utilizan entre los pueblos que han conservado el uso del
fuego. encendedor las estopas más gruesas, huesos de frutas y hojas muy
secas; los caingangos del Brasil, por ejemplo, utilizan como esto-
pa hojas de palmito desecadas o hierbas.
Su adquisición Hemos visto anteriormente que las piritas de hierro fueron
usadas muy pronto, allí donde se podían encontrar. El encende-
Desde la protohistoria hasta nuestros días se han venido prac- dor fueguino es ejemplo de ello; pero la zona más característica
ticando dos procedimientos: golpear piedras para hacer chispas y del encendedor de pirita es la de los esquimales, tan rica, sin
frotar la madera para conseguir la ignición. No hay razón para embargo, en instrumentos de fuego de percusión circular. Los
determinar la anterioridad de uno u otro método, ya que ambos grupos que no hacen uso de estos últimos instrumentos son
dependen, sobre todo, del medio. Entre los más rústicos, los aus- aquellos entre los que hay pirita o los que pueden procurársela
tralianos frotaban la madera y los fueguinos golpeaban piedras, mediante intercambio. Esta coexistencia de los dos procedimien-
mientras que hace menos de cien años, en Suecia o en Rusia los tos por todo el hábitat esquimal es tan curiosa como los hechos
campesinos todavía obtenían fuego mediante el frotamiento de citados más arriba relativos a Suecia y Japón. Toda América
la madera. No obstante, constatamos que los pueblos abandonan produce el fuego mediante percusión circular; es posible que los
la madera cuando se les ofrece el encendedor de sílex: este es el esquimales hayan adquirido el encendedor a través de los pue-
caso de Europa y de Extremo Oriente. Quedan algunas supervi- blos de Siberia; adquisición, con toda probabilidad, relativamen-
vencias, debidas a motivos religiosos como la regeneración anual te antigua, puesto que se ha transmitido desde Alaska hasta
del fuego doméstico: en Suecia, durante el siglo XIX, se frotaba la Groenlandia.
madera para hacer fuego curativo, mientras que el pedernal ser- En Asia (83 y 84) y en Europa (81 y 82), el percutor es una
vía para los usos corrientes; en Japón, hoy en día, las cerillas pieza de hierro; el más perfeccionado es el encendedor mongol
sirven para el uso cotidiano, pero se enciende el mechero para (83), que se lleva colgado del cinturón y que está formado por un
hacer fuego en ciertas fiestas, y en algunos templos incluso, en el bolsito de cuero en el que se mete la piedra y la estopa. En
transcurso de las grandes ceremonias, el fuego se obtiene girando Europa, durante el XVII, había encendedores con batería de pis-
palitos de madera. tola: es la máxima perfección del encendedor de sílex.
Nuestra clasificación de los procedimientos para obtener fue- El encendedor más curioso es el de Indonesia (85): se trata de
go pone de relieve la importancia de las percusiones sobre las que un cilindro de madera en el que se mete un pistón, cuyo extremo

60 61
ha logrado la misma mejora que con los más perfectos aparatos
de rotación (93): canal para la estopa.
Finalmente, las dos formas más modernas: nuestro encende-
dor de muelle y nuestras cerillas químicas pertenecen a la misma
81 83 categoría mecánica que el palito de los melanesios. El encende-
dor de lima rectilíneo (el encendedor de gas) y la cerilla funcio-
nan mediante la más típica de las percusiones oblicuas- aplica-
das. Después de varios siglos de utilización del encendido a
través de golpes, hemos llegado a un procedimiento mecánico
comparable al más «primitivo» de los existentes.

Percusión circular. Existen dos maneras de hacer girar un


85 palo para que su extremo encienda la estopa. La primera consiste
82 84 en hacer girar el palo entre las palmas; se practica sobre todo en
África (90); desde el Sahara a El Cabo encontramos infinidad de
ejemplos; y en América del Sur se hallan casi todos los demás
que se conocen. De todos los métodos, éste es probablemente el
lleva la estopa. Dando un golpe violento en el pomo del instru- que requiere mayor destreza.
mento, se comprime el aire en el cilindro, y la elevación de la En Argentina encontramos una manera especial de girar el
temperatura es suficiente para que la estopa llegue al estado de palo (91), que es arqueado y se maneja como un berbiquí. Los
ignición; éste es el encendedor de aire de nuestros laboratorios de pueblos que hacen uso de este instrumento están mezclados, y
física. Entre los pueblos como los dayak de Borneo es tanto más poseemos poca información sobre esta forma de tanta importan-
enigmático cuanto que no encontramos huellas de él en los gru- cia desde el punto de vista mecánico, ya que se basa en el princi-
pos de la antigua Asia que parecen tener el mismo tronco. Pode- pio del berbiquí y de la manivela (véase más abajo: movimiento
mos considerar este encendedor como uno de los inventos más y equilibrio).
sorprendentes de los hombres que nosotros conceptuamos como La segunda manera tiene como elemento motor una correa
«subdesarrollados». enrollada en el palo; o bien se tira de dicha correa con la mano
simplemente (92), o bien la correa está fija en un arco (93) o es
Percusión oblicua aplicada. Pertenecen a ella los métodos co- un dispositivo de parahuso (40).
nocidos también como aparatos para producir fuego por fricción Estos dispositivos con cuerda suelen coexistir con un taladro
o por aserradura (86 a 89). Las zonas donde se hallan más arrai- del mismo tipo y, frecuentemente, con el torno para madera.
gados son Oceanía y, más especialmente, Melanesia y Australia Una supervivencia de este tipo de dispositivos la podemos en-
(86 y 87). Lógicamente, este procedimiento parece el más «pri- contrar en Suecia, en el palo con cuerda; método atestiguado
mitivo» y a veces así se le ha tratado históricamente. Sin embar- también en Indonesia. En Asia central, el procedimiento da la
go, la experiencia demuestra que es tan eficaz como los procedi- sensación de ser anterior al encendedor; al menos, sobrevivió
mientos mediante percusión circular y mucho más rápido que el hasta finales del siglo III. Pero donde predominan los instrumen-
del palo rodado entre las palmas (90). Y, aumentando nuestro tos para producir fuego mediante percusión circular es en la zona
escepticismo respecto a las afirmaciones apresuradas, es también del Pacífico Norte y de América del Norte: es la zona asimismo
el procedimiento más corriente que haya subsistido en Europa de los taladros con cuerda, con arco y con parahuso (37 a 40). A
hasta nuestros días (88 y 89). El método australiano (87), consis- partir de América central y hasta la tierra de los esquimales halla-
tente en serrar perpendicularmente a una ranura en la que el mos los mismos procedimientos, que se extienden hasta el litoral
serrín incandescente cae sobre la estopa, es testimonio de que se siberiano del Pacífico. Existe, al parecer, una cierta relación de

62 63
filiación entre el palo rodado con las palmas (al menos en la zona
del Pacífico) y los dispositivos con cuerda, pues son los grupos
más periféricos los que han conservado la varita girada a mano
(Kamtchatka y Brasil), mientras que los restantes disponen de
diversos aparatos con cuerda que muy bien pueden ser aquéllos
---
~~.
perfeccionados.

90
Su conservación y consumo

A partir del momento en que las percusiones logran producir


una partícula incandescente, el fuego ocupa, lógicamente, un lu-
gar dentro de los medios técnicos elementales. Esta partícula que
está ardiendo quema la estopa a la que se pone en contacto con
una materia más compacta, como, por ejemplo, hojas o fibras
secas, y progresivamente se van echando al fuego combustibles
cada vez más sustanciales: ramillas, leños, astillas o carbón. Este
87 91 proceso es invariable y universal, salvo en lo referente a los líqui-
dos inflamables, que sólo se emplean prácticamente en el mundo
moderno.
Los medios para activar el fuego son también limitados; de
ellos trataremos más adelante (el aire): pero es necesario adelan-
tar que consisten en el tiro natural (corriente de aire y chimenea)
y tiro forzado (soplo, abanico, soplete y fuelle). Todos los pue-
blos conocen ambas formas de tiro.
92 En los apartados de la alimentación y la vivienda, trataremos
sobre las distintas formas de aparatos de cocina, calefacción e
iluminación, así como de los dispositivos mediante los que se
limita la acción del fuego y los peligros de incendio. Estas medi-
das de seguridad, muy elementales, consisten en interponer un
cuerpo incombustible y mal conductor: simplemente el aire y la
tierra, o bien un cacharro de barro o recipiente de piedra, o a
veces métodos complicados, como es el caso del recipiente de
metal o incluso de madera lleno de cenizas, el brasero con patas
93 aislantes o los hogares colgados o flotantes.
La conservación del fuego, obtenido con dificultad mediante
la frotación de madera, preocupa seriamente a los pueblos que
no tienen otro medio para producirlo. Sin llegar hasta el castigo
que recae sobre la torpeza de dejar que se apague el fuego sagra-
do en la antigüedad romana o iraní, la consunción del fuego
doméstico es considerada por doquier sin benevolencia hacia el
culpable: resentimiento al que se asocian el carácter universal-

65
64
mente religioso del fuego y la dificultad de producirlo. No sabría- interpuesto (coagulación de las albúminas) o por calentamiento
mos decir a cuál de estos dos motivos obedece .el cazador indio indirecto con aire interpuesto (desecación). Utilizando los mis-
que, en vez de llevar un palo con arco relativamente práctico y mos medios, se pueden ablandar los metales (calentamiento di-
poco molesto, se carga con un puchero donde se va consumien- recto), los plásticos y aglutinantes (sólido interpuesto), así como
do un tizón cuya conservación le obligará a estar continuamente los ahmentos o la madera (aire interpuesto).
atento. Las sociedades que tienen varios hogares prefieren no
encender con sus propios métodos y coger un tizón del vecino; y La anterior enumeración de aplicaciones no es de ninguna
esta operación es lo bastante frecuente para que haya en todas las manera limitativa; más adelante estudiaremos los detalles. Pone
partes del mundo ejemplos de recipientes ocasionales o especia- de manifiesto la participación de los diferentes medios elementa-
les (pucheros para tizones); recordemos a nuestros abuelos yendo les con la exclusión de todos los demás en las técnicas: el doblar
a casa de una vecina a buscar fuego en el fondo de un cacharro. una rama en el fuego es una alianza entre las percusiones, el
No es éste el momento de hablar sobre las aplicaciones del fuego, el agua y el aire, que actúan simultáneamente sobre la
fuego (las percusiones y los medios elementales); más adelante, madera; pocos productos salen de la mano del hombre sin sufrir
cuando tratemos de cada técnica en particular, detallaremos sus la acción dirigida de estos cuatro medios a los que la fuerza
usos. Pero, como en el caso de las percusiones, conviene estable- consciente aporta su dosis.
cer ahora las divisiones más generales de su empleo, divisiones
que no sirven más que de punto de partida para clasificaciones y
cuyo empleo sólo está justificado por la diversidad de subdivisio- EL AGUA
nes que incluyen. Cada conjunto técnico: fabricación, adquisi-
ción y consumo ofrece numerosos ejemplos. El consumo posee El tercero de los medios elementales, el agua, no es un produc-
las tres más importantes: calefacción, iluminación y cocina. La to como el fuego. Las maneras de obtenerla se estudiarán en uno
adquisición hace intervenir al fuego únicamente como un agente de los capítulos siguientes «<Fluidos»). Ahora sólo conviene exami-
muy accesorio: hogueras de matojos para ojear al venado, antor- nar s~s usos más generales, determinar las grandes divisiones que
chas para atraer al pez, humo para alejar a los insectos del gana- permitan distribuirlos en nuestro cuadro lógico.
do, hogueras para desbrozar los terrenos de cultivo... La fabrica- De sus tres estados, el estado líquido es evidentemente el
ción, por el contrario, obtiene del fuego algunos de sus productos principal, El. hielo, del que se sirven los pueblos árticos para
más importantes (metales y alfarería), y la mayor parte de las construir VIVIendas o para los transportes, desempeña sólo la
técnicas de fabricación lo utilizan en algún momento de su pro- función de refresco entre otros pueblos, lo suficientemente equi-
ceso: piedras ablandadas mediante calentamiento, madera ala- pados para conservarlo durante casi todo el verano (Irán, China,
beada al calor, sólidos flexibles reblandecidos en agua caliente y Japon...). Tampoco el vapor tiene una importancia muy grande
los múltiples usos del vapor de agua (excepto el vapor-fuerza en el ámbito culinario, en el que su empleo en ollas cerradas es
motriz que no corresponde a nuestro estudio, sino a una etnolo- casi inconsciente; también suele emplearse en algunos tornos
gía que está por crear, la de nuestra civilización industrial). manuales de cedaceros o de obreros de sólidos flexibles.
El fuego, cuando no tiende a la carbonización o a la torrefac- La multiplicidad de sus usos en estado líquido nos obliga a
ción, que es sólo una etapa, endurece o ablanda los cuerpos que reahzar una primera división: el agua se emplea por sus efectos
le son presentados. Puede actuar por calentamiento directo. si la químicos cuando contiene un producto en disolución (este se-
llama toca al cuerpo tratado; o indirecto, si se interpone un me- gundo caso implica siempre un efecto físico secundario). Además
dio cualquiera, gaseoso, líquido o sólido. Existe, por lo tanto, de esto, conviene considerar el agua como un soporte general-
como en lo relativo a las percusiones, una serie de combinacio- m~nte activo de todas las técnicas en que entra en juego la flota-
nes: se puede endurecer por medio de calentamiento directo (al- eren: transportes, pesca y caza.
farería), por calentamiento indirecto con un sólido interpuesto
(alfarería y cocina), por calentamiento indirecto con un líquido

66 67
Efectos fisicos
tuando algunos usos alimentarios y la propiedad de la alfarería
Puesto que no tiene ningún objeto el investigar con relación a por evaporación. (tipo alcarrazas), se usa el agua para enfriar
cada técnica la gradación por la que el hombre haya podido cuerpos. muy calientes, de manera que la metalurgia es casi el
pasar para ir descubriendo cada uno de los usos -investigación UnICO ejemplo (metales mojados o templados) junto con el afila-
ilusoria en lo referente a las técnicas antiguas (casi todas lo son), do de las herramientas cortantes en una piedra (en este último
e investigación arriesgada respecto de los inventos de hace unos caso aún es preciso ver otras razones técnicas).
cuantos siglos y que sólo ofrece seguridad en casos muy raros e TambIén son comparativamente limitados los usos del agua
instructivos-, tendremos en cuenta únicamente la comodidad caliente. Se utiliza para la preparación de numerosas disolucio-
de la descripción: el agua sirve para lavar, impregnar, disolver, nes y aglutinantes, para la escaldadura de los capullos de gusanos
refrescar y calentar; cada una de estas propiedades sencillas cons- de seda, pero la mayoría de sus aplicaciones tienen relación con
tituye un título aparte, y la práctica enseña que no hay ninguna la alImentación. Es la manera más corriente de cocción indirec-
otra clasificación que aventaje a aquella que está basada en la ta: ya se metan los alimentos en el liquido, se hagan estofados
realidad del uso. mediante el vapor, se cuezan a fuego lento como en el horno
Si consideramos solamente las propiedades de humedad del polinesio (que es una «marmita noruega»), o se cuelguen por
agua, debemos realizar dos divisiones: impregnación y disolu- encima de un vaso del que sale vapor, como en algunas ollas
ción. La primera se aplica en todos los cuerpos que se pretende para cocer cereales (especialmente, arroz).
suavizar, inflar, hacer conductores o ablandar. La piedra blanda Es ci~rto que, en. la práctica, las cosas no siempre se ajustan a
empapada para facilitar la elaboración de la herramienta, la ma- tan cándidas subdivisiones: lavar un mineral es también en algu-
dera húmeda (que se dobla·mejor), la tierra mojada para edificar na medida Impregnarlo, así como disolver los materiales ligeros
un tabique, la arcilla impregnada de agua para modelar un obje- que lo envuelven; hervir arroz es disolver una parte de sus com-
to, la piel suavizada para estirarla, el junco empapado para tren- ponentes químicos. Sin embargo, estos efectos son secundarios;
zarlo, los campos regados para facilitar el crecimiento de los conviene tenerlos en cuenta, pero dando a la acción principal, la
vegetales, los alimentos introducidos en las salsas o la ropa plan- que quiere realizar el ejecutante, el valor de una división clasifi-
chada al vapor se pueden citar como ejemplos. La disolución se catona.
aplica a muchos menos usos. Excepto las disoluciones químicas,
requieren su empleo fundamentalmente los aglutinantes y la ali-
mentación. Los aglutinantes son todas aquellas sustancias que, Efectos dinámicos
en una disolución más o menos espesa, se pueden aplicar a los
cuerpos con objeto de colorearlos, hacerlos impermeables o pe- Desde el torrente o el canal de conducción forzada hasta los
garlos. Forman una parte importante de las técnicas, pues todas más pequeños remolinos de la cuba donde hierve una lejía, la
las pinturas, los tintes, los barnices, los esmaltes y las soluciones comente de agua desplaza, empuja, arrastra cuerpos sólidos
vitrificables de la cerámica, así como untos impermeables de los cuyo peso es proporcional a su violencia. Nuestra tarea mayor es
objetos de cestería, los enjalbegados de las viviendas, los morte- determinar lo que hay de consciente en el uso que hace de dicha
ros y cimientos, las masillas y las gomas se incluyen entre los fuerza el grupo estudiado, lo que hay de empirismo o de cálculo
aglutinantes. En materia de alimentación, las disoluciones de- en las aplicaciones. Para cada caso se debe realizar una investiga-
sempeñan una importante función; más adelante veremos los ción laboriosa, y tan completa como pueda serlo: tan sólo una
detalles de la elaboración y empleo de las salsas y bebidas aroma- rueda con álabes, un tomo de alfarero o una flecha pueden ser el
tizadas o fermentadas. punto de partida de un estudio del que la literatura etnológica no
Más limitados son los empleos del agua para refrescar; la ofrece todavía más que raros ejemplos'.
razón, bastante simple, es que pocos pueblos tienen agua cuya
temperatura sea muy inferior a la del medio ambiente. Excep- 3 Cf. R. CRESSWELL, «Un pressoir a olives au Liban; essai de technologie
comparée», L 'Homme. t. V. 1, 1964, págs. 33-63.
68
69
Hay, por lo tanto, un primer estado de utilización del agua- cos a los de la alquimia: por uno o algunos productos material-
fuerza, el de las máquinas hidráulicas, estado de utilización ra- mente activos, encontramos una cantidad igual o superior de
zonado del que encontraremos los mejores ejemplos en las gran- productos que sólo tienen un sentido simbólico. La farmacopea
des civilizaciones semiindustriales; en el capítulo de las «Fuer- china es muy rica e~ composiciones de este tipo: entre productos
zas» veremos cómo la transformación del movimiento rectilíneo mdudablemente activos como el ginseng tónico o la Quisqua/is
de una corriente en el movimiento circular de una rueda ha vermífuga y los papeles llenos de fórmulas mágicas quemados y
supuesto una gran revolución en países como la India, China o disueltos para ser tomados, existe toda una gama de mixtura en
en el continente europeo, hace aftoso la qu.e el polvo de hueso calcinado del tigre o del lagarto aportan
Un segundo estado, en que el ejecutante posee una clara con- propiedades puramente sugestivas.
ciencia del proceso, es el del lavado de tierras o materiales gran- Resulta bastante difícil establecer divisiones de la gran canti-
des. Operaciones como las siguientes suscitan una cierta refle- dad de hechos de este tipo; el estudio de esta rama corresponde al
xión práctica: arrastrar la tierra y dejar el mineral mediante una quinnco: ya se han estudiado con éxito los venenos y la farmaco-
corriente bien regulada, o diluir arcilla por medio de borboteo pea, pero todavía no hay ningún trabajo de conjunto, por lo que
para que caiga la arenilla y quede una pasta homogénea. voy a limitarme a citar los principales campos que se deben ex-
plorar.
. Las su~tancias mordientes y colorantes empleadas para teñir
Efectos quimicos plele~ y tejidos han SIdo estudiadas, al menos por lo que respecta
a China, por los tmtoreros de Lyon a principios de este siglo,
Salvo algunos casos, todas las sustancias del arsenal químico pero aun queda mucho por hacer con relación a otros lugares.
de nuestros pueblos tienen el agua como base. Se pueden citar Las soluciones curtientes son muy variadas, aunque generalmen-
algunos ejemplos como los polvos secantes y absorbentes de uso te se basen en la maceración de una fruta o una corteza.
frecuente; el agua desempeña en estas sustancias el papel secun- Las fermentaciones y las maceraciones son de práctica uni-
dario, pero indispensable, de producto absorbido. versal. En numerosos casos se busca con ello la separación de las
Ya sea que las soluciones se presentan en estado líquido, fibras textiles (aireamiento del cañamo, ortiga o esponjas vegeta-
como los zumos de frutas o de raíces, la sangre o los productos les), en otros se prolonga la conservación de los productos ali-
viscerales, ya que el usuario incorpore a las sustancias secas la mentICIOS (fosas para salmones macerados por los habitantes de
«cantidad suficiente» de agua como para los baños curtidores, las Kamtchatka, y descomposición lenta del pescado o de las carnes
bebidas fermentadas o las salsas, la preparación de soluciones es secas), a menudo acompañada de un aliño: las pastas de judias
muy importante. En todos los pueblos se da una inclinación (soja) chinas, las abundantes preparaciones de hortalizas fermen-
natural por la dosificación, inclinación que va mucho más allá tadas, en el Japón, y las semillas de Parkia biglobosa del África
de lo que a primera vista se podría suponer. Entre aquellos que negra. La fermentación de bebidas, destiladas o no, podría dar
se encuentran en un estado de civilización material muy avanza- lugar a un voluminoso trabajo sobre los hallazgos indígenas.
da, como la China y el Japón clásicos, la alquimia y los tornos
manuales no son inferiores a los nuestros de finales del XVlI; los EL AIRE
hombres menos pertrechados buscan mezclas, ingredientes efica-
ces y productos neutros que formen una masa: un veneno de Es el último de los medios, elementales, y es mucho menos
flecha africano es una mixtura tal que supone un reto para un empleado que el fuego o el agua: salvo para avivar el fuego, sólo
análisis posterior, si el químico no está prevenido sobre la canti- hay un escaso número de objetos adaptados a su explotación.
dad de sustancias que entran en su composición: strophantus, Poco Se puede obtener con él con los medios de que disponen los
euphorbes, afzelia. veneno de serpientes, pigmentos, sangre hu- hombres antes de la industrialización. Sin embargo, podemos
mana, hojas y madera de los árboles de divinidades propicias. encontrar los suficientes ejemplos como para realizar divisiones
Muchas de estas composiciones se basan en principios idénti- comparables a las del agua.

70 7J
Como simple soporte, el aire puede aplicarse a la cometa, grupo indonesio-cbino-japonés cuentan con las formas más inge-
estandartes y armas arrojadizas. El hecho de volar ha sido una niosas. Europa ha sabido aplicar la vela al molino de viento.
obsesión, tanto para otras civilizaciones, como para la nuestra. adaptación que exige la posesión previa de varios conjuntos me-
Semejante deseo se ha materializado en el arte figurativo por una cánicos: movimiento circular continuo y engranajes.
multitud de representaciones de hombres-voladores; y si no co- Los instrumentos musicales de viento también pueden ser
nocemos intentos reales, experimentos vividos fuera incluso de considerados como una aplicación de la fuerza del aire; su em-
las literaturas de los grandes pueblos, esto se debe únicamente a pleo es universal. Pero quizá sea la cerbatana la mejor aplica-
la falta de fuentes. Existen tantas historias y leyendas de hombres cion: Junto con el encendedor de pistón (véase más arriba «El
vestidos como pájaros, que es lógico que aparezca periódicamen- fuego»), se trata de un caso casi único de empleo del aire compri-
te la figura de Ícaro entre todos los hombres. El presente libro se mido. No se suele conocer bien la eficacia de la cerbatana entre
limita exclusivamente a las técnicas más materiales, por lo que los pueblos que la utilizan (América tropical e Indo-Oceanía).
no puedo profundizar en un caso como éste, lleno de tentativas Para distancias de hasta treinta metros son armas bastante preci-
necesariamente infructuosas, nacidas de concepciones religiosas, sas y capaces de introducir una flechita de bambú más de un
y vinculado desde el inicio del pensamiento inventivo a aparatos centímetro. Con flechitas envenenadas, resulta un arma muy pe-
mágicos. Sólo trataremos de la cometa. objeto muy utilizado en ligrosa para todos los animales, incluido el hombre.
todo el mundo del Pacífico; las formas indonesias, chinas y japo- En el caso del aire podemos encontrar un paralelo con las
nesas se encuentran entre las más perfectas; algunas cometas al- disoluciones que se han citado en el tema del agua. A veces, en
canzan más de cuatro metros cuadrados de superficie, se elevan a usos culinarios, por ejemplo, se preparan emulsiones para batir
doscientos metros y se mantienen a esa distancia durante mu- un líquido (preparación similar a la de los huevos al punto de
chas horas; todas, excepto un caso, son juguetes, de adultos o de nieve o los merengues), como el polvo de té verde chino o japo-
niños, ya menudo están impregnadas de ideas religiosas. El úni- nés batido en agua hirviendo y consumido cuando está esponjo-
co caso de utilización práctica es el de la cometa de las Nuevas so. No obstante, es una acción poco frecuente, mientras que la
Hébridas, empleada como medio de pesca con sedal (véase más mezcla de aire, vapor o partículas sólidas, es universal: el «humo»
adelante «La pesca»). da lugar a gran cantidad de empleos (conservación de la alimen-
Las banderas pueden ser comparadas a las cometas; aunque tación, protección contra insectos, ahumado de las abejas,
estén menos perfeccionadas, resulta curioso encontrar las mejo- del venado o del enemigo) que vamos a detallar a continuación.
res precisamente en los países mencionados para la cometa; In- La utilización del aire para secar es también universal y parti-
dia, Indonesia y Extremo Oriente. Es digno de tener en cuenta el cularmente interesante por los detalles de sus variedades. Pode-
número y la diversidad de objetos que se baten contra el viento mos distinguir tres formas esenciales: secado al aire libre y sensi-
en esos lugares: bandas ondulantes, telas, auténticas banderas, blemente inmóvil, secado por medio de una corriente de aire
mangas agujereadas en los dos extremos. Tienen un uso social o natural o artificial, y secado por medio de aire caliente.
religioso, como el de nuestras banderas, y a menudo práctico, Lo mismo cabe decir con relación a los procedimientos de
pues la mayoría de los espantapájaros. en Extremo Oriente, ahu- refrigeración y aireación en los que la corriente de aire a menudo
yentan a los pájaros gracias al movimiento que origina en ellos el es regulable. La disposición de las aberturas de una vivienda y su
viento; algunas cometas pequeñas sujetas en palos se mueven orientación ofrecen un importante campo de observación. Es
con rápidos deslizamientos, evocando claramente a la rapaz que bastante raro que el aire se utilice voluntariamente como medio
se abate sobre su presa (véase más adelante «La agricultura»). de calefacción; canalizar una corriente de aire caliente está por
Como fuerza de uso mundial, es necesario mencionar la na- encima de los medios ordinarios de nuestros pueblos; sin embar-
vegación a vela (ver el apartado «La navegación»). La vela for- go, la vivienda nos muestra algunos casos.
ma parte de todas las embarcaciones de alguna importancia. Es Queda por mencionar el más rico de los empleos del aire,
una característica fundamental de las teorías de migraciones cos- aquel en que se le dirige hacia cl fuego para avivarlo. Los medios
teras; como en lo relativo a casi todas las técnicas, Europa y el de tiro natural se extienden desde el fuego libre, orientado de

72 73
manera que pueda recibir al viento, a las chimeneas propiamente
dichas, cuya utilización se halla circunscrita a Eurasia occidental.
Generalmente, el fuego es instalado en el exterior y el tiro se
forma mediante un dispositivo de paredes y aberturas regulables.
En el interior de la vivienda es la propia habitación la que forma
la chimenea, ya que el aire entra por la puerta y el humo sale por
el tejado.
El tiro forzado consiste en la producción artificial de una
corriente de aire. Evidentemente, el más sencillo es soplar con la
boca o agitar un abanico -que a menudo es el primer objeto
que se encuentra- plano y ligero. Si se quiere conseguir una 94
acción más fuerte o más precisa, se deben usar instrumentos
especiales (sopletes o fuelles).

El soplete

El soplete (94 a 97) tiene como primera ventaja la de permitir


soplar desde muy cerca; a esto se limita el uso doméstico del
soplete de bambú en Extremo Oriente (97). Además, hace posi-
ble concentrar en un punto muy pequeño toda la presión del
soplo y, por consiguiente, lograr que el carbón adquiera una tem-
peratura elevada. Éste es el uso típico del soplete de los pequeños
herreros y, sobre todo, de los orfebres; estrechado en el orificio
distal y generalmente arqueado lo encontramos entre todos los
pueblos que trabajan la plata y el oro. Elfuelle (98 a 108) produ-
ce una corriente de aire artificial, regular y potencial; también es
primordialmente un objeto de herrero y de fundidor. Los tres
grandes centros del trabajo con hierro, Europa medieval, África y
Extremo Oriente, poseen cada uno un tipo de fuelle. África (98 a
100) tiene la forma más sencilla: dos odres abiertos por la parte
de arriba. Se separan los bordes de la abertura levantándolos y,
cuando el aire llena el odre, se cierran los bordes aplastándolos
de forma que el aire salga por el otro extremo del odre; se unen
ambos odres a conductos que trasladan la corriente de aire al
fogón y, finalmente, se va manejando cada mano alternativa-
mente para producir una corriente de aire ininterrumpida sobre
la brasa (98). Encontramos una forma similar en la China occi-
dental y en Siberia. La regularidad de la corriente es aún mayor
si el aire se comprime en una caja de barro (99), y con una
válvula rudimentaria y dos palos (100) se logra el máximo de
perfeccionamiento del sistema.

74 75
Elfuel!e

Europa (101 a 103), al menos desde la influencia romana


(102), posee un fuelle con válvula de cuero y con una bolsa tam-
bién de cuero plegada entre dos placas de madera; las dimensio-
nes han variado según las características del hogar: algunos fue-
lles de fundición o de órganos (103) requerían los esfuerzos
conjugados de varios hombres, así como en Japón (104) se han
visto fuelles de altos hornos de seis y hasta ocho obreros.
El Extremo Oriente, desde Siberia hasta Malasia", cuenta con
excelentes fuelles de pistón circular (105 a 107) o cuadrangular
(108). Estamos ante un ejemplo de la concordancia de adquisi-
ciones técnicas: en Malasia se encuentran simultáneamente la
cerbatana, el encendedor de pistón y el fuelle de pistón. La exis- lOS
tencia de este tipo de objetos hace posible la mejora del pistón
(por decir el invento mismo o una de sus distintas variantes) en
Indonesia o Asia meridional. La difusión de al menos dos de
estos tres elementos (asociados a otros rasgos que posean entre
ellos tales relaciones de proximidad) puede servir de punto de
partida al trabajo de la etnología histórica en esa parte del mun-
do. Es cierto que la presencia de tres aplicaciones del aire com-
primido en las mismas regiones no tiene un carácter fortuito y
que en el origen de las innovaciones se da una asociación de
ideas. Resulta mucho más difícil afirmar a partir de qué hogar, 106
en qué dirección y en qué orden han podido producirse los influ-
jos. Por lo que respecta al fuelle de pistón, su vasta distribución
geográfica y el hecho de que englobe la zona de influjo técnico de
varias sociedades con escritura pone de manifiesto el retroceso de
algunos siglos en su historia. Al encontrarse ligado a la metalur-
gia, su importancia económica le ha proporcionado una fuerza
de difusión bastante elevada, 10 cual no nos permite prejuzgar su
origen exacto. El encendedor de pistón está totalmente despro- 107
visto de fondo histórico; es poco probado que se tomase del gabi-
nete de curiosidades, en el siglo XVIII, de los físicos europeos,
donde lo conocían. Utilizado por algunos grupos metalúrgicos

del sureste asiático, supone un auténtico invento, pues si pode-

~-08-V-
mos imaginar que los fuelles de pistón más o menos estancos van
perfeccionándose poco a poco, el encendedor significa la perfec-
ción conseguida de la noche a la mañana con objeto de obtener
una compresión suficiente del aire concentrado para hacer in-

4 El tipo indonesio (105) ha pasado a Madagascar.

76 77
candescentes las partículas combustibles colocadas en el extremo guientes. Hemos considerado necesario afirmar, aunque sea evi-
del pistón. No sabemos nada sobre el lugar y la fecha de este in- dente, que una azuela no es un hacha con filo horizontal y enu-
vento. merar las acciones sencillas que encontramos a cada paso a lo
El caso de la cerbatana no es menos complejo, pero es distin- largo del estudio de las técnicas. Existe un cierto número de
to. Lanzar un proyectil soplando en un tubo se puede realizar términos que se suelen dejar a un lado a causa de su trivialidad.
con mucha mayor espontaneidad que accionar un encendedor lo cual produce gran confusión en el vocabulario de las ciencias.
de pistón; esto tampoco supone la misma orientación económica Antes de iniciar las aplicaciones particulares, sólo nos queda de-
que ha podido confundir al perfeccionamiento del fuelle. Inde- finir unos cuantos actos generales, aquellos que se refieren a la
pendientemente de su utilización casi universal, como juguete o fuerza que mueve las herramientas y a la transmisión del im-
como objeto de deporte, la cerbatana se usa como arma en Asia pulso.
sud oriental (concretamente los sakai de Malasia, pueblo forestal,
que no posee ni metalurgia, ni agricultura fija). Del mismo
modo, en América tropical (Guayana y Amazonas) se encuentra
LA FUERZA MOTRIZ Y LA TRANSMISION
entre los nómadas del bosque. La cerbatana se ha adaptado muy
bien al bosque: arma precisa para distancias cortas, se puede
manejar sin grandes molestias y sin ningún ruido previo, ligera, Los tipos de fuerza que se realizan para poner en marcha las
sin rugosidades o apéndices que se puedan enganchar en las ra- creaciones técnicas se pueden agrupar en siete apartados: lafuer-
mas. Pero, independientemente de que requiera el uso de un za muscular humana, la fuerza muscular animal, el peso, el re-
veneno instantáneo, su t1echita de un gramo y de 25 cm, es sorte, los movimientos de los fluidos, la expansión del gas y el
susceptible de desviarse con el mínimo soplo de aire. La materia electro-magnelismo. Los dos pnmeros se refieren al impulso na-
prima y las dificultades de perforación de un tubo calibrado con tur~l de los músculos humanos o animales, el tercero y el cuarto
suma exactitud y rectilíneo limitan más aún su materialización. restituyen, en un dispositivo motor can peso o con resorte la
Cuando nos percatamos de estos hechos y de la existencia even- fuer~a consumida en poner el peso o el resorte en posición' de
tual de otras armas adaptadas igualmente al medio forestal, com- aceren .. Corresponden de alguna manera a gestos diferidos. Los
probamos que el problema es totalmente diferente al de los dos movimientos del aire o del agua proporcionan una fuerza natu-
temas anteriores. ral exterior a la fuerza muscular: se dan en un nivel tecno-
La cerbatana es un objeto de fácil invención, pero que requie- económico elevado. La fuerza motriz artificial obtenida del gas
re unas condiciones del medio tan especiales que su realización salvo en lo referente a las armas de fuego, corresponde a las
es limitada, al menos en su uso como arma de caza. El fuelle de cl~lhzacIOnes industriales. Sucede lo mismo con los motores
pistón es un aparato complicado, el perfeccionamiento posible al electncos. Aunque en este libro no abordemos el tema de la tec-
que se ha llegado después de numerosas variantes locales. Está nologia industrial, debemos señalar lo siguiente: nada, a no ser
ligado al desarrollo de una técnica compleja: la metalurgia. El pura~ razones de comodidad, justifica una división categórica; el
encendedor de pistón es un objeto único, de realización relativa- interés que ofrecen los fenómenos de adaptación mecánica de las
mente fácil, pero precisa una serie de condiciones de innovación fuerzas artificiales no es ni mayor ni menor que el de las lejanas
excepcionales. A falta de documentos históricos suficientes, el innovaciones de la prehistoria. Por tomar un ejemplo sencillo
problema de la coincidencia de los tres rasgos técnicos en la mis- como es. el del cuchillo para partir la carne, vemos que el paso
ma región está aún por resolver. del cuchillo tradicional al cuchillo circular de la máquina para
Estos medios elementales: las percusiones, el fuego, el agua y cortar el Jamón, la adaptación de la manivela al movimiento de
el aire constituyen el primer peldaño sistemático de las técnicas. esta. máquina y, posteriormente, la electricidad, no Son menos
Tras mencionar someramente los detalles de algunas aplicacio- significativos que todas las mejoras que hicieron del trozo de
nes, dichos detalles, expuestos ahora sólo por encima, aparecerán sílex un cuchillo especializado con hoja de acero fino.
con más precisión a medida que se desarrollen los capítulos si- Cualquiera que sea la fuerza motriz, origina modalidades de

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79
transmisiónen. la parte activa. Esta transmisión puede ser rectilí-
nea y directa, como en el caso de una hoja cortante sujeta con la utiliza como cabeza de herramienta una materia de densidad
mano o como los dedos al mover elementos blandos para hacer elevada (21 a 25, 28 a 30, 45, 46, 48, 49, 78,109,111 y 113), gene-
con ellos objetos de cestería. En otros casos, la fuerza puede ser ralmente la piedra, el bronce o el hierro. Pero hay numerosos
modificada en su dirección y, de rectilínea, convertirse en circu- casos en que, como el ejecutante no tiene una cantidad suficiente
lar, como sucede con los instrumentos con arco (39 y 93). Puede de piedra dura o de metal, su herramienta sería muy imperfecta
ser desmultiplicada, como en la palanca. El cambio del movi- si la cabeza no estuviera lastrada por un medio cualquiera. Gene-
miento rectilíneo al circular o viceversa, así como la desmultipli- ralmente, este medio consiste en aumentar el volumen del man-
cación de la fuerza pueden combinarse en diferentes fórmulas go hacia el extremo distal; para la mayoria de los útiles de percu-
como «circular desmultiplicada en circulan> en la rueca (141) o sión lineal o puntiforme-lanzada existen dos series paralelas: una
«circular desmultiplicada convertida en rectilínea» en la desgra- corresponde a los útiles de pueblos ricos en metales como Japón
nadora de algodón (151). Disponemos así de un cuadro clasifica- (109), Europa (111 y 113), Y la otra a las herramientas de pueblos
torio combinable con las distintas formas de prensión y de percu- que tienen poco metal, lo toman prestado, lo fabrican en peque-
sión. A su vez, en este cuadro pueden incluirse las categorías de nas cantidades o no cuentan con los medios técnicos para forjar-
fuerzas motrices, lo cual permite, por ejemplo, distribuir los dife- lo en grandes masas. Estos pueblos pobres poseen herramientas
rentes dispositivos para moler el grano en grupos progresivos: muy características: hacha de los moi (32) en la que aún subsiste,
aunque tengan ahora bastante hierro, una estructura de una épo-
ca no muy lejana en la que les solía faltar el metal; azuela de los
muela recta manual (56 y 865) (transmisión rectilínea directa, fuer- esquimales, en la que las valiosas hojillas de jade, de sílex o de
za humana), hierro de mala calidad están lastradas por una montura de hueso
muela con manivela (139 y 867) (transmisión circular directa, fuerza (58); la azada esquimal, en la que la punta de marfil demasiado
humana),
muela con mangos (119) (transmisión circular desmultiplica-
ligera se sujeta en un mango abombado (110), y la azuela lapona
da, fuerza humana o animal), (112), en la que también aumentan el volumen del extremo.
muela con biela (140) (transmisión rectilínea convertida A veces, el orden es inverso: el útil precisa de una cabeza
en circular, fuerza humana), voluminosa y larga, que queda bastante ligera con objeto de que
muela de agua o de viento, mue- (transmisión circular desmultiplica- sea manejable. La búsqueda de una herramienta de esta forma
la eléctrica da en circular, fuerza natual o ar- unida a una determinada economía del metal, desemboca en
tificial). útiles como la azada japonesa (114) o africana (115). Por otra
parte, estos casos son complejos: la fragua japonesa permitiría
forjar cabezas de azada de metal largas, planas y ligeras; actual-
Este cuadro saldrá de nuevo al final del capítulo, pero antes mente, en algunas se compaginan curiosamente las formas anti-
serán desarrolladas algunas generalidades: amplificación del guas con el deseo de una fabricación práctica. Pero la azada es
peso, palanca, balancín y contrapeso, y movimientos circulares. una herramienta conservadora; basta can ver algunos tipos pro-
vmcianos franceses para comprobarlo. En el Japón, al igual que
el arado o la pala, ha conservado una composición que data de la
Amplificación del peso Edad del Bronce. Este hecho obliga a poner mayor prudencia y
atención a la hora de interpretar las formas. La tendencia no se
Ya hemos visto (66 a 80) que el desplazamiento del centro de da nunca más que a través del medio (en caso contrario, todas las
gravedad hacia el extremo distal aumenta el índice de peso; este herramientas que sirven para el mismo uso tendrían la misma
aumento es tanto más notable cuanto mayor es el peso colocado forma en todas partes); el medio, que no sólo es innovación prác-
en el extremo de una herramienta más corta. Así pues, el peso de tica, sino también recuerdo o rutina, ejerce siempre el mismo
la cabeza de la herramienta es esencial; siempre que es posible, se condicionamiento en las formas. Un caso que debemos tener
muy presente es el de la azuela lapona (112), cuya hoja es un
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81
cincel de madera al que, voluntariamente, se le ha quitado el
mango y se ha vuelto a montar de manera diferente para que
haga el mismo uso al que era destinado en Europa.
Puede suceder que se quiera aumentar el peso de una herra-
mienta de percusión aplicada, pero esto es bastante raro. Una
máquina japonesa para pulir las piedras de talla (116) es un
ejemplo de piedra abrasiva sujeta a un palo pesado, el cual está
sostenido por una cuerda en su extremo libre; resulta fácil darle
un movimiento de vaivén, que es muy eficaz.
109 1\0 116

La palanca

Aumentar el peso es importante, sobre todo para las percu-


siones lanzadas; amplificar la fuerza está en relación con otras
muchas prácticas: es un medio de movimiento o de equilibrio,
cuyo instrumento es la palanca. Al hablar de este tema, lo prime- ~ ~'17
ro que acude a la mente es la palanca y el punto de apoyo clási- 111 112
cos, que levantan las más pesadas cargas; éste es, quizá, el uso
más limitado. Podemos hablar de tres formas de palanca: en la 118
primera, el punto de apoyo y el punto de acción se confunden
prácticamente (117 a 122); en la segunda, la forma clásica, el
punto de acción está delante del punto de apoyo (123 y 124); por
último, en la tercera, el punto de acción se halla detrás del punto
de apoyo (126).

Primera forma (punto de acción y punto de apoyo confundi- 113 114


dos). En la cultura moderna, el prototipo es la llave inglesa. El
enderezador de flechas de los esquimales y de la costa norte del
Pacífico americana es una llave (117) con la que se enderezan en
------.¡U
caliente los palos que sirven para hacer los astiles de flechas o de
instrumentos arrojadizos ligeros. Las pinzas, bruselas, pinzas
para depilar y las tijeras para esquilar (464) son de un empleo
muy singular: para utilizarlas no se emplea la fuerza de la palan-
ca sino que, por el contrario, hay que vencerla. La ventaja reside
en la elasticidad que mantiene separadas las varillas del objeto. 120
Las tenazas son corrientes en América: desde Méjico hasta Tierra
de Fuego se emplean estos instrumentos para sacar el carbón,
para retirar del fuego las piedras candentes que sirven para coci-
nar alimentos, o para coger las frutas o las hortalizas cuando
queman. Las bruselas están reservadas para técnicas delicadas

82 83
como la orfebrería, lacado e incrustaciones; China y Japón las
tienen muy parecidas a las nuestras, tan sólo difieren en el perfil
(118). En sentido amplio, las pinzas para depilar son universales
(empleamos el término siempre que un hecho está probado al
menos en un punto de cada una de las cinco partes del mundo).
La encontramos desde los comienzos de la Edad del Bronce en
Sumeria, el Indo, Egipto y Europa occidental; en África, aunque
se prefiere la navaja de afeitar, también se usa. En la actualidad,
toda el Asia oriental lleva bolsas de aseo en las que las pinzas son
un elemento esencial. América, donde la mayoría de los pueblos
se quita los pelos mediante depilación, ofrece dos series muy
variadas: en Guayana y Perú se sirven de simples conchas de
mejillones o de otros bivalvos en los que la charnela desempeña
el papel de resorte; las civilizaciones precolombinas poseían pin-
zas, o bien circulares copiadas de las conchas, o bien alargadas
como las nuestras. Las tijeras que subsisten en Europa para es-
quilar a las ovejas y que se utilizaron mucho durante la Edad
Media, aún son de uso corriente para la costura en China y,
sobre todo, en Japón.
Como otras aplicaciones de la primera forma de palanca po-
demos citar las herramientas de percusión circular del tipo de la
broca (310), corriente en Europa y Extremo Oriente. Los disposi-
tivos de movimiento circular continuo (molinos y máquinas ele-
vadoras), que vamos a citar a continuación, son corrientes en
Eurasia y en la zona mediterránea: algunos molinos manuales de
Extremo Oriente (119) o de la antigüedad clásica; el cabrestante
(120) y el torno (121), comunes en las civilizaciones semi-
industriales; y la rueda de álabe o de cangilones (122) de los
molinos de agua o de las máquinas elevadoras (el agua actúa
sobre el álabe o el cangilón como sobre el extremo de una palan-
ca).

Segunda forma (punto de acción delante del punto de apo-


yo). Instrumentos de percusión lanzada con dos manos: zapapi-
co, mazo, hacha, segur, azada, etc. Hemos visto (66 a 80) que la
busca de los índices de peso consiste en calcular el peso de una 127
palanca, cuyo punto de apoyo es el índice (A) y el punto de
acción la cabeza de la herramienta: se trata de una palanca en la
que el brazo que actúa (A-B) es más corto que el brazo que se
levanta, disposición buscada, ya que se trata de aumentar artifi-
cialmente el peso. Con un hacha (123) (el astil es grande, por lo
que pesa tanto que no puede ser levantado por el extremo del
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84
mango), el movimiento se divide: al levantarla, la mano izquier- zamiento correcto de la lanza, se debe poner la mano en el cen-
da está en 1, cerca del centro de gravedad, y la derecha en 3 (1 tro de gravedad (127)5
sirve de punto de apoyo); a medida que la herramienta va su- Si se varía el peso de uno de los brazos de la palanca mante-
biendo, la mano izquierda se desliza de 1 a 2. La herramienta se niendo el mismo fulcro, se consigue un movimiento basculante
levanta con muy poco peso y cae con toda la aceleración que que puede ser utilizado. El pozo con cigüeñal (l2S), que se ex-
permite la longitud del mango. Por lo tanto, el cálculo de los tiende desde la Vendée hasta Japón se pone en funcionamiento
índices sólo resulta posible después de una observación directa: cuando una ligera tracción en la cuerda hace subir el cubo lleno
entre el momento de alzarlo y el de bajarlo, un pico de desmon- hacia el orificio del pozo. El fuelle birmano (107) no tiene con-
tista pasa de O a más de 200 en el índice peso-longitud; este trapeso, y el papel de su balancín es el de órgano de transmisión.
margen es suficiente para anular todos los resultados que se po- El mazo para descascarillar el arroz funciona mediante el peso
drían obtener de una serie de útiles en los que no habría que del hombre que se sube en el brazo corto, quien abandona esa
tener en cuenta esta particularidad de uso. posición cuando el mazo llega a la altura deseada y vuelve a caer
En los transportes se utilizan algunas aplicaciones: portes (en en el mortero lleno de arroz. El balancín hidráulico (129), que se
Japón) de las cajas colgadas de una pértiga, reforzada a veces por encuentra desde Ceilán hasta Japón, se aplica generalmente al
un palo (ISO). Las layas (124) tienen como punto de apoyo el mazo o pilón para descascarillar. En los pueblos de Malasia y
nivel del suelo en el que son hundidas; las palas tienen la mano Japón hallamos el siguiente ingenio: un hilillo de agua va llenando
que se pone más baja como pivote. El arado presenta alternativa- la cubeta del brazo pequeño de la palanca; cuando la cubeta está
mente la segunda o la tercera forma (125); apoyándolo en la llena levanta el mazo y se vacía al llegar cerca de la vertical, deja
mancera C o elevándolo, se traslada el punto de apoyo de B a A. caer el mazo en el mortero y vuelve a ponerse bajo el hilillo de
agua. La máquina puede funcionar sin pararse, día y noche, para
realizar la larga tarea de descascarillar y limpiar el arroz.
Tercera forma (el punto de acción está detrás del punto de
Hemos visto que la rueda de álabes (paletas) o de cangilones
apoyo). Forma corriente de las prensas (126), trituradoras (44) y
es un ensamblaje de palancas de la primera forma (122): cada
cuchillas (31); es también la forma de nuestro cuchillo de carni-
par opuesto de álabes o de cangilones es un balancín, pero mien-
cero y de la guillotina de impresor. En los transportes está repre-
tras que el peso móvil del mazo para descascarillar o de la rueda
sentada por la carretilla europea, en la que el punto de apoyo es
de caída de agua (130) asegura el movimiento, el peso de los
la rueda. cangilones de la rueda elevadora es una resistencia que deben
vencer los álabes intercalares para hacer girar el aparato (131).
La carretilla china (223) difiere por completo de la nuestra:
El balancín y el contrapeso la rueda está en el centro de gravedad, de manera que la carga se
halla en equilibrio respecto del eje, como en la mayor parte de
Si el punto de apoyo se encuentra en la vertical del centro de los vehículos con dos ruedas. Es lógico pensar que no existe nin-
gravedad, el objeto estará en equilibrio. Este estado de inmovili- gún lazo entre la carretilla europea y la china, puesto que se han
dad relativa se utiliza en las armas arrojadizas. Para que, al arro- construido sobre principios distintos, y nos faltan testimonios
jarla, una lanza no se desvíe, debe tener el centro de gravedad históricos acerca de vehículos tan humildes; es sumamente inte-
entre el primer y el segundo tercio de su longitud; es éste un resante encontrar en la carretilla coreana (222) un intermediario
principio aplicable a todas las armas arrojadizas largas y que. se casi ideal entre ambas formas.
mueven a una velocidad reducida. Una de las tres raras excepcio- Si nos imaginamos ahora un balancín en el que el fiel no sea
nes es la flechita de cerbatana, la cual, dados su poco peso, su un eje rígido, sino flexible (una cuerda), bastará con aumentar el
velocidad proporcionalmente mayor que la de otras armas y su
corta distancia de acción, no posee ese equilibrio de las flechas 5 En algunos casos estudiados más adelante (armas arrojadizas) se podrá ob-
propiamente dichas, las lanzas y arpones. Para asegurar un lan- servar cómo el propulsor modifica estas disposiciones.

86 87
peso de uno de sus extremos para que la cuerda se deslice sobre
su fulcro. Estamos ante una cuerda para izar. Y si colocamos en
el fulcro una rueda que suprima el frotamiento y el desgaste de la
cuerda, obtenemos la polea (132). La polea puede prestar los
mismos servicios que el balancín, pues se pueden adaptar de

f~y
manera indistinta a los mismos aparatos; telares de pedales (527)
o de polea, pozos con cigüeñal y pozos de roldana. La ventaja de
la polea es la de permitir el uso de una cuerda muy larga, mien-
tras que el cigüeñal, como máximo, puede alcanzar el doble de la
longitud de cada uno de sus brazos.
132 ...=.-...=.' Por último, si lo que se pretende no es el movimiento, sino la
133 estabilidad de un mecanismo que se halla suspendido, los brazos
del balancín terminan debajo del fulcro, y el peso de cada lado
mantiene en equilibrio al conjunto. Es el caso de la balanza para
pesar, de la barra para llevar bultos (183) y de las albardas de los
animales de carga (192).

134
Movimientos circulares

La transformación del movimiento rectilíneo, que poseen


normalmente la fuerza del hombre, los animales, el agua o el
aire, en movimiento circular, y, después, de manera accesoria, la
reconversión de este movimiento circular en un movimiento rec-
tilineo en el nivel de la parte activa representa una de las princi-
135 pales vías del progreso mecánico. La correa de transmisión, la
manivela, la biela, el pedal y los dispositivos de desmultiplica-
ción nacieron mucho antes de la utilización de las fuerzas artifi-
ciales para mejorar dispositivos de movimiento circular, en parti-
cular aquellos que conducen al torcido de las fibras, a los
instrumentos para taladrar o hacer fuego. En un nivel socio-
económico más elevado, la reflexión técnica sobre los movimien-
tos circulares condujo a las civilizaciones clásicas de Eurasia ha-
cia las máquinas para subir agua, los molinos y los martillos
pilones.

Movimiento circular alternativo. Por lo que respecta a mu-


chas técnicas, el movimiento circular se ha realizado en dos eta-
pas; las herramientas, animadas con un vaivén alternativo, se
han ido perfeccionando llegando al movimiento circular conti-
nuo.
La más sencilla de estas herramientas es el punzón, que se

88 89
agarra con la mano (133) y gira alternativamente de izquierda a halla menos «evolucionado» que el huso, ya que, por carecer de
derecha para horadar. El palo que se frota entre las palmas, ya volante, sólo realiza el movimiento alternativo; sin embargo, lo
mencionado dos veces (37 y 90) se debe al deseo de aumentar la utilizan los japoneses, que sin lugar a dudas cuentan con mejores
velocidad de rotación. La presión de las palmas, defectuosa, se ve útiles que los ainos. Los japoneses pudieron transmitir el huso a
mejorada por un aparato extraño del que conozco un ejemplo en los ainos en una época en la que ellos poseían también el taladro
el Japón (286): se introduce la varilla en dos planchas que se sin volante y el huso con volante. Los amos pudieron tomar y
frotan entre sí con rapidez; se obtiene así la rotación alternativa conservar el huso; pero se ignora si tuvieron el taladro. Los japo-
del eje. El huso de los ainos (134) es un objeto similar; lo vere- neses, al conocer la rueca, habrían dejado de utilizar el huso,
mos dentro de algunas líneas. habrían sustituido el taladro de plancha por el taladro de parahu-
Las otras aplicaciones implican el uso de la correa de trans- so (40), pero por milagro un grupo provinciano de pulidores de
misión. La correa tirada simplemente con la mano (rotación con ágata habría permanecido fiel a la forma arcaica. Así pues, el
cuerda) figura entre los taladros de cuerda (38), el palo para el huso y el taladro rodados serían dos rasgos antiguos que podría-
fuego (92) y el torno para madera de Asia central y oriental (321 mos encontrar allí donde se encuentran normalmente los parale-
y 322). La correa con arco se halla atestiguada en el taladro (39), los entre el Japón y el resto del mundo: China, Indonesia, entre
el palo para el fuego (93) y el torno de arco que aún sobrevive los montañeses de las terrazas tibetanas y en el Yunan. Ahora
entre nosotros (323). Cuando hablamos del taladro (40) y el fue- bien, la rueca y el taladro de parahuso se encuentran por do-
go mencionamos la correa del parahuso. La correa de pedal y quier; son dos rasgos característicos del antiguo lazo que une a
resorte (136) movía, todavía en el siglo XIX, los tornos de madera los pueblos de estos diversos países; los japoneses también tienen
franceses. Taladros y tornos para madera son las aplicaciones rueca y taladro de parahuso, entre otros de los caracteres comu-
típicas del movimiento circular alternativo; ambas técnicas se nes con el Asia continental e Indonesia '.
adaptan bastante bien a él, pues no se ha hecho ningún esfuerzo Por otra parte, en América del Norte hallamos un paralelo
para modificarlas. No hay que ver sistemáticamente en los apa- sin duda ideal: los taladros rodados entre la palma y el muslo
ratos de movimiento alternativo prototipos de aparatos de movi- (276). Esto nos impulsa a recordar la teoría del origen septentrio-
miento continuo; coexisten casi en todas partes, aunque tarde o nal de una parte de la civilización japonesa: los ainos y los puli-
temprano el movimiento continuo acaba extendiéndose al con- dores de ágatas conservarían en estado de supervivencia un testi-
junto técnico. monio con parentescos lejanos. Nosotros no podemos ir más allá
de la suposición.
Movimiento circular continuo. Tiene como órgano indispen- Podemos estudiar asimismo el parentesco del huso aino y de
sable el volante o la manivela (generalmente ambos). En el huso la rueca asiática (141), instrumentos ambos de hilado con movi-
-que es la forma más simple (137)-, el movimiento, que se miento continuo y huso horizontal. Parentesco tan superficial y
consigue mediante el pulgar y el índice, está regularizado por un lejano que sin intermediarios no podríamos fijarlo.
volante. En algunos casos, el impulso se da con la palma de la El torno de hilar es una de las máquinas más acabadas. Entre
mano y el muslo (276). Está claro que, si se mecaniza esta última la rueca de Asia oriental y la nuestra sólo existen diferencias de
forma, se obtiene el huso aino: una plancha fija sustituye al mus- detalle, y si se puede suscitar la cuestión de las relaciones anti-
lo y un bloque móvil con empuñadura mejora la palma de la guas entre el Extremo Occidente y el Extremo Oriente, es preci-
mano. A partir de una constatación tan sencilla podemos dedu- samente en relación con este caso. Las técnicas recurren a las
cir que el huso aino deriva del huso rodado con la palma; es aplicaciones mecánicas según una elección que depende de las
probable pero menos sencillo de lo que parece. Existen, en efec- tendencias. El taladro y el torno para madera pueden limitarse al
to, dos aparatos, huso aino (134) y taladro de pulidores de ágata
japonés (286), que tienen la misma forma, se utilizan en las mis- 6 El único testimonio de difusión extremo-oriental tan amplia como la del
mas zonas y que no tienen paralelos en otras partes, dos aparatos torno de hilar, y emparentado desde el punto de vistamecánico con el huso aína,
que se podrían considerar con razón como gemelos. El taladro se es la bobina rodada entre los dedos (442).

90 91
movimiento alternativo. El huso y el torno de hilar requieren un
movimiento continuo y rápido; otras (molino y torno de alfare-
ro) necesitan un movimiento regular y continuo, además de pe-
so. El volante es el órgano esencial del molino y del torno de
alfarero, lo mismo que la manivela es indispensable para el torno
de hilar. Nos da la impresión de que el tipo ideal de cada una de
estas máquinas busca un equilibrio entre dos órganos: existen
tornos y molinos sin manivela y numerosas devanaderas sin vo-
lante; los mejores son los molinos con volante muy pesado y
manivela de poca importancia, así como el torno de hilar, que
tienen un volante ligero y la manivela compuesta de un pedal. El
torno de alfarero es un pesado volante de madera que pone en
movimiento la pella de arcilla que va a ser moldeada (138). El
molino manual, muy corriente en Asia oriental (139), es en Eu-
ropa (nosotros lo hemos perdido en la zona de Bretaña en el si-
glo pasado) un volante con manivela más o menos complica-
da (140).
Los tornos de hilar y devanaderas tienen, por el contrario, un
volante ligero que desempeña la triple función de volante, sopor-
te para la correa de transmisión y desmultiplicación. En ellas se
busca la velocidad y no, como en el caso del molino o el torno, la
fuerza del impulso adquirido: para torcer un hilo no se necesita
vencer ninguna resistencia, mientras que hacer girar la pella de
arcilla o machacar grano precisan de la acción de una masa im-
portante. Por consiguiente, podemos ver cómo los tornos de hi-
lar y devanaderas desarrollan los medios de aceleración mediante 138

-
la manivela, el pedal y la desmultiplicación.

fi
De este modo, el movimiento circular continuo se divide en
dos tendencias: una, a la masa; otra, a la velocidad; la primera
tiene como resultado el torno y el molino y la segunda el torno
de hilar y la devanadera. Realmente, no podemos ver en ello ~-: I~"-
características étnicas, pues, en líneas generales, todos los pue- 139
blos que poseen una de ellas tienen también la otra. Estas nunca
se han planteado este tipo de cuestiones técnicas; el método que
suele seguirse es el de señalar la existencia de un objeto y después
la de otro objeto cada vez más parecido; pero apenas se ha hecho
hincapié en que aquel que tiene el huso posee también el movi-
miento circular alternativo, y aquel que tiene el torno de hilar
posee asimismo el molino y el torno de alfarero. No se ha estu-
-
140
diado lo suficiente la influencia recíproca entre los inventos; no
solemos darnos cuenta de que sin el torno de hilar no habríamos
tenido la locomotora. Sólo fue necesario añadir una caldera y

92
93
sustituir el brazo humano por el pistón, pues la biela ya estaba en El pedal ofrece tres formas: la primera parece ser el perfeccio-
el pedal, la manivela colocada en el torno de hilar al igual que en namiento del torno horizontal con cuerda (321); en Europa
los primeros vehículos mecánicos y el cambio de velocidad se (\ 36) y en China (\ 35) mejora al torno para madera. En una
hallaba potencialmente en las bobinas. segunda forma, completa un balancín o una polea: dos o varios
Poco queda por decir respecto del movimiento continuo por pedales (510) aseguran el movimiento de los lizos del telar en
agua y por aire. Los molinos de viento, así como los molinos de todo el continente eurasiático. Da la sensación de que esta apli-
agua y las ruedas de regadíos se hallan en los mismos pueblos cación es extraña al movimiento circular, porque contribuye
que el torno de alfarero y el de hilar, lo cual hace pensar más aún simplemente a hacer subir o bajar una parte del telar; pero, de
en influencias recíprocas. En estos casos, la aplicación de la fuer- hecho, aparece con mayor frecuencia en la zona de los aparatos
za es directa, continua y sin manivela, y la función del volante de movimiento circular con pedal. La tercera forma se adapta a!
no es muy importante en la rueda que recibe el impulso. Dicho movimiento circular continuo. Prolonga y completa la manivela,
impulso se transmite mediante un engranaje a las muelas, que permitiendo hacer girar con el pie el torno de hilar o la devana-
poseen las mismas características que las muelas manuales: velo- dera (\45). En el presente caso, el pedal va unido a una biela que
cidad reducida y peso del volante. El interés principal de estas se fija en la manivela: el movimiento rectilíneo del pie se hace
máquinas radica en el engranaje que transmite el movimiento oscilante en la biela para transformarse en la manivela en movi-
del árbol horizontal de la rueda motriz al árbol vertical de la miento circular.
muela o de la bomba. La manivela tiene en todas partes la misma forma (139 a
Acabamos de ver, pues, algunos de los inventos que se han 143). Las más sencillas están formadas únicamente de una pieza
realizado gracias al movimiento circular. Inventos que debemos (\ 39). Las más complicadas permiten conjugar con la biela los
tomar en el sentido más amplio, pues desconocemos el nombre esfuerzos de varios hombres, como el dispositivo de los grandes
de sus inventores e incluso de los pueblos donde se llevaron a molinos japoneses (140), perfeccionamiento claro de la palanca
cabo. (\ 19), puesto que los obreros no tienen que girar con la muela.
Una forma muy interesante, que habría podido revolucionar la
técnica de los taladros, es la del berbiquí (313). Casi no existen
Conservación de la fuerza más ejemplos, excepto en Europa, antiguo Egipto y Oriente Pró-
ximo, que el de Argentina, utilizado para producir fuego. Los
En la última parte del tomo Il, cuando estudiemos los inven- pueblos mal equipados tienen importantes dificultades para
tos, hablaremos de la existencia del invento individua!, puro e construir un aparato en el que el eje sea perpendicular a! plano
ideal, de la adquisición sacada de la nada, y de lo «nuevo»; mos- de ataque, pero cuyo vástago esté acodado; en Extremo Oriente
traremos que es mediante una cómoda abstracción como se nos se podrían haber superado fácilmente. Casi inevitablemente no
aparece el progreso a modo de camino jalonado de inventos. suele prestarse atención a las lagunas técnicas, y en algunos ca-
Después de grandes esfuerzos, podríamos citar algunos casos re- sos, sin embargo, son tan valiosas como los hechos. La escasez
lacionados con toda la historia de la humanidad y todas las ra- del berbiquí, cuyo movimiento circular es continuo, estriba, al
mas del pensamiento; muchos de ellos no resistirían un examen menos parcialmente, en que puede hacer un agujero con una
detenido. Lo que desorienta nuestros estudios es la continuidad, punta de movimiento alternativo. Este hecho parece tener rela-
en sus innumerables formas; no obstante, debemos admitir que ción con la relativa escasez del tornillo en el mundo' en efecto
hay que buscar la realidad investigando en esta continuidad, a con el taladro de movimiento alternativo, los desech~s de mate:
riesgo incluso de perder algunos puntos de apoyo. ria arrancados a la ida se echan a la vuelta, mientras que con el
En la vasta porción del globo que comprende Europa, el Me- berbiquí de movimiento continuo, si la punta no es una broca
diterráneo, Oriente Próximo, Siberia, Asia central, la india, in- con rosca de tornillo muy hueca, los desechos se interponen en-
donesia y Extremo Oriente, donde vemos por doquier aparatos tre la punta y el fondo del agujero, o bien se desprenden con difi-
de movimiento circular, hallamos las mismas mejoras. cultad.

94 95
El volante, órgano esencial del huso para hilar (137), es cono-
cido por un gran número de pueblos que ignoran cualquier otra
aplicación mecánica de dicho objeto. Los australianos (144) po-
seen una bobina que hace pensar en uno de los caminos que han
podido conducir al volante. Se trata de un eje con dos tablillas en
forma de cruz que sirven para detener el hilo embobinado en el
eje a medida que se va torciendo. Sólo con una ligera modifica-
ción de la técnica este tipo de bobina, destinada a recibir pasiva- . ,

mente el hilo torcido, se puede convertir, sin cambiar en nada su


forma, en un huso con volante en cruz. El taladro parahuso tie-
ne, como el huso (con el que se halla bastante emparentado) un 148
volante horizontal más o menos voluminoso. Él torno de alfare-
ro (138) normalmente no es más que un volante horizontal, en
cuyo centro se hace girar el trozo de arcilla. El volante vertical,
por lo que respecta a las sociedades estudiadas aquí, se limita casi
exclusivamente a usos de hilandería: torno de hilar (141, 154,
435 Y 436), huso aino (134) y máquinas para desgranar el algo-
dón. Dentro de estas máquinas desgranadoras (145) hay una que
ofrece toda una serie de curiosidades mecánicas: sus dos cilindros
son independientes, sin transmisión ni engranaje, lo cual es raro.
El cilindro superior gira cuando la mano mueve una mani-
vela. El cilindro inferior se mueve mediante un pedal que actúa 149
sobre una manivela con contrapeso; es un caso rarísimo fuera de
algunas aplicaciones en la mecánica moderna. Este contrapeso es
lo que forma el volante. Es difícil explicar la existencia de dicha
máquina en un país que, como el Japón, posee el engranaje, la
transmisión y el volante circular. Ni siquiera podemos acudir al
clásico recurso de hablar de una supervivencia, pues el torno de
hilar, que posee transmisión y volante, y la desgranadora del 150
Pacífico asiático, que tiene engranaje. están ligadas indisoluble-
mente al algodón. ¿Cómo admitir que una desgranadora de algo-
dón distinta de la desgranadora clásica haya existido en el Japón
antes de la introducción de dicha planta? Hay que atenerse sim-
plemente a los hechos mecánicos. Quizá debió de haber. como
un grado más de perfeccionamiento de la desgranadora manual
(151), una desgranadora con engranaje impulsada por un pedal
con volante circular; lo que hay en realidad es una máquina
bastante ingeniosa, pero técnicamente inferior a su prototipo en
un país en el que los demás aparatos de hilatura han recibido tan
considerables mejoras.
La correa de transmisión, según lo que ya hemos citado, pue-
de admitir dos divisiones. Es una simple correa rectilínea que
97
96
recibe la fuerza en cada extremo y que la transmite a un eje en rentes. La más grande conduce a la aguja y la más pequeña a la
los taladros de correa, de arco o de parahuso, o en los tomos de bobina, de modo que el hilo torcido, al girar la bobina más depri-
madera horizontales. Se unen los dos extremos de manera que sa, se va enrollando. La tensión de las correas se regula mediante
formen un bucle sin fin en el torno de hilar y en ciertas instala- un tomillo; si están muy tensas impiden que las ruedas patinen,
ciones hidráulicas. El engranaje supone un grado de perfecciona- con lo que el hilo está poco torcido antes del encanillado; y si
miento propio de los pueblos muy bien equipados. La rueda están flojas permiten que patinen durante unos momentos antes
hidráulica con correa (146) es un ejemplo comparable, por su del encanillado, haciendo que el hilo se tuerza al máximo. Basta
sencillez, a la bobina australiana. En su uso normal, el engranaje con inventar un dispositivo que haga pasar el hilo de una rueda a
debe transmitir a una rueda la fuerza que recibe directamente otra para obtener el cambio de velocidad.
otra rueda. Las relaciones de diámetro entre las dos ruedas impo- Todos estos aparatos van consumiendo la fuerza a medida
nen la desmultiplicación. En hilatura, encontramos ruedas que que la van recibiendo; reservar la fuerza para consumirla en el
se ponen en movimiento por simple fricción (147), lo cual no momento propicio, es decir, obtener el automatismo, es un pro-
puede aplicarse más que a órganos ligeros (bobinas, por ejem- blema ya resuelto por la mayoría de los pueblos, aun los dotados
plo). Dichas transmisiones por fricción se emplean en encarreta- de los medios más sencillos. Un primer estado consiste en con-
doras o en canilleras de Europa y Extremo Oriente; cuando acci- servar la fuerza sin soltarla. La fuerza de cada mazazo se conser-
dentalmente la bobina encuentra una resistencia, patina, y así se va gracias a la cuña con la que se parte un tarugo o la que se
evita que se rompa el hilo. Los engranajes pesados son bastante introduce entre las piezas de una prensa (156).
raros en Extremo Oriente (148 y 150), mientras que el mundo Un segundo estado consiste en colgar un peso que restituya
mediterráneo y Europa los utilizan mucho para los molinos e en un momento dado la fuerza que se ha empleado para levan-
instalaciones hidráulicas (149). Por último, en todo el ámbito de tarlo. Es la solución corriente de todas las trampas con peso
torno de hilar oriental (de Indonesia al Japón) encontramos la (157) o con escotillón (158), de los relojes y dispositivos con
desgranadora de algodón (151), cuyos cilindros tienen un engra- pesas (asador y soporte con péndulo).
naje de tornillo. El tornillo es un objeto poco extendido, salvo en El tercer método se basa en aprovechar la elasticidad de un
Europa; lo encontramos a lo largo de las costas del Pacífico asiá- resorte. Se utiliza sobre todo en las trampas. Por ejemplo, en las
tico en usos muy limitados y bastante recientes casi todos. Los trampas de resortes sujetos por un extremo, corrientes en África,
esquimales orientales son los únicos primitivos que emplean el Oceanía (159) y el Pacífico Norte; y en trampas de ballesta, que
tornillo para fijar determinadas puntas de lanzas de marfil, aun- hallamos en África (160), Siberia y Japón. El arco de caza o de
que probablemente lo tomaron de los colonos escandinavos que guerra mantiene durante un momento la fuerza de la flecha; la
poblaron la costa sur de Groenlandia desde el siglo XI hasta ballesta puede estar tensa, como en la trampa de ballesta, tanto
el XV. tiempo como se precise para realizar el acto de caza.
El complemento de un engranaje es el trinquete. Se conoce su El resorte sujeto en un extremo es universal. En la Guayana
principio en los aparejos de tensión (121 y 152), en los que es encontramos una trampa que se dispara automáticamente tan
preciso evitar que un cilindro se vuelva hacia atrás; podemos ver pronto como entra el pez. El fuelle de Borneo (106), el torno
algunas aplicaciones (149) de este accesorio en los engranajes para madera (136), la caja cuya tapa se cierra automáticamente
antiguos de Occidente. por efecto de una laminilla de bambú (Indonesia), los juguetes
La desmultiplicación. tan corriente en nuestra mecánica de mecánicos de bambú (Japón y China), los candados con ojo
estos últimos siglos, fuera de Europa sólo está representada por el (161) de Europa, Japón y África negra, así como las baterías de
torno de hilar y la devanadera orientales (147, 153 Y 154); en la sílex o de mecha de las armas de fuego son algunas de las aplica-
rueda grande suele estar casi siempre la manivela. El torno de ciones entre las muchas que hay del resorte.
hilar de Europa occidental es el único que posee un mecanismo Finalmente, las máquinas de agua, como el mazo hidráulico
de desmultiplicaciones combinadas (155 Y436). Las dos correas (129) o las presas de ruedas hidráulicas ofrecen otra posibilidad
de transmisión del volante mueven dos ruedas de diámetros dife- de acumulación de la fuerza motriz.
98 99
Este examen de las fuerzas y de la mecánica es muy incom-
pleto; debemos tener en cuenta que la etnología no ha realizado
aún estudios en esta dirección. Los que estudien esta cuestión
con más profundidad retocarán probablemente las divisiones
que hemos propuesto a partir de ejemplos todavía poco numero-
sos. Ya hemos visto que la cerbatana, el huso aino y la desgrana-
dora de algodón japonesa no son solamente parientes técnicos
del pistón, del taladro con tablilla o de la desgranadora de torni-
llo, sino que plantean a su manera el problema de los orígenes.
¿Son vestigios o regresiones? ¿Se trata de préstamos perfecciona-
dos o incomprendidos y bastardos? ¿Son inventos locales, fecha-
156 bies y espontáneos o se puede ir determinando sus prototipos
gradualmente? En definitiva, ¿es esencial preocuparnos por cues-
tiones de fondo histórico? Excepto los textos que prueban un
invento con fecha y lugar, no poseemos otro testimonio que la
presencia de una técnica, a veces fechada con relativa precisión,
en un punto geográfico determinado. Generalmente, el aparato
histórico se construye a partir de un razonamiento lógico; noso-
tros no somos más competentes en este terreno que los filósofos
del XVIII que investigaban sobre el invento de la tejeduría o de la
157 agricultura. Sucede simplemente que los datos arqueológicos son
más abundantes, pero aún insuficientes. Antes de pretender re-
solver el problema del origen de los dispositivos mecánicos, re-
sulta imprescindible establecer un cuadro sistemático de ellos,
como el que hemos intentado esbozar en estas páginas. No sola-
mente asegura la posibilidad de ordenar el dato histórico, sino
también el medio de realizar una crítica de las hipótesis mostran-
do los lazos que, paralelamente a la evolución propiamente his-
tórica, existen entre las aplicaciones de los mismos principios
mecánicos en el seno del equipo técnico de una misma cultura.
Así pues, más que de casos inventariados aisladamente, podemos
tratar de conjuntos de herramientas o de máquinas.
La etnología se ha dedicado en distintas ocasiones a buscar
una definición de la herramienta, del instrumento o de la máqui-
na. Tal distinción sólo interesa de manera accesoria a nuestro
objetivo. Una definición tecnológica del instrumento sería poco
161 interesante, ya que el término responde a una noción de uso
común: una herramienta, un arma o una máquina son los ins-
trumentos de una determinada técnica; el término resulta útil
porque conserva simultáneamente un sentido amplio y preciso.
Entre herramienta y arma, la distinción tampoco posee un valor
tecnológico: un mismo cuchillo, utilizado con el mismo modo de
100
101
percusión, puede servir de herramienta o de arma según la natu- III
raleza del objeto al que se aplique. El hecho de cortar madera lo
convierte en una herramienta; si se utiliza para cortar pan, se LOS TRANSPORTES
torna en un instrumento de mesa, a menos que se trate de un
cuchillo de carnicero, en cuyo caso se considera como herra-
mienta. Degollar a una oveja lo convierte igualmente en herra-
mienta, mientras que será un arma si se utiliza para el mismo
acto pero aplicado a un hombre, lo cual pone totalmente de
manifiesto el carácter no tecnológico de las palabras considera-
das y explica que en estas páginas nos atengamos al uso común.
En cambio, la definición de la máquina requiere un examen
tecnológico. Se piensa normalmente que la distinción entre la
herramienta y la máquina se establece a partir de un cierto grado Estudiamos los transportes en este lugar sólo por simple co-
de complicación mecánica. Ello supone algunos órganos de modidad; normalmente, se habla de ellos al final de las técnicas
transmisión y de conversión de la fuerza, pero no necesariamen- generales, después de la vivienda; pero nuestro plan (fabricación,
te de amplificación. En este sentido, los instrumentos que preci- adquisición y consumo) hace que los transportes sean más bien
san de la fuerza humana inmediata y de una transmisión rectilí- un instrumento de la adquisición. Por otro lado, la posición sis-
nea directa o rectilínea amplificada (cuchillo, 290-294; sierra, temática sólo tiene aquí una importancia muy limitada; el bus-
304-308; arpón, 719-727 y mazo pisón, 859) no son máquinas. car alguna relación lógica o filosófica entre la fabricación, la ad-
Sucede lo mismo con respecto a los instrumentos que necesitan quisición y el consumo resultaría un esfuerzo vano. En la
la fuerza humana inmediata y transmisión circular directa (huso, realidad no hay ningún orden determinado; volvemos a insistir,
137, y taladro manual, 133). Por el contrario, los instrumentos pues, en que los transportes figuran en este lugar únicamente
de transmisión rectilínea transformada en circular (taladros de porque hace falta seguir un orden y porque resulta cómodo decir
cuerda, de arco y de parahuso, 37-40; tornos, 135, 136, 320 y «fabricamos una herramienta o un arma -y nos desplazamos-
321, Y la muela con biela, 140) y los de transmisión circular para adquirir un vegetal o un venado, que sirva para alimento,
desmultiplicada convertida en circular o en rectilínea (triturador vestido o vivienda».
con cilindros, 148, y prensa con tornillo) son máquinas, tanto si Según nuestra opinión, las cuestiones del transporte sustitu-
la fuerza aplicada es la fuerza humana inmediata, como si es el yen a las que se refieren a los movimientos puros, tratados por la
agua o el aire (perforadora hidráulica, 312, mazo pisón de agua, antropología anatómica, la lingüística o la historia escrita. En
129; molino de viento, martillo pilón, etc.). efecto, podemos percibir las migraciones gracias a los objetos
Según estos datos, la máquina se muestra como un dispositi- transportados de un punto a otro. A principios del presente siglo,
vo que no sólo suele llevar incorporada una herramienta sino podía representarse al mundo poblado de nómadas y de seden-
que, ante todo, necesita uno o varios gestos. La ballesta, que tarios. Los nómadas habrían sido pastores o cazadores, y los se-
integra el gesto de tensar la cuerda y lo restituye en el momento dentarios agricultores sujetos a su gleba; los intercambios de ob-
de tirar, es una máquina, como el torno para madera o el torno jetos entre civilizaciones alejadas habrían tenido como vehículos
de alfarero, que transforman el impulso humano en un movi- a los pastores nómadas sobre todo. Esta visión tan simplista ya
miento circular continuo o alternativo. El telar se torna en má- no resulta apenas válida, pues ni siquiera sirve para explicar las
quina no a partir del momento en el que deja de ser un sencillo posiciones respectivas de los escasos nómadas auténticos y de los
bastidor en el que los hilos se levantan manualmente, sino a verdaderos sedentarios, más escasos aún. En la realidad, todos
partir del momento en que el levantamiento conjunto de los los pueblos se benefician de una relativa estabilidad, aparente y
hilos se lleva a cabo mediante un dispositivo de prensión que (en una medida que a menudo es la política) ficticia. Algunos
sustituye a los gestos de los dedos del ejecutante. llevan una vida que les obliga a recorrer una extensión general-

102 103
mente bastante amplia pero, no obstante, circunscrita: nos referi- el centro-sur del Asia oriental que habría estallado bajo la pre-
mos a los pastores y algunos cazadores-pescadores como los es- sión de algún invasor al que nuestra imaginación suele confundir
quimales, cuyo ciclo de nomadismo es anual; cada primavera o fácilmente con un caballero mongol de las estepas del Asia cen-
cada otoño los sitúa en el mismo marco que la primavera o el tral. Sobra estas teorías de los movimientos volveremos a hablar
otoño anteriores '. Algunos agricultores siguen también dicho ci- más tarde; por el momento quedémonos con lo esencial. Para
clo anual: en la China antigua se trasladaban de las chozas ligeras representarse los movimientos aparentes de los objetos y de las
construidas en terrenos de cultivos a las casas de invierno de los instituciones, la mente acude primero a la imagen fácil de la
pueblos; otros grupos, a causa del agotamiento de su suelo, se invasión. Si tenemos asientos, techumbres de tejas o arados es
ven empujados a abandonar durante algunas temporadas su há- probablemente porque la oleada de algún movimiento guerrero
bitat: así hacen los bobos de Alto Volta, que trasladan su poblado nos los ha traído; pero, cuando se trata de Europa, la Historia
cuando las cosechas son insuficientes o cuando el ganado enfer- siempre está presente; a nadie se le ocurre afirmar que una inva-
ma y las mujeres se vuelven estériles; y así hacen también los sión china nos ha legado la seda ni que una incursión de pieles
koniagui de Guinea, que (en ocasiones, incluso varias veces al rojas trajo a Occidente la patata y el pavo. Ante estos casos parti-
año) llevan el poblado y las plantaciones que lo rodean a pastos culares, podemos imaginarnos perfectamente que algunos hom-
fecundados por el estiércol de las manadas, y, a la inversa, sus bres, recorriendo enormes distancias, o cientos de comerciantes,
animales se encargan de tener roturadas y abonadas las zonas de pasando un objeto de mano en mano, pudieron dar a un pais
cultivos abandonados. En otros casos, un grupo se ve obligado a una sola muestra de cualquier objeto de interés, que se hizo po-
trasladarse como consecuencia de la guerra. Se debe tener muy pular en algunos meses o en algunos años.
en cuenta este aspecto de los movimientos, al que se alude con Pero inmediatamente, con una singular obstinación, volve-
frecuencia. Con relación a los pastores mongoles, a los esquima- mos a la imagen de los caballeros galopando en el horizonte.
les, los koniagui y los gitanos, podemos hablar de nomadismo o Atila y Gengis-Khan son responsables de esta inclinación de la
de seminomadismo indiferentemente; este tipo de nomadismo es mente. Una invasión puede arrasar a una civilización; pero es
en realidad una variedad de establecerse en un lugar; resulta inte- algo que hay que demostrar, pues lo mejor permanece siempre
resante porque el pueblo que lo practica posee un material ligero escondido; puede fecundar produciendo en el pais el efecto del
y fácilmente transportable, pero los transporta tan sólo por una rodillo que va curvando los tallos jóvenes (las hordas tártaras
zona muy circunscrita. Desde que se les conoce, se puede afirmar provocaron así la unificación de Rusia), pero nunca tiene como
que los esquimales ocupan siempre el mismo lugar; ninguno, resultado directo el progreso. Y menos aún origina una circula-
sólo por nomadismo, ha llegado más allá de cincuenta o cien ción intensa de objetos útiles: los intercambios que hicieron posi-
kilómetros fuera de su hábitat. El estado nómada es estable, apa- bles los «tártaros- de la Edad Media entre Europa y Oriente son
cible y, aunque parezca paradójico, sedentario, en el sentido am- considerables, pero no corresponden en absoluto a sus períodos
plio de la palabra. De manera distinta, también resulta interesan- de movimiento, sino, muy al contrario, a sus largos intervalos de
te el caso de los movimientos provocados por el hambre, la paz entre dos épocas de agitación.
curiosidad, el miedo o el incentivo del lucro. Con relación a esto, Así pues, sin dar un valor demasiado riguroso a la distinción,
todos los pueblos son nómadas; el éxodo de 1940 es para noso- nos inclinamos más bien a ver en los movimientos dos cosas
tros un ejemplo terriblemente evocador. En todas las investiga- muy diferentes: la primera, pacífica, que aporta lo mejor de las
ciones históricas encontramos desechos que evocan bastante adquisiciones técnicas por la acción del comercio; y la segunda,
bien el estallido: todo el Extremo Oriente está salpicado de ara- guerrera y migratoria, más importante para la antropologia que
dos, ruecas, cerdos, aves de corral y armaduras con plaquitas para el tema que ahora nos ocupa. Toda la historia de la humani-
articuladas que hacen pensar en una rica civilización situada en dad está sembrada de hechos tan amplios; pero en el fondo no se
trata más que de pueblos que se empujan, de comerciantes que
I A. LEROI-GOURHAN. El gesto y la palabra. Vol. 1: Tecnica y lenguaje. Vol. truecan fusiles por pieles u oro, misiones que se extienden con el
11: La memoria y los ritmos, París, Albín Michel, 1964-1965. cristianismo, el budismo o el islam, armas, tejidos, instrumentos
104 105
de música, relojes o arneses. Cuando se presenta una feliz casua-
lidad, nuestra ciencia desenreda un cabo del ovillo pero tiene que
plantear hipótesis trabajosamente por lo que respecta al resto.
Los objetos de transporte se hallan distribuidos en cuatro gru-
pos: los que sirven para llevar encima, los que transportan me-
diante arrastre, los que ruedan y, por último, los transportables
en barco. Además de los cuatro grupos mencionados, hay que
contar con las vías de comunicación y sus instalaciones, carrete-
ras, puentes y señales. El término porteo (tanto referido a hom-
bres como a animales) se aplica a la acción de transportar sin que
el continente (saco, cuévano, albardas, etc.) toque el suelo. El 162
arrastre, tanto para el hombre como para los animales, es la
acción de desplazar una carga cualquiera con la ayuda de un
vehículo arrastrado por el suelo. El transporte rodado es el que se
realiza mediante todos los vehículos que marchan sobre rodillos
o sobre ruedas.
-\,

EL PORTEO HUMANO :¡II


171
El modo más sencillo consiste en transportar los objetos lle- 163
vándolos directamente (con una o dos manos para la misma
carga o con dos manos para dos cargas que se equilibran). Si la
distancia que hay que recorrer es bastante grande, la carga se
cuelga de un portabultos (esquimales), se mete en un saco (Mela-
nesia, Indonesia, China, Japón, Siberia, esquimales y América
del Norte), se envuelve en un trozo de tela que se anuda (Japón),
o bien se pone en una cesta con asas (África blanca y del este), en
un odre, en una calabaza o en un cubo (162) (estos tres si se trata
de fluidos), un recipiente de paja o corteza (163), o bien en una
caja con suspensión flexible o rígida. Hay tal cantidad de este
tipo de medios que los ejemplos citados sólo sirven de simple
referencia; lo mismo cabe decir en cuanto a los casos siguientes.
Su única finalidad es la de mostrar el carácter casi universal de la
mayoría de dichos métodos de portes. 169
173
El porteo sobre la cabeza ofrece testimonios en Europa occi-
dental (164), así como en África (165), Melanesia (166), en algu-
nas zonas del Japón (167), Indonesia (168) y en América central
(169). En la mayoría de los casos, entre el objeto que se va a
trasladar y la cabeza se pone un trozo de tela enrollado en forma
de corona o un rodete de paja.

106 107
El porteo en el cuello sólo se hace con bolsas o cajas bastante
ligeras que cuelgan por delante del pecho; los ejemplos abundan
en todas las regiones del globo.

El porteo en la espalda permite transportar cargas pesadas a


distancias más largas. Puede llevarse a cabo, como sucede en
África del norte (170), sin otro medio que las manos, pero nor-
malmente una cuerda sujeta la carga. Dicha cuerda puede ser
colocada en la frente, como se hace en el Congo, Uganda, en
toda la zona india de América, entre los cariacos de Siberia 17G
175
(171), los ainos (172) y en Malasia (173),

Lazo o banda sobre el pecho, con apoyo en las clavículas es


característico del Pacífico asiático; Japón (174), Indochina, Indo-
nesia, Sur de la India e islas Andaman (175), así como de Améri-
ca: esquimales de la bahía de Hudson y en el Brasil. También se
puede encontrar de manera esporádica en otros sitios, especial-
mente en Kabilia (norte de Africa).

Un lazo en bandolera es universal, como el porte sujeto con 177


un lazo al hombro.

Carga sujeta con dos cuerdas a los hombros es el medio ideal


para grandes distancias. A veces, se limita a una sola cuerda,
cuyos cabos se sujetan con las manos (176); pero el más corriente
tiene auténticos tirantes (179), en particular en el caso del cuéva-
no y la soguilla de mozo de cuerda, Ambos objetos son comunes 182
a Europa y al Pacífico asiático, El cuévano, en Extremo Oriente, ISO
es el accesorio normal de la cosecha; todos los grupos de Indone-
sia, Malasia e Indochina (177) hacen uso de él. En China y Ja-
pón, se utiliza para la recolección del té, hojas del moral y hier-
bas, América, sobre todo en la costa del Pacífico, ofrece
numerosos ejemplos hasta Tierra del Fuego. El cordel del mozo
de cuerda (178) se utiliza desde Malasia hasta el Japón para
transportar leños, gavillas y fardos, 184

El porteo sobre el hombro, sin ningún accesorio, es universal;


a menudo se utiliza un palo como palanca para que la carga
pueda estar más equilibrada y sujetarse mejor, y a veces también
se acude a una segunda palanca (180), caso este último de porte
con palanca sobre los dos hombros.
109
108
La carga en equilibrio sobre el hombro, aplicación del aparta-
do de las fuerzas dedicado al balancín, tiene como centros princi-
pales: Europa occidental y oriental (181), donde se emplea para
el transporte de cubos; Extremo Oriente (desde Indonesia hasta
Japón, aplicado a los transportes más variados) (182 a 184), y
América central (Méjico y Panamá).

185
Distintas formas de llevar a un niño
En la presente enumeración conviene incluir al niño, que,
dada su constitución, ha originado algunas modificaciones en los
métodos de transporte humano: se puede llevar a un niño en
brazos, según la costumbre europea, que es asimismo la de nu-
rnerosos grupos indios de América, y que accidentalmente se
practica en todas partes. Pero el llevarlo sobre la cadera (185)
está más extendido; es un uso característico de las zonas cálidas
del globo, allí donde, al no ir el niño enfajado, resulta más fácil 190
189
ponerlo a caballo sobre la cadera.
Llevar el niño en la espalda es bastante frecuente. Fuera de 188
Europa, esta costumbre está extendida casi por todas partes. Se
pueden encontrar testimonios en África al menos desde el Egipto
del Imperio Medo (2000 antes de Cristo). Los pueblos que cono-
cen el porteo de una carga sujeta con una banda a la frente, lo
utilizan para llevar a los niños, por ejemplo, los ainos (186) y los
botokudos del Brasil.
El porteo en bandolera, empleado para sujetar al niño cuan-
do se lleva en la cadera, es propio del sureste del Pacífico: Nuevas
Hébridas, Malasia (187) Yel sur de la India. La cuna ligera ama-
rrada al cuerpo, utilizada desde Noruega hasta Islandia (lapones,
fineses, siberianos e indios de América del Norte), se transporta
fundamentalmente en bandolera. Las mujeres ostiacas y laponas
casi siempre llevan consigo a los niños durante sus trabajos o EL PORTEO ANIMAL
cuando salen fuera de casa.
El porteo en la espalda en un manto no es muy frecuente; La utilización de los animales para el transporte plantea el
conocemos tres zonas donde se practica: África central (189), problema de la domesticación, que expondremos en las páginas
donde se envuelve al niño en el manto, que pasa en bandolera dedicadas a la cría de ganado'; por ahora nos contentamos con
por el hombro derecho; en China y Japón, utilizan un cinturón o decir que los animales que se utilizan para el transporte son los
cordones (190), que se cruzan las porteadoras por el pecho; y équido, (caballo, burro y mula), los bóvidos (buey, búfalo, cebú
entre los ainos (186) se da una variante con sujeción en la frente. y yak), los camélidos (camello, dromedario y llama), el reno, el
Los esquimales colocan al niño en la espalda sujeto en su blusa elefante y el perro. Esta serie abarca la totalidad de los mamíferos
tan especial, repartiendo la tracción entre los hombros y el pecho
por encima de los senos. 2 Segundo volumen: Técnica de adquisición. La erra.

III
llO
domésticos. No sabríamos decir si el transporte corporal se prac- partir de una fórmula única, nacida, al parecer, en las estepas de
ticó primero que el arrastre; por lo que respecta al transporte Asia: la de la montura con estribos. El estado anterior, Ilu~trado
rodado, en la mayoría de los casos parece seguir al arrastre, pro- por la equitación asiria o por la de la antigúedad grecolatma, s~
bablemente el más primitivo. Todos los animales citados, excep- conoce gracias a los pueblos que han dejado una Iconografía,
to la llama, quizá, se usan tanto para el porteo como para el pero la cuestión de la anterioridad del carro sobre la Silla de
arrastre; el transporte rodado suele utilizar a los équidos y los montar, de su aparición en regiones diferentes o en un rrusmo
bóvidos, y muy raras veces a los otros animales. No podemos centro geográfico no está aún lo suficientemente esclarecida.
afirmar tajantemente que determinadas especies sean aptas para
formas de transporte concretas; cada una puede servir para bestia La albarda y la silla. Sus piezas esenciales son idénticas en
de carga, para arrastrar o para tirar del carro. El que el perro sea todo el mundo. Dos piezas arqueadas, el fuste delantero Y el
el animal que se engancha al trineo y la llama sirva exclusiva- trasero, están unidas por dos travesaños, las bandas, que .se apo-
mente para transporte a lomo, se debe sólo al influjo del medio yan en las costillas del animal (191) para formar el arzon, Las
físico o social; trasplantados a Europa, el perro y la llama suelen bandas pueden ser acolchadas y ponerse directamente sobre el
ser bastante aptos para tirar de ligeros vehículos de ruedas. pelo del animal (Europa), pero normalmente se interpone una
manta gruesa (193 Y 194) o una almohadilla adaptable. La suje-
ción está siempre asegurada por una cincha SItuada generalmen-
El caballo te detrás del codillo, y a veces todavía más atrás (191). En este
último caso, Ynormalmente cuando el terreno es accidentado, se
La historia del origen y difusión del caballo es uno de los previene el deslizamiento de la albarda o de la silla mediante una
ámbitos de la zoología y de la historia aparentemente mejor co- correa y una grupera (191, 194 Y 19S). En Europa, aSI como en
nocidos. En efecto, se han escrito miles de páginas sobre este los arneses árabes y mongoles, se usa una gamarra que afianza la
tema; pero únicamente son precisas con relación a ciertas razas cincha al ronzal o a la correa del pecho (19S). La albarda se
que, en el transcurso de los últimos siglos, interesaron a Europa compone, ya de aros o barras para sujetar la carga (191), ya de
por sus características, como el caballo de armas, el de carroza o un bastidor para colgar cestos o sacos (192), ya directamente de
el de carreras. Se han hecho numerosos y minuciosos estudios cuévanos, asientos o ganchos (20S). El asiento de la montura,
sobre los esqueletos de caballos inhumados en las tumbas guerre- salvo en Europa, generalmente es amovible; consiste en una
ras, pero no hay aún ningún trabajo de conjunto. En cuanto a las manta o cojín grueso que se asegura en los dos fustes (19S), que
técnicas de amaestramiento, de conducta y de arreos escasean son más altos que los de nuestra montura actual. En Europa y
todavía más los estudios; a excepción de un trabajo útil, pero Extremo Oriente, en particular en Japón, es comente que la silla
muy incompleto', casi no existe una literatura que profundice en sea de cuero.
estos temas. Así pues, debemos quedarnos en un plano general. En todas partes, la brida va acompañada de un ronzal com-
La constitución anatómica del caballo impone la forma de puesto de una muserola, quijeras y cabezada (191 a 196); el bar-
los dispositivos destinados al transporte, tracción y dirección. Así boquejo y la frontalera se encuentran a la vez en Europa, Extre-
pues, sería normal encontrar ejemplos de convergencias que po- mo Oriente (191) Yen la brida árabe (19S) pero en muchos casos
drían dar pie a la hipótesis de varios centros de innovación. En pueden faltar. El bozal se utiliza accidentalmente casi en todas
efecto, dichos centros existen al nivel del segundo grado: el mun- partes. . '
do turco-mongol, el árabe y el mundo de influencia europea, El bocado sólo ofrece dos vanantes: en la pieza de la boca o
desde finales de la Antigüedad, han marcado corrientes de in- caña actúa sin efecto palanca (filete, 193 a 197); en otra, median-
fluencia que todavía pueden apreciarse. Pero todo esto surgió a te la acción de una barbada, las ramas hacen palanca y obligan a
la caña a ejercer una presión mucho más fuerte en la q~IJada del
3 Comandante LEFEBVRE DES NOETTES, L 'auelage. le cñeval de selle ti travers caballo (bocado de brida). Al parecer, el mundo asiatrco solo
les dges, París, Picard, 1931. utilizó el filete quebrado (197) o de una sola pieza, El bocado de

112 113
brida aparece simultáneamente al desarrollo de la caballería de
combate europea. Una variante del Mediterráneo (bocado «ára-
be», 198) utiliza un aro en vez de la barbada. En torno a estos
dos tipos principales existen numerosas variantes que se utilizan
simultáneamente en Europa. Pero el bocado no es el único me-
dio de conducir un caballo: los caballeros númidas utilizaban un
simple aro pasado en forma de collar por el pescuezo. También
tenemos testimonio de un sencillo ronzal compuesto de dos rien-
das o una serreta. ronzal en el que la muserola se halla armada
de una pieza de metal que presiona en la nariz del caballo.
1% La evolución de la silla de montar se conoce mal, a no ser
desde la Edad Media y en lo relativo principalmente a Europa.
Morfológicamente, podemos'considerar dos grandes tipos: el de
la Antigúedad, época en que, después de un tiempo de montar a
pelo, comienza a utilizarse una simple manta sujeta por una
sobrecincha, y, posteriormente, una manta con burletes asegura-
da en los fustes. Ese es el momento en que se unen la silla-manta
y el arzón de la albarda. La manta se apoya en las bandas y
forma el asiento; por su parte, los arcos de los fustes completan
los burletes por delante y por detrás. Esta forma aún subsiste
197 entre nosotros. Parece ser que la evolución que acabamos de ver
se centró, hasta finales de la Antigúedad, en el ámbito occidental
de la equitación: de Asiria a Roma, va desarrollándose una serie
194 de variantes con el fin de conseguir una solidez en la montura
que compense la ausencia de estribos en las exigencias del com-
bate. Por el contrario, no muchos siglos antes de nuestra era,
China cuenta ya con el estribo, que parece ser una adquisición
del Asia central antigua. Gracias a las invasiones de los pueblos
de la estepa en Europa, el estribo fue introduciéndose de manera
198 gradual en Occidente, donde completa a la montura; resulta difí-
cil distinguir los múltiples préstamos que se realizan a partir de la
alta Edad Media entre las diferentes caballerías del viejo conti-
nente. Las sillas mongola, china y japonesa continúan con la peri-
lla y el arzón trasero realzados moderadamente; la montura del
mundo árabe aumenta sensiblemente la altura de dichas piezas,
que en Europa, dadas las necesidades del combate con lanza,
adquieren unas considerables proporciones.
Parece ser que la espuela no tuvo un foco de irradiación cen-
tro-asiático, al menos no aparece en Europa central (204) hasta
la Edad del Hierro y se desarrolla fundamentalmente en la zona
mediterránea y en Europa. El estribo de Asia central está abierto
por dos lados y tiene una base de anchura variable (193, 199 y
114
115
200). El estribo occidental y el árabe se ensanchan por las mis- En este apartado dedicado al caballo conviene incluir al bu-
mas razones que aumentan la parte delantera y trasera de la silla, rro y al mulo, animales que a menudo llevan silla (mula europea
es decir, para asegurar el máximo de estabilidad. Sin embargo, en y abisinia), pero que, a causa de su rusticidad, se les ha encasilla-
las fronteras del Islam (Abisinia y Sudan), el estribo no tiene una do normalmente en el uso de la albarda. Son característicos de
suela ancha, sino que es un simple aro (195), en el que se intro- Europa y la zona mediterránea. En Oriente, el burro se utiliza
duce el pulgar del pie descalzo, hecho de carácter local justifica- más bien como animal de carga, aunque, al igual que la mula, en
do en parte por dos rasgos del medio: carencia de medios para China se le destine para muchos usos. Poco hay que decir sobre
forjar un ~stnbo grande y ausencia de calzado que cubra el pie; sus arneses, idénticos, salvo en sus proporciones y riqueza de
justificación, como hemos señalado, parcial, ya que la monta materiales, a los del caballo. El bocado está reservado para los
con los pies descalzos no implica en otras partes modificaciones animales con montura. Como en el caso del caballo con albarda,
del estribo. En Europa, encontramos de manera esporádica estri- para el burro y el mulo de carga son suficientes un ronzal y una
bos con base circular, sobre todo en zonas de invasión árabe' correa.
también hay estribos con la delantera cerrada por un enrejado' Por último, otra modalidad de transporte, esporádico en Eu-
En las proximidades de la zona mongola (lolos del Tíbet y Japón) ropa y en Asia, es la litera llevada por dos caballos o dos mulas
el estnbo llene la forma de semi-cuña hueca para que se pueda (206). Podemos observar una relación entre dicho modo de
introducjr la punta del pie. La coexistencia de esta forma en el transporte animal y la silla de manos o el palanquín, empleados
Tíbet y el Japón es más importante de lo que parece a primera casi por doquier; pero este hecho requiere un control preciso,
vista, pues se halla incluida en un haz muy denso de caracteres pues la litera normalmente no se halla atestiguada en los mismos
que militan en favor de lejanos contactos con un mismo centro puntos geográficos que la silla de manos.
de civilización. Nos inclinamos a pensar con razón que fueron
los mongoles quienes transmitieron la silla y el estribo a los lolos
ya los japoneses y, sin embargo, la estepa no ofrece ejemplos del Los bóvidos
estnbo-cuña; más aún, en Japón, entre el siglo [[ y el vencontra-
mos tanto el estribo mongol (200) como el estribo-cuña, que, El empleo sistemático de los bóvidos para el transporte, por
nrosresivamenre (202 y 203), va adquiriendo la forma actual la lo que respecta a la época actual, es propio sobre todo del Asia
cual presenta una particularidad de uso, ya que el pie se pone central y oriental, y esporádico en África. Es posible que en una
atravesado, apoyándose sólo en el pulgar y dejando libres los de- época en la que el mundo occidental no tenía aún carros, se
más. Las fuentes resultan insuficientes y aparecen múltiples solu- utilizase el buey como animal de carga; pero desde hace SIglOS su
crones en un ámbito del que, no obstante, tenemos una cantidad empleo normal es el arrastre o el transporte rodado, donde desa-
muy respetable de documentos fechados. Dichas fuentes halla- rrolla sus mejores cualidades físicas. En Extremo Oriente, su uso
rían otras ilustraciones en la espuela, considerada como muy más corriente es también como animal para el arado o el carro,
occidental y difundida mediante las invasiones árabes mientras aunque determinadas condiciones del medio han favorecido la
que las excavaciones checas de la época romana (204) ya ofrecen aplicación de la albarda a los bóvidos. Una albarda igual a la del
de esta espuela numeros ejemplos que se suelen atribuir al influ- caballo (20?), distinta tan sólo en la mayor abertura de los arcos
JO muy cercano de la estepa. Podemos esperar que algunos pro- (simple adaptación anatómica). Los arreos constan de una correa
blemas (sobre los que es fácil decir más de lo que aquí se ha de pecho y de grupera. En el burro, la cincha se pone más atrás
dicho) sean estudiados fructuosamente el día en que la investiga- que en el caballo, también por motivos anatómicos.
cion pierda su carácter heroico e individualista actual y en que Se puede ver un estrecho parentesco histórico entre la albarda
algunos organismos de investigación sistemática proporcionen al del caballo y la del buey, pero ningún argumento irrefutable lo
mvestígador todos los conocimientos desperdigados en todas las ha demostrado todavía. Al buey se le ponen albardas en dos
colecciones y museos del mundo, o bien publicados en las más circunstancias: cuando, como ocurre en el Tíbet, los caminos no
diversas lenguas. son adecuados para el tránsito rodado como consecuencia del
JI6 JI7
relieve montañoso, o cuando, como en el caso de China y Japón,
las angostas sendas de los arrozales impiden el paso de los
vehículos con ruedas. En efecto, en las zonas citadas es el buey el
que lleva el arado al arrozal por esos estrechos senderos, labra,
rastrilla, transporta en sus albardas la cosecha hasta la carretera y
lleva el yugo para tirar de un carro. Si bien es corriente encontrar
al caballo con albardas en los caminos del Japón, es excepcional
y accidental ver al buey en esas condiciones, a no ser en las
proximidades de los arrozales.
Apenas se conocen ejemplos de búfalos o cebús con albar-
das '; tanto uno como el otro sirven normalmente para ser mon-
tados por los pastores que los conducen, pero sin llevar ninguna
montura. En cambio, el yak tibetano y el buey de las zonas bajas
de las regiones montañosas del Asia central llevan una albarda
que se puede comparar totalmente -proporciones anatómicas 201 203
aparte- a la albarda del caballo, empleada usualmente en di-
chas regiones. Este hecho muestra la complejidad de las cuestio-
nes más claras en apariencia: el yak de las zonas medias del Tíbet 207
lleva albardas; sin embargo, el de los nómadas, de una raza lige-
ramente distinta, aguanta la carga amarrada con cuerdas sobre
una simple manta. Por último, se le utiliza frecuentemente como
montura con una auténtica silla.

~~<=-'O
Todos los bóvidos son conducidos mediante una correa y un
anillo que atraviesa el tabique nasal.

Los camélidos 208 \


El hombre utiliza tres camélidos, y los tres más bien para el
porteo que para el arrastre o el transporte rodado; se trata del
camello de Bactriana, el dromedario y la llama. Todos presentan
unas áreas muy bien circunscritas: el camello de Bactriana ocupa
todo el sur de las estepas desde el Cáucaso hasta Pekín; el drome-
dario, las regiones secas desde Siria hasta Marruecos, y la llama,
las alturas del litoral pacífico de América del Sur, donde se le
utiliza normalmente como animal de carga, la cual se fija en
forma de balanza sobre un cojín de espalda.
El dromedario y el camello son, simultáneamente, animales
de montura y de carga; ambos pueden emplearse para llevar el
arado, y el camello incluso puede ser enganchado. Las albardas

4 No obstante. se conocen bóvidos con montura en África del Sur.


119
118
de ambos están formadas de las mismas piezas que las de los tamo y la invención. No hay nada, salvo algunas impresiones,
équidos o los bóvidos, pues no ha surgido otro medio de hacer que nos pueda permitir negar o afirmar que la albarda y la silla
una albarda que los dos arcos y dos bandas como piezas de arma- del caballo surgieron después de hacer algunos arreglos en las del
zón. Las proporciones varían sólo en la medida en que esta ar- buey, el camello o el reno; pero, refiriéndonos a la silla del dro-
madura debe ajustarse a la joroba del dromedarío (208) o insi- medario o al cinturón del reno lapón, podemos atrevernos a afi-
nuarse entre las dos del camello. Para afianzar la albarda se nar que constituyen hechos reales, que son la materialización de
utiliza una cincha colocada justo detrás del codillo y a veces una tendencia independiente de las soluciones ya expuestas acer-
reforzada, dada la longitud de la albarda, por una segunda cincha ca de dicha tendencia con respecto a animales distintos, es decir,
detrás del ombligo. La silla del dromedario no parece deber nada se trata de dos inventos que se pueden sumar a los numerosos
a la del caballo; el asiento es cóncavo y no convexo, como en el casos posibles de adaptación.
caso de la silla ordinaria: no hay estribos y las pantorrillas del
meharista se cruzan rozando la perilla y la cruz de la montura
(209). La silla del camello, por el contrario, está estrechamente El elefante
emparentada, al menos en su forma actual, con la silla del caba-
llo; la monta se realiza con las piernas colgando y los pies sobre El transporte con elefantes es un tercer caso de adaptación
los estribos de caballo (210). original. Su tamaño y proporciones rechazan todo influjo de
Como sucede con los bóvidos, los camélidos tampoco tienen otros animales porteadores; en efecto, su arnés tiene muy pocas
bocado; se les conduce mediante una simple correa sujeta a un coincidencias con las albardas. La India ha utilizado el elefante
ronzal (208), a un aro puesto en la nariz o a un nudo que pasa desde la más lejana antigüedad: ya en los comienzos de la era
por la quijada. cristiana lo encontramos regularmente en los monumentos. Su
arnés es el mismo en todos los países que lo han adoptado (India,
Indochina y Malasia): una gruesa almohadilla (212) sobre la que
El reno se coloca, en forma de bóveda, una cesta de porteo o un palan-
quín con superestructura. Se utilizan algunas cuerdas no muy
Como ya dediqué hace algunos años un volumen a este ani- tensas que sirven, más que para fijar el bastidor, para impedir
mal', no volveré a insistir sobre sus diversos empleos. Desde que se deslice; hacen juego fundamentalmente en el momento en
Laponia hasta el estrecho de Bering, se usa el reno tanto para el que el animal se levanta o se arrodilla, ya que, durante la mar-
transporte a lomos como para el arrastre. Su albarda es muy cha, el peso de la almohadilla, de la bóveda y de la carga basta
interesante, pues quizá provenga de la del caballo; al este, en la para mantener el conjunto en un perfecto equilibrio. Dichas
zona de influjo de los turcos-mongoles, entre los tungusosy los cuerdas son, concretamente, un lazo de cuello (homólogo al pe-
chukches, la albarda de reno está formada de arcos y de cinchas, tral) que previene el deslizamiento por los lados; una cincha, que,
mientras que al oeste, entre los lapones, donde podemos suponer junto con el lazo mencionado, previene el deslizamiento por de-
quela adaptación al porteo se realizó sin conocer el caballo no trás, y, por último, una grupera, que también afianza la carga por
hay albarda sino un cinturón de madera (211) ceñido a la almo- los lados. El animal es conducido por medio de la voz, reforzada
hadilla, en el cual se sujeta la carga. Se trata, pues, de un testimo- en caso de necesidad por el sonido de un gancho detrás de la
nio muy valioso, puesto que nos ofrece un ejemplo de adapta- oreja.
ción anatómica al porteo a lomos totalmente distinto de la
albarda del caballo. Tales casos son raros para la etnología y de
gran importancia con relación al objetivo que nosotros persegui- El perro
mos, que es el de buscar elementos para distinguir entre el prés-
Terminamos con el perro la presente enumeración, al que la
s La cíviíísation du renne, París, Gallimard, 1936. indigencia de medios de transporte de los esquimales ha con ver-
120 121
tido en un animal de carga. En la temporada en que se funden
las nieves, cuando comienzan las migraciones anuales de verano,
los perros de los trineos son cargados de objetos relativamente
ligeros sujetos por medio de un cinturón, como en el caso del
reno lapón; cada perro puede transportar bastantes kilos, gracias
a lo cual los hombres se ven aligerados de peso en esos desplaza-
mientos, más duros que los recorridos invernales. Un perro ro-
busto puede llevar 20 kilos, y a veces más.

El transporte animal pone aún más de relieve la complejidad


de los problemas de historia de las técnicas. Ni que decir tiene
que la constitución anatómica y el comportamiento del animal
213 porteador han orientado las soluciones y que la de la albarda,
con sus dos bandas unidas por dos arcos, pudo surgir en lugares
distintos tantas veces que se llegó a la idea de utilizar un cua-
drúpedo de carga. Por lo tanto, podemos admitir, a priori,
grandes posibilidades de convergencia. A pesar de todo, resulta
difícil poner de manifiesto este efecto del determinismo, pues el
conjunto de los animales de transporte ofrece una continuidad
histórica y geográfica segura. Eurasia, África y la América post-
colombina han bebido en las mismas fuentes, y existe una incon-
testable coherencia histórica entre los núcleos de desarrollo del
transporte animal en el viejo mundo. En cambio, los centros de
214 transporte mediante otros dispositivos distintos de la albarda o la
silla (reno lapón, 211; llama peruana) son raros y muy perifé-
ricos.
Dicha coherencia se manifiesta de tres maneras. En primer
lugar, gracias a los préstamos de rasgos técnicos entre los diferen-
tes grupos en continuidad geográfica e histórica: el caballo de
montura constituye un buen ejemplo. Después, por medio de las
adaptaciones marginales y las supervivencias. Por lo que respecta
al caballo, América presenta numerosos casos en las realizacio-
nes de los indios del norte o de la Argentina, o bien en las super-
215 vivencias, entre los colonos, de sillas españolas de los tiempos de
la Conquista y de los siglos posteriores (montura de los cow-boys
212 y de los gauchos). Finalmente, la coherencia histórica se mani-
fiesta mediante transposiciones de una especie animal a otra,
como es el caso de la adaptación de la silla de estribos al camello
de las estepas asiáticas o al yak tibetano.
El Asia central posee el buey de carga, y a su albarda se le ha
añadido los estribos del caballo para convertirla en una silla; los
122 123
tungusos, que conocen el caballo gracias a los pueblos vecinos, tracción y las adaptaciones impuestas por el uso según las espe-
utilizan el reno como montura con una albarda sin estribos; Áfri- cies de animales utilizadas.
ca ofrece el caballo y el dromedario de silla (la silla del camello El medio de tracción más sencillo consiste en arrastrar direc-
no tiene estribos); en todos los casos, la manera de conducir al tamente por el suelo el objeto que se quiere transportar; método
animal depende de la especie. Para el caballo se utiliza un freno' utilizado con los objetos resistentes, para distancias cortas y so-
para los bóvidos, un anillo en la nariz; los camellos llevan un bre suelos regulares. A dichas condiciones responde, por ejem-
simple ronzal; los renos, una frontelera con o sin puntas aplica- plo, el arrastre de troncos de árboles; para esto se suele emplear
das en la frente; el elefante, un gancho, y el perro es conducido (aparte del propio hombre) el caballo y, en Asia meridional, el
únicamente mediante la voz. elefante (232), uno de los usos en que más provecho se obtiene
de este animal. El arrastre directo en distancias largas es bastante
raro, salvo en las regiones árticas, donde el hielo y la nieve endu-
recida lo favorecen. Los esquimales poseen correas de arrastre
EL ARRASTRE Y EL TRANSPORTE RODADO
con asas que sirven para halar las focas que han matado hasta las
viviendas.
En los vehículos de tracción se perciben con claridad dos Un método interesante, común a todos los pueblos que tie-
estados: el correspondiente al arrastre y el del transporte rodado. nen el reno doméstico, es el arrastre de estacas de tienda durante
En ciertos casos, notamos una progresión entre ellos: siendo la los desplazamientos (213). Estas pértigas se sujetan por un extre-
rueda una adquisición mecánica que implica el hecho de contar mo en la cincha del animal o bien en la albarda, mientras que el
con buenas herramientas, parece lógico que los vehículos roda- otro extremo es arrastrado por el suelo. Es probable que este uso
dos sean posteriores a los arrastrados. Incluso existe la teoría sea el origen de la forma más sencilla de vehículo, que consiste
común que ve en el transporte corporal el prototipo de los ve- en dos pértigas sujetas por un extremo, como las angarillas, y
hículos de ruedas; en algunos casos, esta hipótesis parece tener arrastradas por el otro. Entre ambas varas se fija la carga con
buenos fundamentos, pero en lo referente a la mayoría de las travesaños (214): se trata de un sistema (travoisi" con maderos
aplicaciones, el arrastre y el transporte rodado responden a nece- arrastrados (similares a las parihuelas) que tanto los amerindios
sidades muy distintas (es el tipo de suelo lo que impone el uso de como los fineses utilizaron antes de conocer los vehículos rodados.
uno u otro); sin embargo, tienen en común el arnés de tracción. Dichas parihuelas implican la existencia de pistas anchas o de vas-
Incluso podríamos intentar una clasificación por la filiación de tas extensiones de vegetación baja; en terrenos pantanosos no se
los diversos objetos del arrastre respecto del transporte rodado; atasca apenas, pero sus ventajas sobre la rueda son mínimas, por
pero tal clasificación fallaría en su aspecto histórico. Podríamos lo que fue desapareciendo a medida que sus usuarios iban cono-
agrupar por separado los tipos de arrastre y los tipos de transpor- ciendo los vehículos con ruedas. Para saber si la carreta proviene
te rodado; así daríamos cuenta de la divergencia real de formas de este sistema, del que se puede afirmar que fue utilizado proba-
(pues, salvo alguna excepción, no se fabrica un coche incorpo- blemente por los antiguos habitantes de muchas partes de Euro-
rando ruedas a un trineo); pero lo que es común al arnés se nos pa, basta con plantear correctamente la cuestión: dicho sistema
hurtaría. Finalmente, podríamos clasificar los vehículos según las es común a varios pueblos muy alejados, geográfica y étmcamen-
especies animales relacionadas con ellos; con ello se ganaría en te, pero todos ellos nómadas, poseedores de una tienda cónica de
especificación, pero las relaciones entre los distintos trineos o estacas, que viven entre la llanura y el bosque, al norte de la zona
transportes rodados quedaria insuficientemente explicada. Según templada septentrional. Así pues, podemos ver en las panhuelas
el fin que se persiga, cada una de dichas clasificaciones puede dar
• Vehículo primitivo de los indios de las Grandes Llanuras, constituido por
buenos resultados. Por razones de comodidad, adoptamos en dos palos sujetos por un extremo a la cincha del caballo, uno de cada lado y el otro
este estudio una forma mixta. Después de establecer la serie de extremo arrastrando; con dos o más travesaños se forma una plataforma sobre la
los vehículos de arrastre y de los correspondientes al transporte cual se sitúa la carga; si se coloca una rueda en cada extremo del palo que se
rodado, procederemos a examinar separadamente los medios de arrastra, se obtiene un vehículo rodado.

124 125
arrastradas, bien un rasgo de civilización (es decir, algo indefini- El trineo
do y antiguo que nos queda en ciertos préstamos periféricos), o
bien un hecho de convergencia debida al suelo y a la existencia El trineo es el ejemplo principal del arrastre. No se trata de un
de estacas: se trata, en realidad, de ambos a la vez, porque la rasgo de cultura exclusivamente invernal o ártico; en la isla de
franja subártica ofrece gran cantidad de rasgos que son la huella Madera, los trineos se emplean sobre empedrados; en Alsacia y
de las relaciones culturales entre sus viejos habitantes (lo cual no en Japón (216), los leñadores bajan los leños con trineos que se
debe hacer pensar en una «civilización ártica» en el sentido polí- deslizan por un camino de troncos *; en los cenagales de todas las
tico del término) y porque la difusión y la persistencia de dichos regiones del globo, se usan canoas planas y ligeras o auténticos
rasgos solamente es posible en un medio favorable; por lo tanto, trineos para trasladarse sobre el limo. No obstante, estos casos
nos parece un error el oponer, como ya se ha hecho, dos aspectos son excepcionales; donde más se utiliza el trineo es en las regio-
complementarios de una sola cuestión. Si se admite que este nes frías o elevadas de Europa, Asia y América septentrionales.
sistema estuvo en algún tiempo más extendido que durante el La forma más corriente de trineo consta de dos patines unidos
siglo XVIII (época que marca prácticamente su extinción), debió por travesaños sobre los cuales se monta una armadura que sirve
tener alguna importancia entre los pueblos protohistóricos de para sujetar la carga. Sin embargo, también hay trineos con fon-
Europa que inmediatamente recibieron o inventaron el carro. do plano; los esquimales, cuando no tienen los materiales apro-
Ciertamente, a estas parihuelas con travesaños (travois) sólo piados, construyen vehículos rudimentarios con barbas de balle-
les falta un eje y unas ruedas para convertirse en un carro; pero la na atadas en forma de balsa, con placas de piel helada, sacos
rueda de un coche supone una revolución técnica a la que no se llenos de comida e incluso con salmones congelados. Los indios
llega de la noche a la mañana, se trata de un elemento de un de América del Norte poseen el tobogán (217) con fondo plano,
conjunto en el que participan tanto el rodillo que hace deslizar a que, perfeccionado, se ha convertido en el trineo de perros de los
las piedras como la rueda de alfarero, el tomo de hilar y la rueda europeos del Canadá. Los lapones tienen un trineo con quilla
hidráulica; es poco verosímil que el más ingenioso de los cere- (218) formado sólo de un patín ancho.
bros hubiese podido idear un carro sin ninguno de estos objetos El trineo con dos patines puede ser bajo, en el cual los trave-
mencionados. El invento del carro se llevó a cabo en un mundo saños descansan en los patines (219); ligeramente elevado, si se
que se hallaba ya bien preparado; no sabríamos afirmar dónde interponen barrotes entre los patines y el madero superior (220),
exactamente, pero la más alta antigüedad del Oriente Próximo o muy elevado (221), como se puede ver en las formas más per-
poseía vehículos con ruedas, las tenían igualmente Europa y la feccionadas (de los samoyedos y los chukches).
China de la Edad del Bronce, y los pueblos restantes probable- Para que se puedan deslizar fácilmente, debe aplicarse una
mente las recibieron pero no las inventaron. La contribución de capa de grasa a los patines (cera o una película de hielo). En
este sistema de arrastre en el invento del carro se puede limitar a Siberia oriental y entre los esquimales aplican al patín una capa
los varales, pues los antiguos carros se conducían con lanza; de de espumas que, después, empapan en agua, alisan y congelan. Si
este modo, habría carros con lanza, nacidos primero de un com- la nieve está dura, deben rociar con frecuencia ese revestimiento
piejo técnico en el que la rueda era ya familiar y, después, por para que se mantenga.
contacto con las parihuelas con ejes y ruedas, que serían los pro-
totipos de los carros con varales. Pero debemos ser prudentes y
no ver en el carro con varales un sucesor obligado del travois Vehiculos con ruedas
arrastrado: la antigúedad clásica tenía el carro sin varales, y los
bárbaros de esta misma época poseían varales sin ruedas; aunque Los vehiculos rodados aparecen en Eurasia durante la Edad
la relación se imponga a la lógica y aunque la lógica siga a menu- del Bronce bajo la forma de carros de combate, con dos ruedas y
do un camino paralelo al de la realidad, es preciso esperarse más
matices e imprevistos en la materia viva. ... Narria o estirazo; usado en las montañas de Asturias y en el Pirineo ara-
gonés.

126 127
pértiga terminada en un yugo que se apoya en el tronco (éste
puede estar formado de burros o de caballos). Este tipo de
vehículo, hasta finales de la Antigüedad, es comün al Extremo
Oriente chino, al Oriente Próximo y a la zona del Mediterráneo
hasta el Sáhara. Casi simultáneamente surge en la franja de las
estepas el carro con cuatro ruedas que, desde fines de la Edad del
Bronce y durante el primer período de la Edad del Hierro (en la
primera mitad del primer milenio antes de nuestra era), alcanza
los límites de la Europa occidental. Por lo que respecta a los
carros y las carretas con dos ruedas, la pértiga o los varales uni-
217 dos por el yugo de crucera forman un todo con la caja (226),
mientras que en los carros de cuatro ruedas la pértiga o los vara-
les deben ser móviles y formar parte del juego delantero, que es
giratorio con el fin de que el vehículo pueda dar vueltas.
La carretilla, vehículo de una sola rueda, que se inspira en la

~
palanca, con la rueda en un extremo y los varales en el otro, está
atestiguada en Europa occidental y en algunas partes de Extremo
Oriente (oeste de China y Corea, 222); por su parte, la carretilla
218 china clásica (223) está fundada en la balanza, ya que el centro
de gravedad de la carga coincide con la vertical de la rueda,
colocada en medio del dispositivo. El conducir una carretilla re-
quiere mucha atención, por lo que es raro enganchar a ella un
animal, aunque a veces el burro ayuda a tirar de la carretilla
china. En esta última tenemos uno de los tres raros empleos del
aire como fuerza de transporte terrestre: en algunas ocasiones
puede llevar una pequeña vela. Finalmente, debemos reservar un
lugar a los rodillos que sirven para mover piedras y troncos de
árboles; en los países que poseen la rueda, se ha podido llegar a
221 los carros con rodillos o con ruedecillas como los que, desde la
Antigüedad, servían para transportar las máquinas de guerra
para sitiar al enemigo.

LA TRACCIÓN Y LA DIRECCIÓN

223 La tracción y la dirección son lo esencial de la marcha de un


vehículo; los frenos no son frecuentes salvo en los países monta-
ñosos, donde es más corriente frenar por fricción de un patín
sobre el suelo que sobre la rueda (224). El vehículo que se condu-
ce mediante empuje (carretilla o trineo) se utiliza sólo con la
fuerza humana; pero la gran mayoría de los vehículos se mueven
por tiro.
128 129
La tracción humana se lleva a cabo normalmente por medio
de una correa puesta en bandolera; la dirección y la detención se
efectúan gracias a un pértigo (216 y 224) o unos varales (220 y
rickska). En algunos vehículos de tracción animal sin pértigo ni
varal, el conductor se encarga de la dirección y la detención:
trineo esquimal (219) (el conductor sigue al vehículo a pie), tri-
neo coriaco (235) (el conductor utiliza una estaca que sirve de
freno y de timón), y carreta con brazo generalmente a la que se
engancha un buey por medio de una cuerda larga (China y Ja-
pón) (229).
En lo referente al caballo, el enganche antiguo consistía en un 224
lazo que se pasaba por lo alto del antepecho y que tiraba del
animal por la base del cuello, en condiciones anatómicas muy
defectuosas, de manera que no se podía utilizar la tracción hípica
más que para vehículos muy ligeros. Desde la Edad Media, salvo
raras excepciones en las que el animal tira con la cincha de la
montura (como en el travois indio o el enganche de fortuna de
los mongoles, que consiste en sujetar una barra horizontal a los
varales y en apoyar después los extremos de dicha barra en la
perilla de silla de dos caballos con montura), el caballo tira del
horcate, es decir, con la parte delantera del lomo y el pecho. La
limonera, desde Europa hasta el Japón, lleva el peso de los vara-
les sobre una pequeíla silla (225 y 226); de este modo se consigue
la dirección y la detención del vehículo. Cuando se enganchan
varios caballos, se les coloca normalmente de frente: uno, dos o
tres animales, que llevan sólo un horcate, se enganchan al carro a
los lados de la limonera. Los carros hipomóviles son los únicos
que poseen (en el mundo de civilización europea) un freno de
patín en la llanta de la rueda.
Los bóvidos (buey, búfalo y cebú) tiran de los carros de dos
maneras diferentes. En Occidente se pone el yugo en la nuca, se
le sujeta en la frente y en la base de los cuernos, y los animales
tiran con el cuello; en Extremo Oriente el yugo se coloca delante
de la cruz (227) y la tracción se origina en la base del cuello. Si
hay un solo animal entre los varales, tanto en Europa como en
Extremo Oriente, el horcate o el yugo se pone delante de la cruz
(228 y 229). El pértigo o las varas sirven para la dirección y la
detención. Cuando el camello y el dromedario realizan la fun-
ción de tracción llevan una tira en la cruz, delante de la joroba
(230), reforzada a veces por el petral.
El reno (231) se engancha al carro de manera muy sencilla:
mediante una collera colocada sesgadamente en una paletilla,
131
130
que cuando el tiro se realiza por una pareja, es la paletilla inte-
rior. No hay ni vara ni timón; es el conductor quien se encarga
de la dirección del trineo sirviéndose de su pie y de una estaca.
El elefante también tira con las paletillas (232) a través de
una correa de pecho. Ya se ha mencionado que se utiliza sobre
todo a dicho animal para arrastrar troncos; para ello no se nece-
sita ninguna manera concreta de dirección ni de freno. El perro
tira igualmente con las paletillas; sus arreos constan siempre de
una collera más o menos perfeccionada (una simple tira, como la
del reno, o bien un «postillón>, con correa de pecho y cinturón).
Cuando se le engancha a un carrito, como se hace en Bélgica 231
(233), se le pone entre los varales junto a uno o dos perros más
colocados a los lados, como se hace con las caballerias de tiro
rusas. Tres formas de tracción (la canina es la normal) son co-
rrientes en el trineo. Los esquimales del Canadá y Groenlandia
tienen el tiro en abanico (234): cada animal está unido directa-
mente al trineo y dispone de una gran libertad para sortear los
obstáculos, pero el rendimiento es menor que el obtenido en el
enganche lineal recto. Éste (235) se practica en Siberia oriental y
entre los esquimales de Alaska: únicamente se une al trineo una
tira de cuero a la que los perros van enganchados alternativa-
mente a cada lado. Los europeos de la América ártica han perfec-
cionado esta modalidad mediante el enganche en fila (236), en el
que los perros son colocados entre dos correas y tiran en línea
recta con sus paletillas, mientras que, como sucede con el reno,
las otras formas de enganche obligan a tirar de manera sesgada.
Un enganche grande puede estar formado hasta de 12 perros; en
condiciones meteorológicas favorables, estos perros pueden tirar
de 100 150 kilos; pero los enganches más pequeños (seis, tres e
ó

incluso un perro solamente) son muy frecuentes; en este caso el


conductor ayuda a empujar o a tirar de su vehículo.

235
LA NAVEGACIÚN

Los medios de transporte por agua son numerosos y muy <8;V {J j) . , ) } 11 ]


variados; sin embargo, pueden ordenarse fácilmente en unas
cuantas categorias generales. Las necesidades de la flotabilidad, 2.36
del equilibrio y de la resistencia al avance son imperiosas, por lo
que todos los pueblos que tienen gran actividad en navegación
acaban utilizando esquifes más o menos fusiformes.
Los materiales del esquife proporcionan un primer término
133
132
de clasificación. La madera, la más utilizada con mucho, se em-
plea en estado bruto en las balsas, hueca en las piraguas monóxi-
las, y en tablas ensambladas en todas las formas de embarcacio-
nes. La corteza cosida se usa en Australia, así como en las
clásicas canoas de los indios de América del Norte. Las fibras
vegetales, pajas y tallos sirven para ciertas balsas o para embarca-
ciones circulares de mimbre embreado. La piel y el cuero se
emplean como flotadores de balsas o como forro en el bote circu-
lar de los irlandeses, el kayak y el oumiak de los esquimales.

Balsas

Encontramos balsas por todas partes. Una manera natural de


navegar es trasladarse en trozos de madera que flotan; las dife-
rentes formas sólo ofrecen interés cuando un pueblo no posee
más que la balsa o cuando la ha perfeccionado hasta el punto de
hacer de ella un medio de transporte importante. Los australia-
nos se cuentan entre los pueblos a los que la indigencia técnica
obliga a desplazarse sobre algunos troncos unidos (237); los sakai
de Malasia tienen balsas de bambú, estrechas y alargadas, de gran
calidad. Extremo Oriente ofrece numerosos ejemplos de balsas
alargadas y de pontones empleados para cruzar los nos'. Oriente
Próximo conoce desde la Antigüedad un pontón ancho y ligero,
bajo el cual se ajustan odres de piel de oveja inflados. Así pues,
los nos se surcan mediante estos esquifes, que pueden alcanzar
los quince metros de ancho y que llevan cargas considerables. Un
odre sólo sirve para atravesar un no a nado; y unos cuantos
unidos, para formar balsas individuales. El pontón de pieles in-
fladas existía ya en América del Sur.
La flotación mediante madera es una aplicación especial y
limitada a la navegación cuando se realiza por medio de troncos
unidos en forma de balsa y agrupados en armadía, como en
Europa, América del Norte, Japón y Siberia. Por último, pode-
mos considerar como un pontón accidental el que fabrican los
esquimales uniendo varios kayaks, uno junto a otro, para trans-
portar cargas voluminosas y que no pueden flotar.
Formas intermedias entre la embarcación y la armadía las
encontramos en la balsa de América del Sur (238) y las balsas de

6 El pontón se distingue de la balsa porque está compuesto de un tablero


transportado por elementos huecos (odres o embarcaciones).
135
134
cañas de África occidental S t d -
otras en largo manojo co~ ~ rata. e canas muy unidas unas a abertura circular para el remero. Las posibilidades náuticas del
mueven mediante u arma Igual a la de una barca; se kayak son sorprendentes; el de los grupos más hábiles (Groenlan-
pantanos. na vara por las aguas poco profundas de los dia, Tierra de Baffin y Alaska) es la única embarcación de una
sola plaza que puede resistir los más fuertes oleajes, es la única,
igualmente, que puede zozobrar y adrizar con un simple movi-
Piraguas monoxiias miento del cuerpo y la pagaya. Es interesante notar cómo el
kayak y la canoa conviven en toda la franja septentrional de

:~::~~~~q~J:~~~~~~~:~~:~t~~~~s~~~:t:~~~~:~~i~~~~~e~~~e~~~
América; el primero es típicamente esquimal, y la segunda es-
pecíficamente india; pero es probable, independientemente de
los influjos locales en los detalles, que un antiguo parentesco una
cluso, hasta los tiempos act~ale~ ~i~~:~as zonas; en Francia in- a estos dos esquifes de casco y cubierta flexible. Los esquimales
América del Norte Oceanía y S'¡'b' zonas son, por ejemplo, han adaptado la cubierta de cuero al oumiak (245), cuya for-
los ai ' ena onental (los orok 241 ma es la de una chalupa con varios bancos. Aún es imposible
os amos). En América tropical (239) I t " y
propios para la nave ación e ' os roncos muy largos son afirmar el origen de esta embarcación, que ellos poseen desde
vegetación y normal~ente p~c~u~~;f~~dagua obstruidos por la hace unos cuantos siglos; podemos suponer un influjo europeo
gran?es nos tranquilos. En Oceanía (240~s'e~s~ ~o~o para los (de los daneses del medievo) o una herencia más antigua sugeri-
lancin -del que ya hablaremos' .' .o a or Con ba- da por ciertos rasgos comunes a las barcas de la franja ártica
esquife no se hunda en el mar E ~~ abaJo:- SIrve para que el eurasiática, a las del Pacífico norte y Tierra del Fuego.
truida con un tronco corto . n hIena onental, la barca cons- Las barcas de cuero existen en Siberia oriental por influjo de
ancl
zonas más calmadas de los nyoS o navega por los lagos y las los esquimales. Antiguos viajeros ofrecieron testimonios de ellas
y as costas.
en el norte de Siberia central, en Nueva Zembla y, quizá incluso,
entre los lapones. En Europa, el coraele circular de Irlanda
Barcas de Corteza y de cuero (246), recientemente desaparecido, muestra a la vez la cubierta
de cuero y la forma circular propia de las naves de mimbre em-
La piragua monóxila no precisa de un .. breado de Oriente Próximo. Conocemos barcas de piel semejan-

~i~~sdCeu~~t~~:~:~~~ñt~~~~~~~~~~e~~:~araa~~~;;::1Fef~:~:~ tes en China y entre los indios de América del Norte (los man-
dan). Una vez vistas estas formas tan ricas en curiosidades
corteza requiere un casco U d ' con rano, a barca de técnicas, quedan por ser examinadas las innumerables barcas au-
es bastante elemental (24.2). no ~ estos dos tipos, el de Australia, ténticas, embarcaciones con costados de tablas que flotan en
blada a lo largo y cosida po~ ~o~~x~:ea rectangular de corteza, do- todo tipo de aguas. Como en todos los ámbitos de la etnología,
de madera flexible' la pro 0.1 '. mas, se tensa medIante aros siempre hay algún especialista que se ha interesado por este tema
n
cualquier pieza de'mader:PlaSInOa sLe consigue con las manos o con verdadera competencia, pero no existe ningún inventario
ta . . a canoa india a la .
es a muy perfeCCIOnada (243)' b ,Inversa, completo, ni siquiera un inventario mínimamente detallado de
pone una tablazón de plancha~ ~on:e unas cuadernas juntas se formas de barcos de todo tiempo y lugar, como tampoco existe
de corteza cosída. Las junturas s y se recubre Con una hoja un inventario de las fraguas, trineos o cualquier otro rasgo técni-
estopa; este tipo de embarca '. Son ~alafateadas Con resina y co. Se requiere mucha paciencia para realizar un estudio etnoló-
para usos variados que Europ~¡I~na~~Ut ta ta~.;anejable y apto gico completo, por lo que aún ningún tema ha sido agotado en la
forro de corteza, que es demasiado fr~g~lmo I icando tan sólo el práctica. Contando tan sólo con lo recopilado por algunos estu-
diosos y con mis aportaciones durante doce años de investigacio-
Lo mismo ha sucedido Con r
esquimales. Esta embarcación tien~s~~c~~s~o
pletamente Con una cubierta d
I
f ayak
r.(244) de los
. igero orrado Com-
nes, no me creo autorizado a hablar con exhaustividad ni siquie-
ra de un solo tema, sino tan sólo a plantear cuestiones cuando no
e cuero COSIdo, que deja sólo una
poseo ninguna respuesta segura.
136
137
Dentro del conjunto de las embarcaciones de tablas, las hay
que tienen la misma apariencia que las piraguas monóxilas
(247); podemos preguntarnos si se trata de una supervivencia o
de una adaptación convergente dictada por la naturaleza de las
aguas que permiten la flotación. Otras, como la barca con ba-
lancín de una gran parte de Oceanía, tienen una quilla monóxila
(248) recubierta de tablas que hacen más profundo el espacio
interior; por lo que a estas últimas se refiere, es segura la relación
con los troncos huecos.
Se nota claramente que en todas las formas se pretende un
perfil fusiforme, pero no siempre se cuenta con las herramientas
adecuadas para dar a los materiales la combadura deseada; exis-
245 ten barcas de contorno rígido. Las barcas se pueden construir
con dos planos unidos por los extremos mediante un borde
(249); ambos extremos son, entonces, semejantes (fueguinos,
Finlandia, Laponia y esquimales). También se pueden construir
juntando tres planos: uno en el fondo y los otros dos en los
247 bordes (250); en este caso, los extremos se parecen algo menos
(Laos, China y Malasia). La forma de tres planos ha ido varian-
do: el fondo se ha abovedado mediante dos tablas, y los bordes se
han ensanchado (Japón); después, el número de tablas ha ido
aumentando a medida que disminuía su anchura, y así se ha
llegado a las formas más variadas, alargadas o ventrudas, de la
248 piragua, el junco o el tres palos. Los puntos delicados son la
quilla y los extremos. Generalmente, la proa es ahusada y la
popa achaflanada. El enlace entre los costados, el flu1Cb y las
tablas de la popa se presta a numerosas combinaciones, que se
pueden considerar como elementos secundarios.
249 Los medios de propulsión son la sirga y las diferentes formas
de remos y las velas. La sirga se limita a las chalanas en aguas
tranquilas y a otras embarcaciones que atraviesan los rabiones.
Generalmente la conduce el hombre, pero en algunos lugares,
como en Europa, se utilizan los animales de tiro, incluido el
250 perro (la sirga del oumiak esquimal en los ríos).
Las pértigas se utilizan en las armadías para navegar por la
mayoría de las aguas poco profundas; es un medio de propulsión
potente en los torrentes accesibles a barcas ligeras: un hombre
solo, provisto de un palo largo (Japón), basta para conseguir que
canoas grandes remonten corrientes contra las que no serían su-
ficientes dos pares de remos.
La pagaya (la canaleta) de pala larga o ancha y corta es propia
de las piraguas y de los esquifes estrechos (251); la encontramos
138
139
donde se cumple este tipo de condiciones: en África, en América
del Sur, en la canoa canadiense, en el kayak de Alaska, en Mala-
sia y en toda el área de la barca con balancín. La pagaya doble
sirve para las mismas embarcaciones (Guayana y kayak del Ca-
nadá y de Groenlandia, 244).
El remo necesita un punto de apoyo; lo cual es caracteristico
de las embarcaciones anchas: dicho punto de apoyo puede ser un
tolete simple (252) (ainos, golde, giliacos y orok), o un tolete
doble (253) (lapones), o bien una tira de cuero (254) o una porta. 254-
El remo de Asia meridional está colocado sobre un palo (255), lo
cual hace posible que el remero lo pueda manejar de pie.
La espadilla se aplica, ya a embarcaciones ligeras (Europa), ya
(extremo Oriente) (256) a embarcaciones anchas y pesadas. -~
La vela no puede ser estudiada tan sólo en unas cuantas -----"'~.'::
líneas. La forma más extendida es la vela cuadrada (257) simple 253 .
(Grecia antigua, Rusia, Siberia y Extremo Oriente) o utilizada 251 ,, \,
como fondo en la composición de un velamen. La vela triangu-
l.
lar sobre entena.(258), o vela latina, es corriente desde Gibraltar 1 ,
hasta Malasia. Las velas presentan gran variación de detalle; al- \' ,
gunos tipos son realmente originales (259). .- . ---- - - - -

El comandante Lefebvre des Noettes, citado ya en el tema del 257


caballo, escribió una obra sobre el timón " obra de la que
hemos
sacado gran provecho y a la que nos referiremos en varias'ocasio- 256
nes, Es de lamentar la escasez de investigadores, tanto en Francia
como en el extranjero, que hayan estudiado exhaustivamente
una cuestión etnológica. Los temas no pueden ser más numero-
sos; la publicación de un auténtico tratado sobre las trampas, las
artes de pesca o la mecánica primitiva tendría un interés real-
mente científico. La cuestión del timón se resume técnicamente,
por.Io que se refiere a los esquifes ligeros, en el uso de la pagaya y 258
del remo; en cuanto a las embarcaciones con espadilla, la posi-
ción de ésta asegura un manejo fácil de la dirección. Las grandes
embarcaciones tuvieron o tienen aún en algunoscasos uno o dos
remos muy largos colocados en la parte trasera, remos que hacen
~O
~
las veces de timón. Por último, el timón móvil ha ido mejorando 259
progresivamente y simplificando la maniobra.
La añadidura de un balancín (240 y 248), que proporciona a 261
la embarcación una estabilidad casi total, ha supuesto un perfec-
cionamiento singular. Existen balancines simples y balancines
dobles. Se extienden desde Ceilán hasta Australia, a través de

7 De la marine antíque ti la marine moderne, en 8.°, París, Masson, 1935.


141
140
Indonesia y toda Oceanía. Mediante el balancín se puede llegar a
alta mar Con esquifes insignificantes; su papel en las migraciones asiáticas del Sahara o de las llanuras americanas, tienen al igual
de los habírantes de Oceanía fue capital. que las ¡utas marítimas, una permanencia t~n. rigurosa como .10s
Las barcas con balancín pueden tener una serie de acondicio- caminos civilizados; el interés vital para el VIajero de no.desvIar-
namientos, como plataformas o cobijos ligeros (259); en Extre- se de ellos ha dado lugar al desarrollo de la orientación y la
mo Onente se construye una techumbre sobre aros en una parte señalización. La orientación, basada en una VIeja familiaridad
de la barca para hacerla más habitable. El junco y numerosos con los movimientos de los astros y el aspecto de las partes del
tIpOS occidentaíc, marcan una nueva etapa con la colocación suelo diferentemente expuestas pertenece al terrenode la CIenCIa
de un suelo que circunscribe una cala y una cubierta; ésta, a su pura, que no trataremos en un lib~o dedicado a las tecmcas como
vez, puede dar lugar a otras instalaciones, que, en el caso de es éste. Esta ciencia está lo suficientemente desarrollada como
e~barcaclOnes de pesca o de transporte, son superestructuras para que dos grupos humanos hayan poseido cartas de navega-
bajas, y adquieren el aspecto de auténticos pabellones en los bar- ción fuera de todo influjo europeo: los esquimales y los habitan-
cos de placer del Extremo Oriente. tes de Oceanía (polinesios y australianos). La señalización, salvo
en el bosque, raras veces es artificial y organizada. En el bosq~e,
Por último, los accesorios normales, exceptuando el aparejo y
las maromas, son el achicador -que encontramos casi en todas todos los pueblos cazadores, que tienen que recorrer grandes dis-
partes (260 y 261)-, el anclote, el aparejo de gata y el ancla tancias, utilizan puntos de referencia: marcas y pistas que nor-
(262), que sirven fundamentalmente para las embarcaciones pe- malmente sólo distinguen los indígenas. Por lo que se refiere a
sadas. los caminos, cuentan mucho las huellas de los que han pasado
anteriormente. El itinerario es, en primer lugar, el conjunto de
algunas grandes señales naturales, montañas o accidentes del te-
LAS VÍAS DE COMUNICACIÓN rreno en los que a menudo se forman verdaderas ahneacI:,nes;
después, si nos fijamos en las distancias entre las grandes .senales,
es un conjunto de huellas. En el mar, los polinesios no siguen la
Los itinerarios constituyen uno de los temas más atrayentes
de la historia; su permanencia sobrepasa con mucho las supervi- ruta por la brújula, sino por lo que emerge del fondo a la superfi-
veneras comunes de técnicas y tradiciones, pues a menudo los cie, por los desechos que van a la deriva o por los indicios de
caminos y las pistas deben muy poco al ser humano. Desde el brisa en las grandes olas de dirección constante. En Siberia, los
cariacos se orientan por las marcas del viento sobre la meve. En
momento en que son algo más que el sendero temporal que va
de una aldea a un campo, el relieve es el elemento dominante: él las pistas de las estepas o de los desiertos sirven de_ orientación los
traza las cimas que hay que subir, los valles a los que hay que desechos, las huellas y los fuegos de etapas. La senahzaclO~ orga-
bajar, las etapas, los recodos, los pasos y los vados. Las ciudades nizada no es indispensable más que en los países muy civiliza-
desaparecen, los pueblos se dispersan, los recién llegados constru- dos. Pero en zonas donde no se ha llegado a este estado, los
yen un pueblo de una capital desaparecida, una ciudad en un puntos importantes de la ruta se marcan .con mo~umentos reh-
antiguo relevo de postas; pero el camino permanece como per- giosos, estelas o montones de piedras. Casi indefectiblemente, los
manecen también los asentamientos humanos por las mismas cruces se señalan mediante alguna de estas marcas: en Extremo
razones de configuración geográfica. Oriente, las estelas religiosas de las encrucijadas tienen con fre-
Algunas de nuestras carreteras nacionales tienen un origen cuencia inscripciones en las caras laterales, con el nom~re de los
prehlstonco, y las grandes arterias de las ciudades, las que for- lugares adonde se dirigen los diversos caminos. Estas señalizacio-
man los cruces de una gran carretera, generalmente no han va- nes son tan naturales que en Japón encontramos const~ntemen­
riado desde la fundación de la ciudad. Los caminos mueren sólo te, rozando con la vieja estela consagrada a una divinidad de
cuando cambia el clima y, sobre todo, cuando se los tragan los culto local, un mojón que el catastro ha ordenado poner recten-
bosques -más incluso que cuando los ataca el desierto-o Las temente. . d
rutas del desierto, tanto si se trata de tundras siberianas, estepas El deseo de franquear los ríos ha dado lugar a una sene e
esfuerzos interesantes. Los vados no tienen relación con nuestro
142
143
estudio, y las barcas se han incluido en la navegación, por lo que
lo interesante ahora son los puentes y las pasarelas. A partir del
momento en que el espacio que se pretende franquear rebasa la
longitud del árbol que se puede abatir y trasladar con los medios
locales, se hace necesario construir. El procedimiento más senci-
llo consiste en amarrar una cuerda o un cable a cada lado de la
corriente de agua (se atraviesa colgándose de las manos); este
sistema es el utilizado por la mayoría de los habitantes de los
bosques. En China occidental, en el Tfbet y en Japón se cuelga
una cesta de un cable (263) o bien una polea en la que se sujeta la
carga; basta entonces con dos cuerdas para ir y venir de una
orilla a otra: se trata del teleférico. Todo esto se puede mejorar
mediante la colocación de dos cuerdas paralelas en el plano verti-
cal (264): los pies se ponen en la cuerda inferior y las manos
cogen la cuerda superior como pasamanos. Este tipo de puentes
es corriente en Melanesia y en América del Sur. En unos cables
paralelos en el plano horizontal se juntan unas traviesas y dos
cables en pretiles; dichos pretiles pueden llegar a ser bastante
importantes como para asegurar una parte del apoyo (266). El
Extremo Oriente es la zona más rica en estos puentes colgantes.
Por último, el puente con pilares de madera (267) o de piedra
marca otra de las direcciones de la técnica. El puente colgante y
el puente de pilares deben su existencia, sin duda alguna, a la
cuerda tendida de un lado a otro del río y al árbol extendido
entre las dos orillas; responden a condiciones de relieve muy
diferentes: el puente colgante es casi exclusivamente tipico de las
montañas, mientras que el puente sobre pilares se construye casi
únicamente en llanuras, incluso en ríos con régimen irregular.

144
145
IV
LAS TECNICAS DE FABRICACIÓN

El desarrollo lógico de la clasificación adoptada conduce a


considerar ahora las técnicas que, por los medios elementales de
acción, obtienen de la materia prima objetos propios para un uso
de fabricación, adquisición y consumo. La clasificación que aquí
vamos a exponer con respecto a dichas técnicas de fabricación es
muy distinta de las clasificaciones usuales, basadas en la enume-
ración de conjuntos técnicos diferentes: metalurgia, madera, pie-
dra, cestería y tejeduría. La materia prima tiene tanta importan-
cia que esta enumeración se limita a menudo a ella: la
metalurgia, carpintería y cestería trabajan materiales muy distin-
tos. Pero parece ser que no se ha tenido en cuenta la siguiente
ley: si la materia impone de manera inflexible la técnica, dos
materiales tomados de cuerpos diferentes pero que posean las
mismas propiedades fisicas generales tendrán inevitablemente
idéntica manufactura. En otros términos, el cobre y la corteza,
susceptibles de recibir una impronta permanente mediante el
choque de una matriz de estampado, tendrán como instrumento
de fabricación una matriz y un percutor; el hilo de cáñamo, las
laminillas de bejuco y el alambre, si se quiere confeccionar un
tejido trenzado, tendrán todos el mismo esquema técnico. Ésta
es la razón por la que, sin detenemos primero ni en la naturaleza
química de las materias ni en la personalidad individual de la
técnica, proponemos agrupar los aspectos técnicos según las pro-
piedades fisicas de los cuerpos en el momento de su tratamiento.
De este modo, podemos estudiar los sólidos estables, fibrosos,
semiplásticos, plásticos, flexibles y, por último, los fluidos.

147
Los SÓLIDOS ESTABLES
cuarzo, jade, granito y todas las piedras duras en general sólo se
Los sólidos estables pueden se ' pueden tratar por medio de golpes violentos o por desgastes len-
mas Cuya constitución y propieda~ de~nldos Como materias pri- tos, Se trata de los sólidos estables de gran densidad. Por otro, la
rante ni después del tratamiento ~~ 1~lcas no varían antes, du- caliza, esteatita, toba, esquisto, lavas poco compactas, hueso,
miento para poder trab '1 ' , J spe sometIdo a calenta_ marfil, cornamentas y conchas admiten, además de los procedi-
p t ajar o mejor es '
ueso, que esa operación sólo m ' ' sm embargo, estable mientos propios a todos los sólidos estables, algunos métodos
plastIcIdad ni flexibilidad L edifica su dureza sin darle ni corrientes en los sólidos fibrosos: son los sólidos estables de den-
o el cuerno son también 's ,~~ cuerpos fibrosos como la madera sidad media o débil,
especiales obligan a incíuí 10 I os estables, pero sus propiedades
Al Ir os en una divi "
no ser plásticos los sórd sion panicular.
mados ni mOdelados.' se les I o~ estables no pueden ser ni defor., Sólidos estables de gran densidad
~nbloque inicial a tr~vés de ~~etr::ar formaquitando materia a
unlcamente en la ausencI'a de i ajo que difiere de la escultura Las piedras duras aún conocen actualmente los cuatro usos
e mtenclOn t - .
provoca mediante el golpe de una es tetrca. Para lograrlo, Se en los que han sido empleados por muchos pueblos a lo largo de
yas proporciones condiciona el t bherramlenta, Un estallido cu. la historia, Se las utiliza como hojas de herramientas o de armas,
unaque
bl de piedra blanda' ra aJo',croSCOPIco,
mI " SI, se sierra
' uso que nosotros conocemos como el más antiguo, ya que, junto
mazazos una piedra de consr en~rme, Cuando se descantilla a con el fuego, es el primer criterio de humanidad; sirven para
estables consiste en golpear ruc;lOn, Todo trabajo Con sólidos fabricar objetos de adorno, incluso entre los grupos humanos
volve Con ruerza y en P t mal equipados; los pueblos más evolucionados las utilizan para
remos a tratar, Pues, la mavon un os adecuados;
en un capítulo anterior. yana de las formas detalladas ya la construcción y la escultura, Un problema fundamental es saber
, Los cuerpos a los que dam l ' , cómo fabricaban en la prehistoria las hojas de herramientas o de
PIedra, el '1;1. ueso el marfill als e calIficatIVO de estables son' la armas; a través del estudio de los productos y, sobre todo, de los
no 1 " y as conchas La ' desechos de fabricación de las piedras labradas de la prehistoria,
, irma me9te se les aplica son las : s percusiones que
sion perpéndicular puntiforme percusIOnes aplicadas: percu- hemos conseguido reconstruir las grandes lineas de las operacio-
pIedra duras, 271), percusión o~rnta o paleta para retocar las nes consistentes en partir el sílex, Algunos grupos desaparecidos
para las piedras blandas 34) CU~-lIneal-transversal (cepillo recientemente o todavía vivos las han realizado hasta el momen-
hdor) y percusiones circ~lar~sp~rctu~on obhcua-puntiforme (pu- to de la introducción de los productos de metal europeos: esqui-
Las percusiones lanzadas' e o as las formas (taladros), males, indios de América, melanesios y australianos,
dad débil (piedra bland h' para los solIdos estables de densi- Basándose en estas distintas fuentes y en los experimentos de
percusiones perpendicul a, ul,eso y marfil) accidentalmente las reconstitución de las técnicas, podemos dar el siguiente cuadro
fre ares- meales (hacha) d
cuente, las oblicuas-lineales o, e manera más general sobre el trabajo del sílex y de otras piedras similares: a
lar u oblicua-puntiform ,(azuela), la percusión perpendicu- veces el bloque en bruto se parte por medio de grandes golpes,
manilla para picar) y la ep (PIC~ para trabajar piedras blandas y más o menos iguales, pero lo más usual -y esto desde los tiem-
man'll ercuSlOn perpendl'C Id" pos más antiguos- es que sea desbastado; una vez realizadas las
1 o para romper la piedra), u ar- rrusa (mazo o
, Las percusiones aplicadas c operaciones previas se le somete a una preparación que concluye
dICular o la oblicua-lineal (cinc ~n percutor: la percusión rerpen- en el nucleus preparado, que se compone de planos de percusión
la percusión perpendicular o la e b~ gubia para piedras blandas) y propicios para su elaboración, la cual, según las épocas y los
taladrar las piedras duras un o Icua-puntlEorme (punzón para lugares se hace con ayuda de un percutor de piedra, sacando
solIdos estables), y P tas para trazar líneas en todos los trozos grandes; o por medio de un punzón de hueso, cuerno o
A través de esta enumeración o madera dura, cortando láminas cada vez más finas y largas hasta
pone una subdivisión de lo Td P demos Constatar que se irn- llegar al período de las obras maestras de Solutré (598) de Grand-
s so I os estables, Por un lado el sil Pressigny, del Egipto predinástico o Méjico precolombino, lámi-
148 ' ex,
149
nas de 30 cm de largo que no lle n a
Tanto las láminas como 1 ga veces a los 5 mm de grosor. con tanta facilidad que resultaria vano esforzarse en pulirlas.
fractura (269) un bulb d. os trozos llenen en su plano de Muy raras veces se pulen los taladros porque el pulimento des-
. fl . o e percuSlOn id
m exrón está en el punto d, . ' conCOI e, cuyo punto de
truye las aristas vivas que los hacen tan eficaces. Las hachas y
rasgos distintivos elemental:sl;Pf cto del percutor; es uno de los azuelas reclaman, por el contrario, un filo plano para hacer viru-
bre, pues la naturaleza rara e as piedras talladas por el hom- tas regulares; por esta razón, normalmente se las pule (pulimento
. s veces reune la di .
nas para la formación de dicho bulbo s con iciones necesa- limitado a menudo al filo). Las armas (mazas, rompecabezas y
InmedIatamente se da forma al fra. . hachas de guerra) que tienen un papel decorativo casi siempre
trozo, con nuevas per . smento de szlex, lámina o
son cuidadosamente pulidas, y muchas requieren tanto trabajo
. cusrons, y se van Iari
medianta retoques A ' regu anzando sus bordes que sólo se las suele utilizar como ornamentos militares.
con un percutor de pr;d~~e ;eneralme nte se puede dar forma Los trabajos de labrar la piedra en herramientas o armas ape-
que un mazo de madera d~ es~u~ del achelense es frecuente nas se realizan ya (en el siglo XIX todavía destacaban varios pue-
obtener relieves mucho . rla, e ueso o de marfil sirva para blos en el pulimento: polinesios, melanesios e indios de Améri-
.
fimos se ConsIguen medomast p anos'. y regular e.
s Los retoques más
ca). Las grandes hachas de jade de Nueva Caledonia, los mazos
los retoques dio como ;:~u~t~~~s;on (271 y 272); la precisión de de la Columbia británica y los tomahawks de los indios de las
por la aparición de los metal as admIrables obras suscitadas llanuras de América del Norte o de América tropical son admira-
C es.
omo sucede en algunos bles ejemplos técnícos.
ausencia o escasez de metal ~as~s contempo~áneos, dada la La piedra dura que se utiliza como adorno normalmente se
con materias más hum ild len;,e os pueblos rusllcos, se imita pule. Dado que los ornamentos suelen ser perforados para que se
canos. I es as ormas de los pueblos ricos cer-
puedan colgar, proporcionan la oportunidad de estudiar los tala-
'. Las superficies rugosas de la . d dros. Hemos visto más arriba que el modo de rotación de los
hendolas (percusión obli s pre ras labradas se alisan pu- taladros facilita el medio de clasificarlos, primeramente, por el
. icua puntlforme) U li
ne SIempre de una base fii .' . n pu idor se cornpn, carácter general de su percusión (37 a 40) y, después, por los
. Ija o
d. era, por ejemplo), sobre la cualmovü basta t bl d
ne. an a (gres o ma- principios mecánicos de su movimiento. El taladro de cuerda
Interponiendo una capa de ar :: frota la pzedra para pulirla (38), común, con algunas variaciones de detalle, al Pacifico nor-
humedecida. Los granos se . en~a e granos duros generalmente te, los esquimales, el Asia meridional y el antiguo Egipto, ofrece
mcru an en 1 '.
una de sus puntas' las múltipl a base, dejando hbre una forma particularmente ingeniosa en el taladro de torno cóni-
nera desgastan la ~ieza frotad~~l pe:ezas producidas de esa rna- co del estrecho de Torres en Nueva Guinea (273), en el que el
copicos enastados en el SOporte ~ mIsmo ~ue punzones micros- volante realiza el movimiento regular de rotación en los dos sen-
m ún a todos los pulidores li . sta acclOn: la abrasión, es co- tidos: la cuerda se enrolla y desenrolla a cada momento debido al
base está hecha de una pi 'd mdas, SIerras y CIertos taladros. Si la impulso. El taladro de arco (39), corriente en el antiguo Egipto,
. le ra e granos . d
na que va a ser trabajada, se p . de mas uros que la mate- existe todavía en Siberia, China y alrededor del Pacifico norte
escm
caso, por ejemplo, de los afil: de la capa de arena: es el (274); el taladro de parahuso (40) se usa mucho para trabajar la
Piedra (116). El pulimento mardoresfi y de algunos pulidores de piedra: Europa, Asia meridional, Indonesia, Extremo Oriente,
madas paleolíticas y las neolític~~ e~ ~onteraentr~ mdustrias lla- Melanesia y América del Norte muestran ejemplos numerosos
lo que respecta al resto del d a prehlstona europea. Por de aparatos muy parecidos. En California, hay un taladro de
puramente morfológico mun o ,IVISlOn esta d '. llene
. un carácter parahuso muy particular (275), sin volante, en el que la cuerda se
incluidos los esquimale~, ~~i~~el e~contramos en toda América, enrolla sólo por el peso del eje.
contemporáneos. a rados y utlles pulidos, ambos
Los indios utah han conservado un taladro que supone un
Es posible asignar una es ecIa. r .. testimonio muy valioso (276): se trata de una simple flecha con
a los pulidos en un mism: Iza~lon a los objetos labrados o punta de piedra labrada que se hace rodar entre la palma de la
puntas de flechas y de lanzas ~;:~ b u~ano. Normalmente, las mano y el muslo. Ya hemos señalado el caso singular (134) del
a ra as, se rompen o pierden
huso aino, y unas líneas más abajo (286) hablaremos del pulidor
150
151
japonés, que constituye el tercer caso de rotación mediante fric-
ción horizontal en el norte del oceáno Pacífico. Este taladro utah
tiene un doble valor: desde el punto de vista mecánico, es un
posible prototipo de los aparatos con planchita del archipiélago
japonés; históricamente, hay que añadirlo a la larga lista de los
rasgos comunes a las dos orillas septentrionales del Pacifico, y
algún día ayudará a definir las relaciones que han unido a los
ribereños de cada lado.
268 Debemos fijarnos bien en la parte activa del taladro. Nuestros
276 modernos instrumentos de movimiento circular continuo tienen
274- una punta, cuya acanaladura helicoidal arrastra los desechos a

~
medida que va profundizando el agujero. Los taladros de nues-
tros pueblos disponen únicamente del movimiento circular alter-
269 nativo, del que han surgido dos procedimientos que tienen una
distribución casi mundial. En el primero, aplicable a los materia-
les menos densos, hay una auténtica punta de piedra (277), de

270 t. ~~
277 278
concha (278), de espina de erizo de mar o de diente de pez (Pací-
fico sur) -a veces es de metal, si el pueblo en cuestión cuenta
con este material-o Generalmente, esta punta es aplanada y, en
cualquier caso, de aristas vivas; perfora en los dos sentidos, no

¡
, 0
arroja los desechos y necesita de vez en cuando una limpieza del
~" 275 agujero en progresión. El segundo procedimiento, aplicable a las
piedras más duras, ofrece dos formas: extremo redondeado y ex-
271 tremo tubular. La mayoría de los taladros con extremo redon-
~" deado son de madera de dureza media (279); trabajan por abra-
~ 27~
sión y en ellos se incrustan granos de arena dura, que se coloca
entre el extremo y la pieza que se va a perforar. Los taladros con
280 extremo tubular son de hueso o de metal blando (generalmente
272 "
cobre); como en los casos anteriores, se interpone arena (280):
este tipo de taladros puede hacer agujeros de gran diámetro para
enastar las hachas o los mazos. Su distribución geográfica pare-
ce la misma de las industrias de tipo «neolítico»: Europa prehis-
tórica, Mediterráneo de la época antigua y la América antigua y
reciente. El trabajo de las piedras duras es extremadamente len-
to, por lo que resulta curioso ver cómo pueblos que tienen tan
273 pocos utensilios como los indios de América, los melanesios y los
polinesios labran, pulen, esculpen y horadan el jade mientras que
281 Europa, salvo en lo referente al tallado muy sencillo de las pie-
dras preciosas, renunció desde finales del Neolítico a este trabajo.
China y Japón son las únicas zonas donde podemos encontrar
intentos de perfeccionamiento de estos procedimientos. Los chi-
nos se han limitado a adaptar el torno horizontal de pedales.
152
153
Han mantenido el movimiento alternativo que vuelca constante-
mente los granos de arena abrasiva y los presenta en todas sus
aristas; en vez de una punta de madera utilizan como soporte del
abrasivo moletas de hierro de dimensiones variadas. El trabajo es
lento: la manufactura de un objeto ordinario lleva semanas, y
meses la de una pieza un poco complicada.
El Japón ha conservado un sorprendente ejemplo de la técni-
ca antigua; merece un desarrollo detallado y que se le considere
como uno de los rarísimos conjuntos de técnica «primitiva» de
los sólidos estables de gran densidad aún vigentes. Incluso en el
mismo Japón se trata de un vestigio único; sólo por azar di con el
último taller existente. La joya más célebre del Japón antiguo es
una perla con forma de garra y con un agujero, tallada en jade,
jaspe o cornalina, que se halla en un gran número de tumbas de
principios de nuestra era. Dicha perla ha estado ligada al sintoís-
mo hasta nuestros días, su fabricación ha ido disminuyendo con
rapidez desde el siglo IX; sin embargo, ha permitido que queden
algunos artesanos. Los jaspes y cornalinas se recogen en los alre-
dedores del taller; desde hace algunos decenios, queman los blo-
ques en un horno de carbón de madera para conseguir que la 285
piedra sea más blanda y brillante. El bloque de jaspe se entalla
profundamente por medio de una lámina de hierro guarnecida
de polvo de cuarzo (281); luego, se le golpea con una cuña de
hierro introducida en la hendidura (282), e inmediatamente se
esboza el fragmento con ayuda de una barra de hierro golpeando
suavemente en el extremo sobre los bordes de la pieza (283),
trabajo comparable totalmente al retoque del sílex. Después, se
hace el agujero haciendo girar en la pieza un taladro de hierro
con el extremo aplanado en forma de destornillador (284), unta-
do de polvo de cuarzo y aceite. Para que al sacar el taladro no se
quiebre la perla, se deja una parte de ésta más gruesa, 'que no se
atraviesa y se suprime el espesor con retoques para completar la
perforación. Se consigue dar regularidad al agujero mediante un
hilo de hierro cubierto de arena (285). Para agujerear una perla
se necesitan cerca de tres horas. Los orificios se fresan por medio
del pulidor de plancha (286), cuyo interés ya se ha señalado.
Actualmente, este pulidor es un «limatón» embadurnado de pol-
vo de cuarzo, El pulimento comienza en una placa de hierro,
untada siempre de cuarzo (287); después, en barras o canalones
(288). Se pasa la piedra sobre un pulidor de arcilla fina (289) y,
después, sobre una plancha de madera muy blanda untada de
ocre rojo. Aun con los perfeccionamientos que suponen los so-
155
154
portes de metal, se requiere una jornada de trabajo para fabricar
una sola perla. 11 r o pulir se pueden resumir en
Todos los métodos para ta a diante golpes ligeros o pre-
Los sólidos estables de construcción y de escultura los traba- los siguientes: estalhdo, retoque me . d arena' pero sobre
jan pueblos generalmente bien provistos de herramientas; su tra- '1 . abrasión mterpornen o , ,
sión y, por último, di t ercusiones aplicadas con o sin per-
tamiento no ofrece muchas curiosidades técnicas. Las herra- todo, se trabajan me ian de ~ o marfil como de conchas o
mientas normales de las percusiones aplicadas con percutor, cutor. Tanto si se trata e ueso adornos construcciones o es-
martillo y cincel, han hecho desaparecer de las grandes civiliza- piedras blandas, para hacer armas, . u'e las empleadas para
ciones el uso de materiales muy duros para trabajos de grandes . ntas son las mismas q
culturas, las herramie hill esculpir (290 a 295), raspador,
dimensiones. El conseguir un desgaste interponiendo arena es un trabajar la madera: cuc 1 o para I y percutor así como todo
método demasiado laborioso, por lo cual apenas se utiliza; sólo . r puhdor cmce ,
punzón, sierra y rrna, . . ' alternativo. Podemos constatar
de manera accidental se esculpe o se pule el cuarzo o el cristal
tipo de taladros de mlov,mltnto todos los sólidos estables, son
artificial. En el apartado siguiente veremos mejor los empleos que estas materias, a iguai qU~ da método tomado del tra-
trabajados mediante p(e rcu~;~~ a~~~oq~e), mientras que las he-
normales de la piedra de construcción y de escultura.
bajo con piedra dura. estad I y dera el hacha y la azuela, de-
rramientas caractensncas e a ma .
S<5lidos estables de densidad media o débil f '. muy poco relevante.
sempeñan una u~cI~n piedra se hallan en regresión, y casi todo
Las industrias e a ande a la arqueología o a
Son la transición entre las piedras duras y la madera. Para lo que se puede decir sobre ello draen las técnicas de fabricación
la prehistoria. El papel d: l~::'e~:les; los esquimales perdieron
trabajar este tipo de sólidos se utilizan casi todas las herramientas
cesa desde el peno~~ d h
propias a estos dos grupos de materias primas. Al contrario de lo
mientas de piedra hace un siglo,
prácticamente sus u tlma~ erra ente al unos grupos de la Amé-
que sucede Con las materias duras (sílex o cuarzo), su uso no es
al igual que los fUegU1~O~ sOlamGuineagy los australianos ponen
muy antiguo, y aún no se han interesado mucho por este tema
rica tropical, algunos e ue~:dras labradas. Sin embargo, h~ce
los prehistoriadores. Desde los útiles más antiguos hasta los de la
Edad del Reno (es decir, durante la vida del sinéntropo, de los
como puntas de sus armas p d l mundo todavía tenía este tipo
grupos chelenses y achelenses y del hombre de Neanderthal), los
apenas un siglo una gran parte la Siberia ártica, los ainos, Ocea-

prehistoriadores no han constatado la existencia de huesos pro-
de herramientas: toda Amenca a industria metalúrgica, como
piamente trabajados. Hay numerosos huesos de animales rotos o nía y Australia. En z.onas de an igu dos ue no tenían hierro o
África, había todavía grupos atr~~s pO~ían los más altos nive-
raspados para un consumo alimentario; pero si bien está muy
clara la existencia de útiles de piedra, no ocurre lo mismo Con
muy poco. Algunos de estos pue bia británica sabían hacer ob-
respecto a los de hueso: no se conoce ningún tipo indiscutible de les técnícos: los halda de la Colum id d media y los esquima-
herramienta de hueso, ni siquiera poco trabajada. Además _y jetos voluminosos con piedras de dednsdl a pied;as blandas, así
esto no se ha señalado-, prácticamente tampoco hay piedras de gran capaci a eon
blandas ni conchas labradas. Es lógico pensar que si se hubiesen les labraban vasos más de cincuenta centímetros de anchu-
como lamparas (882) de ' . 1 últimos maestros en estas
ra. Los polinesios fueron, qU1Z~~ o~edra dura de las hachas de
usado estos materiales de manera habitual, las excavaciones, a
técnicas: tanto SI se trataba ~e 1 s ~igantescas cabezas de piedra
pesar de la fragilidad de los vestigios, habrian sacado a la luz
formas bien determinadas. Sólo a partir de la Edad del Reno los
jade y de los colgantes como e a draban ni ante la materia ni
sólidos estables de densidad media o débil van apareciendo en la blanda de la isla de Pascua, no se arre
historia humana. Desde el principio de dicho periodo, podemos ante las dificultades de transporte. ivid pero en todas partes
ver gres grabado, arcillas talladas, marfiles esculpidos, punzones I fil han sobrevivi o, .
El hueso y e mar 1 . on relación al metal y su uso prácti-
ocupan un lugar secundan~ e de las hojas de hierro de los punzo-
de hueso, agujas Ypuntas de armas, y, desde entonces, todos los
pueblos sin excepción poseen algunas herramientas propias para
trabajar la piedra blanda o el hueso. camente se limita al enasta o han tenido nunca un empleo
nes y cuchillos. Las conchas nho adornos' los raspadores, las
156 muy extendido, a no ser para acer ,

157
cucharas, las pinzas y la vajilla ligera de conchas sólo han desapa-
recído en los casos en que ha ocurrido lo propio con los usuarios Percusíones aplicadas
mIsmos, mientras que los cuchillos, las hojas de azuela o de ha-
cha cedieron el paso de manera inmediata al metal. Sólo podemos distinguir lo perpendicular de lo oblicuo en el
momento mismo del tratamiento de la matena, puesto que casi
. En nuestros días, salvo en los usos menores que nosotros
mlSm~s conoce'."os, la piedra dura, el hueso, el marfil y las con- todas las herramientas usadas para trabajar la madera se prestan
chas solo se utilizan en pocos grupos; la actividad técnica de los a las dos modalidades; pero conviene separar las herramientas
sólidos estables se limita a la escultura y la construcción en don- con filo longitudinal (cuchillo) de las que tienen el filo transver-
de se.usan las mismas herramientas: cincel, martillo, lima, sierra sal (buril), que responden a dos aspectos distintos de la técmca:
y pulidor, La herramienta con filo longitudinal más sencilla es el cuchi-
llo de madera, que normalmente sirve para todos los usos, es una
herramienta corriente en la mayoría de los pueblos. General-
Los SÓLIDOS FIBROSOS mente no hay nada que marque un uso especial; su forma es la
corriente pero a medida que nos dirigimos desde Europa hac~a
. A sus características físicas de sólidos estables (mantienen el el norest~ constatamos una especialización progresiva, la apan-
rrusmo estado antes: durante y después del tratamiento) hay que ción de auténticos cuchillos de madera que desde Siberia oriental
añadir su constuucroj¡ mediante fibras dispuestas longitudinal_ hasta las costas de la América atlántica toman un aspecto cons-
mente, de manera que, si bien se utilizan las mismas herramien- tante (290 a 294): mango alargado, que puede ser sujetado con
tas para trabajar estas materias que para los sólidos estables de ambas manos si es grande, y hoja corta y frecuentemente encor-
den~idad media o débil, el manejo de las mismas implica algunas vada. Este «cuchillo-corvo» es una herramienta propia para ha-
partlculandades que aprovechan el sentido de las fibras o que cer virutas así como para penetrar en la madera; su uso es anti-
provienen los accidentes que naturalmente entraña la tendencia guo en el ~orte del Pacífico, pues hay numero~os ejemplares c~n
que tienen dlch~s fibras a dividirse en sentido longitudinal. Así hojas de piedra labrada. El hecho de que la hoja sea tan pequena
pues, las dos acciones fundamentales del tratamiento son: por un se debe a la falta de metal en algunos pueblos que utilizan dichos
lado, dejar que la herramienta siga los planos de segmentación cuchillos; sin embargo, aunque se pueda conseguir ~ierro con
natural y, por otro, detener dicha segmentación por medio de facilidad (291), las proporciones suelen ser de un tercio aproxi-
cortes perpendiculares al hilo de la materia tratada. Por consi- madamente para la hoja y de dos tercios para el mango; en es~e
guiente, las herramientas, en la mayor parte de los casos, serán caso, la técnica impone la forma, pues una hoja larga resultana
PropIas tanto para las percusiones oblicuas Como para las percu- incómoda.
srones perpendiculares. Los materiales que pueden ser trabajados El filo transversal es característico de las herramientas que se
de ese modo Son el cuerno y la ballena -sobre los que no hay usan menos que el cuchillo de madera: se trata de los escoplos,
neces~dad de extenderse mucho, pues no requieren herramientas que se caracterizan por tener una hoja con filo oblicuo o perpen-
especIales-:-, así como la madera, cuyos múltiples usos bastan dicular al eje de la herramienta (298 y 299). Técmcamente, todos
para cubnr todas las posibilidades técnicas de los cuerpos fi- los escoplos se agrupan en un mismo apartado, pero el mvel
brosos. cultural de los pueblos que hacen uso de ellos obliga a establecer
Conviene que sigamos en este estudio el orden lógico de las algunas distinciones. Para hacer estas herramientas se han em-
percusIOnes y que estudiemos primero las herramientas aplica- pleado muy frecuentemente incisivos de roedores (296 y 297),
das, que son las más sencillas; después, las herramientas lanza- bien utilizando la mandíbula como mango de la herramienta
das, que aumentan la eficacia de las percusiones, y, finalmente, (como la mandíbula del castor en Europa durante el Neolítico), o
la~ herramientas aplicadas con percutor, que conjugan la preci- bien enastando únicamente el incisivo. Con el escoplo se puede
sron de las percusiones aplicadas con la mayor fuerza de las he. realizar un trabajo mucho más preciso y delicado, mucho más
rramrema, lanzadas. penetrante que el que se consigue ca',' el c.uchillo. Podemos ob-
servar que las formas de los filos son idénticas a las de las herra-
158
159
mientas aplicadas con percutor: cincel, bedano y gubia. Sin nece-
sidad de trazar una línea de filiación de uno a otro, resulta
evidente que, en muchos casos, los escoplos y los cinceles se han
influido mutuamente. Pero las formas con filo transversal son
comunes a los tres modos de aplicación de las percusiones: azue-
la, escoplo y cincel; azuela-gubia, escoplo-gubia, gubia con per-
cutor. Así pues. se trata de un problema de empleo y no de
filiación: una hoja plana con filo rectilíneo (300) permite hacer
ti
~

~
tallas anchas siguiendo el hilo de la madera; pero si se trabaja de
través, salvo en las aristas, la madera se astilla. Con una hoja
plana de filo curvilíneo (30 1) se pueden hacer tallas de anchura V 295
regulable si se sigue el hilo de la madera y ésta se astilla menos si l
se trabaja de través. Una hoja cóncava de filo rectilíneo o curvilí- 290 291 292 293 294-
neo (302 Y303), bien afilada, deja gran libertad en los trabajos de
tallas. permitiendo incluso, en algunos materiales, realizar cortes
completos de través. El uso ha tenido que adaptarse a esas parti-
cularidades de la materia, y se pudo hacer una selección de for-
mas independientemente entre pueblos que no poseian más que
una modalidad de aplicación: percusión aplicada o lanzada. Po- .~

~
300 301
demos admitir con toda seguridad que resultó fácil extender el
uso de una determinada forma de azuela al cincel o al escoplo,
pero el suponer que del uso accidental de una concha de mejillón 297
cortante salieron uno tras otro el escoplo hueco, que, enastado, 296 298
dio origen a la azuela-gubia, que inmediatamente después fue
desprovista del mango para hacer una gubia con percutor; el
299 '-J '--"
302 .303
pensar eso, como decimos, seria una hipótesis exagerada, a la
cual se ha recurrido a veces en todos los terrenos de la etnología.
Un razonamiento de ese tipo es bastante frágil si tenemos en
cuenta sobre todo que siempre se pueden encontrar hechos que,
debidamente dispuestos, pueden servir de prueba.
e·····
304-
1..\
Las percusiones aplicadas longitudinales o transversales pue-
den ser perpendiculares u oblicuas, indistintamente, ya que el
~ \
\\
cuchillo y el escoplo (así como la azuela, el hacha y el cincel) 306 \\
sirven tanto para hacer virutas de madera como para seccionarla \:;
perpendicularmente al plano de desprendimiento. Algunas he- \308
\
rramientas se limitan a las percusiones oblicuas; nos referimos a 305
aquellas que pueden hacer virutas tan ligeras que no hay necesi- .307
dad de seccionarlas para que se desprendan, o aquellas que se
introducen en la materia sin causarle pérdida de sustancia. Las
herramientas que se utilizan para esto último son los cuchillos de
madera con hoja recta (291), que sirven generalmente para hacer
planchitas entallándolas cada vez con más profundidad en el
161
160
sentido del hilo Las he .
. rramIentas para '.
son los cepillos cuyo empleo d li ,:,onsegUlr VIrutas ligeras cular continuo con volante para llegar a inventar la sierra circu-
equipados de t~do el viejo mu~~~ aA;mIlado a los pueblos bien lar o de cinta, fue necesario que el herrero tuviera la suficiente
pIedra labrada se usaron ca "11 parecer los raspadores de libertad técnica en el uso de un metal muy duro para hacer una
riense (hace aproximadame~~ C;glo~~ d~sde finales del M uste- lima destinada a un metal menos duro que ella (lo cual supone
zandolos así algunos pueblos r r : anos).. Contmúan utili- conseguir homogeneidad entre el metal y el temple) antes de que
fueguinos ...). ecientes (australIanos, esquimales,
se extendiera la lima de madera, es decir, el invento de una for-
Las percusiones punti[ormes er e di ma particular de dientes.
tes: punzón sin rotación: martilio p n iculares no son frecuen- Las percusiones oblicuas mediante movimiento circular se
de la madera, granete para hor para «enarenar» .Ia superficie realizan con las barrenas y los tornos.
El clavo y la clavija que adar Con percutor (sin rotación).
mientas, se clavan e~ la m:~~ piezas de ensamblaje y no herra- Barrenas. Ya se ha realizado una descripción de estas herra-
lar puntifor?1e. Las puntiform~~ ::;'~1;ante p~rcusión perpendicu- mientas, y el trabajo de la madera ofrece todas las formas co-
tres herramís-, tase sierra lima uas estan representadas por rrientes de barrenas: manual, rodado entre las palmas, de cuerda,
cen al mismo principio:' se traiae~~o~~a. Las tres formas obede- de arco (309), de parahuso y de peonza (273). Así pues, sólo
hojas muy pequeñas que arrancan . conjunto de numerosas conviene insistir en este momento sobre dos modos de aplica-
está trabajando. El trabajo de cada ~~~'culas de la materia que se ción: la terraja y el berbiquí, aplicaciones ambas de la palanca de
ble al de un cepillo minúsculo' si por ~cparado es compara_ movimiento circular continuo. La terraja es una empuñadura
produce virutas finas y regulare~ se trabaja la madera al hilo,
pendicular al hilo se va levanta 'l trabajandola de manera per-
transversal adaptada al brazo de la barrena; se emplea en meta-
lurgia en las herramientas que sirven para estirar o aterrajar, y en
serrínj Cuando estos cepill n o ~n montan de partículas (el la madera se aplica en la barrena (310), usada en Europa desde
fila, la herramienta es una . os mmusculos están dispuestos en hace mucho tiempo (probablemente desde la Edad del Bronce), y
sílex ligeramente dentada ~erra, tanto SI se trata de una hoja de diseminada desde el Mediterráneo hasta el océano Pacífico.
(304) o de colmillos de tibur~nU~~~~junto de piedras cortantes Como el berbiquí y la barrena de arco, la barrena puede estar
como de una hoia de hi en un canalon de madera provista de un gorrón (311) que permite apoyarla en el pecho.
, ierro recortada di ,
muy variable (306 a 308). en lentes Con un perfil En Europa, la barrena dio origen durante la Edad Media a má-
SI los cepillos Son más pe uenos au . quinas más potentes, movidas por una rueda hidráulica, que
una Superficie ancha est q aun y estan colocados en marcan los comienzos de la explotación industrial de la madera
, amos en presen . d .
escofina o, accesoriamente d . era e una lima, de una (312). China ofrece un ejemplo (135) en el que la barrena es
por todos los pueblos que 'sabe u~ pulidor, La lima es utilizada inmóvil y es la pieza a taladrar la que está sobre un torno de
. en fOrjar' su us I
emparejado al empleo de la lima d e ' o en a madera Va vaivén; se trata de una forma similar al torno para taladrar del
rosos ejemplos de escofinas t 1 metal. Encontramos nurne, siglo XVII en Europa. El berbiquí es un instrumento raro (313)
pa ladar de pez cubierto d di na ura es'. piel de tibum .
1 uron (PolInesia)
aunque antiguo. Desde el Egipto clásico quedó circunscrito en
Pacífico), tallos de cola deeca~:~~~:nos (Ocea?ía y noroeste del torno al Mediterráneo (de él sólo quedan escasos testimonios);
desde el Neolítico, pulidores de ar n xtrerno O~ente y Europa) y, sólo a partir del siglo XVII comienza a desarrollarse en Europa
to del papel de lija. Todos est eda que daran origen al inven- extendiéndose a los trabajos de la madera y del metal.
al invento de la lima pero os me lOS naturales pudieron llevar La parte más activa de la barrena es la punta (3 l 4 a 319). Las
, su ImportanCIa 1 .
va no es superior a la del m edi " en e proceso inventí,
luz. El invento no urgía' con ;a tecOICO en el que salieron a la
naturales y los pulidores ~e p ;. CUChIllo,. el cincel, las escofinas
formas más corrientes para trabajar la madera son la punta sen-
cilla de sección circular y la punta de piedra, más o menos com-
parable a una punta de flecha (277); la lengua de áspid (314 y
rio de la madera. Al igual q o la consegUIr un trabajo satisfacto_ 315), según la orientación del afilado, puede tallar en movimien-
ea
técnicas adquiriesen una m:e t .nosotros nos fue preciso que las to continuo o en movimiento de vaivén. Lo mismo cabe decir
s na completa del movimiento cir-
162 con relación a la cuchara (3 ~6) y las puntas de guía, simple (317)

163
o dentada (318). La punta dentada corresponde, en el caso de la
madera, a la barrena con extremo tubular de los sólidos estables
(280), asi como la cuchara corresponde al extremo redondeado
de la barrena ordinaria con arena interpuesta (279). El paso del

~>t/J
movimiento de vaivén al movimiento continuo modificó no la
forma de las puntas sino su, afilado: a cada tipo corresponde un
afilado en el que los biseles se orientan en los dos sentidos y
un afilado en el que todos los biseles están en el mismo sentido.
.309
~===~ .310
El movimiento continuo permite, además, utilizar la rosca del
tornillo para mejorar el arrastre en los tipos barrena de guia (310,
317 Y318) Yretirar los desechos en los tipos de hélice que encon-
tramos entre nosotros desde la época romana (319).

Tornos. Salvo en la Europa moderna, el torno tiene un movi-


miento circular de vaivén. El movimiento se consigue al tirar de
una cuerda con la mano (321 y 322), procedimiento que en Ex-
tremo Oriente se lleva a cabo con una cuerda tirada por un pedal
(135); por un arco (320 y 323), en Europa, Mediterráneo, Orien-
.311 te Próximo e India; y por un pedal con resorte (136 Y 324), en
312
Europa y el Mediterráneo.
Existen tres maneras de colocar la pieza que se va a tornear, y

~~0U~~~
siempre en sentido horizontal. En efecto, aunque no sea imposi-
ble, desde el punto de vista mecánico, construir un torno vertical
-e incluso esto pueda ser una ventaja en las piezas cortas y
pesadas-, no se conocen formas así, a causa de la incomodidad
.313 314- 3 para presentar la herramienta.
15 316 317 .318 319
En el torno árabe (320), que desde Argelia hasta la India se
utiliza para tornear los montantes o las patas de los muebles, es
la pieza de madera misma la que, sujeta entre las dos puntas,
recibe la cuerda del arco. En el torno del Extremo Oriente (321 y
322) la pieza está colocada en vilo en la punta del árbol, lo cual
exige una sólida fijación y sólo permite tornear piezas cortas:
efectivamente, este tipo de tomo se usa exclusivamente para ta-
zones y cuencos, desde el mar Caspio hasta el Japón. El torno
321 europeo se compone de una parte fija parecida a la del torno
extremo-oriental y de una pieza móvil que sostiene y afirma la
pieza que se está torneando.

Percusiones lanzadas
Las herramientas que se utilizan de esta manera, al igual que
el cuchillo para la madera, pueden trabajar en percusión perpen-
164
165
dicular o en percusión oblicua, pero podemos observar, no obs-
tante, una selección bastante clara: el hacha, el machete y la
podadera son propios más bien para la percusión perpendicular,
mientras que la azuela se adapta especialmente a la percusión
oblicua.
El hacha. La mayoría de los ejemplos suelen ser armas más
que herramientas; en el tomo Il, en el apartado de la clasificación
de las armas (676 a 692), hablaremos detalladamente de los dis-
tintos tipos. En la madera, es la herramienta que se emplea para
los trabajos más bastos: cortar, desramar y hacer hendiduras con
rapidez en las piezas de tamaño medio. Algunas formas son au-
ténticas cuñas con mango (325), con las que únicamente se pue-
den realizar percusiones perpendiculares violentas; otras, como
la segur, pueden desempeñar, por el contrario, el mismo papel
que la azuela en los trabajos de carpintería.
Los pueblos que habitan en los bosques, y en particular los
que viven de la caza y la recolección, utilizan bastante el hacha y,
sobre todo, herramientas más ligeras aptas para la tala rápida de
ramas y de lianas de poco diámetro; en Extremo Oriente y en
Indonesia, estas herramientas adoptan formas muy variadas: el
mango, formando un ángulo recto, hace que la hoja quede en
posición longitudinal (326 y 327), lo cual da lugar a una herra-
mienta propia para abrir rápidamente un sendero en una espesu- ~ 329
ra. Adaptada, esta forma da origen a la podadera: vemos en ella
el desplazamiento del eje de la hoja con respecto al del mango, y,
frecuentemente, un gancho que sirve para que la herramienta no
se deslice en las ramas (328 y 329). El tipo que se usa en los
bosques es escaso en metal y muy sencillo por falta de herra-
mientas; en cambio, los agricultores adoptan la cómoda solución
de un mango forjado, que es más robusto y carga la cabeza de la
herramienta. Casi en todo el mundo, pero fundamentalmente en
Extremo Oriente, encontramos el sable o cuchillo para desramar,
que es tanto un arma empleada ocasionalmente en la tala de los
bosques como una herramienta propia para este trabajo (330
a 333).
La azuela. Es uno de los objetos fundamentales de la historia E2Z==~:TI::===333
técnica. No existe apenas ningún pueblo que no la haya tenido;
nosotros mismos la conservamos en algunas especialidades como
la fabricación de las traviesas del ferrocarril. En un determinado
nivel general de la técnica, es la herramienta que sirve para traba-
jar la madera; es decir, la primera de todas las herramientas: el
Egipto clásico trabajaba con la azuela, y el África negra, la franja
167
166
septentrional del viejo continente desde los lapones hasta los
chukches, toda América y Oceanía se sirven de ella para elaborar
los objetos más usuales; así pues, al igual que todos los rasgos
universales, merece un estudio minucioso de too as sus variantes.
Dicho estudio, que en el presente libro sólo podemos esbozar,
pone de manifiesto algunos aspectos muy importantes de la tipo-
logía. Las dos partes fundamentales de la azuela son la hoja y la
forma de unirla al mango; la tercera, el mango, es mucho menos
interesante.
La materia de la hoja influye de alguna manera en el enasta-
do: la piedra requiere más bien ligaduras, y el metal agujeros o
espigas; pero esto no es más que una consecuencia lógica que
puede tener excepciones. Las hojas más abundantes son las de
piedra (desde el Neolítico hasta nuestros días, yen todo el mun-
do). Es fácil confundir estas hojas -pues casi todas están sin
mango- con las del hacha; por esta razón se suele calificar casi
sistemáticamente de «hacha de piedra pulida» a todo objeto con
una forma que autorice a primera vista tal denominación. Cuan-
do el filo tiene dos biseles simétricos (334), no hay nada que
permita distinguir las dos herramientas. Pero hay muchas hojas
que tienen biseles desiguales, un bisel únicamente o una sesgadu-
ra (335 a 337): se trata sin duda alguna de azuelas, si el talón no
presenta señales de percusiones prolongadas propias del cincel
con percutor. Las formas se agrupan en tres tipos principales:
con doble bisel, con bisel sencillo y azuela-gubia. 34-2 3.3
A veces la materia utilizada para hacer azuelas es el sílex o
bien rocas duras con grandes granos, pero normalmente se utili-
zan piedras de granos finos: jade, jadeíta, serpentina, cuarcitas y

P ···· ...
-~·:·)
esquistos. En Oceanía son frecuentes las hojas de conchas. Final-
mente, también hay hojas de bronce y de hierro desde los co-
mienzos de la industria metalúrgica. . : :
Existen cinco tipos principales de unión de la hoja con el
mango: ·:·..
"
l.' La hoja está atada a un mango acodado o en forma de T.
A este grupo pertenecen las hojas actuales de piedra pulida y de
conchas de Polinesia y Melanesia; las hojas actuales de hierro de
Indonesia (338); las hojas prehistóricas de piedra labrada del Ja- 347 .H8
pón, de piedra pulida de China, Corea y Japón; las hojas de 34-5 3.6
piedra pulida y de hueso de ballena de las islas Kuriles y Aleutia-
nas hasta el siglo XVIII; las hojas de piedra pulida de la Siberia
oriental hasta el XIX; las hojas de piedra pulida de Alaska y de la
costa noroeste americana hasta el XIX (345), y las hojas de hierro
169
168
actuales de los esquimales, así como las hojas de bronce preco-
lombinas del Perú y Argentina (339).
ta~to desde la Edad del Bronce,
. M lanesia Polinesia, Siberia oriental y
márgenes. d: Indonesia, e
2.' La hoja está introducida en un mango acodado o ensam- América ártica estuvieron en. c~nn azu~las. Es verosímil que algu-
blado: hojas de piedra pulida de la Europa neolítica, hojas de con pueblos que siempre tuvie o masen la azuela de sus veci-
piedra o de Conchas de Oceanía (340) y hojas de piedra o de
hierro de los esquimales (341). nos de dichos pueblos I?argIn~~e~~~ vecindad prolongada entre
3.' La hoja está provista de una acanaladura, abierta (347) o grupos todoestados
nos; en con e~ clert~ d;ferentes suele originar un préstamo
caso, tecmco
cerrada (348), en la que se introduce el extremo de un mango
mutuo de los objetos. t de vista paradójico en aparien-
generalmente acodado y a veces abultado para dar peso a la he- Debemos aclarar este pun o t bien a ello. Cuando se
rramienta (347): Eurasia de la Edad del Bronce, sobre todo desde . l ei lo de la azuela se pres a . le
la Europa central hasta la China del norte (346); Europa de la CIa, y e ejemp . (345 a 348), el orden de clasificación ogica
examina una sene . d Alaska (345) muy Imperfecta,
Edad del Hierro; la Siberia actual (347), China y países limítrofes
actuales (348). impone que a la hoja de piedra l ~a bien equilibrada pero frágil
le siga la hoj~ de bronce acana: de hierro, burda pero eficaz
4.' La hoja, terminada en una lengúeta o una espiga, atravie- a
sa un mango recto: África negra (342). (346), despues, la hoja .slbena sa que realiza un trabajo eficaz
(347) y finalmente la hoja Japone., mo base la herramienta
5.' La hoja tiene un orificio vertical en el que penetra un . '. 8) C tos prmcipios ca ,
y limpio (34 . on es . .. arque es de piedra; la azuela
mango recto: forma casi exclusivamente metálica, atestiguada de Alaska se considera pnrmtrva p d metal' y se califica a las
desde el periodo sumerio (343) y común a todos los pueblos . .. aquees e ,
de bronce, menos pnmrtiva, y 1 iberiana es más primitiva que
provistos de útiles importantes: Europa, Oriente Próximo, India
(344), China y Japón. otras dos de modernas, au?que ~s~iferente: la herramienta de
la otra. El orden cronológico e el siglo primero de nuestra
Estos enastados son, Con algunas adaptaciones, los mismos bronce (346) es aproxlmada¡nente ~v la siberiana (347) es del
que los de las hachas, y sus variantes presentan un desarrollo más era la japonesa (348) es de SIglO fi' ales del XIX Los cuatro
Completo. ¿Qué conclusiones históricas POdemos sacar de la dis- ' . d Al ka pertenece a In .
XVIII Y la pieza e as . d repetidas ocasiones a lo largo
tribución actual de estos tipos?: es cierto que África muestra pre- pueblos que la.s han ma~eJa o, en UcIOS directamente o por me-
dilección por las hojas de hierro con lengúeta o con espigas; hay de la histona, IntercambIa~on prod. s maneras de explicar una
que remontarse al Egipto prehistórico para encontrar algunos dio de intermediarios. EXlstden vanalaes afirmar que la azuela de
ejemplares de estos tipos. Oriente Próximo y Europa se reparten . tino: la más tra IClOn di
sene de este - rpo: . d Edad de Piedra más exten 1-
junto con Asia central y China (desde la Edad del Bronce) las piedra es una supervivencia e una un prototipo retomado por
formas Con orificio para el mango; Oriente, de Egipto a Mesopo- ta
tamia (desde el principio de la época de los metales) es, si no el da, que la pieza de bronce nosteriores para hacer hojas de hierro.
centro del invento, al menos uno de los centros de difusión más los herreros
1 los tIemPfiols p. implícita entre los cuatro tipos.
t dehay una I iacion I h .
Por o ta? o,. 1 útil a la filosofia, porque las ajas
Dicha filiación puede. ~r ~os estados piedra-bronce-hierro para
antiguos. La forma acanalada, más septentrional, se instaló en
toda la franja de las estepas durante la Edad del Bronce.
debieron pasar a traves e. d . ible en historia En una sene
llegar al siglo XX; pero es ma ml~1 as conocedo~as todas de la
Así pues, a los pueblos de los que solemos tomar nuestros
como ésta se debe ver cua~~od~~er'::tin~do de su historia. experi-
ejemplos se les ofrecieron dos formas: la hoja acanalada (346) y
azuela, que en ~n mom~~itarla de un vecino y que realizan .esa
la hoja Con orificio (343). En efecto, podemos constatar, entre los
pueblos de apariencia «medieval», que en el sur, desde Siria has-
ta Indochina, las azuelas son de hoja Con orificio; y en el norte, mentan. la necesidad ge I e les proporciona su entorno; la lógi-
imitación conlos me lOS qu tienen nada que ver en una
ca clasificatona y.la cronología n~ s y los chukches tuvieron la
desde el Caspio hasta el Japón, Son acanaladas. Esto parece de-
mostrar la estabilidad de los dos tipos en el tiempo y el espacio.
Pero en las márgenes no hallamos los mismos enastados. La his- adopción de ese tipo: los sde laEdad del Bronce, de tomar pres-
oportunidad, al menos de . rtante En lugar de ver en su
tada la. azuela, y esto es lo ~m:e~os v~r más bien una imita-
toria muestra Con claridad, Por una vez, que esos pueblos de las
170 herramienta un prototipo, e

171
ción quizá muy tardía de formas que ya habían sido muy perfec-
cionadas por otros pueblos; así, una herramienta de piedra
labrada, atada con tiras de cuero y que da las más completas
garantías de ser una supervivencia, puede ser un auténticoprés-
tamo tomado de vecinos que poseen esta herramienta en acero
templado. Los casos expuestos no son simples curiosidades o
rarezas técnicas: los cuchillos esquimales de marfil de morsa, que
son una reproducción del cuchillo siberiano de la Edad del Bron-
ce, la montura o los arneses de la Patagonia, que copian de la
manera más tosca los arneses españoles, y la alfareria de tipo
neolítico del norte del Japón, que imita el adorno y la forma de
las lacas chinas, todos estos casos, con una descendencia que
parece más antigua que su modelo original, son testimonio de la
frecuencia de un fenómeno como el que hemos señalado, fenó-
meno que es tan real como el progreso tal como se le ve corrien-
temente y da al préstamo un aspecto que hasta ahora no se ha
solido reconocer.

Percusiones aplicadas con percutor


356
Ya hemos hablado más arriba de los percutores (13 a 30); se
aplican a los dos herramientas más corrientes: el escoplo y la
gubia. No se conoce bien cómo se empleaba antes del período de
los metales: es posible que muchas de las hojas mencionadas de
hacha o de azuela fuesen utilizadas con un percutor; pero, salvo
en poquísimos casos, el mazo de madera -que debió de servir
para dicha función- no ha dejado una huella sensible de aplas-
358 tamiento en el talón de la herramienta. El escoplo y la gubia (349
a 352) se usan por doquier desde el comienzo de la Edad del
Bronce. En todos los centros descubiertos por las excavaciones
han salido a la luz algunos ejemplares de estos útiles con formas
directamente emparentadas con las actuales; un hecho interesan-
te, como sucede con la azuela, es que hay dos zonas claramente
diferenciadas: escoplos plenos alrededor del Mediterráneo y
Oriente, y gubias en la franja de las estepas y Europa. Y también,
como en el caso de la azuela, quedan dos tipos actuales: el esco-
plo pleno de Occidente y la gubia de Extremo Oriente (353). Se
da una gran variedad de hojas: escoplos con hoja fina, escoplos
gruesos con un chaflán, con dos chaflanes iguales o desiguales,
con filo rectilíneo o curvilíneo, con una cara convexa y gubia.
172 Existen varios para cada oficio relacionado con la madera.

173
Madera alabeada
Para trabajar con ellos se utilizan algunas herramientas ya cono-
Aparte de las percusiones h t cidas, como la sierra o el cincel; pero lo esencial en el trabajo de
ra: imprimiéndole una de' ayo ra manera de tratar la made, estas materias se funda en su relativa plasticidad. Dentro de estos
. que Supone I
trabajo IOrmaclOn
. '. permane n te. Se trata de Un
sólidos conviene distinguir dos grupos: el vidrio y los metales I • El
sólidos semiplásticos ~~r~anslcl~~ entre los sólidos estables y los carácter fundamental de ambos grupos es que adquieren su plas-
madera se modifica tempo:~n:e~ en que el estado fisico de la ticidad en caliente; pero, mientras que el cristal al enfriarse ya no
te
Algunos sólidos fibrosos (el bambú medIante calo~ o remojo. es apto para la deformación permanente y adquiere las carac-
alabeados sin preparación ni a ar y el rot~n, por ejemplo) Son terísticas de un sólido estable, los metales conservan en frío una
rre con las ramas flexible patos. especIales; lo mismo ocu-
palos de las viviendas o I:s i: e Se utilizan para hacer cercas, los
ciones se hallan en el límit dns~res de barcas, todas estas opera-
plasticidad suficiente para permitir deformaciones permanentes
por medio de flexión o de repujado. Por consiguiente, podemos
e anticipar dos maneras de trabajar todos estos cuerpos: en calien-
El trabajo de alabear :a m~d~~ trabajos de cestería. te, se aprovecha su plasticidad; en frío, su posibilidad de segmen-
que se extiende desde E a predomma en toda la zona tación, y, sólo en lo referente a los metales, podemos añadir
es todavía Un rasgo comú,;;opa septentnonal hasta Groenlandia; ciertas acciones limitadas por su plasticidad en frío.
norte de la franja de las est: todo~ los pueblos que se hallan en el Aunque la elasticidad sea una propiedad muy importante de
de la subida de la savia se c~~· t a made~a, cortada en la época los metales y el tratamiento de éstos consista precisamente en
somete a una flexión ¿rogresiv: ; en un uego moderado y se la rebasar el margen de elasticidad para deformar o empezar a tra-
les, aplicaciones en su totalidad delame d.10 de aparatos especia- bajar la materia, nuestros pueblos casi no se sirven de dicha elas-
jan ramas gruesas para hacer p ti dPalanca. Cuando se traba- ticidad para fines técnicos conscientes. El arco de metal es una
. . en toda 1 E a mes e tnneo o piezas d e engan.
eh e, se utiliza rareza de los herreros hábiles del Irán, y el resorte metálico sólo
barras sujetas normalme:te uropa septentrional y Rusia largas se conoce en aplicaciones que pertenecen a la primera corriente
más ligeras se alabean ma~~.:n torno (152 y 356). Las piezas de la industrialización de las técnicas.
(1.052, l. 11) o con ayuda d me~te. raquetas para la nieve En el estado en que se halla nuestra ciencia no podemos tra-
medio de ataduras se consig e una ave (354, 355 Y 360). Por tar del origen de la metalurgia. Cabe imaginar un estudio en el
hasta que la madera se seca. ue que guarden la nnsma posición que el hombre debió de utilizar los metales nativos que guarda la
Se alabean, en toda el área . d . tierra: oro, plata, cobre y el hierro de los meteoros. Semejante
que se fabrican recipientes cilín~~~~~0(~~7a~t;~~l)ll~ finas con las hipótesis tendría como confirmación aparente algunos pueblos
se alabean manualmente se su' . ' as piezas que que sólo han usado los metales en esa forma. Pero de hecho no
mente atadas (358)' para aseg Jeta~ c~n pmzas o barras fuerte- hay nada que autorice a generalizar tal suposición, salvo en lo
bordes uno sobre otro e ti urar as junturas se cosen los dos referente al oro, que es el único metal normal y universalmente
madera cosida Son Propi~~ d~r~s de c~~eza. Estos recipientes de nativo.
nal, aunque en muchos otro .~s pue os de la franja septentrio-
t
que se redondean y cosen si: lOS .encontramos cajas de corteza
Se pueden realizar dos tipos de constataciones sobre la histo-
ria de la metalurgia. La primera se refiere a los esquimales, que,
actual, los más hábiles en la p a acclOn. del fuego. En el momento al encontrar cobre nativo y hierro meteórico, hicieron, con sólo
los siberianos orientales repar~clOn de la madera cosida Son martillear en frío, hojas de herramientas o de armas; podemos
, coreanos, japoneses y esquimales.
decir lo mismo de los numerosos grupos suramericanos, de los
australianos y de los sakai, quienes, con metal de origen extran-
Los SÓLIDOS SEMIPLASTICOS jero, obtienen mediante el mismo procedimiento de simple
martilleo algunas hojas de tamaño reducido, o de algunas tribus
Bajo esta denominación fi ura n 1
deformados. Como a los sólid g t b~s cuerpos que pueden ser 1 A. LEROI-GOURHAN, El gesto y la palabra. vol.J: Técnica y lenguaje,
os es a es, se les puede segmentar. pág. 245.
174
175
antiguas de América que parecen h b . .
mente, en metalurgia la f n dici a er conocidn casi exclusiva- rramientas, se pudo fundir el mineral de hierro. Pero las cosas
Todos estos pueblos s; hallaun e~clOn y el trabajo del oro nativo. son más complejas de lo que parece si se consideran los trabajos
por un embrión de metalur ia una Edad de PIedra ennquecida de los últimos veinte años. Los objetos de cobre puro pueden ser
estado transitorio. En realid~d ~ue podría conSIderarse como un anteriores a los objetos de bronce en una determinada región y,
pulen la piedra y no de h ' e trata de personas que labran o sin embargo, ser posteriores al bronce en otra zona; en un mismo
. erreros- por id . . centro, pueden ser posteriores al bronce -lo cual implica una
comercIal, el metal se pone a su di un acci ente geológicr, o
ninguno de los rasgos técnicos q ISPosIclOn, pero no poseen penuria momentánea de estaño- o pueden pertenecer sólo a
Hacer de dicho estado la fuente due caractenzan a la metalurgia. series de objetos determinados. Con el hierro sucede algo pareci-
ca que se da como implicita la e~1 trabajo de los lUetales signifi- do: aparece en Egipto entre la IV y la VI dinastía (probablemen-
que debieron de trabajar los ~tencIa prehlstonca de grupos te, se trataba de hierro meteórico sin ningún trabajo de fundi-
corriente para ellos, es decir e~ta ~s nativos, al menos el más ción), mucho antes de que su empleo sustituyese al del bronce;
en absoluto. ' ro, o cual no se ha demostrado en Mesopotamia, desde el período sumerio arcaico, encontramos
La segunda constatación es m di escasos ejemplos de objetos de hierro, siglos antes de su presencia
tos neoliticos no Se ha e uy istmta: en las zonas de res- normal. Finalmente, en toda Eurasia, el uso de estos metales se
. ncontrado oro o sol h halla mezclado hasta una época tardía con el de las piedras labra-
reglOnes a las que ha llegad' o se alla en las
tuvieron una industria metO 19racIas a centros que, durante siglos, das y pulimentadas, lo cual impide ver fronteras absolutas o re-
milenio, desde Egipto hast aMurgIca completa. Entre el VI y el III voluciones técnicas entre los períodos.
a esopotanua y el l d Hay algo que sí resulta claro y válido para todos los tiempos
recer de manera simultánea b' n o, vemos apa-
mar la existencia de un pu~tge~~s de hierro. Nada permite afir- anteriores a la fase industrial: los fundidores y los forjadores son
metal nativo provocase el invento del que el descubnmlento del especialistas socialmente poderosos, maestros de materias raras.
les,.nada permite suponer si uiera e trata~11lento de los minera- No es cierto que existiese una superioridad técnica de las prime-
zacion de una pieza nativa dq b una sene loglca entre la utili- ras herramientas de metal sobre las hojas de piedra, pero en el
co complejo que de un guij e co fer o de oro y el conjunto técni. caso de las armas, la causa fue ganada por los largos puñales y las
hierro. Desde la época en darrol errugmoso, haga un lingote de espadas. Casi en todas partes hay un período en el que sólo se
pulía las piedras el Medite u~ e resto del mundo aún tallaba o forjan las armas, y las herramientas corrientes son de piedra o de
. , rraneo orienta¡ A' . madera. Esto explica la tenaz supervivencia de las herramientas
seian las herramientas co li d Y SIa occIdental oo-
la forja. Dichas herramien7:S ~~ae:: y:-otentes de la fundición y de piedra hasta nuestros días. Algunos pueblos provistos parcial-
te, Extremo Occidente, el Norte et~ I~ron por Extremo Orien, mente de piedra y de hueso todavía recogen ávidamente toda
ta suponer que un pueblo rei y ur, no hay nada que perrni. partícula metálica que les venga de fuera, y la forma de sus útiles
conjunto técnico. La existen~~~v::~ase por su cuenta el mismo está condicionada por dicha pobreza, la cual determina esas pro-
cobre y bronce, oro, platino l a América precolombina de porciones entre el mango y la hoja, tan diferentes de las de los
problema de una serie de inv y ~ ata trabajados plantea, quizá, el pueblos forjadores (32, 110, 112, 114 y 115).
varios siglos, si no varios e·7 os mdependlentes. América lleva Mientras que los metales tienen una importancia mundial, la
Viejo Mundo en lo que a e~1 ~mos, de retraso Con relación al del cristal es bastante limitada. Éste aparece muy pronto en Ba-
período, algunos rasgos pasa:one~a se refiere; durante ese largo bilonia, en la zona del Indo y en Egipto; se extiende por el Medi-
Pacifico: los metales son probable~ ASIa hacia la otra orilla del terráneo y Oriente Próximo; posteriormente, se fija en dicho te-
Hasta estos últimos años ente uno de esos rasgos. rritorio hasta el siglo XVII, y únicamente a través de los
era un dogma y . l productos comerciales alcanza el África negra, el Asia de las este-
muo h os- que una edad del cobre '. - aun o es para
hierro. En efecto resulta l' . precedío a las del bronce y del pas y el Extremo Oriente. En China y en Japón, hasta nuestros
. , OgICO suponer qu . t:
días, es escaso, es decir, técnicamente inexistente: los únicos ta-
didos minerales simples de e b e pnmero rueron fun-
para aumentar la dureza y q~ re, que después se añadió estaño lleres (de inspiración occidental o iraní) de los siglos XVII al XIX
e, por ultimo, ya COn mejores he- sólo ofrecen un interés de curiosidad. Las causas de dicha caren-
176
177
cia no Son propiamente t' . ,
necesidades del Extremo OeC?ICas. la alfareJía satisfizo gustos y
nente y las pi d ' cuya preparación se limita a la explotación y al lavado, En África
cuarzo procuraban a su s h bi le ras duras de Jade y y en el continente eurasiático así como en América se separa el
transparentes por lo QU a ,htanbtes goces estéticos en materias
' '
Los procedImientos e no a la lugar d polvo o las pepitas de metal batiendo las arenas o tierras en una
para tratarl ,para esear el cristal. calabaza, un tubo de bambú o una batea cónica, No obstante,
alfareJía, técnicas dominada o se obtIenen de la orfebreJía y la
S podemos encontrar procedimientos más completos Que permi-
trabajado el cristal Un h h por muchos pueblos Que no han
O ' . ec o mas singuía . ten la separación de las partículas más insignificantes. Por ejem-
.,:ente conocía desde hacía siglos la e r aun ~s Que Extremo plo, en Eurasia se lavan las arenas auríferas o los residuos de
clan de los minerales de l omposlclon y la dosifica- fabricación para separar las grandes impurezas, y después se
, ificables de la cera ' os Que
vitn d se extrae ' p uesto Que los barnices
r» vuelven a lavar añadiendo un poco de mercurio para unir las
en as piezas con algún fallo an una fina pel'
las nuca ' ICUIad ' , Que,
e vidrio partículas de oro. Inmediatamente se filtra el mercurio, el cual
Así pues, sólo era necesario 'la~e::~ produ':lT copas muy gruesas'. deja un sedimento metálico que se trata con sal, se funde con
m Japon lo dieron durante su ~~uen~ paso, pero ni China bórax y después se refunde con el soplete para depurarlo com-
objetos de cristal Que al peno o c1aslco, a pesar de los
, , menos desde el igl pletamente.
ocasIOnalmente de Occidente E t ' SI o vn, les llegaban El platino sólo se conoció en la América precolombina y con-
observar dan lugar a curi . s os ejemplos, cuando se pueden
"
haber Inventado osas revelacio b cretamente desde la costa de Colombia hasta el Perú. Los orfe-
y no se in ven te nes so re <do Quese podía bres locales no contaban con los medios para fundir los granos
Que la ilÍvención misma a o», aspecto mucho más frecuente
SI de platino nativo, así que los utilizaban en amalgama con el oro,
no es forzosamente un m'al co m o sobre la inercia técnica Que
socral,l ' Es una prueba más de que la sencillez técnica no es la marca de
lo «primitivo». La lógica podría sugerir que el uso aislado del
Los metales platino y del oro, del cobre y del estaño condujo a algún genio al
descubrimiento de las aleaciones. Parece normal -ya que las
Se puede intentar un estudio de cad materias impuras (platino mezclado con oro o mineral de cobre
separado (oro y plata cobre b ~ uno de los metales por mezclado con estaño) ofrecen posibilidades de las que carecen las
cularidades de trata~l'e t Yd ronce, hIerro) y detallar las parti- materias puras- Que la aleación pudo coexistir con el metal
n o e cada uno d 11
mo d o no se aprecia la profu da un¡ e e os, Pero de ese puro e incluso precederlo muchas veces.
recer prácticamente en la n a umdad de la metalurgia: al apa-
bloque técnico homogéneo,:sr,::a epoca, los metales forman un
te, e.xceJ?tuando algunos detalles ¡U~" p~ra cada elernenn, se repi- La fundición
fabncaclón: el mineral o el met I n IVI uales, el mIsmo ciclo de
funde con carbón y un f d a nativo se extrae de la tierra' se Los otros metales se extraen normalmente de minerales de
separar la fundición de ~n ente generalmente, para depurarl~ y ley elevada, por medio de la mezcla con carbón vegetal y calcina-
en caliente y se labra en ~~~p~~za: terrosas; se cuela, se bate do prolongado. La cantidad de metal obtenida es escasa (unos
cnsoles y yunques cambian . . P OporCIOnes de los hornos, cuantos kilos por cada colada) y la preparación de una colada
pero el fondo es el mismo Poselgutn se trate de oro o de hierro requiere varias semanas de trabajos; más aún Que la alfarería, la
mas. en el ciclo metalúr ' . r o anta , conv lene fii IJarseprimero, fundición de minerales es una operación llena de riesgos y fra-
La '. gico Que en los metales casos.
, extraccIOn del mineral el la '
tación minera pertenecen a las' té ~ado de las arenas y la explo- A menudo, los hornos tienen dimensiones pequeñas. Los via-
. ecmcas de ad '" . jeros del siglo XVII pudieron presenciar los trabajos de los últi-
seran tratados más adelante El . . QUlSlCIOn por lo Que
, oro es el uruco metal importante mos fundidores de bronce del Perú: se trituraba el mineral en un
A
2
tod o esto hay que añad' mortero de piedra, haciendo un polvo fino, y después se mezcla-
fueron conocidas o fabricadas po~ ,2uemayoría
las ~r1as de pasta de vidrio coloreada
de los gru ba con carbón vegetal y estiércol de llama:' Su «alto horno» era
pos extremo-orientales
In ' un fogón de arcilla, portátil, Que colocaban en las laderas de las

179
colinas, en la dirección del viento. Trabajaban juntos docenas de
fundidores y cada uno producía una cantidad irrisoria de metal,
ni siquiera suficiente a veces para una soja pieza.
Los japoneses destacaron durante siglos en el arte de tratar el
hierro. Su horno (361) estaba compuesto de una fosa poco pro-
funda en la que desembocaba una tobera; la combustión del
carbón se hacía en parte al aire libre con una gran pérdida de
calor. La masa pastosa, removida con una berlinga, se aglomera-
ba en el fondo de la cubeta en un banco, donde el hierro se
mezclaba con escoria; se sacaba esta masa pastosa para batirla
varias veces y eliminar la escoria. Otro procedimiento (362) con- 361
sistía en hacer la colada en barras o en lingotes. A partir de este
metal de excelente calidad pero muy impuro, mediante coccio-
nes y forjados sucesivos, los forjadores obtenían esas hojas de
sable cuyas extraordinarias propiedades dieron fama a la meta-
lurgia japonesa.
Este método de fundición con carbón vegetal a temperatura
relativamente baja se conoce entre nosotros como método cata-
lán; fue perfeccionado en Europa gracias a las mejoras de los
fuelles, que permitieron, de 1.500 a 1.700·, obtener fundiciones
homogéneas. El término de «método catalán» debe ser rechaza-
do en el vocabulario etnográfico, cuando no se trate del viejo
horno propiamente catalán; parece preferible el término de «fun-
dición a baja temperatura», que se aplica a todos los procedi-
mientos anteriores al estado industrial actual. Se caracteriza por
un fenómeno químico muy particular: la combinación de los
silicatos de aluminio con el óxido férrico, que provoca la forma-
ción de silicato de hierro fusible a baja temperatura y no por la
construcción del horno en un plano uniforme, que sería el plano
«catalán».
Los hornos que tratan el mineral de hierro a baja temperatu-
ra han desaparecido actualmente, salvo en África, donde aún
encontramos un alto horno minúsculo de construcción más ra-
cional que el de Extremo Oriente, y que es testimonio, probable-
mente, de una importación mediterránea antigua. Con una altu-
ra de dos a tres metros, la torre (363) se ajusta a las mismas
divisiones generales que las de nuestro alto horno: tragante, vien-
tre y crisol; las toberas múltiples, como en Europa, están coloea-
das en corona por encima del crisol, y un plano inclinado sube
hasta el tragante. Sobre el crisol se ponen algunos grandes blo-
ques de mineral; después se llena de carbón vegetal, se enciende
por la parte alta y se va echando a intervalos una mezcla de
181
180
dida» consiste en modelar un obje-
mineral y de carbón. El fuelle se acciona durante dos días, luego La fundición a<<la cera P~;n~ral de arcilla y luego revestir este
se extrae con la berlinga, por la base, la bola de fundición pastosa to de cera con o sin molde a de arcilla diluida. Una vez seca, se
que es batida para depurarla y cortada en trozos propios para ser modelo de una masa espes derrama dejando un
f ndir la cera que se .
forjados. calienta la masa para u al f ndido. U no de los procedí-
vacío en el que se cuela el ~~ lo~ negros de África occidental
mientas más lllgemoSoS es e e tde se suelda a un crisol de
El moldeado '365 a 370): una vez hecho el mo f ndir (368)· basta con
, . 1 tal que se va a u .,
Los procedimientos para colar un objeto en un molde nor- arcilla que contIene e me l. el metal Entonces, se vuel-
. . d aldea para icuar . .
malmente son distintos del trabajo de preparación de los minera- veinte mlllutos e e . 1 (369) Y el metal se exllende; por
les, aunque es fácil encontrar la huella de los intercambios entre ve boca abajo el mlOmld~¡~~~ouando se ha enfriado.
ambas técnicas. Son raros los objetos de hierro fundido y colado; últImo, se rompe e
el Extremo Oriente chino y japonés junto con Europa son casi
los únicos que ofrecen ejemplos de ellos. Esto se debe a la imper-
EL TRABAJO DE LOS METALES
fección de los fuelles, que no tienen la suficiente fuerza para que
el fogón logre la fusión del hierro depurado. Por lo tanto, la ueden hacer divisiones jerár-
industria del moldeado se realiza prácticamente sólo con el oro, En el trabajo de la madera se P eblos que usan la azuela y
la plata, el bronce, el cobre y los metales blandos. quicas bastante claras: entre los pu ladera hay una diferen-
Para este trabajo se emplean dos métodos (ambos atestigua- aquellos que poseen el escoplo pa~a ~r~ permitir, si es preciso,
cia técnica conSIderable sufiClent. P . nto global de los grupos
dos desde la Edad del Bronce, y el más antiguo en Mesopota-
mia): La fundición con molde y la fundición a cera perdida. Los pronósticos sobre el estado de eqUlpa~~emetales: existen diferen-
dos métodos son de uso universal, ya que se practica en Eurasia estudiados. No sucede lo mismo c~n forma de las herramientas,
durante la Edad del Bro l1ce, en el Méjico y Perú precolombinos, cias cualitativas en la matena o a t a n en todos los pueblos
. f d ntales se encuen r
en Asia meridional y Africa hasta nuestros días; únicamente pero los lIpOS un ame la o esculpir con cincel son dos
Oceanía queda excluida, pues no ha conocido los metales. metalúrgicos. Esculp~r con la azue para el herrero sudanés y
Generalmente, los moldes son piedras blandas, esculpidas procedimientos técmcos, mle~tras ~ue e con una mayor o menor
con la forma negativa del objeto que se va a moldear: es el caso el japonéS o el irani el clllcelan~:~n~~ pero siempre por los mis-
de las armas de la Edad del Bronce y de los moldes para hacer finura, en metales mas o ~e 1 tratamiento de los metales
lingotes de la mayoría de los países. Estos moldes tienen la venta- mas medios elementales. or eso; e al que hemos hecho con la
debe ser considerado en bloque, a igustc respecto las ofrecen los
ja de que son útiles casi indefinidamente, pero la dificultad estri-
ba en tallar los modelos en ellos. Éste es el motivo por el que las fundición. Las únicas excepclOalnes a eero que trabajan los que la
roducen met es, P
más de las veces se buscan moldes de materias plásticas: hay grupOS que no p . ofrece ya tratados: es el caso, por
moldes de bronce (364) o de arcilla cocida que permiten repro- naturaleza o el comercIO les los motilones de América del Sur,
ducir modelos sencillos en varios ejemplares; es indispensable,
por lo que se refiere a estos moldes de una o dos valvas, que el
ejemplo, de los andamanes,
los habitantes de Oceama -qut partido de los reSiduos
:~~~to con los europeos- o
metálicos que les pr0\trclOln~ :lgOnquinos, ejemplos clásicos de
modelo sea fácilmente separarable del objeto moldeado, es decir,
sin entrantes que impidan quitar el molde en el momento opor- los esqUImales, los hai a Y o 1 resencia en su hábItat de
tuno. Tanto en Extremo. Oriente como en Europa se practica, este trabajo elemental graciaS a a Ppero dichos pueblos tratan
. .. o de cobre nativo. .
además, el moldeado con arena muy apelmazada que permite hierro meteonco . . d as de propiedades un tanto partl-
una manufactura rápida de modelos en un solo ejemplar. Asi- los metales como SI fuesen pie r lanariaS Yutilizan un pulí-
mismo se emplea el moldeado para esbozar piezas de calderería: culares: los martillean en frío para ap demos hablar de auténtica
dar para formar el filo; ante esto no po
se cuela y después se martillea en frío un disco más o menos
cóncavo (como en el caso de los gongs de bronce de Java). metalurgia.
183
182
Laforja
masco tan buscadas desde Siria hasta Egipto, el Cáucaso y Persia.
Nonnalmente los metales no . En Indonesia, son las hojas de kriss malayo (662) las que se
herramienta -como suced e 1 san trabajados Con una sola hallan en la cima de la industria de la forja, El mejor trabajo
madera o la piedra- sl'no enda mayoría de los trabajos de la javanés consiste en soldar al rojo barras de hierro de mineral y de
po demos descomponer pa
' me tante un con¡ onJunto: laI
forja, que hierro meteórico o cargado de níquel, lo cual realza el juego de
ración, Este conjunto pon;~¿~~ nos resulte más fácil la enume- tornasolados por la oposición del color de las capas, El labrado se
elementales de acción sob I nClOnamlento todos los medios realiza con muchas precauciones con el fin de guiar la orienta-
tillo, el yunque y el cortatr:'o; ~~:na: las percusiones en el mar- ción de las hojas y formar dibujos: espigas, olas, ondas concéntri-
temple o en la acción de ' . ego en el fogon; el agua en el cas o nervaduras centrales que van a morir en los filos formando
'"
l os pnnClplOS enrnar y el ai I e:
de la palanca d'l re en e fuelle, así Como franjas paralelas, En el Japón, los comienzos de la soldadura al
·
Y'. accesonamente, los taladros. M . o e os mOVImIento s en las tenazas rojo (hacia el siglo VlI) se parecen a los productos ordinarios
gon y fuelle Son los compone t artIllo, yunque, cortafríos, fo- actuales del Tíbet o de las islas de la Sonda; se trata de unas
forja. Esta unión armoniosa ~ e~ um~ersales e mdisociables de la líneas paralelas, marcadas por la soldadura incompleta de las
en los herreros de todos I e os e emenos ha estado presente hojillas estiradas, Progresivamente, se ha ido buscando, no la
reli19lOSO
'.
. lIgado a su ob ro.
os tIempos y ha rea lzad o el carácter
imbricación de hierros diferentes en hojillas finas, sino la solda-
SI bien el conjunto es invariable . dura completa de hierros con propiedades precisas: flexibles,
go, una especialización no en lo l' t~e ha producIdo, sin embar- para la masa de la hoja, y duros, para el filo, El estirado y la
de las herramientas sino en I re a IVO al número o el nombre soldadura son mucho más difíciles de conseguir, en general, que
formas; podemos h~blar p o qduehafecta a las proporciones y las en el caso del kriss javanés; pero, dado que la forja japonesa
refiinen'. danos prácticame' t ues, e erreros ' ea Idereros y orfebres
El h n e a todas las zonas consigue poner al rojo vivo largas barras de metal, se han podido
errero se dedica al traba' d '. incorporar propiedades distintas en una sola operación, Mientras
metal; debe forjar con berramí ~o e las masas Importantes de que el hierro de Damasco está delicadamente tornasolado, ha-
las barras de metal en brut lendas pesadas (371 y 372). Depura ciendo aguas muy juntas, y mientras que se marca el hierro java-
o me iante cingl d .
modela en caliente. El hierro fundido . a o Yrecocido, y las nés con anchas y numerosas ondas, las hojas de sable japonesas
mlte apenas el temple si no h id a baja temperatura no ad- sólo presentan una línea (impropiamente denominada «tem-
. a SI o acerado trab . . .
mente realIzan bien los mejores uebl . ' . aJO que urnca,
ra, que consiste en estirar en f os mdust~ales, La soldad u-
barra de metal para aumenta ca ~ente Por ~edlo del batido una
pie»), cuyas ondulaciones varían a gusto del herrero.
La calderería se realiza con el cobre y los metales blandos, y
su raras veces con el hierro. Aunque allí donde haya herreros en-
los principios de la Edad d IrH omogeneldad, se conoce desde contremos metales batidos, la importancia y el uso de los pro-
. e rerro en ASIa . I
requenan dureza y elasticid d: I . onentaí. Las armas ductos varían notablemente. Efectivamente, el África negra, a
di . a , os medIOS lim't d d .
or mana podían oroduce- h' latí I a os e la forja pesar de conocer el procedimiento de batir y remachar el hierro
P ara resolver las dificultades aJas re alIvament
tirab e cortas y finas, no lo utiliza en la práctica cotidiana; sin embargo, todo el sur de
rrote que se alargaba y afi ' ba, es Ira a con el martillo Un ba- Asia (373), al igual que el Islam, abunda en recipientes corrientes
a
volver a empezar la operacionn a, Se plegaba en dos partes para de cobre batido. Con los materiales actuales no se pueden distin-
que se creia necesario Cuand y aSI
. I suceslvament
1 e too as Ias veces guir las relaciones de anterioridad de la fundición y la calderería;
hoja plegada era inco~pleta o a so dadura de los bordes de la encontramos piezas de cobre batido desde el periodo sumerio
sellaban este trabajo, Así era' /e~uI,taban lineas, tornasolados que arcaico y, por otro lado, hay profusión de calderos y ollas duran-
En el momento actual h t a aja de la espada de los vikingos. te toda la Edad del Bronce en la zona eurasiática. Desde este
ay res centros (en A . ) d
ca este procedimiento' A . sra ande se practi- período, los recipientes metálicos se multiplican en las dos clases
bi . SJa menor Indo . J .
tam ién se puedan encontrar ot ' . nesia y apon, aunque que han continuado su desarrollo hasta nuestros días: las piezas
Tíbet, por ejemplo En A . ros testlmomos, en la India y el
, sra menor, se trata de las hojas de Da- fundidas y las piezas batidas. En Occidente se fabrican en bronce
184 calderos batidos, mientras que Siberia ofrece, con formas pareci-

185
das, calderos moldeados. Pero aún no se podía llevar a cabo la
manufactura de las grandes piezas batidas, y, desde un principio,
las plaquetas de metal se unían mediante remaches o soldadura.
Esta última operación está atestiguada desde el sumerio arcaico
hasta el Perú precolombino.
El orfebre posee, a escala reducida, todos los procedimientos
del fundidor, el herrero y el calderero; es el que ofrece la imagen
~=rl~~~ más completa del trabajo de los metales. Su fogón sirve tanto
para la fundición con crisol y soplete como para la forja con el
fuelle, y su yunque se presta al laminado y estirado con martillo,
así como el cincelado. De este modo se completa la impresión de
/'-\JfP> unidad técnica de los metales: unidad en el tiempo, ya que los
testimonios más antiguos no muestran demasiadas lagunas; uni-
371 dad en el espacio, porque todos los pueblos herreros disponen del
372 mismo material, y unidad en cuanto al tratamiento, dado que el
herrero o el orfebre sólo se diferencian en el tamaño y la forma
de sus respectivas herramientas pero no en su acción mecánica.
Al ser el metal plástico y estable simultáneamente, estas he-
09\'
I/¡ rramientas son más numerosas y variadas que las de cualquier
otra técnica (si no en los detalles de las formas, sí al menos en el
\\; nombre y la función general). A las dos divisiones esenciales de
las percusiones perpendiculares y oblicuas corresponden, en
373 ( líneas generales, dos maneras de trabajar los metales: deforma-
ción permanente y segmentación.
Las percusiones perpendiculares están representadas por las
cizallas y la tajadera (49) (lineales aplicadas), las matrices coro
374.
tantes y granetes de estampado (lineales y puntiformes aplicadas
con percutores), el martillo (difusa lanzada), las matrices y grane-
tes romos para estampar y los yunques (difusa aplicada con pero
cutor). Las percusiones oblicuas se realizan con los buriles y cin-
celes (lineal aplicada con percutor), las puntas para trazar
(puntiforme aplicada con o sin percutor), así como las limas y
pulidores (puntiforme aplicada).
375 Las percusiones circulares no son muy numerosas, pues no
hay muchas herramientas que sean lo suficientemente duras
como para morder con eficacia; además, resulta más sencillo
estampar en caliente las perforaciones. No obstante, existen
grandes barrenas (374 y 375) destinadas a calibrar los cañones de
los fusiles.
Por último, podemos mencionar las hileras (376), aplicacio-
nes especiales de la palanca, además de las tenazas y algunos
186 dispositivos propios del fuelle.

187
. mu embotados, que la arcilla
mojada se pueden hacer rel~~v~: lac:o el barniz sólo se pueden
Los SÓLIDOS PLÁSTICOS se presta a casi todo Y que . '1 no son colados en un
realizar débi'1es y rigeras ImpresIOnes puede s . 1
considerar artiificia
Estos sólidos tienen propiedades menos características que soporte que los modele. Así pu~sb s~os cuerpos que no se endu-
los estables o los serniplásticos. Tienen la nota común de poder una división catego n ca que eng o be, n de estado al ser cocidos y
uerpos que cam la . ',
pasar de un estado casi fluido a un estado sólido o consolidado. recen apenas, 1os C I e pero una claslficaclOn no
No podemos dividirlos en categorías basadas en su composición durecen a secars , .
los cuerpoS que se en didad: se podría considerar como
(mineral, cuerno o metal): la arena silícea, el polvo de cuerno y la tiene más ventaja que la como I , iera el estudio del bronce
limalla de cobre son verdaderos fluidos en sus manipulaciones, una mente singular aquella que prop~s del cincel' plástico al ser
, t ble bajo la acción '.
pero, si se les da una consistencia que permita modelarlos y lue- en tres apartados, es a'11 ' y 11U1id o en e1 molde , reumendo a su
go un tratamiento que les fije una forma, serán plásticos. Por utilizado con el marti o, 1 s ob'etos de barro grabados; luego la
consiguiente, hay que hacer una distinción entre el bronce fundi- antojo el Jade, el bronce Y o de mijo, y, finalmente, el agua, el
do, la pasta arcillosa de los esmaltes de la cerámica, la laca, los arcilla el bronce Y la galleta E gundo plano se puede ver
granos de trigo y el agua. En un determinado momento de su , . d bada n un se . d
bronce Y la hanna e c e , s muestra las relaCIOnes e
tratamiento, todos estos cuerpos son fluidos y todos requieren, en todo esto un aspecto [ecun~o, fau~esta para enhornar el pan;
para ser manipulados, objetos de propiedades comunes, es decir, forma entre la botell~, e cn~~cJo si basase en ello sus preocupa-
recipientes. Pero la clasificación que resultaría de todo ello sería pero un autor quedana en n I s tres grupos un poco dispares
falaz y vana, Estos cuerpos varían de su estado de tratamiento a "
ciones tecnIcas.. En suma ' entre o u numerosOs h ' n
y estrec os. ti
su estado de empleo a través de cuatro medios: el bronce me- de los plásticos eXIsten contactlos m y y arrancar los pegotes de
diante enfriamiento, la masa arcillosa por cocción y la laca por , ede remover a tierra " c
mismo pico pu , mo modeladoS las siguientes a -
desecación alcanzan su objetivo, que es endurecerse, El trigo yel arcilla; se pueden considerar Ct~erra batida en una azotea o tor-
agua pueden permanecer en estado fluido (su estado normal) ciones: constrUIr almenas de bri armazón de tela aprestada
mientras no se les aplique un tratamiento que los modifique, Se near un puchero, e incluso recu nr un
podría alegar que si la harina se diluye se hace plástica y que con gruesas capas de laca,
mediante cocción se vuelve tan compacta como los cacharros de
barro: se trata de un hecho que no es menos importante que el
estado fluido del bronce fundido y que merece ser considerado Sólidos plásticos de cohesión débil
como una etapa técnica, pero la naturaleza fI uida normal del , hallan las tierras ordinarias,
grano no se altera con ello y la observación sólo gana con ello En la base de esta categona se todos sus empleos de cons-
una ocasión más para desarrollar el tema de la relatividad de las más o menos arenosas o arctllosas, en t se les puede aplicar los
. lt Umcamen e
categorías. trucción o de agncu ura. . . desmenuzamiento, traslado o
Pero los sólidos plásticos se pueden tomar desde un punto de siguientes tipos de tratamlCnt~o' nes corresponden sendas herra-
vista más importante; proponemos en este estudio tres grupos: ,
aplsonarmen . t o. A estas tres Iaccr
" 'Independientemente d e aIgu-
aquellos que son y permanecen polvorientos, como la tierra; . l '
mientas: e piCO, la pala y e pison,
. . d de los aperos de labranza.
aquellos que al diluirlos se hacen pastosos y al cocerlos pasan al nas herramientas de uso lirnrta , o y. tres clases de percusiones
estado estable, como las arcillas, y, por último, los que se vuelven Por lo tanto, podemos dlStlllg~trhas herramientas se pueden
semifluidos y endurecen cuando se secan. Son respectivamente (puntiforme, lineal y dlfusa)~~eroor '¡~ que no es lícito considerar
los plásticos de poca cohesión, los plásticos propiamente dichos y emplear con una gran libert , P " obll'cua aplicada o como
, ta de percustüü
los aglutinantes. Entre estos tres grupos sólo se observa una rela- la pala como herramlen, endicular difusa, según la manera
ción: la posibilidad de darles, durante el tratamiento, una forma herramienta de percuslOn perp1 L identidad de la matena
permanente con mucho menor esfuerzo del que precisa la plasti- de utilizar el filo y la parte P a~a'co:strucción de tapial puede
cidad de los metales, Esta deformación permanente es más o empleada en la agncultura Yen a
menos delicada o más o menos fácil: es evidente que con la tierra 189

188
hacer suponer una cierta semejanza en las herramientas; en reali-
dad, normalmente se da una especialización de formas, pero al-
gunos agricultores así como ciertos negros, a los que el construir
una choza no les resulta un trabajo especial, emplean la misma
azada (115) para labrar y para sacar los terrones que sirven en la
construcción de muros.
Entre los objetos usados para modelar o desmenuzar la tierra,
la coa (377) es la herramienta básica, que podemos encontrar
entre los pueblos considerados como primitivos de África del
sur, de Australia y de América del Sur. Incluso perfeccionado
con una punta de cuerno y un peso, sigue siendo poco eficaz,
propio para desenterrar raíces o escarbar la superficie, a fin de 378
sembrar en terrenos apenas desbrozados. En cambio, la azada y
el pico (109 y 110) continúan en las sociedades mejor equipadas;
satisfacen una necesidad para la que, hasta el invento reciente de
los aparatos neumáticos para desfondar, no servía ninguna otra
herramienta. 377 379
El pico y la azada sirven más bien para el terreno duro y los
trabajos de las minas y de derribo; para los campos blandos ex-
plotados por la agricultura se adapta mejor una herramienta que
sea capaz de remover más tierra: se trata de la batidera o azada
de pala (113 a 115), idéntica en la forma a la azuela, pero de
proporciones más grandes. Es una herramienta agrícola por exce-
lencia, motivo por el cual hay muy pocos agricultores que no
hagan uso de ella. Se ha llegado incluso a establecer un criterio
381
cultural (el de la agricultura de la azada) que afecta a casi todos
los pueblos: desde los que no poseen agricultura hasta aquellos 384
que utilizan el arado. Dicho criterio, que, a falta del valor históri-
co que se le ha querido dar, posee un cierto valor técnico, agrupa
bastante bien a los pueblos que nosotros consideramos en el pre-
sente estudio como artesanos aislados, es decir, los que disponen
solamente de medios muy limitados. Pero el uso de la azada de
pala supera sin limitaciones a esos pueblos sobre los que la termi-
nología arroja periódicamente un nombre nuevo. En efecto, la
azada es la herramienta universal del pequeño cultivo. Los gran-
des cultivos requieren otros útiles que no son de percusión lanza-
da como el arado de dientes o la azada, sino de percusión aplica-
da: el rastrillo y el arado. 385 386
La función del zapapico, la azada, el rastrillo y el arado es
desmenuzar el terreno; la pala está destinada a transportar la
tierra removida. Es una herramienta menos utilizada que las an-
teriores y propia de los pueblos artesanos agrupados. Efectiva-
191
190
. .' n Extremo Oriente y en Europa han
mente, la pala se necesita únicamente cuando la azada no es la muy vanable . ulllcamente e este trabai
. ión: aJo,l¡
fácil de realizar en los
herramienta esencial: en Europa, el pico y la pala forman una sido anahzadas con prectsion. seos -de todos los tiempos Y
pareja, mientras que, para realizar las mismas tareas, en África o laboratorios sobre los miles de ca seguramente se lleve a cabo
en Oceanía utilizan la azada y una cesta o recipiente de corteza o lugares- que guardan los mu~~~~ obtener hechos interesantes.
calabaza. Esto es tan claro que se da una curiosa combinación algún día, y gracias a el se po resente por un lado, que las
(378) de estos tres objetos en Extremo Oriente. La laya ocupa Por otra parte, es necesano tener p rmald,ente na son explota-
una posición particular: hay formas muy distintas repartidas en- propiedades de las arcillas p~;a~u:~tro estudio y, por otro, que
tre Occidente y Extremo Oriente (379 y 380). Realizan el trabajo bies por los pueblos objeto una reparación cuya finalidad es
de desmenuzar después de remover la tierra; sin embargo, la son sometidas casr sIempre a '11 ~elativamente pura seca muy
azada desmenuza sin traer completamente a la superficie las ca- desgrasarlas. En efecto, unda arci a de secado considerable Y se
f na re UCClon .
pas profundas. El antagonismo de las dos herramientas se repite lentamente, su re u h regulado cuidadosamente.
. rtea si el fuego no se a . d
en los arados, entre los cuales unos son semejantes a las azadas agneta o se cua ea SI. entre los alfareros recIentes e
arrastradas y otros a las layas arrastradas; en el capítulo dedicado excepto en Extremo onlen~e ~ nte suaves como para hacer en
a la agricultura se podrán encontrar los detalles sobre estas seme- Europa, no hay hornos o as a
janzas. ellos una cocción tan deltcada. espesos terrones Y se depura
Normalmente, los campos son sometidos a una tercera tarea: La arcilla en bruto se extrae en rt nos dicha depuración
los protoa esa ,
la de apisonar, que en la agricultura se hace de manera ligera y después. Entre.1os pre y . urezas voluminosas manual-
con la ayuda de la azada, una plancha o un rodillo. Por el contra- superficial conSIste en quitar las en E opa la masa en bruto se
rio, para la construcción de viviendas se necesita mayor com- mente. En Extremo Onente y en lur . a:ndola en seco y tami-
. ado (385) o pu venz .
presión con el fin de dar la cohesión precisa a los muros de trabaja medIante rasp .ficar una arcilla demasía-
tierra, tapiales, al suelo de las habitaciones y a las azoteas. Ésta es zándcla después. Cuando hay que .pun se agita la tierra una vez
la razón por la que allí donde se da preferencia a las construccio- do arenosa, se recurre a la levlgac:~n~rena cae al fondo del reci-
ar.el
nes de barro o de mortero, encontramos la aplanadera, que pue- diluida y luego se la deja repos a ua se decanta.
de ser un pisón (381) o un mazo pesado (382). piente, la arcilla queda enc~m~ Y ~ón consiste en añadir a la
Todas estas consideraciones generales sobre el tratamiento de El desgrase, postenor a a etu;a dad' y la hacen menos deli-
la tierra valen también para lo referente a la nieve, que es asimis- masa cuerpos que reducen la Pfi':: ~~ África, América YOceanía
mo un sólido plástico de cohesión débil. Pero el empleo de ésta cada para la COCClOn. Con est~ , ánicas como por ejemplo,
es escaso y limitado a la construcción. El ejemplo casi único lo incorporan a la masa matenas ~~fzas de made:a, pelos y plu-
tenemos en el iglú, que, lejos de ser el tipo normal de vivienda de paja, trozos de hIerbas, sernn, e ión dejan a menudo motas
los esquimales, se limita a algunos grupos que únicamente 10 mas Al ser destruIdas por la colccl 'a y porosidad Los desen-
. 1 . primen igerez '.
utilizan durante una parte del año. Para construirlo se usan dos negras en la masa Y e irn '. de uso corriente: el más SImple
herramientas: un ancho cuchillo (383) para cortar las placas de grasantes minerales iambién sonalmente de gruesos granos, que
nieve compacta y una pala (384) para tapar las ranuras y afirmar es una arena cualquiera. ~orm sos cacharros de barro. Las
la base de la cúpula. encontramos en los cascos .e.numedro Amazonas que dan a la
onjas sibceas el ' .
espículas de Ias esp ejemplo de esas adaptaclO-
masa bastante hOmOgeneidad,.~O~t~:ntodos los pueblos.
Sólidos plásticos propios nes técnicas que el medio pOSI I I composición tan similar
El desengrasante debe tener unase va a trabajar, con objeto
Son todos aquellos cuerpos polvorientos, cuya preparaclOn como sea posible a la de la arcilla que . ' como la de la arcílla
. .. d I desengrdsante, as!
en húmedo da una pasta modelable que puede ser fijada de ma- de que la ddataclOn e. a ello se emplean cascas macha-
nera permanente por medio de cocción. Prácticamente sólo son tengan amphtudes pareCIdas. Par bai en crudo. Este usa del
las arcillas y el caolín. Las arcillas, de apariencia y composición cados de la misma arcdla que se tra aja
193
192
casco, normal en las fabricacio . .
te en los pueblos protoartesano~~Á~~s evolucIOnadas, es corrien- escala técnica. Pero al estudiar los detalles, todos estos rasgos
podría considerarse como un t;ab nca negra, Perú y Brasil. Esto categóricos ya no son tan claros.
cos, que están siempre al alcanc ~ol ml~nor (el empleo de cas- Podemos hacer otra clasificación, pseudohistórica: el barro,
puesto que, al igual que en Euror a e a arero); pero no es así, modelado en pegotes o en pedazos que se van uniendo, se coloca
como los calngangos del B '1 ~: un pueblo tan preartesano sobre un soporte fijo, el suelo, y cuando alcanza un estado más
bolas y después la pul ve' rasr ca c~na especialmente arcilla en acabado se pone en un soporte plano y móvil; después, en un
Una vez que la past~z:tara qunarle grasa a su pasta. casco convexo que gira fácilmente en el suelo; luego, en un so-
amasa (386) se bate Con l canza la consistencia suficiente se porte con pivote que gira libremente, y, por último, en un autén-
las burbujas'y luego se leed~~~:~.el puño para trabarla y quitar tico torno de movimiento continuo y bastante rápido. Efectiva-
mente, existe una progresión impresionante del casco giratorio al
La elaboración. La clasificación d torno propiamente dicho; pero tendríamos en poca considera-
arcdla es arbitraria Sup fi . I e las maneras de trabajar la ción a la historia si diésemos a la rueda de alfarero un origen
" . er ICJa mente podem h bl
grupos tecmcos: el modelado el ' os a ar de tres exclusivo en el casco giratorio.
siones de hecho naturales ' moldeado y el torneado. Divi-
da t . , en numerosos casos
n es excepCIOnes: se pueden mod .. ' pero con abun- El modelado. La técnica de los andamanes -que consiste en
armazón, que es un verdadero molde elar vasijas tanto sobre. Un ir ahuecando con el cuchillo un trozo de arcilla más o menos
tono, que es casi un torno' .' como sobre un fondo gira, esférico para darle la forma de un vaso, y después alisarlo y apla-
en varios países. Proponem~~ ~~:~~I~andm?ldeados en la rueda narlo con la mano- es un buen ejemplo de modelado preartesa-
como un mal menor: el mod. 1 d. . e as IVlslOnes se consideren nal.
los que se juntan trozos d e a o Incluye todos los métodos en Más delicado es el procedimiento utilizado en África negra
se refiere a los métodos e~ %~sa pa~a hacer un vaso; el moldeado (Congo, África oriental y Alto Nilo) y América del Sur, donde el
una armadura, v eí torneado es~~em:trcllla se aplica sobre o en trozo de arcilla se modela en bloque; aunque parezca primitivo el
forma a un pegote de arcilla en blo ueOdO en el que seva dando amasar una bola para hacer un vaso, el método requiere una
tono. En el presente estudio q sobre un dIspOSItIvo gira- gran destreza, así como una masa muy bien trabada y plástica.
habitual porque dichas di . : exponemos los hechos en el orden Lo que más hay que lamentar en las clasificaciones corrientes,
' IVISlOnes se recubren ¡ .
y para no perder ese aspecto d larid n Inextncablemente tanto si se refieren a la alfarería como a cualquier otra técnica, es
tado hasta el momento' en lec an ad por el que se han adop- que su inventor no las suele contrastar en la práctica; un deter-
una enumeración lógic~ de le ~partado del torneado se hallará minado método, que, sobre el papel, le parecería bastante salva-
yo no esté Convencido de la ~~. or~l1quetes y los tornos, aunque je, probablemente le resultaría menos grosero si él mismo se pu-
Según este orden podemo I iacron real de ambos aparatos. siera manos a la obra.
t. . , s constatar que . t d
ecmcos. el Primero consiste t bai exis en os procesos En el trabajo en bloque podemos distinguir dos aspectos: en
segundo en ir juntando peda en de ajar un trozo compacto y el América del Sur y en África, el trabajo se hace manualmente,
Puede esculpir o modelar con.el e arciíía. El trozo compacto se adelgazando progresivamente la cavidad hecha en el trozo de
se puede tornear (tipo artesanal pulgar (tipo preartesanal), o bien arcilla; en Oceanía, Malasia, India, y entre los haussa, forman la
pos preartesanos ya ofrecen .agrupado e Industnal). Los gru- panza aplanando mediante un mazo la parte que sujeta la mano
diante la unión de pegotes ;~s~monlO de tra~ajar la arcilla me- izquierda. En ambos casos, el vaso va girando lentamente sobre
los grupos de tipo artesanal aisla~sa, es un metodo corriente en un soporte. Resulta dificil conseguir ese adelgazamiento progre-
tipo artesanal agrupado En 1 o:fiY excepcIOnal entre los del sivo, por lo que los cacharros de barro fabricados de dicha mane-
gra h . esa crasr rcacrón pode
n omogeneidad Superficial' I t mos notar una ra constituyen un buen ejemplo de la habilidad manual desarro-
formada con pegotes que s . e rozo que Se modela, la vasija llada cuando faltan los medios mecánicos.
tornead o se van escalonando e van Iumendo y el t rozo d e arcüla .
El modelado a base de pedazos separados no contrasta tanto
en os grados ascendentes de la como podría suponerse a primera vista con los métodos anterio-
194
195
.. con más frecuencia la señal de
res, pues, de una parte, arregla con bolitas las faltas que se produ- da, a veces trozos de teJidos, Yuna moleta o una mazorca, pero
cen en la alfarería en bloque, y de otra, da una forma regular con haber rodado en la ma~ fre~~~e nunca un revestimiento conti-
el puño o un mazo a la alfarería de piezas separadas. Debemos nO se encuentra pr~clica:,habría que admitir que esas marcas
señalar tres modalidades propias de América, Oceanía y África. nUO de cestena. ASI pue , oldeaban los cacharros
de l 'poca en que se m
En la primera, se van añadiendo a la base bolitas que se amasan Son un recuerdo e a e h'
tar rnuc a irnagi
. naci on parauna causa
.. d
para poder incorporarlas, técnica muy similar al trabajo de la en cestos, pero esto es gas I do poseemos miles de vasIjas e
arcilla en bloque. La segunda consiste en ir fijando placas de tan pequeña, pues, por unf: a , rototipo nunca se ha encon-
barro muy antiguas,. cuyo amoso P .
na cesta trabaJosamen te
masa más o menos anchas pegadas unas a otras por los bordes. h ho de estropear u . .
La tercera es el procedimiento del rodillo, que permite fabricar t rado , Ypor otro,.el' -ec d cad a caeh arro de barro se J' uslificana
vasos muy regulares. Es el procedimiento más importante, utili- tejida en la fabncaclOn e udiese trabajar de otra manera.
zado en África y Melanesia, y característico de América. Consiste tan sólo si la archilla no se P 1 os ejemplos atestiguados des-
en ir enrollando en espiral pegotes de masa, que se pegan al No obstante, conocemos a gun . s (es decir difícilmente
.ezas arqueo l,ogica ' fi
instante mediante pulimento de la superficie; de este modo, se graciadamente en pi o de fabricación), cuyas anchas super 1-
puede regular con mucha exactitud el diámetro de la panza, las controlables en su proces " en'ales de cestos o de tela,
, d con autenticas s
estrecheces del cuello o de la base y contornear con la misma cies estan marca as h II n en toda la superficie de la panza,
libertad que en el torno J • pero dichas marcas no se a a nos lleva a admitir, por un lado,
sino en trozos enlazados. Esto d' servir para sostener la
< d d cestos pu leron l'
El moldeado. Existe un tópico tenaz sobre el «origen» de la que algunos Ion os e método que aún se ap ica
alfarería: al revestir o enlucir una cesta con arcilla y poner ambas base de la vasija hasta que se secase ]gunos trozos de cestos o de
cosas en el fuego, la cesta arde y se hace un cacharro de barro con en nuestros días->, Ypor otro, :~o:tener bajo la palma de una
marcas de la cesta. De ahí el interés histórico de las incontables tela pudieron ser utilizados pa d mientras que la otra mano
vasijas de barro «primitivas», cuya panza está decorada con mar- mano la cara externa de la pare , dilatarla. Pero todo esto
, ión sobre la cara mterna para
cas propias de cestería. No ponemos en duda que, accidental- hana pres .. n cesto . '
mente, se pueda encontrar un procedimiento de ese tipo, pero no no es moldear una vaSija en u ede ser considerado, a pnon,
hay nada que permita ver en los pueblos conocidos precedentes por lo tanto, el moldea~ol;~e~~ por lo que se puede observar
válidos; ese grave prejuicio es el resultado probablemente de una como la técnIca arcaica de a a ." d madera arcilla o yeso),
. ( ,ado en matnces e ,
serie de confusiones. En efecto, algunos pueblos poseen vasijas en la actualidad vact . . dades que cuentan con bue-
, más bIen asocie l
de barro y vasijas de corteza con idéntica forma y decoración; el vaciado pertenece o se trata nunca, salvo en a gu-
pero eso no implica que una sea moldeada en la otra: existen nas herramientas, En todo ~as~~ ~orma característica de la alfare-
botellas manchúes de porcelana que imitan fielmente a algunas nOS grupos suramenca~os, , e en Extremo Oriente, desde los
botellas de cuero; pero la causa es que una botella tiene necesa- ría. En el mundo medlte,:ane~Jtturasclásicas, se aplica el mol-
riamente una forma determinada, familiar al pueblo que la fabri- comienzos de sus respechvas I ares' por un lado, como tejas Y
ca. Lo mismo cabe decir respecto de las ollas de barro de Arnéri- deado a los productos mas v~:s est~tuillas Y objetos que no se
ca del Norte que reproducen las ollas de corteza todavía cañerías (390), y por otro'da , d strial se establece un compro-
familiares a ciertos grupos. Las «marcas de cestería» podrían dar pueden tornear. En el esta o m ud' nuestro actual moldeado
. tre el moldeado Y el tornea o'
lugar a dudas o incluso ser convincentes, pero se han sacado mISO en
conclusiones demasiado apresuradas. Cuando se observa el mol- en el torno, d I s estatuillas moldeadas en dos
deado de dichas marcas se pueden ver a menudo restos de cuer- El molde es externo cuan o a rt de masa que adqUIere
. tando una ca eza
piezas se oblienen ~pre n el molde (388). .'
sus contornOs extenores e 1aislado ofrecen vanos eJem-
3 Más adelante (págs. 250-251) se podrán encontrar consideraciones sobre las
relaciones que unen a la alfarería hechacon rodilloy a la cestería llamada de «es- Las sociedades de tipo arte~ana de una técnica de «armadura
piral». os de moldes mternos o mas len
p 197
196
perdida», que guarda cierta relación con la fundición «a la cera
perdida». Consiste en recubrir una armadura de paja elaborada
toscamente con una capa de arcilla para que tome sus contornos.
En la fase de cocción, dicha armadura, muy ligera, se quema. De
este modo, se pueden confeccionar incluso vasos de formas anor-
males (389). Pero esto no es tampoco moldear en una cesta,
puesto que la armadura es un simple tapón de paja o de hierba.
Ya que tenemos testimonios en varios puntos del África negra,
en el Perú y en Assam, podrían servir de auténtica ilustración de
la teoría de los cestos revestidos de arcilla, pero en dichos casos se
trata de armaduras de paja muy toscas que dejan su marca no en
el exterior, sino el interior del vaso, lo cual no es.precisamente lo
que muestran los ejemplos clásicos de vasijas con marcas de ces- 387
tos. Erland Nordenskiold' señala en Chaco una técnica, la alfare-
ría a cera perdida, por desgracia mal estudiada: las vasijas se
obtienen colocando una capa de arcilla en un molde de cera que
se funde cuando se seca; en todo caso, se trata de un procedi-
miento muy limitado técnicamente hablando porque la contrac-
ción producida durante el secado, sobre una pieza un poco fuer-
te, entrañaría inevitablemente la dislocación de la arcilla en ese
molde rígido.

El torneado. Resulta evidente, por lo anterior, que el término


torneado se refiere a dos formas técnicamente muy distintas. La
alfareria modelada se realiza sobre una base que gira lentamente,
de manera irregular, para que el alfarero pueda ver sucesivamen-
te todas las caras de la vasija. El movimiento circular sólo desem-
peña en este caso el papel de comodidad, pues si la pieza es
demasiado voluminosa y frágil, será el mismo alfarero quien gire
lentamente alrededor de su obra. Por el contrario, en la alfarería
torneada se trabaja sobre una base giratoria continua, bastante
rápida, y el movimiento lleva la masa entre los dedos del obrero:
estamos ante el torno propiamente dicho. Así pues, no hay lugar
para considerar una línea de progresión histórica que se desarro-
lle en las etapas del casco giratorio, la bandeja móvil (391), la
rueda giratoria (392) y el tomo (393 y 394); pero una serie tan
seductora choca a la vez con la historia y la lógica. Ambas formas
391
1.
392

pueden coexistir sin influencia recíproca, como sucede en África


del norte, donde las mujeres cabileñas modelan sus cacharros

4 Modíflcations in Indian culture through ínventions and íoans, Góteborg,


1930. 199
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con el casco o la bande'a iratorí .
utilizar¡ el torno con vol~nt~ L n~, mIentras que los argelinos agachados en el suelo. Por el contrario, todavía encontramos a
son distintas o bien en I . -d erramlentas de cada método veces entre nosotros el torno impulsado con un palo, al igual que
, , e caso e se . °1
manera diferente en el model d r SI mi ares, se emplean de en Extremo Oriente y en la India, ancho «giroscopio» que gira a
Se trata, en realidad, de dos co~ o COn casco que en el torneado. ras del suelo y que obliga al alfarero a trabajar sentado, con las
los pueblos de tipo artesanal ais¿~ntos técnicos- uno es propio de piernas separadas.
azada, el huso y la fragua d d de Ypuede tener como útiles la Cuando constatamos que existen tantas formas de tornos que
el otro tiene relación con l;so ~:bl e piel cerrrada manualmente; no coinciden la mayoría de las veces con el tipo de alfarería
nales y se desarrolla junto e p I os que forman grupos artesa- fabricada ni en algunos casos siquiera con las grandes áreas cul-
válvula. Aun sin dar un Ion: rueca, el arado y el fuelle con turales, podemos pensar que la etnología es una utopía y que una
resulta evidente que el to~a o~ a ~~Iuto a estos vecinos técnicos disciplina que propone tantas soluciones antitéticas no es una
en el área de las má . no e a arero se desarrolló solament~ ciencia. En efecto, hay grandes términos que no tienen más que
. quinas con ruedas y v I t S .
buido por todo el Occidente eur . o an. e.. e halla distri; un sentido muy estricto; hablar de un pueblo como lo hacían los
oriental. Como en el caso de las o~~' ASIa mendíonat y extremo viajeros de los siglos pasados «<estas gentes que poseen hachas,
ya mencionadas, debemos habl';;' des adqUISlclOnes mecánicas sables, telares y tornos de alfarero»), equivale prácticamente a
OCCIdente (394), y otro en Oriente 1~9dos tipos generales: uno en reducir a estos hombres a cuatro extremidades y dos orejas. Si
treo de los mismos obieto id 3). Este encuentro sistema. incluimos «el torno de alfarero» entre las tendencias que no tie-
, s Con I éntico E
Extremo Oriente (por no citar m . uso, en uropa y en nen origen, nos quedan ciertos «tornos de alfareros» que sí perte-
pensar en contactos antiguos int as qUeblos extremos), ¿no hace necen a una época, un lugar y un pueblo. El invento del torno de
dad de origen? Sin antici ' d ercam lOS multlples e indenti- alfarero es, en la sabiduría popular, el más antiguo torno de alfa-
libro, podemos responder par emaslado la conclusión de este rero conocido, posible antepasado de todos los demás; la parte
ya
sien de una sola forma d q~e habna sido suficiente la difu- que tienen los inventos en un determinado torno de alfarero es
n e maquma c '.
continuo para crear en los d on mOVImIento circular probablemente lo único que distingue a este torno de los res-
dencia técnica que para se ~sbe:'trdemos del continente una ten- tantes.
.
sanamente en todo lo q
, r ra .rtca a ' debola ma teri
enaIi.Izarse nece-
. ue requiere un m ' . La alfarería es una rama favorecida de las técnicas, un terreno
tmuo. Planteado de este modo el oVlmlento cIrcular con- bien estudiado por dos grupos de investigadores: los arqueólogos
para cada caso dos Orígenes osibl problema se Iimita a prever y los etnólogos, de una parte, porque las excavaciones y los viajes
local. Una solución cate óri P es. el prestamo y el invento han proporcionado miles de vasijas; y los ceramistas, de otra,
parecer fácil: el torno oc~id~~~a~P:~elhtor~o de alfarero) podría porque las grandes reglas de la cerámica antigua han permaneci-
sentarse en él a la europea 1 a ec o pensando en poder do en la cerámica industrial. Con pocas excepciones, el trabajo
extremo-oriental se halla ~ c~~et~~lernas colgando; y el torno de los primeros se ha centrado en las formas, los tipos y la deco-
menudo para poder manejarlo sentad suelo, incluso hundIdo a ración; y los segundos se ha dedicado a la técnica en Europa y, en
podemos presumir que cada forma s o e? el suel.o. Por lo tanto, la medida en que se han podido descubrir los «secretos», en
asegurar, además la independ . urgro de un Invento local, y Extremo Oriente. Los primeros apenas están comenzando a sen-
Pero no podríam~s ver con ta ~ncI~ p~mitiva de los dos objetos. tir la necesidad de adquirir una formación seria de ceramista; y
a las condiciones locales es d n. a ~ an ad un préstamo adaptado por lo que respecta a los segundos, están demasiado absorbidos
que supieron recortar el 'e'e e e~lf, a marca del genio de artesanos en la reproducción de las técnicas nobles de la cerámica de tradi-
brados a trabajar en el sU~lo n ~~ casos en que estaban acostum- ción china para buscar la composición de una pasta melanésica o
bre Un asiento elevado Ést' y argarlos cuando trabajaban so- el valor oxidante de un horno peruano.
existen muchas variante's y pa. sten a una soíucío» sencilla, pero
. para trabajar sentado res
truido S amos
I ' El tor no OCCIidental, cons- El secado. Los cacharros de barro, después de ser modelados,
neo, en un medio en el que I~ e ~mp ea edn el Onente mediterrá_ moldeados o torneados, se ponen a secar. Generalmente, no ad-
s a esanos e otros OfiClOS trabajan quieren su forma definitiva de golpe: la primera fase del secado
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tiene como finalidad endurecer la pasta. Alcanzado este momen-
to, se pueden formar algunas partes en relieve o en hueco (como
las asas o un cuello estrechado) y raspar la materia sobrante. Una
vez que se ha llegado a esta fase, se comienza a trabajar el esbozo
colocado en el torno con un instrumento cortante o un pulidor
(esturgado). Inmediatamente, la pieza de barro es sometida a una
desecación lenta hasta que quede lista para la cocción. La super-
ficie de la pieza sufre diversos tratamientos que tienen el fin de
decorarla o impermeabilizarla. Estas operaciones, muy variadas
y combinadas a menudo, a veces comienzan con el modelado de
la pasta y, en otras ocasiones, son la última etapa antes de meter
la pieza en el horno o incluso se realizan luego de sacar ésta del 393
fuego. Entre dichas tareas podemos distinguir las impresiones y
las aplicaciones.
Existe gran variedad en la decoración, pero en líneas genera-
les se puede afirmar que la alfarería de los pueblos que no tienen
un artesanado agrupado está decorada mediante impresión y que
los artesanos agrupados, así como los que están más allá de dicho
estado decoran su alfarería por aplicación. Las impresiones con-
sisten en todos los medios de hacer marcas en la pasta aún plásti-
ca con punzones, matrices, moletas o tejidos húmedos. Las apli-
caciones incluyen todos los procedimientos de pintura y barni-
ces. Comprendemos, pues, la distríbución tan categórica de los
dos métodos: el primero solamente es mecánico; el segundo está
ligado a la cocción del barniz, que sólo adquiere sus propiedades
de colores y vitríficación en un horno suficientemente dócil.
Los procedimientos de impresión no tienen un objetivo téc-
nico muy preciso, sino más bien un fin decorativo; a lo sumo,
podemos afirmar que ayudan a que la panza de la pieza de barro
sea menos resbaladiza. Desde los primeros cacharros de barro
conocidos en toda la tierra, aparecen esas marcas regulares que
han reafirmado la hipótesis de la alfarería moldeada en un cesto.
Estas marcas que con frecuencia imitan conscientemente los ob-
jetos de cestería, están hechas generalmente, sobre todo en Áfri-
ca, con moletas de paja trenzada (395) -que son rodadas con la
palma de la mano-o Se obtienen así marcas regulares, tan simi-
lares a veces a las que dejaría un cesto, que únicamente cono-
ciendo el procedimiento inicial se puede captar su diferencia.
Este tipo de decoración por impresión no se utiliza cuando se
recubre la vasija con un barniz; en algunos productos chinos o
japoneses se sigue practicando la impresión, pero solamente
como decoración suplementaria.
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El barniz se aplica por varias razones. A veces se utiliza una corrientes son el óxido de hierro (gris en reducción), (crema ama-
barboüna de la mIsma. pasta que la pieza, sin fusibilidad, simple- rillento, rojo, marrón o negro, según el grado de oxidación y las
mente para d~r un bano y suavizar la superficie. Si el fin que se materias a las que se agrega), el óxido de cobre (azulo verde en
persigue e.s la impermeabilidad, se aplican sustancias vitrificables oxidación, sangre de buey, en reducción), los compuestos de cro-
por COCclOn: cuando es una capa muy fina, es un barniz: y si se mo (cromo puro: amarillo, cromo cobalto: verde-azul, cromo
trata de una capa espesa y opaca, será un esmalte. A dichas sus- estaño: rojo-violeta, y cromo-flúor: verde).
tanoras se les conoce con el nombre más general de vidriado
cuand? no representan los extremos del esmalte y el barniz y. La cocción. Es la última fase del trabajo del alfarero, la que
además, SOn transparentes. mejor muestra la separación entre el artesanado aislado y el arte-
Las aplicaciones tienen un papel decorativo y práctico a la sanado agrupado. Existe cierta constancia entre el empleo, por
vez. Los cacharros frotados con liquen, cuando se sacan del hor- una parte, del modelado sin torno, la decoración incisiva (bien
no (camgangos del Brasil), aspcriados con jugos vegetales (África entendido que no se trata de la decoración fusible aplicada con
negra) y los vasos con barbotina de color no fusibles son trabaja- tampón, sino de las matrices), el horno que no es de albañilería
dos con un UI~I~O objetivo estético y por pueblos que no poseen y, por otra, del empleo del torno, los vidriados y el horno de
horno de alba~Ilería. Por el contrario, la resina (África del norte) alfarero. Dicha constancia no es más que un aspecto de esos
ttene una finahdad practica de Impermeabilización. Los barnices haces elementales que podemos formar con los rasgos más dispa-
vitrificables pertenecen a los grupos del tipo artesanal agrupado: res. El horno más sencillo se construye al apilar trozos de madera
en. todos los casos se trata de composiciones de óxidos metálicos, sobre las piezas de barro y mantener una combustión durante
slhce.o aluminio, cuya naturaleza y dosis forman en la fase de unas horas. Esto basta para alcanzar una temperatura entre 400 '
cocción una película de vidrio coloreada. Aplicados casi todos en y 600' y cocer al rojo vivo vasos sin vidriado (396). El Africa
estado de solución líquida mediante remojo, aspersión o con un negra emplea este procedimiento con algunas mejoras; en Sudan,
pincel, son aglutinantes, sustancias que deberíamos estudiar en por ejemplo, se hacen vasijas poco sonoras y gruesas debajo de
los parrafos siguientes, pero que por comodidad lo hacemos en el un montón de maderas recubiertas por un caparazón de cascos
apartado de la alfarería. viejos (397): se cuecen en cinco horas, sin necesidad de recargar
. Exc~Pto en la alfarería común, generalmente se realizan va- el horno y se enfrían con gran rapidez. Durante la cocción, la
nas aplicaCIOnes de barnices de colores, cuyas propiedades de rotura supera el 30 por ciento.
dilatación Son prácticamente iguales a las de la pasta. En la por- En todo el ámbito eurasiático se utiliza el horno alargado de
celana china, por ejemplo, cuya pasta está compuesta de caolini- albañilería: con una sola cámara (398 y 399) o con cámaras suce-
ta, .mlca, cuarzo y feldespato, se aplica un barniz de caliza, mica sivas. Se establece una marcha progresiva, la lumbre se carga
y slhce,.al que se agregan óxidos metálicos que adquirirán, sobre varias veces y los orificios se tapan un poco para regular la at-
el ba~mz y la pasta, su estado definitivo entre los 1.200' y los mósfera. Un alfarero de la Europa central u oriental puede cocer
1300 . Los colo~es. se aplican de diversas maneras: debajo del con tres estéreos de leña un millar de tinajas; y se necesitan cerca
vidriado, en el vidriado ? sobre el vidriado. Incluso el juego de de dos días para deshornar con 25 por ciento de rotura en la
fondo del vidriado permite combinar los tintes para obtener de- cocción. En los hornos chinos, coreanos o japoneses, con peque-
termmad~s efectos. El tipo de horno contribuye también en las ñas cámaras escalonadas, se pueden hacer cocciones en varias
combmaclOnes: según la cantidad de aire que circule, la atmósfe- hornadas con una rotura muy débil, colocando las piezas en la
ra del horno e~ oxidante o reductora: de esta manera se consigue cámara que tenga la temperatura idónea para el vidriado o la de-
el.verde con dIbUJOS azulados de celadón mediante una decora- coración.
cron negra debajo de un vidriado de pegmatita y de óxido de
cobre y estaño, COCIdo en reducción.
La composición de los vidriados solamente se ha estudiado
en profundidad en Europa y Extremo Oriente. Los óxidos más
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Los aglutinantes nos de estos colores son comunes a las tres técnicas, pero lo más
frecuente es que exista una doble gama de pigmentos minerales
. En la última c~tegoría de sólidos plásticos se incluyen sustan- disueltos en los barnices de alfarería, y que se utilicen tmtes vege-
CI~S de composicion y usos muy diferentes, cuya posición siste- tales para la ropa. En Asia oriental se da un mismo desarrollo de
manca no está muy. bien definida. Parecen tener como rasgos las gamas e idéntica dualidad mineral-vegetal en los barmces y
comunes una plasticidad muy variable pero constante y la facul- los tintes, pero hay una particulandad que merecena ser estudia-
tad de fijarse en el cuerpo que los recibe. La plasticidad y la da por los americanistas: el aluminio y e! cromo, base de nume-
aglutinación se aplIcan bien a todas las colas, resinas, lacas y rosos vidriados, son asimismo e! elemento esencial de los mor-
enlucidos; los pigmentos suspendidos en el agua, que sirven de dientes tintóreos. Sólo los grupos muy duchos en el arte de la
base a l~s colores y tintes no siempre son aglutinantes propia- alfarería pueden explotar provechosamente el hech~ de que las
mente dichos, pero la mezcla de colas y mordientes es tan fre- tierras coloreadas de la alfarería sean propias para fijar los colo-
cuente que, una vez reconocido su carácter un tanto distinto rantes vegetales de los tejidos. No poseemos aún los suficientes
pueden ser incluidos en la categoría de aglutinantes. ' conocimientos como para que la etnología tome un nuevo canz;
No existe todavía ningún formulario de los aglutinantes en sin embargo, podemos presentir un estado de la ciencia en el que
uso entre los distintos pueblos. Son tan numerosos y mal conoci- las relaciones de las técnicas ya no estén incluidas en una enume-
dos que no hay lugar en este estudio para hablar de ellos con ración fundada en la forma o el uso de los productos: metalurgia,
detalle. La clasificación más sencilla consiste en elaborar una alfarería, tejeduría, etc., sino en las convenciones técnicas (exten-
lista de estos cuerpos según sus relaciones naturales en orden de sión de las propiedades de la palanca, el volante, las tierras, los
fluidez decreciente: colores y tintes, colas y gomas, enlucidos jugos vegetales, etc.). Coordinando los dos Sistemas, se llegara a
esmaltes y soldaduras. ' agrupamientos menos decepcionantes que aquellos que se basan
en la morfología más superficial. Por lo que se refiere al tema que
. Colores y tintes. Normalmente los colores se utilizan en solu- nos ocupa en este momento, constatamos que, excep~o en Euro-
ción acuosa. En el primer puesto se encuentran el ocre rojo, el pa y entre los grandes grupos semiindustriales de ASia, las gran-
carbon vegetal, las tierras blancas y los jugos de frutas. La gama des gamas de colores minerales (alfarería precolombma y actual,
rojo-negro-blanca es con mucho la más corriente entre los prear- pinturas de los indios de América de! Norte, de los hopi y los
tesanos. El ocre y el manganeso están atestiguados en Europa zuni) o vegetales (pinturas corporales y tintes de los tejidos, en
desde los comienzos de la Edad del Reno, y desde esta época los América tropical) son americanas. La paleta de los tmtes de los
encontramos en todos los pueblos de la franja septentrional del kamakan y los botokudo del Brasil, que son c?nslderados como
globo: Siberia, estrecho de Bering, en todos los grupos esquima- auténticos salvajes y antropófagos, contiene, solo en lo referente
les (sobre todo en Alaska), entre muchos grupos americanos en a las materias vegetales, e! negro (Genipa americana L.), el raja
Oceanía y Australia. Machacados con la moleta o diluido; en (semillas de Bixa orellana L.), el a~arillo (madera de Brousso-
agua o aceite, los P?lvos minerales y e! carbón se aplican en el nethia ünctoria K.), el violeta (hojas de Tinta capichaba) y el
cuerpo para hacer dIbUJOS, que muy a menudo tienen un sentído azul-verde (fruto del Genipapo). Algunas de estas sustancias colo-
relIgIOSO, para PIntar las armas y los objetos de uso cotidiano, así rantes de los americanos del sur han sido utilizadas por nosotr?s
como para dar color al enlucido de las viviendas. La gama se (madera de campeche, bija, cúrcuma. y madera de P~nama).
hace mas nca, en los pueblos más diversos, cuando el arte de la Cuando añadimos a esa lista la separacion de la pulpa toxica de
alfarería se halla más evolucionado. Se da aquí una confirmación la mandioca, el caucho, el curare, e! peyotl, la ipecacuana, la
Importante de la ley de correlación de las técnicas, ilustrada por quinina y la coca, es decir, todas las sustancias qu~ nosotros
dos grupos de pueblos muy alejados entre sí: América central y tomamos prestadas, y cuando vemos asimismo el maiz, la pata-
meridional, y ASI~ onental. Por lo que respecta al primer grupo, ta, el tabaco, el cacahuete, el cacao y el mate entre los vegetales,
existe un paralelismo entre la gama de las aplicaciones de la cuyo uso ya lo habían perfeccionado ellos antes de darles noso-
alfarería, las pinturas corporales y las sustancias tintóreas. Algu- tros uno, entrevemos que la cultura material no se halla por
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completo en las adquisiciones mecánicas. Entre la opinión extre-
figurativo; resulta interesante compr~nder la repe~cu:sión que
ma, ya caduca, que consideraba primitivos a todos los hombres
puede tener la aptitud técnica para el unte. El procedimiento que
que no alcanzan un determinado nivel industrial, y el otro extre-
utiliza el tinte igual no es un obstáculo para la decoración cuan-
mo, qu.e ve en todoslos hombres una cima cualquiera iniguala-
do se tiñen los hilos en diversos colores antes de tejerlos, pero en
da, esta esa otra segun la cual la evolución más materialmente
ese caso se trata de una decoración de tejeduría -ya tuve la
técnica ha llegado en varios casos hasta terrenos donde el maqui-
ocasión de señalar' las limitaciones de la tejeduria, que reduce el
msmo que persiguen los grandes pueblos de Eurasia no ha influi-
do en los descubrimientos. dibujo a elementos rectilíneos-; mientras que los temas del ba-
tik son tan ricos y flexibles como los de la escultura o el dibujo,
. Los grupos de tipo artesanal agrupado fijan las sustancias tin-
los de la tejeduria (salvo los usados en tapicería) son rígidos y
toreas (de ongen normalmente vegetal), en los tejidos mediante
mordiente, es decir, cuerpos que, al ser incorporados Con un degeneran rápidamente.
baño en las fibras textiles, forman junto Con el colorante un
precIPitad? insoluble, Entre estos mordientes encontramos to- Colas y gomas. Si la variedad de los colorantes es grande, no
dos los óxidos metálicos utilizados en la composición de los vi- es menor la de las colas y gomas, de las que aún no se ha hecho
dnados y, sobre todo, el aluminio. Algunos de estos mordien- inventario. Esta denominación abarca todos los productos que
tes tienen un papel importante en la composición del color de- sirven para pegar dos superficies en contacto, lo mismo que los
aprestos, los enlucidos y las pastas. Salvo algunos productos,
fimtIvo, como el sulfato ferroso combinado can el tanino en los
negros. como los látex y las resinas, la mayoria de las colas se han toma-
Estos colores se aplican mediante inmersión o por impresión. do de las sustancias alimentarias, y su preparación se hace a
Los tres procedimientos fundamentales san el tinte igual, la im- menudo con residuos culinarios. La sangre, especialmente en
presten directa y el tinte mediante reservas *. El primero consiste África, se utiliza para espesar soluciones (venenos de flechas) o
endar un baño de tinte al hilo que se va a tejer o a las piezas ya pegar objetos ligeros (plumas); en América (en el Chaco) se utili-
tejidas (400);..os el método más corriente. El segundo, la impre- za la cola de pez y sirve para pegar las plumas a las flechas. La
sion de los tejidos por medio de planchas grabadas, se ha desarro- mayoria de las colas están hechas a base de harina y de Jugos
llado fundamentalmente en Asia meridional y oriental. y por vegetales; la industria del papel es la que mas las utiliza, en todas
ultimo, el tercer procedimiento es el propio de los batiks javane- sus formas; por ello, son las colas chinas y las Japonesas las que
ses. Los batiks mediante reserva con cera, chapas de estarcir o ofrecen mayor interés a este respecto. Excepto el almidón de
mediante reservas atadas son, en realidad, comunes a toda el arroz, las colas incorporadas a la pasta de papel se extraen gene-
ASia del Pacífico e Indonesia; se hallan muy desarrollados en ralmente del Abelmoschus manihot, del Sambucus jap. y, sobre
todo de los tubérculos de Amorphophallus konjac, de la familia
Malasia y no menos en el Japón, donde el método de las ligadu-
de las aráceas, que podemos tomar como ejemplo de los diversos
ras se emplea abundamentemente (401 a 404). La difusión alre-
dedor de Indonesia de la decoración por medio de la impresión y empleos de una cola. Su harina, diluida en agua, se usa para
el batik esta ligada muy probablemente a otra técnica importan- espesar las soluciones tintóreas, para aprestar las cotonada~, para
te; nos referimos a la decoración de «tapas» de corteza de moral agregar y encolar el papel ordinario o para Impermeabilizar el
abundantes desde Indonesia hasta Oceanía, y que, además, de~ papel mediante mercerización. Su mucílago mezclado con han-
bieron de Jugar un papel fundamental en el invento del papel. na de Dioscorea jap. proporciona una materia comparable. al pan
ácimo de la farmacopea occidental; en solución grasa, sirve de
Pero todavía no se ha reahzado ningún estudio al respecto. La
decoración de los tejidos tiene una gran importancia en el arte base para los maquillajes, y mezclándolo con polvo de arroz, se
hace más adherente. Los residuos se utilizan como mezcla para
los polvos olorosos usados para hacer varitas de incienso; mcor-
... ~as re~ervas se refieren a las partes de la prenda que se recubrían de cera
para impedir que se tiñesen al sumergirla en el tinte, para pintarla después a ma-
no. 5 «Documents actuels pour l'art comparé de l'Asie Septentrionale», Revue
des Arls Asíaüques. 1937·1942.
208
209
parados a la tierra, sirven para el enlucido de las paredes interio-
res de la vivienda.
Las gomas y los látex tienen un uso limitado pero general. En
África, se sirven de ellos para cierto tipo de enastados, esculturas
y guarniciones de palillos de tambor. Son muy numerosos los 402
enastados mediante estos procedimientos (405), sobre todo de
hojas de piedra, en Oceanía y América; y es una de las caracterís-
ticas casi constantes en Australia (406). También se pegaban con
goma las sierras y hoces con hojas de piedra (304) del Neolítico
mediterráneo. En este apartado se puede incluir el betún vegetal,
obtenido por medio de la destilación de la madera, de uso co- 401

~
rriente en Rusia; el betún mineral, que se utiliza desde los tiem-
pos prehistóricos en Mesopotamia y Egipto para enlucir las cho-
zas de cañas, así como para cimentar las construcciones,
calafatear los barcos, impermeabilizar y modelar. .¡o 3
El caucho sólo tiene una larga historia en América. Se ha
comprobado que su empleo es de origen precolombino; ha servi- 400
do desde hace siglos para fabricar peras de jeringas, pelotas elásti-
cas y para impermeabilizar los tejidos y vasijas. Resulta de parti-
cular interés la fabricación de las pelotas huecas: en una esfera de
arcilla cruda se extienden dos capas sucesivas de látex y luego se
secan al vapor; cuando el látex adquiere la suficiente firmeza, se
hace un agujero para poder lavar la arcilla, la cual sale y deja una
cavidad. Si se trata de una pera de lavativa, se une dicho orificio
a un tubo y se le pone un tapón de látex fresco si es una pelota de
juego.
La laca, que se extrae de diversas terebintáceas de Extremo
Oriente, ocupa un lugar muy importante en la fabricación de
objetos usuales, al menos desde hace dos mil años. Las lacas más
antiguas que conocemos provienen de sepulturas coreanas de
principios de nuestra era: se trata de los tazones, cajas y cestos
lacados que se parecen en su uso (si no en los detalles de su
forma) a la vajilla y muebles pequeños actuales de China y regio-
nes vecinas. Para usar la laca, hace falta un soporte, al menos al
principio de su tratamiento. El método ordinario consiste en pe-
gar una seda fina en el objeto de madera ligera que se va a lacar y
dar luego unas capas de laca coloreada después de unos cuantos
secados. Una capa puede tardar en secar hasta varios meses. Si se
quieren conseguir relieves destacados -al modelar una estatua,
por ejemplo-e--, se aplican en una armadura unas cuantas capas
de laca espesa y grosera; se esculpen en seco y se recubren luego
con una laca fina. Cada Capa seca se alisa con carbón vegetal
211
210
. talicos La clasificación adoptada aquí
antes de una nueva aplicación. La coloración se hace en la masa excepción de los nitos lefi .' .. nos se presentan en superficies
stado de imttvo: u .
con pigmentos o polvos metálicos o mediante una aplicación se fun d a en un e I fi ltro y cuero) y los otros tienen una
superficial cuando los colorantes son sustancias valiosas. continuas (corteza, pape, le I mentas más O menos juntos
superficie irregular, hech~ con e e es estos cuerpos se ordenan
Enlucidos. Ya han sido estudiados en los apartados de los (telas Y material de cestena). AS~~~on~dos hasta el momento: la
sólidos plásticos de cohesión débil, pero los volvemos a citar por por medios diferentes de l~~ ;:eclasificación, lo cual se debe, por
simple sistema. Podemos distinguir, por un lado, las tierras poco matena no esta en la b ae~amientas no ejercen sobre los sólidos
plásticas utilizadas en las paredes, y por otro, los morteros y una parte, a que las h b e los demás (dada su naturale-
. l mi influjo que so r . I
adobes que implican la mezcla a discreción de un cuerpo agluti- flexibles e mismo I id al rigor de las percuSiOnes, Y a
nante animal (boñiga de vaca), vegetal (residuos de cereales) o za, na pueden. ser sometí o~s ellos es la mano sin más); y por
mineral (cal y yeso). El yeso y el cemento son dos aglutinantes herramienta pnnclpal de tod hacada torcida o tejida, sirve
.sma corteza m a c , .
que se incluyen en la presente categoría, mientras que las hierbas otra, a que 1a mi a tela u objetos de cestería respectiva-
o trocitos de paja que se incorporan en la tierra de construcción para fabncar papel, cuerd deci se dé una relación estrecha
para trabarla sólo se mencionan por su efecto mecánico. mente, lo cual no quiere e~~ ~~eherramientas. No afirmamos
entre la matena Y I~ forma s no ten n un instrumental pro-
Esmaltes y solduras. Tratados ya anteriormente dentro del con esto que los solidos flexlbl~a1 (punz~n aguja Y telar) es ade-
cuadro de sustancias vitrificables de la cerámica. El esmaltado en pio, sino que dicho mstrum~n que se busc'a Y no para la materia
metal, muy antiguo en la zona mediterránea, se halla ligado al cuado parala forma de umon I s sólidos plásticos también acu-
arte de la vidriería; el Extremo Oriente, en una época tardía, des- trabajada. Estos son r~sgos ~~a~ aglutinantes se trabajan sim-
arrolló la técnica de los esmaltes de mosaicos, consistente en dar san en cierta medida. las a n he~amientas muy sencillas o tos-
pinceladas de pigmentos diversamente coloreados en las celdillas plemente con la mano o ca o o un montón de paja, Por lo que
formadas por una fina armadura de cobre soldada. Después de caso cualqUier v.anlla,;n .~~~ la herramienta simple y general es
realizada la vitrificacion en el horno, se alisan las superficies. La respecta a los solidos eXI I 'unzón de hueso. Sirve dicha herra-
aglutinación de los esmaltes y vidriados se lleva a cabo en dos el punzón, especialmente e p es corrientes' agujerear una piel,
fases: primero, los polvos vitrificables se diluyen mezclados con mienta para todas las operaciOn cer las hebras de una cuerda,
t
cualquier aglutinante (arcilla o cola descomponible) para que pasar un hilo por I~s agUjero~;di%bre de un telar o apretar los
aquéllos no se desprendan de la pieza, y luego, por el efecto de la apretar un nudo: diVidir la d b mas añadir todos los servicios
cocción adquieren su carácter propio de aglutinación. objetos de cestena; adedn.'as,. e t~do lo cual hace de él una herra-
Las soldaduras metálicas, que se practican desde la Edad del que presta en la VIda or mana,
Bronce en el Próximo y Extremo Oriente y, desde los tiempos mienta universal (407 a4l0).
precolombinos, en Méjico y Perú, son aglutinantes especiales, ya
mencionados anteriormente en el tema de la metalurgia. La corteza
. T entre la mayoría de los pueblos
La corteza flexible s~ ~~ ~~~a de alfarería Y tejeduria; pero su
Los SÓLIDOS FLEXIBLES preartesanos, donde sup e e oseen buenas herramientas, en
empleo se exuende a grupos qu p. Las prendas fundamenta-
• papeles accesonos. .
Los sólidos flexibles tienen la propiedad esencial de la flexibi- los que desempena . . meas africanos Y de los mdone-
lidad permanente, que permite que se intrinquen mutuamente. les de la indumentana de los prg . ismo en Melanesia, son
. h b se de corteza' asim ,
Pueden ser utilizados en placas (corteza, cuero o tejidos unidos sios estan hec ~s a a d material; la zona de los Grandes
por nudos) o en elementos alargados (laminillas, hebras e hilos), corrientes los. cmturon~ oe e~adagascar tienen hojas de cortez~
que se cohesionan gracias a su entrecruzamiento. Todos se han Lagos en Africa, el Ca g Y .. d de fibras En Ame-
flexibilizada parecidas a los <<tapaS» Y tejí os .
tomado de los sólidos fibrosos de origen vegetal o animal, con
213
212
vegetales. Existe demasiada distancia técnica entre e! fieltro y el
rica central y meridional a menud I - ' .
s~n los brazaletes y coro~as de co~e=s umca~ piezas del atuendo papel como para demostrar sin más que tengan relaciones mu-
tuas, pero al parecer no hay duda de la filiación entre el «tapa» Y
prentes de corteza plegada y cosida. a. Por último, existen reci-
e! papel. La nota fundamental común a ambos es que su materia
Dos grupos han desa 11 d .
de corteza de gran supe~~i:: I~:s:~~~~l~ente el uso de las hojas
prima es la corteza del moral; en los dos casos, la corteza de las
para fabricar barcas (242) bi I . anos, quienes las cosen ramas o de las raíces de un arbusto se arranca en tiras, se remoja,
más firmeza a sus cobijos: ~ 1 len das Juntan en estacas para dar se le quita la película superficial cociéndola o raspándola Y se
cuya canoa ya hemos hablados m lOS de América del Norte, de utiliza la parte blanca.
má~ homogéneamente se util~z:nl~s (243)_ Per? la zona donde En cuanto al «tapa», las tiras se raspan una Y otra vez con
una concha de molusco (Polinesia) o un hueso de tortuga (Nue-
extiende por toda la frania corteza cosida es la que se
América. Encontramos en Jell~~:n~al desde Europa hasta
vas Hébridas) y se fonnan madejas, que se van colocando una
junto a otra en una plancha. Así, se van superponiendo en diago-
día-Ios mejores ejemplos de esa téc e oruegahasta Groenlan-
corteza de abedul' tambié e ruca. La mas frecuente es la nales (412) varias capas (generalmente tres), que, después de ha-
. , n se usan mucho 1 berlas humedecido abundamente, se deja reposar durante 24 ho-
silvestre por toda la cost ._. as cortezas del cerezo
oriental, así como en el te~SlatIca del Pacifico, y en la Siberia ras para que los aglutinantes de la savia de! moral den consisten-
muy finas de madera Plegadon~eSqUlmal,se sirven de las hojas cia a la masa. Luego se las bate un largo rato y se las moja con un
utilizan para la fabricación da. orrnalmente, estas materias se batidor de madera (413) o de piedra; el batido se puede realizar
cuyas junturas suelen ser m e reciprentes cilíndricos o cúbicos, en una superficie esculpida que imprima en hueco la decoración,
transporte de líquidos (162 U¡6~s)tancas, con lo cual facilitan el o bien esta última se aplica manualmente una vez que el «tapa»
E . y. se ha secado definitivamente. De estas diferentes operaciones re-
cordelería, o bien para hacer te"i~os eza ~ortada en tiras, bien en
s muy comente emplear la rt sulta una sustancia que no eS exactamente un tejido, sino más
cortezas más flexibles la J o Yobjetos de cesteria. Son las bien un papel, cuyas fibras siguen, en tres capas superpuestas,
s que se suelen tili .
anchas y tiras En Siberia.se si u I Izar en superficies direcciones constantes.
para hacer c~bos y caja~ ~o%rven de la corteza de abedul tanto Los pigmeos africanos fabrican, martilleando cortezas moja-
corteza del cerezo silvestre en~ sandal.las de tiras tejidas; y la
das, una materia de fibras paralelas, más tosca que el «tapa»
neamente en placas para f:'a b . re 10ls amos, se emplea simultá- propiamente dicho. Su mazo de marfil con ranuras se parece
. , n c a r e cuerpo de . . mucho al mazo oceánico. Asimismo, se han encontrado en Méji-
en tiras, para coserlo. En el Japón l hoi un recipiente, y co mazos con ranuras que probablemente se emplearian para
de bambú sirven para envolver al ' as ojas envainadas de tallos
confeccionar cuerdas y tejer sa l~.nos alimentos, asi como para
aplastar fibras vegetales. Quizá se trate de instrumentos que ser-
(41 1), utilizan en Extremo O~e:tlasi pa; hacer Impermeables
vían para fabricar, con la fibra de agave, una sustancia semejante
tronco de las palmeras, cosidas en e l as, ~bras que recubren el
al papel, a la que se recubría con un enlucido calcáreo.
p ~cas, SI se anudan forman
El «tapa». circunscrito actualmente a los tres grupOS de islas
mechas, sirven para la ce _
El hecho de que ha a ~tena, y, torcidas; para hacer cordeles. de la Melanesia, polinesia y Micronesia, se fabricaba también en
hablar de tres técnl'casY nasa'dmdetennmaclón de usos nos lleva a el continente asiático, como muestra el descubrimiento de mazos
ma extensa zo~a: «el
, CI as en la mis de piedra prehistóricos en Indochina. Mientras otros testimonios
tapa», e! papel y el fieltro. Actua
estos tres sólidos flexibles (t Im~nte, ante la distribución de no demuestren lo contrario, los mazos de madera de uso normal
sios; papel, de los chinos ;< ;.~~;¿ ~ I~S indonesios y melane-
desaparecieron con la técnica misma, cuando se impuso el tejido
debe pensarse en estrech~s relacio~ese hf~¿~~~~-~?ngOlebs), no
por su solidez y flexibilidad. Pero es evidente que si el «tapa» Yel
papel reinaron simultáneamente en los mismos lugares, no po-
resulta interesante constatar . . . m em argo, dían ser extraños el uno respecto del otro, Y es cierto que si el
mundial del papel chino _que, con antenondad a la difusión
, únicamente tres g r o ' . <,tapa» usado para confeccionar vestidos se eclipsó al aparecer el
extremo-orientales poseían el di d pos intermedios tejido, sobrevivió. sin embargo, en e! papel de moral de Asia
juntando mediante enfurtido, bier 10 l e hacer paneles flexibles
len pe os de animales, bien fibras 215
214
oriental, que presenta algunas variedades con fibras tan gruesas y
flojas que tienen aún la apariencia y el tacto tan particular del
«tapa».
El papel, introducido tardíamente en Occidente, es también
una adquisición relativamente reciente en Extremo Oriente, ya
que China ya poseía la escritura siglos antes de utilizar el papel
como soporte. El papel comenzó a utilizarse en este último país
poco tiempo antes de nuestra era; no se sabe nada sobre su in-
vento: es probable que sea el resultado del «tapa» perfeccionado,
pero se ignora si los antiguos chinos conocían ya el «tapa» o si lo
imitaron de sus vecinos meridionales. Este detalle es importante,
pues únicamente a partir del momento en que el moral les resul-
tó familiar, los chinos pudieron observar las aptitudes de una
oruga parásita de dicho vegetal y desarrollar la industria de la
seda. Una vez más podemos constatar que las técnicas no son
unidades intercambiables, sino conjuntos indisociables. Si nos
basamos en los más antiguos testimonios -que se remontan a
los siglos VII y VIII-, podemos afirmar que la técnica del papel
evolucionó poco hasta la industrialización actual; la fabricación
rural china y japonesa pueden servir de modelos.
Una vez desprovistos de las hojas que han alimentado a los
gusanos de seda, se hacen atados con los vástagos jóvenes del
moral y se meten en agua hirviendo. La corteza se va soltando en
largas tiras, que se ponen a secar en manojos hasta el momento
de la fabricación del papel. Luego se les somete a un enfriamien-
to de agua corriente durante algunos días, y después se raspan las
fibras internas para desprenderlas de la corteza (414). Todas estas
operaciones son comunes al «tapa» y al papel. Una vez realiza-
das las tareas anteriores, se cuecen las fibras con lejía, con objeto
de despegarlas totalmente; esta operación distingue al «tapa» del
papel: las fibras de este último son cortas y de dirección constan-
te. Se las aclara y golpea con un mazo (415), que en Japón,
generalmente, es idéntico al batidor de «tapa» polinésico. La pas-
ta, que en esta fase ya está fina, se diluye en agua mezclada con
colas de cereales o de Amorphophallus. En la pasta clara se intro-
duce un armazón de cestería (416) que retiene la cantidad de 420
fibras necesarias para una hoja. Una vez que han escurrido y
endurecido, se extienden las hojas en planchas para satinadas, se
las amontona, se las bate con el pisón (417) y se colocan en pa-
quetes.
No se debe confundir el papel de moral, de uso común y
modelo del nuestro, con el supuesto «papel de arroz», que no es
217
216
un auténtico papel, sino la médula de la Aralia panyrifera, que a secar sobre un armazón en forma de escudo, en una aljaba, o
desenrollada en finas hojas, los chinos utilizan en alguna ocasión en una vaina de sable; ésta es la preparación de la pIel caractens-
aislada como soporte del dibujo y la escritura. tica de algunos pueblos negros de Africa y de ciertos casos de
El uso del fieltro se limita a los pueblos de la estepa asiática Indonesia Y América del Norte. Otros pueblos apelambran Y
de tronco turco-mongol. Su principal función es la de servir de adelgazan todas las pieles: Africa del sur Y zon~ Islamlca. Por
cubierta a la tienda de los pastores (véase: La vivienda). En una último un gran número de pueblos prepara las pieles de diversas
cubeta de paja o de tela se echan los pelos de rumiantes y se formas: conservan todo su pelo, o bien hacen cueros apretados y
aplastan, comprimen y humedecen abundantemente para enma- apelambrados, o pieles finas y agamuzadas; hablamos de los pue-
rañarlos, De este modo se forma una placa que se bate y compri- blos del norte (Europa, Rusia, Siberia y esquimales e indios del
me para obtener un fieltro espeso de dos o tres centímetros, im- norte), así como los indios del extremo sur (araucanos, patagones
permeable pero poco resistente a la tracción. Con pelos finos y y fueguinos). . id
sedosos, se confecciona el fieltro más delgado y sólido de las En un segundo grado. los raspadores. de pieles se subdivi en
botas y abrigos. en tres tipos: los que tienen mango longitudmal (419 a 422), los
de empuñadura corta (423 a 428) Ylos que poseen doble emp~­
ñadura (429). No presentan una distribución homogénea: Ame-
La piel rica del Sur-esquimales-Africa, Europa-esqUImales, y Slbena..
En los curtidos se utilizan materias animales (Africa, Siberia
La preparación de las pieles es muestra de la mayor uniformi- y América del Norte), vegetales (África, Eurasia Y Extre~o
dad dentro del conjunto; en todas partes se hace mediante raspa- Oriente) y minerales (Europa); en reahdad na se puede decir mas
dos que alternan con las aplicaciones de sustancias curtientes y acerca de la distribución de los raspadores para pieles.
manipulaciones para suavizar. Esta perfecta unidad técnica no es Los trabajos de flexibilización se realizan manualmente (Eu-
signo de un antiguo origen común a todos los curtidores; tiene su ropa. África, Asía y América), con un aparato en forma de estn-
explicación en las tres tendencias que inspira la necesidad de bo (430) (Europa oriental), de rodillas, con un mazo o un palo
utilizar la piel de los animales: es preciso descarnar, y llegado el (Europa Yel Islam), mediante ungüentos animales o vegetales, o
caso, quitar los pelos, lo cual sólo puede hacerse raspando, así bien echando talco o yeso (Europa Y el Islam). . . .
como conservar y comprimir, lo cual únicamente se puede hacer En el tercer grado se pueden establecer algunas precisrones et-
curtiendo, y suavizar, operación que se realiza frotando con ce- nicas importantes. Los raspadores de piel con mango longitudi-
bolla, batiendo y arrugando. Estas tres series de operaciones se nal (419 a 422) son herramientas muy sencillas que muestran la
reflejan en un primer grado, universalmente: 1) en las herra- repetición del invento en distintos puntos del globo. Los fue~UI­
mientas con filo transversal, agudo o romo según se utilicen para nos, zulús y esquimales poseen sendos tipos de raspadores. cada
decentar o SImplemente raspar o suavizar, las denominaremos uno de los cuales es expresión material de la tendencia por me-
raspadores para pieles, sin perjuicio de que puedan servir para dios pre o protoartesanales: una concha de mejillón atada a un
otros usos; 2) en las soluciones curtientes, y 3) en las manipula- guijarro, una hoja de hierro rodeada con una cuerda y una hoja
ciones para suavizar, que pueden o no precisar de los mismos de piedra sujeta a un mango de madera. El raspador de piel con
filos transversales ya mencionados. empuñadura corta (423 a 428) se conoce en Africa oriental ac-
Dentro de este conjunto universal, se puede establecer una tual, en la Suiza neolítica, en Europa onental actual (426), ChI-
serie de distinciones. relacionadas, en primer lugar, con los mate- na, Mongolia, Corea y Japón neolítIcos,.en IndoneSIa actual, en-
riales y el medio zoológico o social. Algunos grupos no utilizan tre los ainos, los camchadales, los aleutianos, esquimales (427 Y
apenas la piel: los habitantes de Oceanía, los australianos, indios 428), en el Perú precolombino, Y como es d~ suponer,enmu-
de América ecuatorial y pueblos de cultura china. Otros prepa- chos otros sitios. Se trata de uno de los temas tecmcos mas difun-
ran la piel sólo de manera muy elemental: la descarnan y sin didos, y resulta bastante curioso constatar que no haya servido
más, cubierta de pelos o apelambrada muy por encima, la ponen todavía para formular una teoría de conjunto. Esta hoja trans-

218 219
versal con empuñadura se encuentra por doquier: en África
(827), Indonesia (826), China, y entre los ainos (837) es un cu-
chillo que sirve para segar; los esquimales y europeos lo emplean
como raspador para las pieles. Así pues, el mismo objeto cumple
funciones muy variadas, sin nexo técnico aparente y sin relacío-
nes históricas plausibles. Ante esta situación se nos presenta una
primera duda: si las herramientas existentes de África, Asia y
A rnérica dan testimonio de su uso exacto, ¿qué podemos decir de
las herramientas que conocemos sólo gracias a la arqueología?
¿Podremos determinar «zonas de verosimilitud» teniendo en
cuenta la utilización actual entre los pueblos vecinos? El ejemplo
suizo del Neolítico sería un raspador, porque las formas europeas
actuales son apelambradores; el ejemplo neolítico chino, coreano 423 424 425
421 422
o japonés sería una herramienta para segar, porque los ainos
tienen aún una herramienta idéntica. Pero la realidad es más
complicada: ante una hoja japonesa de piedra pulida, un partida-
rio del origen oceánico pensará inmediatamente en un cuchillo
para segar el arroz, corriente en Indonesia (826) (ésta es la opi-
nión oficial); un partidario del origen septentrional verá en él un
raspador para piel, comparable al neolítico de Kamchatka y al de
los esquimales (es la opinión que sostienen varios arqueólogos
japoneses); y finalmente, como yo mismo he visto a los ainos
desgranar el mijo con una hoja parecida, y como el mijo es el
429
cereal de siempre de todo el grupo sino-coreo-japonés, me inclino 430
a considerarlo como un cuchillo para el mijo. No es superfluo
insistir sobre un ejemplo de este tipo: casi se ha extinguido por
completo el cultivo de mijo entre los ainos; los propios ainos van
a perder todos los detalles de su cultivo antes de que termine la
presente generación: a partir del descubrimiento de una hoja en
una cabaña en ruinas, se podría hacer dentro de veinte años un
mapa continuo del raspador desde los esquimales hasta Corea a
través de Kamchatka y las islas del Pacífico norte.
Las sustancias curtientes y las manipulaciones son temas que
no corresponden a la arqueología, por lo que debemos limitarnos 431
a los testimonios existentes. Resulta difícil aislar las sustancias
activas en las materias que emplean algunos grupos, así como
distinguir las manipulaciones destinadas a flexibilizar o impreg-
nar, pues se da una simultaneidad en estas diferentes acciones.
En América del Norte, una vez que han descarnado la piel, la
untan con sesos y diversos productos viscerales, luego la raspan
de nuevo, la pisotean y suavizan, vuelven a untarla y rasparla
varias veces hasta que adquiere flexibilidad. En Kamchatka utili-

220
221
zan huevos de salmón en lugar de sesos. Los esquimales realizan La preparación de dichos elementos textiles pone de mani-
el curtido mediante la maceración en orina. La corteza de grana- fiesto las técnicas más variadas: la madera y la ballena se trabajan
do, entre los chinos, desempeña el mismo papel que la corteza de con herramientas propias de los sólidos fibrosos; los alambres se
encina en el curtido europeo; y en Rusia, basta con una macera- estiran con las hileras de los sólidos semiplásticos. Otros, final-
ción en sal y harina de centeno para preparar las pieles suaves de mente, son sólidos normalmente flexibles que justifican una pri-
las pellizas que se utilizan durante el invierno. mera división de las técnicas de hilatura.
En la mayor parte de los casos no se trata de curtido propia-
mente dicho; se desconocen, además, los cueros muy apretados Preparación de las fibras. Las fibras finas se dividen en cua-
de Europa y Oriente: estiran la piel y la llenan de untos para tro clases: las que se utilizan sin preparación previa (hierbas se-
suavizarla, la raspan para hacerla más fina y romperla cuando cas, bejucos finos y nervaduras de hojas), aquellas ~ las qu~_ se
haya que coserla, y por último, le devuelven su flexibilidad origi- frota para dividirlas y suavizarlas (tallos de ortiga, lino y cana-
nal humedeciéndola o machacándola. 100), las que ya están divididas y basta con cardarlas (algodón,
Cuando ha terminado la preparación, se cortan y cosen las lana y pelos) y, por último, la seda.
pieles con unas herramientas que estudiaremos en el apartado de Las fibras que se machacan o baten se obtienen a veces de los
la costura. animales (por ejemplo, los tendones de reno, utilizados abun-
dantemente por los esquimales y los pueblos de Siberia), pero lo
más frecuente es que se preparen de esa manera los vegetales con
La hilatura
tallos fibrosos. En Brasil, remojan las ramas de Cecropia y des-
Bajo esta denominación, la clasificación corriente incluye las pués las raspan con una concha de mejillón para separar la esto-
operaciones mediante las que se tuercen las fibras para hacer pa de la corteza. Los ainos y muchos grupos amencanos utilizan
hilos que servirán para coser, bordar o tejer. Normalmente se la ortiga brava: una vez que han enriado. los tallos, los gol~ean
estudian las cuerdas en un capítulo especial, y las fibras emplea- para arrancar los hilos. Con ellos, los camgangos hacen ovillos
das sin ser torcidas previamente se distribuyen según su utiliza- que primero hierven, luego golpean de nuevo y, finalm~nte, car-
ción. Parece que hay una cierta arbitrariedad en la separación de dan manualmente. En China, el bambú se suele martillear: de
los hilos y las cuerdas: únicamente en algunas sociedades influye esta manera las laminillas se transforman en madejas muy tos-
la distinción entre torno de hilar y torcedero; pero, como ocurre cas, buenas para tejer ciertos tipos de cestos. El lino, culti~ado ya
en la mayoría de los pueblos, no puede establecerse la separación en Asia occidental tres o cuatro mil años antes de la era cnstiana,
m sobre el grosor (¿cuál es el grosor propio de un hilo o de una forma, junto con el cáñamo, lo esencial de las fibras q~e se traba-
cuerda?), ni sobre la técnica (se puede torcer un hilo o una cuer- jan mediante batido. Se le somete al mismo t~atamlento (muy
da con el mismo tipo de movimiento), ni sobre el empleo (se sencillo) que a la ortiga textil: enriamiento, batido y cardado.
pueden utilizar cuerdas para coser e hilos finos para atar). Por lo La lana, los pelos de camello, de cabra, de llama (América
tanto, en el presente estudio serán englobados bajo un mismo del Sur), de bisonte (América del Norte), del gran ~ufClélago
título todos los elementos que sirven para hilar. «bermejizo» (Oceanía), así como los cabellos (A~straha) reciben
Los elementos textiles no se caracterizan por su origen, sino un tratamiento sencillo: basta con cortarlos o depilarlos y peinar-
por la posibilidad de agruparlos para hacer hilos, trenzas o teji- los. .
dos. Resulta conveniente, pues, reunir en una primera clasifica- El algodón, salvo en lo que respecta a Europa, ASia septen-
ción todas las sustancias que se pueden utilizar para estos tres trional y central, América septentrional Yalgunos grupos prear-
objetivos: laminillas de madera, bambú, bejucos, correas, tendo- tesanos es la fibra textil por excelencia. Hay dos grandes zonas
nes, alambres, corteza, fibras vegetales y animales de todo tipo. claram~nte diferenciadas con sus correspondientes métodos de
Unas, sin consolidación previa, sirven para atar o como elemen- tratamiento. Asimismo, se plantean dos problemas técnicos en
tos textiles, y otras pasan por dos estados: se tuercen y después se torno a esta materia: separar los granos de la borra donde se
trenzan o tejen, o se trenzan y luego se tejen. encuentran metidos, y colocar las fibras en el mismo sentido.
223
222
África y la India resolvieron el problema del desmotado hacien- más cortas son; al secarse mantienen dicha torsión por efecto del
do rodar una varilla de madera o de hierro sobre una piedra devanado en bobinas o el calentamiento.
plana (431). Para cardar las fibras, utilizan el arco cardador El medio más sencillo consiste en enrollar las fibras entre los
(432): se trata de un arco ordinario, cuya cuerda se hace vibrar dedos, las palmas o, más corrientemente, entre la palma y el
en la masa de algodón desgranado; esta vibración separa las he. muslo, procedimiento este último que deja una mano libre para
bras y transforma el algodón en una masa ligera propia para estirar las fibras antes de la torsión. Dichos métodos están toda-
hilar. Es menos. Importante alinear las fibras de algodón que las vía en uso casi en todas partes, y el torcido en el muslo se practi-
del lino o el can amo: pues aquéllas, como son cortas y finas, se ca bastante en Oceanía y en América (los indios de Brasil lo
unen con mas facilidad; por ello, la mayoría de los pueblos emplean en particular para hilar las fibras textiles).
(como es el caso de muchos grupos americanos) que no tienen el Algunos pueblos que cuentan con medios más evolucionados
arco cardador se limitan a desenredar con la mano y a cardar para torcer el hilo utilizan aún el torcido manual para las cuero
muy por encima,
das testimonio interesante de los condicionamientos técnicos.
. Asia encontró la solución al desmotado, solución adoptada Un' grupo que no tenga otro medio que los dedos para torcer las
directamenre por la industria europea. La desmotadora de doble fibras lo aplicará tanto para los hilos finos como para las cuerdas.
cilindro (145 y 151) es uno de los rasgos comunes a Indonesia U na vez que se conoce el huso, se puede utilizar para torcer los
u~a partede la India y las zonas de influjo chino. Desconocemo~ hilos, pero generalmente no es adecuado para las cuerdas; se dan
donde se inventó dicha máquina; probablemente fue en el mismo algunas excepciones a esto último (especialmente en Persia),
medío de alta cultura material del pistón, el torno de hilar orien- pero sólo relativas a cordelillos finos. Por lo tanto, entre el mo-
tal y la preparación de la corteza del moral. mento en que se posee el huso y el estado artesanal, en el que ya
La seda es sometida a un tratamiento muy sencillo, en el que se consiguen medios mecánicos lo bastante potentes como para
la preparacion de la fibra se confunde con la del hilo. Esencial- aplicar el torcido a las cuerdas, no existe más remedio que acudir
mente consiste en reunir varias hebras, después de haber escalda- a un procedimiento que parece curiosamente retardatorio: los
do los capullos, y ponerlos en una bobina de devanadera: al re- ainos, por ejemplo, tuercen todavía las cuerdas entre las pal-
blandecerse en el agua caliente, flotan y se devanan fácilmente. mas.
Las instalaciones rurales de China y Japón (433) Son poco com-
plicadas: una cubeta sobre un horno y una devanadera de made- El huso. Pero dicho estadio fue superado muy pronto gracias
ra;. progresIvamente, multiplicando las cubetas y con una cubeta al invento del huso. En este instrumento se presentan ya, com-
mas compleja, pasamos a las instalaciones semiindustriales ca- pletas y distintas, las tres operaciones de la hilatura. La primera
ractenstIca~ de ambos países hasta la reciente industrialización. es el estiramiento: de la masa de fibras cardadas se entresacan
En este último período, se han limitado a intensificar el moví- algunas hebras que arrastran consigo a otras; en la segunda, el
mle~to susntuyendo los aparatos de madera por algunos órganos torcido. el huso, al girar, va torciendo esa masa todavia indiferen-
metálicos Como las fibras son muy largas y están aglutinadas, ciada y se obtiene asi el hilo (el extremo de cada hebra, movién-
no es necesano torcerlas para hacer el hilo; basta con una ligera dose en espiral, engancha otra hebra de la masa y tira de ella);
espiral y, de este modo, los elementos que salen de cada capullo por último, cuando la longitud del hilo es excesiva, se enrolla
se unen mejor.
éste en el vientre del huso: ésta es la operación conocida por el
nombre de enrollado.
El torcido. Es el conjunto de operaciones mediante las que se Aún se desconoce la fecha de aparición del huso; al parecer
puede unir cualquier tipo de fibras con objeto de hacer hilos o no existió durante el Paleolitico, al menos con su forma corrien-
cuerdas. La dimensión y la forma de los aparatos de torcido te' pero desde los comienzos de la alfarería encontramos por
varían, pero el movimiento fundamental siempre es circular. Las muchas zonas torteros de husos que demuestran que este objeto
fibras, suavizadas generalmente por medio de humidificación o se hallaba ya muy difundido alrededor del Mediterráneo al me-
aceitado, sufren una torsión que es tanto más apretada cuanto nos cinco milenios antes de nuestra era. Actualmente, se trata de
224
225
un rasgo universal, menos usual tan sólo entre los pueblos prear-
tesanos. Existen dos maneras fundamentales de hacer girar el
huso: una, propia sobre todo de Eurasia y África (434), consiste
en dejarle colgar libremente del cabo del hilo, es de rotación
regular y relativamente lenta; en la otra, la americana (137), se
da un impulso al huso, que está apoyado en el fondo de un tazón
o en el suelo; empieza a moverse con gran velocidad, gira unos
momentos sobre la punta de su púa, disminuye la marcha y se
detiene para el enrollado.
El torcido se ha mecanizado por varios métodos paralelos: ha
desembocado en el huso por medio de fricción de los ainos, en el
huso de arco de Colombia, el huso-rueca de los chinos, el tomo
de hilar de cordelero y el europeo.
Ya hemos descrito ampliamente el huso de fricción de los
ainos (134): se trata de una curiosidad mecánica sin transcenden-
cia. Lo mismo cabe decir del huso colombiano.

El lomo de hilar. Entre el huso manual, esos tanteos ainos y


colombianos por aplicar el movimiento circular de vaivén, de un
lado, y la rueca, de otro, hay un profundo corte técnico. Ya
hemos mencionado varias veces a lo largo de las páginas anterio-
res que el tomo de hilar es la materialización del acceso de las
sociedades humanas al movimiento circular continuo. Todavía
es oscuro el origen histórico de dicho instrumento. En Occiden-
te, aparece tardíamente, hacia finales de la Edad Media o ya en el y Yi\~S
]n ~9 7(
Renacimiento, en un momento en el que empiezan a cuestionar-
se las técnicas más diferentes tomadas de China. Tampoco se 435 436
conoce con exactitud la fecha en que surge el torno de hilar en
Extremo Oriente; pero al parecer es más antigua que en Occiden-
te: el hecho de haberse difundido desde la India hasta el Japón a
través de Indonesia y China, así como la desaparición del huso
manual en todas las zonas mencionadas quizá puedan servir de sentado en una
momento presen
ObterasodleOa~epo~s~::n:I~U~:~al;~~~~eP;:~~~~~~~~
- ' . . ros
prueba de su relativa antigüedad. A primera vista resulta verosí- 1 . 1 XVII cuando vemos como Viaje
mil que el tomo o rueda de hilar viajase de Extremo Oriente cqiUaes. s~h~b::~d~¡v~~o eens~~ina h~n evitado representar alias cph.i
hacia Europa entre los siglos XII y xv. En el transcurso de estos . d ensar que una so a ca Ia·
últimos años, se ha formulado en varias ocasiones la hipótesis de nos y sus cosas en sus libros, ~~t~~~~t~ el punto de no guardar
los intercambios materiales entre el Extremo Oriente y Occiden- basta para transformar un o ~ . 'b'lidad de préstamos
más que reminiscenCIas del original. La pOSI 1, .) ero éstos no
te como consecuencia de los grandes movimientos de la «ruta de I arece pues verosrmu, P
la seda» durante la Edad Media. En particular se han intentado en lo referente a esa epoca p . ' , .d rar la probabili-
h d mostrado todavía; SI podemos consi e
hacer algunas demostraciones interesantes en el terreno del arte. ~ad : i:tercambio, debemos, buscar lo que separa a las dos rue-
Evidentemente, el argumento irrefutable sería el descubrimiento das de hilar, es decir, a la asiática de la OCCIdental.
de un único objeto chino importado en la Edad Media o repre-
227
226
El torno de hilar de Extremo Oriente (141, 154 Y 435) está una brisa constante al alcance de la mano, o cualquier tipo de
compuesto de un huso ordinario, fijado de manera horizontal a fuerza motriz continua y rectilínea, en ese caso la tendencia se
un bastidor y movido por una correa con volante. Sólo el dispo- materializará en un aparato muy distinto. Por diversas clrc~n.s-
sitivo de rotación lo distingue del huso manual. Así pues, pode- , l ed de hilar no pudo tomar esas direcciones; sm
tanelas a ru a . Ii -
mos admitir, casi con toda seguridad, que la rueda de hilar china embar~o, el molino harinero sí tuvo ese desarrollo _matena Izan-
es el resultado de la evolución del huso, pero únicamente por dar dose en las siguientes formas: molino de brazo, acena, molino de
un ejemplo a favor de las teorias de la mutación. Resulta difícil viento Y molino de tracción animal (tahona). ,
imaginar un huso al que, a través de un perfeccionamiento pro- Como vemos, entre el torno de hilar del Extremo Oriente y el
gresivo, se le haya ido añadiendo una correa, un volante y una huso se dan unas relaciones reales, pero no en el plano de la
manivela. No se puede concebir ninguna etapa entre el huso evolución pura Y simple, por la amplificación Imperceptible de
simple y ese aparato tan complicado que es la rueda de hilar. un rasgo técnico; entre ambos objetos existe un, espac~o para el
Podemos imaginar algunas formas más rústicas como el huso de invento, es decir, un acto voluntario de ereacion. ¿Como co~­
fricción de los ainos, pero se trata de tentativas sobre un objetivo templar entonces la posibilidad de una demostraclOn com~ara~­
sin salida práctica que no alcanzaron mucho desarrollo. Por lo va? Si se estudian las variaciones de la curva de las hojas e
tanto, no queda otro remedio que ver, entre el estado huso y el cu~hillo en Asia, se puede afirmar quelossiberianos de hoy en
estado rueda de hilar, un salto brutal, que en biología recibe el día han heredado su cuchillo de los slbena~os de la Edad del
nombre de mutación y en tecnología se conoce como invención. Bronce. Por medio de sucesivas copias, las rmmmas aíteraciones
Al final del libro hablaré sobre la invención, pero resulta necesa- terminan por dar la sensación de un tIPO nuev~, pero entre este
no, desde este momento, quedarnos con algunos aspectos de este tipo y su antiguo modelo existe, mediante transiciones, la.marca
fenómeno humano del que casi todo está aún por decir. Se trata de una evolución lineal. Suponiendo que nosotros poseyeram~s
de la inteligencia, que coincide con el sentido de una tendencia. un huso chino fechado en un año determmado Y un torno e
En el caso que ahora nos ocupa, dado que la propiedad nece- hilar también chino del año siguiente, no habría ~mgun medl?
saria del huso es el movimiento continuo, podemos expresar en de análisis comparativo que permitiera trazar una línea de transi-
términos de tendencia hacia un aparato de movimiento continuo ción entre ambos, En este aspecto, la etnología probablemente
el porvenir del huso; el invento consistiria en crear un objeto tenga cosas que enseñar a la biología; .evldentemente, existe el
imprevisible que hiciera realidad dicho porvenir. Con esto se riesgo de identificar la vida de los objetos con la de lo~ s.eres
esclarece un aspecto importante de la tendencia: no se puede vivos pero las grandes líneas de evolución se repiten. Quizá re-
afirmar que el torno de hilar preexista en el huso y posea ya una sulte 'provechoso notar que ante las técnicas Y ante los.ammales
forma potencial en la tendencia a torcer el hilo. Le prestamos a se plantean los dos grandes problemas del transformismo Y el
la tendencia la intención de crear un torno de hilar únicamente mutacionismo, Y probablemente sea importante encontrar ejem-
porque resulta una ilusión cómoda. En efecto, ya que la tenden- plos igualmente claros de cada una de ~stas mamfestaclOnes. m
cia permanente es torcer el hilo cada vez más deprisa y con ma- A la luz de estas consideracIOnes, ¿como plantear el proble a
yor comodidad, existe una serie de hombres que inventaron su- de las relaciones entre el torno de hilar chino (435) Y el europeo
cesivamente objetos que se van superando unos a otros para (436)? Ya hemos visto que en el terreno d.e la hlstona política
satisfacer ese deseo que les impulsa a ello. Se llevan a cabo dichos son posibles los préstamos. El torno de hilar europeo y eldde
inventos con la ayuda de elementos preexistentes, mediante una Extremo Oriente poseen en común el hecho d~ tener un ":tl ~r
sucesión de asociaciones geniales, pero donde ningún objeto sale en el que un huso se une a una rueda con mamvela por m 10 e
de la nada. Es natural que, en un medio que ya posee numerosas una correa de transmisión: en su aspecto mas general, en este
aplicaciones mecánicas de la rueda, se fundan el huso y la rueda caso se establecen relaciones de Identidad. Pero el torno de hIl~r
para producir la rueda de hilar pero es el medio y no la tendencia europeo consta de una biela y un pedal; aunque.esto se pue a
el que proporciona los elementos preexistentes. Imaginemos un considerar como un invento, es decir, una mutacion- en reahdad
pueblo en el que cada hombre tuviese un arroyo doméstico o se trata tan sólo de un rasgo secundario provocado por el medio
229
228
material: en Extremo Orient h '1
que los pies no pueden servir e I an sentados en el suelo, por lo Las cuerdas se fabricaban en tornos de hilar muy sencillos
demostrada asimismo por la para m~ver un pedal. Constatación (437). Un ayudante mueve una manivela que hace girar un eje
existencía en 1 ' Chi
tro aparatos con pedales' el t l I d apon y ma de cua- terminado en un gancho, mientras el cordelero echándose hacia
(145), el tomo (135) y la'd e a;¡ a esmontadora con volante atrás estira la estopa, la cual se va torciendo por la rotación del
dad de dejar las dos manosevll~bna edra (448), en los que la necesi- gancho; de esta forma se consigue una cuerda de unas cuantas
El' res io ongen al pedal docenas de metros como mucho. Jost Hamman nos dejó el dibu-
huso mismo ofrece difcrencí , .
Oriente se trata tan sólo de un h las esenciales. En Extremo jo de un aparato más perfeccionado (438) en suvaliosa recopila-
correa; el hilo se fabrica en tres ' uso .manual adaptado a una ción del siglo XVI. El cordelero, mediante un amplio movimien-
en el eje del huso y d . lIempos. estiramiento y retorcido to, hace girar una púa terminada en un brazo con forma de
sentido perpendicula; al :~~~~~' hel enrollado, que se realiza en manivela, que va unido a una gran bobina. Este brazo va retor-
automálIco, aunque toda~ía u uso, El enrollado, en Europa, es ciendo la cuerda que pasa por una de las varillas de la bobina.
huso simple como el del t q edh~n algunos tornos de hilar Con Cuando ya se ha torcido un trozo, se suelta la cuerda sujeta en la
d el huso para' omo e mo: el hit '
ser retorcido e " I o que atraviesa el eje manivela y ella sola se arrolla en la bobina, que sigue girando por
para entrar perpendicularment s enviado
al ' d a Ilas agujas
' dee laa canilla
can¡ efecto de la velocidad adquirida. Este interesante aparato consta,
aguja le proporciona la torsión e I~~f¡ e a bobl~a; el brazo de la pues, de dos o tres características esenciales del torno de hilar:
a la bobina Un excedente de ; y e , u erencíaí (vease pág. 100) da torsión mediante un brazo excéntrico y arrollado por rotación de
En lo que se refiere a la co < ota~lOn que asegura el enrollado. la bobina; carece solamente del diferencial que serviría para
. nreccion del hil coordinar los dos movimientos, En el torno de cordelero pode-
esencial, no existe ninguna posibilid d d o, que es. el aspecto
tomo de hilar chino y el nuestr Q a . e comp~raclOn entre el mos ver, si no el origen de nuestro torno de hilar, al menos las
cualquier caso inmediatamente se d uiza hubo pr~stamo, pero en condiciones que equivalen a las que hicieron posible el invento.
los dos aparatos. 10 una total divergencia entre

¿Cómo debemos considerar l coni Bobinas y devanaderas, Las repetidas manipulaciones a las
hilar chino-torno europeo e ,pue~, e conjunto huso-tomo de que se somete el hilo para servir en tejeduría y costura provoca-
tenemos un objeto sencillo e~ hun p ano general? Por un lado, ron la creación de varios dispositivos que desempeñaron un pa-
hilar, aparato ya muy com' le'o~so, y por otro, nuestro tomo de pel en los inventos relacionados con el movimiento continuo.
aparato que participa de lo~ ¿'. y entre ambos se encuentra un
retorcido' y del torno de hil os. del huso, por su dispositivo de
Los dispositivos a los que nos referimos responden a dos ne-
cesidades: desenrollar el hilo para hacer madejas que resultan
l' . 1 ar, por su rueda A .
fáciles de teñir, extenderlo para hacer la urdimbre del telar o, por
una autenlIca serie evolutiva La difi I . SI pues, se trata de
norancia de la fecha de invención d I ~tad radica en nuestra ig- el contrario, apretar las madejas para hacer bobinas, ovillos o
lar, y de los posibles intercambios :ntre I~n~ de los tomosde hi- canillas. La primera necesidad dio lugar a las devanaderas y la
historia no saca ningún pr h e os, por este motivo, la segunda a las canilleras o encarretadoras. Técnicamente, es pri-
hay nada en común entre ef~~~o aparente d.e esta serie. Si no mordial la distinción entre estas dos categorías: las devanaderas
son dos hallazgos inde ndi o de hilar chino y el nuestro, si (443) tienen un gran diámetro y las encarretadoras un diámetro
real; a lo sumo puede : r u~~~~:d la sene res~lta falsa en el plano reducido; pero desde el punto de vista mecánico la distinción
tres etapas de la evolución P 10 por el filosofo, que ve en ella resulta secundaria, y los aparatos se dividen en dos clases: dispo-
tenido lugar dos inventos' 'el ~~I a tecnologIa, en dicha serie han sitivos fijos y dispositivos giratorios.
automático, Uno Y otro ;e ex li: transmlSlon y el del enrollado Generalmente los dispositivos fijos se improvisan: la urdim-
ten tes: máquinas con correas p tan en parte por rasgos preexis, bre se prepara entre dos árboles, en una estacada o alrededor de
solamente un ejemplo desde ~ ~nos de cordelero. Por tomar la casa, o bien se devana el ovillo en el respaldo de una silla o en
e cualquier otro objeto. La investigación etnológica debe hacer
simultáneamente los t¿mos co SI o XVI se conocen en Europa
ro que consta de lo esencial de7 corre~ y un aparato de cordele- frente también a este tipo de casos; resulta inútil intentar su clasi-
mecamsmo del torno de hilar. ficación sistemática, pero evidentemente se salva pronto la dis-
230
231
tancia entre dos estacas de una empalizada que sirven eventual-
mente para sujetar los hilos de un tejedor y las dos estacas
clavadas a propósito para poner en ella los hilos. La mayoría de
los dispositivos para preparar la urdidura oscilan entre esas dos
modalidades. Por lo que se refiere a las devanaderas, el tamaño
más reducido de las madejas favoreció la aparición de objetos
especializados, como las estacas de distancia regulable (440). Los
dispositivos no giratorios no han ido mucho más lejos.
Los dispositivos giratorios son móviles (ovillos y bobinas) o
fijos (torniquetes y devanaderas). La mayoría de las veces, las
bobinas son ramitas o trozos de cañas; en el estado artesanal
agrupado, las bobinas son de tal forma que pueden ser adaptadas
439 a un dispositivo con una rueda para devanarlas o enrollarlas
rápidamente. Unas líneas más abajo hablaremos del devanado;
el enrollado se utiliza normalmente para hacer canillas de tejedu-
ría, y lo más usual es adaptar la bobina en un torno de hilar (441)
o una devanadera. Las auténticas canilleras mecánicas no apare-
cen hasta que no se alcanza el estado industrial.
Existen algunos dispositivos intermedios entre las bobinas y
los torniquetes, como el que aún se utilizaba en Francia hasta el
siglo pasado (439), o la devanadera horizontal (442), que en Extre-
mo Oriente puede ser manual o ir unida a una devanadera.
440 Los torniquetes, en general, tienen el eje vertical y están
formados por dos cruces unidas por dos hilos o travesaños (443).
Están fabricadas de manera que puedan recibir una madeja di-
rectamente y no llevan manivela para el arrollado; su única fina-
lidad es devanar el hilo'. Podemos encontrar estos aparatos casi
en todas partes, particularmente en Europa (en Francia, se con-
servó un torniquete extensible hasta principios de este siglo)
(445), África oriental (444), Extremo Oriente y América del Sur
(araucanos). En Extremo Oriente y en Indonesia hay un torni-
quete con eje horizontal (446).
Las devanaderas se rigen por el mismo principio: el hilo se
arrolla en una bobina cuyo eje tiene una manivela. Existen apa-
443 ratos de este tipo en las dos zonas de difusión del torno de hilar,
441 del que suelen ser complemento (Europa y Extremo Oriente
desde el Japón hasta Malasia). La forma más sencilla (446) es
6 Resulta singular el hechode que se nombren indiferentemente el aparato con
el que se devana el hilo (devanadera) y el que sirve, generalmente, para enrollar-
10. El uso está bastante establecido, por lo Que me atrevo a proponer el nombre
de devanadera para el torniquete y el de plegador para la devanadera, términos
más acordes con su uso principal.
232
233
una bobina en la que se usa una de sus ramas como manivela.
En Europa encontramos una bobina de gran diámetro (447). La
devanadera resulta esencial para las múltiples operaciones de
embobinado de la seda; en China y Japón se han fabricado con
varias formas (147 y 153) según el tipo o rapidez del trabajo. La
devanadera con pedal es una de las más interesantes: en dos
ocasiones hemos visto (págs. 96 Y239) que el pedal no completa a
la manivela más que cuando el ejecutante puede trabajar sobre
un asiento; esto explica la ausencia de pedal en el torno de hi-
lar chino.
La devanadera para los capullos (448), gracias a la presencia
del fogón, hace que resulte indispensable el empleo de un asien-
to, con lo que los pies del ejecutante quedan libres; enseguida se
ve cómo el pedal completa la manivela de la devanadera. c-""=-
La progresión anterior: dispositivos fijos. bobinas. torniquetes
y devanadera responde a un orden lógico (de lo más sencillo a lo
más complejo). Aunque no podamos dar una serie de las opera-
ciones válida para todo el mundo, en la mayoría de los casos la
sucesión en el empleo de los diversos objetos es la siguiente:
después de ser retorcido, se pone el hilo, en forma de ovillo o
arrollado, en la púa del huso o la rueda de hilar, y se le pasa por
la devanadera para formar una madeja y teñirla, Una vez realiza-
da esta última operación, se pone la madeja en el torniquete y se
hace una bobina para usos corrientes, o bien una canilIa que
sirva para el telar. Por lo tanto, la progresión técnica suele ser:
devanadera, torniquete, canillera o bobina.

El torcido. Es la operación a través de la cual se fabrican


cables o hilos acordonados, operación que se realiza de tal mane-
ra que, si se dejan juntos dos o varios hilos con un exceso de
torsión, dichos hilos se enrollan mutuamente en espiral y vuel-
ven a su torsión normal. Es una operación sencilla si se lleva a
cabo con hilos no muy largos -basta con retorcer al máximo un
hilo, doblarlo en dos y soltar uno de los cabos para realizar el
cablaje-, pero si los hilos tienen mucha longitud, se hace nece- 449
sario emplear aparatos especiales, muchos de los cuales utilizan
el hilo ya retorcido. Por lo que respecta a los hilos finos, la opera-
ción se limita generalmente a pasar dos o varios hilos muy retor-
cidos por un torno de hilar que gira al revés; como es lógico, este
método se corresponde con el área de distribución del torno de
hilar. Para hacer cables o sogas se utilizan unos aparatos con
manivela, con los que se consigue a la vez el máximo de torsión
235
234
y la rotación del extremo que se está retorciendo. Dicho procedi-
miento ofrece el máximo de sencillez en el dispositivo que se
utiliza en Extremo Oriente (449): cuatro hombres, de los cuales
tres se encargan de dar el máximo de torsión y uno la rotación,
maniobran las distintas empuñaduras.

El trenzado. Es más corriente trenzar los hilos que retorcer-


los. Esta operación supone la transición entre la hilatura y la
tejeduría. La trenza de tres ramales (450) es universal y empleada
tanto para confeccionar hilos finos como para las cuerdas. La
trenza de múltiples ramales, plana (451) o hueca (452) es ya un 450
verdadero tejido; se usa en todo el mundo para los galones o las
correas. Se ha alcanzado el máximo de habilidad en esta técnica 451
en Extremo Oríente y probablemente también en Japón. 452

Los nudos. Terminamos la enumeración de los medios utili- ~ 454-


zados para unir hilos dedicando unas líneas a los nudos. Son tan ~
corrientes que resulta imposible hacer un resumen de las princi-
pales formas y sus correspondientes zonas; por otra parte, no
455
456 X::)
457
existe ninguna monografia de conjunto sobre este tema, que, sin
embargo, puede ser fácilmente explotado si se examinan los dis-
tintos objetos de museos y algunas fotografias.
En líneas generales podemos afirmar que no existe ninguna
manera de anudar que no esté representada en la lista de los
nudos marinos. Prácticamente se conocen en todos los lugares el
nudo sencillo (453) y el nudo llano (454) en sus múltiples combi-
naciones. Una vez establecida una lista general de los nudos, la
A-
458
~m.nll?
459
t 461

clasificación más segura consistiría en seriarlos por especialida-


des técnicas: nudos marínos, de tejedores, de guarnicioneros, de
cestereros y de costura. En esas series veríamos cómo se repiten
las formas más sencillas casi sistemáticamente.
Los nudos de correas forman un grupo especial: se abre una
ranura en la correa para pasar por ella los cabos. Los tipos más
curíosos los hallamos entre los esquimales (458), aunque casi por
todo el globo, especialmente en África negra (458) se suelen prac- 460 462
ticar ataduras más sencillas, correspondientes al nudo llano co-
rriente.
La cordeleria reforzada se puede emplear en los más diversos
usos, ya para reunir dos lazos (459), ya para enastar una herra-
mienta. Forma un rodillo apretado de hilo de poco calibre, y
esto la distingue de las ligaduras, que se hacen con varias vueltas
de un lazo grueso.
237
236
También debemos mencionar los pasadores, destinados a ha- pasan por una serie de orificios, es decir, todos los objetos que
cer o aflojar los nudos (generalmente, se trata de punzones todo para ser unidos requieren unos agujeros por los que pase un hilo.
uso); las barritas de torsión, conocidas casi exclusivamente por Incluso, debemos dejar un espacio, aunque como subdivisión
los esquimales (460); y por último, las barritas de detención distinta, a objetos como las azuelas (341) o las hachas, cuya hoja
(461), los broches y las hebillas con tarabilla, objetos destinados a se une al mango mediante unos orificios y unas ataduras.
unir de manera temporal dos extremos de una atadura para los Las materias utilizadas pertenecen, pues, a los más variados
usos más diversos (en la marina, la caza o las prendas de vestir), géneros: el hueso o el marfil entre los esquimales, las casas de
La fabricación de redes, de carácter universal es una aplica- madera de los indios de la costa noroeste americana, las embar-
ción de los nudos. ' caciones del Pacífico asiático y oceánico, así como todos los sóli-
dos flexibles de superficies continuas. Todos los productos de la
tejeduría y todas las superficies flexibles pueden ser cosidos: la
La costura corteza de abedul de todo el contorno septentrional del globo, las
pieles de salmón del Amur, los intestinos de foca o el pericardio
Quizá resulte extraño encontrar el aparato de la costura de- de reno de los esquimales. Los casos particulares, como la made-
lante del que hemos dedicado a la tejeduría, así como el hecho de ra cosida. no suscitan apenas cuestiones técnicas nuevas; el hacer
que hablemos de las formas de unir tejidos antes que de su fabri- agujeros deriva del trabajo de los sólidos, fibrosos generalmente,
cación. Ya hemos advertido que la presente clasificación no es ni sólo se necesita un punzón para pasar el hilo; las costuras se
más ni menos arbitraria que cualquiera otra; lo esencial es hacer sujetan con nudos. El objetivo fundamental de coser los sólidos
divisiones según las articulaciones naturales. La costura, la hila- flexibles es la preparación de la prenda de vestir; se puede incluir
tura y la tejeduría son tres partes naturales del tratamiento de los en las tres divisiones siguientes: corte, costura y bordado. Resulta
sólidos flexibles.. Su disposición sólo responde a una preocupa- inútil distinguir entre la confección de una bolsa y la de una
cion arquitectónica. Podríamos justificar el orden adoptado en el prenda de vestir.
presente ~studio mediante la historia: la corteza, las pieles y los
hilos slrvlero~ para coser prendas de vestir antes que los tejidos. El corte. Más adelante veremos que dos de las divisiones más
SI esto sucedió así fue por una simple coincidencia; la única importantes de la indumentaria están constituidas por la prenda
justificación que podemos presentar es que, una vez expuestos adaptable y la prenda con corte; es evidente que, aunque se im-
los sólidos flexibles de superficie continua después del apartado ponga la necesidad de tomar medidas para hacer ciertas prendas
de los hilos, lógicamente no se puede esperar otra cosa que la adaptables cosidas, ello no implica la confección de «patrones»
costura. Sólo por simple comodidad al presente apartado le se- previos. A veces se preparan de antemano algunos modelos
guirá el relacionado con los tejidos, para evitar que quede separa- -como los «patrones» de corteza de abedul de los siberianos-e-,
do de la cestería, con la que se halla estrechamente ligado. Creo para confeccionar algunas prendas con corte (blusas con mangas
que debo insistir en que no he dado a este libro una progresión y botas).
filosófica o histórica, lo cual, por lo que respecta a la tecnología Se puede hacer el trazado de los contornos, como en Extremo
comparada, ciencia que está dando sus primeros pasos, sería una Oriente, por medio de una hoja de hueso que lustre las líneas de
hazaña. corte. El corte mismo se hace con dos herramientas: el tranchete (la
. Por el término costura entendemos la unión de dos superfi- chaira) y las tijeras. Durante mucho tiempo sólo se empleó el
eres de cualquier materia mediante una serie de puntadas de hilo. tranchete; encontramos en Egipto, desde las primeras dinastías,
Por consiguiente, quedan excluidos los vestidos o tiendas unidos hojas finas y afiladas (462) que, según todas las apariencias, sir-
por cintas anudadas, así como las planchas atadas simplemente vieron para cortar el cuero y los tejidos. Pero desde hace vanos
una a otra, pero se incluyen las tiendas o prendas de vestir ata- siglos prevaleció el uso de las tijeras para el corte de tejidos,
das, las planchas con agujeros por todo el borde para que puedan aunque la mayoría de los grupos de tipo artesanal (463) todavía
pasar ligaduras por ellos, las ollas remendadas con cintas que sigue utilizando el tranchete.
238 239
El invento de las tijeras es relativamente reciente; a partir de
la Edad del Hierro unas tijeras (464) del tipo de esquilador co-
mienzan a extenderse por todo el imperio romano. Durante cier-
to tiempo sobrevivieron entre nosotros en empleos especiales,
como cortar telas, por ejemplo; incluso en nuestros días se utili-
zan para esquilar ovejas. En Extremo Oriente hay testimonios de
estas tijeras desde el siglo x (China), aunque probablemente su
origen es occidental. Apenas se usan ya en China, pero todavía
los encontramos actualmente en Japón (465).
Las tijeras con eje sucedieron a las anteriores tanto en Europa
como en Extremo Oriente. Aún no se ha precisado el origen y la
fecha de difusión de este objeto tan corriente. Sin duda se hallan
ligadas a las pinzas y tenazas, útiles que las precedieron durante
bastante tiempo, y parece bastante probable que, como en el caso
de las tijeras de esquilar, Extremo Oriente las imitase de los
pueblos occidentales.

La costura. Estudiaremos en este apartado los objetos que


más propiamente sirven para unir dos piezas flexibles mediante 470
una costura: lezna, aguja, dedal y otros útiles accesorios.
La lezna se emplea universalmente. Es un objeto tan sencillo
que resultaría vano intentar trazar su historia. Para realizar la
función de la lezna, normalmente se han utilizado raspas de pe-
ces, huesos puntiagudos (446) o espinas; las leznas propiamente 471
dichas, enastadas de forma que sirvieran para coser el cuero,
aparecen en el estado artesanal, con la especialización de los 467 468 469
466
guarnicioneros, maleteros y zapateros de Europa, el Mediterrá-
neo, Oriente Próximo, la India y Extremo Oriente.
La aguja es más importante. Sólo por satisfacer la lógica clasi-
ficatoria, podemos agruparlas en agujas con entalladuras (467),
con acanaladuras (468) y agujas con ojo (469), resaltando el he-
cho de que esta última, la más perfecta de las tres, es la que
ofrece los testimonios de mayor antigüedad. En efecto, se han
hallado en nuestras extraordinarias cavernas de Lozére en los
Pirineos, agujas de huso de la Edad del Reno, largas y finas como
las fuertes agujas de zurcir actuales, con un ojo hecho con gran
habilidad. Basándome precisamente en la abundancia y perfec- 473 474
472
ción de dichas agujas, puse en duda' hace algunos años 7 la arrai-
gada leyenda del hombre de Cro-Magnon ligeramente arropado
con piel de algún oso recién despellejado. El hombre de la Edad

7 La civílisatíon du renne, París, Gallimard. 1936.

240 241
del Reno Cosía mucho, a .uz ar .
encontradas en sus cavenlas g por I~ gran ~an!Idad de agujas Estrictamente hablando, el bordado de piezas añadidas es
quiere decir a priori q , y~ ademas, cosia bien, lo cual no menos artesanal. Se practica fundamentalmente en todo el norte
, , ue con,ecclOnase d .
No sabemos nada acerca de su indum pren as complIcadas. de Europa, de Siberia y América. Podemos mencionar también
poner que el clima riguroso le obli . entana, pero podemos su- una zona secundaria que se extiende desde China hasta las islas
en cubrir cada uno de su . blgana a emplear todo su talento de la Sonda. Consiste en coser sobre un fondo algunos recortes
, s rnlem ros.
ASI pues, la distinción ent I d'fi de colores diversos y, más recientemente, de cuentecillas de vi-
te práctica La mas rudo it: as I erentes agujas es puramen_ drio. Es un tipo de bordado que abunda mucho entre los esqui-
. .' tmen ana ernple d . l
Amenca tropical se f: b . ' a a especia mente en males, los chukches y los camchadales: yuxtaponen trozos de
de una hoia de ag' ave" a nca"darrancando una espina terminal pieles o pellejos de pájaros para adornar sus vestidos; pero los
, ycoglenoaco("
largas de su envoltura De t d n muacion algunas fibras ejemplos más característicos están representados por el vestido
te de aguja e hilo. La' es e mo o, se dIspone simultáneamen_ de los ainos (473) y las blusas de piel de salmón de los goldes
mente en el Mediterr ~guja con entalladuras se empleó antigua- (474) del Amur cuyas piezas muy delicadas de piel teñida en
anea; conocemos . .
encontrados en la base de I di vanos ejemplos de ellas azul son recortadas sobre patrones de corteza y cosidas muy fina-
.
d e agujas se encuentran en os Se Imentos de T L .
roya. os tres tipos mente sobre el fondo azul del vestido.
fico actual y antiguo: el la ~~m~~c::ospuntosdel norte del Pací-
les actuales poseen la aguj pd ~ istoríco y todos los esquima.
lladuras es utilizada por l~s:Sq ~:o Icon ojo; l.a aguja con enta- Los tejidos
Kuriles como en Alaska h ha es tamblen, y tanto en las
,un ueso ueco de .. h
veces de aguja hueso que l un pajaro ace las Entre un cesto y una pieza de tela hay una distinción prácti-
cuyo canal pasa el hilo. ,genera mente, es el cúbito, a través de ca, inmediata, de sentido común. Si se observa con atención,
En este estudio no tenemos en dicha distinción se funda en primer lugar en la forma, el uso y el
tuyen un medio temporal cuenta los alfileres, que consti. aspecto exterior, después, y en menor grado, en la materia, pero
además accesorios de l . dPara urur dos piezas flexibles y son nunca en los rasgos elementales de la técnica. Efectivamente, la
, a In umentana' -d '
nar los alfileres que sirven hil ,pero SI ebemos mencio- rafia puede ser la materia prima de un cesto o de una pieza de
como los que se usaron d para I vanar: alfileres de espinas tela; sin embargo, el primero está clasificado como un objeto de
urante mucho ti ,
alfileres japoneses con la be lempo en Bretaña, o los cestería, mientras que la segunda es un producto de tejeduría.
cascabel para evit~r olvidar~~s e~al guam~cida de un minúsculo Las fibras de un cesto pueden estar entrecruzadas de manera
El dedal no es un accesorio i ~ren a una vez acabada. idéntica a las de una tela, pero no se incluyen en una misma
sustituye por un trozo d . l n spensable; a menudo se le categoría técnica. No obstante, examinada con atención esta
mano. Los esquimales e piel, que se coloca en los huecos de la identidad resulta palmaria; las distinciones entre la cestería y la
el Extremo Oriente a~booseSedn ~nfldedal de piel (470), al igual que tejeduría son fáciles de admitir, pues obedecen al sentido común,
E ' e in uencia china (471)
ntre los accesorios de la costura .' pero debemos preguntarnos si el especialista no se ha ceñido a
utilizado en Extremo Oriente l podemos citar el bastidor, ellas con demasiada fidelidad y buscar las causas profundas de su
los pueblos árticos desde L ' Y~ ehstuche (472), de uso común a adhesión a tal punto de vista.
apoma asta los esquimales.
La separación resulta clara a primera vista: la cestería es la
El bordado. Podemos dividirlo en b . unión de fibras de gran calibre por medio de las manos, para
do de piezas añadidas (ca . ro ordado de hilos y borda- fabricar un recipiente, mientras que la tejeduría es la unión de
Y a se ha descn rno SI ruese taracea).
escnto en nume b . fibras finas en un telar para confeccionar una superficie plana.
do de hilos' basta pues, e rosas o ras especIalizadas el borda- Pero ¿qué actitud se debe tomar ante la unión de fibras realizada
. ' , on orecisar que sus _ .
son el Oriente musulmán E zonas caractens!Icas con las manos para hacer una superficie plana? Son numerosos
influencia china. ' uropa central, RUSIa y el territorio de los casos que se ajustan a estas características: un tabique de
listones de bambú será considerado como un trabajo de cestería,
242
243
y como una labor de tejeduna la urdi ' la primera capa, extendida en un bastidor, recibe el nombre de
bastidor, pero si se trata d e h mbre de hilos tensos en un
bü sobre una urdimbre de al ac~r una estera con listones de barn- urdimbre, y la segunda es la trama; encontraremos los mejores
denominaremos dicho traba g~ on puesta en un bastidor ¿cómo ejemplos en tejeduría,
'S d JO, A estos primeros elementos que dan la posición relativa de las
/, e pue e establecer una divi '.
de cestería a base de heb I ISlOn categórica entre un trabaio dos capas hay que añadir las características del entretejido,
bi ras retorcIdas y te iid " La más sencilla consiste en lo siguiente: después de colocar
len retorcida practicados p I ' un 11 o de trama tam-
c~sto en el que las hebras salt~~ ~0~11lsmo pueblo? ¿Y entre un las dos capas cruzadas una sobre la otra, se van atando los ele-
tejido cuya trama salta dos hil d montantes sobre cuatro y el mentos dos a dos por medio de un tercero; se trata de la técnica
cados ambos en una misma os. e urdimbre sobre cuatro fabri- de capas superpuestas, en la que no se trabaja mediante entrela-
DI' , región geográfica? zado, sino por superposición, No se utiliza en tejeduría, y muy
e os distintos argumentos d ' '.
aducirse, dejaremos a un lado I e ~ntIdo común que podrían poco en la fabricación de objetos de cestería, 10 cual se explica
el aspecto; y con respecto a la :::tpnnclpales: la forma, el uso y por la dificultad de mantener cruzadas las dos capas para unirlas
lo relacionado a los medios d enasolo nos quedaremos Con con unas cuantas tiras; conocemos algunos objetos de cestería
de bambú y un hilo de alg do e tratamIento especiales: un listón melanésicos (475) que ilustran dicha técnica, En cambio. la cons-
n trucción de paredes y suelos de las viviendas ofrece múltiples
un tejido en las mismas coa °d no pueden servir de montantes a
, id n iciones pues 1 ejemplos (476). que, es lógico, no podemos apartar de los tejidos.
ngi o, necesita de un sostén y I 'd uno, a ser bastante
dar, Estos dos rasgos dan I~ are otro ebe sujetarse en un basti- Los demás tejidos se hallan comprendidos en los tejidos de
tejeduria, correspondientes agu a \as subdIVISIOnes de ces/erra y capas entrelazadas: los elementos de una de las capas pasan su-
engloba a todas las formas d na edos general de los tejidos, que cesivamente por encima y por debajo de los elementos de la otra,
lelos, pues en el empleo d e u~r os piezas de elementos para- Consideramos (es, además, el caso más corriente) la primera
hilos es donde se hall I difen astidor para tensar o colgar los capa (montantes o urdimbre) como pasiva, compuesta de ele-
. ' a a I erencia entre I t ied . mentos fijos que serán prácticamente rectilíneos. Los elementos
na, Independientemente de la a eje una y la ceste-
mas así al orden establecl'd malnera de entrelazarlos, Volve- móviles de la segunda capa (hebras o trama) se entrelazan de tres
d o por la percepción de una o por e sentido ca . , maneras:
id ,mun, pero ampha-
encuentra en la búsqueda de losmad superior. Esta última se l.' Cada elemento móvil gira en espiral alrededor de los ele-
que la naturaleza ofrece d fi edios para entrelazar fibras mentos fijos, Estamos ante la cesteria con hebras espirales (477) o
e arma índepend¡ t ' ' el tejido con trama espiral (478). es el tul de nuestra tejeduría eu-
cU,enta que la única salida es la de len e, t~11lendo en
primeros elementos de clasifí '. cruzarlas entre SI y que los ropea.
, I cacion vierten ds d 2.' Los elementos móviles se van torciendo por pares alrede-
ciones que se manifiestan en la a os por las varia-
Desde el punto de vista de manera de cruzarlas, dor de los elementos fijos, Se trata de la cesteria retorcida (479) o
fibras que se han de I las condICIones de trabajo las el tejido retorcido: en el caso de la gasa. la urdimbre (480) no está
, ca ocar en dos ' retorcida completamente; en el tejido con cartones (481) lo está
tratar SImultánea o suc ' capas cruzadas se pueden
eSlvamente En I ' totalmente, y la trama está retorcida en los restantes casos (515),
en la base, y ambas capas se , e pnmer caso, se alinean
,1 cruzan en dia I I ' 3.' Los elementos móviles pasan sin torsión por los elemen-
SI os elementos san fuertes go~a a eje de la pieza:
nal (485); si son finos un~ ~esulta un trab~o de cestería diago- tos fijos (es la forma usual): cestería tejida (482) o telas tejidas
caso, se coloca una primera renza 450 a 452), En el segundo (482).
h b capa d(e forma pe di Disponemos de este modo de una serie de características que,
om ros del ejecutante' las p' d l rpen icular a los
'
d o una a una con estas iezas fii rezas e a otra e . - por el momento, no implican ninguna separación entre la ceste-
. apa se iran cruzan-
elementos fuertes la prí p fijas. SI Se hace el trabajo Con na y el trabajo de los tejidos. La primera serie se basa en la
, nmera capa se d . posición fundamental de las capas, la segunda en los rasgos fun-
segunda hebras y listones' estos . uencrmna montantes y la
mente a la cestería. Y si el 'trab . termInas se aphcarán general- damentales del entrecruzado. Se puede precisar un poco más
ajo se reahza con elementos fino fijando una tercera serie según el número de elementos fijos que
~ ~
245
son cogidos o saltados por los elementos móviles. Así se prepara
la armadura del tejido. Aunque la mayoría de estas últimas ca-
racterísticas sean comunes a la cestería y la tejeduría, producen
efectos ópticos tan particulares que las estudiaremos por separa-
do en los respectivos apartados de cada técnica. En todas las
, .'
combinaciones adoptaremos el término de armadura de I cogi-
': J, ' do, 1 suelto, l cogido, 2 sueltos, etc, que completaremos con la
,p nomenclatura usual: armadura tela, cruzada, asargada, etcétera.
475 , .11
Lo esencial de lo que se puede decir sobre los tejidos (cestería
y telas) es común a todas las técnicas cuya finalidad es el entre-
cruzado de dos capas y los detalles que las diferencian son secun-
477 darios. La principal objeción que puede hacerse, fundada en el
aspecto superficial de los productos, sólo resulta válida en lo que
se refiere a la clasificación de dichos productos y no de su técni-

-
ca: estableceremos diferencias formales entre un cesto y una tela,
cuando el objetivo sea el estudio de los recipientes o las prendas
de vestir; pero, desde el punto de vista exclusivamente técnico,
no creemos que eso sea importante. La objeción que puede pre-
sentar el especialista, fundada en la ausencia del telar en el caso
de la cestería y la utilización, por el contrario, de dicho objeto en
la confección de tejidos, es digna de consideración pero secunda-
ria. Lo principal es la labor de entrecruzar elementos textiles; las
herramientas usadas para ello no son más que medios: dada su
rigidez, las fibras gruesas no necesitan ni de bastidores ni, a causa
de su calibre, de dispositivos para moverlos; por el contrario, los
481 hilos finos precisan de un bastidor donde poder tensarlos y de
dispositivos que (de una vez) muevan los numerosos elementos
de una urdimbre. Es tal la primacía del entrecruzado sobre el
medio de obtenerlo que, de un lado, no se puede afirmar de
forma general, cuando se examina una tela, qué tipo de telar
sirvió para fabricarla; y de otro, que, simplemente con una ur-
dimbre puesta en un bastidor y una trama hecha hilo a hilo con
los dedos, no sólo se pueden reproducir todas las combinaciones
permitidas por la mecánica del telar, sino también algunas for-
mas impracticables en los telares, formas por las que la etnología
sí suele interesarse.
486
La cestería

Ya hemos hablado más arriba del trabajo de cestería a base


de capas superpuestas; se trata de una técnica utilizada en parti-
246
247
cular para construir paredes, pantallas, suelos o tejados de las vi-
viendas.
Cuando los elementos se manejan simultáneamente, recibe el
nombre de cesterta diagonal, que, en el vocabulario de los ceste-
ros corresponde al trabajo de gancho, cruzado y trenzado.
Debemos mencionar en primer lugar, ya que se trata de la
técnica especial de la cestería, el cruzado con tres elementos
(483), intermedio entre la cestería de capas superpuestas y la
cestería tejida. Las dos capas diagonales se recubren sin entrecru-
zarse, y las hebras de una tercera capa sirven de cohesión cogien- 491
495
do todos los elementos de una diagonal y dejando sueltos todos

fl
los de la otra. Mediante este procedimiento se hacen cestos cala-
dos, que podemos encontrar, sobre todo, en América tropical, el
Amazonas, Indonesia y en toda la zona de influjo chino (China,
Indochina, Corea y Japón).
La diagonal con dos capas entrecruzadas (trenzado de la ces- 492
tería) presenta las principales variedades de armaduras:
1 cogido-I suelto (armadura-tela diagonal) ofrece testimonios
en Occidente, Asia menor, Asia oriental y extremo-oriental, Me-
lanesia, América tropical y Columbia británica. En trabajo apre-
tado (484), se hacen cestos, paneles de construcción (Extremo
Oriente e Indonesia), sandalias (Japón) y esteras (Nuevas Hébri-
das); en trabajo suelto (485), chozas (Extremo Oriente y América

6
tropical), tamices y piezas aislantes del vestido (Corea y Japón); y
en trabajos finos, bolsos, esteras y rebenques.
2 cogidos-Z sueltos desprendídos de un elemento en cada fila
(armadura cruzada diagonal) es el método característico de la
cestería del Pacífico asiático, desde Corea hasta Melanesia. Se 4 89
emplea, sobre todo, para los trabajos apretados (486) de cestos,
chozas y paneles. Con esta última forma, dicha armadura se uti- , I
liza para construir tabiques, cercados y techos de carros desde la 497
India hasta Manchuria y Melanesia.
3 cogidos- 3 sueltos desprendidos un elemento en cada fila es
la armadura menos frecuente, derivada de la anterior y atestigua- 490
da de manera esporádica en los mismos lugares. Asimismo, po-
demos encontrar armaduras del tipo 4 cogidos-e sueltos o com-
puestos aberrantes (487) que sólo tienen el interés de ser varian- 498
tes. La armadura a base de 1 cogido-2 sueltos desprendidos de un
elemento en cada fila (armadura asargada diagonal) no se suele
utilizar; no obstante, los objetos de cestería de las islas Salomón
son' un buen ejemplo de este tipo.
249
248
La cesteria espiral. En el presente apartado resulta necesario con hilo también de forma espiral) y la cestería de forma e~piral
hacer una precisión importante. Los manuales suelen hablar de con una sola capa (494), esporádica en el Pacifico y utilizada
la «cestería espiral» como propia de los pueblos más primitivos; fundamentalmente en Corea como una prenda mtenor para que
se trata ya de una verdad adquirida y transmitida con fidelidad a la piel no esté en contacto con la ropa durante el verano.
partir de una constatación correcta, pero que se ha ido exten-
diendo progresivamente sin demasiada discriminación. Cuando La cesteria con hebras retorcidas. Éste es un tipo que :espon-
observamos unos cuantos objetos de ese tipo, confeccionados de a dos necesidades: mantener siempre a la rmsma dlst~nCla
por los grupos preartesanos de Oceanía, África, Alaska o Améri- unos montantes rígidos (495) o juntar unos montantes flexibles.
ca tropical, dan la sensación de ser fruto de una misma técnica Los ejemplos del segundo caso se hallan agrupados alrededor del
(488): es el punto de partida de la generalización. Pero si se hace Pacífico y responden en gran parte a una forma de tejeduría que
la disección de estos cestos, veremos que se pueden descomponer fue practicada en numerosos puntos de América. SIn embargo,
en cuatro series irreductibles: hay muestras del primer caso por todas partes. Al fabncar obje-
La espiral de capas superpuestas, de Melanesia (475); la espi- tos de cestería de esta clase, como las nasas, vallas y cestos cala-
ral auténtica. de Africa (Angola, por ejemplo), Oceanía (islas Sa- dos resulta necesario juntar los montantes mediante hebras muy
lomón), esquimales, Corea y Japón (490); la espiral de hebras espaciadas que no se muevan, lo cual parece haber determmado
retorcidas, del Japón y Alaska (491), y la espiral de hebras teji- que se retuerzan dichas hebras. Esta solución, casi inevitable,
das, del antiguo Egipto, América del Norte, Amazonas, El Cha- explica la presencia universal de objetos de cestena calados, cuya
co, Africa oriental, Rodesia, Corea, China y Japón (492). armadura se sujeta con hebras retorcidas de dos en dos o de tres
La cestería «en espiral» se considera como un grupo distinto,
poseedor él sólo de todas las divisiones conocidas: capas super- ffi~Por la misma razón, se hacen los objetos de cestería fl'bl
eXI es
puestas y hebras espirales, retorcidas o tejidas. La nota común a con hebras espaciadas por todo lo largo del Pacífico, desde el
todas estas formas es la armadura y los montantes sustituidos Japón hasta Alaska (496); pero en América, donde abundan l~s
aquí por una larga espiral'. Este punto no ha sido claramente objetos de cestería con hebras apretadas (Alas~a: Columbia britá-
reflejado en las clasificaciones, pero lo que se les ha escapado por nica los indios de las Grandes Llanuras, Amenca tropical y Ar-
completo es que esta técnica corresponde geográficamente a la gentina), el influjo reciproco entre la tejeduría Yla cestería o más
alfarería con rodillo en espiral (véase pág. 196), constatación más bien la unidad fundamental de ambas técnicas tienen la siguiente
importante, ciertamente, que cualquier otra, ya que pone de ma- explicación (497): la armadura de una capa y la de un cesto
nifiesto una vez más la estrecha dependencia de las técnicas la (hechos ambos a base de cuerdas) de los kwakiutl de la Columbia
influencia del medio en la materialización de las tendencias. ' británica no se diferencian en nada.
Es preciso constatar que en estos trabajos de cestería, los Una excepción digna de mención es la cestería con montantes
montantes son horizontales (489) y las hebras verticales (a la y hebras retorcidos, empleada en la fabricación de esteras por los
Inversa qu~ en las formas usuales), y en segundo lugar, dejar en kwakiutl (498).
sus respectivas series las espirales retorcidas y las tejidas, con el
fin de examinar en dichos objetos de cestería, como unidad clasi- La cesteria con hebras tejidas. Es el procedimiento más.utili-
ficatoria, sólo los de tipo fabricados con hebras en espiral. zado en la confección de cestos; se pueden encontrar con facilidad
Debemos citar dos casos más en el presente apartado: la ces- numerosos ejemplos en todas las partes del mundo, con mayor
teria en espiral cosida, con testimonios en África del norte (493) frecuencia entre los grupos de tipo artesanal de Europa y ASIa.
y en Extremo Oriente (una trenza enrollada en espiral y cosida Aunque en apariencia parezca la más sencilla, es una vaned~d
8 Después de la primera edición del presente trabajo, H. BALFET publicó una
practicada por pueblos realmente hábiles en el arte de la .cestena,
c1asi~cación de la cestería similar a ésta en sus líneas generales, pero mejorada las combinaciones más ricas se hallan entre Malasia, China y Ja-
considerablemente al añadir la cestería en espiral. H. BALFET, «La vannerie. Essai
de classification», L'Anthropologie, t. 56, n.o 3·4, 1952, págs. 259-280.
pón. b d 1
La armadura más corriente es la que se hace a ase e
250 251
cogido-I suelto (armadura-tela), que, tanto en los trabajos sueltos La tejeduría
hebra en los apretados, es la más adecuada para el empleo de las
I ebras de bambú partidas, Exceptuando Asia y Europa, así como Mientras que en el trabajo de cestería sólo había que conside-
os ejemplos afncanos -que pueden ser tardíos- la encontra- rar el entrecruzado de las hebras, en el de tejeduría hay que
mos entre los pueblo,' pre o protoartesanos (andarnanes, Colum- añadir al estudio de las armaduras el de los telares, El hecho de
bia bntamca y Amenca tropical) asociada generalmente a las que los hilos sean tenues Y flexibles no sólo hace posible, sino
vanedades en forma de espiral o retorcida, también necesario, el empleo de dispositivos que permitan ten-
d i
0-
a armadura a base de 2 cogidos-2 sueltos (cruzada) o] cogi-
sueltos (asargada) son poco frecuentes e inspiradas en la
sarlos y manejarlos en capas; por consiguiente, la clasificación de
los tipos de tejidos debe ir paralela a la clasificación de los telares,
cestena diagonal (pantallas y esteras); los principales ejemplos Pero ambas series no se pueden superponer: salvo en lo referente
son de Extremo Onente (499), a los telares más modernos de la industria europea (y esto es muy
La c~stería tejida ofrece una particularidad que es también relativo, por otra parte), cada tipo de telar no corresponde a un
caractcrtstica de las telas tejidas, Cuando una de las capas es más tipo de tela, y a la inversa, no podemos determinar, a priori, la
flexible que la otra, se la puede apretar hasta el punto de recubrir naturaleza del telar sólo con examinar una tela, Esto es tan cierto
~talmente el campo del tejido: se trata del elemento en exceso que desde hace muchos años los especialistas vienen tratando el
or lo que respecta a las telas, puede haber trama o urdimbre e~ tema de los restos de tela de las ciudades lacustres o de las mues-
~xceso, mientras que en la cestería la rigidez de los montantes tras egipcias sin haber proporcionado el plano de los telares utili-
limita normalme~te esta particularidad a las hebras (500), Es un zados por aquel entonces, o mejor dicho, cualquier plano presen-
procedimiento utilizado en los objetos de cestería corrientes de tado por un especialista es rechazado inmediatamente por el
Europa y Extremo ()riente, y sobre todo, en la cestería de tipo grupo de especialistas contrarios, Lo anterior se debe a que casi
espiral con hebras tejlda~ (492), especialmente la de los africanos se puede fabricar todo tipo de armaduras en un simple bastidor y
tanto actuales como antiguos, únicamente con el trabajo de los dedos o en cualquier telar aña-
Por último, podemos considerar las sandalias de paja del Ex- diendo a la mecánica el refuerzo manuaL Los tejedores, al menos
tremo,Onente (50 1) como un intermedio entre la tejeduría y la aquellos que en todo tiempo y lugar han trabajado para la alta
~estena: Se trata en apariencia de un trabajo de cestería con he- sociedad, poseen una paciencia y habilidad asombrosa, y sus te-
ras tejidas en exceso" pero, dado que en su fabricación se em- lares casi nunca tienen nada que ver con sus productos, Así pues,
plea un telar muy rudimentario, debemos considerar dicha for- na se puede establecer ninguna progresión; el telar más compli-
ma como cercana a la tejeduría de telas cado no corresponde necesariamente al producto mejor: aún son
Para t~rminar con la cest~ría, qued~n por estudiar dos mo- las cimas de nuestra tejeduría el método gobelin, completamente
mentos cnncos de la fabricación: el principio y el final. La fase manual, y el jacquard. totalmente mecánico,
que requiere los mayores cuidados y habilidad manual es la de En el caso de las telas hacemos la division ya propuesta para
comenzar el fondo de un cesto: generalmente, en la cesteria dia- la cestería: telas diagonales y telas rectas. Y las mismas subdivi-
~onal o recta los montantes se cruzan; y la espiral, en la cestería siones: en espiral, retorcidas y tejidas.
e este tipo, se engancha o bien se deja recta, Los bordes se
meten, salvo en algunos procedimientos raros en los que se deian Las telas diagonales. Están representadas por las trenzas y
sueltos (502), volviendo las hebras hacia el fondo, Podemos ~is­ cordoncillos, de los que ya se ha hecho una ligera mención al
tmguir, con las debidas vanantes, los siguientes tipos: borde vuel- final del capítulo dedicado a la hilatura (450 a 452). Los telares
to tejido (503), vuelto retorcido, combado (505) trenzado (506) para hacer trenzas son simples armazones que sostienen el extre-
atado (507), , Y mo de los hilos. Los de África del norte y Oriente Próximo (508)
tienen un peso para asegurar la tensión; en Extremo Oriente, la
trenza plana se hace en un telar en el que el varal se acciona con el
pie (509), y la trenza hueca, en un palo vertical (452),

252 253
Las telas rectas. Normalmente se define el trabajo de tejedu-
ría como el entrecruzado de hilos de una capa de urdimbre, colo-
cada al principio en un armazón, y de los hilos de una capa de
trama que se van introduciendo uno tras otro en la urdimbre.
La operación previa más importante consiste en preparar la
urdimbre; varían mucho los medios de hacerlo, pero general-
mente se reducen a hacer girar el hilo entre dos puntos fijos que
distan el uno del otro lo mismo o la mitad de la longitud de la
futura pieza. En África, los hilos se ponen a menudo entre dos
499
estacas, sin colocarlos en capa; en Europa, generalmente se les da
11 la longitud de la capa futura, metiéndolos en los dientes de una
larga pieza con forma de rastrillo; en Indonesia y Oceanía son
colocados en capa sobre tres o cuatro estacas; y en la mayoría de
los lugares, se ponen directamente sobre el bastidor del telar,
cuando éste es de poca longitud.
La urdimbre puede ser corta, si los hilos no tienen más longi-
tud que el telar; continua, si vuelve por debajo; su longitud es,
entonces, el doble que la del bastidor (es el caso de la mayoría de
las telas americanas); y larga, si se enrolla en una de las puntas
del bastidor (es el caso de todas las telas que se enrollan en los
telares con bastidor), o bien se estiran por encima del suelo (en
los telares sin bastidor).
La terminología de la tejeduría, exceptuando los nombres de
los elementos especiales, se ha tomado del telar que se ha venido
usando hasta hace pocos años. Anticipándonos por necesidad,
estableceremos desde abara los términos usuales (510).


En los dos extremos del bastidor hay dos piezas, generalmen-
te cilíndricas, que pueden girar o bloquearse mediante un meca-
nismo muy sencillo (trinquete, barra o freno): se trata del enjulio:
506 (a), en el cual se va arrollando la urdimbre, y el antepecho (b), en
el que se arrolla la tela tejida. Entre el enjulio y el antepecho se
encuentra el aparejo (e) que comporta todos los órganos median-
te los cuales se levantan los hilos; en los telares más sencillos
estos órganos son dos filas de lizos sostenidos por cuatro listones
'( (las viaderas). Los lizos, suspendidos de un balancín, se mueven
507 508 ascendente y descendentemente; dicho balancín puede ser un
alerón o una polea (d) sujeta en la parte superior del bastidor.
Dos pedales tiran de los lizos alternativamente: se trata de las
cárcolas (e). Los hilos pasan por los eslabones de los que están
provistos cada uno de los lizos, y el movimiento alternativo abre
entre ellos un espacio, el paso, en el cual se introduce el hilo de
trama. A estos órganos esenciales se añaden, entre el enjulio y los
254
255
lizos, el rastrillo de distribución (1) que regulariza la separación y
tensión de los hilos; enre los lizos y el antepecho se halla el canal
(g), donde está fijado el peine, que amontona los hilos de la
urdimbre en cada uno de sus movimientos los cuales reciben el
nombre de pasadas. El hilo de la trama se arrolla en la canilla,
que está colocada en la lanzadera (h).
Con esta escasa nomenclatura basta para hacer inteligible el
funcionamiento de cualquier telar. Por lo que se refiere a las
telas, la terminología se puede limitar a las armaduras funda-
mentales. La armadura-tela (511) I cogido-I suelto, armadura
cruzada (512), 2 cogidos-2 sueltos, y armadura asargada (513) I
509 511
cogido-Z sueltos o más. Las telas son sencillas cuando las combi-
naciones fundamentales de 1, 2, 3, 4 Y más son suficientes para
producir los adornos; y labradas, cuando con medios suplemen-
tarios se levantan los hilos de manera irregular para producir a
voluntad dibujos que no estaban previstos en el juego de los
lizos. Las telas labradas (el brocado, por ejemplo) requieren ope-
raciones manuales especiales para sacar los hilos suplementarios;
512
de ahí, el nombre de telar de cintas que aplicamos en este estudio
a todos los telares, por sencillos que sean, que sirven para produ-
cir, además de las telas sencillas, las telas labradas.
La primera division de los tejidos engloba la cestería y las
lelas en espiral. Éstas son casi inexistentes, aunque el ejemplo
característico de este tipo de telas lo tenemos en el tul, que se
halla limitado a la industria europea, y en algunos procedimien- 513
tos accidentales de labrado de los adornos muy estrechos, en los
que un hilo de trama de color va rodeando a unos cuantos hilos
de urdimbre. 514-
Las telas retorcidas, por el contrario, abundan en América;
uno de sus productos más interesantes es la capa de los indios de
la Columbia británica (515), en la que los dibujos al estilo de los
totems se hacían retorciendo los hilos de color en una urdimbre
vertical. La armadura de estas telas americanas es muy sencilla:
lo más frecuente es que se estiren el enjulio y el antepecho por
medio de cuerdas; incluso a veces, la urdimbre cuelga del borde 516
515
inferior. No siempre hay aparejo ni canal. Entonces, se tira de
los hilos, uno a uno, con las manos, y la trama se va pasando de
hilo en hilo a un ovillo o a uha varilla. Al ser extremadamente
lento, es un procedimiento que permite realizar todas las combi-
naciones posibles de adornos. Aplicado a las telas tejidas, se pue-
de conseguir con él la combinación de las más variadas armadu-
ras. 257

256
En Eurasia, las telas retor .d .
nica casi desaparecida de la ~I . a; es~an representadas por la téc- resultaría de poco interés tratar de ellas con relación a los telares.
Gennep, en una excelente m eje una con cartones. Amold van Éstos, en cambio, se conocen gracias a las numerosas piezas de
pleto este tema 9 El t I onograña, ha agotaáo casi por com- museos y las descripciones de los viajeros. Por desgracia, los hilos
dimbre entre do~ pu:t~~ ~~omuy sencillo (516): se tiende la ur- de las piezas de los museos a menudo están muy entrecruzados,
cuatro agujeros de una seriede cada hilo pasa por uno de los las distintas piezas montadas un poco al azar, y casi siempre, las
lizos; los cartones hacen un gir~ ~a~05~es que sustituyen a los descripciones de los viajeros son, a todas luces, insuficientes. Por
paso, y cada hilo aparece en la rfi . ,con lo cual se abre el lo tanto, está lejos de ser completa la historia de los telares. Noso-
pasadas. Al princi io es Supe rete una vez por cada cuatro tros hemos adoptado una clasificación provisional, basada en los
da (1 cogido-2 suJto~ o ~~s;elar q~e presenta armadura asarga, tipos de telares; en ella damos una seríe de informaciones sobre
nos geométricos muy variad ,co~ 0 cual se pueden hacer ador, las armaduras más usuales de los telares estudiados. La progre-
tón por separado adornos I~~' edInc1uso, si se maneja cada car- sión es puramente morfológica: telar sin lizos, telar de pesas,
posibles. Pero la rotación de I ra os de las formas más diversas telar con un juego de lizos, con rejilla, con dos juegos de lizos,
dimbre cuatro por cuatro y en~s cartones tuerce los hilos de ur- con más de dos juegos y telar de cintas.
dos elementos de espiral: de e ~nces cada pasada se coloca sobre
can ur.dimbre retorcida bastant, e modo, se confecciona una tela Los telares sin lizos se extienden en un bastidor, por el que se
e vistosa (481) va pasando el hilo con los dedos, según el procedimiento de los
. No es u~a técnica que se pueda aplicar fácil .
veinte o treinta cartones (80 120 hil mente con mas de Gobelinos, que ha valido a dicha técnica el apelativo general de
para las telas muy estrechas: ~a'a \OS), po~ lo que se utiliza gobelin. Hay que pensar en las telas sobre bastidor con trama
sensación de ser mu anti . J S, ga ~nes, CInturones... Da la continua y separar el punto anudado de las alfombras orientales.
mucho en el transc~rso J~~~:n.~ualqul~r caso, se ha extendido Sin embargo, son numerosas las relaciones entre el método gohe-
Europa (hasta el extremo nort u ~mos siglos: el Mediterráneo, lin y el punto anudado; no hemos creído necesario crear un
hasta la península malaya. Pr:~~bl~la menor y ASia meridional nombre especial para estos últimos procedimientos; basta con
tos actuales de la tejeduría con rt mente, los mejores produc- denominarlos telas con trama anudada. El punto anudado (517
y Birmania. ca ones son los galones de Siam y 518) es propio de los grupos islámicos de Asia central; se ex-
tiende por el oeste hasta los limites africanos del Islam, y por el
Las telas tejidas. Al igual . sur hasta la India. En el este, ha sido adoptado en la China del
mismo nombre, este tipo de te?::se en el trabajo de cestería del Norte a través del contacto con los tapiceros de Asia central y, ya
que, sin torsión, pasa altemativam:~ caractenzan por su trama, más tardíamente, ha llegado hasta Indochina. Se relaciona con el
de los hilos de urdimbre Prer-i .te por encima y por debajo método gobelin tanto por el bastidor de montaje como por los
separación de los hilos es d recrsan siempre de un dispositivo de adornos, conseguidos mediante la proximidad de elementos de
pecho o una barra horizont:~lden~~esitan por lo menos un ante- trama con colores variados, cada uno de los cuales sólo ocupa la
más frecuente es que el otro extr C~all pende la urdimbre Lo superficie del dibujo. El punto anudado fue precedido por el
do en el conjunto o atado a una emo e a urdimbre esté sostení- globelin en los mismos lugares de. su antigua difusión y, aunque
tensión de la urdimbre indo est~ca can objeto de asegurar la no poseemos pruebas materiales, podemos suponer que el punto
levantados. En la maY~ría d:PI~nsa le cuando vuelven los hilos anudado es una variante del gobelin.
complicación creciente para levasn~::~s, s~'lutll~za Un aparejo de El método gobelin se extiende por dos zonas independientes:
Aún no se ha realiz d . os I os e urdimbre, Eurasia, por un lado, y la América central y meridional, por otro.
según su armadura qu: r~s~~~ ~Iaslf~ación de las telas tejidas, Por lo que respecta a Eurasia, alcanzó en Bizancio su período
maduras fundamentales se halla o su Idclentemente útil. Las ar- más brillante; tuvo su centro en él y siguió durante siglos alrede-
n en to as las partes del mundo; dor del Mediterráneo; se imitaron sus adornos en las telas labra-
9 Le !issage aux carta . ~ das en telar de cintas del medievo italiano. En cuanto a Extremo
nJ, Neuchatel, Delachaux et Niestle, 1916. Oriente, no se difundió con tanta facilidad a causa de la existen-
258
259
cia muy antigua del telar de cintas chino; únicamente la técnica
mixta del Ko-sseu puede considerarse como un testimonio de las
relaciones probables entre los extremos geográficos.
América, por su parte, debe al método gobelin las obras maes-
tras del arte textil del Méjico y Perú precolombinos. La sencillez
del telar, un simple bastidor en el que se coloca la urdimbre,
contrasta sorprendentemente con la fineza y complicación de las
telas, labradas con personajes y motivos decorativos muy varia-
dos. El gobelin sobrepasó con mucho a las civilizaciones preco-
lombinas; se le puede considerar como la forma típica de la teje-
duría americana. Las telas labradas en bastidor, tejidas o
retorcidas, se hallan diseminadas por todo el continente, desde el
sur del territorio esquimal hasta el norte de Tierra del Fuego, 517
tanto aplicadas a superficies grandes (Columbia británica), como
limitadas a bandas ornamentales, bolsas y hamacas (América
tropical); son testimonio de la unidad técnica de los tejedores
51/j
americanos. El trabajo a base del método gobelin iba ligado fre-
cuentemente a la trama anudada que servía para fijar en la tela
plumas de pájaros.
e
b
El telar de pesas (519) se funda en principios muy diferentes
a
1d •
de los que rigen a la mayoría de los telares. Se utiliza casi exclusi- • • Q

vamente para fabricar esteras y persianas. Está compuesto de L. •


una barra horizontal, levantada por encima del suelo. Cada ex- • $ '9
520
tremo de los hilos de la urdimbre, normalmente escasos, se arro-
lla en forma de ovillo sobre un peso, que suele ser un guijarro. La 523
trama está formada por laminillas de bambú, filamentos de pa-
ja o tallos de cañas, que se colocan una a una en la barra hori-
zontal; sólo con hacer que todos los pesos del borde exterior
pasen al interior, y después realizar la operación inversa, se cierra
el paso; la estera va bajando de manera progresiva hacia el
suelo.
Esta forma de tejer tan sencilla es conocida en diversos pun-
tos del mundo occidental, pero es característica, en la actualidad
de la zona comprendida entre China y el extremo norte del Ja-
pón, donde la emplean los ainos para confeccionar esteras que
sirven para guarnecer las paredes de las chozas de cañas.

El telar con un juego de lizos es muy interesante; su forma es


la más sencilla que pueda tener el telar que ha dado origen a los
telares industriales. Hay tres tipos de dicho telar (en África, Ex-
tremo Oriente y Oceanía): telar horizontal sin bastidor (Oceanía,

260 261
-quizá el más sencillo de los telares con lizos y claramente rela-
ainos), telar oblicuo con bastidor (d .
SIal y telar vertical (África del norte)~sde el Japon hasta Indone-
cionado con el telar para tapices- que se utiliza para confeccio-
nar albornoces bastos y da la armadura-tela.
Se basa en el siguiente prin . . . ' .
pares en la pasada, la tensión c~P~. s~ se nra de todos los hilos
nuevo a su posición primiti Ppo UCI a basta para llevarlos de El telar con rejilla aporta otra solución, bastante original, al
(520) sólo con mantener se~:~ad~rIconslgUlente, se abre el paso problema de la abertura del paso. En realidad, debemos hablar
as de dos tipos: aquel en el que la rejilla se mueve verticalmente Yel
y el enjulio, pasar cada hilo de 1: c dos capas entre el aparejo
tirar o soltar alternativam eln) te el Ii a~a inferior a un eslabón y telar de rejilla basculante.
lizos. El telar oceánico (52 e e IIsdton al que están sujetos los
. consta e enj uli La rejilla de movimientos verticales es, al parecer, muy anti-
urdimbre es continua Del . li I 10 Yantepecho, y su
trillo separador para ~ntre:Z~a~o(:) antepecho (520) está el ra.s- gua; se extiende desde Laponia hasta el Mediterráneo. Se utilizó
de telar de una fila la ba d ' un .~rgano especial propio en Francia hasta el siglo XIX. Por lo que respecta a Oriente,
solo listón (e) el ~uchill~r7d) e separacton (b), los lizos en un quedan muy pocas huellas de este instrumento; yo mismo pude
telares rústicos 'y la lanzadera S" ~ue sustituy : al peine en los ver en la península malaya una rejilla absolutamente igual a las
te se puede confeccionar con m a ayuua de los dedos únicamen- nuestras; resulta dificil afirmar si se trata de un préstamo antiguo
ra-tela. Idéntico al descrito e 10~ :e:ares.de una fila la armadu-
a través del Islam o de una importación relativamente moderna
bia el rastrillo de entrec s. e e ar amo (522), sólo se cam- debida a los navegantes europeos.
dimbre es larga y está s~~~:"ento por un peine; además, la ur- Únicamente se le puede aplicar en la fabricación de telas muy
julio. por una estaca en lugar de un en- estrechas -galones o cintas-. Se compone exclusivamente de
una rejilla de madera (la de los lapones es de asta de reno), en
.a ejado ~e utilizarse re-
. El telar japonés de una fila (523) h dei .. la que una serie de ranuras verticales alternan con unos agujeros
cientemente. Tuve la ocasión d
colocados a media altura (525). En Francia, eran las mujeres
últimos ejemplares, que funciona exammar yo mismo uno de los
Oceanía, con la única particUlari~a~x~ctamente Igual al telar de
quienes practicaban este tipo de tejeduría; la tejedora, que traba-
telar de dos filas el en' uli a . e haber aprovechado del jaba sentada, sujetaba con el pie una punta de la urdimbre y la
interesante constatar la ~o~~i co~ ~dIlIo y el bastidor. Resulta
otra con la cintura; sólo con mover un poco el pie los hilos se
tendían o distendían. En la mano izquierda apoyaba la paleta de
hasta los ainos a través de las Filii . geográfica, desde Melanesia
la rejilla y con la mano derecha manejaba la lanzadera, que des-
telar, cuyo único inconvenien pmas, China y Japón, de este
de la urdimbre para que los h.~e es q~~ ~eqUlere una gran tensión cansaba en su regazo después de cada pasada. Bastaba con levan-
inicial. 1 os ma a os vuelvan a su posición tar o bajar la rejilla para que los hilos pasados por los agujeros se
cruzasen con los que habían pasado por las rendijas.
En el telar norteafricano (524) pod
ción muy diferente al . ernos observar una solu-
. mIsmo problema' constí . La rejilla basculante todavía se usa en Japón para la confec-
testimonio de las formas' d di ' onsntuye un valIOSO
tendencia en pueblos muyl~1 e:n lentes que adopta la misma ción de esteras. Se tensa la urdimbre en un bastidor vertical (526)
para tapices (punto anudado eJ os e~tre SI. Se. trata de un telar y pasa por las aberturas de la rejilla. Difiere de la nuestra en que
de madera en el cual la u di °bgobelm), es decir, de un bastidor cada rendija se va estrechando progresivamente hasta terminar
.' r trn re se extiend d f . en un agujero en la superficie opuesta; además, estos agujeros
Los hilos pares se mallan en lo li . e e orma vertical,
al q~~ una cuerda (b) arrastraSd~t~~:I:rlt~stn uSn solo listón (a),
alternan a una cara Y a otra, de manera que, a simple vista, su
colocación parece idéntica a la de la rejilla de movimientos verti-
tensión moderada y la urdimbre e e ar. e establece una
cales; pero si a aquélla se le da un movimiento basculante, los
varilla (c), aunque bastante fuerte. mas bien blanda. Sólo una
encima de los lizos. Basta con subi~ ~oge I~s hños Impares por
hilos de las dos esteras se cruzan Ypasa la trama, que está com-
(pares debajo), y con bajarla em .~ idol a, para abnr el paso puesta de delgados tallos vegetales.
inverso (pares arriba)' la tra pujan o a, para abnr el paso
, ma se pasa manualmente. Es un telar
263
262
El telar con dos juegos de lizos es el telar por excelencia; aquel
al que nos referimos siempre que hablamos de tejeduría manual,
ya que no ha desaparecido totalmente entre nosotros. Según mis
conocimientos, nadie se ha dedicado a trazar una historia com-
pleta de esta máquina, que ha proporcionado a toda la civiliza-
ción europea sus vestidos y sudarios durante un incontable nú- e
mero de siglos. Por lo demás, resulta tan dificil hacer esta historia I
como la del cuchillo, el caballo o el arco. Al tratarse de un tema
de importancia primordial, el telar de dos filas tuvo que ser b

'P:,
adoptado necesariamente por todos los pueblos tejedores que lo a
conocieron; lo que no impidió que algunos conservaran sus anti- 11 11
guos telares para usos especiales. En este estudio no podemos 525
hacer un ensayo histórico; ya dije al comenzar el libro que única-
mente se tomarían como ilustración los ejemplos de los que dis-
524
pongo por haberlos visto practicar, porque los he practicado yo
mismo o estudiado con la suficiente profundidad como para que
no haya ninguna imprecisión en su sentido técnico. Ahora bien,
un estudio exhaustivo del telar habría sido suficiente para absor-
ber la mayor parte de la actividad técnica de un solo investiga- 11
111

dor. Por otro lado, nuestras fuentes habituales, cuando se trata


de hechos antiguos (viajes, crónicas o miniaturas), son precarias 526
en sus descripciones de un objeto tan complejo, y todo lo que
aportan -muy interesante, y acompañado, además, de una
abundante crítica- no puede figurar en un ensayo general. Nos
hemos limitado, pues, a hechos muy generales; desde que las
fuentes comienzan a ser abundantes, es decir, hace unos diez
siglos, aproximadamente, se conoce el telar de dos filas en Euro-
pa, alrededor del Mediterráneo, la India y Extremo Oriente, o
sea, la zona de máxima frecuencia del estado artesanal agrupado
de las técnicas. En la actualidad, casi no hay ningún pueblo, 52?
salvo Oceanía y algunos puntos de América, que, entregado acti-
vamente a la tejeduría, no posea el telar de dos filas. Para todos
estos telares, resulta válida por completo la descripción termino-
lógica expuesta al comienzo de este capítulo; bastarán algunos
ejemplos para ilustrar las mínimas variaciones de detalle.
En los telares europeos y africanos, el aparejo suele colgar de
poleas más que de alerones: Los telares de la India, Indonesia,
Indochina, China, Corea y Japón tienen siempre alerones (527)
para la suspensión del aparejo y, a menudo, una cremallera para
regular el peine. En África, desde la costa occidental hasta Abisi-
nia, la urdimbre da la vuelta desde el enjulio, por encima del
bastidor, y se fija detrás del tejedor (528); en otros casos,
265
264
simplemente se alarga la urdimbre y se sujeta en una estaca (529).
Normalmente, las cárcolas son paralelas a la urdimbre (510).
En África, el tejedor suele estar sentado en el suelo; las piernas le
cuelgan en una fosa y los pies descansan en las cárcolas. Por lo
que respecta a África occidental y Extremo Oriente, a menudo
-l-J~H-H--H-t-I+D J> -H-I++-f+ttHttttttt11Tttr
las cárcolas son perpendiculares a la urdimbre, y en Malasia con-
cretamente, son sustituidas por unas barras que penden de la +-~+++..-J+-H'+ c
cl+4-++++-H-f#++I++++t+t+t
lámina inferior de los lizos (527). :B-!+l~#l~~N+tttl+#
Con el telar de dos filas generalmente se confecciona la arma-
-HH-I-+H-+t+H-:B A~#~H+tH-tt1fttHttt
dura-tela, y sólo se pueden realizar dibujos más o menos compli- "-:H-+++H--t-IH-+-~
cados si se tira de algunos hilos con la mano. Así pues, se hace el
adorno mediante los colores de los hilos (franjas longitudinales
de urdimbre y franjas transversales de trama), el calibre de los
hilos de trama (efecto de reps, por ejemplo), la impresión de
alguna decoración en la urdimbre antes de empezar a tejer (pro-
cedimiento frecuente desde Indochina hasta Japón) o la tensión 534
de los hilos (elemento en exceso).

Los telares de tres juegos o más son simplemente el desarro-


llo del telar de dos filas; no hay nada esencial que los diferencie a
no ser el hecho de que las hileras de lizos, más numerosas, co-
rresponden a poleas, alerones y cárcolas suplementarias. El tipo
más corriente, tanto en el mundo occidental como en Extremo
Oriente, es el telar de cuatro filas, con el que se pueden hacer las
tres armaduras fundamentales sin necesidad de cambiar el malla-
do de los hilos (530). Si se marcan los hilos con las cifras 1, 2, 3,
4, 1, 2, 3, 4, etc, cada hilo I es puesto en movimiento por la
cárcola A, cada hilo 2 por la cárcola B, etc. Si se quiere obtener la
armadura-tela debe manejarse a la vez AC y después BD; AB,
luego BC y CD, etc., para la armadura cruzada; y para la arma-
dura asargada: A, luego B, C, D o todas las combinaciones en las
que se levanta a la vez un hilo solamente: el tejedor va viendo el
revés de la pieza. Es bastante considerable la cantidad de combi-
naciones geométricas que se pueden obtener con cuatro filas; se
comienza en la diagonal dibujada por los hilos desprendidos en
535
cada pasada (531), e invirtiendo un asargado A, después B, des-
pués C y después D; en el orden D, C, etc, Se obtiene una espiga
(532). Si se mallan los hilos I 234 Ydespués la serie siguiente
533
1234 ABCD
--'---- se va abriendo un rombo en las pasadas A BCD, y se
DCBA
cierra (533) en las pasadas D C B A.
267
266
ponga en movimiento las cárcolas, tirar siguiendo el orden de la
Tejiendo una malla A B A B en una parte de la urdimbre l.', 2.', 3.' cuerda hasta llegar a la vigésima; si se vuelve a comen-
I 2, 3 4 I 234 ' zar la misma operación se puede reproducir indefinidamente el
luego en otra parte y por último I 2 3 4 van
, A, B , ABCD DCBA dibujo del brocado.
saliendo una sene de rombos rodeados de una línea gruesa en el En la práctica, el brocado se confecciona con hilos muy finos,
fondo de la tela mediante el funcionamiento de las cárcolas A la urdimbre se lleva varios millares de hilos, y el dibujo más
después B, AC, BD, etc, (534). Todas éstas son las combinacio: sencillo, varias docenas de pasadas. Así pues. se ha ido perfeccio-
nes elementales que se pueden realizar con el telar de cuatro nando progresivamente este telar para poder realizar el trabajo;
filas; no vamos a analizarlas, pues nuestro objetivo no es hacer eljacquard ha supuesto la culminación de estos esfuerzos 10, Este
un manual de tejeduría ni un estudio completo de las armaduras, telar representa también la evolución inevitable de la cinta, que
Sin embargo, sólo con añadir a un esquema tan sencilJo como el en menos de un siglo se introduce por todas partes; tanto es así.
anterior (534) (en una urdimbre de 24 hilos tendríamos A B A B que yo no pude ver. en los lugares mismos de los más célebres
brocados de Extremo Oriente. un solo telar de cintas todavía en
1 2, 3 4 I 2 3 4 I 2 3 4 I 2, 3 4 I 2 3 4 ) I 234
uso, Al igual que en el caso de nuestro viejo telar de dos juegos,
A, B A BCD D C B A A, B A B A B las combinaciones conseguí encontrar las huellas de la técnica extinguida en la den-
conseguidas por los colores de urdimbre y de trama, tendremos la sa polvareda de las naves en que se conservan.
visión general de la mayoría de los trabajos con decoraciones
geométricas,
Los FLUIDOS
Con los telares de cintas se pueden realizar otro tipo de traba-
jos: toda clase de dibujos de flores, pájaros. objetos o figuras En los fluidos encontramos un ejemplo propio para ilustrar el
humanas, Por lo que se refiere a Europa. parece ser que se desa- sentido de la clasificación presentada en este libro y de los me-
rrollaron primeramente en Italia y se extendieron con rapidez a dios que conducen a proponer cortes allí donde la tradición ve
Lyon y el resto del continente, No hay datos precisos sobre su conjuntos continuos, a constituir grupos con elementos que sue-
origen; es lógico pensar que se conociera antes en China que en len ser considerados como dispares. Lo que nos ha empujado a
Europa. pero por el momento debe quedar abierta la cuestión de ver en el hierro y el cuero cuerpos semiplásticos cuando se les
los préstamos, estampa. a ver en un puente de troncos de árboles unidos por
Se basa en un principio relativamente sencillo: se parte del una red de bejucos un trabajo de cestería. o a ver en la edifica-
telar común de dos, cuatro. seis, ocho filas o más de lizos. que se ción de un dique y la confección de un cacharro de barro dos
m~llan para confeccionar un fondo Igualo con decoración geo- actos de tratamiento de los sólidos plásticos. no es. evidentemen-
metnca. Entre los lizos y el enjulio se mallan por separado unos te. el afán de agrupar objetos por sus afinidades aparentes. Se
hilos de urdimbre supernumerarios que aparecen en el fondo trata de algo muy distinto. de la investigación de tendencias téc-
únicamente cuando se tira de ellos. y si no corren por el revés de nicas particulares; es decir. no pretendemos catalogar los objetos
la tela sin ser tejidos (existen. además, algunas combinaciones como si fuesen las ramas altas de un árbol -que sería el árbol de
que permiten incorporarlos constantemente), En un brocado de las actividades humanas-o sino llevar la investigación al menos
19 hilos. por ejemplo. donde se pueda tejer el dibujo en 20 pasa- hasta las ramas maestras.
das. basta COn mallar. pasada por pasada los hilos a levantar Digamos de entrada. por paradójico que pueda parecer. que
(535): por ejemplo. 1, 6. 7. 8, 12, 13. 14. 19'en la primera; 1.2. 3. consideraremos como fluidos no sólo el agua. sino también el
6.8. 12. 14. 17. 18. 19 en la segunda, etc. Se juntan los hilos trigo y las manzanas, ya que los tres son masas móviles a las que
mallados en cada pasada en su punto alto y se sujetan con una
cuerda; de este modo. se obtienen 20 cuerdas cada una de las 10 A. LEROl-GOURHAN, El gesto y la palabra. VoL 11; La memoria y los rit-
cuales dirige una pasada. En ese momento un ayudante debe mos, París, Albín Michel, 1965, pág. 54.
permanecer en un extremo del telar y. cada vez que el tejedor
269
268
es necesario sujetar para que no se muevan: la botella, el saco Conjunto que es muy distinto de aquel en que el volante se
para los granos y el silo no se consideran en si mismos, sino que aplica al torno para madera, a la rueda de alfarero, a la noria, a la
como continentes dotados de idénticas propiedades. Es cierto que rueda de hilar o al taladro de parahusó, y muestra otro de los
tarde o temprano aparecerán las diferencias entre los tres fluidos caminos por los que la mente humana llega a la invención. La
y sus respectivos continentes, pero, como mucho, serán diferen- doble imagen de los fluidos y de la rueda nos lleva a ver ya dos
cias secundarias; el hecho primordial se halla en la tendencia por rasgos: por un lado, la extensión de la tendencia técnica, que
la cual el hombre crea formas propias para contener. lleva a aplicar las mismas formas técnicas a cuerpos diferentes (el
Si la mente se resiste a admitir de buenas a primeras que las desagüe y el gollete, por ejemplo), y por otro, la extensión del
manzanas son un fluido, se debe poco más o menos a las mismas medio técnico, por el que se pueden aprovechar técnicas diferen-
razones por las que la ballena ha pasado durante mucho tiempo tes de la misma adquisición material (la rueda). Es indudable que
como un pez; el papel de la investigación científica es precisa- estos dos aspectos se suelen confundir; precisamente los caracte-
mente el de franquear ese estado. Un grano de trigo o una man- res de dicha confusión serán objeto del desarrollo final del libro.
zana son cuerpos sólidos que se pueden coger; pero diez granos
de trigo y diez manzanas no son más que una masa fluida, con
mayor o menor tendencia a extenderse horizontalmente, y a los La colección de los .fluidos
que no se puede coger sin encerrarlos previamente. Todo el estu-
dio técnico de los fluidos consistirá, pues, en el estudio de los Generalmente, un mismo continente puede realizar las tres
objetos por medio de los cuales se puede guardar, transportar y funciones de colección, transporte y trasvase; resulta difícil re-
dejar sueltos dichos cuerpos. Es evidente que la constitución de partir con exactitud los ejemplos en cada una de estas divisiones
las paredes del continente variará según la naturaleza del conte- categóricas, por lo que serán necesarias algunas repeticiones. En
nido; su estanqueidad se deberá a paredes cuya impermeabilidad primer lugar, podemos separar los continentes fijos de los conti-
bastará para impedir la salida del contenido: un barro que no sea nentes móviles, y clasilicar después estos últimos de acuerdo con
poroso puede contener agua; una tela, trigo; un cesto calado pue- las proporciones de su cavidad, en dos grupos: continentes con
de guardar manzanas; y cuatro estacas, un montón de gavillas. cavidad poco profunda y continentes con cavidad profunda. Por
Una vez visto lo anterior son fáciles de realizar las subdivisio- lo que respecta a estos últimos, habrá que establecer una subdivi-
nes principales: los medios para reunir (colección), transportar sión: aquellos que tienen abertura estrecha y aquellos con aber-
(transporte) y trasvasar (trasvase) los fluidos. Se trata de tres divi- tura ancha.
siones bastante interesantes, pero teóricas, por lo que pueden
resultar molestas ante los objetos. ¿Qué es una botella si no un Los continentes jijas. Son las cavidades naturales o artificia-
continente propio para contener vino durante años, transportar- les que permiten retener grandes masas fluidas. Las corrie~tes de
lo a largas distancias y trasvasarlo, finalmente, a un vaso? Las agua, lagos y estanques sólo ofrecen interés en este estudio con
tres funciones se confunden en un mismo objeto; por comodi- relación a los trabajos de acondicionamiento a que pueden dar
dad, diremos que se superponen, con lo que estaremos obligados lugar. Una vez que alcanzan el estado artesanal, casi todos los
a estudiar en primer lugar la panza de la botella con la cisterna; grandes pueblos agricultores construyen presas Y canales: a este
su gollete, como parte prensible, junto con la cuerda de los respecto, el Egipto y Mesopotamia de la antigüedad, Chilla y el
pozos y el asa del cesto, y, además, como parte trasvasante, junto Perú de los incas disponían de todo tipo de recursos. Son nu-
con el canalillo y el pico de la jarra. Podremos asignarle, como merosos los pueblos que construyen presas pequeñas para for-
objeto, su lugar en el consumo alimentario. mar reservas de agua. A menudo, dicha actividad se halla ligada
El hecho mismo de que un sistema de regadío se componga a la pesca: tenemos el ejemplo más elemental en los australianos
de un estanque, canalillos y desagües. o de que una tetera tenga de Arnhem, que, sumergiendo manojos de juncos -que clavan
una panza, un asa y un gollete, y de que un silo tenga una cavi- con su propia espalda- forman presas provisionales para forzar
dad y una puerta implica la percepción de un conjunto técnico. al pez a detenerse en una bolsa de agua. Pero la función de estas

270 271
presas es transitoria; no se trata de una verdadera técnica de co-
lección.
Probablemente sean los arroceros los más hábiles constructo-
res de diques y presas. La necesidad de anegar los arrozales en
determinadas épocas les ha obligado a realizar una serie de obras
con objeto de retener el agua hasta el momento propicio. Desde
las islas de la Sonda al norte del Japón, a través de los archipiéla- )
gos, Indochina y China, encontramos por doquier el estanque
junto a los cultivos, estanque que recoge el agua de los arroyos en
la época de lluvias, y del cual sale una vez que se han de anegar •
los arrozales. Salvo raras excepciones, el arroz está ligado a la
recogida de las aguas de superficie.
La recogida de aguas profundas se realiza en los pozos; esta
• 538
539
536
operación responde a otra modalidad agrícola, la de los oasis de
África, de Asia Menor y central. Los arroceros y cultivadores de
las zonas secas muestran el mismo ingenio en los medios de
llevar el agua a los campos, pero divergen en la forma de recogi-
da. Al igual que la presa, los pozos corresponden normalmente a
un estado técnico bastante avanzado, y ofrecen idéntica distribu-
ción que los grupos de tipo artesanal que no tienen agua en la 540
superficie (como los de las regiones secas de África y Asia, por
ejemplo) y han desarrollado el arte de los poceros hasta el punto ot¡l
541
r¡,,: " 11~'''I'1Pg
de poder construir la mayoría de las veces el pozo en las inme-
diaciones de la casa o el campo. En las regiones semidesérticas '"
r -
que se extienden desde el Irán hasta el África sahariana, se hace
la traida de aguas, que a menudo se hallan a una distancia de
varios kilómetros, mediante un canal subterráneo, en cuyo tra-
537
S:2~ I ~l Ó . . o" • . . .. .
1

L
yecto se van escalonando pozos destinados tanto a la excavación 542
como a la evacuación de desechos y circulación del aire, cuyo
vapor de agua se añade por condensación al agua de la fuente
que se está aprovechando: son los denominadosfoggara.
~
Los grupos preartesanos no han aportado, en general, ningu-
543
na solución a la recogida del agua, bien porque hayan podido
instalarse en las proximidades de un río o un lago, o bien porque,
forzados por las circunstancias, hayan utilizado las cisternas na-
turales o ligeramente acondicionadas por un dique.
Los continentes fijos están destinados a la recogida de aguas 545
y, al menos parcialmente, son naturales. Para almacenar los pro-
ductos del suelo y la caza se necesitan continentes de gran capa-
cidad. Algunos se edifican, como las enormes tinajas de arcilla
cruda que sirven en África del Norte (536) para almacenar los
granos, o los graneros sobre pilotes de madera, barro o paja (537)

272 273
~~ ~:::::l:sn~:rt:~~a~~;ranero para aislarlo de la humedad y de Abertura estrecha. En este apartado cabe distinguir los tone-
no ofrecen ningún lazo g:~g~~~~~~ {~~mpIOs zas característicos les de madera (538), abundantemente representados en Europa
nesia y Kamchatka). . ama, nca negra, Indo- desde la alta Edad Media, y que subsisten en Islandia, Escandina-
Los silos, que normalme t via y Europa central fundamentalmente; las tinajas (539), innu-
cavidad natural, asi como lo~ :s~~~~n~ruyen aprovechando una merables, pues se extienden desde el ánfora mediterránea hasta
profundos, donde tod e eros, que son pozos poco las antiguas vasijas para lejía francesas, las anchas vasijas del
Pacífico guardan la c:r~~o~ ~~eblos ~e las reglOne~ árticas del Extremo Oriente y los vasos de barro de todos los pueblos alfare-
cuentes. Estos distin . pesca o, san también muy fre. ros (sus dimensiones varían entre unos cuantos centímetros y
sólo por motivos cla~f~c~~~~~~n:s, ~ue figuran en este apartado varios decímetros); los cántaros (540), menos corrientes que los
lo referido a la alimentación.' va veran a tratar en el capítu- anteriores, pero que se hallan dispersos por toda Europa, el Me-
diterráneo, la larga franja de Asia Menor al Japón y América
Los continentes móviles d d. d' . central: las botellas de cuello alargado (541), que, exceptuando los
yen la gran mayoría Algunos e gdr~n es. imensiones. Constitu- tipos industriales de Europa,' ofrecen todavía algunos originales
t .. . se iterencran muy poco en ejemplos entre los pastores africanos, los nómadas de Asia cen-
o a movIlIdad se refiere de los teri . . ' cuan-
les, propios tanto del' m dan errores: por ejemplo, los tone- tral, Extremo Oriente y el centro y sur de América.
. un o europeo ca dIE
~n:~~~,a~~~~I~::::nd~:~~n~das prepara~~n~: ::;~:~
a la la Abertura ancha. Las cubetas (542) de duelas juntas, limitadas
recipientes de paja de dos metro~u~troltmetros d~ dlametro; los casi a los países de influencia china y a Europa; las cubas de
ros en el Mediterráneo oriental e a ura que sirven de grane- piedra, caracteristicas de las zonas donde se encuentra fácilmente
griegos y latinos usaban como ~y/as trnajas empotradas, que los la piedra blanda, especialmente entre los algonkinos, esquimales,
estos continentes no se distingu~~e~~~~so t~neles de Vl?O. Todos coreanos, japoneses y micronesios; cubetas y calderos de metal,
sus dimensiones' f or manos mas que por de los que encontramos ejemplares muy bonitos, fabricados por
el grupo de t' .' por su arma se les puede incluir fácilmente en los fundidores de bronce del Asia meridional e Insulindia; las
majas, cestos, toneles o cubas.
ollas (544), todas de abertura muy ancha, sin cuello, de barro la
Los continentes móviles de di . mayoría y de difusión universal (en Asia central hubo algunas de
limitarnos a una clasificación pr l~enslOn~s normales. Debemos bronce; asimismo, se hallan repartidos por toda Eurasia modelos

~~~~:~~i~~~:~i~:s~~s~J~~rn~~~II~Z~~~~ ~~:~:~~~ui:~~i¿:: de cobre batido y de fundición); los cubos (162 y 543) de madera
o de corteza, con forma cilíndrica, que tienen sus dos máximas
de la colección h II sgo, m erente a las propiedades expresiones en el cubo con duelas europeo y extremo-oriental y
contenedora' pr~~u ~ a en las proporciones relativas de la parte en el cubo de corteza o de madera alabeada de todos los pueblos
del continen~e. n a o poco profunda Con relación al diámetro de la franja septentrional de Eurasia y América; así como los
innumerables cestos huecos (545).
Los continentes con cavidad r >ji d ' . Podemos incluir en esta categoría algunos de poca capacidad,
cualquier serie de recipientes con p ~ un a. SI nos fijamos en como el tazón (546), sobre todo extremo-oriental; el cubilete
prendente lo que puede oscilar la ~v~d~d profunda, resulta Sor- (547), de Europa y Oriente Próximo; la taza (548 y 549), que se
se estrechan en la parte superi e 1 a de las aberturas: unas ha extendido desde el Mediterráneo hasta Europa y Oriente Pró-
muy anchas. Aunque ello se d~~' y otras, por el contrario, son ximo, y el acetre o el cazo, de muy amplia difusión, pero funda-
trasvase, su mayor importan' a en parte a la comodidad del mentalmente en la franja septentrional.
ción; en efecto es evidente uera reside en el hecho de la colee-
olla a conserv~r indefinida~eentuna botella se presta más que una Los continentes con cavidad poco profunda. Como todos estos
e su contemdo. continentes tienen una abertura ancha, no hay más que una cate-
goría en su clasificación. Se pueden admitir los cestos planos
274
275
(550), las palanganas de madera (551), barro o metal, los cuencos
(552), las fuentes (553), las copas (554) y las cucharas (555), obje-
tos todos que se encuentran repartidos por el mundo entero.

El transporte de los fluidos


,
Entendemos por transporte el conjunto de medios por los
546 cuales los fluidos pasan de su punto de colección a su punto de
547 trasvase. En otras palabras, si examinamos un sistema de rega-
dío, el transporte y sus medios se hallan comprendidos entre el
estanque y el conducto de canalizaciones; más allá de este con-
ducto (que materializa el trasvase) el agua se consume y entra en
otro ciclo. Son muy pocos los medios de transportar el agua;
podemos hablar de tres métodos: elevarla por encima de su nivel
natural, canalizarla y transportarla con las manos (o por cual-
quier medio de transporte que necesite siempre de una parte de
549 550 manipulación). El primer método se limita absolutamente al
agua (salvo en el estado industrial); el segundo es raramente apli-
cado a otros fluidos (por ejemplo, los granos en un molino), y el

~
tercero abarca todas las categorías de fluidos.

La elevación. La forma más sencilla consiste en sacar agua


con un cubo o cualquier otro recipiente. Si el agua está muy
551 alejada (en un pozo o en el fondo de un ribazo elevado, por
ejemplo) se puede utilizar una cuerda o un palo (556), que se
sujetan en el cubo.

s;¿
552
El medio más corriente para sacar agua de un pozo es el

~
, r .
cigüeñal (128 y 557). Encontramos los pozos con cigüeñal a la
vez en Europa y Extremo Oriente, con la regularidad singular de
muchos de los ejemplos anteriores.
Siguiendo el orden mecánico expuesto en el capítulo de la
Fuerza, debemos citar ahora las aplicaciones de la polea y la
rueda. Los pozos con polea se hallan extendidos por toda Euro-
pa, África blanca, Oriente Próximo y Medio, así como por las
zonas de influjo chino. El cigüeñal (558 y 559), empleado en
Egipto y Asia Menor, es una aplicación de la tracción animal a
los pozos con polea. Los pozos con rueda son de dos tipos: el
pozo con torno y la noria. El pozo con torno. provisto normal-
mente de una manivela y, frecuentemente, de un volante, abun-
da en Europa occidental y central; es una de las formas más
corrientes en Francia. La noria, basada en el principio de la cade-
276
277
na con cangilones o de la rueda con álabes y cangilones (131), es
característica de Oriente Próximo y África del norte, pero su
zona predominante se extiende desde la India hasta Extremo
Oriente. En el oeste, un animal de tiro arrastra la cadena por
medio de engranajes (149), Yen el este, la corriente misma, si se
trata de un río, o la fuerza humana (122), en el caso de un estan-
que, aseguran la rotación de la máquina.
Otras máquinas, como el tornillo de Arquímedes (utilizado
en la zona mediterránea), la cadena con paletas (China) y ciertas 557
formas poco corrientes, como el cubo balanceado entre dos cuer- 556
das (560), completan la enumeración de los medios de elevación
del agua. •
LA CANALIZACION. Puede ser de dos clases: canalización •
abierta o cerrada. La primera comprende todos los cursos de 1 JI
agua encauzados, los canales, conductos y regueras, cavados to-
dos en el suelo y repartidos por el mundo entero. Su interés
principal radica en la complicación del sistema y el ingenio del 559
juego de presas que lo regulan; a este respecto, son los agriculto- 558
res de las regiones secas y arrozales quienes muestran mayor
superioridad técnica. Los mejores planes de regadío correspon-
den a los oasis de África y Asia, así como a los arrozales de
Indonesia y Japón. Algunos sistemas poco frecuentes, como las
salinas o las ciudades sobre canales que podemos encontrar en
todos los puntos del globo, son otra interesante expresión del
empleo de las grandes canalizaciones abiertas en el suelo.
Las canalizaciones que no se hacen en el suelo, generalmente
son de madera; Extremo Oriente, por ejemplo, completa su siste- 561
ma de regadío mediante canalizaciones abiertas o cerradas cons-
truidas con troncos huecos o bambú. Cuando se aprovecha una
fuente o un estanque retrasando la salida de sus aguas y dando a
la canalización una pendiente menor que la del suelo natural, se
realiza una economía de los medios de elevación (561). Resulta NSPORTE MANUAL. Se realiza en continentes de capaci-
normal en Japón elevar conductos, a menudo muy importantes, TRA . Sería inútil hablar de nuevo sobre la natu-
sobre estacas que van aumentando progresivamente hasta llegar dad mediana o escasa. d d transporte
raleza de dichos continentes (pág. 285) Ylos :ob os e b ciertos
a los arrozales; es frecuente, además, ver cómo estos acueductos (pág 106) pero sí conviene decir algunas P a ras so re
atraviesan cursos de agua que, debido a su nivel, son inutiliza- órg;nos a~tos para la prehensión de los cont;nentes, (~: :~a~~~
bIes. En las zonas donde hay fuentes termales, también se consi- breañaden a la panza y constItuyen la parte unciona
guen las derivaciones del agua caliente para los baños o el uso
doméstico mediante conductos rústicos, que se van elevando port~~1~i~:\al~~: 172 a 177, 182,541 Y562), que. es una correa
progresivamente por encima de la pendiente para mantener un . ibl en principio (sujeta a las bolsas tejidas, por ejem-
chorro moderado. o tira, amovi e
279
278
plo), de la que se puede colgar el continente para realizar el
transporte. Es un accesorio que no influye casi en la forma del
objeto.
El asa horizontal (162, 543 Y 563), recta o arqueada, que
suele ser fija y, a veces, amovible.
El asa vertical (548, 565 a 567), más o menos separada de la
panza, a veces se reduce a un tubérculo (564) o a un pequeño
abultamiento agujereado (565); en otros casos, está claramente
separada de la masa (566) y forma el asa bastante separada de la
mayoría de los cacharros de barro de los grupos semiindustriales
(567). 562
El mango (260, 261, 568 a 570), se utiliza casi exclusivamente
en las cucharas y los acetres; sus formas varían mucho gracias a
los materiales con que suelen hacerse y a la comodidad de deco-
rarlos. Está colocado en el plano de la abertura por lo que respec-
ta a la cuchara y perpendicularmente en el acetre.
o
El trasvase de los fluidos

Se trata de la tercera y última función de los continentes. En


muchos casos, la abertura del continente no sufre ninguna trans-
formación: tanto en una olla como en cualquier tipo de canaliza-
ción, el contenido sale simplemente por el borde de la cavidad.
En lo referente a las canalizaciones, se puede detener la salida del
!luido o regularla por medio de un dispositivo: esclusa, tapón o
grifo.
Otro tipo de continentes varia de forma al añadirles órganos 564
suplementarios de trasvase, o bien al deformar su abertura. Se- 568
gún estos caracteres, dichos continentes se pueden clasificar en
tres series: continentes con abertura estrecha o con pico, continen-
tes con gollete suplementario y los continentes con múltiples orifi-
cios, cuyas formas usuales son: abertura estrecha (165, 168 a
170, 182 Y 571), típica de numerosos vasos, y cuya finalidad es
limitar el contacto del aire con el contenido y facilitar el trasvase. 565
El gollete axial (541), característico de las botellas y que normal-
mente se obtiene de forma natural, conservando el cuello de las
calabazas vinateras.
El pico (555 y 573), colocado en el borde superior de algunos
continentes de abertura muy ancha y que puede ser el equivalen-
te del adelgazamiento de la cuchara.
El gollete lateral (164, 540,572 y 574) de las cafeteras, que
281
280
V
PRIMEROS ELEMENTOS
DE EVOLUCIÓN TÉCNICA
574

- LA TECNOLOGÍA COMPARADA

Al final de nuestro intento por dar un marco etnológico a los


medios elementales de acción sobre la materia y a las técnicas de
572 fabricación, quizá ya resulte posible trazar algunas líneas genera-
les sin prejuzgar los resultados a los que se podrá llegar una vez
realizada la exposición de las técnicas de adquisición y consumo
575 en el segundo volumen. Después de la primera edición de la
571 presente obra (1943), han transcurrido cerca de treinta años du-
rante los cuales la etnología se ha desarrollado considerablemen-
te. Gracias a la publicación de numerosos estudios monográficos,
las actividades técnicas han recibido aportaciones de materiales,
aportaciones que nutren y precisan los conocimientos sin modi-
ficar demasiado los cuadros clasificatorios. La etnología ha conti-
nuado dedicando más interés a las instituciones que a los obje-
tos, y más interés a los objetos que a las técnicas que los han
originado. Por lo demás, la tecnología posee tres aspectos que
57:( corresponden precisamente a las inclinaciones de los etnólogos y
que han tenido un desarrollo desigual. El primero es el de las
técnicas mismas, el de los procedimientos, cuyo análisis requiere
un tiempo y una formación, de los que carece el etnólogo gene-
ralmente. A pesar de los trabajos relativamente numerosos pero
dispersos, los estudios comparativos de las propiedades mecáni-
normalmente suele ser compaílero de un asa. Todas las formas cas de las herramientas, de los métodos de domesticación y
antenores pueden llevar, además, un tapón para proteger el Con- amaestramiento de los animales, los métodos y productos de la
tenido y para que no se derrame durante el transporte (541 562 metalurgia preindustrial, de las técnicas de la escultura, y la coci-
572 Y575). ' ,
na, por no citar más que algunos ejemplos, quedan por realizar
El embudo (576) y el colador (577) representan la función de en el futuro, si es que hay un futuro para observar los hechos que
trasvase en estado puro.
se desvanecen día a día. La piedra labrada y la cerámica son los
282
283
campos menos desafortunados de la tecnología pura, por razo- gico-religioso. Ha sido necesario esperar todos estos últimos ~ños
nes, fáciles de comprender, que se deben a que tanto la piedra para que en Francia (en el extranjero ha sucedido algo parecido)
labrada como la alfarería son los mejores recursos cronológicos las investigaciones den a la economía su lugar de articulación
de los arqueólogos. A este respecto, se podría señalar, por otra entre las técnicas y la sociedad. La antropología econormca (que
parte, que los trabajos versan más sobre la morfologia que sobre mejor seria denominar etnología económica, ya que en el más
la técnica; pero esta última ha sacado provecho incontestable- alto grado interesa a las etnias) lleva en sí, en la sí~t~Sls SOCIO-
mente del interés que muestra el estudio del pasado por sus in- económica, una parte importante de los datos tecnológicos Yres-
dispensables testimonios. tituye al grupo humano su totalidad funcional. Pero ya se abor-
El segundo aspecto de la tecnología apunta más a sus instru- daron estas consideraciones en el primer volumen de El gesto y la
mentos que a la técnica. Está orientado hacia la taxonomía y la palabra, por lo que no hay motivo para señalar ahora más que el
museografía. A primera vista, no implica necesariamente un es- enriquecimiento de las perspectivas desde la primera apancion
tudio de la técnica, sino solamente la recopilación de objetos; si de la presente obra.
es posible, no obstante, de objetos seleccionados en las diferentes ¿Qué limites podemos conceder a la tecnología? Un punto de
etapas de su fabricación. Si éstos van acompañados de una docu- vista, que ya comienza a estar desfasado, VIene atnbuyendo a la
mentación suficiente, se convierten en testimonios infinitamente etnología el estudio de los pueblos «arcaicos», de manera que
valiosos, que permiten, en una importante medida, reconstruir todo lo que se encuentra más acá de lo civilizado moderno ya no
las técnicas propiamente dichas. Cuando falta una documenta- corresponde al campo de los etnólogos, dedicados directamente a
ción detallada, pasan a formar parte del innumerable ejército de la explotación de las pequeñas etnias aún inadaptadas y, en ~as
testimonios arqueológicos que flotan en el reino de la tecnología grandes naciones, al folklore, las técnicas que. empiezan a enveJe:
conjetural. En el presente trabajo, me he dedicado a conciliar los cer y al pintoresquismo de las supervI~encIas campeSl.nas. MI
dos primeros aspectos de la investigación tecnológica, puesto que posición sobre este punto, en lo que atane a la tecnología y, por
los objetos desempeñan en ella un papel muy importante, pero extensión, a la etnología, es categórica: no hay un corte, a no ser
subordinado a la materia prima y a los medios elementales que verbal, a un lado y a otro de esta frontera misteriosa. d~ lo CIVIlI-
se ponen en juego con el fin de domeñarla. zado, La tecnología, palabra precisa en el vocabulano industrial
El tercer aspecto, por último, es el del lugar que ocupan las moderno se extiende progresivamente del aparato de televisión
técnicas en la sociedad. Es el terreno en e! que se han hecho los al sílex fr~gmentado. En este libro se respeta el límite convencio-
mayores progresos desde la primera edición de este libro. Si bien nal porque se trata de un trabajo qu~ requiere ser tomado en
los trabajos de tecnología pura no son muy abundantes, aquellos profundidad, sobre un bagaje técnico singularmente amplio; SI
en los que las técnicas aparecen en su inserción económica son yo no he podido recorrer en algunos años lo esencial de los .me-
cada vez más numerosos e importantes. La mayoría de las mo- dios técnicos hasta el siglo XIX europeo, creo que la continuidad
nografías clásicas sobre los grupos étnicos más variados sacrifica- sólo les resultará posible a los especialistas que tomen cad~ cam-
ban ritualmente uno de sus primeros capítulos a una enumera- po a partir de una formación completa del estado a~tual, indus-
ción, incluso a veces detallada, de las técnicas del grupo, y trial, de alfarero, fundidor o tejedor. En 1936, al InICIO de un
dedicaban el resto del trabajo a los otros aspectos de la existencia, apunte, por desgracia demasiado reducido, sobre la cultura euro-
pero, sobre todo, a los aspectos sociales y religiosos. Si tomamos pea moderna 1, pude afirmar que «SI se presenta a los franceses
un ejemplo tan característico como el del herrero en las socieda- un cuadro general de la cultura polinésica... puede parecer 10gIcO
des africanas, podremos constatar que, aunque se describan los presentar del mismo modo la cultura europea moderna, conside-
utensilios de la fragua, con todos sus accesorios, faltan, sin em- rar la radio como un medio de transmisión comparable al tam-
bargo, los aspectos propiamente metalúrgicos. Se reserva un am- bor el traje como el atuendo típico de los hombres indígenas, y
plio espacio al papel de! herrero en la colectividad, pero las más la ametralladora como un arma arrojadiza». Parece lógico que,
de las veces se trata no de su papel como agente económico de
primera importancia, sino del que desempeña en el contexto ma- 1 Encyclopédle francaise permanente, t. VII, fase. 24, pág. 18.

284 285
incluso en el plano de las ideas generales, con los medios tradi- bido excepciones, y hoy día en todos los países de cultura euro-
cionales de la etnología, un trabajo de conjunto realmente etno- pea existen equipos formados en el conocimiento lingüístico, en
lógico, sobre la América y Europa modernas, industriales, ten- la observación y descripción rigurosa de los hechos, pero sería
dría importantes consecuencias en las nociones adquiridas en más injusto todavía no reconocer las enormes lagunas que mar-
materia de civilización, pues es absurdo pretender estudiar al can todavía a la investigación, así como la desigualdad de valor
Hombre considerando al hombre civilizado como demasido bien tecnológico de una literatura orientada en su mayor parte hacia
conocido o como poseedor de una esencia en cierto modo extra- los fenómenos sociales y la mitología.
humana. Sin embargo, ha sido necesario organizar la enorme cantidad
Pero se puede chocar con dificultades importantes: el hombre de documentos técnicos: descripciones de los autores y coleccio-
civilizado goza del control de las ideas generales expresadas a su nes de los museos. Obedeciendo a una tendencia natural, se han
respecto, es vivido por los autores y, en gran medida, inconscien- tomado como punto de partida los objetos, los únicos testimo-
te; resulta dificil admitir que estar sentados, con la barbilla apo- nios palpables del trabajo de investigación. La función técnica se
yada en la mano y las piernas cruzadas es un documento etnoló- ha abordado como elemento de discriminación a menudo secun-
gico del mismo grado que el ofrecido por un negro de África dario y se han realizado grandes subdivisiones: los encendedores
oriental cuando se tiene de pie sobre la pierna derecha, con el pie determinaron el fuego, el fuego la metalurgia y los cestos la ceste-
izquierdo posado en la rodilla derecha, en la misma actitud de ría. Clasificación doblemente ventajosa, ya que asegura una or-
las aves zancudas. denación museografica correcta de los objetos y un marco termi-
¿Cómo se puede, por otra parte, establecer la frontera entre el nológico de los trabajos teóricos satisfactorio, con pueblos alfare-
terreno de la etnología y aquello que no le atañe? Cuando escribí ros o no, con cerbatana o sin ella, con tejeduría o sin ella.
este libro, la segur era todavía la herramienta principal de nues- Inquebrantable en este doble plano general, la clasificación tiene
tros leñadores; ahora, se trata casi de una curiosidad rnuseográfi- un fallo desde el punto de vista tecnológico.
ca, y probablemente la sierra mecánica portátil, que actualmente El primero en percibirlo en Francia fue, al parecer, Charles
ocupa su lugar, llegue a convertirse en un aparato en desuso en Frémont, quien publicó en 1913 una obra titulada Origine et
un plazo de diez años. évolution des outils. Si bien resulta aventurado en muchos aspec-
Las primeras generaciones de curiosos, desde el siglo XVII, tos (un tecnólogo industrial de hace cincuenta años no podía
reunieron relatos y objetos de pueblos lejanos. Retomados por estar al margen de las opiniones singulares de su época sobre los
los primeros etnólogos, en el siglo XIX, estos elementos han ido «orígenes»), este trabajo muestra, sin embargo, una serie de con-
formando de manera progresiva el fondo de las obras y coleccio- sideraciones acertadas sobre los taladros de movimiento circular
nes. Desde finales del XIX por lo que respecta a los libros, y de vaivén y las herramientas de percusión oblicua, así como una
mucho más recientemente en cuanto a los objetos, se han ido preocupación real por los efectos' mecánicos de diversas herra-
añadiendo preocupaciones claramente científicas; pero el lado mientas cortantes. Sólo con aplicar la dinamometría a los tala-
pmtoresco no ha desaparecido: los últimos antropófagos tuvie- dros, los etnólogos podrían haberse dado cuenta de lo ambigua
ron un éxito tan grande como sus antepasados. Más que cual- que es la situación de la herramienta en la técnica.
quier. otra ciencia, la etnología posee una parte novelesca, agra- La herramienta no es ni causa ni efecto, yen la cadena fuer-
vada incluso por su propio método: el viajero ve y habla sobre un za-herramienta-materia no es más que el testimonio de la exte-
pueblo con el que, la mayoría de las veces, no ha convivido riorización de un gesto eficaz. En El gesto y la palabra (1964) fue
mucho, cuya lengua le resulta a menudo poco familiar (si no retomado este problema de la situación de la herramienta con
desconocida), y cuyas reacciones profundas no siempre llega a relación al hombre que la utiliza; cuando se redactó por primera
captar al menos durante el largo período de familiarización (debe vez el presente libro, aún no había recorrido yo el largo circuito a
proyectar retrospectivamente su último punto de vista sobre las cuya terminación he intentado la síntesis entre el hombre y los
notas de los primeros meses). Este tipo de consideraciones pue- productos de su inteligencia. Se trataba, primordialmente, de or-
den parecer injustas a los investigadores actuales; siempre ha ha- ganizar una sistemática de las técnicas sobre bases que dejaran
286
287
que nos ha parecido necesario abandonar la materia misma y
transparentar con más claridad que las clasificaciones tradiciona- conservar sólo las propiedades que se presentan en el momento
les los vínculos generales y la unidad de comportamiento opera- del tratamiento. Esto ha tenido como resultado algunas parado-
torio del hombre. Resultaba tentador renunciar al objeto, en jas, como es el caso de las manzanas y el trigo quese convierten
concreto a la herramienta, en una fórmula del tipo fuerza + ma- en fluidos; sin embargo, en conjunto, la clasificación es l~ sufi-
teria ~ herramienta, la cual presenta el objeto exteriorizado cientemente homogénea para que todas las piedras sean sohdos
como resultado de una especie de diálogo y es más rica que la estables; todos los metales, semiplásticos; todas las tierras, plásti-
clasificación puramente morfológica de un conjunto de herra- cas, etc. En este marco, en la intersección r~gular entre l?s me-
mientas. dios y la materia, hemos encontrado dos objetos (herramienta y
Habiendo abandonado el objeto, pensaba volver a encontrar- producto), lo que presta a la fórmula inicial un valor más correc-
lo en la conjunción de sus dos causas. Descubri entonces que la to; a saber:
fuerza sirve, en la inmensa mayoría de los casos, para obtener un
efecto de percusión, y que la herramienta comporta tres marcas medio elemental
_ _ _ _~.- - = herramienta y producto.
distintivas: la de la percusión que afecta a una porción normal- matena
mente estrecha (filo, punta y extremo), la de la fuerza que condi-
ciona su forma general y la de la materia que hace aplicable o Puede parecer sorprendente abarcar con tan excesiva facili-
imposible la extensión de formas idénticas a cuerpos distintos. dad los miles de objetos que utilizan todos los pueblos en su
Hemos abordado las percusiones mediante una red termino- actividad creadora. La clasificación tradicional, en sus veinte o
lógica que da cuenta de todas las formas posibles de la parte treinta grandes subdivisiones, da al menos la impresión de ri~ue­
percutiente. Sobre la aplicación de la fuerza a las percusiones, za técnica indefinida: en la metalurgia, la alfarena o la cestena se
hemos establecido una serie de índices que afecta a la mayoría pueden insertar miles de formas. A nosotros nos da más bien la
de las herramientas y que encontrará en el próximo volumen 2 sensación de una pobreza relativa de las técnicas. Ciertos hechos
una aplicación a la totalidad de las armas. Quedaban dos ámbi- generales parecen tan naturales que suelen pasar.desapercibidos;
tos a los que se aplicaba menos lógicamente la fórmula inicial: sin embargo, su trivialidad es digna de ser considerada: a pesar
los elementos naturales (fuego, agua y aire) y los perfecciona- de todas las posibilidades de préstamos, intercambios e influen-
mientos mecánicos de la fuerza, así como su extensión a los cias resulta curioso -por citar solamente objetos de forma muy
métodos de transporte. Por comodidad -para liberar de sus especial-e- que la azuela sea (en todo el planeta y desde el Neolí-
aplicaciones la parte siguiente- los hemos insertado a continua- tico) la herramienta de la madera, que la fragua se componga por
ción de las percusiones, ya que el conjunto forma lo que se lla- doquiera de los mismos elementos, o que el torno de hilar sea,
man los medios elementales de la actividad técnica. tanto en Europa como en Extremo Oriente o .la India, lo mas
Quedaba todavía por abordar directamente la herramienta, perfeccionado de la hilatura. En el volumen siguiente veremos
cosa que hemos realizado proyectando simplemente el marco de con más detenimiento los fenómenos del préstamo y de la iner-
los medios elementales sobre el de las materias primas. También cia técnica, que explican la difusión de determinados objetos 0.su
aquí ha sido preciso innovar. En el transcurso de los numerosísi- conservación indefinida. Veremos asimismo cómo entre la m-
mas ensayos que han conducido a la delimitación de los medios vención autónoma y el préstamo puro y simple no existe gran
elementales, hemos podido ver la posibilidad de ciertas extensio- diferencia (tanto la una como el otro conducen a la creación del
nes técnicas: se puede labrar la piedra blanda, el cuerno, las con- mismo medio técnico), cómo, en otras palabras, umcamente se
chas, los huesos y la madera con las mismas herramientas; se inventa el torno de hilar o se imita del pueblo vecino si se está en
aprecia una cierta proximidad entre la metalurgia y la alfarería, la situación de utilizarlo; constatación trivial, pero que debe ser
aunque, por otra parte, se puede labrar o modelar el cuerno, planteada en la base de toda construcción de evolución técnica.
como también se puede agujerear, repujar o tejer el cuero, por lo En dicha base se hallan algunos grupos que se encuentran en
el estado de poseer la azuela, el torno de hilar o la fragua (situa-
2 El medio y la técnica.
289
288
~ión de .Ia .que sacaremos algunas consideraciones útiles), pero suficientes, por verdadera inferioridad, mientras que otros en-
(,P?r que solo existen muy escasos grupos que estén en la situa- contrarán la inercia técnica, la falta de materiales o de medios
ción de tener el equivalente de la azuela, de la fragua o la rueda equivalentes. Si existe determinismo se produce, pues, a través
de hilar, es decir, formas técnicas originales, soluciones imprevi- de numerosos obstáculos, teniendo en cuenta la simbiosis (sobre
sibles o algunos problemas de la fuerza y la materia? ¿No se tiene todo comercial) y el medio técnico o natural,
tendencia a responder con el ejercicio de un determinismo técni- Si nos situamos en el plano ordinario (que es, en última ins-
co comparable al determinismo biológico, con los mismos sola- tancia el histórico, ya que se trata de demostrar que un determi-
parmentns y excepciones, pero también con la misma nitidez en nado pueblo ha inventado o recibido un determinado objeto), no
su conjunto?
se puede proponer ninguna solución sin suscitar toda una serie
El problema no se ha planteado nunca porque no existe nin- de excepciones, tan numerosas por lo que acabamos de ver que
guna clasIficación, distinta de la que seguimos aquí, que lo haga cabría plantear la demostración inversa. Por consiguiente, es ne-
tan aparente como la que nosotros seguimos. Considerando que cesario abandonar este punto de vista estéril, Si tomamos posi-
el objetivo final de todas las teorías consiste en saber si un deter- ciones en lo absoluto cronológico y geográfico, constataremos
mmado rasgo cultural ha sido copiado o creado in si/u. y si hay que la aplastante mayoría de los pueblos que podian tener la
que ver .en los pueblos actuales el resultado de una mezcla multi- azuela tienen la azuela; que los que podían hilar poseen el huso,
mI1:nana de características materiales o, por el contrario, centros etc. Por el momento, no tiene importancia saber si han inventa-
autonomos de creacion espontánea, se concibe fácilmente la im- do o recibido tales herramientas, sino si las han utilizado. El
portaneia que tendría la demostración de un determinismo téc- hecho de que para estos dos ejemplos poseamos seis mil años de
OICO estncto. Mostrar que la azuela es la materialización inevi- documentos repartidos por todas las partes del globo sin excep-
table de una cierta tendencia a la carpintería en determinado ción, milita claramente en favor del determinismo.
medio técnico equivaldría a Suponer la multiplicidad de los cen- Sin embargo, queda por hacer la prueba inversa. ¿Existen
tros creadores de la azuela. otras soluciones posibles a los problemas resueltos por la azuela,
Para nosotros el problema no puede en modo alguno presen- el huso y el fuelle? Resulta asombrosa la escasez de estas solucio-
tarse de una manera tan simple. Acabamos de ver que una técni- nes originales. Algunos pueblos, como es el caso de los aínas,
ca determinada sólo puede fijarse (es decir, inventarse o adoptar- tallan la madera con el cuchillo; otros, como los indios del Brasil,
se) en un medio que se corresponda claramente Con su nivel: hay hilan arrollando las fibras en el muslo. Hay diversas razones que
las mismas razones para asignar el fusil a los australianos que el explican su estado, que es tanto más singular cuanto que viven
propulsor al mundo occidental; a lo sumo, se perciben estados rodeados de azuelas y de husos. Cuando se profundiza en estas
provIsIOnales. de simbiosis, en los cuales un grupo superior sumi- razones, constatamos que la inercia técnica aparente está regida a
mstra munrcions-, y armas usadas a un grupo inferior. Este esta- menudo por causas exteriores. Los ainos, que desconocían el
do 1.lustra ~na buena parte de los hechos: ciertos grupos deben a metal antes de la introducción por los japoneses de sables y de
la SImbIOsIS productos que su nivel técnico no podría fabricar cuchillos de trueque, han utilizado sólo estos dos objetos de ace-
mientras que otros poseen un material homogéneo, todo él de ro, que les llegaban a la vez como arma y como herramienta.
producclO~ locaL Es ésta una fuente importante de errores de Resulta, pues, que el objeto que normalmente se destina para
mteroretacíon: explotaremos esto más adelante, pero, por el mo- trabajar la madera es la azuela; y para hilar, el huso. Busquemos
mento, . nos quedaremos en el caso de los grupos con material sucesivamente las razones que imponen la forma a estos dos
homogeneo. Su medio técnico no ofrece el mismo asidero a to- objetos. Si se tiene intención de trabajar una pieza de madera en
dos los elementos; el arco y la flecha pueden fijarse en una zona bruto, tronco o rama, el medio más cómodo consistirá en hacer
cultural muy amplia dado que todos los grupos que conocemos virutas o astillas en el hilo de la madera, desde la superficie hacia
pueden fabncar arcos (lo que no quiere decir que deban fabricar el centro. El operador está colocado delante de su pieza y desco-
arcos). Todos los rasgos técnicos poseen afinidades diferentes' noce la posibilidad de percusiones aplicadas con percutor, por lo
unos, como el hierro, no se fijarán por falta de herramientas que debe, para trabajar con eficacia, golpear la madera antes de
290
291
d~centarla .. Como tiene que levantar las astillas que siguen el
hilo, la hoja que maneja es perpendicular a la hebra en sentido mostrarían un carácter más local, como es el caso del hacha, el
longitudinal (de lo contrario, sólo haría hendiduras). y como trineo, el fuelle, los puentes, la vela, etc., ya que su localización
debe también producir las astillas mediante un corte brutal (per- se debe a condiciones particulares del medio. El número de las
pendicular), levantándolas por medio de golpes muy oblicuos y herramientas u objetos de fabricación o de transporte es, pues,
deteniéndolas en caso preciso con nuevos cortes perpendiculares relativamente reducido; varias centenas de términos definen con
la hoja debe estar libre para que los dedos del operador no que: claridad los innumerables casos particulares: poder decir hacha,
den pillados en la madera en los golpes perpendiculares y para trineo o torno de alfarero y suscitar al punto miles de objetos de
que el filo profundice en los golpes oblicuos. No pretendemos los más diversos orígenes y períodos constituye algo así como el
descubrir el origen de la herramienta que responde a estas distin- grado superior de un determinismo técnico.
tas necesidades; el ejemplo es, y debe serlo, artificial, si bien es Sin embargo, cada objeto así predeterminado guarda una per-
evidente que las condiciones que acabamos de describir repre- sonalidad asombrosa. Para tallar la madera, se requiere un filo
sentan el mínimo necesario para que un hombre medio desde el perpendicular a un mango, pero tanto el mango como la hoja se
Neolítico, talle la madera. Ahora bien, a cada una de estas condi- descomponen en toda una serie de detalles según la madera tra-
ciones responde una de las características diversas de la azuela: bajada en una determinada región, según la piedra que puede
golpear la madera (con hoja enastada) perpendicularmente a la servir de hoja, según la atracción ejercida por la azuela de un
hebra (con el filo perpendicular al eje del mango), sin pillarse los grupo vecino, o según causas positivas o negativas indefinida-
dedos (con el mango relativamente alargado y la hoja relativa- mente extensibles. Aplicar sistemáticamente el determinismo a
mente larga) produciendo astillas o virutas (con la hoja sujeta en estos detalles hace que el término pierda su valor: a partir del
el extremo del mango). Aunque se pueda realizar el mismo tra- momento en que admitimos que la forma «azuela» es natural y
bajo con el cuchillo, el machete o el hacha, sólo la azuela respon- en que, mediante adopción o invención, la puede poseer cual-
de plenamente ~ todas las exigencias: el cuchillo es débil, el ma- quier grupo carpintero, la explicación determinista llega a sus
chete es demasiado largo y no puede introducirse en la pieza, límites. Ésta ha servido sólo para un trabajo de preparación. Sólo
mientras que, por su parte, el hacha exige juegos de muñeca y a una explicación más flexible y precisa podremos pedir cuentas
movimientos anormales. sobre los detalles.
Respecto al huso, las condiciones no son menos claras. Sin Esta explicación ha sido propuesta ya varias veces, cuando se
prejuzgar sobre los orígenes, muchísimos hombres desde hace formuló el doble aspecto de la tendencia y el hecho (pág. 24) y los
milenios, saben bien que haciendo girar una piedra en el cabo de grados del hecho. Esta concepción ha permitido entender mejor
un hilo, éste se enrolla y desenrolla según el sentido del giro. los testimonios materiales. Basándonos en el ejemplo del propul-
Basta, pues, con considerar como adquirida la noción de que se sor, hemos dosificado el valor de los diferentes grados que van
puede torcer el hilo haciendo girar un peso suspendido en su del término técnico general (propulsor) a las expresiones cultura-
extremo. Se imponen dos condiciones: hacer girar el peso y enro- les amplias (propulsor europeo, oceánico y americano), y luego a
llar el hilo torcido para poder seguir la operación. Ambas condi- datos étnicos cada vez más particulares, como puede ser el caso
ciones contribuyen a dar al peso un eje alargado, a fijarlo a un del propulsor de una isla de Alaska. El determinismo técnico
vástago; aunque el huso europeo y el precolombino funcionan de conduce a considerar el propulsor como un rasgo natural e inevi-
maneras claramente distintas, sin embargo, a causa de la asocia- table originado de la combinación de algunas leyes fisicas y de la
ción peso-rotación-bobina, los dos husos poseen formas idénti- necesidad de lanzar el arpón. Los grados del hecho permiten
cas. recorrer el camino inverso y constatar que del propulsor de la
Los ejemplos anteriores son bastante sencillos. Podríamos en- Alaska meridional, último grado del hecho, se llega al propulsor
contrar aún varias docenas de objetos que tienen la misma uni- impersonal e inexistente, que es a la vez el primer grado del
versalidad, como es el caso del arco, la lanza, el transporte en hecho y la tendencia misma.
balanza, la balsa o la sandalia. Hay muchos otros ejemplos que La noción de tendencia cubre, de una manera distinta, al
determinismo técnico. Este término me pareció necesario al ini-
292
293
ciar una búsqueda de las líneas principales de la tecnicidad hu- ÍNDICE DE FIGURAS
mana, para expresar lo que se situaba más acá del acto técnico
materializado en los textos y en los instrumentos término a
modo ~e abr~viatura para caracterizar COn una palabra la suma
de las virtualidades que sólo se tornan realidades en las condicio-
~es de un medio favorable, simbolización de la pendiente que
siguen en todo el mundo vivo las necesidades de una superviven-
era de modalidades cada vez más complejas. Este fenómeno lo
vamos a abordar y desarrollar en otros términos en los volúme-
'. 3
nes sigurentes . En el presente volumen lo hemos considerado
como..un medio para ordenar desde el principio la exploración
del tejido de relaciones establecidas entre el hombre y la materia
por él domeñada.
ESTRUCTURA TECNICA DE LAS SOCIEDADES HUMANAS

l. Propulsor, varilla con apéndice de apoyo para la mano. Perú, incas.


2. Propulsor, varilla con apéndice de apoyo para la lanza. Nueva Guinea.
3. Propulsor, tablilla ancha con pomo. Australia occidental.
3'. Propulsor, tablilla estrecha con pomo. Australia. territorio del norte.
3". Propulsor, varilla ensanchada hacia el gancho. Australia, Victoria.
4. Propulsor, tablilla. Méjico, aztecas.
4'. Propulsor, tablilla con anillos. Arizona prehistórica.
5. Propulsor, tablilla con huellas. Alaska, sitka.
6. Propulsor, tablilla con huellas. Islas Aleutianas.
7. Propulsor, tablilla con huellas. Alaska, islas Nunivak.
8. Propulsor, tablilla con huellas. Tierra de Baffin, Cumberland Sound.
9. Propulsor, tablilla con huellas. Groenlandia occidental (el tamaño de las
figuras del 1 al Sestá reducido cerca de una octava parte con relación a los
originales; y las figuras del 6 al 9, cerca de una séptima parte).

LOS MEDIOS ELEMENTALES DE ACCIÓN SOBRE LA MATERIA

10. Cuchillo para la madera. Hokkaido, ainos.


11. Azuela. Siberia oriental, chukches.
12. Cincel y mazo. Japón.
13. Piedra para batir el hierro en frío. América del Sur, indios motilones.
14. Barrote de hierro utilizado como martillo. África occidental (1/7).
15. Martillo para clavar las clavijas. Alaska, esquimales (1/8).
16. Martillo de piedra con mango de marfil de morsa. Alaska, esquimales (1/
10).
17. Martillo con cabeza de cobre. Perú, incas (l/lO).
18. Mazo para ablandar telas. Japón (l/lO).
19. Mazo para aplanar sandalias de paja. Japón (1/12).
20. Mazo de cantero. Alemania, siglo XVI (1/ l O).
21. Martillo con cabeza de piedra. Atizona prehistórica (1/10).
22. Martillo con cabeza de piedra. Chukches (l/lO).
3 El medio y la técnicas y El gesto y la palabra. 23. Martillo con cabeza de cuerno. Gran Bretaña, Edad del Bronce (l1l0).

294 295
24. Martillo con cabeza de piedra. Bajos Alpes, Neolítico (l/ 10). del gran astil. Esta ilustración corresponde a un hacha de carpintero japo-
25. Martillo con cabeza de piedra sujeta por una correa. Egipto antiguo (sin nés.
fecha) (1/12). 66 a 80. Los gráficos que acompañan a los objetos están compuestos del peso
26. Mazo de tallista. Japón (l/lO). relativo (P%) del índice de peso-longitud, de la longitud relativa (L%) y del
27. Mazo para clavar estacas. Japón (1/20). índice de longitud-peso.
28. Martillo de herrero. Japón (1/12). 66. Cuchillo. Noruega, lapones (las figuras del 66 al 80 están alrededor de
29. Martillo con cabeza de hierro checo, Edad del Hierro (1/18). 1/20).
30. Martillo de herrero. Sahara, tuareg. 67. Cuchillo. África del norte, cabila.
31. Cuchilla para cortar las plantas medicinales. Japón, siglo XVIII. 68. Cuchillo. Japón.
32. Hacha. Indochina, rnoi. 69. Espada corta. China.
33. Mazo y cuña. China. 70. Espada de tipo romano. Cáucaso.
34. Cincel para ahuecar las piedras para tinteros. Japón. 71. Sable. Japón.
35. Azuela. Japón. 72. Sable. India.
36. Mazo y cincel para labrar la piedra. Alemania, siglo XVI. 73. Sable. Indonesia.
37. Taladro manual de carpintero. Japón. 74. Machete. Indochina.
38. Taladro con cuerda. Siberia oriental, chukches. 75. Rompecabezas. Nueva Caledonia.
39. Taladro con arco. Alaska, esquimales. 76. Hacha. India.
40. Taladro de parahuso. China. 77. Rompecabezas. India.
41. Cuchillo de cobre para cortar la pasta de soja. Japón. 78. Azuela. India.
42. Cuchillo para recortar el papel. Japón. 79. Mazo. Japón.
43. Aguja para coser, hueso de pájaro. Islas Kuriles (1/4). 80. Mazo. Japón.
44. Triturador de (laña de azúcar. Guayana inglesa.
45. Hacha con hoja de cobre. Egipto, vigésima dinastía (1/10).
46. Azuela para partir leños. Japón. EL FUEGO
47. Puñal. Kafiristan.
48. Martillo de calderero. Japón (1/12). 81. Eslabón. Rusia (1/4).
49. Martillo y cincel de orfebre. Norte de Nigeria, bida. 82. Manera de dar con la piedra en la estopa.
50. Mazo y cincel de orfebre. China. 83. Eslabón con bolsito para la piedra y la estopa. Siberia.
51. Martillo y punzón para repujar. Japón. 84. Caja con tres casillas para el encendedor con hoja de hierro, la piedra y la
52. Martillo y punzón para acuñar moneda. Austria, siglo XVI. estopa. Japón, siglo XIX (1/5).
53. Cuchillo para la madera. Ainos. 85. Encendedor de pistón. Borneo, dayak (1/3).
54. Raspador con hoja de piedra y empuñadura de marfil de mamut. Alaska, 86. Obtención del fuego mediante percusión oblicua- aplicada: tablilla. Melane-
esquimales (1/5). sia.
55. Rallador para hortalizas, porcelana. Japón (1/6). 87. Obtención del fuego serrando un escudo con un propulsor. Australia.
56. Muela para granos. África occidental, lobi. 88. Juguete de niño. Ucrania.
57. Segur. Francia (1/20). 89. Fuego de uso mágico, obtenido al serrar un leño. Noruega.
58. Azuela con hoja de piedra y montura de hueso de ballena. Alaska, esquima- 90. Palo rodado entre las palmas. Sahara.
les. 91. Palo-berbiquf. Argentina.
59. Zapapico para desenterrar tubérculos, hoja de marfil de morsa, mango de 92. Palo con cuerda. Groenlandia oriental, esquimales.
madera. Alaska, esquimales. 93. Palo con arco. Siberia. cariacos.
60. La percusión difusa-oblicua lanzada no está ilustrada por herramientas es-
peciales.
61. Martillo y pujavante de herrador. Francia. EL AIRE
62. Mazo y formón. Japón (1/15).
63. Martillo y cincel para labrar la piedra. Japón. 94. Soplete de orfebre. Egipto antiguo (según la figura de un fresco).
64. La percusión difusa-oblicua-aplicada no está ilustrada por herramientas es- 95. Soplete de orfebre. Méjico. aztecas (segun un manuscrito).
peciales. 96. Soplete de orfebre. India, Delhi.
65. Dispositivo para buscar el peso relativo de las herramientas. AB: distancia 97. Soplete de bambú para usos domésticos. Japón.
desde la falangina del índice hasta la apófisis unciforme del hueso en forma 98. Fuelles de fragua. África del sur, zulú. .
de gancho que sirve para fijar la posicion del pivote y del platillo de la 99. Fuelles de alto horno, construidos en base a unos cántaros. Africa occiden-
romana, completada por la herramienta misma. L-A: gran astil. PA: peso , tal,lobi.

296 297
100. Fuelles de fragua con cilindros y toberas de madera. Alto Nilo, bari (1/20). 139. Molino con muelas circulares; la muela móvil gira por medio de una mani-
101. Fuelles de alto horno. Portugal, siglo XVI (l/50). vela. China.
102. Fuelles de uso doméstico. Roma antigua (1/6). 140. Molino grande, cuya manivela permite la acción de varios hombres. Japón,
103. Fuelles de órganos. Europa, siglo XVI. siglo XVIII.
104. Fuelle de alto horno. Japón, siglo XVIII. 141. Tomo de hilar. Península malaya (1/15).
105. Fuelles de fragua. Islas Filipinas, Luzón. 142. Cuerda de carpintero; el hilo, al desenrollarse, se oscurece con hUIDo.
106. Fuelle de alto horno. Borneo. Península malaya 0/6).
107. Fuelles de fragua. Birmania, Rangún. 143. Manivela de devanadera de seda. Japón.
lOS. Fuelle de fragua. Japón. 144. Bobina para enrollar el cordelillo a medida que va girando. Noroeste de
Australia (1/10).
145. Desgranadora (desmotadora) de algodón con manivela y pedal. Japón, si-
glo XIX (1/30).
LA FUERZA 146. Rueda hidráulica con álabes verticales que arrastran una correa de transi-
ción. Japón, siglo XVIII (l/50).
109. Pico de cantero. Japón (1/15). 147. Devanadera con desmultiplicación, arrastre con fricción. Japón (1/20).
110. zapapico para desenterrar tubérculos. Alaska, esquimales (1/10). 148. Machacador con tres muelas puestas en movimiento por medio de un en-
111. Azuela de tonelero. Francia, siglo XVII (l/1O). granaje. Japón.
112. Azuela, mango de madera; el hierro es una hoja de escoplo para la madera. 149. Engranaje de una máquina elevadora. Siria (l/50).
Europa, lapones (l/lO). 150. Rueda hidráulica. Japón (l/50).
113. Azada. Europa (1/15). 151. Desmotadora de algodón. Península malaya (1/15).
114. Azada, hoja de hierro acanalada. Japón (/15). 152. Aparejo para alabear los patines del trineo. Siberia occidental.
115. Azada. África, Togo (1/12). 153. Devanadera. Japón (1/20).
116. Pulidor de marmolista; el impulso de la piedra abrasiva se consigue median- 154. Torno de hilar. China (1/20).
te el balanceo del madero. Japón (l/30). 155. Torno de hilar, detalle de las desmultiplicaciones. Francia (1/10).
117. Llave de cornamenta de reno para plegar y enderezar la madera en caliente. 156. Molino de aceite, ajuste con cuñas. Japón (1/10).
Alaska, esquimales. 157. Trampa con peso para la captura del oso. Japón.
liS. Bruselas de pintor de lacas. China (1/5). 158. Red para capturar pájaros. Malasia.
119. Muelas circulares con brazos. Japón. 159. Trampa con resorte. Melanesia (1/20).
120. Cabrestante para halar las ballenas. Japón (l/SO). 160. Trampa con arco. África occidental (1/20).
121. Torno de molino de aceite. Japón (1/60). 161. Candado con resortes. De izquierda a derecha: candado cerrado, sección de
122. .Rueda elevadora a pie para regar los arrozales. Japón. la llave, cortes del candado cerrado y abierto. Sahara, tuareg (1/1).
123. Desplazamiento de los puntos de apoyo en las herramientas de percusión
lanzada con mango largo.
124. Laya. Japón. TRANSPORTES
125. Arado. Malasia.
126. Prensa con palanca para secar las pastas de soja. Japón, siglo XVIII. 162. Cubo de madera plegada y cosida, asa de cuero con guarnición de hueso.
127. Manera normal de sujetar la lanza; el centro de gravedad está entre el Esquimal (1/20).
primer y segundo tercio del arma. 163. Cubo de corteza plegada, asa de madera. Hokkaido, aino 0/12).
12S. Pozo con cigüeñal. Japón (1/100). 164. Francia. Gascuña.
129. Pisón hidráulico. Japón (1/60). 165. África oriental.
130. Rueda motriz con álabes (esquema). 166. Melanesia, Nueva Guinea.
131. Rueda elevadora con álabes y cangilones. Extremo Oriente (esquema). 167. Japón.
132. Polea de pozo (detalle de la figura 558). Egipto (1/30). 168. Malasia, isla de Bali.
133. Pisón de movimiento alternativo. 169. Nuevo Méjico.
134. Huso arrastrado por un frotador. Hokkaido, ainos (l/lO). 170. África del norte, cabila.
135. Torno para hacer los tubos de pipa; se inmoviliza el tubo en el cilindro de 171. Siberia oriental, cariacos.
arrastre y se perfora por medio de una larga barrena con empuñadura. 172. Karafuto, aino.
China (1;30). 173. Península malaya.
136. Torno para la madera. Francia, siglo XVII (/40). 174. Cuévano para la recolección del moral. Japón.
137. Huso girando en un objeto de barro. Méjico, tzeltalo. 175. Islas Andamán.
138. Torno de alfarero. Corea 0/30). 176. África del norte, cabila.

298 299
228. Enganche de buey. Suiza.
177. Indochina, moi. 229. Enganche de buey. Japón.
178. Mozo de cuerda. Japón. 230. Enganche de dromedario. Egipto.
179. Corea. 231. Enganche de reno. Siberia oriental, chukches.
180. Porteador de equipajes. Japón, siglo XVIII. 232. Enganche de elefante. Península malaya.
181. Rusia oriental. 233. Enganche de perros. Bélgica.
182. Indochina, moi. 234. Enganche de perros de trineo. Groenlandia, esquimal.
183. Cocinero ambulante. Indochina. 235. Enganche de perros de trineo. Siberia.
184. Campesino con gavillas. Japón. 236. Enganche de perros de trineo. Alaska, Europa.
185. Islas Célebes, Ifugao. 237. Balsa de troncos recubiertos con una capa de algas. Australia, Queensland
186. Hokkaido, aino. (1/50).
187. Península malaya, sakai. 238. Balsa de cañas. América del Sur, Perú (1/50).
188. Ucrania. 239. Piragua monóxila. América del Sur, Colombia (1/100).
189. África central, batua. 240. Piragua con balancin. Islas Carolinas (1/50).
190. Japón. 241. Piragua monóxila. Siberia oriental, orok (l/50).
191. Albarda y arneses de un caballo de transporte. Japón. 242. Barca de corteza cosida. Australia, costa oriental.
192. Cuévanos llevados en equilibrio sobre una albarda. 243. Canoa de corteza cosida. Canadá, india (1/50).
193. Caballo con montura. Norte de China. 244. Kayak. Groenlandia, esquimal (l/50).
194. Caballo con montura. Japón, siglo XVIII. 245. Oumiak. Alaska, esquimal (1/80).
195. Caballo con montura. África oriental. 246. Coracle de piel. Irlanda (l/50).
196. Brida. Manchuria. 247. Barca de tablas claveteadas. Japón (1/60).
197. Bocado. Japón, siglo XVIII. 248. Barca con balancín. India, Ceilán (l/lOO).
198. Bocado. África del norte. 249. Barca América del Sur, fueguinos (1/100).
199. Estribo de cobre. Afganistán. 250. Barca. Laos (1/80).
200. Estribo de hierro. Japón, primeros siglos de nuestra era. 251. Pagaya. África, bonjo (1/30).
20 l. Estribo de hierro tipo zueco. Japón, primeros siglos de nuestra era. 252. Tolete. Hokkaido, aino (1/20).
202. Estribo de hierro tipo zueco. Japón, Edad Media. 253. Tolete lapón (1/20).
203. Estribo de hierro tipo zueco. Japón, siglo XVIII. 254. Tira de cuero de un oumiak, esquimal (1/20).
204. Espuela de bronce. Europa central, Edad del Hierro. 255. Remo sujeto en un montante. Indochina (1/40).
205. Albarda con ganchos. País Vasco. 256. Espadilla. Japón (1/540).
206. Litera con mulas. Persia. 257. Vela cuadrada. Japón (1/200).
207. Arneses y albarda de un buey de transporte. Japón. 258. Vela triangular en entena. Arabia (1/250).
208. Albarda de dromedario. Arabia. 259. Barcaza con balancín, vela de tapa, cobijo de corteza. Nuevas Hébridas,
209. Montura de dromedario. Tuareg. Santa Cruz (11200).
210. Camello con montura. Manchuria. 260. Achicador de la barca de la figura 247 (1/12).
211. Cinturón para transportar de un reno. Lapón. 261. Achicador de barca con balancín. Nueva Zelanda, maorí (1/15).
212. Palanquín de elefante. Península malaya. 262. Ancla de madera. China.
213. Reno arrastrando estacas para una tienda. Sibera oriental, tungusos. 263. Teleférico con cesto. Japón, siglo XVIII.
214. Parihuelas arrastradas (travois). Finlandia, siglo XVIII. 264. Puente con dos lianas. Melanesia.
215. Enganche de carro. Grecia, siglo VI a. de Cristo. 265. Puente colgante. China oriental (1/300).
216. Trineo y camino de leños. Japón. 266. Puente colgante con pretil. China occidental (1/600).
217. Tobogán de corteza. Canadá, indio (1/45). 267. Puente con pilares de madera. Indochina (l/50).
218. Trineo de renos, Lapón (1/45).
219. Trineo de perros. Canadá, esquimal 0/45).
220. Ca~a del ricksha de invierno sobre un trineo con varales. Japón (1/60).
221. Tnneo de renos. Siberia, samoyedo 0/35). SÓLIDOS ESTABLES
222. Carretilla. Corea (1/35).
223. Carretilla. China (1/45). 268. Segmentación de un trozo de sílex por medio de golpes o presión en el bor-
224. Carro con varales. Japón, Osaka. de.
225. Enganche de caballo. Rusia. 269. Hoja de la figura anterior.
226. Enganche y carreta de campesino. Manchuria. 270. La misma hoja desbastada mediante estallidos voluminosos por los bordes.
227. Yugo de bueyes uncidos. Indochina.
301
300
271. Retoques finos por presión con ayuda de una paleta de marfil. Alaska, es- 312. Barrena con rueda hidráulica para horadar los conductos de madera. Fran-
quimales. cia, siglo XVII (1/60).
272. Hoja de la figura 269 con forma de punta de flecha. 313. Berbiquí. Francia, siglo XVIII (l/lO).
273. Taladro de peonza. Nueva Guinea. 314. Punta de taladro en forma de lengua de áspid.
274. Taladro con arco para perforar las perlas de piedra. China (1/12). 315. Punta de taladro en forma de lengua de áspid.
275. Taladro de bomba, sin volante. California. 316. Punta de taladro en forma de cuchara. Grecia, Edad del Bronce.
276. Taladro formado por una flecha rodada entre la palma de la mano y el 317. Punta de taladro con punta de tetilla.
muslo. Estados Unidos, Utah. 318. Punta de taladro con tres puntas (barrena de guía).
277. Punta de sílex en un taladro. Alaska, esquimal (1/2). 319. Punta de taladro helicoidal. Francia, época galo-romana.
278. Concha de gasterópodo en un taladro. Polinesia (1/2). 320. Torno para la madera. India.
279. Perforación hecha por un taladro con eje de madera y arena interpuesta. 321. Torno para madera. Rusia meridional, calmuco.
280. Perforación hecha con un taladro tubular con extremo de hueso y arena in- 322. Tomo para la madera. Japón, siglo XVIII.
terpuesta. 323. Taladro horizontal con arco. Francia, siglo XVII (l/lO).
281. Aparejo para decantar los bloques de jaspe. Japón (1/20). 324. Tomo para la madera. África del norte, cabila.
282 a 289. Fabricación de una perla de jaspe con forma de zarpa. Japón. 325. Hacha para partir leños. Japón (1/10).
282. El bloque de jaspe se parte con ayuda de una cuña de acero. 326. Podadera con mango largo. Indochina (l/lO).
283. Se esboza la perla presionando en los bordes con una barra de hierro. 327. Podadera con mango largo. Indochina (1/10).
284. Perforación del canal de suspensión. 328. Podadera con mango largo. Annam (l/lO).
285. Pulimento del canal. 329. Podadera. Japón (1/8).
286. Fresado del canal con ayuda del taladro de tablilla. 330. Podadera. Laos (l/lO).
287. Pulimento de las caras laterales. 331. Cuchillo con mango largo. Tonkin (1/10).
288. Pulimento de las partes curvadas. 332. Podadera. Japón (1/6).
289. Pulimento en un bloque de pizarra. 333. Machete. Laos (1/10).
334. Hoja de piedra pulida; hacha con filo curvado.
335. Hoja de piedra pulida; azuela con filo curvado.
SÓLIDOS FIBROSOS 336. Hoja de piedra pulida; azuela con filo curvado.
337. Hoja de piedra pulida; azuela-gubia con filo curvado.
290. Cuchillo para la madera. Hokkaido, aino (1/6). 338. Azuela con hoja de hierro. Península malaya (l/lO).
291. Cuchillo para la madera. Japón 0/5). 339. Azuela con hoja de bronce. Argentina, calchaquí, precolombina (1/6).
292. Cuchillo para la madera. Alaska, yakutat 0/6). 340. Azuela con hoja de jade. Nueva Guinea (1/8).
293. Cuchillo para la madera. Labrador, montañés (1/6). 341. Azuela con hoja de piedra, mango y cabeza de asta de reno. Tierra Victoria,
294. Cuchillo para la madera. Labrador, esquimal (l/8). esquimal (1/6).
295. Cuchillo para la madera, colmillo de tiburón. Tahiu (1/4). 342. Azuela. África del sur, zulú (l/8).
296. Escoplo, mandíbula de roedor. Nueva Guinea (1/4). 343. Azuela con ojo, hoja de bronce. Mesopotamia, sumeria (1/10).
297. Escoplo, diente de castor. Esquimal, Alaska (1/4). 344. Azuela con filo cuadrado. India (1/10).
298. Escoplo, hoja de jade, mango de asta de reno. Alaska, esquimal (1/4). 345. Azuela de Alaska, aleutiana (1/8).
299. Escoplo de carpintero. Japón (1/4). 346. Azuela acanalada, hoja de bronce. Siberia, Edad del Bronce (1/6).
300. Hoja de cincel con filo cuadrado. 347. Azuela acanalada, hoja de hierro. Siberia, chukche (1/8).
301. Hoja de cincel con filo corvo. 348. Azuela acanalada, hoja de hierro con filo cuadrado. Japón (l/lO).
302. Hoja de gubia con filo cuadrado. 349. Escoplo de bronce. Egipto, primeras dinastías (1/5).
303. Hoja de gubia con filo corvo. 350. Escoplo de bronce. Indo, mohenjo-daro, S'" milenio (1/5).
304. Hoja de madera guarnecida de sílex labrados pegados con goma. Australia 351. Gubia de bronce, enastado acanalado. Siberia, Edad del Bronce (1/5).
(1/4). 352. Gubia de bronce. Ur, sumeria (1/5).
305. Hoja de madera guarnecida con colmillos de tiburón. Groenlandia oriental, 353. Escoplo de acero, enastado acanalado. Japón (l/6).
esquimal (1/4). 354. Llave para enderezar ramas (enderezador de flechas). Alaska, esquimal (l/S).
306. Sierra de chiquichaque. Japón (1/25). 355. Llave para enderezar ramas (enderezador de flechas). California, hupa (1/7).
307. Sierra de cobre. Indo, mohenjo-daro, 3er milenio (1/7). 356. Aparejo para alabear el arco de enganche (figura 225). Siberia occidental,
308. Sierra de chiquichaque. Rusia (1/35). ruso.
309. Berbiquí con arco. Egipto antiguo. 357. Caja de madera plegada y cosida. Islandia (1/8).
310. Barrena para horadar los cuerpos de bomba. Europa, siglo XVI (1/60). 358. Dos cuerpos de cajas cilíndricas de madera plegada, comprimidas en una
311. Terraja, Finlandia (1/8). prensa para coserlas. Japón (1/5).

302 303
359. Rama cortada en laminillas para confeccionar raquetas para la nieve. Ja-
pón. 391. Cacharro de barro modelado sobre una placa giratoria. Marruecos, kabila.
360. Manera de plegar las laminillas de la figura anterior. 392. Torno pequeño utilizado para pintar líneas. Japón.
393. Torno extremo-oriental, mazo para ensanchar la panza de la vasija. Corea.
394. Torno occidental, calibres para el interior de la vasija y raedera para la
SÓLIDOS SEMIPLÁSTICOS panza. Ucrania.
395. Impresión de decoración de alfarería por medio de hierbas trenzadas.
361. Horno para trabajar el mineral de hierro en una fosa abierta; el soplador 396. Cocción mediante amontonamiento de combustible. Alto Volta, lobi.
está protegido por un muro. Japón, siglo XVIII. 397. Horno de arcilla cubierto de cascos. Sudan.
362. Horno cerrado y puesto en alto para poder colar el lingote en una tinaja y 398. Horno-túnel, cuya bóveda está formada por tinajas. Austria.
separar la escoria. Japón, siglo XVIII. 399. Corte del horno anterior.
363. Alto horno para trabajar el mineral de hierro. Alto Volta, lobi (1/60). 400. Tina para teñir paños. Siberia occidental, rusa.
364. Muela de bronce destinada a colar hachas. Gran Bretaña, Edad del Bronce 401 a 404. Tinte con reservas de cera o ligados. Japón. Anudamiento.
(1/5). 402. Disposición de las reservas, primeras ataduras.
365 a 370. Moldeado de un peso de cobre. Costa de Marfil (1/2). Modelo de cera. 403. Ataduras completas, pliegues y costura de las lineas de tiras.
366. El modelo de cera cubierto de arcilla. 404. Estado definitivo del adorno después del tinte.
367. Después del secado, se calienta el molde y la cera se derrite y sale.
368. El molde se suelda a un crisol que contiene trozos de metal.
369. El metal fundido cae en el molde cuando se da la vuelta a todo el conjunto. SÓLIDOS FLEXIBLES
370. Estado definitivo de la pieza.
371. Fragua japonesa: fuelle de pistón, fogón, yunque, martillo, tenazas y atiza- 405. Punzón de hueso enastado con goma. Susa (1/4).
dor (1/30). 406. Cuchillo de piedra enastado con goma. Australia (l/S).
372. Fragua sudanesa: fuelles de bolsas, fogón, yunque, martillo, tenazas, buril y 407. Punzón de hueso. Siberia, Tobolsk, Edad del Bronce (l/4).
lima (1/30). 408. Punzón de hueso (cúbito de rumiante). Japón, Neolítico (1/4).
373. Yunque y martillo de calderero. Japón, siglo XVIII. 409. Punzón de cornamenta de reno. Alaska, esquimal (1/5).
374. Perforado de un cañón de fusil. Japón, siglo XVIII. 410. Punzón de hueso. Nueva Guinea, tumleo (1/4).
375. Perforado de un cañón de fusil. Java, siglo XIX. 411. Capa para la lluvia, fibra de palmera cosida. China (1/30).
376. Hilera de orfebre. Corea (1/20). 412. Disposición de las fibras de un tapa (aumentadas 15 veces).
413. Batidor para el tapa, de madera. Nuevas Hébridas.
414. Manera de raspar la corteza del moral para papel. Japón.
SÓLIDOS PLÁSTICOS 415. La pasta de corteza se trabaja con el batidor.
416. La horma se introduce en la cubeta de pasta diluida.
377. Coa o bastón para excavar armado de un cuerno de antílope y un peso de 417. Batido de las hojas de papel con la pisón. Japón, siglo XVIII.
piedra. Africa del sur, bosquimano (1/20). 418. Manera de descarnar una piel tendida sobre estacas. África del sur, zulú.
378. Instrumento que sirve para transportar la tierra que se ha removido recien- 419. Raspador para pieles. África del sur, zulú (1/4).
temente; la parte de cestería tiene un ribete de hierro. Japón (l/3D). 420. Raspador para pieles. África del sur, zulú (1/4).
379. Laya con un espacio para el pie. Islandia, siglo XVII (l/3D). 421. Raspador para pieles, concha de mejillón atada a un guijarro. Tierra del
380. Laya de labriego. Japón (1/30). Fuego (1/4).
381. Pisón para aplanar el suelo de las viviendas. Ucrania (1/30). 422. Raspador para pieles, hoja de piedra, empuñadura de madera. Alaska, es-
382. Apla~adora para el mismo uso que el objeto anterior. Ucrania (1/10). quimal (1/4).
383. Cuchillo de hueso de ballena para Cortar la nieve. Alaska, esquimal (1/6). 423. Raspador para pieles, hoja de piedra, empuñadura de madera. Canadá occi-
384. Pala de madera guarnecida de asta de reno; sirve para recubrir de nieve la dental, esquimal (1/4).
base del iglú. Bahía de Hudson, esquimal (l/18). 424. Raspador para pieles, piedra. Bahía de Hudson. esquimal (1/5).
385. Raedera de hierro para limpiar la arcilla de alfarero. Ucrania (l/lO). 425. Raspador para pieles, omóplato de reno. Bahía de Hudson, esquimal (1/4).
386. Muela para amasar la arcilla para ladrillos, movida por un asno. La Ven- 426. Raspador para pieles, hoja de hierro. Ucrania 0/4).
deé. 427. Raspador para pieles, hoja de pizarra, empuñadura de madera. Alaska. es-
387. Elaboración de la panza de una vasija por medio de una varilla rodada quimal (1/4).
entre las palmas. Argentina, Chaco. 428. Raspador para pieles, hoja de hierro, empuñadura de cornamenta de reno.
388. Vaciado de una estatuilla en un molde bivalvo. Japón. Labrador, esquimal (1/4).
389. Vaso moldeado en una corona de paja. Congo belga (l/lO). 429. Raspador para pieles. hoja de obsidiana, empuñadura de madera. Kam-
390. Moldeado de tejas planas y semicilíndricas. Japón. chatka. coriaco (1/8).
430. Manera de suavizar una piel de oveja. Ucrania.
304
305
431. Forma de desgranar (desmotar) el algodón sobre una piedra plana. Abisinia. 480. Tela con urdimbre retorcida, gasa. Europa actual.
432. Arco para cardar. Abisinia. 481. Tela con urdimbre retorcida, tejido con cartón.
433. Devanado de capullos. Japón, siglo XVIII. 482. Cestería tejida. Península malaya.
434. Manera de hilar el algodón en la rueca. Abisinia. 483. Cestería diagonal, cuadrado. América, Amazonas.
435. Torno de hilar, conjunto y órganos principales. Japón. 484. Diagonal apretada, cesto para transportar. Japón (1/15).
436. Torno de hilar, conjunto y órganos principales. Francia. 485. Diagonal suelta; 1 cogido-J suelto. Península malaya.
437. Torno de hilar de cordelero. Francia, siglo XVII. 486. Diagonal 2 cogidos-Z sueltos. Japón. .
438. Torno de cordelero. Alemania, siglo XVI. 487. Diagonal aberrante, pared de choza. Península malaya, sakai.
439. Bobina para formar las madejas. Francia, siglo XVII. 488. Aspecto exterior de una cestería «en espiral».
440. Pies regulables para las madejas. Japón (1/15). 489. Dos maneras posibles de hebras en forma de espiral. . .
441. Torno de hilar preparado en canillera. Japón, siglo XVII (1/30). 490. Método espiral auténtico, con hebras y montantes haciendo espiral. Afnca,
442. Bobina o torniquete manual. Japón. . Angola.
443. Torniquete. Japón (1/18). 491. Método espiral con hebras retorcidas. Alaska, esquimal.
444. Torniquete (argadillo). Abisinia (1/25). 492. Espiral con hebras tejidas. Egipto protohistórico.
445. Torniquete extensible. Francia, siglo XIX (1/12). 493. Espiral cosida. África del norte.
446. Torniquete y devanadera. Indochina, moi. 494. Espiral en una sola capa, chaleco de roten ..Co~a. . .
447. Devanadera. Europa, siglo XVII (1/20). 495. Retorcido con montantes rígidos. Columbia británica, kwakiutl.
448. Devanadera de capullos, pedal. Japón, siglo XVI11 (l/50). 496. Retorcido flexible, saco para la recolección. Alaska, esquimal (l/lO).
449. Máquina para retorcer. Japón, siglo XVIII (1/50). 497. Cestería o tela con urdimbre retorcida. Alaska, chilkat. .
450. Trenza de tres ramales. 498. Cestería con montantes y hebras retorcidos. Columbia británica, kwakiutl.
451. Trenza de seis ramales. 499. Cestería con hebras tejidas, 2 cogidos-Z sueltos. Japón.
452. Telar de trenzas huecas. Japón (1/15). 500. Cestería con hebras en exceso.
453. Nudo sencillo. 501. Confección de una sandalia de paja. 1: telar, China del sur. Il, III y IV:
454. Nudos llanos. Nueva Guinea. confección de una sandalia japonesa.
455. Nudo doble o lasca. 502. Borde libre. Columbia británica.
456. Nudo de guía. 503. Borde vuelto, tejido. Corea.
457. Nudo de guarnicionero. 504. Borde retorcido. Columbia británica, haida.
458. Nudo de correa, esquimales y África occidental. 505. Borde redondeado. Europa.
459. Reforzamiento de un sedal de arpón. Alaska, esquimal. 506. Borde trenzado. Japón.
460. Pasador y barritas de torsión. marfil. Alaska, esquimales (1/4). 507. Borde atado. Japón.
461. Vuelta de.boza sujeta por una barrita. 508. Telar para hacer trenzas. África del norte (1/30).
462. Trinchetes (o chairas) de bronce. Egipto, de la duodécima a la decimonove- 509. Telar para trenzas. Japón, siglo XVIII.
na dinastía (1/4). 510. Esquema de un telar de dos juegos de lizos.
463. Tela cortada con trinchete. Japón. 511. Armadura tela.
464. Tijeras para esquilar de hierro. Época romana, Europa central (1/4). 512. Armadura cruzada.
465. Tijeras para esquilar de hierro. Japón (1/4). 513. Armadura asargada.
466. Lezna de hueso y su funda. Tierra del Fuego (1/4). 514. Elemento en exceso; la trama de esta armadura asargada disimula los hilos
467. Aguja de hueso con entalladuras. Grecia prehistórica (1/2). de la urdimbre.
468. Aguja hueca, hueso de pájaro. Islas Kuriles, aino (1/2). 515. Tela retorcida; fragmento de una capa. Columbia británica, chilkat.
469. Aguja de hueso. Francia, Edad del Reno (1/2). 516. Arriba: decoración trabajada con cartones. Abajo: telar con cartones. Arme-
470. Dedal para coser, esquimal. nia.
471. Dedal para coser. Japón. 517. Punto anudado turco.
472. Estuche de costura; tubo para las agujas y portadedales, marfil. Alaska, 518. Punto anudado persa.
esquimales (1/4). 519. Telar de pesas, trenzado de cañas. Hokkaido, aino.
473. Blusa bordada. Hokkaido, aino. 520. Esquema de un telar con una fila de lizos.
474. Blusa de pieles de salmón bordada. Siberia oriental, golde. 521. Telar con una fila de lizos. Nuevas Hébridas.
475. Capas superpuestas y espirales. Islas Salomón. 522. Telar con una fila de lizos. Hokkaido, aino.
476. Capas superpuestas y atadas, suelo de terraza. Indochina, moi. 523. Telar con una fila de lizos. Japón.
477. Cestería en espiral. 524. Esquema de un telar vertical con una fila de lizos. Marruecos.. .
478. Tela con trama espiral, tul. Europa actual. 525. Telar con rejilla: J, conjunto; II y I1I, abertura del paso. Francia, siglo XIX.
479. Cesteria retorcida. 526. Telar vertical de rejilla: 1, conjunto; Il y 1lI, abertura del paso. Japón.

306 307
568. Cuchara de asta de reno, lapona 0/3).
527. Telar con dos filas de lizos. Península malaya. 569. Cuchara de madera. Rusia 0/7)·
528. Telar con dos filas de lizos. Abisinia. 570. Cuchara de bronce. Mongolia, ardas, Edad del Bronce (1/2).
529. Telar con dos filas de lizos. Sudán. 571. Tinaja. América, Florida, período precolombino (1/8).
530. Mallado de los hilos en un telar con cuatro filas de lizos; 531 a 533: aplica- 572. Botella de cuero. Abisinia, galla 0/8).
ciones de este mallado. 573. Acetre con pico de madera. Japón (1/10).
531. Diagonales. 574. Aguamanil de cristal. Siria (1/3).
532. Espigas. 575. Puchero con tapadera. Abisinia, galla (1/6).
533. Rombos. 576. Embudo de madera, tuareg (1/10).
534. Mallados combinados en un telar con cuatro filas de lizos. 577. Colador de roten. Tíbet (1/6).
535. A) Mallado de la cinta de un brocado con 20 pasadas; B) mallado del fondo
con dos filas; C) motivo tejido.

FLUIDOS

536. Granero de barro seco. África del norte (1/60).


537. Granero sobre pilotes. África oriental (1/60).
538. Tonelete. Austria (l/lO).
539. Tinaja.
540. Cántaro, cabila (1/16).
541. Botella. Abisinia, galla (1/8).
542. Cubeta. Estonia (1/40).
543. Cubo. Japón (1/12).
544. Olla de barro. Estados Unidos, Arkansas (l/lO).
545. Cuévano de cestería. Indochina, moi (1/18).
546. Tazón. Japón (1/8).
547. Cubilete. Siria (1/5).
548. Taza. Grecia antigua (1/6).
549. Taza de madera plegada. Aíaska, esquimal (1/6).
550. Cesto plano. Corea, siglo 11 (l/lO).
551. Palangana. Japón (1/15).
552. Cuenco. Cabilia (1/12).
553. Fuente de madera. Nueva Guinea, tumleo (1/10).
554. Copa de barro. Japón neolítico (1/6).
555. Cuchara de madera, tuareg (1/4).
556. Cubo de pozo con asa de pivote y mango de bambú. Japón; mango articula-
do fijado en el asa de un cubo corriente. Francia, La Yendée (l/30).
557. Pozo con cigüeñal. Rumania (1/150).
558 Y 559. Cigüeñal (conjunto); el camello va enganchado en la cuerda D, el
conductor agarra la cuerda E. El fondo del cubo de cuero B se prolonga
mediante un mango e que se mantiene en alto con la cuerda E durante la
subida. Egipto.
560. Trasvase de agua desde un estanque a un arrozal por medio de un cubo
suspendido y unas cuerdas. Japón, siglo XVIII.
561. Acueducto. Japón (1/200).
562. Cuerno de buey utilizado como botella. Abisinia, gana.
563. Pala para granos. Japón (1/20).
564. Olla, esteatita. Estados Unidos, Kentucky (1/12).
565. Olla con asas, alfarería. Siberia, chukche (1/12).
566. Estuche de corteza tejida. Japón (1/12).
567. Tazón, cristal. Grecia antigua (1/6).
309
308
ÍNDICE ANALÍTICO

abanico, 65, 74 azada, 35, 54, 81, 84, 190, 192,


acetre, 275 200; ligs. 124, 379, 380
achicador, 142 azuela, 39, 45, 46, 81, 148, 151,
afiladores, 150 157, 158, 160, 166, 168, 170,
aglutinantes, 204, 206 171, 173, 183, 190, 239, 289,
aguja, 160,213,240,242; figs. 43, 290, 291, 292, 293
467 a 469 azuela-gubia, 160, 168
albardas, 89,113,114,117,118,
120, 121, 123, 124; figs, 191,
205, 207, 208 balancín, 86, 87, 89, 136, 142; fig.
albornoz, 263 259
alerón, 255, 264, 266 balancín hidráulico, 87, 277, 278
alfileres, 242 balanza, 89, 129
alfombras, 259 balsa, 134, 139,292; fig. 238
algodón, 223, 224 ballesta, 99
almadía, 134, 139,292 barcas, 137, 139, 140, 141, 174,
alto horno, 179, 180 214
ancla, 142; fig. 262 barniz, 68, 202, 204, 207
anclote. 142 barra para transporte, 89
antepecho, 255, 256, 258, 262 barrena, 84, 90, 91, 92, 148, 150,
aparejo, 255, 256, 258, 259, 262, 151, 153, 154, 157, 163, 165,
264 184, 187
aparejo de gata, 142 barritas de torsión, 238
apelambrado, 220 batiks, 208, 209
apelambrador, 220 berbiquí, 63, 95, 163
aprestos, 209 betún, 210
arado, 35, 81, 86, 190, 200 blusas, 239, 243; ligs. 473, 474
arco, 99, 175, 264, 290, 292 bobinas, 231, 233, 234, 292; figs.
arco cardador, 224; fig. 432 144, 439, 442
armadura (tejido), 247, 252; ligs. bocado, 113, 115, 117, 120
511a513 bolsas, 108, 260, 279
arnés, 113, 115, 132, 173 bordar, 222, 239, 242, 243
arpón, 86, 102, 293 botas, 264
arreos, 113, 115, 132, 173 bote, 134, 136, 137, 139, 140, 142,
arroz, 69, 216, 272 174,214

3II
botellas, 189, 196,270,274,280; cestería, 68, 174, 202, 213, 214, chimenea, 65, 74 fundición, 176, 179, 180, 182, 183
figs. 541, 562, 572 238, 243, 244, 245, 247, 248, choza, 108, 248, 260 fusil, 187
bozal, 113 250,251,252,253,256,258
brasero, 65 cigüeñal, 87, 277, 278
brida, 113; figs. 193 a 196 cimientos, 68 dedal, 240, 242 gobelin, 253, 259, 260, 262
broca, 84, 163, 165, 187 cincel, 45, 148, 156, 157, 158, desagües, 270, 277 gomas, 206, 209, 210
brocado, 269 160,162,173,187 desgranadora, 96, 98, 224, 230 granete, 148, 162, 187
broches, 238 cincel de madera, 46, 183 desgrase, 193 gubia, 45, 148, 160, 173
bruselas, 82 cinturón, 110, 258 desmontado, 224 guillotina, 86
buey, 111, 112, 117, 118, 121, cisternas, 272, 274 desmontadora, 96, 98, 224 guindaste, 40, 84, 174
130; figs. 227 a 229 cizallas, 187 desmultiplicación, 89, 98
búfalo, 111, 118, 130 clavija, 162 devanaderas,92,98,224,230,231
buril,45, 184, 187 clavo, 162 diques, 272 hacha, 42, 48, 54, 57, 58, 81, 84,
burro, 111, 117, 129 coa, 35, 190; fig. 377 dromedario, 111, 118, 120, 121, 148, 151, 153, 157, 158, 160,
colas, 68, 206, 209, 210 124, 130 166, 168, 170,239,292,293
colador, 282 hamaca, 260
caballo, 111, 112, 113, 115, 116, colores, 206, 207, 208 hilatura, 225, 238
117, 118, 120, 123, 124, 125, cometas, 72 elefante, 111, 121, 124, 125, 132 hileras, 187, 223
130, 132, 264 copas, 277 embudo, 282 hilo, 222, 223, 233
cablaje, 234 coracle, 137 encendedor, 61, 62, 63, 287 hoces, 210
cabrestante, 84 cordoncillos, 253 encendedor de pistón, 35, 73, 76, horcate, 130
cajas, 104, 174,214 correa, 117, 118, 120 78 horno, 69, 154, 178, 179, 193,
calderería, 182, 185 correa de transmisión, 89, 96 enderezador, 82 202, 204, 205
camello, 111, 118, 120, 121, 124, cortafríos, 45, 184, 187 engranaje, 96, 98 huso, 90, 91, 92, 96, 101, 102,
130 cortaplumas, 50 enjalbegado, 68, 206, 210, 212 200, 225, 226, 228, 229, 230,
canales, 271 corte, 239 enjulio, 255, 256, 262, 268 234, 291, 292
canalillo, 270 corteza, 134 enlucido, 68, 209, 210, 212
canalización, 278 costura, 222, 231, 238, 239, 240, enriado, 223
candado, 99 242 escofina, 162 iglú, 192
canillas, 231, 233 cremallera, 264 escondederos, 274 impermeables, 214
canilleras, 98, 231, 234 crisoles, 178, 180, 183, 187, 189 escoplo, 159, 160, 162, 173, 187 indumentaria, 239, 242, 243, 244,
canoas, 134, 136, 140,214 cristal, 175, 177, 178,204 escoplo-gubia, 160 245, 247
cántaros, 275 cubas, 274, 275 esmalte, 204, 212
capa, 251, 256 cubetas, 275; fig. 542 espadilla, 140
cardado, 223 cubilete, 275 espuelas, 115, 116 jeringa, 35
carreta, 125, 129, 130 cubo, 106,214,275 e~eras,248, 260, 263 jacquard, 253, 268, 269
carretilla, 86, 87, 129 cucharas, 158,277,280 estribos, 115, 116, 120, 123, 124
carro, 112, 124, 125, 126, 129 cuchilla, 48, 86
carro de cuatro ruedas, 117, 118, cuchillo, 45, 48, 51, 57, 86, 157, kayak, 134, 136, 137, 140
129 158, 162, 165, 173, 192, 229, fajas, 258 kriss, 185
carro de dos ruedas, 35, 126, 127, 291,292 fermentación, 71
128,248 cuchillo de madera, 159 fieltro, 214, 215, 218
casas, 239 cuchillo para nieve, 192 flecha, 69, 73, 86, 150,290 lacas, 173,206,210,212
caucho, 210 cuchillo para segar, 220 flechita, 73, 78, 86 lámparas, 157
cazo,275 cuencos, 174, 277 fogón, 184, 187 lanza, 40, 86, 126, 130, 132, 150,
cebú, 111, 118, 130 cuerda, 213, 214, 222, 224, 277 forja, 176, 184, 185, 187,200,290 292
cepillo, 50, 148, 162 cuévano, 108, 248, 260 fragua, 184, 187,200,290 lanzadera, 256, 262, 263
cerbatana, 35, 76, 78, 101,287 cuna, 110 fuelle, 65, 74, 76, 78, 87, 99, 180, látex, 209, 210
cesta, 106, 210, 243, 244, 247, cuñas, 46, 154 182, 184, 187,200,291,292 laya, 81, 86,192
248, 250, 251, 252, 270, 274, curtido, 218, 219, 220, 222 fuelle con pistón, 35, 76, 78 lezna, 240; fig. 466
275, 287 curtientes, 71, 218, 220 fuentes, 277 lima, 157, 158, 162, 163, 187

312 313
litera, 117 pagaya, 137, 139, 140 propulsor, 27, 29, 30, 31, 293 taladro, 90, 91, 92,148, 150, 151,
lizos, 95, 255, 256, 259, 260, 262, pala, 81, 86, 189, 190, 192 puentes, 145, 293 153, 154, 157,163, 165, 184,
266, 268 palanca, 80, 113, 129, 174, 184, pulidor, 148, 150, 151, 154, 157, 187
192 158, 162, 183, 187,202 taladro con arco, 50, 63, 90, 98,
llama, 111, 112 palanganas, 277 punta de barrena, 163 163
palanquín, 117, 121 puntilla, 48, 90, 156, 157, 162, taladro de cuerda, 50, 63, 90, 98,
palo de excavar, 35, 190; fig. 337 213, 238, 239 151
machete, 166, 292 palo para el fuego, 90; figs. 90 a 93 punto anudado, 259, 262 taladro manual, 50, 102
madera plegada, 214; figs. 117, paneles, 248 punzón, 48, 90, 148, 156, 157, taladro de parahuso, 50, 63, 91,
152, 354 a 360, 549 pantallas, 248 162, 187, 202, 213, 238, 239 96,98, 102, 151,271
mallo, 45, 48, 84, 173, 194,215, papel, 208, 209, 213, 214, 215, taladro con tablilla, 101, 153
216 216,218 taladro de tomo cónico, 151
manivela, 63, 89, 90, 92, 94, 95, parahuso, 50, 63, 91, 94, 96, 98, raquetas de nieve, 174 tamices, 248
96,98,228,229,231,233,234, 102, 151,271 raspador, 157, 162,218,219,220 tapa,208,213,214,215,216,218
236 paredes, 248 rastrillo, 190 taza, 275
marmita, 69, 275 pasadores, 238 redes, 238 tazones, 165, 226, 275; figs, 546,
martillo, 45, 46, 48,148,156,158, pasarela, 145 remo, 139, 140; fig. 255 567
162, 184, 187 pedal, 89, 90, 94, 95, 96, 165,234, reno, 111, 120, 121, 123, 124, tejado, 248
matrices, 187,202,205 255 125, 130 t~ido, 248, 253, 255, 256, 258
maza, 48, 148, 195,215,216 peine, 256, 262 resorte, 79, 90, 99 tela, 245, 247, 248, 252, 253, 255,
maza de guerra, 151 percutor, 45, 46, 48, 50, 51, 148, rodillos, 129, 196,250 256, 258, 259, 260
mazo, 195,215,216 149, 150, 156, 158, 160, 162, rompecabezas, 151 telar de cintas, 256, 259, 260
mazo hidráulico, 99, 102 173, 187 ronzal, 113, 115 telar de pedales, 89, 95, 214, 230,
mazo pisón, 87, 102 perro, 111, 112, 121, 123, 124, rueca, véase huso 231, 234, 247, 253, 255, 256,
mijo, 220 132 rueda, 35, 70, 86, 87, 89, 94, 98, 258, 259, 260, 262, 263, 264,
modelado, 195 persianas, 260 99, 106, 112, 118, 124, 125, 266, 268, 269
molde, 182, 183, 194, 197, 198 pértigas, 139 126, 127, 129, 195, 200, 228, telar de trenzas, 253
moldeado, 182, 183, 194, 196, pértigo, 126, 130, 132 229,230,271,277 tenacillas, 240
197, 198 pico, 148, 190, 192 rueda de alfarero, 35, 69, 92, 94, tenazas, 158, 184, 187, 240
moletas, 197, 202 pinturas, 68 96,271 terraja, 163
molino, 73, 84, 89, 92, 94, 95, 98, pinzas, 82, 158, 184, 187,240 rueda giratoria, 194, 198, 200 tijeras, 239, 240
102,229 pinzas para depilar, 82, 84 tijeras de esquilar, 82, 84, 240
montura, 113, 115, 116, 117, 118, piragua, 134, 136, 139 timón, 126, 130, 132, 140
120, 123, 124, 130, 132, 173 pisón, 189, 192 sable, 166, 180 tinajas, 274, 275
mordientes, 71, 206, 208 pistón, 76, 78, 101,224 saco, 106, 108, 270 tintes, 68, 206, 207, 208, 209
mortero, 68, 179 podadera, 166 sandalias, 214, 248, 252, 292 tiro, 74
muela, 94 polea, 40, 89, 95, 145, 255, 264, segur, 45, 50, 54, 84, 166 tobogán, 127
mula, 111, 117 266,277 sierra, 102, 148, 150, 157, 158, tonel, 274, 275
muserola, 115 porcelana, 204 162,210 torcido, 222, 224, 225, 226, 234
portabu1tos, 106 silo, 270, 274 torneado, 194, 197, 198, 200,
porteo, 103, 106, 108, 110, 111, silla de montar, 113, 115, 116, 201
nasas, 251 112,117,118,120,121,123, 117,118,120,123,124,130, tornillo, 40, 95, 98
navegación, 132, 134, 136 124,292 132, 173 torniquete, 194, 198, 200, 233,
noria, 277 pozo, 272, 274, 277 silla de manos, 117 234
nudo, 213, 236, 239 pozo con cigüeñal, 87, 89, 277 soguilla (de mozo de cuerda), 108 torno, 40, 84, 102, 153, 163, 165,
pozo con polea, 89 soldadura, 206, 212 174, 194, 195, 196, 197, 198,
pozo con roldana, =: 7 soplete, 65, 74, 187 200, 201, 202, 205, 229, 230,
olla, 69, 275 prenda de vestir, 239, 242, 243, 231
orfebre, 74, 184, 187 244, 245, 247 torno de alfarero, 35, 69, 92, 94,
oro, 74, 175, 176, 178, 179 prensas, 86, 99, le:' tabiques, 248 96,271
oumiak: 134, 137, 139 presas, 271, 272 tajadera, 187 torno con arco, 90, 165

314 315
torno de hilar, 35, 41, 91, 92, 94, urdimbre, 252, 255, 256, 258
95, 96, 98, 200, 224, 226, 228, ÍNDICE
229, 230, 231, 233, 234, 271,
289, 290, 293 vajilla, 158
torno para madera, 35,63, 90, 95, vallas, 251
99,271 vela, 72, 73, 129, 139, 140,293
tranchete, 239 veneno, 70, 78
transporte, 103, 106, 108, 110, vestimenta, 239, 242, 243, 244,
111,112,117, !l8, 120, 121, 245, 247
123, 124,292 vidriado, 204, 207, 208
travesaño, 124 vidrio, 175, 177, 178, 204
travois, 124, 125, 126, 130 volante, 90, 91, 92, 94, 96, 151,
trenza, 223, 236, 244, 253 200, 228, 230, 271
trineo, 112, 123, 124, 127, 129,
130, 132, 174,293
trinquete, 98 yak, 111, 118 EL UNIVERSO TEÓRICO DEL GESTO .
trituradoras, 86 yugo, 129, 130 PRÓLOGO A LA PRESENTE EDICIÓN . 7
tul, 256 yunque, 178, 184, 187
INTRODUCCIÓN . 9

1. ESTRUCTURA TÉCNICA
DE LAS SOCIEDADES HUMANAS

LA TENDENCIA Y EL HECHO . 24
Los GRADOS DEL HECHO . 26
JERARQuiA DE LAS TÉCNICAS . 31

11. MEDIOS ELEMENTALES


DE ACCIÓN SOBRE LA MATERIA

LAS PRENSIONES . 39
LAS PERCUSIONES . 42
Aplicación . 43
Dirección " . 43
Forma . 46
EL FUEGO _ . 59
Su adquisición . 60
Su conservación y consumo . 65
ELAGUA . 67
Efectos fisicos . 68
Efectos dinámicos . 69
Efectos químicos . 70
316
317
ELAIRE 71 Los SOLIDOS SEMIPLÁSTICOS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 174
El soplete . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 Los metales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178
El fuelle ...................................... 76 La fundición. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
El moldeado 182
LA FUERZA MOTRIZ Y LA TRANSMISIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Amplificación del peso. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80 EL TRABAJO DE LOS METALES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . 183
La palanca. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82 La forja 184
El balancín y el contrapeso 86
Los SÓUOOS PLÁSTICOS 188
Movimientos circulares 89
Sólidos plásticos de cohesión débil. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189
Conservación de la fuerza 94
Sólidos plásticos propios 192
Los aglutinantes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206
III. LOS TRANSPORTES Los SÓLIDOS FLEXIBLES . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 212
La corteza ....................................... 213
EL PORTEO HUMANO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . • . . • . . • . . . • . . . 106 La piel................................................ 218
Distintas formas de llevar a un niño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110 La hilatura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222
La costura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238
EL PORTEO ANIMAL. . . . . . . • . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Los tejidos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243
El caballo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
La cestería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 247
Los bóvidos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I 17
La tejeduria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253
Los camélidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118
El reno................... 120 Los FLUIDOS . . . . • . . • . . . . • • • • • . • • . . . . . . . . . . . . . . • . . . • . . . . . . .. 269
El elefante 121 La colección de los fluidos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271
Elperro 121 El transporte de los fluidos 277
El trasvase de los fluidos 280
EL ARRASTRE Y EL TRANSPORTE RODADO. . . . . . . . . . . . .• . • . . . • . . . . 124
El trineo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
Vehículos con ruedas 127
V. PRIMEROS ELEMENTOS
LA TRACCIÓN Y LA DIRECCiÓN .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . 129 DE EVOLUCIÓN TÉCNICA
LA NAVEGACiÓN . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . • . . . • . 132
LA HC'\JOLOGiA COMPARADA. . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283
Balsas..................... 134
Piraguas monóxilas 136
Barcas de corteza y de cuero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136 ÍNDICI-' DI-' FIGURAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . 295
LAS VíAS DE COMUNICACIÓN . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . 142 ÍNDICE A1'<ALiTICO . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311

IV. LAS TÉCNICAS DE FABRICACIÓN

Los SÓLIDOS ESTABLES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . • . . . . . . . . . . . 148


Sólidos estables de gran densidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149
. Sólidos estables de densidad media o débil 156
Los SÓLIDOS FIBROSOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . • . . . . . . . 158
Percusiones aplicadas 159
Percusiones lanzadas. . . . . . . . . . . . . . .. . .. . . .. . . . . .. . . .. 165
Percusiones aplicadas con percutor 173
Madera alabeada 174

318 319

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